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CÓDIGOS DE ÉTICA Y CONDUCTA

Los Códigos de Ética y Conducta es la parte de la ética que rige el comportamiento del
individuo en su ejercicio profesional. Sin duda estamos ante una de las ramas más
diversificadas de la ética. Por ejemplo para los profesionales en Gastronomía, no existe un
código nacional que debe aplicarse. Por tanto corresponde a las empresas definir sus propios
códigos de conducta. Ya que necesitamos nutrirnos nuestra cultura ética día a día, con
nuestros compañeros, medio ambiente, clientes y las comunidades que nos rodean. Una
empresa ética es construida por su gente, personas integras que viven y promueven los
valores con los que alcanzan logros excepcionales.

CONCEPTO DE CÓDIGO ÉTICO


Para lograr una mayor especialización del campo de acción de la ética se utilizan los Códigos
de Ética, los cuáles no son más que una compilación de las normas y reglas que determinan
el comportamiento ideal o más apropiado para un grupo específico de profesionales. Las
reglas de este código pueden estar escritas o ser implícitas.

Un código es una afirmación formal de los principios que definen los estándares del
comportamiento específico de una compañía. Por lo general no contiene todas las normas
implícitas del comportamiento del profesional, porque se sobreentiende que toda persona
que llega a un grado de profesional posee cierta formación y criterio de lo que se debe o no
se debe hacer durante su desempeño como profesional.

No es fácil establecer el concepto de lo que es o no es ético. En efecto:

 La ética va más allá de las leyes vigentes. Es decir, que ciertas actividades de pueden
ser consideradas legales pero no por ello éticas. Por ejemplo, el trabajo infantil puede
ser legal en alguna parte del mundo (deseo que no) pero sin duda esta práctica es
mala para la sociedad. Por tanto, el hecho de actuar conforme a la ley y los
reglamentos establecidos es solo una parte del comportamiento ético. La ética va
más allá...

 La subjetividad de la ética. Su variación de una sociedad a otra. Cada sociedad o


grupo juzga de distinta manera las diferentes actividades y procesos en función de sus
valores culturales, intereses particulares, circunstancias específicas e influencia del
medio, lo que suele dar lugar a diversas polémicas acerca de lo que es y no es ético.
Por ejemplo, una empresa puede considerar que no es faltar a la ética deslocalizar la
producción a países con menos nivel salarial. Cierto es que benefician a los
accionistas (quienes perciben mayores beneficios económicos), a los distribuidores
(que tienen precios más competitivos), a los clientes (porque tienen una mejor oferta)
y a sus empleados (porque tienen mayor estabilidad laboral y/o mejores sueldos del
país receptor) y a la sociedad del país receptor al elevar su nivel de vida; pero quizás
sindicatos o algunas asociaciones del país de origen no piensen lo mismo acusen a
ésta empresa de ser "no ética" porque genera paro en el país de origen y porque
genera o promueve directa o indirectamente la explotación en países del segundo o
tercer mundo al pagar menos que en el país de origen.

 Las cuestiones que tienen que ver con la ética a menudo son ambiguas. Hay y habrá
situaciones en las que algunos podrían considerar que las actividades son
inapropiadas o carentes de ética en tanto que otros lo considerarán aceptables.
Incluso podría darse el caso de que una misma actividad podría considerarse como
ética en un momento dado y no ética en otro momento. Por tanto, es recomendable
que las empresas tengan Códigos de Ética con la finalidad de dar a conocer cuáles
son las prácticas que la empresa considera aceptables y aquellas que no, con la
finalidad de reducir al mínimo la emisión de juicios ambiguos.

CODIGOS DE CONDUCTA DE EMPRESA, AUTORREGULACION SECTORIAL


Cada vez son más las empresas que formulan su propio código. Desde el punto de vista de
los empleados y directivos es clave ya que, al pasar a formar parte de la empresa, aceptan
el compromiso moral de asumir dicho código en su conducta profesional. Estamos ante un
mensaje que se lanza a la sociedad en el sentido de expresar el compromiso de la empresa
a asumir determinadas responsabilidades.

El término "autorregulación", generalmente, se usa como el antónimo de "regulación",


situándose el discurso entonces en la contraposición genérica entre voluntariedad y
normatividad. Esta autorregulación puede entenderse en clave de empresa individualmente
considerada, pero también de sector, o territorial.

