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El PRINCIPE
Encantador...
MICHELLE M.PILLOW

Principe Reid, jefe de la Avanzada, está feliz de vivir por los caminos de
su padre. Ninguna mujer está a salvo cuando él fija su mira a su encanto en
ellas. Reid no quiere amor, solo quiere un buen momento. Cuando se presenta
la oportunidad de escapar en una misión como embajador, salta a la
oportunidad - especialmente cuando ese viaje incluye destinos exóticos con las
mujeres más exóticas. Pero hay una mujer que no ha contado...

La mujer que no se deja encantar...

Jasmine St. Claire parece tenerlo todo. Sin embargo, las apariencias
pueden ser engañosas. En la huida, ella elige una nave que puede llevarla lejos
de todo - la del embajador Var. Lo que no contaba era que el encantador
príncipe Var ha decidido que quiere reclamarla para él.

“Las mujeres son como la fruta de


un árbol, para probarse, disfrutar, y
luego desecharse por la siguiente
pieza. Mantén una demasiado tiempo y
seguramente se pudrirá en tu mano.”

El Rey Attor de Var

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CAPÍTULO 1
El Príncipe Reid, Comandante de Var de las Tierras Exteriores, sonrió
antes de abrir incluso sus ojos. Oh, sí. La vida en el espacio era buena, muy
buena. Bendecía a su hermano gemelo, Jarek, por saber todos los lugares
correctos para pararse. Y bendecía a su piloto, Rick, por tener la precaución de
reservar la mansión Galaxy Playmates de antemano.
Estaba en uno de los dormitorios de la playmate1. Todo el lugar estaba
adornado con seda rosada y gasas. Era suave y femenino, al igual que su
compañía en la cama. Sonriendo, Reid pasó la mano izquierda bajo las mantas
para tocar a la mujer de su lado. Sus dedos rozaron su pecho desnudo lo que la
hizo suspirar mientras dormía. Era morena y hermosa, con el cuerpo de una
bailarina, tenía un poco genéticamente alterado. Luego, volviéndose a su otro
lado, suprimió un gemido al ver a la rubia. Era pequeña, más menuda, y tan
hermosa como su amiga. Ella había necesitado ser más convincente para que se
uniera a la fiesta, pero si algo existía era cómo Reid sabía encantar a las mujeres.
Además, siendo un Var era fácil, sintiendo el deseo de una mujer y ella había
estado más que dispuesta. Sintiendo un movimiento en su pierna, se sentó. No
necesitaba mirar debajo de las sábanas, para saber que había una pelirroja
ardiente enroscándose entre sus rodillas, profundamente dormida.
Con una habilidad nacida de años de práctica, diestramente desenredó sus
miembros y salió de la cama sin despertar a nadie. Jarek quería irse temprano
esta mañana. No podía culpar a su hermano. El deber llamaba y ya estaban
retrasados.
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N.T: Una playmate es aquella modelo que aparece en la revista Playboy señalada como tal de forma
mensual.

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Se suponía que estaban en una misión de embajadores con Nozando. Pero,
hey, el “deber” pasó a llamar a la mansión Galaxy Playmates. Rick no podía
conseguir un reembolso de su deber y ¿quién iba a decir no al deber?
Normalmente, su hermano menor, el príncipe Quinn, se haría cargo de
tales viajes de embajador. Pero la esposa de Quinn estaba a punto de tener su
hijo y no quería abandonar el palacio de Var. Reid frunció el ceño, haciendo una
pausa mientras se vestía. Sus hermanos Falke y Kirill también tenían hijos.
Estaba feliz por ellos, por supuesto. Le gustaban los niños bastante, y a ellos
parecía gustarles. Estaba orgulloso tomando a sus sobrinos en sus brazos y
ayudar a criarlos, como era la costumbre Var.
Los niños no era por lo que fruncía el ceño. Lo fruncía porque sus
hermanos estaban teniendo los hijos con compañeras de por vida. Cada uno se
casó y se acopló a una mujer para el resto de sus largas vidas. Para los Var que
vivían cientos de años, era un tiempo largo. Si sus compañeras murieran, sus
hermanos estarían solos para siempre.
Los compañeros de por vida eran un privilegio reservado más para las
clases bajas: comerciantes, agricultores, cazadores y los más bajos soldados
cualificados, todos los hombres que mal podían permitirse el lujo de mantener a
muchas compañeras en un planeta tan falto de mujeres en primer lugar. Su
planeta de origen Qurilixen sufría radiación azul que hacía a las niñas malditas
casi imposibles de concebir.
Sin embargo, estando mayoritariamente rodeado de varones no había
dejado que el Príncipe Reid dejara de encontrar los placeres del sexo femenino
desde una temprana edad. Gracias a las estrellas por estas misiones de
embajador y al harén de mujeres de su padre. Su padre, el rey Attor, sólo había
dormido con la mitad de sus mujeres, dejando la otra mitad como presa fácil
para sus hijos cuando murió. Reid se aprovechó descaradamente. Echó un
vistazo a la cama con un sentido de orgullo y vanidad masculino.
—Mmm, príncipe —Gimió la morena—, distrayéndole de sus
pensamientos. Se movió pero no se despertó. Reid vio su brazo fracasar
alrededor de donde el calor de él había estado. Sabía que todas dormirían
profundamente. Les había exigido mucho a las tres la noche anterior. Las
pobres mujeres tuvieron que tratar de mantenerse al día con su resistencia.
Habían hecho un buen trabajo y no las podía culpar por no poder cumplir con

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él por completo. Era un Var, un catshifter, y sus apetitos carnales eran difíciles
de saciar.
Reid estudió su tez oscura en un espejo mientras tiraba de los cordones
cruzados en su cintura. Pasando un cepillo por su cabello largo hasta la cintura
y oscuro, lo arregló. Sabía que las mujeres lo consideraban guapo y por tanto,
¿qué si él lo sabía también? Estaba en un estado físico superior y sabía cómo
comportarse.
—Mmm, príncipe —Las palabras femeninas fueron seguidas de una risita
tonta suave. Esta vez no se giró.
Reid llevaba la ropa de su pueblo, principalmente porque lucían los
músculos de sus exteriores de sus muslos a través de los laterales de los
cordones cruzados. La camisa era más lo que Jarek llamaba un tanque2, con
cordones en los costados por debajo de los brazos. Había estado escuchando a
su hermano gemelo, tratando de recoger las formas mundanas de Jarek.
Aunque realmente encontraba que ser el “inexpugnable” bárbaro lo que volvía
a las mujeres salvajes. Todas ellas querían entrenarle y domarle. Las dejaba
fingir, pero la verdad era que el príncipe Reid nunca sería domado.
Mirando a las tres mujeres muy satisfechas, sabía que nunca estaría feliz
con una mujer. No había ningún modo en que una mujer pudiera satisfacer sus
desenfrenadas necesidades. Dejaría lisiada a la pobrecita en menos de una
semana si lo intentara.
No, Reid no podía entender por qué sus tres hermanos decidieron ligarse.
Para él, una unión de por vida no era inteligente con los del tipo Var. Una vez
se hacía una unión de por vida, no se podía deshacer. Los Var vivían mucho
tiempo y pasar esa larga vida con sus compañeros de por vida, ayudados por el
mismo poder místico que los guiaba y la radiación del sol azul. Pero muchos
podían vivir cientos de años. Si un compañero de por vida moría, el viudo se
condenaría a siglos de angustia. Muchos Var habían muerto por tal destino.
Por eso Reid, y su molesto doble, Jarek planearon no enamorarse nunca.
¿Cuál era el punto? Con tantas mujeres bellas dispuestas por ahí, ¿quién quería
elegir sólo una y arriesgarse a siglos de infelicidad? Seguramente que podría

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N.T: sin mangas, ajustada, generalmente de punto con tirantes anchos y no abierta frontalmente.

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tener compañeras intermedias finalmente. Un hombre tenía necesidad de tener
hijos. Pero, nunca una compañera de por vida.
Miró a las mujeres de la cama. La rubia suspiró, moviéndose en su sueño.
Su mano cayó en el pecho de la morena. Él sonrió abiertamente.
Era como su padre siempre decía: “Las mujeres son como la fruta de un árbol,
para degustarlas, disfrutar, y luego descartarlas por la siguiente pieza. Mantén una
demasiado tiempo y seguramente se pudrirá en tu mano.”
A Reid no le gustaba la idea de la fruta podrida. Le gustaba su refrigerio
fresco, maduro, y por tanto, muy jugoso. Con eso en mente, echó un vistazo a la
morena de grandes pechos y sonrió. No, nunca se enamoraría. No quería
hacerlo. Guardando los recuerdos de las Playmates que había con él, dejó el
seductor dormitorio.
—Ya era hora —Bromeó Jarek, separándose de la pared cuando Reid salió
de la habitación—. A pesar de que físicamente se le parecía, Jarek estaba
vestido como su tripulación, ajustados pantalones negros y una camisa más
suelta. Tenía el pelo largo y oscuro recogido de su rostro, mostrando un tatuaje
negro. —Estaba a punto de enviar refuerzos. Me preocupaba que no fueras
capaz de manejar a tantas.
Reid se rió.
—Deberías temer que llevara a un par de compañeras intermedias a la
nave conmigo.
—Ni siquiera bromees con eso —Jarek rodó sus ojos—. Ya atrapé a Rick
tratando de pasar de contrabando a dos de las chicas a bordo. Si no fuera por
sus protestas, podría haber tenido éxito.
Los príncipes Var habían nacido de mujeres diferentes, todos menos Reid
y su gemelo, Jarek. Kirill, el mayor, era el nuevo rey y el primero en enamorarse
de una mujer. No le había sorprendido mucho a Reid que Kirill hubiera
encontrado una compañera de por vida. Ulyssa, la nueva reina Var, era una
buena mujer. Solía trabajar para la Agencia de Inteligencia humana y hacía una
buena pareja para el líder de los Var. Era inteligente, astuta, y sabía cómo usar
un arma. Para su crédito, amaba a Kirill muchísimo.
Sin embargo, ¿una sola mujer? Reid no lo entendía.

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El segundo en caer, el príncipe Quinn era el Embajador Var. Se había
apareado con una científica ESC que había ido a Qurilixen para deshacerse de
las bioarmas. La Dra. Tori Elliot era muy inteligente, y un poco demasiado
seria, también era una buena elección para la familia real. El rey Attor había
traído las armas al planeta para matar a su enemigo de tanto tiempo, los Draig,
una raza de cambiaformas dragón. Aunque ahora parecía que el odio de su
padre por los Draig no estaba justificado, ya que Kirill había logrado conseguir
la paz.
La mayor sorpresa de todas fue cuando el Comandante de los ejércitos de
Var, el estoico príncipe Falke, se había unido de por vida con una Capitana
Espacial que lo había secuestrado. Reid había estado seguro que Falke nunca
sucumbiría a una mujer. Pero Samantha había capturado el corazón de su
hermano, de alguna manera, haciendo que el gran guerrero malo sintiera.
Ahora bien, Sam era muy inteligente, pero no era una ex agente secreto como
Ulyssa y ninguna científica supercumplidora como Tori. Ella era, por otra parte,
un poco listilla cabeza dura, y el príncipe Reid podía más que apreciar esa
cualidad en ella. De hecho, para irritación de Falke, la animaba de buena gana.
—¿Estás seguro que tenemos que ir a Nozando? —Preguntó Reid,
poniéndose al paso de su hermano—. No estaban lejos de los muelles, y, siendo
tan temprano por la mañana, estaban solos en los lujosos pasillos.
—El deber llama y lamentablemente lo hace lejos de aquí —Dijo Jarek—.
De los dos, él era el más tranquilo.
—Yo digo que deberías haber dejado que Rick metiera sus polizones.
—Siempre está el nef —Bromeó Jarek—, si te sientes demasiado distraído
para hacer tu deber para con nuestro reino.
Su padre, el rey Attor, había muerto en una batalla hace poco. Era un buen
rey, uno que trabajó mucho por su pueblo, pero animó a los hombres a tener
demasiado control en el dormitorio, bebiendo nef, una bebida que calmaba
sexualmente a los Var y le daba moderación. Reid nunca había bebido esa cosa
él mismo.
—Ugh —Reid hizo una mueca—. Nuestro padre era un buen hombre, que
en paz descanse, pero nunca estuve de acuerdo con sus puntos de vista sobre la
completa moderación sexual. ¿Por qué deberíamos domar nuestra naturaleza?
Somos Var. Deberíamos estar orgullosos de nuestra habilidad.

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Hace mucho las cosas habían sido diferentes para los Var. Fue en una
época salvaje, un tiempo cuando los Var dejaron que las emociones gobernaran
sus cabezas y sus corazones. Actuaron temerariamente y por puro instinto. A
Reid le gustaba la forma de pensar de sus antepasados. La vida era demasiado
corta para contenerse de los placeres sexuales, de cualquier placer mundano.
No, el único uso que encontraba para una compañera era mantener su casa
limpia y cocinar. Bien podría contratar a un criado para eso con menos dolor de
cabeza.
No habría ningún modo que Reid bebiera nef para calmar sus apetitos.
El viejo rey había sido un hombre duro, pero respetaba a su padre y sus
ideales. Attor había impulsado a los hombres Var a demostrar su valía y su
fiabilidad con el desprendimiento de las emociones. Enseñó con el ejemplo que
para probar grandes proezas en el dormitorio demostraría destreza en el campo
de batalla, hasta que la fuerza en una significaba una resistencia en lo otro.
Si eso fuera verdad, Reid sabía que tenía más que suficiente destreza para
compensar a sus tres hermanos ya instalados. De hecho, debería estar
malditamente cerca de inmortal.
—Además —Dijo Reid cuando esperaban que la puerta metálica que
llevaba a los muelles espaciales se abriera—, eres el adecuado para hablar del
deber al reino. Mientras yo he estado peleando una guerra, tú te has estado
aquí, volando libre por el espacio.
Era un viejo argumento, al cual ninguno de ellos tomaba como ofensa.
—Ah, no otra vez. Tengo cuatro hermanos que no me necesitan para
ayudar a dirigir el reino —Jarek rechazó a Reid fácilmente—. Se decidió que
saliera al universo y aprendiera sus costumbres. Eso es lo que he hecho. No oí
ninguna queja cuando envié las partes integrantes nuevas para el ordenador
central de palacio.
—Hablando de eso, Kirill todavía quiere que tú cambies los ajustes —Dijo
Reid—. Siren disparó el láser a Tori en el culo y me encerró a mí en la cámara de
las armas, porque la llamé una pieza oxidada de basura cibernética.
Jarek se rió. Siren era como se autodenominó el ordenador central, desde
que Jarek la había programado con una meticulosa personalidad femenina en el
palacio de Var.

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—¿Crees que es gracioso? —Reid arqueó una ceja.
—No, lo que es gracioso es que no recuerdo los códigos de seguridad para
entrar y arreglarla —Jarek sonrió abiertamente.
—Tíos, ¿venís o qué? —Gritó Rick desde la nave—. Si planeáis seguir ahí
hablando, voy a ir yo mismo a buscar otra playmate para…
—¡Ya vamos! —Gritó Jarek, agitando su mano para impulsar a Rick para
que volviera dentro de nuevo. A Reid le dijo—. Vamos. Terminemos con esto.
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Cuatro días más tarde…
Jasmine St. Claire miró a su esposo mientras daba su discurso. Era el
mismo que había dado en los palacios, en las mesas de la gente rica, a sí mismo
en el espejo del dormitorio. Era el discurso que ella había escrito para él, hasta
la última palabra. Pero ella sabía que mirándola, su rostro congelado en una
amable sonrisa de apoyo, nadie la creería si lo contara. Para el mundo, ella era
vacua, un accesorio vacío que venía adjunta con el Dr. Chadwick St. Claire.
Jasmine amplió su sonrisa en el momento justo, cuando su marido dijo la
broma que había escrito para él. Como siempre consiguió una gran carcajada.
Esta era su vida, el matrimonio con el doctor muy rico, y muy famoso. Había
sido joven e ingenua cuando dijo sus votos. Chad la había enamorado,
agasajándola durante unos pocos meses cuando la visitó en la casa de su padre.
La realidad la golpeó durante la luna de miel y el matrimonio con el buen
doctor no fue lo que ella había imaginado en sus sueños. No tenía a nadie a
quién culpar de ello, salvo a ella misma.
Había hecho ella su rica cama y ahora estaba ahogada en sus sedas. Nadie
nunca le dijo lo que pasaba después de que el cuento de hadas terminaba.
Había una razón para ello. El felices para siempre del final no duraba mucho.
Jasmine respiró hondo, manteniendo su cara en blanco. La chaqueta de su
vestido le daba calor, pero sabía que no podía quitársela. Chad hizo una pausa
para buscar efecto, como le había marcado en el discurso que hiciera, y, luego
continuó hablando, las palabras fluían elocuentemente de su boca.
El planeta montañoso de Nozando organizaba una conferencia médica
gigantesca cada dos años. La conferencia era financiada por la MAPH, la
Alianza Médica para la Salud Planetaria. La alianza tenía sus manos en todos

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los campos de la medicina, los suministros medicados, seguros, estudios
científicos y los avances. Chad odiaba perder una sola de estas conferencias, ya
que era una oportunidad de darse a conocer por los grandes. Todo el que era
alguien en el campo médico asistía o enviaba representantes para que asistieran
por ellos.
Este era el primer año que Chad hablaba y había estado particularmente
nervioso por ello. Jasmine había pagado ese nerviosismo en más de un sentido.
Pero no era nada a lo que ella no estuviera acostumbrada. Tales eran las
consecuencias de estar casada con Chad.
Las conferencias estaban en su tercer día, con sólo dos más por delante.
Había estado sentada durante numerosos discursos, pero había sido excusada
de asistir a las fiestas posteriores. Jasmine no se engañó. Sabía de las strippers
que entretenían a los hombres en las fiestas, tanto en el escenario como en el
dormitorio. Como siempre, hizo la vista gorda de las indiscreciones de Chad.
Tenía sus razones para hacerlo.
Estaba sentada en una mesa de comedor redonda, adornada con un
gigantesco adorno de flores en el centro y cubierta con las copas de vino de los
demás que había a su mesa. No habló con ninguno de ellos. En realidad no
hablaba con nadie, a menos que Chad le presentara a un médico prominente.
Era más fácil así. Mientras la multitud aplaudió a su marido, ella se levantó y lo
aplaudió diligentemente apoyándole. Él dio varias veces las gracias antes de
bajar las escaleras laterales del escenario.
Chad era un hombre guapo, tan refinado y elegante. Sólo mirándolo te
hacía pensar en un caballero. En el caso de su marido, el aspecto no era
necesariamente engañoso, ya que era en cada centímetro un caballero. Estaba
vestido como los otros médicos, con una chaqueta oscura, un traje formal
apropiado que le llegaba a las rodillas y abotonado completamente en la parte
frontal. Debajo, los pantalones eran un mono completo, sirviendo de ambos,
pantalones y camiseta.
Aunque era un hombre delgado, su presencia llamaba la atención. Él
encarnaba todo lo que los que tenían dinero y riqueza se esforzaban por tener.
Un patrón hermoso, limpio, y aunque no exactamente de músculos cincelados,
estaba entonado y era considerado muy agradable a la vista. Tenía el pelo
negro, salpicado sólo ligeramente de canas en las sienes, y unos ojos azul claros.
Era un hombre encantador, y agradable para estar a su alrededor. Si él quería
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que te gustara, lo más probable lo lograría. Utilizaba su encanto y gracia para su
mayor beneficio. Ese encanto era lo que había hecho que Jasmine lo amara, y
cuando su encanto se fue así lo hizo su amor.
Jasmine levantó su mano enguantada a su mejilla cuando él se inclinó para
besar en lado de su cara. Era un beso muy casto, uno al que estaba muy
acostumbrada. El afecto era todo para él espectáculo. El auditorio aplaudió más
alto. Obviamente la actuación había funcionado. La imagen de una pareja feliz
era completa.
—Perfecto —Le susurró en su oído.
Jasmine se retiró y Chad graciosamente la ayudó a sentarse de nuevo en
su silla. Decir que su marido no la amaba no era justo. Quizás la amaba
demasiado, poniéndola demasiado alto en un pedestal, esperando que ella se
quedara en ese pedestal. ¿Quién era ella para juzgar cómo sentía realmente
Chad? Él le decía cada día que la amaba. Pero, entonces otra vez, ella siempre se
lo repetía en contestación a él.
Chad se inclinó sobre la mesa y agarró su mano, apretándola. Era raro que
lo hiciera así y lo miró. Sus ojos estaban clavados en los suyos y ella se inclinó
adelante.
—El Dr. Ellington está aquí —Dijo Chad—. Sonríe más.
Jasmine ensanchó su sonrisa, aunque por su vida no podía recordar quién
era el Dr. Ellington. Chad le soltó la mano y ambos volvieron su atención al
podio. Un médico mayor con un traje azul oscuro subió al escenario.
—En estos momentos, nos gustaría rendir homenaje en honor a un gran
hombre y científico distinguido, el Dr. Simon Martens. El Dr. Martens
recientemente falleció librando a un planeta primitivo del armamento biológico
—Dijo el orador. Una imagen holográfica de un anciano apareció al lado de él
en el podio. Era una fotografía del fallecido Dr. Martens. Había tenido una cara
redonda, parcialmente calvo con unos ojos amables—. Pero su trabajo de
documentación y clasificación de especies exóticas de insectos han allanado el
camino para grandes saltos en la medicina moderna…
Jasmine escuchó a medias, sin realmente pensar en nada. Mantuvo sus
ojos en el frente, sin preocuparse de mirar alrededor. Siguió el ejemplo de la
multitud, asintiendo con la cabeza cuando el orador dijo algo. Necesitaba toda
su concentración sólo para mantener la mirada sin vida en su cara.
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Se quedó mirando la sonrisa en la cara del Dr. Martens, no amenazante,
feliz, amable. Era un hombre que había conocido la alegría en su vida. Deseo
poder cambiar su lugar con él, dar la vida por él.
***********
Reid miró a Jarek y sacudió la cabeza. Nozando era un planeta hermoso,
lleno de exuberante vegetación sobre un terreno montañoso. Era uno de los
lugares más bonitos a los que había ido de viaje como embajador, sin contar con
la mansión Galaxy Playmate, por supuesto. No es que hubiera estado en
demasiados sitios viajando como embajador.
Casi gimió recordando la mansión. Si no tuviera un deber con su pueblo,
consideraría vivir en aquella paradisíaca isla flotante, rodeado de mujeres
medio desnudas, las humanoides más bellas que el universo tenía que ofrecer.
Sin duda, el propietario le daría un trabajo. Podría ser un entrenador en la
cama.
Reid y Jarek estaban en la parte trasera de la sala de conferencias, con los
brazos cruzados, mientras esperaban para hablar. Ya podían ver que la
multitud reunida estaba tensa. Estos realmente no eran su tipo de gente. Todos
los hombres vestían chaquetas y las damas llevaban vestidos formales de
variados estilos, y todos de colores sutiles. Exploró el cuarto buscando algo
bonito para mirar. Había algunas mujeres de aspecto agradable. La mayor parte
de ellas eran mayores, lo que no era un giro necesariamente lejos, pero todas
ellas tenían miradas agrias en sus rostros.
Acababan de llegar una hora antes, siendo lo suficiente afortunados para
perderse el largo día de discursos. Cuando pensó en ello, Reid supo que la
decisión de ir a la mansión Galaxy Playmate había sido buena. Ahora todo lo
que tenía que hacer era subir al escenario, dar su pequeño discurso diplomático,
y se podría ir. Tal vez si todos reunían su dinero juntos, podrían alquilar la
mansión de nuevo. La idea realmente tenía mérito. Se preguntó cuánto
necesitarían. Tendría que hablar con Rick al respecto.
Rick y el resto del equipo, esperaban en un área separada mientras
negociaban el reabastecimiento de combustible de la nave de Jarek, The
Conqueror3. También cargaban los suministros habituales. Reid estaba

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N.T: El Conquistador.

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impresionado. Cuando la Alianza Médica daba una fiesta, realmente era una
fiesta. Incluso se entregaban suministros médicos gratuitos a todas las naves, y
había algo llamado “Premio de Asistencia”. Reid no estaba seguro que tradición
era, pero el ganador recibiría una cabina médica de primera clase.
El Dr. Garrett, el coordinador de la conferencia subió al podio. Reid no lo
gustaba el hombre. No fue por nada en particular de él. Estaba demasiado lleno
de sí mismo. Se movió incómodo en la chaqueta que Jarek le había dado, Reid
tiró de las constrictivas mangas. Al parecer, su atuendo habitual no era
adecuado, aunque llevaba sus pantalones con cordones cruzados y el tanque
bajo su chaqueta.
—En este momento —Comenzó el Dr. Garrett—, nos gustaría rendir
homenaje en honor a un gran hombre y distinguido científico, el Dr. Simon
Martens…
Reid sintió una punzada de pena, al ver la foto del Dr. Martens brillando
en el escenario. El científico había sido un gran hombre. Simon había llegado a
la casa de Reid en Qurilixen con la esposa de Quinn, Tori. Había sido atacado y
asesinado por uno de los nobles de la casa de Var mientras trataba de ayudar a
librar el planeta de las armas biológicas, las mismas armas que su padre había
llevado al planeta.
—…el Dr. Martens recientemente falleció librando a un planeta primitivo
del armamento biológico —Siguió el Dr. Garrett.
Reid frunció el ceño y se inclinó a Jarek, a través de su boca de medio lado,
preguntó:
—¿A quién llama primitivo? Gatos sagrados, salgamos de aquí ya. Estas
personas son raras.
Jarek sonrió abiertamente, pero no dijo nada. Reid sabía que su hermano
estaba de acuerdo con él.
El Dr. Garrett enumeró brevemente los aspectos más destacados de la
impresionante larga carrera del Dr. Martens, antes de afirmar:
—Por favor, demos la bienvenida, a la hija del Dr. Martens, Stella Martens.
La señorita Martens aceptará un obsequio de los Var de Qurilixen en nombre de
su padre.

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Otra vez hubo aplausos, cuando una mujer baja, demasiado pesada se
acercó al podio. Llevaba un vestido azul plateado que caía en una pieza hasta el
suelo. Salvo porque tenía pelo era justo como su padre.
—Y aquí para ofrecer sus respetos a este gran hombre están los
embajadores Reid y Jarek del planeta Qurilixen —Terminó el Dr. Garrett.
—¿Embajadores? —Preguntó Reid, preguntándose por qué el Dr. Garrett
no usó su título real.
—Nos ara salir del planeta más rápido. Esta es una habitación de doctores
y científicos. Si oyen la palabra príncipe, tratarán de conseguir que les demos
dinero para sus proyectos. Confía en mí, no es agradable.
Reid sonrió abiertamente.
—Buen punto, embajador Jarek.
Unos aplausos corteses siguieron y los dos hermanos Var fueron al
escenario, caminando uno al lado del otro. A medida que la luz delantera cayó
sobre ellos, los aplausos vacilaron antes de subir una vez más. Reid estaba
acostumbrado a la reacción de asombro de las mujeres y no le importaba. Tanto
él como Jarek juntos a menudos ponían a las damas más que excitadas. Pero,
cuando vio a algunos hombres mirarlos con una repugnancia snob, fue todo lo
que pudo hacer para no comenzar una pelea. Sería divertido para alegrar la
fiesta y podría hacer ejercicio. Sin embargo, fue por respeto al Dr. Martens por
lo que se contuvo.
Subiendo al podio, Reid sonrió a la muchedumbre, sintiéndose de repente
malévolo. Si ellos querían que actuara como un bárbaro, un bárbaro sería. Reid
echó un vistazo a Jarek. Jarek vio su mirada y contuvo una sonrisa.
**********
Jasmine aplaudió sin molestarse en girarse, hasta que oyó los aplausos
vacilar. Echando un vistazo por encima del hombro, se congeló. Dos hombres
idénticos, muy grandes se adelantaban hacia las luces. Su boca se secó. No se
parecían a los embajadores típicos que se veían en estos eventos. Los dos tenían
el pelo largo y oscuro, negro como la noche. Les llegaba a la cintura. El que
estaba a la derecha lo mantenía apartado de la cara con esmero, mostrando un
asomo de un tatuaje negro sobre su cuello, mientras que el de la izquierda
permitía que cayera libremente sobre sus hombros.

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Su altura era sólo aún más intimidante debido a su masivo contorno.
Incluso vestidos, podía ver sus fuertes brazos unidos a amplios hombros y
gruesos pechos. Ambos hombres estaban igualmente construidos con sus ojos
marrones oscuros, casi negros, pero por alguna razón, Jasmine descubrió que
estaba mirando al del pelo suelto. Había algo en él, una arrogante confianza,
salvaje, una actitud despreocupada de a quién-diablos-le-importa.
Su aliento se hizo difícil y no podía moverse. Parecía que el tiempo se
detuvo. Ella quiso que la mirara para poder verlo totalmente. Una sonrisa
curvaba sus labios y sus ojos se mantenían en el frente. Él no la vio entre la
multitud.
Sintiendo una mano en su codo, jadeó y se dio la vuelta. Chad la miraba,
sus ojos se estrecharon con lo que fácilmente podría interpretar como ira. El
corazón de Jasmine se saltó un latido y se estremeció, dándose cuenta en esta
momento que había dejado de aplaudir, sus manos enguantadas presionadas
firmemente juntas mientras miraba demasiado tiempo a los embajadores Var.
—No me siento bien —Dijo Jasmine, inclinándose hacia adelante para que
él sólo pudiera oírla. Ella apartó la mirada de su rostro, antes de recostarse—.
Creo que pude haber olvidado tomar mi píldora hoy.
Chad no se movió. El agarre a su brazo se apretó, pero mirando su cara,
era imposible ver si algo estaba mal.
—¿Puedo retirarme? —Preguntó, aunque ya sabía la respuesta.
—Puedes irte después de la presentación. No creo que estos dos salvajes
hablen mucho tiempo —Dijo Chad, susurrándoselo a su oído.
Jasmine asintió.
—Soy el embajador Reid.
Jasmine volvió la atención al escenario, tratando de convencerse a sí
misma de que le hombre salvaje no le daba escalofríos con su voz baja. Reid era
el que tenía el pelo suelto. El embajador Jarek, el que tenía el tatuaje, se quedó
en silencio a su lado.
Había una reacción extraña en su pecho, una que nunca había tenido. Tal
vez realmente se había olvidado tomar su pastilla para el corazón. Sería la
primera vez en casi cuatro años de matrimonio. Jasmine no se sentía bien en

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absoluto. Estaba empezando a sudar y su corazón se aceleró violentamente en
su pecho. Un temblor se abrió camino en su cuerpo.
—Nos gustaría dar las gracias al Dr. Martens por sus servicios a nuestro
planeta mediante el ofrecimiento de este cuchillo —Reid hizo una pausa,
retirando su chaqueta para desenvainar el cuchillo decorativo que llevaba en su
cintura. Jasmine se sorprendió al ver una ojeada de su piel tensa en su costado,
oculta por cordones transversales.
Varios de los espectadores jadearon cuando Reid manejó el arma en su
mano. Con un lanzamiento hacia la luz, sacudió el puño y la agarró por la
lámina. La espalda del hombre Var se giró a ella cuando ofreció el cuchillo a
Stella Martens. Stella palideció y retrocedió ligeramente ante su movimiento.
Jasmine no podía ver lo que el hombre de Var hizo o le dijo, pero Stella se
sonrojó y asintió con la cabeza, al instante relajándose. Reid levantó el cuchillo
para ofrecérselo. La mujer vaciló antes de cogérselo, profundizándose su rubor.
Reid volvió al escenario. Jasmine esperó un discurso, pero en cambio, el
hombre se limitó a decir:
—Gracias.
Reid saludó con la cabeza a Jarek y ambos hombres caminaron de regreso
al lugar por donde habían entrado. Hubo un largo silencio, antes de que alguien
lentamente aplaudiera. Pronto otros siguieron su ejemplo hasta que el sonido
vacilante siguió a los dos hombres fuera de la habitación.
—Corto y dulce —Dijo un doctor de su mesa, riéndose.
—¿Qué esperas de unos primitivos? —Respondió una mujer.
Jasmine miró por un segundo más como Reid desaparecía a través de la
puerta de atrás. Echó un vistazo a Chad. La estaba observando con cuidado.
Ella esbozo una débil sonrisa para él. Él no se la devolvió cuando de nuevo
miró al podio.

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CAPÍTULO 02

—Bonito discurso —Dijo Jarek, riendo entre dientes, cuando salieron de la


conferencia, el sonido de los aplausos vacilantes detrás de ellos.
—¿Qué? —Reid sonrió abiertamente. Ambos hermanos se dirigieron por
el pasillo a su nave. El coordinador de alojamientos ya había ofrecido darles
una habitación, pero ellos la declinaron. Reid se alegró de ello. Estaba ya
cansado de esta multitud—. ¿Nos sacó de allí, verdad? Además, todo lo que
tenía que decir acerca del Dr. Martens se lo dije a su hija. No tengo que
impresionar a estos hombres. Ella es por la que vinimos.
—Estoy de acuerdo —Jarek asintió—. Vamos a ver lo que están haciendo
los chicos.
—Sí, estoy listo para irme —Contestó. Pasaron a un criado que llevaba una
bandeja de bebidas. El hombre delgado se apresuró a adelantarlos, mirando a
los gemelos como si fueran a atacarle—. Esta gente son estirados mojigatos.
—Estoy de acuerdo —Jarek se rió entre dientes, asintiendo con la cabeza
otra vez.
Encontraron a The Conqueror en la zona de atraque donde lo habían
dejado, los hermanos miraron alrededor. Oyeron un grito de risas desde el otro
extremo del muelle. Jarek gimió, haciendo señas mientras decía:
—Por aquí. Apuesto a que ni siquiera consiguieron que todos nuestros
suministros fueran cargados.
Encontraron que la tripulación holgazaneaba ante un espectáculo
holográfico viendo una obra. Una mujer se inclinó, levantando su diminuta
falda para mostrar una ropa interior con volantes mientras recogía algo del
suelo. Los hombres se rieron más fuerte. Reid y Jarek intercambiaron una
mirada confusa.

18
—¡Oh, hombre! —Rick casi saltó de su silla mientras aplaudía con una
alegría exagerada. A Reid le gustaba Rick mucho. Adoraba a las mujeres, y
tenía un carácter tolerante que iba bien con el brillo travieso que estaba
constantemente en sus ojos castaños.
Sentado al lado de Rick estaba Evan Cormier. Evan era un hombre bueno
para tener en una nave, un gran trabajador y un infierno de tío inteligente. El
hombre era en parte telépata, un hecho que no compartía con demasiados.
Tenía el pelo corto y negro, con reflejos de plata a lo largo de sus sienes, y según
las Galaxy, tenía un atractivo sexy porque era capaz de “leer” lo que una mujer
quería y se lo daba. En realidad, había sido más información de la que
cualquiera de ellos hubiera querido escuchar en ese momento.
Lucien y su hermano Viktor estaban sentados al otro lado de Rick. Los dos
se peleaban constantemente, pero realmente eran cercanos. Eran mitad
humanos, mitad Dere, y tenían un cutis blanco lechoso que contrastaba con los
extraños rojos-marrón y rojo-verde de sus ojos. Lucien era un genio de las
comunicaciones, y Viktor era un infierno de mecánico. El hombre podría apañar
cualquier cosa, como lo había demostrado sus primeros días a bordo de la nave
cuando amañó todas las pantallas de visión privadas para hacer ver un
programa de pornografía humana durante todo el día. Ahora, con sólo pulsar
un botón, el espacio exterior no parecía tan solitario. Nadie de todo la
tripulación de sexo masculino se había quejado.
Los cuatro hombres fueron originalmente parte de la tripulación de Sam.
Sin embargo, cuando Sam se casó con el príncipe Falke, habían venido de buena
gana con Reid y Jarek. Dev había desaparecido, pero Reid supuso que estaría
todavía a bordo de la nave. Dev era medio Belvon, una raza demoníaca con la
piel roja. Además de la coloración intensa, parecía humanoide, pero más
grande. Era los músculos de la nave y un tipo de persona solitaria.
Dev era todo sobre tratar de mantener el orden. Rick era todo sobre
romperlo. A menudo se metían en peleas humorísticas. A veces, cuando la
tripulación se aburría, los provocaban a una discusión para entretenerse.
Los únicos hombres que habían volado con Jarek antes de que tomara el
equipo de Sam, eran Jackson, un oficial de seguridad rubio oscuro que
guardaba para sí, y Lochlann. Reid adivinó en todo caso, Jackson estaría

19
entrenando con Dev en la sala de realidad virtual. Los dos luchadores pasaban
mucho tiempo con la VR4.
Lochlann estaba sentado después de Evan. Reid no pudo dejar de sentirse
un poco incómodo alrededor del hombre. Lochlann había nacido en Qurilixen,
como los príncipes Var habían hecho, sólo que era un Draig, un cambiaformas
dragón. Era extraño para Reid averiguar que Jarek había estado volando por el
espacio exterior con un Draig, incluso mientras su gente había estado luchando.
Técnicamente, los Var y Draig ya no estaban en guerra, pero no se alivió la
desconfianza natural entre las dos razas.
—¿Estamos listos para despegar? —Preguntó Jarek. Los hombres
gimieron.
—¿Ya? —Se quejó Rick—. Acabamos de aterrizar. Todavía no hemos
comprobado la mercancía.
Los hombres se rieron.
—¿No has tenido suficiente? —Lochlann bromeó con voz suave y baja.
—Juro que trató de conquistar la mansión entera —Añadió Lucien.
—Casi —Masculló Rick—. Tenía que conseguir el valor de mi dinero. Pero
nunca he estado con una… ¿qué tipo de criaturas hay aquí de nuevo?
—No te pierdes gran cosa —Contestó Reid—. Todas viejas snobs.
—Ah, pero son ricas —Dijo Viktor, levantando un dedo.
—¡Puaf! —Lucien sacudió su cabeza—. Nada digno. Puedo aguantar la
edad, pero no a los snobs.
—No sé —Contestó Rick, su risa en la voz—. Estamos pelados.
—Perdónenme —Reid oyó el sonido suave, femenino en un rincón de su
mente, pero no lo registró. Todos los hombres lo ignoraron.
—¿De quién es la culpa? —Dijo Evan, inclinándose para presionar su
brazo—. Tú eres el que se gastó todo nuestro premio en efectivo por la
búsqueda del tesoro.

4
N.T: Realidad virtual.

20
—No oí que te quejaras cuando Ruby estaba haciéndote un baile en el
regazo —Dijo Rick, haciendo un puchero—. O cuando Garnet estaba dándote
su famoso masaje desnudo.
—Oh, sí —Dijo Viktor—. Eso estuvo bien. No muy relajante, pero
agradable.
—¿Viste las gigantes… —Empezó Rick, emocionándose cuando hizo señas
con sus manos como si fueran pechos.
—¡Perdónenme! —Dijo la voz femenina más fuerte. Parecía irritada. Todos
los ojos se dieron la vuelta—. Lo siento. No quiero interrumpir su… Usted.
El aliento de Reid se atascó en su garganta. La mujer que hablaba no era
vieja, aunque ella definitivamente parecía la esposa de un médico rico. Era
hermosa, no genéticamente mejorado para ser hermosa, sino una mujer natural
de gran belleza. Mirándola a ella, él prefería lo natural.
Llevaba un vestido de color crema claro de seda. La V de su cuello bajaba
de su esbelto cuello para mostrar una modesta cantidad de su hendidura. Un
collar de gemas colgaba en esa V. La seda se aferraba a su cuerpo seductor, no
apretada, sino abrazando lo suficiente para mostrar trazos burlones de sus
curvas cuando se movía. Sobre el vestido crema, llevaba una chaqueta larga
azul clara. Las dos partes se entrelazaban justo por debajo de sus pechos con
una joya zafiro. Ambas partes de la chaqueta llegaban hasta el suelo.
Reid se sintió decepcionado. Quería ver sus piernas. Habría apostado que
tenía buenas piernas, muy largas. Lamiendo sus labios, podría imaginar ya
empujándolas aparte, no es que necesitara mucho para conseguir que su activa
imaginación se pusiera en marcha.
El cabello castaño oscuro estaba apartado de su cara, coronando su cabeza
en una gruesa trenza antes de caer libremente sobre un hombro. Incluso
parcialmente hacia arriba, las gruesas ondas llegaban justo debajo de sus
perfectos pechos. Sus sólidos, ojos marrones oscuros como el chocolate
Lithorian y apostaría que sus exuberantes labios tendrían un sabor muy dulce.
Para su placer carnal, su lengua pasó sobre ellos nerviosamente.
Sus ojos vagaron por la tripulación. Fue entonces cuando se dio cuenta
que él no era el único hombre que la miraba fijamente. Miró a los hombres.
Evan parecía cortes, pero siempre parecía amable. Sin embargo, con su ceño
ligeramente arrugado por sus pensamientos. Lucien, Viktor y Rick todos tenían
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sonrisas atractivas en sus caras. Reid tuvo el impulso alocado de golpearles
para quitárselas.
Frunció el ceño. No estaba actuando como él mismo. La mujer era
hermosa, ¿por qué no iban a mirarla? Gatos sagrados, quería contemplarla. ¿Por
qué diablos miraba a la tripulación? Cuando se dio la vuelta, miró a los ojos de
Jarek. Su hermano sonreía levemente y Reid supo por su mirada que le hacía
gracia. Jarek estaba riéndose de él.
—Yo —Comenzó la mujer. Se humedeció los labios otra vez y Reid sintió
que su cuerpo se tambaleaba—. Mi nombre es, ah, Sra. Dra. St. Claire. Si
pudiera, me gustaría hablar con el embajador Reid.
Reid dejó que una sonrisa rizara sus labios cuando finalmente volvió sus
ojos a él. Sus manos estaban agarradas con fuerte delante de su cintura, sus
nudillos blancos. Sonrió. Qué dulce. Estaba nerviosa por estar con él. No era de
extrañar, tampoco. Había visto a los hombres a los que ella había estado
expuesta. Probablemente ella no estaba acostumbrada a llamar la atención de
un hombre de verdad.
—Soy el embajador Reid —Le dijo, lanzando su voz con confianza sexual.
El tono había fundido fácilmente a las mujeres en el pasado. Para su sorpresa,
ella se quedó derecha, no riéndose tontamente o desmayándose. De hecho ella
ni siquiera estaba sonriendo.
—Lo sé, vi su discurso —Respondió.
Ella miró su cuerpo. Reid sonrió abiertamente. Oh, sí. La Sra. Dra. St.
Claire lo comprobaba definitivamente.
—Oh, cariño —Dijo Rick—. ¿Qué quieres de Reid? Estoy seguro de que te
puedo ayudar. Soy el cerebro de esta operación.
—No escuches a Rick —Lucien inmediatamente contestó—. Es sólo el
piloto. Soy yo el que tengo las habilidades en comunicación. Habla conmigo.
—Oh, no lo hagas… —Comenzó Viktor.
—¡Ya basta! —Pidió Jarek, sosteniendo su mano. Sacudió la cabeza,
sonriendo abiertamente—. ¿Chicos por qué no os aseguráis que todas nuestras
provisiones están a bordo de la nave para que podamos partir? Reid, ¿por qué
no echas una mano a la dama?

22
Reid sonrió abiertamente y asintió con la cabeza a su hermano. Ah, le
echaría una buena mano. La ayudaría con ese vestido, y luego la ayudaría a
sentarse a horcajadas sobre su cintura mientras él…
—Gracias —La Sra. Dra. St. Claire dijo a Jarek, inclinando su cabeza
ligeramente. Jarek sonrió. Ella no le devolvió la mirada. Su cara permanecía en
blanco.
Jarek le puso una mano en el hombro de su hermano, palmeándole
suavemente mientras se movía para seguir a su gruñona tripulación. Cuando
estuvieron solos, Reid le hizo señas hacia una silla.
—No es lujosa, ¿pero le gustaría sentarse?
—No, no, gracias, Embajador —Dijo.
—Llámeme Reid.
—Oh, bien, Reid —Dijo la mujer—. Reid.
Reid sonrió. Se quitó la chaqueta, sabiendo que él daría un mejor
espécimen para mirar si se quitaba esa cosa constrictora.
—¿Te importa? Hace calor.
—Oh, no, no —Dijo—. De hecho, Embajador…
—Reid —Reid lanzó su chaqueta sobre la silla, divertido por como
mantuvo sus ojos girados a un lado.
—Reid —Dijo, como si la palabra le causara dolor.
—¿Y usted es? —Le preguntó.
—Sra. Dra. St. Claire —Dijo ella, frunciendo el ceño ligeramente.
—Es todo un bocado, fea —Contestó Reid, otra vez poniendo su voz ronca
para ver si la hacía temblar. No lo hizo—. ¿Conseguiste uno más pequeño?
—Oh, Jasmine. Puede llamarme Jasmine.
—Jasmine —Reid hizo rodar el nombre despacio en su lengua—. Es casi
tan bonito como tú.
La mujer realmente frunció el ceño. No era la respuesta que normalmente
conseguía Reid a su encanto. Se puso rígido, observándola de cerca. ¿Qué era

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exactamente lo que estaba pasando aquí? Para una mujer que había venido para
invitarlo a la cama, ella no parecía tan invitadora.
Jasmine observó al extraño embajador delante de ella. Era aún más guapo
de cerca. El rastrojo oscuro sombreaba la mandíbula esculpida del hombre, a
juego con el pelo largo y negro que se derramaba sobre sus hombros hasta la
cintura. Estaba construido perfectamente. Cuando se movía, lo hacía con una
gracia líquida y aerodinámica. Había algo lento y seductor en el modo en que lo
hizo, como un cazador agazapado, listo para atacar, acechando a su presa. Era
una lástima que fuera inmune a tales cosas, a él. Su apreciación de su aspecto
era como el que sentiría por una hermosa pintura o una escultura. Él era una
maravilla para la vista. Eso era todo.
Bandas de cuero negros con clavos de plata se apretaban firmemente en
sus bíceps, tensamente aseguradas a ambos brazos. Su camisa parecía ser una
pieza de tela, con dos correas estrechas sobre sus hombros. El material de la
camisa estaba mantenido unido por unos cordones negros que se cruzaban
debajo de sus brazos, dejando sus lados y cintura al descubierto. Podía ver sus
oscuros músculos escondidos allí. Era como ella sospechaba. Este hombre era
fuerte. Sería perfecto. Ahora, sólo tenía que convencer que la ayudara.
—Necesito sus servicios, Embajador —Jasmine se mordió el labio y
apresuradamente se corrigió—. Reid.
Él sonrió. Realmente fue una mirada pícara. Se preguntó si él podría
ayudar. Su corazón le latía en el pecho con fuerza y tenía la sensación que no
era bueno para ella este trabajo. En primer lugar, había sentido la agitación en la
sala de conferencias y ahora su corazón estaba corriendo. Tal vez era el
momento de preguntarle a Chad sobre aumentar su dosis. Ella había estado en
el mismo nivel de la medicación durante cuatro años, desde que se diagnosticó
su problema cardíaco.
Su voz baja, y suave, le preguntó.
—¿En serio?
—Sí —Dijo Jasmine—. De hecho, he ganado el premio por asistencia, que
es fantástico en sí mismo, ya que nunca he ganado nada y he dado instrucciones
a los sirvientes para que lo carguen en su nave. No sé si es consciente, pero es
una cabina médica nueva. Lo mejor en su línea. Acaba de salir al mercado.

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—¿No estás aquí sólo para darnos una cabina médica? —Preguntó Reid.
Su ceja elevada escépticamente sobre su hermosa cara.
Jasmine tragó, nerviosa. Era extraño estar de pie a solas con un hombre
que no era Chad. Empezó a sudar, haciendo todo lo posible para mirar sus
magnéticos ojos.
—¿Por qué no te quitas la chaqueta y te sientas? —Le preguntó, haciendo
un gesto hacia una silla—. Pareces sonrojada.
—Gracias —Jasmine asintió—. No se sentía del todo bien. Estar
preocupada no ayudaba. Sin pensarlo, se desabrochó la hebilla y se quitó su
abrigo. El aire más frío ayudó algo.
—Gatos sagrados —Susurró Reid—. ¿Qué le pasó a tu brazo? ¿Peleaste
una contienda?
Jasmine miró hacia abajo, a la contusión que se desvanecía. Abarcaba
buena parte de su hombro. Se había olvidado por completo. Cogiendo de nuevo
su chaqueta para ocultarla, ella ató el sobrevestido.
—¿Por qué no pruebas la cabina médica y consigues que te lo curen? —
Preguntó Reid—. Vamos. Tenemos un modelo más antiguo a bordo y debería
poder ocuparse de esto. Nos golpeamos entrenándonos todo el tiempo, y los
ajustes están pre-programados para curar cosas semejantes.
—No, gracias —Dijo—. No es nada. Yo tenía las luces apagadas y choqué
con una pared. La razón por la que vine…
—Parece antigua. No debería llevar mucho tiempo —Reid observó su
brazo, como si pudiera verlo a través de su vestido. Se estremeció ante su
preocupación obvia. La hizo sentir incómoda.
—No, realmente, estoy bien. Me ocuparé de ella más tarde —Jasmine dio
un paso atrás, tratando de calmar su voz temblorosa.
—Deberías tener más cuidado al practicar el combate frente a frente —Dijo
Reid, estudiándola. Su voz bajó a insinuaciones sexuales, cuando añadió—.
Aunque si gustas, te enseñaré algunos movimientos. Me gustaría ver lo que
puedes hacer.
—¿Qué? —Preguntó Jasmine—. ¿Este hombre estaba loco? ¿Realmente se
ofrecía a luchar contra ella? Echó un vistazo sobre su amplio y musculoso

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cuerpo. No había ningún modo que una pequeña cosa como ella pudiera
derribarlo.
—Aunque, creo que hay una razón contra la que la mayoría de las mujeres
no luchan —Él dio un paso más cerca—. Sois más suaves y no estáis construidas
para ello. Las mujeres son para protegerlas —Sus ojos se posaron sobre su
cuerpo—. Cuidarlas —Su mirada fija otra vez encontró la suya y susurró con
sentimiento—. Darles placer.
Jasmine tomó una respiración profunda, decidiendo no hacerle caso
cuando trató de llevar la conversación de nuevo al tema en cuestión..
—Embajador, le estoy dando la nueva cabina porque deseo encargar sus
servicios.
Una sonrisa iluminó de nuevo su hermoso rostro, haciendo brillar sus ojos
oscuros. Cuando ella lo miró, juraría que a veces sus ojos eran de color marrón
oscuro y otras veces parecían casi negros. Fuera cual fuera el color, eran
preciosos.
—Embajador otra vez, ¿verdad? ¿Te gustan los hombres en el poder?
—Oh —Sacudió la cabeza. ¡Este hombre era imposible!
Reid ladeó la cabeza a un lado y se inclinó hacia ella. Si no lo supiera
mejor, pensaría que estaba tratando de besarla.
—Necesito que me lleves —Declaró Jasmine, retirándose—. En su nave.
Fuera de este planeta.
Ella suprimió un gemido de repugnancia. Esa no era la expresión más
inteligente, pero ya la había gastado demasiado tiempo en los muelles. Chad se
preguntaría donde se había ido. Y cuando Chad comenzara a preguntarse, las
coas se pondrían mal, verdaderamente mal.
—Lo siento, fea, pero no somos un servicio de transporte. ¿Por qué no
preguntas a uno de esos ricos doctores? Estoy seguro que tendrán alojamientos
más de tu gusto. Además, ¿no estarías más cómoda con otras mujeres a bordo
de la nave?
Jasmine sintió como si su corazón cayera, lo que realmente no era algo
bueno en su caso. Tragó, tratando de no temblar. No podía pedírselo a nadie
más. No había nadie más. Cualquier otro se lo diría a Chad. Estaba
desesperada. ¿Quién sabía cuántos años más pasarían antes de que una
26
oportunidad como esta se presentara? Frotándose ligeramente la frente con la
manga, ella dijo:
—No puedo pedírselo a nadie más. Quiero encargarle a usted. Por favor,
si la cabina médica no es suficiente pago, tengo…
—Escucha, Jasmine —Reid levantó su mano, moviéndose como si fuera a
tocar su brazo. Ella hábilmente cambió su peso, quedándose fuera de su
alcance. Su mano cayó a un lado—. ¿Podemos ser francos?
Jasmine asintió con la cabeza, sintiendo una sensación de alivio. Prefería la
franqueza. Era mucho más fácil, no siempre posible, pero si más fácil.
—Sé que estás dando vueltas alrededor para pedirme que te lleve a la
cama —Reid le dio un guiño audaz.
El alivio de Jasmine la abandonó hasta que todo lo que sintió fue el
aguijón crudo de la aprehensión, que a su vez se convirtió en una consternación
completa y total. ¿Podía realmente este tipo primitivo ser tan arrogante?
—Me parece bien eso. De hecho, si quieres, haré los arreglos para algo de
intimidad en la nave para nosotros. Puedo ser muy discreto. Pero es todo lo que
te puedo ofrecer, fea. No voy a llevarte conmigo. Me halaga que pensaras que te
gustaba tanto como para apetecerte venir conmigo para un vuelo exótico de
puro placer, extasiado, pero no soy el tipo del compromiso. Así pues, ¿qué
dices? ¿Deseas tener un sexo real rápido y…?
Jasmine sintió que la sangre dejaba su cara con sus palabras. Estaba
hablando en serio. Siseando entre sus dientes, ella apasionadamente declaró.
—¡Yo no quiero tener sexo con usted!
—En realidad, fea, está bien. No te avergüences —Reid extendió una mano
como si fuera a tocarla. Ella dio un paso atrás—. No voy a rechazarte.
Levantando su barbilla orgullosamente, ella preguntó.
—¿Me llevará o no, Embajador? Puedo pagarle bien y no seré una carga.
Usted ni siquiera sabrá que estoy a bordo.
—No —Dijo Reid—. No tenemos tiempo para cuidar a una mujer en el
espacio. Tenemos muchas cosas importantes que hacer. Somos hombres muy
ocupados.

