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Friedrich Nietzsche

La genealogía de la moral.
Introducción.

Nietzsche sabe que sus libros causan polémica, es más, hasta cierto punto parece que se alimenta
de ella para aumentar su impacto (el mismo título lo dice Zur Genealogie der Moral: Eine
Streitschrift, Sobre la genealogía de la moral: Un escrito polémico) y más cuando ataca de manera
tan violenta los preceptos judeocristianos en una cultura protestante-católica, incluso se puede decir
que la causa de su ataque fue el haber vivido en esa sociedad.

Este libro está divido en tres ensayos los cuales están unidos por un hilo que poco a poco se va
desvelando mientras se analiza la obra. El primero explica el origen de las palabras “bueno” y “malo”
en un contexto meramente técnico, en donde lo bueno sería lo que ensalce la conservación de la
vida propia sobre la de los demás y lo malo sería lo contrario, y cómo se fue tergiversando hasta el
significado actual de “bondad” y “maldad”, donde lo malo de la primera etapa sería lo bondadoso, la
cobardía, la prudencia, la humildad, etcétera y lo malvado sería el orgullo, la fuerza bruta y así,
resumiendo, el punto central del primer tratado es la transvalorización de los valores por parte de la
moral judeocristiana.
El simple hecho de decir “genealogía de la moral” introduce un pensamiento polémico pues
derriba de golpe la idea de una moral universal y natural, ya que encontrarle el origen demostraría
que hubo un tiempo en el cual no hubo y que realmente es un artificio creado por convención social,
punto en el cual Nietzsche está de acuerdo con los “psicólogos ingleses”. Despojando de toda aura
divina a la moral, poco a poco nos muestra realmente lo que hay detrás de los conceptos de
“bondad” y “maldad”, aunque a veces parezca que Nietzsche pretende buscar sólo un pretexto para
atacar a los ideales judeocristianos o trata de explicar la ética sólo mediante el uso primigenio de las
palabras “bueno” o “malo” y siguiendo una línea no comprobable históricamente de su evolución
hasta los términos morales de “bondadoso” y “malvado”.

El segundo tratado habla acerca de la “mala conciencia” y de la “culpa” y de nuevo, comienza


diciendo que principalmente se originó la primera cuando el ser humano, al entrar en sociedad y no
poder torturar a sus compañeros, comenzó a sentirse mal por querer hacerlo y comenzó a
autoinflingirse daño (esto está muy relacionado con el tercer tratado) como una manera de saciar
ese instinto de crueldad. La culpa vendría siendo el producto de la relación acreedor-deudor que uno
contraía al prometer algo, y que al no cumplir la palabra se adquiría una deuda (la palabra Schuld en
alemán, significa tanto deuda como culpa), también es una crítica contra el pensamiento socrático-
platónico al considerar al hombre más que un ser racional, uno propenso a la crueldad y al
sufrimiento, ya que como ser cultural su función no puede ser limitada a una sola acción o manera
de comportarse.
Este tratado parece justificar la violencia en el ser humano y adjudicársela como virtud
natural, es más, el hombre fuerte, el hombre valeroso es aquél que es cruel y que sabe imponerse
sobre los demás, retoma el primer sentido de “bueno” y se lo adjudica a su propia visión del hombre
fuerte. A pesar de que pueda considerarse como un proceso que inevitablemente confirma el primer
problema del hombre, la violencia, Nietzsche dice que es gracias al resentimiento y la crueldad, que
la cultura nació entre los hombres, aún viniendo de una cuna de sangre y sufrimiento tanto el arte
como la ciencia son herramientas indispensables para que su gran hombre aflore entre los
escombros.

