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Maccharola Enfoques de Planeamiento y Racionalidad de La Acción
Maccharola Enfoques de Planeamiento y Racionalidad de La Acción
CONSIDERACIONES PRELIMINARES
El planeamiento, en tanto herramienta para pensar y crear la acción futura, es un proceso que
actúa como puente mediador entre el conocimiento de la realidad y la acción que se ha de
emprender, entre el presente que se quiere cambiar y el futuro que se desea alcanzar. Requiere
de un tipo particular de conocimiento: un conocimiento para la acción intencional y reflexiva.
En los últimos años se han sucedido en América Latina y en nuestro país en particular, diferentes
maneras de enfocar la teoría y la práctica del planeamiento educacional. Así, en los años 60 surge
el enfoque clásico o normativo que mostró sus insuficiencias para producir cambios y reformas en
el sector educativo. Como consecuencia de la conciencia de esas limitaciones se desarrolló un
enfoque alternativo denominado estratégico-situacional, que en América Latina ha tenido como
máximo exponente al recientemente desaparecido Carlos Matus. En cada enfoque metodológico
los actores hacen uso del conocimiento para la acción de manera diferente.
Analizar la racionalidad subyacente en cada uno de estos enfoques nos lleva a desmontar
epistemológicamente las teorías del planeamiento; ésta es, precisamente, la intención que guía
nuestro trabajo. Para ello acudiremos a la teoría de la acción comunicativa de Habermas la que
nos permitirá analizar los tipos de acción a los que hacen referencia cada uno de los enfoques y
estudiar las formas en que los planificadores (sujetos capaces de acción y lenguaje) hacen uso del
conocimiento para la acción y dan razones para fundamentar sus formas de comportamiento.
Creemos que la utilización de la teoría de la acción de Habermas en nuestro análisis, significa
reconstruir el significado de las reglas subyacentes a la estructura superficial del planeamiento,
descubriendo su estructura profunda o lógica interna.
En la primera parte del escrito vinculamos los enfoques normativo y estratégico-situacional con la
racionalidad instrumental y estratégica respectivamente. En la segunda parte, exploramos la
posibilidad, no abordada aún en el campo del planeamiento educacional, de que la racionalidad
comunicativa brinde las bases teórico-epistemológicas para la construcción de un nuevo enfoque
del planeamiento.
El planeamiento normativo se desarrolló en los años 60. Se le asignó la tarea de organizar los
sistemas educativos de manera eficiente y de formar recursos humanos para el desarrollo
económico. Se crearon así oficinas y organismos nacionales de planeamiento que realizaron
amplios diagnósticos cuantitativos de la realidad educativa a fin de prever las acciones y recursos
para conseguir resultados a mediano y largo plazo. Se articularon métodos de investigación social
y técnicas de administración económica para racionalizar la acción coordinando objetivos y
medios.
b. Para ello diagnostica previamente la situación, lo que supone dar una explicación única y
verdadera, descubriendo las leyes causales de funcionamiento que rigen el objeto. La explicación
permite la predicción y, por ende, el control del futuro. Se refiere, por lo tanto, a un “deber
ser” en un contexto predecible.
d. En este proceso no existen oponentes; el planificador tiene todo el poder y el contexto del plan
es la armonía y la centralización. El futuro es predecible, con final cerrado, no habiendo lugar para
la incertidumbre ya que los problemas son cuasi-estructurados y con solución conocida (Matus,
1987).
Martínez y Olivera definen el diagnóstico -primera etapa del planeamiento normativo- “como la
aplicación de la investigación social a la realidad educativa con el fin de describir, evaluar
y explicar la situación concreta y predecir su evolución probable a menos que se intervenga para
dirigirla” (Martínez y Olivera, 1969 :122. Lo destacado es nuestro). El conocimiento que brinda el
diagnóstico es explicativo y se valida por su utilización tecnológica: saber para prever y para
intervenir controlando. El conocimiento se justifica en la intervención sobre la realidad para
modificarla. La relación explicativa causal (causa-efecto) se transforma en una relación tecnológica
normativa (medio-fines), teniendo ambas relaciones una estructura lógica equivalente. En efecto,
Martínez y Olivera sostienen que:
las conclusiones del diagnóstico pueden adoptar dos de las formas que señala Ph. M. Hauser:
a. Como “ciencia social aplicada”: “Dados a y b, y dada la situación M, y ocurrirá p veces de cada n,
si se introduce c en la situación”; y así sucesivamente.