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—Como quiera —Dijo Jasmine, girando sobre sus talones. Se fue sin decir
una palabra. Ya había perdido mucho tiempo en los muelles. Chad
seguramente notaría su ausencia prolongada. Sólo podía esperar que él no
estuviera enojado o celoso.
Reid la miró a la encantadora Jasmine pisar fuerte lejos y sacudió su
cabeza. ¡Gatos sagrados! Era hermosa, hasta con el moretón. Por su vida, no
podía entender por qué una mujer tan hermosa como Jasmine querría pelear.
Con su aspecto fácilmente podría encontrar a un hombre para defender su
honor por ella. Aunque, la reina Ulyssa a menudo se entrenaba con Falke. Era
experta con la espada así como era agradable a la vista.
Reid sacudió la cabeza con pesar. Lástima que esta Jasmine fuera tan
dolorosamente tímida. Era obvio que había ido a él porque quería acostarse con
él. ¿Por qué más pediría hablar con él y no con Jarek? Jarek era el capitán y sería
él quién concediera el pasaje. Sin embargo, después de ver cómo los hombres la
miraban y sabiendo de primera mano como de solitarias podían ser las noches
en el espacio profundo –algo como interminables- sabía que era por el propio
bien de ella, encontrar una tripulación diferente. Quizás una con pasajeros del
sexo femenino. Jarek habría sin duda dicho lo mismo, que no también.
Agarrando su chaqueta, la lanzó sobre su hombro. Era realmente una pena
que fuera tan tímida. Su cuerpo estaba excitado, su pene duro y listo para la
acción. Bajó la mirada hacia su erección. Era bastante grande en ese aspecto. Las
mujeres a menudo se ponían aprensivas de su tamaño y ella era una cosita. Tal
vez eso era lo que la había asustado. Tendría sentido.
Caminando de regreso a la nave, Reid pensó en el bello rostro de Jasmine.
Frunció el ceño con desilusión. Realmente era una pena. Este era un recuerdo
que le gustaría haber logrado.
***********
La mano de Jasmine tembló cuando la levantó hasta el escáner de la
puerta. La luz brilló sobre su mano, leyendo su palma. ¿Por qué estaba tan
temblorosa? No era ella misma. Todo lo que podía pensar era en la cara de
Reid, su sonrisa pícara. Pero eso fue todo lo que pensaba de él. No podía sentir
nada más. Era imposible.
Tal vez su corazón realmente estaba empeorando. La puerta se deslizó y
entró. Tal vez debería tomar otra píldora.

28
—¿Dónde has estado, querida? —Dijo Chad tan pronto como la puerta se
deslizó cerrada. Su voz era tranquila, agradable, pero había un borde duro en
sus palabras que Jasmine conocía bien—. Me he preocupado por ti.
Jasmine tragó. El cuarto estaba débilmente iluminado y necesitó un
momento para que sus ojos se adaptaran a la luz más oscura. El pasillo fuera de
su habitación había estado brillante.
La suite era agradable, lujosa. Siempre se quedaban en sitios así. En cuanto
al aspecto material se refiere, tenía una gran vida. La habitación principal tenía
una alfombra gruesa de color rojo, y un sofá también rojo a juego. Encontró a
Chad sentado allí, con un Martini casi vacío en su mano.
—Gané el premio por asistencia —Dijo Jasmine. Se dirigió deprisa al
simulador de comida incorporado en la pared—. El Dr. Lowenstein me paró y
preguntó donde quería que lo entregaran. Tuve que darle la dirección.
—¿Ganaste? —Preguntó Chad—. Una cabina médica, ¿verdad?
—Sí —Dijo Jasmine. Apretó un botón en el simulador de comida y dijo—.
Un Martini de la tierra, seco, dos aceitunas y una cebolleta.
La máquina sonó y abrió la puerta. Sacó la bebida y se giró a Chad. Sus
ojos estaban estrechados en ella. Sólo por años de práctica ella fue capaz de
mantener su cara inexpresiva. Miró a sus ojos.
—¿Y dónde está la cabina médica? —Preguntó—. Si la ganaste, ¿dónde la
pusieron? Me gustaría verla.
—Yo… —Jasmine vaciló. Chad parecía un poco bebido. Sabiendo que era
mejor que ella no diera pistas, dio un paso hacia él—. Lo doné. Dije que es lo
que querrías que yo hiciera, ya que normalmente eres tan generoso. Pensé que
sería bueno para ti si hiciéramos así. No es como si lo necesitáramos o algo así.
Jasmine sabía que mentía. Chad no era generoso, a menos que se ajustara a
sus propósitos. Se mordió el labio, entregándole el Martini. Él terminó la bebida
que tenía y dejó el vaso vacío sobre la mesa baja de café de madera de cerezo.
—Lo hiciste —Dijo Chad. No era una pregunta.
—Sí —Jasmine estaba cansada para forzar una sonrisa, pero era difícil.
Chad no parecía darse cuenta—. Muchos de los doctores estaban allí.
Estuvieron muy impresionados por tu generosidad uno dijo incluso que un
espíritu generoso, era una clara señal de un verdadero doctor.
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Chad alcanzó su bebida. Jasmine comenzó a retirarse pero su mano salió
como una flecha para agarrarla por la muñeca. Tiró de ella hacia adelante,
poniéndose de pie cuando lo hizo. Apretando su agarre en ella, dio un lento
trago a su Martini. Cuando terminó toda la bebida, puso el vaso sobre la mesa
al lado del otro vacío.
—¿Y a quién se lo donaste? —Preguntó.
—Al… los hombres salvajes que el Dr. Martens… ah-aa… —Chad apretó
más y sus palabras murieron en un grito.
—Te gusta él —La acusó Chad—. ¿Es ahí donde estabas, Jasmine? ¿Con el
hombre salvaje?
Ella jadeó, sacudiendo su cabeza frenéticamente.
—No, no, ¡claro que no! ¿Por qué crees que me gustaba él… ellos?
—¿Él? —Repitió Chad, tirando de su brazo por lo que ella se vio obligada
a acercarse. Su muñeca dolía por la tensión, pero ella no se quejó.
—Chad, por favor, no —Dijo—. Sabes que no puedo hacer nada de eso. Es
imposible. Además, son… ¡son salvajes! Son primitivos… No me mires así.
Sabes que no puedo hacer…
—Ah, pero nadie más conoce tu maldito secreto, esposa —Dijo, su tono de
voz bajo—. ¿Crees que yo fui el único que se percató de que los mirabas? ¿Qué
crees que pensaron los otros doctores? Tu lengua prácticamente estaba
colgando de tu cabeza como una puta en celo.
—No —Contestó Jasmine—. No, Chad, cariño, sabes que eso no es verdad.
Estaba horrorizada por ellos. Son primitivos aterradores. Debo haber olvidado
mi pastillas, con el entusiasmo de tu discurso de hoy. Sé lo importante que era
para ti. A propósito, hiciste un trabajo realmente bueno.
Chad la atrajo hacia su pecho y sintió toda la longitud de su cuerpo contra
el de ella. Se estremeció.
—Conté las pastillas. Son las que debería haber. Te has tomado tu píldora
hoy.
—Oh —Dijo Jasmine, mirando su mandíbula—. Entonces. ¿tal vez debes
comprobar mi dosis? No me he estado sintiendo bien. Tal vez sea toda esta

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emoción, o tal vez me estoy viniendo abajo con algo. Antes me sentía un poco
mareada.
—Te ves hermosa hoy —Dijo Chad.
Jasmine se tensó. Su tono había bajado. Sabía lo que eso significaba. Logró
sacar su voz en un susurro.
—¿No tienes que ir a reunirte con los otros doctores? No quiero que te
pierdas nada. Tú…
—Creo que es hora que te recuerde quién es tu marido —Dijo Chad. Se
inclinó y la besó tiernamente en la sien. Ella se estremeció—. Ha pasado mucho
tiempo.
—No me he olvidado —Jasmine trató de no dejar pasar la mendicidad en
su voz—. No tienes porque hacer esto. Sé quién es mi marido.
—Shhh, cariño —La tranquilizó—. Ahora, ve y desnúdate, y apaga las
luces. Estaré en el dormitorio en un segundo.
**********
Jasmine se odiaba incluso mientras se desnudaba. El sexo era una parte
desafortunada del matrimonio, una parte en la cual ella no tenía ningún interés.
Por suerte para ella, no era algo que hicieran demasiado a menudo. Era la
misma razón por la que ella lo dejaba ir con otras mujeres. Lo prefería así.
No era que Chad le hiciera daño, o que tuviera algo particular de lo que
quejarse. De hecho, de una manera extraña, lo compadecía. Se había casado con
una mujer frígida. Eso no podía ser una cosa fácil para echar a un hombre a la
cara.
Cuando se casaron, ella había intentado conectar con él. De hecho, había
sentido el despertar de una atracción por él, pero luego se fueron de luna de
miel y esa atracción nunca floreció. De hecho, era como si estuviera muerta por
dentro. La tocó y no sintió nada. Cualquier hombre que la tocara, y ella no
sentía nada, no es que hubiera dejado que otros hombres la tocaran. Jasmine no
podía culpar a su esposo por su ira aquella primera noche en su luna de miel.
Pensó en el embajador Reid. No sentía nada físico por él, ningún
verdadero deseo. el ritmo de su corazón subió. Presionó su mano a su pecho.
Era una sensación extraña y estaba comenzando a asustarla.

31
Oyendo voces en el salón, avanzó lentamente fuera de la cama y se deslizó
en una bata. Era casi una sensación de alivio cuando oyó a alguien con Chad.
Esperaba que lo distrajera y olvidara sus deseos de unirse a ella. Yendo a la
puerta, se sentó y escuchó.
—Dr. Ellington, por favor, pasé por favor —-Dijo la voz de Chad—. Me
honra…
Jasmine estaba en el suelo delante de la puerta, estremeciéndose cuando
apoyó el peso sobre su muñeca dolorida. Chad la había apretado realmente
fuerte y podría decir que se la había magullado. Por suerte, había traído
vestidos de manga larga y un par de guantes blancos. Lo cubrirían sin
problemas.
Mirando el estrecho espacio entre el suelo y el extremo inferior de la
puerta, no podía ver nada más, salvo las patas de los muebles. Oyó un saludo
sordo. Hubo un poco de conversación de una y otras cosas. Giró su oído a la
grieta de la puerta. El simulador de comida sonó de nuevo, y luego otra. Chad
estaba encargando bebidas. Luego, oyó un sonido crujiente que le hizo pensar
que uno de los hombres se había sentado en el sofá. Cuando hablaron otra vez,
sus voces fueron más claras.
—Nosotros en la Alianza Médica quedamos muy impresionados con tu
discurso de hoy. Dr. St. Claire. Nos gustan sus ideas —Dijo el Dr. Ellington.
—Oh, por favor, llámame Chad —Dijo, dando una risa falsa que Jasmine
odiaba.
—Chad, voy a ir directamente al grano. Hemos tenido el ojo en ti durante
un tiempo, desde que trabajaste con el Doc Francis en Zigar —Dijo el Dr.
Ellington—. Estoy seguro que tienes algunas suposiciones sobre lo que
hacemos, pero no sabes ni la mitad de ello.
Chad estaba en silencio. Jasmine frunció el ceño. ¿Doc Francis? ¿Doc
Francis? Estaba bastante segura que nunca le había conocido.
—¿Cómo está tu esposa? —Preguntó el Dr. Ellington.
—¿Mi esposa? —Repitió Chad—. Duerme. ¿Por qué lo pregunta?
—La familia es muy importante para nosotros en la Alianza. Si tuviera que
entrar, querríamos asegurarnos que tenías una vida buena sólida familiar. Un
hombre sólo está bien cuando en orden esté su casa.

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—No tienes nada de qué preocuparte por Jasmine. La tengo bajo control
—Dijo Chad. Jasmine frunció el ceño. Por la forma en que lo dijo, tan frío y
despiadado—. Es una buena esposa.
—¿Puede tener hijos? —Le preguntó el Dr. Ellington—.
Sorprendentemente, no tenemos mucho de sus registros médicos. O es muy
saludable, o nunca utiliza una unidad médica cuando está enferma. Me doy
cuenta en tu archivo que no tienes hijos.
—De hecho, mi esposa es sorprendentemente saludable, no hay nada malo
en ella —Dijo Chad—. De hecho, no recuerdo haber tenido jamás que necesitar
usar un puesto médico desde que nos casamos.
Jasmine frunció el ceño. Bueno, ella podía ver que no quería que nadie
supiera que su esposa era frígida, ¿pero para qué decir que estaba sana? Era una
mentira en mayúscula. Estaba lejos de ser saludable. Su corazón comenzó a latir
otra vez extrañamente.
—Y sólo esta anoche hablábamos de tener un bebé —Añadió Chad.
Una mano fría y helada apretó su corazón, casi ahogándola con sus
palabras. ¿Un bebé? ¿Con Chad? No.
No podía traer otra vida a este matrimonio. Ella… no. No. Si tenía alguna
duda de lo que tenía que hacer, las palabras de Chad le dieron el último pedazo
de fuerza que necesitaba. El embajador podría haber dicho que no, pero iría con
él si le gustaba eso o no. Gracias a Dios había escuchado sus planes para partir
esta noche, o perdería su única oportunidad.
—Con Doc Aleksander desaparecido —Dijo el Dr. Ellington—, nos hemos
quedado con un gran vacío que necesita ser llenado. No te estoy ofreciendo el
puesto… aún. Pero, bueno, vamos a estudiarlo, ¿de acuerdo? Felicidades por el
bebé. Creo que es una sabia decisión… para tu carrera profesional con nosotros.
¿Doc Aleksander? Jasmine se congeló. Doc Aleksander era un jefe de la
Mafia médica. Las noticas galácticas acababan de informar que su nave se
estrelló. Doc. El Dr. Ellington había dicho Doc Francis. Debía haber sido otro
jefe de la mafia. Chad estaba trabajando para la Mafia médica ¿y ahora se unía a
ellos plenamente? De repente, muchas de las cosas de su vida de casada
tuvieron sentido. En el pasado, no había entendido las decisiones de Chad,
ahora estaban claras. Él quería unirse a la Mafia médica.

33
—Venga, vamos a la fiesta. Podemos hablar de esto más tarde —Dijo el
Dr. Ellington.
—Déjame sólo decirler a mi esposa —Contestó Chad.
Oyendo sus pisadas, Jasmine se levantó de un salto y corrió hacia la cama,
sin molestarse en quitarse la bata. Tiró de las mantas justo cuando la puerta de
la habitación se abrió. Cerrando sus ojos fingió dormir.
—¿Jasmine, mi amor? —Dijo Chad. La puerta se cerró y ella lo sintió
cruzar hacia ella—. ¿Jasmine?
Ella murmuró suavemente, como si durmiera.
—Hmm —Dijo Chad. Después de una breve pausa, oyó que la puerta del
dormitorio se abría y se cerraba.
Jasmine esperó, inmóvil mientras pasaban varios segundos. La puerta se
abrió y se cerró una segunda vez y supo esta vez que Chad realmente se había
ido. La había probado antes así, comprobando si realmente dormía. Esperó
hasta que oyó las voces sordas marcharse, antes de abrir sus ojos.
Sentándose en la cama, miró alrededor del dormitorio oscuro. El momento
había llegado. Tenía que salir de su matrimonio.
—Adiós, Chadwick —Susurró.

34
CAPÍTULO 03

Reid estiró sus manos sobre su cabeza y bostezó. Su habitación personal a


bordo de The Conqueror era agradable. De diseño rectangular y construida en su
mayor parte de metal, tenía una cama cómoda y un montón de espacio para
moverse y relajarse dentro. Había una cómoda incorporada en una pared. Un
pequeño des contaminador, que utilizaba láseres para limpiar los pies, fue
construido contiguo a la habitación. A Reid le gustaban más el baño de agua
pero el descontaminada era rápido y eficiente, hacía un trabajo más que
suficiente.
Habían salido la noche anterior y estaba más que feliz de alejarse del
planeta Nozando. Por alguna razón, Jasmine St. Claire había estado en sus
sueños. En realidad no hacía nada especial, al menos nada de lo que habría
hecho con ella si hubieran estado realmente en su casa de Qurilixen. De hecho,
ella había estado sentada en un sofá, hablando con él. Lo que era más extraño
era que él había estado hablando de nuevo, sin tratar de seducirla para llevarla
a su cama, o su sofá, o al suelo, o a su balcón, o a su…
Reid gimió ante la idea. Nunca había invitado a una mujer a su casa, a
menos que fuera la esposa de los agricultores, que venían a limpiar para él. No
podía recordar la conversación en su sueño, pero se acordaba que había estado
interesado por lo que Jasmine tenía que decir.
Reid frunció el ceño y pensó en sus labios exuberantes. Preferiría más
tener un sueño erótico sobre ellos, no un sueño de una conversación. Las
Galaxy Playmates probablemente drenaron sus apetitos sexuales más de lo que
pensaba. Sintiendo un tirón familiar entre sus muslos, echó un vistazo abajo,
sobre su cuerpo desnudo. Su eje estaba lleno y muy dolorosamente erecto.
No. No era eso.

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—Ordenador —Masculló Reid con voz somnolienta. No tenía ganas de
hacerse cargo de su propio problema. Una chica cibernética sería agradable esta
mañana, sobre todo si pudiera conseguir una que se pareciera a Jasmine—.
¿Está libre la VR?
—No, señor —Respondió monótonamente el ordenador—. La sala de la
realidad virtual está siendo utilizada actualmente por los miembros de la
tripulación, Dev y Jackson en una simulación de batalla.
—¿Ya? —Reid hizo una mueca—. ¿Qué hora es?
—Las once, señor —Respondió el ordenador, la voz sin emoción.
—Hmm —Reid sabía que los viajes espaciales, calcular el tiempo era
prácticamente inútil. Fuera casi siempre estaba oscuro, a menos que volaran
demasiado cerca de un sol. Simplemente llevaba la cuenta de las horas para
poder tener un sentido de la normalidad. Jarek y los otros estaban
acostumbrados a ello. Reid todavía estaba adaptándose, ya que era el menos
experimentado de los tripulantes.
—¿Quiere que le informe cuando hayan terminado?
—No, gracias, ordenador —Reid se rascó el estómago—. Ordenador, dame
un pantalla de visión personal por encima de la cama.
Una pantalla casi transparente apareció ante él. Era completamente azul,
dando un brillo suave sobre el cuarto metálico.
—Ordenador, reproduce el canal preajustado —Ordenó. Sonrió un poco
cuando la pornografía de la Tierra de Viktor apareció ante él. El príncipe Var
realmente podía apreciar la meticulosidad de la documentación de la primitiva
Tierra. Era una gran idea para entrenar a hombres y mujeres a como disfrutar
del sexo con tutoriales visuales. Cada vez que veía los espectáculos, la música
de fondo extraña de daba ganas de reírse. Sin embargo, no evitaba mirar y
disfrutar. Los humanos eran muy inventivos y algunas de sus posiciones le
daban incluso nuevas ideas.
Los gemidos de la mujer de la pantalla eran suaves, jadeaba cuando su
compañero bombeaba en ella por detrás. Reid dirigió su mano abajo a su
estómago, con intención de comenzar su ritual matutino dándose placer.
Realmente no había mejor manera de comenzar el día.

36
El recuerdo de la cara de Jasmine flotaba a través de su mente. No siendo
alguien que desperdiciara algo tan bueno, sobre todo cuando le sirvió para
excitarse más, cerró los ojos y se concentró en recordar sus labios y ojos sólidos.
Los gemidos femeninos llenaron su cabeza cuando supuso que era su boca en
su eje cuando él mismo lo apretaba en su puño, el sonido de su voz jadeante:
—Oh, oh, sí, dámelo. ¡Dame todo eso, semental!
La fantasía era tan agradable, mucho mejor que nada que hubiera tenido
en mucho tiempo, comenzó a retroceder. Sus rodillas se levantaron, sus talones
se presionaron al colchón cuando realmente se metió en ella. Un gemido bajo
sonó y se sorprendió al darse cuenta que había sido su propia voz quien lo
produjo, no la pantalla de visión. Él apretó más fuerte, imaginando a Jasmine
abajo sobre él chupándole, mordisqueándole, lamiéndole. Su estómago se tensó,
el placer subiendo hasta que fue casi doloroso. Entonces, con un grito ahogado
de puro asombro, explotó, pesadamente derramando su semilla por todas
partes de su estómago.
Reid se quedó inmóvil durante varios minutos después, su cuerpo
entumecido por la liberación tan intensa. En la pantalla la mujer seguía
adelante, gimiendo por más. El hecho de que su voz no se pareciera nada a la
de Jasmine le enojó y llamó al ordenador para que cesara la pornografía.
—¡Gatos sagrados! —Susurró, un poco atemorizado por lo bueno que
había sido su clímax. Sólo fantasear sobre Jasmine había sido mucho mejor que
gran parte del sexo que había tenido en su pasado. Se preguntó que había en
ella, además de su evidente belleza. Tal vez fue el hecho de que le había
deseado, pero se había echado atrás. Eso tenía que ser. Fue porque no había
tenido tiempo para seducirla antes de abandonar Nozando lo que le hizo
desearla tanto.
Reid suspiró. Había pasado mucho tiempo desde que una mujer le había
hecho jugar duro para llegar a ella. El cazador natural de él echaba de menos la
persecución, la emoción de ganar la presa, el glorioso sentimiento de la
conquista. Por lo general con solo unas pocas frases encantadoras y un par de
sonrisas las mujeres estaban mojadas y listas para él.
Jasmine St. Claire era sólo una deliciosa picazón que no había sido capaz
de rascarse. Si alguna vez se topase de nuevo con ella, y ese era un gran sí, se
aseguraría para hacer todo lo que pudiera para conseguir sacarla de su sistema.

37
Si alguna vez la viera, le encantaría tenerla fuera de su encantador vestido,
dentro de su cama, y justo después fuera de su puerta. Entonces él acabaría de
apuntarse otro grato recuerdo.
No, Reid se aseguró a sí mismo de nuevo, no esperaba volver a verla
nunca más.
**********
El cuerpo entero de Jasmine le dolía. No ayudaba mucho que su muñeca
estuviera dolorida por el agarrón de Chad para empezar, o que ahora estuviera
metida en una bodega de carga con una maleta de equipaje, incapaz de moverse
o estirarse. Un borde metálico del contendedor en el que estaba se clavaba en su
columna. Había estado acurrucada en la bodega de carga durante toda la noche
y todavía estaba demasiado asustada para arrastrarse fuera de ella. La nave
podría tener detectores de movimiento y no quería correr el riesgo de hacerlos
saltar, al menos todavía no.
Quería asegurarse que estuviera lejos de su marido antes de hacer que su
presencia fuera conocida. Se había metido sigilosamente dentro de la nave de
los Var mientras un par de tripulantes se preocupaban excesivamente del precio
del combustible. Había dejado la pasarela de carga bajada y había sido mucho
más fácil de lo que pensó pasar entre ellos.
Jasmine no tenía ni idea de donde iba el embajador Var, o lo que le pasaría
a ella cuando llegaran allí. No importaba. Estaba en camino de estar totalmente
libre. Y, pasara lo que pasara, nunca iba a ser retenida por un hombre otra vez.
**********
—¿Dónde está la mujer? —Preguntó Rick, cuando Reid entró en el
comedor.
Reid se detuvo en la puerta de entrada con el ceño fruncido, mirando
alrededor. Rick estaba sentado delante de una pila de huevos revueltos
humeantes, completados con tiras gruesas de carne y una masa esponjosa que
no reconoció. Junto a Rick, Lucien y Viktor estaban discutiendo sobre un
comunicador. La pieza del equipo se rompió y obviamente a Reid le dio la
rápida impresión que Viktor lo había desmontado y Lucien no estaba muy
contento con él

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La habitación era pequeña, con una mesa larga de metal y un simulador
de alimentos. Yendo a la pared, Reid ordenó:
—Sloken.
La unidad emitió una señal sonora y Reid sacó un líquido verde oscuro,
perfecto para empezar la mañana. Evan había tratado de convencerle para que
bebiera algo que llamaba café en su lugar, pero el material marrón que le había
conseguido olía horriblemente amargo. Reid pensó que era una broma hasta
que Evan se encogió de hombros y bebió el café el mismo.
—Sí, no creímos que estuvieras fuera de tus habitaciones durante
aproximadamente una semana —Viktor añadió con una sonrisa de
complicidad. El único problema era que Reid no tenía ni idea de lo que el
hombre pensaba que sabía. El hombre levantó la vista de su proyecto, sólo para
alcanzar y palmear la mano de Lucien cuando lo alcanzó.
—¿Ella todavía sigue en tu cuarto? —Preguntó Rick—. Tengo que admitir,
que realmente estaba celoso.
—¿Qué estáis diciendo? —Se quejó Reid, mirando a los hombres. Frunció
el ceño. ¿Se estaban refiriendo a su sesión de placer de esta mañana? Eso era lo
único que había sucedido en su habitación.
—Bueno, la mujer —Dijo Lucien—. Se quedó contigo, ¿verdad?
—¿Quién? ¿Qué mujer? —Preguntó Reid, bebiendo lentamente el sloken—
. ¿De qué estás hablando?
—Um. Srta. Dra. St… —Intentó Rick.
—Sra. Dra. St. Claire —Corrigió Viktor.
—¡Eso es! —Exclamó Rick, apuntando con el tenedor a Viktor antes de
clavarlo en otra tira de carne—. Eres un hombre afortunado, príncipe. Ella es un
pedazo de culo fino.
—No llames a las mujeres pedazos de culo —Dijo Lucien—. Tu eres un
culo, chico mosca.
—¿Jasmine? —Preguntó Reid.
—Eso es. Algo que puedes pronunciar, cadete espacial —Le dijo Viktor a
Rick. Este hizo una mueca, pero siguió comiendo.

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—Jasmine no estuvo en mi habitación la noche pasada —Dijo Reid. Su
estómago se tensó. ¿Por qué pensaban que estaba con él? Su mano agarró la
taza de sloken. Trató de mantener la calma.
—Bueno, solo pensábamos… Ella llegó a bordo ayer antes de irnos —Dijo
Lucien, mirando a Rick para una confirmación.
Rick asintió con la cabeza.
—Sí. Seguro que lo hizo.
—¿Hablaste con ella? —Exigió Reid, preguntándose por qué de repente se
sentía excitado o por qué su corazón saltó en su pecho ante el mero
pensamiento de que ella estaba en la nave.
—Bueno, no, no realmente —Dijo Rick—. Fingimos no darnos cuenta. La
pobre mujer parecía avergonzada y, dejamos una especie de tablón en la zona
de carga bajado para que pudiera colarse a bordo. Simplemente asumimos que
iba a tu cuarto para… bueno, ya sabes.
—¿Piensas…? —Comenzó Lucien.
—¿…que encontró a Jarek en cambio? —Terminó Viktor. Lucien se movió
para agarrar un rollo metálico. Viktor le palmeó la mano para que la retirara.
—¡Ay! —Se quejó Lucien.
El corazón de Reid dejó de latir. Su mano apretó la taza, aplastándola. El
líquido caliente se derramó sobre su mano. Se levantó de un salto para coger
una toalla.
—¡Gatos sagrados!
Los tres hombres le miraron, riéndose.
—Tranquilo —Dijo Rick, sin dejar de meter grandes bocados de huevo en
su boca.
—Creo que alguien está celoso —Añadió Viktor, su voz suave y burlona.
—¿Dónde está Jarek? —Exigió Reid.
—No puedes culpar a la pobre mujer —Dijo Rick—. Los dos os parecéis
realmente.

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—¿Dónde está Jarek? —Repitió, su tono oscureciéndose con un gruñido.
Sintió que la bestia dentro de él se levantaba con sus palabras irritadas. Si no
tenía cuidado, comenzaría a cambiar por su irritación.
—Sí, probablemente pensó que no la querías y por tanto fue detrás de tu
hermano —Dijo Lucien.
—¿Dónde está? —Preguntó Reid, su voz rebelándose. Respiraba con
fuerza y sentía la cólera dentro de él. Era irracional, pero no podía evitarlo. No
conocía a Jasmine, no tenía ningún derecho sobre ella, además de una noche de
sueños y una fantasía esta mañana, pero eso no le impidió temblar.
Rick hizo un gesto hacia la puerta con el tenedor.
—En la cabina del piloto.
Reid salió de la sala comedor.
Los tres hombres se miraron unos a otros durante un breve segundo antes
de saltar. Corriendo detrás de Reid, ansiosos por ver el espectáculo.
***********
—Jarek —Declaró Reid, entrando en la cabina del piloto. Su hermano
estaba sentado en el asiento del piloto, tecleando las coordenadas en los
controles. Reid había conseguido ponerse bajo control durante el breve
recorrido, muy consciente de que Rick, Lucien y Viktor podían bromear sobre
que Jasmine se hubiera colado dentro de la nave—. ¿Está Jasmine St. Claire en
esta nave?
—¿St. Claire? ¿Te refieres a la mujer que quería que la llevaras? No, que yo
sepa —Contestó Jarek. Se levantó, encendió un interruptor, y volvió a
sentarse—. No, a menos que tu cambiaras de opinión y decidieras meterla de
contrabando a bordo. Por favor, dime que no la pasaste de contrabando dentro.
Reid, no tenemos tiempo para esto…
—No, no lo hice —Dijo rotundamente Reid. Se giró a Rick—. ¿Dices que la
viste subir a bordo?
—Uh, sí —Fue el turno de Rick estaba algo confundido. Se giró a Lucien—
. ¿No es así? Quiero decir, estábamos consiguiendo el combustible, pero ella se
dirigía directa a la tabla de atraque.

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—Estoy bastante seguro —Respondió Lucien—. Quiero decir, estábamos
mirando en otra dirección, pero estaba allí en un momento, y había
desaparecido al siguiente.
—¿Crees que…? —Comenzó Lucien.
—¿Lochlann o Jackson? —Terminó Viktor.
—No, he hablado con ambos esta mañana —Respondió Jarek—. Me
habrían dicho algo. Estoy seguro de eso.
Rick, Lucien y Viktor intercambiaron miradas divertidas. La voz de Lucien
era incrédula cuando dijo:
—Seguramente no… quiero decir, ¿ella no había ido a… a…?
—¿Dev? —Terminó Viktor, igualmente perplejo.
Reid tomó un aliento profundo. Dev había estado en la sala VR antes, pero
eso no significaba anda. Mirando alrededor de la cabina, exigió:
—Ordenador, ¿dónde está Dev?
************
Jasmine no podía soportarlo más. Sus piernas estaban dormidas, no estaba
segura si todavía tenía pies, y su muñeca palpitaba descontroladamente. Un
poco nerviosa, empujó abierta la puerta de carga. Esperó que sonara una
alarma. Nada. Ligeramente, agitó su mano, para ver si ella provocaba algo.
Nada de nuevo. La bodega de carga estaba silenciosa.
Finalmente determinando que era seguro, se incorporó. Miró alrededor de
la habitación metálica larga llena de cajas de embalaje y jadeó. Una criatura roja
de aspecto demoníaco estaba sentada en una silla. La tenía inclinada sobre las
dos patas de atrás, mientras sus tobillos estaban cruzados descansando en un
cajón cercano. Estaba en frente de ella, lentamente golpeando con sus largos
dedos en su estómago como si esperara que ella se mostrara. Mientras miraba,
levantó la vista de su mano. Sus ojos eran de color negro, coincidiendo con el
color de su cabello. Tenía rasgos humanos, excepto por la coloración intensa de
su piel.
La boca de Jasmine se abrió. No salió nada. No sólo la criatura era roja. Era
enorme, sólo músculos.

42
—Me preguntaba cuando te decidirías a salir —Dijo la criatura demoniaca
roja. Su ceja negra se arqueó ligeramente—. No creo que fuera cómodo dormir
ahí, pero, ¿quién soy yo para juzgar?
—Oh —Logró decir Jasmine, bastante orgullosa de sí misma por lograr
tanto.
—Me puedes llamar Devil5, si eso ayuda —Dijo la criatura.
—Yo… yo no lo haría —Dijo Jasmine al instante—. Sería terriblemente
grosero de mi parte hacerlo.
—¿Qué quieres decir? —Preguntó, inclinando su cabeza a un lado para
estudiarla mejor.
—Bueno, sólo llamarte diablo porque eres… bueno, porque eres rojo.
—O porque es mi nombre —Contestó fácilmente.
—¿Tu nombre es Devil? —Jasmine sacudió la cabeza. Eso no podía ser
correcto. ¿Subió a la nave equivocada? ¿Quién era ese hombre y por qué
actuaba como si su presencia no fuera gran cosa?
—Mi nombre es Salebinaben Johobik en Dehauberkelsain en Thoraxian en
Yyrtolzx Devekin —Respondió, sus palabras tan rápidas, que ni siquiera podría
tratar de repetirlas—. O podrías llamarme Devil, o Dev para abreviar.
—Encantada de conocerte, Dev —Dijo Jasmine—. Soy la Sra. Dra… en
verdad, Jasmine. Soy sólo Jasmine.
No sintiendo ningún peligro inmediato, suspiró. Sólo Jasmine. Le gustó el
sonido de eso. Sólo Jasmine. No, la esposa de Chadwick. No, Sra. Dra St. Claire.
Sólo Jasmine.
Jasmine.
—Estoy seguro que el capitán Jarek te habría dado una cama, si se la
hubieras pedido —Dijo Dev, colocando sus grandes botas negras en el suelo.
Vestía todo de negro. Realmente se veía espectacular junto a su piel roja.
—¿Jarek, el embajador Var? —Repitió—. ¿Así que estoy en la nave
correcta?

5
N.T: diablo.

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—Si se trata de su barco al que se supuso que estabas destinada a estar —
Dijo Dev.
—¿Dices que esta es la nave del capitán Jarek, no del embajador Reid? —
Jasmine quería salir de la bodega de carga, pero sus piernas todavía estaban
dormidas.
—Reid es el hermano del capitán Jarek —Contestó, poniéndose de pie.
Jasmine sabía eso. Acababa de asumir que ya que Reid habló era él el
encargado. El embajador Var no le dijo nada a ella para que pensara lo
contrario.
—¿Por qué no sales de ahí? —Le preguntó Dev—. No puede ser nada
cómodo.
Respiró hondo. Era realmente alto y obviamente fuerte. Sin embargo, vio
una tranquila bondad en sus ojos y no se asustó de él.
—No puedo moverme —Confesó Jasmine—. He estado durante tanto
tiempo aquí que todavía me duelen las piernas.
Dev cruzó hacia ella y alcanzó para tomar su mano.
—Permíteme que te ayude.
Jasmine retiró su mano como si no pudiera soportarlo. Dev frunció el ceño
cuando se encogió lejos de su toque. Sostuvo su muñeca para mostrarle su
contusión.
—Me golpeé contra una puerta.
Dev apenas le echó un vistazo, antes de afirmar.
—¿Una puerta con cinco dedos?
—¿Cómo es posible que…? Quiero decir, apenas lo miraste.
—Pon tus brazos alrededor de mi cuello y te sacaré de ahí.
Jasmine obedeció, envolviendo sus brazos alrededor del grueso cuello del
hombre. Él pasó el brazo bajo sus rodillas. Su piel estaba caliente y se dio cuenta
de la fría cama que había sido su cama metálica. En ese momento, la puerta que
conducía a la parte principal de la nave se levantó.
Los grandes ojos de Jasmine se volvieron hacia la puerta de entrada. Reid
estaba allí. ¿O era su hermano? No podía ver su cuello por la forma en que le
44
daba la luz. Su rostro estaba ensombrecido y ella no podía distinguir si tenía o
no un tatuaje.
Vio lo suficiente para saber que llevaba el mismo estilo de ropa que había
llevado el día anterior, pantalón negro con los lados de los muslos y nalgas al
descubierto, y una camisa azul oscura fuertemente ceñida con más cordones
cruzados bajo sus brazos. Los pantalones colgaban bajos sin cinturón, y vio los
cantos bien definidos y planos de sus fuertes abdominales. Su corazón se
aceleró y echó un vistazo a su bolso, queriendo conseguir su píldora diaria.
Había traído un montó para que le duraran hasta que pudiera encontrar a un
nuevo proveedor.
Algo en la forma arrogante en la que el Embajador Var se quedó de pie le
dijo que se trataba de Reid. Ella en realidad había pensado en él la noche
anterior, cuando no podía dormir. Era tan grande que si tuviera dinero querría
contratarlo como guardaespaldas. ¿Tal vez podría contratar a Dev en su lugar?
El gran, gigante rojo de aspecto demoniaco parecía mucho más seguro.
Reid echó un vistazo a la bodega de carga, haciendo todo lo posible para
controlar su repentino temperamento. Sus ojos se ajustaron fácilmente a la
penumbra, mientras sus pupilas se dilataban a las de su forma de gato. Dev
estaba delante de él con Jasmine en sus brazos. Tensándose, trató de calmar sus
emociones furiosas. Su primera reacción fue arrancarla de los brazos de Dev.
Él entrecerró los ojos. Todo lo que podía ver era a Jasmine. Parecía
diferente a antes. Estaba vestida de forma diferente. Ya no llevaba un caro
vestido y joyas, sino que llevaba un par de pantalones negros y una camisa
ajustada de color carmesí que abrazaba sus pechos perfectamente
proporcionados, pechos que no eran demasiado grandes y no demasiado
pequeños. Su largo cabello estaba atado en su nuca, en una coleta. Todavía
parecía hermosa, sin duda, se vería hermosa sin importar lo que llevara puesto.
Reid se excitó, la potente fuerza de su deseo ardiendo en su sangre.
—¿Qué está pasando aquí? —Reid miró a Dev con envidia. Este era más
grande que él y un luchador entrenado, pero no le importaba. Reid se había
entrenado durante más de medio siglo en el combate. Apretó sus manos en
puños, dispuesto a desafiar al hombre si no entregaba a Jasmine.
—Tenemos un polizón —Contestó Dev fácilmente, obviamente indiferente
a la cólera de Reid—. Necesita asistencia médica.

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Todo excepto la preocupación se drenó de él cuando caminó hacia
adelante. Sus ojos vagaron por su cuerpo. Estaba a punto de agarrarla cuando
su cara pálida se lo impidió. Ella lo miraba con extrañeza. Fue entonces cuando
se dio cuenta lo que estaba haciendo. No tenía derecho a ser posesivo con ella.
Era una extraña y además, sólo una mujer. Estaba atraído por ella, pero no
quería ninguna reclamación en ella. El hecho que hubiera estado a punto de
luchar contra Dev por estarla tocando le asombró y le horrorizó. Se endureció,
forzando a tranquilizarse interiormente.
—¿Qué estás haciendo aquí, Jasmine? —Preguntó, su voz
deliberadamente dura—. Pensé que te había dicho que no.
—Ah —Jasmine se retorció contra Dev, el cual inmediatamente la dejó en
el suelo—. Embajador Reid. Esperaba que usted reconsiderara su decisión ahora
que estoy aquí.
—Daremos la vuelta y te devolveremos —A Reid no le gustó el efecto que
estaba teniendo en sus sentidos. Estaba excitado, claro, pero también quería
poseerla. No le gustaba la sensación ni un poco. Ese tipo de cosas te llevarían
por un camino hacia abajo por el que estaba poco dispuesto a viajar.
—Por favor, Embajador, no pido mucho, sólo un pasaje seguro. Puede
mantener la nueva cabina médica y yo… dormiré aquí con el resto de la carga si
no tiene otro lugar para mí. También le puedo pagar —Jasmine se dio la vuelta
y agarró su bolso. Abrazándolo a su pecho, dijo—. Tengo joyas.
—¿Estás loca o simplemente descuidada? ¿Venir a una nave con hombres
extraños llevando joyas?¿Qué les impediría robarte, disfrutar de tu cuerpo y
lanzarte al espacio exterior? —El pecho de Reid subió y bajó mientras tomaba
alientos profundos.
Ella hizo un sonido suave. Fue al instante cuando lo sintió, pero no había
vuelta a sus palabras. Duras o no, eran ciertas. Sólo una imbécil se pondría en la
posición en la que Jasmine estaba. No lo conocía a él o a su tripulación.
—Honor —Dijo tras una larga pausa. Sus ojos cayeron al suelo—. Su
honor le impediría hacer esas cosas. Usted tiene honor, ¿verdad, Embajador? ¿O
es demasiada primitiva su clase para tal concepto?
La tripa de Reid se apretó.

46
—La respuesta es no. No nos haremos responsables de tu seguridad.
Somos hombres muy ocupados —Reid frunció el ceño. En ese momento, Dev
realmente resopló con una risa reprimida.
—No estoy pidiendo que usted se responsabilice de mí. Puedo cuidar de
mí misma. Todo lo que quiero es un viaje seguro a cualquiera que sea vuestro
puerto siguiente. Puedo encontrar mi camino desde allí —Jasmine abrazó la
bolas con más fuerza. Los ojos de Reid se estrecharon cuando vio la muñeca.
Ella movió sus dedos para cubrir el moratón.
—¿Por qué? —Preguntó de repente, la cuestión no habiéndosele ocurrido
antes de ese momento. Había asumido que ella quería venir por su atracción
por él. Tal vez se había equivocado. Tenía que haber algo más en Jasmine de lo
que estaba viendo.
—Solo necesito un viaje —Dijo, levantando la cabeza—. En realidad,
Embajador, creo que estoy dirigiéndome a la persona equivocada. Tengo que
hablar con el capitán Jarek. Esta es su nave y… Dev, ¿serías tan amable de
acompañarme a ver al capitán?
—Sí, mi… —Comenzó Dev.
—No —Interrumpió Reid con frialdad—. Ya he dicho yo todo.
—Lo siento, señor, pero es la ley del cielo. Cuando se está en vuelo, el
capitán está a cargo, a menos que haya un noble de rango superior —Declaró
Jasmine. Ella no sonrió, pero parecía irritantemente triunfante. Reid notó que la
mujer nunca sonreía realmente. Era una pena. Tenía una boca para eso—. Me
temo que los embajadores no son de rango superior.
—¡Reid! —La voz de Jarek bramó por el intercomunicador—. Vuelve a la
cabina ahora mismo. Tenemos problemas. ¡Estamos a punto de ser abordados!
Jasmine palideció. Reid se preguntó por la expresión. Alargó la mano
hacia ella, cuidadoso de arrastrarla por su brazo sano cuando corrió hacia la
cabina del piloto. No quería perderla de su vista.
—¡Hey! —Protestó Jasmine mientras corría detrás de él—. Tienes que ser
el bruto más grosero que he conocido nunca. ¡Suéltame ahora mismo!
—Lo siento, su Alteza —Escupió Reid, refunfuñando el título burló para
ella—. Pero dijiste que querías reunirte con el capitán. Esta es tu oportunidad.

47
Barras de luz artificial brillaban intermedias para iluminar los largos
pasillos de acero. Reid corrió por ellos tan rápido que sólo eran destellos de
color. Apenas oyó los pies de Jasmine tropezar en el suelo de metal detrás de él.
—¡Suéltame! —Exclamó ella, la irritación evidente en su voz.
Reid se paró repentinamente en la cabina del piloto, empujándola delante
de él. Jarek la miró y levantó una ceja en pregunta. Reid simplemente explicó:
—Encontramos a nuestro polizón.
—Una nave nos saluda. Afirman ser militares de la Federación —Dijo
Jarek.
—Diles que no reconocemos la ley de la Federación —Contestó Reid. Rick,
en el asiento del piloto, se rió entre dientes y no dijo nada.
Evan, que actuaba como copiloto, dijo:
—Están esperando nuestra respuesta. Tenemos que decirles algo. Si no
dejamos que vengan a bordo, han amenazado en poner en cuarentena la nave.
—¿Qué quieres decir con que no formas parte de la Federación? Todo el
mundo forma parte de los tratados de la Federación excepto unos pocos
planetas primitivos y —Las palabras de Jasmine se cortaron cuando todos la
miraron, sólo para terminar débilmente—, los proscritos.
—Ella es un verdadero tesoro —Dijo Jarek sarcásticamente a Reid. Rick se
rió más fuerte.
Reid se encogió de hombros ante el comentario.
—¿Qué buscan?
Jarek, Rick y Evan despacio se giraron para mirar a Jasmine. Su rostro
palideció. Miró a los cuatro hombres a su vez, deteniéndose para mirar a Reid.
Las lágrimas llenaron sus ojos. Comenzó a temblar. Fue la mayor emoción que
él vio en ella.
—No, por favor —Susurró—. No podéis.
—¿Qué hiciste? —Exigió Reid—. ¿Por qué huyes?
—Reid —Dijo Evan en voz baja. Reid se giró hacia él. La frente de Evan
estaba arrugada en concentración. Contempló a Jasmine durante unos segundos
antes de decir—. Creo que deberíamos ayudarla.

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—Argh —Refunfuñó Reid. Miró la expresión de Jarek. Su hermano asintió
con la cabeza en un entendimiento silencioso. Volviendo a agarrar a Jasmine,
tiró de su brazo—. Vamos. Date prisa.
Jasmine miró a los hombres aterrorizada. Cuando Reid otra vez tiró de ella
se estremeció. Sus ojos volaron a Jarek, suplicándole que no la abandonara. No
pareció que le importara, a ninguno de ellos. Reid la sacó por un largo pasillo.
—Por favor —Susurró Jasmine—. Haré lo que sea. Sólo no le diga que
estoy aquí. No deje que me encuentre.
—¿Por qué? —Exigió Reid. Se paró, girándose hacia ella.
—No puedo volver —Contestó. Bajando su tono, dijo—, haré cualquier
cosa.
—Duerme conmigo —Dijo Reid, sus palabras un desafío.
Jasmine jadeó, pero rápidamente asintió con la cabeza.
—De acuerdo.
—De todos modos quiero —Dijo Reid. Dio un paso agresivo hacia ella.
Ella vio como sus ojos parpadeaban a amarillo. Este hombre no era del todo
humano. Debería haberse dado cuenta antes.
Jasmine se mordió el labio, haciendo un pequeño ruido cuando golpeó la
pared metálica. No tan fácilmente como antes, asintió con la cabeza otra vez.
Luchó contra su miedo diciendo:
—Está bien.
—Pude ver tu interés cuando nos conocimos por primera vez —Dijo Reid,
sus palabras bajas—. Sólo pido lo que ambos deseamos. Pero, me gusta tu
juego.
La mano de Reid se levantó y ella se estremeció. Él frunció el ceño. Para su
sorpresa, su toque era suave, dulce. Acarició su mejilla, antes de rozar con el
dorso de sus dedos por su cabello. Él pareció dudar, sus ojos oscuros
clavándose en los suyos. Su corazón revoloteó y tomó respiraciones más
profundas. Tragando, sus ojos cayeron en sus labios, curiosa en cuanto a la
textura de ellos.
Esperó el frío desapasionado cuando la besara, esperaba labios tensos, un
rápido beso. En cambio, su beso fue suave, caliente, sensible. No tenía prisa, no
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fue demandante, mientras sus dedos acariciaban su mejilla. Ella no sabía qué
hacer, así que sólo se quedó quieta, sus labios separados cuando ella dejó de
moverse. El corazón dio una vuelta en su pecho, pero además de eso, su beso
no hizo nada en ella, salvo calentar sus labios de una forma muy agradable.
Él se retiró, mirando profundamente en sus ojos. Quería sentir alegría,
quería darle alguna clase de emoción para responder a su mirada de deseo. No
podía, ni siquiera fingir. Sabía que su cara estaba en blanco cuando lo miró con
sólo las lágrimas en sus ojos dando una indirecta de lo que ella sentía
absolutamente.
—¿Qué hará tu hermano? —Preguntó, rompiendo el silencio cuando él no
lo hizo.
—Los dejará subir a bordo —Respondió Reid.
—Me encontrarán —Dijo Jasmine—. Registrarán la nave entera hasta que
lo hagan.
—No, no te encontrarán, fea —Respondió Reid. Esta vez, cuando le tomó
la mano, no tiró, sólo la condujo por el pasillo.
—No entiendo.
—Reid, tienes cinco minutos —La voz de Jarek retumbó desde arriba—.
¡Deja de perder el tiempo y muévete!
—Estaremos listos —Contestó Reid. Echó un vistazo a Jasmine—.
Tenemos que darnos prisa.

