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La genealogia de la moral (1887)

El segundo texto obligatorio que tenemos en la cátedra sobre F. Nietzsche, es “La genealogía de la moral”. Se lo
considera como unos de los libros mas polémicos de su vasta obra.
Nietzsche esta interesado en el origen de nuestra moralidad, en quien invento esos valores y a su vez cual es el valor
de los mismos, por eso dice que se necesita una critica de valores que ponga en entredicho el valor mismo de estos
valores y para ello cree que es necesario tener conocimiento de las condiciones y las circunstancias, donde estos
surgieron y se modificaron, pero el problema aquí era que hasta ese momento no había ni existía tal conocimiento,
y el valor de los valores se tomaba como algo dado.
Entonces el propone recorrer con “nuevos ojos” el campo de la moral y proporcionar una mirada aguda y parcial que
emprenda una dirección efectiva hacia la historia de la moral.
*La genealogía es, literalmente, la acción de rastrear los orígenes familiares para establecer un árbol genealógico.
Nietzsche la utiliza con el significado de rastrear los orígenes de determinados conceptos, en buena medida
examinando la historia de los cambiantes significados de las palabras. Su formación en filología (el estudio de las
lenguas y de los orígenes de las palabras) lo equipaba para rastrear los significados cambiantes de las palabras.
Esta obra consta de tres ensayos: Primer tratado: “Bueno y malvado” “Bueno y malo”. Segundo tratado: “Culpa”,
“Mala conciencia” y similares. Tercer tratado: “El ascetismo”

Primer Tratado: “Bueno y malvado” “Bueno y malo”


Nietzsche en este primer tratado, expone su teoría sobre los orígenes de nuestro vocabulario moral, el que usamos
para aprobar y desaprobar: las palabras “bueno” y “malo”, utilizadas en un contexto moral. Va a critica el trabajo
que hicieron los filósofos ingleses, diciendo que estos solo se encargaron de sacar la “parte vergonzosa” de nuestra
mundo interior, mundo de la moral, y buscaron lo propiamente normativo, lo operante, lo decisivo para el desarrollo
del hombre.
Plantea que a estos “historiadores de la moral” les falta el espíritu histórico, tener en cuenta la historicidad, y he
aquí el “chantaje” que esa genealogía de la moral denota. Cuando averiguamos el origen del concepto y el juico
“bueno”, se detecta rápidamente, que las acciones no egoístas fueron abaladas y llamadas buenas por aquellos a
quienes les resultaban útiles, porque beneficiaban aquellos que las hacían bien. Al pasar el tiempo ese origen se
olvidó y las acciones “no egoístas”, por el simple motivo de que de acuerdo con un habito habían sido abaladas
siempre como buenas, fueron sentidas también como buenas, es decir, la gente olvidó los orígenes de la palabra y
pasó a pensar que las acciones altruistas eran buenas en sí mismas, en lugar de serlo por sus efectos
Esta teoría busca y sitúa en un lugar falso a el auténtico origen del concepto “bueno”; el juicio “bueno” NO procede
de aquellos quienes se sintieron y se valoraron a sí mismo y a su obrar como buenos. Antes “los buenos” fueron los
nobles, los poderosos, los hombres de posición, y estaban en contraposición a todo lo bajo, abyecto, vulgar y
plebeyo. Partiendo de este phatos(empleo) de la distancia es como se adjudicaron el derecho de crear valores. El
duradero y dominante sentimiento global de una especie dominadora (nobleza) en relación con una especie inferior
(plebeyo) es lo que da el origen a esta antítesis entre lo “bueno y lo “malo”.
La palabra “bueno” no está en modo alguna ligada necesariamente a acciones “no egoístas”, como creen los
genealogistas de la moral.
Así como prescinden totalmente de una insostenibilidad histórica, prescinden además de un contra sentido
psicológico, porque la utilidad de la acción “no egoísta”, sería el origen de su alabanza y ese origen se habría
olvidado, pero como ser esto posible se pregunta Nietzsche, entonces nos dice que en realidad esa utilidad ha sido
antes una experiencia cotidiana, algo que permanentemente fue subrayado una y otra vez, la consecuencia de esto,
es que en lugar de desaparecer de la conciencia, es decir en lugar de “olvidarse” tuvo que grabarse en ella y por
tanto es, sin dudas, contradictorio decir que fue olvidado.