La predicción futura ignora las turbulencias, contradicciones y oposiciones, propias de los procesos
sociales como su incertidumbre e imprevisibilidad. Las acciones se reducen así, a
comportamientos regulares observables y medibles. Se trata, en definitiva de un planteamiento
sociológico objetivista 1
Por otra parte, las acciones propias del planeamiento normativo son las que Habermas (1984)
llama acciones instrumentales. Éstas son acciones teleológicas con arreglo a fines. En ellas “el
sujeto agente interviene en el mundo con la intención de producir en él un estado apetecido, por
medio de la elección y aplicación de los medios adecuados” (Habermas, 1984 :369). El actor se
orienta por la consecución de sus objetivos y somete a cálculo las consecuencias de la acción. La
acción teleológica es instrumental “cuando la consideramos bajo el aspecto de observancia de
reglas técnicas de acción y evaluamos el grado de eficacia de la intervención en un estado físico”
(Habermas, 1984 :385). Exigen intervenciones orientadas a la toma de decisiones eligiendo entre
medios alternativos para la consecución de fines. Los puntos de referencia o justificación de tales
elecciones racionales son las reglas técnicas que descansan en un saber empírico. Este saber
implícito en las reglas de acción instrumental se expresa como tecnología, esto es “imperativos
condicionados, que prescriben cómo han de organizarse de forma racional con arreglo a fines los
medios para conseguir unos fines dados” (Habermas, 1984 :236), Se basan en generalizaciones
empíricas y se refieren a su contexto, también de manera generalizante.
Las acciones instrumentales se enjuician conforme a criterios de verdad y eficacia. Se las considera
racionales cuando pueden fundamentarse en su pretensión de eficacia o éxito. Y el éxito depende
de la verdad de los enunciados en los que se apoyan.
La aplicación de reglas técnicas supone una actitud monológica ya que el actor está solo frente al
objeto; no se requiere de una acción social con otros sujetos. Además, supone un solo mundo: el
mundo objetivo. El sujeto establece dos tipos de relaciones con ese único mundo; el conocimiento
de los estados de cosas existentes y el traer a existencia el estado de cosas deseadas. En efecto, el
planeamiento normativo supone conocer la situación presente, explicarla y evaluarla, predecir el
futuro e intervenir sobre la realidad para lograr la situación deseada. Se evalúan luego las acciones
desarrolladas, controlando su éxito o eficacia al comparar resultados pretendidos o situación
deseada con resultados logrados o situación real.
a. Los sujetos que planifican son varios y persiguen objetivos conflictivos. El actor que planifica lo
hace desde dentro de la realidad junto con otros actores, estando comprendido o formando parte
del objeto o situación planificada. El grado de gobernabilidad depende del peso del sujeto frente al
peso del “otro”; los recursos que uno no posee, los controla el otro, existiendo, por lo tanto,
diferentes grados de gobernabilidad para los distintos actores.
b. El diagnóstico único y objetivo es reemplazado aquí por la explicación situacional. Cada sujeto
que planifica explica la realidad desde su propia situación, es decir, desde su inserción particular
en la realidad o en función de su acción. Existen, por lo tanto, múltiples explicaciones de la
realidad condicionadas por cada situación. El significado de las acciones no es único sino que
depende de la autorreferencia de los actores implicados en ella y de su contexto situacional. Cada
explicación es una lectura parcial de la realidad realizada por alguien desde su posición en el juego
social. Cada actor formula diferentes preguntas a la realidad y da diferentes respuestas.
c. El planificador no sólo se relaciona con “las cosas”, por lo que la acción humana no se reduce a
comportamientos. Se admite la existencia de otros, de oponentes y, por ende, se requiere de
“cálculos interactivos” o “juicios estratégicos” propios de la interacción social entre actores.
Planificar supone, entonces, derrotar el plan de otros o ganar a los oponentes al plan propio. La
predicción es limitada y es reemplazada por las previsiones. No hay un actor omnipotente que
manipula los objetos para alcanzar sus objetivos sino que hay múltiples objetivos conflictivos entre
sí.
d. La planificación, al ser realizada con otros, supone necesariamente vencer o sortear las
resistencias de los otros al plan propio. Esto implica un cálculo político permanente y el pasaje
entre situaciones de conflicto, concertación y consenso. El objeto se resiste a ser planificado por lo
que el diseño no puede reducirse al “deber ser” sino que debe incluir el “puede ser”. Lo normativo
es sólo un momento del planeamiento que contempla también un momento explicativo, otro
estratégico y otro táctico-operacional. La incertidumbre domina la situación y los problemas son
cuasi estructurados. Hay varios planos de competencia y conflicto que pueden dar lugar a
múltiples resultados abiertos.