El tercer y último tratado trata de “los ideales ascéticos” es decir, los ideales que los
sacerdotes (causantes de la transvalorización de la cual habla en el primer tratado) se impusieron a
ellos mismos para exaltarse ante los ojos de los demás. Al tomar la humildad, la castidad y pobreza
como su estandarte sólo estaban haciendo lo mismo que los débiles hacían para justificar su
debilidad, llamarla bondad, así los filósofos (o sacerdotes) justifican su carencia de orgullo, mujeres y
riquezas llamándolos ideales ascéticos y pregonando que sólo en esas condiciones puede brotar una
inteligencia que apunte hacia la grandeza. Nietzsche, a lo largo de todo el libro, dice que es verdad,
que los avances de “civilización” que ha tenido el hombre han sido gracias a ascetas que crean la
cultura como disfraz de esa impotencia y resentimiento.

Primer Tratado: “Bueno y malvado”, “bueno y malo”

La idea de escribir una genealogía de la moral no es exclusiva de Nietzsche y él lo sabe


perfectamente. Los llamados por él “psicólogos ingleses” ya le habían adjudicado un origen a los
términos bueno y malo en la utilidad que derivaba de los actos altruistas, la gente asociando lo útil
con lo altruista fue designando como bueno aquellos actos per se olvidando el porqué lo habían
hecho. Aunque Nietzsche refuta esta idea diciendo que la gente no tendría por qué olvidar esa
asociación, posteriormente, en el segundo tratado, dice que lo único que no se olvida es aquello que
se grabó con sangre en la memoria.
Sin embargo, Nietzsche propone una alternativa al génesis de la moral que se basa en la
primera concepción de tales palabras. Las sociedades antiguas se dividían en dos, los señores y los
esclavos, los primeros dominantes impusieron como bueno todo lo que ellos significaban, es decir,
como guerreros glorificaban el orgullo, la violencia, la fuerza y la temeridad (la pasión) y pusieron
como malo las actitudes típicas de sus súbditos, es decir todo lo contrario a ellos. A pesar de esto,
había en esa aristocracia individuos que no tenían esas características, eran los llamados sacerdotes
(brahmanes, chamanes, curanderos) quienes en su debilidad aprendieron a usar su razón para
buscarse un lugar en una sociedad preponderantemente guerrera. Así, mediante las artes y la
ciencia (clara alusión a los milagros de Jesucristo), asombraban al pueblo esclavo para que bajo su
mando derrocaran a los guerreros y los pusieran a ellos en el poder, todo esto producto del
resentimiento que sentían por los guerreros, por no ser ellos quienes recibían la gloria, asombraban
a las mujeres y poseían las riquezas.

El resentimiento es una emoción muy importante en el trabajo de Nietzsche, pues


representa el primer estadio en la evolución hacia el superhombre, siendo el camello, es decir, una
bestia de carga que trae a cuestas su pasado y todo el rencor que le ha producido esa impotencia de
ser débil. Esa emoción sería el primer motor que lo lleva a pensar, a maquinar contra el autor de sus
desgracias y en construir esa dulce venganza pone todos sus esfuerzos, creando, inventando,
transvalorizando para hacer quedar mal al otro y justificar sus acciones haciéndolas quedar como
buenas. Eso mismo hicieron estos primeros sacerdotes, pusieron ahora, no bajo un contexto técnico
de la conservación de la vida sino bajo un estándar moral que apelaba al espíritu y al raciocinio de
los hombres (algo que Nietzsche llamara contra la vida) los términos “bondadoso” y “malvado”. Si
bien esta transvalorización terminó en la corrupción del hombre y su tendencia a sobreponerse a los
demás, no todo es degeneración sino que el hombre humilde y cobarde moldeado con base en las
medidas judeocristianas tuvo la opción de crear cultura pues antes, con una sociedad cuyo primer
motor era la guerra, nunca tuvo las condiciones, ni apreciaba el uso de la razón como para dedicarse
de lleno a cultivarla. Regresando al tema del resentimiento, Nietzsche lo describe como un gusano
roedor que carcome poco a poco el espíritu de los hombres e inevitablemente entrena sus mentes,
sería mejor perpetrar una venganza contra aquél ofensor, sin embargo, es gracias a la impotencia de
no poder hacerlo que se acumula dentro como un veneno y crea, cosa que posteriormente se
analizará, la mala conciencia.
Este miedo presentado por la casta sacerdotal radica en que saben que sus enemigos (los
guerreros) son más fuertes que ellos por eso juntan al pueblo en su contra y alaban las actitudes
débiles, cosa que les ayuda a controlar mejor a la población, poniendo como malos a los guerreros y
a sus virtudes anteriormente valoradas. Nietzsche sabe muy bien que la religión judeocristiana
comenzó en los estratos más bajos del imperio romano, es decir, comenzó una religión de esclavos.
Los sacerdotes de esta religión les prometían una vida llena de riquezas y felicidad en pago de los
sufrimientos de ésta si abandonaban sus pulsaciones vitales (crueldad, lascivia y violencia) aunado a
un ataque directo a su culpabilidad. Los milagros tan conocidos del Redentor, son una herramienta
típica de los sacerdotes, ya no convencían al vulgo mediante demostraciones de fuerza o valentía
impresionantes del héroe épico ya no conmovía como antes; es más, su total opuesto ahora era la
clave de bóveda de la Iglesia cristiana, un héroe de orígenes humildes, quien usaba sus manos para
trabajar y sin embargo, conservaba dentro de sí cierta aura sacerdotal, es decir, a los 10 años ya
podía platicar con los médicos y con los conocedores de la ley con gran inteligencia, incluso aún
cuando es costumbre entre los judíos el casarse lo antes lo posible, es más, en la tentación del
desierto Jesucristo rechaza la propuesta del demonio de darle todos los reinos del mundo y sus
riquezas, así como también profesar la humildad como virtud principal (nótese que Jesucristo, como
cualquier sacerdote, aboga por los ideales ascéticos).