Sin lugar a duda, las empresas las precisan para corregir los impactos negativos que genera
el desarrollo de su actividad y que se emiten para influir en las prácticas de sus socios de
negocio globales, y como una manera de informar a los consumidores sobre los principios
que se siguen en la producción de los bienes y servicios que manufacturan o venden.

Estamos ante instrumentos muy relevantes para la promoción de los derechos humanos,
laborales y medioambientales, así como de las medidas contra la corrupción, en especial en
aquellos países en los que las autoridades públicas no aplican normas mínimas..

VALOR Y FORTALEZA DE UN CODIGO DE ETICA Y CONDUCTA


La sociedad demanda que existan unos estándares de comportamiento, que haya códigos,
que se comprometan cuyos compromisos sean, de alguna manera, palpables, y medibles.

Ahí reside, justamente, el principal desafío que plantean estos instrumentos: asegurar una
aplicación, verificación y control eficaces.

El valor y la fortaleza de un código dependerán de su credibilidad y transparencia. Y ambas


están en función del grado en que los trabajadores, los sindicatos, los socios comerciales y los
proveedores, los consumidores y otros grupos de interés de la empresa sean conscientes de:

 Su transparencia. Esta se basa en la diseminación y comunicación del código a todos


los empleados, y a las empresas subsidiarias y contratistas.

 Su credibilidad. Esta depende de su alcance, amplitud y de los mecanismos de


refuerzo y evaluación. Pueden usarse diferentes fórmulas para monitorizar y verificar la
aplicación efectiva de un código: a través de equipos internos de cumplimiento; por
medio de auditorías realizadas por instancias ajenas, como consultoras; o por medio
de una monitorización independiente que envuelva a terceras partes como ONG
locales, instituciones académicas o religiosas.

BENEFICIOS DEL COMPORTAMIENTO ETICO


Una gestión empresarial ética genera, sin duda, beneficios. Veamos algunos.
 Genera confianza. Todo negocio se construye sobre relaciones con proveedores,
clientes, empleados y otros grupos. La fuerza de esas relaciones es en su mayor
medida función de la cantidad de confianza que las partes tienen una con otra. En
ese sentido, la conducta ética es un factor indispensable para la generación de
confianza porque tiene la capacidad de otorgar credibilidad a quienes lo practican.
Puede, incluso más efectivo y conveniente que muchos controles externos, como la
regulación gubernamental.

 Captación de Buenos Clientes, Proveedores, Empleados, Distribuidores… El hecho de


no engañar a los demás, de cumplir con lo que se ofrece, de transmitir una imagen
de profesionalismo o de respetar las leyes y reglamentos vigentes. Es como un imán
que atrae a personas que suelen comportarse de la misma manera porque se sienten
identificados con esas acciones.

 Protección contra la Publicidad Negativa. Cuando las actividades y son consideradas


éticas, es difícil que la publicidad negativa se produzca. Por tanto, el comportamiento
ético protege a la empresa contra la publicidad negativa.

 Satisfacción del personal. Ayuda a los empleados a identificar lo que su empresa


reconoce como prácticas aceptables de negocios generando, de un lado mejores
decisiones y por otro lado una mayor fidelidad de sus trabajadores y colaboradores,
que desearán seguir trabajando en ella haciendo su labor de la mejor manera posible.

Valores
El valor es el resultado de la acción de valorar, es decir, el resultado de completar funciones
con argumentos, de aplicar una función axiológica a una variable axiológica

