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CENTROS DE ACCION COMUNITARIA

UNA NUEVA Y ANTIGUA ESTRATEGIA INSTITUCIONAL PARA


GENERAR POLITICAS SOCIALES

Sebastian O. Bertucelli*, Cristina Beatriz Mercado**, María Cristina Lerda***

“El modo de hacer es ser”


Lao Tse

RESUMEN

Ante la brecha que existe y que tiende a ensancharse: entre


la gente y las instituciones designadas para ejecutar las Políticas
Sociales, lo que se enuncia desde las macropolíticas y lo que
efectivamente se opera sobre las poblaciones
indolatinoamericanas; se torna imprescindible para las Ciencias
Sociales de estas latitudes, la tarea de crear y recrear estrategias
institucionales que constituyan mediaciones eficaces entre los
Movimientos Sociales Alternos y las Sociedades
Institucionalizadas.

* Lic. en Psicología

** Lic. en Trabajo Social

*** Lic. en Trabajo Social

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Inferencias de nuestro ir, estar y volver de visita a poblaciones designadas
como de riesgo ecológico-social de la ciudad de Córdoba.

1. La visita anónima institucional:

¿Cómo hacer para incluir al poblador latinoamericano en los programas y proyectos


generados desde las Políticas Sociales?.

"El Ser hace al Obrar"

Palabras Clave: Desconcentración - Diagnostico institucional - Descordinación


Institucional Sistemática - Participación de la comunidad - Instituciones y Liderazgos
Desarraigados - Entrevista - Grupo - Prevención - Enfoque Selectivo.

1.1. La decisión política de ir a la casa de los otros

A partir de una lectura diagnóstica que se realizara desde nivel central, se determinó
que la Zona de la ciudad de Córdoba: Barrios Comercial, Villa El Libertador, Alejandro
Carbo, Santa Rosa, Mirizzi y sector de Cortaderos de Ladrillos, merecía atención especial
para la prevención de los problemas de minoridad y desintegración familiar. Con este fin el
Gobierno Provincial creó el Programa de los Centros de Acción Comunitaria, estrategia para

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la desconcentración de recursos humanos que debía dar respuesta sistematizada a las
necesidades y requerimientos sociales de estos grupos poblacionales postergados.

1.2. Hacer una casa en la casa de los otros y allí tratar de enseñarle a la gente del lugar a
vivir de nuevo.

Como es tradicional, los operadores profesionales no nos involucramos en la primera


etapa señalada, pero si observamos la coherencia con que nos articulamos a esta secuencia nos
damos cuenta que, sin acepción de personas o de supuestas diferencias teóricas, participamos
de un acuerdo ideológico fundamental a la hora de operar: una vez en la zona, continuamos
recreando un antiguo ritual de visita institucional sobre las poblaciones indolatinoamericanas.

En un primer momento, nuestras actividades como equipo profesional sin arraigo en el


lugar, consistieron en pretender llevar a la práctica programas de promoción social
planificados y reglamentados desde el nivel central y ver como podíamos integrar en ellos a la
gente del lugar. Así intentábamos responder a las necesidades sentidas de la población según
nos llegaban a través de la versión de los líderes que se nos fueron aproximando en esa etapa
de nuestra inserción.

Este modo de aproximación coherente con la estrategia de la institución central era


justificado además con un diagnóstico social científicamente fundamentado. Dicha visión
diagnóstica, expresada generalmente en términos estático-cuantitativos, reducía a la población
a su dimensión enferma, carente, ignorante y sustentaba, a la vez, un acuerdo básico
civilizatorio con líderes institucionalizados acerca del modo en que debíamos operar sobre la
gente. Al momento de intervenir, todas las instituciones del lugar coincidíamos en la misma
preocupación: ¿Como dar bien sin crear dependencia?..." A la gente no hay que darle el
pescado, sino enseñarle a pescar"..., "A esta gente hay que educarla, capacitarla,
promocionarla humanamente".

Lo curioso para nosotros, luego de tantos años de trabajo, es que con este tipo de
diagnóstico coincidían corrientes ideológicas que se nos presentaban como opuestas; desde
los que denunciaban la pobreza y sus derivados para agudizar las contradicciones del sistema
hasta los que estaban interesados en mostrar todo lo que la gente no puede para justificar el
control social. Todos siguen acordando en la práctica con estos mapas, que generan la
conciencia de que América Latina (particularmente sus poblaciones indígenas y criollas) no
es mas que una interesante o indignante acumulación de problemas sociales.

