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Aline Hunter
Serie Alpha and Omega # 03

Traducido por Tizia Grey

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Sinopsis

Un vínculo tan interminable como el tiempo. Su unión prohibida sellada


con sangre.
Como el Alfa de Nueva York, Trey coloca las necesidades de su manada
por encima de todo, hasta que la compañera que esperó siglos para
encontrar entró en su vida y le dio una idea de lo que se había estado
perdiendo. Sadie, seductora, hermosa y absolutamente cautivadora, es
también algo que los cambia-formas evitan a toda costa, un vampiro.
Aturdido al enterarse de su naturaleza, Trey le dio la espalda a la única
mujer que podía completarlo.
Ahora, al darse cuenta de que ha descartado a la única persona sin la
cual no puede vivir, Trey persigue a Sadie y desafía la tradición. Su
apetito sexual es innegable, con cada encuentro saltan chispas entre
ellos acercándolos juntos.
Sadie trata de resistir, pero él se niega a permitirlo, usando el deseo y la
necesidad que tiene de su sangre para mantenerla cerca. Con el peligro
acercándose, es necesario anunciar su apareamiento ante la manada.
Para mantener a su mujer, está dispuesto a perder todo lo que una vez
conoció.

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Prólogo

Un dolor crudo e intenso golpeó a Sadie Dumus.


Era como si una criatura viva serpenteara su camino a través de su
sistema y desgarrara sus entrañas. Era el resultado de la inanición, su
cuerpo exigía el sustento que necesitaba para sobrevivir. El horror barrió
a través de ella cuando se llevó la mano a su abdomen, esperando que la
agonía desapareciera. Sus músculos se rebelaron, flexionando bajo sus
dedos retorcidos, creando más sufrimiento. La sequedad en la garganta
le hacía difícil respirar. El hambre y la sed de sangre rugieron a la vida, y
ya no estaban dispuestos a ser contenidos.

Ahora no. Diosa. Ahora no.

Ella estaba tan cerca de su objetivo, de pie casi tocando la línea de meta.
Finalmente, después de meses de trabajo, se las había arreglado para
seguir a Aldon Frost a su guarida. Era el único lugar donde estaría
vulnerable, el único lugar en que podía averiguar sus secretos. Le había
costado tanto tiempo, tanta paciencia. Él sabía muy bien cómo ocultar
sus huellas, llevándola por un camino sólo para perderla en el siguiente.
Esta noche ella finalmente había logrado mantenerse sobre su culo.

Lo había seguido con éxito, utilizando todos los recursos a su


disposición. Ella permaneció invisible, se escondió y observó. El hijo de
puta, finalmente la había llevado por un callejón, hacia lo que estaba
segura era su dominio. El aquelarre de Sadie veía a Aldon como una
amenaza a la ciudad. Él era un vampiro renegado atraído por el lado
oscuro de la magia. Como protectora y ejecutora, era su trabajo y deber
sacarlo del medio por sus hermanas en la magia. Lo que ella no sabía era
que estaría tan débil cuando finalmente encontró la oportunidad.
Tan débil como un gatito recién nacido.

La magia en su interior atenuada y las reservas finales que su cuerpo


devastado había logrado almacenar, languidecían. Luchó, deseando que
sus agotados músculos siguieran adelante por sólo un poco más. Ella se
había puesto a sí misma en riesgo al utilizar la poca energía que no tenía,
temiendo que si no encontraba pronto su guarida, nunca lo haría.
Sus latidos se redujeron a un horrible ruido sordo en el pecho. Sin los
nutrientes esenciales sus órganos se fueron apagando. Era sólo cuestión
de tiempo. Ella sabía eso. Había pensado que estaría lista cuando llegara
el momento. Su existencia se había convertido en una jaula de espejos,
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reflejando su pasado fragmento a fragmento morboso. Sirviendo como
recordatorio de lo que se había hecho a sí misma.
Ella iba a morir. Era inevitable.
No había nadie a quien culpar sino a sí misma.
Sus pies tropezaron, creando una peligrosa franja de sonido que no
podía permitirse.

Mierda.

Leigh le había dicho que debía ser honesta con el aquelarre sobre sus
circunstancias, pero no lo hizo. Si alguna vez se enteraban de que se
había alimentado de un hombre lobo, la evitarían o la matarían. A pesar
del hecho de que dejaría al aquelarre temporalmente indefenso, ellos no
tomarían ningún riesgo innecesario. Un vampiro que estaba vinculado
por la sangre de un hombre lobo era la debilidad última de un enclave.
Ella nunca se alimentaría de otro, lo que significa que no podía curarse a
sí misma bebiendo de un extraño en caso de necesidad. Asimismo, no
sería capaz de moverse de un lugar a otro si sus hermanas en la magia
decidieran que era hora de un cambio de escenario. Su importancia
dependía de su capacidad de adaptación. Requerían que ella esté lista y
dispuesta para lo que necesitaban.

Ella era su ejecutor, la encargada de su protección.


Su estómago se revolvió cuando una bola de fuego estalló en sus
entrañas, rogando por algo, cualquier cosa, para aliviar la tortura
persistente. Empujando su puño cerrado en su vientre, oró por alivio.
Ella sabía que iba a llegar a esto. Las últimas semanas habían sido un
infierno. Cada día era como arena deslizándose a través de un reloj de
arena, cada grano perdido era otro clavo en su ataúd. Su tormento fue
más allá del hambre en este punto. La última sangre que había ingerido
con éxito fue hace tanto tiempo que incluso se había olvidado. Ella tuvo
suerte de haber durado tanto tiempo «poco más de dos meses» sin el
alimento necesario para sobrevivir.
El hombre que había estado siguiendo se detuvo. Sus fosas nasales se
ensancharon, su espeso cabello rubio deslizándose por encima del
hombro mientras se volvía. Trató de no entrar en pánico. Los vampiros
podían oler el miedo y no tenía fuerzas para enmascarar el olor. No con
sus escudos cayendo tan rápidamente, cada respiración que tomaba era
como una bomba de tiempo.

- No te molestes tratando de ocultarte. Puedo sentirte. Revélate.

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Para su total mortificación, su magia eligió ese momento para
desaparecer.

Hijo de puta.

Allí estaba ella, cara a cara con una amenaza que no podía derribar. En
su estado actual, Aldon podría partirla como una ramita. No podía hacer
nada para desaparecer, ni defenderse. Su visión era borrosa y el lento
golpeteo de su corazón rebotaba en su cabeza. Maldición. Ella se estaba
viniendo abajo más rápido de lo que creía posible.
Afortunadamente, él no lo sabía.
Aún no.
Él dio un paso más cerca, evaluándola. Era tan alto, como un maldito
edificio cerniéndose sobre ella. Sus hombros eran mucho más amplios
que los suyos, sus músculos eran visibles bajo su abrigo. Aunque pálido
«como todos los vampiros eran propensos a ser» su piel tenía un tono
moreno. Se mezclaba con mortales e inmortales por igual, hermoso a la
vista, aunque imposible de tocar. Como si necesitara otra arma contra
las víctimas indefensas que estarían impotentes contra él.

Vampiro bastardo.

- ¿Por qué me estas siguiendo?

- ¿Quién dice que te estoy siguiendo? - Gracias a la Diosa su voz sonaba


fuerte, su declaración aparentaba ser tan confiada. - Es una hermosa
noche para cazar. Decidí aprovechar. - Ella arqueó una ceja, dándole una
leve sonrisa. - Se sabe que las criaturas nocturnas se cruzan de vez en
cuando.

- Es verdad - Su expresión no revelaba nada mientras la estudiaba, sus


iris de cielo azul vibrantes en la oscuridad. - Pero de alguna manera no
creo que ese sea el caso.

Quería pensar en una réplica ingeniosa, pero una ola de agotamiento lo


impidió.
La fatiga se extendió por ella, puntos blancos moteando su visión. El
orgullo le impedía caer en su cara. Ella extendió sus brazos, tratando de
permanecer en posición vertical. ¿Cómo se las arregló para mantenerse
en pie durante tanto tiempo? ¿Cómo había logrado converse a sí misma
que todavía estaba en control?

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Un recuerdo pasó por su mente, haciendo que su marchito corazón diera
un vuelco. Incluso ahora «con todo el tiempo que había pasado» aún le
dolía cuando pensaba en él. Sus ojos ardían con lágrimas contenidas, el
anhelo y la angustia formando un nudo en la garganta.
Recordó a Trey descansando sobre su lado, sus hermosos iris dorados
ocultos detrás de los párpados cerrados, una pizca de sombra oscura que
recubría su mandíbula. Se veía tan diferente entonces, incapaz de
defenderse, atrapado en una jaula como un maldito animal.
La imagen la había enfurecido y aterrorizado al mismo tiempo. El
hombre era más que capaz de cuidar de sí mismo, sin embargo, había
estado en problemas. Capturado por los Pastores «fanáticos religiosos
decididos a destruir a los cambia-formas uno a uno» no podría haber
tenido ningún final feliz. Ellos lo habrían torturado, utilizando todas las
armas en su arsenal antes de eliminar su existencia.
De ninguna manera. Ella no había sido capaz de dejar que eso suceda.
Una mordida había sellado su destino.
Al salvar su vida, ella sacrificó la propia.
Incluso ahora, podía sentir el sabor de su sangre, sentir su coño palpitar
en respuesta, su debilitado cuerpo hormigueaba en varios lugares
perversos. El primer trago había sido el mejor, en cascada por su
garganta como la ambrosía, tan bien que ella sabía que nunca iba a
encontrar nada igual. Ser un cambia-formas significaba que iba a iniciar
la curación de inmediato, a pesar de la gravedad de sus heridas. Pero ese
no había sido su enfoque. En cambio, ella había luchado contra un
orgasmo diferente a cualquier otro, mortificada por la idea de usarlo, de
tomar más de lo que él estaba dispuesto a dar.
Ya era bastante malo tomar su sangre de vida sin su consentimiento.

Un gemido escapó de sus labios y ella cayó de rodillas. Se concentró en el


recuerdo, no en el dolor. Eso era todo lo que quedaba, el pasado. Los
recuerdos de lo que quería pero nunca tendría. La muerte no la asustaba.
De hecho, la idea de pasar al siguiente reino trajo una extraña sensación
de calma.
No más dolor.
No más dolores de cabeza.
Sólo paz.

Brazos se envolvieron a su alrededor y el mundo cambió. Ella se


estremeció al sentir un pecho contra su hombro, seguido por una orden
silenciosa de Aldon:

- Tranquila.
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La confusión la inundó, rompiendo el hechizo de los recuerdos de Trey.
¿Había muerto? ¿Reaccionaba su cerebro a su muerte como un sueño
que no tenía sentido?
Aldon Frost era malo. La líder de su aquelarre «Geneva» lo dijo. Durante
las reuniones privadas cuando le habían dado instrucciones sobre la
mejor manera de proteger el aquelarre, su líder había dicho a Sadie que
Aldon tenía que ser supervisado más de cerca que cualquier otro. Una
vez que encontrara su guarida, Sadie tenía que destruir al vampiro. Él
era una amenaza para su raza, era un peligro para su propia forma de
vida.

¿Por que no me mató todavía?

Ella sintió la firme presión de su mano mientras él levantaba su cabeza.


No abrió sus ojos, permaneciendo inmóvil mientras él olía su cuello.
Esta acción en los vampiros era el equivalente a mostrar su vientre a un
depredador, un signo de sumisión. Por mucho que se detestara a sí
misma por ello, no había otra alternativa. Ahora no. Sus dientes se
hundieron profundamente, penetrando su piel. Ella no era el cazador,
sino la presa. Su suspiro de satisfacción reverberó a través del aire frío
de la noche. Se estremeció, tratando de pensar en Trey, con ganas de
recordarlo en sus momentos finales.

Es eso. Estoy a punto de morir.

Luego él se alejó, sacando sus colmillos de su abusada carne.

- Criatura obstinada - afirmó sin rodeos. - Tan segura de sí misma. Tan


arrogante. Tan predecible. Usas tu orgullo como un escudo. Supongo
que debo darte las gracias por simplificarme las cosas.

Cuando ella trató de luchar «determinada a por lo menos golpear la


mierda del bastardo» lo sintió.

Magia.

El calor se filtró en su pecho, el primer alivio que había sentido en los


últimos meses. Pero no venía de ella, venía de él. Ella luchó contra la
compulsión de sucumbir a su voluntad y trató de mantenerse despierta.
Era un truco, el acogedor encanto de la magia negra. Si ella cedía, su

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alma se perdería. Ella tuvo que luchar para mantener el control sobre su
salud mental.

- Duerme - Aldon ordenó, su voz sonaba como el canto de una sirena,


demasiado poderoso para negarse. - Duerme.

Trató de abrir los ojos y ver la cara por encima de ella. En su lugar se
levantó la oscuridad, envolviendo sus brazos alrededor de ella,
atrapándola en su abrazo. No había miedo, sólo confort y tranquilidad.
Los sentimientos desorientándola, rompiendo su agarre tenue con la
realidad. El abismo se sobrepuso a todo, envolviendo su cuerpo y mente
como una manta, dirigiendo su pensamiento a otro tiempo y lugar.
Ella naufragó en los ojos del color del preciado whisky, sintió el roce del
aliento de Trey contra su rostro mientras sus labios se encontraron por
primera vez. La hierba les había amortiguado mientras él acomodaba su
peso contra ella, su forma moldeando la de ella como si estuvieran
hechos el uno para el otro. Él olía tan bien, demasiado bien. Había sido
una parte de sí misma que nunca había conocido realmente.

Y sería así para siempre.

Tal vez esto era el final. Por fin había llegado.

¿Y qué podría ser mejor? ¿Qué más podía pedir en el más allá?

Trey era su propia versión de los cielos.

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Capítulo 1
Trey Veznor jadeó en éxtasis al sentir el pinchazo de los dientes contra
su piel. Una herida se había hecho en su garganta, creando un pequeño
hilo de sangre. La necesidad sexual se precipitó a través de su cuerpo,
endureciendo su polla, dejando a sus bolas tensas. Él gruñó ante el
fuerte roce de los dientes contra su cuello, el dulce movimiento de la
lengua barriendo a través de su carne. A pesar del dolor en sus músculos,
trató de extender la mano cuando su amante gimió «el sonido de una
sinfonía en sus oídos» y él se vio incapaz de hacerlo, atrapado en un
cuerpo que se negaba a funcionar.
La furia lo hizo querer gritar de frustración.
La necesidad de tocar a la hembra «su hembra» aumentaba.
Ella había sido herida. Él olió la oxidación metálica de su sangre, sintió
sus heridas a través de su floreciente conexión. El sufrimiento la
consumía, el dolor era insoportable. Ella había sido herida de una
manera que le aterrorizaba. Nunca había visto a la mujer destinada a ser
su compañera en un estado tan debilitado. Ella era fuerte, valiente y
feroz. La conocía, podía sentirla. Había pensado en ella tan a menudo
que estaba en sus pensamientos, incluso cuando no se daba cuenta.

Sadie.

Su piel se rompió en señal de bienvenida cuando sus diminutos colmillos


perforaron su garganta. Sus labios se movieron en torno a los pinchazos,
sellándolos. La succión de su boca mientras bebía, era tan dulce y
caliente. Quería agarrar su pequeña cintura y colocarla encima de él.
Unos empujes y él se correría como un colegial, incapaz de contenerse el
tiempo suficiente para pensar en hundir su polla en el interior del
refugio del cuerpo de su compañera.
El deseo no hacía más que aumentar, y su polla luchaba contra sus
vaqueros.
Tan cerca ... tan jodidamente cerca.
Él la había lastimado antes, imprudente en su indignación contra su
especie, pero estaba decidido a hacer las cosas bien. Una vez que la
encontrara, no la dejaría ir. Él le había advertido de no hacer promesas
que no podía cumplir.
No más barreras. No más tonterías.
Los dientes se deslizaron de su piel y su lengua pasó rozando sobre sus
heridas.
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- Sadie - susurró, tratando de levantar sus brazos y abrir los ojos.

Sintió que ella se alejaba, su suculento aroma comenzaba a


desvanecerse.

Maldita sea. Él no la dejaría ir. Ataría su culo a su cama y la obligaría a


enfrentar lo que eran el uno al otro, incluso si eso significaba estar
encerrado en una habitación con su compañera durante días.

- Sadie - rugió, luchando para levantar los párpados, para ver su rostro
angelical. - Escúchame. - Se sentía como si su alma estuviera destrozada,
rasgada en dos cuando ella desapareció. - ¡Maldita seas! ¡Escúchame!

Esta vez cuando trató de moverse, su brazo funcionó.


Entonces algo lo sacudió con fuerza.

- ¡Despierta!

Se sacudió de la cosa que lo separaba de la calidez del toque de Sadie. La


ira de su lobo se fusionó con la suya, su gruñido era una clara amenaza
para el idiota que era tan estúpido como para tratar de llegar entre él y la
mujer destinada para él.
Habían esperado demasiado tiempo. El tiempo se había convertido en
un enemigo que se había cansado de enfrentar. Cada segundo era pura
agonía. Mucho más de esta mierda y él se rompería como una banda
elástica estirada más allá de su límite.
Otra sacudida en su hombro, esta vez más fuerte.

- Trey, despierta de una puta vez.

Sus ojos se abrieron, su mano salió volando y envolvió sus dedos


alrededor de una garganta. Incluso con la visión borrosa del sueño pudo
distinguir la forma de un maldito macho idiota que se había entrometido
en donde no lo quería. Cuando tu oponente no luchó con él, poco a poco
comenzó a recuperar su comprensión. Sus dedos se aflojaron cuando
reconoció a un miembro vital de su manada, la única persona que estaba
al tanto de su situación y de las pérdidas que experimentaba con cada
día que pasa.

- Tranquilo, hombre - Nathan «su Beta» murmuró. - Te hubiera dejado


solo, pero estabas gritando muy fuerte. - Trey bajó la mano y Nathan se
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alejó. El Beta pasó sus dedos por su pelo, sacudiendo la cabeza. - Vas a
tener que detener esa mierda. Si tenemos invitados y te escuchan van a
saber que pasa algo. Diablos, ellos ya sospechan que algo va mal.

- Podría decir lo mismo de ti - Trey respondió, sacudiendo los recuerdos


de los labios sedosos de Sadie contra su cuello. Se sentó y se pasó la
mano por la cara. - No has sido exactamente June Cleaver1.

Los labios de Nathan formaron una sonrisa sardónica.

- A diferencia de ti, sólo tengo unas pocas semanas más de espera. He


esperado tanto tiempo ... Unos días más no son una mierda.

Maldito bastardo.

- Si aparece - se burló, incapaz de evitar la mecha de los celos que surgió.


- Ella podría pasar de ti.

El humor se desvaneció del rostro de Nathan, reemplazado por la ira.


Los ojos de su Beta cambiaron, sus iris pasaron del marrón al ámbar.

- Ella me dio su palabra.

La compañera de Nathan «una vampiro que de alguna manera estuvo


involucrada cuando Sadie salvó la vida de Trey» había prometido volver
después de un período de tres meses. Nathan no había querido darle ese
espacio de tiempo, pero los acontecimientos actuales le había impedido
detener su marcha. Afortunadamente, debido a sus circunstancias, los
hombres habían sido capaces de compartir sus preocupaciones acerca de
tomar compañeras vampiros. En el mundo de los cambia-formas se les
prohibía tales uniones. Los vampiros eran criaturas mágicas, y algunos
de ellos eran capaces de convertir a los animales dentro de los cambia-
formas en mascotas.
Tal cosa podría hacer a un cambia-formas «hombre o mujer» impotente.

- Escucha - dijo Nathan, esta vez en el control de sus emociones. -


Cuando Leigh aparezca averiguaré sobre Sadie. Tan pronto como sepa
donde está te lo diré. Podrás hablar con ella y resolver las cosas.

Suena como un gran plan. Lástima que ella no quiera hablar conmigo.

1June Cleaver: Personaje de una serie americana que representaba la vida de la matriarca de
una familia típica.
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El momento de intimidad que había compartido con su compañera
había ido mal, muy, muy mal. Él había estado borracho, confiando en
que su amigo, el Sr. Daniels2 le ayude en el dolor. Sadie había pagado el
precio de su espiral de tristeza. Todo lo que había era un par de palabras
«palabras que él no tenía intención de decir en voz alta, por el amor de
Dios» y ella prometió que nunca volvería a verla de nuevo.
La forma en que ella lo miraba ... el dolor que había vislumbrado en sus
ojos ...
Cristo lo hacía sentir como un pedazo total de mierda.
Nathan cruzó la habitación hacia la puerta.

- Diskant llamó justo después de que te quedaras dormido. Organizó una


reunión con la manada al mediodía.

- Déjame adivinar - él sacó las piernas por el borde de la cama,


flexionando los músculos en la espalda. - Nosotros los alojaremos.

- Tú eres el Alfa - respondió Nathan por encima del hombro. - ¿Qué


crees?

Nathan desapareció al doblar la esquina, dejando a Trey mirando a la


puerta de entrada vacía. Después de que Diskant se había trasladado le
había entregado las llaves de su antigua casa «un parque de bomberos
reformado» a Trey. El lugar siempre había sido utilizado para reuniones.
Desde que Trey había sido reintegrado como Alfa «una responsabilidad
que había abandonado por ir en busca de los que habían matado a una
gran parte de su manada meses atrás» había estado a cargo de todos los
negocios de los hombres lobo en la ciudad.
Había pensado que los negocios de la manada serían una distracción
bienvenida. Algo para aliviar los recuerdos de una mujer a la que no
estaba seguro de que volvería a ver de nuevo. En su lugar, cada reunión
con su especie sólo sirvió como un recordatorio de lo estúpido que había
sido. Sí, era el Alfa. Como tal, siempre había cuidado de los que venían a
él en busca de protección. Sin embargo, como cambia-formas era
imposible no hacer lo mismo con su hembra destinada.
Ella era tan «o incluso más» importante.
Mientras caminaba hacia el baño contiguo, pensaba en el tiempo que
había pasado. Sadie lo había rescatado de una célula de Pastores hace
ocho semanas. Durante dos meses se había preguntado dónde estaba y si
estaba segura. Nathan le había dicho vacilante acerca de lo que había
2 Sr. Daniels: en referencia al whisky Jack Daniels
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visto cuando Leigh lo trajo a casa. Sadie estaba en el coche, sangrando
por todo el lugar. Nathan no había tenido la oportunidad de examinar
sus heridas ya que se había desvanecido en el aire.

Desaparecer

Así es como los vampiros lo llamaban. Algunos vampiros nacieron con el


talento para trasladarse de un lugar a otro al instante. Esto le permitía
protegerse del daño y moverse sin ser detectados.
Él abrió la ducha y consideró contactar con Aldon Frost. El vampiro era
la única persona que sabía que podría darle respuestas. Por desgracia, su
contacto con la sanguijuela no fue bien recibido por la manada, lo que
significaba que tendría que hacerlo a escondidas. Ellos sabían que Trey
le instaló un sistema de seguridad y aceptaron que Aldon le devolviera el
favor. Aldon sentía curiosidad por el interés de Trey en los vampiros,
pero no había hecho preguntas. Esa era una ventaja de gestionar una
empresa de seguridad privada y exclusiva. Él escogía a sus clientes y
trabajaba cuando le daba la gana, era su propio jefe en sus propios
términos.
Como su cliente, Aldon contestaría preguntas sin dudarlo, intercambio
de información a cambio de tecnología de última generación. Por no
hablar de que los servicios de Trey venían con total confidencialidad.
Nadie sabría donde vivía Aldon, qué tipo de sistema había comprado, o
qué tipo de trampas tenía en su lugar para los visitantes no deseados.
Deslizando la cabeza bajo el chorro de agua caliente, pensó en la
promesa de Nathan.
Algunas semanas.
Seguro como la mierda, eso apestaba, pero esperaría.
Como una premonición de cosas malas por venir, la advertencia de Sadie
volvió a perseguirlo.

Después de esta noche, nunca me verás de nuevo. Tienes mi palabra.

- Te advertí que no hicieras promesas que no puedas cumplir - gruñó con


frustración, cerrando los ojos y disfrutando de la corriente caliente de
agua golpeando en su espalda. - Una vez que te encuentre, serás mía. No
huirás de mí.

No ahora.

No mañana.

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Nunca.

Apagó la ducha, feliz de haber conseguido cortar su pelo y no tener que


arreglarse o acicalarse. Secándose con la toalla, estudió su reflejo. Desde
que había dejado de beber el color de su piel había vuelto a la
normalidad, a pesar de que todavía tenía sombras bajo sus ojos. Pero
éstas se debían a sueños inquietantes, la mayor parte de las noches
consistían en sueños de Sadie. En las buenas noches ambos estaban
dedicados a los placeres de la carne, explorando el cuerpo del otro,
acariciando en todo tipos de lugares deliciosos. En las malas noches,
como la que acaba de despertar, él estaba atrapado en su cuerpo, incapaz
de moverse, sabiendo que después de que Sadie terminara de beber su
sangre se iría.

Sonó el timbre de la puerta, lo cual era extraño, ya que la manada


invadía su casa cuando les daba la gana. Se puso en camino y se vistió.
Camiseta negra, jeans gastados y un par de botas destartaladas. No era
ni de lejos el mediodía, tal vez las seis o siete, si su reloj interno seguía
funcionando bien. Tal vez no era la manada y Ava había decidido pasar
por allí. Por lo general, si tenía una cita con el médico «que había
comenzado a monitorear el embarazo más de cerca» le gustaba dejar
sobras de la cena.
Se le hizo agua la boca sólo de pensarlo. La mujer sin duda sabía cocinar.
Diskant y Emory eran unos bastardos afortunados. Sus compañeras, Ava
y Mary se habían convertido en buenas amigas en las últimas semanas.
Las mujeres hacían las comidas, hablaban y pasaban su tiempo libre
juntas. Los hombres en sus vidas cosecharon los frutos de la amistad. No
sólo tenían comida casera cada noche, también podían llevar a sus
compañeras a la cama después que terminaban. Era una buena vida y
Trey la quería para sí mismo.

Detén esa mierda. Pon la cabeza en su sitio. Hoy hay reunión con la
manada. ¿Recuerdas?

Trató de escuchar la voz de la razón, a través de sus pensamientos.


Entonces la lógica volteó al revés y se volvió en su maldita cabeza.
Un aroma flotaba a través de su puerta, golpeándole como un certero
golpe bajo.
El pelo sobre su nuca se elevó durante el final, su sentido del olfato
llegando al punto alto. La fragancia era familiar, pero no podía
identificarla. Destellos de recuerdos salieron a la superficie. ¿No era el
olor de la pesadilla que compartía con Sadie? Cada vez que ella tomaba
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su sangre y luego lo dejaba en la estacada había alguien más con ella.
Siempre supo que había alguien más, había sido capaz de sentir el peso
de la mirada de la extraña que lo miraba fijamente, pero realmente
nunca le dio importancia al respecto. Durante esos encuentros todo lo
que quería era centrarse en su mujer, no algún idiota que había decidido
disfrutar del espectáculo.
Arrastró una respiración profunda, con los sentidos en alerta.
Maldición. El olor era tan jodidamente reconocible. En el fondo sabía
que lo conocía de alguna parte. También identificó los rastros del olor de
Sadie junto con él. La dulzura de su compañera estaba allí, débil pero
estaba allí.

¿Qué diablos?

Dos y dos. Simple puta matemáticas. Trayéndolo todo junto.


Él salió corriendo de la habitación y corrió escaleras abajo, su corazón
palpitante, los músculos en movimiento. Él reconocería el cautivador
aroma de Sadie en cualquier lugar, delicioso y vibrante, un afrodisíaco
que fue directo a la cabeza. Ella no estaba cerca, pero alguien que había
estado en su presencia estaba allí. Dios ayude a la persona que había
llegado a su casa. No estaba de humor para hacer preguntas. Él iba a
exigir respuestas.
No dudó cuando vio al extraño en su cocina, una pequeña e indefensa
mujer. El olor de Sadie era más fuerte ahora. A pesar del miedo que
sentía saliendo de la mujer frente a él, podía oler los rastros de su
compañera. Avanzando, y haciendo caso omiso de la alarma en el rostro
de la joven, gruñó bajo en su garganta. Antes de que pudiera alcanzarla,
Nathan le bloqueó el paso. Trey gruñó, el lobo en su interior ganando
terreno, con ganas de hacerse con el control. Su Beta agarró sus brazos,
dedos ásperos clavándose en su piel. Trey gruñó al sentir el poder del
macho «la capacidad que Nathan tenía de controlar a la bestia de los
demás» tratando de calmarlo con su toque.

- Quítame tus malditas manos de encima.

- No - Nathan espetó empujando a Trey hacia atrás, enfrentándolo. - Ve


por ella y habrá sangre. Soy un Beta por elección. No lucho batallas. No
porque no pueda, sino porque elegí no hacerlo. No te olvides de eso.

El lobo de Trey aulló «con dolor, pena y furia» y trató de empujar más
allá de sus defensas. Demasiado tiempo negó lo que necesitaba, ahora la
bestia buscaba una salida. Trey era consciente de que esto sucedería
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finalmente. El animal sólo podría tomar tanto durante tanto tiempo. Él
tenía miedo de asustar a Sadie cuando se reunieran de nuevo,
consumido por el deseo del hombre y la bestia.

- Escucha, Trey. Es a mi mujer a quien estás amenazando - Nathan


gruñó en advertencia, las uñas se convirtieron en garras rompiendo la
superficie de la piel Trey. - Cálmate. Joder.

¿Cálmate? ¿Es en serio?

Lobo y hombre se unieron, con ganas de golpear a la mujer que lo


observaba, con los ojos muy abiertos por el terror, a través del cuarto.
Las palabras entraron en su cerebro, pero el significado no era del todo
claro. ¿Por qué diablos iba a importarle quién era? La hembra era un
medio para un fin, una manera de conseguir lo que necesitaba. Había
esperado demasiado tiempo, jodidamente demasiado tiempo.

Sadie.

- Suéltame, cachorro - ordenó, las palabras sonando casi ilegibles.

- Cálmate - Los ojos de Nathan cambiaron de color, convirtiéndose en


una sombra irreconocible de neón verde. - ¡En este maldito momento!

El poder se estrelló en el cuerpo de Trey con la fuerza de un tren. La ira,


la frustración y la necesidad sangraron juntos, recogidos en una bola de
fuego. En un instante los sentimientos se deslizaron de su piel, tomados
de él antes de que pudiera evitarlo, en un segundo estaban allí, al
siguiente se habían ido. El lobo se quedó en silencio, ya no gruñendo en
su cabeza, lo que le obligó a retirarse.
Nathan lo soltó, haciendo una mueca como si le doliera. Trey observó la
influencia del Beta de lado a lado, extendiendo sus brazos para mantener
el equilibrio. Nathan casi se cayó, pero aterrizó frente al mostrador,
utilizando sus brazos para mantenerse en pie. Bajó la cabeza, respirando
profundamente, su rostro normalmente bronceado y saludable, ahora de
un pálido enfermizo.

- Oh Diosa - la pequeña mujer, acurrucada en un rincón, susurró. Su


miedo era tan potente que el olor estaba quemando sus fosas nasales. -
No debería haber venido aquí.

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- No tengas miedo - dijo Nathan, sonando tan débil como parecía. Trató
de ir hacia ella. - No voy a dejar que nadie te haga daño.

Trey sabía que el Beta no estaba en condiciones de llegar a la mujer.


Hasta que Nathan recuperara parte del poder que había utilizado para
someter al lobo de Trey, estaría débil como un recién nacido. Dio un
paso atrás, sabiendo que era mejor no acercarse a la chica. Incluso en su
estado actual Nathan no permitiría que nadie esté en cualquier lugar
cerca de su mujer.

- Él necesita tu ayuda - Trey ordenó calmamente. - Ve a él.

- No creo que sea una buena idea - Ella miró entre los hombres y luego
frenéticamente miró alrededor de la habitación, como si estuviera
reflexionando sobre la mejor manera de escapar. - Ninguno de los dos
parece estable.

Nathan levantó su cabeza hacia arriba, girando sólo lo suficiente para


ver a su compañera.

- Leigh.

- Ayúdalo - dijo Trey, manteniendo su tono ligero. - Él no te hará daño.

- Tú no lo sabes - dijo ella, sus ojos de zafiro casi demasiado grandes


para su cara.

- Si, lo sé. Él no puede hacerte daño. Nunca. Va en contra de nuestra


propia naturaleza dañar a nuestras compañeras - Asintiendo hacia
Nathan, le informó. - A partir de ahora tienes al hombre por las pelotas.
No hay nada que no haría por ti.

- ¿S..su compañera? ¿Qué diablos se supone que significa eso? - Ella


chilló y se alejó de la esquina, moviéndose hacia la puerta, manteniendo
la mayor distancia posible entre ella y los hombres en la habitación.

La reacción humana procedente de un vampiro lo confundió. Sadie se


habría ido fácilmente. Él lo había visto con sus propios ojos.

¿Por qué ella no estaba usando su habilidad, si tenía tanto miedo?

18
Nathan se movió «su grácil cuerpo, músculos flexionándose con el
movimiento» más rápido de lo que Trey había previsto. El Beta atrapó a
Leigh contra la pared y envolvió sus brazos alrededor de su cintura.
Luego se inclinó y acunó su cabeza en el hueco de su garganta. Ella trató
de luchar contra el gesto íntimo, golpeando ligeramente en sus brazos.

- ¿Qué pasa? - Las palabras de Nathan eran tensas, pero constantes. -


Estás enferma. Quiero saber por qué.

- No estoy enferma - le espetó como si su observación le molestara. Sin


embargo, era obvio que la vampiro estaba débil. Sus luchas no ganaron
su centímetro de libertad. - Es que ... estoy bien. ¡Déjalo ir!

El Beta deslizó una mano por su lado y entrelazó los dedos en el pelo de
la nuca. Él la obligó a mirarlo, inclinando su cabeza hacia atrás,
examinando su rostro. Después de varios segundos, encontró lo que
buscaba. Era imposible mantener secretos a Nathan. El macho se
destacaba «y era un maestro» en leer a la gente.

- No, no lo estás - Nathan gruñó. - Estás jodidamente hambrienta. Huelo


tu hambre. Siento tu dolor.

Mierda.

Cambia-formas experimentaban vergüenza e indignación cuando no


veían por las necesidades de sus compañeras. Se les inculca desde el
momento de la concepción. Así que para asegurarse de que todo el
mundo entendía el mensaje, los machos de una manada siempre se
dirigían por el ejemplo. Una hembra debía ser cuidada. El macho le
proporcionaba refugio, consuelo y alimento.
Inesperadamente, el miedo a Leigh se desvaneció y ella entrecerró los
ojos.

- No he venido aquí para hablar de mis hábitos alimenticios, muchas


gracias - Ella giró la cabeza y miró a Trey. - Vine porque Sadie está en
problemas. No estoy segura en lo que está metida, pero tiene ser malo.
Ella no ha regresado al aquelarre, y no ha estado en nuestras cavernas de
curación.

El terror atravesó el pecho de Trey y dejó de dar una mierda acerca de


las reacciones de Nathan o cómo aterrorizó a la mujer que estaba en los
brazos de su Beta.
19
- ¿Cuánto tiempo hace que ha desaparecido?

- Casi una semana.

Normalmente, la influencia de Nathan mantenía al lobo en un estado


tranquilo durante unas horas. Trey no había pensado que fuera posible
que la bestia pasara de cero a cien después de que fueran minadas sus
emociones. La forma en que el odio y la animosidad convirtió a la
comprensión y la tranquilidad era impresionante. Algunos lobos ponen
el rabo entre las piernas durante meses después de que Nathan les diera
una dosis completa de su poder.

Pero no funcionó con él.

El lobo rugió en su cabeza, volviendo con venganza, haciendo que su


visión cambiara. Todos los objetos de la habitación se tiñeron de un tono
rojo, por lo que los ojos de Leigh aparecían de color rosa en lugar de
azul. Él estaba furioso ante la hembra, quería agarrarla y preguntarle por
qué diablos Sadie se había puesto a sí misma en peligro. Temeroso de
que pudiera hacer eso, tomó una silla cercana y la envió volando por la
habitación. La madera se estrelló contra la pared, rompiéndose en
pedazos. Las puntas de sus dedos picaban, las uñas se alargaron en
garras.

- Es por eso que vine - Para su crédito, Leigh no sonaba asustada. Aún si
podía oler su horror ante su comportamiento, ella estaba tratando de
ocultarlo. - Yo puedo encontrarla.

- ¿Cómo? - La pregunta salió en un gruñido, el hombre y el lobo


pidiendo al mismo tiempo.

- De la misma manera que te encontramos después de que fueras en


busca de problemas - Murmuró, mirándolo fijamente. Él sentía su
hostilidad, como si ella lo viera cómo un pedazo de mierda y odiara estar
en su presencia. No estaba seguro de por qué. ¿Qué razón tenía ella para
tenerle aversión? - Tengo algo que pertenece a ella. - continuó. - Puedo
rastrearla con él.

- ¿Por qué no fuiste a tu aquelarre? - Nathan interrumpió. - ¿Por qué


venir a nosotros?

20
- Ellos no saben que está perdida - Leigh bajó la cabeza y se removió. -
Tengo ... eh ... - Uniendo sus manos en pequeños puños, continuó: - La
he estado cubriendo.

- ¿Por qué? - Preguntó Trey, agradecido por haber empezado a ganar


terreno por encima de su mitad bestial. El lobo seguía allí, enojado como
nunca, pero al menos estaba escuchando.

El sonido de una puerta abriéndose era el ruido más desagradable que


Trey había oído nunca. Giró sobre sus talones y se preparó para recibir a
su invitado inesperado. De inmediato identificó el olor del visitante, una
combinación de cuero y jabón anti-bacteriano. Simplemente genial.
Cualquier otro miembro de la manada que conociera a su líder y viera en
el estado en que estaba, se daría la vuelta y echaría a correr. Éste, sin
embargo, sólo sonreiría y se sentaría a su mesa.

Maldita sea.

El único ser humano de la manada «Caden Stone» entraba tan


campante. El gran hijo de puta había abandonado sus piercings faciales,
manteniendo sólo los pendientes que se extendían por sus lóbulos, pero
eso no lo hacía menos intimidante. Sólo el tamaño del bastardo gritaba
jode conmigo y mueres. Caden llevaba una chaqueta de cuero, por lo que
sus muchos tatuajes no estaban a la vista y no fruncía el ceño, lo que
llamaba la atención sobre la cicatriz a lo largo de su barbilla. Trey
esperaba que Leigh no se asustase y saliera a gritos de la habitación.

- Cariño, estoy en casa - Caden dijo mientras caminaba sobre la silla rota
a sus pies. - Parece que lo hice justo a tiempo.

Bien. ¿El idiota engreído quería ser parte en la terna? Entonces él lo


consiguió.

- Lo hiciste - Trey arrastrando las palabras, haciéndose a un lado para


bloquear a Leigh y Nathan de la vista completa. - Ya que estás aquí,
supongo que sabes de la reunión de la manada al mediodía. Tengo
algunas cosas que hacer, así que me voy a ir por unas horas. Hay que
entretener a los invitados y tomar notas. Sé mi secretaria por un día.

- Como el infierno - Caden replicó, de pie como un muro de ladrillo de


mierda en medio de la cocina. Cruzó los brazos sobre el pecho y extendió
sus pies separados. - Yo no soy tu perra.
21
- Diskant tiene nueva información sobre los Pastores. Ellos piensan que
han encontrado pistas sobre el grupo contratado para hacer el trabajo
sucio - Nathan ofreció. Trey oyó el crujido de tela, probablemente
Nathan y Leigh poniéndose de pie. - Tú estabas esperando por esto. Hay
una buena probabilidad de que obtengas los nombres de los hombres
que estás buscando.

Varias emociones parpadearon en el rostro por lo general no expresivo


de Caden.
Incredulidad. Esperanza.
¿Felicidad?
Luego su mirada se conmovió, casi desesperada.

Todo el mundo sabía que debían dejar al humano solo. Él había sufrido
más de lo que cualquier hombre podría sufrir, al perder a su esposa y su
hijo no nacido de la manera más violenta. Después, cuando había
perdido toda esperanza, los Pastores lo habían reclutado. Habían
engañado a Caden, diciéndole que los cambia-formas habían sido los
responsables de la muerte de su familia. No fue sino hasta que había
conocido a la manada de Trey que Caden descubrió la verdad.
La horrible información y los conocimientos que había ganado casi lo
destruyeron.
Esas primeras semanas con la manada había sido difícil. Caden era un
listillo de corazón y amaba empujar los botones de las personas. Luego él
había tomado un descanso y regresó. Algo había cambiado, aunque Trey
no podía decir exactamente lo que era.

- ¿Estás seguro? - Preguntó Caden, sonando serio.

Nathan apareció en la visión periférica de Trey, su brazo serpenteaba


alrededor de la cintura Leigh. Se había girado para que ella no fuera del
todo visible, con su rostro oculto por la larga caída de su pelo oscuro.

- Recibí la llamada anoche. Diskant quiere llegar a otras manadas y


compartir la información, pero él prometió que tú serías el primero.

Trey sabía que Nathan estaba nervioso. Él y el Beta habían acordado que
lo mejor era informar a la manada después de que las cosas se calmaran.
En este momento, los miembros no confiaban en nadie que no fuera un
cambia-formas. Si ambos dijeran la verdad en ese momento, confesando
que se habían acoplado a vampiros, el caos sin duda se produciría.
22
Lo que significaba que Caden no podía saber quién o qué era Leigh.
Afortunadamente, el gigantesco hombre se distrajo atrapado en sus
pensamientos. Sus ojos grises estaban vidriosos. Parecía estar mirando a
través de todos hacia algo que nadie más podía ver. Con un movimiento
Trey le indicó a Nathan y a Leigh que salieran de la habitación. Al lobo
no le gustaba esperar, quería ir a Sadie en ese mismo momento, pero se
las arregló para mantener el control. Tenía que cuidar de Caden primero.
Entonces podría poner fin a su propia miseria.
Después de que la pareja desapareció, puso una mano en el hombro de
Caden.

- Puedes ir por libre o puedes dejar que te ayudemos. Como miembro de


la manada tienes una voz en esto. Respetaremos tu decisión - Caden no
respondió, mirando al frente, con la mandíbula apretada. - Esa es tu
elección - Trey recordó al hombre. - Tienes la última palabra en esta
ocasión.

- Ve a cuidar de tu mierda - dijo Caden, permaneciendo inmóvil. - Te voy


a cubrir hasta que vuelvas. Necesito pensar.

No queriendo empujar, Trey bajó el brazo. No quería dejar a Caden solo,


pero no tenía otra alternativa. Una vez que Sadie estuviera a salvo, él
volvería para la reunión. La manada podría decidir lo que quería hacer, y
tendrían su venganza. Entonces podría venir limpio, introducir a Sadie
en la manada y ver lo que les esperaba en el futuro.

No va a ser fácil y lo sabes.

Empujando los pensamientos negativos a un lado, él salió de la cocina y


se fue en busca de la pequeña vampiro que estaba a punto de iniciar un
efecto dominó. Las acciones siempre tienen consecuencias. Al igual que
cualquier otra persona, él sólo esperaba ser capaz de tratar con ellos
cuando llegaran. Incluso si no iba a estar contento, iba a reclamar a su
hembra. Le guste o no, ella estaba atrapada a su terco culo. Había
esperado lo que parecía una eternidad para encontrarla. No iba a dejar
que se deslizara de sus manos por segunda vez.

Después de esta noche, nunca me verás de nuevo. Tienes mi palabra.

Maldita sea, no iba a ser fácil.


Ni mucho menos.

23
Capítulo 2
Eres tan idiota. Leigh trató de no entrar en pánico cuando tiró de su
brazo del agarre de Nathan y corrió por la habitación que él la había
traído. ¿Qué crees que pasaría? ¿Que ellos se iban a sentar y escuchar
lo que tenías que decir, compartiendo una buena taza de té? ¡Son
hombres lobo! No personas.
La forma en que él la había tocado lo decía todo. El delirante hombre
pensaba que era su compañera.

Como el infierno.

No importaba que ella se sintiera atraída por Nathan. Tampoco


importaba que hubiera tenido numerosas fantasías sobre él desde su
primer encuentro. El hombre parecía un maldito Adonis, todo músculos,
piel bronceada, rasgos perfectos y grandes ojos marrones. Tendría que
estar realmente muerta para no darse cuenta de lo bien que se veía. Su
fascinación era física, nada más. Los asuntos emocionales eran algo
completamente distinto. Había jurado que nunca daría su corazón a otro
hombre.
¿Cómo podría cuando pertenecía a otra persona?
Brett podría no saber que estaba viva pero eso no importaba. Mientras
ella viviera, no podía traicionarlo. Habían prometido amarse no importa
qué. Incluso si no podía ir a su novio de la infancia y decirle en lo que se
había convertido, estaba decidida a mantener hasta el final su promesa.
Era su culpa que ella hubiera salido a hacer un recado muy tarde una
noche y terminara en el camino de un vampiro loco que había destruido
todo lo inocente de ella y arruinado su vida.

- No, no lo harás - Nathan reprendió.

Un paso al lado para evitarlo no funcionó, su libertad le duró poco. Lo


que le había sucedido antes ya no afectaba a su fuerza y coordinación.
Deslizó sus grandes brazos alrededor de su cintura y la atrajo hacia su
pecho. Su aroma la inundó, tan limpio, tan tentador.

- Estás tan débil que apenas puedes mantenerte en pie - él murmuró. -


Eso no puede ser.

24
Ella luchó contra su hambre cuando él palmeó la parte posterior de su
cabeza y se inclinó por lo que su cuello estaba directamente en frente de
su boca. Su vena pulsante le hacía señas, tan cerca que casi podía sentir
el toque de su sangre contra su lengua. Él tendría un sabor picante y
dulce. Ella sabía que lo tendría. Sacudiendo la idea fuera, ella empujó su
pecho. Tal vez a él no le importaba lo que pasaría si ella hundiera sus
dientes en su garganta, pero a ella sí. La situación actual de Sadie era
una advertencia vívida. A pesar de que olía como el cielo «incluso si ella
lo deseaba como el infierno en llamas» no podía arriesgarse a probar.

- Deja de acosarme - Al oír la desesperación en su voz, ella apretó los


dientes y dijo: - Apártate.

- ¡No! - El gran hombre se enfrentó a ella con su propia determinación. -


No voy a dejar que sufras. Sobre todo cuando no hay razón para ello. -
Nathan tiró de ella hacia arriba, levantando sus pies del suelo. Su nariz
golpeó su garganta en el proceso, el aroma de su sangre tan fuerte que
apenas podía ver bien. - Toma lo que necesitas de mí, diablillo.

Por primera vez en meses su cuerpo respondió a la proximidad de un


macho. Sus pezones se endurecieron cuando un murmullo de excitación
se precipitó de su vientre a su sexo. Sus colmillos amenazaban con
extenderse fuera de sus encías, y podía sentir el hormigueo y ardor. Las
fantasías que había tenido con él tomaron el control de su mente,
tendida debajo de él, dándole la bienvenida en su cuerpo, pidiendo más.
El sudor que recubre su pecho, permitiendo que sus dedos se deslicen a
través de sus músculos pectorales con facilidad.
El rostro del otro hombre cruzó por su mente. Estaba lejos de ser tan
grande o guapo como el hombre que la sostenía apretada pero era
hermoso en su propio derecho.

Brett.

Lo estás olvidando.

Su corazón empezó a latir en su garganta y el floreciente sentido de


esperanza en su pecho se rompió. Se dio cuenta de lo rápido que había
dejado que la lujuria y el hambre nublaran su juicio. Todo lo que bastaba
era un momento perdido con Nathan y ella había olvidado su promesa.

No. No. No.

25
Su magia, aunque débil de su falta de alimentos estalló a la vida.
Desesperada, ella envió una ráfaga de disparos de energía pura de su
palma y lo golpeó directamente en el centro de su pecho. Si no hubiera
estado tan mortificada por el resultado de su acción, se habría reído.
Mientras que la corriente eléctrica suave habría conmocionado la mierda
de un ser humano, ni siquiera hizo cosquillas al hombre lobo. Sus
piernas se doblaron y no fue capaz de soportar su peso. Por suerte su
aspirante a comida la rescató, descendiendo para atraparla, levantándola
como si no pesara más que una bolsa de arena.

- Esto termina ahora - Mientras que la declaración era firme, había tanta
preocupación en su voz que hizo que su corazón dejara de latir. Él se
dirigió hacia una silla vacía con un propósito. - Tomarás de mí,
compañera. - Ella se estremeció ante la forma tan posesiva que dijo cada
palabra como si finalmente, hubiera decidido anunciarlo al mundo y no
tuviera ninguna intención de echarse atrás en su proclamación. - Es mi
derecho y privilegio cuidar de ti. - Él suavizó su tono, frotando una mano
por su espalda. Ella se preguntaba si sentía sus sentimientos de alguna
manera. - Mejor acepta eso. No voy a dejarte ir. El último par de meses
ha sido un infierno.

Días de preocupación, nervios deshilachados y sueño perdido se


encontró con ella, cambiando una parte de la llamarada de ternura que
sentía hacia Nathan en resentimiento de pleno derecho. ¿El último par
de meses había sido un infierno? ¿Qué sabía él? No había visto a su
única amiga morir lentamente de hambre. Sadie había sufrido
horriblemente cuando sintió los efectos de la desnutrición, sus músculos
bien definidos por décadas de formación se habían convertido en nada
más que piel y huesos.
Ella comenzó a patear sus inútiles piernas, mendigando hasta la última
energía que le quedaba.

- ¿Has sufrido? ¡Lo dudo! No tienes idea de lo que es el sufrimiento. No


tienes una maldita idea.

- Cálmate - gruñó, tomando un codazo en el estómago con un suave


gruñido.

Como el infierno. - Yo no lo creo.

Cuanto más apretado la sostenía, más se retorcía. No tenía fuerzas para


alejarse, pero ella no iba a hacer las cosas fáciles para él. Cuando él ganó
26
la ventaja y llevó su boca a su cuello, sosteniéndola en su lugar con una
mano en la parte posterior de su cabeza, ella apretó sus dientes juntos.
Era una agonía oler su sangre sabiendo que iba a poner fin a su sed, pero
había resistido en peor situaciones. El hambre era algo que había
aprendido a ignorar y superar. Ella no tenía que beber sangre todo el
tiempo. De hecho, podría pasar semanas sin hacerlo.

Mantente fuerte. Se te pasará. Siempre lo hace.

Esta vez, el recordatorio no se sentía tan tranquilizador. Nathan trajo


sentimientos increíblemente incómodos a la superficie. No sólo quería
hundir sus dientes en su garganta para frenar el apetito, también quería
sostenerlo cerca y respirar su aroma. Su naturaleza vampírica «lo que
más odiaba» quería que perdiera el control de sus inhibiciones y ella
misma se entregara al hombre. Para rendirse a los deseos que se había
negado desde su transformación.

Contrólate. Sadie está en problemas, ¿recuerdas?

- Estamos perdiendo el tiempo - resopló, retorciéndose tanto como


pudo.

- Entonces toma lo que necesitas - El reproche de Nathan era firme, su


agarre irrompible. - No voy a dejarte ir hasta que lo hagas.

- Eso me va a matar - Dejó que sus colmillos descendieran, pero se


aseguró de que sus dientes no tuvieran contacto con su piel, con la
esperanza de que si le decía una verdad a medias podría llamar su
atención. Con una inclinación de su cabeza, se encontró con su mirada
ámbar. - ¿Es eso lo que quieres?

Él se quedó inmóvil, mirándola fijamente a los ojos, los músculos de sus


brazos como el granito.

- ¿De qué estás hablando?

Bien. Finalmente estaba escuchando.

- Una vez que un vampiro bebe de un cambia-formas están vinculados


por la sangre. Ninguna otra fuente servirá. Si algo te sucede, voy a pasar
hambre hasta morir. Corre el rumor de que tu manada se encuentra en
medio de una guerra. Al obligarme a beber de ti pones mi vida en riesgo.
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Si te vas, moriré. No estoy dispuesta a correr ese riesgo. Ahora ... - trató
de forzar a sus colmillos a retraerse, odiando la forma en que sus encías
quemaban y picaban. - ... retrocede y dame algo de espacio.

- No te creo.

Él tiró de su pelo y ella se encontró con la intensa mirada del hombre


lobo. Oh diablos.

Hace tres meses, ella había sido capaz de alejarse. Sin alboroto, sin
despeinarse. ¿Pero ahora? Su aroma amaderado la llamaba, su atractivo
y cautivador rostro la tenía atrapada. Se quedó sin aliento y su coño
inundado. Definitivamente el tiempo había trabajado a favor de Nathan.
Mas aseado y ordenado, su melena oscura y descuidada perfectamente
en sintonía con la perilla que había decidido dejar crecer, pasando de
niño de mamá a chico malo, al que dan la bienvenida cada noche a través
de la ventana del dormitorio.

- Sadie - ella exclamó, luchando por mantener la concentración. ¿Por


qué era tan difícil pensar con claridad? ¿Por qué no podía controlar sus
hormonas en ebullición? Este no era el momento ni el lugar para que su
libido corriera a gran velocidad.

- ¿Qué pasa con ella? - Trey gruñó.

Los dedos de Nathan resbalaron por el cabello de Leigh, lo que le


permitió girar la cabeza alrededor y abordar al hombre que había estado
escuchando la conversación. Una ola caliente de vergüenza se deslizó
hasta sus mejillas. No sólo Nathan se había metido debajo su piel, el
bastardo también le había hecho bajar la guardia.
Cualquiera podría haber oído lo que dijo, lo cuál sería devastador, no
sólo para ella, sino para el aquelarre.

- Si ella está herida, tu tienes la culpa - Ella probó el agarre que Nathan
aún tenía sobre ella, agradecida de descubrir que había decidido dejarla
ir. Deslizándose fuera de su abrazo, se apresuró a aclarar la situación. -
Tan pronto como ella bebió de ti, estuvo condenada. Ella no puede
alimentarse de cualquier otra persona. Eso es tu culpa. - Mientras
hablaba se sentía humillada y culpable, sabiendo que también era la
responsable de lenta desaparición de su amiga. Sadie trató de advertirle
de las consecuencias, pero Leigh no había escuchado. En cambio, había
obligado a Sadie a beber de Trey, creyendo ingenuamente que el idiota
28
hombre lobo haría lo mejor por la mujer que le había salvado la vida. - Si
hubiera sabido como eran las cosas entre ustedes dos, no la habría
empujado a hacerlo.

- ¿De qué estás hablando? - Trey gruñó.

Nathan se puso de pie, tomando una postura entre Leigh y su Alfa. Otra
punzada de conciencia la hizo marearse, un zumbido vertiginoso dentro
de su cráneo. Trey había estado inconsciente cuando Sadie bebió de su
sangre, pero Leigh había asumido que él recordaría un pequeña parte
del encuentro. A pesar de que había estado completamente vestido, ella
había visto la enorme tienda de campaña en sus pantalones. Y el olor de
su lujuria combinada con la de Sadie había sido tan fuerte que inundó el
sótano donde estaba cautivo.
Leigh había asumido que quería a Sadie como su amante y compañera,
pero después de esa noche, no había tratado de localizarla.
Pero ¿y si él no tenía recuerdos de esa noche?
¿Era posible que él no tuviera idea de lo que pasó?
Nathan no le había creído cuando ella le dijo cómo funcionaban las cosas
cuando un vampiro se alimentaba de un cambia-formas. Era muy
posible que Trey no supiera que había condenado a Sadie a una muerte
lenta después de que él le hubiera dado su sangre.
Eso cambiaba las cosas.
Estudió a Trey, observando sus movimientos, confiando en sus instintos
para evaluar si estaba siendo honesto o evitaba la verdad.

- No te acuerdas de mí, ¿verdad? - Teniendo en cuenta la forma en que


se comportó cuando la vio, ella había pensado que podría. Ahora no
estaba tan segura.

- ¿Debería? - Una advertencia brilló a través de sus ojos, los músculos de


su mandíbula apretada.

Santo cielo. Oh, no.

- Sí, deberías hacerlo - Ella tomó una respiración profunda y lentamente


se levantó de su asiento. Tiempo para obtener respuestas. - ¿Te acuerdas
de algo sobre la noche en que te encontramos? ¿Tienes algún recuerdo
de lo que pasó?

- Sé que Sadie logró sacarme de las manos de los Pastores - Él apretó sus
manos en puños y movió los pies, sus ojos de un brillante color amarillo.
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- Sé que ella me trajo a casa antes de salir a la carretera, sin siquiera
decir adiós o hasta luego. Ella me dejó en la estacada y se fue. Ni siquiera
pude darle las gracias.

Por primera vez en semanas, Leigh sintió una punzada de compasión


por el hombre.
Él no había sido consciente del sufrimiento que había causado.

- No fue fácil sacarte de allí - ella le informó en voz baja, pisando con
cuidado en las aguas traicioneras. - Había una gran cantidad de hombres
para hacer frente y tuvimos que luchar contra ellos para llegar al sótano.
Sadie salió herida. - La culpa la asaltó cuando el rostro bronceado de
Trey palideció y sus dedos se desplegaron. Luchando por controlar sus
emociones, continuó. - Una vez que te encontramos, nos dimos cuenta
que teníamos que cargarte, pero estábamos tan débiles y cansadas ...

Él le había parecido tan grande a Leigh en ese entonces, casi imposible


de levantar. Por supuesto que siempre estaba débil, sobre todo porque se
negaba a darle a su cuerpo lo que necesita para prosperar. Más lastima y
vergüenza la golpearon. Si tan sólo hubiera tomado más sangre antes de
ir en esa misión con Sadie hubiera aplacado su sed de una vez y las cosas
podrían haber ido tan diferentes.

- Dime - él ordenó, las palabras una escofina dura. - Tengo derecho a


saber.

- Se vio obligada a tomar una decisión - ella susurró, odiando ser la


portadora de malas noticias. - Beber de ti o dejarte morir. - El miedo la
hizo detenerse. Trey apenas se sostenía. ¿Qué haría cuando se enterara
de lo mucho que Sadie había soportado después que había dejado a la
única persona que podía alimentarla? - En cuanto ella tomó lo que
necesitaba, pudimos cargarte hasta el coche y llevarte a casa. Luego fue a
una de nuestras cuevas de curación, pero para entonces ya se había
hecho el daño.

- ¿Daño?

Hasta entonces, Leigh no se dio cuenta que una palabra podría causar
una devastación absoluta en alguien. Las reacciones de Trey eran
totalmente honestas, sin ocultar nada. Él estaba dispuesto a escuchar lo
que tenía que decirle, aunque le destruyera en el proceso. Su plan para
irrumpir en su casa y ponerlo en su lugar había fracasado drásticamente.
30
Aunque existía la posibilidad de que él hubiera oído lo que le dijo a
Nathan, decidió dejar todo al descubierto.

No más secretos, al diablo con los malentendidos.

- Ella comenzó a morir de hambre - Cuando sus ojos se desorbitaron, se


apresuró a terminar. - No podía beber de nadie más.

- ¿Ella qué?

- Los vampiros no pueden beber de cambia-formas. Algo sucede cuando


lo hacemos. Llegamos a estar atados a la persona de la que bebemos. -
No podía ocultar su nerviosismo, no cuando ella podía sentir la furia de
Trey desde el otro lado de la habitación. - Esto hace que sea imposible
ganarse el sustento de cualquier otra fuente, de cualquier otra persona.

Él dio un paso adelante y Nathan respondió al movimiento, de pie


directamente en el camino de Trey. No creía que estuviera agradecida
por la interferencia de Nathan, pero lanzó un suspiro tembloroso,
pensando que prefería tener al imponente hombre lobo a su lado.

- ¿Donde está? - Trey sonaba como si hubiera entrado en pánico, pero


decidido. - Llévame a ella.

Mirando alrededor de su protector, miró al hombre que había causado


tanto daño aún sin saberlo. Había llegado el momento de revelar todo.
Sacó un par de pendientes que había robado de la habitación de Sadie.

- Puedo hacer eso, pero si ella está en problemas, y creo que lo está, voy a
necesitar ayuda.

Pasos que se acercaban llamaron la atención de todos en la sala. Nathan


la empujó detrás de él, ocultándola con su cuerpo mucho más grande.
Ella vislumbró a Trey saliendo de la habitación, dando instrucciones por
encima de su hombro:

- Llévala fuera. Voy a ir alrededor del edificio y te encontraré. No es


seguro hablar aquí.

Nathan no discutió, la tomó por el codo para guiarla alrededor de un


sofá. No se había dado cuenta de la puerta de la esquina, sobre todo por
qué había estado paralizada por las reacciones de Nathan y Trey, que
31
llegaron a ella como camiones Mack. Cuando ella salió y respiró el aire
de la mañana, dijo una pequeña oración de agradecimiento.
A pesar de todo.
Incluso en su peor momento.
Ella no podía sucumbir a su sed.

Gracias a Dios por los pequeños favores.

Su mirada recorrió el cuerpo sublime de Nathan. No había ni un solo


centímetro de su cuerpo cubierto de grasa. Bajo las capas de ropa había
un cuerpo que envidiarían los dioses. Otra oleada de lujuria se apoderó
de ella, calentándola de una manera que nunca había imaginado
experimentar tras perder su mortalidad.
¿Y ella había pensado que negar su sed de sangre era difícil? Tanto para
esto.
Cada minuto en presencia de este hombre sería una tortura.

*****

Trey había interceptado a Caden antes de que pudiera entrar en la sala


de estar. Su estómago se había convertido en un nudo duro, la ansiedad
puso a todos sus sentidos en alerta. Su corazón latía con fuerza en su
pecho, la picazón de la piel contenía al animal dentro de él. El lobo se
había elevado a la superficie hace mucho tiempo, luchando para hacer el
camino libre. La bestia sabía que su compañera estaba en problemas y
quería traer a su hembra a casa. Sentía que sólo él podía protegerla,
cuidarla.
Alimentarla.

La desgracia que le inundó le hacía difícil respirar. No había visto a


Sadie durante meses. Y en todo ese tiempo ella no había sido capaz de
hacer la única cosa que la mantendría viva, la pobre no había podido
malditamente comer. Como hombre, era su deber velar por las
necesidades de su compañera y había fallado en lo más básico.
Las imágenes de sus sueños fueron como un golpe bajo a la cara.
Ahora sabía que no eran sueños, sino recuerdos. Todo los que había
sucedido, sus colmillos en su garganta, el pequeño tirón en su piel
mientras ella se alimentaba, había sido real. Él le había dado lo que ella
necesitaba sólo para rasgarlo de sus manos. ¿Por qué no había venido a
él? ¿Su orgullo era más importante que su vida? ¿Pasar hambre era
preferible a tener que encontrarse cara a cara con él de nuevo?
32
Hizo una mueca. Eso debe haber sido.
Era consciente de que no había sido fácil para ella. Prácticamente tomó
el regalo que ella le había dado y lo arrojó a la cara. Los vampiros eran
peligrosos para los cambia-formas, capaz de convertirlos en marionetas
sin voluntad. A pesar de ello, todavía la quería.
Demonios, ¿cómo no podría?
La noche que por fin había conseguido apoderarse de ella, atrapándola
entre su cuerpo ágil y el suelo, había sabido que serían perfectos juntos.
Ella había estado tan caliente, su coño lloraba por su toque. Un beso les
había prendido fuego, girando el mundo al revés. Quería sumergirse en
la suavidad de su coño y oír sus gritos de placer. Ella había estado allí
con él también, tan atrapada en el momento como él lo estaba.
Luego él abrió su boca y lo jodió todo.

Después de esta noche, nunca me verás de nuevo. Tienes mi palabra.

Estaba tan absorto en sus pensamientos que chocó con Caden. El


humano gruñó y empujó a Trey a un lado.

- ¿Qué diablos? Pensé que te ibas.

Trey se apresuró a darle una excusa, cualquier excusa. Incluso si Caden


no era un cambia-formas tenía buenos instintos. El hombre había sido
un investigador por aquel entonces. Los años habían perfeccionado su
intuición, lo que le permitía detectar esqueletos en el armario de
cualquier persona.

- Olvidé mi cartera.

- Uh huh - Caden respondió y se apoyó contra la pared más cercana. -


¿Desde cuándo me das explicaciones?

Mierda.

- Puesto que estás jugando a ser mi secretaria, es lo menos que puedo


hacer.