Nietzsche dice que las designaciones de lo “bueno” acuñadas por diversas lenguas en un sentido etimológico, se
remiten a idéntica metamorfosis conceptual; el noble, el aristocrático es el concepto básico a partir del cual se
desarrolló luego, por necesidad, lo “bueno” en un sentido anímicamente noble, anímicamente de índole elevada,
privilegiada, esto hace en paralelo que lo “vulgar”, “bajo”, “plebeyo” acaben por pasar al concepto de lo “malo”.
Frente a esto la casta sacerdotal, parte ineludible (inevitable) de la aristocracia, van a potenciar el concepto de
“bueno” y “malo” con el del hombre “puro” e “impuro”, el hombre “puro” va a ser entonces aquel que se lava, que
se prohíbe de ciertos alimentos causantes de enfermedades, que no se acuesta con las mujeres sucias del pueblo,
que siente asco de la sangre. Pero con esto se marca una gran diferencia ya que no solo se va a acuñar un nuevo
concepto para incluir en este repertorio de lo “bueno” si no que se va a instaurar un pensamiento venenoso
respecto de lo “malo”, es decir, que por primera vez la aristocracia busca controlar al plebeyo señalándole que su
forma de ser no es correcta, que es impura, entonces el plebeyo va a buscar la forma de ser “puro” ya que no quiere
ser hacer “mal” las cosas, quiere ser un hombre de “bien”.
Por eso dice Nietzsche que fueron los judíos los que se atrevieron a invertir esta identificación aristocrática de
valores (bueno=noble=poderoso=bello=feliz=amado de Dios), es decir, que fueron los judíos quienes crearon la
primera transvaloración de la historia, fueron los primeros en invertir esta cadena de valores establecida, como ya
dije, por la aristocracia, y lo hicieron profesando (manifestando) que los miserables, los pobres, los bajos, los que
sufren, los indigentes, los enfermos, los deformes, son los únicos bueno y son también los únicos piados, los únicos
benditos de Dios, únicamente para ellos existe la bienaventuranza, en cambio los nobles, los aristócratas serán por
toda la eternidad los malvados, los crueles, los ateos y por ello serán eternamente desventurados. Nietzsche nos
dice que con LOS JUDIOS comienza la rebelión en la moral, la rebelión de los esclavos
Esta transvaloración tiene su momento culmine en un hecho muy característico, conocido e importante para los
judíos: la crucifixión de Cristo. El pueblo, los esclavos, la plebe o como se los quiera llamar venció a la aristocracia,
como dice Nietzsche los “señores están liquidados, la moral del hombre vulgar ha vencido”.
La iglesia católica va a surgir de esta revolución, pero en lugar de acelerar esta causa y deseo de libre pensamiento y
bondad de los plebeyos, la aniquilo con el paso del tiempo, se perdió una aristocracia pero se engendró otra o mejor
dicho permitieron que otra los gobierne.
La raíz de todo esto, dice Nietzsche, que es el resentimiento, este se vuelve creador y engendra valores, es decir, los
plebeyos, malos, esclavos etc. crean valores nuevos (transvaloración) producto de su deseo de venganza en contra
de la aristocracia, pero lamentablemente, esta creación en función del “yo-no-yo” fuera del otro se volvió
irresponsable y ligera, porque cayeron en un gravísimo error. El aristócrata es feliz porque nació noble y lo
manifiesta a través de la actividad, en cambio el esclavo para ser feliz necesita ir en contra de otro, porque su forma
de expresión es la pasividad. Entonces el noble va a vivir con confianza porque es ingenuo, en cambio, el plebeyo
vive con angustia y resentimiento porque es más observador. En resumen, resentimiento hace que el plebeyo tenga
una desconfianza en el mundo, además su condición de pobre y dominado por los aristócratas, le permite reconocer
todo lo que esta encubierto y frente a esto no se cuida, espera y se humilla.