Ahora bien, para Nietzsche, cualquier moral centrada en valores que para él, en vez de
perpetuar la vida la niegan, es despreciable y más cuando parece que fue un embuste para que los
sacerdotes consiguieran el poder. Sin embargo, abogando él por los más fuertes está negándoles la
vida a los débiles, y eso también sería un acto contra ésta, él se da cuenta de esto y argumenta que
sólo los valientes y los fuertes tienen derecho a vivir y eso derecho se ejerce cuando ellos dominan
sobre los demás. Los nobles antiguos, es decir los guerreros, casi son elegidos por Dios para
sobreponerse a los demás, conforme a su buen orgullo alemán, Nietzsche aclama a la gran bestia
rubia, es decir a todos los alemanes de blondo cabello y pálida piel, como dominadora de las castas
inferiores, sobretodo de los morenos de cabello oscuro (la piel oscura obtenida por las labores
manuales y de campesinado), llegando a una aristocracia donde la sangre azul es lo que cuenta.
Irónicamente, Nietzsche tenía el cabello oscuro.
A pesar de su virulento ataque contra la moral cristiana, de cierta manera sabe que ése
proceso de transvalorización es bueno en sí, y de hecho con su libro parece intentar eso mismo, sólo
que no a nivel cultural sino individual, dejando atrás lo bondadoso y lo malvado para imponer sus
propios valores, más allá del bien y del mal. Aunque su pensamiento sea aristocrático en el sentido
de fuerza, tiene que entenderse que si se aboga por la autonomía del individuo al darle opción de
escoger nuevos valores y apegarse a ellos, se tienen que defender a los demás, es decir, si se valora
la libertad y la fuerza como bienes per se, no es posible que se ataquen los mismos de los demás
porque sería entonces una contradicción a sus propios valores.
Poco a poco se va descubriendo cómo Nietzsche desvela una idea unida pero divida en tres
partes complementarias entre sí, ya se vio la primera, la transvalorización, la segunda sería, la mala
conciencia o culpa y la tercera, los ideales ascéticos; todas ideas nacidas del resentimiento de la
casta sacerdotal para lograr la dominación por sobre los demás, así no son un proceso malo del
todo, pues el sobresalir y sobreponerse para imponer sus propios valores es digno del superhombre.
Sin embargo, por lógico que suene el proceso de evolución de las tan mencionadas palabras “bueno-
malo”, no se tienen suficientes datos como para probar que realmente sucedió así, pareciera que
Nietzsche se vale de su gran capacidad recreativa y narrativa para justificar su genealogía puesto que
el significado actual de las palabras muchas veces no tiene que ver con el significado original que
tenían, y si bien la etimología puede ayudar a esclarecer su principio no dice una definición actual
del término.