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CAPÍTULO 04

—Entra —Dijo Reid, mirando hacia abajo a Jasmine. Parecía nerviosa y no


podía culparla. Si la Federación iba tras ella, debía estar preocupada. Cuando
no entró lo suficientemente rápido, le ordenó bruscamente—. ¡Date prisa! No
tenemos mucho tiempo.
—¿Cuál es el plan? —Preguntó, todavía sin moverse. Miró a ambos lados
del pasillo, y él sabía que estaba preparada para huir. Estaba en el espacio
exterior. No había ningún sitio donde ella pudiera ir.
—Voy a esconderte —Dijo Reid. Alargó su mano hacia ella, tirándola
hacia adelante.
—Oh.
—Con mi cuerpo —Añadió, pasando la mano sobre el escáner para cerrar
la puerta.
—Oh —Comenzó ella, sólo para terminar con un fuerte—. ¿Qué? ¿Quieres
decir que nosotros a… a…? ¿Ahora? ¿Cómo puedes pensar en eso ahora? Ni
siquiera me he preparado. Quiero decir… ¿no debería bañarme primero?
—No eres espontánea, ¿eh? —Reid le lanzó una sonrisa diabólica, incapaz
de contenerse. Realmente estaba nerviosa de estar a solas con él. Lo único por lo
que le había lanzado esa loca proposición era ver lo que le diría, ver si podía
remover la dulce fragancia de entre sus muslos para tentarle. Olía bien, pero
sólo consiguió una indirecta de deseo en su beso, no el torrente que había
esperado. El cazador en él se movió, más que dispuesto a trabajar más duro
para capturar a su presa.
Su sabor estaba todavía en sus labios. Ella no le había devuelto el beso,
solo le había permitido una muestra de ella. Él estaba bien con eso también,

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mientras que ella estuviera dispuesta. Nunca forzaría a una mujer que no
quisiera ir a su cama, no es que hubiera conocido nunca a una mujer que
hubiera estado poco dispuesta.
Cuando se movió estudiándola, encontró sus ojos marrones dilatados.
Dejando que una sonrisa se rizara en la esquina de su boca, tiró de los cordones
transversales de sus costados y se sacó la camisa por encima de su cabeza.
Jasmine se quedó sin aliento y cuando la camisa pasó sobre su cabeza, ella ya no
estaba mirándole.
—Cinco minutos no nos da mucho tiempo —Dijo suavemente, mordiendo
su labio. Despacio alcanzó su camisa carmesí, jugando con el dobladillo.
—Nos las arreglaremos —Dijo Reid, mirándola con interés, cuando movió
sus manos a su cintura. Se quitó las botas, colocándolas debajo de la cama, junto
a su camisa.
—Está bien —Dijo, con voz suave y apacible. Todavía no estaba mirándole
cuando empezó a quitarse su camisa.
Reid se detuvo, mirándola fijamente. Llevaba un sujetador de encaje
blanco, las dos copas sosteniendo sus increíbles pechos. Por un momento, se
olvidó que había estado haciendo. Sus dedos se morían de ganas de tocarla. Su
cintura era estrecha, su estómago liso. Se lamió los labios. Oh, sí,
definitivamente podría trabajar con eso. Entonces, vio la contusión que todavía
estaba en su brazo, otra a lo largo de sus costillas, y otra contusión ahora hacía
juego en su muñeca.
—¿Más paredes? —Preguntó, frunciendo el ceño. Ella miró a lo lejos.
Con intención de tocarla, Reid soltó sus pantalones. Se aflojaron lo
suficiente para que el material se deslizara por sus caderas hasta el suelo. Les
dio un puntapié y los metió bajo la cama. Jasmine jadeó, su mirada
automáticamente volando a su miembro duro. Sus mejillas se colorearon e hizo
un sonido débil con la parte posterior de su garganta. Reid sintió el miedo en
ella y se preguntó por eso. La fragancia de ella le devolvió al presente.
Cuando ella siguió mirando fijamente, su camisa quitada, pero sin mover
el cuerpo, le dijo:
—No es que me importe que te desnudes, fea, pero no tenemos tiempo
para mucho más.

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La cara de Jasmine se drenó del color.
—¿Qué? Sólo dije eso. Dijiste que cinco minutos eran suficientes…
—¿Entiendes para qué son los cinco minutos? —Preguntó Reid, incrédulo.
Se inclinó y agarró sus mantas, estropeando la cama. Luego tomando las largas
almohadas, las puso a lo largo del borde—. Fea, requeriré al menos cinco horas
para eso… mínimo.
Jasmine se balanceó sobre sus pies. Reid se disparó hacia adelante,
agarrándola antes de que cayera. Parpadeando, ella alzó la vista hacia él.
—¿Cinco horas? ¿De verdad?
—¿Te excita, fea? —Le preguntó.
—Mi nombre es Jasmine, no fea —Susurró, mirando sus labios.
La cabeza de Reid se inclinó hacia atrás y olió.
—Tienes que acostarte ahora en la cama, fea.
—No, mi nombre es Jasmine…
Reid la cogió y ligeramente la soltó sobre la cama, antes de levantar su
camisa y lanzarla sobre ella.
—Haga lo que haga, no empieces a gritar. Les he detectado en la nave.
Métete bajo las sábanas y no te muevas. Te prometo que no te haré daño.
Jasmine miró a Reid desde donde estaba en la cama. Estaba
completamente desnudo, un hecho que no podía dejar de mirar. Su cuerpo era
puro músculo, incluso sorprendente después de lo que su ropa había revelado.
Y cuando vio su orgullo masculino, estando de pie muy alto y erguido a través
de su cama de pelo entre sus muslos, fue todo lo que pudo hacer para no salir
corriendo de la habitación y entregarse a sí misma a la Federación.
¿Cinco horas a merced de eso? ¿Y sin embargo sobreviviría?
Jasmine cerró los ojos. Lo superaría. Ella encontraría un modo. Abriendo
los ojos, trató de hablar. Sus labios se separaron, y estaba a punto de responder
cuando su cuerpo tembló violentamente.
Los ojos de Reid fueron los primeros en cambiar, llenándose de un verde
pálido. Después su piel oscura se transformó, moldeándose y formándose una
piel naranja, blanca y negra. Jasmine no podía moverse. Reid se dejó caer de

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rodillas y en pocos segundos un gran tigre estaba ante ella, más grande que
ninguno que hubiera visto nunca.
—¿Reid? —Preguntó, su voz pequeña—. ¿Qué…? ¿Eres…?
Un rugido ligero sonó desde la parte posterior de su garganta, y saltó a su
lado. Todo su cuerpo rebotó cuando la cama se movió con su peso. Sus dientes
eran afilados colmillos puntiagudos, unidos en una boca muy potente. Jasmine
se estremeció, incapaz de evitarlo mientras se acercaba a ella. Ella se echó hacia
atrás, chocando contra la pared por el miedo.
¿Dónde me he metido? Esto no puede estar pasando.
Reid bajó la cabeza hacia ella, y ella levantó lentamente su mano
temblorosa para tocarle. Su piel era suave y cálida. Se relajó cuando no la
mordió. De repente, levantó la cabeza y la giró hacia la puerta. Jasmine oyó
unos pasos acercándose. Tiró de las mantas sobre su cuerpo. Reid se dio la
vuelta, levantó su pata sobre su hombro y la empujó hacia abajo. Él descansaba
junto a ella, bloqueando la visión de ella con su tamaño.
Jasmine se acurrucó entre las sábanas y el cuerpo de Reid, sintiendo su
calor a lo largo de su pecho. Había pensado que había querido sexo antes de
que los hombres llegaran y ahora maldecía el hecho de haberse quitado la
camisa. No consciente de sus actos, cerró los dedos a lo largo del costado de él.
Reid sintió a Jasmine a lo largo de su espalda, tocándolo, acariciándolo.
Tener sus manos en su cuerpo era un tormento, pero no se movió para que ella
se detuviera. La puerta de su cuarto se deslizó hacia arriba. Dos hombres con
uniformes negros de la Federación trataron de entrar. Reid gruñó con la parte
posterior de su garganta, atrayendo su atención. Sus ojos se ensancharon y al
instante retrocedieron.
Miró, divertido mientras susurraban entre sí. Fácilmente los oyó discutir
sobre quién entraría. Reid rugió, esta vez más alto.
—¿Hay alguien ahí? —Gritó uno de los hombres al final. Reid volvió a
rugir, esta vez fuerte y largo mientras enseñaba los dientes mortales. Bajando la
cabeza, se tensó y apretó sus patas cerca de su cuerpo como si se preparara para
ponerse en pie, retándoles a dar un paso dentro. No se levantó, por si acaso
cualquier parte de Jasmine quedaba expuesta. Además, tenía un férreo control
sobre su piel y no parecía querer dejarle ir.

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—Cállate —Ordenó el segundo hombre—. No hay nadie con esa cosa, a
menos que se los comiera. Sólo tengo la lectura de una forma de vida.
—Sí —El primer hombre se rió—. No quiero ser el siguiente en el menú.
La puerta se cerró. Reid sintió como Jasmine se relajaba, pero no lo soltó.
Volvió la cabeza hacia ella. Estaba completamente enterrada bajo las sábanas.
Vigilándola, se quedó algo desplazado, por si acaso los hombres volvían.
Apoyó la cabeza sobre sus patas. Después de que media hora pasó y ella
todavía no se había movido, Reid enganchó la manta con su garra y tiró hacia
atrás y hacia abajo. Jasmine estaba profundamente dormida.
************
—¿Todo despejado? —Preguntó Reid, entrando en el espacio común. El
salón estaba equipado con una pantalla de visión, juegos de mesa, sillones y
sillas. Los hombres pasaban mucho tiempo allí, cuando no querían estar solos
en sus habitaciones. Lucien, Viktor, y Jackson jugaban a las cartas, bebiendo
licor cuando tenían una mano perdedora. Lochlann y Jarek hablaban en voz
baja en un rincón. Su hermano lo miró mientras entraba dentro.
—¿Dónde está? —Preguntó Jarek.
—Durmiendo en mi cama —Contestó Reid. Los hombres le dieron
miradas de complicidad y él levantó las manos—. No, todavía no. Ni siquiera
soy tan suficientemente bruto como para seducir a una mujer dormida.
—Genial, le diré a Rick que todavía tiene una posibilidad —Bromeó
Viktor.
Reid frunció el ceño, no participando de las risas.
—Hace eso y te digo que le romperé las piernas si la toca. Es mía.
Jarek le miró a los ojos pero no dijo nada.
—Quiero decir que ella está bajo mi protección —Se enmendó Reid
suavemente.
—Realmente parecía cansada —Dijo Evan, levantando la vista de su
ordenador de bolsillo. Reid supuso que el hombre estaba leyendo otro libro.
—Sería también porque ha dormido en un cajón metálico toda la noche —
Dijo Viktor, echando una carta.

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—Dijiste que deberíamos ayudarla —Reid miró a Evan, avanzando para
tomar una silla a su lado—. ¿Por qué?
—Está asustada —Dijo Evan simplemente.
Lochlann y Jarek se inclinaron hacia adelante, descansando sus codos
sobre sus rodillas. Reid observó al Draig cautelosamente, pero mantuvo su boca
cerrada. Lochlann era el amigo de Jarek, y él no comenzaría una lucha con el
dragón cambiaformas a menos que no lo provocara. Los demás se callaron, pero
no detuvieron su juego.
—¿La leíste entonces? —Preguntó Reid.
—Sí —Evan posó su ordenador de bolsillo—. Pero, cualquiera puede ver
que está aterrorizada con sólo mirarla. Y vi la contusión en su muñeca.
—Sí —Jarek asintió con la cabeza. Estudió su puño pensativamente—. Era
una mano. Probablemente un hombre por el tamaño de las marcas.
—Sin duda un humanoide —Dijo Jackson, asintiendo con la cabeza. Miró
sus naipes, no dejando entrever ninguna emoción.
—Hay más en sus costillas y su brazo —Reid miró hacia abajo, frunciendo
el ceño. El impulso de protegerla era fuerte en él, pero se aseguró que no
significaba nada. Era su decisión esconderla de la Federación, lo que hizo que
ella fuera su responsabilidad. Era el honor el que le obligaba a protegerla. Eso
era todo. Por eso sus entrañas se anudaban con la preocupación—. Me ha dicho
que chocó con algo.
—Sí, como un puño —Dijo Lucien en voz baja. Tenía la mandíbula
apretada.
—Tienes que averiguar lo que está haciendo aquí —Jarek sonrió a su
hermano, riéndose entre dientes suavemente—. Es decir, si no está únicamente
para estar contigo.
El tono de Jarek le dijo que dudaba que esa fuera la razón. Reid le lanzó
una mirada irónica.
—¿Dudas de mi encanto con las damas? ¿Por qué no recorrería la galaxia
buscándome?
Los hombres se rieron.

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—Trata de hablar con ella, menos insinuaciones —Dijo Evan. Reid abrió la
boca y este levantó una mano para detenerlo—. No, no preguntes. No te diré lo
que sentí en ella. Ese es tu asunto.
—No te metas en mis pensamientos —Dijo Reid. Sonrió para disimular la
dureza de su advertencia.
Evan se encogió de hombros, indiferente.
—Entonces deja de pensar tan fuerte.
—Lo que quiero saber, Evan es si crees que es una amenaza para nuestra
nave —Preguntó Jarek. Reid compartió una mirada con su hermano y supo que
estaba preocupado.
—No —Dijo Evan con seguridad—. No, a menos que la Federación
descubra que la tenemos.
—Ah, no estoy preocupado por la Federación —Jarek cambió una mirada
con Lochlann y se rió.
—Sí —Añadió este, compartiendo un chiste privado con su capitán—.
Hemos tratado con ellos un montón de veces.
—Viste su contusión. Piensa en ello. ¿Dónde crees que lo consiguió? —
Evan miró directamente a Reid.
—Un hombre —Dijo Reid fácilmente—. Eran demasiado grandes para ser
los dedos de una mujer. Ya hemos determinado eso.
—¿Y por qué está aquí? —Continuó Evan.
—Está escondiéndose —Reid respiró hondo, cuando el conocimiento
alboreó—. Está escondiéndose de un hombre. Uno lo suficientemente poderoso
como para enviar al ejército de la Federación tras ella.
—Ah —Evan echó un vistazo de nuevo a su libro.
—Estaban en una conferencia médica ¿Un doctor rico y poderoso, quizás?
—Propuso Jarek
Reid tomó un aliento profundo. Había estado tan preocupado por su
deseo por ella que no se había parado a pensar en otra cosa. Sólo supuso que
ella sentía la pasión que el sentía. Ella era como un imán, atrayéndolo hacia ella.
—¿Un amante que la golpeó? —Agregó Lochlann.

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Reid lo miró a los ojos, no gustándole sus palabras. La sola idea de que
alguien pudiera obtener placer haciendo daño a una mujer era imposible para
él. Viendo a su hermano que lo estudiaba, se obligó a decir ligeramente:
—Así que, su último amante era demasiado agresivo tendré que serlo
menos si quiero seducirla.
Evan hizo una mueca.
—O si quieres ayudarla.
Reid mantuvo su cara en blanco, teniendo cuidado en cubrir sus
pensamientos. Echó un vistazo a Evan, deseando que el telépata sintiera su
descontento por la intrusión.
—-No te preocupes, príncipe Reid. No contaré tu secreto —Dijo Evan
sonriendo.
—¿Qué secreto? —Preguntó Jarek.
—Está bromeando —Rechazó Reid. Jarek asintió con la cabeza, pero no
dijo nada.
—Todos vosotros, mantedremos los oídos bien abiertos. Averigua lo que
puedas, Reid —Dijo Jarek—. La Federación la buscaba, pero no dijeron para
qué. Tu tapadera fue brillante, a propósito. Yo tenía documentos de transportar
un tigre archivado, ya sabes, por si acaso alguna vez me encontraran de esa
forma. No tengo problemas protegiendo a un criminal. Sólo quiero saber sobre
ello de antemano.
—Ella no quiere hablar —Evan sonrió a Reid, un brillo travieso en sus
ojos—. Está cerrada. Vas a tener que ser discreto.
—¿Estás diciendo que dudas de mi encanto? —Preguntó Reid,
devolviendo la mirada con una de las suyas.
Jarek se rió. Poniéndose de pie, palmeó el hombro de Reid.
—Creo que está diciendo que careces de tacto, hermano.
—¿Quién yo? —Guiñó Reid—. Tonterías.
**********
Jasmine despertó sobresaltada, sentándose. Dio un suspiro profundo,
temblando débilmente cuando se elevó sobre la cama. Mirando alrededor, se

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sintió desorientada cuando trató de recordar donde estaba. Entonces todo la
golpeó. No estaba con Chad. Una sonrisa trató de cruzar su cara, pero luego se
heló.
—El embajador —Susurró, mirando alrededor con un nerviosismo
renovado. Reid se había ido. Dándose cuenta que todavía estaba sin su camisa,
la encontró detrás de ella y se la puso sobre la cabeza. Extrañamente olía como
Reid. Su corazón revoloteó en su pecho.
—Mis píldoras —Dijo para sí, aunque el sonido de su voz no fuera tan
consolador como había esperado. Presionando su mano contra su pecho como
si eso fuera a reducir el ritmo de sus latidos, tomó otro aliento profundo. No
tuvo tiempo para tomar su medicina esta mañana antes de salir de la bodega de
carga—. Ordenador, ¿estás la Federación todavía aquí?
—No, señora —Contestó el ordenador, su tono uniforme.
Jasmine se relajó. Eso era algo al menos. De repente, sus músculos se
tensaron cuando un pensamiento la golpeó. Reid había mantenido su palabra.
Eso significaría que esperaría que ella mantuviera la suya.
—Cinco horas —Dijo suavemente. Las lágrimas llenaron sus ojos. Chad
sólo había necesitado alguna vez veinte minutos, si acaso. Podría sobrevivir
veinte minutos, pero, ¿cinco horas?--. Por favor que esté bromeando o
jactándose, no me importa.
Todavía temblando fue a la puerta y pasó su mano sobre el escáner de la
pared. La puerta se deslizó, dejándola libre. El pasillo estaba vacío y
rápidamente se dirigió buscando la zona de carga. Sus píldoras estarían allí.
Pero que el miedo de que cinco horas en la cama del confiado Reid, era el
conocimiento vergonzoso de que ella tendría que decirle que era frígida, que no
era realmente una mujer. Claro, tenía todas las piezas correctas. Parecía una
mujer, hablaba como una mujer, se comportaba como una mujer. Pero una
mujer se definía por lo que sentía por dentro. Ella estaba muerta por dentro.
Chad había sido brutalmente honesto sobre eso. No podía culparlo. No era
un buen hombre, pero tal vez si hubiera podido responder a él, le habría hecho
sentir deseado como un marido debía serlo, y entonces tal vez no se habría
vuelto hacia una vida de delitos. Tal vez su matrimonio habría sido diferente.

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Jasmine sabía que era demasiado tarde para nada de eso. El
arrepentimiento no era nada nuevo para ella, ni la culpa. Chad y su vida juntos
debería haber terminado antes de que comenzara.
**********
—Hey, bienvenida, polizón. Por mi parte, estoy muy encantado de tener a
una hermosa dama a bordo.
Jasmine asintió con la cabeza ligeramente hacia el hombre, Rick, cuando
entró en el salón lleno de gente. Aparte de los dos embajadores de Var y Dev,
era el único nombre del que se había enterado. Lo recordó por las bromas de los
hombres en Nozando. Rick le guiñó un ojo, levantando sus botas a una mesa de
juego. Un hombre pálido las empujó fuera. Rick se rió, tomándolo con calma.
—Bienvenida a bordo, polizón —Jasmine se dio la vuelta a la voz amable,
reconociendo al hombre—. Soy Evan.
—Hola —Dijo ella, con voz suave—. Jasmine.
Evan señaló por la habitación, presentándole a los hombres.
—En la mesa de juego está Viktor, su hermano Lucien, Rick con el que has
tenido la desgracia de conocer…
—¡Oye! —Refunfuñó Rick, antes de reírse—. No me odies porque estés
celoso de mí.
—Uh-huh —Dijo Evan, rodando los ojos—. El rubio es Jackson. Ese es
Lochlann. Tengo entendido que ya encontraste a Dev.
—Hola —Repitió Jasmine. Los hombres la observaban con curiosidad,
como si esperaran que ella dijera algo más. Nerviosamente tragó y no se movió.
—¿Te gustaría unirte al juego? —Le preguntó Lucien, señalando las carta
que ya estaban sobre la mesa—. Empezaremos de nuevo.
—Hey, sólo lo dices porque tienes una mano mala —Protestó Viktor.
—No, gracias —Respondió Jasmine, antes de que Lucien pudiera discutir.
—¿Tienes hambre? —Le preguntó Evan.
Jasmine lo miró. Tenía unos ojos amables. Poco a poco, asintió con la
cabeza. No sabía que la poseyó para vagar hacia esa zona. Acababa de oír las
risas y sintió curiosidad. Ahora que estaba aquí, no sabía que decir. Había

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pasado mucho tiempo, cuatro años para ser exactos, desde que había
mantenido una conversación no supervisada. No tenía ni idea sobre qué hablar
o como incluso romper el hielo. Estaba acostumbrada a solo sentarse entre la
gente como una estatuilla, dejando que los hombres hablaran.
—Vamos, te mostraré el comedor —Evan abrió la marcha desde el salón.
La risa automáticamente sonó en cuanto salió. Jasmine se mordió el labio y
trató de no sentirse celosa. Ella nunca había pertenecido a un grupo de amigos
así.
—Podemos pasar por la cabina médica si lo deseas —Ofreció Evan,
asintiendo con la cabeza hacia su muñeca.
—No, gracias —Dijo Jasmine.
—No es un problema. Ese moratón parece doloroso.
Jasmine tragó nerviosamente y lo cubrió con su mano. Estaba tan
acostumbrada a ocultar sus contusiones que no sabía que decir.
—No, está bien, de verdad. No puedo usar cabinas médicas. Tengo alergia
al láser.
—¿De verdad? —La sorpresa de Evan era obvia—. Nunca había oído eso.
—Es raro —Contestó. Realmente no quería hablar de ello—. ¿A dónde se
dirige la nave?
Observó a Evan atentamente mientras fingía no hacerlo. El parpadeó ante
el brusco giro de la conversación, sólo para sonreír. Riéndose en voz baja, dijo:
—Realmente no tenemos un plan establecido por lo que yo sé. Creo que la
idea es hacer el camino de vuelta a Qurilixen sin un rumbo fijo, parando donde
nos apetezca por el camino.
—¿Has estado allí? —Preguntó—. ¿En Qurilixen?
—Sí, no está mal. En realidad, es un poco como esto —Dijo Evan—. El
paisaje es hermoso… árboles grandes, más grandes que esta nave, cielos
abiertos. Aunque, realmente no anochezca excepto una vez al año. La luz
constante es algo a lo que tienes que acostumbrarte. Nos quedamos en el
palacio de Var cuando estuvimos allí. Nuestro antiguo capitán se casó con el
hermano de Reid, el príncipe Quinn.
—Oh —Jasmine dijo antes de jadear—. Espera. ¿Dijiste príncipe?
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Evan asintió con la cabeza, conduciéndola en un paso sin prisa por el
pasillo.
—¿No lo sabías? Reid y Jarek son príncipes de Var. Su hermano mayor es
el rey.
—Creía que eran embajadores.
—Eso también —Evan sonrió. Se paró, haciendo señas dentro de una
puerta abierta—. Ah, aquí está el comedor. Perdona el desorden. Viktor
desmontó el droide de limpieza para ver cómo funcionaba y no lo ha vuelto a
reunir las piezas.
Jasmine asintió con la cabeza. Sin necesidad de que lo pidieran, ella
comenzó a limpiar los platos sucios de la larga mesa, moviéndolos a un cuenco
con agua.
Evan frunció el ceño.
—No quise decirlo para que tú…
Jasmine se paró, confundida.
—Estoy acostumbrada a ello.
—Quiero decir, Viktor va a arreglarlo —Evan se pasó las manos por su
pelo—. ¿No eres…?, quiero decir, ¿no eras rica? ¿Por qué no tenías un droide?
Jasmine no contestó. No quería hablar de su pasado. Si estos hombres, a
pesar de que parecían honestos y de confianza, supieran que estaba casada con
un miembro potencial de la Mafia Médica, es posible que no quisieran seguir
con ella. El ejército de la Federación era una cosa, la Mafia Médica era otra
completamente diferente. Ni siquiera quería pensar cómo Chad había
conseguido que la Federación fuera detrás de ella. Parecía que su marido tenía
muchas conexiones que ella no conocía.
—No me importa.
—Escucha —Dijo Evan, cuando siguió trabajando—. No fue mi intención
molestarte.
—No me molestaste —Dijo Jasmine, sorprendida. Podía decir por la
mirada de sus ojos que no la creyó. ¿Cómo podría ver simplemente a través de
ella en sólo tan poco tiempo? Su cara estaba en blanco, una máscara que había
pasado años desarrollando.
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—El simulador de comida está ahí mismo. Sírvete, en cualquier momento,
sé que no les importará —Evan se dio la vuelta para irse. Parándose, dijo—.
Sabes que estás segura aquí. Pueden actuar como unos brutos, pero cada uno en
esta nave es un buen hombre.
Jasmine no contestó. Evan se fue. Se dio la vuelta para seguir recogiendo
más platos.
—¿Qué fue todo eso?
Jasmine dejó caer el plato y se rompió en el suelo. Rápidamente se volvió a
la puerta. Bajando sus ojos, hizo una reverencia baja y mantuvo la posición
mientras dijo:
—Mí príncipe.
Cuando un largo momento pasó y él no contestó, ella se arriesgó a mirar
hacia arriba. Él tenía una expresión perpleja en su hermoso rostro. Una ceja se
arqueaba sobre su ojo.
—Siento lo de antes. No lo sabía. En el banquete le anunciaron como un
embajador —Jasmine hizo una reverencia más pronunciada. Reid todavía no
respondió—. ¿Príncipe Reid? ¿Es algo…?
—Estaría sólo aquí de pie, admirando la visión. Puedo ver hasta abajo por
tu camisa —Reid sonrió, finalmente entrando en la cocina. Jasmine jadeó,
mirando abajo, horrorizada. Su camisa estaba apretada. No había forma que
hubiera visto algo por debajo. Reid se rió—. Y aunque no me oponga a que me
llames tuyo, no me llames príncipe. En la nave soy Reid. Nos gusta pasar
desapercibidos.
—¿Razones de seguridad? —Preguntó, decidiendo no hacer caso de su
ordinaria broma.
—No —Saltó sobre el mostrador hacia el simulador de alimentos y guiñó
un ojo—. Hay demasiada gente tratando de besar por caridad.
Jasmine jadeó e hizo una mueca. Bajo su aliento, se quejó.
—¡Qué noble por vuestra parte!
Reid echó la cabeza hacia atrás y se rió. Era un sonido rico y completo.
Jasmine se quedó helada. ¿Había dicho eso en voz alta?
Al simulador de comida, Reid dijo:
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—Sloken —La máquina pitó y él abrió la puerta sacando una taza que
echaba vapor con un líquido verde. A Jasmine le preguntó—. ¿Quieres un
poco?
—No bebo —Contestó.
—¿Nada? —Echándose hacia atrás, él tomó un sorbo de la bebida.
—Licor.
—Un sloken no es alcohol.
—No, gracias de todos modos —Dijo, inclinándose para recoger el plato
roto.
—Haz lo que quieras, fea —Reid tomó otro sorbo, mirándola sobre el
borde de la taza, cuando ella echó las piezas del plato en la basura.
—Mi nombre es Jasmine —Contestó, siguiendo limpiando los platos.
—Bueno, Jasmine —Subrayó su nombre y negó con la cabeza—. No eres un
montón de alegría, ¿verdad?
—¿Dónde quiere que yo duerma? —Preguntó ella cambiando de tema.
Puso el último de los platos en el fregadero y se giró hacia él.
—Todos los cuartos están ocupados, por lo tanto tendrás que acostarte
conmigo —Reid dejó la taza y saltó del mostrador. Se movía con confianza y eso
la asustó.
Jasmine se puso rígida. Seguro que estaba bromeando.
—¿Por qué? Puedo dormir fácilmente en la bodega de carga.
Él se rio entre dientes. Cuando se acercó, ella no se movió. Descubrió que
quería que él viniera a ella. Quería que la tocara. Más que nada, quería sentir
algo cuando lo hiciera. Su mano se ahuecó en el lado de su cara, caliente y
suave. La frecuencia de su corazón lo recogió, pero apenas lo notó cuando miró
profundamente en sus ojos oscuros. La intensidad de ellos la tomó por sorpresa.
Ningún hombre la había mirado nunca así. Lentamente bajó su boca a ella. Rezó
por que una chispa se encendiera, algo que descongelara sus entrañas. Cuando
sus labios tocaron los de ella, él dijo:
—Porque esto es lo que ambos queremos.

64
Jasmine cerró sus ojos y volvió la cara. No había ni un rayo de emoción,
ningún gran torrente de deseo salvaje, no importa lo mucho que lo deseara. Su
corazón podría latir más rápido, pero aparte de eso, estaba muerta por dentro.
—No, eso es lo que tú quieres.
Reid estudió a la mujer que tenía delante durante un momento, no seguro
de haberla oído bien. Ese movimiento sencillo había funcionado en muchas
mujeres. La voz baja, seductora. La caricia suave de su mano. El deslizamiento
lento de sus labios.
No se movió, esperando que ella se volviera de nuevo a él en una pasión
desenfrenada. La mayoría de las mujeres tendrían su ropa fuera en dos
segundos, pidiéndoles que las tomara contra el mostrador. Probablemente lo
habría hecho también.
Reid esperó. Jasmine no se movió. Esperó más. Ella respiró hondo,
suspirando. Él esperó. Ella tomó otro aliento. Parecía aburrida.
¡Gatos sagrados! ¿Por qué en la galaxia ella no estaba besándole ahora
mismo? La deseaba con tanta fuerza que estaba a punto de atacarla por ello. Su
olor le envolvió. La energía entre ellos era potente, chispeando como fuegos
artificiales, rompiendo en el aire. ¿Cómo podía no afectarla?
Reid, no era alguien que pudiera ser disuadido de su propósito, se inclinó
hacia adelante para acariciar con sus labios en su garganta. Podía ocultar su
expresión, pero su pulso la delataría. Besó su cuello, dejando que su boca
descansara sobre el latido de su corazón. Para su placer, sintió que corría bajo
sus labios.
—¿Cuándo dijiste cinco horas, incluyen esto? —Preguntó con una voz
suave.
Reid se rió entre dientes. Esto era más parecido a lo que estaba
acostumbrado. Retirándose, miró su cara. Estaba en blanco. Frunció el ceño.
Ella pareció impasible. Perdiendo algo de su calma, dijo:
—Cinco horas en mi cama.
—Entonces por favor, suéltame —Jasmine se retiró—. Pagaré lo que debo,
pero ni un segundo más. La próxima vez que me toques, comienzo a restar
minutos.

65
Reid inmediatamente la soltó, sintiendo como si le hubiera dado una
bofetada. ¿No le interesaba? Nunca forzaría a una mujer a estar en su compañía.
Cerró sus ojos e inhaló, oliéndola. Su deseo era débil, pero estaba ahí, más
fuerte que antes. Escuchó. Su corazón corría y su respiración se había hecho
más profunda. La atracción entre ellos prácticamente rompió por la habitación.
No había forma que pensara que podría ser solo unilateral. Era demasiado
fuerte, demasiado potente. La miró a la cara. Era una máscara inescrutable. Por
primera vez en sus sesenta y un años, Reid dudó. Era una sensación nueva y no
le gustó.
—No puedes dormir en la bodega de carga. Esa es la habitación de Dev —
Dijo en voz baja. No podía mirarla. Recordando lo que habían sacado en
conclusión sobre su amante anterior—. No soy un monstruo. No voy a tirarme
sobre ti, Jasmine. Si realmente no me deseas, me echaré hacia atrás. Lo siento si
te interpreté mal.
Ella no se movió. Reid finalmente la miró, encontrando sus ojos.
—Reid —Comenzó, pero no terminó.
Él recogió su sloken y salió a zancadas del comedor. Una vez lejos, tras
una esquina, se detuvo y respiró hondo. ¿Qué había sucedido? ¿Era posible que
ella no se sintiera atraída por él? ¿Acaso sólo la deseaba porque ella no lo
deseaba a él? ¿Era por esto por lo que sentía la necesidad ardiente de volver,
sólo para estar cerca de ella? ¿Era por esto por lo que pensaba en ella todo el
día? Reid era el primero en admitir que le encantaban los desafíos, pero, ¿ella
había estado jugando fuerte o sólo no quería realmente que la tomara?
—No me desea —Susurró, dividido entre el desconcierto y la agonía. Su
cuerpo se tensó, deseando abrazarla, tocarla, olerla. La primera mujer en su
vida que sentía que tenía que tener, y ella no lo quería—. Ella no me desea.
La ira y frustración subió dentro de él. Bajando por el pasillo, se encontró
con Jackson y Dev en formación de combate en la sala VR. Lo miraron cuando
se metió en el medio de una batalla con un grupo de Grugs. Las bestias peludas
aullaron, golpeando a los hombre con sus garras afiladas. Dev se acercó,
dejando entrar a Reid en la acción. Lucharon apenas sin decir una palabra
durante horas. Después, Reid lentamente volvió a su cuarto.

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Aunque el entrenamiento lo cansó, no había hecho nada por su frustración
sexual que anudaba en la boca de su estómago. Bajó la cabeza. Jasmine no se
sentía atraída por él.

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CAPÍTULO 05

Jasmine miró a Reid estirar sus brazos mientras salía del descontaminador.
Estaba completamente desnudo. Todo su cuerpo se estremeció, pero se obligó a
permanecer sentada en la cama. Los latidos de su corazón habían estado un
poco demasiado elevados desde su encuentro en el comedor, por lo que se
había tomado otra píldora. Dos pastillas en un día no era una buena idea, pero
había estado desesperada.
Al ver su cuerpo desnudo, rápidamente desvió los ojos para mirar sus
pies. Reid era un espécimen brillante de belleza masculina, como una estatua
tallada en mármol de la Tierra. Adoraba mirar hologramas de arte de la antigua
Tierra. Imaginando a la gente que había tallado la piedra con solo un cincel y un
martillo era increíble. O que había pintado una hermosa obra maestra, creyendo
en su trabajo tanto que pasó meses, o a veces años, perfeccionándolo.
Jasmine respiró hondo. Esto era un error. A punto de levantarse, encontró
que sus pies temblaban demasiado para apoyarla. Se quedó en la cama,
agarrándose del colchón a sus lados.
—Estás actuando como si fuera a atacarte —Dijo Reid, con su voz
apagada—. Ya te dije que no voy a forzarte.
Jasmine se mordió el labio. No podía mirarlo.
—Es bastante agradable cuando me besas.
Un suave sonido de sorpresa salió por su admisión. Jasmine no tenía ni
idea de lo que le hizo decir esas palabras en voz alta. Quería explicarle que no
era él, que era ella. Si un hombre como Reid la tocaba y ella no podía sentir,
entonces sabría que era realmente frígida.
—Podrías haberme engañado —Dijo Reid. Sintió más cuando lo oyó
moverse. El calor de su cuerpo pareció arrastrarse sobre ella. ¿O era que ella
estaba tan concentrada en lo de ella que lo había imaginado? Él empujo hacia
atrás su pelo, rozando los dedos ligeramente en su mejilla. No, era él. Él estaba
cerca. Suavemente le preguntó—. ¿Te gustaría que te bese, fea?
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Jasmine asintió lentamente. Ella finalmente lo miró, primero sus pies
descalzos, sus muslos fuertes, sus caderas y su cintura cincelada. Su eje estaba
erguido, de pie en una cama de suave pelo. No había un pedazo de grasa que
estropeara su figura. Ella forzó la mirada hacia arriba, sobre su musculoso
peche, bien definido y liso, hasta donde sus ojos estaban clavados en ella.
—Sí.
Reid le dio una leve sonrisa y se puso de rodillas ante ella. La mano de su
mejilla se deslizó sobre su cuello, tirando de ella ligeramente hacia adelante. Al
principio, su beso fue suave, cuando él rozó sus labios ligeramente a lo largo de
su boca. Mirando su cara, sus ojos cerrados, quiso tocarle, pero se contuvo. Por
algún motivo extraño que no podía explicar, confiaba en él.
Él trazó su boca con la lengua antes de profundizar en su interior. Jasmine
no pudo dejar de mover sus labios ligeramente mientras le probaba. Un sonido
débil salió de ella, y se dio cuenta que venía desde la parte posterior de su
garganta. Poco a poco, alcanzó detrás de ella y levantó un recipiente pequeño.
Cuando se apartó de su beso, uno que apenas devolvió, ella lo sostuvo y se lo
dijo:
—Necesitarás esto.
Un confuso ceño fruncido atravesó su cara cuando miró la etiqueta.
—¿Lubricante?
Jasmine asintió con la cabeza, bastante segura que nunca había estado tan
avergonzada en su vida. Su cuerpo tenso y deseó que la nave se rompiera
debajo, para que ella pudiera ir a la deriva hacia el espacio exterior. Muriendo
de una muerta horrible sería seguramente menos dolorosa que este momento.
Reid no tomó el recipiente, pero en cambio examinó sus ojos. Esta vez
cuando la besó fue más profundo, moviéndose como si estuviera
conquistándola. Una mano acariciaba sobre su muslo, deslizándose ligeramente
hasta el lado de su pecho. Un calor agradable picó su pezón cuando él pasó su
pulgar sobre ello. Sus caderas se sacudieron. Estaba mareada, aturdida, pero no
podía detenerlo. Cuando ella se quedó sin aliento, él se echó hacia atrás y sonrió
contra sus labios.
—No necesitamos esas cosas.
—Sí, lo hacemos —Susurró—. Soy…

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Él lamió juguetonamente su boca, dirigiendo la punta de su lengua a lo
largo de su costura.
—¿Qué?
—Soy más fría que los casquetes polares de Sintaz —Jasmine trató de
retirarse. ¡Ah, Dios! ¿Realmente lo había admitido en voz alta? ¿Así?--. Lo
siento, es una mala expresión.
—¿De qué hablas? ¿Quién te dijo eso? —Reid rechazó dejarla ir. Sus
manos amasaron a lo largo de sus costados. Hizo un ruido suave, seductor
cuando acarició sus sienes hasta su mandíbula, acariciándola con el hocico.
—Bueno, mi marido —Dijo Jasmine.
Reid se puso rígido. Sus brazos agarraron sus brazos ligeramente, no
doliendo, pero ya no masajeando.
—Le oí por casualidad una noche cuando estaba con una amante —
Arrancó Jasmine. La dejó ir. Había vivido con su condición por tanto tiempo
que ya no la hacía llorar al pensar en ello. Realmente, nada en verdad hacía que
llorara más. Tal vez se había convertido en un vacío sin emociones.
Reid miró a la mujer con incredulidad. ¿Estaba casada? ¿Apareada con
otro hombre? Su cuerpo estaba tan duro para ella, finalmente deseaba, o así
parecía, y ahora descubría que no podía tocarla. Durante un largo momento no
se pudo mover. La idea de no ser capaz de hacer el amor con ella dolía
demasiado.
—¿Reid? —Preguntó ella, su voz suave, sin pasión.
Retrocediendo de ella, se puso de pie. Su cuerpo había sido estirado por su
ejercicio, pero la tensión poco a poco regresaba de nuevo a sus músculos.
Cuando la miró, no vio el remordimiento por lo que pasaba. Parecía que no le
importaba. Le miraba, sus ojos apagados para cualquier emoción. Eso no era
nada nuevo. Su cara siempre era inexpresiva cuando la miraba.
—¿Estás casada?
—Bueno, sí, pero… —Jasmine despacio se puso de pies.
—¿Pero? —Exigió Reid, sin poder creer en su audacia. ¿Qué clase de
hombre creía que era él? Claro, podía bromear sobre mujeres casadas, pero en
verdad nunca había tomado la esposa de otro hombre en su cama. Para los Var,

70
una unión para toda la vida era sagrada y duraba para toda la eternidad.
Incluso un apareamiento a medias, aunque no era tan vinculante, había una
fuerte conexión que no se desataba fácilmente. Si tomara a sabiendas a una
mujer casada, el golpe a su honor sería devastador, sin contar de que nunca se
lo perdonaría.
—No lo estoy, técnicamente más —Trató de explicar..
—¿Cómo puedes no estarlo? ¿Has dado los votos? ¿Te has comprometido?
—Reid no lo podía creer. Un dolor se asentó en su pecho. Estaba tomada,
afirmada. La deseaba más de lo que nunca había deseado a nadie y no podía
estar más lejos de él —¿Tu marido está muerto?
Jasmine sacudió la cabeza en negación.
—El matrimonio es la prisión. Me divorcié de él. Lo dejé como un mal
trabajo.
—¿Ese divorcio…? ¿Es vinculante? ¿Legal? ¿Reconocido por tu gente? —
Una esperanza se despertó en su corazón que había muerto. Lamentó que
Quinn no estuviera con ellos. Quinn era el verdadero embajador Var, y el que
más sabía sobre otras culturas. Reid intentó recordar que otras culturas
humanoides eran diferentes. El apareamiento no significaba tanto para los
humanos como lo hacía para los Var y podía deshacerse. Estaba tenso mientras
esperaba su respuesta. Esperaba que ella le dijera algo con lo cual él pudiera
trabajar.
—No, acabo de dejarlo.
—¿Sólo te rendiste? —¿Por qué estaba torturándose a sí mismo? Debería
decirle que se fuera. De hecho, debería echarla de su habitación y exigir que se
fuera.
—Me quedé durante cuatro años intentándolo —Dijo Jasmine. Se acercó a
la puerta y pasó la mano por el escáner—. No llames a eso rendirse, Reid. Yo lo
llamo overkill6.

6
N.T: A menudo se utiliza para referirse a un exceso que supera con creces aquello que se necesita para
lograr un resultado. Por ejemplo en una guerra (especialmente nuclear) "overkill" puedes entenderlo
como el despliegue excesivamente innecesario de armamento atómico, que causa un daño más allá del
que se necesitaba para "completar la misión". Es un uso exacerbado de la fuerza y del poder.

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Jasmine se fue sin mirar atrás. Se alegró de eso, ya que él no habría sido
capaz de obligarla a dejarlo. ¿Cómo podía estar casada?
Reid miró su excitación. Todavía le dolía, pero la ignoró. Respirando con
dificultad, se sentó en la cama.
Jasmine estaba tomada. No había nada que pudiera hacer al respecto. No
la podía tocar. Hacerlo así sería deshonrarse no sólo a sí mismo, sino a su
familia, a su gente. No había nada que hacer al respecto. Nunca podría tenerla.
Pareció que saberlo sólo le hizo desearla más. Ella era un misterio.
Desgraciadamente, ella no era su misterio para resolverlo.
*********
Jasmine respiró hondo, cuando caminó por el pasillo fuera de la
habitación de Reid. La mirada de repulsión en su rostro había estado clara. Ya
no la deseaba. ¿No debería estar feliz? ¿No era lo que quiso? Entonces, ¿por qué
se sentía como si le acabaran de dar una patada en la tripa? ¿Por qué de repente
su cuerpo estaba todo dolorido y caliente?
—Necesito otra píldora —Susurró, presionando una mano a su pecho—.
Algo definitivamente estás mal en mí.
Mirando hacia atrás, hacia el cuarto de Reid, se tensó. No podía entrar allí,
no ahora mismo. Reid todavía estaba allí. Desgraciadamente su medicina
también.
Todo su cuerpo temblaba, ella decidió sufrir y pasar a través del pequeño
percance de su corazón. Sería demasiado peligroso tomar otra píldora tan
pronto de todos modos. Despacio, siguió adelante por el pasillo. La nave era
grande. Tenía que haber algún sitio donde pudiera esconderse hasta que la
sensación peculiar en su pecho se pasara.
—Jasmine.
Ella se congeló. La voz suave de Reid era tan dura, enojada. Dando la
vuelta despacio, miró hacia atrás. Había tanta pasión en él, tanto sentimiento.
Cuando sonreía, realmente sonreía. Cuando reía, era una verdadera risa, no una
falsificación, no forzada. Y, como ahora, cuando estaba enojado, la rabia
manaba de él de forma que fuera inequívoca. Lamentó que no pudiera sentir las
cosas dos veces menos de cómo él lo hacía. Era tan honesto consigo mismo.

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Frunciendo el ceño, él se asomó por la puerta de su cuarto. Jasmine tragó,
no haciendo un movimiento para ir hacia él. Si su hombro desnudo fuera
alguna indicación, no se había puesto la ropa.
—¿Qué?
—Vuelve aquí. Todo el mundo va a acostarse pronto y ya dije que
compartiría mi cuarto contigo. Mantengo mi palabra. No hay ningún otro lugar
en la nave a la que puedas ir —Reid la estudió un momento más antes de
desaparecer dentro de su habitación.
Jasmine contempló la puerta durante un largo momento antes de volver.
Insegura, echó un vistazo dentro del cuarto. Reid estaba en el suelo, envuelto en
una manta. La miró, pero no dijo nada. No tenía que hacerlo. Sus ojos oscuros lo
decían todo.
—¿Estás seguro? —Preguntó—. No quiero molestarte.
Él se rió entre dientes, aunque el sonido tuviera poco humor.
—Toma la cama, Jasmine. Duerme.
Reid cerró sus ojos y ella supo que la había despedido. Debería haber
estado agradecida de que él ya no la deseara, pero no lo estaba. No es que
quisiera sufrir las atenciones carnales de un hombre, contando los segundos
hasta que se terminaran.
Despacio, se movió a la cama. Acostándose, miró su fuerte espalda. Las
ondas largas de su pelo se extendían detrás de él, pareciendo hilos de seda
oscura contra la almohada gris. Estaba de espaldas a ella, y no podía ver su
hermoso rostro.
—Luces —Dijo Reid. Las luces se apagaron, dejándolos en la oscuridad.
Jasmine se tensó, esperando que la acechara y extrañamente decepcionada
cuando él no lo hizo.
Jasmine metió las manos debajo de su cabeza.
—¿Reid?
—¿Qué, Jasmine? —No parecía contento. De hecho, no sonaba a nada.
Normalmente, su voz sonaba tan llena de vida. Su tono muerto realmente le
dolió.

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—Gracias por no entregarme a la Federación. Es posible que hayas
salvado mi vida realmente —Jasmine se mordió el labio. No era todo lo que
quiso decirle. Una parte de ella estaba muy asustada. No había sentido algo así
en mucho tiempo. De hecho, era como si hubiera estado sin vida por dentro,
durante cuatro años para ser exacta, desde su boda con Chad.
Jasmine esperó a que él hablara, esperando que le diera una oportunidad
para seguir. Quería invitarle a la cama, no para sexo, sino por su calidez. Quería
sentir su cuerpo junto al de ella como cuando había estado en su forma de tigre.
Quería sentirse protegida. Una lágrima bajó por su mejilla. Quería que la
quisiera.
—No es nada —Dijo, con un tono plano—. Cualquiera hubiera hecho lo
mismo.
Jasmine se mordió el labio. Eso no era cierto y tenía la sensación de que él
lo sabía también. No muchas personas aceptarían a un extraño, protegiéndolo
del ejército de la Federación.
—Reid…
—Duérmete, Jasmine —Dijo, cortando sus palabras con un tono áspero—.
No quiero hablar más de eso.
***********
—Vamos a parar para reabastecernos de combustible —Dijo Jarek cuando
Reid entró en la cabina. Habían estado viajando durante cuatro días, optando
por un largo camino de regreso a Qurilixen. Nadie se quejó. No era como si
fueran necesarios en el palacio de Var en cualquier momento cercano.
—¿Dónde? —Preguntó Reid. Él se movió incómodo sobre sus pies. Estaba
cansado. Había estado durmiendo o intentando dormir en el suelo. Jasmine
tomó la cama. Después de la primera noche, él simplemente le informó que
dormiría en su forma tigre. Tenía que hacerlo. Era la única manera de que
consiguiera algún descanso. De lo contrario, su excitación se tensaría hasta el
punto de la explosión. Aparte de eso, apenas habían hablado siquiera.
Se le permitió hacer lo que quisiera en la nave. La mayor parte del tiempo
estuvo en el salón con los demás, silenciosamente sentándose en un rincón
mirándolos cuando bromeaban o jugaban a las cartas. Ni una vez se unió a ellos

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y cuando hablaba, era siempre con respuestas breves y tímidas. Reid sabía
porque había estado de pie fuera de la puerta escuchando.
—Hay un cinturón de asteroides cerca de aquí. El complejo Ziger está
justo en el límite —Ofreció Rick. Se dio la vuelta y sonrió—. ¿Alguna vez oíste
hablar de la zona roja?
Reid negó con la cabeza en desmentido.
Jarek se aclaró la garganta.
—No, evitaremos Ziger. Lady Jasmine está a bordo.
—No veo por qué Reid es el único que tiene una mujer —Se quejó Rick—.
Ni siquiera está utilizándola.
—Hey —Comenzó Reid, poniéndose rígido—. Si quieres…
—Alto, despacio —Dijo Jarek, su tono rayando en una orden—. Hay una
pequeña estación de reabastecimiento de combustible en Werten. Lady Jasmine
puede encontrar transporte desde allí. Es la única parada decente antes de que
volvamos a Qurilixen.
Reid se puso rígido.
—No sé si deberíamos abandonarla en un planeta extraño.
—Cualquier planeta va a ser extraño para ella —Dijo Rick—. A menos que
demos la vuelta y la devolvamos.
—No tendrá protección allí —Insistió Reid.
—¿Qué te importa? —Rick frunció el ceño—. Ayer sólo dijiste que estarías
contento el día que pudieras librarte de ella.
Era verdad. Había dicho eso. Pero, en realidad había sido el dolor
constante en sus entrañas lo que causaba su mal genio.
Jarek se cruzó de brazos y se volvió hacia ellos.
—Rick, déjanos un momento.
Rick apretó unos botones y dejó la cabina. Cuando estuvieron solos, Reid
dijo:
—No estoy enamorado.
—¿Estás seguro?