De esta manera logramos crear un espacio de habitualidad, de seguridad, un domicilio


cultural para nosotros y así paliar la incomodidad que se nos generaba cuando nos
preguntábamos: ¿Quien nos llamo?...¿Que hemos venido a hacer aquí?. Estas preguntas se
nos hacían evidentes cuando, por circunstancias fortuitas, nos observábamos caminando en
silencio por el vecindario sin que nadie nos espere. Aquí sí, íbamos sintiendo la sensación
de que todo se movía por su cuenta, fuera de nuestra acción institucional.

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Creado este espacio que debía ser fundacional y con el objetivo de desarrollar
proyectos comunitarios -en esa época ligábamos lo comunitario a lo preventivo-1, la operación
fundamental fue convocar a los vecinos a nuestra casa para que participaran activamente en la
solución de sus problemas. Convocar, en la práctica, implica -de acuerdo al viejo ritual de la
conquista- desarraigar, extraer, separar, aislar, a los pobladores de sus sistemas cotidianos y
traerlos hacia la institución. Las graves consecuencias que esta operación tuvo para nuestro
servicio se ilustran por medio del Mito de Anteo, que muestra que alguien es vulnerable,
sometible, únicamente cuando se lo desarraiga, cayendo así en la paradoja que para fortalecer
al otro en su capacidad de autogestión hay que debilitarlo primero. Los que vienen de afuera y
que tradicionalmente intentan hegemonizar la acción comunitaria para llevar una buena nueva
o sacar réditos académicos o políticos, tratan de cortar y empezar de nuevo, como si no
existieran microhistorias locales, como si no hubiera ensayos en curso. La gente del lugar nos
decía, "Déjelos Dr., no pierda el tiempo con ellos, cuando consigan lo que buscan se van a
ir...". Las reglas de juego, el modo de participar, lo aportaríamos los profesionales en Ciencias
Sociales, la gente aportaría su disposición a ser organizados por nosotros. Además, era lógico
para la gente del lugar que al ser nosotros quienes convocábamos también fuéramos quienes
pusiéramos las reglas.

Para llevar a cabo la finalidad expuesta, la entrevista y la táctica grupal eran


herramientas indiscutibles, sobreentendidas, casi naturales. Mediante la entrevista familiar en
domicilio, con encuadre fijado de antemano por los profesionales, conforme a los recursos
asistencialistas que llevábamos, intentábamos ser dueños de casa en la casa de los otros.

En el marco de proyectos con preocupaciones epidemiológicas, pusimos a prueba


enfoques grupales. Desarrollábamos nuestras intervenciones con objetivos de prevención
primaria, pretendiendo cambiar los hábitos y actitudes que creíamos sostenían o podían
conducir a determinadas problemáticas por otros, que suponíamos universales y que en
realidad, en la mayoría de los casos, constituían traslaciones indebidas de pautas
pertenecientes a contextos socio-culturales ajenos e indiferentes a la gente del lugar. Esta
operación estuvo científicamente fundamentada desde los enfoques grupales de la Psicología
Social de la época y socialmente legitimada por la participación de los lideres seleccionados.
Los cambios que suponíamos ocurrirían en términos de toma de conciencia en estos espacios
discursivos-deliberativos pretendíamos se multiplicaran luego en la población.

La organización comunitaria montada sobre lideres de algún grupo de la población


(jóvenes, ancianos, madres, etc.) seleccionados por los profesionales nos planteaba
obstáculos insolubles para el desarrollo de programas sociales. En primer lugar no garantizaba
la necesaria continuidad en el tiempo, requisito fundamental para abordar problemas de
magnitud; en segundo lugar, impedía el aprovechamiento de todos los recursos comunitarios
intergeneracionales implicados en el problema y en tercer lugar, no nos abría a la posibilidad
de nuevos contactos hacia el interior de la población, quedando encerrados en círculos de un
conjunto restringido de personas (el grupo o los grupos en que participábamos)
impidiéndonos la tendencia permanente a la cobertura total.