Segundo Tratado: “Culpa”, “Mala conciencia” y similares.

Padre nuestro que estás en el Cielo,


Santificado sea tu Nombre,
Venga tu Reino,
Hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo.
Danos hoy el pan que nos corresponde:
Y perdona nuestras deudas, como también nosotros
Perdonamos a nuestros deudores.
Mateo 6:9

Resulta interesante cómo Nietzsche desarrolla tan gran pensamiento sólo analizando las
palabras. La palabra alemana para culpa (Schuld) es muy similar para la palabra “deudas” (Schulden)
y con base en esto, se desarrolla todo el segundo tratado. A diferencia de Sócrates, quien pensaba
en el hombre como un animal político, Nietzsche sabe que sus impulsos de destrucción y crueldad se
lo impiden es por eso que inventó el recurso de la promesa para poderse desenvolver en sociedad,
éste recurso es prohibitivo e inhibe los primordiales impulsos humanos lo que le crea algo parecido a
la figura del resentimiento que ya se vio antes, se crea un resentimiento a sí mismo y al mismo
tiempo le crea una conciencia y memoria. La conciencia nace como producto de ese sentirse mal por
querer hacerle daño a los demás y la memoria nace para conservar el registro de tal promesa, y no
tanto para cumplirla sino para castigar a aquél que no lo haga. Incluso la palabra hombre (Mensch
en alemán) sería una derivación de la palabra “medida” en términos meramente mercantiles.
Cuando uno hace una promesa, contrae una deuda con el que prometió y del miedo al
castigo surge la culpa. El castigo surge de igual manera, es decir para que no se sientan tentados a
romper las promesas y volver a la caótica destrucción se tiene que crear una violencia controlada, no
tanto para reparar el daño que se le hizo sino para hacerlo sentir mejor. ¿Cuál sería éste castigo?
Sería dañándole el cuerpo al traidor, pues eso empeñó desde un principio. Así el traicionado estaría
libre de mutilar al traidor, como ya se dijo eso no repara de ninguna manera el daño pero libera
momentáneamente esos impulsos de violencia y crueldad reprimidos. La promesa es una institución
vital en la sociedad pues por una parte es un límite y por otra es una liberación, ésta naturaleza
ambivalente es bien usada por Nietzsche para investigar el origen de la culpa. La Justicia y la
Venganza nacerían como una sola, siendo la diferencia la justificación con base en las leyes creadas
por los sacerdotes, que bien saben cuánto les hubiera gustado una buena venganza a tiempo.