Así los nobles se convierten en los únicos capaces de admirar a su enemigo, los únicos capaces de sentir amor por el
adversario porque todo sentimiento va a ser fruto de esa admiración
En este punto tenemos que tener en claro que “bueno” es el noble, “malo” es el plebeyo y en cambio alguien
“malvado” es aquel que por fuera de toda superficialidad es un esclavo. Al principio los malvados eran los malos ya
que como forma de resentimiento en contra de la opresión aristócrata, no quedo más opción que despertar esos
deseos de desprecio y venganza contra ellos, cuando nadie se lo imagino la aristocracia empezó a mutar y a reventar
se su continua reclusión y encierro de constricción social, se cansó de tanta formalidad y entonces comenzó a dejar
salir la “bestia” que tenía adentro y para que matara a cuanto fiel e inocente se le cruzara, una vez que se dan
cuenta de esto, deciden, a su favor comenzar a manipular esta “naturaleza de ave de rapiña”, dice Nietzsche, para
que solo ellos pudieran desquitarse, y con esto los aristócratas lograron domesticar, humillar y amansar a los
plebeyos enseñándoles que ellos si debían esconder esta “naturaleza de ave de rapiña”.
Esta da origen a la creación de un odio hacia el hombre, un odio hacia eso “que está adentro de nosotros”, un odio a
eso que suele aflorar de nosotros, lo más humano, que nos enseñaron a reprimirlos.
Para Nietzsche el verdadero nihilismo es el estar cansado del hombre, es decir, haber perdido todo respeto de el,
toda esperanza en el, todo amor a e, esta, dice, Nietzsche es la verdadera peste Europea que los ataca y que debe
ser detenida. Jamás se debe perder la fe en el hombre, jamás debemos pensar que seremos mejores simplemente
siendo más dóciles y manipulables para los poderes mayores
Ahora bien decir que el simple título de noble define a los aristócratas como seres libres, es tan absurdo como creer
que el ser débil es un mérito del plebeyo solo “porque si”. Todo está sujeto a un instinto de auto-conservación y
auto-afirmación, donde toda mentira se santifica, ya que el sujeto necesita creer en la indiferencia, en la libertad
Bien ahora Nietzsche pone el foco en cómo se fabrican los ideales, y nos dice que la “debilidad” debe ser
transformada en “merito”, por otro lado, la “impotencia” debe ser transformada en “bondad” y la tan temida
“bajeza” en “humildad, la “sumisión” en quienes odia debe convertirse en “obediencia” (en este caso a Dios). La
“cobardía” del débil es llamada ahora por “paciencia”, el no-poder-vengarse se transforma en el no-querer-
vengarse y es llamado con el nombre de “perdón”, ESTAS SON LAS GRANDES VUIRTUDES. La gente parece
transformar la miseria en “distinción de Dios” tomando todo como especie de prueba tras la cual hay que salir vivir,
ya que creen en la esperanza de un bien mayor, la felicidad final, a esto llaman la Bienaventuranza.
Otra cosa importante es que también, los buenos, los justos, jamás han pedido un desquite, sino un triunfo de la
“justicia”, ellos no odian a su enemigo si no a la “injusticia” ellos no esperan venganza de Dios si no que se haga
justicia, entonces crean algo que sirve de consuelo para todos los sufrimientos de su vida y lo llaman “Juicio Final”.
En resumen, estos hombres que son los esclavos que sufren y se quieren vengar no lo hacen, hacen de eso una
virtud que es el perdón y llegan a creer que hay un juicio final donde Dios va a separar los buenos (pobres) de los
malos (ricos)
Todo esto de la humildad y la complacencia, no es más que una careta en realidad porque en verdad son los pobres
los que quieren tener el control en algún momento.
El tema del “bien” y “el mal” es lo ha ocasionado las más grandes guerras a lo largo de la historia del mundo En esta
lucha constante que hubo siempre los plebeyos han salido, la mayoría de las veces, victoriosos. Tengamos en cuenta
estos tres acontecimientos importantes respecto de este tema:
-Los judíos vencen a los romanos, (primera victoria)
-La plebe heredada de judíos vence a la iglesia dominante en el Renacimiento gracias a la Revolución Protestante,
que fue liderada por Lutero
-Finalmente, ya no bajo un tema religioso sino más bien político y económico. Los plebeyos vuelven a triunfar en
contra de la aristocracia de turno, la recién creada burguesía, a través de la mundialmente respetada y reconocida
Revolución Francesa
Segundo Tratado: Culpa”, “Mala conciencia” y similares
Acerca de lo primero que se refiere Nietzsche en este tratado, es a la curiosa capacidad de olvido que posee todo ser
racional, en tanto que vive y se desarrolla con otros. Toda persona que desee orden, tranquilidad y paz en su vida y
consciencia necesita del olvido, necesita no estar en presente con lo que puede no ser placentero.