Caden se llevó una mano a la barbilla y se acarició la cicatriz que


estropeaba su piel. Sus ojos acerados veían mucho más de lo que a Trey
le gustaba.

- ¿Por qué me huele a mierda?


33
- ¿Tal vez has estado besando demasiados culos? - El Alfa en él no le
permitía a Trey cortar el contacto visual pero necesitaba alejarse de
Caden, poner la mayor distancia posible entre ellos. - Los miembros de
la manada comenzarán a llegar en cualquier momento. Te sugiero que
prepares las cosas.

- ¿Qué demonios estás haciendo?

Eso era típico de Caden, temerario, valiente y arrogante como el


infierno. Trey encontró la brusquedad del hombre refrescante, aunque él
nunca lo admitiría a nadie en la manada. En su calidad de Alfa, era raro
que alguien cuestionara sus motivos. Sin embargo, Caden tendía a
sobreestimar su valor en la manada. Mientras que él era digno de tener
alrededor y había caído en gracia a Diskant Black «El Omega y cabeza de
todos los cambia-formas de Nueva York» él no estaba por encima de las
reglas.
Esta vez, Trey no pidió, ordenó:

- Prepárate para recibir a la manada.

Incluso si a Caden le gustaba apretar botones, había estado alrededor el


tiempo suficiente para saber que podría responder a Diskant si él salía
de la línea. Y no era una buena idea irritar a Diskant en este momento.
Su compañera, Ava, estaba en las primeras etapas del embarazo, pero
era posible notar los signos. Cualquier cosa que arrancara la atención del
Omega de su mujer no era bien recibido.

- Lo que tú digas - dijo Caden arrastrando las palabras, cada palabra


atada con sarcasmo. A pesar de su aparente molestia fue lo
suficientemente inteligente como para bajar su mirada mientras se
alejaba de la pared y comenzaba a caminar hacia el garaje. - Yo vivo para
servir.

Trey esperó a que Caden saliera de la residencia, escuchando como la


puerta de atrás se abría y se cerraba de golpe antes de que él se
precipitara por el pasillo. Nathan no podía dejar la propiedad con Leigh
en su brazo. Los guardias le harían demasiadas preguntas. Se preguntó
dónde podría encontrar a su Beta y la invitada inesperada mientras
corría a la pequeña puerta que daba a la parte trasera de la propiedad.
Para su alivio, él los vio tan pronto como salió. Nathan había llevado a
Leigh al lado del edificio, manteniéndola oculta entre los arbustos. El
34
hombre la mantenía rodeada en la jaula de sus brazos, de pie de manera
protectora sobre ella.

- ¿Podrías parar? - Una reprimenda suave de Leigh llegó a los oídos de


Trey. - Te dije que estoy bien.

- No mientas - Nathan gruñó. - No a mí.

- Niños - Trey los interrumpió antes de que su discusión se intensificara


y atrajera la atención no deseada, manteniendo la voz baja. - Dejen de
pelear.

En el instante en que Nathan bajó la guardia, Leigh se aprovechó. Ella se


agachó bajo su brazo, ganando su libertad.

- Ya era hora de que te nos unieras - dijo ella entre dientes, echando
mechones de su pelo largo y oscuro sobre su hombro. - Empezaba a
pensar que habías cambiado de opinión.

Tuvo que forzar a su lobo de vuelta, luchando para susurrar en vez de


aullar.

- No hay manera en el infierno - Mirando más allá de ella, comenzó a


pensar en una estrategia de salida. Su motocicleta sólo permite espacio
para dos. Necesitaban un vehículo. Por desgracia no podía entrar y
recuperar las llaves de su coche. - ¿Cómo has llegado hasta aquí?

- Conduje - Leigh estalló, sus ojos azules disparando dagas en su


dirección. - El coche está aparcado en la otra calle.

Su mirada se desvió a Nathan.

- Voy a distraer a los guardias mientras ustedes dos se deslizan hacia


afuera.

Nathan asintió y envolvió su mano alrededor de la muñeca de Leigh.

- De prisa.

Trey no tenía que hablar dos veces.


Tuvieron suerte para evitar ser detectados hasta ahora.
35
Él se dirigió resueltamente hacia la línea de árboles a lo largo de la parte
trasera de la propiedad. Los miembros de la manada hacían rotaciones
manteniendo guardia, tomando turnos que duraban entre ocho y doce
horas. Trey aprobó el calendario, pero no fue tan lejos como para
hacerlo. Mientras hubiera guardias por todo el lugar, no había ninguna
diferencia para él como se determinaba el orden jerárquico.
Un movimiento le llamó la atención, un cambio sutil del color en el
paisaje que pasaría desapercibido para el ojo humano.

Bingo.

- Soy yo - gritó. - Revélense ustedes mismos.

Uno por uno, lo hicieron.

Mantuvo la cabeza en alto, acercándose a los lobos con total confianza.


Cualquier muestra de debilidad crearía un caos total.
Se detuvo a varios metros de distancia y evocó a su lobo. La bestia
respondió, revelando gran parte de su poder como Trey se lo permitiera.
Como lo había anticipado, los miembros de su manada inmediatamente
retrocedieron. Bajaron sus miradas, asumiendo posturas serviles.

Esa era la respuesta.

Hora del show.

36
Capítulo 3
Sadie luchó contra los acogedores brazos del sueño y a través de la densa
niebla que impedía su plena conciencia. Poco a poco su mente empezó a
despejarse y sus pensamientos ya no se dividieron. Abrió los párpados
pesados, parpadeó rápidamente y obligó a sus ojos a concentrarse en lo
que estaba a su alrededor. Formas y colores se mezclaron, haciéndola
girar la cabeza. Ella ignoró el cosquilleo seco en la parte posterior de la
garganta, respirando profundamente para tranquilizarse mientras fijaba
su mirada en la pequeña grieta en el techo.
¿Cuánto tiempo había estado inconsciente?
¿Días? ¿Semanas?
¿Meses?
Estaba enfadada consigo misma por tener miedo. Después de todo, era
responsable de su situación actual. Ella no había sido capturada. No
señor. Voluntariamente había entrado a los brazos del diablo, creyendo
estúpidamente que en definitiva encontraría su fin y hallaría algo
parecido a la paz en la otra vida.

Detente. Contrólate, maldita sea.

A pesar de su estado de debilidad, se las arregló para mover los brazos y


las piernas. Una puñalada al rojo vivo se disparó por su espalda. Sus
músculos fríos y cansados protestaron por el movimiento, sintiendo un
dolor punzante mientras se estiraban y flexionaban. Ella confió en sus
años de entrenamiento para salir adelante, deseando que su cuerpo
ignorara el dolor. No sabía lo que quería Aldon con ella, pero no podía
ser bueno. Si había aprendido algo en los últimos meses era que el
hombre tenía un plan para todo, incluso si ella no sabía qué plan podría
ser. No había sido capturada al azar. Servía a algún tipo de propósito.

Y se entregó a sí misma a ese bastardo en bandeja.

Idiota.

Aldon era mucho más poderoso de lo que pensaba, neutralizando su


hambre y el uso de su estado de debilidad para mantenerla incapacitada
por el sueño. Cada vez que despertaba él aparecía y la enviaba de vuelta
al mundo de los sueños. No había tiempo para cuestionar sus motivos.
Un minuto había sido consciente de su entorno «atontada, pero
37
consciente» al minuto siguiente sus ojos se habían cerrado de golpe y se
rendía a la oscuridad.

Es por eso que debes dejar de perder el tiempo. Mira esta mierda.

Presta atención. Ahora mismo.

Contuvo el aliento y apretó los dientes, tratando de bloquear el fuego que


se deslizó hasta su torso mientras ella rodaba sobre su vientre. Músculos
diezmados gimieron en protesta, ardiendo con el esfuerzo. Cada jadeo
atravesó su pecho, sus pulmones se sentían como si pudieran explotar
mientras trataba de mantenerse tranquila. Al principio pensó que el
retumbar en sus oídos se debía a la adrenalina y el lento golpeteo de su
corazón. Entonces se dio cuenta de que era la propagación de un sonido
real por debajo de ella. Cerró los ojos, confiando en su sentido altamente
desarrollado para escuchar.
Una cerradura desbloqueada «el chasquido llegó alto y claro a sus
oídos» y luego una puerta que crujía al ser abierta. A juzgar por la
claridad con que su audición pudo captar los sonidos, concluyó que se
trataba de una sola planta por encima de donde estaba la entrada de la
guarida de Aldon.
Era una buena noticia si podía ponerse de pie y encontrar una salida
alternativa.

- ¿No es esto una sorpresa agradable? - La voz profunda Aldon fue a la


deriva a sus oídos cuando él dio la bienvenida a su visitante.

- Agradable sorpresa, mi culo.

El corazón le dio un vuelco y luego se alojó en su garganta cuando su


mente confirmó lo que había oído. Cerró los ojos con fuerza, luchando
por contener las lágrimas. Conocía esa voz, había soñado con ella a
menudo, por lo que ahora se preguntaba si realmente estaba despierta o
seguía atrapada en la tierra de los sueños.
No podía ser. ¿Cómo podría?

Trey.

Una estúpida idea romántica, trató de influir en sus pensamientos,


haciéndole creer que él había venido a rescatarla. Él irrumpía allí,
ordenaba a Aldon que la liberara y ella encontraría la seguridad en sus

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brazos. Él la levantaría contra su pecho, la besaría, le prometería
protegerla, la llevaría a su hogar con su familia, y nunca la dejaría ir.

Como si fuera posible ...

Recuerdos dolorosos del pasado sofocaron su esperanza.


Trey no era su amante. Demonios, ni siquiera era su amigo. Él podría
estar dispuesto a follarla, pero eso era todo. Sin condiciones. Sin
permanencia. Su cuerpo le atraía, pero su naturaleza le disgustaba. En el
mejor de los casos podría llamarla para unas cuantas noches de sexo
salvaje. Si jugaba bien sus cartas, incluso podría estar dispuesto a
ofrecerle lo único que necesitaba desesperadamente para sobrevivir, su
sangre, a cambio de un poco de sexo.
Su auto-aborrecimiento no duró mucho tiempo, no cuando ella oyó el
gruñido de Trey.

- Has jodido con el toro equivocado - Ella se sacudió cuando escuchó el


sonido de un puño conectando con huesos, seguido por un enorme ruido
sordo, como si alguien hubiera aterrizado en el suelo.

Un escalofrío le recorrió la espalda cuando Aldon rió.

- ¿Eso es lo mejor que tienes?

- Ni siquiera cerca - Trey gruñó, con voz temblorosa, lo que indica que ya
estaba en movimiento, preparándose para otro golpe. - Eso fue sólo mi
versión de una puta bofetada.

¿Qué demonios estaba pasando? ¿Por qué Trey estaba aquí? ¿Y por qué
él estaba luchando con Aldon?
La última vez que comprobó los dos estaban en buenos términos.
Compartieron intereses comunes ... o al menos eso pensaba.
Ella supo el momento exacto en que comenzaron a luchar. A pesar de
que no podía ver lo que estaba ocurriendo, sabía como iría la lucha. Los
vampiros eran rápidos, pero los hombres lobo eran fuertes. Aldon
trataría de derribar a Trey mientras Trey intentaría arrancar la garganta
de su oponente lo más rápido posible. Suponiendo que Trey quisiera
matar a Aldon. Si no tuviera suerte, pondría una abolladura en el
vampiro. Aldon era demasiado poderoso. Sólo había vislumbrado una
parte de su fuerza, pero ella sabía que no era un vampiro de magia negra
normal.
Él tenía un secreto, uno que le hacía letal.
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Un crujido fuerte arrancó su atención del escándalo en la planta baja.
Volvió la cabeza, avergonzada de que algo tan simple le tomara tanto
esfuerzo. Ella observó, sorprendida, como Leigh abría la puerta de la
habitación. La pobre chica parecía un muerto viviente. Su piel, siempre
pálida, ahora era de un espantoso blanco. Sombras oscuras cubrían el
área debajo de los ojos. Ella había recogido el pelo de su cara,
asegurándolo en la nuca con una banda elástica. Sadie abrió la boca para
hablar, pero permaneció en silencio cuando los ojos de Leigh se abrieron
y negó con la cabeza.

- Tranquila - Leigh instruyó telepáticamente. - Puedes preguntar


después. - avanzando hacia adelante, le preguntó: - ¿Qué te hizo? ¿Qué
tan mal estás herida?

- Él no hizo nada - El orgullo de Sadie dolía en la confesión. - Sabía que


lo estaba siguiendo. Cuando me enfrentó, perdí la conciencia debido al
hambre. Él me trajo aquí. - Hablando de eso. - ¿Dónde es aquí, por
cierto? ¿Cómo me has encontrado?

¿Por qué Trey está contigo?

El último pensamiento no fue transmitido a Leigh, pero la joven vampiro


escuchó de todos modos. La simpatía suavizó sus rasgos cansados al
llegar junto a Sadie y colocó una mano en su brazo. Leigh sentía tanto
frío, su cuerpo necesitaba desesperadamente sangre. Sadie se encogió.
Leigh no debería haber venido aquí. La chica se había convertido
recientemente y era incapaz de defenderse. Tenía que aprender a
aprovechar su magia con el fin de enfrentar el mundo.

- No te preocupes por eso ahora. Vamos a sacarte de aquí - pensó


Leigh. Levantando la cabeza, susurró: - Voy a necesitar un poco de
ayuda. Ella no puede moverse.

Una forma grande cruzó a través de la puerta. A pesar de que Leigh


bloqueaba la mayor parte de él, Sadie reconoció su voz cuando él
murmuró:

- Estoy aquí.

Nathan. El Beta de Trey.

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Sadie no sabía mucho sobre el macho, aunque sus caminos se habían
cruzado en el pasado no muy lejano, después de que ella matara a unos
cuantos Pastores y salvara a la compañera de Diskant, Ava Brisbane.
Nathan había estado allí también, siendo él mismo herido tratando de
defender a la mujer mortal. Habían formado una tregua poco probable,
comprometiéndose a trabajar juntos para salvar la vida de Ava.
El prisma de la confusión brillaba tanto que se convertía en vertiginoso.
Primero apareció Trey. Ahora Nathan estaba con él.
¿Qué estaban haciendo? ¿No tenían que hacer nada mejor?

Nathan deslizó sus brazos por debajo del estómago de Sadie y le dio la
vuelta cuando él la levantó contra su pecho. Su cabeza cayó hacia atrás,
su brazo quedó atrapado contra el hombre que la sujetaba, el otro fue
colgando como una rama rota a tu lado. Ella debía tener la apariencia de
una muñeca de porcelana hecha jirones, colgando entre sí por
deshilachados trozos de hilo. La última vez que vio a Nathan él estaba
sangrando a sus pies.

La humillación la atravesó, uno de los sentimientos más indeseables y


condenatorios.
De alguna manera las cosas siempre llegaban al punto de partida. Era
casi poético en una forma enfermiza y perversa. Se suponía que debía ser
la fuerte, defendiendo a los débiles. Nunca se había imaginado a sí
misma en este estado. Acunada en los brazos de un hombre lobo, sin
poder estar de pie o caminar. Los papeles se habían invertido. Ahora
Nathan cuidaba de ella, protegiéndola de cualquier daño.
Leigh abrió el camino hacia la puerta. Una vez que se asomó, salió de la
habitación. Nathan la siguió de cerca, permitiéndole a Sadie obtener una
idea de lo que la rodeaba.

Ella estaba definitivamente en una casa, no un edificio o un búnker3


como eran conocidos los vampiros por usar cuando capturaban a una
presa. Fotos enmarcadas adornaban las paredes cuidadosamente
pintadas y techos con caras molduras. Estaban en la planta superior de
la residencia, un lugar antiguo pero bien restaurado. Listones de madera
prístinos pasaban acelerados por sus ojos cuando Nathan caminó más
rápido.

El delicioso aroma de la sangre asaltó su nariz, espesa y caliente, fresca


procedente de la fuente. Ella sabía a quién pertenecía ese olor, podría
identificarlo en cualquier lugar. Debería haber estado preocupada por
3 Búnker: Lugar destinado a servir de refugio.
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las heridas de Trey «él se apresuró a sanar, pero había sido herido en
gravedad y sangró abiertamente» pero sentía que sus colmillos
comenzaban a descender. La necesidad de alimentarse se convirtió de
repente en su único objetivo. Incluso en su estado actual, sintió que sus
músculos tensos se preparaban para atacar. Su naturaleza estaba
dispuesta a darlo todo para poder sobrevivir.

- ¡Joder! - Trey gritó, tan cerca que ella no sólo podía oler su sangre, sino
también escuchar el latido constante de su corazón. - ¡Nathan, rápido! Él
está en movimiento!

- Leigh - Nathan gruñó. - Detrás de mí. Ahora.

Leigh hizo lo que le dijo, lanzándose detrás de Nathan y desapareciendo


de la línea de visión de Sadie. Aldon apareció de pie a pocos metros de
ellos, con una sonrisa arrogante en su rostro salpicado de sangre. Su
nariz se había roto, pero él ya había comenzado la curación. El mundo
giró y el estómago de Sadie se desplomó cuando Nathan la dejó y cargó
contra el vampiro. Ella cayó al suelo, con la cabeza impactando contra el
duro suelo. A través de los doloridos ojos, vio a Nathan a correr hacia su
enemigo.
Aldon desapareció y Nathan se precipitó a través del vacío. El macho se
tambaleó, tratando de parar. Trey apareció en lo alto de las escaleras y
Nathan se dirigió directamente a él. Observar el choque de esos enormes
hombres contra el suelo habría sido cómico si la situación no fuera tan
grave. Sintió náuseas, ganas de vomitar.
Los hombres no podían ver lo que estaba justo en frente de ellos.
Aldon no estaba tratando de matar a Trey o Nathan.
Estaba tratando de atraerlos.
La percepción no siempre es fácil de obtener. A veces, una persona
descubre las cosas que debería haberse dado cuenta antes «cosas que
podrían cambiar o alterar tu vida» a menudo cuando ya es demasiado
tarde. No le gustaba tener su momento así, tendida en el suelo, inútil y
olvidada.

Criatura obstinada. Las palabras perspicaces de Aldon ya no cínicas,


sino inquietantes, se hicieron eco en su cabeza. Tan segura de sí misma.
Tan arrogante. Tan predecible. Utilizas tu orgullo como un escudo.
Supongo que debo darte las gracias por simplificar las cosas.

La condenaría al infierno. Se merecía arder.

42
Ella no fue inteligente cuando comenzó a seguir a Aldon. Había sido una
estúpida.
Si el aquelarre había estado espiándolo, es probable que él hubiera
estado espiándolos también. No debería haber encontrado mucho. Sus
defensas eran sólidas, pero él no era como cualquier vampiro que había
visto nunca. Él podría haber espiado la casa desde una distancia segura,
recopilando toda la información que necesitaba. Sabía que ella había
estado siguiéndolo. Eso estaba claro. El cabrón engreído probablemente
lo había alentado. Ella se dirigió directamente a su trampa y quedó
atrapada en su telaraña, dándole una ventaja.
Recordó la forma en que él la había mordido, la forma en que suspiró
con satisfacción mientras bebía la poca sangre que tenía para ofrecer.
Sin embargo, no había tomado mucho. No había sido suficiente para
alimentarlo o mantenerlo, porque no era lo que él quería. Bebió su
sangre para tener acceso a sus recuerdos, para confirmar sus sospechas.
Él quería algo ... o alguien.
Pero, ¿quién? No había nadie tan poderoso en el aquelarre. En realidad
no. El más fuerte de ellos era un recién nacido que no sabía cómo lanzar
un hechizo. Y Leigh odiaba usar la magia ...
Era como si un velo se hubiera levantado de sus ojos, dándole plena
vista.

Leigh.

Todo tenía sentido.


Una bocanada de sangre y Aldon había visto a través de Sadie lo que
Leigh podía hacer. Con la ayuda de la joven sería capaz de localizar
personas con simples objetos e influir en las mentes de los demás. Y eso
era sólo la punta del iceberg. Leigh detestaba la sangre, pero cuando ella
aceptara lo que era y descubriera todo su potencial, sería tan formidable
como un semidiós.

La Diosa nos ayude.

Con los poderes de Leigh, Aldon sería imparable.


Aterrorizada y sin poder hacer nada más que presenciar lo que se venía,
ella gritó a Leigh con su mente, poniendo tanta advertencia en el
pensamiento como le fue posible.

- Huye.

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Trey no se detuvo a ver si Nathan había sido dañado durante su colisión.
Tan pronto como sus pies se mantuvieron estables corrió hacia Sadie.
Joder, estaba pálida. Tan malditamente sin vida que le aterrorizaba. En
ese momento no le importaba nada, sólo llegar a ella. Algo le advirtió
que si no lo hacía no podría tener una segunda oportunidad.
Los metros que los separaban parecían kilómetros.
Leigh se desplomó a sus rodillas, hundiéndose al lado de Sadie. Se aferró
al torso de Sadie, balbuceando palabras que no tenían sentido. En el
momento en que tuvo un agarre decente de su compañera ella cayó
sobre su culo y tiró de Sadie más cerca. Aldon apareció detrás de ellos y
enganchó a Leigh por la parte posterior de su cuello. La frágil hembra
luchó, gritando de miedo, aferrándose a Sadie para salvar su vida. El
rugido furioso de Nathan hizo eco a través del pasillo, diciéndole a Trey
que su Beta estaba justo sobre su culo.
La voz de Sadie parecía rugir a través de su cabeza, golpeando en sus
oídos, su desesperación era palpable.

- No dejes que se la lleve.

Por primera vez, la sonrisa confiada de Aldon desapareció. Se inclinó por


la cintura y tiró del cuello de Leigh, arrancando uno de los brazos inertes
de Sadie. Leigh metió las piernas y las envolvió alrededor de la cintura
Sadie, bloqueando sus tobillos juntos. Cada tirón de Aldon, levantaba a
Leigh y Sadie del suelo. El cabello oscuro de Leigh caía en cascada
alrededor de su cara y los hombros, la cola de caballo que llevaba estaba
deshecha. Esa fue la escena más loca que Trey había visto en su vida, una
maraña de brazos, piernas y pelo.
Por un momento, Aldon, Leigh y Sadie parecían parpadear como si sus
cuerpos se fueran disipando ante de sus ojos. El pánico y el terror
pusieron los sentidos de Trey en alerta máxima. Él se movió más rápido
de lo que nunca hizo en su vida, aumentando la velocidad. Aldon estaba
tratando de desaparecer. Si lo consiguiera, Trey no podría encontrar a su
compañera de nuevo. Él iba a destruir todo el maldito edificio antes de
que sucediera.

- Hazlo y malditamente te mato - él tronó.

Aldon levantó la cabeza, mirando a Trey a los ojos. El iris del vampiro
cambió de color, pasando de azul oscuro a azul hielo. Su pelo rubio
blanco se levantó en el aire cuando llamó a la magia en su interior.
Aunque ser un Alfa nato protegía a Trey de la compulsión de cambiar de

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formas o caer preso de la magia negra de Aldon, él no podía contener el
camino de la energía se sentía y el modo que pareció desgarrar su piel.

Hijo de puta.

Él gruñó mientras el cosquilleo de la magia revoloteaba sobre su carne,


enfurecido y petrificado por su compañera, cuando sus pies dejaron el
suelo. Una fuerza invisible lo empujó a un lado, robando el aire de sus
pulmones. Levantó los brazos, tratando de protegerse a sí mismo cuando
su cuerpo voló hacia la barandilla de arriba. No había manera de que
pudiera evitar la colisión, por lo que se preparó para el impacto.
La madera de astilló cuando se rompió la estructura y varias piezas
cayeron al suelo. Casi se unió a esas piezas, pero alargó sus uñas justo a
tiempo para enterrar las afiladas garras en el suelo de madera. La parte
inferior de su cuerpo colgaba sobre el borde de la calzada, las piernas
pateando en el espacio vacío.

No lo sueltes. Vuelve a subir.

El gruñido furioso de Nathan le hizo flexionar los dedos, clavando sus


garras en el suelo. Él se mantuvo firme, al mando de sus músculos para
soportar su peso. El lobo dentro de él respaldó el pedido, subiendo a la
superficie, dándole fuerza. Levantó la cabeza y vio a Nathan chocando
contra Aldon. El vampiro liberó a Leigh, pero el impacto le envió lejos de
Sadie. Su compañera se acercó a él, deslizándose por el suelo,
deteniéndose apenas por debajo de la irregular barandilla. Estaba tan
cerca, que si sus manos estuvieran libres, podría estirarse y agarrarla.

Lo mataré. Suave y lento.

Echando un vistazo a Aldon y Nathan, centró su energía para liberar su


cuerpo del nivel superior.
Entonces sintió el suave roce de los labios de Sadie sobre el dorso de su
muñeca.
En sus sueños, su mordedura era la cosa más erótica que jamás había
experimentado.
Esta vez, sin embargo, no era exactamente lo mismo.
Sus colmillos se estrellaron en los delicados huesos de la muñeca, no se
molestó en ser agradable. Él siseó cuando sus labios rodearon el tejido
desgarrado y empezó a chupar. Ella chupó tan jodidamente duro en su
piel que se preguntó si ella estaba tratando de rasgar la mierda fuera de
sus huesos. A pesar de que quería proveer para ella, trató de obligarla a
45
alejarse. Él la alimentaría tan pronto como esto se hubiera acabado.
Tenía que darse prisa.
Aldon y Nathan habían llevado su lucha contra el suelo.
Nathan no era lo suficientemente fuerte como para acabar con el
vampiro. Joder, Trey no estaba seguro de quién o que sería capaz de una
cosa así. En el pasado, Aldon había sido un infierno de aliado. ¿Ahora?
Él era un puto oponente. Trey sabía que el hombre era resistente. ¿Pero
esto? Nunca había imaginado una cosa así.

- Sadie, bebé - murmuró, tratando de llamar su atención. - Déjame ir.

Sus manos arremetieron envolviéndose alrededor de su antebrazo. La


succión alrededor de su muñeca aumentaba, la sangre se filtraba de sus
labios. Observó, asombrado como el color volvía a sus mejillas. Sus
dedos cambiaron, rellenándose. Para su sorpresa, el resto de su cuerpo
se había recuperado bien. Su rostro era más brillante, su cuerpo
esquelético recuperó su carne suave. Cada sorbo la había resucitado de la
muerte, trayéndola de vuelta a la vida.
Pequeñas luces y manchas blancas bailaban sobre sus ojos, se estaba
mareando.

Jodida mierda.

Él se iba a desmayar. Si eso sucediera, no podría protegerla.

No hay manera en el infierno. Voy a morir primero.

- ¡Basta! - gritó Aldon, rompiendo la atención de Trey de su compañera.

Nathan voló de un lado del pasillo al otro, cayendo en un montón en el


suelo. El Beta no trató de levantarse, se quedó inmóvil en el suelo, lo que
significaba que estaba fuera de combate. Trey esperaba como el infierno
que el daño no fuera permanente. No creía que lo fuera. Él sentía cada
muerte en su manada. Nathan no estaba muerto, todavía no. Él debía
haber perdido la conciencia. Era lo único que le impediría levantarse y
cargar contra Aldon.
No había manera de que Nathan dejara a Leigh sin protección.
Leigh tropezó con sus pies cuando Aldon se volvió hacia ella. Ella dio un
paso atrás, pateando con sus piernas, mientras se arrastraba con los pies
y las manos. Sus enormes ojos azules se llenaron de pánico, los pálidos
labios rosados se separaron con horror.

46
Hijo de puta.

Aldon iba a tomarla y no había nada que Trey pudiera hacer al respecto.
Sadie había tomado tanta cantidad de sangre que no estaba seguro de
poder mantenerse en pie, y mucho menos luchar contra un vampiro con
fuerza inconmensurable. Aldon avanzó «sólo un paso más y tendría a
Leigh en sus manos» y levantó su brazo derecho.

Sadie desapareció, estaba allí en un momento, y desapareció al siguiente.


La miserable quemazón en su muñeca desapareció. Antes de que pudiera
reaccionar a su pérdida, Sadie reapareció frente a Leigh.
Sus ojos azules brillaban en la alerta, sus manos estaban extendidas
abiertas a los costados. Ella no se había molestado en quitarse la sangre
de la comisura de su boca, el líquido teñía sus labios de rojo cereza. En
un abrir y cerrar de ojos, ella formó un puño y lo plantó directamente en
el centro de la cara de Aldon. El golpe llevaba más poder de lo que Trey
habría pensado que Sadie fuera capaz.
Aldon se tambaleó hacia atrás unos metros, levantando una mano para
el labio ensangrentado entrecerrando los ojos.

Sadie estiró su brazo detrás de ella, llegando hacia su compañera caída.


Una comunicación silenciosa se produjo entre las mujeres, un mensaje
mental de una vampiro a la otra. Un momento Leigh estaba aterrorizada
y sentada sobre su culo y al siguiente estaba de rodillas, tratando de
alcanzar la muñeca Sadie. Leigh le enseñó sus colmillos y bajó su boca
hacia la piel pálida de Sadie.

- No tan rápido - Aldon ladró, moviéndose tan rápido que Trey no tuvo
la oportunidad de dejar de lado la barandilla o salir tras el idiota. La
mano herida del vampiro se cerró alrededor de la garganta de Trey, el
agarre de Aldon tan apretado se sentía tan fuerte como si le aplastara la
tráquea.

Que me jodan.

- No - Sadie no parecía tan confiada, con la voz quebrada. - Déjalo salir


de esto.

- Todo lo que va a tomar es una simple flexión de mis dedos - La presión


que Aldon sostenía en el cuello Trey se intensificó, privándolo de
oxígeno. - Voy a romperle el cuello como una ramita.

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En realidad podría hacerlo. Sus dedos se cerraron apretándose.
Trey amordazado, necesitaba tomar aliento.

- Su manada querrá vengarlo - Las palabras de Sadie se cargaron con


veneno. - Me aseguraré de que Diskant Black sepa lo que pasó aquí. Ellos
vendrán a por ti. Van a cazarte.

- Considero que es un riesgo que estoy dispuesto a tomar.

Trey se atragantó, maldiciendo su fracaso como Alfa y macho. Nunca se


había sentido tan débil o inútil en su vida. Aquí estaba, a pocos segundos
de perder el conocimiento cuando su compañera más lo necesitaba.
Reunió sus últimas fuerzas y dirigió su mirada a Sadie, tratando de
transmitirle a ella su vergüenza y dolor por haber fracasado.
Dejándolo a él para joder las cosas de la manera más monumental
posible.
No era bastante malo haberla hecho sufrir durante meses, Oh, no.
Ahora, cuando ya no quedaba nada y él iba a morir, la estaba guiando a
su tumba también. Había visto lo débil que estaba, se dio cuenta de que
Leigh había dicho la verdad acerca de la condición de Sadie en el
momento en que puso sus ojos en la forma delgada y frágil de su mujer
sabiendo que estaba a punto de obligarla a sufrir el mismo tormento ...
Joder, esto lo desgarraba por dentro.

Nunca.

Su lobo se levantó, tomando el relevo, y lo dejó. Su cuerpo comenzó a


cambiar. Él no luchó contra el cambio, decidiendo que era lo único que
le quedaba. La bestia respondió rápidamente a su llamada, ávido de
sangre, hambriento por la matanza. Esto es lo que debería haber hecho
desde el principio.

Entrar. Destrozar.

Reclamar.

El pelaje brotó de su piel y sus huesos se retorcieron. El animal quería


arrancar la garganta de Aldon y sentir el aullido de la victoria cuando la
vida se desvaneciera de los ojos del vampiro. Quería destruir al hombre
que se atrevió a amenazar a su compañera, y esto serviría como una
advertencia de lo que sucedería si alguien jodiera con lo que pertenecía
al lobo y sólo al lobo.
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- Haz tu elección - Aldon advirtió, manteniendo su control a pesar del
cambio de Trey de hombre a bestia. - Tres ... dos ...

Una mano serpenteaba alrededor de la nuca de Aldon, los dedos de


Nathan se tensaron cuando él gruñó:

- ¿Te acuerdas de mí, hijo de puta?

Trey cayó cuando Aldon lo soltó, cayendo rápidamente hacia el suelo.


Terminó su transformación en el aire, tratando de aterrizar en sus pies.
El poder del cambio corría a través de su cuerpo. Los efectos de su
reciente pérdida de sangre se evaporaron. Golpeó la alfombra alcolchada
con un ruido sordo, cubierto de pedazos destrozados de ropa. Se sacudió
las prendas de su cuerpo, se puso de pie con las piernas temblorosas.
Estaba jadeando mientras luchaba por respirar, volviéndose hacia las
escaleras a medida que recuperaba el equilibrio.
Oyó la lucha de arriba.
Su Beta lucharía con todo lo que tenía, pero Nathan sólo podía mantener
a Aldon fuera por un tiempo.
A pesar de que su segundo al mando era fuerte, el vampiro estaba
construido como un maldito Vikingo, por no mencionar que Aldon tenía
esa maldita magia a su disposición. Trey se precipitó sobre cada listón de
madera, corriendo contra el reloj, decidido a no dejar a su mujer en esta
ocasión. Su lobo gruñó, apretando su mandíbula en la anticipación. Al
llegar a su destino, descubrió que Leigh se había ido y Nathan estaba en
el suelo debajo de Aldon. Sadie se inclinaba sobre ellos, su brazo
envuelto cómodamente alrededor de la cintura del vampiro.

- Déjalo ir - ella ordenó, sus dedos se cerraron en un puño sobre el pelo


de Aldon, tirando de su cabeza hacia atrás.

Aldon se apartó de Nathan y llegó detrás de él mientras se levantaba.

- Tú, pequeña perra estúpida.

Sus uñas se alargaron, convirtiéndose en garras cuando él barrió a lo


largo de la espalda de Sadie, desgarrando su camisa y la piel de la mitad
de la espalda hasta el hombro. Ella no gritó, pero Trey la oyó gemir. La
furia lo consumía revistiendo al mundo en una neblina roja. Mataría al
estúpido pedazo de mierda. Rompería todos los huesos de su maldito
cuerpo.
49
- Bien, lo haremos a tu manera - susurró Aldon. - Por ahora.

Una explosión sólida de magia envió a Sadie lejos de Aldon y Nathan, su


forma delgada corriendo a través de la distancia hacia él. Él se sentía
desesperado en ese momento, sabiendo que no podía cambiar lo
suficientemente rápido como para atraparla, deseando de alguna
manera poder hacerlo.
Por una vez «gracias a Dios» él no se quedó con una enorme cantidad de
vergüenza como compañero.
Sadie se incorporó como un gato, con el impulso y la velocidad para girar
alrededor de su propio cuerpo. Él se movió a un lado, observando con
asombro como ella aterrizaba sobre sus pies. Se levantó con los puños
cerrados, listos para enfrentar a Aldon. Ella irradiaba belleza y fuerza, un
verdadero espectáculo para la vista.
Su maldita magia.

Se sentía diferente. No tan oscuro. Era casi agradable. La sensación se


erizaba sobre su piel. Eso lo calmó, calmando al lobo, dándole una
sensación de fuerza que había perdido cuando ella bebió de él.
Antes de que pudiera usar su poder o ejercer su magia, Aldon levantó la
mano, la saludó y le dijo:

- Esto no ha terminado.

Luego desapareció, dejando a Nathan en el suelo, a Trey gruñendo al


aire vacío y a Sadie de pie junto a ellos dos, preparada para la guerra con
ningún adversario a la vista.

50
Capítulo 4
Protección.

Encuentra lo que necesitas.

Espada, espada, espada.

La formación de Sadie dio una patada en su dirección como si estuviera


en piloto automático. Aldon podría reaparecer en cualquier momento.
Con el fin de defenderse y proteger a los demás necesitaba su arma.
Cerró los ojos y se concentró, invocando su magia. La espada que llevaba
estaba en sintonía con ella por la sangre.
Si estaba cerca podría sentirlo ...

Allí.

Ella no dudó, lanzándose encima de la barandilla. En el instante en que


aterrizó se levantó y corrió hacia el zumbido de la magia. No importaba
por qué Aldon no había guardado la espada en lugar de tirarla a la
basura. Fue estúpido y ella salió ganando. Vio la vaina, identificando el
cuero que cuidadosamente aceitaba una vez a la semana.
Sí. Esto es lo que necesitaba.
En el instante en que el puño golpeó su mano sacó el arma libre de la
cubierta protectora.
Un movimiento le llamó la atención. Se echó hacia atrás, dispuesta a
repartir algo de daño pesado, enviando una oleada de magia por su
brazo y en su arma. Había esperado un ataque. Aldon vendría a ella
ciegamente, listo para derribarla de inmediato. Lo que no había previsto
era a Trey «desnudo como el día en que nació» envolviendo sus brazos
alrededor de su cintura mientras caía de rodillas. La emoción de la
inminente batalla hizo acelerar sus latidos, pero el toque de Trey envió
sus pensamientos en otra dirección. En una fracción de segundo, el peso
de su cuerpo inclinado de manera constante contra el de ella, y estaba
condenada. Ella bajó su brazo y miró hacia abajo a su pelo oscuro y sus
musculosos hombros bronceados.
Había estado tan mal.
Los recuerdos no le hacían justicia en absoluto.
En persona era más grande, más fuerte, más sexy.

51
Lamiendo sus labios, ella saboreó una pequeña muestra de sangre que
no se había molestado en limpiar de la comisura de la boca. Tendría que
haber pedido permiso antes de tomarlo, pero no lo hizo. Cuando ella le
había mordido, estaba demasiado centrada en su hambre para pensar en
la consideración o la lujuria. Ahora, sin embargo, era más que consciente
del hombre. Podía oler, sentir el calor de su cuerpo y escuchar el ritmo
apresurado de su pulso.

- Tranquila, cariño - murmuró, su voz como la grava en cascada sobre la


seda. - Te tengo.

Sus ojos ardían mientras luchaba por contener las lágrimas.


Ojalá fuera cierto.
Quería tan desesperadamente que lo fuera, que Trey pudiera abrazarla,
mantenerla a su lado ...
Amarla.
Meses de añoranza la habían traído a este momento, enfrentándola a su
peor enemigo. Incluso si ella había tratado de convencerse a sí misma de
que debía negar al macho, ella lo quería demasiado como para hacerlo.
Podría haber muerto sin experimentar ninguna de las cosas que ella
anhelaba con el hombre a sus pies. La sangre que había consumido
corría por su cuerpo, inundando sus músculos con la vida, trayendo un
deseo tan fuerte que podría devorarlos a ambos.
Sus pezones estaban endurecidos y el fuego en su vientre descendía
hasta su clítoris palpitante. Su cabello rozó su antebrazo cuando él
acarició con sus labios sobre su mano libre, el tacto más suave que
alguna vez sintió, provocando escalofríos que se extendían por toda su
piel. ¿Cómo sería sentir esas hebras espinosas contra el interior de los
muslos si él cayera sobre ella? ¿Se tomaría su tiempo? ¿O iría a ella como
el hombre salvaje que imaginaba que era?
Él sabría lo que estaba haciendo. Los hombres como él tenían años de
experiencia.

- Leigh - La aparición de Nathan, al pie de las escaleras así como el


nombre que pronunció, congeló el calor en las venas de Sadie. - ¿Dónde
se fue? - Preguntó, gruñendo. - Llévame a ella.

¿Qué egoísta podía ser?

Un toque y ella se había olvidado de sus responsabilidades. La seguridad


de Leigh no era importante. Nada lo era. Todo en lo que podía pensar
era Trey, su olor, su calor, lo bien que se sentía.
52
Maldita fuera por ser tan débil y vulnerable.
Se merecía todo lo que le había sucedido.

- ¿Dónde está? - Nathan gritó.

Sadie quería responder, pero no estaba segura de lo que debía decir.


Leigh había tomado suficiente sangre de Sadie para huir, pero ¿estaría
su amiga segura? ¿Se había refugiado en el aquelarre? ¿O se aventuró a
una de las casas de seguridad? Sadie no había tenido suficiente tiempo
para pensar en el futuro o preguntarle a su hermanan en la magia cuáles
eran sus planes. Desde que Aldon había dejado claro que iba a hacer lo
que fuera necesario para capturar a Leigh «y el jodido cabrón era lo
suficientemente fuerte como para eliminarla cuando saliera de cualquier
ubicación» tenía que asegurarse de que Leigh estuviera a salvo. El
aquelarre tenía poder, pero no podrían hacer mucho. No eran criaturas
físicas y nunca lo serían.
Ese era su trabajo.

Tienes que ir. Encontrarla. Formular un plan.

Los cambia-formas «por lo que ella sabía» no podían leer la mente, pero
Trey parecía que podía leer la suya.

- No - él gruñó, abrazándola con más fuerza. - No vas a ninguna parte. -


Se preguntó cómo era posible, pensando que tal vez podría haber mal
dirigido un pensamiento en su dirección cuando él dijo. - Tú me
perteneces, nena. Leigh me lo contó todo. En el momento en que bebiste
de mí se selló el acuerdo. Estás atrapada conmigo. Ni siquiera pienses en
tratar de escapar.

¿Qué demonios quería decir eso? ¿Ella le pertenecía a él?


Joder no, no lo hacía.
No hace mucho tiempo la había rechazado «incluso cuando confesó que
ella era la hembra destinada para él» y la había humillado. Recordó la
agonía de su separación, su rechazo corroía su corazón desde dentro
hacia afuera. Incluso si la deseaba físicamente, él no tenía las pelotas
para reclamarla como su compañera ante su manada. Había demasiado
en juego. Los Pastores habían atacado la ciudad de Trey, los hombres
lobo que protegía lo necesitaban más que ella, y ambos lo sabían.
Nada había cambiado desde entonces.
Quería follarla. Tal vez incluso para mantenerla en sus términos.
Pero ¿a qué precio?
53
De pronto, la espada se sentía demasiado pesada, el aire de la habitación
muy cargado.
Para su vergüenza, admitió que sería lo que él quisiera que ella fuera.

- ¿Por qué incluso estás aquí? - Le resultaba extraño que se sintiera tan
distante de las palabras, como si alguien más estuviera haciendo la
pregunta. - ¿Por qué has venido?

- Leigh nos trajo - respondió Nathan, hablando en un torrente de


palabras, con el ceño fruncido mientras se retorcía las manos. - Ella nos
dijo que necesitabas ayuda, nos contó todo. - Bajó los brazos, el verde
avellana de su mirada era tan intenso que era difícil para Sadie hacer
frente a sus ojos. - Ella es mi compañera y pertenece a mi lado. Tengo
derecho a saber dónde está.

¿Qué demonios estás hablando? Me tienes que estar jodiendo.

Tal vez era la fatiga o el shock lo que la hizo reír ante la posibilidad de tal
cosa. Trató de librarse del abrazo de Trey. Cuando eso no funcionó,
levantó la espada en la mano. Él interceptó su movimiento, capturando
su muñeca. Con el otro brazo mantuvo su agarre en su cintura, tirando
de ella contra él, manteniéndola apretada. Así, no podía moverse. Estaba
atrapada una vez más, incapaz de hacer nada.

- ¿Tu compañera? - ella gruñó, la sangre golpeando en su cabeza, los


demonios emocionales del pasado susurrando en su oído. - ¿Esperas que
crea que ambos se aparearon con vampiros? Contrariamente a lo que se
podría suponer, no soy una completa idiota. Ella es miembro de mi
aquelarre. Soy responsable de su protección.

De ninguna manera iba a esperar que Nathan lanzara a Leigh a un lado.


Ella sabía cuan profundamente esa herida dolía. Le rompería el corazón
de la chica, rasgando su pecho abierto y mientras sangraba lentamente
hasta la muerte. Leigh había tenido suficiente. Sadie se condenaría si
dejaba que la mujer sea lastimada ante sus ojos.
Alentada por la furia, le espetó:

- Ella no te necesita ni te quiere, idiota. Si pertenece al lado de alguien es


en el mío.

Nathan dio un paso amenazador hacia ellos.

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- No dejes que ella te haga morder el anzuelo - Trey ordenó y se levantó,
manteniendo los brazos cerrados alrededor de su cintura. Una parte de
ella entendía lo que estaba pasando, pero otra parte parecía estar sólo
mirando la escena como si fuera un espectador en lugar de participar en
realidad. - Ella está estrellándose, hombre.

- ¿De qué estás hablando? - La voz de Nathan debería haber sonado más
cerca, no más lejos.

¿Qué demonios estaba pasando?


¿Por qué no podía oír?
¿Por que su visión parecía tan fuera de foco?
Su cuerpo se sentía sin peso, como si no tuviera masa corporal. Entonces
su mente se nubló, sus pensamientos caían fuera de secuencia.
Concentrándose, ella trató de organizarlos.
Leigh y Nathan. ¿Compañeros?
Absolutamente no.
¿Trey viniendo por ella? ¿Corriendo para garantizar su seguridad?
Sólo si el mundo había llegado a su fin.
Esto no tenía sentido. Algo hizo clic en su mente «como una bofetada a
mano abierta en la cara» y se dio cuenta de lo que estaba sucediendo.
Por supuesto. Eso era todo. Nada de esto era real. Se las había arreglado
para engañarse a sí misma una vez más.

Era otro sueño.

Tenía total sentido, dada las circunstancias.


¿Qué mejor manera de vivir en cautiverio que crear su propio mundo de
sueños con personajes manipulados por hilos de marionetas mentales?
El giro de los acontecimientos fue creado en su mente para hacer frente
a su situación. Trató de concentrarse, para que su sueño tomara una
dirección diferente. Ella tomaría el camino de regreso a la única noche
que había tenido con Trey. Sólo que esta vez ella tendría que hacerle
decir y hacer las cosas que quería que hiciera. Obtendría un cierto nivel
de satisfacción, aunque tuviera que fingir.

Para su frustración, nada había cambiado, no importa la mucho que


intentara coaccionar su mente para que tomara otro camino. Trey
permaneció tentadoramente cerca, por lo que podía olerlo. Su pulso le
hacía señas, su cuerpo musculoso burlándose de ella con un placer que
siempre se mantuvo fuera de su alcance. ¿Eso era lo que iba a suceder?

55
¿Se alejaría por segunda vez, riéndose en su cara, echándola a un lado
como un juguete de segunda mano?
¿No consideraba suficiente tener un control total sobre su cuerpo?
¿También quería el control de su alma?
Dejando de lado cualquier otra cosa, hizo lo que anhelaba durante días.
¿Por qué no? No era como si alguien pudiera oír. Si se trataba de su
futuro era el momento para lamer sus heridas, sanar y volver a empezar.
Su corazón tenía que aceptar ciertas cosas de una vez por todas. De lo
contrario, quedaría atrapada en dementes pesadillas de las cuales no
podría escapar.
Igual que ésta.
Dejando caer la espada, ella echó la cabeza hacia atrás y lanzó un grito
de angustia que había sido contenido durante demasiado tiempo. Se
concentró en el sonido «encontrando apropiado que su grito comenzara
feroz, pero rápidamente se convirtió en un lamento triste» y encontró la
paz haciendo la única cosa que podía.
Finalmente «después de todo lo que había pasado» se soltó y aceptó su
destino.
Trey no era una versión del cielo.
Él era su verdugo en el infierno.

¡Maldita sea!

Incluso ahora, sosteniendo a Sadie con fuerza contra él y prometiéndole


seguridad, Trey había fallado a su compañera. Había sentido su
agitación y confusión, pero lo había atribuido a una respuesta natural a
la salida de Leigh. Antes de su cambio de estado de ánimo él había olido
su deseo, su polla se puso dura como una roca. Ella estaba lista para él,
preparada para lo que quería darle. Si hubiera querido podría haberla
levantado del suelo y empujarla contra la pared. Ella lo habría dejado.
Estaba tan caliente, la fragancia dulce y embriagadora de su coño
golpeaba justo debajo de su nariz.
Entonces Nathan había aparecido y le dio vuelta al interruptor dentro de
su compañera.
Una vez más, el conocimiento tan necesario llegó demasiado tarde. Su
comportamiento no era un caso de nervios o transgresiones que fueron
mal. Su orgullosa e inquebrantable compañera se había estrellado contra
una pared que no podía demoler. Nunca la había visto así, incapaz de
controlarse a sí misma, desmoronándose ante sus ojos.

- Ella ha estado en el infierno y regresó. Es hora de pagar sus deudas -


gruñó a su Beta, manteniendo a Sadie apretada contra su pecho, odiando
56
la angustia que escuchó en su grito. - Sus emociones están por todo el
lugar. Utiliza tu nariz. El maldito olor está por todas partes. Ella está a
punto de tener una jodida crisis mental.

- No tenemos tiempo para eso - La desesperación de Nathan golpeó a


Trey, el Beta estaba buscando la seguridad y guía de su Alfa. Su lobo
instintivamente se acercó a Nathan, tratando de calmar a la furiosa
bestia. - Tenemos que encontrar a Leigh. Es demasiado peligroso
esperar. Aldon ...

- ¿No puedes ver que tengo mi propia mierda para hacer frente?

Él entendió la preocupación de Nathan «realmente lo hacía» pero no


podía concentrarse en la ansiedad del Beta sobre Leigh, ni siquiera podía
dedicar tiempo a aliviar las preocupaciones de sus compañeros de
manada. Por una vez, tuvo que poner sus necesidades «y las malditas
necesidades de su mujer» por encima de las necesidades de los demás.
Él sabía lo que ella necesitaba, pero lo había subestimado gravemente.

¿Por qué ella no vino a mí antes de eso?

- Coge el coche y tráelo aquí. Toma mis ropas desgarradas. Tenemos que
partir - instruyó, agradecido cuando los gritos de Sadie se calmaron.
Entonces vio su postura, la forma en que desconectaba todo a su
alrededor.

Maldita sea.

Él esperaba lágrimas, o que tal vez ella se aferrara a él por apoyo. No


hizo ninguna, permaneciendo donde estaba, como si no estuviera ahí.
Levantando la cabeza, encontró a Nathan sorprendido frente a ellos. El
lobo gruñó su desaprobación en su cabeza, subiendo una vez más para
mostrar su dominio sobre su compañero de manada.

- Eso no fue una petición - rugió, permitiendo que sus colmillos cayeran,
dando una advertencia adecuada al Beta. - ¡Consigue el maldito coche!

- ¿Dónde diablos crees que podemos ir? La manada está esperando en la


estación. No puedes llevarla allí.

Joder. Nathan estaba en lo cierto. Pensando rápidamente, le espetó:

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- Diskant.

- ¿Estás loco? - Nathan movió sus pies y cruzó sus brazos sobre su pecho.
- Él le dirá a la manada. Esto provocará una revuelta que no podremos
controlar.

- Ella salvó la vida de Ava - Trey le recordó. - Diskant se lo debe.

Nathan frunció el ceño, sus ojos brillando en un color verde amarillento.

- Eso es verdad, pero es un vampiro. Él no confía en ella.

- Me importa una mierda - Dios lo ayudara. Si Nathan no hacía lo que le


dijo antes, a Trey se le quemaría un fusible y le arrancaría la cabeza al
macho. - Consigue el coche.

Gracias a Dios Nathan finalmente escuchó y dejó de discutir. Habían


aparcado a pocas calles de allí y caminaron la distancia restante hasta la
casa de piedra rojiza que Leigh les había indicado. Irónicamente, Trey
conocía el lugar, después de haber instalado el sistema de seguridad de
Aldon. Así fue como se había creado una asociación tentativa con el
hombre.
Ni siquiera la manada lo sabía.

Joder. Joder. Joder.

Cuando se enteraran de lo que había pasado, la mierda definitivamente


iba a golpear el ventilador. No estaba seguro cómo las cosas iban a ir de
ahí adelante. Él y Nathan habían planeado preparar a la manada para su
gran revelación, después de que expusieran la verdad a su amigo y el
Omega de la ciudad, Diskant Black. Las circunstancias como a menudo
lo hacían, alteraron su estrategia.
Tendría que llegar a un arreglo diferente.
Algo con lo que él «y la mujer retorciéndose en sus brazos» pudieran
vivir.

- Sadie - Él deslizó sus dedos en su pelo y tomó la parte posterior de su


cuello. Luego la soltó y llevó la otra mano a la mandíbula, con el dorso de
los nudillos le levantó la cara hacia él. - Mírame.

Su corazón se hundió cuando sus ojos se encontraron.

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Sus iris «por lo general tan vibrantes como el cielo en un día de verano
sin nubes» estaban apagados.

Ella está mirando a través de mí.

De la única manera que sabía, él acunó suavemente su cara y llevó sus


labios a los de ella. Olía tan jodidamente tentadora, flores silvestres con
una pizca de incienso. Sus bocas se encontraron en el más elemental de
los toques, un mero susurro de contacto. Sin embargo, ella no reaccionó,
permaneció inmóvil como una estatua. Él subió la apuesta, trayendo la
mano situada en su pelo hacia abajo y alrededor. Agarrando su culo, él
tiró de sus caderas a la suya. Su deseo por ella no había disminuido, su
polla estaba gruesa y completamente hinchada. La dejó sentir toda su
longitud, rodando sus caderas, deslizando su polla arriba y abajo en sus
pantalones de cuero.
Sus labios se separaron y él aceptó la invitación, guiando su lengua en su
boca, manteniendo las cosas lentas y sensuales. Por mucho que quisiera
sujetarla al suelo y follarla duro y rápido «dejando su marca con su
aroma y sus dientes» este no era el momento ni el lugar. Ella necesitaba
ser rescatada de la oscuridad que la sostenía. Él gimió cuando ella puso
sus manos en sus bíceps y apretó, sus pequeñas uñas afiladas clavándose
en su piel.

Eso es, nena. Justo así.

Amasando su culo, rodó un poco las caderas, presionando su polla entre


ellos. No pasó mucho, sólo una ligera inclinación hacia la izquierda y un
paso hacia la derecha, para posicionar firmemente la longitud abultada
contra su coño. Su pequeño gemido casi lo deshizo. Su lobo aulló en la
victoria y trató de tomar el control. Trey lo impidió, manteniendo al
animal en su lugar.
Así era como la recordaba, sensible y suave, dulce y sexy.

Infiernos, sí

- Para favor - Ella lo miró a los ojos, sus palabras rasposas. - Dime que
esto no es un sueño. Dime que esto es real.

- Es real, cariño - Si pudiera quitarle todo su dolor, lo haría. Quería


hacer lo que fuera para hacer las cosas bien entre ellos. - Estoy aquí.

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Él la empujó contra la pared más cercana. Una vez allí, liberó su culo,
levantó su pierna derecha y la enganchó por encima de su cadera. Él
llevó su mano hasta el vértice de sus muslos, ahuecando su coño. Lo que
encontró envió un espasmo agudo de sus bolas a la cabeza de su polla. El
calor irradiaba desde el área que él tocaba, calentando su mano. Si no
fuera por la ropa entre ellos, se habría empapado los dedos.

- Esperé tanto tiempo - susurró ella, con los ojos cerrados. - Lo quería
tanto.

- Frótate contra mi - Él pasó la mano por la zona, aplicando presión. No


pudo encontrar su clítoris. El cuero que llevaba era demasiado ajustado,
cubriéndola jodidamente bien. La dejó guiarlo donde ella lo necesitaba.
Siempre consciente de cómo su respiración se volvía irregular, dejó que
ella empujara contra él. Gimió cuando él golpeó el sitio correcto, girando
sus caderas. - Maldita sea. Eso es bueno. Ahí lo tienes. Esa es mi chica.

Cuando ella se inclinó hacia adelante, pasando sus dedos por el pelo en
su nuca, él sabía lo que quería. Volvió la cabeza, mostrando su cuello,
invitándola a morderlo. La última vez sus colmillos habían arrancado un
agujero en su culo. Esperaba que esta vez lo tomara con más cuidado. Su
pequeña lengua, hábil y astuta bañó su carne, deslizándose ligeramente
sobre la zona. Entonces sintió sus dientes perforando su piel. No había
dolor. Ni punzadas ardientes mientras chupaba. No esta vez.

Santa Mierda.

Era la lujuria a la millonésima potencia, chocando contra los dos. El lobo


no sólo estaba aullando en su cabeza, la maldita cosa se sentía como si
estuviera allí con ellos disfrutando del momento. No debería haber sido
posible, pero de alguna manera estaba pasando. Sus propios colmillos se
alargaron, su mitad lobo quería marcarla como suya para que todo el
mundo lo vea.

No, aún no.

Él sintió su deseo, podía oler lo mojada y lista que estaba.


Él le daría eso. Demonios, jodidamente le debía eso.
Su compañera se corrió con un largo gemido mientras todo su cuerpo se
tensaba. Sintió una descarga eléctrica cuando la presión en sus bolas
aumentó. Tiró de ella, la punta de su prominente erección dirigida a la
pared. Su polla se sacudió y decidió rendirse. Acariciando su longitud, él
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inclinó la cabeza, permitiendo que la liberación fluyera a través de él. Su
columna vertebral hormigueó, su polla palpitaba con cada chorro de su
semilla que fue arrojado contra la pared. Esto no era lo que quería para
su primera vez, pero él lo tomaría. ¿Y qué si había perdido el control
como un adolescente cachondo? Esto era lo que necesitaba. Lo que había
ansiado.
La próxima vez, haría las cosas bien.

Ambos estaban respirando con dificultad cuando ella retiró sus colmillos
de su garganta. Ella cuidó de la zona que había mordido, tomándose su
tiempo, lamiendo los pinchazos. Una parte de él se resentía de su
capacidad para sanar. En sus sueños, sus cuidados fueron para siempre.
Si hubiera sido humano habría necesitado más tiempo para cerrar las
heridas. Así las cosas, se detuvo después de unos pocos segundos.
Oyó el golpe de la puerta del coche y unos segundos después Nathan
entró por la puerta. Trey volvió la cabeza, encontrando la mirada
condenatoria del Beta.

- Sé que estás enojado, pero tendrás que superarlo. Cuanto antes


lleguemos a un lugar seguro, más rápido podemos encontrar a Leigh.

Nathan lanzó la ropa y las botas que llevaba en sus manos al suelo.

- Entonces te sugiero que te pongas la ropa.

Trey casi se alejó de Sadie, casi. Entonces recordó como la había


atrapado antes, usando su tacto para evitar que usara su poder y
desapareciera. La última vez que había estado libre, de pie a varios
metros de distancia, había desaparecido sin dejar rastro. No podía
confiar en que ella no escapara y no estaba seguro de lo que pasaba por
su cabeza. Incluso si ella tenía que venir a él en busca de sangre para
sobrevivir, él necesitaba su ayuda si quería ayudar a Nathan a encontrar
a Leigh. El Beta no dejaría pasar esto. Haría lo que fuera para encontrar
a Leigh, reclamarla y mantenerla a su lado. La paciencia del hombre no
llegaba tan lejos.

- Llévala - él instruyó a Nathan, moviendo a Sadie de la pared, odiando


la confusión que se extendió por su cara. - No dejes que se vaya.

- ¿Qué? - Sadie finalmente habló, sonando lúcida.

Trey la empujó a los brazos de Nathan.


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- Lo digo en serio - Él dirigió una de las manos de Nathan a la cintura de
Sadie y luego la otra en la garganta. - No la dejes ir. No importa lo que
haga.

- ¿Qué crees que estás haciendo? - Ella luchó, peleando por su libertad.
El olor de su ira impregnaba el aire. - ¿Cómo pudiste? ¿Después de lo
que pasó entre nosotros? ¡Eres un egoísta hijo de puta!

La culpa comenzó a surgir, pero Trey la empujó a un lado.

- Vamos a Diskant por ayuda - dijo mientras recuperaba la ropa y el


calzado y comenzaba a vestirse. - Él tiene fuertes medidas de seguridad
colocadas alrededor de su casa. Aldon no es tan estúpido como para
joder con un Omega. Él podría conseguir saltar sobre un cambia-formas
pero no puede sorprender al único de nosotros que puede cambiar a
voluntad.

- Entonces, ¿qué vas a decirle a la manada?

Trey dejó de abotonarse sus vaqueros, mirando a Sadie través de la


distancia.
Oyó la desesperación, y la maldita esperanza en su voz. Las emociones
que había causado debido al cruel trato que le había dado. ¿Iba a decirle
a la manada? Eventualmente. Pero tenía que tener la certeza de que
estaba completamente preparado para las consecuencias. Era muy
probable que alguna mierda seria pudiera suceder. Desde los ataques de
los Pastores vivían bajo la constante amenaza. No tuvo las pelotas para
mirarla a los ojos y decir la verdad, por lo que se inclinó por la cintura y
tiró de sus botas.

- Tengo que hablar con Diskant primero. Vamos a tener que discutir
cómo queremos manejar el tema.

- El tema. Por supuesto - Allí estaba otra vez, esa horrible de inflexión en
su tono. Le molestaba el infierno fuera de él, incluso si lo entendía. No
confiaba en él, ni lo más mínimo. Y no la culpaba. - Bien entonces. - Ella
continuó: - Estoy segura de que entiendes que tengo problemas que
resolver con mi aquelarre. ¡Tienes que dejarme ir! Tengo que decirles lo
que ha pasado.

62
- No lo tomes a mal, nena, pero si al aquelarre en realidad le importara
una mierda, Leigh no habría tenido que venir a nosotros en busca de
ayuda - Trey se colocó rápidamente las botas y se puso de pie. - Tengo la
impresión de que estaba asustada. - Sosteniendo su mirada con la suya,
armándose de valor para el odio que esperaba ver en sus ojos, se
sorprendió al ver un atisbo de remordimiento en sus ojos. - ¿De verdad
crees que van a ayudarte o a ella? - Le preguntó suavemente - ¿Crees que
están en mejores condiciones para proteger a tu amiga que nosotros?

- Diskant Black nunca estará de acuerdo en ayudar a Leigh o a mí - ella


había dejado de luchar contra Nathan, todavía de pie formando una
jaula con sus brazos. - Yo soy el enemigo, ¿recuerdas?

- Has salvado la vida de su compañera - Nathan le recordó. Fue un


detalle importante. - Ava significa más para él que cualquier otra cosa.
Sin tu ayuda, la habría perdido. Te lo debe y él lo sabe. Su orgullo no le
permitirá rechazarte.

- Si tú lo dices - ella levantó los brazos en señal de rendición. - No tienes


que sostenerme. No voy a ninguna parte. Tenemos los mismos intereses.

- Si tú lo dices. - él anunció, lanzando sus mismas palabras hacia ella.

Su mirada de desprecio puro que le lanzó le hirió más que si le hubiera


dado un puñetazo en el estómago. Maldita sea. Tenía la intención de ser
juguetón, no molestarla. Se acercó a ella con pasos firmes. Cuando
estaba muy cerca, envolvió sus dedos alrededor de su muñeca. Sabía que
estaba enfadada cuando Nathan la dejó ir y Trey la tomó en sus brazos,
pero joder si le importaba. Estaba allí, en su mundo, donde pertenecía.
Él no la dejaría ir.

- Hasta que no sepa a ciencia cierta ... - él la levantó del suelo y se dirigió
hacia la puerta. - ... No voy a dejarte fuera de mi vista. - Echando un
vistazo por encima del hombro, dijo a Nathan: - Consigue su increíble
cuchillo Ginsu4 y tráelo.

- ¿Qué eres? ¿Un hombre de las cavernas? - ella resopló y sacudió la


cabeza, las ondas de su espeso cabello rubio caían en cascada por su
espalda. - ¿Por qué no simplemente me arrastras fuera de aquí por el
pelo?

4 Ginsu: Marca muy conocida de cuchillos.


63
Tal vez era un hijo de puta por reírse, pero ¿quién podría culparlo? Su
compañera era luchadora, inteligente y valiente como el infierno. La
manada no tenía ni idea de lo afortunados que serían. Esta mujer no se
echaría atrás de nadie ni nada, incluyéndolo a él.
Avanzando hacia el coche, bajó la cabeza.

- Voy a ser lo que quieras que sea, Sadie. No más huir. No más mierda.
Eres mía, cariño. Toda mía.

- Bárbaro - resopló, sonando indignada.

- Si eso es lo que quieres.

Nathan abrió la puerta y Trey se hundió en el asiento del pasajero,


situando a Sadie en su regazo. Él le dio un tirón suave en el pelo, riendo
mientras ella movía su culo contra él. Su cuerpo respondió, el lobo se
aseguró de recordarle que él todavía tenía que reclamar su poder sobre
ella. El acto rápido y sensual contra la pared era sólo un preludio de lo
que estaba por venir. Quería ver a su mujer debajo de él, con el pelo
rubio esparcido sobre las almohadas, y mirar en sus ojos cuando ella se
corriera la próxima vez.