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Reid asintió con la cabeza.
—Di mi palabra para protegerla. Eso es lo que hago. No me deshonraré
abandonándola en algún planeta de repostaje.
—Quiso un viaje fuera de Nozando. Hemos hecho eso. Si la dejas sin
peligro en Werten, has cumplido tu deber con ella. Habrás mantenido tu
palabra —Jarek inclinó la cabeza—. A menos que desees llevarla a Qurilixen.
—No lo he decidido —Dijo Reid en voz baja. Realmente no le gustaba la
opción tampoco. ¿Por qué llevarla a su casa sabiendo que no podía tocarla?
—Puede aparearse con uno de los soldados. Un guerrero Var la trataría
bien. No puede esperar un mejor destino que ese para ella, sobre todo después
de lo que le hizo su amante anterior —Jarek alcanzó arriba y distraídamente
apretó unos botones antes de alcanzar un pequeño interruptor. Reid miró, no
seguro de lo que su hermano hacía. No sabía nada acerca de cómo volar naves
espaciales. A decir verdad, estaba listo para estar sobre la tierra, con sus pies
firmemente en el suelo. La vida en el espacio no era para él.
—Marido —Dijo Reid suavemente—. Lo que le hicieron a ella, se lo hizo
su marido, no amante.
—¿Qué?
—Fue su compañero. Está casada —Dijo Reid. No había admitido las
palabras en voz alta antes. Dolían más de lo que había creído que iban a hacer.
—¿Descubriste su marca? —Los ojos de Jarek se ensancharon de
sorpresa—. No sentí tal cosa.
—No —Dijo Reid—. La besó y no la sentí.
—¿Entonces?
—Ella me habló de él —Reid levantó la barbilla—. Abandonó a su marido.
—¿Estaba mintiendo?
—No lo creo. Confía en mí, habría olido la mentira.
Jarek frunció el ceño. Se volvió y miró a la pantalla de visión general.
—Es humana.
—Sí —Reid estudió la espalda de su hermano, preguntándose qué quería
decir.
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—¿Se casó según la costumbre humana? —Preguntó Jarek.
—No lo sé. Tal vez —Reid inclinó la cabeza hacia un lado, tratando de
conseguir una mejor visión de la cara de Jarek—. ¿Por qué lo preguntas?
—Muchas costumbres humanas están hechas sobre pedazos de papel y
palabras, a menos que estén acoplándose con una especie como la nuestra —
Jarek suspiró, frotando la parte posterior de su cuello—. Si estuviera casada por
tal costumbre, no hay ninguna razón por la que no podría casarse con un
guerrero Var si quisiera. No reconocemos la ley de la Federación o la de los
humanos. Si recuerdo correctamente, a menudo los seres humanos obligaban a
sus hijos a casare para sellar pactos.
Ningún hermano mencionó que el rey Kirill había hecho un pacto de
matrimonio con los príncipes Draig. Si uno de los príncipes Draig fuera a tener
una hija, se casaría con el hijo mayor de Kirill. Realmente no tenían otra opción,
ya que era para asegurar la paz. Sin embargo, en un planeta donde sólo el uno
entre un millón de nacimientos era una mujer, era una remota posibilidad de
que el matrimonio aún tendría que ser honrado. Reid sabía que Jarek no estaba
de acuerdo con el pacto de esponsales.
Después de una pausa reflexiva, Jarek siguió.
—Sería un campo libre porque técnicamente no estaba reclamada y si ella
abandonó a ese hombre, obviamente, él no tiene ningún derecho sobre su
corazón. Contigo como su guardián, Lady Jasmine estaría segura conseguiría
un buen partido. Y, una vez de vuelta en Qurilixen cualquiera que la buscara no
sería capaz de encontrarla a menos que nosotros quisiéramos que lo hiciera.
Como tu pupila, tendría la protección incuestionable de los ejércitos de Var.
Sabes tan bien como yo que podría ser ocultada lejos del palacio, en sitios en los
que nunca soñarían mirar.
Reid se tensó.
—No dije que fuera su guardián.
—¿Quieres que yo lo haga en tu lugar? Si encuentras que no tienes deseo
de darla en matrimonio, estaré encantado de hacerlo. No debería ser demasiado
difícil. Es joven y bonita. Cualquiera la tomará de mis manos. Si no un guerrero
Var, estoy seguro que la permitirían participar en el festival de la reproducción
Draig del próximo año.

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—No. Seré su guardián. Es mi deber protegerla —Reid de repente frunció
el ceño. ¿Por qué reclamó a Jasmine como su pupila? Lo último que quería era
que la mujer viviera en su casa, tentándole. A menos que lo que Jarek dijo fuera
verdad, y el matrimonio humano fuera realmente algo insignificante. Reid
frunció el ceño. Realmente necesitaba hablar con Quinn y tal vez con las
mujeres de sus hermanos. Habiendo nacido como humanas, seguramente
sabrían algo sobre esto.
—¿Eso es así? —Reflexionó Jarek, riéndose entre dientes.
—Sí. Dije que la protegería y lo haré.
—Genial. Entonces está decidido. Volverá a Qurilixen con nosotros —
Jarek sonrió y le dio unas palmadas en el hombre. Fue entonces cuando se dio
cuenta que su hermano había manipulado la conversación para su propia
diversión. La presencia de Jasmine lo torturaba y Jarek lo sabía. Obviamente
Jarek pensó que era divertido ver a su hermano gemelo retorciéndose.
—Te lo devolveré por esto —Dijo Reid. La sonrisa de Jarek se ensanchó.
No había ninguna necesidad de explicar, su hermano sabía lo que había hecho.
Saliendo de la cabina, ignoró la risa de Jarek. Rick estaba de pie contra la
pared y sonrió cuando pasó por allí.
—¿Todo resuelto entonces? —Preguntó, riéndose entre dientes. Ni
siquiera se molestó siquiera de ocultar su diversión.
Reid refunfuñó. Caminó más rápido. Dev seguramente estaría en el VR
como entrenamiento, y Reid definitivamente necesitaba trabajar fuera un poco y
bajar la frustración.
¿La nave entera estaba divirtiéndose por su tormento? Viktor y Jackson
salían del salón. Se detuvieron, sonriendo al mirarlo. El ceño de Reid se hizo
más profundo y caminó más rápido. Él tenía su respuesta.
***********
Jasmine miró alrededor del salón desde su rincón, tratando de conseguir
el valor para decir algo a la tripulación. Habían renunciado a tratar de iniciar
una conversación con ella. No podía culparlos. Cada vez que lo intentaban, casi
no les dio más que una respuesta de dos palabras. A veces, los hombres
miraban películas antiguas de la Tierra, otras veces jugaban a las cartas. Jasmine

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quería participar desesperadamente, pero cada vez que la invitaban se encontró
contestando que no.
En su mayor parte, todo el mundo la trataba bien. Reid la ignoraba, pero
apenas podría quejarse de eso. Todavía llevaba la camisa carmesí y los
pantalones ajustados que había llevado cuando llegó, lavándolos diariamente
en el descontaminador.
—¡Lo sabía! —Anunció Rick entrando por la puerta—-. Deberíamos haber
estado en la mansión Galaxy Playmate. No es que parezca que tengamos algo
que hacer y Jarek insiste en rodear volando todo lo que parece digno de verse.
Ah, y Viktor, el monitor de pornografía en mi cuarto se estropeó otra vez y
necesito que le eches un vistazo…
Al instante las caras masculinas palidecieron y se giraron para mirarla.
Rick se congeló a mitad del discurso. Jasmine le miró cuando despacio se dio la
vuelta hacia ella, con la cara rígida.
—Oh —Dijo Rick, dejando salir el sonido—. Mierda.
Jasmine se sentó. Todos todavía estaban mirándola.
—Me iré.
Se acercó a la puerta, no mirando a ninguno a los ojos. Se sintió fatal.
Obviamente, era una carga para ellos.
—Así se hace —Oyó que Evan arrastraba las palabras cuando se fue. El
salón estalló en murmullos mientras se alejaba.
—Está bien, está bien, no hagas una montaña de un grano de arena. No sé
cuál es el gran problema. A Sam nunca le importó —Dijo Rick.
—Sam era diferente —Reprendió Evan.
Jasmine oyó pasos yendo detrás de ella. Se tensó. Rick la llamó:
—Oye, Jasmine, quiero decir, mi lady.
Jasmine se paró. Lo miró arqueando una ceja.
—No soy una lady.
—Oh, los Var llama a todas las mujeres ladys e insisten que hagamos lo
mismo, especialmente contigo perteneciendo al príncipe Reid y todo eso.

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—Yo no le pertenezco —Negó Jasmine. Seguramente, Reid no le gustaría
oír que Rick decía eso. No era como si el príncipe Var realmente todavía la
quisiera. De hecho, se había ido cada mañana cuando ella se despertó y él no se
dirigía a ella cuando la veía. De hecho, diría que definitivamente no quería
tener nada que ver con ella.
—Bueno, ya sabes lo que quiero decir. Con él reclamándote como suya y
todo eso —Rick sonrió—. De todos modos…
—¿Él hizo? —Jadeó Jasmine—. ¿De qué estás hablando?
—Sí, Jarek dijo que eras la pupila de Reid. En realidad, yo estaba
escuchando a escondidas y no oí todo lo que dijeron —Le dirigió una sonrisa
tímida—. Pero el quid de la cuestión es que estás bajo la protección de Reid.
Quiero decir, ¿has visto a esos tipos luchar? ¿O cambiar y luchar de esa forma?
Sí, arrancarían mis pelotas y me las empujarían abajo por mi garganta si
siquiera pensara incluso en…
Rick hizo una pausa, pareciendo apenado por su forma de expresar
grosera. A pesar de sus defectos más bien obvios, a Jasmine le gustaba Rick. Él
nunca tomaba nada en serio, siempre era rápido en una broma y le guiñaba un
ojo con audacia casi cada vez que la veía, como si no pudiera evitarlo. Ah, y
parecía tener una afinidad por la cultura en la antigua Tierra. ¿Hacer una
montaña de un grano de arena? Ese era uno de los muchos dichos que había
oído de ese hombre. No hacía falta ser un genio para darse cuenta de lo que
significaba.
Rick siguió cuando ella lo miraba fijamente sin expresión.
—Ah, sí, de todos modos, realmente oí que Reid va a casarte con uno de
sus soldados Var o algo así. Eres muy afortunada. Quiero decir que felicidades
y todo eso. Sé que a muchas mujeres les gusta hacer cosas así como el
matrimonio.
Jasmine sintió que el color se drenaba de su cara. ¿Reid quería casarla? Sin
duda, Rick estaba equivocado. Incluso si no lo estuviera, ella solamente se
negaría.
—¿Mi lady? ¿Estás bien? —Preguntó Rick—. ¿Estás esperando que me
disculpe por tener una bocaza? Lo siento si te he ofendido ahí con la charla del
porno. No sabía que eras tan delicada.

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—No soy delicada. Disculpas aceptadas, aunque no es necesario —
Jasmine saludó con la cabeza—. Que tengas un buen día.
Se volvió para irse. Rick suspiró pesadamente detrás de ella.
—¿Quieres ir a emborracharte o algo así?
Jasmine sintió que sus labios temblaban a su pesar. Tratando de no reírse,
siguió de espaldas a él cuando le dijo:
—Yo no bebo, pero gracias por la oferta de todos modos.
—Bueno, ¿por qué diablos no? —Rick se había acercado más.
El hombre lo intentaba, había que reconocérselo. De alguna manera,
Jasmine consiguió la impresión de que Rick no sabía cómo hablarles a las
mujeres a no ser que lo intentara a ellas. En realidad era adorable verlo tratar de
ser amable con ella. Prefería que la tratara como a uno de los chicos en vez de
intentarlo con ella de todos modos.
Jasmine se volvió hacia él. Su sonrisa se desvaneció cuando ella puso la
mano sobre su pecho.
—Un problema cardíaco.
—Oh, eso apesta —Rick realmente pareció sentirlo por ella—. ¿Quieres
venir para ver cómo nos emborrachamos, entonces? No deberías pasar tanto
tiempo sola. Te garantizo que podemos conseguir que el resto de la tripulación
haga el ridículo de sí mismos. Todos excepto Dev. Es un aguafiestas. Aunque,
es fácil de sacar de quicio y se vuelve más rojo cuando está cabreado.
¿Un agua qué? Jasmine sacudió la cabeza.
—No, yo…
—Vamos, será divertido —Rick le guiñó un ojos, asintiendo con la cabeza
enfáticamente.
Jasmine abrió la boca para contestar. No logró decir una palabra antes de
que Rick siguiera hablando.
—¿Te contamos alguna vez la historia de cómo conocimos a esto príncipes
de Var? —Le preguntó Rick. Echó su brazo sobre sus hombros, tirando de ella
junto a él mientras hablaba. La boca de Jasmine quedó abierta, pero él siguió
hablando, no haciendo caso de su débil protesta cuando trató de separarse de
él. Claramente no tomaba un no como respuesta. Su brazo se apretó sobre ella,
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no de forma inapropiada, sólo manteniéndola al paso con él. El peso de ello
presionando en ella y el contacto casual era tan extraño que finalmente sólo fue
con él—. Verás, hubo una búsqueda de tesoro para el mercado gigante de
Torgan. ¿Has oído hablar de ello? Un manojo de naves van alrededor de cosas
que hay que reunir y luego venderlas en el mercado esperando ganar un
premio por encontrar las mejores cosas.
Jasmine asintió con la cabeza. Rick no mencionó que Torgan era conocido
sobre todo por ser el planeta del mercado negro, lleno de piratas espaciales y
prófugos de la justicia.
—El capitán Sam, ah, es decir Samantha, Lucien, Viktor, Evan, Dev y yo
éramos un equipo. Nos emborrachamos una noche, pero no Dev, como dije, un
jarro de agua fría. De cualquier modo, Sam, Evan y Lucien se les metió en la
cabeza que teníamos que capturar a una bestia salvaje para la caza del tesoro —
Rick la llevó de vuelta a la sala sonriendo—. Estaban completamente borrachos
y secuestraron al príncipe Falke en su forma cambiada.
—¡Ah! ¡No se lo estás contando! —Protestó Lucien.
—¿Y por qué no, muchacho cohete? —Viktor exigió a su hermano. Luego
dirigiéndose a Jasmine le preguntó—. ¿Rick te contó que robaron mi Rum
Torganian?
—¿Rum Torganian? —Repitió Jasmine—. ¿Quieres decir ron en roome-a?
Ni siquiera es un licor. Es un psicotrópico dado por un chamán de Torganian
para iluminar sus mentes. No recomendaría a los humanoides que lo bebieran.
Los hombres la miraron como si le hubiera brotado una nueva cabeza.
Evan sonrió.la mandíbula de Lucien realmente cayó. Viktor asintió lentamente
con la cabeza y alzó las manos como si quisiera decir: ¡Gracias!
—Sabemos eso ahora —Murmuró Lucien, dando a su hermano una
mirada malhumorada.
—Así que en realidad secuestrasteis a un príncipe —Preguntó Jasmine,
intrigada por la historia—. ¿Cómo no estáis en la cárcel?
—Falke se enamoró de Sam —Dijo Evan—. Se casaron, y hasta están
esperando un bebé.
—Van a llamar al niño Rick —Dijo Rick.

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—Eso deseas, chico mosca —Dijo Lucien—. Sam ya me dijo que el bebé se
llamará Lucien.
—No lo hizo —Dijo riendo Evan—. Deja de decir mentiras.
—Menos mal que ella se casó con él o de lo contrario realmente estaríamos
en un lío —Rick finalmente la dejó ir, pero se quedó de pie entre ella y la
entrada por lo que no podría escaparse fácilmente. Sonrió abiertamente hacia
ella, sus ojos brillantes como si supiera lo que estaba haciendo llevándola a
relacionarse con ellos.
—Entonces, ¿cuántos príncipes Var hay? —Preguntó Jasmine. Se dio
cuenta que Lochlann estaba en el rincón de atrás, sentándose con Jackson. El
hombre se movió incómodo en su silla, pero no dijo nada.
—El mayor es Kirill. Acaba de convertirse en rey se casó con la mujer que
trató de arrestarlo por algún tipo de armamento biológico que el HIA 7 encontró
en su planeta —Dijo Lucien.
—Ah, luego está Falke, el Comandante de los ejércitos de Var —Añadió
Evan.
—¿No sólo secuestrasteis a un príncipe, sino a un príncipe que era
comandante? —Preguntó Jasmine. Curiosa, se sentó, cogiendo una silla más
cerca de los hombres. Ellos le sonrieron. Rick dejó su puesto junto a la puerta y
se dirigió a un armario y sacó una botella de licor y unos vasos grandes.
—Sí, espera a verlo también —Agregó Rick dejando los vasos en la mesa
de las cartas. Desenroscó el tapón de la botella y empezó a verter cantidades
generosas—. Es enorme.
—De todos motos —Interrumpió Lucien, rodando sus ojos—. Luego están
los gemelos… Reid y Jarek.
—Jarek es el fugitivo, aquí fuera con nosotros los bribones —Dijo Jackson.
Viniendo hacia delante, tomando una copa, la levantó hacia Rick en señal de
saludo y comenzó a beber un sorbo.
—Y Reid es el Comandante de las Tierras Exteriores —Dijo Evan. Miró a
su ordenador de bolsillo y Jasmine vio que parte de él quería volver a su libro—
. Pero tú probablemente sabes todo eso.

7
N.T: Health Impact Assessment

83
Jasmine no dijo ni una palabra. En realidad, no sabía nada sobre Reid.
¿Cómo podría? No hablaba con ella. Su corazón cayó en su pecho. ¿Reid era un
Comandante? ¿Un guerrero? Explicaba su tamaño y su físico muy en forma,
pero saber que era un guerrero la puso un poco nerviosa. Extrañamente, sin
embargo, no se asustaba de él por sí mismo, sólo se sentía aprensiva de su vigor
y destreza.
—Luego está Quinn, el Embajador de Var de verdad, está casado con una
científica del ESC que vino para librar al planeta del armamento biológico que
el HIA encontró —Rick sonrió, antes de inclinar su vaso hacia atrás y tragar el
licor marrón oscuro en dos grandes tragos. Suspirando, dejó su vaso y lo
rellenó—. Esos son todos.
—Guau, cinco príncipes —Dijo Jasmine cuando los hombres la miraron—.
Entonces, ¿quién son los Draig?
Los hombres volvieron sus ojos a Lochlann. Este levantó su mano,
dándole una sonrisa lenta.
—Seríamos los enemigos de los Var.
Jasmine le contempló. ¿Era un traidor?
—Éramos, supongo que será una mejor palabra —Se enmendó, como si
viera sus pensamientos en su cara.
—¿Y es un príncipe también? —Preguntó Jasmine.
—No, los Draig tienen cuatro príncipes: Ualan, Zoran, Yusef y Olek —Dijo
Lochlann.
Jasmine tuvo la sensación que no quería hablar de ello, por tanto cambió
de nuevo el tema de nuevo a los Var. Realmente, quería saber más sobre los
Var… sobre Reid.
—¿Dijiste que el príncipe Var mayor es ahora el rey? ¿Entiendo que sus
padres han muerto?
—La madre de Falke está viva —Dijo Rick.
—Ah, ya veo —Dijo Jasmine—. El rey se casó más de una vez.
Rick sonrió con satisfacción cuando sirvió más tragos.
—Se podría decir así.

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—¿Qué? —Jasmine se inclinó hacia adelante para conseguir una mejor
visión de su cara—. ¿Se casó muchas veces?
—Podría decirse así —Repitió Rick.
—¿Cuántas esposas tuvo? —Preguntó. Viktor masculló algo—. Lo siento,
no puede oírte.
—Dijo —Rick le sonrió, guiñándole un ojo—, el rey Attor tuvo más de
ciento cincuenta mujeres en algún momento.
—Ah —Jadeó Jasmine. ¿Por qué estaba pensando de repente en Reid? ¿Y
por qué de repente se sintió celosa por creer que podría tener también muchas
mujeres? Si estaba casado, entonces, ¿por qué demonios se había molestado
porque ella lo estaba?—. Eso es… muy excesivo.
Recordando lo que Rick le había dicho sobre Reid, que quería casarla con
alguien, ella se tensó. No le gustó la idea de casarse otra vez, pero le gustaba
menos la idea de que Reid tratara de regalarla. No es como si quisiera ser una
de las ciento cincuenta mujeres de Reid… o de cualquier hombre en realidad.
Ella ya había probado la cosa del matrimonio y fue un error que no repetiría.
—Obviamente —Dijo Jasmine, cuando los hombres continuaron
mirándola. Vio el vaso en la mano de Rick y lo contempló. Solo había tomado
unos sorbos de licor en su vida. ¿Por qué de pronto tenía la tentación de
probarlo otra vez?—. Es un… Ah, muchas culturas tienen tales tipos de
prácticas.
Rick levantó la copa hacia ella, ofreciéndosela. Jasmine lo miró a sus ojos.
Lentamente, se puso de pie y asintió. Tomó su vaso, miró a su alrededor y luego
lo bebió como Rick lo había hecho, tomándolo de dos grandes tragos. El licor la
quemó, ahogándola. Tosiendo, estuvo a punto de vomitar por el horrible sabor.
Rick se rió, dándole palmaditas en la espalda.
—Rick —Lo regañó Evan—. ¿Qué le diste?
—Sólo un poco de whisky —Protestó Rick—. Nada que la cabina médica
no pueda sacar de ella.
—Maldita sea —Dijo Evan—. Es alérgica a las cabinas médicas.
—Oh —Rick pareció culpable. Palmeó el hombro de Jasmine—. Tal vez
deberías tomarlo con calma, entonces. ¿No dijiste que tu corazón…?

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—Otro —Dijo Jasmine, le gustó la combinación de fuego y el
entumecimiento en su sangre—. Mi corazón estará bien.
—No creo que… —Comenzó Rick.
—Otro —Insistió Jasmine. Esbozó una sonrisa para él y se sentó en la mesa
de juego—. Así que, caballeros, ¿cuál es el juego?
—Besa mi Cometa —Dijo Lucien, riéndose.
—¿El juego de niños? —Preguntó Jasmine con sorpresa.
—Es todo lo que podemos acordarnos de jugar cuando estamos borrachos
—Confesó Lucien—. Las reglas son, por cada conjetura equivocada, tienes que
tomar una copa. Así que si me pides un ocho y yo no lo tengo, bebes. Si
realmente lo tengo, bebo yo.
—Suena bastante simple —Dijo Jasmine. Ella miró expectante a Rick para
que le diera su propio vaso.
Rick echó un vistazo a su alrededor. Luego encogiéndose de hombros,
dijo:
—Necesitaré otra botella. Vuelvo ahora.

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CAPÍTULO 06

Reid estiró los brazos sobre su cabeza mientras salía del cuarto de VR.
Estaba cansado de luchar contra los Grogs con Dev y realmente quería irse a
dormir, pero sabía que no podía volver a su cuarto todavía. No quería hacer
frente a Jasmine. En su lugar, fue a la sala, sabiendo que probablemente los
chicos estaban reunidos allí… bebiendo y jugando a las cartas. Oyendo risas,
sonrió ligeramente. Pero, al oír la voz de Jasmine que se unía a las suyas, se
tensó.
—Así que estás diciendo —Dijo ella con una voz anormalmente alta—,
¿qué crees que puedes complacer a muchas mujeres?
—Sé que podría —Se jactó Rick.
—Intentarías —Bromeó Lucien.
Reid se quedó en la esquina, escuchando. Necesitó un momento para
superar el shock de oír reírse a Jasmine. Entonces, sabiendo que él nunca había
logrado ni siquiera una sonrisa, sintió que su tripa se apretaba.
—Yo diría que las esposas del rey Attor estarían muy solas —Dijo Jasmine,
riéndose más fuerte. La tensión de Reid sólo se intensificó cuando oyó hablar de
su padre. ¿Qué sabía ella de él? ¿De las costumbres Var?--. Quiero decir, es una
completa arrogancia creer realmente que estarían todas satisfechas por un
hombre. Dudo mucho que el viejo rey pudiera hacer a tres mujeres felices, sin
mencionar a cientos. Si fueron felices, encontrarían el placer en los brazos de
otros estoy segura.
Más risas sonaron. Reid estaba seguro de que escuchó la voz de Lochlann
con los demás. Dando la vuelta a la esquina, rápidamente entró en la
habitación. Jasmine estaba sentada a la mesa de juego, riendo mientras tomaba
un trago. Todos estaban borrachos y ni siquiera notaron al príncipe Var que
estaba mirándolos. Rick, Lucien y Viktor se unían a Jasmine jugando a las
cartas, riendo con todas sus fuerzas. Jackson y Evan veían el juego, sus espaldas
hacia él. Los ojos de Lochlann fueron los primeros en encontrarse con los suyos.

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Estaba sentado sólo en una esquina. Su sonrisa se desvaneció y se reclinó hacia
atrás, sin moverse. Reid lo ignoró.
—Mi padre complació a sus mujeres completamente —Declaró Reid
fríamente. Miró a Jasmine. ¿Qué estaba haciéndola sonreír y reír? Ella nunca le
sonrió. La cólera llegó a él hasta que se sintió ofendido por ello. ¿Cómo se
atrevían a reírse de su familia? ¿Cómo se atrevían a cuestionar el honor de su
padre? Attor estaba muerto, incapaz de defenderse. La sonrisa de Jasmine se
desvaneció cuando le miró. Sus ojos parpadearon hacia abajo, miro el vaso que
tenía delante de ella antes de levantarlos con valentía de nuevo a los suyos.
—Seguramente lo hizo —Dijo Jasmine, devolviendo su dura mirada.
¿Estaba enojada con él? ¿Se estaba atreviendo a fulminarlo con la mirada?--.
Estoy segura que era un verdadero… —Echó un vistazo a Rick—. ¿Cuál era la
palabra que usaste? Semental.
—Reid —Comenzó Rick, poniéndose de pie tambaleándose mientras
negaba con la cabeza—. No estábamos faltándole el respeto a tu padre en
absoluto. Hablábamos sólo del deseo de poseer un harén. Estamos celosos de él,
en realidad.
—Pensé que no bebías —Dijo Reid a Jasmine, sin apartar los ojos de ella
mientras ignoraba a Rick. Ella frunció el ceño y levantó su vaso, de modo
desafiante se bebió el licor.
Evan se levantó, llegando al lado de Reid. En voz baja, le dijo:
—Ella sólo ha tomado un vaso en realidad. Rick le ha estado sirviendo su
whisky aguado toda la noche.
Reid echó un vistazo al vaso de Jasmine, notando que el líquido que tenía
era en efecto más claro que el de los hombres. Asintió con la cabeza hacia Evan
para indicarle que le había oído, pero eso fue todo lo que podía manejar. Sólo
una mirada a las mejillas excitadas de Jasmine y a su cuerpo balanceándose le
dijo que estaba borracha sin tener en cuenta lo que le hubieran dado.
—No soy tu pupila, su Alteza. No te pertenezco. Nunca te perteneceré a ti
o a cualquier otro hombre nunca más. Puedo hacer lo que malditamente me dé
la gana —Dijo Jasmine. Se puso de pie, tambaleándose violentamente por el
movimiento repentino. Rick y Lucien al instante estuvieron a su lado,
sosteniéndola por los codos. Ella tragó débilmente se encogio los hombros —.

88
En realidad, ¿creías que iba a ir a tu planeta bárbaro y casarme con algún
guerrero primitivo estúpido? Estás soñando. Tú no eres mi dueño.
—Pediste estar bajo mi protección —Dijo Reid, su tono advirtiéndola que
retrocediera. Hizo un movimiento hacia ella. Ella se estremeció.
—Pedí un viaje seguro. No eres mi dueño, Reid. No puedes decidir hacer
casarme con algún estúpido gatito, o especie de gato cambiaformas. No quiero
casarme en absoluto.
Reid sintió que su cara cambiaba sutilmente. El cambio medio era tan
aterrador como el completo. Sus pupilas se alargaron, haciéndose mas grandes,
cuando exploró su cuerpo. Su pulso era rápido. Lo oyó en su cabeza. Su pecho
se movió profundamente con cada aliento y olió el licor en ella, saliendo por sus
poros. Era un olor sutil, pero no tenía problemas para descubrirlo. Respiraba
con dificultad con el esfuerzo que tomó para no golpearla, su voz se hizo
confusa por un rugido, cuando le dijo:
—Insulta otra vez a mi gente y te lo haré pagar.
—¿La verdad duele? —Le espetó ella—. Por favor. He visto de lo que eres
capaz. No me digas que puedes afirmar francamente que podría satisfacer a
cien mujeres —Sus ojos bajaron desapasionadamente sobre él y dejó de tratar
de apartarse de los brazos de Rick y Lucien—. Dudo que pudiera satisfacer
alguna.
La rabia de Reid subió. ¿Se atrevía a poner su virilidad en tela de juicio?
¿Se atrevió a insultarlo? Los hombre jadearon. Rick y Lucien miraron a Jasmine
horrorizados.
—Jasmine —Comenzó Lucien. Hizo un movimiento para estar de pie
delante de ella.
—Será mejor que corras —Le dijo Rick, tratando de hacer lo mismo.
—Reid —Evan dijo a su lado—. No quiso decirlo. Está borracha. No sabe
lo que dice. No puede tolerar el licor.
—Es humana. No sabe la profundidad con la que los de tu especie se
toman los insultos —Añadió Lucien.
—Sí —Dijo Rick—. No es lo mismo para los seres humanos.

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—¿Qué sabes de eso? —Preguntó Reid a Jasmine cruelmente, sin apartar
sus ojos de vaso de ella. Hizo caso omiso de las protestas de los hombres en su
nombre—. Ni siquiera puedes sentir el toque de un hombre. ¿Cómo lo dijiste?
Eres más fría que un casquete polar en Sintaz.
Lamentó de inmediato sus duras palabras, pero la rabia todavía le sostenía
en sus garras. Jasmine jadeó, su rostro palideció. Sus ojos eran redondos y miró
alrededor a los hombres. Ellos la miraban fijamente, sin decir nada.
—Tienes razón —Susurró—. No sé nada al respecto.
Despacio, Jasmine, asintió con la cabeza y empujó sobre la mesa. Los
hombres la dejaron ir. La lucha la drenó. Tropezando, hizo un amplio arco
alrededor de Reid para ir a la puerta. No lo miró a los ojos.
—¿Por qué le dijiste eso? —Rick gruñó cuando ella se fue—. Soy un idiota
pero sé que nunca se debe decir una cosa así a la cara de una mujer, sin
importar lo que dijera de mi virilidad.
—¡Santas Estrellas! —Juró Evan. Con las manos en las caderas, se enfrentó
a Reid—. Sólo puedo imaginar las circunstancias en las cuales ella admitiría
algo así a ti. Hemos necesitado cuatro días y licor para conseguir que ella dejara
de estremecerse cuando nos acercamos a ella. ¿Crees que será capaz de volver a
estar frente a nosotros? ¿Enfrente de ti?
Reid lo fulminó con la mirada a Evan. Necesitó toda su concentración para
no cambiar y correr detrás de ella. Si la agarraba en su estado actual, realmente
podría atacarla. Si él la atacaba con los puños o con besos estaba por ver.
—No hay razón para defender tu virilidad frente a nosotros —Añadió
Rick, sacudiendo la cabeza—. Todos vimos bien a las mujeres que eres capaz de
satisfacer.
—Escucha atentamente —Siseó Evan—, porque esta es la única vez que te
diré lo que he leído en sus pensamientos.
Reid lo miró, dudando que Evan pudiera decir nada que pudiera aliviar
su rabia.
—Ella está casada —Dijo Evan.
—Lo sé —Asintió Reid. Por alguna razón, él no se movió mientras
esperaba que el hombre dijera algo más. Evan nunca hablaba de lo que veía.

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Para que lo hubiera hecho ahora significaba que era importante que él lo
escuchara—. Nunca la toqué.
Bajando su voz para que ninguno de los demás le oyeran, Evan le dijo:
—Entonces, ¿sabías que su esposo la golpeó como un loco y luego la
encerró en un armario durante tres días sin comida mientras estaban en su luna
de miel? ¿Todo debido a ese problema suyo? ¿Sabías que la golpeaba
regularmente desde entonces, durante los últimos cuatro años? ¿O que había
llevado prostitutas a casa y había tenido sexo con ellas mientras ella escuchaba
desde la habitación de al lado como les decía a las mujeres que su mujer era
insuficiente? ¿Qué se burlara de ella con ellas diciendo que no era una
verdadera mujer? ¿Y que ella se vio obligada a tomarlo con una sonrisa en su
cara? El hombre no le daría el divorcio, no el que ella necesitaría según la ley
humana. La habría matado primero. En lo que a mí respecta, ella hizo la única
cosa que podía.
La cabeza de Reid voló hacia la puerta por donde había desaparecido.
—Deberías haberme dicho esto desde el principio.
—Deberías haber sido paciente con ella y te lo habría contado ella misma.
No era mío para hacerlo —Evan sacudió la cabeza con repugnancia—. Todavía
no es mi lugar.
Evan cruzó hacia la mesa y agarró una bebida.
Reid miró, sacudiendo su cabeza negativamente y se movió para seguir a
Jasmine. Una vez a solas en el pasillo, tomó una respiración profunda. Era un
tonto. Había visto las marcas en su cuerpo, sabía que había recibido malos
tratos. No importaba que él hubiera hecho todo lo posible para alejarse de ella,
nunca debería haberle dicho esas palabras delante de la tripulación. No debería
haberlas dicho en absoluto.
Oliendo el aire, atrapó su olor. La dulce fragancia de ella, mezclada con la
fuerza más potente del whisky. Corrió tras ella, forzando fuera la mitad del
cambio de su cara. No había llegado demasiado lejos cuando la encontró.
Jasmine tropezaba por el pasillo, con el brazo arrastrándose a lo largo de la
pared metálica para buscar apoyo cuando se movió.
—Jasmine —Dijo Reid, su tono más duro que pensó que sería. Su voz fue
brusca debido a los días cargados de pasión no realizada, debido a la rabia

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dentro de él. Las criaturas Var eran apasionadas, sin importar las
circunstancias.
—No. ¡Aléjate de mí! —Se puso rígida y al instante comenzó a correr. Sus
piernas tropezaron entre sí y cayó hacia delante en sus manos y rodillas. La
caída no la detuvo, comenzó a alejarse lentamente de él.
Reid fue hacia ella y extendió sus brazos para ayudarla.
—Jasmi…
—¡No me toques! —Gritó, sacudiéndose lejos. Estaba a mitad de camino, y
cuando tiró de él, ella se cayó al suelo—. ¡Ahh!
Jasmine rodó sobre su lado y agarró su muñeca. Las lágrimas estaban en
sus ojos cuando lo miró. Reid la recogió en sus brazos, contento cuando no
luchó.
—Nada de cabinas médicas. No puedo. Soy alérgica —Dijo Jasmine. Cerró
sus ojos, acunando su brazo.
—Mencionaste eso antes —Reid la llevó por el pasillo—. Te vuelvo a llevar
a mi cuarto.
Cuando llegó a la habitación, la acostó en la cama. Jasmine lo fulminó con
la mirada de un modo acusador.
—Creía que dijiste que eráis hombres ocupados, con muchas cosas que
hacer.
—¿Qué? —Preguntó Reid, confundido. Cuando tragó de examinar su
muñeca herida, ella le dio un manotazo. Fácilmente pasó su mano a través de
sus protestas y levantó su brazo. Jasmine se estremeció.
—Cuando dijiste que no me llevarías —Lo acusó ella.
—No parece roto —Dijo, empujando ligeramente con los dedos.
—¿Qué sabes tú? —Refunfuñó, todavía enojada. Él apretó más fuerte y
ella jadeó.
—He ayudado a entrenar a las tropas y he estado en la guerra. Yo diría
que he aprendido algo sobre esguinces y fracturas de huesos. Ahora quédate
quieta mientras trato de encontrar algo para vendártelo.

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—Deja de darme órdenes, su real-egoísta —Jasmine arrastró las palabras—
. Puedo cuidar de mí misma. En cuanto aterricemos en Werten, me iré.
—No estás en condiciones de tomar cualquier tipo de decisión esta noche
—Reprendió Reid, haciendo todo lo posible por no sonreír ante su tono
contrariado. ¡Gatos sagrados! ¡Ella era una mujer exasperante!
—¡No eres más que un bribón! —Le acusó Jasmine—. Tomando a cientos
de mujeres…
—Ese fue mi padre —Dijo Reid, presionando sus labios mientras se
levantaba. Cogió una camisa de color negro de la cómoda y empezó a rasgarla
en tiras.
—He oído sobre ti también, su alteza —Dijo Jasmine, cerrando los ojos.
—¿Qué oíste, fea? —Si pudiera mantenerla hablando, tal vez la distraería
de su dolor cuando le vendara la muñeca. Además, sentía curiosidad por lo que
habría escuchado. ¿Eran los celos lo que oía en su tono amargo?
—Sé que estuviste en la mansión Galaxy Playmate —Replicó ella.
Reid la revisó, de repente no gustándole a dónde iba esto.
—¿Quién te dijo eso?
—Añadí algunas de mis propias reglas al juego —Dijo Jasmine—. Un poco
de verdad o atrevimiento.
—¿Verdad o qué? —Frunció el ceño sin entenderla.
—Los hombres tenían que responder a mis preguntas si ganaba —Dijo,
estremeciéndose cuando él movió su brazo—. Sé todo sobre ti y esas tres
mujeres con las que dormías cuando fueron a conseguir que dejaras la mansión.
—¿Celosa? —Preguntó, sonriendo con satisfacción al ver la expresión de
su rostro. ¡Iba a conseguir la cabeza de alguien! ¿Quién en la galaxia le había
dicho eso? Reid ya lo sabía. Rick. El hombre había estado muy impresionado
por tal hazaña.
—Apenas —Jasmine trató de sentarse. Suavemente él le presionó el
hombro conteniéndola. Sus ojos oscuros se abrieron cuando ella lo contempló—
. Probablemente gritaron tu nombre durante el sexo.
—¿Te gustaría saberlo? —Reid la estudió, esperando ver una chispa de
algo en su expresión. Si ella lo hubiera deseado, mostrado algún tipo de señal
93
de que lo que sentía por ella valdría la pena a un golpe potencial a su honor,
habría seguido adelante. Su eje estaba dolorosamente lleno, siempre al borde de
una erección desde el primer momento en que la había visto. Había estado
fantaseando sobre ella más de lo que le gustaría confesar.
—No —Replicó—. No me importa lo atractivo que seas.
—¿Crees que soy atractivo? —Reid le levantó otra vez el brazo e hizo el
rápido trabajo de vendárselo. Ya estaba poniéndose morado con la contusión y
estaba comenzándose a hinchar. Ella no parecía darse cuenta.
—Eres un bribón —Dijo—. Eso es lo que pienso.
—Te dices a ti misma lo que sea necesario, fea —Respondió, disfrutando la
batalla verbal entre ambos. Cualquier cosa era mejor que su silencio, sus ojos
inexpresivos mirándolo. Su voz bajó naturalmente mientras que continuó
sosteniendo su muñeca—. Hecho.
—¿Eh? —Preguntó. Su pecho subía y bajaba rápidamente. Respiraba
rápido. Los ojos de ella bajaron a sus labios y vio la pista sutil en ellos como si
ella quisiera que la besara. Ella no se movió.
—Tu muñeca —Dijo en voz baja, cerrando parte de la distancia con su
boca. Su enojo reciente y sus deseos insatisfechos le hacía malditamente cerca
de estar imposiblemente concentrado—. Ya terminé.
Iba en contra de su naturaleza ir lento, pero tenía que hacerlo. En ese
momento, no le importaba si estaba casada. Ningún hombre que tratara a una
mujer de la manera que la habían tratado a ella se la merecía.
Sus pestañas revolotearon sobre sus ojos.
—Nunca puedo saber si tus ojos son de color negro o marrón.
Reid dejó que su boca fuera contra la suya, casi sin tocarse, mientras
esperaba a ver lo que hacía ella. Su olor estaba en su cabeza, envolviéndole.
Cada nervio centrado en ella hasta que se balanceó en el borde del dolor y
placer. La necesitaba. Su cuerpo la necesitaba, hasta que realmente dolió. Sus
manos temblaban por tocarla, flexionando y estirándose en un esfuerzo que le
tomó para detenerlas.
—Duerme conmigo esta noche —Dijo. Sus ojos se cerraron—. No quiero
estar sola.

94
Reid se tensó. ¿Le pedía lo que él creía que hacía? Justo cuando iba a
aplastar su boca sobre la suya y obedecerla, un suave ronquido dejó su boca.
Muy despacio, se apartó de ella, temblando violentamente. Jasmine estaba
dormida.
Con una risa dolorida, se recostó sobre sus piernas y la estudió. No era
una bestia. No la tocaría, no cuando estaba inconsciente. Eso nunca le había
sucedido antes. Nunca le habían llevado al borde, sólo para negárselo.
Realmente, nunca había estado tan excitado antes… lo cual decía mucho.
Avanzando lentamente hacia el descontaminador, su ingle tan tensa que
se estremeció con cada movimiento, se encerró en él. Se quitó la ropa, dejando
que los láseres barrieran su cuerpo, limpiando el sudor del ejercicio de su piel
mientras tocó su eje duro. Incluso antes de que se aliviara su cuerpo de la
tensión fuerte, sabía que realmente no ayudaría. De todos modos, ¿qué podía
hacer? Cuando se liberó, fue una dolorosa oleada que le hizo morderse el labio
para impedirse gritar.
—Ordenador —Dijo, sin aliento y jadeando por las secuelas. La inmensa
presión se había ido, pero el deseo que sentía no—. Define la palabra humana,
bribón.
—Bribón —La monótona voz del ordenador repitió—. Hay más de
quinientas referencias en el ordenador. La definición primera, una planta que
tiene un…
—Ordenador, en referencia a humanoides —Dijo Reid.
—Bribón —Repitió monótonamente, comenzando—. Alguien bueno para
nada. Pícaro, charlatán, estafador, ladrón, vagabundo, mendigo, diablo,
réprobo. Aquel que es juguetón y travieso. Un…
—Ordenador, eso es suficiente —Dijo Reid. No era exactamente la
respuesta de “Dios sexual irresistiblemente encantador” que había esperado oír
en contestación. Soltó una risa débil mientras salía de la pequeña habitación.
Yendo a la cómoda, se metió en un par de pantalones sueltos. Prefería dormir
desnudo, pero no quería arriesgarse a que el cuerpo de Jasmine rozara contra el
suyo. Si lo hiciera, haría el amor con ella antes de que él incluso se despertara lo
suficiente para saber lo que le estaba haciendo.
Echó un vistazo a la cama. Su pelo se derramó sobre sus hombros,
arrastrándose seductoramente sobre la camisa carmesí. Por la razón que fuera,
95
se encontró imaginado como luciría vestida con los trajes de su pueblo, vestida
como una mujer Var. Era una mujer construida con gracia, elegancia y saber
estar. Su mismo porte le hizo muy orgulloso de ella.
¿Qué iba a hacer con ella? Estaba claro que Jasmine no le gustaría ser una
de su muchas mujeres porque eso es lo que tendría algún día. Y eso era incluso
si elegía ser medio compañero. Después de lo que le habían hecho a ella, podía
ver por qué ella no deseaba intentar de nuevo el matrimonio.
Reid no se veía dándosela a otro Var. No sería capaz de soportar ver que
ella… que su estómago crecía con el hijo de otro hombre, su cuerpo apareando a
otro. Un Draig estaba absolutamente fuera de cuestión. El había estado en
guerra con los dragones cambiaformas durante demasiadas décadas para
permitir que eso sucediera, incluso si eso impedía verla. Tal vez debería dejarla
que se fuera en Werten. Ella dijo que eso era lo que quería, ¿no?
Casarse con una mujer no era una opción que se permitiría considerar.
Reid entendió el punto de su padre cuando había enseñado a sus hijos a no
hacer nunca una unión de por vida con una mujer. El abuelo de Reid había
sufrido la locura de aparearse con una mujer. Murió cuando Attor nació y su
padre nunca se recuperó lo suficiente como para criar a más mujeres con sus
hijos. A pesar de que se llevó a mujeres a su cama, dejó a Attor sin hermanos
para ayudarle a guiar la nación Var. Así que, cuando Attor llegó al trono, se
hizo más dependiente de unas pocas casas nobles. Una de esas casas nobles
había intentado matar a sus hijos, demostrando que era más prudente tener
muchos hijos por media compañeras, que arriesgarse a tener unos cuantos hijos
con una compañera de vida completa.
Reid suspiró, mirando a Jasmine. Tal vez había estado mirando la
situación de forma equivocada. Tal vez no había necesidad de aparearse en
absoluto. Él no tenía que tomarla como una compañera a medias para ser su
amante. ¿Por qué no enseñarla sobre su placer y conseguir algo para sí mismo?
Tal vez esta situación con Jasmine no era tan complicada como la había
hecho llegar a ser. Esta noche, por un breve instante, había visto que ella le
deseaba como él la deseaba. Fue un destello de deseo, miedo y anticipación.
Esta noche, él había olido su deseo de él, la fragancia de ella. Incluso ahora
emanaba de ella, burlándose de sus sentidos y volviéndole loco. Había
esperanzas en ese olor. Tal vez todo lo que necesitaba era el hombre adecuado,
un hombre con experiencia, un hombre que conocía el cuerpo de una mujer, un
96
hombre que sabía cómo tocar. Tal vez lo único que necesitaba era un hombre
como él.
La boca de Reid se abrió y se debatió entre gemir y gritar. En cambio, se
mantuvo en silencio, moviéndose para tocar su cara. Dejando que un solo dedo
recorriera su piel suave.
—¿Qué me estás haciendo, Jasmine? ¿Por qué tuviste que subir a esta
nave?
Jasmine no se movió y Reid nunca recibió su respuesta.
*********
Jasmine no se despertó a la mañana siguiente, a pesar de que se quejó
mucho a lo largo de la larga noche. Reid estaba a su lado, su suave cuerpo
acurrucado contra el suyo más duro a medida que velaba por ella. Él yacía boca
arriba, demasiado temeroso de darse la vuelta hacia ella, no sea que empezara a
hacerle el amor antes de que se pudiera despertar. Ya su deseo por ella se
alzaba de sus caderas, empujando sus pantalones hasta que pareció una tienda
de campaña había sido erguida.
Se quedó mirando el techo, al lugar donde el monitor aparecería si pidiera
ver pornografía de la Tierra. Si fuera un bribón, lo haría. Desafortunadamente,
encontraba que tenía más moral de la que alguna vez se había dado crédito. A
pesar de que esta mierda de abnegación se estaba convirtiendo en algo viejo.
Al principio pensó que estaba durmiendo por el licor, pero cuando la
mañana se transformó en tarde y la tarde en noche, supo que tenía que hacer
algo. Jasmine estaba enferma. Ella no se estaba despertando.
Jarek consiguió llevar a The Conqueror a Werten para conseguir el
combustible. El cambio a la atmósfera del planeta fue un viaje lleno de baches.
Reid tenía curiosidad por ver otros planetas pero no dejó su cuarto. Con
Jasmine dormida, no había mucha opción en cuanto a si debía o no dejarla allí.
Secretamente, se alegró por ello.
Cuando los chicos estiraron sus piernas en la superficie del planeta
preguntando por un médico para Jasmine, Reid se quedó a su lado. Según Rick,
todo lo que habían encontrado fue una estación de combustible y un pequeño
asentamiento. El pueblo de Werten no había visto un médico durante años. Se
fueron tan rápido como aterrizaron. La salida fue igual de agitada.

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Rick se disculpó repetidamente por dejar a Jasmine beber. Reid quería
estar enojado con él, pero estaba demasiado preocupado. Si hubiera estado
prestándole más atención a ella, no habría tenido la oportunidad de beber tanto.
Ella era su pupila, a la que había jurado proteger, pero había estado demasiado
auto involucrado con su propia excitación para prestar la apropiada atención a
ella.
La puerta de su cuarto se abrió y Reid miró desde donde estaba sentado
vigilando a Jasmine en la cama. Se había vestido, usando ropa suelta para
esconder su excitación obvia para todos.
—¿Bien? —Exigió Reid.
Evan sacudió la cabeza.
—Creo que tus sospechas son correctas. No creo que sea posible que ella
sea alérgica a la cabina médica. Creo que su marido debió habérselo dicho para
poder ocultar las contusiones y heridas que le causaba. Parecería extraño si la
llevaba cada semana para curarla.
—¿Estás seguro? —Reid frunció el ceño, mirando a Jasmine, deseando que
ella despertara—. No quiero ponerla peor.
—Cada libro en el que he mirado dice que estará bien. ¿Tal vez podemos
intentarlo con su muñeca primero? —Evan frunció el ceño—. La nueva cabina
permite que la tumbemos allí, pero no estoy seguro que deberíamos usarla
hasta que haya sido comprobada. Viene de Nozando y si ella, podrían algo
malo en ello. El viejo modelo es vertical. Tal vez, uno de nosotros pueda
sostenerla, o algo así.
Reid alcanzó a su lado y agarró un frasco grande de píldoras.
—Estaban en su bolso. La he visto tomarlas un par de veces. En realidad,
más de un par de veces. Se la toma dos, tal vez tres veces al día. No puedo decir
porque ella consigue un olor extraño después… no malo, sólo diferente.
Evan arqueó una ceja.
—Huele estéril —Dijo Reid—. Como una sala médica.
—¿Qué son? —Preguntó Evan, tomando el frasco y no abriéndolo. Un
pequeño grupo de píldoras blancas cayó en su mano.

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—No lo sé —Reid frunció el ceño—. De cualquier modo, ¿podemos
analizarlas?
—No a bordo de la nave —Dijo Evan, tanteandolas en su palma antes de
olerlas—. Tal vez podría hacerlo la princesa Tori cuando volvamos a Qurilixen.
Reid cabeceó.
—Te sentarás con Jasmine, ¿verdad? Tengo que ir a hablar con Jarek y
luego intentaremos lo de la cabina médica.
Evan se sentó en la cama. Reid se fue en busca de su hermano,
encontrándolo en la cabina del piloto con Rick y Lochlann. Miró al Draig
cautelosamente, pero no dijo nada. Lochlann asintió una vez. Jarek fingía no
sentir la tensión obvia entre los dos hombres.
Un pequeño planeta marrón desaparecía lentamente por el borde de la
pantalla de visualización. Jarek echó un vistazo a Reid antes de asentir con la
cabeza hacia el planeta.
—Una pelota de polvo de lugar, Werten. No te perdiste nada.
—¿Para cuándo podremos llegar a casa? —Preguntó Reid sin preámbulos.
Jarek miró a Rick. Luego apretó un par de botones en la consola que había
delante de él y luego le contestó.
—Un día si damos todo lo que la nave tiene y el camino está despejado —
Jarek miró de nuevo a Reid—. ¿Tenemos que hacerlo?
Reid asintió con la cabeza.
—Jasmine está enferma. No va a despertarse. Quiero que Tori le eche un
vistazo.
Reid sabía que su hermano no necesitaba más explicaciones más allá de
eso. Lochlann se puso de pie y le susurró algo a Jarek. Este asintió con la cabeza
y el Draig dejó la cabina.
—Hazlo —Dijo Jarek a Rick, como si no lo hubieran interrumpido.
—Dame veinte minutos para trazar el rumbo —Respondió Rick, volviendo
a la computadora. Su ceño fruncido en concentración y todo el rastro del
hombre de me-importa-un-demonio había desaparecido, reemplazado por un
estudioso que raramente veían… un Rick transformándose para hacer su
trabajo.
Reid hizo un gesto a su hermano y fue a buscar a Jasmine.

