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Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Especialización en Infancia, Cultura y Desarrollo


Historia e Historias de Infancia

DeMause, Lloyd (1974). La evolución de la infancia. Historia de la


Infancia. Traducido por: López, María Dolores. (1994). Madrid: Alianza.
Por: Laura Gabriela Ceballos Ramírez

La Infancia ha sido uno de los conceptos más difíciles de rastrear en la historia debido a la falta de fuentes
bibliográficas y datos históricos puntuales. A pesar de ello, el pensador social Lloyd deMause logra rastrear no
el concepto, sino distintos comportamientos alrededor de lo que actualmente se consideran los infantes, a
través de documentos históricos y literarios. El autor presenta varias teorías que restan importancia a los
primeros años del niño, así como también teorías que lo idealizan, entre ellas, le da cierta importancia a la
teoría de Philippe Ariès en las cuales observa datos ocultos e inconsistencias en su planteamiento.

En un principio, deMause afirma que los cambios que se presentan en la historia están determinados
directamente por “los cambios ‘psicogénicos’ resultantes de interacciones de padres e hijos en distintas
generaciones”. Es decir, que la personalidad de los individuos se forma de acuerdo a las relaciones y
condiciones sociales del momento presente y de sus propios antepasados. Para ello, se nos recuerda algunos
de los principios psicológicos que se toman en cuenta a lo largo del análisis. El primero de ellos consiste en la
reacción proyectiva que se da como “una forma más concreta e incisiva de descargar sentimientos en otros”,
el segundo consiste en la reacción de inversión que se presenta por la necesidad de los padres de asignarle el
papel a los hijos como únicos benefactores de su propia felicidad.

Se puede ver a lo largo de la historia que costumbres de la vida cotidiana relacionadas con el estado físico y
psicológico de los niños como las prácticas de vendaje y la creación de historias fantasmales surgen como
métodos de control siempre ligados a la moral de la época. De Mause afirma que “la atención proyectiva
requiere siempre como primer paso la proyección del inconsciente del adulto en el niño” lo que hace que sea
desproporcionada e insuficiente para sus requerimientos, pero si ni siquiera el adulto es consciente de los
suyos propios, es muy difícil controlar lo que es natural en esa evolución psicogénica. En el caso contrario, la
reacción de inversión “se expresa siempre en función de lo que los hijos pueden deparar a los padres”. Así se
puede ver que las necesidades del hogar y hasta las necesidades sexuales de los padres son atendidas por los
niños.

Estas dos reacciones juntas provocan un efecto que DeMause define como “doble imagen” en la cual se
descargan en el niño esta reunión de sentimientos en el niño, que produce una dicotomía, incluso del
imaginario creado del infante que se debate entre el bien y el mal. Utiliza el autor como ejemplo, la circuncisión
que manifestaba una reacción de proyección en tanto se podía inspirar terror y moralizar acerca de las
prácticas sexuales, pero a la vez se revelaba una reacción de inversión ya que la relación del pene y el pezón
en el simbolismo creado y en la práctica ritual daban lugar a una manifestación se satisfacción y prolongación
de la vida. Se puede observar que algunas prácticas como el infanticidio, el abandono, la práctica de la
lactancia, el control de la evacuación, la disciplina y el sexo se encuentran a lo largo de la historia y en varias
culturas a raíz de la doble imagen.

Hay una tercera reacción, que es la empática. DeMause la define como “la capacidad del adulto para situarse
en el nivel de la necesidad de un niño e identificarla correctamente sin mezclar sus propias proyecciones”. En
este sentido, el adulto debe hacer lo posible por adquirir una consciencia mediante el reconocimiento de sus
deseos y sentimientos. Probablemente dicha acción lograría mitigar algunas de las prácticas anteriormente
descritas y le daría un poder al niño para cumplir su función como “defensa del mismo adulto”. La empatía es
una de las capacidades que pueden desarrollar los individuos en función de sentir y razonar como una persona
distinta de sí mismo, como el “otro”.

En uno de los ejemplos dados por DeMause se recuerda el momento en que “Fenelon recomienda que se
formulen a los niños preguntas como ésta: “¿Te dejarías cortar la cabeza?”. Se podría pensar que este tipo de
preguntas tendrían una respuesta lógica por parte del cuestionado, sin embargo, podemos ver que las
respuestas que generan las madres a este tipo de preguntas eran determinadas en primer lugar por las
emociones, en oposición a los razonamientos; y en segundo lugar, por las costumbres y la moral basada en los
principios filosóficos que promulgaron y promulgan las religiones.

Todo lo anterior, evidencia los cambios psicogenéticos de los que habla deMause que se pueden evidenciar
en el control que ejercen las instituciones en la historia, e incluso las reproducciones culturales a las que se da
lugar, dejando una pequeña esperanza de cambio.

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