1 (Caplan,l980) cuya influencia en nosotros fue manifiesta nos decía:”La Prevención


Primaria es un concepto comunitario...” En este artículo vamos a poder ver que la
noción de prevención, proveniente de la tradición médica que orientó la Salud
Pública del siglo, no es una noción comunitaria sino que es una concepción del
proceso salud-enfermedad a ser insertada en poblaciones objetivo.

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Este modelo, en la práctica, intenta multiplicar hacia adentro de la institución
generando un tipo de red que sólo pueden dibujar los profesionales.

En el marco preventivista se esperaba que las acciones comunitarias a llevar a cabo -


que en realidad eran grupales contenidas en Programas- evitaran la ocurrencia o reduzcan
la incidencia de un desorden psicosocial seleccionado en la población-blanco(Caplan,2000).
La evaluación del impacto de estas acciones nos permitió comprobar su ineficacia e
inefectividad preventiva, corriendo el riesgo de terminar nosotros previniéndonos de quienes
padecían las problemáticas. El Enfoque de Riesgo (OPS/OMS, 1986) que constituiría mas
adelante para nosotros, desde el abordaje comunitario, una excelente herramienta para el
reintegro de determinados grupos vulnerables a su sociedad de referencia, se transforma desde
la concepción preventivista en una operación más sofisticada que termina profundizando las
discriminaciones sociales ya existentes. Los resultados de las intervenciones sobre el Cólera y
el Sida nos eximen de mayores precisiones.

Por otro lado, estas intervenciones preventivo primarias tienden -conforme a los
marcos de referencia institucionales de los agentes- a seleccionar problemáticas de la
población, recortándolas de su circuito social generativo. Según esta concepción, debíamos
atender problemáticas propias de los Programas de nuestro Ministerio, Subsecretaria,
Dirección, y que en consecuencia no tuvieran que ver con los de Salud, Educación, Acción
Social y, menos aun con Economía. Al mismo tiempo, las instituciones del lugar operaban de
manera análoga, ejecutando entre todos una descoordinación institucional sistemática sobre la
población. No reparábamos entonces que estas intervenciones fragmentan cotidianamente -sin
proponérselo- los intentos colaborativos que tímidamente se ensayan desde los vecinos y
desde agentes institucionales no institucionalizados.

1.3. Volver con el botín.

Generalmente esta vieja y repetida aproximación ritual, esta visita a las poblaciones
nativas, culmina con el retorno del agente a su sociedad de origen, a su clase de referencia,
llevando en sus manos el fruto de la conquista.Estas aproximaciones institucionales típicas,
que abarcan desde las prácticas universitarias hasta la de los profesionales con permanencia
desarraigada en el lugar, generan una gran variedad de beneficios, uno de ellos, el de la
obtención de conocimientos para optar a publicaciones en el ámbito de las Ciencias Sociales.
El "conocimiento" así obtenido debería dar cuenta de su legitimidad respondiendo a
interrogantes que frecuentemente nos hiciéramos con la gente de aquí: ¿Quien se benefició
con este conocimiento?...¿Para qué le sirvió al poblador participar en estos
proyectos?...¿Refleja este conocimiento un cambio real en las problemáticas de la población?
...

En síntesis, las estrategias institucionalizadas, que se justifican desde un diagnóstico


estático que muestra solo la dimensión enferma o carente de una población, tienden a
construir una casa en la casa de los contribuyentes, supuestos beneficiarios del servicio, para
luego atraerlos a ella y tratar de imponer allí sus reglas en una búsqueda de progresiva
sustitución de la vida cotidiana.

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Es como si se dijera: allí donde hay una función a cumplir por familias de poblaciones
de riesgo debe haber una institución. Por ejemplo: Comedores infantiles y de ancianos,
Familias sustitutas, Pequeños hogares, Hogares de ancianos, Hogares escuela, Guarderías
madre, Jardines maternales, Casas del niño, Hogares de día, etc., etc., etc. Bajo este punto de
vista, toda función de estas familias debe ser sustituida por las instituciones ya sea en forma
permanente o mas allá del tiempo necesario. El caso de las Ollas Populares y de los
Comedores Escolares es un ejemplo patético. Pasado el tiempo que justifica la utilización de
esos recursos, que activan la dependencia más primitiva que es la oral y que sustituyen la
mesa familiar, no se termina de saber, si es imprescindible para la gente que no puede
prescindir de ellos o para los agentes externos que los sostiene para hacer clientelismo político
y religioso.