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CAPÍTULO 07

Jasmine bostezó, abriendo sus ojos. Un delgado hilo de luz brillaba a sus
pies, cortando a través de la oscuridad. La cama era suave y mucho más grande
que la de Reid en la nave. Necesitó un momento para ajustarse y aún así no
sabía dónde estaba.
¿La había dejado Reid atrás? En un momento de pánico, se incorporó,
trepando hasta el final de la cama, donde había ese rayo de luz. El corazón le
latía con fuerza en su pecho. Echando a un lado las cortinas de terciopelo, miró
la habitación. Definitivamente ya no estaba en The Conqueror.
La habitación era enorme, más grande que la de cualquier hotel en el que
se hubiera quedado alguna vez con Chad, y dos veces más lujosa. Las cortinas
colgaban completamente alrededor de la cama para bloquear la luz. El color
púrpura profundo era brillante igual al tono de las joyas. Por la luz suave,
natural, podía interpretar que era de día.
En la pared frente a la cama, una bandera azul larga colgaba adornada con
un gato salvaje estilizado en ella. ¿Era posible que estuviera en la habitación de
Reid? Era un príncipe y este cuarto era muy parecido a un palacio. ¿Cuánto
había dormido? ¿Por qué la había traído aquí?
Jasmine sintió su cabeza, esperando una ola de náuseas. ¿No debería
sentirse enferma después de haber bebido tanto? Luego, mirando su muñeca,
frunció el ceño. Recordaba vagamente habérsela torcido tratando de escaparse
de Reid. Aunque mirándola ahora, no pareciera. Estaba completamente curada.
Cerró los ojos, recordando. Había dicho algunas cosas realmente
asquerosas a Reid y se había asustado por lo que podría haberle hecho si la
alcanzara. Si alguna vez se hubiera dirigido a Chad así, la habría golpeada hasta
dejarla al borde de la muerte. A decir verdad, solo había dicho lo que hizo,
sobre la virilidad de Reid, porque le había hecho daño averiguar que la

100
entregaría a otra persona. Era como si fuera una carga para él. Había dejado
claro desde el principio que no la quería en la nave.
Apartó la mirada de su muñeca y siguió observando su alrededor una vez
más, tratando de averiguar dónde estaba. Más cortinas aterciopeladas colgaban
sobre una plataforma elevada. No podía ver lo que escondían detrás de ellas.
Había ventanas largas detrás de ese recinto tapado por cortinas, mostrando un
cielo azul-verdoso. Por lo tanto, estaba en un planeta, no en una nave espacial.
¿Werten? ¿La había dejado Reid como le había pedido? Nunca había
estado en ese planeta así que no tenía ni idea de cómo era.
Una chimenea apagada, circular y sofás se asentaban por el resto de la
habitación. Tragando nerviosamente, salió de la cama y se quedó de pie sobre
un suelo de baldosas. Llevaba un vestido suelto de color gris oscuro. Su forma
informe cubría su cuerpo y se hinchaba de una forma rara en el centro. Sus pies
estaban descalzos.
Jadeando, alzó la vista hacia el techo. Una araña de luces grande colgaba
bajo una cúpula de cristal teñido. Los fragmentos de cristal colgaban como
gotas de lluvia, iluminando el gran cuarto oval. Mirando fijamente mientras
caminaba, despacio se abrió paso a través del cuarto. Se necesitarían cinco
hombres, con los brazos extendidos ampliamente sólo para rodear a la
impresionante lámpara.
Jasmine no encontró ninguna alegría en el lujo a su alrededor. Al ver una
puerta, automáticamente fue allí. Donde quiera que estuviese, parecía una
prisión. El cuarto le recordó la jaula dorada de su matrimonio. Bonito, cosas
brillantes que no compraban la felicidad. Preferiría vivir sola en una casucha
que pertenecer a un hombre en el lujo… aún si ese hombre fuera Reid.
La puerta del cuarto pudo abrirse, y no se paró a pensar cuando asomó la
cabeza. No había ningún guardia y el pasillo estaba vacío. No le importaba a
dónde iba, mientras que se pudiera ir.
Corriendo, Jasmine siguió por un laberinto de pasillos. No hizo ningún
caso de las intrincadas tallas que había sobre las entradas arqueadas. Los pisos
eran de baldosas cuadradas grises y blancas, realizados a partir de una piedra
similar al mármol de la Tierra. También había un parecido a un castillo
medieval dentro de la estructura básica. Las paredes estaban decoradas con
azulejos simétricos incrustados allí. Era un espectáculo brillante de colores:

101
azul, rojo, naranja, oro y verde. Parecía que el diseño circular era un tema
central en muchas de las salas. Jasmine no se detuvo a admirarlas.
Dando la vuelta a una esquina, casi atropelló a alguien. Saltó hacia atrás,
sus ojos agrandándose de horror. Un hombre de Var grande estaba ante ella. A
medio cambio, sus rasgos no del todo gato y no completamente humanos, y
llevaba una túnica medieval. Una ligera piel de tigre rayada cubría su cara y
cuello en naranja y negro, igual que en la piel de sus manos. Su voz era áspera,
como distorsionada por el inicio de un rugido, cuando le preguntó.
—¿Mi señora?
Jasmine encontró que no podía hablar. Las lágrimas saltaron en sus ojos.
Había visto a Reid cambiar, pero de alguna manera cuando lo hizo no se había
sentido amenazada. Ahora el miedo era casi aplastante. Contempló los dientes
del hombre que eran de tigre, y despacio retrocedió ante él.
—¿Mi señora? —Insistió, moviéndose como si fuera a tocarla.
Jasmine gritó de miedo y salió huyendo de él, corriendo con todas sus
fuerzas por el pasillo. Oyó pasos detrás de ella, o pensó que lo hacía. Pero
cuando echó un vistazo atrás, el hombre no la seguía. El pasillo estaba vacío. Se
paró, temblando violentamente.
—¿Jasmine? —Jasmine se sobresaltó al oír la voz de Reid—. ¿Jasmine?
Lo vio girar la esquina, viniendo hacia ella. Jasmine retrocedió, todo su
cuerpo temblando cuando lo miró. Se sentía débil, inestable, extraña. No podía
explicarlo, pero estaba asustada y nerviosa, pero también entusiasmada al
escuchar la voz de Reid, por saber que no la había abandonado en un planeta
extraño.
—Jasmine, espera —Ordenó Reid, poniéndose a la par de ella. Tiró de su
brazo. Un choque extraño pasó por su sistema con su contacto. Ella gritó,
sacudiéndose lejos. Su rostro se ensombreció mientras la miraba y no intentó
tocarla otra vez—. ¿Jasmine?
—¿Dónde estamos?
—Qurilixen —Dijo—. En el palacio de Var, mi hogar. Estabas durmiendo
así que te traje aquí. Si hubiera sabido que te habías despertado, habría venido
por ti.

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Jasmine estaba confundida, abrumada por sentimientos, y débil al mismo
tiempo. ¿Estaba en su casa? ¿En el palacio? No podía concentrarse. Su corazón
latía demasiado rápido. Estaba enferma, empeorando por momentos. ¿Cuánto
tiempo había dormido? Podrían haber pasado días sin tomar su píldora.
No habló. Cuando le contempló pareció que veía por primera vez su
cuerpo musculoso. Jasmine había apreciado siempre como se veía, pero ahora
parecía estar hipnotizada no sólo por el aspecto de él, sino por su textura, los
matices sutiles de su cuerpo mientras se movía. ¿Por qué no lo había visto
antes? Había algo lento, primitivo, seductor en la forma en que él se
comportaba, como un cazador acechando a su presa. A ella le parecía una
estatua de mármol que hubiera cobrado vida y quiso tocar el arte en vez de
mirar simplemente su belleza.
¿Es siempre se veía así?
Un rastrojo oscuro sombreaba su mandíbula cincelada, dándole un
atractivo animal. El cabello largo y oscuro se derramaba en ondas sobre sus
anchos hombros. Siempre llevaba el pelo suelto, pero, ¿por qué no se había
dado cuenta de la suave textura antes, esa suavidad atractiva? Se encontró
mirándolo, realmente contemplándolo.
Reid estaba construido perfectamente, no demasiado amplio y no
demasiado delgado. Llevaba un traje muy parecido al primero con el que lo
había visto en Nozando. Franjas de cuero sólo que esta vez eran negros con
hilos de oro se ataban apretando sus bíceps y sus muñecas, envolviéndose
alrededor de sus brazos. ¿Por qué no lo miró más tiempo esa primera vez?
Seguramente sus músculos habían estado tan expuestos. ¿Por qué no se había
dado cuenta?
Los ojos de Jasmine bajaron en él. Su boca se secó de repente. Su camisa
negra en forma tanque se mantenía unida por el cordón cruzado negro y oro
que bajaba por sus brazos, dejando sus costados y cintura al descubierto. El
latido de su corazón se dio cuenta de ello, haciéndose aún más salvaje en su
pecho mientras miraba su mitad inferior. Un cinturón a juego con los brazaletes,
se aferraba alrededor de su estrecha cintura. Sus pantalones eran del mismo
material que su camisa, suaves, pero moldeados a su cuerpo firme. Más lazadas
cruzadas estaban en la parte exterior de sus muslos, dejando al descubierto la
dura carne, curtida a todo lo largo desde su cadera. Ningún resalte de sus
músculos firmes se dejaba a la imaginación.
103
Apenas podía respirar. Había algo más que no requería imaginación: la
longitud de su erección gigante. Estaba lleno, grande y presionando contra los
ajustados pantalones.
—Ah —Dijo, incapaz de apartar la mirada. ¿Por qué no había notado ese
particular contorno antes? ¿Qué estaba pasando—. Ah-Ah.
Un gruñido resonó en la parte posterior de la garganta de Reid. Sus ojos
volaron a los suyos. Demasiado tarde, se dio cuenta que lo había estado
mirando fijamente sin darse cuenta. Sus pupilas cambiaron cuando dio un paso
agresivo hacia adelante. Ella vio la bestia que podía llegar a ser en sus ojos, el
hombre salvaje con pasiones salvajes. El fuego en su mirada ardía
brillantemente. A diferencia de antes, se sintió aterrorizada por ello. ¿Por qué
no la había molestado su cambio antes, y sólo la atemorizaba ahora?
Su estómago dolió, y de repente todo su cuerpo palpitaba y le dolía. Algo
estaba definitivamente mal. Su corazón latía tan rápido que estaba segura que
iba a estallar.
El gruñido resonó en la garganta de él, cortando sus palabras antes de que
pudiera pensar en protestar. Él dio un paso agresivo hacia adelante. Sus fosas
nasales se dilataron cuando la olió.
—No sé porqué te escondías de mí, pero te huelo ahora.
¿Oler qué? ¿Qué le pasaba a él? ¿Por qué estaba mirándola así? ¿Cómo si
estuviera poseído por el diablo?
Jasmine jadeó, gimiendo cuando la arrinconó contra la pared. El pasillo
estaba vacío y no había nadie a quien pudiera llamar para pedir socorro. Estaba
respirando con dificultad. Él no la tocó y ella estaba demasiado asustada para
apartarlo. Durante un largo momento, él se quedó cerca. Su cabeza se inclinó y
dio respiraciones profundas, obviamente, oliéndola.
—¿Reid? —Susurró. Levantó las manos y las colocó a cada lado de ella en
la pared, atrapándola aún más—. ¿Príncipe?
—Te huelo —Repitió, su tono bajo. Sus ojos de gato contemplándola
cuando se inclinó hacia adelante. Los músculos de sus brazos se hincharon con
el movimiento, mostrando lo mucho que era un guerrero en realidad. Su fuerza,
su proximidad, hasta su olor la asustaron.

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Entonces la besó. Su lengua al instante separó sus labios. No hubo
ninguna prueba esta vez, ninguna sonda ligera. Reid sólo fue a por ello,
besándola duro, profundo y largo. Su lengua empujó en su boca al jadear. Su
cuerpo se inclinó más cerca de ella hasta que su pecho acariciara sobre sus
engrasadores con su calor.
Jasmine no podía respirar. Su corazón latía demasiado rápido. Se sintió
mareada, enferma y su cuerpo comenzaba a fallar. Aterrorizada por el impacto
de emociones, más emociones de las que podría acordarse nunca de sentir
juntas, forzó sus labios de los de él, jadeando y respirando con dificultad para
tomar aliento.
—Detente —Exigió Jasmine sin aliento. Con cada subida de su pecho, sus
pezones rozaban sus músculos duros. Él no se retiró y el dolor que sintió donde
la tocaba lo único que hizo fue hacer a su cuerpo mucho más sensible—. Mi
corazón está latiendo demasiado rápido.
—Bien —Dijo Reid, dándole una sonrisa torcida—. Es el momento que
tú…
—Necesito mis píldoras —Le interrumpió. Su sonrisa sólo hizo que su
corazón latiera aún más.
—No creo que debas —Dijo Reid.
—Las necesito —Dijo Jasmine. Ella se agarró el pecho, jadeando. La
sonrisa de Reid se desvaneció en una de preocupación. Se retiró, alcanzando
para tocar su brazo. Ella se sacudió lejos de él—. No me toques. No está
ayudando. Necesito mis píldoras.
—Jas…
—¡Maldita sea, Reid! —Gritó Jasmine. Las lágrimas corrían por su cara—.
¿No ves? Creo que estoy muriéndome. Mi corazón va a estallar. Tengo que
tomarlas.
Reid palideció. Rígidamente asintió con la cabeza. Sin esperar a pedir
permiso, la cogió en sus brazos y siguió por el pasillo. Jasmine cerró sus ojos. Su
toque no ayudaba en ese momento. Se concentró en no sentir. No sirvió de
nada. Sintió que su cuerpo ardía. Eso fue todo. Este era el final. Sólo lo sabía.
***********

105
—¿Dices que te casaste con un doctor rico, de éxito y sin embargo todavía
estás con un tratamiento de píldoras diarias?
La princesa Tori revisó a Jasmine con incredulidad, mientras se frotaba el
estómago muy embarazada. “Tori”, la princesa Vittoria de Var, estaba casada
con el príncipe Quinn, el embajador real. Su hogar era de un diseño sencillo, de
ricos colores azules y cremas. El amplio suelo de baldosas se extendía ante la
puerta principal, elegante e inmaculadamente limpio. Reid la había depositado
en un sofá bajo y ancho que estaba en una plataforma ligeramente elevada y
ante una gran chimenea. Almohadas largas estaban colocadas en el suelo a sus
pies, perfectos para relajarse. Él todavía habría estado con ella, pero Tori lo
espantó fuera de la casa. Jasmine se alegró. Algo sobre el olor de Reid le hacía
más difícil respirar.
Aparte de la delantera, no había ninguna puerta en la casa. Altos arcos
decorativos en la pared llevaban a un dormitorio, una cocina y una oficina
grande que estaba siendo utilizada como laboratorio para Tori. Una pared de
cristal, tan grueso que no podía ver a través de ello, separaba el cuarto de baño.
Una entrada al lado de la chimenea, cerca de la concina, llevaba a un gran
comedor. Había bastantes sillas allí para sentar a más de una docena de
invitados.
Cuando Jasmine no contestó, Tori simplemente zumbó en sus
pensamientos. Se sentó en el sofá, estudiándola. La princesa parecía bien
embarazada. Su estómago redondeado sólo se añadía a sus curvas. Vestía todo
de negro. Los pantalones eran sueltos alrededor de sus piernas y su caminas
justa se aferraba a su vientre. Tenía el pelo moreno largo, y ojos oscuros.
—No estoy segura de por qué Reid me trajo aquí —Dijo Jasmine, llevando
su mano al pecho. Tori le había dado un poco de té medicinal para que bebiera
con una de sus píldoras. Eso ayudó un poco, pero todavía se sentiría mejor
cuando le dejaran tener su frasco de píldoras de nuevo entre sus manos. Tori la
informó que sólo tenía una píldora, ya que Reid se la había dado para que la
analizara. Jasmine no podía comprender por qué Reid querría analizar sus
píldoras, a menos que se preocupara por que fuera una drogadicta—. Sólo
necesitaba mi medicación para el corazón. Debería estar bien en un momento.
Tori abrió la boca para hablar, pero la puerta principal se abrió,
deteniendo sus palabras. Jasmine se volvió hacia allí, esperando que fuera Reid
con su bolso.
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—¡Tori! —Una mujer con el pelo rubio rojizo que prácticamente brillaba
entró en la casa. También su estómago estaba redondeado por el embarazo y
sus amplios ojos azules eran preciosos. Era más alta que Tori, más majestuosa
de aspecto, hasta que sonrió como un niño travieso y anunció—. ¡Ya está aquí!
¡Vino… finalmente!
—¡Ulyssa! —Tori reprendió con una sonrisa—. Me asustaste. Juro que has
olvidado cómo llamar.
—¿Qué? Oh, lo siento. No hay tiempo para eso. Tenemos prisa —El
vestido que Ulyssa llevaba era suelto alrededor de su cintura, pero todavía era
muy revelador para ropa de maternidad. El estilo parecía al de Reid, sólo que
en forma de vestido. Cordones cruzados bajaban por el costado de la blusa,
dejando al descubierto un sutil toque de su vientre hinchado.
Girando a la puerta, Ulyssa se volvió y tiró un carro grande a la entrada.
Una segunda mujer, empujaba por el otro lado. Esta era pequeña, con el pelo
corto, rubio, encrespado. Llevaba pantalones y una camisa tanque con cordones
cruzados. Un tatuaje azul se enrollaba alrededor de su brazo. Una raya púrpura
cortaba a través de sus mechones. Uno de ellos caía sobre su cara, parcialmente
escondiendo sus ojos violetas redondos. Jasmine nunca había visto unos ojos
con ese color antes. También estaba embarazada, aunque parecía que iba unos
meses después de las otras dos. Jasmine tembló, preguntándose si el embarazo
estaba en el agua.
—¿Qué tienes? —Preguntó Tori, poniéndose de pie. Una sábana cubría el
carro.
Ulyssa sonrió abiertamente y retiró la sábana con un floreo, anunciando:
—¡Chocolate Lithorian! He robado hasta la última pieza de la nave de
carga. Ahora, sólo tenemos que esconderlo en tu laboratorio antes de que Kirill
averigüe que ha desaparecido. Si tenemos suerte, todos asumirán que nunca
llegó.
—Una vez más —La menuda rubia añadió, y sonrió abiertamente. De
repente, sus ojos violetas se encontraron con Jasmine en el sofá—. ¿Qué
tenemos aquí? ¿Es ella?
Jasmine miró impotente a Tori cuando Ulyssa se volvió hacia ella también.
Tori asintió con la cabeza, diciendo:

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—Sí, es ella. Jasmine St. Claire.
Ulyssa sacudió su cabeza. Y dijo seria.
—Así que tú eres la infame Jasmine St. Claire.
Jasmine se puso de pie, mirando a la mujer embarazada. Ya no sonreía. De
hecho, parecía un poco molesta.
—¿Y usted es? —Preguntó Jasmine, sin nada mejor que decir.
—Jasmine —Dijo Tori, sin parecer tan preocupada por el disgusto de
Ulyssa. Cruzó al carro y cogió una pieza del gigantesco montón de chocolate.
Metiéndoselo en la boca, gimió y dijo—. Esta es la reina Ulyssa de Var, la
esposa del rey Kirill, y esto —Señaló a la duendecilla rubia—, es la princesa
Samantha de Var…
—Sam —Interrumpió Samantha, cuando también tomaba un poco de
chocolate del carro.
Sam, la antigua capitán de la tripulación de Jarek. Jasmine miró a la mujer.
No parecía un capitán.
—…esposa del príncipe Falke, el comandante del Ejército —Terminó Tori
como si no se hubiera interrumpido. Entonces picando en otro trozo de
chocolate, dijo—. Y este es el chocolate de Lithorian, el mejor alimento del
embarazo del mundo. Lo atesoramos como el oro y nuestros maridos tienen que
perdonarnos porque estamos embarazadas.
—Y porque nos dejan tener lo que queremos —Añadió Sam—. Uno
pensaría que esos guerreros grandes, malos serían… más duros. Pero, por
desgracia, no. Todo lo que tenemos que hacer es suspirar y hacer un puchero
con nuestro labio inferior y se derriten hasta convertirse en masilla en nuestras
manos.
—Cierto —Tori asintió en señal de aprobación—. Si bien, nonos
malinterpretes. Ellos son duros.
—Y no se derriten exactamente —Guiñó Sam. Jasmine no entendió la
broma, pero no dijo nada.
Tori suspiró, una mirada de deseo y placer en su cara.
—Mm, sí —Sam asintió con la cabeza en acuerdo—. Muy fuertes. Muy
firmes, musculosos y…
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—Encantada de conoceros… —Comenzó Jasmine.
—Sam. Tori —Interrumpió Ulyssa. Miró a las dos princesas—. Estamos
enojadas con esta, ¿recordáis?
—Oh, sí —Sam asintió con la cabeza. Empujó la sonrisa de su cara—.
Furiosa. Lo siento, lo olvidé. Ya sabes, el chocolate en el cerebro.
—Cierto —Tori asintió con la cabeza en acuerdo—. Furiosa.
Jasmine retrocedió. ¿De qué hablaba la reina? ¿Qué hizo ella?
Ulyssa se volvió a Jasmine.
—Quiero saber lo que has estado haciendo a nuestro Reid. Eso sí, el pobre
hombre podría haber necesitado que le bajaran los humos, pero sin duda ya es
suficiente. Quiero decir, ya sea si estás o no enamorada de él, pero jugar con las
emociones del hombre así… —La voz de Ulyssa se fue apagando mientras
negaba con la cabeza.
—Sobre todo con las emociones de un hombre de Var —Añadió Sam
mientras comía.
Jasmine no se movió. ¿De qué estaban hablando?
—Solía sonreír y contar historia —Añadió Tori, asintiendo con la cabeza.
—Ahora sólo holgazanea y parece todo deprimido —Dijo Sam—. Has
estado aquí durante una semana y no se ha reído ni una vez.
—¿Una semana? —Preguntó Jasmine.
—Has estado dormida —Ofreció Tori. Empezó a sonreír pero enseguida
captó la mirada de Ulyssa con un vistazo culpable. Murmurando, dijo—.
Todavía no hay excusa.
—Jarek nos dice que has estado con Reid durante varios días en su nave y
has estado atormentando al pobre hombre más allá de lo posible, coqueteando
con él y luego negándote, durmiendo con él y luego no durmiendo con él. No
nos gusta eso —Dijo Ulyssa.
—No se parece a sí mismo —Añadió Sam.
—Así que, ¿qué has hecho con él? —Preguntó Tori, su voz más agradable
de las tres—. ¿O qué hizo para merecer el castigo?
Jasmine apretó su mano sobre su corazón.
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—Nada. Lo juro. El príncipe Jarek está confundido. No he dormido con él,
o coqueteado o cualquier…
—¡Lo sabía! —Dijo Ulyssa, de repente sonriendo. Se volvió a las
princesas—. Sabía que Jarek estaba intentando sólo que nos compadeciéramos
de Reid.
Jasmine realmente contempló la idea de huir. Había oído de los cambios
de humor durante el embarazo, pero estas mujeres bordeaban una personalidad
psicópata.
—Bueno, ¡bien por ti! —Dijo Sam—. Es hora de que alguien dijera no a ese
hombre. Te lo juro, él consigue más…
—Oh, Sam —Forzó su entrada Tori. Sacudió la cabeza y echó un vistazo a
Jasmine—. No ayudas.
Sam con aire de culpabilidad se sonrojó y no terminó la frasee. Jasmine no
lo necesitó. Ya había oído sobre las grandes proezas de Reid de la tripulación de
Jarek
—Sus Altezas, por favor… —Jasmine comenzó.
—Puf, no, no lo hagas —Ulyssa levantó la mano—. Ulyssa, por favor, y no
te atrevas a hacer una reverencia o te decapitaré.
—Le dice a todos lo mismo, ignórala —Dijo Sam, sacudiendo la cabeza—.
Sólo es una perra.
—Ese lenguaje —Reprendió Tori. Sam hizo rodar sus ojos—. Lo siento,
Jasmine, Reid mencionó que eras… ah… delicada…
—Y apropiada —Añadió Sam, asintiendo amablemente.
—No era mi intención ofenderte —Explicó Tori.
—No lo soy —Dijo Jasmine, sonriendo tímidamente. Olvidándose
completamente de su afección cardíaca. Las mujeres podrían ser un poco
extrañas, pero se encontró que le gustaban—. No me has ofendido.
—¡Estrellas benditas! ¡Eso es un alivio! —Exclamó Sam—. Me preocupaba
que fueras una creída. Ya es bastante para mí mantener mi boca cerrada, ¿pero
dejar de maldecir totalmente?

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—Lo siento por gritarte de esta forma —Dijo Ulyssa. Cogió un trozo de
chocolate y lo partió por la mitad mientras se movía hacia Jasmine—. Ten, toma
esto. Es celestial y hará que me perdones.
Jasmine cogió la mitad y asintió. Mordió un trocito. Las mujeres tenían
razón. Era delicioso. El chocolate puro prácticamente se convirtió en crema en
su boca.
—Es sólo que, bueno, somos muy protectoras de nuestras familias y
cuando uno de los hermanos se siente mal, nuestros maridos se unen. Reid ha
estado… —Ulyssa buscó la ayuda de las otras dos, antes de encogerse de
hombros—. No ha sido Reid desde que volvió. No ha visitado el harén desde
que está aquí.
Ulyssa se sentó en el sofá. Tori y Sam estaban justo detrás de ella. Tori se
sentó en la silla y Sam en el suelo. Cuando Jasmine ofreció dejarle el sofá, ella
negó.
—Y créeme, Reid solía vivir en el harén —Añadió Sam—. Ese hombre
tiene el deseo sexual de un animal de verdad.
—¡Sam! —Reprendió Tori, sólo para añadir por lo bajo—. No estás
ayudando.
—O al menos eso me han dicho —Dijo Sam como una débil excusa. Tori
hizo rodar sus ojos.
—Está bien —Les aseguró Jasmine. Se preguntó por qué oír que Reid no
había tenido sexo con nadie la hacía estremecerse por dentro. No debería
importarle.
—Realmente me alegro de oír que haces a Reid esperarte —Dijo Ulyssa—.
Estos hombres de Var son testarudos Juro que tienes que ser resistente sólo para
estar a la par de ellos.
—Pero, no nos entiendas mal —Aseguró Tori a Jasmine—. Son
completamente dulces en realidad, aun si sus intenciones realmente se
estropean en el acto.
—¿Qué quieres decir? —Preguntó Jasmine.
—Enséñale el Yorkin —Dijo Sam, riéndose tontamente.

111
—¿Qué es un Yorkin? —Jasmine vio las miradas privadas que
compartieron.
Tori se puso de pie, haciendo señas para que Jasmine la siguiera. Fue al
comedor. En un rincón, que no podía verse desde la habitación del frente, había
una bestia rellena horrorosa. Era dos veces más alta que Reid y tenía espinas
gruesas de un puerco espín de la Tierra a lo largo de su grueso lomo,
pareciendo tan afiladas como cuchillas de afeitar. Su cara era tan cruel con los
largos colmillos mortales y unos ojos que parecían extraños, incluso en su
estado disecado.
—Esto —Dijo Tori, estremeciéndose—, es un Yorkin. Esta cosa es una
pesadilla, ¿verdad?
—¿Qué tiene que ver esto con que tu marido tiene buenas intenciones? —
Preguntó Jasmine.
—Hubo ese gran malentendido sobre los datos de aduanas de la Tierra.
Leyó sobre ellos, pero lo estropeó un poco. Así que, en vez de un feroz oso de
peluche, me dio un Yorkin. Los hermanos asumieron que un oso de peluche era
una ofrenda de caza usada para probar la destreza de los hombres de la tierra y
su capacidad para proteger a sus mujeres —Tori se rió—. Deberías haber visto
sus caras cuando me lo trajeron. Era un regalo para el bebé. Estaban tan
orgullosos de sí mismos: Reid, Falke, Kirill y mi Quinn. Según ellos, lo cazaron,
sólo los cuatro.
Jasmine sonrió.
—En realidad es muy dulce cuando lo pones así.
—¿Ves lo que quiero decir? Hombres dulces, una manera equivocada de
mostrar que les importa —Dijo Tori, sonriéndose ligeramente. Se abanicó su
cara—. Oh, mírame. Toda emocional.
—Todavía no los hemos convencido de que un osito de peluche no es
peligroso, venenoso, ni vivo —Dijo Ulyssa desde donde estaba sentada. Se rió—
. Cuando averiguaron que estaba embarazada, realmente me dieron armas,
espadas afiladas y cuchillo.
—De todos modos, nuestro punto es que son muy tercos y realmente
resultan muy difíciles de aguantar al principio, pero si te mantienes fuerte,
estoy segura que tú y Reid arreglaréis las cosas —Dijo Sam.

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—Oh, no, creo que tenéis una idea equivocada. Reid y yo no tenemos nada
que resolver. No hay nada entre nosotros —Jasmine trató de sonreír, pero era
difícil. Las caras femeninas se decepcionaron. Realmente parecieron tristes por
su admisión.
—¿No lo quieres, entonces? —Preguntó Ulyssa—. ¿Es eso lo que está
pasando? Quiero decir, nunca te pediríamos que estuvieras con alguien que no
quieras o te importe.
—No, no es eso, es… bueno… no puedo —Contestó Jasmine. No podía
desear a nadie—. Yo… todavía estoy casada.
—Jarek nos lo dijo —Dijo Ulyssa—. Con un doctor maltratador. También
dijo que te divorciaste de él.
—No, lo abandoné —Jasmine vio la bondad en sus ojos y casi se echó a
llorar. Había pasado tanto tiempo desde que ella había tenido a otras mujeres
con las que hablar. Chad no le gustaba que tuviera amigas—. El nunca me daría
el divorcio.
—Oh, cariño, ven siéntate —La tranquilizó Tori—. Cuéntanos todo. Tal
vez podamos ayudar. Somos de la realeza después de todo y la realeza tiene sus
privilegios.
—¿Por qué me querríais para Reid si sabéis que estoy casada? —Preguntó
Jasmine, sin poder evitarlo siguiendo las indicaciones de Tori para que volviera
al sofá.
—Nada es lo que parece. Hemos aprendido a confiar en el destino —Dijo
Tori—. Además, la ley humana realmente no tiene aplicación aquí.
Técnicamente, se podría argumentar que no estás casada aquí, a menos que
afirmes que lo estás y quieras estarlo.
—Así que escúpelo —Exigió Sam.
—Sí, cuéntanos todo —Añadió Ulyssa.
Jasmine se encontró rodeada por tres mujeres emocionales, y consoladoras
mujeres, que comenzaron a llorar junto a ella cuando les contó su historia.
Ulyssa trajo un trozo de chocolate cuando hablaban. Jasmine no tenía ni idea de
lo que la hizo contarles lo que había pasado, pero sólo viendo sus caras, sin
nada que perder o ganar, salvo su amistad, sólo siguió hablando. Les habló de

113
los golpes, el abuso, como descubrió en su noche de bodas que era frígida, de su
enfermedad.
Finalmente, cuando terminó, Tori dijo:
—Pero no eres alérgica a las cabinas médicas. Reid y Evan tuvieron que
usar una en ti después de que bebieras demasiado en la nave. Estaban
aterrorizados por que te hiciera daño, pero realmente mejoraste.
—¿Lo hicieron? —Jadeó Jasmine. Las mujeres asintieron.
—Eso es lo que hemos escuchado —Asintió Tori—. Tal vez tu corazón no
está tan mal, quizás Chad mintió sobre eso también.
—No —Dijo Jasmine, sacudiendo su cabeza en desmentido—. Cuando era
más joven, era enfermiza. No podía ir a la escuela, y mi padre contrató tutores
para mí. A parte de unos criados más viejos, Chad realmente fue el primer
hombre que había visto nunca. Es un buen doctor, aun si es una mierda como
marido. Fue capaz de diagnosticarme. Así fue cómo nos conocimos. Mi padre le
contrató para venir a revisarme. Creía que lo amaba, ya sabes, era el médico
inteligente, que viajó para salvarme la vida. Todo tan encantador y romántico.
Las mujeres siguieron hablando durante horas, contando historias,
llegando a conocerse las unas a las otras. Jasmine escuchó como habían
encontrado a sus maridos, los tiempos duros que les hicieron pasar antes de
consentir casarse con ellos. Ulyssa había estado investigando al nuevo rey
cuando vino al planeta. Ya le habían dicho a Jasmine el secuestro de Sam a
Falke, pero era gracioso oír la historia directamente de su protagonista. Tori
había hecho todo lo posible por mantener a Quinn a raya, pero él había sido
persistente.
También aprendió cosas del temido rey Attor. El padre de Reid no era un
hombre muy agradable y Jasmine en secreto se alegró de que nunca se lo
encontraría. El rey Kirill parecía que sería mucho mejor gobernante. Aunque, a
decir verdad, no quería encontrarle tampoco. Si Reid estaba gruñón, y los
hermanos reales la culpaban a ella, entonces podría no gustarles tenerla
alrededor.
Las mujeres también juraron que sus maridos habían dicho que nunca se
casarían con nadie más, como el harén de Attor de más de cien mujeres. Jasmine
las creyó. Podría ver el amor en las caras femeninas y se sintió celosa por ello.

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Se preguntó qué camino tomaría Reid y concluyó que posiblemente seguiría los
pasos de su padre.
Jasmine nunca había sido incluida en un grupo antes y no estaba segura
de qué pensar. Las mujeres eran amables y abiertas, respondiendo a sus
preguntas sobre la cultura Var. Después de que varias horas hubieran pasado,
sintió como si realmente las conociera.
—Así pues, ¿qué pasa si no tomas tus píldoras? —Preguntó Sam,
rompiendo el cómodo silencio en el que habían caído.
—Me pongo débil y oscilante. He estado empeorando. Creo que mi estado
se vuelve más grave —Jasmine hizo un débil encogimiento de hombros.
—¿Cómo es eso? —Preguntó Tori, pareciendo muchísimo a la científica
que era.
—Es vergonzoso —Dijo Jasmine.
—No, lo que es vergonzoso es el tamaño de mi trasero con este vestido —
Dijo Ulyssa, comiendo el chocolate mientras hablaba.
Las mujeres se rieron. Jasmine se enjuagó los ojos. Ulyssa había parecido
tan sincera cuando lo dijo.
—Odio estar embarazada —Gruñó Ulyssa, sin dejar de reír.
—Me encanta —Dijo Tori. Lanzó un trozo de chocolate a su boca—.
Podemos comer lo que queremos, y engordar sin que a nadie le importe.
—Me importa —Se quejó Ulyssa—. El bebé de Kirill se mantiene dándome
patadas.
—No has vomitado —Dijo Sam, frotando su estómago.
—No puede ser un poco peor que mi problema —Dijo Ulyssa—. Ahora,
suéltalo, Jas. Tori es tan buena como un médico y tal vez pueda ayudarte.
—Está bien. Mi corazón late muy rápido —Dijo. Las mujeres asintieron
con la cabeza para que siguiera—. Eso no es nada nuevo, pero ha estado
empeorando últimamente. Y me siento oscilante, ruborizada, y mis miembros
se ponen todos débiles hasta que a penas puedo mantenerme por mi cuenta. Mi
estómago duele y siento como si fuera a vomitar o algo así.
—Parece como si estuvieras embarazada —Se rió Sam—. Estoy como tú
hasta ahora.
115
—No estoy embarazada —Les aseguró Jasmine—. Sé que es un hecho.
—¿Qué más? —Preguntó Tori, con el rostro serio.
—He tenido, fugas —Dijo Jasmine—. Muchas.
—¿Fugas? —Preguntó Sam, frunciendo el ceño con confusión.
—¿Qué quieres decir? —Ulyssa se inclinó hacia adelante.
—Ya sabes, fugas —Jasmine indicó entre sus muslos—. No todo el tiempo,
solo al azar. Es… esto es tan humillante —Jasmine escondió su cara entre sus
manos e hizo un ruido débil.
—¿Cómo tu período? —Le preguntó Ulyssa.
Jasmine se irguió. Las tres mujeres estaban compartiendo una mirada de
complicidad.
—En el mismo lugar, sólo que diferente.
—Um, Jasmine —Tori sonrió, tapándose la boca con la mano para no
reírse. Los ojos de Jasmine se abrieron como platos. ¿Por qué se reían de ella?--.
¿Chad es el único hombre por el que has estado incluso ligeramente atraída en
el pasado?
Jasmine asintió con la cabeza.
—Como dije, él fue realmente el único hombre que había conocido que
fuera de mi propia edad. He conocido a unos cuantos médicos y similares
durante los cuatro últimos años. ¿Por qué lo preguntas?
—¿Y esa fuga sucede cuando Reid está alrededor? —Persistió Tori.
—Bueno, sí, comenzó el mismo día que lo conocí, ¿por qué? —Las miró. Si
no hubieran estado hablando durante horas, podría haber comenzado a llorar
por su reacción a su enfermedad potencialmente mortal—. ¿Crees que soy
alérgica a Reid? Me he sentido un poco mareada las pocas veces que ha
intentado besarme. Y cuando se acerca los síntomas empeoran.
—¿Alérgica? —Repitió Tori—. No, cariño, no creo que seas alérgica.
—¿Qué entonces? —Jasmine las estudió cuidadosamente—. ¿Qué? ¡Si lo
sabéis, por favor, decírmelo!
—A mí me pasa todo el tiempo —Dijo Tori—. Cada vez que mi marido
entra en la habitación.
116
—A mí también —Dijo Sam, sonriendo abiertamente.
—Y yo —Estuvo de acuerdo Ulyssa, suspirando pesadamente—. Sucede
cuando sólo pienso en mi marido.
—¿Es una cosa de Var? ¿Qué es? Decirme —El corazón de Jasmine latía
rápido de nuevo y estaba preocupada—. Por favor.
—Jasmine —Dijo Ulyssa, inclinándose hacia adelante—. No estás enferma,
a pesar de que suene como si estuvieras con mala salud.
—¿Qué? —Persistió Jasmine.
—Tienes que dejar que Reid siga besándote. No es mi tipo, pero parece
como si él tuviera tu cura —Dijo Tori, riéndose tontamente. Compartió otra
mirada de complicidad con las otras dos—. Confía en mí. Déjale seguir
besándote la próxima vez, pase lo que pase, déjale. Te sentirás mucho mejor
después.
—Pero… —Jasmine estaba confundida. ¿Qué tenían que ver los besos de
Reid con su corazón.
—¡Oh, Estrellas Benditas! —Exclamó Sam. Los ojos de Jasmine se abrieron
como platos. Sin rodeos, la mujer siguió—. Lo que estamos diciendo es que no
estás enferma, Jas. Sólo estas realmente caliente. Necesitas echar un polvo y
parece que Reid es el hombre para dártelo.

117
CAPÍTULO 08

Reid levantó la cabeza, mirando a sus hermanos. Estaba bien tenerlos a


todos juntos. Habían ido a la antigua sala del consejo a menudo como niños,
habiéndola convertido en su fortaleza privada. Ahora que eran mayores,
todavía se reunían allí para relajarse y hablar en privado. No había ninguna
ventana en la parte antigua del castillo, ni siquiera una pequeña rasgada. En un
nivel inferior, unos asientos acolchados antiguos se encontraban alrededor de
una gran chimenea, tallada. Un fuego ardía alegremente, dando luz y calor al
cuarto sepulcral.
Quinn estaba sobre las almohadas largas que cubrían el suelo de moqueta
roja. Kirill estaba sentado cerca de la chimenea, apoyando su barbilla en su
puño mientras miraba distraídamente las llamas. El sonreía de ven en cuando
ante algunos cuentos de Jarek del espacio. Falke estaba sentado en una silla a la
derecha del rey. El cuerpo del comandante estaba tenso por una rígida
disciplina. Después de medio siglo al mando, se había vuelto duro e implacable.
Y sólo después de unos meses de conocer a Sam, se había vuelto más suave.
Reid notó como sus tres hermanos casados parecían tener una alegría en
ellos. Parecían felices. Tal vez era porque se había ido, pero en realidad se había
producido un cambio en ellos. Los hombres estaban enamorados. Reid no
estaba seguro de si esto lo defraudaba o lo ponía celoso.
Pensando en Jasmine, frunció el ceño. Se había preocupado de sus
pensamientos desde el mismo momento en que la conoció. Su ceño se
profundizó y se sentó con los hombros hundidos en su silla. La había besado y
había parecido como si quisiera vomitar sobre él. ¿Cómo podía ser así? Había
olido su deseo, ¿verdad? Sus entrañas se apretaron y se sintió como si estuviera
siendo golpeado una y otra vez por una fuerza invisible. Tal vez el olor no
había sido por él. ¿Podría ser que su excitación no fuera obra suya? ¿Había visto
por alguien más? ¿Conocido a alguien que le hubiera hecho eso a ella? ¿La

118
habría hecho sentir? Reid se mordió el labio. Ese último golpe fue directamente
a su corazón. Lástima que no acabara con él.
— Ugh, Reid, deja de pensar —Se quejó Kirill—. Estás haciendo dar
vueltas a mi cabeza. Sólo tienes que ir y decirle que te gusta ya.
Reid frunció el ceño y automáticamente contestó:
—¿A quién?
Al oír la palabra, su hermano compartió una mirada de complicidad. Reid
sabía condenadamente bien quién era. Pero si a Jasmine no le gustaba de tal
modo, no estaba a punto de anunciar su interés por ella a todo el mundo. ¿No
se divertirían sus hermanos con eso? El gran amante rechazado por la única
mujer que deseó más en todos sus años de vida. Incluso Reid podría confesar de
mala gana que era una justicia poética.
—Oh, lo siento, me refería a Jasmine —Dijo Kirill—. Olvido que tienes
tantas mujeres. Aunque, si no estás prendado de ella, Navid mencionó que se
encontró con ella en el pasillo antes. Ha pedido permiso para cortejarla, si no
está ya hablando. Le dije que te preguntaría primero, ya que es tu pupila.
¿Navid? Reid se puso rígido, endureciendo su cara. ¿Navid había visto a
Jasmine en el pasillo? ¿Ese olor era para Navid entonces?
—Reid —Preguntó Quinn, una pequeña risa en su voz—, ¿pasa algo malo?
Reid se mordió el interior de su boca, extrayendo sangre. Rígidamente
dijo:
—No, todo está bien.
—¿Entonces puedo decir a Navid que siga adelante? —Preguntó Kirill.
—No —Gruñó Reid un poco demasiado rápidamente. Los hermanos lo
miraron, cada uno tratando de no sonreír y fallando miserablemente. Reid miró
a Jarek, deseando que su gemelo no participara en la conversación, cuando
dijo—, ya está casada.
Sus hermanos ya sabían eso. Por alguna razón, Reid no había querido que
ellos pensaran lo peor de ella, así que les había explicado sus moratones y cómo
él no estaba seguro de si el matrimonio seguía siendo vinculante. Quinn había
sido de poca, o ninguna ayuda en cuestión de los ritos de matrimonio humanos.
Reid suspiró. Menudo embajador era Quinn.

119
Para empeorar las cosas de Reid, Jarek habló.
—Todos sabemos que la ley de la Federación y la humana no están
reconocidas aquí. No está apareada a nadie. No veo por qué Navid no la puede
perseguirla, a menos que no le desee. De hecho, tal vez podamos preparar una
competición y hacer que los hombres luchen por el honor de perseguirla.
—Ah, esa es una buena idea —Dijo Falke, asintiendo con la cabeza
pensativamente—. Ha pasado mucho tiempo desde que celebramos un torneo.
¡Gatos Sagrados! Refunfuñó Reid, poniéndose de pie al instante. Salió del
cuarto, la risa de sus hermanos siguiéndole por el pasillo.
***********
Jasmine accedió a una visita al palacio de Var. Ulyssa no fue con ellas,
afirmando sentirse un poco cansada. Era el último trimestre de su embarazo y
se cansaba fácilmente. Sam y Tori le mostraron a Jasmine los alrededores. El
palacio era hermoso.
—Tengo una teoría de que Var de alguna manera tuvo contacto con la
antigua Tierra —Tori explicó mientras señalaba algunas características
marroquíes del trabajo con azulejos—. Tan pronto como termine algunas
pruebas ecológicas que estoy realizando en los pantanos sombríos, lo
examinaré. Quinn afirma que nunca ha leído nada sobre ello en sus pergaminos
antiguos.
—Uf, otra vez no —Se quejó Sam—. Jasmine, dile que no te interesa.
—Bueno… yo… —Jasmine tartamudeó, no queriendo ser grosera.
—No le interesa —Dijo Sam, sonriendo a Tori. Jasmine no dijo nada.
Tori hizo rodar sus ojos y abrió la marcha a fuera. El aire era fresco y
agradable. Ante ellas había una pasarela larga y ancha hecha de piedras lisas,
que lindaba con el palacio. Jasmine automáticamente alzó la vista. El castillo
estaba de pie a lo alto contra el cielo azul-verdoso. Las torrecillas cuadradas
llegaban muy altas en el cielo.
—Es excepcional —Susurró Jasmine.
—Sí, estos bárbaros tienen algunos talentos, ¿verdad? —Sam sonrió
abiertamente. Le hizo señas a Jasmine para seguir—. Si crees que el palacio es
limpio, ven a echar un vistazo a la ciudad.

120
Jasmine la siguió hasta la barandilla de piedra. La gran ciudad de Var
rodeaba al palacio. Se bajaba hasta el campo por la puerta delantera. Las casas
estaban construidas de ladrillos grises, que contrastaba con la tierra roja. Eran
de construcción hermosa, aunque simple en su diseño rectangular. La gente
caminaba a lo largo de la parte superior de sus viviendas, así como por el
animado laberinto de calles en el suelo.
Había tres soles que miraban a escondidas desde un cielo nublado, dos
amarillos y uno azul. Al parecer, el planeta sólo tenía la oscuridad una noche al
año a causa de los soles. Por esta razón, muchos lugares dentro de las casa no
tenían luz más allá de las cúpulas del techo y de las chimeneas.
—Realmente tenéis un hogar hermoso —Dijo Jasmine silenciosamente.
Realmente le gustaron las dos princesas y la reina. Tomando una respiración
profunda, olió el aire fresco. ¿Qué estaba haciendo aquí? ¿Dónde iría después?
De repente, ella realmente no quiso irse. Qurilixen estaba metido en el
cuadrante Y. Los militares de la Federación no habían aparecido otra vez para
buscarla en la nave de Jarek. Esos pensamientos le dieron esperanzas. Era
posible que a Chad nunca se le ocurriera buscarla aquí. Si tenía suerte, pensaría
que estaba en el desierto de Nozando. Sería fácil concluir que habría muerto de
hambre o que hubiera sido atacada por animales salvajes.
—¿Qué estás pensando? —Preguntó Tori, mirando en su rostro.
Jasmine echó un vistazo a las mujeres con sus vientres embarazados.
Aquellos eran muchos sis. Incluso si la posibilidad de que Chad apareciera aquí
fuera remota, no podía arriesgarse. No podía arriesgar a que ninguna de esta
gente sufriera daños porque habían sido amables con ella. Además, con la
Mafia Médica interesada en contratar a Chad, podría tener incluso más
conexiones que las que había pensado en un primer lugar. Jasmine se dio
cuenta que ella realmente no conocía al hombre en absoluto.
—Estaba pensando en irme —Dijo Jasmine—. ¿Tenéis una estación de
transporte en algún lugar del planeta? Tengo algunas joyas que puedo
intercambiar.
—¿Irte? —Preguntó Tori, se inclinó y miró a Sam.
—Ah —Sam dijo, rápidamente. Vaciló—. Um, ¿no te gusta esto?
—Bueno, sí, es encantador, pero… —Dijo Jasmine.

121
—Pero, ¿qué? —Interrumpió Tori—. ¿No te gustan los sitios
encantadores?
—No, no, me gustan, es sólo… —Jasmine otra vez fue cortada de nuevo.
—¿tienes miedo de no pertenecer a aquí? —Interrumpió Sam.
Jasmine miró impotente a las dos mujeres.
—Bueno, no pertenezco…
—Un pequeño asunto —Dijo Tori, enganchando su brazo en el suyo.
—Sí, se puede arreglar fácilmente —Dijo Sam.
—¿Qué quieres decir? —Jasmine miró a las dos mujeres. Tal vez su
primera impresión había sido correcta. Tal vez estaban todas locas.
—Creo que Reid debería explicarte eso —Dijo Sam—. Sólo deja que acabe
esa cosa de los besos de la que hablamos.
—No, no entendéis —Jasmine trató de sacudir su cabeza mientras se
separaba de sus brazos. Ambas mujeres la vieron alejarse de ellas.
—¿Te importaría explicárnoslo entonces? —Le pidió Sam, poniendo sus
manos en sus caderas.
Tori se cruzó de brazos y echó la cabeza a un lado.
—¿Estás tratando de decir que no te gusta Reid?
—No, ha sido muy amable —Todo el cuerpo de Jasmine tembló. ¿Eran las
amigas usualmente así de entrometidas? Tal vez debería haber tenido más
cuidado con lo que les dijo. Su corazón se aceleró un poco—. Creo que necesito
mi medicina. Voy a entrar.
Sam se metió en su camino.
—¿Qué estás ocultando?
—N-nada —Tartamudeó. Otra vez trató de rodear por delante de ellas.
—Es Chad, ¿verdad? —Dijo Tori—. Crees que va a venir aquí por ti. Reid
no le dejará que te lleve.
—¿Lo hará? —Preguntó Jasmine sorprendida—. Quiero decir…
Ni siquiera podía pensar en una buena excusa. No había ninguna
necesidad. Tori y Sam asentían con la cabeza.
122
—No, te ha reclamado. Estás bajo su protección —Dijo Tori.
—Reid nunca reclama a mujeres. Se preocupa por ti —Añadió Sam.
—¿En serio? —Jasmine tragó, preguntándose por qué ella debería
preocuparse y sabiendo que realmente lo hacía—. Estoy segura que sólo es por
alguna cosa de honor.
—Creo que es por una cosa sexual —Sam se rió.
Tori la golpeó ligeramente en el brazo de la mujer y sacudió la cabeza.
—No le hagas caso. Sus hormonas del embarazo están actuando de nuevo.
Jasmine estaba a punto de protestar más cuando atrapó un movimiento
con el rabillo del ojo. Reid estaba apoyado en la entrada, con los brazos
cruzados. Ella cerró la boca e hizo un ruido débil. Las dos mujeres al instante se
dieron la vuelta hacia donde ella estaba mirando fijamente. Jasmine no les
prestó atención. Su ritmo cardíaco se aceleró otra vez y la sensación extraña en
su estómago estuvo de vuelta. De alguna manera, saber que no se moría la hizo
sentir menos nauseabunda, pero el miedo todavía estaba allí. Estando enferma,
podía enfrentarse a eso. Estando atraída por un hombre con experiencia como
Reid, no podía.
Jasmine tragó nerviosamente, fijándose en su forma esbelta. Él se movió
perezosamente hacia ellas, caminando como un hombre que sabía que atraía a
las mujeres. Era seguro, fuerte y por lo general tranquilo, aunque por su cara
estoica ahora uno no lo sabría. Este era un hombre que, naturalmente esperaría
que una amante funcionara, por lo menos a un nivel básico.
Jasmine empezó a preocuparse. Si le permitía que la besara, ¿dónde
pondría sus manos? ¿Debería dar el primer paso? ¿Lo dejaría? ¿Tenía que
decirle que quería que él hiciera algo más que un beso? Y si tenía que hablar
durante todo eso, ¿qué es exactamente lo que tenía que decir?
Las náuseas volvieron, pero por unos motivos completamente diferentes.
Los nervios retorcieron su estómago y de pronto sintió que no podía respirar.
Jadeó, tapándose la boca. Sabiendo que iba a marearse, corrió hacia el palacio.
Reid se paró mientras se apresuraba a través de él, con su mano cubriendo
su boca. Sus ojos se ensancharon por la sorpresa y su boca se abrió pero
ninguna palabra salió.