Pronto.

Incluso con el peligro llamando a su puerta «la amenaza de un nuevo


ataque de los Pastores, Aldon Frost y todo lo demás que tenía que hacer
frente» el futuro parecía más brillante de lo que había sido en las últimas
semanas.

64
Capítulo 5
Una multitud de pensamientos cruzaron por la mente de Sadie mientras
trataba de formular un plan. Nathan estaba en lo cierto. El aquelarre no
habría venido por ella. Incluso si Leigh hubiera abogado en el caso de
Sadie y tratado de influir en ellos para tomar las armas por ella, no eran
lo suficientemente fuertes físicamente como para hacer frente a una
amenaza. En general, sus hermanas en la magia no eran el más poderoso
aquelarre de vampiros en el mundo. Esa fue la razón principal por la que
se habían acercado ella hace tanto tiempo. Hasta entonces, Sadie vivía
con su familia en Alaska. Muchas criaturas sobrenaturales vivían allí, en
un lugar distante de la sociedad mortal.
Ella recordó la aceptación de su oferta y la despedida de su padre y su
madre, sabiendo que había una posibilidad decente de no volver a verlos
de nuevo.
Algunos vampiros se aferraban a los aquelarres. Otros encontraban sus
novias o novios y se iban en busca de algún lugar donde pudieran vivir
sus vidas en armonía. Había asumido que algún día volvería a ver a sus
padres de nuevo, pero no había ninguna garantía. La oportunidad de
vivir su propia vida había sido muy tentadora, no podía esperar a ir en
busca de aventuras y su propio lugar en el mundo.

Leigh.

La situación de la pobre muchacha había sido tan diferente. Nadie sabía


quien la había mordido, la cambió y la dejó para hacer frente a la
transformación sola. Cualquier otra persona, probablemente habría
muerto. La herencia de Leigh, a pesar de no saberlo, había logrado
avanzar la transición porque tenía sangre de mago.
Al igual que Ava Brisbane ...
La compañera de Diskant era telepática, pero Ava no tenía ni idea de su
herencia mago hasta que Sadie le mencionó tal posibilidad a ella. La
pareja del Omega parecía confundida, quería saberlo todo, pero Sadie se
había visto obligada a abandonar. A menudo los mortales con ciertas
habilidades no sabían que venían de maestros de la magia en alguna
parte de su línea de sangre. Era común que estos poderes saltaran varias
generaciones y se manifestaran décadas más tarde en árboles
genealógicos.
Una sensación persistente ardía en sus entrañas.

65
¿Tenía Geneva «la líder y responsable de su aquelarre de vampiros» el
conocimiento de lo que Leigh era capaz? ¿Había alguien en el aquelarre
que sospechara algo? Por lo general, el aquelarre votaba para decidir
quién sería aceptado como miembro. Con Leigh, Geneva simplemente
había mantenido una reunión, les habló de la joven y sus circunstancias
y, prácticamente, dio la bienvenida a la frágil vampiro en sus dominios.
No era inaudito, pero era sospechoso. Por no hablar de que Geneva
parecía demasiado protectora con la chica, instando a que Leigh
permaneciera en el interior de la casa, indicando que era bueno que se
tomara su tiempo para aceptar en lo que se había convertido.
Los recuerdos de sus reuniones con Geneva brillaron ante sus ojos.
En los últimos meses su líder parecía obsesionada con la idea de destruir
a Aldon. Sadie estaba de acuerdo en que el vampiro sin escrúpulos era
demasiado peligroso, pero ¿había una razón detrás del miedo de
Geneva? ¿Y si de alguna manera Leigh jugaba un papel clave en los
planes de Geneva? Todos los miembros del aquelarre tenían secretos. A
pesar de su vínculo, no lo compartían todo. Su líder era más distante que
la mayoría, apareciendo sobre todo cuando el aquelarre se reunía para
tratar ciertos asuntos.
Todos vivían bajo el mismo techo. ¿Con qué frecuencia ella realmente
veía a Geneva?
Su corazón se aceleró y las palmas de sus manos se humedecieron.

No mucho.

Conduciendo por varios kilómetros, llegaron a un enorme conjunto de


puertas en el medio de la nada. Nathan bajó la ventanilla, le dijo algo al
hombre que se acercó al lado del coche y de repente el mecanismo de
mantenimiento de la barrera en el lugar se abrió. Nathan pasó por
delante de los guardias, sus manos agarrando el volante, con los nudillos
casi blancos.
Le guste o no, su corazón estaba con el hombre.
Él había dicho que Leigh era su compañera. No podía creerlo, pero su
comportamiento le decía que no estaba mintiendo. Él había estado en
silencio todo el camino, con la mandíbula apretada y los ojos oscuros del
dolor. Sabía cómo los hombres lobo eran posesivos y protectores de sus
hembras. Antes de Trey, había pensado que nada podría mantener a un
cambia-formas alejado de su compañera.
Tal vez Trey no había querido ser un completo imbécil.
Él había estado borracho como el infierno cuando la había atacado con
la dureza de sus palabras. Tal vez ella lo había hecho todo mal. Tal vez
había una razón para que se encontraran el uno al otro de nuevo.
66
O tal vez tu cerebro está frito y no puedes pensar en nada.
Escúchate a ti misma. ¡Qué asco, qué asco, qué asco!

- Prométeme que no escaparás - La escofina inesperada de Trey contra


su oído le envió un cosquilleo que le recorrió la columna vertebral. Todas
sus observaciones mentales volaron por la ventana. - Si lo haces, no sé lo
que pasará. Piensa en las personas que podría afectar. No sólo Leigh. No
sólo tú y yo. Esto perjudicará a todos en la manada, incluyendo hombres,
mujeres y sus hijos.

Maldito sea.

Él tuvo que utilizar las palabras mágicas, las mujeres y los niños.
Los vampiros de magia blanca nunca perjudicaban a los inocentes. Iba
en contra de todo lo que representaban. Sabiendo que podría causarles
algún tipo de sufrimiento, envió una punzada a través de su pecho. Una
vez más, ella no tenía mucha elección en su decisión. ¿Dañar a los demás
para salvar su propio culo? ¿O ponerse de pie y enfrentarse al pelotón de
fusilamiento? Ninguna de las opciones parecía del todo prometedora.
Su palabra significaba todo para ella, por lo que no fue fácil susurrar,

- Lo prometo.

Poniendo sus pensamientos en espera, examinó los alrededores.

Bien, bien, bien. Trey no estaba bromeando.

Diskant Black tenía todo bajo control. Ella no era capaz de ver a los
cambia-formas que custodiaban la zona, pero podía sentirlos. Una
enorme casa apareció en la distancia, lo suficientemente grande como
para ser una maldita mansión. Un edificio había sido erigido cerca,
posiblemente para el ganado, aunque no podía imaginar a Diskant Black
como un vaquero. Al hombre le gusta montar motocicletas, no caballos.
Reluciente agua reflejaba los rayos del sol, atrayendo los ojos hacia una
piscina.

Maldita sea. El sol.

Al contrario de lo que decían las leyendas, podría aventurarse en el día.


Todos los vampiros podían. Pero el sol rápidamente drenaba sus fuerzas
y su piel le tenía una aversión definida. Estaba protegida en el interior
67
del vehículo, pero estaría en riesgo, una vez fuera de su Camaro5. Si es
necesario, podía soportar los rayos por una hora como máximo, pero no
más que eso.
El alivio se precipitó a través de ella.
Gracias a la Diosa, Leigh había conducido el vehículo de Sadie cuando
fue a ver a Nathan y Trey. Las ventanas estaban debidamente tintadas,
manteniéndola a salvo mientras conducía alrededor de Nueva York y
zonas aledañas. Si hubieran utilizando cualquier otro medio de
transporte, probablemente se habría visto obligada a agacharse y
esconderse en la parte trasera.
¿Dónde estaba la diversión en eso? Tenía el mejor asiento de la casa.

Ella flexionó su culo. Trey recompensó movimiento, apretando su muslo.


Él había estado duro como un bate de béisbol cuando se establecieron en
el coche. Poco a poco su erección se había dejado de meter entre sus
nalgas. Ahora, sin embargo, sintió el resurgir de la dura cresta.
Sus ojos se cerraron.
Había esperado tanto tiempo para sentirlo alojado en su interior.
Después de haberlo visto totalmente desnudo y ser testigo de su
impresionante estructura, sabía que tendría que abrirse paso en su
cuerpo. Una vez allí, ella sería capaz de sentir cada centímetro de su
duro miembro frotándose contra su coño. Ella se correría más fuerte de
lo que nunca lo hizo en su vida, estaba segura de ello.
Trey se rió y ella hizo una mueca. Error de novato. Él podía oler su
excitación.

¡Deja de actuar como un adolescente cachondo!

Nathan detuvo el coche a varios metros de la casa principal y apagó el


motor.

- Estamos aquí. Obtén tu mierda junta. El juego ya ha empezado.

Antes de que salieran del coche, apareció Diskant Black. Enorme,


presintiendo algo, enojado. Irrumpió hacia el vehículo con un pequeño
duendecillo detrás de él. Él dejó de moverse y se dio la vuelta para mirar
a su compañera, con su largo cabello oscuro hasta los hombros azotando
alrededor de su cara. Ava no dio marcha atrás, sus ojos azules
resplandecientes, pelo rubio corto con mechones rosas esparcidos por
toda la cabeza. Ella puso una mano en su cadera y la otra descansaba
sobre su vientre ligeramente abultado.
5 Camaro: Coche deportivo de diseño distintivo y tecnología de avanzada.
68
El terror inundó a Sadie, dándole una gran dosis de miedo. Ella no lo
sabía. No tenía ni idea.
No era de extrañar que el Omega estuviera tan enojado.
La última vez que había visto a la compañera de Diskant ella era delgada
y pequeña. A diferencia de ahora. Con su pequeño tamaño, era fácil ver
su estado. Ava «la diminuta mujer que había puesto al cambia-formas
más poderoso de Nueva York de rodillas» estaba embarazada.

- ¡Te lo dije! - espetó Ava casi gritando. - Ella no es una amenaza. La


escuché en el momento en que llegaron a la puerta. - Levantando la
mano que estaba en su cadera, se tocó la sien. - Soy capaz de hacer eso,
¿recuerdas?

Teniendo en cuenta su edad y experiencia, Sadie no solía sentirse


avergonzada respecto al sexo. Pero saber que Ava había oído sus
pensamientos sobre Trey hizo sus mejillas ardieran. Ella sabía que la
pequeña hembra era poderosa telepáticamente, pero nunca había
imaginado que pudiera oír la mente de otros a una distancia tan larga.
Entonces recordó el medallón que estaba en posesión de Ava. ¿Cómo
podía haber olvidado algo tan importante?

Con el céfiro los poderes de Ava se multiplicarían por diez. No es de


extrañar que ella hubiera sido capaz de escuchar los pensamientos de
Sadie con tanta facilidad. Craig Newlander «el maestro de la Villati que
investigó y almacenó información sobre el mundo paranormal» había
dicho que Ava tenía tal objeto. Aparentemente Aldon había perdido la
oportunidad de poner sus manos sobre la reliquia. Sadie decidió que era
lo mejor. Ava no tenía el hambre de poder suficiente para desbloquear la
oscuridad del medallón y Diskant podía mantener a su pareja y por lo
tanto al medallón, seguro. Ella pensó que este era el lugar apropiado
para el artefacto mágico.
Antes de que ella pudiera hablar de profundizar el pensamiento, Trey
abrió la puerta y salió del coche. Guardias aparecieron, todos ellos
armados. Rodearon a los tres, lanzando miradas del Omega y su
compañera a sus invitados inesperados. Los sentidos Sadie pasaron a
estado de alerta. El sol drenó sus fuerzas, pero con la sangre de Trey, ella
sería capaz de protegerse a sí misma. Analizó la amenaza, pensando en
quien tomaría primero. No iba a matarlos, pero podría causar suficiente
daño como para derribarlos.

- Ella sabe de mí - Ava continuó, señalando con el dedo al pecho de


Diskant. - Puede responder a tantas preguntas que tengo. No vas a
69
despedirla. Ella necesita nuestra ayuda. Deja de ser un Neandertal y saca
la cabeza de tu culo.

- ¿Supongo que Ava te dijo que íbamos a venir? - preguntó Trey,


pareciendo totalmente a gusto.

Él bajó cuidadosamente a Sadie al suelo. Se preguntó si él había puesto


espacio entre ellos. Había indicado que no lo haría a menos que fueran
desmembrados por una barra de hierro. Sus cuerpos se rozaron y ella
sintió que sus pies se asentaban contra la dura tierra. Lista para dar un
paso atrás, se quedó sin aliento cuando él le tomó la mano y entrelazó los
dedos juntos.

Santa mierda.

Esa era una demostración pública de afecto, y lo había hecho delante de


todos.

- ¿Que estás haciendo aquí? - Diskant gruñó, dándole la espalda a Ava y


poniéndose en frente de los pasajeros del coche. - ¿No hay una reunión
con la manada en la que se supone debes estar a cargo?

- Caden lo tiene cubierto - Nathan respondió, manteniendo su sentido de


calma. - Tuvimos que venir aquí. Necesitas saber acerca de una mierda
grave.

- Me conoces mejor, Trey - La furia de Diskant era evidente, sus iris


cambiaron en varios colores. - Sabes que no puedes traer el peligro a este
lugar. He matado a hombres por menos.

- Diskant - Nathan intervino en la conversación. - Deberías escucharlo.


No dejes que tu temperamento anule tu razón.

- Si quiero tu opinión ... - Diskant enfrentó al otro hombre lobo. - ... voy
a malditamente pedirla.

- Mantén la calma, D - dijo Trey. - No somos el enemigo.

- ¡Como el infierno no lo eres! - Diskant gruñó.

Mierda.

70
Los ánimos sólo empeoraban. Sadie sabía eso. Había estado en medio de
bastantes conflictos con su aquelarre para ver dónde se dirigen las cosas.
Diskant defendería sus intereses. Trey y Nathan harían lo mismo. Había
una manera de explicar lo que había pasado y mostrar a Diskant todo lo
que necesitaba saber. Pero eso requeriría tomar un enorme riesgo con su
aquelarre, Nathan, la vida de Leigh y el futuro de Trey. Incluso si ella
mostraba a Diskant de lo que había ocurrido en imágenes, ¿sería
suficiente para persuadirlo para ayudar?
Echó un vistazo al macho enfurecido.
Él no estaba funcionando en un nivel razonable. Él estaba en modo de
compañero de protección total.
¿Cómo iba a tomar una zambullida tal si la recompensa no valía la pena
el costo? ¿Y si su plan fracasaba y ella no podía evitar una pelea, pero
instigaba una?

¿Qué otra opción tienes?

Un tirón de su mano fue suficiente para liberarse. Sus dedos se


deslizaron por Trey y ella se apartó. Ella desapareció en el momento en
que fue desatada físicamente de él, reapareciendo detrás de Diskant. Ella
agarró el brazo del descomunal hombre, recogió sus pensamientos y los
envió a su mente.
Por primera vez él vería el ataque de Ava a través de los ojos de Sadie.
No sería bonito. Ava casi había muerto gracias a los Pastores. Cuando
Sadie había dado su sangre para que pudiera sobrevivir, sus intenciones
habían sido puras. No había habido ningún otro interés. Sin intención de
cobrar una deuda. Lo había hecho simplemente para dar a Ava otra
oportunidad de vida.
Una vez que esos recuerdos habían pasado, permitió que otros recuerdos
se precipitaran en la cabeza de Diskant. Ella le mostró por qué había
tenido interés en Ava en primer lugar, aclarando las razones de por qué
sus caminos se habían cruzado.
El amuleto de Ava.
El céfiro.

Cuando estaba rastreando a Aldon, había descubierto que él estaba


detrás de algo valioso. Le tomó tiempo, pero había descubierto lo que el
vampiro quería, el céfiro que Ava poseía, hábilmente escondido dentro
de un medallón que ella heredó de su madre. Con él podría matar a
millones de personas. Controlar el mundo. Dominar todo y a todos lo
que él quisiera.

71
¡Santa mierda! Oyó el pensamiento de Diskant, sintió su alarma.
Aliviada de que él estuviera recibiendo las imágenes, redirigió sus
pensamientos a su captura y rescate y la amenaza que Aldon planteó. Se
aseguró de incluir cada momento para que Diskant pudiera ver que
estaba tratando con un vampiro que no se dejaba intimidar ante los
cambia-formas. Ella se aseguró de agregar el vínculo de Nathan con
Leigh en sus pensamientos, con la esperanza de que el Omega, incluso si
él no tenía ninguna simpatía por Sadie, podría suavizarse tratándose de
otra pareja.
Para el efecto agregado, también le dio breves porciones del pasado de
Leigh y lo mucho que la joven vampiro había sufrido después de su
cambio, incluso haciéndole saber que el dolor y la angustia que Leigh
aún tenía que superar.
Alguien le apartó lejos de Diskant. Su grito de alarma se hizo eco a través
del área abierta. Ella cayó al suelo mientras giraba, lejos del Omega. Alzó
la cabeza y vio a Trey de cuclillas frente a ella. Su gruñido era salvaje, sus
uñas se convirtieron en garras. Diskant parecía que había sido asaltado
con un palo. Tratando de mantener el equilibrio sobre sus pies, él negó
con la cabeza.

- De ninguna manera - Diskant murmuró. - No es posible.

- Ella te mostró la verdad - Ava sonaba sacudida. Arriesgando una


mirada a ella, Sadie vio que Ava había palidecido. - Piensa en ello. La
noche en que nos conocimos me salvaste de vampiros. Nunca supimos el
por qué de mi ataque. Entonces el medallón y Thomas ... tiene sentido.

- ¿Thomas? - Sadie tuvo que preguntar, decidida a poner las piezas del
rompecabezas en su lugar.

- Mi hermano - Ava suspiró y se pasó una mano temblorosa por el pelo. -


No tengo el medallón. Él lo tomó cuando dejó la ciudad.

- ¿Él lo tomó? - Horror, incredulidad y terror se vertieron sobre ella. - ¿A


dónde fue?

- No lo sabemos - Ava alcanzó a Diskant y en un instante él estaba allí,


envolviendo un brazo a su alrededor. Ella se apoyó en él, revelando lo
pequeña que era en comparación. - Él desapareció. Nosotros pensamos
que lo mejor sería contratar a un investigador, pero decidimos que no
importaba. Thomas es Thomas. Él hace lo que quiere, cuando quiere. Si
él no quiere ser encontrado, no lo encontraremos.
72
Él no quiere ser encontrado.

Había una manera de encontrarlo, le gustara a Thomas o no.


Al igual que «clic, clic, boom» Sadie vio el futuro.
La visión hizo que se le revolviera el estómago.
Leigh podía localizar a una persona utilizando una posesión personal.
Aldon se enteró que Leigh era capaz de hacer en el momento en que
bebió la sangre de Sadie.
No era de extrañar que quisiera tomarla cautiva.
Sadie era la única amiga de verdad que Leigh tenía. Como tal, Aldon
sabía que Leigh trataría de rescatarla. Entonces tendría todo lo que
necesitaba para encontrar a Thomas y localizar el céfiro.

Demonios

Ella miró a Ava mientras se levantaba. Trey hizo lo mismo, arrastrando


los pies hacia atrás mientras lo hacía. Se detuvo a su lado y tomó su
mano. Envolvió sus dedos alrededor de ella, su férreo control. Ella
esperó hasta que su toque la calmara antes de dirigirse hacia Ava,
extendiendo su mano libre.
Había más información para compartir, cosas que Ava necesitaba saber.

- Ni siquiera pienses en ello - Diskant gritó.

- Detente - Ava tranquilizó al hombre salvaje con un simple toque y


caminó hacia Sadie. - Si ella tiene algo que enseñarme, es mi derecho
verlo.

- Él también - La mirada de Sadie se aventuró al Omega, sus ojos


revoloteando sobre su gran cuerpo. - Crearemos un enlace. Vamos a
cerrar el círculo. Él también necesita saber.

El gruñido de advertencia de Diskant no disuadió a Sadie. No se detuvo


hasta que su palma se reunió con la de Ava. Sus mentes se fusionaron,
Sadie, Trey, Ava y Diskant. Como de costumbre, Sadie se sintió
desorientada y fuera de balance. Esta vez ya no importaba. Estaban
atrapados en un vórtice de la mente, los pensamientos de todos
agitándose juntos. Se concentró y llamó a su magia, usándola para
organizar las imágenes atrapadas en su cabeza.

Claridad. Calidez. Razón. Propósito.


73
Sí, esto era reconfortante. Este era el centro que necesitaba para
mantener el equilibrio.
Sintió el familiar cálido resplandor de su poder y les mostró qué esperar,
dándoles imágenes de Rainbow City. Toda la población había sido
destruida en horas por una pestilencia del demonio, que había sido
conjurado mediante un céfiro. Invisible, el demonio había hecho su
trabajo. Cuerpos ensangrentados, carcomidos como un virus devastador
uno por uno. Todas las personas que tuvieron contacto con la bestia o
algo que había sido tocado por él fueron afectados por la enfermedad.
Ella comenzó a perder fuerza debido al esfuerzo de compartir estas
imágenes con muchas personas a la vez.
Había tan poco tiempo y mucho que contar.
Hizo su trabajo lo más rápido posible, pensando en las imágenes que le
habían mostrado de Los Caídos, vampiros perdidos que abrazaron el
lado oscuro de su magia. Potente, radiante y sorprendente Los Caídos
eran más fuertes que la mayoría de sus contrapartes sobrenaturales. La
última vez que tuvieron mucho poder el mundo se había enfrentado a la
Tercera Pandemia. Millones de seres humanos habían muerto y sufrido
a causa de lo que pensaban era una plaga. Si su especie no hubiera
intervenido «con la ayuda de los que habitualmente eran sus enemigos,
cambia-formas, brujas y magos» el terror se habría extendido.

- Aldon no es un ser de luz. Él nos va a matar - telepáticamente les


comunicó, balanceándose mientras su magia se disipaba. - Los vampiros
y los Pastores son la menor de sus preocupaciones. Si él consigue lo que
está buscando, todo lo que amas estará condenado. No habrá un
mañana que esperar.

Sus piernas se doblaron, pero nunca tocaron el suelo. Brazos sólidos la


levantaron. Ella fue de buena gana, cuando sintió el sólido pecho de Trey
y sus fuertes brazos abrazándola con fuerza. Se sintió reconfortada al
respirar su olor, dejando que él sea el fuerte por una vez. Después de
hoy, ninguno de ellos estaría a salvo. Aldon había comenzado el juego,
uno que tenía la intención de terminar.
No había ningún lugar para correr y ni donde esconderse. Podría muy
bien ser el fin de los días.
Trey trató de mantener su mierda junta mientras sostenía a Sadie. Lo
que acababa de ver «cómo Sadie jodidamente había compartido lo que
sabía» sacudió el suelo bajo sus pies. Diskant y Ava parecían igualmente
conmovidos. Podía oler el miedo de Ava vertiéndose desde ella. El olor
acre de la rabia de Diskant quemaba su nariz.

74
- Regresen a sus puestos y mantengan sus ojos abiertos - Diskant
prácticamente ladró la orden a los guardias. Con una mirada de reojo a
Nathan agregó: - Llama a Caden. Dile que cancele la reunión con la
manada. Si él hace preguntas, no le darás respuestas. Dile que cierre los
cuarteles y traiga su culo aquí. - Volvió la cabeza, mirando a Trey. - En
cuanto a ustedes dos, tráela dentro. Parece que tenemos un montón de
mierda que hablar.

Nathan volvió al Camaro y cogió el teléfono que estaba en el bolsillo de


su chaqueta. Diskant mantuvo su brazo alrededor de Ava cuando él la
llevó a la valla que rodeaba la casa. Marcó un código en un sistema de
bloqueo numérico, abrió la puerta y los condujo a todos dentro. Un
conjunto de puertas de atrás se abrieron y Emory apareció con su
compañera Mary detrás de él.

Gracias jodido Dios.

Como hermanos, Trey y Emory habían enfrentado algunos problemas.


Pero ahora, con Emory acoplado, las cosas finalmente estaban en su
sitio. La aprehensión llenó el aire y Emory miró a Trey. Se encontró con
los ojos de su hermano y trató de comunicar su necesidad de hablar, con
la esperanza de que su hermano pudiera leer entre líneas. No le había
dicho a Emory sobre Sadie, preocupado por la reacción de su hermano a
su acoplamiento con una vampiro.
En ese momento se sentía estúpido por haber guardado algo tan
importante para él mismo.

- ¿Qué pasa? - preguntó Emory, de pie con Mary protegida detrás de él.

- Vuelve dentro - Diskant hizo señas a Emory y Mary, indicándoles que


debían moverse. - No es seguro aquí.

- ¿Crees que ellos entienden lo importante que es esto?

A Trey le tomó un segundo comprender que Sadie se estaba


comunicando con él telepáticamente, manteniendo la conversación entre
los dos. Volvió su atención a ella, mirando hacia abajo. Sus brillantes
ojos azules se encontraron con los suyos. No estaba de todo seguro de
cómo funcionaba, así que simplemente pensó en la respuesta que quería
darle.

- Sí.
75
- Bien - Ella sonaba tan cansada. Él quería llevarla a la cama, protegerla
en sus brazos y velar por ella, proporcionando todo lo que necesitaba.
Sus labios se curvaron ligeramente en las esquinas formando una
pequeña sonrisa cómplice. - No tengo sueño, sólo estoy agotada. - Hubo
risas en el pensamiento. - Volveré a la forma bélica en un segundo.

- No te quiero en forma de lucha.

La idea de que ella luchara por su vida, frente a Aldon por su cuenta ...
Él gruñó y levantó la cabeza para encontrar a todos mirándolo.
Rápidamente bajó la cabeza, maldiciéndose a sí mismo. Ellos no sabían
que había estado hablando con Sadie. ¿Cómo podrían? Probablemente
parecía totalmente desequilibrado en sus ojos, como si fuera a estallar en
cualquier momento. Tenía la esperanza de que pensaran que la actitud
era normal.
Los machos recién apareados eran conocidos por estar enojados.
Diskant instó a Ava a sentarse en el sillón más cercano.

- Descansa los pies, Ava mía - susurró, acariciándole el pelo.

Ella no protestó, recostándose contra los cojines con un suspiro. Había


conseguido pasar el primer trimestre de embarazo y su fatiga constante
preocupaba al Omega la mayoría de las veces. Esa fue la razón principal
por la que Diskant había regresado el estatus de Alfa de la manada a
Trey para poder garantizar que Ava llevaría y tendría a su hijo sin
ningún tipo de estrés.
Esto en cuanto a eso.
Trey se sentó en el sofá, manteniendo a Sadie acurrucada contra él. Ella
suspiró y apoyó la cabeza bajo su barbilla. Su agotamiento lo venció. Su
pequeña compañera valiente era más delicada de lo que pensaba. Menos
mal que la había encontrado. Ella no tendría que enfrentarse al mundo
sola. Él la mantendría a salvo. La haría feliz. No más cagadas. No más
errores estúpidos causados por su terquedad y su dedicación a la
manada. Desde que vino a Diskant, el gato estaba oficialmente fuera de
la bolsa. No iba a retroceder en su reclamación sobre ella «incluso si
pudiera» no importa si esto le costaba todo.

Emory estaba cerca de la chimenea con Mary. Ella rodó los ojos cuando,
una vez más, él la colocó detrás de él. Ella envolvió su mano alrededor de
su brazo y se acercó a su lado. La mirada que le dio prometió un castigo

76
futuro, pero ella no parecía inmutarse. En cambio, le sonrió, con sus ojos
marrones llenos de amor.
Un puño invisible apretó el corazón de Trey.
¿Si Sadie hubiera tenido cualquier amor por él antes, lo había destruido?
¿Su comportamiento idiota había logrado arruinar la única cosa buena
que tendría alguna vez en su vida? Le pasó la mano por su cabeza,
disfrutando de la sensación de su cabello contra su palma. Iba a ser un
infierno tratando de ganarse su confianza. Las mujeres tenían memoria
de elefante. Incluso si ella lo perdonaba, nunca lo olvidaría.

Que me jodan.

- Sigue pensando esas cosas tan dulces y quizás podría - Sadie ronroneó
en su cabeza.

Hijo de puta. Que me jodan dos veces.

- Furtivamente en mi cabeza, ¿verdad? - Le recordó, con ganas de darle


una dura palmada en el culo por la intrusión. No porque le importara, su
reconocimiento de cómo se sentía le daría el impulso que necesitaba. Sus
intenciones no se derivan de la ira o la agitación. La idea de que su
trasero perfectamente redondeado se convirtiera en un bonito tono
rosado por unas palmadas certeras, lo encendía.

- ¿Alguien quiere darme una pista sobre lo que está pasando? - Emory
preguntó bruscamente, estudiando a Trey. - ¿Por qué has traído un
vampiro a nuestra casa?

- Ella es mía, hermano - Trey gruñó, advirtiendo al macho que fuera con
cuidado.

- ¿Tuya? - Emory frunció el ceño y sus fosas nasales mientras olfateaba


el aire. - Ella es una sanguijuela.

Trey sintió a Sadie tensa contra él, las odiosas palabras de Emory la
perforaron como puñales.

- Dilo otra vez y te rasgaré en pedazos, idiota - Y lo haría, seguro como la


mierda. - Estoy dejando claro aquí y ahora. Vampiro o no, que ella es mi
compañera. Trata con ello o lárgate.

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- Cállate, idiota - Diskant murmuró, sacudiendo la cabeza. Sus ojos se
dirigieron a su compañera. - Cierra la boca. Tenemos otra mierda que
pensar.

- ¿Cómo es eso? - Emory podría parecer a gusto, pero Trey sabía mejor.

Como miembro de una familia de Pastores, Mary permanecía en un


estado constante de peligro. Por otra parte, Emory no era estúpido. En
circunstancias normales Diskant habría obligado a Trey a irse con Sadie.
Cambia-formas y vampiros no se apareaban. Especialmente con Alfas.
Sin embargo, aquí el Omega estaba dando la bienvenida a Sadie al redil.
Emory reconocía y entendía eso.

Hombre inteligente.

- Dímelo todo - Emory ordenó.

- Joder, yo ni siquiera sé por donde empezar - Diskant admitió, los


labios moldeados en una mueca. - El hermano de Ava ha puesto otra
diana en nuestros culos. Estamos tratando con algo de mierda pesada. -
Pasando de su compañera, empezó a caminar. - Vamos a tener que
organizar una reunión con la manada. No va a ir bien. Primero tenemos
que conseguir que acepten el apareamiento de Trey. Suponiendo que lo
hagan, tengo que decirles lo que está a punto de pasar en la ciudad. No
van a tomar la noticia con calma. La mayoría de ellos probablemente
salgan corriendo.

- ¿Qué noticias? - Emory se quebró y Mary se acercó más a su lado. -


Contéstame.

- Recuerdas que los vampiros atacaron a Ava la noche que la encontré -


Emory asintió y Diskant dijo: - Ellos fueron enviados por alguien, un
maestro vampiro para ser más precisos. - Miró a Sadie y a Trey antes de
continuar. - Su nombre es Aldon. Él está en alguna mierda trastornada.

Los iris de Emory brillaban en un tono ámbar mientras se clavaban en


Trey con una mirada acusadora.

- Pensé que habías dicho que podíamos confiar en él.

- Me equivoqué - Hablando de un eufemismo. Él había estado más que


equivocado sobre el vampiro. Había sido estúpido como el infierno. - Él
78
ha estado planeando algo grande durante meses. No tenía ni idea. - Puso
una mano en el muslo de Sadie y le dio un apretón. - Si no fuera por
Sadie ninguno de nosotros hubiera sabido lo que estaba ocurriendo
hasta que fuera demasiado tarde. Él nos habría hecho desaparecer con
un chasquido de sus dedos.

- ¿No es eso conveniente? - La mirada furiosa de Emory se intensificó,


sus iris se volvieron completamente amarillo. - Tal vez estás demasiado
ciego para ver lo que está pasando. Tal vez ella está tratando de jugar
contigo. Eso es lo que hacen los vampiros. ¿O lo has olvidado?
Probablemente ni siquiera es tu compañera. Ellos usan la magia para
engañar a la gente y estás envolviéndote alrededor de su dedo como un
cachorro azotado. - Emory miró alrededor de la habitación. - ¿Soy el
único que encuentra todo esto un poco sospechoso?

- ¡Emory! - Diskant gruñó. - Cierra la puta boca. - El Omega dejó de


pasearse y se enfrentó a Emory y Mary. - Si no quieres tener fe en tu
hermano entonces tenla en mí. ¿De verdad crees que habría acogido a un
vampiro, si no tuviera una maldita buena razón? ¿De verdad crees que
me gustaría poner a Ava o Mary en peligro? Voy a decirte lo que está
pasando, pero sé que es algo muy grande. Todavía estoy tratando de
resolver esta mierda en mi cabeza.

Sadie intentó levantarse del regazo de Trey.

- Yo le puedo mostrar.

- ¡No! - espetó Trey, plantando su brazo alrededor de su cintura. - Estás


demasiado débil. Necesitas descansar.

- No es tan agotador comunicarse con una persona - Ella lo miró con una
mirada determinada. - Tenemos que calmar los ánimos. Esta es la forma
más rápida de hacerlo. - Cuando él abrió la boca para discutir, ella negó
con la cabeza. - Hemos perdido bastante tiempo. Tenemos que encontrar
a Leigh.

Dios, odiaba cuando él no podía salirse con la suya. Pero ella tenía razón.

- Bien - gruñó y miró a su hermano. - Pero él viene a nosotros. Quédate


donde estás.

- Bárbaro - Sadie lo reprendió en privado.


79
- Tienes la maldita razón - respondió de inmediato. Joder la agarraría
por el pelo y la arrastraría alrededor. Él iba a encadenar su culo a su
lado. - No has visto nada todavía, nena.

Emory vaciló, su atención se centró en su compañera. Después de varios


segundos, le dio a Mary un movimiento de cabeza y se alejó, caminando
lentamente hacia el sofá. Mary parecía insegura, mordiéndose el labio,
envolviendo sus brazos alrededor de sí misma.

- ¿Qué va a hacer? - Emory preguntó cauteloso y nervioso. - ¿Morderme?

- Nunca serás tan afortunado, imbécil - La sola mención de que Sadie se


pudiera alimentar de Emory hizo que el lobo de Trey quisiera derramar
la sangre de su hermano. - Ella va a tocarte y compartir lo que sabe. Lo
cual es más de lo que mereces después de la mierda que acabas de decir.

Sadie levantó la mano cuando Emory se detuvo junto a ellos. Emory no


quería aceptar su toque, Trey podía oler el aborrecimiento que viene de
su hermano, sin embargo, él no se apartó. No era consciente de cuánto
tiempo Sadie necesitaba para compartir las imágenes que tenía en su
mente, pero pensaba que deberían durar al menos unos minutos. Se
sorprendió cuando ella se apartó en cuestión de segundos, apareciendo
contenta. Emory, por el contrario, parecía que iba a echar sus Cheerios6.

- ¡Joder! - Emory exhaló, dando un paso hacia atrás, con los ojos muy
abiertos. - ¡Jesús!

- Ahora ya sabes por qué no podía simplemente decirlo con palabras -


dijo Diskant. - No es fácil de explicar, ¿verdad?

Las puertas dobles se abrieron y Diskant, Emory y Trey gruñeron al


unísono. Los sonidos disminuyeron cuando Nathan entró. El pobre
bastardo se veía como la mierda. Obviamente, él había estado pasando
sus manos por su cabello, las hebras se lanzaban en todas las direcciones
y estaba tan nervioso como un animal salvaje en una jaula. Si no
encontraban pronto a Leigh, sin duda estaría aún peor.

- Caden está en el camino - les informó mientras caminaba hacia el sofá


y apoyó la espada de Sadie contra la pierna de Trey. - ¿Has decidido lo
que vamos a hacer?
6 Cheerios: Marca de cereales.
80
- Vamos a tener nuestra mierda en orden - El poder de Diskant como
Omega cayó sobre la sala mientras hablaba. - Tenemos que encontrar a
esta chica que es tan importante y traerla aquí antes de siquiera pensar
en hacer frente a la manada.

Nathan dio un paso atrás y respiró hondo. Como Beta, era el más
sensible a las emociones fuertes, sobre todo cuando un cambia-formas
llamaba a su bestia. Con Diskant siendo capaz de cambiar en todas las
formas de animales, sacó más energía del hombre. Trey trató de
compensar llamando a su propia bestia, dirigiendo las ondas de fortaleza
hacia su segundo al mando. Su lobo encontró a Nathan y lo fortaleció,
dándole una dosis de confort. Nathan se enderezó y asintió con la cabeza
hacia Trey expresando su gratitud.

- No sé si ella va a venir - Sadie confesó, en un tono triste.

- Oh, ella va a venir - la voz de Diskant bajó una octava. Hubo una
amenaza subyacente en sus palabras. - Ella está poniendo a cada
persona que estoy a cargo en peligro. - Volvió su mirada a Sadie. - Voy a
luchar con tu aquelarre y llevarla por la fuerza si es necesario.

- No vas a poner tu maldita mano en ella - Nathan irrumpió en la sala,


mostrando los dientes. - No me importa quién o qué eres. Ella es mi
compañera. Como tal, merece la protección de la manada. Si le haces
daño, estarás violando todo lo que representamos. Me pondré en
contacto con cada manada que estamos conectados. Les diré lo que has
hecho. Te van a hacer caer una a una.

- No va a hacerle daño, Nathan - Ava intervino y arrastró los pies de su


asiento. Diskant inmediatamente fue a ayudarla, su ira sobre Leigh
rápidamente convirtiéndose en preocupación por su compañera. - Ella
es solamente una chica. - susurró Ava, utilizando la mano que Diskant le
ofreció para mantener el equilibrio. - Ella no pidió esto.

- Si tú te comprometes a darle tu protección, puedo encontrarla - dijo


Sadie. - Sólo hay unos pocos lugares donde podría haber ido. - Todo
dentro de Trey se rebeló ante la oferta de su compañera. Ella debió
sentir su malestar, ya que se apartó para que pudiera ver su rostro. - No
estoy huyendo. Estoy presentando una opción. Ninguno de ustedes
puede cubrir tanto terreno lo más rápido que pueda. Además ... - sus

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ojos bajaron a su boca y luego volvió a mirarlo a los ojos. - ... tú y yo
tenemos que hablar. Hay mucho que tenemos que discutir.

- ¿Estás seguro de que ella va a volver? - Emory cuestionó cauteloso pese


a lo que Sadie le había mostrado. - ¿Estás seguro de que podemos
confiar en ella?

Si quieres ganar su respeto «si quieres que todo el mundo crea en ella»
échale huevos.

- Sí - respondió Trey, mientras permanecía de pie, levantándose del sofá.


- Podemos.

Tan pronto como se puso de pie, dejó que su compañera se fuera, su lobo
aulló en su cabeza por la pérdida de contacto y dio un paso atrás. Él
recuperó su arma y se la dio. Ella aceptó la espada como el guerrero que
era, agarrando la funda que cubría la cuchilla. Él sabía que ella era capaz
de defenderse a sí misma, prácticamente había salvado su culo cuando
se enfrentaron a Aldon, pero no pudo evitar que los instintos le exigieran
que evitara su partida. Era su deber velar por ella. Sólo un marica se
quedaría de brazos cruzados mientras su compañera se aventuraba fuera
sin su ayuda, orientación o protección.
Mierda. Esta era una de las cosas más difíciles que había tenido que
hacer.
Dejarla ir y quedarse sólo con la esperanza de que ella regresara.

¿Qué pasa si no puedo confiar en ella? ¿Qué pasa si me equivoco?

- Vuelve a mí - Incluso en su propia cabeza, sonaba como un cachorro


cursi enfermo de amor. - No me hagas cazarte. Lo haré si tengo que
hacerlo. Cuando te encuentre no será bonito. Lo digo en serio, Sadie.

Su orgullo había sido olvidado. No podía importarle menos lo que los


demás pensaban.
Si perdía su reputación delante de los que más confiaba, lo superaría.
Si perdía a su hembra, nunca sobreviviría.
Sus ojos se detuvieron en él, como si hubiera oído sus pensamientos.

- Regresaré. Te lo prometo.

Mirando alrededor de la habitación, ella deslizó su espada en la vaina


que protegía su arma.
82
- No me esperes despierto - ella instruyó. - El reloj está corriendo.
Comienza a hacer planes.

Entonces, antes de que nadie pudiera detenerla, ella miró a Trey y


desapareció.

83
Capítulo 6
- No puedes estar hablando serio - Leigh estranguló la almohada en sus
brazos, mirando a Sadie como si hubiera perdido la cabeza. - No voy a ir
allí. ¡Con un puñado de hombres lobo! ¿No has tenido suficiente de ellos
ya? ¿Has visto cómo actúan? Son como animales. No se puede hablar
con ellos. Ellos no entienden la razón. ¡Has perdido la cabeza!

- Leigh ...

- Nada de Leigh - Leigh se rompió. - Tu estás loca. Demente incluso.

Sadie apretó sus dedos, tratando de mantener la calma.


Encontrar a la aterrorizada vampiro había sido más fácil de lo que Sadie
había pensado. Sólo para estar segura, Sadie había desaparecido hasta la
casa que compartía con su aquelarre, y se dirigió al interior del santuario
de su dormitorio. Leigh estaba allí, sentada en su cama, aferrándose a
una de sus almohadas. La joven vampiro había tomado una decisión
inteligente. Sus hermanas no harían preguntas a Leigh acerca de estar en
el espacio de Sadie, Leigh probablemente pensó que era el primer lugar
que Sadie iría una vez que se escapara de Aldon.
Hablando de lo cual ...

- No tengo tiempo para explicar, tendrás que confiar en mí.

En el momento en que había aterrizado y vio a Leigh, ella simplemente


soltó la verdad, que tenían que volver con Trey y Nathan. Y tenían que
hacerlo ahora. Le había prometido a Trey que volvería, y cumpliría su
palabra. Ella había vislumbrado mucho de él, cosas que no se hubiera
atrevido a creer antes.
Tenía que saber si sus sentimientos eran tan verdaderos como pensaba
que eran.

- No estás segura aquí - Sadie continuó, tratando de persuadir a Leigh. -


Tengo que enseñarte algo.

- ¿Cómo qué? - Leigh se removió en el colchón, los nudillos volviéndose


blancos cuando apretó los puños en la esquina almohada. - ¿Que estoy
acoplada a un maldito hombre lobo? ¿Quieres que me una a la familia?

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- ¿Sería tan malo? ¿Es la idea tan repulsiva? - Una pregunta estúpida,
teniendo en cuenta que en el pasado, Sadie confió sus propias dudas a
Leigh acerca de tener un compañero hombre lobo. - No todos ellos son
como Trey. Nathan es diferente. He visto la forma en que reacciona con
la gente. Él tiene un gran corazón. Es un Beta porque tiene una genuina
preocupación por los demás. Él cuidará de ti. Cuando desapareciste
estaba enfermo de preocupación. Deberías haberlo visto cuando me fui.
Él está aterrorizado por ti, Leigh.

- Yo no lo amo - dijo Leigh con los dientes apretados, bajando la cabeza.


- Nunca podré amarle. Mi corazón pertenece a otra persona. Y siempre
será así.

- ¿Qué? - Sadie sabía que las heridas de Leigh eran profundas, pero no
sabía que la joven amaba a alguien de su pasado tan profundamente. -
¿Quién?

- Eso no importa - Leigh pasó de enfurecida a sombría. - Esa etapa de mi


vida ha terminado.

Leigh había sido siempre muy sensible en cuestiones de amor. Ella


incluso había mencionado que estaba enamorada antes de su cambio de
humano a vampiro. Pero no había entrado en detalles. Sadie debería
haber preguntado más sobre el pasado de Leigh, tratando de obtener
respuestas. En cambio, decidió darle espacio, pensando que tenían un
montón de tiempo para discutir esos temas de Leigh.

Sólo otra cosa que no pensó hasta que fue demasiado tarde.

Ella comenzó a caminar hasta Leigh, dispuesta a compartir lo que sabía


con su amiga cuando una tabla del suelo crujió en el pasillo. Girando
sobre sus talones, se encontró cara a cara con Geneva. La jefe del
aquelarre se detuvo en el umbral, inclinando la cabeza hacia un lado. Su
desaprobación era evidente, su actitud omnipresente dio una patada a
toda potencia.

- Así que finalmente has decidido honrarnos con tu presencia - el


sarcasmo era evidente en el tono de la dueña del aquelarre.

Había preocupación cero en la mujer. Ninguna.


Geneva era una persona fría. Pero esto parecía ... antinatural.

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Como de costumbre, su espeso cabello castaño estaba recogido en un
rodete francés con varios tirabuzones que caían de la cabeza y rodeaban
su cara. Sus extraños ojos de color amarillo siempre parecían saber más
de lo debido. Sadie nunca había prestado atención a ello antes, pero
debería. Geneva había estado siempre un paso por delante de los
acontecimientos viendo las cosas antes que nadie. Y estaba tan
interesada en Aldon, casi obsesionada.
Tenía que haber una razón para ello.
¿Qué había estado tramando la astuta perra?

- ¿Qué puedo decir? - Sadie cruzó los brazos sobre su pecho, con su
habitual postura de regreso al trabajo. - He estado ocupada siguiendo a
Aldon. Eso lleva tiempo.

Geneva arqueó una de sus oscuras cejas.

- ¿Has tenido algún éxito?

Hablando de un dilema.

Si ella le indicaba que había tenido éxito en su trabajo, Geneva querría


más tiempo de Sadie. La jefe del aquelarre exigiría una audiencia
privada con Sadie que podría durar horas. Por mucho que quisiera Sadie
una oportunidad para tratar de tomar la información de Geneva, era más
importante conducir a Leigh a un lugar seguro. Un poco de claridad
había cambiado sin duda las cosas. Por primera vez en siglos, no tenía fe
en las personas que había colocado su confianza, mujeres que habían
jurado poner el bienestar de cada uno por encima de cualquier otro.
Nunca hubiera creído que no podía confiar en su propio aquelarre.

- Nada de lo que le interesaría - respondió ella, tratando de parecer


aburrida.

Los ojos de Geneva se lanzaron hacia Leigh luego regresaron a Sadie.

- Has estado fuera mucho tiempo para volver con nada de interés - Sus
fosas nasales se dilataron y su iris se iluminaron alrededor de sus
pupilas. Ella resopló para despejar la nariz. - Has estado alrededor de
cambia-formas de nuevo. Cogí el hedor de ellos en el pasillo. He dejado
la pregunta sin respuesta el tiempo suficiente.

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Sadie se preparó, tratando de pensar en una respuesta a la pregunta que
sabía se avecinaba.

- ¿Qué has estado haciendo? - Preguntó Geneva. - ¿Qué nos has estado
escondiendo?

Debería hacerte la misma pregunta.

- He estado trabajando, como ya he dicho.

Ella mantuvo toda la conversación acerca de los negocios y dirigió su


pensamientos a su trabajo y numerosas cacerías. Era en contra de las
reglas del aquelarre invadir los pensamientos de un miembro, pero no
confiaba en Geneva. Ahora no. Ella no dejaría que la vampiro obtuviera
una vislumbre de su mente.

- He estado investigando - añadió, dando a Geneva una mirada


superficial. - Eso me lleva a todo tipo de lugares y me pone en contacto
con todo tipo de personas.

- No es la gente, un hombre lobo macho para ser más específicos. Has


estado cerca de éste en particular, en más de una ocasión. - Geneva
inhaló profundamente y no trató de disimular el gesto. - Su olor es tan
potente que está prácticamente rezumando de tu piel. Detecto su sangre.
Puedo oler su semilla en ti.

La líder de su aquelarre la encerró en su lugar con un movimiento de sus


dedos. Sadie no tuvo la oportunidad de armarse. La magia de Geneva se
extendió a través de la habitación. ¿Como no había visto esto antes?
¿Cómo había escapado a su atención? Geneva era una maldita mala
noticia.

- Sólo hay una manera en que esto podría ser posible - Geneva estaba
hirviendo, con la cara deformada en un ceño fruncido. - No es lo
suficientemente malo que él te tomara en su cuerpo. No mejor que una
vulgar perra en celo. Bebiste de él, ¿no?

El corazón de Sadie dio un vuelco y comenzó a golpear. Oh, mierda.


La magia de Geneva era una cosa muy potente. Ella estaba totalmente
paralizada.
Pronto estaría atrapada y sería incapaz de desaparecer. Las cosas se
habían puesto serias.
87
- Leigh, desaparece gradualmente. Ahora mismo. Tienes que confiar en
mí. Por favor. Algo está muy mal aquí.

Gracias Diosa, Leigh no discutió.

- ¿Dónde?

- Nos vemos fuera del almacén donde encontramos a Trey. Te lo


explicaré todo. Vete.

Leigh desapareció, rompiendo la atención de Geneva, sólo lo suficiente


para que Sadie pudiese visualizar el estacionamiento fuera del edificio en
el que Trey había quedado atrapado en el interior. El rostro de Geneva,
que por lo general no mostraba ninguna emoción, se retorció de rabia.
Ella trató de extender su magia, para mantener a Sadie enjaulada en las
barras de su magia. Sadie reaccionó, evocando su propia magia con
todas sus fuerzas. Las dos energías chocaron, estallando juntas.

- Te acostaste con un lobo. Eres una traidora de tu sangre. Una


vergüenza para nuestra especie.

- Eso puede ser - dijo entre dientes, concentrándose en desaparecer. -


Pero mis intenciones fueron siempre honestas. Todo lo que hice fue por
el bien del aquelarre. ¿Puedes decir lo mismo?

Ella no dio a Geneva la oportunidad de responder. Algo definitivamente


no estaba bien. El aquelarre había sido traicionado, pero no por Sadie.
Sea lo que sea que su líder había estado haciendo, no era bueno. Geneva
tenía sus propios intereses. Tal vez ella quería destruir a Aldon, pero por
razones que le beneficiarían a ella y no al aquelarre.

Después de que el polvo se asentara y Leigh estuviese a salvo, Sadie tenía


intención de regresar. Algo de esta magnitud no podía ser ignorado.
Tenía que proteger a las mujeres inocentes en su aquelarre.
Cuando la arrogante y enojada vampiro miró a Sadie con sus brillantes
ojos amarillos, Sadie evocó a todo el poder de su magia. Sus reservas
eran débiles, pero todavía tenía suficiente para teletransportarse de la
habitación. Una neblina blanca la rodeaba, respondiendo a su llamada.
El mundo cambió y se desvaneció cuando ella desapreció gradualmente,
lo que le permitió deslizarse fuera del alcance de Geneva, destruyendo el
agarre del vampiro en ella.
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Antes de desaparecer por completo, ella vio los ojos de Geneva cuando la
máscara del vampiro cayó y reveló su verdadera cara.

Hijo de puta.

Geneva no era la mujer que decía ser. Ella nunca lo había sido. No era
sólo Aldon un peligro, sino también la líder del aquelarre de vampiros
con sus numerosos poderes.
Sadie pensó que las cosas no podían empeorar.
Llegó fuera del almacén. Temblando en el aire fresco de la noche y
enfrentó a Leigh, que la esperaba a un lado de la calle, y se dio cuenta de
que se había equivocado.

*****

- Nos has metido en un asunto un poco serio aquí, hombre - dijo


Diskant a Trey. - Tenemos suficiente para hacer frente sin preocuparnos
por el fin del mundo.

Trey estuvo de acuerdo, pero no había manera de evitarlo.

- ¿Qué quieres que haga? ¿Qué vuelva la espalda a mi compañera?


¿Tirarla a un lado como basura? Tú estás acoplado. Sabes que nunca va a
suceder. Ella es mía. No voy a dejar que se vaya.

- La manada no se lo va a tomar bien - dijo Emory, mirando a Mary. -


¿Recuerdas cómo reaccionaron cuando se enteraron de mi
acoplamiento? Y eso fue hace sólo unos meses. Si tiras algo como esto en
ellos ... - Emory negó con la cabeza, comprensivo con Trey, por primera
vez desde que había llegado. - No sé lo que van a hacer.

- Algunos de ellos se irán - Diskant suspiró y se pasó una mano por la


cara. Lanzando las manos en alto, dijo: - Otros hombres desafiarán a
Trey como Alfa. Es algo que no podemos evitar. A menos que podamos
convencerlos de que se ponen en mayor riesgo si estamos divididos.

- Será difícil convencerlos - Emory tiró de Mary cerca, envolviendo sus


brazos alrededor de ella. -Vamos a tener que abordar esto con cautela.

- Me temo que no podemos tener esa clase de tiempo - espetó Trey,

89
pensando en el enemigo al que se enfrentaban. - Tú no viste a Aldon en
plena potencia. Él era como una letrina de ladrillos. Me puso a mí y a
Nathan sobre nuestros culos con un gesto de la maldita mano. Si no
hubiera sido por Sadie podría habernos matado.

- ¿Qué sugieres que hagamos? - Diskant cuestionó. - ¿Mostrarles lo que


es capaz de hacer tu hembra? Incluso si lo hace, la mayoría de los
hombres lobo se resisten a aceptar la idea de un vampiro como su
Lupina. Los que entienden su especie y saben el tipo de poderes que
tiene tendrán miedo de que pueda tratar de hacer de tu lobo una
mascota. Y si por algún milagro, puede convencerlos de que le den una
oportunidad, tu compañera tendrá que luchar por su posición si algunas
hembras deciden desafiarla por el primer lugar.

- No pueden decir mierda una vez que la reclame -El gruñido gutural de
Trey resonó por toda la habitación. - Ella ya ha tomado mi sangre. Una
vez que estemos apareados nadie puede rechazarla. Y no ha convertido a
mi lobo en una mascota. Lo sabría si así fuera.

- Ella no es un ser humano o cambia-formas, Trey - Emory le recordó. -


Hay una razón por qué no nos apareamos con los vampiros. ¿Has
pensado en eso? La manada puede seguirte, pero no si piensan que estás
bajo la influencia de un vampiro. Incluso si ella no controla tu lobo, no
pueden creerlo. No puedes convencerlos si no quieren creer.

Estaba en lo cierto.

Estar acoplado con Sadie significaba que ella sería capaz de controlar su
lobo si es necesario, pero cualquier compañero podría hacer eso. Machos
y hembras necesitan el equilibrio de sus compañeros. A veces uno u otro
tenía que tomar el control. La mayoría de los cambia-formas no estaban
seguros de cómo funcionaba el apareamiento con los vampiros «durante
siglos los cambia-formas evitaron a los bebedores de sangre a toda
costa» pero las historias de terror habían pasado por años.
Era un negocio demasiado peligroso el apareamiento con bebedores de
sangre.
Tenía la intención de aprender que influencia podía tener Sadie sobre él,
pero tenía que sellar el acuerdo con el fin de entender las excentricidades
de su unión.

Otro dato añadido a mi larga lista de mierda a considerar.

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- Tal vez debería renunciar - Echó un vistazo a través del camino hacia
Emory. - Tal vez es hora de que alguien más sea capaz de llenar mis
zapatos.

- Oh, sí, eso sería la solución perfecta - Emory rió, años de amargura
abiertamente expuestos. - La manada pudo haber aceptado Mary, pero
eso es sólo porque Ava lo hizo. Y nunca he querido llevar la manada.
Además, ya sabes cómo se sienten acerca de mí. Piensan que soy un caso
perdido.

- Necesitas ponerte en contacto con Kinsley - dijo Ava, mirando a


Diskant. - La manada podría lanzar una rabieta, pero van a escuchar si
él puede conseguir los Orgullos para respaldar nuestra decisión. Ellos
saben que necesitamos la ayuda en este momento. No creo que vayan a
arriesgar mucho con todo lo que pasó. Encontrar un nuevo lugar para
llamar casa tomará tiempo. Van a estar solos hasta su transición.

El rostro del Omega mostró su orgullo y apreciación por la comprensión


de su hembra.

- Tienes razón. Lo llamaré. Una vez que sepa lo que está pasando, estará
a bordo. Él es la cabeza más clara del grupo.

Ava sonrió. - Es por eso que lo escucharán.

- Hay algo más, bebé - dijo Diskant suavemente y se arrodilló al lado de


Ava. Ella había regresado a su asiento cuando Sadie había desaparecido.
Recostada en la silla parecía más pequeña y su abultado vientre más
pronunciado. - Esto no termina trayendo a Sadie y Leigh aquí. Vamos a
tener que localizar a tu hermano. No podemos tener el amuleto flotando
alrededor. Es demasiado peligroso.

- Lo sé - La tristeza en la voz de Ava parecía afectar a todos en la sala. -


Estoy de acuerdo.

Mary corrió al lado de Ava y puso su mano en el hombro.

- Va a estar todo bien. Enfrentaremos a lo que viene juntos. Voy a estar


aquí, a tu lado. Tengo que cuidar de mi ahijado, después de todo.

- Tenemos que establecer un lugar aquí para Leigh - Nathan, que había
permanecido en silencio hasta entonces, añadió su granito de arena. -
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No sé lo que está mal con ella, pero es débil y frágil. Un viento fuerte
podría derribarla. Ella necesitará sentirse bienvenida o se debilitará.
Tiene que saber que ella es querida y necesitada aquí. Necesita sentirse
segura.

- Mary y yo podemos hacer eso - dijo Ava relajando al Beta. - No te


preocupes. Vamos a hacer que se sienta como en casa. No es como si la
casa no fuera lo suficientemente grande para todos nosotros. Estaremos
más seguros si nos mantenemos juntos.

- Vas a tener que hacer lo mismo para Sadie - Trey exigió, decidido a que
su hembra reciba igualdad de trato. - Una vez que ella le dé la espalda a
su aquelarre no tendrá ningún otro lugar a donde ir.

- Ella me salvó la vida, Trey - La sinceridad de Ava era evidente. - Le


debo a esa mujer. Haré cualquier cosa para ayudarla. Y de alguna
manera estamos conectadas. Quiero entender cómo ella me conoce tan
bien. Necesito saber de dónde vengo.

- Voy a empezar la preparación de las habitaciones - dijo Mary y palmeó


el hombro de Ava. - Hay más que suficiente espacio para dar a todos
privacidad. Esta casa es enorme.

- ¿Qué pasa con la estación? - preguntó Trey, pensando en los cuarteles


de bomberos que se había convertido en su hogar. - Alguien tiene que
estar de guardia. Si abandonamos los Pastores sabrán que algo está
pasando.

- Tienes razón - Diskant suspiró. - Por eso le pedí a Nathan que


consiguiera el culo de Caden aquí.

- ¿Él? - Los ojos de Emory se ampliaron con sorpresa. Apenas podía


creer lo que estaba escuchando. - ¿Le pedirás al humano de la manada
que cuide nuestros culos?

- No necesariamente - Diskant corrigió con una mirada astuta. - Sólo voy


a pedirle que mueva su mierda en el lugar y mantenga las cosas en orden
por un tiempo. Cualquier Pastor que esté sobre el perímetro que Caden
está cubriendo desearán haber nacido con cerebro. Él quiere un pedazo
de su culo casi tanto «si no más» que nosotros.

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- No, si la información que recientemente recibimos es verdad - dijo
Nathan, la cabeza inclinada, con las manos apretadas en puños. Él negó
con la cabeza como si necesitara recuperar el control de sus emociones. -
Hay una buena probabilidad de que tengamos una ventaja sobre los
hombres que mataron a su esposa. Él tiene el derecho de saber lo que
encontramos. Juramos que le daríamos la información al momento de
recibirla. Él querrá ir tras ellos tan pronto como sea posible.

Mierda.

Trey sabía que Nathan tenía razón. Caden merecía su venganza. El


hombre había perdido todo lo que amaba. Los Pastores habían intentado
mentir al humano, diciéndole que los cambia-formas fueron los
responsables de la muerte de su esposa y su hijo por nacer. Caden
comenzó a cazar más tarde, matando a cada cambia-formas a la vista.
Entonces Ava había mostrado al amargado y triste hombre la verdad. No
había sido una transición fácil, pero tan pronto como Caden descubrió la
verdad, él había querido a los jefes de los hombres que habían matado a
su familia en bandeja de plata.

- Esperemos que la reunión de la manada no llegara tan lejos - Diskant


se pasó los dedos por el pelo, gruñendo bajo en su garganta. - Ellos no
comenzarían sin Trey. No importa lo duro que Caden les presione para
obtener información, van a mantener la boca cerrada.

El rugido del motor de un coche que se acercaba llamó la atención de


todos. Nathan miró a Ava, quien cerró los ojos. Después de un momento
los abrió y exhaló suavemente.

- Es Caden - Ella confirmó sus sospechas. - Está casi aquí. Y no está en


un estado de ánimo muy agradable.

- Él nunca está en un estado de ánimo agradable - Trey murmuró.

- En eso tienes razón - Diskant quejó su acuerdo.

¿Y por qué no? Si se tratara de Trey, estaría molesto también.


Esa mañana a Caden se le había prometido la información que había
estado esperando durante semanas, sólo para ser apartado de los que
tenían la noticia que quería oír. Casi tenía la venganza en sus manos. Era
como quitarle un juguete a un niño solitario. Si estuviera en la situación
del humano, estaría molesto también.
93
- Voy a conseguir las habitaciones listas - dijo Mary, dejando el lado de
Ava. - También tendré que conseguir la perrera de Rocky. - añadió, en
referencia al cachorro Boxer que Emory le había dado, y que había
crecido a pasos agigantados. - No creo que sea seguro permitirle vagar
fuera.

Se acercó a Emory, se puso de puntillas para darle un beso en la mejilla y


salió de la habitación.
Una puerta se cerró de golpe y pesados pasos se acercaron. Caden llegó
como un viento en la casa. No parecía feliz, mostrando su ceño fruncido
a todos los que estaban presentes.

- Has solicitado mi presencia, su majestad - Él hizo una reverencia para


burlarse de Diskant. - Bueno, aquí estoy. - Mirando a Trey, bromeó. - En
cuanto a ti, ni se te ocurra pedirme que cubra tu culo de nuevo. No me
gusta ser dejado en la estacada y no me gusta esperar respuestas
prometidas cuando nadie quiere hablar. La próxima vez cuidarás de tu
propia mierda. - Trey intentó hablar, pero Caden asintió con la mirada. -
No te preocupes por mí. Tú tienes tus propios problemas. ¿Tienes alguna
idea de lo enojada que estaba la manada cuando les dije que no te ibas a
presentar y que habían perdido su tiempo? Mal movimiento, idiota.

- Caden - Ava saludó al hombre con frialdad. - Siempre es un placer.

El hombre sabía que era mejor no enfrentarse a la hembra de Diskant y


no dijo nada.

Buena elección.

- Parece que algo más importante ha surgido - Diskant le dijo al hombre


de mal genio. - Y antes de empezar a quejarte, estoy hablando de que es
el fin del mundo, y esa clase de mierda. No puedes conseguir a la gente
que deseas, si eso sucede, ¿verdad? Así que madura, y utiliza esa cosa
entre las orejas llamado cerebro para variar.

Dado que las tensiones eran tan altas, Trey no debería haberse
sorprendido cuando Sadie y Leigh aparecieron en la habitación. El
mundo que amaba se tambaleaba en el borde. Sin embargo, el alivio casi
lo envió a sus rodillas. Ella había regresado, tal como lo prometió. Corrió
hacia su compañera, sólo para detenerse a mitad de camino cuando ella
negó con la cabeza. Se quedó inmóvil y miró a su compañera.
94
Leigh «Dios la ayudara» parecía petrificada.

- ¿Qué demonios? - Caden gritó, con los ojos fijos en las hembras, yendo
por el arma a su lado.

Nathan fue hacia el humano como un tren de carga y bajó a Caden. Ellos
lucharon por el arma, retorciéndose en el suelo. Caden era más que
capaz de soportarlo, pero Nathan estaba luchando por su compañera. No
pasó mucho tiempo para que el Beta arrebatara el arma de la mano de
Caden y la enviara deslizándose por el suelo.

- Nunca, jamás apuntes con una pistola a una mujer en esta casa -
Nathan gruñó en la cara de Caden. Los dos hombres estaban casi nariz
con nariz. - Sobre todo la mía. Todo el mundo puede aguantar tu mierda,
pero yo no lo haré. Te dejaré donde estás parado. Voy a matar tu culo sin
valor.