Estas estrategias cada vez que se repiten tienden a ensanchar la brecha ya existente en
América Latina entre las instituciones y la gente, dando muestras cada vez mas acabadas de
ineficacia, ineficiencia e inefectividad.

2. De la visita anónima institucional a la visita en la cultura de la vida cotidiana de la


población. Rituales de pasaje.

Palabras Clave: Visita domiciliaria - Enfoque poblacional - Crisis.

Hubo dos prácticas que nos fueron desagregando progresivamente del sistema anterior
y que fueron preparando el cambio en nuestro modo de relacionarnos con la población del
área de responsabilidad.

Una fue el Proyecto de Prevención Primaria de Disfunciones Sexuales que llevamos a


cabo durante tres años desde el enfoque de delegación chileno (Marconi, 1970), el cual nos
proporcionó la noción de que hiciéramos lo que hiciéramos el impacto debía darse en
colaboración con la gente del lugar y en la población implicada en su conjunto.

La otra fue un Proyecto de Abordaje a Familias Problema del área de responsabilidad


que realizamos a modo de trabajo exploratorio y que nos permitió durante 143 tratamientos
visitarlas en su domicilio, en su hábitat.

Los Psiquiatras de Sector franceses y alemanes en trabajos recientes rescatan la


importancia crucial de la visita domiciliaria para hacer visibles recursos terapéuticos que no se
aprecian quedándose en los consultorios institucionales. Hochmann (1972) llega a afirmar que
"la visita domiciliaria es el virus antijerárquico y antiinstitucional mas poderoso que
conocemos..". En otro trabajo realizado en Hannover, Alemania, titulado "Servicios
ambulantes como alternativa al Hospital Psiquiátrico" Ed. Enke, Stuttgart 1987, se afirma
que "...la visita domiciliaria es al Psiquiatra de Sector lo que el estetoscopio al Internista".
Para nosotros la visita domiciliaria constituyó una práctica liminar decisiva para agregarnos a
un modelo de Institución mas ajustado a la forma de vida de los contribuyentes.

Tanto la necesidad de un enfoque epidemiológico participativo para micropoblaciones


que denominamos mas propiamente Endoepidemiológico (Bertucelli, 1992 y 2000) de los
problemas sociales como el descubrimiento en la casa de los pobladores de formas genuinas

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de búsqueda de bienestar; fueron preparando un cambio estratégico fundamental de nuestra
institución respecto de la población del área de responsabilidad.

Además, a medida que progresábamos en nuestra inserción en la población y subíamos


propuestas, involuntariamente fuimos generando sospecha y conflictos sucesivos hasta
concluir en una crisis institucional. Desde la institución central se nos solicitaba que
formáramos un equipo interdisciplinario interno con docentes del Centro para después
extendernos hacia la población. Resolvimos esta crisis yéndonos de nuestra casa -
aprovechando una coyuntura institucional- e instalándonos en el Centro de Salud Municipal
del área por donde pasaba la acción comunitaria en ese momento.

En otras ocasiones nos tocaría pasar por las Escuelas Provinciales y Municipales -
primarias y secundarias- de nuestra área de responsabilidad. Por la Iglesia Católica, por los
Templos Evangélicos, por el Centro Vecinal, etc..

Participando en redes comunitarias pasaríamos por cualquier reunión institucional sin


quedarnos en ninguna de ellas

3. La visita en la cultura de la vida cotidiana de la población.

¿Cómo hacer para articularnos como Centro de Acción Comunitaria a los


Movimientos de Búsqueda de Bienestar que se generan permanentemente en las Poblaciones
Latinoamericanas?

"El Obrar hace al Ser"


Palabras Clave: Policentrismo - Diagnóstico Comunitario - Ruedas del Mingado -
Pobladores e Instituciones arraigados - Espacios interculturales - Visita - Redes de confianza -
Promoción y Protección de la Salud - Enfoque Integral.

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Allá por 1982, al comenzar a articularnos al trabajo que venían realizando las familias
y personas-llave-clave (Bertucelli y otros, 1988) y participar en unidades de impacto
poblacionales comenzó a cambiar en nosotros el diagnóstico institucional de partida.