EL CONCEPTO DE VALOR
La filosofía, y dentro de ella especialmente la axiología, la psicología y otras
ciencias sociales abordan el término "valor". A partir de las lecturas realizadas
nos orientamos a fundamentar dos acepciones válidas y necesarias del concepto
"valor". Distinguimos el "valor" objetivo del "valor subjetivo" Por "valor
objetivo" entendemos aquella propiedad de los objetos materiales y de la
conciencia social que por afectar positiva o negativamente las necesidades del
sujeto (individuo, grupo o sociedad) engendra en este una orientación afectiva
o motivacional de aproximación o evitación respecto a la misma. Por "valor
subjetivo" entendemos el reflejo cognoscitivo (en percepciones,
representaciones, conceptos y proyectos) del valor objetivo en la personalidad
o en la psicología social del grupo como una orientación afectivo-motivacional.
O sea, cuando decimos valor "objetivo" o "subjetivo" nos referimos a lo mismo,
por ejemplo, a la Patria como valor. Pero en el primer caso (el valor objetivo)
nos referimos a la Patria como realidad objetiva, a nuestra nacionalidad. En el
segundo caso (el valor subjetivo) nos referimos al reflejo del valor
objetivo en el sujeto, o sea, en qué medida un determinado sujeto es patriota y
responde a este valor. Cuando se habla de "formación de valores" por lo general
estamos aludiendo precisamente al valor subjetivo. Es necesario tener en
cuenta que el valor surge y existe sólo en la interacción sujeto-objeto, pues el
valor objetivo debe su aparición a la presencia de un sujeto (individual o
colectivo) que se orienta hacia él y a su vez el valor subjetivo surge en virtud del
reflejo del objeto externo (o sea, del valor objetivo). Sólo si el objeto (natural o
social) satisface necesidades del sujeto se convierte en valor. Sólo si el sujeto
refleja al objeto que le satisface y se orienta afectiva y motivacionalmente hacia
él, convierte a ese objeto en un valor. Así el valor objetivo y el subjetivo se
engendran recíprocamente en la interacción sujeto-objeto. Decía S.L. Rubinstein
(1965, 82-83) "El ser existe, también, independientemente del sujeto, más en
calidad de objeto se correlaciona con el sujeto. Las cosas que existen
independientemente del sujeto se convierten en objetos a medida que aquel
entra en relación con ellas y las cosas se incorporan al proceso cognoscitivo y de
acción del hombre como cosas para nosotros". En consonancia con esta idea de
Rubinstein podríamos decir igualmente que el ser, la realidad, existe
independientemente del sujeto, más en calidad de valor objetivo se correlaciona
con el sujeto. Las cosas que existen independientemente del sujeto se
convierten en valores a medida que el sujeto entra en relación con ellas y las
cosas se incorporan al proceso afectivo y volitivo del hombre como valores para
nosotros. Si la categoría objeto se refiere a la dimensión cognoscitiva, la
categoría valor objetivo se refiere a la dimensión afectiva y motivacional del ser,
de la realidad objetiva. Los procesos psíquicos reflejan la realidad y regulan la
actividad. La regulación de la actividad se efectúa en dos direcciones: la
regulación inductora o regulación motivacional, que confiere dirección, sentido
e intensidad a la actividad; y la regulación ejecutora o intelectual, que determina
que la actividad se realice en dependencia de sus condiciones objetivas. Ambos
aspectos de la regulación psicológica se encuentran en unidad dialéctica. Los
valores pertenecen a la regulación inductora o motivacional, pero se encuentran
en unidad dialéctica con la regulación ejecutora o intelectual. Una
interpretación psicológica del concepto valor requiere esclarecer su relación con
los de actitud, motivo y necesidad. La motivación y la afectividad del hombre
surgen y actúan en la interacción del sujeto con los múltiples objetos y sujetos
que componen la realidad. El sujeto tiene muy diversas necesidades: orgánicas,
económicas, de contacto afectivo, de exploración o percepción, de actividad, de
valoración, de dar un sentido a la vida, necesidades morales, estéticas, políticas,
de conocimiento y tantas otras. En su interacción con un determinado objeto o
persona o grupo o forma de la conciencia social, el sujeto va descubriendo cómo
se relaciona con sus muy diversas necesidades. Surge entonces una actitud hacia