Sin embargo pues el hombre, único animal con la capacidad de hacer promesas, a través de éstas logra un no-
querer-liberarse de aquellas cosas que deberían ser desechadas por el olvido, es decir, es capaz de crear una
Memoria de Voluntad tal que limite su jovialidad, felicidad, orgullo y presente, y, como consecuencia de todo esto,
pierde toda paz y tranquilidad existente en su consciencia. Este método es, sin lugar a dudas, la única forma de
visualizar el futuro, es decir, el “yo quiero” o el “yo haré” condicionan el estancamiento de nuestra voluntad de
manera que nos volvemos calculables, regulares y necesarios para algo. La fidelidad ante éste “yo haré algo” que
altera nuestro presente, volviendo calculable y predecible el futuro, lo llamaremos la Responsabilidad.
Pero a no cualquier persona le es lícito hacer promesas, es más, para llegar a ello se necesita de una ardua labor
social de adiestramiento de lo que Nietzsche llama “Eticidad de las Costumbres”. El proceso es el siguiente: se toma
una persona y se le es aplicado dicho proceso, que da como resultado el sentido de responsabilidad y un valor
importante sobre él. Cuando ya no sólo es él sino muchos más, cuando no está solo sino comparte con iguales y se
comienza a diferenciar de lo que NO han pasado por su proceso se crea la llamada “medida de valor”: a través de
ésta la persona se vuelve a sentir libre (así como lo fue antes de toda inhibición de olvido) y entonces se considera
autónomo nuevamente.
Esto es paradójico ya que el proceso de eticidad que lo transformo, se caracteriza por ser contrario a la autonomía,
considerando como inferiores a aquellos que, no como él, son incapaces de “hacer promesas”, es decir, son
incapaces de dominar el futuro, de elegir su destino. Se ha creado un instinto Dominante de conservación y
superioridad que distingue a estos supuestos “hombres libres” (por ende capaces de hacer promesas) de aquellos
que no lo son; a esto lo llamamos Consciencia.
Para que a el hombre le sea lícito responder por sí mismo y le sea lícito decir sí a sí mismo, se necesita de este
proceso, entonces la pregunta que surge es ¿cómo las naciones lo pudieron conseguir o al menos intentarlo? La
respuesta que da es que se puedo conseguir, lamentablemente a través de una mnemo-técnica-conductista que se
basa en los castigos y refuerzos negativos. Es decir, toda aquella nación que deseó grabar en la memoria de su gente
la responsabilidad, lo hizo lamentablemente, a través de castigos, torturas, sacrificios y muchas otras acciones que,
bajo ningún caso tenían como objetivo que “esa persona castigada” entendiera y grabara lo suyo, sino más bien que
“los demás” sintieran el terror y rechazo a “ese mismo castigo”.
Hasta este punto entendemos lo que se construyó como consciencia, pues ahora corresponde señalar cuál es la mala
consciencia o la culpa (Shuld). La culpa está relacionada con el nacimiento de la deuda (Shulded), y la
responsabilidad que hay entre los deudores y acreedores.
En esta relación acreedor-deudor, existió por primera vez lo que sería, un compromiso de restitución de cuentas,
una obligación y un deber formal y necesario. Es decir, el acreedor facilita algo a una persona, transformándose ésta,
inmediatamente, en deudor. Luego este deudor “debe” buscar la manera de pagar el favor prometido por el
acreedor y, de no lograrlo, el acreedor entonces está en posición de tomar lo que sea, por parte de su deudor (su
libertad, su cuerpo, su mujer o su bienaventuranza) y lo hace ´porque la verdadera paga que recibe el acreedor se
traduce de manera cualitativa, es decir, va gozar del placer voluptuoso de ver sufrir y hacer el mal a su deudor, esto
es el derecho a la crueldad.
En la esfera de las obligaciones, es donde nacen los conceptos culpa, conciencia y santidad de deber (aquello que
debes hacer, que no puedes obviar)
El sufrimiento forma parte constitutiva de la consciencia del hombre; el hecho de que ver sufrir deleita y causar un
sufrimiento deleita aún más, dice Nietzsche sin crueldad no hay fiesta.
Ahora bien Nietzsche va a tratar de explicar como el hombre puede escapar de esta consciencia, de esta moral de la
conciencia. Y nos dice que lo que nos turba realmente no es el sufrimiento en sí mismo, sino el profundo absurdo
que hay detrás de él: así como algunas personas buscan justificar su “mal” efectuado en otros, aquellos afectados
siempre por este, buscarán una excusa para ablandar su dolor; y es aquí es cuando se crean las representaciones
religiosas.