Luego de cada macro o micro impacto sobre la población se fueron dibujando ante
nosotros las redes comunitarias puestas en juego. Participar en estos movimientos nos fue
posicionando momentánea y espontáneamente fuera de la estructura social, de los roles y
status profesionales tradicionales. Era un diagnóstico que íbamos haciendo permanentemente
con la gente y que destacaba los modos de búsqueda de bienestar desplegados para resolver
problemáticas como: control de tuberculosis, de la diarrea infantil, del hambre, del
alcoholismo, trabajos ecológicos, inserción de niños Down a guarderías, de niños ciegos a
escuelas primarias, reintegro de liberados, de internados psiquiátricos y de menores internados
en Institutos a sus familias y vecindario, acompañamiento a familias con enfermos terminales,
asistencia a grupos de inundados, etc..

Diagnóstico: desde la perspectiva comunitaria es un 'PLAN DE ACCION' sobre la


problemática a resolver y que obviamente ya incluye el estudio de la situación social que la
contiene. Es real, en la medida que articula en un proceso de cambio, condicionantes y
posibilidades sociales. Es práctico, porque permite articularnos a partir de lo que ya se está
haciendo superando el riesgo de descalificarnos del movimiento social.

En el paradigma clásico y desde la visión diagnóstica "externa","aérea" y de entrada-


salida que le es propia, la única preocupación de las Ciencias Sociales para dar cuenta de la
integralidad de las problemáticas consiste en incorporar sus determinantes sociales. Todo esto
en el contexto de discusiones académicas que se inmovilizan a si mismas, con gran
impotencia para pensar desde el cambio, con incapacidad para proponer secuencias de
abordaje concretas ante las graves y urgentes problemáticas latinoamericanas. En coincidencia
con la perspectiva de la gente, participamos de abordajes cada vez mas integrales para
evidenciar en los sucesivos cambios desplegados la máxima totalización posible en cada
coyuntura histórica.

La acción comunitaria desplegada durante doce años fue sostenida por relaciones de
confianza, relaciones que tienen la característica de la perdurabilidad en el tiempo. Las
Políticas Sociales tradicionales parten de ideas con mucha extensión y poca operatividad
como la de solidaridad y pretenden ejecutarse en terreno sobre la base de relaciones
instrumentales, relaciones con escaso compromiso afectivo y social que mudan según
conveniencia. Creemos nosotros que dichas políticas deberían tener como objetivo de salud
primordial apoyar las relaciones de confianza básica (Erikson, 1974) desde donde se puede
progresar sustentadamente hacia responsabilidades sociales más amplias brindando una base
cada vez más sólida a sistemas de vida democráticos.

Nuestras acciones enmarcadas en la visita domiciliaria a familias integradas en redes


de confianza y con la dinámica propia de la vida cotidiana2, van teniendo otro objetivo que va
encajando con el de la gente. Vamos interviniendo apoyados en procesos colaborativos no ya

2 La ciencia en general y las ciencias sociales en particular están tratando de operar un cambio fundamental en el estudio de los
fenómenos naturales y humanos. Dejar de verlos en situaciones ideales, aisladas y controladas con enfoques reduccionistas cuantitativos, y
pasar a observarlos en su ambiente natural o social desde perspectivas holístico-cualitativas. (Prigogine, 1991).

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para reducir la incidencia de un desorden mental controlando sus factores de riesgo
específicos sino para, articulándonos al movimiento de las redes comunitarias, ampliar los
factores protectores sitiando progresivamente al opuesto del sistema.No para evitar sino para
posibilitar que ocurra algo positivo en términos de sostener o recuperar el bienestar. Cuando
la gente del lugar viene a pedirnos ayuda generalmente inicia su relato diciendo: "Doctor, de
bien que estábamos, nos ocurrió..." Consulta cuando se altera su búsqueda de bienestar y no
desde la impotencia ante su permanente malestar como la conciben las visiones
institucionalizantes.

En esta nueva situación, debíamos partir cotidianamente de "lo que está siendo para el
fruto" (Kusch, 1975) y no de lo que traíamos, operando en una compleja heterogeneidad
cultural, mosaico de redes familiares locales o provenientes de otras sociedades de origen:
Bolivia, Ojo de Agua, Cerro Colorado, Ciénaga del Coro, Villa María del Río Seco, etc..