ese objeto o persona o grupo o institución o forma de la conciencia social, en
dependencia de cómo esa realidad satisface o frustra sus diversas necesidades.
El concepto de necesidad es analítico y centrado en el sujeto. El de actitud es
sintético y centrado en la realidad que se considere. Pensamos que el valor es el
objeto de la actitud. Toda actitud tiene un objeto, se dirige hacia algo, a favor o
aproximándose, o en contra o evitándolo. Para nosotros el valor es el objeto de
la actitud, es aquello hacia lo cual la actitud se dirige a favor o en contra,
aproximándose o evitándolo. Entendemos por motivo aquel reflejo subjetivo
que mueve al sujeto, lo dirige e impulsa con determinada intensidad ya sea
acercándose o evitando a un determinado objeto. Las necesidades y las
actitudes pueden ser pasivas o activas. Pasivas, cuando expresan cómo
dependen de su objeto por privación, frustración, satisfacción actual o
perspectiva. Son activas, cuando impulsan y dirigen al sujeto, lo mueven a la
acción. Las necesidades y actitudes activas son los motivos y esto supone el
reflejo de la posibilidad objetiva de lograr, de obtener, el objeto meta de la
actividad. Si una necesidad o actitud no se acompaña del reflejo subjetivo de la
posibilidad de su satisfacción, permanece sólo pasiva y no se convierte en un
motivo. Si entendemos por valor el objeto de la actitud, entonces debemos
diferenciarlos en pasivos y activos, según sea la actitud. Los valores activos son
motivos, pero no todos los valores son motivos, sino sólo aquellos que mueven,
que impulsan, que dirigen la conducta y que suponen la convicción sobre la
posibilidad de obtenerlo, de lograrlo.
En conclusión, el valor es el objeto de la actitud y en el caso de actitudes activas,
el valor es un motivo de la actividad.
UNA CLASIFICACIÓN PSICOLÓGICA DE LOS VALORES.
Vamos a clasificarlos desde dos puntos de vista: su contenido y su grado de
autonomía. Por su contenido vamos a clasificar los valores en sociales o morales
e individuales. Valores sociales o morales son los que expresan las necesidades
de instituciones y macro grupos y son compartidos por muchos individuos. Los
valores sociales o morales son engendrados por la sociedad y sin embargo,
toman cuerpo en el individuo. En consecuencia, son a la vez sociales e
individuales, morales e individuales. Como ejemplo de valores sociales tenemos,
el patriotismo, el internacionalismo, la laboriosidad, la honestidad y tantos
otros. Aquí el individuo se dirige a satisfacer las necesidades de la sociedad, la
moral social. Llamamos valores individuales a aquellos que surgen debido a las
necesidades puramente individuales del ser humano. Por ejemplo, la compañía
sexual o la comida, adquieren valores derivados de la satisfacción de
necesidades biológicas. El dinero adquiere un valor para un individuo a partir de
sus necesidades económicas o de bienes. El sexo, la comida y el dinero son
también valores elaborados por la sociedad y estos valores toman cuerpo en las
orientaciones de valor del individuo. Pero en los valores individuales el sujeto
dirige a satisfacer necesidades que parten de él, de su organismo, de su
personalidad individual. Por eso los llamamos individuales, a diferencia de los
valores sociales o morales, enraizados en la sociedad. Sin embargo, los valores
individuales constituyen también una unidad de lo individual y lo social, siempre
son desarrollados sobre la base de la experiencia socio histórica y de las
exigencias sociales. Así distinguimos los valores sociales o morales de todos los
otros valores. Y muy a menudo cuando se habla de valores, implícitamente se
está pensando en los valores morales. La formación del hombre supone el
desarrollo de valores morales como predominantes en la regulación de la
actividad, pero a la vez su armonización con los valores individuales. Resulta
decisivo tener en cuenta el contenido de los valores en la educación moral. Nos
parece fundamental inculcar el amor a la humanidad, a los humildes, a la patria,
al trabajo y la familia. Desde el punto de vista de su grado de autonomía los
valores pueden ser clasificados en reactivos, adaptativos y autónomos. Valores
reactivos son aquellos que regulan la actividad sólo ante la presión externa o
ante una determinada situación que compulsa al individuo.