Esta relación entre acreedor y deudor, es la relación en la que por primera vez los seres humanos se “midieron entre
sí”; esta se presenta incluso en las civilizaciones más bajas y antiguas de las que se tenga registro. Fijar precios, tasar
valores, cambiar etc, permite que nazca el pensamiento complejo en el hombre, la perspicacia, por lo tanto, aquí es
también donde nace su sentimiento de superioridad con respecto al resto de las especias vivas; después de todo, el
ser humano es humano en tanto que valora, taza, mide o clasifica las cosas.
Ahora bien, cuando la sociedad se adaptó completamente a ésta perspicaz descripción, es cuando se creó o se dio
lugar al nacimiento del concepto de Justicia, que da a su vez pie al nacimiento de la “bondad de ánimo”, la
“equidad”, toda “buena voluntad”, el “saber entendernos”, los compromisos. Por lo tanto, aquí nace la opresión
misma de una persona hacia alguien más bajo, hacia alguien que me “debe” algo; tengo ahora derecho a forzar a
alguien a que haga algo que yo quiero.
Esta prehistórica manera de existencia, la relación acreedor-deudor, es la que se usa hasta el día de hoy en casi todas
las ciudades, pueblo y naciones del mundo. La sociedad es la acreedora de todo, la que nos entrega un montón de
cosas no tan necesarias, pero que sí hemos sobrevalorado mucho, y entonces pasamos a estar en deuda con ella.
Cuando no cumplimos con nuestra parte del “compromiso “se nos es privado de los bienes, somos expulsados y
quedamos sumidos en la miseria.
Y quien no sólo no cumple con el compromiso sino que además causa un daño, no solo es expulsado sino también
cargado de una pena. A raíz de esta “pena” es como nació toda guerra, todo gran castigo, ya que éste perjuicio en
contra del acreedor permite el desenfreno de la hostilidad.
A continuación se propone atacar a todas aquellas personas que pretenden buscar, y fundamentar, el origen de la
moral en el terreno del resentimiento: ante un semejante siempre debe brotar otro semejante; a toda venganza
siempre se le santifica con la justicia, con el objeto de lograr suplementar los efectos reactivos en general sobre
algo.
Yo no me escandalizo por esto, es más, veo que es biológicamente lo más sensato, el problema es cuando el origen
de esa venganza es el resentimiento mismo; se puede estar a favor de la envidia, el despecho, el rencor, la sospecha,
pero jamás del resentimiento. A este método lo llama, en tanto que se fundamenta en lo reactivo, el principio de
Equidad Científica.
Cuando el fundamento no es lo reactivo, sino más bien lo activo, se involucran, como en todo pensamiento activo,
ansias de poder, agresividad y ambición (entre otros), por lo tanto queda fuera de todo pensamiento que vele por la
equidad. Pero lo peor de todo esto es que siempre el hombre activo es aquel que ha poseído el ojo más libre y la
consciencia más buena; por lo tanto ya imaginamos quién es de la consciencia mala. Históricamente, y esto es lo más
triste, sólo ha reinado la justicia con fundamentos activos
Nietzsche va analizar cómo surge la conciencia individual, el derecho a la justicia entendida como regulación de la
vida dentro de una sociedad. Considera que todas las leyes escritas, que tratan de definir lo justo a partir de lo que
está permitido y lo injusto a partir de lo que no está permito hacer, son un estorbo para la vida
Nos dice que la pena, sin lugar a dudas, a mutado de sentidos así como de procesos particulares parte de un
desarrollo que sí tiene historia, por lo tanto se vuelve casi indefinible su sentido único, real. Sin embargo se atreve a
dar una definición lo más cercana posible, entendiendo a la pena como aquello que permite despertar en un
“culpable” su sentimiento de culpa; es un instrumento que permite generar mala consciencia y remordimiento.
Bueno, al menos esta puede haber sido su intención inicial, pero podemos encontrarnos con delincuentes que no
tiene culpa.
Entonces, ¿Qué es esta la mala consciencia?, así como es difícil definir ésta cuestión, así es de complicado
igualmente conseguir que una persona sienta la culpa tal y como hemos querido que la sienta luego de la pena
aplicada en él, digamos que por ésta razón es tan difícil asegurar que la pena a logrado el objetivo que se propuso.