Al desenvolvernos en espacios interculturales -donde la tradición científica es una


entre otras tradiciones (Feyerabend, 1982)- y no sólo interdisciplinarios desconcentrados,
fuimos contenidos por sistemas de cooperación policentricos que cotidianamente resuelven
problemas insuperables para las prácticas institucionalizadas, como por ejemplo, el de la
circulación del poder sin que se concentre hegemónicamente en ninguno de los participantes
del proceso. Nuestro ámbito de trabajo como institución cada vez más accesible culturalmente
no sería ya la entrevista ni el grupo en la institución -unidades de cambio cerrado- sino las
ruedas del mingado (Viggiano Esain, 1966) -unidades de cambio abierto- que garantizan la
tendencia permanente a la cobertura total.

Citaremos algunos ejemplos: En la zona de barrio Comercial y Villa El Libertador y


desde la "Minga de la Tuberculosis" comenzamos con una unidad de impacto de 26 familias
llave-clave y 15 instituciones que alcanzó en el primer año de búsqueda de sintomáticos
respiratorios a 8.865 contactos comprobados, aunque sabemos que la multiplicación fue
mayor. En la zona de Cortaderos desde la "Minga de la Diarrea Infantil" comenzamos con una
unidad de impacto de 2 personas-llave-clave por sector (12 en total) y la extensión de dos
instituciones y terminamos trabajando 146 personas adultas y una institución en tres años en
una población de 1.500 personas. Se comenzó con una cobertura del 80 por ciento de los
niños menores de dos años y se concluyó con una cobertura total. A diciembre de l992 nuestro
Mapa de Cobertura del Servicio disponía de 15.800 llegadas de confianza dispuestas en toda
el área de responsabilidad para afrontar problemas que la gente priorice en el futuro.

Nuestra práctica fue eficaz en la medida en que fue histórico-social, porque se apoyó
en lo que los historiadores llaman estructuras de larga duración (Braudel, 1991). Estas, como
por ejemplo la Minga, de origen prehispánico, anidan en la vida cotidiana de América Latina -
aun en sus poblaciones urbanas- y pueden ser descubiertas desde su eficacia actual. Estas
formas de cooperación genuinas, observadas en su dinámica, en sus modos de plegarse,
desplegarse y replegarse, encuentran una notable analogía con lo que Prigogine llamó
"estructuras disipativas" (Prigogine, 1991).

Aquí en ocasiones de acuerdo a la dinámica de estos sistemas y a la calidad de la tarea


a resolver podemos ser pasantes de la acción comunitaria y en otras colaborar con la familia
u otra institución del área por donde pase el poder en ese momento. En estos sistemas de
trabajo está pautado de antemano que no haya "centros fijos" de la acción comunitaria sino

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pasantes de ella. De acuerdo a estas reglas, ningún participante tiene que devolver un poder
hegemónico que nunca le fue otorgado. Aquí el poder, concebido como "ser capaz de...", nos
fue requerido a los profesionales externos sólo cuando pudimos llegar a "estar a mano", ser
"allegados" en términos de confianza. Luego, y a medida que lo permitimos, fuimos siendo
atrapados por las redes para ejercer al máximo nuestro poder personal-profesional y soltados -
Fiesta mediante- para volver a la cotidianeidad. En otras ocasiones participamos de acciones
comunitarias que requieren el poder de otros.

Desde esta perspectiva institucional se trata de administrar deambulando (Peters,


1982), con altos niveles de eficacia y eficiencia, de trasladar nuestra acción a la casa de
cualquier familia o institución del área de respuesta, autoconvocándonos y permitiendo ser
convocados, todo de acuerdo donde se localice momentáneamente la necesidad y el
movimiento de la población. Se trata de estar cada vez mas a mano cotidianamente en
telarañas de libre participación en ordenes complejos heterárquicos (Von Foerster, 1991).3

Aquí la evolución propia de la población y de las instituciones articuladas a ella


deberían generar y suprimir los programas sociales necesarios en cada momento socio-
político. Desde estas micropolíticas sociales se podrían retroalimentar las orientaciones
generadas desde las macropolíticas.

Por otro lado, los sistemas democráticos formales, ya sean representativos o


participativos, se verían revitalizados desde sistemas democráticos genuinos 4 que se
engendran cotidianamente en las poblaciones indolatinoamericanas.