Valores adaptativos son aquellos que se expresan en una meta establemente


asumida por el sujeto pero que es tomada del medio para obtener premios o
evitar castigos. Valores autónomos son aquellos que se expresan en una meta
asumida establemente por el sujeto y que es elaborada personalmente por este
y no responde a premios o castigos procedentes del mundo externo. Se
comprende que la educación debe propender a formar valores morales
autónomos en armonía con el conjunto de necesidades y valores individuales
del sujeto, pues los valores autónomos son los más duraderos y estables. Los
reactivos y adaptativos dependen principalmente del medio externo.
LA FORMACIÓN DE LOS VALORES.
Consiste en establecer en el sujeto un vínculo íntimo entre el reflejo cognoscitivo
del valor y una carga afectiva que lo convierta en un motivo eficiente. Para esto
es imprescindible tanto la enseñanza, la información, la fundamentación lógica
e intelectual de los valores, como el despertar vivencias afectivas y acciones
volitivas en relación con los valores, que lleguen a hacerlos capaces de evocar
por sí mismos la afectividad y las intenciones del sujeto. La formación de los
valores a menudo pasa por tres etapas: la reactiva, la adaptativa y la autónoma.
La exigencia externa, la presión, la amenaza de castigo o la promesa de una
recompensa pueden evocar el cumplimiento con un determinado valor en
forma reactiva y situacional, sólo bajo la inmediata y directa presión externa.
Pero estas recompensas y castigos, una vez que son apreciados por el sujeto,
una vez que este comprende que el cumplimiento con el valor le permite
obtener esas recompensas y evitar esos castigos, conducen a que el sujeto se
plantee la intención, la meta, más o menos estable, de cumplir con dicho valor.
Sin embargo, este es un valor adaptativo que sólo se convierte en una señal, en
un conocimiento, en un medio, en la vía aprendida y eficiente para lograr una
recompensa y evitar un castigo. O sea, si empleamos solamente premios o
castigos, el valor puede permanecer simplemente como un aprendizaje
cognoscitivo, como una meta instrumental y no surgir como una necesidad en sí
mismo. La vía para formar valores autónomos es también la vía para que los
valores se conviertan en necesidades por sí mismos. ¿Cómo se forman valores
autónomos? Esto consiste en que el sujeto elabore activamente la meta de
cumplir con los valores independientemente de los premios y los castigos, o sea,
basado en necesidades y metas propias que parten de él. ¿En qué consiste este
proceso interno? Consiste en que una necesidad o tendencia ya existente en el
sujeto encuentre su objeto en el mismo cumplimiento con el valor. O sea,
cuando, por el contrario, se aplican premios o castigos, las necesidades y
tendencias actúan sobre el valor como un medio hacia un fin. Y la formación de
un valor autónomo lo más a menudo requiere la utilización de ambos
mecanismos: el empleo de la exigencia basada en premios y castigos, por un
lado, y por el otro, el despertar necesidades y tendencias en el sujeto que
encuentren su objeto en el cumplimiento con el valor mismo. A los premios y
castigos les llamamos estímulos extrínsecos porque conducen a cumplir con el
valor como un medio hacia un fin que será satisfecho de modo más o menos
inmediato. Pero a esos estímulos que promueven la iniciativa del sujeto para
cumplir el valor por sí mismo u orientado hacia el futuro y no para buscar una
recompensa o evitar un castigo actual, les llamamos estímulos intrínsecos. Aquí
debemos hablar en primer lugar del amor, de la actitud incondicional, afectuosa
y comprensiva hacia la persona en quien queremos inculcar un determinado
valor. También es decisivo el ejemplo, el prestigio y el éxito de la persona que
inculca los valores. Para formar valores en primer lugar tenemos que cumplir
con ellos, pero de manera exitosa y satisfactoria, todo lo cual redunde en
prestigio ante la persona que es objeto de nuestra educación. Resulta también
muy importante la persuasión, la explicación del valor en sí mismo y de las
ventajas y razones para cumplir con él. Es conveniente actuar de manera que el
sujeto encuentre en el mismo cumplimiento con el valor la satisfacción de
necesidades que ya actúan en él: de creatividad, de realización y auto realización
y de otra índole. Es el empleo simultáneo y la armonización de los estímulos
extrínsecos y los intrínsecos (haciendo predominar estos últimos) la vía para
formar valores autónomos, estables y auto sustentados y no sólo valores como
conocimientos, como metas instrumentales, como medios hacia un fin más o
menos inmediato.

VALORES:

“Es la significación positiva adquirida en el marco de las relaciones sociales por


los objetos, las conductas y las ideas, al representar la actividad humana y sus
resultados, en correspondencia con los intereses y necesidades del individuo,
grupo social o la sociedad en su conjunto”.

Los valores, de conjunto con el comportamiento ético sirven como cauce


estratégico para lograr las metas u objetivos de una organización. Se enuncian
algunos que a criterio de la autora deben poseer los trabajadores de la actividad
gastronómica.

– VALORES QUE DEBEN CARACTERIZAR AL TRABAJADOR DE LOS SERVICIOS


GASTRONÓMICOS.

PROFESIONALIDAD.