123
Jasmine no se detuvo. ¿Cómo podría? Aun si no se mareara, ella misma
acababa de avergonzarse. Y, lo peor de todo, si se ponía así de nerviosa sólo
mirando a Reid, ¿cómo seria y que pasaría después de la parte de los besos?
**********
Reid parpadeó con sorpresa cuando Jasmine se escapó de él. La miró, a
punto de ir tras ella para ver que le pasaba, cuando Tori le agarró del brazo.
—Déjala —Dijo Sam.
—Tenemos que hablar —Añadió Tori.
—¿Qué le dijisteis? —Exigió Reid. Tiró de su brazo, con cuidado para no
sacudir a su cuñada embarazada demasiado ásperamente.
—Sólo déjala ir por ahora —Insistió Tori—. Necesito hablar contigo.
—Pero…
—Acaba de tener un pequeño ataque de pánico —Dijo Tori—. Estará bien.
De hecho, creo que podrías querer oír lo que tengo que decirte.
Reid todavía estaba preocupado. Jasmine se veía muy pálida. Comenzó a
perseguirla, ya detectando qué camino había cogido detectando su olor.
—Tori, aprecio…
—¡Gatos sagrados! Se trata de Jasmine —Gritó Tori, sacudiendo su puño
contra él cuando trató de marcharse lejos. Reid levantó una ceja, dándole una
mirada de extrañeza cuando ella discutía como una verdadera Var. Tori le
arrugó la nariz hacia él.
—Vale —Dijo él bruscamente—. ¿Qué tenemos que hablar?
—Voy a ir a ver lo que están haciendo los chicos —Dijo Sam, Reid sabía
que se refería a su antigua tripulación. La última vez que los había visto,
estaban en la sala de banquetes bromeando acerca de visitar el harén. Reid
pensó en unirse a ellos. Las mujeres le darían la bienvenida de buena gana a
uno de sus príncipes favoritos de nuevo, y él ya había conseguido invitaciones
de ellas. Dios sabía que podría usar la liberación física, pero por alguna razón se
encontró dándo excusa tras excusa en cuanto a por qué no podía ir.
Mirando a la cara de Tori, frunció el ceño. Reid adoraba la proximidad a
su familia, pero a veces realmente quería retorcer todos sus cuellos
entrometidos. Gruñendo, él dijo:
124
—Simplemente adoras esto, ¿verdad?
Ella sonrió, pero dijo:
—No sé de qué estás hablando.
—Mentirosa —Se quejó, aunque sonriera ligeramente para aligerar sus
palabras—. Le hice pasar a Quinn un mal rato sobre vosotros dos cuando
estabais… fuera lo que fuera lo que estuvierais haciendo.
—¿En serio? —Preguntó Tori con sorpresa—. Quinn nunca me dijo esto.
—Oh, bueno, pues ahora estoy contento contigo —Dijo Reid, mostrando
su sonrisa irresistible.
—Vaya, gracias —Se rió Tori—. ¿Cómo es que eres tan suave con las
damas?
La cara de Reid se cayó. Echó un vistazo a por donde Jasmine había
desaparecido.
—Quería hablar contigo sobre las píldoras de Jasmine —Dijo Tori—. No
son lo que ella piensa que son.
Reid se tensó. Tori despacio caminó hacia la barandilla, impulsando a Reid
a seguirla a un lugar donde podrían ver la ciudad.
—¿Qué son?
—Es difícil de explicar. Conoces el nef, bien —Dijo Tori—, y cómo hace
que un hombre Var se sienta cuando lo toma.
—Nos tranquiliza, o más bien nuestras necesidades y agresividad sexual
—Contestó Reid, asintiendo con la cabeza—. ¿Estás diciendo que está tomando
nef?
—No exactamente —Tori respiró hondo—. Esa cosa es como quinientas
veces el nef. No sólo no ha sido capaz de sentir placer, no ha sentido alegría
pura o incluso felicidad. Es como si sus emociones hubieran sido eficazmente
mantenidas en un estado catatónico durante los últimos cuatro años.
—¿Por qué iba…? —Reid sacudió su cabeza. ¿Por qué iba alguien a darle
eso, y luego mentirle y decirle que ella era frígida?
—No lo sé. Pero ya que ella ha estado dormida durante tanto tiempo, no
las ha estado tomando. Mi suposición es que sus emociones han despertado y

125
va a estar demasiado rendida incluso para conseguir controlarlas. Piensa en ella
como un niño encarcelado que ve el mundo exterior por primera vez.
Independientemente de la enfermedad que tuvo cuando era pequeña, no la
tiene ahora. Se ha curado hace mucho. Ese bastardo la mantuvo drogada. Mi
teoría, es que simplemente está mal de la cabeza y que le gustaba tener a una
esposa a la que pudiera controlar y culpar.
—¿Estás segura?
—Leí el informe de la cabina médica de The Conqueror. Estoy segura. No
está enferma y no está muriéndose —Le aseguró Tori—. Sus reacciones ahora
mismo, sobre todo cada vez que estás cerca, van a ser difíciles para que ella las
procese. De hecho, podría creer que está enferma cuando en realidad está
solo…
Tori hizo una mueca, sonrojándose. Reid frunció el ceño.
—¿Qué?
—Ya sabes, despierta —Dijo Tori.
—¿Eh? —Dijo Reid, y luego entendió lo que Tori le decía. Jasmine estaba
excitada por él. Una amplia sonrisa se extendió sobre su cara mientras dijo, con
más seguridad—. Ohh.
Tori se rió.
—Me alegra ver que estás entendiendo.
—Gracias, Tori —Dijo Reid, besándola en la mejilla. Sonrió, sintiéndose
esperanzado por primera vez en mucho tiempo. ¡Jasmine le deseaba!--. Has sido
de gran ayuda.
—Espera, aún hay más —Dijo Tori. Reid se tensó. Ella estaba
mordisqueando su labio inferior. Ese nunca fue un buen signo—. Esas píldoras
son más fácilmente encontradas a través de una conexión con la Alianza Médica
para la Salud Planetaria.
—¿La mafia?
—Sí. Lo mismo.
—Como los givres del pantano, parece que esos bastardos sólo siguen
apareciendo—. Maldijo Reid, sacudiendo la cabeza con irritación.

126
—Jasmine parece nerviosa y casi lista para marcharse de este planeta a la
primera oportunidad que consiga. Pensábamos que no era lo mejor preocuparla
con nuestros temores, pero Ulyssa y yo creemos que el Dr. St. Claire podría
venir aquí por ella. Un hombre así no va a tomarse tranquilamente que ella
acabara con él.
Reid hizo una bola con sus manos en puños.
—No puede tenerla.
—Llévala a tu casa. No la encontrará allí. Deja que Ulyssa se ponga en
contacto con el director de sus antiguas misiones. Si la Mafia Médica viene a
cualquier lugar cercano de aquí, los verán. Además, creo que será bueno para
ella alejarse de toda la actividad del palacio. Si pudiera centrarse en ti, y cómo
se siente sin ojos curiosos, podría adaptarse más fácilmente a estar sin tomar la
medicina.
Reid asintió con la cabeza.
—Nos iremos esta noche.
—Pensamos que podríais —Sonrió Tori—. Ulyssa tiene ropa, jabones, todo
lo que una mujer necesita preparando para ella en estos momentos. Le mintió y
le dijo a Jasmine que iba a tomar una siesta, pero nos dimos cuenta de que
quizás no sabes que le proporcionaría algunas cosas de las necesidades
personales de una mujer. Todo se dejará en tu casa para ella.
—Gracias —Dijo Reid. Hizo ademán de entrar en el palacio—. Te debo
una, Tori.
—Cierto —Tori se rió—. Nuestros motivos son puramente egoístas.
Reid se puso tenso, sintiendo su llegada más cerca de él.
—Realmente queremos ver al fuerte Reid caer —Dijo Tori, ligeramente
tocando su brazo cuando caminó por delante de él. Reid no le contestó cuando
miró fijamente a la princesa. Su risa sonó cuando ella se alejó.

127
CAPÍTULO 09

Jasmine arqueó una ceja. ¿Por qué Reid la miraba así? ¿Con esa sonrisa
diabólica en el rostro y un brillo en sus ojos hermosos y oscuros? Si no lo
conociera, pensaría que la estaba llevando al bosque para acabar con ella.
Los senderos estrechos y desiguales cortaban a través de la tapa gruesa de
colosales árboles. Muchos de sus troncos eran más grandes que la mayor parte
de las casas de la Tierra. Jasmine se sintió realmente diminuta caminando bajo
sus amplias ramas. Extraños helechos amarillos crecían sobre el suelo rojo de
Quirilixen. La neblina azul-verdosa de la atmósfera del planeta brillaba a través
de las gigantescas hojas del bosque. El planeta siempre tenía una luz suave
gracias a sus tres soles.
Iban a la casa de Reid en el bosque. Tori le informó de que no tenía otra
opción. Sus pastillas se perdieron en algún lugar. Jasmine nunca consiguió una
respuesta directa sobre ello y la única raíz que podría imitar los efectos de la
medicina estaba en el bosque cerca de la casa de Reid. Por suerte, habían dejado
el palacio tan rápido que sólo había tenido una breve presentación a los
miembros masculinos de la familia real de Var. Los hermanos eran tan guapos
como Reid, y sus rostros tan estoicos. Eran definitivamente criaturas que no
quería que se enojaran con ella.
—¿Así que los Draig están aquí? —Preguntó Jasmine, mirando alrededor.
Había oído que los Draig eran cambiaformas dragón, aunque nunca había visto
el cambio de Lochlann. Pensando en ello, inconscientemente se acercó a Reid. Él
bajó la mirada hacia ella. Su brazo rozó sus hombros. Jasmine se tensó y se
apartó. No estaba segura de que era más aterrador en este momento: pensar en
los dragonees cambiaformas, o que Reid la tocara.
—¿Qué harías si estuvieran? —Le preguntó, parándose a mirarla. No
había nada alrededor de ellos excepto árboles. Jasmine tembló. ¿Por qué la
miraba así?

128
—Necesito mi medicina —Dijo.
Reid hizo girar sus ojos.
—Te lo dije. No más medicinas. Han desaparecido todas.
—No te creo…
—¿Estás tratando de comenzar una pelea conmigo? —Le dirigió otra
mirada maliciosa.
—Sí —Admitió, antes de morderse la lengua. ¿Por qué había dicho eso?
¿Qué le estaba pasando a su cerebro? Él sonrió con una pequeña sonrisa sexy y
siguió caminando.
La casa de Reid estaba profundamente dentro del bosque, al norte del
palacio. No había ningún guardia real con ellos cuando fueron caminando.
Cuando preguntó sobre eso, Reid realmente se había reído de ella. ¡Y maldita
sea! Era una gran carcajada que hizo que temblara de la cabeza a los dedos de
los pies.
—Estamos cerca —Dijo, rompiendo el silencio. Hablaba en voz baja y un
poco ronca. Cuando ella volvió a mirarlo, él sonrió otra vez. Era una mirada
pícara, una que la dejó aún más inestable que el sonido de su risa—. Sólo unos
árboles más adelante.
—¿Árboles? —Jasmine preguntó con sorpresa—. ¿Dices que vives encima
de un árbol?
Su sonrisa se ensanchó.
—Realmente, dentro de un árbol.
Jasmine se rió, segura de que estaba bromeando. Sin embargo, cuando se
detuvo ante un tronco especialmente grande, su risa murió.
La casa de Reid estaba construida debajo de la tierra, dentro de uno de los
colosales árboles del bosque. Apartando unas ramas espesas que colgaban cerca
de una gran piedra, reveló una estrecha escalera tallada de piedra en la ladera
de la roca. Esta roca estaba presionada al tronco del árbol.
Reid abrió la marcha por las escaleras y alrededor de la base del grueso
árbol, haciendo la mitad del camino alrededor de él hasta que vieron una
puerta tallada en el tronco. Una pequeña ventana estaba encajada en la madera.
Una cortina oscura colgaba sobre ella en el interior. Sacando una llave de su
129
bolsillo, Reid abrió la puerta y le dio un leve empujón. Silenciosamente se abrió
de golpe.
La mandíbula de Jasmine cayó asombrada. Había oído historias acerca la
edad de las Secoyas de la Tierra que podrían haber tenido edificios tallados en
ellas, pero nunca había imaginado que las historias fueran hechos. Si no lo
atestiguara por sí misma, nunca lo habría creído.
En el interior, el árbol había sido ahuecado, formando suelos de madera
pulida, con hermosos diseños naturales de remolinos, y las paredes talladas
para parecer tablones rústicos. El techo, también tallado de madera, se movía en
espiral muy alto, revelando que la casa tenía al menos dos niveles. Sin esperar
una invitación, entró dentro y giró alrededor en un círculo lento antes de
moverse para explorar.
Dos escalones conducían de la pequeña apertura de un vestíbulo delantero
al área principal. La luz se filtraba desde fuera a través de pequeños agujeros en
el techo, que se reflejaban en pequeños cristales y la cúpula de espejos. En el
centro de la primera planta había una cómoda sala de estar decorada con un
sofá rojo grueso y sillas a juego, alfombras tejidas en los mismos diseños
decorativos populares del palacio.
El nivel principal era circular, excepto a lo largo de dos lados planos
donde las paredes se dejaron y los cuartos se abrían detrás de ellas. Una
intrincada puerta estaba esculpida en una de las paredes lisas, llevando a un
cuarto de baño en un lado. La otra pared tenía una abertura mostraba una barra
y taburetes, revelando una gran cocina detrás de ello.
—¿Impresionada? —Le preguntó.
Jasmine se giró hacia él, asintiendo.
—Es… guau. Quiero decir, es mucho más acogedor que el palacio. Sólo
supuse que tu casa sería todo…
—¿Todo, qué? —Preguntó Reid. El agarro una bolsa de fuera de la puerta
y la metió dentro.
—Bueno, ya sabes… menos cómoda, más decadente —Jasmine se encogió
de hombros. ¿Hacía calor de repente en la habitación? Se sentía un poco
acalorada. ¿Y Reid se acercaba? Sentía como si se estuviera acercando. Jasmine
agarró el frente de su camisa y comenzó a abanicarse.

130
—El dormitorio está arriba —Ofreció Reid, caminando con la bolsa a la
escalera escondida en un rincón de la habitación.
Jasmine se tensó. ¿El? ¿Cómo en un solo dormitorio?
—¿Vienes? —Le preguntó, guiñándole un ojo antes de subir.
Deja que te bese. Jasmine dijo al instante a su cerebro que se callase. No le
hizo caso. Déjale seguirte besando. Síguele arriba.
Jasmine lo siguió hacia la escalera cerrada. Se curvaba ligeramente antes
de una apertura en el suelo de un amplio dormitorio. Ella jadeó, tratando de
ocultar instantáneamente la reacción tras una tos débil, y agitó su mano a través
del aire como si la habitación estuviera polvorienta.
A un lado del dormitorio había un largo balcón tallado en el segundo
nivel de la casa. Podía verlo más allá de una larga y estrecha ventana tallada a
un lado. Estaban en lo alto, junto a las ramas de los árboles. La suave luz brilló
sobre el dormitorio a partir de la ventana. Una estufa de leña estaba a lo largo
de la otra pared, en una plataforma. Había una enorme cama, lo
suficientemente grande como para que entraran cinco Reids. Se preguntó que
hacía un hombre con una cama tan grande, y con quién lo hacía. Jasmine estuvo
celosa al instante.
La cama estaba cubierta por una colcha roja. El tema de la madera de la
habitación estaba decorado con rojos y marrones, de diseño muy natural y
terrestre. Una bañera de hidromasaje enorme estaba en una de las paredes. Vio
una puerta abierta que conducía a otro baño y a una ducha. Alfombras de piel
forraban el suelo cerca de la estufa de madera. Reid tiró la bolsa en el suelo
junto a la cama. Lo único que no encajaba en esto era la gigante pantalla de
visualización.
—¿Te gusta? —Le preguntó Reid cuando la vio mirarla—. Acabo de
instalarla.
—¿Por qué? —Preguntó Jasmine, observándola—. ¿Para comunicarte con
el palacio?
—No —Dijo Reid—. Por la acción.
Jasmine le miró confundida.
—¿Acción?

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—Sí. Películas de la Tierra —Dijo Reid. Y luego sonriendo maliciosamente,
añadió—, y los documentales de aprendizaje.
—¿Documentales? —Repitió Jasmine—. ¿Quieres decir que se supone que
miras películas de la Tierra en esta cosa?
El asintió con la cabeza. Ella miró su cara cuando le señaló los altavoces. El
hombre estaba positivamente excitado con ello.
—Sam nos los enseñó. Hasta hizo programar las películas para nosotros.
Aunque, Viktor tuvo que hacerlo con los documentales. No tuve oportunidad
de jugar mucho con ello antes de tener que irnos a Nozando.
—¿Te refieres a la mansión Galaxy Playmate? —Dijo Jasmine, apretando
los labios con fuerza. ¿Por qué había dicho eso en voz alta? ¿Qué estaba mal en
su boca? No podía conseguir mantenerla callada.
—¿Celosa? —Le preguntó, dando un paso más cerca.
Jasmine realmente deseaba que él no la mirara así, con los ojos todos
soñadores y calientes. Temblando, ella dio un paso atrás involuntario. Parecía
primitivo en ese momento, al acecho, salvaje. Sus latidos aumentaron pero por
primera vez demasiado perdida en su mirada fija para notarlo o preocuparse.
Así pues, ¿y si muriera en este momento? ¿Qué mejor manera de irse?
Di algo inteligente, Jasmine.
—No, ¿por qué iba a estar celosa?
No tan inteligente, Jasmine. Tenía ganas realmente de golpearse a sí misma
la cabeza.
—Entonces, ¿no estás celosa? —Preguntó. ¿Por qué estaba viniendo cada
vez más cerca? Jasmine miró su boca, demasiado consciente de que estaban
solos en la habitación. Se estremeció. ¿La besaría ahora?
—Sí. No. Creo que necesito un poco de esa cosa de hierbas. Me siento un
poco mareada.
Reid se rió.
—Tengo que hacerte una confesión.
Jasmine no se movió. ¿Cómo podría? Reid se acercó más, alcanzando para
acariciar su cara entre sus manos. Su tacto era cálido, suave, acariciador. Ella se

132
inclinó hacia adelante automáticamente para su beso, frunciendo sus labios
para él.
—¿Sí?
—No voy a darte cualquier cosa a base de hierbas —Le susurró. Ella
parpadeó, apenas procesando las palabras. Él olía bien, de la forma que un
hombre debe oler. Parecía demasiado bueno, muy sexy. Sus labios se rizaron en
la sonrisa más provocativa que había visto nunca—. De hecho, no hay nada
malo en tu corazón. No estás enferma. Esas píldoras sólo embotaban tus
reacciones, tus emociones. No hacían nada para el corazón. Todo lo que sientes
es normal y correcto.
Jasmine no podía respirar. Mirándolo a los ojos, ya que constantemente le
sostuvo la mirada, supo que él le estaba diciendo la verdad. Tal vez, ella
siempre lo había sabido. Era fácil creer que estaba enferma, más fácil de tomar
el entumecimiento que venía con su medicina. Había sido más fácil que sentir,
más fácil que saber que su marido no la había querido, no de verdad.
—Ahora que ya lo sabes, pídeme que te bese —Insistió Reid. Sus labios
estaban cerca. No necesitaría nada para cerrar la distancia—. Dime que me
deseas.
Jasmine asintió débilmente. Su voz estaba atrapada en su garganta.
Realmente le deseaba, le deseaba tanto que se había mentido sobre eso. Aún así,
estaba asustada de lo que sintió, de cómo sería, asustada de que perdería el
control o haría una estúpida de ella.
No pudo evitar levantarse. Sus ojos en los suyos, besándolo
tentativamente. Él jadeó, quedándose completamente quieto cuando ella frotó
su boca a lo largo de la suya. Trazando para probarlo, metió la lengua por la
comisura de sus labios. Sabía bien. Realmente bien.
Gimiendo, ella se aferró a los lados de su cara y tiró de él más cerca. Por
fin se movió, trabajando su boca contra la de ella apasionadamente. Un sonido
bajo contestó a su llamada necesitada. Pasó las manos abajo por los lados de su
cuerpo, rozando sus pechos cuando la levantó del suelo. Su cuerpo apretándose
con fuerza al suyo duro, ahuecó su culo, sosteniéndola firmemente contra su
erección
Una descarga eléctrica pasó por su sistema. Su cuerpo estaba en llamas.
Jasmine comenzó a arrancarse la ropa, tratando de separar la de Reid a la vez.
133
Él jadeó ante su agresividad y la dejó caer de nuevo al suelo. De repente, sus
manos estaban ayudándola, casi rompiendo su camisa cuando la sacó sobre su
cabeza cuando rompió el beso lo suficiente para desnudarse. Jasmine se quitó
su vestido holgado, apartándolo a un lado. Estaba ante él en sujetador y bragas.
¿Se suponía que debía sentirse de esta manera? ¿Estar así? ¿Toda caliente
y con urgencia? Tan frenética que no podía pensar, sólo reaccionar.
Reid vio sus pechos y gimió. Una ola de emoción se estrelló sobre ella ante
el sonido primitivo. Sus pantalones se deslizaron de sus caderas, dejándolo
desnudo. Los ojos de ella al instante descendieron hacia la parte inferior de su
estómago. Allí, en una cama de pelo oscuro, se levantaba su deseo por ella.
Tensándose, como si tuviera vida propia.
—¡Gatos sagrados! —Juró en voz baja—. No me mires así, mujer. Mi
control es difícil de sostener si lo haces así.
Jasmine hizo un ruido débil a modo de respuesta, a punto de cubrirse
cuando él la cogió en brazos. En varios largos pasos estaban en la cama. Reid la
colocó sobre su espalda. Sus ojos se desplazaron, sus pupilas se alargaron,
recordándole lo salvaje que podía llegar a ser.
—¡Fuego! —Gritó. La estufa se encendió, proyectando una suave luz
naranja sobre la cama.
Ruidos duros, primitivos vinieron de su garganta cuando besó su cuello,
rozando la delicada piel con los dientes. Sus manos masajeaban sus pechos,
frotándolos a través del sujetador de encaje, empujando hacia arriba mientras
su boca se movía más abajo para devorar los endurecidos pezones. Chupó un
pecho profundamente en su boca caliente, besándolo apasionadamente. Jasmine
se movió debajo de él, sus piernas trabajando entre sus muslos desnudos. Su
excitación presionando en sus bragas de encaje. Estaba mojada para él. Todo su
ser concentrado en los sonidos que hacía, en su olor, en su calor.
La urgencia era demasiado. Jasmine empujó su hombro, queriendo
tocarle, necesitando sentirle dentro. Su cuerpo la tenía fijada y no se podía
mover libremente contra él. Al empujarlo, él hizo un sonido de frustración y se
apartó.
—No, por favor, Jasmine. No me hagas parar. No otra vez —Dijo mientras
detenía sus besos duros a su pecho. Tomó varias inhalaciones profundas y

134
podía sentirlo tratando de alejarse de ella. Su cuerpo estaba rígido y dejó de
moverse—. Está bien, sólo dame… un… un minuto.
—Tómate un minuto —Jasmine no estaba segura de lo que se había
metido en ella, pero se movía por puro instinto. Empujó a Reid sobre su
espalda, tomándole por sorpresa—. Avísame cuando puedas ponerte al día.
Sentándose a horcajadas sobre su cintura, pasó sus manos por su cuello y
pecho, jugando con sus pezones más pequeños. Sus ojos se redondearon en
estado de shock ante sus palabras. Sus profundidades oscuras estaban teñidas
densamente de verde. Le gustó el cambio de sus ojos. La excitaba. Le gustaba la
forma primitiva, aerodinámica en la que su cuerpo se movía. Andaba con un
paso acechante, elegante y terriblemente sexy.
Cuando ella lo tocaba, parecía como si nunca hubiera tocado antes piel.
Era duro, musculoso, maravilloso. La textura de él se gravó en sus manos. No
podía sentir lo suficientemente rápido. En su urgencia, sus uñas lo arañaron. Él
se arqueó, gimiendo en voz alta de placer. Una garra creció en la yema de su
dedo y la deslizó por la parte frontal de su sujetado.
Jasmine se quedó sin aliento ante el movimiento, pero era algo más allá de
lo que había pensado. El peligro la excitaba. A ella le gustaba saber que la bestia
corría bajo su superficie, salvaje, Apenas controlada por el hombre que estaba
debajo de ella. Reid la impulsó hacia abajo, sobre él, llevando un pecho maduro
a su boca. Otra vez la succionó profundamente, pasándole la lengua en círculos
tortuosos sobre la punta. El pezón dolía y con cada pase de ella se sacudía
violentamente, sintiéndolo por todo el cuerpo hasta los dedos de sus pies. La
humedad mojó sus bragas, cuando con naturalidad se frotó a lo largo de su
estómago tonificado.
—Reid —Jadeó. Sus manos se apoyaron en la cama mientras se frotaba
más fuerte, sintiendo el aguijón del deseo construyéndose dentro de sus
pliegues resbaladizos. Trabajó más rápido. Su clítoris se frotaba a través del
encaje, una agradable combinación de calor y aspereza. Se sentía tan bien, ella
no podía detenerse.
Entre esto y su boca, sintió que la primera ola la golpeaba. Sus miembros
se tensaron y tembló violentamente. Jasmine estaba tan sobresaltada que sólo
podría buscar apoyo y dejar que el placer la alcanzara, sacudiendo su cuerpo de

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la cabeza a los dedos de los pies. Incluso pareció que su pelo cobró vida.
Respirando con fuerza, se retiró, sus ojos muy abiertos.
—¿Qué… fue eso? —Preguntó sin aliento.
Reid se rió, pero cuando su cara permaneció seria, su sonrisa se
desvaneció cuando le preguntó:
—Bromeas, ¿verdad?
Jasmine sacudió la cabeza en negación.
—¿Puedes hacerme esto a mí otra vez?
Reid gimió cuando se inclinó de nuevo sobre él para ofrecerle su pecho a
su boca. Se meneó a lo largo de su estómago, sintiendo que el calor se rizaba
dentro de ella una vez más. La mano de él se deslizó sobre sus caderas,
cortando a través de sus bragas. Tirando de ellas por detrás. Jasmine gimió. La
sensación de su carne sobre la suya era aún mejor que con el encaje. Se empujó
hacia arriba, gustándole como se veía su cuerpo oscuro contrastando con el
naranja del fuego. La luz entraba por el balcón a raudales, pero se hacía cada
vez más oscura en el bosque. Sus ojos oscuros se clavaron en ella, todavía
peligrosamente virados en verde en su forma de gato.
—Me gusta tu estómago —Dijo, sentándose sobre él y moviéndose hacia
atrás y hacia adelante con la esperanza de sentir el intenso placer de nuevo. La
textura lisa de él hizo que su deslizamiento fuer más fácil que antes.
—Puedo decir eso —Contestó, con voz ronca. Entonces, tomando sus
caderas, la empujó hacia abajo. Su erección la presionó en la espalda, abrasando
su hendidura, separándola íntimamente por detrás—. Pero, ¿por qué no
intentar esto a cambio?
Jasmine dio un pequeño gruñido de sorpresa cuando Reid la echó sobre su
espalda. Devoró su cuerpo con sus manos y boca. Sus palmas ahuecaron su
pecho, levantándolo para encontrar sus labios y que por tanto pudiera sorber su
pezón. Los sonidos animales de posesión venían de él, vibrando contra ella. Le
mordisqueó su piel sólo lo suficiente para calmar la irritación con su larga
lengua. Jasmine sólo podía agarrarse a la cama cuando él hizo lo que quiso con
ella, dándole placer. Luego, cuando su boca trabajó más abajo para hacer su
camino entre sus muslos, ella se tensó. Reid refunfuñó, empujando sus piernas
apartándolas.

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—Mío —Dijo, posesivamente. Su bestia estaba en esa voz y así
demandante, a ella le gustaba.
El placer rodó sobre ella ante sus palabras y en ese momento ella hubiera
consentido cualquier cosa. Su lengua separó sus pliegues húmedos mientras
lamía su crema. Los dedos se clavaron en sus caderas, sosteniéndola rápido en
su boca. Entonces, mientras chupaba su clítoris, ella sintió los temblores que
empezaron de nuevo. Jasmine sacudió sus piernas sobre sus hombros,
arqueándose más sobre él. Él la obligó, pasando un dedo dentro de ella sólo
para moverlo adelante y atrás. La presión provocó que un torrente de crema le
inundara la mano. Jasmine se corrió, gritando su nombre cuando la fuerza de lo
que hizo se apoderó de ella. Entonces, cuando su cuerpo no podía temblar más,
él se puso encima de ella.
Jasmine alcanzó débilmente su cara. Reid no la besó. En cambio, la miró
fijamente a los ojos, como si ella fuera la única persona de todo el universo. El
pelo le caía sobre sus hombros como una cortina oscura, lo que era aún más
íntimo cuando sus alientos ásperos se mezclaban en el pequeño nicho. Miró su
cara, tomando cada una de sus reacciones. Ella sintió que su eje la sondeaba,
estirando sus músculos para adaptarse a él. Con tanto control la volvía loca,
empujó en su pasadizo resbaladizo, llenando su cuerpo poco a poco con
movimientos pequeños, atormentadores. Sus ojos rodaron hacia atrás mientras
esperaba el momento en que él estaría completamente dentro de ella.
Agitando y frotando a lo largo de todo su cuerpo mientras la mantenía
atrapada, Jasmine podía sentir la necesidad en él subir rápido y con fuerza. Pero
Reid retuvo a la bestia dentro de él y la tomó suavemente. A pesar de sus
bromas y miradas malvadas, él era realmente un amante tierno. Agarrando sus
manos sobre sus brazos, ella aprendió el ritmo lento que estableció y sintió que
la tensión dentro de ella de nuevo se elevaba.
Reid no podía apartar los ojos de Jasmine. Era tan hermosa, su esbelto
cuerpo, sus pechos redondeados, sus oscuros pezones brotando por sus
atenciones. Era dulce el modo que ella siguió mirándolo, como si la idea de
esconderse a sí misma nunca se le ocurriera a ella.
Al principio, su agresividad le sorprendió, pero a medida que avanzaban,
vio la actitud casi inocente de ella, como cuando ella llegó al orgasmo. Había
estado tan conmocionada por ella que no supo si reír o llorar por ella. Lo triste
era que su clímax sólo había sido uno diminuto comparado con lo que podría
137
darle, que le daría. Por lo tanto, había bajado sobre ella, lamiendo su adictiva
crema y haciéndola venir contra su cara.
¡Gatos sagrados! Había sido agradable mirarla, saborearla.
Ahora, a medida que despacio metió su cuerpo en el de ella, estirándola
más amplia, él gimió. Mantuvo su peso sobre ella, apoyando las manos a ambos
lados de su pequeña figura. Su canal era apretado, casi virginal. Se sentía
malditamente demasiado bueno, pero independientemente de lo que quería,
encontró que por una vez, se centró en las necesidades de una mujer antes de
las suyas. En el pasado, sus compañeras habían sabido lo que querían y lo
tomaron con avidez. Con Jasmine, era diferente. Ella no sabía lo que quería y
ella daba tanto como él le daba, tal vez más.
Sus grandes ojos lo miraban, mirándolo con una expresión abierta de
timidez y temor, que se olvidó de él mismo completamente. Le gustaba la forma
en que sus ojos vagaban por su cuerpo, encendiéndose al apreciar su cuerpo.
Reid nunca se había sentido tan condenadamente sexy en su vida. Una ardiente
necesidad de complacerla rugía en su interior. Quería enseñarla a disfrutar de
su cuerpo y del suyo. En ese momento, quiso darle todo.
La profundidad de sus emociones lo tomaron por sorpresa. Justo cuando
él se tensó en su interior, no podía hacer que su cuerpo dejara de moverse.
Habían llegado demasiado lejos y él la ayudaría a encontrar su liberación una
vez más antes de encontrar la suya. Sus piernas se extendieron para él, y trabajó
sus caderas contra ella en pequeños círculos, empujando hasta que estuvo
enterrado hasta la empuñadura. Incluso entonces no se detuvo mientras seguía
el atormentador ritmo.
¡Gatos sagrados! Estaba cerca de llegar. Reid se tensó, forzando su propio
orgasmo a un lado, tirando de las riendas dentro de sí. Tenía experiencia en los
caminos del sexo y utilizaría hasta la última gota de sus conocimientos para
empujar y empujar el punto dulce que había descubierto dentro de su cuerpo.
Levantándole la pierna, la colocó sobre su hombro.
—Ah, eso es todo, mmm —Gimió él, aumentando la velocidad de sus
embestidas. Cada impulso dentro de él quería eyacular dentro de ella—. Ah, fea,
córrete otra vez para mí.
—Oh, ¿está bien hablar? —Preguntó Jasmine, sonrió ligeramente sobre su
abierta boca jadeante.

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Si no hubiera estado totalmente concentrado en mantenerse controlado, se
habría reído. En cambio, soltó:
—Por supuesto. No hay ninguna regla.
—Ah, porque he estado mordiéndome la lengua —Confesó Jasmine.
Reid asintió con la cabeza, mordiendo la suya. El sonido de su voz era
demasiado, todo bajo y entrecortado, tan seductor que pasó sobre él. Casi se
sintió aliviado que no comenzara a hablar sucio con él. No habría sido capaz de
manejarse, no en este punto.
El sudor perlaba su piel. Jasmine comenzó a gemir, haciendo suaves
ruidos ronroneando que sólo se hicieron más fuertes con cada embestida.
Empujó más rápido, más duro, más profundo. Su cuerpo parecía seda
alrededor de su excitación, tan suave y mojada.
—Ah, ah —Gritó, agitándose y retorciéndose—. Eso es. ¡Pase lo que pase
no te pares!
Reid empujó atrás, arqueándose mientras trabajaba en ella, manteniendo
su eje profundamente. Sus uñas arañaron sus hombros, y, finalmente, sucedió.
Ella se tensó, sus músculos sujetándose como abrazaderas tan fuerte a él que no
pudo evitar su propia culminación. Su semilla salió de su cuerpo,
derramándose con fuerza dentro de ella. Por la forma en que estaba apretada
fue casi doloroso, pero era un dolor glorioso. Reid bombeó un par de veces más,
peor eran movimientos bruscos mientras ella le ordeñaba todo lo que tenía en
su cuerpo.
Cuando dejó de temblar, Reid se retiró, deslizándose astutamente de sus
clímax juntos. Débilmente cayó a su lado, respirando con fuerza. Nunca se
había contenido durante tanto tiempo, pero al final había valido la pena.
—No puedo sentir mis huesos —Se rió Jasmine—. Mi cuerpo entero está
entumecido.
Reid sonrió. ¿Cómo no iba hacerlo?
—¿Tú…? —Preguntó, echando una ojeada a él a través de sus pestañas—.
¿Fue…?
¿Cómo podía siquiera preguntar eso? Reid se giró, incapaz de soportar la
mirada de inseguridad de su rostro, pero contento de que no escondiera su

139
cuerpo de él. Consiguió mucho placer al mirarla. Antes de que pudiera detener
las palabras, se encontró contestando honestamente.
—Fue el mejor sexo que he tenido.
Jasmine se sonrojó, incluso cuando trataba de protestar.
—No tienes porque decir eso.
—Pero realmente lo quiero decir —Contestó Reid. Le acarició su rostro.
Jasmine sonrió, colocando un suave beso en su palma—. Jasmine —Susurró,
abrumado—. Yo amo… tener sexo contigo.
Ella se echó a reír, un sonido claro, sin aliento.
—¿Significa eso que podemos hacerlo otra vez?
Reid sonrió y asintió con la cabeza. Inclinándose, le mordisqueó la boca.
—En cualquier momento que quieras.
—¿Cómo te suena ahora? —Le preguntó.
A pesar de su clímax reciente, Reid sintió que su cuerpo se agitaba
fácilmente a por más. Siendo Var, naturalmente podía llegar varias veces en una
noche. Él permitió que ella lo empujara sobre su espalda y le comenzara a
explorar. Él acarició sus pechos, fascinado por lo sensibles que parecían ser. Con
solo rozar su pezón, sintió su crema mojando su estómago donde se frotaba
contra él.
—¿Puedes…? —Vaciló.
—¿Qué?
—¿Hacer esa cosa de cambiar tus ojos otra vez? —Jasmine se sonrojó. Reid
sonrió. De todas las cosas que le podría haber pedido, esa no la esperaba. Dejó
que sus ojos brillaran de color verde. Al instante ella tembló y dio un pequeño
gemido. Asintiendo con su cabeza mientras se inclinaba para darle un beso, le
susurró—. Eso es muy sexy.
Reid gruñó cuando sus labios se encontraron. Su cuerpo había sido
insaciable antes, pero estaba seguro de que nunca tendría suficiente de esta
mujer.

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CAPÍTULO 10

—¿Cuál es la función posible de ese traje? —Preguntó Jasmine, mirando el


vestido que Reid le enseñaba para ella. Tenía una falda muy corta, estrecha con
cordones transversales en los lados, y una blusa con un escote profundo que
exponía su hendidura. Ella se estremeció, sabiendo que tal vez sería mejor si
simplemente usara la manta que había envuelto alrededor de su cuerpo
desnudo. Casi tristemente, pensó en el sujetador rasgado y las bragas que ahora
estaban en la estufa, junto al vestido holgado que había llevado el día anterior.
Sacudiendo la cabeza, se negó a recoger este nuevo traje.
—Te vas a ver condenadamente sexy con él, esa es su función —Dijo Reid,
su voz ronca. La luz del sol de la mañana entraba a raudales por detrás de él,
iluminando la habitación. Estaba generosamente despeinado por su noche de
juegos.
—Es la cosa menos práctica que he visto nunca —Dijo Jasmine, imitando
su tono arrogante.
Los ojos de Reid brillaron cuando ella lo miró. Sintió que su cuerpo se
derretía a él. ¡Maldita sea! Nunca debería haber admitido que pensaba que sus
cambios de ojos eran atractivos. Había algo peligroso y poderoso sobre la forma
en que su cuerpo podía transformarse. Ahora, cada vez que lo miraba, él lo
hacía.
Y cada vez se sentía humedecer entre los muslos. Por la mirada de
satisfacción en su cara, él lo sabía también.
—O —La sonrisa de Reid se ensanchó—, no podrías llevar nada en
absoluto.
Jasmine agarró la manta apretada contra su pecho. La había complacido a
fondo la noche anterior y tenía que admitir que estaba un poco dolorida, a pesar
de que había disfrutado de sus atenciones. Después de dejar a su merced su
cuerpo duro, él le había mostrado cosas que ella ni siquiera había pensado. La
puso sobre sus manos y rodillas ante él, tomándola por detrás como un animal.

141
Jasmine no estaba segura de si los hombres tomaban a las mujeres normalmente
así, pero definitivamente había sido algo muy primitiva y satisfactoria esa
posición.
Jasmine sabía que era un poco ingenua, pero con cada orgasmo, crecía su
confianza. Reid no parecía importarle su ignorancia y hasta parecía disfrutar
dándole instrucciones. Después, se sentó en su regazo en la bañera. El agua
caliente los acariciaba cuando despacio la levantó arriba y abajo sobre él.
No como el método de Chad de “sólo ponerse allí”, pensó Jasmine
amargamente. Tuvo que mirar a otro lado, no queriendo pensar en él cuando
estaba con Reid. Cuando estuviera sola, tendría el tiempo para pensar en todo
esto. No parecía realmente estar traicionando a Chad. Todo lo que había entre
ellos, era una ceremonia sin valor. El suyo había dejado de ser un matrimonio
segundos después de que se hubieran ido de luna de miel. Sólo que no se dio
cuenta. Ahora que podía sentir, nunca quería estar de nuevo bajo control de
alguien así nunca más.
—¿Jasmine? —Preguntó Reid, su voz ansiosa.
Jasmine se volvió hacia él, saliendo de su trance. Al ver la expresión de sus
ojos, se apresuró a decir:
—Comida. Necesitamos comida —Como para acentuar sus palabras, su
estómago gruñó en voz alta.
Reid suspiró, pero asintió con la cabeza.
—He estado fuera, y no hay mucho en la cocina, así que tendrás que
arreglarte con lo que encuentres allí. Cazaré un poco más tarde.
—¿Me tendré que arreglar? —Preguntó Jasmine, levantando una ceja. No
le importaba cocinar, pero había algo en la forma en que lo dijo en que hizo que
su piel se erizara.
—Sí, tú eres la mujer —Respondió.
—¿Supongo que te gustaría que yo limpiara también? —Preguntó irritada.
Había sido la esclava de Chad durante cuatro años. Estaría condenada si fura a
ser la de Reid ahora, estaba cansada de cocinar y limpiar, y esperar que ella lo
hiciera todo para él. ¿Cuándo era su turno para ser atendida? Jasmine levantó
su barbilla, pero no dijo nada. Era lo suficientemente racional como para saber

142
que tenía que pensar las cosas antes de empezar a acusar como una loca a Reid
de “crímenes” que no había cometido.
—Tengo a unas cuantas mujeres que vienen desde la ciudad para limpiar,
pero si lo deseas, puedes hacerlo también, sí —Reid sonrió abiertamente,
asintiendo con la cabeza como si le estuviera concediendo un gran regalo para
ella.
—Está bien —Jasmine no dijo otra palabra sobre el asunto. Se volvió hacia
la cama, otra vez mirando la ropa. La había sacado del bolso que había cogido
de la entrada la tarde anterior. Inclinándose, revolvió a través de su contenido,
encontrando un par de pantalones y una camiseta de tirantes con cordones
cruzados.
—Pero —Protestó Reid, mirando cómo se metía dentro de los pantalones
mientras permanecía escondida detrás de la manta—. Ya te encontré un vestido.
—Ese es demasiado revelador —Dijo Jasmine, con naturalidad.
—Oh, sí, ese es el punto —Suspiró Reid. Echó un vistazo al vestido y luego
de nuevo a donde estaba ella, esforzándose en ponerse la camiseta sin dejar caer
la manta. Reid la alcanzó y se la arrebató, cuando su pecho se atascó en los
cordones cruzados y apretados. Sus brazos estaban atrapados a los lados de su
cabeza cuando jadeó y trató de mover la camisa hacia abajo. Logró echar una
ojeada a él sólo desde el borde del material oscuro.
—Reid —Protestó cuando él tiró de sus caderas más cerca de su cuerpo.
Inclinándose ligeramente lamió su pezón por donde empujaba a través de sus
cordones. Al instante, olvido su enfado con él—. ¡Ah, ah, basta ya!
—¿Basta, el qué? —Preguntó, tirando de sus pezones con más fuerza entre
sus dientes—. ¿Basta de esto? —Él le rozó su boca ligeramente por encima del
brote hinchado—. ¿O esto? —Mordisqueó su carne sensible sólo alrededor de
ello.
El gruñido de Jasmine de protesta se convirtió en un gemido inmediato de
excitación y no pudo dejar de pensar que tal vez podría hacerlo sólo una vez
más.
—Mm, o tal vez quieres que deje de hacer esto —La succionó con fuerza,
dejando que su boca le diera placer con su intenso calor. Ella jadeó y se apartó.
Cuando lo miró, sorprendida de que él no hubiera terminado lo que empezó,

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Reid tiró de su camisa hacia abajo sobre su cabeza y la enderezó para cubrirla—
. Tengo hambre —Dijo, dándose la vuelta para caminar hacia la escalera.
El cuerpo de Jasmine zumbaba de excitación cuando miró su espalda.
Entonces, apretando sus dientes, hizo un movimiento para seguirle. Ah, por
tonta quería jugar a esto, ¿verdad? Bien, entonces jugarían.
***********
Había algo liberador en tener todas sus emociones de vuelta, y también
daba algo de miedo. Cuando Jasmine sintió, parecía que sentía al grado más
alto de la emoción. Había estado muerta por dentro durante tanto tiempo que
ahora sus sentimientos se apresuraron a ponerse al día. La única vez que se
sintió completamente centrada fue cuando estaba teniendo relaciones sexuales
con Reid. Y aún así estaba impulsada tanto por la pasión y tan controlada por
su necesidad de él que nada más importaba.
Reid no comió antes de salir de caza. Dijo que el hambre le obligaría a
trabajar más fuerte y más rápido. Jasmine no entendió la lógica, pero, cuando
vio cambiar el cuerpo de su bello amante por un tigre, no pensó en ponerlo en
duda. Había algo un poco demasiado excitante sobre todo su cambio. Lo vio
salir corriendo, su cuerpo aerodinámico con gracia en movimiento a través de
los árboles.
Después de que se fuera, Jasmine se hizo algo para comer. Él tenía razón.
No había mucho para elegir y terminó comiendo un puñado de nueces y frutos
secos.
Sola en la casa de Reid, tuvo un montón de tiempo para clasificar las
cosas. Chad dormía con cualquier cosa que caminaba. La golpeó. Verbalmente
la insultó. Las drogó con medicación innecesaria, convenciéndola que tenía un
corazón débil y que no podía dejarlo nunca. La droga le había quitado su
voluntad incluso para querer abandonarle. Había estado apática en su mayor
parte, en un coma que le permitía caminar. De hecho, le había dado la medicina
cuando había sido su médico, antes de que siquiera le mencionara el casarse con
ella.
¿Significaba eso que había planeado su farsa de matrimonio desde el
principio? ¿Cuándo ella dijo “Sí” fue porque había sido manipulado para
hacerlo así? ¿Había estado tan carente de emociones, de modo indiferente en

144
cuanto a su futuro, que se había casado con Chad, porque la había influenciado
a eso?
La comprensión la golpeó como un golpe en la cabeza y jadeó, su corazón
apretándose en su pecho. Su boda siempre había sido algo borroso en su
memoria, pero volvió a ella ahora. Siempre había asumido que su falta de
claridad se debía a lo que se decía de todas las novias estando nerviosas. De
hecho, justo después de la boda, fue cuando Chad bajó la dosis y todo se había
hecho un poco más coherente.
En un primer momento, al pensar en Chad y lo que había hecho, se enojó,
tanto que no podía ver bien y terminó golpeando la cama de Reid hasta que su
cuerpo estuvo tan débil que no pudo moverse. Entonces, sintió la tristeza.
¿Cómo podía haber hecho Chad esto a ella? ¿Por qué le había quitado todo lo
que tenía? Había dicho que la amaba, pero, ¿esto era lo que era el amor?
¿Control? ¿Posesión? ¿Manipulación? Sabiendo que Chad no la había amado,
probablemente nunca, le hizo daño también. Ella no había sido nada más que
un trofeo del Dr. Chadwick St. Claire, una esposa que pudiera mostrarle a otros
médicos, una mujer que pudiera controlar. Ni siquiera había sido una esposa,
sino una ayudante personal no remunerada, dispuesta. Había limpiado para él,
había cocinado para él, había esperado por él y sus amigos. Había sonreído y
con una sonrisa afectada, y escribió sus discursos para él. Ella archivaba sus
cartas y programaba sus citas.
Te quiero, Jasmine, le había dicho a diario. ¡Cada día, cada maldito día! No
sé qué haría sin ti.
—Sé lo que harías —Siseó Jasmine, golpeando la cama de nuevo—.
Tendrías que planchar tu ropa y separar tu perezoso culo del sofá al simulador
de comida para hacerte tus propias bebidas. Tendrías que reírte de las
estúpidos chistes de tus amigos doctores todo por ti mismo.
Al menos el príncipe Reid fue honesto con ella. Ni una sola vez le hizo
promesas, ni trató de cortejarla con elogios y palabras bonitas floreadas. No le
compró regalos caros, regalos que no eran más que sobornos. Reid dijo que le
encantaba tener sexo con ella. En ese momento, las palabras habían sonado
extrañas, pero cuanto más pensaba en ello, más podía apreciar la honestidad en
ellas.
Reid amaba tener sexo con ella.