En síntesis, si bien pudimos observar desde ésta perspectiva institucional, que los
impactos de la acción comunitaria sostenida y permanente sobre los problemas de la
micropoblación a cargo - muchos de ellos de origen estructural - han sido evidentes; el
verdadero aporte de este enfoque fué, durante estos últimos doce años, que nos permitió
ayudar a sostener y aumentar la capacidad comunitaria que venía desplegando la población,
sus formas de cooperación genuinas, imprescindibles para seguir afrontando nuevos desafíos
en el proceso de permanente búsqueda de bienestar.

3 Observando el modo en que se fue generando tal cambio de perspectiva institucional en nosotros y especialmente el desenlace típico de
tal relación, la del conquistador que termina siendo conquistado, encontramos un antecedente histórico importante en la evolución de los
Cabildos Indígenas en América. De la bibliografía publicada al respecto y de ésta la que llegó a nuestras manos, nos sorprendió gratamente el
trabajo de Ximena Pachon C. (Pachon, 1980).

4"La tarea que espera a los latinoamericanos y que requiere una imaginación que sea a un mismo tiempo osada y realista, es encontrar en
nuestras tradiciones aquellos gérmenes y raíces -los hay- para afincar y nutrir una democracia genuina. Es una tarea urgente y apenas si
tenemos tiempo" (Paz, 1990).

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NOTAS BIBLIOGRAFICAS

Bertucelli, Sebastian y otros. Proyecto Brochero - Control de Tuberculosis. Publicación del


Gobierno de la Provincia de Córdoba, Marzo 1988.

Bertucelli, Sebastian. “De la Epidemiología a la Endoepidemilogía. La Investigación


Epidemiológica en el Trabajo Comunitario”, en Actas del Seminario-Taller de
Administración de Proyectos y Programas de Salud Integral del Adolescente, organizado
por el Ministerio de Salud del Gobierno de la Provincia de Córdoba y la Organización
Panamericana de la Salud, Mayo de 1992. Publicado para el I Curso de Post Grado en
Psicología Comunitaria, Escuela de Psicología, Universidad Nacional de Córdoba, Marzo
1992.
En Revista Nuestra Ciencia, Publicación científica del Colegio de Psicólogos de Córdoba,
Mayo de 2000-Año V- Nº 10.

Braudel, Fernand. "Escritos sobre Historia" en Historia y Ciencias Sociales. Mexico, Fondo
de Cultura Económica, 1991.

Caplan, Gerald y Caplan Ruth.” The Future of Primary Prevention”.En The Journal of
Primary Prevention, Vol. 21, Nº 2, 2000.

Caplan, Gerald. Principios de Psiquiatría Preventiva. Ed. Paidós, Buenos Aires, l980.

Erikson, Erik. Identidad, Juventud y Crisis. Buenos Aires. Paidós, 1974

Feyerabend, Paul. La ciencia en una sociedad libre. Siglo XXI Editores, 1982.

Hochmann, Jacques. Hacia una Psiquiatría Comunitaria, Buenos Aires, 1972, Ed.
Amorrortu. pág. 200.

Kusch, Rodolfo. América Profunda. Buenos Aires, Ed. Bonum, 1975.

Marconi, Juan. "Esbozo de modelos de valor epidemiológico para la Investigación y la


Acción en América Latina". En Epidemiología Psiquiátrica en América Latina, Ed. Acta
Fondo para la Salud Mental, Buenos Aires, 1970.

OPS/OMS. Manual Sobre el Enfoque de Riesgo en la Atención Maternoinfantil. Serie


PALTEX, Nº 7, 1986.

Pachon Ximena. Los Pueblos y los Cabildos Indígenas: La hispanización de las culturas
americanas, Revista Colombiana de Antropología, Vol. XXIII, Bogotá, Años 1980-1981.

Paz, Octavio. Tiempo Nublado. Buenos Aires, Biblioteca de Bolsillo, 1990.

11
Peters, Thomas y Robert H. Waterman. In Search of Excellence, Nueva York, Harper and
Row, 1982.

Prigogine, Ilya. El nacimiento del tiempo. Buenos Aires. Ed. Tusquets, 1991. pp 81 - 98.

Viggiano Esain, Julio. La Rueda del Mingado Separata de la Revista de Universidad


Nacional de Córdoba. Segunda Serie Año VII Nº 45, 1966.

Von Foerster, H. “Las semillas de la Cibernética”. Ed. Gedisa, Barcelona, 1991.

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