- Las mujeres ... - respondió Caden amenazadoramente, levantando la


cabeza para que Nathan y él se quedaran cara a cara. - ... no aparecen de
la nada. Tampoco los cambia-formas.

- Es porque somos vampiros, idiota - Sadie le respondió educadamente


con una mirada fría. Ella frunció el ceño a los hombres sobre el terreno.
- Se llama introducción gradual. No es que yo esperara que un ser
humano comprendiera nada de eso.

Ella volvió a desaparecer, yendo del lado de Leigh, reapareciendo en


cuclillas junto a Caden y Nathan. Se arrodilló, entrando en el espacio
personal de Caden.

- Los cambia-formas no se parecen en nada a nosotros, mortal. Tiras un


arma sobre mí y yo estaré detrás de ti antes de que puedas parpadear.
Romperé tu cuello antes de que sepas lo que te está pasando. Vas a caer
más rápido que una prostituta de cinco dólares.

- ¿Has perdido tu jodida mente? - La mirada Caden vagó por la


habitación. - ¿Están completamente locos?

Nathan le dio al hombre un fuerte empujón y con cautela se puso de pie.


Trey se acercó, dispuesto derribar al hombre si fuera necesario. Caden se
movía lentamente, manteniendo su atención en el Beta. Paso a paso
Nathan se acercaba a Leigh. La vampiro asustadiza trató de alejarse del
95
hombre lobo, pero no hizo ningún bien. Nathan la agarró del brazo y tiró
de ella contra él, obligándola a su lado. Trey podía identificarse. Quería
hacer lo mismo con Sadie. Al ver a su mujer apoyándose en sus
habilidades en lugar de recurrir a él para ayudarla roía su orgullo.

- ¿Vampiros? - Caden resopló, apretando los puños. - ¿No son sus


traseros peludos suficiente para una casa? Decidiste que sería bueno
añadir novias de Drácula a la mezcla?

- ¿Puedo mostrarle? - preguntó Sadie, su atención se centró en Caden. -


Será más rápido que cualquiera de nosotros tratando de explicarlo, y él
tiene que saber quién y con que está tratando. Además, creo que el
humano necesita un poco de iluminación.

- Hazlo - Diskant espetó antes de Caden pudiera escapar.

Joder, Sadie era rápida.


Ella tenía sus dedos entrelazados alrededor de la muñeca de Caden antes
de que el hombre pudiera tratar de escapar, atrapándolo en su asimiento
fuertemente. Al principio trató de tirar de su mano para quedar libre.
Ella se mantuvo firme. Después de un par de segundos dejó de alejarse,
con la mirada desconfiada fija en Sadie.
Miró lleno de asombro.
También parecía que iba a vomitar.

- Así es, idiota - ella susurró, sosteniéndolo con fuerza. - Ver, escuchar y
aprender.

Caden estaba relajado, la tensión en los hombros había desaparecido, los


músculos de sus brazos flexibles. En lugar de alejarse de Sadie, se
acercaba. La bestia de Trey gruñó ante su proximidad, exigiéndole que
haga algo al respecto. Suficiente tiempo había pasado. Caden, el imbécil
de todos los imbéciles, tenía toda la información que necesitaba y algo
más.
Trey iba a arrebatar a Sadie del lado de Caden cuando ella dejó ir al
hombre.
Su cuerpo chocó con su compañera y él envolvió su brazo alrededor de la
cintura de Sadie, tirando de ella contra él. Al principio, ella se congeló.
Luego se ablandó. Él sintió su fatiga, un pulso débil del agotamiento
latiendo contra él. Su culo enclavado contra sus caderas, los tentadores
globos asentándose perfectamente alrededor de su polla. Ella se sentía
tan bien y suave en todos los sitios correctos.
96
Reclámala.

No pierdas más tiempo.

- Es imposible - Caden sonaba tan aturdido como parecía. - Cosas como


estas ... eventos como este ... no pueden ser verdad.

- Sabes que lo es - dijo Diskant, y su mirada de soslayo a Caden hizo que


Trey se sintiera incómodo. - Piensa en ello.

Vacilante, con gravedad, Caden asintió.

Jodido bastardo.

Ellos estaban escondiendo algo, Diskant y Caden.


¿Qué compartía el Omega con el elemento humano de la manada?
¿Qué es lo que no sabía y «como Alfa de la manada» debería saber?
Si las cosas fueran diferentes, habría insistido en el tema, dándoles el
infierno hasta que le dijeran lo que estaba pasando. Pero su inquisición
tendría que esperar. Todos en la habitación se encontraban en la misma
página. Tenían a Leigh, pero Aldon aún estaba suelto. Hasta que
estuvieran a salvo, tenían que estar unidos por sus intereses comunes.

- Tendrás que permanecer en la estación por un tiempo - dijo Diskant a


Caden. Sus iris se estabilizaron, volviendo a su habitual tono dorado. -
Trey tendrá que quedarse aquí para arreglar las cosas. Después de hablar
con la manada y comprobar cuántos están dispuestos a permanecer en la
línea de fuego, me aseguraré de darte tantos guardias como pueda.

- ¿Y la información que prometiste? - Preguntó Caden.

Diskant gruñó, con sus labios retraídos.

- La conseguirás.

- Necesitas llamar a Kinsley - Los ojos de todos se volvieron hacia el Ava


cuando se dirigió a la habitación, reiterando su anterior preocupación. -
Vamos necesitar a los Orgullos con nosotros en esto. Él es el único que
puede convencerlos para que nos ayuden.

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Kinsley «una rara y respetada sexta generación de panteras negra» era
uno de las más escasas razas de felinos cambia-formas. Los Orgullos
confiaban en él lo suficiente como para escuchar lo que el hombre tenía
que decir. El macho casi nunca se equivocaba, viendo cada detalle antes
que nadie.
Ava tenía razón.
Sin la ayuda del Alfa, la manada tendría que proteger la ciudad sola. Así
las cosas, los pocos felinos que habían acordado para controlar la
estación y proteger el domicilio de Diskant lo hicieron de mala gana. Los
gatos siempre buscaban sus propios intereses. Kinsley tendría que
trabajar duro para convencerlos de ayudar a Trey. Incluso si Diskant
podía cambiar para cualquier forma felina y siendo aún su Omega, los
miembros del Orgullo no le daban la debida obediencia.
Ellos iban a Kinsley para resolver todos los asuntos.
Él sería el único que podría influir en ellos en esto.

- Tengo que advertir a los guardias que van a estar haciendo dobles
turnos - Diskant pasó al lado de su mujer y tomó una rodilla. Él era tan
grande, y ella era tan jodidamente pequeña, que creaba un gran
contraste tanto con su compañero como con los muebles. - Tenemos que
asegurarnos de que todo está seguro aquí antes de preocuparnos por
cualquier otra cosa.

- Mierda - Sadie susurró y se volvió para enfrentar a Trey. - Tengo que


hablar con Leigh. Somos las únicas que pueden asegurar de que la magia
no penetrará en la casa. - Ella miró por encima de su hombro, mirando
alrededor de la habitación. - No tienes ninguna red de seguridad. - Ella
parecía exasperada. - Cualquier persona con magia puede entrar. Aldon
tomó mi sangre, podría ser capaz de realizar un seguimiento.

El pánico era evidente en su rostro mientras cerraba los ojos y una


explosión de magia brotó de ella, la energía palpitaba fuerte contra su
piel. Ella susurró algo en latín, evocando lo que sólo podría ser un
hechizo. Podía sentir su ansiedad. Su hembra estaba preocupada por
algo, tanto es así que estaba drenando sus ya disminuidas reservas. Sus
pensamientos no estaban claros, pero podía sentirlos.
Estaba preocupada por Aldon y con algo más que ella percibía como una
amenaza.

- Allí - ella suspiró, abriendo sus ojos. - Eso lo retendrá, pero no por
mucho tiempo. - Su mirada fue hacia Leigh. - Vamos a tener que

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hacernos cargo del resto de la residencia. Nadie puede saber dónde
estamos.

- ¿Puedes hacer eso?

Sadie tuvo que girar su cuerpo para ver a Leigh. Cuando lo hizo, el ceño
fruncido estropeó la belleza de su rostro.

- Podemos hacerlo - Sadie respondió en voz baja. - Pero vamos a tener


que ser fuertes. - Con un suspiro, ella negó con la cabeza. - Tengo que
hablar con Leigh también. Los hechizos de blindaje requieren una gran
cantidad de energía. Ella está demasiado débil en este momento para
ayudar, por lo que es más que probable que tenga que proveer para ella.
Si lo hago, va a tomar más tiempo.

- ¿Proveer para ella?

Los pechos de Sadie rozaron su pecho cuando ella giró a su alrededor. Se


levantó en puntillas, con la boca acariciando la cresta de la oreja.

- Alimentarla.

Su polla, ya erecta parcialmente por la sensación de su afelpado culo,


estaba endurecida considerablemente.

- Eso significa que ...

- Necesitaré recuperarme - No me jodas, ella no se movió, su esbelta


figura pegada a la suya. - Dar sangre significa tomar sangre.

Sentía como si toda la sangre en su cuerpo se hubiera ido directamente a


su polla.
Él le daría todo lo que ella necesitara para recuperarse.

- Ya eres mía - advirtió en un gruñido. - Pero una vez que haya puesto mi
marca en ti, será un hecho. No serás capaz de correr, cariño.

- ¿Incluso si eso significa decirle acerca de nosotros a tu manada? No


seré arrastrada a un lugar privado para que me folles, Trey. - El
sufrimiento que le había causado nunca había sido más evidente, su
desesperación era visible en su mirada. - No voy a dejar que me lastimes
de nuevo.
99
- Diskant - gritó, manteniendo sus ojos centrados en la hembra cuyo
corazón había roto. Tenía un montón de daño para deshacer y mucha
curación para empezar. - Estoy llevando a mi compañera a nuestra
habitación. Tenemos asuntos pendientes.

El Omega no se escandalizó, no es que Trey esperara que lo haga. Como


Diskant también estaba acoplado, él sabía lo que Trey estaba hablando.
Los cambia-formas entendían lo que pasaba. Una vez que encuentras a
la persona destinada para ti, nada más importaba. Los combates, Aldon
y todo lo demás podía esperar. Las prioridades iban en un orden
determinado. En este caso, ya era hora que hiciera valer su estatus en la
vida de Sadie.
No confiaba en él.
No la culpaba.
Pero, maldita sea, estaba a punto de demostrarle que no era el hombre
que ella creía que era.

Una vez que cruzara esa barrera, nadie en la manada podría discutir el
apareamiento. Ellos podrían resentirse, exigir que dimita o tratar de
hacerle salir de la ciudad. Pero no podrían evitar lo que ya había
sucedido. Con o sin su apoyo, tenía que hacer lo que era mejor para él,
para variar. Si él no lo hiciera, se convertiría en el imbécil cansado e
insensible que existía pero que había dejado de vivir, sin darse cuenta de
la belleza y la grandeza a su alrededor.

- E..espera - ella miró hacia atrás, mientras él la arrastraba de la


habitación. - No he tenido tiempo para hablar con Leigh. Está asustada.
Tengo que explicar ...

- Estará bien. Confía en mí. Ella está a salvo aquí. Nathan estará con ella.
Él no dejará que nadie le haga daño - Esperó hasta que desaparecieron
por la esquina antes de que él se diera vuelta y la inmovilizara contra la
pared más cercana. - Esperé demasiado tiempo por ti.

- Los escudos, los necesitamos ...

Empujando sus caderas contra ella, él gruñó,

- Necesitas sangre y voy a dártela. Pero primero voy a devorarte, nena.


Voy a iniciar el juego que te hará arder.

100
Ella levantó su boca a la suya, pero él tiró de su cabeza lejos. Su nariz le
puso a prueba, dirigiéndolo hacia donde Mary había vagado por la
enorme casa. La hembra no estaba muy lejos, a unas cuantas puertas.
Cuando llegó a su destino, se encontró con Mary lanzando almohadas
adicionales sobre la cama. Cuando la hembra de Emory los vio en la
puerta de entrada, sus ojos color chocolate se abrieron como platos.

- Creo que esta va a ser tu habitación - Mary susurró y se precipitó hacia


ellos, sus mejillas volviéndose roja. - Iré a ver si alguien necesita algo.

Trey se hizo a un lado para dejar pasar a Mary. La asustadiza mujer no


perdió un paso, huyendo de la zona. Con un brazo alrededor de Sadie, él
llevó a su compañera sobre el umbral y cerró la puerta.

Finalmente, su lobo estaba emocionado en su cabeza, la espera había


terminado.

Es la hora.

101
Capítulo 7
Sadie había imaginado este momento, de muchas maneras diferentes,
pero nunca pensó que pudiera suceder. Sin embargo, allí estaba,
enjaulada en el abrazo de Trey. Él bajó la cabeza y hebras oscuras de
pelo suelto cayeron alrededor de su rostro. El deseo en sus ojos hizo que
sus entrañas se marchitaran. Parecía como si quisiera comérsela, y dada
su propia frustración sexual, ella estaba más que dispuesta a dejarlo.

- No tenemos mucho tempo - A pesar de que no había olvidado lo mucho


que le había hecho daño, quería esto. - Tenemos que darnos prisa.

- Eso me molesta, ¿sabes? - Él bajó la cabeza y le acarició el cuello. - No


quiero apresurarme. Quiero explorar cada centímetro de tu cuerpo. Voy
a averiguar lo que te excita y te pone caliente.

Un escalofrío le recorrió la espina dorsal. Ella quería lo mismo, lamer


cada grieta de su cuerpo, para ver cómo reaccionaba cuando su lengua se
deslizara sobre su suave piel. Su temperatura era mucho más caliente
que la de ella, su cuerpo era como un horno en miniatura. Cuando ella
mordisqueara su carne sus labios serían frescos y suaves. Por otra parte,
cuando su dura y húmeda lengua se deslizara sobre su clítoris, quemaría
en todos los caminos correctos.

Volverían, paso a paso.


Él le quitó la funda y arrojó su espada al suelo. Sus rodillas golpearon el
borde del colchón y descendieron juntas. Su peso la empujó hacia abajo,
y su gran tamaño acrecentó su deseo. Como un vampiro, ella rara vez se
sentía vulnerable. Eso había estado bien en el pasado, cuando tomaba el
control y conseguía lo que necesitaba de las relaciones esporádicas. En
retrospectiva, el sexo había sido mediocre. Ella siempre quiso dejar que
otra persona se hiciera cargo y viera por su placer. Con Trey no tendría
que indicar lo que quería. Los cambia-formas eran tan sexuales como los
vampiros. Sólo que los machos eran más dominantes. No cedían ni un
centímetro. Él tomaría el control. Y ella amaría cada minuto de eso.

- Joder - dijo con voz áspera, vagando por su cuerpo. - Quiero verte.

Desnudarse nunca había sido tan sexy. Quitándose las botas y la ropa
era generalmente torpe y le consumía mucho tiempo. Afortunadamente
102
ambos estaban tan nerviosos que la eliminación de sus prendas no era
un problema. Empezó por sus pies, quitándose las botas y los calcetines.
Hizo todo lo posible para ayudar, retorciéndose para liberarse de sus
pantalones de cuero. Sus bragas quedaron atrapadas en la mezcla, tiró
lejos de ellos cuando Trey deslizó los pantalones por sus muslos y por
encima de sus tobillos. Él echó la ropa a un lado y ella levantó su torso de
la cama, tirando de su camisa por la cabeza. Sólo su sujetador se
mantuvo, protegiendo sus pechos de la vista.

- Fuera - él gruñó, observándola, sus iris de un tono dorado brillante.

Él se veía tan sexy. Un gran lobo feroz.

Ella se burlaba de él, inclinando su espalda cuando él llegó detrás de ella


para destrabar los broches. Cuando el sujetador estaba suelto ella llevó
sus manos alrededor, sosteniendo el material en su lugar. Sus mirada
siguió sus movimientos, su lengua se lanzó hacia fuera para humedecer
el labio inferior. Ella cubrió sus pechos, frotando el suave material de
encaje sobre su piel. Sus pezones se estremecieron, los puntos duros
dolían con cada roce de la tela. El calor inundó su coño, el clítoris estaba
prácticamente palpitando con fuerza. Quería sentir sus labios sobre sus
pezones, para ver lo bueno que era con la boca y la lengua.
Trey la miró a los ojos.

- Si quieres conservar ese sujetador, te sugiero que lo sueltes.

Levantando los brazos, ella maniobró las correas por encima de sus
manos y tiró el endeble material sobre su cabeza. Trey gruñó. El sonido
siniestro hizo eco en la habitación... peligroso, bajo, y áspero. Un
estremecimiento disparó a través de ella, como una ola de fuego que se
derramaba en cascada bajo su piel. Eso era lo que había esperado. No
era un sueño, era real. Ella trató de bajar los brazos, pero Trey la detuvo,
capturando sus muñecas en una de sus grandes manos. Su cabeza oscura
se levantó lentamente mientras su mirada recorría su cuerpo.
Cuando sus ojos se encontraron de nuevo, su mirada la congeló en su
lugar.

Querida Diosa.

Ella quería ser dominada y ceder el control, pero no había entendido lo


asertivo que sería Trey como amante. Una simple mirada «con sus ojos
clavados en ella» y finalmente apreció quién y qué era. No sólo un
103
hombre, sino un animal también. Estaba a punto de tomar todo lo que
ella tenía para dar y algo más. Él no aceptaría nada menos que lo mejor.

- Quédate - instruyó, sus iris de oro vibrante. Su rostro descendió, cada


vez más cerca. Su aliento le acarició su boca, caliente contra su piel. -
Justo. - susurró mientras pasaba sus labios sobre los de ella. - Como. - se
burló de su labio inferior con un movimiento de su lengua. - Estás.

¿Quién demonios era ella para discutir?


Hizo lo que le pidió, permaneciendo en su lugar. Sus labios se curvaron,
formando una pequeña sonrisa socarrona. Lentamente él soltó sus
muñecas, sus dedos a la deriva sobre su piel. Si hubiera querido, podría
haberla clavado en el suelo y forzado a que cumpliera. Tan susceptible
como estaba en su presencia, él podía hacer casi cualquier cosa que
quisiera. Los vampiros eran más rápidos, pero un hombre lobo
compensaba su falta de velocidad con fuerza. Por lo que la sorprendió
que él mantuviera su entusiasmo bajo control, siendo extremadamente
cuidadoso mientras la tocaba. Si estaba tan caliente cuando estaba
contenido, no podía esperar para ver qué iba a hacer cuando se soltara.
Levantó su gran cuerpo de ella, estudiando sus pechos.

- Eres perfecta, nena - Bajando la cabeza, apretó sus labios contra su


estómago. Ella se estremeció y sus músculos se tensaron. - Hueles tan
bien, cariño. Apuesto a que estás mojada como el infierno. Lo bueno es
que por fin voy a sentir tu gusto.

Se movió a la velocidad del rayo, deslizando sus caderas hacia abajo por
su cuerpo. Con una maniobra rápida de sus manos puso sus piernas
sobre sus hombros. Ella luchó por respirar, manteniendo sus manos
sobre su cabeza, levantándose para poder ver su rostro. Él se dejó caer al
suelo, de rodillas entre sus muslos extendidos. El calor de su aliento rozó
sus pliegues expuestos, haciendo que la piel pareciera hipersensible. Ella
había decidido eliminar su vello púbico a través de un hechizo ingenioso
hace décadas, después de descubrir que el sexo oral se sentía mucho
mejor cuando se realizaba contra la piel desnuda. Ahora, a la espera de
la atención de Trey, supo que había sido una de las decisiones más
inteligentes que jamás había tomado en su vida.
Ella casi gritó de frustración mientras él reposaba el lado de su cara
contra su muslo. La barba en su mandíbula se sentía como diminutas
cerdas deslizándose sobre su piel, espinoso pero suave. Estaba tan cerca.
Si giraba las caderas ligeramente, su boca estaría donde ella quería.

104
- Trey - Ella exhaló su nombre, temblando mientras esperaba a que él
llevara las cosas más lejos.

- Tengo mucho que compensar - dijo en voz baja, encontrando su


mirada. Había tanta intensidad en sus rasgos, tanto anhelo. - Voy a
empezar aquí, Sadie. Voy a darte lo que debería haberte dado hace
mucho tiempo.

A su libido no le importaba cómo tenía la intención de hacerlo, siempre y


cuando hiciera algo.
Cambiando su peso, se puso en posición. Se acercó a su coño y separó
sus labios con los pulgares. Lo oyó respirar profundamente, inhalando
su aroma. Sus labios se cernían sobre su montículo, haciéndola
dolorosamente consciente de su situación. Él no iba a apresurarse,
aunque le rogara que lo hiciera. Esto no era sólo de ella, sino que
también era de él. Ella albergaba sus fantasías. Por supuesto, él tenía las
suyas también.
Algunos hombres adoraban ir abajo en una mujer, darles placer con su
boca y sus manos.
Al parecer, Trey era uno de ellos.

La primera lamida a lo largo de su pliegue fue firme, su lengua fue desde


la base de su coño a su clítoris. Ella arqueó la espalda y separó aún más
las piernas, empujando los talones en sus hombros mientras los dedos
de sus pies se curvaban. Su boca no era sólo caliente era tan abrasadora
como lava fundida, dejando tras de sí un camino de hormigueos
ardientes. Otra lamida siguió a la primera, y luego otra. Él gimió
mientras lamía otra vez, la fuerte vibración fue suficiente para hacer que
se corra. Nunca había estado tan excitada, consciente de lo pesado que
sus pechos se sentían y de cuán hinchado su clítoris estaba.
No tardaría mucho tiempo para enviarla a las nubes.
La punta de la lengua se lanzó sobre sus pliegues, deslizándose hacia
arriba y hacia abajo. Entonces lo sintió hundir su lengua en ella. Sus
encías se estremecieron y sus colmillos se alargaron. La euforia que
había experimentado pasó, sus colmillos afilados recordándole su
naturaleza sanguinaria. Recordó cómo Trey había reaccionado a lo que
era en el pasado. Lo había detestado. Sólo quería follarla y enviarla lejos.
Sacudiendo los malos recuerdos, apretó los labios, diciéndose a sí misma
que no pensara, sólo sintiera.

Disfruta del momento. No compliques las cosas.

105
- Joder, nena - Sus manos se deslizaron de su coño y agarró su culo. -
Eres tan dulce.

Sabiendo que los cambia-formas estaban a una distancia que podrían


escucharla ahogó sus gritos de placer, rotando sus caderas con cada
golpe de su lengua. Sus dedos entrelazados en su trasero, su agarre casi
causando moretones. La sangre bombeaba a través de sus venas, el
sonido, literalmente, golpeando en su cabeza. Consideró bajar sus brazos
y agarrar su pelo, usando su agarre para guiar su boca directamente a su
clítoris. La pura fuerza de voluntad mantuvo sus brazos sobre su cabeza.
Se mordió el labio, luchando contra su naturaleza vampírica. No sólo
quería correrse, quería beber de él mientras lo hacía.

- Eso es todo - él dijo.

Movió la mano de su culo. Sus dedos duros y gruesos rozaron sus


pliegues. Los colocó en la entrada de su sexo, haciéndolos girar en
círculos para conseguir mojarlos y los deslizó dentro. Ella se resistió
contra su mano, quería que fuera más profundo. Él se tomó su tiempo,
hundiendo sus dedos en ella hasta introducirlos profundamente. Sabía
exactamente lo que estaba haciendo, girando la muñeca ligeramente,
frotando sus paredes vaginales. Ella se estremeció cuando golpeó su
punto G, separando sus labios para tomar una respiración profunda. La
punta de su colmillo apresó su labio inferior, rompiendo la piel.
Trey se detuvo y lanzó su cabeza hacia arriba.

Ella se estremeció, frustrada de que se hubiera detenido, hasta que se


dio cuenta de por qué.
Él miraba su boca, centrándose en donde ella se había herido a sí misma.
Sus colmillos no eran tan grandes como los de un cambia-formas, pero
seguían siendo notables y diferentes. Se quedó inmóvil, mortificada
mientras daba un paso atrás en el tiempo. Al principio «antes de que él
supiera lo que era» Trey la deseaba. Había sido tan fuerte que podía
sentir su polla atrapada entre sus cuerpos, la enorme longitud era
malditamente impresionante. Se lo había imaginado cabalgándola duro
y aliviando el profundo dolor en su interior. Pero esa lujuria y el deseo se
desvanecieron en el momento que había puesto dos y dos juntos. Se
apartó de ella, asqueado y disgustado por su naturaleza, mirándola como
si le hubiera crecido una segunda cabeza. Lo que debería haber sido
hermoso rápidamente se convirtió en cenizas dispersas.
Todavía podía oír las palabras que él gruñó con indignación e
incredulidad.
106
Un maldito vampiro.

- No lo hagas - Su voz ronca trajo la trajo de vuelta al presente. - La


mierda que estás pensando, no importa.

- ¿No es así?

- Ya no - Él empujó sus dedos dentro de ella, follándola firmemente con


la mano. - Eres mía, nena. Te lo advertí. Voy a poner mi marca en ti para
que todo el jodido mundo lo vea.

Podía haber argumentado o decirle que se fuera al infierno, pero la


reacción de su cuerpo superó cualquier duda. Ella estaba en el borde,
como una cuerda estirada al máximo, un poco más de presión y se
rompería. Después de todo lo que había pasado, se merecía este pequeño
consuelo. Tal vez fuera estúpido creer en él, pero no iba a ninguna parte.

No cuando ella estaba tan cerca.

No cuando ella quería esto tanto.

Un poco más ... Sólo un poco más ...

Sus dedos volvieron a su punto G, un toque duro y decidido. Ella montó


su mano, mientras llamas de fuego arrasaban en su estómago. El calor se
extendió a través de su abdomen y una ráfaga de electricidad se aventuró
a su coño. Él inclinó la cabeza, acercando su boca a su hendidura. Luego
atrapó su clítoris entre los labios «su lengua dura, caliente y húmeda» y
succionó. La succión contra el haz de nervios la empujó sobre el
precipicio. El mundo desapareció, convirtiéndose en una enorme
mancha de blanco.

Sí.

Ella cerró los ojos, echando la cabeza hacia atrás.


Los espasmos sacudieron su cuerpo y sus músculos se flexionaron
mientras se corría. La euforia y el júbilo la quemaban de adentro hacia
afuera, cada movimiento de su lengua dejaba su propia marca de fuego.
Él continuó chupando su clítoris, tocando con la punta de su lengua en el
delicado nudo. Su mano bombeaba, mientras sus dedos obligaban a su
coño a hacer espacio para su invasión. Ella se aferró a las sensaciones,
107
capeando cada ola, deseando que nunca terminara. Él no se detuvo hasta
que pasó la última oleada de placer, dejándola sin aliento, temblando
sobre la cama.
Sus dedos se deslizaron de su coño y ella detestó la pérdida, anhelando
su cercanía.
Se levantó, tirando de su camisa por su cabeza. Sus músculos se
flexionaron, mostrando las líneas duras y planos lisos desde los hombros
hasta su cintura. Ella obligó a su cuerpo a funcionar, sacudiendo la
niebla cálida del clímax que la envolvía. Se sentó y cogió sus jeans,
admirando los músculos flexionados entre la V de sus caderas.
Él había tenido su sabor. Ya era hora de que hiciera lo mismo.
Sus dedos se envolvieron alrededor de sus muñecas, deteniéndola por
debajo de su meta. Ella lo miró, confundida por la interrupción. Quitar
su camisa había revuelto su pelo, las hebras desordenadas apuntaban en
todas las direcciones. Aún así, nunca le había parecido más irresistible.
Él se lamió los labios, sus iris eran una sombra brillante de color ámbar.

- No esta vez. Te quiero tanto que estoy a punto de llegar antes de que
hayamos empezado.

La soltó y se fue a los botones que sostenían sus pantalones en su lugar.


Al mismo tiempo, se quitó los zapatos y los pateó a un lado. Se quedó sin
aliento cuando se reveló a sí mismo. Podía ver cómo estaba tan bien
definido, capaz de distinguir cada grupo de músculos. Era la perfección
absoluta de pies a cabeza. Antes de que pudiera disfrutar la visual, él se
inclinó para quitar sus pantalones vaqueros. Ella apretó los dientes,
luchando por controlar su sed de sangre, esperando que se levantase alto
y orgulloso ante ella.
Los pantalones cayeron al suelo y él se enderezó.
Lo había visto antes, pero no estaba preparada para lo impresionante
que era. Su polla totalmente hinchada se tensó hacia su ombligo, la
gruesa cabeza en forma de hongo, un tono más oscura que el tallo. Ella
había estado con su parte justa de hombres, pero ninguno de ellos podía
compararse.

No con Trey Veznor.

Él envolvió sus dedos debajo de la punta de su polla y se la apretó. Una


perla brillante de pre-semen apareció en la ranura. Quería inclinarse
hacia adelante y lamerlo, burlando la piel dura, pero flexible, con los
movimientos de su lengua. Sería imposible que todo ese grosor y
longitud pudieran caber en su boca, lo que significaba que tendría que
108
usar sus manos. La imagen haciendo precisamente eso envió un temblor
a través de ella. Le daría placer, y tragaría hasta la última gota de su
semilla cuando se corriera. Entonces lo enviaría sobre el borde una
segunda vez, hundiendo sus colmillos en la vena en su muslo.

- Entrégate a mí, Sadie - Una medida de desesperación acompañaba la


solicitud. - Acuéstate, abre esos bonitos muslos y tómame.

El temor la golpeó, cubriendo su camino hacia su corazón.


Quería darle lo que él quería «lo anhelaba» en realidad.
Pero el miedo arañó su camino en su mente, un duro recuerdo de lo que
había sucedido cuando se permitió saltar de cabeza en algo sin sopesar
las consecuencias de antemano. Él era el único que podía ofrecer la
sangre que necesitaba para sobrevivir, por lo que siempre poseería esa
parte de ella. Pero había una cosa que podía controlar, no importa lo
pequeña que parecía.

- Tu marca no dejará una cicatriz - confesó, diciéndole la verdad. A


menos que ella usara un hechizo para permitirlo, él podría morderla
todo lo que quisiera y nunca tendría importancia. - Tú no eres el que
toma la decisión.

- Va a quedarse - gruñó, soltando su polla. La hinchada longitud se


balanceaba hacia su estómago, mientras se inclinaba sobre ella. - ¿Sabes
por qué?

Ella sacudió la cabeza, apoyándose sobre sus codos, temblando cuando


él separó sus piernas con su rodilla. Sus ojos estaban prácticamente
brillando, sus labios retraídos lo suficiente como para ver que sus
caninos se alargaban. Ella sintió a su lobo entonces, sintió la energía de
Trey retraerse. Algo había cambiado. Un cambio que podría no ser capaz
de ver, pero podía sentir. La criatura en el interior del hombre era aún
más amenazante y poderosa. No sólo la quería, la necesitaba.
Y estaba a punto de hacer lo que fuera para poseerla.

- No has experimentado plenamente el vínculo entre nosotros, nena.


Pero estas a punto de hacerlo. Verás que no importa lo que digas «si mi
marca se mantiene en tu piel o no» perteneces a un solo hombre.

Se agachó, guiando su polla a su hendidura. Deslizando la punta a través


de sus húmedos pliegues, arriba y abajo. En el último pase descansó la
punta contra su coño. Incluso tan mojada como estaba, tuvo que trabajar
109
su camino en el interior. Ella respiró hondo cuando la amplia cabeza la
penetró. Él liberó la base y levantó la cabeza.

Oh, mierda.

Antes ella había sentido al lobo. Ahora la miraba fijamente a través de


los ojos de Trey.
Ella había empujado al animal, aunque no había sido su intención.
Poniendo un brazo por debajo de ella, él cambió su peso y la levantó
sobre el colchón. El instante en que su espalda golpeó la cama él empujó,
separándola como una brisa, su longitud inquebrantable lanzándose en
su interior, en un movimiento rápido. Sus pelotas golpeando su culo,
mientras su dolorido coño se extendía para aceptarlo.
Se había preguntado cómo sería él cuando se soltara y no se contuviera.
Estaba a punto de averiguarlo.

- Me ... - gruñó, rodando sus caderas, golpeando contra ella. - Me


perteneces.

Satén y seda. Cálida y resbaladiza. Tan malditamente apretada que sus


bolas iban a estallar.
El coño de Sadie se envolvió a su alrededor, tan apretado que no se
atrevía a moverse.
El lobo había subido con fuerza, decidido a reclamarla. Su ocurrencia de
que era su decisión tomar su marca había provocado a la bestia,
despertando la parte salvaje de él. A pesar de la verdad de su declaración
él sabía que cada macho en su manada podría oler su semilla en ella, lo
que significaba que se quedaría de una puta vez. No tenía que aceptar
una marca en su hombro. Ella sabía la verdad. Al igual que todos los
demás.

A la mierda la marca. Ella es mía ahora.

No más huir, Sadie. No más promesas que no puedas cumplir.

Sus hermosos ojos azul claro lo estudiaron, labios carnosos y deliciosos


entreabiertos por un beso. Miró a sus pequeños colmillos, gimiendo
mientras sus bolas se apretaban y su polla palpitaba. En sus sueños esos
pequeños dientes afilados hicieron todo tipo de cosas a su libido. Había
conseguido una idea de lo bueno que puede ser cuando anteriormente se
había alimentado de él, volviéndolo loco antes de que pudiera pensar
con claridad.
110
¿Sería igual como esto?
¿Se mantendría a raya hasta que estuviera listo?

Incapaz de permanecer quieto, retiró su polla, siseando mientras se


retiraba del paraíso de su coño. Ella se quedó sin aliento, temblando
como si estuviera en el hielo, mirándolo. Sus pupilas se dilataron,
haciendo que sus helados iris azules se pronunciaran más. Su cabello
rubio caía en cascada a su alrededor, las exuberantes hebras como el oro
descansaban contra el edredón oscuro.

Maldita sea.

Él era un hijo de puta con suerte. Esta mujer «su mujer» era más
caliente que el infierno.
El tiempo era corto, pero él quería hacer de este encuentro memorable.
Quería oír sus gritos y ver su cara mientras se acercaba. Si fuera posible,
quería pasar la noche en su interior hasta que ordeñase su polla hasta
dejarla seca. Lamentablemente eso no iba a suceder. El calor del
acoplamiento estaba en él, el lobo gruñía en su cabeza mientras trataba
de hacerse con el control.
Poniendo una mano a su lado para hacer palanca, se sumergió en ella.

Mierda.

No iba a ser fácil de contener, no cuando estaba a punto de explotar.


Con cautela, estableció en un ritmo deliberadamente suave. Él entraba y
salía, duro y firme. Casi se perdió cuando ella levantó sus caderas,
moviéndose en tándem con él, con golpes decididos. Cada vez que se
hundía profundamente hasta las pelotas sentía la suavidad de su cuello
uterino. Ella dio todo lo que tenía y pidió más.
A la mierda todo, ella se merecía más que esto.
No debería haber tenido que aceptarlo como su compañero en la casa de
un extraño, follando con él en una cama de las habitaciones. Esto
debería haber sucedido en su propia maldita residencia, donde podría
haber regado la cama con pétalos de rosas tan suaves como su piel y tan
rosadas como sus labios. Ella se merecía su tiempo y atención mientras
él la adoraba durante horas y horas.
Sus ojos se desviaron hacia sus pechos. Los pezones en el centro de los
globos cremosos eran una sombra oscura de color rosa, las areolas duras
y arrugadas. Por un momento, dejó que sus fantasías se hicieran cargo,
imaginando su polla atrapada entre los suaves montículos. Ella le diría

111
que se corriera, masajeando sus pechos, chasqueando la lengua por la
punta del pezón con cada embestida de su polla.
Sus bolas se apretaron, un orgasmo amenazaba con consumirlo.

Contrólate. No jodas esto.

Tomó un rígido pezón en su boca y disfrutó de su suspiro de placer. Él


rozó su lengua sobre la diminuta perla, gimiendo cuando ella envolvió
sus piernas alrededor de su cintura. El cambio de posición le permitió ir
más profundo, deslizando su polla dentro y fuera de su coño. Cada vez
que él levantaba sus caderas, ella se apartaba, coordinando sus cuerpos
que se unieron en un movimiento fluido.
Pasando de un pecho al otro, gruñó:

- Me estás matando.

Su mano se desvió de su brazo. Él comenzó a quejarse, queriendo más de


su toque, cuando sintió sus dedos en su pelo. Joder sí. Las puntas de sus
uñas se deslizaron sobre su cuero cabelludo, separando las hebras. Ella
lo atrajo hacia sí, aplicando presión en la parte posterior de su cabeza.
Sus suaves maullidos de satisfacción llegaron a sus oídos. Aumentó la
succión, trabajando la lengua por el duro pico.

Perfecto, nena. Disfrútalo

- Así - Ella susurró, empujando su coño contra su polla, rodando su


pelvis. - Diosa, sí.

Por amor de Dios.

Él no había estado tan ansioso por disfrutar desde su adolescencia. Las


hormonas púberes eran malas, pero cuando se lanza a un lobo en la
ecuación se complica seriamente el deseo sexual masculino. Con el
tiempo había aprendido a contenerse, para ver las necesidades de la
hembra primero.

Si las cosas fueran así de simples ahora.

Por mucho que anhelaba complacer a su compañera, quería reclamarla


también. Tal vez cuando el lobo no estuviera gruñendo en su cabeza,
sería capaz de prestar la debida atención. Sintió el sudor en la espalda y
112
la frente, el resultado de negarse a sí mismo lo que más deseaba. Sus
colmillos se habían revelado hace mucho tiempo, el lobo demandando
que marcara a su hembra y consolidara su unión. El animal había dejado
de ser bueno.
La bestia apareció, tratando de superar al hombre.
Arrancando su boca del pecho de Sadie, se levantó por encima de ella.
No se molestó en ser suave o romántico, follándola duro y rápido. Sus
bolas estaban pesadas, su saco apretado. Ella se movía con cada
sacudida de su cuerpo mientras sus pechos rebotaban. Él apretó los
dientes, diciéndole a su lobo que retrocediera de una puta vez. Pero el
animal no lo escuchó, tomando el relevo, transformando sus uñas en
garras.

- Trey - Sadie murmuró, aferrándose a su cuello con las manos. Ella tiró
de él hacia abajo, levantando los hombros lejos de la cama. - Esta vez
necesito ... - Sus dedos se tensaron en su nuca. - Tengo que pedir...

La magia emanaba de Sadie y tarareaba contra su piel. Le tomó un


momento comprender lo que estaba sintiendo e identificar las demandas
de su compañera. Su hambre confundió a su lobo, cogiendo al animal
con la guardia baja. La ansiedad vertió de su bestia, mezclándose con las
preocupaciones del hombre.
¿Siempre bebería de esta manera? Ya le había dado tanto.
¿Y si no podía proveer para ella? ¿Sería capaz de mantener el ritmo?

- Sí - Él se agachó, balanceándose en un codo, dándole mucho espacio.

Volvió la cabeza hacia un lado, presentándole su cuello. Incluso si eso lo


hacía tan débil como un gatito, le daría todo lo que le pidiera. Era su
deber alimentarla, una de las principales responsabilidades de un macho
emparejado.

- Adelante, nena - Quería sentirlo, para correrse con fuerza dentro de


ella. - Toma lo que necesites.

Sus dientes se hundieron profundamente, el éxtasis de su mordedura al


rojo vivo disparando a través de su cuerpo. Él gruñó, sacudiendo sus
caderas en un movimiento desigual mientras llegaba a su clímax. Su
polla palpitaba con cada flujo de semen, su semilla inundando su
vientre. Aún cuando los pinchazos en su cuello protestaran, él giró su
rostro hacia ella.

113
Márcala.

Ahora.

Con el objetivo de su hombro, él llevó sus labios hacia atrás. Sus dientes
rompieron su carne, deslizándose más allá de su suave piel. Su gemido
fue una mezcla de dolor y placer. No paró de beber, tomando su sangre
para aumentar su fuerza. Él bombeó sus caderas, aturdido por encontrar
su polla aún dura, a pesar de su clímax. Se preguntó si su vínculo de
pareja se establecería como lo hacían cuando se apareaban cambia-
formas con los humanos. Ella no gritó de dolor y él sintió un cambio en
su lobo. Él no experimentó la separación que había oído. Era como si se
hubiera establecido una conexión diferente entre ellos, acercándolos
juntos.

- Una vez más - Los pensamientos de Sadie se hicieron eco en su mente.


- Más.

Mantuvo sus dientes incrustados en su piel, golpeando su polla en su


coño con la fuerza suficiente para sacudir el colchón. Su piel le picaba, su
lobo estaba tan cerca de la superficie que apretó los puños para evitar el
cambio.
Maldito infierno. Nunca había sido tan difícil permanecer a cargo.
Con los años su bestia había aprendido su lugar. Como un Alfa tenía que
mantener el equilibrio. A veces los cambia-formas eran conocidos por
aparearse en su piel «cuando ambos estaban en forma animal» pero
nunca había sido excitado por la idea. Sadie probablemente tampoco.
Retrocede, él gruñó a la maldita cosa.

Su fuerza menguó, los músculos de sus brazos y piernas se debilitaron.


Trató de continuar, empujando lo que quedaba de sus fuerzas. Su polla
podría estar dura, pero no tenía fuerzas para continuar. Había hecho
esto el tiempo suficiente para saber que podía ir a una segunda ronda sin
problemas si así lo deseaba. La succión contra su garganta fue un claro
recordatorio de las demandas de Sadie. Tomando tanto le había dejado
agotado. No podía seguir adelante si ella continuaba. Con suerte, él
terminaría su primer encuentro con un gemido no una explosión.

Como un puto gatito.

- No del todo - la voz de Sadie apareció en su cabeza de nuevo. - Ni


siquiera cerca.
114
Una explosión de magia quemó a través de él, empezando por su cuello y
cubriendo su cuerpo. Su letargo desapareció y una nueva energía
inundaba sus músculos. La presión en sus bolas aumentó y otro clímax
se estrelló sobre él. Soltó su hombro, miles de estrellas parpadearon ante
sus ojos. Una fuerte corriente eléctrica crepitó por su espalda,
disparando a través de sus brazos y piernas. Se sentía tan increíble como
extraño. Nunca se había corrido tanto.

Hijo de una maldita perra.

Su coño se flexionó alrededor de su polla mientras se acercaba, lanzando


un profundo gemido gutural. Sus colmillos se deslizaron de su cuello,
mientras pasaba su lengua por las heridas. Ella lo mantuvo cerca, sus
muslos apretados alrededor de su cintura mientras seguía bombeando
sus caderas. Mantuvo el ritmo, con ganas extender su liberación. Siguió
temblando, disfrutando del placer que él le daba. Deseó que pudiera
durar para siempre.
Finalmente, estaba laxa debajo de él emitiendo una tranquila exhalación
de saciedad y felicidad. Su mirada se desvió hacia su hombro mientras se
alejaba de ella.
Cómo ella había advertido, su marca se había desvanecido. No había ni
siquiera un rasguño o herida que estropeara su piel de porcelana. El lobo
que había encontrado satisfacción en su apareamiento, no estaba de
acuerdo. Un gruñido se deslizó hasta su pecho y una punzada de furia
crecía en su interior. Su aroma serviría como una amenaza para
cualquier cambia-formas que se cruzara en su camino, pero quería que
su dominio fuera expuesto abiertamente.
Ella era suya.
Ningún otro jamás la tendría.

- No importa - él advirtió, mirando a su compañera a los ojos. Ella lamió


la comisura de su boca, recogiendo los últimos restos de su sangre. - Con
o sin la marca, sabes a quien perteneces.

Él esperaba una gran cantidad de cosas «que ella le dijera que se fuera a
la mierda o informarle que él no tenía nada que decir al respecto» pero
no esperaba que ella no respondiera y simplemente estirara sus brazos
sobre su cabeza. Ella suspiró, feliz como unas castañuelas. Mientras que
él estaba furioso, ella estaba totalmente a gusto. Una sonrisa tiró de sus
labios, sus ojos azules oscureciendo una sombra.

115
- Si tú lo dices - ronroneó ella, arqueando la espalda como un gato
satisfecho. - Bárbaro.

Antes de que pudiera responder, alguien llamó a la puerta. Quería


maldecir su suerte de mierda. Es cierto, no habían tenido tiempo para
nada más que un polvo rápido. Había hecho lo que tenía que hacer,
marcando a Sadie con su aroma, reconociendo lo que ella significaba
para él. Pero quería más. No se suponía que fuera así «salvaje, loco, y a
prisa» Había esperado siglos por esta mujer. No era un romántico, pero
él había imaginado las cosas de manera diferente. ¿Acaso a las mujeres
no les gustaban las palabras de amor susurradas en su oído?

Tal vez has encontrado a una mujer que no va a aguantar tu mierda.

- Trey - Emory llamó a través de la puerta. - Es posible que desees darte


prisa.

Estaba a punto de decirle a Emory que le besara el culo cuando Sadie se


detuvo. Sus ojos se nublaron, como si estuviera escuchando algo que
Trey no podía oír. En una fracción de segundo sus ojos se volvieron
consciente. Se arrastró lejos de él, escurriéndose de su cuerpo. Era como
si ella no pudiera alejarse de él lo suficientemente rápido. Frunció el
ceño, confundido por su comportamiento. Ella no perdió el tiempo,
saltando de la cama para recoger su ropa.

- Esa chica «la vampiro» que dejaste fuera está asustando la mierda -
Emory le informó, gritando lo suficientemente fuerte para que toda la
casa lo escuchara. - Mary y Ava no pueden calmarla. Necesitas traer a tu
compañera ... - enfatizó la palabra con sarcasmo. - ... aquí ahora mismo.

- Mierda - Sadie escupió, tirando de su ropa interior. - No debería


haberla dejado.

Levantándose de la cama, él gritó:

- Estamos llegando.

- ¿En este momento? - Emory bromeó. - Esperaba que hubieran llegado


a ese punto ya.

Listillo.

116
- ¿Emory? - él gritó, con ganas de estrangular a su hermano.

- ¿Sí?

- ¡Vete a la mierda!

- No me des las gracias. De nada, imbécil - Emory gruñó. - No culpes al


mensajero.

El suelo crujió cuando Emory se alejó de la puerta. Trey no se molestó


con sus calcetines o zapatos, simplemente se deslizó en sus vaqueros.
Sadie se había vestido en un tiempo récord, trabajando en sus botas en
el momento que él se ponía la camiseta. Ella comenzó a correr hacia la
puerta y él la detuvo, agarrándola por el codo. Por lo menos sabía que no
era personal. Ella se estaba alejando a toda prisa, pero no tenía nada que
ver con su apareamiento. Su mente estaba evidentemente, con su amiga.

- Necesitas calmarte.

- Para ti es fácil decirlo - dijo entre dientes, entrecerrando los ojos. - Es


mi vampiro la que está ahí fuera, no la tuya.

Maldito Emory. El bastardo tenía que abrir esa gran boca e irritar a
Sadie. Le alisó el pelo con la otra mano, enderezando los mechones
rubios enredados alrededor de su hombro.

- Si no actúas como si estuvieras en control, todo el mundo pensará que


eres débil. No quieres eso - Él esperó hasta que la rabia desapareciera de
sus ojos para continuar. - Diskant no se fía de los débiles. Él nunca lo ha
hecho. Tienes que demostrar que puedes mantener a Leigh bajo control.
De lo contrario, Nathan no será capaz de hacer cualquier cosa para
mantenerla a salvo. Diskant querrá que se vaya. - La dejó asimilar las
palabras, dando a Sadie unos pocos segundos. - ¿Lo entiendes?

Ella rompió el contacto visual, volviendo la cabeza.

- Entiendo.

La situación era bastante jodida. Su compañera no tenía muchas


opciones. El peso de esa responsabilidad tenía que estar matándola. Si
ella no camina la línea con cuidado, el destino de Leigh no sería bueno.
Diskant tomaría las medidas necesarias para proteger a Ava y la
117
manada, incluso si eso significaba tomar la vida de una mujer inocente.
Si no fuera por Nathan, el Omega, probablemente ya habría eliminado la
amenaza.
Tomó la cara de Sadie, tratando de tranquilizarla, rozando sus pulgares
en sus mejillas. Ella volvió la cabeza y besó la palma de su mano. Tal
gesto inocente y dulce era triste de alguna manera. Quería decirle que
todo iba a estar bien, pero no iba a mentir. Ellos finalmente habían
encontrado un terreno común. Decirle esas cosas sólo para hacerla sentir
mejor «aunque tuviera sus mejores intereses en el corazón» destruiría la
tregua temporal entre ellos.

- Yo estaré contigo - dijo, luchando por las palabras. Demostrar ser


digno nunca había sido tan difícil. - Si me necesitas ... si me quieres ...

Hubo un momento de silencio. Luego, en una voz tan baja que tuvo que
esforzarse para oír, ella respondió:

- Gracias.

No era lo que él quería oír, pero era un comienzo. La condujo hasta la


puerta y la abrió. Esperó hasta que ella dio un paso fuera para seguirla.
La suerte estaba echada. A partir de este momento en adelante, nada era
seguro.
Sin embargo, por extraño que parezca, experimentó algo que no había
sentido en mucho tiempo.

Esperanza.

118
Capítulo 8
Finalmente.

Las defensas mágicas estaban en su lugar, los escudos invisibles estaban


donde tenían que estar.
Aldon no podría encontrar a Sadie, a pesar de la sangre que había
tomado de ella, aunque él tratara de usar un hechizo. Pero la sangre que
Trey le había dado fue suficiente para hacer el trabajo. Le había llevado
hasta la última gota de su magia para terminar la obra. Ella no podía
continuar. Así no. Y no podía tomar más de Trey para recuperar lo que
había perdido. Aún no. Tomar más era demasiado peligroso.
Eso significaba que no sería capaz de proveer para ella y Leigh.
Miró a su amiga, preguntándose cómo decirle las malas noticias.

- Estoy agotada - dijo Leigh, asomándose a través de las persianas que


cubren la ventana.

Sadie quería decirle a la joven vampiro que ella no tenía ni idea.


En lugar de disfrutar de la reminiscencia de su encuentro con Trey, le
había costado casi una hora calmar a la joven. Leigh se había acurrucado
en un rincón de la sala, agazapada entre un armario y la pared. Nathan
trató de calmarla, pero su presencia solamente molestaba a la chica.
Sadie vino al rescate, pidiéndole a todos que salieran con el fin de
hacerse con la situación. A Trey y Nathan no les había gustado, pero
habían cedido. Durante su ausencia se las arregló para convencer a Leigh
para que dejara a un lado su miedo, advirtiéndole que Aldon podría
encontrarlos si no lo hacía. Sadie había dado a Leigh tanta sangre como
la vampiro tomaría, le explicó lo que tenían que hacer y poco tiempo
después, ambas estaban trabajando.
Para crédito de Nathan y Trey, los cambia-formas habían ido a lo suyo.
Aunque Sadie había visto unos pocos aquí y allá, mientras se movían por
toda la casa. Las mujeres «Ava y Mary» consiguieron escapar momentos
antes. Sadie no estaba segura de si estaban ocupadas o no confiaban en
los locos vampiros que estaban en su casa. De cualquier manera, ella lo
entendía. Las cosas no eran simples. Ahora más que nunca, Leigh tenía
que entender lo que estaba sucediendo.

Tengo que decirle. Sadie respiró hondo. Aunque se vuelva loca.

119
- Tenemos que hablar - Ella se dejó caer en la cama, feliz de dar un
descanso a sus pies.

Una vez más, su orgullo y confianza se habían metido en su camino.


Pensó que podía hacerlo. Después de todo, ella defendió el aquelarre por
años. Pero la gente en la casa de Diskant no eran su aquelarre y Aldon no
era una amenaza vana. A la luz de lo que había aprendido, aceptó que no
podía defender a todo el mundo por su cuenta. Leigh tenía todo lo que
un vampiro podría necesitar «sangre de una hermana y un poder más
allá de lo que los humanos podían imaginar» pero no era suficiente. Ni
siquiera cerca. Con sus habilidades Aldon podría aplastar las defensas de
la niña y derribarlos uno por uno.
Leigh tendría que aceptar que las cosas habían cambiado.

- ¿Acerca de qué? - preguntó Leigh, sin dejar de mirar hacia afuera.

- Lo que está en juego - exhaló a toda prisa, asustada por primera vez
desde que había entrado en el dominio de Disktant. La anterior
advertencia de Trey volvió a atormentarla. Diskant mataría a Leigh si
tenía que hacerlo. Sadie tenía que asegurarse de que eso no suceda. -
Tienes que estar preparada.

Leigh se giró, una ola de pelo oscuro se derramó por encima de su


hombro.

- No entiendo. Dijiste que sólo necesitábamos lanzar el hechizo. Lo


hicimos - afirmó, con alivio en su pálido rostro. - Estamos a salvo.

¿Seguros? Si fuera así de simple.

Las habilidades de Leigh superaban las de Sadie a pasos agigantados.


Por doloroso que fuera admitirlo, la magia de la joven vampiro era
mucho más potente. Ella no debería haberse sorprendido cuando Leigh
había memorizado el hechizo que Sadie le había enseñado, trabajó para
crearlo y acordonó el lugar sin romper a sudar. Incluso ahora «de pie
delante de Sadie con el rostro radiante» Leigh parecía que había hecho
poco más que subir una colina. Mientras tanto, incluso si Leigh no era
consciente de ello, la magia había puesto a Sadie en su culo. Si no
hubiera sido por la determinación de Sadie para defender la propiedad
«para defender a Trey» ella podría haberse dado por vencida.
Afortunadamente Leigh se había hecho cargo con facilidad, invocando el
hechizo como una profesional experimentada.
120
Esa era la parte fácil.
Leigh pensaba que todo estaba listo.
La criatura inocente no tenía ni idea de lo fuerte que era en realidad.

Se honesta. Dile la verdad.

- Tu magia es más fuerte de lo que piensas. Y eso viene con un costo.

Una sombra de dolor cruzó el rostro de la mujer.

- ¿Crees que no lo sé? - Leigh estalló con un dejo de amargura. - No


lanzo hechizos o uso mis habilidades, a menos que tenga que hacerlo. No
lo habría hecho ahora si no fuera tan importante. Sabes cómo me siento.
Te dije por qué.

Leigh odiaba la magia, sintiendo que la hacía menos humana.


La pobrecita «a pesar de que lo sabía» todavía tenía la esperanza de que
algún día volvería a su vida normal. Ella se negó a sí misma a beber
sangre, prefiriendo comer comida humana que no hacía nada por su
cuerpo. Dejando a la vampiro delgada, pálida, fantasmal y débil
constantemente.
Sadie quiso maldecir al mundo que había tratado a Leigh tan
cruelmente.
Un minuto Leigh había sido una chica humana con sueños y esperanzas.
Al siguiente había sido convertida por un vampiro que la había dejado a
la putrefacción. Nadie sabía por qué. Algunos vampiros renegados
pensaban que era divertido crear novatos que no entendían en lo que se
habían convertido. Sin embargo, el caso de Leigh era extraño. La
mayoría de los creadores «incluso renegados gilipollas» por lo general
regresaban a su progenie y establecían algún tipo de conexión. Sea quien
sea que había creado a Leigh, siempre sería capaz de encontrarla. El
enlace formado entre un vampiro y su hijo sólo puede ser roto por la
muerte. Por qué no se había mostrado a sí mismo «por qué no había
regresado» era un misterio.

- Tendrás que superar el pasado - Sadie levantó la cabeza para mirar a su


amiga. - Este hechizo «nuestro hechizo» no es nada. Digamos que es una
gota en el océano, no es suficiente. Estamos a punto de hacer frente a
algunas cosas realmente grandes. Vas a tener que llegar a un acuerdo
con tu parte vampiro en esto.

Una ola de agotamiento se precipitó a través de ella.


121
- Algunos decisiones nunca son fáciles - Ella continuó, esperando que
Leigh la escuchara. - Tomas lo que te dan o te mueres. Vas a tener que
aceptar más de lo que estás dispuesta, incluso si me odias por ello.

La amargura de Leigh cambió rápidamente a la sospecha.

- ¿Qué quieres decir?

- No puedo alimentarte - ella exclamó, sacudiendo la cabeza para


despejar las telarañas que nublaban sus pensamientos. Ella inclinó la
cabeza, incapaz de soportar el horror en el rostro de Leigh. - Pensé que
podía, pero no puedo. Lo siento.

- Puedo ir un largo tiempo sin sangre. No debería ser un problema -


Había determinación en la declaración de Leigh, como si albergara algún
tipo de esperanza.

¿Esperanza de qué?
¿Qué el mundo se fuera a la mierda? ¿Un mundo en el cuál cada uno se
quemaría?

- Diskant te matará - Odiaba la gravedad que las palabras llevaban. No


era su trabajo amenazar a los miembros de su aquelarre, nunca lo había
hecho hasta este momento. - Él va a destrozarte si piensa que eres una
amenaza. Si quieres vivir, tendrás que aceptar que no puedo proveerte.
Morirse de hambre no es una opción. Este no es el aquelarre. No puedes
esconderte y fingir que no eres un vampiro nunca más. - Decirle a su
hermana en la magia algo tan brutalmente honesto lastimó a Sadie más
de lo que Leigh nunca entendería. Ella trató de mantener la cabeza fría,
tratando de transmitir sus inquietudes. - Vas a tener que tomar lo que te
den, incluso si eso significa aceptar que no estás lista para ello. Me
gustaría que fuera diferente. Ojalá pudiera darte opciones. Lamento lo
que tienes que ...

Toma la sangre de Nathan. Sé la compañera de Nathan.

El pecho de Sadie dolía al pensarlo. Obligar a Leigh a aceptar a Nathan


«un hombre que la mujer no amaba» no era lo que ella quería para su
amiga.

Maldición.
122
La vida no era sencilla. Si Leigh quería sobrevivir, tenía que pensar en el
futuro.
Tal vez fuera más fácil para Sadie, debido a su avanzada edad. Ella
aceptó que algunas cosas la decidía el destino. Leigh había nacido
mortal, poniendo su fe en un poder superior. La verdad es que nadie
sabía a ciencia cierta lo que sucedía cuando una persona muere. Y
Nathan no dejaría que nada le suceda a Leigh. Si Diskant amenazara con
hacerle daño, el Beta llevaría a Leigh a algún lugar, a otra manada, tal
vez. Sadie insistiría en viajar con ellos, pero necesitaba saber que si algo
sucedía, Leigh tendría un protector.

- No puedes hacerme beber. Es mi elección.

- Lo solía ser - Sadie admitió, hablando en voz baja. - Ese ya no es el


caso.

- ¿Ya no es el caso?

- Necesitas ser capaz de defenderte. No puedes hacer eso si no te


alimentas - Preparándose para el regaño que estaba a punto de recibir,
Sadie continuó: - ¿Y si me pasa algo? ¿Qué harás entonces? Tus opciones
son limitadas. El aquelarre no es seguro. Tienen debilidades. Y Geneva a
estado ocultando algo. No estoy segura de lo que es, pero no es bueno.
No vas a ser feliz allí. Necesitas a alguien que vea por ti, alguien que
daría su vida para mantenerte a salvo.

El silencio que siguió fue casi ensordecedor.

- ¿Crees que me puedes obligar a que tome la sangre de Nathan? - Leigh


preguntó finalmente, con la voz temblorosa. - Eso nunca va a pasar.

¡La perra intrigante! Sadie captó el pensamiento de Leigh y lo siguió,


profundizando en los pensamientos de su amiga. No puedo creer que la
haya seguido hasta aquí. ¡No puedo creer que confiara en ella! Me ha
estado mintiendo todo el tiempo. ¿Y por qué no? Finalmente consiguió
lo que quería. Está acoplada a un hombre lobo. Cambiará el aquelarre
e irá en su pequeño camino feliz. Oh Dios, va a tratar de obligarme a
hacer lo mismo. Me obligará ser como ella.

Sadie aceptó la vehemencia dirigida a ella pero sabía que había perdido
la confianza de la chica. Una cara revoloteó por la mente de Leigh en su
123
pánico, un hombre joven y sonriente. Sadie sabía que tenía que ser el
hombre que Leigh había perdido después de que ella fuera cambiada.
Nunca hubiera imaginado que Leigh estuviera tan afectada por el amor
que había dejado atrás. Sin embargo, Sadie sintió el dolor de Leigh, la
angustia que apuñalaba su pecho como un cuchillo oxidado. La
aterrorizada joven nunca renunciaría a su esperanza de recuperar su
vida pasada.

Mierda.

Leigh pensaba que podía cambiar lo que le había sucedido. La única


razón por la que había renunciado era porque tenía que hacerlo. Ella
realmente creía que tenía que haber una manera de volver a la vida que
solía tener. Si existía la magia, tenía que haber una manera. Ella quería
ser quien solía ser más que nada.

- No estoy haciendo esto debido a Trey - Sadie sabía que si no entendía


las cosas correctamente, todo se iría a la mierda. Tenía que razonar con
Leigh y ayudarla a entender. - Tú viniste a buscarme, ¿recuerdas? Nada
de esto sucedió porque yo quisiera. - Ella sabía que tenía que decirle el
resto también. - Hay una razón para que Geneva te acogiera, Leigh. No
lo he cuestionado al principio, pero debería haberlo hecho. No sé lo que
es, pero hay algo de mierda oculta en el aquelarre. Tengo la sensación de
que Geneva ha estado planeando algo por meses. Es por eso que ella
trató de atraparme en la casa. Ella te va a usar. Te encontrarás enredada
en su red, si no tienes cuidado.

¡Ella está jugando contigo, como un idiota! Los pensamientos de Leigh


«mucho más fuertes ahora» se estrellaban en la cabeza de Sadie. Ella es
uno de ellos ahora.

- Así que es de Geneva que tenemos que preocuparnos, ¿eh? - Leigh se


apartó de la ventana mientras sus sentimientos se estrellaban en la
mente de Sadie. - Es posible que me hayas engañado una vez, pero no va
a suceder de nuevo. Si vas a mentir, por lo menos inventa algo decente.

¿El aquelarre me dará la bienvenida? Leigh se preguntó. ¿Van a


echarme? ¿Dónde van los vampiros renegados? ¿Hay un lugar para
nosotros?

Cada preocupación en la mente de Leigh se fusionó con los


pensamientos de Sadie.
124
Me van a destruir por dejarlos en primer lugar. Ellos me harán sufrir.
Será peor que antes. ¿Van a hacerme comer? ¿Me van a matar? ¿Y si
me llevan a ... a ... el vampiro que me hizo? Oh Dios. No puedo pasar
por eso. Nunca más. ¿Que debo hacer? ¿A dónde debo ir?

- No estoy mintiendo - dijo Sadie, tratando de mantener la compostura. -


Geneva estaba lista para destruirme. Es por eso que te dije que te fueras.
Casi me atrapó antes de que pudiera escapar. Ella utilizó su magia contra
mí. Te llevó a nuestra casa por una razón. Ella quiere algo de ti.

- Como si tú no - Leigh gritó.

Sadie utilizó la poca energía que le quedaba para levantar la cabeza y


mirar a la chica.
Todo el cuerpo de Leigh estaba temblando, sus ojos se llenaron de
lágrimas.

- Tú me trajiste aquí - dijo sollozando, con los ojos llenos de lágrimas. -


Tú me trajiste a él. Sabías exactamente lo que estabas haciendo.

- No te he traído aquí por Nathan - No intencionalmente, no con


segundas intenciones. Sadie nunca habría hecho una cosa así. - Lo juro.
No es ...

- No voy a escucharte nunca más. - Leigh gritó, mientras sus


pensamientos eran confusos, lo que hizo imposible que Sadie pudiera
entenderlos. - ¡Eres una mentirosa! ¡Todos son unos mentirosos!

Oh no. Ella va a desaparecer.

De alguna manera «de alguna manera» Sadie sabía que tenía que llegar
a Leigh antes de que lo hiciera.
Tropezó con la cama y agarró el brazo de Leigh. Meses de hambre le
habían demostrado que podía ir más allá de la fatiga. Tan cansada como
estaba, todavía tenía la energía suficiente para mantener su agarre. Pero
no iba a durar, especialmente si Leigh decidía lanzar un hechizo en su
dirección. No podía razonar con la joven vampiro, no en este momento.
La mente de Leigh era demasiado caótica, demasiado jodidamente
herida.