La memoria sería el inicio de ésta sociedad de deudores y deudas y la misma religión judeo-
cristiana sentaría sus bases en ella y en la culpa misma. Los seres humanos, no olvidamos las cosas
grabadas con sangre, por eso tras siglos y siglos de deudas pagadas con “una libra de carne, exacta
nada más y nada menos” la culpa cauteriza como una herida dentro de la mente del humano. El
padrenuestro es la fehaciente prueba de esto, la crucifixión sólo es por antonomasia, el símbolo de
la culpa usada para reunir al rebaño. El hacernos creer que le debemos algo a un dios, o a los
antepasados en las sociedades antiguas, nos atemoriza pues sabemos cuál es el castigo que se les da
a las promesas rotas. Son cadenas que nos atan al culto perpetuo de sus huesos o de sus cruces, los
sacerdotes saben esto perfectamente pues ellos mismos vivieron éste resentimiento y supieron
administrárselo en dosis a sus gobernados. Incluso la conciencia, como ojo que nos ve y que nos
juzga está creada para que ni solos nos atrevamos a levantarles la mano, ese miedo perpetuo a
romper la promesa o a no pagar la deuda, se le llama culpa, y es alimentada por el recuerdo e
introspección de la crueldad y de la violencia, por eso Jesucristo está bañado en sangre colgado de la
cruz, porque representa a la vez la ambivalencia de la promesa, por una parte nos genera culpa al
saber que fue por nuestros pecados (o deudas en la traducción literal) que fue crucificado y por otra,
placer ya que nos hace ver cuánto dolor podemos infligir, incluso al hijo de Dios. Las festividades
estarían respaldadas por esa sed de sangre, porque lo festivo es la vida y la vida es la supremacía del
fuerte sobre el débil, todo derramamiento y mutilación de sangre trae dentro de sí un hálito de
libertad y olvido…
Por eso, Nietzsche ve al ateísmo como una segunda inocencia, de nuevo jugando con las
palabras germánicas puesto que inocencia también significa libre de deudas (o libre de pecados) al
no aceptar ningún dios ni tampoco ninguna deuda que pudiese darnos el simple hecho de creer en
él. El olvidar sería la purificación de tanta sangre, éste olvidar es típico de los guerreros, su vivir en el
ahora los hace que en un arranque de ira desahoguen todo, se sacudan aquélla colmena de gusanos
roedores llamada resentimiento, no cultivan el odio ni la venganza, tampoco son responsables de lo
que hacen puesto que actúan conforme a sus instintos de crueldad y violencia, ellos son los canales
de la vida, no hacen nada en contra de ella, son sanos y fuertes, respiran con todos los pulmones
pues el humo de la cultura no los ha hecho ni toser. Contrastando con los sacerdotes, siempre
cubiertos de sangre, horadando más los estigmas de sus muñecas, alabando al derramamiento de
sangre entre sus ovejas y sin embargo, presenta una superioridad con el hombre guerrero. El
sacerdote es libre y autónomo pues hace suyas a las circunstancias con tal de cumplir su promesa, se
hace responsable y aún cuando esa responsabilidad le traiga recuerdos de sangre y carne quemada,
prepara el terreno para su evolución.

Porque el hombre tiene una forma, pero no una función específica, ésta auto tortura lo ha
hecho flexible, ahora ya no es sólo el músculo y la valentía hechas para la guerra, no. Y sin embargo,
su actualidad se le presentaba sombría ya que ese impulso vital para seguir y torturar a los demás
fue sofocada por esa moral que se empeña en enaltecer la paciencia y la cobardía, se ha
domesticado al hombre salvaje y su entrenamiento fue la culpa y la mala conciencia, el hacerle creer
que su sed de sangre, tan típica de los guerreros, es mala como ellos y que no deben dejarse seducir
por esas tentaciones que harían tambalear los cimientos sobre los cuales construyeron su dominio.
Por eso, su necesidad de inculcar más culpa al individuo crece mientras la sociedad prospere, como
ya no son unos pocos, las deudas serían castigadas menos severamente y la culpa tendría que
disminuir, sin embargo el recuerdo sigue ahí y la culpa es acrecentada por la manera en la que los
sacerdotes la manejan a ella y sus símbolos. La compasión es despreciada por Nietzsche, esos
sentimientos que abogan por la conservación de los débiles, es más incluso menciona que el
imperativo categórico de Kant le parece un poco cruel.

La culpa también actúa de manera extraña ya que nace cuando las cosas no salen bien, sólo
cuando se cae en la posibilidad de ser descubierto por un error. El hacer daño por hacer daño
debería ser entendido por los otros, ellos también lo sienten y está en su naturaleza sentirlos, sin
embargo al estar en una sociedad sacerdotal esos impulsos se ven mal y estarlos reprimiendo para
que se tornen en nuestra contra es una manera de controlarnos (diabolización de la naturaleza),
divide y vencerás reza el dicho y cuánta razón tiene cuando lo que han hecho es dividir al hombre en
impulsos y razón (cosa sobrevaluada por los sacerdotes). Este perpetuo martillazo continuo a
nuestro espíritu, que al principio era duro, lo reblandece y lo hace fluir para que nosotros
construyamos nuestros propios valores. Pero, ¿cuáles son los valores que concordarían con este ser
que se inflige daño así mismo por temor a dañar a los demás? Aquí es donde Nietzsche introduce los
ideales ascéticos, ideales particularmente sacerdotales, que siguen con la línea de la culpa y la
transvalorización.