Cualidad del trabajador que ejerce su actividad o profesión, (empleo, facultad u


oficio), con relevante capacidad, aplicación y dedicación hacia el cliente.

SENTIDO DE PERTENENCIA.
Actitud de cuidado y protección de los bienes de que se dispone y desarrollo de
la tendencia al uso adecuado de ellos. Oposición a la apropiación indebida de
bienes y recursos, rechazo a extralimitarse en la utilización individual de los
medios de carácter social de los cuales dispone, enfrentamiento al descuido de
la propiedad social que está al servicio del colectivo laboral.

HONESTIDAD.

Expresión de la sinceridad al cliente, asimilación de lo razonable y lo equitativo,


manifestación de la verdad. Oposición a la mentira, al engaño en el servicio que
se presta y a la injusticia, rechazo al soborno, a la traición y a la doble moral.

RESPONSABILIDAD.

Actuación consciente, consecuente y oportuna del trabajador en el cumplimiento


cabal de sus deberes y derechos. Logro de la satisfacción por el cumplimiento de
sus deberes y el comportamiento de compromiso con aquellas actividades con
las que está comprometido, ser fiel con las normas de actuación laboral y social.
Oposición al desorden, faltas de respeto, desobediencias e indisciplinas con la
jornada laboral.

SENSIBILIDAD.

Inclinación natural a identificarse con los demás, manifestación de ternura y


delicadeza en sus relaciones con los clientes, logro de la impresionabilidad ante
la significación social del reconocimiento de los intereses, deseos, necesidades
ajenas, así como mostrar preocupación y ocupación por satisfacerlas, deseos de
servir, mantener una expresión agradable en el rostro, sonreírse. Oposición al
egoísmo, al desprecio, malhumor, a la rigidez y a la intransigencia injustificada.

LABORIOSIDAD.

Afición por el trabajo creador, inclinación por hacer algo que contribuya
individual o socialmente a la satisfacción de los deseos, intereses, motivos y
necesidades de los clientes, desarrollo de la admiración y el respeto por los
resultados del trabajo creador, alcance de la satisfacción por la labor que se
realiza, logro de la consagración y la constancia en el trabajo, mantener agilidad
y destreza en el servicio. Oposición a la morosidad, estancamiento, al
entretenimiento, distracción y pérdida de tiempo.
CORTESÍA.

Práctica del espíritu de urbanidad entre las personas, manifestación de una


conducta cívica basada en reglas de educación, cultura, delicadeza, buen trato,
tacto, buenos modales ser solicito, considerado, comprensivo, en las relaciones
con los clientes. Oposición a los actos de grosería, al uso de gestos y movimientos
bruscos, al mal carácter, mal trato y abuso con los clientes, rechazo a las
conductas inadecuadas e inoportunas en las relaciones interpersonales y en la
práctica de derechos y deberes.

PULCRITUD.

Actitud positiva hacia el aseo personal, a mantener sano y limpio su cuerpo, su


lenguaje, mantener adecuadamente su ropa, su área de trabajo y lograr un orden
y equilibrio armónico en su entorno. Oposición a la suciedad, falta de higiene, al
desorden, descuido, abandono personal, y a las vulgaridades. Esto se traduce en:
ser aseado, manos y uñas limpias, cabello bien peinado, pelado discreto,
afeitado, uniforme limpio y planchado, esmero y delicadeza, así como área de
trabajo limpia, organizada y embellecida.

ELEGANCIA.

Gracia y distinción en el porte, la vestimenta y los modales, ajuste racional a la


moda, al momento, al lugar, saber conducirse, delicadeza de expresión al coger
un producto, mostrarlo, mantener una posición erguida, uso correcto del
uniforme, maquillaje y prendas, pulcritud y urbanidad. Oposición al uso
exagerado de maquillajes, pañuelos en la cabeza, escotes muy prolongados,
blusas transparentes, vulgaridades, etc.

LA DIFERENCIA ENTRE LO BUENO Y LO MALO


Evidentemente, hay cosas obvias en las que se diferencia lo bueno de lo malo fácilmente.
Pero hay muchas situaciones en que esa diferencia depende del punto de vista de cada quien
y de la situación particular del momento (el contexto), y ese punto de vista puede llevar a las
personas a cometer actos que pueden ser ilegales.