125
- ¡Trey! - Sadie gritó mentalmente, centrándose en sus habilidades para
escucharla. - Te necesito. Ven a mí.

En su estado debilitado, no estaba segura si era su demanda o el paso del


tiempo lo que causó que Trey y Nathan aparecieran con tanta rapidez. La
puerta se abrió y los hombres se precipitaron dentro. Las miradas de los
cambia-formas se lanzaron a la mujer «Trey estaba preocupado, Nathan
estaba lleno de alarma» preparados para enfrentarse a los enemigos.

- Ella está tratando desaparecer - Sadie dirigió el pensamiento a Trey. -


Detenla.

- Toma a tu hembra - Trey gruñó a Nathan. - ¡No dejes que se vaya!

Sadie recibió el abrazo de Trey, apoyándose contra él, permitiéndole


sostenerla. Leigh peleó con Nathan, luchando por liberarse. Cuando se
dio cuenta que no podía, Leigh gritó. El corazón de Sadie se rompió por
la mujer mientras ella lloraba, golpeando contra el pecho de Nathan.
Leigh no amaba a Nathan. Ella anhelaba a otro.
En otro tiempo y lugar, Sadie habría luchado con Nathan si trataba de
reclamarla.
No era justo. No estaba bien.
La vida raras veces lo era.

- ¡No! ¡Aléjate de mí - El grito derrotado de Leigh abrasó el alma de


Sadie. - ¡No!

- Shh, nena - Trey la tranquilizó, envolviendo sus brazos alrededor de


ella. Fue entonces cuando Sadie se dio cuenta de que estaba temblando
violentamente. - Estoy aquí.

Él estaba allí, pero ¿a qué costo?


Su atención se desvió hacia Nathan y Leigh.
Nathan sometió a la frágil vampiro fácilmente, atrapando su pequeña
forma contra la pared. El Beta fue cauteloso pero decidido, serpenteando
sus manos alrededor de las muñecas de Leigh. Incluso si Leigh hubiera
tratado de desaparecer, no habría podido. Era fuerte, pero aún no había
desarrollado sus poderes. Por primera vez, Sadie se alegró de que Leigh
no hubiera perfeccionado sus habilidades. Leigh no tenía idea de qué
tipo de peligro que corría. En su estado mental actual, no podía razonar
con ella. No había nada más que hacer que cuidar de ella, impidiéndole
infligir cualquier daño a sí misma.
126
- Dile que no la deje ir - Ella se dejó caer contra Trey, maltratada
emocionalmente. - Ella tiene miedo y dolor.

No, era más que eso.


La pobre mujer estaba mutilada, su alma destrozada y sangrando.
La debilidad había minado hasta la última de sus fuerzas.
Ella se dejó caer en los brazos de Trey, cerrando los ojos.
Si Aldon tratara de encontrarlos, no podría.
Incluso si ella había perdido la confianza de Leigh para siempre, todo el
mundo estaba a salvo.

Por ahora.

- No te atrevas a dejarla ir - espetó Trey, sosteniendo a Sadie cerca. - Si


lo haces, desaparecerá. ¿Entiendes? Mantenla apretada. No la dejes
suelta.

Leigh seguía gritando, pateando a Nathan en las espinillas, las lágrimas


corrían por su rostro. Cuando eso no funcionó, trató de embestir con su
rodilla en la entrepierna del Beta. Nathan se movió fuera del camino,
esquivando el golpe, y luego se acercó más. Eso la irritó aún más. Ella
luchó con tanta fuerza que causó que la mesita de noche se sacudiera
«llorando en todo momento» haciendo que los pequeños adornos en la
parte superior cayeran.

Maldita mujer.

Ella ya había hecho suficiente ruido como para resucitar a los muertos.
Si Diskant descubriera que la inestable hembra había perdido su mierda
por segunda vez la mataría sin dudarlo.

- Por el amor de Dios - dijo entre dientes, deseando que ella cerrara la
puta boca. - Mantén la calma.

Cómo en el infierno el Beta mantuvo su nivel de control, Trey nunca


entendería. Nathan puso tranquilamente una mano en la boca de Leigh,
manteniendo la otra cerrada alrededor de su muñeca. Haciendo uso de
su cuerpo mucho más grande a su favor, empujó su peso contra ella,
enjaulándola contra la pared. Leigh no se rindió, curvando sus dedos en
puños cerrados.

127
- ¿Quieres decirme lo que la provocó esta vez? - susurró en el oído de
Sadie. - ¿Que sucedió? ¿Por qué está tan enojada?

- Son un montón de cosas, en realidad - Sadie telepáticamente le


respondió. - Dame un minuto para recuperar el aliento. Voy a hablar
con ella.

- No quiero que hables con ella - realmente no quería. Ni siquiera un


contacto mínimo. En ese momento él compadecía a Nathan. ¿Una
chiflada por compañera? Eso no era justo. - La perra está jodidamente
loca.

- No es una perra. Y ella no está loca. - Sadie trató de alejarse de él. - No


seas un idiota.

Lo que sea. La demente mujer era problema de Nathan.


Satisfecho de que Leigh no fuera a ninguna parte, Trey deslizó un brazo
bajo el culo de Sadie, la levantó del suelo y fue a cerrar la puerta. Se
detuvo cuando vio a Ava de pie justo fuera de la sala, con los brazos
cruzados sobre su estómago.
Su buen humor se desvaneció. Sadie se tensó contra él, increíblemente.

Mierda.

- Ava - Sadie trató de apartarse. - No es lo que parece.

- Esta es mi casa - dijo Ava, cruzando el umbral. Ella bajó los brazos y
cerró la puerta, con los ojos en Sadie. - Quédate aquí, tú cumples con mis
reglas. - La mirada de Ava se desvió hacia Leigh, sus iris ya no eran azul,
sino en un extraño tono de verde. - Necesita aprender su lugar.

Doble mierda.

Leigh había sacado el lado oscuro de Ava.


Nathan giró la cabeza hacia la compañera del Omega, el pánico en su
expresión.

- Ava ...

- Tranquilo - Ava cortó al hombre caminando hacia la pared. - Si no


puedo obtener el mensaje de su cabeza entonces Diskant lo hará. ¿Es eso
lo que quieres?
128
Sadie dejó caer su peso, lista para defender a su amiga. Trey la atrapó
antes de que pudiera escapar, envolviendo sus brazos alrededor de su
cintura. Cuando ella trató de apartarse, envió un pensamiento claro y
directo hacia ella.

- Deja que ella haga o Diskant vendrá aquí y arrancará la cabeza de


Leigh y te la enviará empaquetada. Mira, escucha y quédate
jodidamente donde estás.

- Tú has sufrido, lo entiendo - Ava se detuvo a unos metros de distancia


de Leigh, apoyando una de sus pequeñas manos sobre su barriga en
expansión. - La vida es una mierda, lo sé. Pero no estamos en Kansas. No
hay zapatillas rojas aquí. No puedes hacer clic en los talones y volver a
casa. En cuanto a Diskant respecta, estás mejor muerta que viva. Él no
piensa que vale la pena la molestia o el riesgo. Y no voy a discutir con él
sobre ello. Sobre todo si vas a actuar de esta manera.

Trey no estaba seguro de si debía mantener sus brazos alrededor de


Sadie o Nathan. Ambos estaban furiosos, la tensión en la sala era tan
espesa que se podía cortar con un cuchillo.
Ava no dio marcha atrás, calibrando a su oponente, tranquila antes de la
tormenta. Irónicamente Leigh finalmente se había calmado. Ella no
luchaba más contra Nathan, su atención se centró en Ava. Tal vez si
tenían suerte, la vampiro por fin comprendía en que tipo de posición se
encontraba.

- Esto ... - dijo Ava, mirando hacia abajo mientras se frotaba el vientre.
- ... es más importante que cualquier otra persona en esta habitación.
Voy a hacer lo que sea necesario para mantener a mi hijo o hija a salvo,
incluso si eso me hace un monstruo. - Levantando su cabeza, susurró. -
Lo siento por ti. Has sido tratada injustamente. Si las cosas fueran
diferentes yo trataría de ayudarte. Pero no voy a arriesgar a mi hijo.
Nunca va a pasar. Será mejor que lo sepas ahora.

- No sabes nada acerca de mí - El pensamiento de Leigh rebotó por la


mente de Trey. Su barbilla se lanzó hacia arriba, sus sentidos en alerta.
Las caras de todos le dijeron que habían escuchado también. - Quiero
irme. - Leigh le informó. - Déjame ir.

- He oído tus pensamientos desde que llegaste. Lo sé todo acerca de ti -


Ava informó a Leigh, frunciendo el ceño tirando de las comisuras de su
129
boca. - Al igual que de donde vienes. Quiénes eran tus padres ... Lo
compartimos, en realidad. Mis padres murieron cuando era muy joven
también. - Ava unió su mirada con Leigh. - Sé todo lo que has pensado
desde que apareciste aquí. Sé que tienes miedo. Lo que estas tratando de
evitar. Sé lo que intentas ocultar. - Ava sacudió la cabeza. - No qué,
«quien» intentas ocultar.

Después de una pausa, los ojos del Leigh se abrieron.

- Tú no lo harías.

- Oh sí, lo haría - Ava susurró, asintiendo. - ¿Tengo toda tu atención


ahora?

Las lágrimas se filtraban por el rostro de Leigh. Ella cerró los ojos y
asintió.

¿De qué mierda estaba Ava hablando?

¿Qué dejó a Leigh tan sacudida?

- Bueno, finalmente estás escuchando - dijo Ava. - Vas a hacer lo que yo


te diga de ahora en adelante. No vas a discutir. No vas a tratar de huir.
Vas a hacer lo que te digan cada vez que te digan. Te lo advierto. - Los
iris de Ava cambiaban de verde a amarillo. - Si nos haces algún daño «si
desapareces sin dejar rastro o remueves cualquier mierda» voy a cazar a
Brett y matarlo yo mismo.

Los ojos de Leigh se abrieron y ella gritó en la mano de Nathan.

- ¿Qué demonios? - Sadie gruñó en la cabeza de Trey, arañando su brazo.


- ¡Ella no puede hacer eso!

- ¿Ella no puede? - Trey no podía culpar a Ava por proteger a su hijo por
nacer. En un movimiento suave capturó los antebrazos de Sadie y los
llevó a sus pechos, atrapando sus manos, manteniendo la espalda
apretada contra su pecho. - Ella es la compañera del Omega. Ella puede
hacer lo que quiera.

- Voy a decirle a Nathan que te deje ir ahora - Ava dio varios pasos hacia
atrás, alejándose de Leigh y Nathan. - Espero que te calmes y portes bien

130
mientras estás en mi casa. Es sólo una pequeña advertencia. No lo hagas
de nuevo. No habrá una segunda oportunidad.

Nathan retiró con cautela la mano de la boca de Leigh. Al otro lado de la


sala Trey podía ver los dedos del Beta temblando de rabia. Leigh se
deslizó al suelo y Nathan la siguió, susurrando palabras suaves mientras
él se agachaba frente a ella. Sadie no había dejado de luchar para
liberarse, retorciéndose como un gusano en un anzuelo, su furia dirigida
a Ava.

- Estás enojada. Lo entiendo - dijo Ava, dirigiéndose a Sadie. - Pero quise


decir lo que dije.

- Creo que he cometido un error al haberte salvado la vida en ese callejón


- Sadie gruñó, sus palabras mezcladas con ácido. - Debería haberte
dejado sangrando en el suelo. Debería haber dejado ese enorme agujero
en tu puta cabeza.

- Tal vez - Ava no mordió el anzuelo, permaneciendo neutral. - Tal vez


no.

- No voy a dejar que le hagas daño.

- ¿Cómo exactamente vas a detenerme? ¿Crees que me puedes matar y


todavía ser aceptada por la manada? Digamos que te permiten salir con
vida. ¿A donde irías? ¿A tu aquelarre? ¿Vas a pedir ayuda? ¿Crees que te
ayudarán?

Ava levantó la mano y chasqueó los dedos.

- Lo había olvidado. Ya no tienes un aquelarre - Bajando su brazo, Ava


susurró amenazante. - Leigh no es la única a la que he escuchado. Estuve
monitoreando tus pensamientos desde que entraste por la puerta. No me
subestimes sólo porque solía ser humana. Yo no soy un vampiro y no soy
una cambia-formas. Estoy en algo intermedio. Eso me hace mucho más
peligrosa.

Sin decir una palabra, Ava se acercó a la puerta y salió de la habitación.

- Quita tus manos de mí - Sadie rugió tan pronto como Ava se deslizó
fuera de la vista.

131
Trey la dejó ir, sintiendo entumecimiento. Observó mientras empujaba a
Nathan a un lado y fue a su amiga. Sadie abrazó a Leigh mientras la
mujer sollozaba, pasándole una mano reconfortante por su espalda.
Nathan se volvió hacia Trey, obviamente desgarrado. El pobre
desgraciado no sabía qué hacer.

Bienvenido al club.

La compañera del Omega había evitado la catástrofe, pero su


participación vino con un precio. Sus enemigos no sólo estaban fuera de
las puertas, estaban en el interior también.

Maldita seas, Ava.

Esto en cuanto a darle una bienvenida a su compañera y su amiga con


los brazos abiertos.

Era hora del control de daños.

132
Capítulo 9
- Abre. Lo digo en serio.

Sadie trató de ignorar el firme golpe de Trey en la puerta. ¿Lo decía en


serio? ¿De verdad?

A la mierda lo que dijo.

Es curioso cómo la adrenalina podía llevar a un vampiro de aturdido a


fuerte. Se había sentido débil hasta el momento en que Ava había
aparecido, comenzó su maldita mierda y dejó a Leigh hecha un desastre
total. Entonces la naturaleza protectora de Sadie le había golpeado,
aumentando su determinación de proteger a la joven vampiro. Se las
arregló para poner a Leigh en la cama y obligando a los hombres en la
habitación, gritando para que se vayan.
Argumentaron, por supuesto, tratando de quedarse donde estaban.
Lástima que no se encontraba en un estado de ánimo placentero.
Una pequeña refriega agradable se produjo. Los hombres estaban
dotados, ella daría eso. Eran fuertes y vigorosos. Pero ella tenía siglos de
práctica. Sólo necesitaba un poco de motivación para ponerlos sobre sus
culos. Algo que debería haber hecho desde el principio. Había sido una
estupidez poner su confianza en Trey. Él se volvió contra ella una vez y
«en su clásico estilo idiota» lo había hecho de nuevo. Ella le dio las
gracias adecuadamente, por supuesto, cuando había escoltado al
perdedor y su compinche fuera del dormitorio.
Nathan se había retirado con la nariz ensangrentada.
Trey había sido agraciado con un golpe en las joyas de la familia.
Se lo merecían.

- Esa es la última advertencia, cariño - Trey advirtió, su voz un gruñido


constante. - Voy a entrar por la fuerza si no abres la puerta ahora mismo.

- ¿Me quieres? - le espetó, moviéndose de la cama. Observando a Leigh


berrear como un bebé la había puesto en un estado de ánimo de lucha. Si
Trey quería un poco de esa acción, estaba dispuesta a complacerle. - Allá
voy.

Ella se burló cuando abrió la puerta bloqueando su cara y el mentón. Se


tambaleó hacia atrás, tomándolo desprevenido, trayendo sus grandes
133
manos para ahuecar su rostro. La energía goteaba de ella, la necesidad
de dar rienda suelta a su ira en algo más «alguien más» tan fuerte que no
podía negarlo.

Demonios, ella no quería negarlo.

- En primer lugar ... - ella resopló, avanzando hacia él. - Voy a patear tu
trasero inútil. Voy a arrastrarte de arriba abajo por ese pasillo como una
maldita fregona7. Entonces cuando yo crea que lo has ganado, te voy a
cortar las pelotas y dártelas de comer.

Él levantó los brazos en una pose defensiva cuando se movió, tratando


de salir de su alcance.
Tarado. ¿No sabía que ella era más rápida? Aparentemente no.
Ella golpeó su barbilla por segunda vez e hizo un giro con la pierna. Una
patada le barrió sus pies. Cayó al suelo duro, aterrizando con un fuerte
golpe. Idiota. Ella se fue a por todas, lanzando su cuerpo sobre el suyo.
Dejó que sus puños la guiaran, poniendo sus pies separados al ancho de
hombros y rodillas, golpeando por todo lo que valía la pena.
Se merecía este tratamiento. Él sabía qué esperar. Él era más que
consciente de lo que haría si él la despreciaba por segunda vez. No había
oído. No ... Se había puesto del lado de Ava en su lugar, obedeciendo
como un buen perrito.
¿Cómo te gusto ahora? Ella dio un puñetazo en la boca. Cabrón.

- No me hagas enfadar - él gruñó, capturando una de sus manos antes de


que pudiera conectar con su mandíbula de nuevo. - Tienes el derecho de
estar enojada, pero sólo voy a aguantar hasta tal punto.

Él no acababa de decir eso. No después de todo lo que ella le había dado.

- ¿Tú sólo vas a aguantar hasta tal punto? Cariño, voy a hacerte comer
esas palabras.

Ella se movió más rápido de lo que podía ver, saltando fuera de su


alcance. Su único lamento es que no fue tan rápida como debería haber
sido. En otro tiempo y lugar habría limpiado el suelo con su penoso culo.
Si hubiera sido capaz de alimentarse de los demás habría tomado la
sangre de otra fuente y sacar la mierda fuera de él como realmente se
merecía. Trey no tenía ni idea de lo que podía hacer. Sólo la había visto
cuando estaba débil, no a toda velocidad.
7 Fregona: Utensilio que sirve para fregar el suelo sin necesidad de agacharse.
134
Un día, se lo mostraré. Entonces él entenderá todo lo que he sacrificado.
Se acercó a ella, con los brazos extendidos. ¿Él pensó que iba a cogerla?

Ignorante.

Su visión capto el movimiento, siglos de agonizante entrenamiento


haciendo efecto. Ella cambió su peso sin saber lo que había hecho. Sus
dedos apenas rozaron su brazo, pero se escabulleron mientras ella se
movía. Él era más que estúpido por enfrentarla. El imbécil egoísta no
estaba pensando con la cabeza.

Imbécil.

Un simple deslizamiento y ella estuvo fuera de su alcance por segunda


vez. Levantó los brazos sobre su pecho, curvando los dedos para burlarse
de él.

- ¿Eso es lo mejor que tienes?

¿Pensó que podría enfrentarse a ella? Si seguía a ese ritmo, podría hacer
esto toda la noche.
Captó una sombra en su visión periférica.
Alguien había decidido mirar.
Ella no se volvió, sus ojos sintonizaron con Trey. Ella se aseguraría de
que al idiota le sirviera como recordatorio de que ella era «de lo que ella
había sido para su aquelarre» un vampiro guerrero y protector en su
propio derecho. No había sobrevivido todos estos años por ser lenta o
estúpida. Una parte de ella esperaba que fuera Ava quien estuviera
mirando. Sus escrúpulos nunca permitirían a Sadie dañar a la mujer
mientras estaba embarazada, pero una vez que Ava diera a luz a su bebé,
nada se lo impediría. La horrible mujer había herido Leigh de la peor
manera imaginable. No había excusa para ello.
Aldon sería el próximo.
Trey la apresuró, pero ella lo esquivó cuidadosamente lejos. Todo lo que
necesitaba era una abertura. Ella no quería matarlo «eso la mataría»
pero podría hacerlo sufrir. Ella extraería este momento y lo haría durar,
tomando su sangre, incluso si eso significaba derramarla y no beberla.
Era nada menos de lo que se merecía. Le había hecho daño tantas veces
de tantas maneras. Incluso después de que ella le entregara su cuerpo,
ofreciéndose en bandeja con un “fóllame por favor”.
Debería haber sabido que no sería suficiente.
Hombres «fueran cambia-formas o no» siempre querían más.
135
- ¡Te odio! - ella gritó, dándole un puñetazo en la cabeza. Pero sabía que
era una mentira. Ella no lo odiaba, ni mucho menos. Si tan sólo pudiera.

¡Eres tan jodidamente débil! ¡Madura!

Ella continuó atacando, sin importarle donde aterrizaban los golpes.


Después de todo este tiempo estaba cansada y emocionalmente agotada.
Sin el veneno del ultraje que diera la bienvenida a su fuerza estaba
desgarrada y sangrando. Ella no podía seguir adelante. No más. Todo
finalmente consiguió darle alcance, arrastrándola hasta el fondo como
estacas. Esto ni siquiera debería haberla molestado tanto. Todo el
mundo tiene un punto de ruptura. Ella no había pensado que Trey sería
la razón por la que finalmente había encontrado la suya.
No había más remedio que aceptar su destino.
Había tomado las desiciones para traer hasta este punto en el tiempo.

Maldición. Maldito sea.

En ese punto era sólo sobre el dolor y la desesperación, la pérdida y la


furia. Ella ya no estaba más en control, abandonada a merced del
hombre que quería golpear. Él la reduciría a la nada. ¿Incluso peor? Con
un poco de elogio o dulzura que ella le había dejado. ¿Qué buena era la
inmortalidad si la dejaba tan débil? ¿Cuál fue la ventaja de vivir si esto
era todo lo que tenía que esperar?
Sus defensas cayeron, dejándola desnuda y dolorosamente consciente de
sí misma.
Él podía verla ahora «marcada, maltratada y golpeada».

¿A quién le importa una mierda? No le importaba. ¿Por qué habría de


hacerlo?

- Te odio - ella respiraba, golpeando su puño contra su pecho, tratando


de convencerse a sí misma de que era verdad. - Tanto ...

- Lo sé - Trey no luchó, aceptando cada golpe de sus nudillos en sus


duros pectorales. - No te culpo. Déjalo salir. Déjalo ir.

¿Dejarlo ir?

Todo el dolor que había reprimido se liberó, su miseria balanceándose


de par en par. Sus nudillos le dolían, los músculos de sus brazos se
136
sentían pesados mientras trataba de levantarlos. Ella siguió golpeando,
respirando más allá de la agonía. Su objetivo era el fantasma invisible
que le impedía encontrar cualquier medida de la felicidad. Por un
momento la sombra de su corazón ofreció un vistazo de lo que más
quería, sólo para quitárselo una y otra vez. Diosa, no podía dejarle ganar.
No de esta manera, debido a su falta de integridad emocional. Él había
tomado demasiado. Ella no podía darle esto también. No si esperaba
mirarse a sí misma en el espejo. Su orgullo estaba en juego.
¿Cómo podía respetarla si no se respetaba a sí misma?

- Lo siento. Me gustaría que supieras cuánto - Él le cogió las manos,


sosteniéndolas con ternura. Ella contuvo el aliento, tratando de
encontrar la fuerza para alejarse. - Vuelve todo ese odio en otra cosa. No
siempre tienes que ser la más fuerte. No tienes que tener miedo. Estoy
aquí. Voy a mantenerte a salvo. Me tienes.

- ¿Tenerte? - la ira, cálida y bienvenida, la revivió. Tirando de sus manos,


ella gritó: - ¿Cómo podría? Nunca te tuve.

- Siempre me has tenido. Yo era demasiado estúpido como para


admitirlo.

- ¡Hijo de puta!

Ella lo golpeó de nuevo y él la llevó hacia abajo, capturándola en su


abrazo, con su tamaño y fuerza en su contra. Ella gritó, dejándose ir,
aceptando lo inevitable. Él la tenía ahora. La lucha había terminado.
Para asegurarse de que Leigh sobreviviera tuvo que rendirse. Su vida no
era lo único en juego. Y «aunque ella lo detestara» quería a Trey. Ella lo
había hecho.
Él también lo sabía. Siempre lo había sabido.
Esa fue su última degradación.

- ¿Cómo he llegado a esto? - Diosa, parecía lamentable. - Soy una tonta.

- No, no lo eres - Él deslizó sus dedos por el pelo en su nuca. Tirando de


la cabeza hacia atrás, él la obligó a mirarlo. - No vuelvas a decir eso otra
vez.

Era difícil verlo ahora, su visión borrosa por las lágrimas.


Por un momento le pareció ver la simpatía y el miedo en su expresión.

137
- Estúpida - Ella repitió, mirando al vacío.

- Nunca - le espetó. - Nunca, Sadie.

Pero ella lo era. Eventualmente él sabría también.


Ella se vino abajo, desmoronándose en sí misma.
No había ningún lugar para ir. Ningún lugar seguro para huir.
Por fin había tocado fondo.
Y todo era su culpa.

Se sentía como si algo se abriera en el pecho de Trey. Él observó en el


rostro de Sadie un resplandor triunfal de la rabia sólo para dispersar las
cenizas en la derrota. Ella lloraba, sus lágrimas eran como cuchillas que
rasgaban su alma. Quería darle lo que ella quería, pero no sabía cómo.
Ella dijo que lo odiaba y él le creyó.
¿Por qué no habría de hacerlo? Él no le había dado ninguna razón para
no hacerlo.

- Deja que se desahogue - Diskant emergió de las sombras. - Eso es lo


que necesita.

- ¿Lo es? - Trey preguntó en voz baja, tratando de contener a su


compañera y averiguar qué demonios hacer. Diskant fue uno de sus más
antiguos amigos y el Omega estaba acoplado. Tal vez él lo entendía.
Necesitando algún tipo de respuesta, comenzó a balbucear: - Yo le fallé
en cada oportunidad que ella me necesitaba para algo. Pensé que ella
entendería lo importante que es después de reclamarla. Pensé que
entendería cómo me siento.

- Ella es una mujer - Diskant respondió como si eso lo explicara todo. -


Son propensas a los cambios de humor. Confía en mí. - Dio un paso
hacia la luz, el ceño fruncido en su rostro. - Sé lo que Ava hizo. Entiendo
su razonamiento, incluso si sus acciones eran demasiado duras. Vine a
pedir disculpas. - Miró a Sadie, frunciendo el ceño. - Creo que es un poco
tarde para eso.

Trey sintió la necesidad de atacarlo, pero mantuvo su temperamento


bajo control.

- ¿Ella te dijo lo que hizo?

138
- No exactamente - contestó Diskant y miró por encima del hombro.
Después de un momento, su atención volvió a Sadie. - La conexión que
tengo con Ava ... ha cambiado.

Por primera vez Diskant estaba revelando lo que Trey ya sospechaba,


que Ava y Diskant se comunicaban de alguna forma telepática. Ellos
habían tratado de ocultarlo, pero Trey pasaba mucho tiempo con ellos
para no darse cuenta. Todo el mundo sabía que Ava podía escuchar los
pensamientos de los seres humanos. Muchos sospechaban que podía
entrar en la mente de los cambia-formas también. Ahora Trey lo sabía
con certeza. Ava tenía una habilidad de gran alcance. No es de extrañar
que Diskant siempre lo supiera todo. Recordó que ella le había dicho a
Diskant que escuchó los pensamientos de Sadie mientras se acercaban a
la casa.
Así fue como sabían de su llegada.
Había escuchado conversaciones ajenas.

- ¿Ella te dijo lo que iba a hacer y no le dijiste que parara?

- Ella no me dijo una mierda - Diskant escupió con rabia. - La única


razón por la que estoy compartiendo esto es porque tu compañera es
igual. Los dos estamos en el mismo maldito barco. - Él resopló,
arrastrando los pies. - Ava no sabe que sus escudos mentales se han
debilitado en las últimas semanas. Puedo escucharla incluso cuando
trata de bloquearme. - Con su mandíbula apretada y los hombros tensos,
estudió a Sadie de otra manera, los ojos de color amarillo brillante
serpenteaban en la forma femenina. - No sabía que ibas a venir a
visitarnos. Cuando tu compañera esté en mejor forma tendremos que
averiguar cuánto sabe sobre Ava. Tenemos que entender lo que está
pasando.

- ¿Crees que ella te lo va a decir? ¿Ahora? ¿Después de lo que Ava hizo? -


Un gruñido se deslizó de la garganta de Trey. - ¿Si Sadie sabía lo que Ava
había planeado tu crees sinceramente que habría dejado a Leigh aquí?
¿De verdad crees que vendría con nosotros para obtener ayuda en vez de
llevar a su amiga a otro lugar? Ava acaba de joderlo todo. Ella hizo un
daño que podría no ser reparable.

- Ava no quería enfrentarse a la mujer - Diskant reprendió. - No hasta


que se rompió por segunda vez. - La vibrante mirada de Diskant barrió a
Trey. - No estuvo bien, por cierto.

139
- ¿No estuvo bien? ¿Hablas en serio? ¿Tú vienes a mí con no estuvo
jodidamente bien? - Trey se quebró el cuello, tratando de no sucumbir a
la furia de su lobo. - Te diré lo que no estuvo bien. Tu hembra amenazó
a una mujer a la que se comprometió dar la bienvenida en su casa.
Amenazó a Leigh y no le dio ninguna salida. ¿Cómo crees que Sadie
reaccionará? Mi mujer no es una perra de mente débil. Ella es una
luchadora. Ava encendió un fósforo que comenzó un jodido fuego.

- Sea como fuere, tenemos mierda que ordenar - Diskant cambió su


peso, dando un paso más cerca. - No estás en el estado de ánimo para
pensar las cosas con claridad. Lo bueno es que me tienes a mí.

- Oh, valiente Yoda8 - Trey espetó, roto cuando Sadie lloró. - Guíame.

Muéstrame la maldita manera, hijo de puta.

Ava había jodido las cosas de la manera más colosal. Antes de su


interferencia, las cosas estaban bajo control. Leigh había estado perdida,
pero Sadie podría haber calmado a la vampiro. ¿Ahora? Trey sabía que
estaba jodido, jodido y jodido. Sadie lo odiaba. Ella lo había dicho muy
claramente. Toda su herida y el dolor habían venido a él con fuerza y
rapidez, el impacto se estrelló contra él con toda su fuerza.

¿Cómo me las arreglé para joderla tan mal?

¿Cómo puedo reparar el daño?

- Tenemos que priorizar. Quejándonos el uno al otro como un par de


viejas malhumoradas no va a resolver nada. Necesitas poner tu cabeza
en recta y escuchar - Diskant mantuvo su calma exterior, a pesar de que
Trey podía sentir la tensión del hombre. - Si queremos sobrevivir a esto,
tenemos que poner las cosas en orden. Manéjalo tú mismo. Estás
actuando como un idiota.

- Estoy escuchando - Y lo estaba, pero tomó toda su fuerza de voluntad


para no agarrar a Sadie y llevársela. Él contuvo su furia porque Diskant
tenía razón. - Comienza a hablar.

- Pensé que deberíamos hacer que Leigh se vaya. Ella podría estar más
segura en otro lugar - Diskant sonrió cuando Trey gruñó. - Te dije que lo
había pensado. Tiempo pasado.
8 Yoda: personaje ficticio del universo Star Wars.
140
- ¿Y ahora?

- La manada es nuestra principal preocupación - Cualquier atisbo de


diversión en Diskant desapareció. - Si somos capaces de ganar su apoyo,
entonces estamos en el camino correcto. - Encontró los ojos de Trey, la
intención grabada en sus rasgos distintivos. - Tenemos que tener su
apoyo. ¿Me comprendes? Si no lo hacemos, nada más importa.

La ira se desangró lejos, sustituida por la fría bofetada de la perra


realidad.
Mierda. Diskant tenía razón. Otra vez.
Sin la manada, estarían jodidos.
Como un Alfa, Trey necesita a sus hermanos y hermanas por la fuerza.
Diskant lo sabía mejor que nadie. Como Omega, Diskant se alimentaba
de energía de los demás. Después de que él se alejó de la manada, se
había convertido en un simple cambia-formas. Por supuesto que aún
podía adoptar cualquier forma, pero había perdido la ventaja que le daba
su esencia. A Trey también le pasaría lo mismo sin la manada de pie
detrás de él.
Sus vidas «incluso si a veces apestaba» consistía en un sistema de
control y equilibrio constante.

- Dime lo que estás pensando.

- Vamos a organizar una reunión y anunciar tu condición de recién


acoplado - respondió Diskant. Por extraño que parezca el Omega sonaba
cauteloso, como si estuviera a punto de decir algo que sabía que Trey no
querría oír. - Puedes introducir a Sadie, darles cualquier historia que
elijas y que les quede claro que nada ha cambiado. Hay que convencerlos
de que el apareamiento no cambia nada. Sigues siendo su Alfa y vas a
poner las necesidades de la manada por encima de las tuya.

- ¿Dónde está el truco - Había uno, Trey lo sabía.

- Vas a decirles que no te ha mordido. Y vas a hacer que malditamente te


crean. Vas a decirles que tomaste a la vampiro como compañera, pero
que nunca dejarás que se alimente de ti. Nunca. No podría controlarte si
no bebe tu sangre. Por lo tanto, no pueden temerla.

Trey no podía creer lo que estaba escuchando. Le había dado su palabra


a Sadie. Había jurado que aceptaría su apareamiento independiente de
141
la opinión de la manada. Eso significaba aceptar todo de ella, incluido
sus hábitos alimenticios.

- ¿Acaso Ava te golpeó con un estúpido palo? Sabrán que ha tomado de


mi sangre.

Diskant gruñó, el sonido era una combinación del gato, el lobo y el oso
que residen dentro del Omega.

- Mantenerlos de nuestro lado es nuestra principal preocupación.

- No vamos a construir los cimientos de una mentira - Si lo hicieran, lo


pagaría en el futuro. - Ellos tienen que entender lo que está en juego.
Tienen que aceptar que Sadie no es un peligro. De quien se alimenta no
es importante. Su lealtad es lo que debería preocuparlos.

- ¡Escúchame, maldita sea!

No, no esta vez.

Había nacido mucho antes que Diskant. El Omega era inteligente y


amaba las tradiciones de los cambia-formas, pero no tenía idea de cómo
la manada reaccionaba a un montón de cosas. Ellos nunca comprarían
esa historia de mierda. Sabrían que Trey les estaba mintiendo.
Especialmente aquellos que estaban apareados. Durante las sesiones de
dormitorio las cosas siempre se les iba de las manos. No había manera
de que Sadie no consiguiera morderlo cuando estuvieran en horizontal.
Los cambia-formas se mordían mutuamente durante las relaciones
sexuales, por el amor de Dios.

- No - gruñó, sacudiendo la cabeza, rechazando el plan. - Lo vamos a


manejar de otra manera.

- Tenemos Pastores a nuestras espaldas y malditos vampiros a nuestro


frente - Diskant avanzó, sin dar sugerencias corteses. - Convencerás a la
manada que el apareamiento no era tu elección. No pueden saber que
has estado ocultándote de ellos. Les dirás que estás tan sorprendido
como ellos lo están, pero es lo que es. Si descubren que no has sido
honesto y lo has mantenido en secreto te van a colgar de las pelotas.
Esto es algo más que tú o tu compañera, por cierto. En caso de que aún
no lo hayas entendido, estamos tratando de prevenir un genocidio.

142
Maldición

Trey quería darle a su amigo en la cara y decirle que se fuera a la mierda.


Tal vez podría convencer a la manada de lo conveniente que sería tener a
Sadie alrededor. Después de todo, ya habían aceptado a un Pastor y un
humano. Las cosas de mierda venían de tres en tres. Obviamente su
número aumentó. No había una estrategia de salida. No había manera
de hacer las cosas seguras para todos.

- Hablé con Kinsley - Diskant le informó.

- ¿Y?

- Nos va a apoyar.

Le tomó un minuto para absorber el significado de las palabras.


Kinsley MacGregor «Alpha que influía en todos los cambia-formas
felinos» sería un as en la manga. Con su respaldo, los Alfas de los
Orgullos caerían en fila. Trey frunció el ceño, sosteniendo a Sadie un
poco más fuerte. A menos que el hombre decidiera cortar y correr en un
capricho. Los cambia-formas felinos eran criaturas solitarias, velando
por sus intereses ante cualquier otra persona.

- ¿Estás seguro?

- Lo estoy - No había duda en la respuesta.

- ¿Qué le trae a la fiesta?

- Siglos de conocimiento.

Como si eso lo explicara todo.

- Ilumíname.

- Esto sucede cada pocos cientos de siglos.

- ¿El mundo que se va a la mierda?

- Cambia-formas que se aparean con vampiros - Diskant miró por


encima de su hombro de nuevo, asegurándose de que nadie estaba

143
escuchando. Después de varios segundos miró a Trey. - No es raro
cuando el mundo pierde el equilibrio.

¿Perder el equilibrio? Ese era el eufemismo del maldito milenio.

- Su corazón ... - Trey hizo un gesto hacia Sadie, aliviado de que ella se
hubiera tranquilizado. - ... se rompe por mi culpa. Yo estaba tan
preocupado por lo que la manada podía pensar que la trataba como
basura. Ella ha sufrido bastante. No le voy a dar la espalda y mentir
acerca de cómo son las cosas. Discúlpame si no me importa una mierda
que las cosas estén fuera de equilibrio.

- Ella es inteligente. Dale la oportunidad de ser parte de esto - Cuando


Trey abrió la boca para hablar Diskant gruñó. - Tu hembra ha existido
durante mucho tiempo sin ti. Ella se ganó el derecho a expresar su
opinión en la materia.

Algo hizo clic, un bloqueo deslizándose en su lugar.

- Confías en ella.

- Ava confía en ella. No me preguntes por qué. No tengo una respuesta.

Ava confiaba Sadie. Realmente confiaba.

- ¿Y tú confías en tu compañera?

- ¿Qué piensas tú? - Preguntó Diskant, agitado e impaciente. - Si Ava


piensa que Sadie tiene el poder de curar a la manada, ¿por qué debería
discutir? Ella los llevó a aceptar a Mary.

- Ella anunció su embarazo - Trey abordó el tema con cautela. Diskant


permanecía ansioso cuando se trataba de la condición de Ava, lo cual era
comprensible. Pero hizo al hombre más peligroso de lo habitual. - Eres el
Omega. Ella es tu compañera. Fue una buena noticia.

- Entonces tal vez deberías hacer que tu compañera formara una familia.

Un puño invisible apretó el corazón de Trey.


Formar una familia. Hijos e hijas.

Mis hijos. Mis hijas.


144
Por lo que sabía, él y Sadie nunca tendrían hijos. No habría niños, ni
niñas. Los vampiros y los cambia-formas no producían descendencia.
¿Cómo se me había olvidado eso? ¿Cómo se había deslizado de su
mente? Visualizó niñas con el pelo y los ojos de Sadie o niños pequeños
con sus características. ¿Querría Sadie tener hijos? ¿Se le rompería el
corazón pensar que nunca tendrían hijos?

¿Me odiará aún más por tomar lo que ella quiere una vez más?

Trey liberó a Sadie, poniéndose de pie. El lobo en él quería ver a Diskant


sangrar por el insulto. Su compañera se deslizó contra la pared, llorando
suavemente. Diskant se quedó inmóvil, los ojos muy abiertos, como si
hubiera pensado en lo que acababa de decir.

- No quise decir ...

Trey puso todo su peso en su giro, ganando impulso mientras se volvía.


Golpeó a Diskant en la mandíbula, enviando al Omega de rodillas.

- ¡Decir qué, egoísta hijo de puta!

- Ten cuidado, cachorro - Diskant se recuperó, rozando sus nudillos


sobre sus labios mientras su mirada se lanzó a la cara de Trey. - No me
cabrees.

- No me hagas enojar - Trey contrarrestó, la adrenalina corriendo a


través de su sistema. - Estoy cansado de tu mierda.

- Detente - La solicitud en la suave voz de Sadie paralizó a los hombres.


Se volvieron hacia ella cuando dijo: - No tienes que discutir. Les diremos
lo que necesitan oír.

Trey odiaba lo derrotada que sonaba.

- Como el infierno.

- No puedes ganar esta batalla sin el apoyo de la manada. Esta es la


única manera. - Ambos hombres observaron como Sadie se ponía de pie.
- Voy a hacerlo, pero tengo unas condición. - Sus ojos enrojecidos se
desviaron hacia Trey, sus iris azul hielo condenando. - Una vez que esto
termine, se acabó. - afirmó enérgicamente, como si estuviera tratando de
145
separarse de la situación. - Me alimentarás cuando lo necesite, pero
esto ... - Sacudiendo su rubia cabeza, ella exhaló, el agotamiento
esbozando en su postura. - Se acabó.

Él quería golpear algo, duro.

- No.

- No tenemos tiempo para discutir - dijo ella, apartándose de su toque


cuando él se acercó a ella. - Hay cosas más importantes en que pensar.

Ahí es donde estaba equivocada. En lo que a Trey concernía era la cosa


más importante en el mundo en que pensar. Sin ella, se convertiría en un
cascarón vacío, toda su vida vacía y perdida. No podía proteger a la
manada a expensas de la misma. Él no querría seguir existiendo si no
había nada que esperar. Con el tiempo, él no sólo fallaría a su
compañera, fallaría a cada uno a su alrededor.

- Vamos a enfrentar a la manada - le alcanzó en dos pasos y enlazando


un brazo alrededor de su cintura. - Juntos. - Ella trató de apartarse y él
la apretó contra su cuerpo, sosteniendo su esbelta forma contra él. - No
más huir, Sadie. No más promesas que no puedas mantener.

- Trey - Diskant le reprendió fuertemente. - Piensa en lo que estás


haciendo.

- Lo he pensado.

Durante meses había agonizado sobre lo que era mejor para la manada,
repasando cada escenario mientras trataba de pensar en una manera de
introducir a Sadie con ellos. Había hablado con Nathan muchas veces,
con la esperanza de resolver la situación sin derramamiento de sangre o
violencia. No sería fácil, independientemente de su elección.

- Esta es la única manera. No voy a dejar que se vaya y no voy a


pretender que no significa todo para mí. Ellos pueden tomarlo o dejarlo.

Las bestias de Diskant subieron, enviando energía al hombre.

- Eres un hijo de puta egoísta.

146
- ¡Mira quien fue a hablar! - Trey pasó su mano por la espalda de Sadie,
sus dedos a la deriva a través de su pelo. - Eso es exactamente lo que
hiciste cuando te fuiste de la ciudad para proteger a Ava. Entregaste la
manada y no miraste hacia atrás. Tú la elegiste por sobre todos los
demás.

- No es lo mismo - Diskant formando sus manos en puños apretados.

- ¿Debido a su condición? - Trey dio un paso atrás y relajó su agarre


sobre Sadie, listo para empujarla a la seguridad en caso de un ataque de
Diskant. - ¿De verdad crees que justifica tu decisión?

- Debería romper tu jodido cuello - Diskant levantó una de sus manos y


señaló a Trey. Los ojos de Omega cambiaron de color que va del amarillo
al verde. - Has olvidado tu maldito lugar.

- Eso es más que suficiente - Ava apareció en el extremo opuesto del


pasillo, mirando a Trey y a Diskant. - Nunca vamos a lograr nada si los
dos siguen luchando.

- Pinkie - Diskant advirtió en un gruñido. - Te dije que descansaras un


poco.

- Voy a descansar cuando me muera - replicó ella.

- Maldita sea, mujer - Diskant caminó hacia ella. - Voy a atar tu culo a la
cama.

Ava ignoró por completo la amenaza de Diskant.

-Kinsley llegará pronto - les informó, su atención se centró en Trey y


Sadie. - Él quiere hablar de la situación antes de hablar con los Orgullos.
Si necesitas limpiar el aire, te sugiero que utilices el poco tiempo que
tienes antes de que llegue aquí.

Trey miró a su alrededor, tratando de decidir dónde ir. Necesitaban


hablar. En privado y sin ser molestados. Su compañera necesitaba
entender cuan fuerte se sentía acerca de este asunto. Él apretó su brazo
alrededor de la cintura de Sadie y se dirigió hacia un pequeño cuarto de
baño en el camino.
Fue entonces cuando se dio cuenta de Nathan.

147
El Beta «que había permanecido en silencio durante la pelea de Trey con
Diskant» se hizo a un lado para dejar pasar a Trey. Trey vaciló, mirando
a Nathan caminar unos pasos por el pasillo. El hombre se detuvo ante la
puerta de Leigh, moviendo sus pies, estudiando la barrera que se
interponía entre él y su compañera. Tristemente, la puerta era la menor
de las preocupaciones de Nathan. El verdadero muro erigido entre él y
Leigh era mucho más perturbador. Nathan extendió su mano, sus dedos
cerniéndose sobre el mango. Después de un momento, él inclinó la
cabeza y dejó caer el brazo a su lado.

Pobre bastardo.

Cualquiera podía ver la desolación y la tristeza de Nathan. La penumbra


rodeaba al macho, envolviéndolo en la incertidumbre y la confusión. Su
naturaleza no le permitía alejarse de Leigh ni descuidarla, pero su
habilidad de sentir emociones le debe haber dicho que su presencia aún
no era bienvenida. Se dio la vuelta, pero no se marchó. Descansando sus
hombros contra la puerta, Nathan se deslizó hacia abajo y tomó asiento,
protegiendo a su hembra de la única manera que podía.
La imagen desgarró a Trey.
Si no suavizaba las cosas con Sadie podía correr la misma suerte.
Decidido, levantó los pies de su mujer del suelo y corrió al baño. Entró,
cerró la puerta y llevó a Sadie al lavabo. No había mucho espacio. En el
lugar sólo había un inodoro y un mostrador de mármol con lavabo. La
falta de emoción de Sadie le perturbó. Ella no había mostrado signos de
tristeza o enojo. En lugar de eso parecía resignada, aceptando lo que se
le dio.
Tiempo de empujar botones.
Ella se quedó sin aliento cuando él la soltó y le dio la vuelta. Se abrazó a
sí misma misma, encontrando su mirada en el espejo. Su cabello rubio
caía sobre sus hombros, enmarcando sus grandes ojos azules. Él empujó
sus caderas hacia adelante, atrapando su dura polla entre los globos de
su culo. A pesar de que siempre deseó a su hembra, sus necesidades iban
más allá del simple aspecto físico. Quería que ella supiera que él quiso
decir lo que dijo. Él no podría existir sin esta mujer. Más que eso, se
negaba a vivir sin ella.

- ¿Me quieres? - Le preguntó con voz ronca y sus músculos temblando.

- Yo ... - Ella rompió el contacto visual y trató de bajar la cabeza. - No


debería.

148
Él no la dejó evadir a él o la pregunta, capturando su barbilla en la mano,
haciendo que ella lo mirara.

- No pienses en la mierda. Olvídate de todos los demás, excepto de


nosotros. Dime la verdad - Llevando su cabeza junto a su oído, él la miró
a los ojos y repitió: - ¿Tú. Me. Quieres?

- No es tan sencillo, chucho9. - Sus ojos se iluminaron, irradiando furia


desde las heladas profundidades.

- ¿Por qué? - Él sonrió, encantado de que su fuego hubiera regresado.

- Puedo quererte, pero eso no quiere decir que te ame.

- No tienes que decirme que me amas. Ya lo sé. Lo sé desde hace mucho


tiempo.

Esas tres pequeñas viniendo de ella significarían el mundo para él. Pero
no eran necesarias. Porque él ya sabía cómo se sentía. Ella dijo que lo
odiaba y él la creía, porque esa declaración vino del resentimiento. Era
perfectamente posible odiar a una persona que amaba. La complejidad
de sus sentimientos eran una mezcla de adoración y odio, una no estaba
completa sin la otra.

- Idiota arrogante - gruñó, con los ojos llenos de indignación. - Imbécil


egoísta.

Él mordisqueó su garganta, listo para subir la apuesta. Su sentido del


olfato le dijo que estaba enojada, pero también estaba excitada. Olía su
excitación, una fragancia suculenta y dulce. Llevando sus manos
alrededor de su cintura, arrancó el botón de sus pantalones.
Rápidamente le bajó la cremallera y empezó a tirar del material por sus
muslos. Tan pronto como su culo fue descubierto ante su mirada, él hizo
un trabajo rápido en sus propios pantalones, trabajando el botón,
abriendo la cremallera, y arrastrando el material hasta sus rodillas.
Cuando ella trató de apartarse, él la atrapó, ahuecando sus pechos con
sus manos.

- Vamos a enfrentar a la manada juntos. No me voy a esconder más y tú


tampoco - Él le dio a los suaves montículos un apretón y presionó su
polla hinchada en su culo. - Pero si me quieres, tendrás que luchar por
9 Chucho: Perro, especialmente el que no es de raza o no tiene dueño.
149
mí. Incluso si la manada acepta nuestro apareamiento, las hembras
tienen el derecho de luchar por la posición. No va a ser fácil. Tendrás que
hacerlas caer para ganar tu lugar. - Le frotó los dedos sobre sus pezones
y ella gimió. - ¿Vas a luchar por mí, nena?

- No estoy segura - Ella tembló debajo él, su mirada herida revelando su


necesidad de consuelo. - ¿Vale la pena luchar?

¿Lo hacía? En realidad no.


La había decepcionado una y otra vez. Él le había hecho daño. Dejándola
herida y sangrando. Entonces él había sido un idiota, haciendo valer su
derecho sobre ella, rechazando la idea de Diskant de que Sadie debía ser
capaz de expresar su opinión sobre el tema. Hasta ahora no había tenido
mucho que decir en lo que estaba sucediendo.

No más.

Él la soltó y se llevó una mano a la base de su palpitante polla. Sus bolas


estaban apretadas y una gota de semen goteaba de la punta. Doblando
las rodillas, la metió en su lugar. Su calor húmedo le hacía señas, su coño
resbaladizo, suave y listo. Guió la cabeza de su polla a su estrecho canal,
rechinando los dientes mientras su coño aceptaba su entrada y se
envolvía en torno a él centímetro a centímetro enloquecedor.
Totalmente enterrado en ella, se detuvo.

- Tengo una idea. Esta vez tomarás tu decisión. Voy a demostrar de que
valgo la pena el riesgo - Descansando su cabeza sobre su hombro, él
murmuró densamente. - ¿Qué tal si te muestro lo que puedo dar? Tú
decides si vale la pena luchar por mí.

150
Capítulo 10
Sadie sabía que no debía ceder. No necesitaba hacer las cosas fáciles
para Trey. Se suponía que debía mantener su orgullo y demostrarle que
era más que capaz de existir en un mundo que no lo incluyera.
Desafortunadamente el corazón quería lo que el corazón quería.
Todo la resistencia del mundo no la haría sentir mejor. Ella podría tratar
de sofocar sus sentimientos, esconderlos para que nadie pudiera verlos.
Una ilusión que crearía pero ella sabría la verdad. Como un mago que
utiliza artimañas para engañar al público, sus esfuerzos serían una
fachada.

No te puedes mentir a ti mismo.

Quería darle la oportunidad que seguía pidiendo. Cuando ella arremetió


contra él antes, lo hizo porque estaba devastada por el duro trato de Ava
a Leigh. El sufrimiento que su amiga le había hecho a actuar por instinto
desatando su furia de la única manera que podía, descargando toda su
frustración con Trey. Después «cuando escuchó el argumento de Diskant
y Trey» comprendió y aceptó lo que Ava había hecho. Nada sería fácil de
aquí en adelante. Con el peligro de los Pastores, la amenaza de Aldon y la
posibilidad de que la manada se rebelara o diera la espalda a Trey y a
Diskant, no tenían otra opción más que poner un freno a las cosas en
casa.
La polla de Trey se sacudió, dura, caliente e hinchada, extendiéndose
ampliamente. Como estaban, apoyados en el mostrador, ella podía sentir
su peso llevándola hacia abajo. Le encantaba la manera en que la hacía
sentir, su gran forma como un escudo a su alrededor. Ella levantó la
cabeza, mirando en el espejo. Mantuvo su barbilla en su hombro, pero
sus ojos se levantaron, sus iris con un hermosa sombra de oro.
¿Lucharía por él? ¿Podría hacerlo?

Pensó en la mujer que había intentado seducirlo hace unos meses. Había
estado tan enojada y posesiva. Utilizando un velo para permanecer
invisible, le había dado una bofetada a la bebida de la mujer, empapando
a la perra mujer lobo con alcohol. Trey lo encontró divertido. La mujer
que había llevado la peor parte de la ira de Sadie no había sonreído. Se
había sentido poderosa entonces, proclamando su dominio sobre Trey
incluso si no hubiera sido consciente de ello.

151
Sólo de pensar en otra mujer tocándolo, susurrándole al oído,
abrazándolo ...
Un temblor la sacudió de adentro hacia afuera.
Por supuesto que ella lucharía por él.
En este punto, ella haría cualquier cosa que él le pidiera.

Odiaba entrar en su mente y absorber sus pensamientos. No le gustaba


invadir la privacidad. Pero no podía evitarlo. Se deslizó fácilmente en su
cabeza, recopilando información. Había conseguido un vistazo de su
decisión, su determinación para conquistarla. Quería que ella confiara
en él a pesar de que le había hecho daño. Cada vez que se había metido
en su cabeza consiguió escuchar las cosas que más quería saber. Pero
tenía miedo de aceptar lo que encontró como verdad. La última vez que
bajó la guardia, la había traicionado de la peor manera posible.
Si eso sucediera de nuevo «si ella sufría esa angustia en otra ocasión»
estaría acabada.
Él mantuvo sus ojos en los de ella y alivió su polla en su coño. Ella
envolvió sus dedos alrededor del borde de la pequeña barra, apretando
la superficie de mármol. La Diosa la ayudara, no podía mirar hacia otro
lado. La intensidad de su mirada «la forma en que la miraba, como si
fuera la cosa más preciosa en el mundo» hizo que sus ojos ardieran con
lágrimas que se negaba a derramar. Él se detuvo, apenas alojado en su
interior.

- Muéstrame - Su petición sonaba como una suplica, pero a ella no le


importaba. - Hazme creer.

Él regresó tan suavemente como se había alejado de ella, empujando su


polla tiernamente hasta el fondo en su interior. Con una inclinación de
su barbilla le apartó el pelo de la nuca. No dejó de mirarla, besando su
cuello. Esta vez, él no la tomó con la fuerza. Moviéndose cautelosamente,
alargando el momento hasta que estuvo totalmente enfundado en su
interior. Su aliento era cálido contra su garganta, sus labios suaves
mientras lo pasaba sobre su piel.
Si él estaba tratando de seducirla, estaba haciendo un infierno de
trabajo. Ella temblaba de emoción y anticipación. Un hormigueo muy
familiar se radicó en sus encías. No trató de luchar contra la reacción de
su cuerpo, separando sus labios mientras sus colmillos se alargaban. Por
extraño que parezca, no tenía la necesidad imperiosa de morderlo. Más
bien quería dejarle burlarse de ella, estaba ansiosa por ver cuánto
tiempo podría seguir con este nuevo e inesperado juego.

152
- Te daré todo lo que soy. Voy a ser todo lo que necesitas - él prometió,
moviendo sus caderas hacia atrás, dejándola con una sensación de vacío
cuando su polla se deslizó de sus profundidades. - No te arrepentirás. -
Él rozó sus labios sobre su cuello, extendiéndose hasta la mejilla. - Voy a
mover cielo y tierra para ti, si eso es lo que necesitas.

- El cielo y la tierra, ¿eh? - Era muy difícil para ella hablar y aún más
difícil pensar, teniendo en cuenta la posición en la que estaban, con sus
cuerpos unidos y sus pieles tocándose. - Eso no va a ser fácil.

- Si eso es lo que necesitas - él repitió. - Nunca dije que sería fácil.

- ¿Incluso si tienes que dejar todo lo que conoces atrás?

Tenerlo tan cerca y diciendo cosas tan dulces le hacía girar la cabeza.
Esto era lo que había soñado como una joven mujer que nunca había
estado enamorada. La magia de un momento robado con un amante con
el que quería despertar cada día. La maravilla de la búsqueda de la única
persona que haría que su vida estuviera completa.

- Pensé que no podría, pero me equivoqué - Agarró sus caderas y tiró de


ella hacia atrás mientras se movía, llenándola de nuevo, manteniendo las
cosas con clama. - Cuando pensé que te había perdido ... - Su voz se
quebró y se aclaró la garganta. - Traté de convencerme a mí mismo que
no podía tenerte por lo que pasaría si lo hiciera. Poner el bienestar de la
manada por encima de todo, como siempre he hecho. Había vivido así
durante tanto tiempo que cuando te encontré, no hice lo que debía. No
hay excusa para mi comportamiento.

- Estabas borracho - Sí, ella le estaba dando una justificación para sus
acciones, pero sólo porque estaba cansada de luchar contra él, o
pensando en los acontecimientos que los habían mantenido separados
durante tanto tiempo. - Pensé que ibas a caer de bruces.

- Eso es cierto, pero no importa. Ya no soy ese hombre. No voy a volver a


una cama vacía, pensando en ti, deseando que estés allí mismo, en mis
brazos.

- Esto no se trata sólo de nosotros - Oh, Diosa, ella odiaba admitir eso.
Lo deseaba tanto que estaba casi tentada de mandar al resto del mundo
al infierno. Él se deslizó de nuevo a ella, el grosor de su polla empujando
su punto G. - Tenemos que pensar en todo los demás. - No podía creer
153
que pudiera formular palabras, no con el fuego que ardía en su vientre. -
Tal vez Diskant tenga razón.

- No, no la tiene - Frotando su mejilla contra la de ella, le preguntó: -


¿Sabes por qué?

Ella sacudió la cabeza, mordiéndose suavemente el labio.

- Estamos en guerra, Sadie - Él aumentó el ritmo, bombeando su


longitud dentro y fuera de su coño. Ella se echó hacia atrás, encontrando
sus embestidas. - Nuestros enemigos volverán. Vamos a tener que
enfrentarnos a ellos de frente. He visto lo que puedes hacer. Sé de lo que
eres capaz. Puedes proteger a la manada de una manera que no puedo.
Puedes darles un regalo sin medidas. Si les muestras eso «si prometes
lealtad a ellos y a mí» no tendrán más remedio que aceptar nuestro
apareamiento. Diskant apoyará mi decisión. Ellos confían en su juicio.
Puede que no les guste la decisión al principio, pero no son estúpidos.
Ellos saben el peligro en que estamos. Saben lo que sucederá si no somos
más fuertes que los que quieren matarnos. Y saben tanto cómo Diskant
cuanto pueden llegar a perder si se equivocan.

- No voy a dejar que me lastimes de nuevo - Se aseguró de que viera la


advertencia en su mirada, haciendo sus intenciones claras. Él tenía que
saber que no toleraría más mierdas. - Si quieres esto, necesitas saber que
no voy a escapar. Si lucho por ti, tendrás que luchar por mí también. Y tu
protección debe extenderse a Leigh. Tendrás que darme tu palabra de
que no vas a dejar que nada le pase.

Él se detuvo, su polla aún enterrada en su interior. Liberando su agarre


del mostrador, ella apoyó los dedos sobre la mano que él había colocado
en su cadera. Sus dedos se cerraron sobre su carne, presionando firme.

- Te doy mi palabra. Acepta mi marca. Párate a mi lado cuando me


enfrente a la manada.

La incertidumbre y una buena dosis de miedo casi destruyeron la


intimidad, casi. Ella empujó las emociones a un lado, cansada de ocultar
lo que sentía, porque tenía miedo de lo desconocido. Una vez que él le
diera su marca, no podría rechazarla. Ella sabía lo suficiente sobre los
cambia-formas para reconocer la importancia de llevar su marca. La
manada la odiaría, pero a ella le importaba una mierda. Era un vampiro
sin aquelarre, una mujer sin un lugar al que llamar a casa. En el último
154
día había descubierto que aquellos en quien más confiaba eran mucho
más peligrosos que un hombre que había hecho alguna tontería en el
calor del momento.

Dale lo que quiere.

Toma lo que está ofreciendo.

Ella soltó su mano y alcanzó su pelo, alejándolo de la garganta. Él se


echó hacia atrás, dándole espacio. Después de colocar su pelo sobre su
otro hombro, se acercó a él. Envolviendo sus dedos alrededor de su nuca,
ella dirigió su boca a su cuello. Él levantó la mano de su cadera y empujó
el cuello de la pálida camisa que llevaba, dándole el espacio suficiente
para hincarle el diente a su piel.
Entregándose, susurró el hechizo que retrasaría la velocidad de la
curación.
No iba a durar para siempre «no más de una hora» pero no necesitaba
tanto tiempo.
Ella no se apartó, centrándose en los caninos en su boca que se
alargaban y ampliaban. Una ráfaga de magia barrió a través de ella,
enviando una pequeña ola de calor sobre su piel. En un instante se sintió
la diferencia. Él parecía hincharse dentro de ella, su presencia era más
formidable. Seguía siendo una inmortal, pero era más débil que eso, ni
de lejos tan fuerte.

- No hay vuelta atrás - susurró ella, con voz temblorosa. - Nunca te


librarás de mí.

- Bien - gruñó, sus iris brillando cerca de sus pupilas. - Eso es lo que
quiero exactamente.

Inclinando la cabeza, se puso en posición.


Luego fue bajando y hundió sus dientes en su carne.

Él era un imbécil, mordiendo más de lo necesario. Su sangre recubrió su


lengua. Metálico, caliente y dulce. Eligió la pendiente de su cuello, donde
el delicado arco de su garganta se reunía con la suavidad de su hombro.
A menos que ella llevara una camisa que cubriera la zona, todo el mundo
iba a ver la marca en su piel. Eso es lo que quería. Todo el mundo sabría
que el apareamiento había tenido lugar, que le había dado su marca y
que ella la había aceptado.

155
Hasta ese momento había sido terriblemente amable, tomándose su
tiempo mientras la follaba, tratando de transmitir lo mucho que
significaba para él. Un día, pronto, iba a ir más lejos, haciéndole el amor
como ella se merecía. El lobo, sin embargo, tenía otras ideas. La maldita
cosa rugió en la victoria en el instante en que Sadie movió su cabello y
expuso su cuello. Esto lo montó con fuerza, con ganas de poseer cada
centímetro de su cuerpo, por dentro y por fuera. Se sumergió en su coño,
gimiendo mientras apretaba su polla.
Él supo entonces que casi había perdido la única oportunidad de
felicidad y plenitud que habría conocido. La conexión que había sentido
la primera vez que se corrieron juntos regresó. Su bestia disfrutaba de la
sensación, tratando de llegar a su compañera. Trey mantuvo el ritmo,
embistiendo contra su resbaladizo calor. Ella inclinó su espalda
permitiéndole penetrarla más profundamente, manteniendo el cuello al
descubierto para él.

Levantando la vista, quedó deslumbrado por la belleza de su rostro.


Ella tenía los ojos cerrados y sus largas pestañas abanicaban sus
mejillas. Su piel había tomado un tono rosado y sus diminutos colmillos
asomaron de sus labios entreabiertos. Se sacudió con cada embestida de
sus caderas, tomando cada centímetro de su polla, mientras sus pechos
se balanceaban con el movimiento. Estaba mojada y apretada, su coño se
aferraba a él como una segunda piel. Dejando caer su camisa, bajó su
mano, deslizándola por su estómago, deteniéndose cuando las puntas de
sus dedos rozaron un poco más allá de su montículo. Encontrando su
hinchado clítoris y frotó el dedo medio sobre la pequeña perla dura.
Él quería que se corrieran juntos, llegando a la liberación al mismo
tiempo. Sus paredes vaginales se apoderaron de él y escuchó su brusca
inhalación. Usando más presión, trabajó el núcleo duro con su dedo y
aumentó de la intensidad de sus embestidas.
Su pelo se balanceaba, deslizándose libre de su hombro. Serpenteando el
otro brazo alrededor de su cintura, se estrelló contra ella.
Estaba tan cerca, tambaleándose en el borde.
Sus bolas se tensaron, aumentando el pesado hormigueo en la base de su
columna vertebral.

Córrete para mí, cariño. Córrete para mí.

Moviendo su mano de la cadera, él le ofreció su muñeca. Ella pasó sus


dedos alrededor de su antebrazo, sus labios susurrando sobre su piel.
Sabía que en el momento en que ella hundiera sus colmillos en su piel
perdería todo el control que tenía sobre su cuerpo. Él atrapó su clítoris
156
entre el pulgar y los dedos, pellizcando suavemente mientras
manipulaba el manojo de nervios. Su coño lo apretó tan fuerte que tuvo
que cerrar los ojos y concentrarse para no llegar al clímax antes que ella.
Sus esfuerzos no sirvieron una mierda cuando sus diminutos dientes
marcaron su piel.
Él se corrió con tanta fuerza que vio manchas, pequeñas motas que
nublaban su visión. Sadie gimió, el sonido amortiguado mientras bebía.
Sus rodillas casi se doblaron cuando su coño apretó su polla y le ordeñó
mientras Sadie encontraba su liberación junto a él. Ella no bebía tanto
como antes, chupando suavemente sobre su piel. Mantuvo el ritmo,
animado por el lobo dentro de él. El animal finalmente había ganado la
máxima satisfacción, reclamando a la mujer destinada para él.