El que se trate de reducir toda la cultura a una mera represión de los instintos guerreros y
palpitantemente vitales seguramente deja de lado muchas cosas, es cierto que la mayoría de las
religiones derivadas de la tradición judeo-cristiana juegan con la culpabilidad para mantener a sus
adeptos, el arte y la ciencia no son meras sublimaciones, es obvio que no todos los seres humanos
tienen ese impulso a flor de piel, bien podría ser por el mismo proceso de domesticación del cual
habla Nietzsche aunque se ha visto que la Iglesia usa ese impulso para beneficio propio, díganse las
cruzadas, la Inquisición e incluso los ataques terroristas de la época actual mucho tienen de ese sutil
manejo de impulsos de crueldad y violencia.
Al igual que Kant, Nietzsche sabe que la base para una moral es la autonomía y la capacidad de
decisión, los guerreros no son autónomos puesto que están movidos por el mero impulso, por el
olvido, para crear un estadio superior se tiene que haber sufrido, ya que las mejores cosas se
obtienen de un arduo proceso y los diamantes sólo se crean al chocar el carbón contra un filo.

Tercer Tratado: ¿Qué significan los ideales ascéticos?

Ya que se tienen establecidas las bases de los ideales ascéticos (los sacerdotes, la culpa y la
transvalorización) se entenderá perfectamente el por qué se eligieron precisamente los ideales de
castidad, humildad y pobreza como eslogan de los sacerdotes y específicamente de los filósofos.
De primera instancia descarta a los artistas siendo porque ellos sólo son los portavoces de
los mandatos sacerdotales, acercándolos al espíritu mediante sus obras de artes, para ellos los
ideales ascéticos no son nada, tal vez un mero arreglo en su arte pero nada más, están demasiado
ligados a la estética y la sublimación de sus impulsos los libera de éstos; no saben cómo distinguir
entre sus entrañas ese grito de vida ya que gritan con él mediante la creación de su arte. Aquí
Nietzsche critica a Wagner, quien en su “Parsifal” sólo por concordancia con Schopenhauer eleva a la
castidad, confirmando la teoría de Nietzsche de que sólo son repetidores de los sacerdotes.
En cambio, los filósofos, los sacerdotes actuales no sólo entienden éstos ideales, sino que
tienen que seguirlos forzosamente para ser filósofos. Menciona varios ejemplos de notables
pensadores que vivieron en un ascetismo autoimpuesto, aunque muchas veces no conscientemente.
Pero es precisamente lo que hace el débil, hacen buenas sus debilidades para no tener que sentirse
inútiles de tenerlas, así mismo el sacerdote filósofo justifica su carencia y su impotencia de conseguir
riquezas, orgullo y mujeres como ideales que le permitan alcanzar el máximo de su pensamiento,
pero obviamente son sacerdotes y así piensan, con el resentimiento cual gusano roedor comiéndoles
a besos la memoria.
Nietzsche entonces comienza a despotricar contra las instituciones que podrían verse como
“perpetuadoras de la vida” como la sexualidad, la procreación y las mujeres, como intentándose
justificar el por qué no las ha conseguido. Todo esto tiene un sentido para él, la negación de la vida
sería la única manera de continuarla, la auto tortura y el sufrimiento sólo acabarían con la agonía del
hombre domesticado, lo someterían a una voluntad mucho más rígida que la del guerrero, pues éste
olvidaba y no sentía rencor, siendo ellos la máxima expresión de la vida. Los sacerdotes de cierta
manera quieren ser guerreros aunque esto signifique ser guerreros contra sí mismos. Aborrece la
separación de la razón por sobre los sentidos, sabe que un ser humano se construye sólo a través de
ese chocar constante entre opuestos tan diametrales, sólo así uno puede aprender a transvalorizar,
pues sabe lo que quiere y lo que necesita, no se considera un mero ser inteligible como el de Kant.
Prefieren querer la nada a no querer, el nihilismo sería el callejón sin salida hacia el cual
Nietzsche ve que la humanidad se dirige, a una castración de esa voluntad de vida, es por eso que
para mantenerla viva se hace daño. Y aquí es donde tiene que aparecer un hombre fuerte que acabe
con ellos pues esa enfermedad del nihilismo puede apropiarse de él y acabar, ahora sí, con todo en
la tierra. Y si no puede, lo mejor sería buscar la soledad absoluta, el alejarse lo más posible de esos
enfermos, ¡qué con sus virus de nada y culpa acechan al hombre vital!
En un agridulce final, Nietzsche dice que lo único que queda es atarse a esos valores
ascéticos como el náufrago a un pedazo de manera, puesto que es preferible sentir el dolor auto
infligido a no sentir nada.