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Jasmine suspiró. Él no la amaba. Le gustaba el sexo con ella. No era lo que
la mayoría de las mujeres quisieran oír, pero ella no era como la mayoría de las
mujeres. Ya le habían dicho durante muchos años que la amaban y, ¿dónde la
llevó eso? A ninguna parte. Si Jasmine nunca tuviera que hacer frente al amor
de un hombre de nuevo, sería demasiado pronto. Ahora mismo, el sexo era
suficiente. De hecho, le encantaba tener sexo con Reid. Había estado reprimida
por tanto tiempo, que era el momento de vivir su vida y planeó hacer sólo eso.
Reid no era el tipo de hombre que querría comprometerse con una mujer, y ella
ya había tenido técnicamente un matrimonio con múltiples mujeres. Si debiera
intentar alguna vez la cosa del matrimonio otra vez, lo cual dudaba, sería sólo
con un hombre de una sola esposa.
No. Este acuerdo con Reid era perfecto. No quería compromiso, y él
tampoco. Ambos adoraban tener relaciones sexuales entre sí. ¿Qué arreglo más
perfecto podría haber ahí? Y, lo mejor de todo era que no tendría necesidad de
hablar de ello. Esto era lo que era.
Se decidió.
Entonces, ¿por qué saltó su corazón en cuanto pensó que Reid no sentía
cariño por ella más allá de la amistad? No era como si ella lo amara. No era
como si ella quisiera unas relaciones serias. ¿Ella?
—No —Dijo Jasmine en voz alta—. Estoy confundida. Todas estas nuevas
emociones sólo me tienen confundida.
Jasmine rechazó pensar en esto por más tiempo. Chad era un podrido, un
bastardo que no era bueno para nada. No había ninguna razón para pensar más
en aquello que no podía cambiar. Reid no era el tipo de hombre para
comprometerse y ella no estaba en posición para comprometerse. Cuanto
menos pensara en ello, mejor para su cordura. Reid era su amante. Finalmente
era una mujer libre, quién no haría la limpieza de Reid, ni cocinaría para él.
Se decidió. Era como era. Lo descubrió.
Entonces, ¿por qué estaba todavía pensando en ello?
Gimiendo, Jasmine miró alrededor el cuarto de Reid. Realmente era
enorme, abarcaba al menos la mitad de los metros cuadrados de la parte
inferior. Se preguntó si allí había algo más tallado, más allá de la pared del
dormitorio, o si sólo habían hecho esta habitación en el segundo nivel. No vio

146
ninguna puerta, así que supuso que había solo un cuarto. Entonces, observando
la pantalla gigantesca de visualización, dijo:
—Visualización de pantalla.
No se encendió. Ella frunció el ceño, mirando a su alrededor. Había un
mando a distancia en una mesa al lado de la cama. Alcanzándolo apretó un
botón. La pantalla emitió un pitido, y un menú apareció que decía: “Acción".
Películas buenas. Películas femeninas. Documentales”
—Al parecer las películas femeninas no tenían la categoría de buenas —Se
rió Jasmine. Al pulsar la primera opción, leyó la lista que encontró según el tipo
de acción—. Grandes explosiones. Combates. Combates mano a mano.
Antiguas películas divertidas futuristas. Esgrima. Explosiones pequeñas.
Misceláneas.
Jasmine se rió más fuerte. Explorando alguno de los títulos y películas,
descubrió que eran, básicamente, sólo viejas películas de la Tierra clasificadas
en el tipo de acción que tenían en ellas. Las futuristas divertidas estaban llenas
de naves espaciales, lásers que zigzagueaban. Algunas ideas de la gente de la
Vieja tierra no estaban demasiado lejos de la realidad. Otras estaban tan lejos
que ella no podía imaginar cómo alguien podría pensar que podrían ser
creíbles.
Las buenas películas eran sólo una lista de distintos tipos de dramas y
películas de terror. Unas las había visto. La mayoría no. Las películas de la
tierra estaban reapareciendo de alguna manera para muchos viajeros. Las naves
espaciales fueron capaces de recoger algunas ondas de transmisión antiguas,
mientras estaban en el espacio. Muchas veces, las transmisiones se registraban
ilegalmente en el espacio aéreo de la Tierra y luego los piratas vendían las
copias más tarde. Las emisiones directas en el espacio aéreo de la Tierra eran de
mejor calidad que las ondas de transmisión más antiguas recogidas por las
naves en el espacio exterior.
Las películas femeninas resultaron ser romances y similares. Imaginando a
Reid viendo una película cursi de chicas fue gracioso. Dudaba incluso que se
molestara en esa sección. Yendo a la última categoría, esperó ver viejos
programas de noticias terrestres. En cambio, el documental la llevó a nada más
que porno. Jasmine jadeó, sentándose. Era sin duda la selección más grande de

147
películas de todas las categorías. Boquiabierta, leyó la lista de subcategorías:
“Chica-chica”
Jasmine hizo una mueca.
—Uf, no, gracias.
“Tradicional. Múltiples. Para probar. Difícil”. Jasmine dejó de leer, aunque
había más. Deslizándose hacia abajo, eligió la opción “Para probar”. De pie,
caminó hacia la cama para estar delante de la pantalla. Cuando apretó el botón,
un primer plano de la boca de una mujer apareció en la pantalla. La mujer
estaba gimiendo y meneando la cabeza, cuando chupaba algo en la boca.
Jasmine entrecerró los ojos, dando un paso más cerca para ver lo que era. De
repente, el ángulo de la cámara bajó al suelo. Jasmine jadeó. La mujer estaba
arrodillada y chupaba a un hombre, usando sus manos para masajear la parte
adicional de su erección.
Jasmine comenzó a alejarse de repugnancia cuando oyó que el hombre
gemía. La curiosidad pudo más que ella y antes de darse cuenta, no pudo
apartar la mirada. Todo lo que hacía la mujer, el hombre lo estaba disfrutando.
En realidad, por la expresión de su rostro, lo estaba disfrutando mucho. Ella
sorbía su eje, mordisqueándolo con sus dientes y girando la lengua sobre ello.
Luego, chupando un dedo en su boca, ella lo mojó, sólo para meterlo entre las
mejillas del hombre, sondeándole mientras volvía a chupar su pene. El hombre
siguió gimiendo y suplicando.
—Por favor, nena. Tómalo todo, cariño. Eso es, nena, chúpalo bien. Eres
una chica tan traviese. Te gusta esto, ¿verdad, cariño? Ah, sí, tómalo. ¡Tómalo!
—Para probar —Murmuró Jasmine. ¿Significaba eso que Reid quería
probar eso? ¿Significaba que esto no lo había hecho? Le resultaba difícil creer
que un hombre que tenía tantas novias y que no se negaban, y conquistas,
tuviera cosas que nunca hubiera hecho.
El fragmento de succión terminó con el hombre poniendo una cara
divertida, y comenzó otro fragmento. Esta vez un hombre estaba atado a una
cama, mientras una mujer lentamente torturaba su cuerpo. Después de eso, la
mujer hizo un striptease para el hombre atado, moviéndose alrededor mientras
bailaba seductoramente. Jasmine se encontró moviéndose al ritmo de la música,
intentando algunos de los movimientos. Entonces, con el hombre todavía atado,
la mujer hizo lo que quiso con él montando en la parte superior.

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Jasmine siguió viendo las películas, sentándose en el sofá delante de la
pantalla. La música era lo más cómico. Los actores y actrices sobreactuaban y
parecía que algunas veces se olvidaban las líneas de sus diálogos cuando
tropezaban con sus cortos discursos. A pesar de eso, se retorció en su asiento,
encontrando que realmente le excitó un poco por los espectáculos.
Después, la mujer estaba en algún tipo de columpio con el hombre tirando
de ella hacia atrás y hacia delante de él. Jasmine se mordió el labio. Hubo otro
striptease, otra mujer chupando a un hombre con él estando tumbado en una
cama, otra escena chupándole mientras el hombre estaba sentado en una silla.
Hubo otra escena de chupar con el hombre por encima, bombeando sus caderas
hacia abajo en la boca de la mujer, cuando por su parte él temía su cara
sepultada entre los muslos de ella. Se preguntó si el tema continuo significaba
que Reid quería que ella le sorbiera en su boca.
—Móntame, vaquero —Repitió Jasmine, suavemente, tratando de recordar
algunas ideas que aparecieron en los “documentales” para más tarde. Todas las
mujeres de estas películas eran muy vocales. Algunas de ellos hasta dijeron
algunas cosas bastante traviesas.
Una lenta sonrisa se arrastró a su cara y solo no pudo mirar lejos.
—Para probar, ¿eh?
***********
Reid estaba cansado de su cacería. Había tenido éxito, pero con su mente
constantemente en Jasmine y el recuerdo de su dulce carne, desnudo, le había
mantenido un poco distraído. Le había tomado más tiempo de lo normal para
rastrear y luego incluso hasta dos de sus presas se le escaparon. Finalmente, fue
capaz de cazar un baldric y un prongin. Al ser un pájaro el baldric, serviría para
una comida o dos. El gran prongin les daría carne mucho más tiempo.
Estaba desnudo todavía por la caza, pero estaba acostumbrado a salir al
aire libre desnudo. Como Var, perdía su ropa durante un cambio completo.
Después de desollar a los animales y prepararlos para el almacenamiento,
llevó la carne dentro. Por alguna razón, no pensaba que Jasmine agradeciera ver
los cadáveres antes de estar preparados. Era una dama, de principio a fin,
correcta, elegante y refinada. No quería insultar a sus delicadas sensibilidades.
—¡Oh, móntame, semental!

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Reid se heló al oír el grito femenino. Fue seguido al instante por el gemido
de un hombre cuando sentía placer. Él se tensó.
—¿Qué de…? —Comenzó, jurando por lo bajo. Una rabia celosa barrió a
través de él, cuando dejó caer la carne en el suelo. Aterrizó con un ruido pesado
sordo mientras corría por la escalera. Sintió que sus dientes se alargaban en su
boca mientras su cuerpo cambió a medias. La piel hormigueaba sobre sus
hombros y pecho, mientras un gruñido depredador sonó en el fondo de su
garganta.
Llegó a la parte superior, tomando varios escalones a la vez. Jasmine
estaba de pie en medio del dormitorio, sus manos en su espalda y una mirada
culpable en su cara cuando lo miró.
—Reid —Jadeó, echando un vistazo a su alrededor. Él dio un paso
amenazante adelante—. Yo no… ah… oí que entrabas.
—Obviamente —Refunfuñó, dándose cuenta de sus rasgos excitados.
Fácilmente atrapó el aroma de su excitación en la habitación. La tensión se abrió
camino a través de su cuerpo. Por la potencia de su olor, obviamente la había
interrumpido en algo.
—¿Reid? —Preguntó Jasmine, sin aliento. Retrocediendo ante él—. ¿Qué te
pasa? ¿Por qué estás todo… en forma animal? ¿Pasó algo? ¿Necesitas algo de
ropa?
Incluso a través de la ira, no quería que ella le tuviera miedo. Sus ojos
pasaron por encima de su cuerpo desnudo. No, eso no era sólo el nerviosismo
que descubrió. Estaba excitada por la bestia en él y estaba tratando muy duro
de ocultarlo.
—¿Dónde está él?
—¿Qui…?
Reid saltó hacia adelante y agarró sus brazos.
—Te huelo.
—¿Pe…?
—¿Dónde está? Le oí —Exigió Reid, sacudiéndola ligeramente. Maldita
sea, pero ella olía bien. Si no estuviera tan celoso, la habría tirado a la cama y

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seguiría con un pequeño juego de cazador y presa. Algo cayó al suelo cuando la
sacudió y de repente un fuerte gemido sonó detrás de él.
—Sí, nena. ¡Sí!
Reid se volvió, sorprendido al ver los documentales de sexo de la Tierra en
la pantalla de visualización. La pantalla era tan nueva que no había creído que
ella estaría mirándola. Una lenta sonrisa cruzó su rostro cuando se volvió hacia
ella. La sintió temblar bajo sus manos. Jasmine se apartó rápidamente y cogió el
mando a distancia, buscando a tientas para apagar la pantalla. Finalmente el
sonido se detuvo.
Sus grandes ojos lo miraron, tan bonitos y abiertos. No jugó ningún juego
tímido, y no trató de ocultar el hecho de que ella lo deseaba. Lamiendo sus
labios, vio como su boca se frunció en invitación. Su mirada bajó por su cuerpo
y un ligero gemido sonó.
—Deberías haberme esperado —Dijo, su tono todavía brusco por el
cambio. Retirando la piel de él, dejó que todos los cambios desaparecieran
menos sus ojos, volviendo a su forma humana. Su eje estaba duro, su cuerpo
completamente excitado por la intensidad de sus celos. La acechó, mientras ella
andaba de espaldas hasta que llegaron a la pared.
Una sonrisa vacilante cruzó por su rostro, desapareciendo tan rápido
como apareció. Ella respiraba con dificultad. Reid se acercó más. Jasmine se
quedó sin aliento, tensándose. Tenía la boca abierta, inclinada hacia él, al
instante estaba besándole con fuerza.
Reid gimió, mientras apretaba con fuerza su cuerpo al suyo, frotando su
cuerpo a lo largo de su marco más alto como si no pudiera acercarse lo
suficiente. Puesto que él ya estaba desnudo, sólo existía la fina tela de sus
pantalones entre ellos. Meció sus caderas, sintiendo su calor húmedo
presionándole cuando su pierna se levantaba a lo largo de la parte externa de su
muslo.
Jasmine apartó la boca.
—Haz ese gruñido otra vez.
Reid gruño, dejando que el sonido bestial de su gato retumbara en su
garganta. Al instante, fue recompensado con un subidón intenso de la humedad

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caliente entre sus muslos. Fue a por su cuello, dejando que sus dientes más
afilados salieran para jugar. Su voz ronca dijo:
—Te gusta la bestia, ¿verdad?
—Sí, claro que sí —Jadeó ella, completamente desvergonzada. Ella le
agarró la mano y la puso en su cadera—. Córtame la ropa.
Jasmine jugaba con fuego y ni siquiera lo sabía. Los Var eran criaturas
sexuales, pero jugar con la bestia, animar la propia naturaleza del depredador
podría llevarlos a una pasión incontrolable. Estaría inconsciente, incapaz de
pararse una vez que comenzara. Reid sabía que debía separarse y conseguir
controlarse, pero dando una mirada a la cara de Jasmine, y de alguna manera
supo que ella no lo quería controlado. No había miedo en ella cuando se trataba
de su forma animal. Dejó salir una garra, dejando que mirara mientras
hábilmente cortaba a través de los cordones a lo largo de su cadera sin dañarla.
Su mandíbula cayó y ella se tensó. El olor de su excitación le conmovió,
espoleando a la bestia en él.
Reid destrozó su camisa, cortando con una garra afilada entre sus pechos.
Ella jadeó, arqueando su espalda como si el acto agresivo, sólo la hizo tanto más
desesperada por su excitación. Ahuecó el suave globo en su palma,
refunfuñando una y otra vez sólo para hacerla temblar con el deseo al oír su voz
animalística.
—Ah —Jadeó, de pie delante de él con la ropa hecha jirones. Ella se echó
hacia atrás levantando los brazos hacia arriba contra la pared. Sus ojos
suplicando que la tomara. Se mordió el labio.
Reid gruñó, sujetando sus muñecas por encima de su cabeza con una
mano con garras mientras empujaba la otra a lo largo de sus resbaladizos
pliegues. Retrajo las afiladas garras, con cuidado para no hacerle daño cuando
separó la sensible carne húmeda. Arqueándose hacia adelante, ella lamió sus
colmillos.
—Lo que estás jugando es un peligroso —Reid respiró hondo, forzando
las palabras bruscas ya que su cuerpo se movió aún más— juego.
—No lo retires esta vez —Susurró ella a lo largo de su boca—. Quiero
sentir al animal que hay en ti. Quiero que pierdas todo el control como yo.

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Reid sabía lo que pedía. Nunca la tomaría en su forma completamente
cambiada, pero quería los colmillos y garras. Quería al animal salvaje, no al
domado que retenía. Sus ojos bien abiertos se lo pedían. ¿Quién iba a negárselo?
¿Cómo podría incluso pensarlo?
Aproximadamente, la deslizó por la pared lisa. Sus piernas estaban
abiertas para él y la tomó, empujando en su cuerpo listo. Estaba tan húmeda,
tan caliente que gritó en éxtasis al sentirlo. Incapaz de gobernar al animal
dentro de él, la reclamó, sus gritos suaves conduciéndole. Sus dedos se clavaron
en sus hombros, las uñas arañando su piel.
Reid bombeó sus caderas con fuerza y rápido, tensando su trasero en cada
movimiento de sacudida. Se sentía demasiado bueno. No podía frenarse, no
podía pensar más allá de la necesidad de eyacular en ella, para marcarla como
su mujer, para que ningún hombre se atreviera a tocarla. En ese momento, sabía
que era lo que quería. La idea de cualquier otro hombre tocándola le hizo que la
pasión en su interior se volviera más feroz. Si ella se dio cuenta o no, le
pertenecía a él, siempre le pertenecería. Había tenido su cuota de sexo vacío.
Otras mujeres palidecerían en comparación con ella. Cuando se había corrido
en Jasmine por primera vez, se había sentido completo, total. El ardor, de
necesitar buscar en él se había ido.
Su cuerpo trabajó en el de ella. Jasmine gimió y jadeó, animándole con
cada empuje de su cuerpo. Temblores la atormentaron y se puso rígida,
arqueándose hacia atrás contra la pared. Reid la sostuvo estable, manteniéndose
profundamente cuando el intenso orgasmo se abrió camino a través de su
cuerpo. Sólo después de que hubiera ordeñado cada pedacito de la liberación
de ella, se permitió correrse. Su semilla la llenó. La mantuvo firmemente
abrazada en torno a él, dándose todo para ella.
Necesitó un largo momento antes de que pudiera hablar. Tragando saliva,
casi nervioso, se retiró.
—Te am…
Cuando había comenzado a hablar, ella ya se estaba inclinando sobre él
para un beso. No se paró, sus labios cortaron sus palabras. Reid puso todo el
sentimiento y pasión interior en ese beso, entregándose a ella por completo.
Con una risita, Jasmine se retiró. Sonriendo dijo:
—Lo sé.
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Su corazón se aceleró. El placer trató de hacer erupción dentro de él.
—Amo tener sexo contigo también —Dijo Jasmine, dándole una sonrisa
tímida—. Sé lo que estás tratando de decirme y estoy de acuerdo. Es bueno que
no tengamos la presión de nada más entre nosotros. Tomaremos nuestro placer,
tendremos un poco de diversión y luego cuando todo termine, estará
terminado. Sin arrepentimientos.
Reid dejó caer la cabeza para ocultar la expresión desgarradora que
seguramente cruzó por sus rasgos ante sus palabras. Todo lo que ella quería de
él era el sexo. Por fin se había permitido a sí mismo querer más, aceptar que
realmente podría haber sólo una mujer para un hombre como él ahí. Finalmente
se dio cuenta de lo que sus hermanos habían encontrado cuando se habían
unido para toda la vida con sus esposas. Sólo que, a diferencia de sus hermanos,
la mujer que había encontrado no lo quería como él a ella. Bueno, lo deseaba,
pero sólo por su cuerpo. El hecho lo dejó frío por dentro.
Su cuerpo todavía estaba dentro de ella, y se retiró, deslizándola
lentamente hacia abajo. Jasmine no pareció darse cuenta de su agitación. Ella se
rió de nuevo, antes de admitir en voz baja.
—Me gusta cuando te pones tan primitivo conmigo.
Reid dejó escapar un largo suspiro y forzó un tono ligero en su voz.
—Mm, ¿como ahora, fea?
Se tragó su dolor. Incluso como consecuencia de ello, Reid estaba atraído
para estar cerca de ella. Dejando una máscara de alegría que viniera a través de
sus rasgos, le lamió la comisura de sus labios antes de mordisquearle su labio
inferior.
—Así que, poderoso cazador —Dijo Jasmine—. ¿Qué nos vas a cocinar
para cenar?
—Lo siento, fea —Contestó Reid—. Yo cazo. Tú cocinas. La cocina y la
limpieza es un trabajo de mujeres.
Jasmine se mordió el labio. Empujando en el centro de su pecho, ella
anduvo con él a la cama y le dio un empujón suave. Reid cayó de espaldas,
automáticamente moviéndose para estar completamente acostado en la cama.
Jasmine se quitó los restos de su camisa andrajosa. Sus ojos la devoraban.
¡Gatos sagrados! Ella era hermosa.

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Arrastrándose sobre él, ella frotó sus manos a lo largo de sus muslos,
empujando sus piernas abiertas y sus rodillas aparte. Cuando estaba abierto y
expuesto para ella, ella sonrió y se lamió el dedo.
—Tú cazas. Yo cocino. Parece justo. Pero, ¿vamos a hacer una pequeña
negociación sobre esa parte de la limpieza que haremos?
Reid se tensó. Estaba a punto de contestarla cuando su boca bajó para
besar su eje. Cuando lo sorbió entre sus labios exuberantes, gimió cerrando sus
ojos.
Cedo, fea. Puedes tener lo que quieras.

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CAPÍTULO 11

Jasmine no podía creer que estuviera cocinando para Reid de nuevo. No


tenía un simulador de alimentos, lo cual era extraño, aunque por lo visto lo
tuvo en cierta ocasión y se rompió.
Tanto por la mentalidad “yo no soy esclava de ningún hombre”. Además,
la única vez que había tratado de hacer que Reid ayudara, se hizo evidente que
él podía ser un potente cazador, pero era un chef piojoso.
A decir verdad, no le importaba preparara la comida, nunca había
necesitado cocinar. Había sido Chad quién insistió en un simulador de
alimentos. Y, para no venderse tan rápido, negoció con éxito que una criada
siguiera haciendo la limpieza mientras ella estuviera en la casa. En realidad, él
había cedido muy rápidamente.
Jasmine sonrió, comprobando el horno de ladrillo. El pavo estaba casi
terminado.
—Baldric —Se corrigió suavemente, mordiéndose el labio. Esa especie de
pavo se llamaba baldric.
Había muchas cosas diferentes en Qurilixen, pero por lo general, no estaba
tan mal. La gente que había conocido era agradable, no es que ella hubiera
conocido a nadie, mientras estuvo en casa de Reid. Habían estado en su casa
durante cinco días llenos de glorioso sexo. De hecho, pasaron mucho tiempo en
la cama, en el suelo, en la bañera, en la ducha, en el balcón, en el sofá, en la
cocina y en el suelo de la cocina, y sobre cualquier lugar concebible en medio,
ese tiempo se convirtió en un gran borrón de placer.
Las cosas iban bien, mejor de lo que habían sido en toda su vida. No era
tan tonta como para pensar que iban a durar para siempre. Un día, tendría que
despertarse del sueño que había creado. Si no lo hacía por su cuenta, Reid
seguramente lo haría por ella. Jasmine vio sus apasionados apetitos. Aunque

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fuera capaz de adaptarse con facilidad a ellos, sabía que algún día se cansaría
de ella, y querría seguir adelante.
—Sé que esta no es tu cocina, hermano —Jasmine se puso tensa. Esa no era
la voz de Reid. Se acercó a mirar fuera de la cocina, agradecida que no llevara
todavía el pequeño vestido ligero del que había hecho un striptease antes. Los
hermanos de Reid estaban de pie en el vestíbulo—. Mm, sí, definitivamente
huele demasiado bien para ser algo que haría él —Dijo Quinn riendo.
—¿Qué hacéis aquí? —Preguntó Reid, sonriéndoles.
—Bueno, dejaste el palacio a toda prisa y pensamos… —Las palabras de
Kirill se calmaron mientras giraba par mirar a Jasmine. Tenía los mismo ojos
oscuros que Reid. Supo al instante lo que los hombres habían pensado. Habían
pensado venir a echarle a ella una buena mirada. El príncipe Jarek era el único
que no estaba mirándola.
—Hey, Jas —Dijo Jarek, rompiendo el silencio. Él le sonrió, cruzando la
distancia para besarla en la mejilla. En un susurro, le dijo—. No estés tan
preocupada —Y luego, más fuerte, bromeó—. ¿Él realmente te hace cocinar?
—Bueno, resulta que soy una pésima cazadora, por lo tanto funciona al
final —Dijo Jasmine, forzando una sonrisa. Jarek sonrió y asintió con la cabeza.
Ella trató de relajarse—. Así que supongo que todos estáis aquí para
comprobarme.
Kirill se rió. Quinn sonrió. Falke asintió con la cabeza estoico, aunque sus
ojos brillaron.
—Nuestras mujeres no nos dejaron en paz hasta que consentimos en venir
y asegurarnos que Reid te estaba tratando con amabilidad —Contestó Falke.
Sus ojos barrieron sobre ella—. ¿Estás bien, mi señora?
Jasmine se sonrojó, pensando en qué tan “bien” la había estado tratando
Reid. Se encontró con la penetrante mirada de Reid y se estremeció.
Lentamente, ella asintió.
—Ah, bien —Dijo Kirill. Los ojos de los hermanos se giraron a Reid—.
Hay algo diferente en ti, hermano. ¿Estás bien?
Reid asintió una vez.
—¿Por qué no iba a estarlo?

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Kirill y Quinn compartieron una mirada. Jasmine los vio sonreír con
satisfacción y se preguntó por eso. Seguramente era alguna clase privada de
broma, fraternal.
—Si me perdonáis debería ir a comprobar la comida —Dijo Jasmine,
volviendo hacia la cocina—. He hecho mucha, si os quedáis.
—Gracias —Dijeron Kirill y Falke al mismo tiempo.
—Nunca renunciaré a una comida —Jarek sonrió abiertamente, aunque no
la miraba mientras contemplaba a Reid. Este le devolvió la mirada, inmóvil y
aparentemente no divertido entre algo que pasó entre él y su gemelo.
—Sí —Añadió Quinn—. Huele delicioso, gracias, Lady Jasmine.
Reid echó un vistazo a Jasmine cuando desapareció a la cocina. Cuándo
estuvo fuera del cuarto, dijo en voz baja.
—¿Qué está pasando realmente? ¿Por qué estáis aquí?
—Es como dijimos —Kirill hizo unas señas hacia los sofás, manteniendo
su voz baja—. Nuestras mujeres le han tomado cariño a Lady Jasmine y han
deseado que nosotros nos aseguráramos que no estabas forzando tus atenciones
no deseadas en ella.
Reid frunció el ceño cuando tomó asiento. No estaba listo para la realidad
que se estrellara en su pequeño mundo que había hecho con Jasmine. Nunca
actuó como si sintiera algo por él más allá de la pasión, pero de todos modos
esperó que pudiera hacerlo. Siguió diciéndose, que si le diera el suficiente
placer físico, si fuera paciente, ella se quedaría con él.
—¿Cuál es la verdadera razón? —Preguntó Reid—. ¿Qué no me estás
diciendo?
—El amigo de Lyssa, el director del HIA, se ha puesto en contacto con
nosotros. Hay una nave que se dirige hacia nuestro cuadrante. Es de la Alianza
Médica. Creemos que el de Jasmine… ah… —Las palabras de Kirill se pararon y
miró al suelo.
Reid se tensó. Jasmine y él tenían un vínculo tácito de no hablar de su
marido. Pero, no por no mencionarlo, no lo hacían menos verdadero. Aún así,
no le importaba. Jasmine era suya. Ella le pertenecía. O al menos lo sería si
tuviera alguna opción en el asunto.

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—¿Quieres decir el hombre que afirma ser mi marido? —Dijo Jasmine
suavemente. Había estado tan tranquila que nadie la había oído entrar en la sala
de estar. Los hombres se volvieron hacia ella. Estaba dejando una bandeja en
una mesa baja delante de ellos. Había una gran variedad de frutos secos y
bayas. Reid echó un vistazo a eso y luego a ella. No estaba mirándole.
—¿Afirma? —Preguntó Quinn.
—Cuando era una niña, estaba enferma y débil. Algunos médicos dijeron
que crecería y la enfermedad desaparecería. Otros dijeron que moriría cuando
tuviera cinco años. Todos se equivocaron. No morí y sólo gané una fuerza
moderada. Eso fue hasta que mi padre contactó con el Dr. Chadwick St. Claire.
Me curó de mi condición, pero también me drogó, y se casó conmigo cuando
estaba en un estado en el que no era consciente de mis decisiones. Incluso
después de la ceremonia me mantuvo drogada —Jasmine tomó una respiración
profunda.
—¿Quieres decir las pastillas que Tori analizó? —Preguntó Quinn.
—Sí —Asintió Jasmine. Miró alrededor de la habitación antes de mirarse
las manos—. De acuerdo con la ley humana, tienes que estar en tu sano juicio
para hacer un contrato vinculante. Yo no estaba en mi sano juicio, no lo estuve
durante varios años. Yo diría que eso anula cualquier contrato de matrimonio
que tuviera con Chad.
El cuerpo entero de Reid se tensó mientras la miraba. ¿Por qué no le había
dicho nada de eso antes? ¿Por qué dejó creer que ella estaba casada? Si no
hubiera nada entre ellos, entontes… ella… la rabia alboreó en él. No le había
dicho porque ella no quería nada entre ellos.
—Este es mi problema —Dijo Jasmine, cuando el silencio llenó la
habitación. Ella finalmente lo miró. Reid intentó leer algo en su cara, cualquier
emoción que le dijera como estaba sintiéndose. Estaba en blanco, igual a la
primera vez que la había conocido, igual que cuando había estado tomando
esas malditas pastillas—. Todos vosotros habéis hecho tanto por mí, y yo
realmente lo aprecio y nunca lo olvidaré. Pero, si Chad viene aquí a buscarme,
entonces me iré sin una queja. Es mi problema para tratar con él y creo que es la
hora de que lo afronte.

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—Jasmine —Comenzó Reid. Ella apartó la vista de él. Sintió los ojos de su
hermano que iban a él. ¿Qué podía decir? Sintiéndose impotente, miró a Kirill,
rogándole para que dijera algo.
Kirill lo miró a los ojos, pareciendo entenderle.
—Me gustaría invitarte para que te quedaras en palacio. Mi esposa se ha
aficionado a ti, y no quiero que ella se trastorne durante su último mes de
embarazo. Por favor, considera quedarte.
—Eres muy amable, pero dudo que la reina Ulyssa esté tan delicada como
para necesitarme a una extraña como yo, para que me quede en este planeta —
Dijo Jasmine.
Kirill asintió con la cabeza riendo.
—Tienes razón. Mi Lyssa no es ninguna mujer delicada. Pero todavía es
nuestro deseo que te quedes y nos dejes ayudarte.
—Te lo agradezco, Majestad, pero esta es mi lucha. Yo me encargaré de él.
No necesitas esta molestia aquí. Como has dicho, tu esposa está esperando. Este
es el estrés que menos necesita tu reino y tu esposa. Me iré.
—Mi señora —Dijo Falke, sus palabras carentes de emociones lo que
realmente la asustó más que su tamaño demasiado grande—. Hemos tratado
con la Mafia Médica antes y no te dejaremos que los enfrentes sola.
—¿Lo sabéis? —Jadeó Jasmine—. ¿Sabéis sobre la conexión de la Alianza
Médica con la mafia Médica?
—Espera —Reid se puso de pie, mirándola con enojo—. ¿Estás diciendo
que sabías que Chad era parte de la Mafia Médica y todavía ibas a volver con
él?
—No volvía a él. Enfrentaba mi problema —Discutió Jasmine,
devolviendo su mirada caliente.
—¿Después de lo que ya te hizo? —Gruñó Reid, dando un paso
amenazador hacia adelante. Al instante sus hermanos se pusieron de pie,
bloqueando su camino hacia Jasmine. No era necesario. Nunca le habría hecho
daño—. ¿Qué os hace creer que yo podría…?

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—Reid, ahora no es el momento —Dijo Quinn poniendo una mano en su
hombro—. Estamos aquí para llevarla de vuelta al palacio. Si realmente vienen
por ella, Jasmine estará más segura allí.
Reid asintió con la cabeza.
—Espera, ¿no tengo nada que decir? —Exigió Jasmine—. No es como si la
mafia me quiera, sólo es Chad.
—No, mi señora, lo siento. No tienes ninguna opción en esto. Yo traté de
darte una, pero no estas de acuerdo en eso —Dijo Kirill—. Hemos tratado con la
mafia antes. Confía en mí, estamos más que preparados para manejar esto.
***********
Jasmine se negó a hablar con Reid durante todo el camino de vuelta al
palacio. Se habían alojado en su casa lo suficiente para comer. Había sido una
comida tensa, una que Jasmine apenas pudo forzar por su garganta. Los
hombres Var la felicitaron por su cocina y trataron de hace alguna broma para
aligerar el ambiente, todos, salvo Reid. Fue inútil. Ella estaba molesta con él, y
dolida. Después de la comida, no le habían dado otra opción a ella más que irse.
Con los cinco enormes guerreros Var caminando a su alrededor, no tenía
ninguna oportunidad de fuga.
Una luz difusa cayó en el denso bosque transformándose en una neblina
verde suave. Reid y Jarek caminaron delante de ella. Kirill y Quinn se quedaron
a sus lados y Falke iba por detrás.
¡Maldita sea! Pensó Jasmine, recordándose lo enfadada que estaba cuando
fulminó su espalda. Más a menudo que lo necesario, se encontró contemplando
su culo apretado y no concentrándose en su cólera.
¿Cómo se atrevía Reid a dejar que su familia tomara decisiones por ella sin
preguntarle siquiera su opinión? No quería ser desagradecida por su oferta y a
un nivel muy profundo se sentía liberada porque quisieran tomar el control de
la situación, pero en el nivel superior estaba ultrajada. Ella estaba viviendo su
vida, no la familia real de Var. Jasmine quería tomar sus propias decisiones,
buenas o malas. Estaba cansada de que le dijeran lo que tenía que hacer.
El sonido de niños pequeños jugando resonó alrededor de ellos cuando se
acercaron a la ciudad. Reid se volvió hacia ella, y Jasmine le devolvió la mirada

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fulminándolo con ella, dándole su mirada más malvada. Realmente tenía coraje
para parecer sorprendido por su hostilidad.
Caminaron en silencio por las calles de la ciudad, serpenteando a lo largo
de los caminos parecidos a un laberinto. Hermosas alfombras tejidas y mantas
colgaban fuera al sol, en cuerdas para secarse. Las ollas de barro estaban
apoyadas junto a las puertas, algunas con floras, y otras con plantas autóctonas.
Las paredes estaban decoradas con azulejos, menos intrincados que los del
palacio, pero todavía encantadores. El palacio estaba de pie sobre la ciudad,
delineado por el cielo azul-verdoso. Jasmine se quedó mirando las torres
cuadradas, haciendo todo lo posible para fingir que no vio la mirada curioso de
la población de Var.
Caminaron a través de las puertas delanteras del palacio. Quinn y el rey se
despidieron para ir a buscar a sus esposas. Jasmine estaba casi celosa por el
modo en que se fueron impacientes a ellas. Reid nunca estaría enamorado tan
fuerte por ella. Escuchando una risa, el pequeño grupo de viaje se volvió hacia
un salón de banquetes. Jasmine no tuvo mucha opción más que seguirles. Con
el gigantesco Falke detrás de ella, no era como si pudiera escabullirse lejos y su
tamaño solo le daba una razón suficiente para no intentarlo.
La sala de banquetes tenía un techo abovedado de cristal que dejaba entrar
una luz difuminada de los tres soles. Había patrones de mosaicos en las paredes
y un piso exquisito de baldosas. Largas mesas y asientos corridos estaban en el
suelo para una gran cena. En la parte delantera de la sala, sobre una plataforma
elevada, estaba la mesa del rey. Estaba vacía.
La risa era de la princesa Samantha y los miembros de la tripulación de
Jarek que estaban en una de las mesas inferiores. Rick y Evan estaban sentados
a su lado, sonriendo ampliamente. Dev, Jackson, Lucien y Viktor estaban
sentados frente a ella. Lochlann era el único que faltaba. Recordando que era un
Draig y no Var, se preguntó si él no era bienvenido en el palacio. Jarek se
deslizó en el asiento siguiente a Jackson. Al ver lo cerca que Rick y Evan estaban
sentados de Sam, Jasmine se volvió a mirar a Falke. Él estaba sonriendo.
Sam vio a su esposo y toda su cara se iluminó con placer. Ella empujó
sobre el hombro de Evan, usándole para ayudarse para ponerse de pie.
Entonces, desvergonzadamente, corrió hacia Falke, saltando para lanzar sus
brazos alrededor de su cuello. Él siguió andando cuando la abrazó, llevándosela
con los pies colgando fuera del suelo.
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—Tu hijo me está haciendo sentir cansada —Dijo Sam, riéndose en voz
baja mientras besaba a Falke.
—Eso es sólo porque su madre es perezosa —Respondió Falke, con su voz
llena de bromas.
La mandíbula de Jasmine casi cayó. ¿Acababa de hacer el gran
Comandante Falke una broma? La risa de Sam resonó por encima de ellos. Al
parecer, lo había hecho.
—Tengo que hablar contigo —Reid cogió su codo.
Jasmine volvió en sí, parcialmente derretida por la demostración amorosa
de Falke y su esposa. Levantó la vista, viendo los ojos oscuros de Reid. Luego
cuando sus palabras penetraron en su cerebro, sacudió su brazo de él.
—De acuerdo.
—Solos —Dijo en voz baja, echando un vistazo alrededor de la mesa llena.
Jasmine siguió su mirada. Los estaban mirando.
—De acuerdo —Repitió, esta vez no tan fuerte.
Reid se dio la vuelta y abrió el camino hacia el pasillo. Echó un vistazo
hacia atrás varias veces, como para asegurarse que ella lo seguía. Jasmine lo
hizo, su cuerpo rígido. Vio una mirada decidida de cólera en su cara. Reid tenía
que aprender que no podía dominarla en todo. Así pues, ¿y qué si ella
apreciaba la ayuda de los Var y realmente no sabía cómo manejar la situación
por su cuenta? Ella no le pertenecía, sin importar las intimidades que habían
sucedido entre ellos.
Caminaron en silencio por el laberinto de pasillos. Entonces, parándose,
Reid se volvió hacia un patrón de mosaicos redondo en la pared. Presionó una
serie de azulejos del patrón circular. Los azulejos se movieron cuando los
presionó, pero cuando terminó y separó su mano, el círculo del centró entero se
retiró de la pared para revelar una pantalla. Jasmine jadeó. Era un ordenador.
Nunca lo habría adivinado.
—Dame una hebra de tu pelo —Dijo Reid.
—¿Qué? —Jasmine lo miró, confundida.
Reid la alcanzó, arrancando un solo pelo de su cabeza. No dolió, pero
protestó de todos modos.

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—Hey, ¿qué crees que estás haciendo?
Reid suspiró, pero no contestó cuando presionó un botón. Una bandeja se
deslizó y colocó el hilo de pelo dentro.
—Siren, por favor, registra el ADN para Jasmine.
—Jasmine registrada, príncipe Reid —Una voz ardiente contestó.
—¿Quién era? —Jasmine inútilmente echó un vistazo alrededor. Estaban
solos en el pasillo.
—Esta es Siren, el ordenador central del palacio.
—Un placer conocerte, Jasmine —Siren lo dijo con un tono que goteaba
miel y sonó como si estuviera haciendo un puchero—. ¿Mi señor, que
autorización de seguridad?
Reid echo un vistazo hacia ella.
—¿Oye que estás haciendo? —Exigió Jasmine.
—Ocho, por favor, Siren —Dijo Reid.
—¿Ocho? —Preguntó Jasmine, con un tono duro.
—Muy bien, mi señor, Jasmine almacenada —Dijo Siren. Reid no apartó
los ojos de ella.
—¿Qué es ocho? —Exigió Jasmine. Reid abrió su boca para hablar, pero
ella preguntó a cambio— Siren, ¿qué significa un nivel ocho de seguridad?
—El nivel ocho es confinamiento en el palacio, mi señora, y privilegios
limitados —Respondió Siren. Reid hizo una mueca.
—¿Qué crees que estás haciendo? —Gritó Jasmine, sin importarle si la oían
por casualidad—. ¡Bórralo inmediatamente!
—No —Dijo Reid—. No creas que no pude ver tu mente trazando modos
de desafiar la orden del rey. Te vi buscar una manera de escaparte. Ahora
estarás confinada en palacio. Si te vas, o si alguien trata de llevarte del palacio,
Siren dará la alarma. Es por tu seguridad.
—¡Esto no tiene nada que ver con la orden del rey! —Gritó Jasmine—. Esto
tiene que ver con que no me das el derecho a decidir por mí misma. ¡No tienes
ningún derecho a mantenerme prisionera aquí!

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—¿No lo tengo? —Preguntó Reid, su voz bajando. Extendió una mano
para acariciar su mejilla. ¿Por qué la miraba así? ¿Todo suave, tierno y triste?
Jasmine se sacudió hacia atrás, quedando fuera del alcance de su mano—.
¿Cuándo ibas a decirme que no estabas casada, Jasmine?
—¿Qué tiene que ver eso con cualquier cosas? No pareció que te importara
tanto eso cuando dormiste conmigo —Jasmine retrocedió. ¿Cómo podría
hacerle esto a ella? ¿Cómo podía no confiar en ella lo suficiente para que tomara
sus propias decisiones? ¿Cómo podría estar convirtiéndola en una prisionera?
¿Por qué tenía que parecer tan mono en este momento?
Trató de alejarse de él, pero él se acercó y le agarró el brazo.
—Te hice una pregunta, Jasmine.
—Y te di la única respuesta que voy a darte. ¡No te lo dije porque mi
relación con Chad no es asunto tuyo!
Reid retrocedió como si le hubiera abofeteado. Despacio, asintió con la
cabeza. Con calma en su voz y con su cara de repente muy desapasionada, le
preguntó:
—¿Conoces el camino de regreso a tu habitación? ¿O necesitas que te lo
muestre?
—Encontraré mi camino hacia mi prisión dorada muy bien, gracias, Su
Alteza. Estoy segura que si no voy allí, tu pequeña puta de ordenador estará
contenta en decírtelo —Le escupió. Girando sus talones, se alejó de él.
Reid miró a Jasmine irse. ¿Por qué tenía que ser tan terca? ¿No entendía
que la había registrado en el ordenador del palacio para protegerla?
—Siren —Ordenó.
—¿Sí, mi príncipe?
—Asegúrate que ella regresa a la suite de invitados morada bien —Dijo
Reid—. Y supervisa sus constantes vitales siempre. Si incluso pareciera que está
en peligro, quiero saberlo.
—Sí, mi príncipe.
Reid se volvió para volver a la sala de banquetes. Tenía que hablar con
Falke y averiguar todo lo que supiera sobre la nave de la Mafia Médica. Dado
que Jasmine los había interrumpido antes en su casa, sabía que no le habían
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dicho todo. Sus hermanos le veían como el guardián de Jasmine, y dejarían que
decidiera como mejor protegerla.
Deteniéndose, añadió.
—Siren, por favor, ignora su comentario de puta. No lo decía en serio. Está
enojada conmigo, no contigo. No le hagas nada a ella, ¿de acuerdo?
Reid suspiró. Había llamado a Siren un par de veces así hace tiempo.
Maldito Jarek por esto. Su hermano había programado para que fuera
susceptible a los insultos. Una vez, el maldito chisme lo había encerrado con
llave en la cámara de las armas.
—Como desees, mi señor, pero prefiero registrar una disculpa de ella —
Siren hizo un mohín.
—Es mi esposa, Siren —Dijo en voz baja, recordando como la había
marcado durante el sexo. Ella había estado clavada contra la pared y él nunca se
había sentido más completo. Eso fue antes de que Jasmine siguiera y continuara
hablando de que sólo eran amantes y que su relación no significaba nada para
ella, y que era un asuntos sólo físico. ¿Cómo podría decirle lo que había hecho
después de eso? —Acepta su disculpa de mí.
—Sí, mi señor. Felicidades.
—Gracias, Siren.
***********
Jasmine caminó enfadada en la suite de invitados durante quince minutos,
antes de que unos golpes sonaran en su puerta. Era la misma suite en la que se
había despertado. Primero vino la reina Ulyssa y la princesa Tori. Al instante la
abrazaron, y la revisaron para asegurarse que estaba en una pieza y luego la
abrazaron de nuevo. Después fue Sam, su boca más sonrosada e hinchada como
si acabara de ser besada a fondo sólo antes de tropezar a través de la puerta.
Dio una sonrisa culpable ante la mirada de Ulyssa y se encogió de hombros.
—Te eché de menos —Dijo Sam en forma de excusa.
Tori fue al simulador de comida escondido tras la gigantesca bandera de
Var y encargó bebidas. Cualquier cosa que fuera, era gaseado y hacía ruidos
raros al burbujear.

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—No te preocupes, no es licor —Dijo Ulyssa, cuando todas se sentaron
alrededor de una mesa—. Es una vieja bebida de la Tierra. Soda. Una de las
princesas Draig nos la dio. Encontraron los códigos de programación para el
simulador en la biblioteca real de Draig.
Jasmine asintió con la cabeza, tomando un sorbo. Era dulce, pero no estaba
mal.
—Yo tenía la impresión que los Var y los Draig no se llevaban bien.
—En realidad, estamos intentando cambiar eso —Dijo Ulyssa—. Mi
marido ha estado trabajando para conseguir la paz durante los últimos meses.
Jasmine asintió con la cabeza, muy curiosa sobre los Draig. Reid nunca
quiso hablar de ello. Además, era agradable pensar en algo que no se refiriera
directamente a ella o a su futuro. Su mente necesitaba un descanso.
—Hemos firmado un tratado y hemos un hecho un acuerdo de esponsales
—Los ojos de Ulyssa cayeron.
—¿Acuerdo de esponsales? —Preguntó Jasmine—. ¿Cómo un matrimonio
concertado? ¿Entre quién?
—Es más una formalidad —Dijo Tori, acariciando la mano de Ulyssa.
—Si uno de los príncipes Draig tiene una hija, lo que es considerado muy
poco probable por la radiación azul que hace a las niñas casi imposibles, se
casará con el hijo mayor del rey —Dijo Sam. También le dio a Ulyssa una
sonrisa triste—. Fue un gesto magnífico por parte de Kirill, acompañar al futuro
rey de Var por una mujer Draig.
Jasmine echó un vistazo al vientre de la reina.
—Son cuatro príncipes, y todos casados con niños que deberían nacer
pronto —Dijo Ulyssa—. Esperamos tener noticias cualquier día de que las
princesas ya han dado a luz..
—¿Y estás bien con eso? —Preguntó Jasmine, ya sospechando que la reina
no lo estaba.
—Los Var son mi pueblo ahora y los amo —Dijo Ulyssa. Colocó una mano
en su estómago—. Pero este es mi bebé. Yo no lo forzaría a un matrimonio sin
amor. Lo que me asusta es que es el hijo de su padre y estará indudablemente
obligado por el deber. Mi único consuelo es que en tiempos de paz quizás se

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pueda hacer de otra forma y que esos esponsales podrían ser innecesarios.
Además, es improbable que las princesas Draig den a luz una chica.
Jasmine abrió su boca. Ulyssa sostuvo su mano.
—No pasa nada, de verdad —Dijo la reina—. Tengo grandes esperanzas
en que tendremos la paz antes de que mi hijo alcance la edad de casarse.
—Sí, nosotras tendremos, ¿qué? ¿Ochenta? ¿Noventa años? —Se rió Sam.
Jasmine se rió, creyendo que bromeaban. Entonces, mirando sus caras, se
detuvo. Sus ojos se redondearon.
—¿Qué edad tiene Reid?
Tori se rio.
—Pongámoslo de esta forma. Quinn es el pequeño y tiene cincuenta y seis
años.
La mandíbula de Jasmine se cayó.
—Veamos —Reflexionó Ulyssa—. Kirill tenía unos treinta y siete años
cuando nacieron los mellizos. Tiene noventa y ocho ahora, así que Reid
tendría… ah…
—Sesenta y uno —Calculó Tori. Jasmine jadeó.
—Los Var tienden a vivir cientos de años, por lo que técnicamente, todavía
siguen siendo jóvenes —Dijo Ulyssa.
—No tenía ni idea —Jasmine se quedó atónita. Antes de que pudiera
detenerse a pensarlo, espetó—. ¿Y no os molesta que vuestros maridos os
sobrevivan por tanto tiempo?
—¿Sobrevivirnos? —Repitió Ulyssa.
—Oh, no —Dijo Sam, tomando un sorbo—. Ahora estamos en Var. Ellos
compartieron sus vidas con nosotras. Estamos vinculados. Lo llaman unión de
por vida. Significa que vamos a vivir cientos de años también.
—Así que, ¿no sois medio compañeras? —Jasmine ya sabía la respuesta,
pero dijo las palabras de todos modos, pensando en Reid—. ¿O también viven
las medio compañeras una larga vida también?
—Somos compañeras de vida —Dijo Ulyssa sonriendo—. Nunca podría
compartir a Kirill, y él nunca tomaría a otra. Eso es por lo mucho que me ama.
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Las medio compañeras se parecen más a chicas de harén. Están unidas, pero no
tan profundamente, y el vínculo se puede romper si ambas partes lo desean. Al
menos así es como lo entiendo.
—Los hombre Var sólo pueden tener una compañera de vida. Es por eso
por lo que actúan así con sus mujeres —Dijo Tori—. Eso y porque las mujeres
son tan raras, que sienten que tienen que protegerlas.
—Antes solía cabrearme —Admitió Ulyssa, distraídamente frotándose el
estómago—. Kirill se ponía todo mandón y protector. Me encerró con llave en
su cuarto como castigo un par de veces hasta que aprendí a escucharle solo a él.
Suena dominante, pero en realidad saben lo que están haciendo y nuca actúan
deshonrosamente hacia nosotras.
—Aún así —Jasmine frunció el ceño—. ¿No te molesta que sólo decida y
no te pida tu opinión?
—En realidad preguntan nuestras opiniones —Dijo Ulyssa sonriendo—. O
al menos lo hacen ahora, después de que les hemos demostrado que podemos
ser razonables. Necesitamos ajustarnos todos nosotros, pero valió la pena.
Ahora, cuando Kirill me pide que haga algo con cierta mirada seria en su cara,
sé que es importante y que debería escuchar. Y él sabe que puede confiar en mí
y que no tiene que preocuparse.
Jasmine todavía no estaba tan segura.
—Sé que estamos explicándotelo mal —Dijo Sam—. Tienes que entender.
Desde que han nacido Var, estos hombres nunca podrán tomar otra compañera
de vida. Ya que nosotras no lo éramos, podríamos continuar posiblemente,
amando de nuevo, ¿pero quién querría? Se dice que mucho Var han muerto por
corazones rotos al perder a sus compañeros. Es una de las razones por la que el
padre de nuestros esposos, el rey Attor, les enseñó a sus hijos a no tener nunca
una compañera de vida. Había visto lo que podía pasar. Por suerte para
nosotras, ellos no escucharon al viejo tonto.
—De todos modos —Dijo Tori, dando a Sam una mirada severa cuando
insultó al rey muerto. Sam pareció correctamente castigada y de repente ambas
mujeres se echaron a reír.
—Bueno, lo era —Masculló Sam, sonriendo abiertamente. Ulyssa y Tory al
instante asintieron con la cabeza en acuerdo—. Si algo nos pasa a nosotras,
estarían solos durante cientos de años.
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—Por eso tienden a ser demasiado protectores —Dijo Ulyssa. Las tres
mujeres estudiaron a Jasmine, como si quisieran que ella las entendiera—. Pero
una vez que saben que pueden confiar en ti, suavizan un poco en toda la cosa
dejan de ser dominantes. Les toma un tiempo para superar el temor de que
pudieran perdernos.
—Y con las enseñanzas de su padre retumbando en sus cabezas, es
especialmente duro —Tori se inclinó y tomó la mano de Jasmine.
Jasmine no se movió durante mucho tiempo. Despacio, apartó su mano y
la colocó sobre su regazo.
—Vinisteis esta noche aquí con el único objetivo de contarme todo esto,
¿verdad?
—Queríamos verte, también —Ulyssa le aseguró.
Jasmine asintió con la cabeza, su boca apretada.
—¿Crees que diciéndomelo Reid y yo por arte de magia nos reuniremos?
—Bueno, pensábamos… —Comenzó Tori, haciendo un ruido débil.
—Sí, eso era más o menos lo que lo resume todo —Forzó su entrada Sam.
—Creíamos que te podría ayudar a ser más paciente con Reid —Explicó
Ulyssa.
—Estos hombres Var son difíciles de manejar, pero te prometo que sus
cerebros finalmente alcanzan a sus corazones.
—Es molesto, lo sé, créeme —Dijo Sam.
—Créenos a nosotras —Modificó Ulyssa.
—Realmente trata de tener paciencia —Dijo Tori, sus ojos brillando con
esperanzas—. Y se franca sobre cómo te sientes. Te lo juro, pueden dirigir un
reino, pero pueden ser tan densos cuando se trata de sentimientos.
—Y si eso no funciona, haz lo que le dije a Tori que probara cuando estaba
teniendo problemas con Quinn. Golpéale en la cabeza hasta que entre en razón
o se desmaye—Ulyssa sonrió abiertamente.
—Además, en todo caso, aporreando a Reid unas cuantas veces te hará sin
duda sentirte mejor —Se rió Tori—. Ese podría ser el más molesto de todos. Sé
que he sentido ganas de pegarle en la cabeza un par de veces.

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—Es resistente. Lo puede soportar —Aseguró Sam a Jasmine, asintiendo
con la cabeza. Jasmine se rió, a pesar de sí misma.
—No nos malinterpretes, Reid es un buen hombre. Puede bromear, pero
en el fondo, tiene sentimientos. Si exiges que te diga la verdad, te la dirá
directamente. Es una cuestión de honro para los Var. No mienten a menos que
sea una situación de vida o muerte, o si no se puede evitar.
—Nunca mienten a sus mujeres —Dijo Tori.
—No me cabe duda de que todos los príncipes sean honorables —Las
lágrimas asomaban en los ojos de Jasmine. Las mujeres eran tan dulces.
Extrañamente, se sentía cerca de ellas, más cerca de lo que nunca se había
sentido con nadie, además de Reid. El problema con él, aunque fuera que no se
podría dirigir a él de esta manera—. Pero creo que estáis malinterpretando lo
que está pasando con Reid y conmigo. Estáis asumiendo que soy su mujer. No
lo soy.
Las mujeres intercambiaron una mirada.
La cara de Tori cambió a una de compasión.
—¿Así qué ya le preguntaste directamente entonces?
—No tuve que hacerlo —Respondió Jasmine—. Ya lo sabía.
Las tres mujeres intercambiaron otra mirada. Poco a poco, todas asintieron
y no dijeron nada más sobre él, cuando cambiaron de tema.