Ella sacó sus colmillos de su muñeca y le pasó la lengua por los


pinchazos, curando lentamente las heridas. Él redujo sus embestidas,
cauteloso mientras aflojaba la mandíbula y alejó los dientes de su
hombro. Inmediatamente sus ojos la recorrieron hacia abajo, centrando
su atención en la evidencia de su mordedura. Su piel no se había curado
«había dos incisiones irregulares a lo largo con saltos más pequeños, en
su pálida carne» pero el sangrado era mínimo.
Él rozó sus labios sobre las heridas.

Finalmente. Está hecho. Ella es mía.

- No suenes tan petulante - Sadie levantó la vista de su muñeca,


mirándolo a los ojos en el espejo. - Es posible que hayas mordido más de
lo que puedas masticar. - Una sonrisa tiró de las comisuras de sus
carnosos labios. - Realmente no me conoces. Aún no. Podemos ser
geniales en la cama y tener la mejor química en el mundo, pero ser
totalmente incompatibles cuando se trata de todo lo demás.

Él sintió que una sonrisa se formaba en su rostro.

- Tonterías.

- ¿Tonterías? - repitió ella, inclinando la cabeza, con sus ojos azules


traviesos.

- Si estás leyendo mis pensamientos y creo que eso es exactamente lo


que haces, sabes cuan compatibles somos - Había sentido su presencia
en su mente, hace meses. En aquel entonces había pensado que era
producto de su imaginación. Luego descubrió que era muy, muy real. -
157
De hecho, es hora de nivelar el campo de juego. Es justo que también lo
sepa todo sobre ti.

- ¿Qué quieres saber? - ella empujó su culo hacia atrás, meciéndose en


su polla reblandecida.

- Todo, naturalmente - dijo. - Pero podemos empezar con tu apellido.

- Hmm. - Ella suspiró mientras él acariciaba su brazo. - Dumus.

- ¿Sadie Dumus? - Repitió, como si saboreara las palabras.

- Eso es.

- ¿Sin segundo nombre?

- No - Ella exhaló suavemente.

Él estiró sus brazos por delante de su compañera y se giró en el lavabo.


Luego tomó una toalla de mano de un estante cercano. Humedeció el
borde de la tela con agua tibia y dio un paso atrás. Su semilla se había
filtrado de su coño, deslizándose por su muslo. Él comenzó a limpiarlo,
primero las piernas, y luego pasó la toalla entre sus labios. Ella se
estremeció, pero se mantuvo en su lugar, permitiéndole cuidar de ella.

- La próxima vez te daré un baño caliente con todas las burbujas que
puedas manejar y un masaje de pies a cabeza.

- Promesas, promesas - Había humor en la réplica, pero destacaba la


seriedad que apareció en su rostro. Ella se agachó para levantar sus
pantalones y dejó caer la cabeza. - Tenemos mucho que hacer antes de
que podamos descansar.

Maldita sea. En el calor del momento se había olvidado de todo lo


demás. Nada había importado, sólo ellos dos. Necesitaba encontrar el
equilibrio con su compañera con el fin de tomar las medidas necesarias
para hacer frente a lo que seguramente estaba por llegar.

- Kinsley está aquí - Ella trató de enderezar su camisa, a pesar de que el


cuello se había extendido al infierno. - Ava me advirtió. Ella dijo que
teníamos que dejar nuestra pequeña charla en el baño.

158
Estamos jodidos, joder, joder.

Rápidamente se metió la polla y tiró de sus pantalones vaqueros.


Él no quería precipitarse fuera y terminar el momento. Quería quedarse
donde estaba, hablando con Sadie como amantes. Esta fue la primera
vez que ella había estado realmente traviesa, hablando con él con la
felicidad en su voz. Quería que dure, aprender lo que la hacía reír,
descubrir todas las pequeñas cosas que la hacían sonreír.
Además, tan pronto como saliera del cuarto de baño, tendría que estar
listo para besar culos.
Kinsley siempre ha sido de confianza de Diskant, no de Trey.
Necesitaban el apoyo del hombre, pero Trey no estaba entusiasmado con
tener que pedirle ayuda. El apoyo Kinsley «tanto como lo necesitaban»
sin duda vendría con un costo.
Sadie comenzó a deslizarse fuera del mostrador y él la detuvo. Le dio la
vuelta, para estar cara a cara. Estaban a punto de enfrentarse al mundo
exterior, pero no antes de que él le diera un beso que haría que sus dedos
se doblen.
Bajando la cabeza, apretó sus labios contra los suyos. Ella abrió para él,
su lengua como dardos al acariciarle. Él no era suave, besándola duro y
profundo. Ella gimió, envolviendo sus brazos alrededor de él. La agarró
del culo con las dos manos, apretando los suaves montículos. No quería
separarse para respirar, pero sabía que tenía que hacerlo.
Una vez más estaban robando un momento de tiempo prestado.

- Pronto, nena - juró, el corazón palpitante, mirándole a los ojos. - No


voy a conformarme con esta mierda. Voy a darte todo lo que necesitas.
No más follar a medias y a toda prisa.

- No digas tonterías - Colocó las manos sobre su pecho, se puso de


puntillas y lo besó en la mejilla. Mientras se apartaba, sonrió. - Para tu
información, soy muy aficionada a follar a medias y a toda prisa.

Estaba tan impresionado por la sinceridad de la declaración que no trató


de detenerla cuando ella se alejó, caminando con la cabeza bien alta
hacia la puerta. Él tiró la toalla en la pequeña cesta al lado del mostrador
sacudiendo la cabeza mientras la seguía. Una vez más ella había subido
la apuesta, llevando su apareamiento al siguiente nivel.
¿Así que a ella le gustaban los rapiditos? Jodidamente fantástico.
No podía esperar para mostrarle que lento y suave le gustaría aún más.

159
Capítulo 11
Fabuloso. Otro maldito misterio.

Sadie estaba cerca de Trey, pero mantuvo su mirada fija en el enorme


macho sentado frente a Diskant y Ava. Kinsley vestía de cuero negro, a
juego con su pelo largo hasta los hombros, sus penetrantes ojos verde
esmeralda sin ninguna emoción. Otro cambia-formas felino lo había
acompañado, de pie en silencio a su espalda. Había visto a Kinsley en el
Club Liminality en ocasiones, un lugar frecuentado por varias criaturas
sobrenaturales, y donde Ava había trabajado como camarera una vez. El
propietario del Liminality «Brett McGovern, quien también era un
jodido warlocke10» no toleraba ninguna mierda. Era un lugar seguro
para aventurarse siempre y cuando una persona se acercara a
situaciones con cuidado. Debido a esto, ella nunca había llegado muy
cerca de Kinsley.
Ahora deseaba haberlo hecho.
Él tenía una especie de bloqueo mental. Como Ava, sólo que diferente.
Cuando trató de deslizarse en la cabeza de Kinsley, se encontró dirigida a
pensamientos extraños.
En un instante se estaba contemplando un cielo soleado. Al siguiente,
una imagen de un niño comiendo helado pasó como un rayo por su
cabeza. Ya que no quería que él supiera con certeza que estaba
monitoreando su mente, no podía preguntarle si estaba jodiendo con ella
o si estaba realmente tan jodido de la cabeza.
¿Qué demonios? ¿El mundo se había vuelto del revés?
Por una fracción de segundo, se preguntó si Kinsley había estado
leyendo su mente.
Él la miró, su mirada firme, casi divertida. Rompiendo el contacto visual,
Sadie miró a Ava. Si quería, podía preguntar a Ava si había notado algo
extraño en los pensamientos de Kinsley. Pero no sabía si Ava sería
honesta o no. Ellas no habían establecido ningún tipo de confianza.

- No es sólo tú - El pensamiento de Ava respondió a la pregunta de


Sadie. La pequeña hembra no se volvió a Sadie, pero continuó
telepáticamente. - Sólo he sido capaz de conseguir una línea clara en los
pensamientos de Kinsley un par de veces, pero eso fue cuando él no
estaba prestando atención. No duró más de uno o dos segundos. Creo

10 Warlocke: un brujo
160
que puede detectar cuando alguien entra en su cabeza. Él es capaz de
mantener a la gente fuera.

¿Era eso así? Interesante.

- Lo mejor que puedes hacer es encontrar al hermano de Ava - dijo


Kinsley, su rico acento escocés enfatizando sus palabras. Volviendo su
atención a Diskant, él siguió hablando. - Si el amuleto es tan poderoso
como dices, no tendrás que preocuparte por nada ni por nadie, una vez
que lo tengas.

- Estamos trabajando en eso - dijo Diskant, colocando su mano sobre la


pierna de Ava. - Por ahora tenemos que lidiar con los problemas en la
manada.

- Está eso ... - Kinsley curvando sus labios. - ¿Quieres mi consejo?

- No te habría pedido que vengas aquí si no lo quisiera.

- No le digas a ellos acerca de Aldon. Hazles saber sobre el apareamiento


pero no les digas que tan grave es la mierda ahora. - La mirada de
Kinsley se desvió hacia Mary y le guiñó un ojo. - Ya has perdido un
cuarto de tu manada por la estupidez. Si pierdes cualquier otra persona,
tendrás que hacer las maletas y encontrar otra ciudad para llamar casa.

Mierda. Sadie estaba estupefacta. ¿Habían perdido muchos miembros?

Sabía que muchos miembros de la manada «especialmente aquellos que


estaban acoplados y tenían hijos» se habían ido después de que Emory
se apareó con Mary. Como una Pastor, Mary era considerada un
enemigo de los cambia-formas en el mundo entero. No importaba que la
mujer fuera totalmente diferente a sus parientes. Su sola presencia hacía
que los hombres lobo de la manada de Trey se sintieran incómodos.

Y ahora tienen que tratar conmigo.

- Hay otra opción - Sabía que Trey se pondría furioso, pero ella dijo: - No
tenemos que decirles algo acerca de mí. Puedes darles información sobre
Aldon y Leigh para tratar de conseguir su apoyo. Eso es mucho más
importante.

- Sadie, cariño - Trey gruñó y la enganchó por la cintura. - Cierra la boca.


161
En otro momento o lugar, podría haberse molestado. No todos los días
dejaba que alguien la insultara. Pero sabía que Trey no estaba tratando
de ser un imbécil. Ella sentía su frustración. Él no iba a dejarla renunciar
y tomar un lugar en las sombras. Quería hacer lo correcto para ella.
Él la había marcado. La había reclamado. Era un hecho.

Ella se contuvo antes de levantar la mano y tocar la cicatriz en su cuello.


El proceso de curación había comenzado a reparar el tejido. Todo el
mundo lo había notado. Había tratado de no sonrojarse o reaccionar a
sus miradas, pero cada vez que veía a alguien mirando su marca, ella
instintivamente trató de cubrirlo.
Como ahora.
Todo el mundo los estaba mirando, con curiosidad por ver cómo la
pareja recién acoplada interactuaba.

- Voy a cerrar la maldita boca cuando empieces a pensar con claridad -


Ella resopló, tratando de llevar las cosas con calma. - Mi manera tiene
más sentido.

- Tú manera - arrastró las palabras en un timbre ronco. - No va a


suceder.

Sadie comenzó a responder cuando Ava dijo:

- No te molestes en discutir. Son todos neandertales.

- Yo no - contestó Kinsley, engrosando su acento. Su mirada recorrió las


mujeres en la sala, con un brillo en sus ojos color esmeralda. - Soy todo
encanto.

- Oye, Casanova - Diskant gruñó, entrecerrando los ojos. - Pon tu ego


bajo control. Vuelve al tema.

- Bien - Kinsley se encogió de hombros y se recostó en la silla de gran


tamaño, indiferente y aparentemente no afectado por la molesta petición
de Diskant. - Mi opinión oficial es que digas a la manada sobre el
apareamiento y mantengas el resto para ti mismo. De lo contrario,
causará pánico. Elabora un plan para rastrear al hermano de Ava. - Miró
a Trey. - Aldon no es idiota. Eventualmente va a venir aquí. Te sugiero
que muevas a la chica que escondes y la lleves a otro lugar. Mientras
tanto voy a hablar con mis ojos y oídos en la zona. Ellos pueden ser
162
capaces de proporcionar información adicional. También hablaré con los
Alfas de los Orgullos para hacerles saber que necesitan reforzar la
seguridad.

- ¿Y si hacen preguntas? - Preguntó Trey.

- Los Pastores pueden haber estado en silencio por un tiempo, pero no


van a desaparecer para siempre - dijo Kinsley, la amenaza arrastrándose
en su voz. - Deja que yo me preocupe por mi gente.

Sadie trató de contener su reacción ante el consejo de Kinsley de


mantenerlo en secreto. Todo lo que ofreció tenía sentido, pero ella no
quería pensar en enviar lejos a Leigh. ¿Cómo reaccionaría Leigh si la
dejaba en compañía de extraños? ¿Y quién en el mundo podría
mantenerla a salvo?
No había un aquelarre de confianza para hacer el trabajo. No más.
Ella se acercó a Trey, sintiendo una pequeña medida de comodidad en su
cercanía. Él pareció entender, aumentando la rigidez del brazo alrededor
de su cintura. ¿No era extraño? Un par de días atrás casi había muerto.
Había jurado que lo odiaría por lo que le había hecho. Entonces «antes
de que pudiera entender cómo había sucedido» se encontró en su cama,
aceptando su marca y de pie a su lado.
Es curioso cómo suceden las cosas.
Increíble.

- Lo que tú digas - Diskant sonaba muy cansado. - Creo que conozco un


lugar donde podemos trasladar a nuestra invitada. Sólo tengo que hacer
un par de llamadas.

- Nathan no la dejara ir sin él - Trey intervino en voz baja, presionando


sus labios en la sien de Sadie en un intento de calmarla. Cuando ella se
relajó, dijo: - Esto significa que la manada tendrá el doble de mierda que
tratar. Ellos no dudarán en patear mi culo fuera, pero no van a querer
perder a Nathan. Él es la única persona en la que todos han sido capaces
de confiar.

- Entonces diles una versión simplificada de la verdad - Kinsley sugirió. -


Ellos entenderán si saben que encontró a su compañera y necesita estar
alejado un tiempo antes de iniciar la unión. No tienes que decirles quién
o que es su compañera. Todavía no, de todos modos. A veces las
pequeñas verdades son bendiciones disfrazadas. La pregunta es ... -
Kinsley rompió su postura relajada, inclinándose hacia delante para
163
descansar los codos en sus rodillas. - ¿En quién puedes confiar para que
tome el lugar de Nathan? Necesitarás un Beta que pueda mantenerlos a
todos en calma.

El silencio se alargó, una aprehensión pesada llenando el aire.


Trey comenzó a inquietarse, moviendo los pies, su cuerpo chocando con
Sadie. Ella se acercó a él con sus sentidos, diciéndose a sí misma que no
iba a entrometerse en sus pensamientos. Tenía que empezar a confiar en
sus instintos y dejar de tratar de adivinar las cosas. La tensión emanaba
de él, golpeándola en oleadas. Él tenía una respuesta al dilema, pero algo
le hacía dudar.

- Todo el mundo sabe que Zach era el siguiente en la línea para el puesto
- dijo Kinsley en voz baja. - No se pierde nada con preguntarle.

- ¡No! - Ava miró horrorizada. Diskant trató de envolverla en sus brazos,


pero ella se lo quitó de encima. - Ha pasado por mucho. Vas a empujarlo
sobre el borde.

- Puede que sea lo que él necesita, Pinkie - La reprimenda de Diskant fue


muy sutil. - Hay una razón por la que no siguió a Katie después de su
muerte.

- ¿Katie? - Sadie miró a Trey.

- La compañera de Zach - Incluso en la cabeza, podía sentir el dolor


Trey. - Ella estaba dentro del Dougan’s Bar cuando explotó.

El corazón de Sadie tocó fondo. Oh Diosa.


Ella había estado de pie fuera del bar cuando la explosión había tenido
lugar. Observando a Trey como siempre lo hacía, oculta en las sombras,
sufriendo por un hombre al que nunca podría tener. Él había dejado la
manada para hacer frente a los fanáticos que amenazaban la ciudad. Los
Pastores habían planeado un ataque, engañando a los cambia-formas.
Con muchos de ellos fuera, un solo hombre había entrado en el bar con
una bomba atada a su pecho.
Ava y Nathan fueron los que lograron salir con vida.
Sadie se los encontró en un callejón. Después de que ella hubiera matado
a los Pastores que estaban preparados para atacar a la mujer herida y al
cambia-formas. Fue entonces cuando Sadie usó su magia curativa y su
sangre para dar a Ava la fuerza que necesitaba para vivir. Diskant llegó
poco después y casi mató a Sadie, confundiéndola con el enemigo. Ella
164
logró escapar antes de que el daño se convirtiera en letal. Había sido tan
feroz, con ganas de arrancarle la cabeza de los hombros.

- Pensé que no podría sobrevivir sin su compañera - Su conocimiento


no era del todo limitado y estaba casi segura de que los cambia-formas
no duraban mucho tiempo una vez que perdían a sus parejas. - ¿Cómo es
que sigue vivo?

- Ella era humana. Zach no había completado las etapas del vínculo de
sangre - Había algo más que quería decir. Esta vez, dijo su pensamiento
en voz alta. - Él está decidido a ver a cada Pastor muerto. La manada es
todo lo que tiene. Ellos podrían darle algo más por lo que vivir. Podría
ser lo que necesita para sanar.

- Él ha estado en el infierno y regresó, pero no se ha dado por vencido.


Creo que es una opción sólida - dijo Kinsley frente a Trey. - Pero tendrás
que decirle todo. No puedes dejar nada fuera. - Volviéndose a Diskant,
Kinsley continuó. - Si tienes un lugar seguro para la otra mujer, yo te
sugeriría que la trasladaras tan pronto como sea posible. No es necesario
añadir más leña al fuego. Sácala de la ciudad y toma a Aldon fuera de la
ecuación. Los Pastores no han golpeado de nuevo todavía, pero lo harán.
Esto tiene que ser resuelto lo más rápidamente posible.

- Tengo que hacer un par de llamadas - dijo Diskant, deslizando su mano


hacia arriba y abajo de la espalda de Ava. Ella estaba agitada y se notaba.
- Mas de una persona me debe un favor.

- Entonces hazlo - Kinsley se levantó en un movimiento rápido, pero


elegante. - Yo me encargo de las cosas a mi costa. - Se acercó a Ava y se
arrodilló, mirándola a los ojos. - Vas a estar bien, chica. - él murmuró,
dándole una sonrisa. - Tú preocúpate por tu pequeño. Nosotros vamos a
preocuparnos del resto.

Cuando Kinsley se puso de pie, Trey dejó ir a Sadie y se acercó al


cambia-formas felino.

- Gracias.

- No me des las gracias - Kinsley extendió la mano para estrechar la


mano de Trey. - Si necesito ayuda en el futuro, me vas a pagar. Eso no es
negociable.

165
- Lo que tú digas - Trey contestó y pensó para sí mismo malditos gatos.

Sadie tenía ganas de reír, pero obligó a su cara a permanecer impasible,


siendo testigo de la conversación como si no hubiera oído nada. El
hombre que estaba detrás de Kinsley se había ido, deteniéndose junto a
la entrada de la gran sala. Fue entonces cuando Sadie se dio cuenta de
Nathan. Había estado todo el tiempo allí, escuchando la conversación.
No parecía feliz. En realidad, Sadie estaba segura de que quería golpear
algo.

- Sadie - dijo el Beta, estudiando a Diskant. - Leigh pregunta por ti.

Mierda.

- Estoy en ello.

Ella no quería irse, pero sabía que tenía que hacerlo. No estaba segura de
por qué ella miró a Trey para pedir su aprobación, pero lo hizo. Esperó a
que cabeceara o le dijera que podía seguir adelante. La sorprendió
cuando se alejó de Kinsley, pasó un brazo alrededor de ella y le dio un
beso duro y apasionante. Ella casi se desmayó, con ganas de llevar las
cosas a otro nivel. De alguna manera se las arregló para abrir la boca y
burlarse de sus labios con su lengua.

- Voy a estar aquí, nena - susurró. Ella inhaló su olor, sacudiendo el calor
de su cuerpo contra el suyo. - Cuando hayas terminado, vuelve a mí.

Se sentía como una desvergonzada que le importa una mierda lo que los
demás pensaran.

- Está bien.

Se sentía como si hubiera perdido una parte de sí misma mientras se


alejaba de él. Nathan le dirigió una mirada de reojo mientras se
precipitaba por delante de él. Ella aumentó el ritmo, corriendo hacia la
habitación de Leigh. Tenía que hacer control de daños, calmar a Leigh y
hacerse cargo. Eso es lo que la joven vampiro necesitaba ahora mismo.
Cualquier otra cosa sería asustarla más de lo que ya la habían asustado.
Con un profundo suspiro de coraje, abrió la puerta y entró en el
dormitorio.

*****
166
Trey había querido salir corriendo después de Sadie. Cada vez que ella lo
dejaba quería llevarla de vuelta a su lado. Para distraerse, centró su
atención en Nathan. El rechazo de Leigh había destrozado al macho. El
Beta parecía golpeado y desgastado emocionalmente. Aún así, Leigh era
la compañera del hombre. Nathan haría cualquier cosa por ella. Podía
odiarlo más que a nada en el mundo y él aún daría su vida por ella.
Diskant no iba a hacer ninguna llamada sin la aprobación de Nathan.
Eso estaba claro.

Pobre hijo de puta.

- Tengo un asunto grave que requiere mi atención - señaló Kinsley,


haciendo que la mirada de Trey se apartara de Nathan. - Necesitas poner
las cosas en las próximas veinticuatro horas. Después de eso, voy a estar
en un permiso de ausencia. No estoy seguro de cuánto tiempo estaré
fuera.

- ¿Qué? - Diskant reaccionó con incredulidad. - Tienes que estar


jodiéndome. ¿No puede esperar?

- No - El estado de ánimo de Kinsley cambió, pasando de la calma a la


agresividad - Te he ayudado tanto como pude. Esas son mis condiciones.
Lo toman o lo dejan.

Era grosero interrumpir una conversación, pero a Trey no le importaba.

Jodidos modales.

- Le dijiste a Diskant que esto había sucedido antes - Trey se apresuró a


hacer las preguntas que necesitaban respuestas. - ¿Cómo sabes eso?

- Sólo sé. Conozco un montón de cosas - Kinsley dio un paso atrás de


Diskant aunque mantuvo su atención en el Omega. - Hay cambia-formas
en la Costa Oeste cuyos compañeros son vampiros. La mayoría de los
cambia-formas prefieren no hablar de ello. Tienes que saber cuándo y
dónde hacer las preguntas correctas. El tiempo y la ubicación son todo.

Eso tenía sentido. Incluso si una manada aceptaba un vampiro debido a


un apareamiento, no era probable que lo anunciaran. Y Kinsley había
vivido más tiempo que cualquiera de ellos. Si alguien sabía algo ese era
el señor MacGregor.
167
- ¿Cuáles fueron las consecuencias? - Preguntó Trey. Tenía que saberlo.
Quería estar preparado.

- No sé la historia de cada situación, pero te puedo decir sobre uno en


particular. Algunos miembros de la manada se fueron después de que su
Alfa se apareó con un vampiro, pero la mayoría se quedaron.

- ¿Un Alfa? - Trey no podía creerlo. Una historia como esa se habría
filtrado, incluso si la manada hubiera tratando de mantenerlo en secreto.
Un miembro normal de la manada tendría serios problemas para
introducir a un compañero vampiro en el grupo, pero que fuera un Alfa
era «al menos Trey lo pensaba» inaudito.

- Te estás preguntando cómo se mantuvo en secreto. Es comprensible -


Kinsley asintió a Diskant, dio a Ava otra sonrisa y volvió hacia Trey. -
Llegaron a un acuerdo, todo el mundo juró guardar silencio al respecto.
Con el apareamiento, el olor del Alfa cubrió a la hembra, y se convirtió
en imperceptible para la mayoría de los cambia-formas. Incluso si
algunos pensaban que algo andaba mal, no lo sabían a ciencia cierta. Y
hay algo más.

Kinsley se alejó aún más de Diskant, en dirección a Trey. El gran macho


se acercó, a pocos centímetros de distancia. Se encontró con la mirada
de Trey, deseando que entendiera la importancia de lo que estaba a
punto de compartir.

- El Alfa acordó que si su hembra alguna vez usaba su conexión de


acoplamiento contra la manada, tendían su bendición para matarlos a
ambos. De este modo se las arregló para ganar la confianza de su
manada, ya que dejó en claro que eran más importantes. Tendrás que
hacer lo mismo. Enfréntate a tu manada. Diles lo que estás dispuesto a
sacrificar a fin de mantener lo que es tuyo. Haz que Diskant les dé su
palabra que los cazará a los dos si las cosas se ponen feas. Ellos saben lo
hará si tiene que hacerlo.

Joder. Él nunca haría eso.

- No puedo hacer eso - No dejaría que nadie le hiciera daño a Sadie, sin
importar lo que ella hiciera.

168
- Puedes y lo harás - Los ojos de Kinsley fueron hacia el cambia-formas
que lo había acompañado. El hombre dio a Kinsley un guiño y salió de la
habitación. - No puedes tener la felicidad completa. - Kinsley lo dijo en
voz baja. Por un momento, Trey vio un destello de dolor en los ojos del
hombre. - Entiendo que hay cosas que quieres hacer y luego hay cosas
que debes hacer. Tendrás que dejar tus prioridades claras. La manada no
te respetará si no lo haces.

- No me van a respetar de todos modos.

Incluso si Trey era totalmente honesto, los cambia-formas de su manada


podrían darle la espalda a él, rechazándolo por completo. Él siempre
había sido parte de una manada. El pensamiento de estar fuera de la
misma era devastador para él. E incluso si ellos no querían su ayuda, lo
necesitaban. Los Pastores regresarían para dar rienda suelta a su propio
estigma del infierno. Los cambia-formas sufrirían sin piedad antes de ser
asesinados.

Kinsley se hizo a un lado desestimando a Trey mientras comenzaba a


alejarse.

- Entonces dales una razón para hacerlo. La pelota está en tu campo.

Trey se mantuvo en el mismo lugar, reflexionando sobre el consejo de


Kinsley. Mientras tanto Kinsley salió de la habitación, el sonido de sus
pasos desvaneciéndose cuando salía de la casa.
¿Podría realmente prometer algo así a su manada? ¿Sería capaz de poner
una diana en la espalda de Sadie? Él sabía que ella no podría sobrevivir
sin él, por lo que incluso si ofrecía su propia vida, pondría fin a la suya
también. ¿Qué sería lo mejor? ¿Una muerte rápida? ¿O una lenta y
miserable?

- Ava, bebé - susurró Diskant. - ¿Puedes conseguir a Caden?

- Por supuesto que lo haré - Había una gran cantidad de amor en las
palabras, la adoración de Ava era evidente. Se acercó a Diskant y lo besó
en la mejilla. - Él está en la cocina. Voy a hacer algo de comer mientras
estoy allí.

Nathan rondaba en la puerta y vio a Ava alejarse. Una vez que ella se fue,
se trasladó al centro de la habitación y miró a Diskant.

169
- Si tienes algún respeto por mí ... - le dijo. - ... me dejarás tomar las
decisiones cuando se trate de Leigh. No voy a dejar que se vaya sin mí.
Donde ella va, yo voy.

- Estoy pensando que necesita un poco de espacio lejos de ti - Diskant no


estaba siendo cruel, simplemente honesto. - Sé que no es fácil, pero
necesitas darle espacio para respirar.

El gruñido de Nathan resonó a través de la sala.

- No puedo protegerla si no estoy con ella.

- Envié a Caden para proteger a alguien hace un tiempo. Las personas


que han solicitado nuestra ayuda me deben un favor. Si Leigh se queda
con ellos, pueden protegerla. Créanme cuando te digo que tienen más
poder y armamento del que vamos a tener. - La cara Diskant se suavizó,
su compasión brillando a través de él. - Puedes acompañar a Leigh si ella
va. Pero te advierto que estas personas no se preocupan mucho por los
cambia-formas. Vas a tener que dar un paso atrás. Dale tiempo a tu
hembra para sanar. Vas a asfixiarla si no tienes cuidado y ella se molesta
por ello. Se ahogan si no tienes cuidado, y ella se resentirá por ello.

- ¿Me llamaste? - dijo Caden cuando los honró a todo con su presencia.

- Tenemos que trasladar a Leigh. Es demasiado peligroso mantenerla


aquí. Será mejor que se oculte en el enclave en Nueva Orleans.

Tal vez sus ojos le engañaban, pero Trey pensaba que vislumbró un
destello de nerviosismo en la mirada de Caden. Como era su costumbre,
Caden ocultó rápidamente sus emociones. El hombre realmente no
quería que nadie supiera cómo se sentía, fuera bueno o malo.

- ¿Qué tiene eso que ver conmigo?

- Necesito que lleves a Leigh allí y te asegures de que está a salvo. Tan
pronto como regreses voy a conseguir la información que deseas. Serás
libre de ir y hacer tus cosas. Te doy mi palabra. Puedes romper con la
manada por completo, o puedes regresar. Es tu decisión.

La cabeza de Trey se volvió y miró a Diskant en la confusión. Habían


planeado mantener a Caden en la estación de bomberos para calmar la
posible angustia de la manada. Diskant aparentemente sintió que era
170
necesario de cambiar su estrategia. Pero entonces, ¿quién protegería a la
ciudad? La manada necesita un Alfa o Beta cercano con el fin de sentirse
seguros.

- Está bien - dijo Caden, asintiendo. El hombre estaba tan ansioso por
hacer el trabajo que estaba casi lleno de expectación. Estaba a punto de
conseguir la venganza que había deseado durante tanto tiempo. -
¿Cuándo nos vamos?

- No estoy seguro. Pronto, espero - Diskant respondió, mirando por


encima a Nathan. - Ven conmigo. Tenemos que resolver los detalles.

El Omega y el Beta salieron de la habitación, dejando a Caden y a Trey


solos.

En los últimos meses, los hombres habían desarrollado una extraña


clase de vínculo. Sin exageración, pero Trey sentía que el hombre lo
consideraba realmente un amigo. En una rara ocasión intercambiaron
bromas y púas. Bajo su exterior áspero Caden era todavía un hombre con
un gran corazón. Trey lo sabía mejor que nadie. Después de que Mary
llegara Caden la había apoyado más de una vez. Había tomado la herida
mujer bajo su ala, listo para enfrentar a cualquiera en la manada para
protegerla, incluso si Mary y Emory no eran conscientes de ello.

- Está finalmente sucediendo - dijo Trey. - Conseguirás lo que quieres.

- Esa es la cosa - Caden no miró a Trey, manteniendo sus ojos hacia


adelante. - No estoy seguro ... ahora que el momento está aquí ... - Caden
negó con la cabeza. - No importa. - La sonrisa que le dio a Trey fue
forzada. - No hablemos de mí. ¿Vas a estar bien? Sin mí mirando tu
espalda es probable que te pateen el culo.

- Es posible - Trey admitió. - Pero por otra parte, tal vez no.

- Yo no me preocuparía demasiado - Caden inclinó su cuello y suspiró. -


He visto lo que esa mujer tuya puede hacer. Si la mierda golpea el
ventilador, ponte a cubierto detrás de ella. Estoy seguro de que va a
demoler todo lo que venga hacia ti.

- Al diablo con eso - Él nunca se escondería detrás de una hembra. - Si


alguien estará protegida será ella.

171
Trey se tomó un momento para mirar realmente a Caden. Algo estaba
molestando al macho.

- ¿Qué te está comiendo el hígado? - Caden intentó de largarse, pero


Trey no cedería. - Habla conmigo.

- No hay nada de qué hablar.

- Tonterías.

Caden entrecerró los ojos, finalmente mirando a Trey.

- ¿Vamos a tener un momento femenino?

- Si quieres llamarlo así - Hasta ahora, todo bien. Caden podría parecer
enojado pero estaba siendo sarcástico. Un signo positivo. - Puedes ir
sacándolo. No tiene sentido mantener lo que tienes que decir atorado.

Caden evitó su mirada.

- No es fácil de poner lo que estoy pensando en las palabras.

- ¿Te preocupa no ser capaz de hacerlo? - Trey sabía Caden quería matar
a la gente que había asesinado a su familia, pero querer y hacer son dos
cosas diferentes. - ¿Tienes dudas?

- ¡Joder, no! - Caden gruñó, mirando a Trey a los ojos. - Cuando los
encuentre, están muertos.

- Entonces, ¿cuál es el problema?

El odio desapareció de la cara de Cade suavizando su expresión.

- Una vez que haya terminado, tengo que decidir lo que viene después.
He querido esto por tanto tiempo, que nunca pensé en lo que vendría
después.

- Seguirás viviendo - Trey apoyó una mano sobre el hombro de Caden. -


Se lo debes a la memoria de tu familia. Tu esposa no hubiera querido
nada de esto para ti.

Una risita escapó de Caden.


172
- Andrea golpearía mi culo - Con un suspiro, confesó: - Después de su
muerte, tenía el consuelo de pensar que ella estaba mirando por encima
de mí. Entonces empecé a tener la esperanza de que no lo hiciera. Yo no
quería que ella viera las cosas que hice. No quiero que ella sepa en qué
clase de hombre me he convertido. - Hubo una ligera vacilación antes de
que Caden dijera: - No hace mucho tiempo conocí a alguien. Yo no creía
que fuera posible, pero por poco tiempo, tuve la oportunidad de pensar
en otra cosa.

- Eso no es una mala cosa - Trey sabía que Caden estaba hablando de
alguien que conoció mientras estaba fuera de la manada. No podía decir
si Caden estaba hablando de un hombre o una mujer. Tomando una
oportunidad, le preguntó: - ¿Quién es ella?

- Eso ... - Caden enderezó los hombros y puso su fachada de duro de


pelar otra vez. - ... no es de tu maldita incumbencia.

Trey tuvo su respuesta. Era una hembra.


No tenía sentido seguir insistiendo. Caden no diría otra cosa. Trey
aceptó lo que le habían dado, tirando de su mano lejos.

- Lo siento por ella, sea quien sea. Eres un enorme dolor en el culo.

- ¿Hay que ir a buscar a su majestad y ver si nos necesita?

Caden había terminando. No hablaría más. De vuelta a los negocios.

- Supongo que deberíamos.

Cuando salieron de la habitación, Trey dejó que Caden se pusiera por


delante. Él lo miró de cerca, preguntándose cómo habían cambiado las
cosas en su vida. Érase una vez él había querido mantener al ser humano
lo más lejos posible de la manada. Ahora odiaba la idea de que Caden se
fuera. Tal vez era la mejor. El alma torturada tenía que derrotar a sus
demonios. Si no lo hacía, nunca encontraría cierta paz.
Trató de imaginar a la mujer que había roto el estupor de Caden Stone.
Tenía que ser luchadora y tenaz. Las hembras de la manada habían
tomado a Caden sólo porque sentían lo dominante que era. Una mujer
más débil probablemente habría escapado.
En las últimas veinticuatro horas, había deseado un montón de cosas
«seguridad para Sadie, una manera de defender su manada, la promesa
173
de un futuro mejor» por lo que no se sorprendió cuando envió otra
solicitud a lo que fuera que decidía el futuro. Si el destino fuera tan
amable como él esperaba, quería que Caden encontrara su camino de
regreso a la hembra que había afectado su vida aunque sólo sea por un
corto período de tiempo.
Si alguien merecía una segunda oportunidad, era el humano que lo había
perdido todo.

174
Capítulo 12
Antes de que Sadie se aventurara en una cacería, a menudo se tomaba su
tiempo para prepararse. Normalmente se dirigía a uno de los tantos
apartamentos privados que alquilaba en todo el mundo, meditaba y
usaba sus alrededores para entrar en el estado de ánimo correcto. Había
pensado que sería capaz de hacerlo en esta ocasión, pero en el momento
en que ella apareció en su refugio de Nueva York, supo que se había
equivocado.
Fue incapaz de lograr un estado de relajación.
No cuando seguía pensando en Trey.
Corrió a la habitación. El aire estaba viciado, el polvo le hacía cosquillas
en la nariz. No se había aventurado a este apartamento en meses y se
notaba. Se apresuró hacia el armario y cogió una bolsa de viaje desde el
suelo. No se molestó en mirar lo que recuperaba, lanzando prendas
dentro de la bolsa. Quería desesperadamente una ducha, por lo que no
debía perder el tiempo. Le había prometido a Trey que no le llevaría
mucho tiempo.

Diosa, las cosas estaban sucediendo demasiado rápido.

Recordó los momentos previos de los últimos acontecimientos en la


cabeza.
Antes de que ella se fuera había tendido que hablar con Leigh. La
conversación había ido mejor de lo que esperaba. Leigh finalmente se
había calmado y voluntariamente hablado las cosas. Sadie sabía que era
debido al temor de Leigh por el hombre mortal que una vez había
amado, pero Sadie no lo mencionó. Se habían centrado en los hechos,
manteniendo las cosas en perspectiva. Leigh no había mencionado a
Nathan y Sadie tampoco lo hizo.
Ellos cruzarían ese puente pronto.
Una vez que se había ocupado de Leigh, ella había usado sus sentidos
para encontrar a Trey.
Todo el mundo se había encerrado en una gran oficina, escuchando lo
que Diskant les dijo que quería hacer. Un enclave en Luisiana había
accedido a tomar a Leigh. Nathan y Caden la acompañarían a Carolina
del Norte, donde se encontrarían con su contacto. Una vez allí, los
hombres cortarían todas las comunicaciones. Era más seguro, en caso de
que Aldon pudiera leer su mente y saber exactamente donde se escondía.
Luego estaba el problema con la manada.
175
Diskant había hablado brevemente con Zach. Aunque Diskant no había
sido capaz de compartir todos los detalles por teléfono, el macho accedió
a ayudar de cualquier manera que el Omega quisiera. Diskant no estaba
seguro si Zach continuaría ofreciendo su apoyo cuando lo supiera todo,
pero Diskant decidió esperar y ver que pasa antes de planear su próximo
movimiento. Primero y ante todo tenía que pensar en cómo reaccionaría
la manada al apareamiento de Trey.

El pensamiento trajo a Sadie de vuelta al presente.


Ella respiró hondo y volvió la cabeza, mirando por una ventana. El sol se
estaba poniendo, pronto llegaría la manada. Ella tenía que regresar
rápidamente. La decisión había sido tomada. Trey iba a salir con Sadie a
su lado. Él les diría que se había apareado con ella y le daría a todos los
machos la oportunidad de luchar por su posición como Alfa. Si eso
sucediera todo se reducía a si Trey gana o pierde. Si él no perdiera, las
mujeres tendrían su oportunidad de bajarle los humos a Sadie.
O «en el peor de los casos» la manada podría atacar y tomarlos a ambos.
Diskant no podía estar seguro de que no iba a suceder. Él tenía poder
sobre las bestias de la manada, pero había un montón de gente para
influir. Sadie sabía que Ava podría ayudarle, pero Sadie no estaba del
todo segura de que la mujer tuviera tanta fuerza. Ava era claramente de
gran alcance, fácilmente lograba penetrar en la mente de las personas.
Pero ella también estaba embarazada y ansiosa. Con el fin de manipular
los pensamientos necesitaba una mente clara y sin emociones que
pudieran confundir las cosas.

Tal vez el saber que pueden matarte los haga feliz.

Ella había estado calmada cuando Diskant habló de esa parte, pero
Trey se movía inquieto, colocando su brazo alrededor de su cintura
Apretó en su estómago. A él no le había gustado la idea en absoluto. Ella
lo tranquilizó con una suave caricia, deslizando sus dedos por encima de
su mano. Él no había dicho nada, pero ella sabía que no era feliz. ¿Cómo
podía serlo? Si los papeles se invirtieran, nunca habría permitido que
nadie le amenazara.
Hablando de amenaza ...
Ella había tomado mucho tiempo para pensar en Geneva y el aquelarre.
No eran su prioridad o un problema, pero algo de lo que había ocurrido
le molestaba. Geneva estaba tan concentrada en Aldon, como si su
muerte fuera más que una misión. No era sólo que él fuera un peligro.
Para Geneva tenía que ser algo personal. Al menos Sadie había logrado

176
sacar a Leigh. No tenía idea de lo que estaba planeando Geneva, pero
sabía que Leigh no tenía necesidad de tomar parte de la misma.
Pensar en toda la sangre que tenía en sus manos «la sangre que Geneva
había puesto allí» hizo que Sadie se sintiera enferma. Ella había matado
a muchas personas por el aquelarre en el pasado. ¿Y si algunos de ellos
no habían hecho nada malo? ¿Y si ella hizo como le instruyeron porque
no conocía nada mejor?

Cogió un par de dagas envainadas de gran tamaño y las arrojó a la bolsa.


Luego cogió un par de botas. Ella las llevó al dormitorio, sacó la ropa
interior limpia de su cajón y fue al cuarto de baño, empujando las piezas
dentro de la bolsa. Sostuvo las botas con el mismo brazo que colgaba la
bolsa y con la otra mano comenzó juntar el jabón, champú y otros
artículos personales. Sus ojos se fueron a la ducha.
Diosa, se sentía sucia. Una ducha caliente era todo lo que necesitaba.
El problema era que quería a Trey compartiendo ese baño con ella. Ella
quería burlarse de él bajo los fuertes chorros de agua, usando su lengua
mientras deslizaba su polla hasta el fondo de su garganta. Sólo imaginar
el placer en su rostro hizo que se pusiera caliente y mojada. Al instante
sus pezones se pusieron duros y su coño se contrajo. Había pensado que
una vez que lo tuviera su lujuria disminuiría, pero estaba equivocada. Lo
deseaba más que nunca.

Al diablo con eso.

Ella llamó a su magia, usando toda su energía con el fin de llevar todos
los objetos con ella. Sangró sobre ella, al rojo vivo y ardiente. Ella aceptó
la picadura de poder, sabiendo que lo necesitaba. No era capaz de poder
desaparecer con otra persona, pero dominaba el arte de llevar una
espada y otras cosas si era necesario. En un parpadeo se desvaneció y
apareció de nuevo en la habitación que Ava les había dado.
Trey estaba de pie en el centro de la habitación y volvió la cabeza cuando
ella apareció.

- Eso tomó demasiado tiempo - gruñó, avanzando hacia ella.

Dejando caer sus cosas al suelo, ella se acercó a él.

- Ni siquiera me fui cinco minutos.

- Un minuto es demasiado tiempo.

177
La besó, su lengua explorando más allá de sus labios.
Sí. Esto era lo que ella quería.

Puso sus brazos sobre sus hombros y dio un paso hacia atrás. De alguna
manera, ella lo guió al cuarto de baño. Afortunadamente Ava había
pensado antes, dándoles una de las habitaciones más grandes. Con Trey
alrededor, Sadie probablemente lo necesitaría. Cuando no estuvieran en
la cama, estarían lavando la evidencia de su juego. Eran como un par de
conejos, saltando el uno sobre otro en cada oportunidad que podían.

- Te sientes sucia, ¿no es así? - Trey susurró, sus palabras un gruñido


pesado. - Me gusta cuando te sientes sucia, cariño. Eso me pone más
duro que el infierno. - Apretó los dedos alrededor de su muñeca y se
llevó la mano a su entrepierna. Su polla estaba gruesa y rígida, luchando
contra sus vaqueros. - ¿Sientes lo que me haces? - Sus labios rozaron su
boca y mordisqueó su cuello. - Quiero sentir tu caliente y húmedo coño a
mi alrededor.

- Un hablador sucio, ¿no? - Ella gimió y arqueó la espalda, empujando


sus senos contra su pecho. A ella le gustaba un hombre que hablara
sucio. Algunas mujeres podían sentirse ofendidas por el lenguaje
grosero, pero ella no lo hacía. Le gustaba escuchar lo mucho que ella lo
excitaba. Era su propia manera de encenderse.

- En su mayor parte, pero puedo ser romántico cuando el estado de


ánimo lo requiere.

Ella liberó su polla y llevó sus manos hacia arriba, cerrando en un puño
sus dedos en su pelo. Él levantó la cabeza y sus ojos se encontraron. Ella
amaba a sus iris, cómo cambiaban de color claro a oscuro. Ahora estaban
en un hermoso color dorado, el color notoriamente contrastaba con su
piel bronceada.

- No estoy de humor para el romanticismo. ¿Lo estás tu?

- Infiernos no - Él fue hacia su ropa, arrancando la camisa de su espalda.


- Quiero follarte tan duro que no serás capaz de caminar en línea recta.
Me aseguraré de que estés tan dolorida que no serás capaz de dejar de
pensar en mí y en lo que te hice.

- Bárbaro. - bromeó. - ¿No es la marca suficiente?

178
- No, no lo es - Se detuvo de deshacer sus pantalones y la miró. - Quiero
cada cosa que tienes para ofrecer. No voy a parar hasta que seas mía en
todos los sentidos. Toda tú, cariño. Voy a tener todo de ti.

Su ritmo cardíaco se aceleró, mientras respiraba fuerte y rápido. Sabía lo


que quería decir. Él no iba a simplemente follarla. Eso sería demasiado
fácil. Quería dominarla por completo, tomándola de una manera que no
sería capaz de olvidar. La idea de su polla en su culo consiguió ponerla
más húmeda aún. Su clítoris palpitaba y su coño estaba tan resbaladizo
que sintió la humedad empapando sus bragas. Ella no era una novata
con el sexo anal. A pesar de haberlo disfrutado, nunca había sido lo suyo.
Tenía la sensación de que Trey estaba a punto de cambiar todo eso.

- ¿Que estas esperando?

Sus pantalones de cuero sufrieron por la pregunta. Trey les mostró la


misma cortesía que tuvo con su camisa. Era lo bastante cuidadoso para
no hacerle daño, pero le importaba una mierda el material. Se quedó allí,
dejando que hiciera su trabajo. Nunca había tenido un hombre tan
ansioso por ella. Que rasgara su ropa, tan salvajemente que en lo único
que podía pensar era en hundir su longitud en su interior. Cuando él
terminó de desnudarla, ella buscó en la habitación. Para su alivio, vio
que en un estante cercano tenían todo lo que necesitaban.

- Deshazte de tu ropa - Se mordió el labio mientras él gruñía, tratando de


no reírse. - Te veré en la ducha.

No le gustaba la idea «la forma en que la fulminó con la mirada lo dejó


en claro» pero él no perdió ni un momento en discutir. Ella utilizó los
segundos que tenía para conseguir que el agua corriera, recoger el
champú, jabón y el aceite de bebé. Cuando los tenía apoyados en el
borde de la bañera, dio un paso por encima del borde y empujó la
cortina. Entró en el chorro, empapando su cabeza. El agua caliente se
sentía como el cielo contra su piel, limpiando todo lo ocurrido en las
últimas semanas. Sintió a Trey detrás de ella, era consciente de su gran
cuerpo mientras la agarraba por las caderas y la atraía hacia él. Su polla
se deslizó entre los globos de su culo, el eje duro e implacable.

- Date la vuelta, nena.

Él levantó su pierna derecha cuando ella hizo lo que le dijo, apoyando el


pie en el borde de la bañera. Ella miró a su cuerpo, apreciando los firmes
179
músculos, tocando el tatuaje que iba desde el hombro hasta la muñeca.
Un diseño tribal, una combinación de animales fusionándose juntos. El
otro brazo no estaba tan cuidadosamente adornado, sólo un diseño de
remolino descansando sobre sus bíceps superiores. Su gente rezaba a la
Diosa de la curación, pero se preguntaba quién había sido responsable
de la creación de Trey. Quienquiera que fuese había alcanzado la
perfección. Sus facciones, su cabello oscuro y su piel brillante eran
absolutamente impecables.
Él cayó de rodillas y llevó sus labios a su hendidura.

- Hueles tan jodidamente bien - Su lengua jugaba con su clítoris girando


alrededor de la sensible protuberancia. - Voy a comerte.

- Hazlo - Hablar sucio estaba muy bien, pero la realidad era aún mejor. -
Hazlo ahora.

Ella echó la cabeza hacia atrás, agarrándose de la cortina de la ducha y la


pared. Él decidió no atormentarla, deslizando su lengua desde la entrada
de su coño hasta la punta de su clítoris. Ella apretó los dedos alrededor
del borde de la bañera, tratando de mantener el equilibrio. El hombre
era un puto artista con su boca, pintando diseños que sólo él podía ver.
Lamió su coño y metió dos gruesos dedos dentro de ella, deteniéndose
cuando su mano estaba a ras contra su sexo. Ella empujó sus caderas
hacia delante, moliendo su clítoris contra su pulgar.

- Joder, sí. Justo así - él estimuló contra el hormigueo de su carne,


lamiendo cada par de palabras. - Monta mi mano. Toma lo que quieras.

Era más fácil hacer caso omiso de la presión en sus encías. La visión no
molestó a Trey y estaba en su naturaleza. Ella simplemente permitió que
sus colmillos cayeran, inmersa en la cruda sensación. Se acurrucó contra
él, gimiendo mientras sus dedos golpean el punto dulce en su interior. El
agua se desplazaba por su piel, el vapor flotaba a su alrededor. Mechones
de pelo hacían cosquillas en su espalda, barriendo hacia sus nalgas a
medida de que se balanceaba hacia atrás y adelante.

- Perfecto - dijo Trey con voz áspera. Ella bajó la cabeza, viendo como él
lamía su lengua sobre su coño. La imagen incrementaba la tensión, lo
que alimentaba el fuego. - Exactamente así. Córrete para mí, nena.

Sus labios rodearon su clítoris y chupó con fuerza.

180
La presión en el abdomen burbujeaba como el champán. Ella gimió,
permitiendo que el clímax se apoderara de ella. Estaba agradecida de
que él estuviera allí para abrazarla, porque le temblaban las piernas. No
dejó de amarla con la boca o los dedos, usando su brazo libre para
ayudarla a mantenerse en pie. Él ahuecó su culo, manteniéndola estable
hasta que ella encontrara su equilibrio. Aún así, siguió chupando hasta la
última gota de su éxtasis.

Es su turno.

Temblorosa y sin aliento, bajó su pie y comenzó a inclinarse de rodillas.


Él la detuvo, deslizando los dedos de sus húmedas profundidades.

- Todavía no - murmuró, lamiéndose los dedos. - Quiero cuidar de ti en


esta ocasión.

Hablando de cambio de velocidades.

Había conseguido acelerarla sólo para frenarla.


Casi luchó con él, lista para más. Su pecho se frotó contra ella, enviando
una punzada de electricidad a través de sus pezones. Entonces sintió sus
manos frotando su espalda, ayudando a que el agua limpiara su piel. Le
masajeó los músculos de la espalda, sus grandes manos eran capaces de
realizar milagros. Casi podía sentir esos talentosos dedos deslizándose
sobre su cuerpo, trazando cada suave contorno.
Ella mantuvo eso en mente mientras él recuperaba el jabón y la toalla
que había colocado en el borde de la bañera. Él hizo lo que esperaba a
partir de sus pies, trabajando su camino hacia arriba. Prestó especial
atención al vértice de sus muslos, calmando la piel con movimientos
suaves de la tela. Una vez hubo terminado, abandonó el paño y usó sus
manos, quitando la espuma con las palmas, ahuecando el peso de sus
pechos cuando llegó a su pecho.

- ¿Se siente bien? - Preguntó, pasando sus pulgares sobre sus pezones.

Cerró los ojos, tarareando:

- Mm .. hmm - Ella no quería que dejara de tocarla.

- Vamos a ver lo mucho que te gusta.

181
Una botella se abrió de golpe, haciendo que el crujido resonara a través
del cuarto de baño. Ella esperó, manteniendo los ojos cerrados. Lo oyó
cerrar un recipiente y lo sintió volver. Él se rozó contra ella, su enorme
cuerpo por encima de ella. La dirección del chorro de agua cambió,
golpeándola en la parte inferior de la espalda. Sus manos fueron a la
parte superior de la cabeza. Le masajeó con champú floral en su cuero
cabelludo, frotando sus dedos sobre su piel.
¿Y ella que pensaba que se sentía bien que él lavara su cuerpo?

Maldición.

- Relájate para mí - Se abrió camino por los largos filamentos, lavándole


el pelo. - Relájate.

Si se relajara más, se dormiría.

¿No sería un total desperdicio? Mantente despierta. Sólo disfruta.

Lo dejó hacer lo suyo, viviendo el momento. Todas sus preocupaciones


se desvanecieron. Sólo estaba Trey. Su tacto suave, la calidez de su voz,
la forma en que la hacía sentir. Si el mañana nunca llegara, ella podría
morir feliz. Había recibido una muestra de lo que quería, lo que resultó
ser mucho más de lo que esperaba.

- Es hora de aclarar.

Se estiró sobre ella de nuevo y ajustó el flujo del agua. Le golpeó en la


parte superior de su cabeza y ella estiró el cuello, dejando que se lavara
la espuma de su pelo y espalda. Trey barrió sus manos sobre su cabeza,
asegurándose de eliminar que todo el jabón. Ella temblaba mientras él le
daba la vuelta porque sabía lo que venía. Había conseguido relajarla por
una razón. Él no le había permitido devolverle el favor, porque, al final,
tomaría lo que él quería.
Ella puso sus manos encima de los grifos, apoyando las palmas contra la
baldosa. Trey manipuló la ducha para que el agua se precipitara hacia un
lado, para que el calor de la pulverización los mantenga caliente. Él se
inclinó y le apretó el culo, utilizando la sutil presión para separar las
mejillas.

- Te ves tan jodidamente caliente, Sadie - La admisión estaba llena de


posesividad y lujuria. - He soñado con tomarte así.

182
Gracioso. Ella también.

- Haz del sueño una realidad.

Su gruñido no era muy agradable, era una promesa de entregar lo que


pedía y más. Él se apartó y oyó el chasquido de otra botella abriéndose.
Ella no se puso tensa, esperando lo que iba a ocurrir a continuación. Uno
de estos días tendría la oportunidad de saborearlo. Por ahora, si él
quería esto tanto, ella se lo daría.
Y amaría cada momento de ello, porque era real.
Ella había dejado de soñar hace mucho tiempo.
Y ahora sabiendo lo bueno que podría ser la realidad, no quería volver a
los sueños.

Trey se obligó a reducir la velocidad, ordenando al lobo a regresar a su


jaula. Su hembra le había ofrecido la única cosa que los cambia-formas
deseaban más, el último acto de sumisión. Pero él sabía que debía
acercarse con cuidado, para que el encuentro fuera agradable para ella.
Ella entendió perfectamente lo que había sugerido antes. Lo había visto
en sus ojos cuando trató de advertirle. Ella se aseguró de proporcionar lo
que necesitaban para hacer las cosas más fáciles para ellos. Al lado del
jabón y el champú descansaba una botella de aceite para bebé. Esto
serviría para allanar el camino facilitando las cosas.
Pensó en lo apretada que estaría y su polla se sacudió.
Sadie no había compartido su edad, pero Trey sabía que ya estaba en la
tierra hace mucho tiempo y no era nueva para las aventuras de la vida.
Ella incluso podría ser mayor que sus 512 años. Una parte de él esperaba
que no, deseando que fuera más joven. La sexualidad se agitaba dentro
de cada criatura, incluyendo vampiros y hombres lobo cuando llegaba el
momento adecuado. No le gustaba pensar que había tomado muchos
amantes en su vida.

¿Quién eres tú para juzgar? No fuiste exactamente un santo.

A la mierda con todo.

Al único hombre que llevaría a su cama a partir de ahora sería él.


Ella nunca necesitaría el afecto de otro.
Ya que estaban en la ducha, él colocó la botella en la parte inferior de la
espalda y dejó que goteara sobre su piel. El fluido sedoso pasó por
encima de su pálida piel, viajando por la curva de sus nalgas. Deslizó los
dedos por el charco resbaladizo, esparciéndolo bien. Entonces él se
183
agachó, poniendo sus dedos entre los globos de su culo. Buscó la
pequeña roseta oculta entre ellos y acarició la entrada arrugada con la
punta de los dedos. Su lobo gruñó en su cabeza, con ganas de follarla tan
duro como él mismo deseaba.

- Tranquila, nena - dijo, abriéndose camino en su interior con cuidado.

Él mantuvo su ritmo, asegurándose de que no fuera demasiado rápido.


Ella hizo las cosas más fáciles presionándose contra él. Sus dedos se
deslizaron en su culo, pasando más allá del segundo nudillo. Él se echó
hacia atrás y vertió más aceite sobre ella. Sólo cuando estuvo empapada
regresó, trabajando el lubricante en su culo.

- Más - exigió ella, meciéndose.

Mierda. Sus bolas se apretaron y una gota se escapó de su polla.


Si ella no se detenía él ni siquiera lograría estar dentro de ella. Él tendría
que disparar su carga antes de que incluso pasaran la segunda base.
Haciendo movimientos de tijeras con sus dedos, estiró la delicada zona.
Ella estaba apretada pero lista, su canal agradable y mojado por el aceite.
No habría necesidad de usar la fuerza cuando él la penetrara. El aceite se
deslizaría como un susurro, dándole el espacio que necesitaba.
Él quitó los dedos y acarició su polla, abarcando toda la longitud con el
lubricante. Cuando su polla estaba igualmente resbaladiza empuñó la
base y presionó la cabeza contra su entrada. Cerró sus ojos, luchando
contra el lobo por el control, tomando una respiración profunda para
tranquilizarse. El animal arañaba el interior de su piel, pidiendo salir. Le
dijo a la estúpida criatura que cerrara la maldita boca. La mayoría de los
hombres no eran tan afortunados. Algunos estaban acoplados a mujeres
humanas que se negaba a considerar tal cosa. Mientras que el
acoplamiento de una hembra cambia-formas «que por lo general tenía el
mismo deseo desviado» hacía las cosas más fáciles a los machos para
experimentar el sexo anal, nunca era una garantía.
Tomar a una mujer por el culo era la entrega final.
Era el hombre más afortunado del mundo.

- ¿Me quieres? - Él apretó contra el diminuto agujero, asegurándose de


no penetrar en él. Para esto él quería su consentimiento. Sabiendo que
ella estaba allí con él. No valía la pena para él tener el momento si no
significaba nada para su hembra. Tenían que experimentar esto juntos.

184
- Sabes lo que quiero - Ella lo miró por encima del hombro. - Te quiero
de todas las maneras que pueda tenerte.

Cristo. Su corazón dio un salto en su pecho. Lo decía en serio. Él le dijo


que sabía que lo amaba. A su propia manera lo hacía. Pero ahora lo veía
claramente a través de sus ojos.

Ella realmente lo tomaría de todas las maneras que pudiera hacerlo. Así
era como ella estaba entregada. No es de extrañar que su traición la haya
herido tan profundamente. Prácticamente le había ofrecido su corazón y
observó mientras él lo tiraba al suelo y lo pisoteaba como un idiota.
Él le sostuvo la mirada, con ganas de ver sus ojos cuando la invadiera.
Era lo suficientemente grande para ejercer más presión de la que le
hubiera gustado para entrar. Él siseó cuando la cabeza se deslizó más
allá del anillo de músculo y se alojó en su culo, las paredes estrechas
abrazaban la punta.
Sadie bajó la barbilla, mirándolo con deseo y adoración. Casi se perdió.

Cuenta hasta diez. Piensa en los unicornios. NO puedes correrte.

- ¿Qué pasa? - ronroneó ella, probablemente porque había escuchado el


pensamiento.

El lobo «ya ansioso y agresivo» se liberó.

- Ninguna maldita cosa.

Agarrando sus caderas, plantó sus pies. Un empuje duro y estrelló su


polla en su culo, enterrándose desde la punta hasta la empuñadura. Ella
lo aceptó, pero la alegría burlona en su rostro había desaparecido. Ella se
quedó sin aliento. Sus ojos se abrieron y sus labios se entreabrieron.
Bien. Si ella seguía tratando de provocarlo, no sería tan cauteloso. Él
actuaría como un maldito idiota, embistiéndola como un adolescente
descuidado. No habría ningún cuidado, solamente una calentura sin
sentido que no le haría ningún favor.
Pensando en eso, llegó a su alrededor y frotó su clítoris.
Se quedó sin aliento y su culo se contrajo alrededor de su polla. Estaba
tan malditamente apretada que tenía miedo de moverse. Se sentía tan
bien a su alrededor, como un cálido guante en un puño burlándose de su
polla. Mierda. Tendría suerte si aguantaba allí cinco minutos. Retrocedió
mientras su carne se abría, haciendo camino, envolviéndolo mientras él
se retiraba. Cuando sólo la cabeza se mantuvo dentro de ella, se
185
sumergió en su interior. Sus bolas golpearon su coño, haciendo que a
Sadie se le curvaran los dedos de sus pies.

- Aguanta - él le advirtió, listo para dar rienda suelta a su bestia.

Ella no se apartó, manteniendo los ojos en él, mientras se movía. Su pelo


todavía húmedo se aferró a su espalda y los hombros, algunos mechones
se pegaban a un lado de su cara. Con cada embestida frotaba su clítoris,
aplicando la presión suficiente. Podía oler su excitación y sabía que
estaba cerca. Quería sentir su culo apretándose contra él, sabiendo que
sería arrastrada hacia el clímax cuando él sucumbiera al placer que sólo
ella podía darle.

Nunca habrá otra.

Ninguna otra mujer alguna vez podrá comparársele.

Él vio su boca, estudiando sus colmillos. O bien ella había conseguido lo


suficiente de él o estaba ganando más control. Parecía estar en sintonía
con el sexo más que con su necesidad de sangre. O tal vez fue porque
cada vez que habían estado en la intimidad tuvieron prisa. Quería saber
todo sobre ella. Después de que se enfrentaran a la manada, tenía la
intensión de pasar la eternidad descubriendo el misterio que era Sadie
Dumus.

- Ahí está - Él apretó los dientes y trató de no pensar en lo bien que se


sentía en su interior. - Ahí lo tienes.

Ella gimió, meciéndose en su contra. Él hizo girar la punta de sus dedos


sobre el clítoris, moviéndose cada vez más rápido. Sus ojos azules se
iluminaron, volviéndose casi blanco. Bombeó más fuerte en ella, siendo
consciente de que estaba justo en el borde del abismo. Sólo un poco más
y volaría. Terminó encima de ella atrayéndola con más fuerza.

Ahí mismo, nena. Déjalo ir.

Con un grito ahogado se corrió mientras su culo lo apretaba con fuerza.


Él se dejó ir, lanzando un rugido de alivio y triunfo. Su semilla brotó en
su culo, sus bolas se vaciaron con ola tras ola de semen. Él golpeó en ella,
incapaz de detenerse. Su atención se extendió a su marca, el lobo como
una serpiente debajo de su carne, se deslizó dentro de él, gritando su
propio grito de posesión. El animal iba a matar a cualquiera que
186
amenazara su vínculo con su compañera, independientemente de la
pena.

- Trey - Sadie gimió, susurrando suave.

Él detuvo los movimientos contra su clítoris, ralentizando sus empujes y


envolviendo su brazo alrededor de ella. Apoyó su peso contra él,
inclinando la cabeza mientras tomaba respiraciones profundas. Él siguió
moviéndose, sin querer cortar la conexión. Finalmente había encontrado
su lugar. Después de todas sus pruebas y tribulaciones había encontrado
su hogar. Su polla se ablandó y de mala gana tuvo que apartarse. La
cabeza apareció libre, dejándola abierta y vulnerable.

- ¿Estás bien? - Él preguntó, luchando por respirar por su cuenta.

Ella asintió con la cabeza y levantó su torso para que no inclinarse por la
cintura. Él llegó por encima de ellos para devolver el flujo de agua de la
ducha a sus cuerpos. Su suspiro fue de alivio y satisfacción. Una sonrisa
se dibujó en su rostro, la felicidad irradiaba sobre él como los rayos del
sol.
Esa era una señal de que la vida podría ser buena. Aquí, con ella.

- Sólo descansa - Él pasó su mano a lo largo de su espalda, los dedos a la


deriva a lo largo del delicado arco de su columna vertebral. Apoyó los
pulgares en los hoyuelos en la parte baja de su espalda e hizo una nota
mental para tocarlos la próxima vez que la follara de esta manera. - Voy
a limpiarte.