Conclusión.

Por fin se unieron las tres piezas de “La genealogía de la moral” en un proceso que describe
la decadencia del impulso vital del guerrero a una domesticación en el hombre débil actual, que sin
embargo está enfermo al guardase todos los impulsos violentos que siempre tuvo y siempre tendrá.
La casta sacerdotal, el inicio de todo, la creadora de toda la historia posterior, alimentada de
su resentimiento fue el primer motor. Y entiendo perfectamente esto, porque ¿quién no ha sentido
el resentimiento y la impotencia comiéndole el corazón? Uno comienza a usar toda su capacidad
para vengarse de esa injuria y conseguir lo que uno por sí mismo no ha conseguido puesto que no es
fuerte como el guerrero. La admiración y los favores de los demás, esos bienes tan deseables y tan
lejos de la mano.
Es entonces cuando como un rayo de luz llega la idea, no hay nada mejor que hacer quedar
como malvado al otro, demostrarle a los demás que no es digno de su admiración ni de sus tributos,
es más que el ser lo contrario a él (tanto yo como los admiradores) es lo bueno, es a lo que se tiene
que tender. Pero éste argumento por sí solo no convence a nadie, tengo que obligarlos a hacerme
caso, entonces les creo una culpa inexistente, los hago mis deudores para que estén obligados a
obedecerme, les impongo un deber que coincida con mis intereses y los hago sentir mal cuando no
los cumplen, ¿qué arma más fuerte que la culpa y ese sentimiento de deuda?
Pero también tengo que justificarme a mí mismo, puesto que yo no puedo exteriorizar mi
violencia innata, el por qué no soy ni fui como esos guerreros, tengo que atarme a una idea que a
complete toda la idea, la transvalorización, la culpa, todo. Entonces me hago creer que así como
estoy soy mejor a esos guerreros y creo los ideales ascéticos, la antítesis de lo que ellos lograron
diciendo orgullosamente pero con la voz quebrada “no los necesito, es más soy mejor si no los
tengo, mi intelecto crece sin esas ventajas que me daría el ser así como ellos”.

Todo parece encajar con la definición de dos hermanos, porque siempre habrá uno favorito.
El rechazado sentirá todo esto y es posible que lo logre, y en su más tremenda equivocación matará
al hermano. En ese afán de demostrarle a sus padres que él merece más las cosas que su símil,
creará, sobresaldrá en todo lo que no sobresalió su humano ya que su combustible es el
resentimiento y éste no sólo no se acaba con el tiempo, es más se acumula creando dentro de él ese
perpetuum mobile que lo llevará más lejos que el sano hermano, sonriente y dueño de todo.

Tal vez la naturaleza humana no sea mala ni buena, está más allá. Simplemente está
insatisfecha y en su afán de llenar ese vacío (pues el vacío le aterra) busca siempre cada vez más, y si
se lo negasen sólo lo harían más fuerte, más digno, más capaz de adecuar las circunstancias a su
voluntad que no busca la vida, sino el poder sentirla incluso en un estado aletargado.