Como podrá apreciarse, el concepto de explicación que expone Matus se aleja del modelo de
explicación causal mecanicista, al incorporar la categoría de situación. La explicación se hace desde
la situación del actor, desde sus propias autorreferencias y en función de sus acciones e interactúa
con las explicaciones de los otros. Matus sostiene que
La explicación se trata, entonces, de un estudio, más que nomotético, idiográfico, en tanto busca
comprender las peculiaridades individuales y únicas de cada situación (Windelband, 1894 en Von
Wright, 1979). Matus incorpora a la explicación una dimensión semántica al admitir en ella los
significados o sentidos de los actores. No se funda en leyes generales por que no admite la
existencia de comportamientos regulares. Más bien la idea de situacionalidad lo acerca al
pensamiento de Dray quien sostiene que “explicar un acción es (...) mostrar que esa acción fue el
proceder adecuado o racional en la ocasión considerada” (1957 en Von Wright, 1979 :47). Se
acentúa la relatividad contextual de cada explicación y la existencia de explicaciones múltiples y
particulares.
El carácter incierto del sistema y de cuasi estructuración de los problemas impiden no sólo la
explicación nomológica sino también y como consecuencia, la predicción y el control omnipotente
del actor sobre el objeto. Se trata de un planteamiento subjetivista que concibe a la realidad social
estructurada en términos de sentido.
Por otra parte, podemos afirmar que las acciones propias de este enfoque de planeamiento son,
en términos de Habermas (1981,1984), acciones estratégicas. Son acciones racionales con arreglo
a fines y consisten en la valoración de posibles alternativas de comportamientos que resulta de la
deducción de máximas y valores A ellas subyacen reglas de elección racional con arreglo a fines.
Pero el punto de referencia para la elección ya no es el cumplimiento de reglas técnicas sino el
éxito en la competencia con el adversario. El otro “es un oponente, cuyas decisiones puedo tratar
indirectamente de influir mediante disuasión o recompensa” (Habermas, 1984 :280). Se trata de
una competición para maximizar ganancias y minimizar pérdidas. El éxito de las acciones
estratégicas se mide por el influjo que logramos ejercer sobre las decisiones de un oponente que
nos hace competencia.
El otro también actúa en forma racional con arreglo a fines, por lo tanto cada actor debe tener en
cuenta en sus elecciones, las decisiones del otro, actuando estratégicamente, es decir, tratando de
influir sobre el adversario y debilitar su posición.
Suponen, al igual que la acción instrumental, de una actitud monológica, ya que los actores actúan
orientados al éxito y, para lograrlo, influyen sobre las decisiones de los otros. Las acciones son
coordinadas a través de un cálculo egocéntrico de intereses o de utilidad. Se trata, según
Habermas (1984), de un orden instrumental ya que los participantes en sus interacciones se
instrumentalizan unos a otros para conseguir sus propios fines. Solo se actúa cooperativamente en
tanto sea conveniente en el cálculo egocéntrico de utilidades. De este modo, desde el punto de
vista de sus presupuestos ontológicos, este tipo de acción no requiere más que un sólo mundo: el
mundo objetivo.
Habermas (1981) vincula su teoría de la acción con la teoría de los actos de habla de Austin y
sostiene que en los contextos de interacción estratégica predominan los actos perlocucionarios, es
decir aquéllos que buscan causar un efecto sobre el oyente. Pero, si se quiere tener éxito, sostiene
el autor, esta finalidad perlocucionaria no debe darse a conocer. Se busca ejercer influencia sobre
otro en una situación social asimétrica.
cualquier juicio del actor A está referido necesariamente al actor B, y cualquier juicio del actor B
está inevitablemente referido al actor A. Por consiguiente, la acción más eficaz del actor A
depende de la acción de B que la precede o la sigue. Igualmente, la acción más eficaz del actor B
depende de la acción de A que la precede o sigue (Matus, 1987 :110).
Este cálculo interactivo exige el estudio del otro que puede ser un oponente o un cooperador
creativo. Por ello Matus (1987) propone para el PES la técnica de juegos que es un tipo de
simulación humana que representa un conflicto entre fuerzas oponentes y que se realiza en
tiempo comprimido y anticipado. En efecto, en el PES se entiende que cada actor prevé una
situación objetivo (SO) que se contradice con la del otro. Ambos parten de una situación inicial
(SI) que tiene diferente significación para cada oponente. Tenemos, así, dos arcos direccionales (SI
---- SO) expresados en planes en conflicto. El problema del planeamiento consiste en que cada
fuerza tiene que vencer la resistencia activa y creativa del otro para alcanzar la situación objetivo,
para lo que tiene que construir diferentes estrategias 2. El éxito de la estrategia estará dado por la
destrucción de la viabilidad del plan del oponente.