Otra sorpresa, ella no protestó ni trató de negarlo. De hecho, cuando él


tomó el paño, separó sus muslos. Limpió su semen, amorosamente
acariciando su muslo y la parte baja de su espalda. Sabiendo que su culo
estaba sensible, se aseguró de lavar la zona con cuidado. Se aseguró de
que ella fuera atendida antes de limpiarse a sí mismo, pasando el paño
sobre su polla.
Lanzando el paño a un lado, se volvió hacia ella.
Se giró de la pared y se enfrentó a él, con una expresión curiosa y tímida
en su rostro. No estaba seguro de lo que lo puso allí, pero a él le gustaba.
Quería que se sintiera a gusto con él, incluso cuando estaba expuesta e
insegura. Ella necesitaba saber que no siempre tenía que ser feroz o
mortal. No con él. Cuando estuvieran solos ella siempre debería sentirse
libre y segura para bajar la guardia.
187
Un instinto que nació con él le dijo que la abrazara. Ella lo necesitaba
tanto como él lo hacía.
Él abrió los brazos y ella dio un paso hacia ellos. Se balanceaban en la
ducha, arropados por el caliente vapor. No quería tirar de la cortina y
enfrentar al mundo, pero no podían ocultarse para siempre. Las
emociones tiraron de su corazón, diciéndole que necesitaba compartir
cómo se sentía.
Esto tenía que ser lo que la gente le había hablado.
Esto tenía que ser lo que Emory y Diskant sentían por sus compañeras.
Él nunca había estado enamorado antes, pero no podía imaginar nada
que fuera más intenso.

- No tienes que decirlo - ella susurró, sus labios a la deriva por su cuello,
repitiendo sus palabras anteriores. - Ya lo sé.

Él contuvo el aliento mientras su lengua bailaba sobre su piel,


anticipando su mordedura. Su polla se mantuvo blanda pero sabía que
había llegado el momento en que iba a morderlo. Se sentía drenado de lo
que había tomado antes, pero no podía decirle que no. Con un suave
beso en su pulso, ella se apartó. Su confusión debe haber sido tan
evidente que ella de inmediato puso una mano en su pecho, su palma
directamente sobre su corazón.

- La próxima vez - Inclinando la cabeza para mirarlo, le dijo: - Tienes


que ser fuerte para lo que viene.

Justo así, todo volvió a aparecer.


Su rugido llegó de forma natural.

- Sé que dijiste que lucharías por mí, pero no estoy seguro de que es el
mejor. Tenemos un poco de tiempo. Podemos pensar en otra cosa.

- Trey - La tenía tan cerca que pudo ver lo llenas y oscuras que eran sus
pestañas. - No te lo diría si no pensara que puedo manejarlo. No estoy
preocupada por mí. Estoy preocupada por ti.

- No lo hagas - Lo último que necesitaba era que se preocupara por él. -


¿En el peor de los escenarios? Ellos harán que me vaya. Considerándolo
bien puede que no sea una mala cosa. No estaríamos atados. Podríamos
ir donde queramos.

188
- Y serías miserable - Sus dedos rozaron su pecho. - Sé que los necesitas.
Son todo lo que has conocido. Y eso es comprensible. Es lo que eres. Es
lo que hay en tu sangre. Voy a hacer mi mejor esfuerzo para demostrar
mi valía. Si Diskant piensa que podemos hacerlo «si tú crees que puedes
hacerlo» entonces lo haremos.

- No te merezco - Las palabras salieron directamente, sin censura.

- Ya me suponía yo que no, pero estoy empezando a aceptar la idea - Ella


negó con la cabeza cuando él trató de responder. - No más palabras. Sólo
será por un tiempo.

Ella se levantó en puntas de pie y él inclinó la cabeza. Sus labios se


encontraron, suave y dulce. La acunó a él y deslizó sus manos alrededor
de su cuello. Una vez más ella tenía razón. Nada nunca había sido mejor.
Su apareamiento era como una llave deslizándose en una cerradura.
Las puertas se abrieron y el mundo cambió. Todo se desvaneció, excepto
la mujer en sus brazos, su piel cálida y resbaladiza por el agua. Su boca
se abrió y él barrió su lengua por su labio inferior, pidiendo más.

- Te voy a dar más, no te preocupes - le susurró en su mente. - Una vez


que ajustemos las cuentas tendremos todo el tiempo del mundo.

No pudo evitar que los temores se agolparan en su cabeza. Si algo le


pasara a ella, no sería capaz de sobrevivir a la pérdida. Si era consciente
de lo que él estaba pensando no le dejó saber, profundizando el beso.
Y eso era algo bueno.
No quería que ella lo viera tratando de imaginar un mundo sin ella.

189
Capítulo 13
Diskant Black había visto un montón de mierda seria en su vida,
incluyendo sangrientas disputas familiares. Como Omega «con la
capacidad de sentir a otras bestias y controlar a la mayor parte de los
cambia-formas» muy poco lo sorprendía. Entonces había aparecido su
compañera, sacudiendo su cabeza y casi hizo que el mundo comenzara a
girar en la maldita dirección opuesta. Como fichas de dominó, las cosas
habían caído, cayendo una por una. Él había pensado que por fin habían
llegado a una cierta normalidad cuando Sadie apareció con su amiga a
cuestas.
Trey y Nathan. Acoplados con jodidos vampiros.
Se pasó los dedos por el pelo, mirando fijamente el teléfono.
Craig Newlander había accedido a ayudar, pero como siempre el maldito
bastardo estaba haciendo preguntas. Esta era una tregua que Diskant
había hecho con el jefe del Villati, un grupo de seres humanos que
investigaban y almacenaban información sobre todas las cosas
sobrenaturales. Cada vez que tenía algún contacto con Craig, la piel de
Diskant se estremecía. No le gustaba el hombre, ni una jodida pizca.
Había mucho peso sobre sus hombros.

Nathan quería saber lo que se estaba planeado, y le había dado su


palabra de dar al macho voz y voto en las cosas. Diskant no estaba
seguro de como Nathan tomaría la noticia. En un par de horas él tendría
que salir con Leigh. Craig tuvo algunas dificultades para convencer al
enclave de magos, pero al final, el bastardo lo había logrado. El enclave
acordó proteger a Leigh. Craig le advirtió que todos habían sentido cierta
curiosidad por la mujer cuando descubrieron que estaba escondiéndose
de su aquelarre. Por supuesto Diskant había mantenido sus habilidades
en secreto, y se limitó a decir que había sido cambiada en contra de su
voluntad y necesitaba un lugar a salvo de otros como ella.
Sus ojos se cerraron, las imágenes que Sadie le mostró atravesaba
intermitentemente su cabeza.
Miedo. Horror. Devastación. Perdición.

Leigh había sufrido de una manera que no quería reflexionar demasiado.


Sólo deseaba poder transmitirlo a Nathan en una forma que no
destruyera al hombre. El Beta era lo suficientemente inestable. Un poco
más de esa mierda y perdería el control sobre su lobo. Y si eso sucediera,

190
Nathan probablemente destruiría cualquier oportunidad que tendría con
su hembra.
Abriendo los párpados, Diskant se reclinó en su silla.
La oficina generalmente lo calmaba. Era un lugar tranquilo donde podía
pensar en las cosas. Ahora el espacio parecía casi constrictivo, las
paredes se cerraban sobre él mientras esperaba que la manada llegara.
No tenía idea de cómo reaccionarían a Sadie. Después de lo sucedido con
Mary, probablemente se largaran de la ciudad.
Sin los números que necesitaba para formar una guardia adecuada, no
podía darle seguridad a su compañera o el niño.
Eso no funcionaba para él. En absoluto.

Lleva a Pinkie a Alaska. Desea a todos lo mejor y lárgate.

- Nada me va a pasar, lo sabes.

Se volvió hacia la voz de su hembra, sonriendo a ver su figura en la


puerta. Ella se las arregló para meterse debajo de su piel. Redondeada y
embarazada de su hijo, ella estaba aún más radiante. Su pelo rubio había
crecido ligeramente, las hebras rosa un tono más claro desde que dejó de
preocuparse por el color tan a menudo. Sus enormes ojos azules oscuros
lo atraparon.

- Ven aquí - Él hizo girar la silla y se sentó, haciendo espacio para ella en
su regazo. - Déjame abrazarte, cariño.

- Si alguien se pone demasiado irritado, voy a calmarlos - le dijo ella,


apoyando su peso sobre su pecho, poniendo su cabeza bajo su barbilla. -
El mundo está cambiando. La manada tendrá que aceptarlo. Para
sobrevivir hay que adaptarse.

Ava tenía buenas intenciones. Debido al hecho de que asaltaba su mente


cada vez que podía, sentía como si ella supiera todo sobre la manada.
Pero no había nacido cambia-formas. Ella podría ser parte de la manada,
pero nunca sería capaz de entenderlos plenamente.

- Eso va a ser más fácil decirlo que hacerlo. Hay una gran posibilidad de
que decidan irse, Pinkie. Si esto sucede, tendrás que aceptar que no
podemos quedarnos aquí. No será seguro. Vamos a tener que irnos.

- Yo no quiero ir a Alaska - gruñó y él sintió la ira agitándose en su


interior. - Me gusta aquí. Este es mi hogar.
191
- Podrás finalmente conocer a mi familia - El optimismo era una buena
cosa, especialmente si podía calmar el temperamento de su hembra. - No
pueden esperar a verte.

- Si quieren verme pueden venir aquí - respondió. Incluso acurrucada en


una bola mirándolo inocentemente, la mujer era todo fuego. - Yo no he
amenazado a una mujer para luego huir porque las cosas comienzan a
complicarse.

Él captó el tono de su voz. Todavía estaba molesta.

Maldita sea.

Él la abrazó, tratando de aliviar su culpa. Aunque Ava era una mujer


formidable, no carecía de compasión. Se sentía muy mal por lo que tuvo
que hacer con Leigh. Cuando se había enfrentado a la mujer fingió estar
tranquila. Diskant sabía que no había sido así. Sintió lo molesta que
estaba en el momento en que salió de la habitación, alejándose de Leigh
y Sadie. Cuando él la había encontrado en la cocina estaba temblando
como una hoja y retorciéndose las manos.

- Probablemente le salvaste la vida - Ya se lo había dicho, pero volvió a


repetirlo. - Ella no podía haberse marchado de aquí sola. No habría
llegado muy lejos. - Acariciando sus dedos sobre su brazo, él la consoló. -
Y luego está Nathan. Imagínate lo que habría sido de él si su compañera
hubiera desaparecido. Por lo menos ahora tienen una oportunidad.

- Tal vez tengas razón - Su mirada fue a su mano. Ella acariciaba su


abultado vientre, hablando en voz baja. - Sólo habría deseado no tener
que hacerlo. Ya sabes, pensé que llevar este bebé sería la cosa más difícil
que tendría que hacer este año. - Ella resopló, sacudiendo su rubia
cabeza. - Supongo que estaba equivocada.

- Ava mía - susurró él, apoyando su mano sobre la de ella. Tomar su


furia era una cosa, pero no podía soportar su tristeza. - No me hagas
inclinar tu pequeño culo sexy sobre este escritorio y quitarme el
cinturón. No me gusta cuando organizas fiestas de compasión.

- Por lo que recuerdo, eras tú el estaba lanzando la fiesta. No yo. Sólo fui
un invitado inesperado.

192
Descarada.

Levantando la mano de su estómago, le tomó su rostro. Él le levantó la


barbilla hasta que sus ojos se encontraron. Ella era tan pequeña, tan
jodidamente frágil. Él la estudió, su mirada bebiendo de ella. Era la
criatura más hermosa que había visto nunca.
Y era la suya.

Él sabía que le habían dado un regalo sin medida. Eso es lo que hizo que
su situación actual fuera una maldita mierda. No podía dejarla ir a
Alaska sin él, pero no quería que se quedara tampoco.
Esos ojos azules expresivos brillaron en una advertencia silenciosa.

- No voy a ir a ninguna parte.

Allí estaba, leyendo su mente otra vez.

- ¿Nunca vas a hacer lo que te digo? - Le preguntó telepáticamente, sin


darse cuenta de que lo había hecho. Ya era una asegunda naturaleza. -
¿Siempre tienes que ser tan obstinada?

- Obstinada mi culo - A pesar de la reprimenda, el tono de su voz era


tierno mientras levantaba las cejas. - Ya sabes cómo soy. Bien podrías
abandonar la idea de mantenerme descalza y embarazada en la cocina.

Una tos llamó la atención de Diskant y Ava a la puerta.

Nathan ya estaba dentro de la oficina, estudiándolos. Ava se sentó un


poco más recta, permitiéndole a Diskant ayudarla. Una punzada de
remordimiento se deslizó a través Diskant. Al verlos juntos «cercanos e
íntimos» tuvo que romper algo dentro de Nathan. No era justo, pero
cuando se trataba de apareamiento, las cosas raramente lo eran.

- Entra - Diskant señaló la silla situada al otro lado de la mesa.

Los ojos de Nathan se lanzaron a Ava. El odio contaminaba el resplandor


del Beta.
Diskant tuvo que aplacar su deseo de poner al hombre en su lugar,
recordando que Nathan estaba viviendo un infierno. En cualquier otra
situación, habría tomado a cualquier persona que no mostrara a Ava el
debido respeto y ofrecería sus bolas a ella en un palo.

193
- Tranquilo, chico grande - Ava pensó para él, acariciando su brazo. - No
estoy ofendida.

- Vas a tener que salir esta noche con Caden - Diskant informó a Nathan
cuando el Beta se sentó. - Pero en vez de ir a Carolina del Norte, se
reunirán con alguien en Virginia. - Con el cambio de tema, Diskant logró
calmarse y tomó un pedazo de papel. Lo tiró de él hacia Natán y le dijo: -
Este es el número de tu contacto. No llames hasta que estén bien fuera
de la ciudad. No queremos que seas rastreado.

Nathan cogió el papel.

- ¿Salimos antes o después de que la manada llegue?

- En realidad, necesito que consigas todo lo necesario para salir lo más


rápido posible - La manada se reuniría durante la puesta de sol. Era
mejor si Leigh ya se hubiera ido para entonces como una precaución
adicional. Los lobos podrían estar ávidos de sangre, y dos vampiros
pondrían los pelos de punta a más de uno. - Necesitas decirle a Caden
que se prepare.

Los ojos color avellana de Nathan se desviaron a Ava de nuevo, sólo


esta vez estaban tristes.

- Dime. Sé que has oído sus pensamientos. ¿Qué está pasando en su


cabeza? Necesito saber qué hacer.

- Deja que Caden tome la delantera - Ava respondió en voz baja, la


simpatía en su voz ablandando el corazón de Diskant. - Él es humano y
se sentirá más segura. Ella necesita tiempo para seguir adelante con su
vida. Ha pasado por mucho, pero es más fuerte de lo que ella piensa.
Dale espacio, y vendrá a ti.

- ¿Qué pasa con el ser humano que mencionó? - Había angustia en la


pregunta de Nathan, así como una desesperada necesidad de escuchar
algo positivo. - Ella lo ama.

- Lo hace, pero eso no cambia nada. Es humano. Ella no lo es. Ella ya ha


aceptado que no puede volver. Ahora sólo tiene que encontrar la manera
de seguir adelante.

194
El lobo de Diskant se acercó al Beta, en un intento de calmar la bestia del
hombre. Al principio Nathan luchó. Luego se relajó. La rendición
molestaba a Diskant más de lo que quería admitir. Como estaba, Nathan
no era muy bueno para nadie. Tenía que encontrar alguna manera de
aliviar su angustia. No era bueno cuando una persona se basaba en el
animal dentro de ellos para la protección, confiando en sus instintos de
supervivencia para mantenerse con vida.

- Dale tempo - El pensamiento de Ava penetró en su mente. - Él pensó


que Leigh volvería y terminarían lo que habían empezado. Necesita
tiempo para ordenar todo. Aún está en estado de shock.

- Le diré a Caden - Nathan miró y parecía más tranquilo cuando se


levantó de su asiento. - ¿Qué vehículo debemos utilizar?

- Toma la furgoneta - Diskant respondió, abriendo uno de los cajones del


escritorio. Encontró lo que estaba buscando y arrojó las llaves. - Va a
llamar menos la atención.

Nathan se fue sin decir nada más, pero Diskant sabía los pensamientos
de los machos. Ava había entrado en su mente, tomando la información
que quería. Ella transmitió todo a Diskant, dejándole aliviar la cabeza de
Nathan. El Beta estaba molesto y aterrorizado de las jodidas cosas, pero
con la ayuda de Diskant finalmente había puesto las cosas bajo control.

- El tema va a ser Caden - Ava susurró, hablando en voz baja para que
nadie más escuchara. A veces, todavía hablaba en voz alta cuando no
tenía que hacerlo. Diskant sabía que era una costumbre adquirida a lo
largo de los años. - Él está muy ocupado con lo que pasa en su cabeza.

- ¿Como la mujer que me hablaste? - Por lo que Ava le había dicho, el


miembro humano de la manada pensaba en una mujer de vez en cuando.
- ¿Cuál era su nombre?

- Destiny - Ava respondió distraídamente.

Trató de relajarse, pero no fue posible.


La mujer que había atrapado la atención de Caden no era sólo una
mujer.
Ella era una maldita bruja.
Diskant le había pedido a Caden que acompañara a la bruja a Nueva
Orleans como un favor a Craig Newlander. Ella tenía guardias, pero
195
necesitaba ayuda extra para viajar al enclave que quería protegerla.
Teniendo en cuenta que la mayoría de las criaturas sobrenaturales la
querían muerta, sólo podía contar con el humano. Por eso Diskant había
enviado a Caden «el rey de todos los idiotas» para hacer el trabajo.
Nunca había pensado que algo más podría salir de ahí.

Añadiendo otro maldito problema a la lista.

Tener dos vampiros en la manada sería difícil, pero era posible. Ninguno
de ellos aceptaría una bruja. Si consideraban peligrosos a los vampiros,
entonces a los brujos «con la capacidad de manipular tantas cosas
diferentes» era una jodida catástrofe.

- No tendrás que preocuparte por eso por un tiempo - La energía de Ava


se apoderó de él, su cálida mente se sumergió en su cabeza, tirando de él
lejos de la oscuridad. - Tan pronto como le des a Caden la información
que necesita, él se irá. No estoy segura de si alguna vez volverá. Aún no
lo sabe a ciencia cierta. Está confundido y no puede concentrarse en el
futuro.

- Creo que vamos a tratar con él cuando tengamos que hacerlo - Dios
sabía que él no estaba para nada más. Tenían suficiente mierda que
limpiar. Una vez más Diskant recordó lo afortunado que era por tener a
Ava como compañera. Ella trajo tanto a la manada. No tenían ni idea de
lo afortunados que eran. - ¿Hay algo más que necesite saber?

- Hay una cosa - Ella se volvió en su regazo para poder verlo. Colocando
su mano sobre su estómago, ella lo miró a los ojos. El amor irradiaba en
los ojos azul brillante, un amor dirigido directamente a él. - Escuché al
bebé hoy.

Él dejó de respirar, quedándose completamente inmóvil.


El mundo de repente parecía demasiado grande y peligroso.
Ava esperaba que esto pudiera suceder. Había empezado a investigar en
las mujeres embarazadas tan pronto se enteró de que estaba esperando.
Después del primer trimestre «y sobre todo en el segundo» encontró que
podía detectar los pensamientos de un bebé. Las impresiones de un feto
eran confusas y poco claras, más como los sentimientos que las palabras.
Pero ella los había encontrado. Había esperado como el infierno que
pudiera hacer lo mismo con el niño que crecía debajo de su corazón,
pero no estaba segura.
Obligando a sus hombros a relajarse, le preguntó con ansiedad:
196
- ¿Qué has oído ?

- No es tanto lo que he oído, es lo que sentí.

Él esperó, con el corazón latiendo en un ruido sordo en su pecho.


¿Qué había sentido? ¿Algo estaba mal?

- No hay nada de malo. Al menos no en la forma en que tú piensas - Ella


se inclinó hacia delante, acariciando sus labios con los suyos. Entonces
«justo cuando pensó que tendría estrangularla» ella dijo: - Es una niña.

197
Capítulo 14
Los cambia-formas estaban aquí, moviéndose por toda la casa.
Sadie inspeccionó cada pensamiento, tratando de bloquear a las mentes
de la manada. No fue fácil. Ella había sido instruida para permanecer en
el interior. Diskant quería hablar con todo el mundo en primer lugar,
abordar el tema de la partida de Nathan y la nueva posición de Zach
como Beta de la manada.
Zach. Esto iba a ser una mierda.
Ella había sentido la llegada del macho una hora antes. Cuando había
espiado su conversación con Diskant y se sorprendió al descubrir que en
realidad no le importa una mierda que Trey se hubiera acoplado con un
vampiro. El pobre hombre había estado realmente celoso de su Alfa.
Anhelaba la compañera que había perdido, Katie. El corazón de Sadie le
pertenecía en ese momento. Trey le había contado cómo había muerto la
hembra de Zach, pero sintió el dolor de Zach cuando él imaginó el rostro
de Katie, al ver el brillo de la sonrisa de la mujer caída.
La visión le trajo una cantidad extraña de fuerza.
Esa mujer había muerto porque su manada no había visto venir a los
Pastores. Con Sadie alrededor podían detectar las intenciones de los
extraños. Es cierto que no podría haber sido capaz de evitar lo que pasó,
pero había una posibilidad de que los resultados pudieran haber sido
diferentes. Si ellos la aceptaban, haría todo lo posible para mantenerlos a
salvo. Las personas inocentes no morirían.

Con la esperanza de que ellos escuchen. Si me rompo el culo podría ser


capaz de convencerlos.

Se encontró a sí misma contactando con su mente, buscando a Trey.


Había acompañado a Diskant al exterior. Los hombres sabían que la
manada sentirían su tensión y pensaron que era mejor ofrecer un frente
unido. Encontró que Trey, por su parte, estaba pensando en ella. Él trató
de mantener su atención en la manada y ellos no se habían dado cuenta
«por lo que sabe» de sus lapsus. Pero él sufría por ella. Saber que estaba
dentro de la casa, pero fuera de su vista lo volvía loco.

El recuerdo de él en la ducha «a punto de decirle que la amaba» se sentía


como volver a casa. Estuvo cerca de hacerlo, pero ella quería que la
declaración fuera sincera. Ella no había dicho las palabras, sin embargo,
y no quería decirlas hasta que fuera el momento adecuado. Lo mismo se
198
aplicaba a él. Además, las palabras no cambiaban nada. Técnicamente
no era nada más que un reconocimiento verbal. Quería oírselo decir,
pero no antes de que él estuviera listo. Tal vez esto iba a suceder después
de hacer el amor o antes de salir de algún recado tonto.
¿No era así como funcionaba la realidad?

Relájate. No te estás haciendo ningún favor.

Balanceando sus brazos, trató de estirar los músculos.


Estaba agradecida de haber escondido una camiseta sin mangas en su
apartamento. La prenda daría a todos una visión general de su cuello y le
permitiría moverse libremente. Había una buena probabilidad de que
tuviera que luchar por su lugar en la manada. Las hembras no la
intimidaban pero tendría que enfrentarse a cualquier persona que diera
un paso al frente. Podría haber más de una pelea. Tenía que ser
cautelosa, utilizando sus recursos sólo cuando fuera necesario.

- Son un público difícil.

Sadie se detuvo, cruzando los brazos sobre su pecho y miró hacia arriba.
Mary se había unido a ella. Pensaba que todos se habían ido fuera, pero
obviamente se había equivocado. Sola, Sadie finalmente consiguió un
buen vistazo de la joven. Y realmente era joven. No más de veintitrés o
veinticuatro años. Su pelo rubio era de un tono más oscuro que Ava y
largo, llegando más allá de los hombros.

- ¿Es por eso que no estás ahí? - Le preguntó. Tal vez no era una buena
pregunta, pero dado que Mary se había pegado al lado de Emory parecía
lo más probable.

- Eso es exactamente por qué no estoy por ahí - Mary suspiró y se cruzó
de brazos, frotando sus manos sobre sus bíceps. - Ellos no necesitan un
recordatorio de que existo. Créeme.

- Pero te aceptan.

- En cierto modo - Mary se encogió de hombros. - Pero no me parezco a


ti. No puedo ganar su respeto.

No le gustaba la forma en la chica parecía vencida.

- Y eso es importante, ¿no?


199
- Lo es para ti - dijo bruscamente, como si ella captara el destello de la
empatía. - Soy el enemigo, pero me pueden matar. Tú, por el contrario,
eres una amenaza. Será mejor que vayas con cuidado y tengas ojos en la
espalda.

Entonces «deslizándose dentro de la cabeza de Mary» Sadie reconoció la


fuente de su apatía. Era duro, amargo y resentido. A Mary no le gustaba
que Sadie estuviera en la casa. Ella había estado dispuesta a darle una
oportunidad, pero había cambiado rápidamente. En la mente de Mary,
cuanto antes Sadie consiguiera el infierno lejos de su casa, mejor.
Un vampiro era demasiado peligroso.
Especialmente con mujeres embarazadas alrededor.

- ¿Crees que soy un peligro para Ava? - Ella le espetó. La idea realmente
dejó a Sadie muy molesta. - ¿Crees que yo le haría daño a una mujer
embarazada y a su jodido niño?

- No sé quién eres o lo que harías. Sólo estoy advirtiéndote - dijo Mary,


dando un paso más cerca. - Diskant no va a dejarte escapar si intentas
joder a alguien y tampoco nadie lo hará. Sólo Trey cree que ganaríamos
más de lo que perdemos al mantenerte alrededor.

Era oficial. Entre Ava y Mary, la cuota de perras en la casa se había


llenado.

- Bueno, ya que lo pones de esa manera - con un movimiento practicado


Sadie sacó su espada de la vaina en su espalda. - Supongo que me
aseguraré de dejar una buena impresión.

- No me asustas - Mary no se inmutó cuando sostuvo la mirada al nivel


de Sadie. - He visto cosas que no puedes imaginar. La amenaza del
infierno pierde su encanto si realmente has vivido allí.

Sadie no se molestó en leer a Mary «si quería, podía leer lo que la mujer
había experimentado» tomando su declaración como una parte de su
consejo. De hecho, estaba cansada de ver las cosas horribles, no quería
hacerlo si tenía una elección. Ver a Leigh siendo expulsada había más o
menos puesto un “no - jodas - conmigo - más” arruinando la noche de
Sadie. La repentina aparición de Mary y su brusca advertencia era
suficiente. La mujer sólo quería decir su parte.
Mary había hecho su punto. Ella no tenía que decir nada más.
200
Las voces aumentaron en el exterior y Mary ya no parecía importante.
Sadie se dio la vuelta, mirando las puertas que daban a la parte trasera
de la propiedad. La manada había entrado en el granero. Había una
decente cantidad de distancia colocada entre ella y ellos. Sin embargo «a
partir de los sonidos del mismo» no estaban muy contentos.

- Creo que estás a punto de hacer tu entrada en escena - Cuando Sadie


miró a Mary vio que la mujer no parecía enojada. Había un rastro de
remordimiento en las palabras. - Buena suerte.

Esto no es diferente a una batalla, Sadie se dijo a sí misma. Prepárate


para lo que no se puede ver. Anticipa los movimientos de tu enemigo y
ataca antes de que sucedan.

Si sólo fuera así de simple.


Todo descansaba sobre sus hombros. Si ella lo estropeaba todo el mundo
sufriría.
Pasos se acercaron y ella se congeló, ansiosa por ver quién había llegado
a la casa. La puerta se abrió y la cabeza de Trey se asomó por el borde.
Su pelo oscuro disperso alrededor de sus hombros y el largo abrigo de
cuero negro que se había puesto se estiraba sobre la mayor parte de sus
músculos. Cuando sus ojos se posaron en ella cambiaron de color, que va
del oro al ámbar. Las líneas alrededor de su boca se suavizaron,
haciéndolo parecer años más joven.

- Es la hora.

Exhalando por la nariz, volvió la espada a su lugar.


Este podría ser el reto más difícil que jamás había enfrentado, pero
nunca se acobardaba ante nadie ni a nada. No había manera en el
infierno de que ella lo hiciera ahora cuando Trey la necesitaba. Algunas
veces, la gente tenía que morder y arañar su camino hacia la cima. Ella
no estaba por encima del juego sucio si eso es lo que hacía falta para
ganar.
Sacudió los hombros por última vez, despejando su cabeza.
Caminando hacia el hombre que había arriesgado todo, dijo:

- Estoy lista.

Trey no podía creer lo que veía. Esta era la mujer a la que conocía, una
maldita Amazona guerrera sin igual. Había un zumbido rodeándola, el
aire casi electrificado. Si tenía alguna preocupación acerca de lo que iba
201
a suceder, no se notaba. En la superficie parecía totalmente segura y
alerta. Esperaba que ella no jugara al póker porque tenía la sensación de
que patearía su culo.
No había manera de saber lo que estaba pensando.

- ¿Sadie? - él la detuvo antes de que pudiera salir. Tenía que asegurarse


de que estaba bien. - Habla conmigo.

Ella lo besó rápidamente, su boca áspera contra la suya. Con la misma


rapidez se apartó y lo miró. Una vez más, no podía decir lo que estaba
pensando.

- Esta es la manera que debo ser - ella le informó, no fría, pero brusca a
medida que continuaba. - Si quieres que haga esto correctamente, tienes
que aceptar que así es como soy. Hasta que esto sea hecho, esta es la
mujer que verás.

- Diskant les dijo acerca de Nathan. Lo tomaron muy bien - Empezó a


darle los detalles, manteniendo la puerta abierta para que pudiera entrar
en la noche oscura. - También tomaron bien mis noticias pero les
dijimos que mantuvieran sus aplausos hasta que te conocieran.

- ¿No vas a hablarles de Aldon? - Le preguntó, llegando a su lado


mientras él le enseñaba el camino.

- No - respondió, tomando su mano.

Ella envolvió sus dedos en los suyos, pero no se relajó. Él sentía la


tensión que irradiaba de ella. Dios ayude a cualquiera que tratara de
jugarle una broma cuando estaba así. Probablemente cortaría sus
cabezas y los dejaría por muertos. Trató de tomar esto como algo bueno.
Así, nadie caería sobre ella. Al menos estaba lista para mostrar a la
manada de quién era, declarando su posición en su vida.
Él golpeó el código de bloqueo y abrió la puerta que conducía al granero.
Una vez que estuvieron en camino, tomó de nuevo su mano.

- ¿Hay algo que necesitas saber antes de que hagamos esto?

- ¿Esperas que estalle alguna pelea? - Ella todavía no había perdido su


límite. Si acaso, parecía incluso más centrada. - ¿Te darías cuenta de
algún potencial oponente?

202
- No, pero no les di las buenas noticias.

Trey supo el momento exacto en que la manada recogió su aroma. Se


volvieron uno por uno, las fosas nasales dilatadas. Su visión de la noche
le permitió ver todo con claridad. Sadie no vaciló, como un soldado hacia
adelante. Esto tomaría un par de segundos para que ellos descubrieran
que algo iba mal. Una vez que lo hicieran ...
Gruñidos llevados por el viento, fusionándose juntos en un coro
peligroso.

- Les dije que me escuchen hasta el final - Diskant gruñó, tratando de


atraer su atención. - No reaccionen sin pensar. Hay demasiado en juego.

- ¿Qué es ella? - Una mujer de pie junto al granero exigió.

- Ella no es un ser humano - gritó un macho.

Trey estudió a la manada, lanzando su mirada sobre sus rostros.


Algunos de ellos sabían lo que era Sadie, pero no habían dicho nada.
Otros nunca habían visto a un vampiro. Normalmente, cambia-formas y
sanguijuelas no frecuentaban los mismos círculos. Aldon había sido el
único al que muchos de ellos habían encontrado. Su sentido del olfato
detectaba algo diferente, pero sus ojos no podían evaluar la amenaza. Sin
ver los colmillos apenas perceptibles de un vampiro, un cambia-formas
no podía estar seguro. Puede ser que tengan una idea, pero no la certeza
absoluta. Se preguntó si tal vez podría haber tratado de ocultar lo que
era Sadie. La manada podría haber sido engañada.
Empujó el pensamiento a un lado.
Con el tiempo, se habrían dado cuenta y él no tenía nada que ocultar.
Si esto iba a pasar, tenía que ser claro desde el principio.

- Soy la compañera de su Alfa - Sadie respondió inesperadamente,


deteniéndolo a varios metros de la manada. - He aceptado su marca y las
responsabilidades que vienen junto con ella. Sé lo que se espera de mí y
estoy a la altura. Si alguno de vosotros quiere retarme para el puesto,
puede sentirse libre de hacerlo.

- Quiero saber lo que es, no quien es - Otra mujer dio un paso adelante,
dirigiéndose a Trey. - Tenemos derecho a saber.

- Si fueras tan amable de mirarme - el gruñido de Diskant silenció a la


multitud. - Estaré encantado de responder a cualquier pregunta.
203
A la manada no le gustaba. La desconfianza y el nerviosismo estaba
escrito por todos lados.
Ellos hicieron lo que se les instruyó, enfrentando al Omega. Trey estudió
a Diskant, observando lo enfadado que el macho se había vuelto. Como
líder de los cambia-formas de Nueva York, Diskant no estaba
acostumbrado a que las personas cuestionaran su autoridad.
Normalmente, si alguno de la manada reaccionaba de esta manera «más
aún teniendo en cuenta que Diskant era un hombre lobo nacido y criado
con muchos de ellos» él patearía seriamente sus culos y haría preguntas
importantes más tarde.

- Me gustaría recordarles que tengo tanto que perder como cualquiera de


ustedes. Mi compañera está embarazada. Nunca me arriesgaría con ella
o con la vida de nuestro hijo. Esta cuestión no es el peligro más urgente
que enfrentamos. En caso de que lo hayan olvidado, los Pastores no han
abandonado. Sólo se escabulleron lejos a lamer sus heridas. Van a volver
y cuando lo hagan, tenemos que estar preparados. No tenemos tiempo
para luchar entre nosotros mismos.

- Si no tenemos tiempo para luchar - una familiar voz escupió. - Dinos lo


que es.

Los dedos de Sadie se apretaron alrededor de Trey. Él se preguntó qué


había roto lo que parecía ser un escudo impenetrable alrededor de su
hembra. La mirada de su compañero estaba clavada en el miembro de la
manada que había hablado, una mujer que había intentado escabullirse
dentro de la cama Trey en más de una ocasión. Brandi fue respaldada
por sus amigos más cercanos, su mejor amiga, Andrea, pegada a su lado.

Esa maldita perra.

Trey estaba seguro de que Sadie no tenía la intensión de escuchar sus


pensamientos. Sus escudos mentales tuvieron que deslizarse y estaba
cada vez más en sintonía con lo que estaba pensando. O tal vez su
conexión se hacía cada vez más fuerte. De cualquier manera él podía
sentir su indignación y su lobo se levantó en respuesta. Sentía la
angustia de Sadie y quería aliviarlo.

No, maldita sea.

204
Pensarían que ella lo había convertido en su mascota si él no conseguía
controlarse. Nada en este mundo podría convencerlos de aceptarla en la
manada. Los lobos se volverían contra ellos y los matarían o echarían
fuera de la propiedad. Si las cosas se salieran de control ahora, una pelea
sobrevendría seguro.

- Ella es la mujer que ayudará a proteger la manada - gritó Ava.

Antes de que pudiera continuar Andrea añadió su granito de arena.

- Ella no es una mujer. Es algo más. Ella definitivamente no es humana.


Huele a algo.

- Se llama muerte - Sadie dejó a Trey y caminó hacia el grupo. - Me han


llamado presagio anteriormente.

- No - Él pensó para ella. No quería verla pisoteada por la manada.

- Yo me encargo de esto - Su respuesta fue firme, su determinación


inquebrantable.

Él pensó que iba a por la espada, pero no lo hizo. En cambio, su mujer se


enfrentó a los hombres lobo frente a ella con sus armas guardadas en su
sitio.

- Si tienes un problema con la posición que estoy a punto de tomar -


Sadie repitió, deteniéndose cerca de las mujeres. - Eres bienvenida a
retarme por ello.

- Supongo que eso es fácil de decir - Brandi asintió hacia la espalda de


Sadie. - Puesto que estás armada.

- ¿Esto? - Sadie deslizó la correa de su hombro y miró a su espada. Con


un encogimiento de hombros, echó el arma al suelo. - No lo necesito eso.
No para ocuparme de ti.

El zumbido espinoso de energía alrededor de todo el mundo cambió,


inundando de tensión rápidamente el aire. Todos en la manada se
deleitaban ante la posibilidad de una pelea, sus animales prácticamente
rogando por ello. Mientras ellos eran parcialmente humanos, también
eran en parte bestias.
Brandi evaluó a Sadie antes de que comenzara a quitarse su chaqueta.
205
No era así como se suponía que debía ser.

- Tengo que demostrarles lo que puedo hacer. Nunca conseguirás su


apoyo de otro modo - Sadie pensó para él. - Y nunca serás mi mascota.
Yo nunca realizaría un ritual para que eso ocurra. Pero no tengo
tiempo para explicarlo, y tú tampoco. No te atrevas a moverte.
Quédate donde estás y mira.

Antes de que pudiera discutir, Brandi liberó sus garras. Él no podía


respirar, sus pies ponderados por arena invisible. La cambia-formas
hembra fue hacia Sadie, mostrando sus colmillos. Sin detenerse, Sadie
encontró a la mujer de frente y estrelló su puño en el centro de la cara de
Brandi.
La lucha había comenzado.
No había nada que pudiera hacer para detenerlo.

206
Capítulo 15
Maldita perra estúpida.

Sadie siguió a su primer golpe con un segundo, aterrizando un golpe


sólido en las fosas nasales de su oponente. La sangre brotó, terminando
en la boca de Brandi.
Fantástico. Incluso mejor de lo que esperaba.
Ni siquiera dos segundos y ella tomó la delantera. No había usado su
velocidad «y no lo haría» a menos que tuviera que hacerlo. La ignorante
perra del infierno no sabía con quien se estaba metiendo. Cuando se
trataba de mujeres «sin importar la especie» algunas cosas seguían
siendo las mismas. Incluso si Diskant conseguía convencer a la mayoría
de los hombres lobo en la manada para que le escuchen, estas perras
podrían causar un escándalo.
Un flujo constante de duda y negatividad podría muy bien cambiar las
tornas.
A la mierda todo, si dejaba que eso suceda.

No esperaba que el resto de la manada las rodeara, pero lo hicieron. Los


lobos estaban tan cerca que obligaron a las mujeres a acercarse más. No
había ningún lugar para correr y poco espacio para maniobrar. Ella
conectó con todos, viendo “soy-demasiado-estúpida-para-vivir”
mientras Brandi se sacudía el golpecito cariñoso en su nariz. Los
instintos de Sadie empezaron a funcionar, una punzada de conciencia
afilando su visión y audición. Ella buscó en su mente, escuchando lo que
Brandi iba a hacer a continuación.
No había muchos pensamientos lógicos. La mujer era toda rabia.
Sadie prestaba atención absorta a la mujer lobo, que quería derramar la
sangre de Sadie. El animal había comenzado a liberarse, tratando de
tomar el control. Se preguntó si Brandi realmente podría cambiar. Si lo
hacía, iba a cambiar el juego de manera significativa. Brandi en dos
piernas no era una gran amenaza. Parada en cuatro patas, podría ser un
oponente letal.

La desquiciada mujer atacó y Sadie saltó hacia un lado. Brandi se elevó


por delante de ella, corriendo hacia la gente que bloqueaba su camino.
En un segundo se las arregló para recuperar el equilibrio y se dio la
vuelta. No había ninguna razón para tratar de drenar a la hembra
enloquecida. Los hombres lobo eran más fuertes que los vampiros. Con
207
el fin de poner fin a la lucha Sadie sabía que tenía que abordar a la perra
y llevarla hacia abajo. Usando sus habilidades naturales, podría hacerlo
fácilmente. ¿Pero era lo más inteligente hacerlo? ¿Acabaría con un
obstáculo sólo para hacer frente a otro?
Sus sienes golpeaban, sus manos formando puños.
Era una línea roja muy fina para caminar.
Si ella revelaba su mano demasiado pronto los lobos a su alrededor
podrían saltar.

- Hazlo - Trey le ordenó gritando en su cabeza. - Llévala hacia abajo.

No estaba segura de cómo había escuchado sus pensamientos y no


tendía tiempo para cuestionarlo. La seguridad en la orden le dijo que
hablaba en serio. Él conocía la manada mejor que ella. Si él pensaba que
lo mejor era tomar a Brandi rápidamente, había una razón. Todo su
cuerpo palpitaba con energía, su magia aumentando. Ella no trató de
empujarla lejos, permitiendo que el poder fluya a través de ella.

Ven a mí otra vez. Levantó las manos, provocando a su presa. Tráelo.

Brandi se precipitó sobre ella otra vez, dejando al descubierto garras y


colmillos. Sadie se detuvo, sabiendo que tenía que hacerla moverse con
decisión. El tiempo pareció detenerse, los segundos extendiéndose como
horas. Sadie podía ver todo, el viento que soplaba a través del pelo de
Brandi, sus pupilas dilatadas, sus garras creciendo más. Sólo tomó tres
enormes pasos y Brandi estaba al alcance de Sadie.
Sadie se echó hacia atrás, poniendo toda su energía en su movimiento.
Su puño hizo un sólido contacto con la mandíbula de Brandi, el impacto
suficiente para romper los huesos.
La hembra voló de regreso varios metros y se tambaleó. Sadie miró como
Brandi caía, aterrizando sobre su espalda. Brandi no se movió, derribada
en el piso sobre su culo y fuera de combate. La sangre se filtraba por la
nariz y la boca, goteando por el lado de la cara en su pelo. Todo el
mundo de pie alrededor de ellos jadeó y giraron hacia atrás. Sadie
mantuvo guardia en alto, sintiendo que podría haber más mujeres que
querían ver si lo podían hacer mejor.

- ¿Hay alguien más? - Ella gritó, sus extremidades temblando por la


adrenalina que corriendo a través de ella. - ¡Si es así decirlo ahora!

Murmullos salieron de la multitud y sintió el peso de sus miradas. Ella


escogió pensamientos al azar, lanzándose de una mente a otra. Algunos
208
se sorprendieron. Otros estaban impresionados, la mayoría pensaba que
era lo suficientemente fuerte para ser la compañera de un Alfa, pero
todavía querían saber qué infiernos era.
El grupo se separó a su espalda, pero ella no se movió. Sabía que era
Trey acercándose a ella. Su conexión se había vuelto tan fuerte que podía
literalmente sentir su furia. Ella podría haber ganado, pero no le gustaba
verla luchar. Todo el tiempo había estado aterrorizado. Él la quería a
salvo y sentía que era su trabajo ajustar cuentas cuando se trataba de
asuntos físicos.

- La habéis escuchado - Trey anunció y deslizó un brazo alrededor de su


cintura. - Lo mismo vale para mí. Si queréis luchar por mi lugar, decirlo.

Por supuesto que no iba a ser tan fácil.


Ninguno de los lobos confiaban en ella, a pesar de que se había
enfrentado a un rival y llegó a la cima. Varios de los machos del tamaño
de Trey se levantaron, pero no dijeron nada, sopesando los pros y los
contras de desafiar al hombre. Sadie tembló, diciéndose a sí misma que
tendría que encontrar una manera de no interferir si tal cosa sucedía. Si
ella tratara de luchar las batallas de Trey, nunca sería respetado como un
Alfa.

Esto es un montón de mierda.

- Mi compañera ha dejado todo para estar aquí - Trey informó a la


manada. - Ha dado la espalda a todo lo que conoce. Ustedes deberían
preguntarle por qué ella piensa que es capaz de hacer el trabajo y
juzgarla por sus méritos, no por lo que es.

Pero el interrogante permanecía, y siempre lo haría.


No importa lo que dijera, la manada exigía una respuesta.
Ella decidió mostrárselos. En un instante desapareció del lado de Trey y
fue junto a Diskant y Ava. Esto tomó a la manada varios segundos para
encontrarla. Una vez que lo hicieron, ellos lo supieron. Cualquier
persona que había oído hablar de su especie estaba al tanto de su
extraño método de viaje. Ava se trasladó a su lado, tan cerca que sus
brazos estaban centímetros de distancia. Diskant ya había dado un par
de pasos en el granero de modo que estuviera de pie ligeramente por
delante de ellos.

- ¿Un vampiro? - Alguien preguntó, el horror escrito en su rostro.

209
- Sí, un vampiro - Diskant confirmó, asintiendo. - Uno que «como dijo tu
Alfa» arriesgó todo para estar aquí.

- ¡Ella puede controlarlo! - Una mujer chilló.

- ¡Podría matarnos a todos nosotros! - Otra mujer gritó.

- No lo haré - Sadie respondió, gritando. - Yo nunca haría una cosa así.

- Sí, lo harías - gritó alguien. - Es tu naturaleza.

- Llegué a un acuerdo con vuestro Alfa - Diskant gritó, manteniendo los


hombros hacia atrás, los brazos descansando a los lados. - Si tal cosa
sucede voy a darles caza y destruirlos. Pueden correr, pero nunca se
podrán ocultar. Voy a correr la voz a cada manada hasta que hayan sido
localizados y asesinados.

El estómago de Sadie se retorció. Pensando en que la horda que viene


después de ella no era agradable en absoluto. Pero la posibilidad de que
algo le suceda a Trey «que iba a ser perseguido y matado como a un
perro» provocó un endurecimiento en su pecho. Apenas podía respirar.
Tuvo que luchar para inhalar, obligándose a mantener la compostura. Su
mirada se desvió a Trey y ella quería que él se alejase de los lobos y
llegara a su lado. El miedo era como una araña arrastrándose sobre su
piel. Ella quería mantener sus manos «sin fuerzas e inofensivas» a los
costados en lugar de estar frotándoselas por la impresión.

- No sé si es una buena idea quedarse aquí - Un gran macho se adelantó,


dirigiéndose al grupo. - Con todo lo que ha pasado tal vez sería mejor
para todos dispersarnos y encontrar hogares en otras manadas.

- Estoy de acuerdo - Otro hombre igualmente grande lo respaldaba al


orador. - Ya hemos perdido demasiado. No puedes pedirnos que sigamos
confiando en ti cuando traes a Pastores y vampiros a la mezcla. Hay un
límite a las cosas que podemos aceptar.

Nadie quería desafiar a Trey. Sabían que era un error.

- Esa es tu elección, pero me gustaría pedirles que piensen en los


peligros que se enfrentarán al marcharse - El control inquebrantable de
Diskant impresionó a Sadie. Al margen de la molestia con la manada se
las había arreglado para mantener sus frágiles emociones fuera de la
210
conversación. - Los Pastores acaban de golpear nuestra ciudad pero han
estado atacando a otros por años. No serás capaz de evitarlos, lo mismo
en las zonas rurales. Van a cazarte. Aquí no son tan libres para moverse
y pasar desapercibido.

- Creo que voy a tomar mis posibilidades - Andrea gruñó, frunciendo el


ceño a Sadie. La furiosa mujer lobo miró a la gente a su alrededor. -
¿Cómo puede alguno incluso considerar quedarse? Nuestro Omega está
acoplado con un ser humano, un Pastor está apareado con el hermano
del Alfa y ahora nuestro Alfa ha tomado un vampiro como su
compañera. Piensen en lo mucho que esto podría costarnos. ¿Vale la
pena el riesgo para vuestras familias?

- Ella tiene razón - Brandi gruñó y se unió a su amiga. La sangre aún


recubría su nariz y la barbilla. - Esto está jodido. Estoy empacando mis
maletas. Al diablo con esta mierda.

Un murmullo de acuerdo pronto lo siguió y los lobos empezaron a hablar


entre sí.
La preocupación que Sadie tenía por Trey cambió, convirtiéndose en
pánico por Ava, Diskant, Mary y Emory.
Con todo el mundo yéndose tendrían que irse también. Eso los ponía en
una situación precaria. No estaba segura de qué hacer o decir. Luchando
no había conseguido realizar el trabajo. Hablando tampoco funcionó.
Diskant había concedido a la manada una generosa promesa con el fin
de mantener a Trey alrededor, pero ninguno de los lobos lo había tenido
en cuenta.
Sadie trató de hacer un recuento.
Había quizás cincuenta personas en el grupo. No todos los miembros de
la manada habían sido capaces de asistir, ya que estaban custodiando las
zonas de la ciudad. Si incluso una cuarta parte de los lobos decidiera
dejarlos había una buena posibilidad de que la manada se disperse y se
vaya a otro sitio.

Piensa en algo rápido. No puede terminar así.

Ella trató de calcular diferentes escenarios, tratando de encontrar una


potencial solución. A continuación, un grito inesperado hizo eco a través
de la casa, transmitiendo terror crudo. Las cabezas de todos se volvieron,
sus ojos centrados en la fuente del sonido.

Mary.
211
Sadie sabía que ninguno de ellos podría llegar a la mujer tan rápido
como ella podía. Volvió a desaparecer, viajando con su arma. Cogió la
espada y desapareció, reapareciendo en el salón de la residencia de
Diskant. Tan pronto como ella aterrizó, arrancó la espada de su funda.
Fue una decisión inteligente.
Aldon estaba de pie al otro lado de Mary, que se encogió en un rincón de
la habitación. Mary tenía una mano cubriendo un lado de su rostro.

El maldito bastardo la había golpeado.

Aldon se giró, frente a Sadie.

- ¿Dónde está tu amiga? Llévame con ella.

- El infierno que lo haré. He de decir - susurró Sadie, agarrando la


empuñadura de su arma, la vehemencia pura tronando en sus venas. -
Eres un estúpido hijo de puta.

Ella captó su movimiento antes de que él se abalanzara.


Levantando su espada, ella arremetió contra su enemigo.

- ¡Mary! - Emory rugió y corrió hacia la casa.

- Quédense aquí - Trey ordenó a la manada, siguiendo a su hermano.

El lobo se levantó instintivamente, la dura sensación de cepillado bajo su


piel era una indicación de que sería mejor actuar con rapidez. Si no lo
hacía, el animal se haría cargo. Oyó a Diskant hablar otra vez con el
caótico grupo, su voz levantándose sobre la de ellos cuando se pusieron a
gritar en la confusión y la incertidumbre. Emory no se molestó con la
puerta, avanzando a gran velocidad hacia ella con el hombro. El metal se
dobló y separó, abriendo camino.

Otro grito «esta vez por detrás de él» dejó a Trey paralizado.
Se volvió, sorprendido de ver a Aldon aparecer justo al lado de Ava y
Diskant. Entonces Sadie estaba allí, yendo hacia la peligrosa sanguijuela,
con todas sus fuerzas.

Joder.

212
Él revirtió el rumbo, corriendo hacia la batalla. Diskant tomó a Ava en
brazos y la apartó mientras la manada respaldaba de una puta vez. Los
gruñidos de la manada sonaban enojados, pero débil. No tenían fe en
quien había prometido protegerlos. Sin esa garantía ninguno de ellos
sabía qué hacer. Así que se quedaron atrás, viendo a Sadie y Aldon
intercambiar golpes.
Los pies de Trey lo llevaron en la distancia, pero veía el mundo borroso.
Estaba prácticamente al alcance de Sadie, casi podía tocarla. Atacando
con las garras, dirigió el golpe a la parte posterior de la cabeza de Aldon.
Cuando él giró, el macho se desvaneció. Trey se retiró, apenas errándole
a Sadie. Sus ojos azules de hielo se lanzaron sobre la multitud. Luego
desapareció.

Maldición

Los miembros de la manada, incapaz de hacer otra cosa, agazapados en


posiciones defensivas. Estaban bajo ataque, pero no entendían a su
oponente.
Aldon reapareció cerca de un poste junto a la puerta. Arrancó la longitud
de metal del suelo y la envió azotando hacia el granero. La mayoría de
los hombres y mujeres en el camino lograron agacharse a tiempo, pero
algunos de ellos fueron clavados con el haz. Ellos bajaron y no volvieron
a levantarse.
Sadie surgió detrás de Aldon. Dejando caer la espada, ella fue al vampiro
con los puños. Lo golpeó en la cara y siguió con un golpe devastador en
la parte posterior de la cabeza. Él se volvió, gruñendo hacia ella. El
corazón de Trey se hundió en el estómago, el terror y el miedo girando
juntos. No podía perderla ahora. No después de que finalmente, había
enfrentado a sus miedos más oscuros. No cuando finalmente tenían la
posibilidad de algún tipo de futuro juntos.

- ¡Maldita seas! - Aldon escupió, levantando la mano. - Aprenderás.

Una fuerza invisible levantó a Sadie en el aire. Voló varios metros y


golpeó las vallas de madera. La madera se agrietó bajo su peso,
rompiéndose en dos cuando se estrelló contra el suelo. Trey sintió el olor
de su sangre, sabía que estaba herida. La bestia rugió en su cráneo, sus
pelos de punta en aumento. Él rasgaría al hijo de puta en pedazos.

- ¡Te voy a matar! - Trey gruñó, saltando hacia el macho.

213
Dejó que el lobo subiera, dando la bienvenida a su presencia. Sus garras
se extendieron y los colmillos cayeron en su boca. Abordó al vampiro,
obligando a Aldon a la tierra cubierta de hierba. Toda la agresión
reprimida de Trey llevada durante tanto tiempo, por fin, tuvo una salida.
Envió su puño en el costado de Aldon una y otra vez. El sonido de una
grieta ensordecedora le dijo a Trey que había roto varias de las costillas
del vampiro. Un salpicón de pelo brotó de su piel, el lobo tratando de
obligarlo a cambiar. Se las arregló para mantener su forma humana,
usando la fuerza del animal.
Contuvo el aliento cuando algo cambió, una fuerza como ninguna otra
chocando contra él. No había ningún sentimiento como el poder puro y
la fuerza. Quería rebuznar de alivio, finalmente estaba recibiendo la
única cosa que necesitaba. La manada por fin se había unido, ofreciendo
su solidaridad. La energía combinada de todos los miembros le inundó,
haciéndolo más fuerte y más rápido. Cada vez que los nudillos de Trey se
estrellaban contra el lado de Aldon sentía como los huesos cedían. Sólo
un poco más y le perforaría un pulmón al hijo de puta.
Una ráfaga de fuego parecía provenir del vampiro debajo de él.
Trey intentó aferrarse pero algo le desprendió. Se deslizó hacia un lado,
no muy lejos, pero incapaz de atacar al hombre. Aldon no se levantó,
desapareciendo gradualmente del suelo. La cabeza de Trey se movió, sus
ojos tomando la zona. En cualquier segundo el idiota se materializaría e
iría por alguien más.

- Ella no está aquí - gritó Ava, el agudo gemido teñido por el miedo. - Se
fue hace horas. La mujer que quieres se ha ido.

- ¿Quién se ha ido? - Un miembro de la manada gruñó, su mirada fija


lanzando salvajemente a través del espacio abierto.

- ¿Estás segura de eso? - preguntó Aldon, una pregunta llena de


amenaza.

Trey se congeló, el aire dejándolo fuera de combate.


Aldon estaba detrás de Ava, su mano envuelta alrededor de su cuello.

- Elige tu respuesta con cuidado - Aldon estaba enardecido.

- Cabrón - Sadie tronó, saltando sobre la espalda de Aldon.

El estómago de Trey tocó fondo. No había visto aparecer a su


compañera.
214
Ava se escabulló «consiguiendo la libertad cuando Sadie fue a por los
ojos de Aldon con sus dedos» e hizo una carrera loca para Diskant. Trey
corrió hacia su compañera, sus pies golpeando contra el suelo blando.
Cada una de sus inspiraciones eran cortas y racionadas. Nunca trató de
dirigir el poder de la manada hacia otra persona, pero se encontró
enviando toda su energía a Sadie. Legó todo lo que él era para ella,
enviando la influencia de la manada a su hembra. Ella envolvió sus
piernas alrededor de la cintura de Aldon, aferrándose aún cuando el
macho trató de quitársela de encima.

- ¿He salvado tu vida y así es como me lo pagas? - él gruñó, con sus


colmillos relucientes y los labios retraídos. Su pelo rubio mezclado con el
de Sadie, un tono ligeramente más claro que el otro. - No más. Es hora
de que te introduzcas en la humildad.

Ellos desaparecieron, evaporándose ante la manada.


Trey contuvo su peso, deteniéndose. Utilizó su nariz, tratando de
encontrar el olor de Sadie. La alarma envió al lobo en un frenesí loco. Él
trató de que regrese, flexionando sus músculos. El animal no quería oír,
rasgando las entrañas.
Oyó un gruñido de Diskant y miró hacia arriba.
Aldon estaba al otro lado del campo con Sadie en sus manos.
El pecho de Trey se apretó, una mano invisible exprimiendo su corazón.
Él vio horrorizado como Aldon lanzaba a su compañera y Sadie se
elevaba por los aires. Se dirigía hacia el establo, su cuerpo se movía
demasiado rápido para atraparlo. El impulso podría matar a una
persona. No estaba seguro de que ella pudiera sobrevivir al impacto. A
sólo unos pocos metros de distancia del granero, ella desapareció.

- ¡Sadie! - él gritó, con sus manos en puños. Sus garras perforaron su


piel, haciendo que la sangre fluyera. Nunca había corrido tan rápido,
yendo hacia el granero. Rezando para encontrarla. - ¡Sadie!

Entonces ella estaba allí, de pie delante de él.


Casi se hundió, agradecido de que ella estuviera aún con vida.
Hasta que vio las profundas heridas que iban desde el cuello hasta el
estómago.
La sangre cubría su camiseta, filtrándose por su torso. Parecía que
cuatro garras le habían perforado su piel y desgarrado la carne hasta los
huesos. Trató de levantar sus brazos, sus ojos nublados por el dolor. Sus
piernas se doblaron y cayó, hundiéndose hasta las rodillas. Ella trató de
215
hablar, moviendo los labios, pero no hizo ningún sonido. Llevando una
mano a su pecho, ella trató de detener la hemorragia.

Oh Dios. No.

Llegó hacia ella, atrapándola antes de que cayera de bruces.

- ¿Se ha ido?- Un miembro de la manada cuestionó, seguido de otro


preguntando. - ¿Qué fue eso? - Otra voz intervino: - ¿Por qué atacó un
vampiro a uno de los suyos?

La confusión se convirtió en preocupación.

- ¿Qué pasa con ella? - Alguien gritó. - ¿Ella está bien?

Ironía. Cómo lo odiaba.


Habían querido echarla a un lado, abandonarla sobre su culo y olvidar
todo de ella. Sin embargo, ella trató de protegerlos de todas formas,
poniéndose entre ellos y el peligro.
Su inhalación era irregular, sus dedos temblorosos.
Si ella no hubiera conseguido alejar a Aldon de Ava, la manada habría
perdido a Diskant. El Omega no continuaría viviendo sin la diminuta
mujer. Él prefería morir. ¿Dónde dejaría eso a ellos?
Solos y en busca de un lugar al que llamar hogar.

- Atrás - Zach ordenó fríamente. - Darles espacio.

A influencia del Beta se extendió sobre la manada, llegando a sus bestias.


Él no era tan poderoso como Nathan, pero tenía potencial, sin duda.
Incluso Trey sintió el poder del lobo de Zach, la forma en que se extendía
para calmar la agitación de la manada. Se les dio un centro de gravedad,
sustituyendo el caos con el orden.
Lo que había comenzado como odio, de alguna manera se había
convertido en preocupación.
La ansiedad de la manada se estrelló contra Trey y experimentó su dolor.
A pesar de que no estaban seguros sobre Sadie, habían visto lo que había
hecho. Ellos crearon un círculo alrededor de la mujer caída y su Alfa,
formando una barrera protectora alrededor de ellos. Trey quería estar
enojado, decirle a todos que se fueran al infierno. Pero no lo hizo. Tenía
que cuidar de Sadie. Necesitaba sangre y lo necesitaba ahora.

216
- ¿Qué le hizo? - Ava se abrió paso a través de los lobos empujándolos
con los hombros, con Diskant sobre sus talones. Estaba despeinada «su
pelo rubio desordenado y la cara manchada con tierra» pero ilesa. -
¿Qué tan malo es?

- No es bueno - Su voz temblaba, pero a él no le importaba una mierda.


Trey trató de tener cuidado cuando levantó a Sadie en sus brazos. -
Necesito llevarla dentro.

- Todos ustedes - dijo Diskant, su tono oscuro. - Permaneced aquí y


vigilad. Si quieren irse, ahora es vuestra oportunidad. Pero si deciden
partir, no se molesten en volver. Yo personalmente voy a sacarlos de mi
ciudad si alguna vez muestran sus caras por aquí de nuevo.

Trey marchó a la casa, tratando de no zarandear a la mujer en sus


brazos. Había perdido mucha sangre. Él sentía que recubría sus brazos,
manchando su piel. No quería mirar hacia abajo y ver el daño, pero tenía
que mirarla a la cara. Estaba tan pálida, su piel de un blanco espectral.
Tenía los ojos abiertos, pero él sabía que que estaba a punto de perder la
conciencia.

- No me abandones.

- No no lo haré - Incluso su voz «susurrando en sus pensamientos» era


débil. Luego, con un dolor que cortó a través de él, pensó: - Lo siento.

Hijo de puta. Quería matar a alguien. Destruir lo primero que viera.


Después de todo lo que ella había hecho, pensaba que había fallado.

- Te tengo, cariño - susurró, sus ojos ardiendo a medida de que su visión


se nublaba. - Nunca te dejaré ir. Que se jodan todos.

- Realmente te amo - Sus dedos se desviaron hacia su antebrazo, débil y


sin coordinación. - Lo he hecho durante mucho tiempo.

Obligando a retroceder el pánico, aceleró el paso.


Ella no habría hecho esa confesión a menos que tuviera miedo. Con sus
heridas, no la culpaba. Estaba rodeada de gente que le había vuelto la
espalda. No tenía manera de saber si iban a mantenerla a salvo o dejarla
a un lado.
Su cabeza cayó hacia atrás y se quedó inerte.

217
Por lo menos, ya no sentía ningún dolor. Una vez que la tuviera en el
interior él abriría su boca haciendo palanca y forzaría su sangre por su
garganta si tenía que hacerlo. Su prioridad número uno era conseguir su
bienestar. Entonces todas las apuestas estaban echadas. Una vez que la
hubiera sanado adecuadamente él habría terminado.
Había pensado que la manada era más importante que ella.
Él creía que no podía vivir en un mundo sin ellos.
Se había equivocado.

218
Capítulo 16
- Quédate y averigua lo que está pasando. Usa mi número privado para
las actualizaciones. Mantenme informado.

- Sí señor.

Kinsley MacGregor devolvió el teléfono a la base y apoyó la espalda en su


silla. Sus espías habían visto el ataque de Aldon y querían ponerlo en
alerta. Kinsley no se sorprendió. De hecho, sospechaba que esto pasaría.
A menudo tenía premoniciones acerca de lo que estaba por venir. Un
bonito regalo cuando uno trataba con locas criaturas y humanos que
querían matarlo.
Él se echó hacia atrás y hacia adelante, tratando de ordenar sus
pensamientos.
El momento era malo, pero la manada en realidad no lo necesitaba en
Nueva York.
Sabía que Sadie era buena para los lobos.
Su instinto le dijo que la manada de cambia-formas no darían la
bienvenida con los brazos abiertos a un vampiro, pero algo sucedería que
los haría ver la luz.
Aparentemente Sadie se había puesto a sí misma en peligro para salvar a
Ava. Muy inteligente. Ninguno de los lobos podría dar la espalda a
alguien que había protegido a la compañera del Omega, especialmente
una hembra que estaba embarazada.

Ella se labrará su lugar. Ese es un problema resuelto.

En cuanto a la otra mujer, la vampiro llamada Leigh.


Tenía una extraña sensación al respecto, pero no sabía exactamente lo
que le molestaba. Algo iba a suceder y no era del todo bueno. Sin
embargo, no podía precisar por qué tenía la sensación de que algo iba a
salir mal, ni podía obtener cualquier tipo de impulso mental que le
advirtiera de lo que podría ocurrir.
¿Era Aldon?
Dejó que la pregunta se metiera en su piel, reflexionando sobre ello.
No. No era Aldon. Había una amenaza, pero venía de otra parte.
Aldon era un peligro desde luego, pero lo que iba a tener lugar no lo
involucraba. Aún no. El entorno era uno que Kinsley no podía ver. El
conocimiento existía, pero permanecía fuera de su alcance.
219
Tal vez tenía que ver con algún tipo de magia.
Siempre tenía problemas para detectar eventos futuros cuando ese
elemento estaba involucrado. Desde que Leigh había sido llevada a un
enclave de magos, Kinsley no se sorprendió de que no tuviera un agarre
sólido sobre lo que estaba experimentando. Tal vez era incluso más que
eso. Tal vez era el hermano de Ava y el amuleto que todos parecían tan
interesados por tener en sus manos.