Bueno, al ver que la primera definición se desmorona un poco, si vemos que su utilidad se vuelve nula, Nietzsche
anuncia una posible segunda definición de lo mismo (pena): diciendo que la pena, puede entenderse como la
intensificación de la inteligencia, producto de la crítica sobre mi propio acto, en fin, “domésticamiento” del hombre

Y va a entender por “mala consciencia”: a la profunda dolencia que comenzó a recorrer dentro del humano cuando
se topó con el sortilegio de la paz y la sociedad, cuando se vio interiorizando todos los instintos que antes expulsaba
con facilidad (crueldad, enemistad, placer, agresión, persecución, etcétera), cuando se le declaró guerra y se le privó
de su libertad, lo salvaje y vagabundo que lo caracterizaba; el hombre comenzó a sufrir por sí mismo.
Parece ser que junto con ésta inhibición del instinto animal del hombre nace una promesa, un justificativo poco
usual que promete ser válido para todo, que nos presenta a nosotros mismos como un camino y no como una meta
en sí mismos.
Fue el Estado el creador de ésta mala consciencia: quien por naturaleza es señor llega igual que el destino, sin
motivo, sin aviso, sin razón, ni consideración y es demasiado convincente y distinto para si quiera ser odiado.
La mala consciencia se basa en una “crueldad contra nosotros mismos”, un desinterés y auto-negación que provocan
tanto la creación de lo bello como la de una moral, por lo tanto a través del consentimiento del “no egoísmo” damos
pie a la empatía y el sacrificio por un otro que no somos nosotros mismos; le damos asidero al no egoísmo.
Nietzsche analiza la historia del Oriente respecto a éste tema de la mala consciencia, en relación a sus antepasados,
y nos dice: Que en un inicio un conjunto de personas comunes y corrientes, crearon una estirpe de sacrificios y dolor
en función de la creación simbólica de su propia sociedad. Más tarde, durante cada generación que siguió a ésta, se
sintió en “deuda” con ésta primera generación y por eso se siguió la tradición, se continuó con los sacrificios, dando
lugar a la creación de una urgente necesidad de indemnización al “acreedor” antiguo; se crea temor al antepasado.
Hemos de recordar entonces dos cuestiones que se han heredado de generación en generación, una de éstas es el
“bien y el mal” que no ha entregado la aristocracia y la otra es la “culpa y deuda” entregada por la concepción de
antepasados y Dioses varios
Frente a esto Nietzsche nos dice que llegó entonces la hora de liberarnos de todo esto, de buscar nuestra vida sin
deberle nada a nadie, ha llegado la hora de alcanzar la “segunda Inocencia” (Unshuld). Entiéndase que, incluso, el
bien y el mal y la culpa no son en si tan destructivos a como se muestran en fuerza unidos frente al concepto de la
mala consciencia; éste es el verdadero problema. Y para librarnos de todo esto debemos volver hacia atrás. Se debe,
sin lugar a dudas, ir en contra de la base, el deudor mismo. Sí se elimina el deudor, termina la culpa y además la
sensación insostenible de deuda.
Pero al tratar de hacer esto nos topamos con un hecho histórico muy importante: el Dios cristiano, que se sacrificó
por sus deudores dese el amor
El hombre no solo debe lidiar con el hecho de ser domesticados por el estado a través de una propuesta de crueldad
contra el animal-hombre a través de una voluntad auto-tortura que coincida frente al “bien y el mal”, sino ahora
también debe lidiar con una deuda con el Dios mismo. Para Nietzsche esto ha de ser, sin duda, la locura más grande
jamás contada.
Por otro lado, en Europa, los griegos supieron mantenerse alejados de la mala consciencia, a diferencia de lo tratado
anteriormente, porque en ellos es sus Dioses se acercan más al animal-humano que cualquier otro que podamos
haber conocido. El fundamento de los griegos no es el pecado, sino una locura entendida, asumida y construida. Los
Dioses Griegos no culpabanal humano, es más, lo justificaban, daban una explicación de “por qué” el humano
actuaba así.
Finalmente va decir, que los hombres modernos cargan con siglos y siglos de auto-tortura y odio al animal-hombre,
heredamos una concepción de que el instinto es innatural. Necesitamos que alguien nos salve, necesitamos de la
redención de algo que esté más allá de la voluntad de la nada, de Cristo y del nihilismo. Necesitamos un vencedor de
Dios y de la nada, alguna vez tiene que llegar.

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