En síntesis, el PES supone por un lado la explicación de la situación desde la perspectiva de los
actores y, por el otro, un juego estratégico donde se incluye a un oponente con objetivos
contradictorios cuyas decisiones se tratan de influir mediante actos perlocucionarios.
Un currículo es una tentativa para comunicar los principios y rasgos esenciales de un propósito
educativo, de forma tal que permanezca abierto a discusión crítica y pueda ser trasladado
efectivamente a la práctica (Stenhouse, 1981 :29).
Desde esta perspectiva, el currículo debe contener los motivos de su justificación y debe formular
sus intenciones de manera tal que sean susceptibles de discusión pública y razón argumentativa.
Por su parte Schwab (1974), propone una modalidad práctica para la planificación del currículo
basada en la deliberación. Ésta consiste en un proceso de elección entre alternativas de acciones,
considerando diferentes puntos de vista. Para obtener esas diversas perspectivas debe
promoverse la comunicación entre todos los actores del planeamiento curricular. Dice Schwab:
“Constituirán asambleas deliberativas donde se discutirán los problemas y las soluciones
alternativas con la intervención de representantes de todos, y con el objeto de que lleguen a un
inteligente consenso” (Schwab, 1974 :35).
En otros términos, el planeamiento es una estructura comunicacional que contiene actos de habla
que anticipan acciones. Mediante ellos, varios actores se comunican y entienden entre sí sobre
algo en el mundo. Habermas (1981, 1984) distingue distintos tipos de actos de habla: actos
constatativos, representativos y regulativos. Los actos constatativos expresan el sentido de los
enunciados (afirmaciones). La verdad es la pretensión de validez propia de este tipo de acto: la
comunicación se establece para decir algo acerca de una realidad objetivada. La verdad de estos
actos constatativos depende de dos condiciones: a) tienen que basarse en la experiencia y
b) tienen que resistir a la contrargumentación y contar con el asentimiento de todos los
participantes en el discurso. Se trata de una teoría consensual de la verdad. Las pretensiones de
verdad vinculan al sujeto con el mundo objetivo en una actitud objetivante en la que el actor se
acerca a algo que tiene lugar en el mundo.
Los actos regulativos sirven para expresar el sentido normativo de las relaciones interpersonales
que se establecen. La rectitud es su pretensión de validez correspondiente: corrección con relación
al contexto normativo vigente. Esta pretensión vincula al sujeto con el mundo social en una actitud
de conformidad con las normas en las que cada miembro del grupo social cumple o transgrede
expectativas de comportamiento.
Sobre la base de esta clasificación podemos sostener que los actos de habla que conforman la
estructura comunicacional del planeamiento educacional generan un consenso válido cuando se
justifican en:
b. Creencias, supuestos, valores, sentimientos, que derivan de las vivencias de los agentes
planificadores, en tanto personas y en tanto profesionales. Muchas de las decisiones que se toman
en el ámbito educativo tienen que ver con este tipo de conocimiento de carácter experiencial,
subjetivo, personal, intuitivo.
c. Las normas, leyes, marcos regulatorios, acordados consensualmente, que rigen en la institución
donde se desarrolla el proceso de planeamiento. En el caso de las universidades, por ejemplo, nos
referimos a la Ley de Educación Superior y al marco normativo que expresa las políticas
institucionales y que los agentes planificadores deben respetar en tanto miembros de la
universidad.
El consenso racional, en síntesis, se funda en tres planos: saber proposicional, confianza mutua y
convicciones normativas.
Según Habermas (1981, 1984), en las interacciones normales, las pretensiones de verdad,
veracidad y rectitud se aceptan más o menos ingenuamente, pero cuando se rompe este contexto
normal de interacción, las pretensiones se hipotetizan y tematizan dando lugar a discursos. Los
discursos son “actos organizados con el fin de razonar emisiones cognitivas” (Habermas, 1984
:102). Se originan cuando el consenso se ve perturbado o cuestionado y, por lo tanto, se trata de
llegar a convicciones comunes mediante razones o justificaciones. El discurso produce argumentos
en tanto se cuestionan las pretensiones de validez implícitas en los actos de habla. Cuando se
pone en tela de juicio la validez de las afirmaciones o explicaciones se inicia un discurso teórico y
cuando se cuestiona la validez de las recomendaciones referidas a normas se inicia un discurso
práctico.