Los motivos que se sustentan las decisiones la realiza la conciencia del hombre, como
facultad específica emite los juicios prácticos sobre lo que es bueno o malo.
La ética, entonces, supone una conducta y toda conducta tiene normas o criterios a los que
tiene que ajustarse. Estos criterios son establecidos por la conciencia moral del
individuo. Es allí donde se fijan las relaciones de conveniencia o disconformidad con los
principios y los hechos.
En algunos casos la conciencia moral de un individuo puede que esté objetivamente
equivocada y que el criterio por el que se rige sea falso; pero el hombre debe atenerse al
mismo para obrar de una manera coherente con lo que piensa, y de no seguir ese criterio
sería una decisión moralmente errónea. Ciertamente si no se está seguro, la obligación
sería despejar las dudas estudiando a fondo el asunto, consultando a personas expertas o
buscando una segunda opinión. Pero en el caso de seguridad, ha de actuar con su
conciencia, pues no dispone de otro criterio racional.

El homicidio, se ve como algo malo, cuya maldad no se puede calcular, y a lo mejor nadie ha
dudado. Las dudas inician en circunstancia, en lo que los principios generales se dejan a un
lado. ¿Podríamos calificar de homicidio o de asesinato, dejar que muera una persona que
lleva tres años en coma?
La aplicación del principio general de respetar la vida ajena empieza a resultar confusa en
este caso. ¡La calidad de vida de esta persona es mínima¡ de allí, entonces surgen
problemas como es la eutanasia, que en cualquier caso, es mucho más complejo que un
simple "No matar".

LA DIFERENCIA ENTRE LO CORRECTO E INCORRECTO

En la vida que es correcto y que es incorrecto? que situaciones nos llevan a tomar esas
posturas? estamos en lo correcto cuando decimos que algo es correcto o incorrecto ? Ahora
... como podemos diferenciar a lo correcto de lo incorrecto ?
El sentido de lo correcto e incorrecto, abarca varios aspectos, temas, posturas, pensamientos.

Normalmente llamamos correcto a aquello que consideramos que causa bienestar a otro y a
mi mismo, que nos otorga un sentimiento de satisfacción. Un buen acto es por ejemplo aquel
que esta basado en el respeto y la nobleza, con respeto porque es un acto que está pensado
para no hacer daño a nada ni a nadie, que sea consecuente con su acción. Noble porque no
espera nada a cambio, está hecho con el corazón por un buen fin. Por ejemplo una acción
para ayudar a conservar una especie animal en peligro de extinción es un acto de esperanza
y de hacer conciencia en que todo ser tiene derecho a existir, no solo la raza humana es la
que tiene ese derecho.
Algo incorrecto, usualmente, es algo que perjudica a otra persona o a uno mismo y afecta
negativamente, causa un malestar en las personas junto con un sentimiento de culpabilidad,
egoísmo y arrepentimiento. Un acto incorrecto es por ejemplo todo lo contrario al nombrado
anteriormente, un acto sin respeto. Un acto en el cual no se tiene en cuenta sus efectos, que
está hecho faltando al respeto, como por ejemplo al medio ambiente, o a otra persona.
Sabemos perfectamente cuando es un acto incorrecto cuando es a nosotros a quien nos lo
hacen o a alguna persona importante en nuestras vidas, por ejemplo que hagan daño a
alguien que nosotros queremos. Es ahí cuando hacemos hincapié en todos nuestros
derechos como personas, y en lo que es moral e inmoral.

Cada uno poseemos unos conocimientos, tanto de nosotros mismos y de nuestros actos
como del mundo exterior, estos dependen del tipo de vida que hayamos tenido, de los valores
que hayamos aprendido y nuestra intuición. Nosotros catalogamos algo como correcto o
incorrecto, bueno o malo, pero no todos evaluamos las cosas de la misma manera, podemos
catalogar muchas cosas como correctas o incorrectas, cada uno interpreta a su manera si
algo es correcto o no.

Al contrario de lo incorrecto, lo correcto no siempre es lo más fácil, pero es lo mejor porque


tendrá buenas consecuencias. Solo hay que saber escuchar a nuestra conciencia para
saber que estamos haciendo bien y que estamos haciendo mal, siempre pensando en las
consecuencias, y en como estas acciones que tomamos van a afectar al otro y a nosotros
mismos.

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