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CAPÍTULO 12

La oficina real de Kirill se parecía mucho al resto del palacio, con las
mismas baldosas hermosas en las paredes y la misma sensación de castillo
medieval en su estructura. Frente al escritorio del rey, una chimenea apagada
grande fue eclipsada por una pared lateral aún mayor. Banderas largas
colgaban a cada lado de ella. Una gran alfombra tejida en color rojo y azul,
estaba en el suelo. Su patrón intrincado fue tal vez el más hermoso del palacio.
Al lado de la alfombra había grandes sillas, tan profundas que casi se tragarían
a una persona.
Reid estaba en medio de la habitación, mirando entre Falke y Kirill, su ceja
arqueándose en cuestión.
—¿Y bien?
—La nave de la mafia está en órbita. Se han puesto en contacto con el
palacio y desean enviar alguien abajo para negociar la devolución de su
propiedad —Dijo Kirill, de pie detrás de su escritorio.
Reid se tensó. Todo su cuerpo temblaba.
—Jasmine no es de su propiedad.
—Sabiendo lo que sabemos sobre la mafia, no vamos a mandarla de vuelta
con ellos. El honor lo prohíbe.
Reid no se preocupaba de su honor personal. Se preocupaba por Jasmine.
Nada más le importaba.
—Sabes, siempre pensé que cuando finalmente te enteraras que tenían tu
otra media naranja, todos nos reiríamos mucho —Dijo Kirill—. Pero, no veo
nada gracioso sobre tu situación.
Reid lo miró.
—¿Recuerdas lo que me dijiste, Reid? No estamos viviendo la vida de
nuestro padre. Nos corresponde a nosotros trazar nuestro propio destino —Dijo
Kirill—. Attor era…
172
—¿Crees que estoy siendo obstinado sobre alguna teoría que nuestro
padre dijo? —Reid le preguntó con incredulidad—. Sabía que Attor estaba
equivocado al primer momento en que la vi. No quería admitirlo, peor lo sabía.
Ella había estado en mi cabeza con sólo una mirada. He soñado con ella. Me
completa de alguna manera. He estado obsesionado con ella.
—¿Entonces? —Preguntó Kirill.
—Ella no está obsesionada conmigo —Respondió Reid en voz baja. Les dio
la espalda, incapaz de mirar a los ojos de sus hermanos.
—¿Le has preguntado? —La voz de Kirill era tranquila, calibrando.
—No tuve que hacerlo. Ella me dijo como se sentía —Reid se echó a reír,
un sonido bajo y triste que no tenía ningún humor—. Y, tonto que fui, apareé su
vida a la mía. Supongo que es una especie de justicia poética. El que creía que
nunca caería, se hace compañero de una mujer que no le quiere.
—¿No se lo dijiste? —Preguntó Falke—. No lo sabe, ¿verdad?
—¿Qué puedo decirle? —Reid levantó la barbilla—. No hay ninguna
razón para avergonzarme más a mí mismo y hace que ella se sienta incómoda
en el proceso. Si me quiere, se quedará cuando llegue el momento de tomar esa
decisión.
—Reid, no —Kirill sacudió la cabeza—. Las mujeres no son como nosotros.
Necesitan que se lo digan. No son Var. No cometas el error de…
—¿Cuál es el plan? —Interrumpió Reid, incapaz de discutirlo más a fondo.
Había pasado varios días gloriosos con Jasmine, observando cada uno de sus
movimientos buscando una señal de que sentía cariño por él más allá de cómo
amigo, más que sólo como un amante. Nunca vio esa señal.
—Quinn está hablando ahora con ellos en la sala de comunicaciones —
Dijo Kirill—. Se ha estancado, está esperando nuestra decisión. Nuestras
mujeres están con Jasmine, manteniéndola ocupada y segura. Si trata de irse, la
retendrán de cualquier modo necesario. Jarek devolvió su tripulación a su nave
y están vigilando las cosas desde arriba.
—Es tu esposa, Reid —Dijo Falke—. La decisión es tuya. Si nos lo pides,
lucharemos contra todos ellos.
Reid asintió con la cabeza, dándoles las gracias, pero no podía pedir que
sus hermanos lucharan. Tenían sus propias mujeres y bebés en camino. Si
173
hubiera otra forma, él la encontraría. Los enfrentamientos serían la última
opción.
—Dejar que su hombre baje. Tal vez podamos convencerle que Jasmine no
está aquí. O, tal vez podamos negociar con ellos por ella. Son hombres de
negocios, sórdidos, pero hombres de negocios no obstante.
—Estoy seguro de que todos nos gustaría conseguir apartar a golpes a ese
Dr. St. Claire —Dijo Kirill.
Reid asintió con la cabeza. Un fuego ardía dentro de él. Daría cualquier
cosa por vengar a Jasmine y darle cualquier paz.
—Lo más probable es que sepan que está aquí —Dijo Falke—. Negarlo
sólo crearía más desconfianza adicional.
Reid asintió con la cabeza, forzando toda emoción.
—Muy bien. No diremos nada, sólo les dejaremos hacer su oferta primero.
Dile a Quinn que lo arregle.
Kirill asintió.
—Los recibiremos en el muelle de aterrizaje. No los quiero en palacio.
Tendremos a Siren en máxima alerta.
Reid cabeceó.
—Muy bien, hagámoslo.
***********
Jasmine miró alrededor de la mesa, mirando a las tres mujeres de aspecto
muy culpable, de repente. Habían estado charlando sin parar durante casi una
hora. Se puso de manifiesto que habían estado intentando mantener sus mentes
ocupadas en otra parte. Pero cuando Tori murmuró:
—Odio esto —Jasmine supo que algo estaba pasando.
—Algo está pasando, ¿no es así? —Exigió Jasmine, levantándose. Las
mujeres al instante se levantaron de la mesa. Jasmine dio un paso hacia la
puerta.
—Siren —Dijo Ulyssa—. Enciérranos hasta que yo de la orden.
—Sí, mi reina —Respondió Siren.

174
Jasmine corrió hacia la puerta, tirando de ella. Estaba cerrada con llave.
—Siren, ábrela.
El ordenador no contestó.
—Siren —Ordenó Jasmine—. ¿Me estás escuchando? ¡Dije que me dejaras
salir de aquí!
—Lo siento, princesa Jasmine, pero sólo soy una puta y no la puedo
entender —Contestó el ordenador.
—¿Acaba de decir que sólo es una puta? —Exigió Jasmine, afrontando a
las mujeres que estaban de pie detrás de ella—. ¿Y acaba de llamarme princesa?
—Oh, no —Dijo Ulyssa, frotando su vientre—. No se te habrá ocurriría
insultar a Siren, ¿verdad? Ella es muy delicada.
—Siren —Advirtió Tori—. Jasmine no quería decir nada de lo que dijo. No
la liquides.
—¿Liquidarme? —Jadeó Jasmine, mirando alrededor del cuarto. Nada
había cambiado.
—Pídele perdón, rápido —Dijo Tori—. La hice cabrearse y ella me disparó
con laser en mi trasero, haciéndome perder el conocimiento.
—He oído que bloqueó a Reid en la cámara de las armas por llamarla
pedazo demasiado caro de chatarra —Susurró Sam.
—Creo que dijo que era fea —Dijo Ulyssa, frunciendo el ceño.
—No importa —Insistió Tori con urgencia—. Confía en mí. Discúlpate.
Sintiéndose como una idiota, Jasmine pidió perdón a una computadora.
—Lo siento, Siren. No lo decía en serio. Sólo estaba tratando de cabrear a
Reid y yo… lo siento.
—Gracias, mi señora —Dijo Siren, su voz alegre—. Disculpa registrada.
—¿Por favor, puedes abrir la puerta ahora? —Le preguntó Jasmine
dulcemente.
—Lo siento, mi señora, pero el acceso a tales órdenes se niega a un nivel
ocho de seguridad.

175
Jasmine abrió su boca, lista para llamar al ordenador por otros cuantos
nombres selectos, cuando Tori corrió hacia ella y le tapó la boca.
—Confía en mí en esto, Jasmine. Déjalo pasar.
—Oh —Se quejó Ulyssa—. No me siento muy bien.
Jasmine frunció el ceño, pensando que la reina estaba tratando de
distraerla para que no saliera.
—Oh, mi… —Dijo Sam.
—¿Ulyssa? —Preguntó Tori.
Hubo un sonido de agua cayendo sobre el suelo. El vestido de Ulyssa se
empapó de la cintura para abajo. Alzó la vista de donde un charco se reunió
bajo sus pies, sus ojos se ampliaron.
—Creo que estoy teniendo el bebé. He estado teniendo calambres todo el
día. Creí que era una indigestión otra vez por comer todo ese chocolate anoche
antes de irme a la cama.
—No —Dijo Sam—. Es demasiado pronto. No puedes tener este bebé.
—No creo que eso importe —Soltó Jasmine—. Ha roto aguas. Veta a
buscar a su marido.
—No, no puede —Dijo Ulyssa—. Está con Reid, están…
La reina agarró su vientre y gimió. Sam palideció, haciendo un
movimiento para alcanzarla y retrocedió.
—Estabas casada con un médico, Jasmine, ¿es esto…? —Dijo Ulyssa, sus
ojos abriéndose de miedo.
Jasmine sacudió su cabeza, tratando de aclararla. Ulyssa entendió mal sus
palabras y se tambaleó sobre sus pies. Al instante, la mente de Jasmine asumió
lo que tenía que hacer.
—Tori, dile a Siren que supervise sus constantes vitales o cualquier cosa
para que ese ordenador pueda hacer. ¿Entiendo que puedes hacer eso?
Tori asintió con la cabeza y le dio a Siren la orden.
—¿Tiene un médico? —Preguntó Jasmine.
Sam asintió con la cabeza.

176
—Sí, pero hoy ha ido a su visita al pueblo. El palacio está en máxima alerta
hasta el después…
—Me podrían decirlo también lo que puede pasar —Dijo Jasmine.
—¡Argh! —Ulyssa gritó, sus rodillas doblándose mientras se agarraba el
estómago. Casi sin aliento, dijo—. Los chicos han ido a encontrarse con la Mafia
Médica para ve lo que quieren. Aparte de eso, no sabemos lo que está pasando.
Esperábamos sólo a que nos dijeran que todo estaba bien para salir.
Jasmine se tensó.
—Así que, ¿os enviaron para ser mis niñeras?
—Sí —Se apresuró a decir Ulyssa—. Ahora, ¿podrías odiarme por esto
más tarde?
—Llévala a la cama —Jasmine se estremeció, y se enfocó. Tori y Sam
ayudaron a la mujer embarazada a acostarse—. Tori, ¿tiene Siren alguna
función médica para que la inyecte o algo así?
Tori preguntó al ordenador. No estaba totalmente operacional como
médico, pero realmente tenía algunos usos. Monitoreó las contracciones y fue
capaz de esterilizar sus manos en el cuarto de baño. Sam amañó el simulador de
comidas para materializar algo que ayudara a aliviar el dolor de Ulyssa. Esta se
negó a beberlo, preocupada que pudiera hacerle daño al bebé. Jasmine sabía
que no lo haría, pero no insistió en el tema.
Jasmine respiró hondo. Tori fue de gran ayuda, siendo como era una
científica. Entre las dos se arreglaron para trazar un plan de juego. Sam tomó la
mano de Ulyssa, hablando con ella y dándole ánimos.
—Está bien —Dijo Jasmine, sentándose en el borde de la cama y
respirando hondo. Sus dedos temblaron, pero trató de no dejarle ver a Ulyssa
su preocupación—. Creo que estamos listas.
—¡Ahhh! —Gritó Ulyssa—. Eso es bueno, porque listas o no, aquí viene.
************
Reid miró a Kirill. El rostro de su hermano había palidecido ligeramente.
En voz baja, le preguntó:
—¿Qué pasa?

177
Estaban de pie en la pasarela fuera del palacio. A ninguno de ellos le
gustaba que la mafia estuviera cerca de su casa, pero los guardias Var estaban
dentro preparados para la batalla si algo sucediera. Además, ninguno de los
hermanos quiso dejar el palacio o sus mujeres sin atención mientras recibían a
los hombres en otro lugar.
—No es nada —Dijo Kirill, su mandíbula tensa—. Sólo sentí a Ulyssa
durante un segundo.
—Si necesitas… —Comenzó Reid.
—No, confío en ella. Puede cuidar de sí misma. Sentiré si me necesita para
ir a ella —Dijo Kirill.
Reid asintió con la cabeza, deseando tener esa confianza entre él y
Jasmine, mientras miraba al final de la plataforma. La gran nave había atracado
y estaban desembarcando tres hombres con chaquetas oscuras, que llegaban a
sus rodillas, y abrochadas completamente por la parte delantera. Sus pantalones
eran sueltos en torno a sus piernas. Uno de los hombres llevaba una pequeña
maleta cuadrada. Reid no se dejó engañar. A pesar de su aspecto refinado,
todavía eran criminales.
—Embajador Reid —Dijo uno de los hombres, mirándolo—. ¿O es usted el
embajador Jarek?
—Soy el príncipe Reid —Dijo, levantando su barbilla. No reconoció al
hombre que habló, pero supuso que lo habría visto al dar su discurso en la
conferencia médica de Nozando. El hombre de la maleta estaba a unos pasos
por detrás de los otros dos.
—Lo siento, su Alteza. No me di cuenta que pertenecían a la realeza —El
hombre hizo una reverencia, pero no pareció nada respetuosa.
Reid no dijo nada. Los hombres miraron a sus hermanos.
—Soy el Dr. Ellington —Dijo el hombre que había hablado. Luego,
señalando al hombre a su lado, lo presentó—. Este es Doc Francis. Hemos
venido a negociar la devolución de nuestro patrimonio.
Doc Francis era un hombre mayor. No dijo nada, sólo se quedó mirando.
Reid miró atrás al hombre que llevaba la maleta. ¿Era el Dr. St. Claire? Nunca
había visto al hombre, así que no podía estar seguro. El tipo no estaba actuando
como un hombre que hubiera perdido a su esposa.

178
—No era consciente de estar en posesión de algo de su propiedad —Dijo
Reid.
—No juegue —Espetó el Dr. Ellington—. Su amigo ya habló.
Reid se tensó. ¿Amigo? ¿Se refería a Jarek, o quizás algún miembro de su
tripulación? El Dr. Ellington agitó su mano. El hombre con la maleta avanzó y
la abrió. Con un tirón vertió el contenido en el suelo. Una cabeza cortada rodó
hacia los pies de Reid. Este tomó un aliento profundo, lento, obligando a sus
nervios a mantener la calma. Poco a poco como si no tuviera ninguna
preocupación en la galaxia, miró hacia abajo. La cara de la cabeza estaba
apuntando hacia los pies. Quien hubiera sido había tenido el pelo corto y negro
con sienes canosas. Por el aspecto de laceraciones en su cara, había sido
torturado. Sus ojos habían desaparecido de su cabeza. Reid no le reconoció.
—¿Quién era este?
—¿No le conoce? —Preguntó el Dr. Ellington sorprendido—. Quizás sólo
no reconoce al Dr. St. Claire. Ha perdido un poco de peso, ¿no es así?
Reid echó un vistazo abajo otra vez. ¿Este era el Dr. St. Claire? Respiró
hondo, preguntándose cómo se tomaría Jasmine las noticias y cuando se lo
diría. Reid no podía decir que lo sintiera.
—¿Este es St. Claire? —Preguntó Reid—. Me ha hecho un favor. Ahora
puedo quedarme con su esposa.
Los hombres intercambiaron miradas.
—Esto no es una broma. Os lo aseguro, estamos muy serios.
—Y le aseguro —Dijo Kirill—. Que nosotros también lo somos.
—Entonces entréguenos nuestra cabina.
Reid se tensó. ¿Cabina? ¿Estaban aquí por una cabina?
—Me temo que no le sigo —Dijo Kirill.
—¿Y usted es? —Exigió el Dr. Ellington.
—Es el rey —Contestó Falke. El gran Var dio un paso adelante, altísimo
sobre los hombres. Esos se sacudieron y retrocedieron un pequeño paso.
—Su Majestad —Dijo el Dr. Ellington, inclinándose respetuosamente
mientras vigilaba a Falke.

179
—¿Qué es eso de una cabina? ¿No estáis aquí por Jasmine St. Claire? —
Preguntó Reid.
—¿Quién? ¿La esposa del Dr. St. Claire? —El Dr. Ellington se rió—. ¿Qué
podría querer de esa insípida mujer? Si quiere, quédesela. No nos importa. Sólo
queremos nuestra cabina médica de vuelta. Jasmine la ganó en un concurso. El
Dr. St. Claire nos dijo que la mandó poner en su nave. Trató de jurar que él no
sabía lo que había en ella, pero luego se lo robó, ¿verdad?
Reid apenas podía respirar. Estos hombres no querían a Jasmine. Querían
la estúpida cabina médica de la nave de Jarek.
—Queremos lo que es nuestro —Dijo el Dr. Ellington.
—Recoja su cabeza —Contestó Reid, frunciendo el ceño en lo que esperó
que pareciera aburrimiento e irritación. El Dr. Ellington hizo señas al hombre
con la maleta. Colocó la cabeza dentro de nuevo y retrocedió—. Vuelva a su
nave. No sé lo que St. Claire estaba haciendo, pero nos dio esa cabina como
regalo. Realmente pensamos que era divertido, especialmente cuando dijo que
nos iba a pagar por llevarnos a su esposa de alado de él. Pero ella era bonita y
yo deseaba una esclava en mi cama.
Reid no lo decía en serio, pero era en lo único que podía pensar. Estos
hombres miraban a la gente de Var como bárbaros primitivos, retrasados. ¿Por
qué hacerles cambiara de opinión? Que pensaran que los Var eran tontos
estúpidos.
—¿Y la cabina? —El Dr. Ellington insistió.
—Déjame quedarme a la mujer y acceder a iros pacíficamente y os dejaré
llevar la cabina —Reid levantó su barbilla—. Ni siquiera la hemos
desempaquetado. La conseguirán exactamente como nos la dieron.
El Dr. Ellington sonrió con satisfacción. La expresión de su rostro era
condescendiente, como si pensara que los Vars eran un montón de tontos.
—De acuerdo.
Reid miró a los hombres irse, quedándose de pie en silencio hasta que la
nave se fue. Una ráfaga de aire caliente sopló alrededor de ellos. Cuando estaba
lejos de la tierra, Kirill le preguntó:
—¿Qué crees que quieren de la cabina?

180
—No lo sé. Haz que Ulyssa se lo diga a sus contactos del HIA. Asegúrate
de que la nave se va lejos de aquí —Dijo Reid—. Si pensaban que valía la pena
para matar a alguien y viajar todo nuestro cuadrante además, no puede ser algo
bueno.
—¿Y Jasmine? —Preguntó Falke.
—El Dr. St. Claire está muerto —Dijo Reid, desgarrado entre el alivio y la
tristeza—. Está a salvo de él. El resto depende de ella.
***********
Jasmine miró al bebé retorciéndose en los brazos de Ulyssa. Todavía tenía
un poco de color púrpura, pero Siren les aseguró que las constantes pulsaciones
de la nueva vida eran sanas y fuertes. El niño estaba envuelto en una tela y la
reina se veía cansada pero feliz.
La manija de la puerta bajó, haciendo que todas jadearan de alarma.
Estaba cerrado con llave. Un golpe comenzó al otro lado.
—¿Ulyssa? —La voz de Kirill se oyó, sonaba preocupado—. ¿Estás bien?
—Siren —Dijo Ulyssa suavemente—. Abre la puerta.
—Sí, mi Reina —Dijo Siren, segundos antes de que la puerta se abriera de
golpe.
Kirill fue el primero en atravesarla con Reid justo detrás de él. Pronto
Quinn y Falke se les unió. Todos los ojos se volvieron a la cama donde yacía
Ulyssa.
—Ven a conocer a tu hijo —Dijo ella en voz baja, mirando a su marido. Los
ojos de Kirill se abrieron como platos. Las felicitaciones estallaron, cuando sus
hermanos le golpeaban en la espalda. Jasmine miró a Reid. Sus ojos se
encontraron con los suyos y su sonrisa desapareció.
Kirill fue hacia su esposa y la besó antes de tomar al bebé.
—Mi hijo.
Jasmine se apartó cuando todos se reunieron alrededor de la cama. Este
era un momento familiar, y ella no era técnicamente parte de la familia. La
puerta estaba abierta, y ella se deslizó en silencio fuera de la habitación.

181
—Jasmine, espera —Reid la llamó por detrás. Ella se dio la vuelta
sorprendida, creyendo que no había notado que se fuera—. Tengo que hablar
contigo.
Asintió con la cabeza y echó un vistazo alrededor del pasillo.
—¿Aquí?
—Ah —Reid miró también alrededor como si lo pensara—. Vamos a la
oficina de Kirill.
Comenzó a mostrarle el camino a través de los pasillos. Jasmine se quedó
a medio paso por detrás de él, observando su cuerpo magnífico por el rabillo
del ojo para asegurare de que estaba ileso. Había estado tan asustada cuando se
enteró que iba a reunirse con la mafia. Su primer impulso había sido correr
detrás de él y protegerlo, y había sido tonto realmente. Sabía por instinto que
Reid sería más que capaz de cuidar de sí mismo.
Estaba tan aliviada de verlo sano y salvo, que apenas se preocupaba de
nada más. Cuando llegaron a la oficina, él cerró la puerta detrás de ellos para
que pudieran estar solos. Jasmine lo miró, manteniendo la distancia entre sus
cuerpos. Lo quería tanto. Su cuerpo estaba hambriento por su toque. Buscando
en sus rasgos duros, sabía que tenían que hablar primero. Empujó los
pensamientos de sexo de su mente.
—Te reuniste con la Mafia Médica —Dijo Jasmine. No era una pregunta.
Reid asintió con la cabeza y se alegró de que no le mintiera—. ¿Qué pasó?
—Querían que les devolviéramos la cabina médica que nos diste. Por lo
que podemos decir, debe tener alguna clase de información que necesitan o tal
vez pasaban algo de contrabando en ella. Nos hemos puesto en contacto con
Jarek y hará los preparativos para devolvérsela. Entonces, se irán. Tan pronto
como estén fuera de nuestro espacio aéreo, Ulyssa se pondrá en contacto con el
HIA e interceptarán la nave una vez que esté lejos de aquí. No vinieron aquí a
por ti, Jasmine. Vinieron por su cabina
—Pero, Chad, él…
—Chad está muerto.
Los ojos de Jasmine se abrieron.
—¿Tú…?

182
—No, fueron ellos. Vi su cabeza —Reid respiró hondo, estudiándola
atentamente.
Jasmine jadeó, sus rodillas se debilitaron de alivio cuando se hundió en el
suelo. ¿Chad estaba muerto? ¿Era libre? Reid estuvo a su lado en un instante,
arrodillándose a por ella cuando creyó que sus brazos le impedirían caerse.
Temblando ella preguntó.
—¿Estás seguro de eso?
—¿Tenía el pelo negro, y gris a lo largo de aquí? —Reid le preguntó
señalándose sus sienes. Jasmine asintió con la cabeza—. Entonces, sí, era
definitivamente él. El Dr. Ellington sólo supuso que yo sabría quien era él.
—¿Así que es así? Se acabó —Preguntó ella. Chad estaba muerto. Muerto.
Ella era libre—. ¿Soy libre?
—Sí, Jasmine, eres libre —Reid la dejó ir y lentamente se puso de pie.
Jasmine se levantó del suelo. Sin detenerse a pensar, se acercó a él y echó los
brazos alrededor de su cuello.
—Gracias —Dijo, besando en sus labios ligeramente—. Gracias.
Jasmine le besó de nuevo, esta vez dejando que su boca se quedara más
tiempo. Echándose hacia atrás, miró sus labios, vaciló y luego se inclinó para
profundizar su beso. Sus labios se separaron y ella gimió. Reid siempre sabía
tan bien, tan adictivo. Ella sintió que su cuerpo se clavaba contra su estómago,
su eje llenándose. Antes de que pudiera reunir sus pensamientos, estaba tirando
de su cinturón.
—No llevo bragas —Dijo a modo de invitación.
Reid gruñó, con sus ojos aclarándose a verdes, y sabía que estaba tan
excitado como ella. Sus manos tiraban de su falda levantándosela. En
momentos como este sus cuerpos estaban tan en sintonía. Era como si pudiera
leer lo que él quería.
Jasmine desató sus cordones, aflojando su pantalón. Sus muslos desnudos
se rozaron. Ella miró a su alrededor.
—¿El escritorio?
Reid asintió con la cabeza en aprobación. Casi salvajemente, la giró
alrededor y la apoyó sobre el escritorio. Se acercó a ella por detrás, sosteniendo
183
su falda fuera del camino cuando agarró sus caderas. Los pechos de Jasmine
rozaban a lo largo de la dura superficie a través de la fina tela. La prensa dura
sólo se sumó a la urgencia de su situación, aumentando su deseo. Ella se aferró
a los lados, adorando como la posición le daba a él el control. Había algo muy
erótico en jugar a estar indefensa ante él, a punto de ser conquistada por el gran
príncipe, el fuerte guerrero.
De repente, Jasmine se dio cuenta en que confiaba plenamente en él
cuando se trataba de su cuerpo. Sabía que nunca le haría daño. Eso era lo que
hacía estos juegos que jugaban divertidos y emocionantes. Así que, si podía
confiar en él de esta manera, ¿podía confiar en él algo más que su cuerpo?
¿Podía confiarle su corazón?
Jasmine sintió la punta dura, caliente que se presionaba contra sus
mojados pliegues. Su cuerpo estaba excitado en un punto febril, tan necesitado
que no podía concentrarse en sus propias preguntas. Tensándose, esperó ese
primer empuje, la sensación de su gruesa masa estirándola ampliamente.
Necesitaba sentirlo dentro de ella.
—Oh, sí, Reid —Lo impulsó—. Tómame.
Reid gimió, empujando hacia adelante, llenando su cuerpo apretado hasta
el extremo. Agarró el escritorio y gimió.
Él presionó sus caderas contra ella en movimientos pequeños y poco
profundos, golpeándola en el lugar correcto. Una de sus manos se apoyó a su
lado mientras que la otra rodeó su cintura. Presionó un dedo entre sus pliegues,
encontrando el pequeño brote escondido allí. Ella inmediatamente se tensó
cuando él la acarició con sus mano y con su eje a la vez.
Jasmine no podía moverse, cuando la obligó a tomar el placer que él le
daba. Sus dedos de los pies se curvaron. Sus caderas siguieron moviéndose en
pequeños círculos mientras cogía el ritmo. Su muslos se clavaron en el escritorio
cuando sus empujes se volvieron más urgentes, más profundos y más duros.
Gruñidos animales sonaron aunque pareció fuera del cuarto, dando testimonio
de su satisfacción. Los dos puntos duros de sus pezones rozaban contra la
superficie lisa, enviando ondas eléctricas de placer a través de su cuerpo. Reid
pellizcó el brote húmedo entre sus dedos, haciéndolo rodar de un lado al otro.
El estímulo fue demasiado. Jasmine se tensó, gritando débilmente cuando
su orgasmo la golpeó. Sus músculos se apretaron, pero no se detuvo. La montó

184
hasta una completa liberación, Reid frenó el ritmo de su cuerpo. Sólo cuando
ella comenzó a bajar, se puso rígido, corriéndose dentro de ella.
Él apartó su mano primero, presionándola al escritorio. Jasmine se alegró
de contar apoyo bajo ella. Sus piernas temblaban con tanta fuerza que estaba
segura de que no sería capaz de mantenerse de pie sin apoyo. Después de un
momento largo, él se retiró, bajando su falda sobre su trasero. Jasmine gimió en
señal de protesta, justo antes de levantarse. Todavía respiraba con un poco de
dificultad, se apoyó contra el escritorio, su cabeza baja.
—Gracias —Dijo suavemente.
Reid se rió entre dientes.
—No tienes porque agradecerme esto.
—Quería decir, gracias por tratar de protegerme —Jasmine se giró hacia
él. Estaba subiéndose los pantalones—. Pero, quiero que sepas que puedo
cuidar de mí misma.
Su sonrisa se desvaneció.
—No me gusta que tomen mis decisiones por mí. No me gusta en tener a
tus cuñadas enviadas para distraerme mientras sales y luchas mis batallas por
mí. Sí, resultó bien, pero deberías haber hablado primero conmigo. Me deberías
haber dicho lo que pasaba.
—Así pues, ¿y qué si luché tus batallas por ti? ¿Es eso tan malo? Soy un
hombre, un guerrero. No hay vergüenza en ello —Reid prácticamente le gritó—
. Como no hay ninguna vergüenza en ti como mujer para ser protegida. Somos
como somos, Jasmine. Tú eres del sexo más débil físicamente. No puedes ganar
a hombres crecidos en la batalla. He pasado casi la mayor parte de mi vida en la
batalla. ¿Por qué no dejar que me haga cargo de eso por ti?
—Reid —Dijo, respirando hondo. Jasmine cerró los ojos—. No es el hecho
de que trataras de protegerme lo que me molestó. Es el hecho de que no me
explicaras lo que hacías. Si hubieras venido a mí…
—¿Habrías qué? ¿Me habrías dejado manejarlo? —Reid resopló con obvia
incredulidad.
Jasmine suspiró. Tenía razón

185
—No —Contestó francamente—. Probablemente no lo habría hecho. No
me gusta estar abajo el control de nadie. Pasé cuatro años diciéndome que tenía
que hacer, como actuar, que pensar y decir.
—Yo no soy él, Jasmine —Dijo Reid. Al verlo, nadie pensaría que
acababan de estar tan íntimos. Su cuerpo entero tembló y su cara se puso roja.
Sus puños se apretaban y aflojaban en sus lados—. No soy ese hombre.
—Lo sé —Contestó, y luego más alto, gritó—. ¡Ya lo sé!
—Entonces, ¿por qué estás peleando conmigo? —Exigió.
Las lágrimas se asomaron en sus ojos. No podía mirarlo.
—El ordenador me llamó princesa.
Reid se tensó. No tuvo que mirarlo para sentirlo.
—Me hiciste tu medio compañera, ¿verdad? Por eso me siento tan atraída
por ti, ¿verdad? —Jasmine se estremeció—. No me preguntaste antes.
—Jasmine —Comenzó Reid. Sus palabras se desvanecieron cuando ella
levantó su mano para detenerlo.
—Por favor, no digas nada. Sólo necesito algún tiempo para pensar —Dijo
Jasmine, moviéndose para caminar alrededor de él—. Si yo te importo algo,
tendrás que darme un poco de tiempo.

186
CAPÍTULO 13

—Pareces peor de lo que yo estoy y di a luz hace cuatro días —Dijo


Ulyssa.
Jasmine estaba sentada en el sofá de la reina. Una suave luz brillaba en la
chimenea en el salón. Entradas arqueadas llevaban a varias partes de la casa y
las paredes estaban decoradas con largas banderas Var. Era una casa hermosa,
pero Jasmine no miraba alrededor mientras se miraba las manos. El rey se había
ido con su hijo recién nacido, insistiendo que le mostraría como moverse
alrededor de palacio. Ulyssa se había reído. Cuando estuvieron solas le confió
que Kirill realmente solo quería mostrar al bebé, de nuevo.
—No es nada, solo estoy cansada —Contestó Jasmine.
—¿Reid te mantiene despierta por la noche? Eres una mujer afortunada.
He oído historias sobre ese hombre —Bromeó Ulyssa.
Ojalá, Jasmine pensó.
—No. No lo he visto en absoluto. Bueno, hubo un momento en que Tori
me llevó a cenar en la sala de banquetes con todo el mundo hace un par de días.
Estaba allí, pero en cuanto entré se fue sin decir una palabra.
—Qué extraño —Ulyssa se sentó más erguida—. ¿Cuándo fue la última
vez que hablaste con él?
—Justo después de que tuvieras el bebé y nos fuéramos —Dijo Jasmine.
Ulyssa se mordió el labio.
—Hmm, ¿dónde fuisteis?
—A la oficina real —Dijo Jasmine. De repente, se sonrojó, recordando lo
que habían hecho en el escritorio real. En ese momento, ella no se había
detenido a considerar siquiera donde estaban.

187
—Supongo por esa mirada que no voy a tener que preguntar lo que hiciste
—Ulyssa se rió entre dientes.
El rubor de Jasmine se hizo más profundo y realmente tenía que cambiar
de tema. La conversación sobre Reid, solo hacía que el dolor dentro de ella
fuera peor.
—Tori mencionó que un embajador Draig pasó por aquí.
—Tres niños y una niña nacieron el mismo día que mi hijo —Dijo
Ulyssa—. ¿Cuáles son las probabilidades de eso? El príncipe Zoran y su esposa
Pia tuvieron una niña. Políticamente es realmente buena como partido. Zoran es
como Falke, un verdadero guerrero y líder, y muy respetado en su pueblo.
—Es tan extraño que todos nacieron el mismo día —Dijo Jasmine.
—Kirill lo llama destino —Ulyssa se rió entre dientes, pero el sonido era
un poco triste—. Dice que es una señal.
—¿Qué quiere decir?
—Lo hecho, hecho está. Si he aprendido algo de todo, el futuro nunca está
escrito en las estrellas. Podrían señalar cierta dirección, pero nunca lo ponen —
Sonrió Ulyssa, observando a Jasmine con cuidado—. Bueno, vamos a arreglar
esta situación entre tú y Reid. ¿De qué hablasteis?
Jasmine sitió la necesidad de la mujer de cambiar de tema. Sin embargo,
no podía evitar desear que Ulyssa hubiera escogido un tema diferente. Pero tal
vez hablándolo directamente haría algún bien. Estaba cansada de llorar hasta
quedar dormida por la noche añorando a Reid.
—Me contó lo que pasó y que Chad estaba muerto.
—¿Eso es todo?
—Más o menos.
—¿Cuál es el resto? ¿Cuál fue la última cosa que dijiste antes de separaros?
¿O qué te dijo él a ti?
—Nos metimos en una pequeña pelea —Confesó, recordando la
conversación claramente en su mente—. Le dije que no me gustó que él me
protegiera sin hablar conmigo primero y contarme lo que estaba pasando.
—Bien por ti —Insertó Ulyssa, asintiendo con la cabeza.

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—Entonces se enfadó diciendo que no le habría dejado protegerme incluso
si realmente hubiera hablado conmigo.
—Oh, no me gusta decirlo, pero él tiene un punto —Ulyssa se encogió de
hombros—. Lo siento, es verdad.
—Lo sé —Se quejó Jasmine—. Honestamente, me alegro de que se
ocuparan de ello. Jarek consiguió devolverles la nueva cabina médica y se
fueron. Chas está muerto y yo soy libre.
—¿Es eso lo que le dijiste? —Le preguntó.
—No completamente —Suspiró—. Sólo pienso en voz alta.
—Vuelve a la pelea —Ulyssa se inclinó adelante, atentamente estudiando
la cara de Jasmine—. ¿Qué pasó después de que te dijera que no habrías dejado
que el interviniera en el problema por ti?
—Ah, no mucho, le conté sobre lo de Siren llamándome princesa y que
sabía que me había hecho medio compañera —Dijo Jasmine.
—¿Lo negó?
—No le di la posibilidad. ¿Pero por qué programaría al ordenador para
decirlo si no fuera verdad? —Jasmine apoyó su cabeza hacia atrás y cerró los
ojos. Había conseguido finalmente lo que quería, la libertad. ¿Por qué no era
feliz? ¿Por qué se sentía tan vacía por dentro? —Vi la mirada en su cara.
—Creo que tienes que hablar con él —Dijo Ulyssa.
—Yo quiero. Él no quiere hablar conmigo —Jasmine se puso de pie y
comenzó a pasearse—. Me está evitando. Me enojé con él por hacerme una
medio compañera sin preguntármelo primero y le dije que me diera un poco de
tiempo para pensar y él justo después desaparece. Es como si de repente tenga
la Peste Spotted.
—¿Le pediste tiempo? ¿Qué dijiste exactamente? —Preguntó Ulyssa,
moviéndose para ponerse en pie. Se estremeció ligeramente y claramente se lo
pensó mejor. En cambio, reajustó su cuerpo al sofá.
—Le dije que si le importaba algo, tendría que darme un poco de tiempo.
Ulyssa sonrió.
—¿Qué es tan gracioso?

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—Cariño, no te está evitando. Te está dando tiempo. Te está demostrando
que le importas.
—¿Cuatro días? —Jasmine dijo dubitativamente.
—Piensa en ello, Jas. Es un Var. Su vida útil es de cientos de años. ¿Qué
crees que consideraría él un poco de tiempo?
Jasmine se congeló. Ahora veía que realmente lo que decia tenía sentido.
—¿Un años? ¿Dos años? ¿Diez? ¿Qué es todo comparado con cientos?
—¿Va a evitarme durante diez años? —Jadeó Jasmine, horrorizada y
herida ante la misma idea. No podía estar diez años sin Reid. Entonces todo se
hizo claro. Ella apenas podría sobrevivir apenas una semana sin él. Lo
necesitaba.
Jasmine se hundió en una silla. Lo amaba. Lo había sabido durante mucho
tiempo, pero había intentado con todas sus fuerzas fingir que si no creía en las
palabras no serían verdad. No importó. Dichas o no. Su amor por él era real y
estaba allí, y dolía profundamente.
—No si vas a él ahora —La impulsó Ulyssa—. Encuéntrale antes de que
decida que la mejor manera de darte lo que quieres es yéndose. Su honor le
hará irse. Se irá porque creerá que eso es lo que quieres que haga.
Jasmine no se movió. Ni siquiera sabía por dónde comenzar a buscar.
—Siren —Llamó Uylissa—. Encuentra a Reid para mí.
—Sí, mi Reina —El ordenador contesto con una voz almibarada—. El
príncipe Reid está en el patio luchando con el príncipe Falke. Mis sensores no
descubren ningún tipo de arma, mi señora.
—Siren, ¿dónde está el patio? —Exigió Jasmine.
—Lo siento, princesa, pero esa información está restringida —Respondió
Siren.
—Siren —Ordenó Ulyssa—. Cambia el nivel de seguridad de Jasmine de
un ocho a un dos, por favor.
—Sí, mi Reina. La princesa Jasmine tiene ahora una autorización de
seguridad dos.
—Gracias, Siren —Ulyssa hizo señas a Jasmine.

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—Siren, muéstrame como llegar hasta el patio —Dijo Jasmine, añadiendo
precipitadamente—, por favor.
Jasmine despidio a Ulyssa mientras se apresuraba a seguir las indicaciones
de Siren. Oyó gruñir antes de ver a Falke y Reid enzarzados en una batalla en el
campo de entrenamiento en el patio central de palacio. Cuatro paredes
rodeaban el patio cubierto de hierba, bloqueándolo por todos los lados con una
pasarela cubierta de intrincados dibujos y detallados mosaicos.
El cuerpo de Jasmine se tensó. Una ola caliente de añoranza se apoderó de
ella. La espalda de Reid estaba desnuda, sus pies descalzos. Sus músculos se
tensaban mientras se movía entrenándose con su hermano. Todos sus nervios
zumbaron deseándole.
De repente, Reid se paró para olfatear el aire. Falke se desprendió y lo
golpeó, enviándolo directamente hacia atrás. Jasmine se quedó sin aliento. Falke
miró, obviamente sorprendido por su intrusión.
—Ah, ¡Gatos sagrados, Falke! Eso realmente dolió —Se quejó Reid desde
el suelo, frotándose la mandíbula.
Falke sonrió abiertamente y le ofreció una mano. Reid se la agitó lejos,
levantándose solo. Entonces, como si de repente se diera cuenta de lo que le
había distraído, se dio la vuelta a Jasmine. Su mano cayó a un lado. Vio la
contusión que ya se formaba en su mandíbula. Falke palmeó el hombro de Reid
cuando lo pasó de largo, saludó con la cabeza una vez a ella y se fue.
Reid la miró durante un largo momento y luego saludó con la cabeza.
Rígidamente se movió para seguir a su hermano.
—Reid, espera —Dijo Jasmine—. No te vayas.
Se paró.
—Quiero hablar contigo —Dijo, deseando que él se diera la vuelta hacia
ella. No lo hizo. Si solo la mirara, su pequeña sonrisa torcida traviesa, haría que
esto fuera mucho más fácil para ella—. Gracias por darme el tiempo.
Con eso realmente se dio la vuelta. Él asintió con la cabeza una vez.
—¿Has pensado en las cosas? ¿Ya?

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¿Ya? Jasmine quiso reírse. Ulyssa había tenido razón. ¿Qué eran cuatro
días para un hombre como Reid? Aunque, mirando su cara, había sufrido como
ella había hecho. Jasmine sólo podía esperarlo.
—Sí —Caminó más cerca—. Me gusta esto, Reid. Me gusta Qurilixen. Me
gusta el palacio, tu familia, tus costumbres.
Él no se movió.
—Incluso esa especie de Siren —Dijo, tratando de conseguir que él se
riera.
No lo hizo.
—¿Es eso todo? ¿Te gusta estar aquí?
—Yo t… —Jasmine dio un paso hacia él. Estaba más asustada de lo que
alguna vez lo había estado en toda su vida. Te amo, Reid—. Me gustas tú,
también.
—Te gusto —Dijo, dando un paso más cerca.
Jasmine asintió.
—Te he echado de menos.
—Y me has echado de menos —Su boca se ablandó, sólo un movimiento
sutil, no la gran sonrisa que había estado esperando—. ¿Es eso todo?
—Sé que me has hecho tu medio compañera, Reid —Jasmine respiró
hondo—. No estoy contenta con que lo hicieras sin decírmelo y de hecho no
estoy segura de cómo lo hiciste. Pero, si me prometes no hacer nunca más
alguna cosa así otra vez sin decírmelo primero, entonces…
—¿Entonces?
—Quiero quedarme como tu medio compañera —Dijo Jasmine. Su
corazón se rompió conformándose con menos de lo que quería, pero nada de
Reid era peor que tener un poco de él—. Sé que no eres el tipo para
comprometerte, por tanto no te haré demandas. Me gusta estar aquí y no tengo
otro sitio a donde ir.
—¿Así que te quedarás porque no tienes a dónde ir si no? —Su leve
sonrisa cayó.
Jasmine hizo una mueca.

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—Me estás entendiendo del todo mal.
—Bueno, entonces tú hablas del todo mal —Él colocó sus manos en sus
caderas.
—Te estoy diciendo que seré tu medio compañera. Es eso lo que querías,
¿verdad?
—¿Alguna vez te dije eso, Jasmine? —Preguntó. Hablaba en voz baja
cuando fue hacia ella. Ella no se movió. Cuando se detuvo, estaba tan cerca que
podía sentir el calor de su cuerpo irradiando sobre ella. Acercando su cara más
cerca de la suya, le preguntó—. ¿Me preguntaste alguna vez que es lo que yo
quería?
—¿Qué quieres?
—Seguro como el infierno que no una media esposa —Refunfuñó
suavemente—. Nuca te hice mi medio compañera.
—Oh —Los ojos de Jasmine se llenaron de lágrimas. Le tomó toda su
fuerza de voluntad no comenzar a llorar—. El ordenador… me llamó y pensé…
pero no lo hiciste… de modo que cuando… el amor…
—¿Amor? —Susurró.
¡Oh, Gatos… sagrados, o todo en lo que fuera que maldijeran! ¿Acabas de
decir eso en voz alta? Cállate, Jasmine, pensó. Vas a hacer el ridículo. Mantente
controlada.
Sus ojos oscuros miraron profundamente a los suyos. Todo en él la
agitaba. Ella se estremeció y asintió.
—Te amo. Por eso quiero quedarme aquí.
Reid sonrió.
—Esa era la razón que quería oír.
—¿Pero…?
Reid la agarró por la cintura y tiró de su cuerpo más cerca. La besó hasta
que sus pulmones ardieron, y luego se retiró.
—Ahora, pregúntame lo que quiero. No asumas nada. Pregúntamelo a mí.

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—¿Qué quieres? —Jasmine se mordió el labio. Se sentía tan bien, tan
correcto estar entre sus brazos. Se estremeció, su corazón negándose a latir
hasta que la contestara.
—Quiero que seas mi esposa. No mi medio compañera, no sólo una
amante, sino mi compañera de vida. Te deseo, Jasmine, todo de ti. Te quiero —
Reid rozó sus labios con los suyos-. Di que serás mía, para siempre.
Jasmine se quedó sin aliento, asintiendo frenéticamente porque las
palabras no pasarían por su apretada garganta. Sus labios trabajaban, pero
ningún sonido salió.
—¿Sí?
—Sí —Susurró, abrazándolo cerca—. Sí, sí.
Reid la tomó por la cintura, girándola en círculos. Sus pies se levantaron
del suelo. Nunca había sido tan feliz. Entonces, dejándola le dijo:
—Me alegro que hayas dicho eso porque ya nos hemos hecho compañeros
de por vida.
—¿En serio? —Jadeó Jasmine—. ¿Cuándo?
—Cuando estuvimos en mi casa, y te tomé contra la pared después de que
fui a cazar —Él se inclinó y la besó en el cuello, dejando que sus dientes fueran
más agudos, y que se deslizaron sobre su piel, no haciendo daño—. Mm, me
pediste que te arrancara la ropa, y yo… —Mordisqueó su oreja, dando una
pequeña risa perversamente deliciosa.
Jasmine se ruborizó. Mirando a su alrededor, lo regañó.
—¡Reid! ¡Sh! Alguien podría oír eso.
Su respuesta fue un gruñido bajo, primario, mientras sus manos se
deslizaron detrás de su espalda para acariciar su trasero. Apretó, levantándola
contra su erección.
—Reid —Estaba cansada de parecer severa—. Al menos llévame primero a
tu dormitorio.
—¿Te acuerdas de después? —Siguió Reid, fingiendo que no oía sus
protestas.
—¿Cuándo dije que amaba tener sexo contigo? —Preguntó Jasmine, se rió
a pesar de sí misma—. Es verdad, lo sabes.
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—No, no eso. En la parte cuando me empujaste a la cama y luego
comenzaste a lamer tu…
Jasmine jadeó, al instante silenciándole con su boca.
—No, eso no era eso, lamiste mí…
Jasmine le besó de nuevo, mucho tiempo y con fuerza. Empujó su lengua
en su boca para mantenerle callado. Reid se rió y se retiró. Entonces, con una
perversa sonrisa en sus ojos, dijo:
—Como desees.
Lanzándola sobre su hombro, la llevó al dormitorio libre más cercano.
***********
Dos meses más tarde…
Jasmine se sentó en el regazo de Reid. Estaban en una silla de la sala de
Tori. Estaba acurrucada en el abrazo de su marido. Reid besaba su cuello,
mordisqueando suavemente su piel de una manara que la hizo estremecerse.
Dos meses y todavía su cuerpo no podía tener lo suficiente de él. Ella era
insaciable. Menos mal, porque el apetito de Reid por ella era igual de fuerte. Era
un milagro que incluso salieran del dormitorio el tiempo suficiente para
acordarse de comer.
Tori estaba dormida en el dormitorio, habiendo dado a luz hace poco.
Ulyssa la estaba cuidando. Kirill estaba contándole a Jarek las noticias en el
cuarto de comunicaciones. Jarek había estado fuera en ese momento. Parecía
que era un príncipe que no podía permanecer en algún lugar sobre el suelo
durante mucho tiempo.
La llegada del bebé fue el motivo por el que Jasmine y Reid habían vuelto
al palacio. Tori había insistido en que Jasmine estuviera allí. La princesa afirmó
que era un amuleto de la buena suerte ya que había ayudado a Ulyssa durante
su trabajo de parto.
Jasmine suspiró y miró el pequeño bulto envuelto en los brazos de su
padre. Quinn tenía una amplia sonrisa en su cara mientras sostenía a su hijo
para que todos lo vieran. No le importaba ayudar cuando trajo tanta inocencia y
vida al mundo.

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Sam descansaba en los brazos de Falke, sus piernas estiradas sobre el sofá,
mientras ella dormía. Su estómago realmente se había hinchado desde que
Jasmine llegó por primera vez al palacio y la pobrecita dormía a cada rato.
Jasmine estaba preocupada por Sam, pero Falke le aseguró que todo era normal.
El cuerpo de Sam no manejó el embarazo como otra mujer hacía y por eso
necesitaba mucho descanso.
—Dejarme decirles —Susurró Reid—. Por favor. He sido bueno.
Prometiste que se lo podía decir si yo era bueno.
—No hoy —Dijo Jasmine—. Hoy es el día de Tori.
—¿Cuál es el día de Tori? —Preguntó Tori, saliendo por la puerta del
dormitorio, directamente detrás de ellos.
Ulyssa sostenía el brazo de la mujer.
—Insistió, Quinn. No me mires así.
—Quiero más —Dijo Quinn, orgullosamente sosteniendo el bebé y
mirando a su madre—. Quiero una docena de ellos, cientos de ellos.
Tori gruñó a su marido. Jasmine juró que Quinn parecía el padre más
orgulloso que había visto alguna vez. No podía dejar de sonreír abiertamente.
Aunque, Kirill había actuado más o menos igual. Por lo visto, debía haber sido
una tradición de Var, celebrar un nacimiento, afirmando que querían más.
Quinn se echó a reír ante la mirada de Tori.
—¿No es el pequeño guerrero más feroz que hayas visto nunca?
Falke y Reid al instante asintieron con la cabeza.
—Muy feroz —Dijo Reid.
—Hará que su padre se sienta orgulloso —Coincidió Falke.
Jasmine se rió, preguntándose cómo sería Reid como padre. ¿Tendría esa
misma mirada tonta en la cara que Quinn tenía, que todavía tenía Kirill? Sintió
la presión de la mano de Reid a lo largo de su estómago y supo que estaba
pensando en lo mismo.
—¿Decirnos qué? —Insistió Tori, mirando a Jasmine. Entonces, viendo la
mano de Reid, sonrió abiertamente—. ¿No estás?
—Sí —Dijo Jasmine.

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—No —Dijo Reid—. Ella lo está.
—¿Qué? —Jasmine se movió, confundida—. Eso es lo que dije. Sí.
—Sin embargo, dijiste que no y lo estás —Insistió Reid.
—No ella exclamó, “¡¿No estás?!”. Como en ¿de verdad?
Tori frunció el ceño.
—¿Eh? ¿Qué he dicho?
—No está, ¿qué? —Preguntó Quinn—. Me he perdido.
—Embarazada —Dijo Tori—. Estamos hablando de embarazo, ¿verdad?
Reid y Jasmine asintieron.
—Espera, ¿estás o no lo estás? —Exigió Ulyssa.
Reid y Jasmine se miraron y sonrieron. Al unísono, dijeron:
—Lo estamos.

Fin

Traducción: Mdf30 - Corrección: Nina - Diseño: Deliza

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