El discurso teórico tiene que hacer posible una progresiva radicalización en sus niveles de
reflexividad. Es decir, “tiene que haber libertad, no sólo para iniciar una discusión crítica, buscar
una justificación de las pretensiones problemáticas, ofrecer y evaluar argumentos y explicaciones
sino también para poner en cuestión y modificar el marco de referencia conceptual originalmente
aceptado” (Mc Carthy, 1987 :353). Este nivel metateórico del discurso lleva a la crítica del
conocimiento.
Los participantes del proceso de planeamiento emplean pues, discursos para someter a los actos
de habla a la fuerza no coactiva del mejor argumento. Apelando a los máximos niveles de
autorreflexividad o de radicalización de las argumentaciones en el discurso teórico se puede llegar
a criticar al mismo conocimiento, cuestionando los intereses que subyacen, por ejemplo, en las
distintas formas de investigación o los sistemas de lenguaje y conceptuales de fundamentación. En
cuanto al discurso práctico, pueden ponerse en cuestión las reglas que conforman el trasfondo
normativo. Puede cuestionarse la rectitud de la norma y sus fundamentos y consecuencias para
los participantes.
Nos preguntamos, entonces, si estas condiciones están dadas en las universidades, instituciones
donde se desarrollan procesos de planeamiento. Nuestra respuesta es afirmativa si entendemos,
al igual que Habermas a la situación ideal de habla como suposición contrafáctica, ideal a alcanzar
o fundamento anticipado operante. Nuestro argumento se sustenta en las siguientes razones:
b. Las relaciones sociales se dan en un marco de libertad (libertad académica, libertad de cátedra,
libertad individual) que permite las autoexpresiones veraces.
Sostenemos, por lo tanto, que la universidad es un contexto real que puede hipotetizarse o
anticiparse como situación ideal de habla donde plantearse acciones comunicacionales orientadas
al entendimiento. Esta situación universitaria real se distingue de la situación ideal, no obstante, la
precontiene y anticipa.
CONSIDERACIONES FINALES
Esta forma de planeamiento sólo puede desarrollarse en un contexto democrático signado por
principios de libertad, tolerancia, justicia, búsqueda de la verdad, relaciones simétricas y de
respeto mutuo, donde la razón humana se emancipa de la fuerza de la tradición, de las
deformaciones ideológicas, de las amenazas de dominación, manipulación o control.
Admitimos, al igual que Habermas, la existencia de restricciones que impiden el total
cumplimiento de las condiciones de una situación ideal de habla. Nos referimos a las luchas por el
poder entre diferentes sectores universitarios, las repercusiones al interior de la universidad de los
enfrentamientos entre grupos hegemónicos y contrahegemónicos en el campo político mayor, la
fragmentación o débil conexión entre facultades y departamentos, etc.
Sin duda, con este trabajo no hacemos más que sentar las bases de la posibilidad de un nuevo
abordaje teórico y práctico del planeamiento, justificado en la razón comunicativa. Somos
conscientes que sólo es el inicio de una ardua tarea que requiere de extensos y profundos
desarrollos teóricos y prácticos, la cual dejamos planteada como desafío para quienes nos
desempeñamos en el campo del planeamiento educacional.
Notas
1- El planteamiento objetivista es definido por Habermas como “programa teórico que entienda el
proceso vital que es la sociedad, no desde dentro como un proceso de construcción, es decir, de
generación de estructuras dotadas de sentido, sino desde fuera como un proceso natural que
puede observarse en sus regularidades empíricas y explicarse con la ayuda de hipótesis
nomológicas” (Habermas, 1984 :26).
2- Matus define a las estrategias como “el encadenamiento de movimientos, acciones, encuentros
en operaciones eficaces para ganar más libertad de acción que el oponente y en base a ese
desbalance alcanzar el objetivo” (1987 :247).
Referencias
Ander Egg, Ezequiel 1993 La planificación educativa. Conceptos, métodos, estrategias y técnicas
para educadores. Magisterio del Río de la Plata. Buenos Aires.
Grundy, Shirley 1987 Producto o praxis del currículo. Morata. Madrid. 1991.
Mc Carthy, Thomas 1987 La teoría crítica de Jürgen Habermas. Tecnos. Madrid. 1992.
Schwab, Joseph 1974 Un enfoque práctico para la planificación del currículo. El Ateneo. Buenos
Aires.
Stenhouse, Lawrence 1981 Investigación y desarrollo del curriculum. Morata. Madrid. 1987.
Este artículo fue elaborado en el marco del Curso de Posgrado “Epistemología de las Ciencias
Sociales” a cargo del Doctor Gustavo Ortiz. Universidad Nacional de Río Cuarto.
E-mail: vimacsig@infovia.com.ar
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