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[ 1 ]. Es verdad que no ha sido solamente la religión judeocristiana la que transvalorizó de lo
bueno-malo a lo bondadoso-malvado pero Nietzsche al parecer le pone cierto énfasis al ser la
religión dominante en Europa y la causante, al menos en esa región, de “domesticar” al hombre de
su anterior estado salvaje. Nótese que usa como referentes a los antiguos germanos y griegos y
éstos obviamente fueron alcanzados por la incipiente, en ese entonces, doctrina judeocristiana hasta
que ésta se convirtió en su religión oficial.
[ 2 ]. Es bien sabido por todos que el símbolo de la religión cristiana (mas no de la judía) es el
Cristo crucificado por la salvación de nuestros pecados, haciéndonos sus deudores (Mateo 6:12) éste
concepto se ahondará más en el segundo tratado.
[ 3 ]. Nietzsche, con su gran conocimiento sobre la cultura griega, lo utiliza haciendo numerosas
citas tanto a Homero como a otros poetas griegos cuyas obras épicas ensalzaban la valentía y la
fuerza de los héroes.
[ 4 ]. Lucas 2:46: “Al tercer día lo hallaron en el Templo, sentado en medio de los maestros de la
ley y los médicos, escuchándolos y haciéndoles preguntas” 2:47: “Todos los que le oían quedaban
asombrados de su inteligencia y sus respuestas.
[ 5 ]. Mateo 4:9: “Y le dijo [Satanás]: Te daré todo esto [las riquezas y maravillas del mundo] si te
arrodillas ante mí y me adoras” 4:10: “Jesús le dijo: Aléjate, Satanás, porque dice la Escritura:
Adorarás al Señor tu Dios, y a Él sólo servirás”
[ 6 ]. Mateo 5:11:”Felices ustedes, cuando por causa mía los insulten, los persigan y les levanten
toda clase de calumnias” 5:12: “Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la
recompensa que recibirán en el cielo […]”
[ 7 ]. La falacia genética es una falacia lógica que consiste en el reproche de algo basándose en su
origen. Se da cuando alguien intenta reducir el prestigio de una idea, una práctica o una institución
simplemente teniendo en cuenta su origen (génesis). . Esto se hace pasando por alto cualquier
diferencia que se encuentre con respecto a la situación actual, generalmente trasfiriendo la estima
positiva o negativa del estado anterior.
[ 8 ]. Sírvase decir que ésta traducción es tomado de una Biblia cuyo texto es el íntegro traducido
directamente del hebreo y del griego. Editorial Verbo Divino, España 1989
[ 9 ]. Resulta interesante cómo la idea del surgimiento del castigo se parece un poco a la
justificación del estado en Thomas Hobbes en el sentido de que ambos piensan que el humano es
intrínsecamente violento y caótico y necesita de una fuerza heterogénea para poder vivir en
sociedad y no regresar al estado anterior, más allá de eso no coinciden en nada.
[ 10 ]. “Unfortunately, Antonio's money is tied up on Ships doing business. He, however has
offered to be Guarantor, they attempt to borrow money from a wealthy Jew, Shylock. Shylock
reluctantly agrees, but on the condition that if he doesn't pay the 3000 Ducats by three months
than, Antonio has to give up a pound of his flesh, closest to the heart” The Merchant of Venice,
William Shakespeare, Act 4 Scene I.
“Desafortunadamente, el dinero de Antonio depende de unos navíos que no han regresado al
puerto. Sin embargo, él se ha ofrecido a pedirle dinero prestado a un rico judío, Shylock. Él, a
regañadientes acepta pero sólo con la condición de que si Antonio no paga los 3000 ducados en un
plazo de tres meses tendrá que darle una libra de su carne, la que esté más cerca del corazón”
[ 11 ]. “Benditos los que olvidan, aunque se tropiecen con la misma piedra”, El Anticristo,
Nietzsche
[ 12 ]. Sublimación: Por este mecanismo de defensa el yo dirige de forma inconsciente e
involuntaria la energía psíquica asociada a un deseo o representación inaceptable hacía actividades
no censurables por su conciencia moral. Para Freud, en muchas ocasiones las actividades
socialmente muy bien valoradas como la ciencia, el arte y la religión, son consecuencia de la
sublimación de intereses y pasiones bajos y poco aceptables. Es probable que el psicoanalista
austriaco se haya inspirado en textos de Nietzsche.

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