Mejor empaca tus cosas. Estás fuera de tiempo.

Él sintió la presencia de su mayordomo antes de que el hombre tuviera


la oportunidad de entrar en la sala. Y se anticipó a su invitado. Esta era
la única cosa que él había esperado. Algo que deseaba sin medida. Pero
no iba a venir fácil.
Cuando se trataba de asuntos que lo involucraban, el don de Kinsley no
ayudaba.
Nunca había sido capaz de predecir su propio futuro.
Nunca había visto lo que el destino tenía reservado para él.

- ¿Maestro MacGregor?

Levantando la cabeza, Kinsley miró a George.


El humano le había servido fielmente durante décadas, sin hacer
ninguna pregunta. Era un alivio, en realidad. Todo el mundo siempre lo
quería para algo. A través de los siglos, se había acostumbrado a ello.
Cuando las cosas se pusieron locas, pidieron su ayuda. Era viejo y había
visto un montón de cosas. Él compartió su conocimiento y se ganó los
favores de cambia-formas en todo el mundo. Había sido fácil, ofreciendo
su ayuda. ¿Por qué no? Él había ganado una fortuna y notoriedad. Cosas
maravillosas considerando lo que estaba a punto de enfrentar.
Era su turno para dar un salto de fe ciega, y aventurarse en un territorio
desconocido.

- ¿Está todo listo? - él preguntó, aunque sabía que así sería.

- Sí señor. Han cargado el coche. El avión está listo y esperando en el


aeropuerto.

Sus ojos se movieron hasta George y le dio un gesto brusco.

- Tare el coche por atrás. Bajaré pronto.

220
La tensión se anudó en la nuca de Kinsley mientras observaba a George
salir. Rodó la cabeza, tratando de aflojar los músculos doloridos. Visitar
a Diskant había sido en realidad una distracción bienvenida. Necesitaba
un tiempo lejos de su casa para poner un poco de espacio entre él y su ...
invitada.

Ella es más que eso y lo sabes.

Y allí descansaba la pena de todo.


La primera vez que había puesto los ojos en Persephone Maples sabía lo
que era. Como todos los cambia-formas, sintió al animal dentro gritar de
contento, diciéndole que por fin había encontrado a la mujer destinada
para él. Pero ella no era lo que esperaba cuando él había imaginado a su
compañera.

No era que le faltara belleza.


En sus veinte y cinco años, Persephone aún conservaba la juventud que
irradiaba de las mujeres. Su cabello «largo y de un exuberante caoba»
era ondulado y grueso. Y sus ojos desiguales «uno marrón y otro azul»
eran completamente cautivadores. Desafortunadamente, había tenido
una vida dura, experimentando más de lo debido en sus cortos años. Ella
había hecho un buen trabajo ocultándolo, pero finalmente él había visto
a través de ella.
Regresó en el tiempo, recordando su primer encuentro.
Él había usado su encanto para seducir a las mujeres en el pasado, pero
no había funcionado en ella. Trató de engrosar su acento, dándole el
aspecto que muchas mujeres adoraban. Cuando eso no ayudó, se había
vestido para impresionar, usando ropa que pensaba que iba a apreciar.
Abandonó los trajes de negocios, pasando a los pantalones vaqueros y
camisas casuales. Ella en realidad se había reído de sus intentos, dándole
la espalda. Incluso se había burlado de su forma musculosa preguntando
si había oído las historias sobre los esteroides y la anatomía masculina.
Él nunca respondió a sus insultos dejándole pensar que no le importaba.
Frustrado porque no podía impresionarla, siempre volvía al lugar donde
trabajaba. La última vez se burló de su cabello, preguntándole si estaba
compitiendo con Fabio11para ser modelo de portada de libros de
romances.
Ella se burló de él.
Ella lo rechazó.
Pero él no dejó que ella lo detuviera.

11 Fabio Lanzoni: modelo italiano, inspiración de varios libros de romances de Johana Lindsay
221
Él esperó su momento, volviendo a la tienda de antigüedades donde
trabajaba varios días a la semana. Ella había pedido a los propietarios
que hicieran que deje que venir a la tienda, pero él era un buen cliente y
se negaron. Había sido educada pero distante después de que le
informaran que tenía que superarlo, respondiendo a sus preguntas, pero
permaneciendo impasible ante su encanto. Él intentó todo lo que pudo
pensar para conseguir que ella se abriera a él, aunque sólo sea un poco.
Cuando no obtuvo respuestas de la fuente, decidió buscar en otra parte.
Con sus conexiones, no había tardado mucho en descubrir todo sobre
ella.
Casada a los dieciocho años, había tenido un hijo cuando cumplió los
veinte años. Se había mudado con su marido de un pequeño pueblo en
Alabama. Nueva York había sido extraño, pero emocionante. Consiguió
un trabajo en una tienda de antigüedades, con sus años de experiencia
en los mercados de pulgas a su favor. Las cosas iban bien hasta que el
destino le había arrojado una cruel bola curva. Como el destino a
menudo hacía, se había llevado todos sus sueños y esperanzas lejos.
Todo lo que ella amaba. Se fue en un instante.
Él ahogó su rabia, cerrándola bajo llave.

El pensamiento de ella con otro hombre lo enfureció, así como el hecho


de que ella tuvo un hijo con otra persona. Pero esa ira había muerto
cuando se enteró de lo que le había sucedido a su familia.
Su marido «un joven salvaje y temerario con una gran inclinación por el
consumo de alcohol» había tomado a su bebé para dar una vuelta al
supermercado local. El mismo momento en que el estúpido humano
había perdido el control y viró hacia el tráfico en el sentido contrario,
golpeando de frente con un camión de dieciocho ruedas, apagó la única
cosa por la que Persephone vivía.
La culpa que se apoderó de Kinsley no era nueva. Él estaba tratando con
esto por un poco más de una semana. No le gustaba tener que intervenir
e interferir en la vida de su compañera, pero ella no le dio otra opción. Si
las cosas fueran diferentes, le habría dado todo el tiempo que necesitaba.
Pero ella lo había obligado, al escabullirse su voluntad para vivir.
Sus ojos se cerraron, y no podía ocultar su ira.
Lo había odiado cuando él le impidió saltar desde el puente de Brooklyn.
Arremetiendo contra él, gritando a través de un río de lágrimas. Esperó
que estuviera avergonzada. Para lo que no se había preparado era para
su sufrimiento por haberle negado la muerte que ella tanto anhelaba.
Supo entonces que no podía dejarla sola. Si tuviera otra oportunidad
para poner fin a su vida, ella lo tomaría.

222
Había esperado demasiado tiempo por ella. No estaba dispuesto a
dejarla ir.
Durante toda la semana, intentó hablar con ella sin éxito. Le lanzó
objetos, le llamó secuestrador y amenazó con entregarlo a la policía. Lo
que ella no se dio cuenta es que cada día se desarrollaba el fuego que
antes no tenía. Al odiarlo había encontrado algo que ansiaba. Su pérdida
se había convertido en una furia rabiosa. Incluso si era en la destrucción
de las cosas que había adquirido a lo largo de los años «había derribado
dos de sus dormitorios de invitados» había encontrado la fuerza que
perdió hace mucho tiempo.
Él se rió entre dientes, imaginando lo que haría cuando llegaran a
Caledonia. La isla privada en las Bahamas estaba aislada y privada.
Podía correr todo lo que quisiera, pero nunca podría escapar. Allí
finalmente podía liberarla. Ella sería capaz de recorrer y explorar el
hermoso lugar. Por supuesto, él miraría por ella, manteniéndola a salvo.
Eventualmente, él esperaba, ella vendría a él por algún tipo de
compañía. Había instruido al personal de seguridad que se mantengan
alejado de ella, a menos que entablara conversación con ellos.
El viaje le daría lo que ella necesitaba para sanar.
Tal vez un día ella descubría que podía perdonarlo.

O tal vez estás siendo un romántico empedernido con fantasías de


apareamientos felices.

Es cierto que había pensado sobre como sería su compañera. ¿Qué


macho no lo hacía? Había asumido que estaría con un felino, con
músculos magros y curvas. Una mujer que correspondería a su pasión
con una buena dosis de su propio deseo. Nunca había esperado que
fuera una hembra humana que era tan delgada que parecía que ese
rompería con un fuerte viento. Sería la primera cosa que él arreglaría.
Había hecho que su personal de cocina preparara las mejores comidas,
para que pudiera poner peso sobre su pequeño cuerpo. Ella se había
negado a comer por un día o dos y entonces el hambre la venció.
Gracias a Dios por eso al menos.

Sabiendo que no podría retrasarlo por más tiempo, se levantó de su silla.


Temía hacer el viaje hasta su cuarto, preparándose para lo que ella iba a
hacer a continuación. No había aceptado ninguna de sus visitas,
diciéndole que saliera pitando o la dejara ir. Por esa razón, mantuvo el
viaje en secreto. Ella se asustaría si supiera lo que tramaba. No podía
correr el riesgo de que se hiciera daño a sí misma.

223
Recuperó la jeringa que había recibido del médico de la manada de
Diskant y la hizo rodar entre sus dedos. Doc había sentido curiosidad
acerca de la solicitud de Kinsley, pidiendo que necesitaba un sedante,
pero le había dado la medicación sin recibir respuestas a sus preguntas.
Afortunadamente el macho sabía que Kinsley no debía ser cuestionado.
La manada lo necesitaba demasiado. En caso de necesidad, él siempre
estaba allí.

Se acabó. No más esperas.

Detestaba la vergüenza que sentía. Odiaba lo que tenía que hacer.

Todo lo que vas a hacer es dejarla descansar. Ella lo necesita. Cuando


se despierte estará en el paraíso. Puedes empezar de nuevo y dejarle
ver la belleza del mundo. Dale una razón para que dé la bienvenida a
cada nuevo día. Tómate tu tiempo y déjala levantarse de las cenizas.
Va a estar hermosa cuando eso suceda. Y tú podrás presenciar su
renacimiento.

Deslizando la jeringa tapada en el bolsillo, en silencio merodeó por la


habitación. Cualquier mujer del Orgullo habría dado cualquier cosa para
compartir una noche en su cama. Sólo podía imaginar lo receptiva que
serían si aceptaba a alguna de ellas como compañera. Se lanzarían sobre
él, adulándolo. A veces daba la bienvenida a sus avances, encontrándolos
divertidos. Después de todo era un macho con un enorme apetito sexual.
Pero eso no iba a suceder nunca más.
Había encontrado la destinada para él. Ella tendría que adaptarse.
Especialmente cuando descubriera que no era humano.
Él sabía que tenía una idea acerca de su naturaleza. La mayoría de los
mortales estaban nerviosos alrededor de los cambia-formas, sus
instintos naturales les advertían que algo estaba mal. Con Persephone no
fue diferente. Ella lo miró con recelo, como si supiera que él podía atacar
en cualquier momento. A pesar de sus intentos de tranquilizarla, ella se
mantuvo cautelosa e implacable. Una vez que ella descubriera que podía
transformarse en un animal, estaba seguro de que iba a luchar con todas
sus fuerzas contra él.

Probablemente saliera disparando de ti, gritando y tratando de nadar


la longitud del océano para escapar.

Dejando su despacho, cruzó el vestíbulo y empezó a subir las escaleras.


Estaba agradecido de poder moverse sin hacer ruido. Persephone se
224
asustaba cuando sabía que iba a venir. Incluso si él no había tomado su
cuerpo, podía sentir fácilmente sus emociones. Había estado nerviosa
durante tanto tiempo que el miedo y el odio prácticamente rezumaba de
ella. En cierto modo su animosidad era un alivio. Prefería verla enfadada
con él, que con el corazón roto por todo lo que había perdido.
Llegó a la parte superior de las escaleras y se dirigió a la puerta al final
del pasillo. Los guardias que había colocado allí lo reconocieron y se
movieron a un lado. Se detuvo en la entrada de su puerta, sabiendo que
estaba en el otro lado. El pelo en su nuca se paró, mientras la pantera se
deslizaba bajo su piel. Estar cerca de la propia compañera hacía todo
tipo de cosas a un macho.
Respirando hondo, abrió la puerta.
Ella estaba sentada en el alféizar de la ventana, mirando hacia afuera.
Sus ojos no veían nada, sus delicadas cejas fruncían el ceño mientras
examinaba la noche. Su corazón se rompió ante la vista, la agonía
desgarradora era como un puñetazo en el pecho. Poco a poco, volvió la
cabeza, su grueso pelo cayendo sobre su hombro. El vacío en su rostro se
transformó como él esperaba, pasando de ausente a furioso.

- ¡Tú! - Escupió, poniéndose de pie.

Miró a su alrededor, tratando de encontrar algo que lanzarle. Dado que


había hecho esto muchas veces en el pasado, él había tomado la mayor
parte de las cosas que podían ser lanzadas con facilidad y las llevó fuera
de la habitación.

- Sí - dijo suavemente, observándola. - Soy yo.

- No puedes mantenerme aquí - Era una discusión que habían tenido


más de una vez. Su suave y melodioso acento sureño «incluso cuando
estaba furiosa» era como una sinfonía para sus oídos. Podía oírla hablar
durante horas. - Tarde o temprano voy a encontrar una salida. Cuando lo
haga, estarás jodido. Vas a ir a la cárcel. Te vas a pudrir entre rejas. Esto
es ilegal. Estás loco si crees que puedes salirte con la tuya. ¡Tu rostro
aparecerá en todas las noticias!

- Estamos a punto de salir - Continuó hablando en voz baja, sin querer


molestarla más. - Vine a llevarte a la planta baja.

- ¿Salir? - El desprecio dio paso a la desconfianza. - ¿Salir a dónde?

225
- Un lugar especial - Era la verdad. Él siempre había amado la isla. - Un
lugar seguro.

- No tienes derecho - dijo entre dientes, sus hermosos ojos marrones y


azules, furiosos. - Esta es mi vida. - Golpeando su puño contra su pecho,
ella gruñó. - Mi. Vida. - Ella bajó su brazo, mirándolo. - No tienes voz ni
voto en la misma.

No tu vida. Tu muerte. De ser permitida tal cosa.

Nunca.

- Ahí es donde te equivocas, pequeña - Deslizando una mano en el


bolsillo, sacó cuidadosamente el protector de plástico de la jeringa y
cruzó la distancia hacia ella. - Cuando se trata de ti, tengo más que decir
de lo que piensas.

Ella trató de escapar, pero no había ningún lugar para ir. Cuando él la
acorraló, lo miró con terror en sus incomparables ojos.

- Voy a gritar. Juro que lo haré. Voy a tumbar la casa.

- No voy a hacerte daño, Mo chridhe12 - prometió, acercándose a ella. -


Cálmate, chica.

- ¡Tú tómalo con calma! - Si ella pudiera desaparecer en la pared estaba


seguro que lo haría. - Quédate atrás. No te acerques más.

Él admiraba su intento de luchar, a pesar de que no tuviera ninguna


posibilidad real. Como humana nunca le ganaría con su velocidad o
fuerza. Él la inmovilizó contra la pared, impidiéndole ver la jeringa.
Antes de que pudiera entrar en una pelea en toda regla, deslizó la aguja
en su brazo y empujó el émbolo.
Como lo advirtió antes, ella gritó.

- ¡No! ¡Dijiste que no me harías daño!

- Y no lo haré. Nunca voy a hacerte daño.

Odiaba la forma en que sus angustias y evidentes sentimientos de


traición corroían sus entrañas, comiéndolo como un ácido de batería. El
12 Mo chridhe: Mi corazón, en gaélico.
226
sedante era fuerte y él sólo tuvo que sostenerla durante un par de
minutos antes de que se balanceara inestablemente sobre sus pies. Por
primera vez desde que la había llevado a su casa, fue capaz de tenerla en
sus brazos.
Cristo, se sentía tan bien.
Nada era más perfecto.

- Bá ... ja ... me - Sus palabras fueron mal articuladas, casi imposible de


entender.

- Pero me gusta tenerte así. Tan cerca y cálida - murmuró contra la


concha de su oído. - Eres una cosita muy dulce. Si pudiera me gustaría
mantenerte así de cerca todo el tiempo.

La pantera dentro de él amaba la cercanía, instándole a deslizar su


lengua por la garganta de su hembra. Le dolía por sentir su sabor,
deseando lamer su piel. Su polla se puso dura al instante, sus colmillos
cayeron por su propia voluntad. Ella no estaba excitada, pero él sabía
que la primera vez que oliera un indicio de su crema la bestia querría
lamer su hendidura, descubriendo exactamente lo dulce que sería al
probarla. Afortunadamente la pantera también sintió su dolor y quería
quitárselo. Sabía que necesitaba más de lo que podía darle, por lo que
decidió ir poco a poco. Mientras pudiera, se aseguraría que el hombre y
no el animal estuviera a cargo.

- Duerme por mí, pequeña criaturita - suavemente rozó los mechones de


pelo que caían sobre su rostro. Así, con ella tranquila y relajada en sus
brazos, sabía que nunca la dejaría ir. Una oleada de proteccionismo y
añoranza se disparó a través de él. Él se encargaría de ella. Le daría
buenos recuerdos. La amaría sin medida. - Cuando te despiertes,
encontrarás un nuevo mundo esperando por ti.

Salió de la habitación, llevándola con facilidad. Se acomodó contra él,


sus respiraciones profundas diciéndole que se había quedado dormida.
Los guardias se hicieron a un lado, pero lo siguieron mientras llevaba a
su hembra por las escaleras. Dio la vuelta en el vestíbulo y se dirigió a la
parte trasera de la casa. El coche estaría esperando. Pronto llegarían al
aeropuerto y estarían de camino hacia el paraíso. Era hermoso en la isla.
El agua era tan clara que se podía ver la arena. Ella podía divertirse y
jugar o pasar sus días mirando el cielo.
Lo que ella quisiera sería suyo.

227
Si tomara todo lo que tenía, él la haría feliz. No importa cuánto tiempo le
llevara. No importa si ella lo odiaba y nunca le entregaba su corazón y
alma. Se las había arreglado para dejar todo organizado con las manadas
y los Orgullos de la zona. Diskant tendría que sostener la suya propia
durante un tiempo. Este era su momento y no iba a dejar que nada se
interponga en el camino.
Finalmente había encontrado a su hembra, lo más importante en su
mundo.
Dios sabía que había hecho lo suficiente por todos los demás.

228
Capítulo 17
Finalmente. Sus heridas estaban sanando.

Gracias a Dios.

Trey rozó el dorso de la mano por la mejilla de Sadie.


Al principio, los horribles cortes sobre su pecho permanecieron abiertos
y sangrando, cubriendo las sábanas de manchas en un rojo vibrante. Él
había abierto los pálidos labios de su compañera, cortó su brazo e hizo
gotear su sangre en su boca. Ella la había tragado a pesar de estar fuera
de combate. Cuando estuvo seguro de que tenía suficiente, se sentó a su
lado.
Entonces esperó.
Cada segundo se sintió como minutos, los minutos, a su vez, como horas.
Cuando la hemorragia se había detenido, le puso una camisa de botones
que Ava le proporcionó, para poder comprobar las heridas en el pecho
de Sadie sin hacer movimientos en su cuerpo. Ella no estaba sanando
tan rápido como debería, y le aterrorizaba.
Nunca quería verla así de nuevo.
Si tuviera un modo de evitarlo, lo haría.

- Están preguntando por ella - dijo Diskant en voz baja. - Deberíamos


decirles algo.

- ¿Qué tal que se vayan a la mierda? - Trey gruñó, sin siquiera mirar al
otro hombre. - ¿Crees que lo van a hacer?

- Trey, por favor - dijo Ava, implorándole que escuchara. - Querías


convencerlos. Hazlo bien y podemos resolver las cosas. Ellos quieren
entender. Ve a ellos y explícalo. Querías abogar por tu caso. Ahora es tu
oportunidad.

- Pueden besar mi culo - Girando la cabeza, entrecerró los ojos y gruñó a


Diskant. - Y ni siquiera pienses en usar tu mente de mierda en mí.
Puedes desgastarme pero no puedes cambiar mi decisión. No nos vamos
a quedar. A la mierda. Tan pronto como ella esté bien nos vamos.

A través de los años Trey había sido cuidadoso con su dinero. No era el
hombre más rico del mundo, pero había ahorrado lo suficiente para
229
encontrar un lugar que a Sadie le encantaría, un lugar al que llamar
hogar. Tal vez se aventuraran a un lugar lejano donde nadie los
encontraría. Allí la mantendría a salvo. No necesitaba nada más.
Al menos eso era lo que había estado diciéndose a sí mismo.
El dolor seguía asomando su horrible cabeza. Y no lo entendía. La
manada había herido a la mujer que lo era todo para él. La única hembra
que existía para él. Pero pensar que pronto iba a dejar todo atrás «ya no
poder recurrir a los otros lobos que lo entendían y abrazaban, una parte
de algo mucho más grande que él mismo» creaba una enorme brecha en
su alma.

¿Hablas en serio? Piensa en lo que han hecho.

Recuerda cómo la trataban.

El lobo intentó pensar lógicamente. Nadie en la manada se había


comportado de una manera que él no lo habría hecho. Si alguien hubiera
traído a un vampiro a él y le pidiera su bendición sobre el apareamiento,
probablemente lo habría rechazado.
¿Verdad?
Sacudió la cabeza. No sabía lo que él habría hecho. Las circunstancias
habían cambiado. Su opinión había cambiado drásticamente cuando se
trataba de apareamientos y vampiros. Y todo tenía sentido, ¿no?
Después de todo, estaba acoplado a un vampiro. Eso fue suficiente para
hacer que el hijo de puta más arrogante y desagradable viera la luz.
Sus cambiantes emociones lo confundieron, haciéndole ver las cosas en
ambos sentidos.
Dejó escapar un profundo gruñido mientras miraba a Diskant a los ojos.

- No te metas con mi cabeza.

- No lo hago - Diskant espetó a cambio, sus ojos yendo del verde al oro. -
Si te quieres ir, no voy a tratar de detenerte. No puedo decir que te culpo
por estar enojado. Si yo estuviera en tu lugar arrancaría algunas cabezas.
Pero no voy a dejar que luego mires hacia atrás y me culpes por hacer
que te vayas. Si te vas, estará en tu conciencia.

- No lo haría - De ninguna manera. Diskant había hecho todo lo posible


para ayudar. - No puedo culparte.

- Entonces tienes que entender algo - Con un paso a un lado, Diskant


colocó un brazo alrededor de los hombros de Ava. Ella se inclinó hacia él
230
envolviendo sus brazos alrededor de sus caderas. - Lo que le dije a la
manada se aplica a ti también. Si dejas esta ciudad, es mejor que nunca
intentes volver. Si lo haces, no extenderé la mano para ayudarte. El lío
de tu partida no será fácil de limpiar. Estarás sólo en esto.

- Está bien.

El peso pesado del temor se levantó y Trey trató con todas sus fuerzas de
esconderlo de Diskant, poniendo toda su concentración en Sadie. Por fin
había despertado. No estaba seguro de cuán herida estaba, ya que no se
había comunicado con él telepáticamente. Tal vez las heridas eran más
profundas de lo que pensaba. Algunas rasgaron su carne hasta los
huesos, pero no había notado más que eso.
Él la miró a la cara, rogándole en silencio que abriera los ojos y lo
mirara.
Sus pestañas revolotearon y gruesos mechones caían sobre su hermosa
piel clara. Ella parpadeó un par de veces, como si luchara contra el
sueño, por lo que él estaba mirando en sus hermosos ojos azules, un
color tan magnífico que se parecía a los brillantes colores del océano.
Alguien le empujó y él casi arremetió.
Su mirada se desvió a Ava, que tenía una mano sobre su estómago y la
otra cubriendo su boca. La pequeña hembra tenía lágrimas en los ojos,
que estaban cambiando de color. El rasgo de un ser humano acoplado a
un Omega. Ella nunca sería capaz de cambiar de forma, pero partes de
las bestias de Diskant residían dentro de la frágil hembra. Por lo general,
Ava no demostraba ninguna emoción. Ella siempre había sido fuerte
cuando se trataba de este tipo de cosas, manteniéndose al margen de las
discusiones de la manada. Ahora podía sentir lo agradecida que estaba a
Sadie, lo mucho que quería devolverle el favor.

- Gracias - Ava ahogó las palabras, tirando en una respiración suave,


mientras trataba de no llorar.

Los ojos de Sadie revoloteaban hacia Ava.


Ella estudió a la mujer durante unos segundos y luego le dio una
pequeña sonrisa y guiño. El movimiento hizo que se encogiera de dolor y
Trey se puso delante de Ava, sosteniendo el cuerpo de Sadie. Necesitaba
tiempo para descansar. Los hombres lobo sanaban durante el sueño.
Probablemente su hembra haría lo mismo.

- Háblame - suplicó, extendiendo la mano hacia ella.

231
- ¿Qué quieres que te diga?

Oh sí. Había humor en la pregunta. Eso significaba que iba a estar bien.

- Dime qué hacer.

No podía pensar con claridad, preocupado sólo por ella. El hombre en él


quería que salir de la ciudad. El lobo quería quedarse. Él estaba
luchando una batalla interna que no estaba seguro de poder ganar. Se
sentía desgarrado justo en el centro. Por mucho que quería conseguir
entrar en un coche, conducir y nunca mirar hacia atrás, la idea le
obsesionaba.

- No huyas - Cerró los ojos, pero mantuvo la línea de comunicación


abierta. - Nunca quise o esperé eso de ti.

- No quiero verte herida - Su bienestar era el más importante. Su orgullo


podía irse al infierno. - Nunca más.

- Entonces sé el hombre del que me enamoré. No le des la espalda a los


que amas. No cortes y huyas cuando las cosas se ponen difíciles. Me
encontraste, ¿verdad? Incluso cuando pensabas que sería imposible, no
te diste por vencido. Seguiste tu camino. Y me salvaste. Sin ti no estaría
aquí ahora. - Sus pensamientos se rompieron, se volvieron confusos,
desordenados. - Necesito descansar. Si estuviera en las cavernas, me
habrían ordenado dormir en estos momentos.

Quería preguntarle cuáles eran las cavernas. Luego supo que ella había
captado su curiosidad. Estaba demasiado cansada para responder, por lo
que pensó en ella, inundando las palabras con todo el sentimiento en su
interior.

- Entonces duerme. Yo velaré por ti. Voy a estar aquí cuando abras esos
hermosos ojos azules.

- No te atrevas a huir - La orden era débil. - Sé feroz.

Su pecho se levantó mientras respiraba hondo y cerraba los ojos. Volvió


a dormir tan pronto como se había rasgado a sí misma fuera de ella. Su
piel se erizó, se sintió frustrado y ansioso por encontrar una salida. Ella
le dijo que se quedara. No estaba seguro de poder hacerlo. La manada
quería hacer preguntas, pero él no sabía qué respuestas darles.
232
- Si te vas hay una posibilidad de que ella no encuentre a Leigh de nuevo
- dijo Ava. No se movió, de pie ligeramente detrás de él. - Diskant puede
mantenerla informada. Ella no tiene que permanecer en la oscuridad.

Maldición. Se había olvidado de Leigh y Nathan.


Sadie querría saber sobre su amiga. No iba a permitir que la empujaran
fuera de la vida de Leigh.

- No vamos a ser capaces de mantener secretos - Era difícil encontrar las


palabras. No estaba seguro de cómo eran las cosas. - Si les vas a dar
respuestas, entonces es justo que lo sepan todo. Pero las manadas tienen
una tendencia a los chismes. Tenemos que asegurarnos de que van a
estar tranquilos.

- Podemos eliminar a los desertores - Diskant ofreció, encogiéndose de


hombros. - Clasificar quién se va y quién se queda. - Su profundo
gruñido amenazador llenó la habitación. La severa inflexión de sus
labios y la visión de sus colmillos gritaban venganza. - Ava y yo podemos
cuidar de Brandi y Andrea. Si sus amigos deciden que quieren dejarnos,
nos aseguraremos de que no recuerden mucho de lo que pasó.

Trey nunca supo como la pareja manipulaba los pensamientos de las


personas. Honestamente, siempre y cuando no utilizan sus poderes en
él, no le importaba. Había más por lo que preocuparse ahora. El menor
descuido y todos estarían jodidos.
Reflexionó sobre el futuro, analizando varios escenarios.
Sadie le había dicho que no huyera.
Si eso era lo que ella quería, él se quedaría en el mismísimo infierno.

- Hazlo - Una parte de él se quedó con Sadie, mientras se movía a su


lado. La conexión entre ellos era más fuerte, acercándolos juntos. - Ten
cuidado de las perras primero. Entonces voy a hablar con la manada.
Pero necesito hablar con Zach primero. Tenemos que ser rápidos.

- Me imaginé que lo harías. Está en la sala de estar.

La autosuficiencia en la voz de Diskant era casi demasiado para


soportar. El macho estaba seguro de que Trey no se iría. Estaba seguro
de que el Alfa se mantendría en su posición. Trey se enfrentó a su amigo,
tratando de no arremeter contra él y desatar la maldita furia que retenía
en su interior por demasiado jodido tiempo.
233
Hijo de puta.

- Sabías que me quedaría.

- Digamos que fue una corazonada.

Una corazonada mi culo.

- ¿Cómo lo sabes?

- Ava es mi vida - Diskant respondió con una fuerte dosis de gravedad en


su voz. - Me muero sin ella. Sin embargo, su vida y la vida son dos cosas
diferentes. Tienes que elegir lo que es más importante para ti y trabajar
todo lo demás a su alrededor. Vas a encontrar tu camino. Por ahora todo
es nuevo.

- ¿Y quieres que yo lidere? - No podía entender cómo Diskant podía


imaginar tal cosa. - ¿Crees que soy capaz?

Diskant no respondió. No inmediatamente. Después de una pausa, cerró


la distancia entre ellos. El Omega detuvo centímetros de distancia,
mirando a Trey, con los ojos llenos de respeto y admiración. Trey
recordó cuando nació el Omega. En el momento de su llegada, todos en
la manada habían sentido el poder del recién nacido. Ellos siempre
supieron lo que el bebé llegaría a ser. Trey había tomado a Diskant Black
bajo su ala, guiando al joven a la madurez, al igual que un hermano
mayor lo haría con su hermano.

- Yo no confiaría en nadie más - dijo Diskant. - Eres a quien ellos


necesitan.

- Dímelo después de hablar con ellos - Volviendo un poco la cabeza, miró


a Sadie. - Alguien tiene que quedarse con ella en caso de que se
despierte. No quiero que esté sola.

- Yo me quedo - Ava se acercó a una silla al otro lado de la cama. - No me


iré hasta que regreses.

Al menos tenía ese pequeño consuelo. Ava no dejaría que nadie se


acerque a Sadie. En realidad, sentía lástima por aquel que intentara
entrar en la habitación. Ava «incluso en su estado» probablemente
234
echaría a cualquiera arrastrándolo por las orejas. Entonces, tendrían que
hacer frente a Diskant.
Cualquier persona con dos dedos de frente lo pensaría mejor.

- Voy a hablar con Zach - Girando alrededor, Trey enfrentó a Diskant. -


No va a tomar mucho tiempo. Necesitas hacerte cargo de las hembras.
Quiero que ellas se hayan ido antes de que me dirija a la manada.

- Considéralo hecho. Ava mía ... - su voz se suavizó mientras hablaba con
su hembra. - ... prepárate.

- No los quiero cerca de Sadie. Infiernos no.

- Confía en mí - dijo Diskant con un brillo amenazador en sus ojos. - No


lo estarán.

Le tomó toda su fuerza de voluntad para salir de la habitación. Detestaba


tener que permanecer lejos, odiaba cada paso que daba lejos de su
compañera. La petición de Sadie “sé feroz” lo impulsaba a seguir. Eso era
lo que ella quería, para que él sea el hombre al que admiraba. No podía
decepcionarla. No después de lo que había sacrificado. Él sería el Alfa
que la manada necesitaba, al mando con el respeto de sus hombres. La
confianza sería más lenta de lograr, pero con el tiempo también vendría.

Zach estaba donde Diskant había dicho que estaría, sentado en el sofá.
El macho había cambiado dramáticamente desde que Katie había
muerto. Físicamente estaba más delgado, su cuerpo ya no era tan ancho
o muscular. Tenía el pelo largo y los oscuros ojos azules constantemente
melancólicos. Una vez Zach había sido un bromista consumado, fácil de
reír e intercambiar púas ingeniosas. Esos días se habían ido, dejando
tras de sí una sombra del antiguo Zack.
Trey no tenía idea de cómo en el infierno había sobrevivido a la pérdida.

Quizás fue su necesidad de venganza.

Tal vez Zach no podía descansar hasta que le hiciera pagar a los Pastores
por lo que le habían hecho.

- Tengo que ser claro - dijo Trey, entrando en la habitación. - Si deseas la


posición, tienes que estar listo para lo que viene con ser un Beta. No se
puede hacer a medias.

235
- Yo no hago nada a medias - Zach se quejó, levantándose del sofá.

- ¿Estás seguro de que estás preparado para esto? - Para mantener a la


manada en armonía, Zach tendría que enjaular su dolor. Se trataba de la
estabilidad y la gestión. - ¿Puedes honestamente decirme que no cederás
a la presión?

La intensa mirada del macho no vaciló.

- Necesito esto - dijo con voz áspera con los dientes apretados. - Tengo
que tener una razón para despertar cada día. Yo ... - exhaló por la nariz,
un visible tic en su mandíbula. - Katie no querría que la siguiera a la
tumba. Mi existencia «su memoria» la mantiene viva. No dejaré que sea
olvidada.

- ¿Es así como lo haces? - Trey no quería ser cruel por preguntar, pero
tenía curiosidad. La mayoría de los hombres se hubieran marchitado y
muerto después de perder a su compañera. - ¿Es eso lo que te hace
continuar?

- No estoy seguro - Parte de la tensión abandonó el rostro de Zach. - Me


hago la misma pregunta. No puedo explicarlo.

Tiene que haber otra compañera para él.

Tal cosa era raro pero sabía que eso podía pasar con cambia-formas y
humanos si no se había establecido la tercera etapa del vínculo de
sangre. Zach tenía que saberlo. El macho no era un joven cachorro.
Estuvo alrededor, vio un montón de cosas. Y había soportado la peor
pérdida imaginable.

Zachery Taylor no apreciaba la forma en que Trey le miraba. Demonios,


no apreciaba la forma en que la manada lo hacía. Detestaba sus miradas
simpáticas, odiaba la forma en que susurraban a sus espaldas. Él sabía lo
que todo el mundo estaba pensando y eso le molestaba.
Katie podría no haber sido su compañera. Él habría muerto si ella lo
hubiera sido.

Tan lejos de la maldita verdad.

Un dolor familiar atravesaba su pecho. Pensaba en Katie cada minuto,


anhelaba su tacto, deseando un rastro de su dulce aroma. Había llegado
236
a través de la segunda etapa del vínculo de sangre con ella, y había
estado a punto de sellar su unión. Si hubiera sido más inteligente, habría
presionado para completar la tercera etapa también. Ella no habría
sobrevivido a la explosión, pero al menos se podría haberse unido a ella
en el más allá.
Odiaba a los recuerdos, especialmente los de la noche en que había sido
asesinada. Sin embargo, se levantaban espontáneamente, azotándolo
con ese tormento. Sintió el momento exacto en que su vida se extinguió.
La sensación era como una amputación de su corazón, como si una garra
invisible rasgara su pecho y arrancara la parte más vital de su alma.
Había caído de rodillas, afectado por el golpe.
Pero de alguna manera, se las arregló para levantarse de nuevo.
Al principio, su dolor que lo mantuvo fuerte.
 Envolvió el sentimiento a su alrededor como una manta, usándolo como
un arma. No estaba seguro de que las cosas hubieran cambiado, pero se
dio cuenta de que su bestia era diferente. El animal era la razón por la
que los cambia-formas reducían las distancias y morían después de la
muerte de sus compañeras. Al principio su lobo quería hacer
precisamente eso. Diciéndole que encontrara un lugar para descansar y
no volver a levantarse. El hombre, sin embargo, quería matar a las
personas que habían tomado a Katie de él. Con el tiempo, la tristeza del
lobo se había aliviado.
¿Por qué? Él no lo entendía.
¿Incluso peor? Cada día se hizo un poco más fácil.
No estaba seguro de que le gustara eso.

- Me quedé después de que te fuiste - dijo Zach. En lugar de persistir en


el recuerdo de Katie, se puso a trabajar. Trey quería saber si podría ser
un Beta. Esta era su oportunidad para mostrar al Alfa lo que podía hacer.
- La manada se ha calmado considerablemente. Están desconcertados
por lo que vieron, y es por eso que están dispuestos a escuchar. La
mayoría de ellos nunca habían visto nada como Aldon antes.

- ¿Diskant te dijo todo? - Trey preguntó.

- Sí - Zach no quería creerlo, pero había visto a Aldon con sus propios
ojos. Diskant no perdió tiempo tratando de endulzar la verdad acerca de
la poderosa criatura a la que la manada se enfrentaba. - Sé lo que viene.

- ¿Y todavía quieres ser mi Beta?

- Lo quiero.
237
Como el segundo lobo a cargo, estaría al tanto de la información. Quería
estar en primera línea y matar a los Pastores cuando regresaran. Y
regresarían, vendrían a Nueva York con refuerzos. Para él, Aldon era
simplemente una idea de último momento. No se preocupaba por el
apareamiento de Trey o cualquiera del resto. Quería darse un festín con
la sangre de sus enemigos, ver escurrirse la vida de tus ojos.

- Nathan volverá tarde o temprano - Trey frotó la parte posterior de su


cuello. - Cuando eso suceda, tendrás que renunciar. ¿Está dispuesto a
hacer eso?

Oh sí, estaba dispuesto. Pero no por las razones que Trey preveía.

- Sí.

- Entonces supongo ... - Trey bajó su brazo cruzándolo hacia él. - Ya es


oficial.

Zach tomó la mano que Trey le ofreció, sacudiéndola firmemente.

Él haría lo que tenía que hacer, sería el Beta que la manada necesitaba.
Mientras tanto continuaría recopilando toda la información posible,
almacenándola. El lobo rompió sus dientes, retorciéndose bajo su piel.
Con esfuerzo hizo que su bestia se calmase. Esa era su habilidad, su don.
Además de mantener la máscara en la que su rostro se había convertido.
Él siempre se las arreglaba para controlar sus emociones, y ahora lo
estaba usando a su favor. Trey no sabía lo que Zach tenía en mente. El
Alfa tampoco podía leerlo a menos que Zach le permitiera el acceso a su
secreto.
Una visión de la cara de Katie flotaba frente a él, linda, dulce. Perfecta.
Quería gruñir, pero no lo hizo. Había conseguido lo que necesitaba.
Cuando tuviera los nombres y direcciones, finalmente sería capaz de
salir de Nueva York y comenzar la caza.
Cuando llegara el momento, iba a matarlos a todos.

Uno por uno.

238
Capítulo 18
Sadie se despertó, pero no abrió los ojos. Estudió su entorno usando sus
otros sentidos, su nariz rastreó el olor de Trey. El tic-tac rítmico de un
reloj sonaba como un tambor, voces a la deriva llegaron a sus oídos
desde el otro lado de la casa.
Ella y Trey estaban solos en el dormitorio.
Era seguro revelar que finalmente se había sanado.
El calor se extendió a través de ella, un amor como ningún otro aceleró
los latidos de su corazón. Trey descansaba en una silla, con su barbilla
acurrucada contra su pecho. Era demasiado grande para los muebles,
sus largas piernas despatarradas. Una sombra se extendía por su barbilla
y la mandíbula, y las ojeras bajo sus ojos eran la prueba de su fatiga.
Flexionando sus músculos, evaluó sus lesiones.
Sin dolor. Sin estiramientos en su torso. Las heridas se habían cerrado y
reparado.
Dormir era justo lo que necesitaba.

¿Cuánto tiempo estuve fuera? ¿Un día? ¿Tal vez dos?

Ella no quería moverse y alterar la paz, pero sabía que Trey querría saber
que finalmente había despertado. Sus extremidades temblaban, pero
como siempre se ajustaron con rapidez, permitiéndole quitar el edredón.
Los ojos de Trey se abrieron de golpe, con el rostro lleno de alarma.
Entonces la vio y sus cejas se relajaron, el alivio suavizando sus rasgos.

- Eh extraño - ella murmuró, consiguiendo sentarse.

- No te muevas - Trey saltó de la silla, corriendo a la cama. Recorrió con


dedos temblorosos su mejilla, sus ojos bebiéndola. - Tómalo con calma,
cariño. ¿Necesitas más sangre? ¿Tengo que conseguir algo para ti?

Su sincera preocupación la derritió.

- Trey - Capturó su mano con la de ella, presionando su cara en su


palma. - Estoy bien.

- Tu pecho se cerró ayer - Trató de ocultar lo nervioso que estaba, pero


ella podía ver más allá de imagen que intentara proyectar. - Pensé que
ibas a despertar, pero no lo hiciste.
239
¿Ayer?

- ¿Cuánto tiempo estuve durmiendo?

- Dos días.

Mierda. Esos dos días son demasiado tiempo.

- ¿Qué pasó con la manada? - Odiaba tener que empujarlo a un lado,


pero necesitaba salir de la cama. No había mucho que hacer. Si las cosas
hubieran ido mal, tenían que discutir donde iban a ir. - ¿Qué decidieron?

- ¿Deberías salir de la cama tan pronto? - Se resistía a la idea de que


estuviera tratando de ponerse de pie, y la sostuvo entre sus brazos. - ¿No
tienes que tomarlo con calma por un tiempo?

- No soy humana - le recordó ella, balanceando sus piernas por el borde


del colchón. - Y no soy una cambia-formas.

Su tasa de recuperación era mejor que la de los demás. Es por eso que
los vampiros utilizan cavernas curativas. Allí podían dormir para sanar
sus heridas. Todo lo que necesitaban era abundante comida y un buen
descanso. Le habían disparado, apuñalado y casi le habían cortado la
cabeza. Ninguna de estas cosas la había puesto en el suelo. Se necesitaría
más que las garras de Aldon para mantenerla al margen.
Espiando su bolso sobre el tocador, se levantó.

- Háblame de la manada.

- Sadie ... - Trey gruñó.

Se detuvo, levantando la cabeza, realmente mirando a Trey. El pobre


hombre había pasado por el infierno. Podía vestirse después. Él tenía
que ser consolado y tranquilizado. Pasando sus brazos alrededor de su
cuello, apretó su pecho al suyo. El calor de su cuerpo irradiaba en su
contra, las manos colocadas en su caderas eran casi dolorosas cuando él
la atrajo más cerca.

- Te lo dije - ella rozó sus labios sobre el profundo hueco de su garganta.


- Estoy bien.

240
- No tienes idea de lo aterrado que estaba - Casi sonaba como una
acusación. Como si ella lo hubiera hecho sufrir a propósito. - Pude ver
que respirabas, pero no te movías. Ni siquiera cuando Diskant vino a
hablar conmigo. Tú tan sólo seguías durmiendo. Has estado en la misma
posición. Ni siquiera movías los brazos y las piernas. Cada hora que no
despertabas pensé ... - sus dedos se clavaron en su piel, su cuerpo
temblando con fuerza. - Pensé que tal vez ...

- ¿Yo no podría despertar en absoluto? - ¿Cómo podría no amarlo


cuando él se comportaba de esa manera? No había barreras, ni mentiras.
Él era como un libro abierto revelando todo. - Lo siento. Debería haberte
dicho que esperar. Un sueño reparador es sólo eso. No despertamos. Es
por eso que tenemos que hacerlo en un lugar seguro.

- ¿Eso es lo que son las cuevas de curación? - Él dejó de temblar ganando


algo de control. - ¿Un lugar donde vas a sanar?

El fragante aroma de su sangre la tentó. Ella trató de reprimir su hambre


sacando su cabeza de la curva de su atractiva garganta.

- Sí - Pero ella no podía volver a las cavernas. No hasta que supiera lo


que Geneva estaba haciendo. Dejó esta preocupación a un lado, para
concentrarse en el aquí y ahora. - Háblame de la manada.

- Tenían un montón de preguntas - Acariciando la parte superior de su


cabeza, dijo: - Algunas de ellas pude responder. Algunas de ellas no
pude. Cuando les hablé de Aldon, reaccionaron mejor de lo que
esperaba.

- ¿Les dijiste todo?

- Lo hice - Sus dedos vagaban de sus caderas a su espalda, su toque


dejando atrás un rastro de fuego. - Diskant pensó que era lo mejor.

- ¿En cuánto a Leigh? ¿Les dijiste acerca de ella?

- Al principio pensé que era mejor no hacerlo, pero les dije acerca de ella.
No están contentos pero adoran a Nathan. Con toda la mierda que
podría suceder, lo quieren de vuelta. Están dispuestos a dar a Leigh una
oportunidad si ella y Nathan están de acuerdo en los mismos términos
que nosotros lo hicimos.

241
- ¿Los mismos términos? - repitió ella, a pesar de saber exactamente lo
que quería decir. - ¿Van a matarla si les molesta?

Podía vivir con una diana en la espalda. Desafortunadamente Leigh no


era tan capaz de protegerse a sí misma, no hasta que aprendiera a
controlar su magia. Tal vez sería mejor para Leigh quedarse donde
estaba, fuera del alcance de la manada y de Aldon.

- Sí - respondió en voz baja, tratando de tranquilizarla.

No había mucho más que pudiera hacer, de verdad. A ella no le gustaría


colocar a Leigh en peligro. Trey era lo suficientemente inteligente como
para saber que no podía cambiar su postura sobre el tema.

- ¿Qué hacemos ahora?

- Pedimos otra reunión - Movió sus pies, meciéndose de lado a lado. -


Ellos quieren conocerte. Tendrás que responder a las preguntas que yo
no pude.

Más preguntas. Más respuestas.


Lo que no daría por un día de descanso mental.

- Lo haré lo mejor que pueda.

Ella sabía muchas cosas, pero no era un diccionario vampiro. La mayor


parte de sus conocimientos era de vampiros que usaban la magia blanca,
sobre vampiros de magia negra, sabía muy poco. Su tipo evitaba sus
contrapartes. Los Caídos eran peligrosos e inestables. Aparte de matar a
unos pocos había hecho todo lo posible para evitarlos por completo.

Piensa en todo eso más tarde. Disfruta el momento mientras puedas.

Silenciando sus preocupaciones, ella sólo le dejó sostenerla, tomándolo.


Ella sintió su duro cuerpo contra ella, fuerte y competente. Pero cuando
él la sostuvo así «tan suave, con reverencia» sabía que él era mucho más
de lo que parecía. Podía destruir paredes con los puños y, sin embargo,
esas mismas manos eran tiernas con ella. Sus dedos eran capaces de
explorar su cuerpo como las cuerdas de una guitarra.

¿Como pensé que podría odiarlo? Si sigue así, felizmente me envolvería


alrededor de su dedo meñique. Estaría a sus órdenes. Una caliente
242
ráfaga de calor se deslizó de su estómago a su coño. O tal vez envolveré
todo mi cuerpo a su alrededor. Descubrir cuantas posiciones podemos
averiguar.

- Maldición - él gruñó, rodando sus caderas. - ¿Te sientes mejor? - Tomó


una respiración profunda, levantando la nariz al aire. - Me encanta la
forma en que hueles cuando estás excitada.

- Probablemente debería tomar una ducha - Ella tendría que reunirse


con los miembros de la casa pronto, así como con la manada. No había
manera de que lo estuviera haciendo usando nada más que una camiseta
y las bragas. - Tengo que cambiarme de ropa.

- Más tarde - expulsó de forma precipitada, empujándola hacia atrás


para poder sumergir la cabeza.

Sus labios se encontraron en un beso salvaje y perverso. El hambre que


trató de sofocar regresó, creando una picazón en la parte posterior de su
garganta. Ella giró su lengua alrededor de la suya, chasqueando sus
puntas juntas. Sus encías se estremecieron y sus colmillos descendieron.
Su pulso se aceleró, zumbando en sus oídos. El aroma picante y seductor
de su sangre la llamó, casi podía sentir la salpicadura del líquido caliente
sobre la lengua.
Él trató de llevarla a la cama, doblando la espalda.
  
No tan rápido.

Ella no estaba tan fuerte como debería estar, pero él estaba siendo tan
cauto con ella que fácilmente se liberó. Con una mirada rápida para
asegurarse de que la puerta estaba cerrada, se dejó caer de rodillas. No
iba a permitir que él se negara de nuevo. Había fantaseado sobre ello
durante mucho tiempo. La próxima vez podía hacer lo que quisiera.
Ahora mismo ella estaba tomando lo que quería para variar.
Trey se puso tenso, sus ojos entrecerrados en ranuras delgadas.

- Cuidado - le advirtió, entre dientes. - Es posible que muerdas más de lo


puedes masticar.

- Espero que sí - Ella abrió la parte delantera de sus pantalones vaqueros


y bajó la cremallera. Él iba de comando, nada más que piel desnuda la
saludaba.

243
Excelente.

- Siéntate y échate hacia atrás - ordenó, tirando de sus pantalones. Él


estaba sin zapatos, por lo que desvestirlo no iba a ser difícil. - Te gustará
esto.

Y a mí también.

No estaba en la naturaleza de Trey someterse pero cuando Sadie lo miró


de esa manera «con la lujuria y el hambre en su mirada» ¿cómo podría
decir que no? Se dejó caer y se deslizó hacia atrás, permitiéndole quitar
sus pantalones vaqueros. Con un gruñido, él arrancó la camisa por la
cabeza. Había esperado tanto tiempo para que se despertara, temiendo
que nunca pudiera hacerlo.
Cuando finalmente lo hizo, él prometió ser cortés, viendo todo que ella
quería y necesitaba.
Nunca hubiese esperado que ella despertara excitada.
El suculento aroma de su coño era un estimulante sexual, por lo que su
polla se estaba poniendo dura como una piedra. El lobo estaba ansioso
por ella, anhelando su toque. No le importaba lo que pensaba hacer con
él, mientras mantuviera sus manos sobre su piel y su cuerpo en contacto
con el suyo.

He querido hacer esto durante tanto tiempo.

Los pensamientos del Sadie eran más fáciles de oír, a veces saliendo de
la nada.
En su sueño, cuando soñaba, él recogía fragmentos de su mente.
Imágenes e impresiones extrañas. Cuando sus sueños eran buenos, se
sentía eufórica, como si volara. Por otro lado, cuando sus sueños eran
malos, se sentía desolada y vacía, su tristeza una tumba de pesadillas.
Sus palmas rozaban el interior de sus muslos, borrando cualquier
pensamiento racional.
Él se hundió en las almohadas, asegurándose de quedar en posición
vertical para poder ver. Ella deshizo su camisa, rasgándola, haciendo que
los botones volaran por el aire. Sus pechos desnudos rebotaron, y sus
rosados pezones maduros estaban duros como guijarros. Antes de que
pudiera disfrutar de la visual, ella bajó su cabeza. Sus labios se dirigieron
a una de sus piernas, su aliento fresco soplando en su piel. Su cabello
caía en cascada sobre su muslo, las hebras rubias contrastaban con su
tez más oscura.
Él apretó los puños en el edredón para no tocarla.
244
- Sadie.

Ella levantó la cabeza hacia él, mirando hacia arriba y encontrándose


con sus ojos, chasqueando la lengua sobre su carne. Sus dedos apretaron
suavemente y masajearon su bolas usando la presión suficiente. Sus iris
aligerados, volviéndose de color celeste. Su mirada se dirigió a su boca.
Sus carnosos labios entreabiertos dejaban visible sus diminutos
colmillos. Su lobo gruñó y sus garras se alargaron. Se moría de ganas por
sentir su pequeña boca caliente envuelta alrededor de su polla, mientras
lo tomaba profundamente, chupándolo.

- Búrlate de mí ahora - le advirtió, luchando por respirar. - Y yo me


burlaré de ti más tarde.

La diversión iluminó su rostro.

- ¿En serio? - Deslizó la punta de su lengua desde la base de su polla,


deslizándose todo el camino a la corona.

- Es una maldita promesa, compañera - Él le mostraría cómo se sentía. A


ella no le gustaría mucho. Se aseguraría de eso. - Te mantendré en el
límite por horas. Me rogarás que te haga correr.

- En ese caso ...

Ella lo tomó en su boca, sus labios separándose y allanando el camino,


su lengua acunando la parte inferior de su polla. Entonces ella chupó,
con la más intensa presión imaginable. Él puso sus ojos en blanco y sus
garras rasgaron en pedazos el edredón. Bombeó sus caderas, sintiendo la
suavidad en el fondo de su garganta. Ella compensaba lo que no podía
hacer por vía oral, trabajando la base de su eje con la mano. Sus bolas se
tensaron y su polla palpitaba. Ella gimió, las vibraciones casi fueron
suficientes para enviarlo a toda velocidad sobre el precipicio. Dado que
el edredón estaba arruinado se las arregló para destruir la cama. Hundió
los dedos en el suave colchón, decidido a dejarla terminar.

- Es tan bueno - Su voz fluía a través de su mente. - Sabía que lo sería.

Él gimió, apretando los dientes. ¿Por qué tenía que decir que eso?

Hijo de una maldita perra.


245
La presión en sus bolas se levantó y todo su cuerpo comenzó a temblar.
No sería capaz de mantenerlo a raya. Había esperado demasiado tiempo
para verla así, adorando su polla con su boca, disfrutando del acto tanto
como él lo hacía. Sus fantasías más salvajes eran una mierda. La realidad
era mucho mejor, tan malditamente más dulce. Con una zambullida de
la cabeza, se lo llevó todo el camino hasta la parte posterior de la
garganta y se lo tragó.
Eso fue todo lo que necesitó.

- No puedo aguantar - gruñó, perdiendo la batalla.

- Entonces no lo hagas. Quiero ver como sabes.

Él se corrió con un rugido, emitiendo un sonido tan fuerte que resonó en


la habitación. Se dio cuenta de que los otros podían oírlo, pero a él le
importaba una mierda lo que pensaban. Su hembra no sólo cumplió con
sus expectativas, sino que superó todas ellas. Sus hábiles dedos
continuaron acariciando su polla, su boca subiendo y bajando por su
longitud. Ella tragó explosión tras explosión de su semen, bebiendo de
él. Parecía que iba a durar para siempre, pero incluso "para siempre" no
sería suficiente.
No cuando se trataba de Sadie.

- Mmm - ella tarareó, deslizando sus labios de la cabeza, retrocediendo


lentamente.

Ella le envió una imagen mental de lo que quería hacer a continuación.


La vena en su muslo le hacía señas, la sangre pulsando bajo su piel. Ella
quería alimentarse de él allí, verlo correrse por segunda vez. Pero si lo
hiciera, probablemente no sería capaz de ir a otra ronda. Su compañero
podría incluso contenerse para darle la liberación sin lograr la suya
propia, pero él no estaba interesado en dejar que eso suceda.

En otra ocasión, bebé.

- No, no lo hagas - Él se movió antes de que ella supiera lo que la había


golpeado, tirando de ella hasta su cuerpo, dándole la vuelta y cambiando
su posición. Sus dedos vagaban sobre su hendidura, buscando sus
pliegues empapados. - Es tu turno de gritar.

246
No hubo preliminares o advertencia. Dirigió su polla a la pequeña
entrada de su coño. Tan pronto como estuvo en posición, empujó. Ella
tomó todo de él, arqueando su espalda, sus uñas perforando su piel. Él
no se detuvo, retirándose sólo para volver con más fuerza. Poniendo su
boca en su pecho, chupaba su pezón en la boca, frotando la lengua por la
protuberancia.

- Sí - Ella gimió, moliendo su coño contra su polla. - Oh, sí.

Inclinándose, él tomó su culo. Una y otra vez se estrelló contra ella,


aumentando el ritmo. Su coño lo apretó a su alrededor, envolviéndolo
como un guante. Soltó el duro pezón y giró la cabeza, dando al otro
pecho la misma atención. Su coño se cerró sobre él, y su respiración se
volvió entrecortada.

- Córrete, Sadie - él gruñó, mordisqueando su piel. - Muéstrame lo bien


que te hago sentir.

Con un grito ahogado, ella lo hizo.


Él abandonó sus pechos. Deslizando su mano detrás de su cabeza, la
levantó y le ofreció su cuello. No dejó de moverse, hundiéndose dentro y
fuera. El sudor bañaba su piel y caían gotas por su espalda. Sintió el aire
cargado de electricidad, grueso y vivo a su alrededor. Su lengua se lanzó
sobre su carne, bañando el área que cubre su vena. La anticipación
picaba por su columna vertebral, los músculos tensos, a la espera de su
mordedura.
Ella marcó su limpia piel, sus colmillos hundiéndose profundo.
Él se corrió de nuevo, gimiendo de placer, chasqueando sus caderas.
El lobo gruñó en su cabeza, expresando su satisfacción. Sus cuerpos
chocaron, golpeando piel contra piel. Ella gimió mientras bebía,
chupando con sus labios suaves y gentiles. El sonido rompió algo dentro
de él. Redujo sus movimientos, cambiando sus embestidas de violentas a
tiernas.

- Te amo - jadeó, apretándola contra él. - Tanto.

Antes de Sadie, sólo existía para matar. Su único objetivo era hacer que
aquellos que lo habían agraviado sufrieran antes de morir. La herida aún
estaba fresca pero ya no ulcerada, carcomiendo su compasión,
destruyendo lo que le quedaba de humanidad. Su compañera no sólo
había logrado aliviar su sufrimiento, también encontró una manera para
reconstruir al hombre que solía ser. Haciéndolo íntegro. Completo. No
247
se merecía una segunda oportunidad, pero estaba jodidamente
agradecido de que le hubieran dado una. Su vida habría continuado,
pero nunca habría encontrado algún sentido a su existencia.
Ella le dio eso.

Su polla se ablandó, su cuerpo estaba exhausto. Él empujó su polla por


última vez y se quedó allí, enterrado profundamente en su interior.
Manteniendo la concentración, cerró los ojos, aturdido mientras ella
bebía. Sus colmillos se relajaron en su piel, su lengua se deslizó sobre los
pellizcos en su cuello. Él se estremeció, disfrutando de la forma en que
ella acariciaba su garganta mientras pasaba sus largos dedos a la deriva a
través del pelo en su nuca.

- ¿Trey?

Cerró el puño en los mechones de su pelo y tiró, mientras tomaba con su


otra mano un lado de su cara. Él se levantó sobre sus codos, mirando
hacia abajo. El iris de Sadie era una sombra oscura del azul y tenía las
mejillas de color rosa. Su cabello estaba enredado alrededor de sus
hombros y cuello. Parecía una mujer que había sido montada bien y
duro. Era un idiota engreído porque adoraba saber que fue él quien le
dio ese aspecto.
Su vacilación reveló su nerviosismo.

- Dilo otra vez.

Su corazón se rompió de nuevo. Si necesitaba oír las palabras, él las diría


una y otra vez. Hasta que ella supiera cuán profundamente le afectaba y
comprendiera que nunca sintió «ni sentiría» de esta manera por alguien
más.

- Te amo - inclinándose, rozó sus labios contra los suyos. - Te amo.

- Una vez más - ella suspiró, relajándose bajo él. - Dímelo.

Llevó su boca alrededor, lloviendo besos sobre su mejilla.


Serpenteando en su oído, le susurró:

- Te amo, Sadie Dumus.

248
Capítulo 19
- Ellos están listos para ti - dijo Zach dijo, haciendo un gesto hacia la
puerta.

Sadie apretó la mano de Trey, tratando de calmar sus nervios. Era el


momento de correr con los perros grandes13. Echó un vistazo al macho a
su lado. Él estaba igualmente en alerta, dispuesto a arrojar y patear culos
si alguien hacía las cosas difíciles para ella. Un rayo emocionante de
felicidad caía en cascada sobre ella como un cálido baño del sol de la
mañana.
Él la amaba.
Había sentido la gravedad de la declaración cuando la dijo en voz alta. Se
refería a todo el camino hasta su alma. Él haría cualquier cosa que ella le
pidiera, sin importar el costo. Ese nivel de dedicación merece el mismo
respeto y compromiso. Ella demostraría que valía la pena. Con el tiempo
la manada sabría que haría cualquier cosa por ellos. Les ofrecería su
lealtad siempre y cuando acepten su lugar al lado de Trey.

- ¿Por qué la cara larga? - Ella se burlaba de él, con ganas de aligerar el
ambiente. No se enfrentaban a sus muertes. La manada quería verla.
Ella sólo tenía que responder a sus preguntas - Relájate.

Él volvió la cabeza hacia ella, con la amorosa mirada de color ámbar.

- Voy a relajarme después de esto se haga.

- Vamos entonces - dijo ella, llevándolo a la puerta. - Es la hora.

En lugar de reunirse en el granero, la manada se concentró en la zona


que rodea la piscina. Dejaron de hablar entre sí, quedándose en silencio
cuando ella apareció. El sol no se había puesto, pero ya no corría ningún
riesgo. Había empezado a descender, dejando espacio para la noche. Los
rayos ya no golpeaban la tierra, drenando su fuerza y abrasando su piel.
El hecho de que ella se estuviera exponiendo a la luz del día pareció
sorprenderles. Algunos murmuraban entre sí, sus voces suaves, en un
esfuerzo por evitar que los oyera.

13 Demostrar que es lo suficientemente bueno para hacer algo o tomar cierta posición prominente
en la manada.

249
- No puede ser tan mala - oyó a un hombre diciendo. - Ella está en la luz
del día, por el amor de Dios.

- Gracias por venir - dijo ella, con ganas de complacerlos. - Sé que tienen
un montón de preguntas. Voy a hacer mi mejor esfuerzo para responder
a ellas.

Un macho alto se adelantó. La forma en que la manada se movió detrás


de él indicó que hablaba por todo el grupo.

- ¿Quiso decir lo que dijo esa primera noche?

- Dije un montón de cosas - respondió ella lentamente, sin tener claro lo


que él quería decir.

- ¿De verdad quieres decir que aceptarías las responsabilidades de la


compañera de nuestro Alfa? - El hombre le preguntó. - ¿Estás dispuesta
a dar tu vida para protegernos? ¿Sin importar la amenaza? ¿Incluso si
eso significa renunciar a lo que más quieres?

La mano de Trey casi trituró la suya, su cuerpo temblaba. Todavía estaba


preocupado por ella, con miedo de la idea de que pudiera ser herida o
muerta. Ella contuvo una mueca, aceptando el dolor. Él ni siquiera era
consciente de que estaba apretando con tanta fuerza, atrapado en sus
propios pensamientos, imaginando su muerte y desaparición. Quería
consolarlo, pero no podía. Si lo hacía, él parecería débil. Tenían que
proyectar una imagen fuerte, unida frente a la gente delante de ellos.

- Lo hago y soy - dijo ella, mirando las caras estudiándola.

- ¿Y si otros vampiros atacan, vas a matarlos?

Ella no lo dudó.

- En un instante.

- ¿Qué pasa con los otros enemigos?

- Lo mismo se aplica.

El macho se detuvo, mirándola fijamente.


250
- ¿Cómo podemos saber que estás diciendo la verdad?

- No pueden - Ese era el maldito problema. Ella nunca sería capaz de


tranquilizarlos con palabras. Tendría que usar la acción. - Pero si me dan
una oportunidad, voy a demostrárselos.

El macho no dejaba de mirarla, teniendo en cuenta sus palabras. Los


cambia-formas detrás de él se mantuvieron quietos, mirándola de cerca.
Ella esperaba más preguntas, pero no llegaron. Sabía que les gustaría
saber más. ¿Por qué no la bombardeaban con sus incertidumbres? ¿Por
qué no estaban tratando de encontrar una grieta en su armadura?

Después de un momento, él dijo:

- Tráelos.

¿Tráelos? ¿Qué demonios significa eso?

Ella pensó para Trey. - ¿De qué está hablando?

- No que - pensó de regreso, aflojando los dedos. - Quien.

Un macho de pie en la puerta lateral se abrió de par en par, saludando a


la gente que no podía ver en el otro lado. Aparecieron mujeres y niños,
apretándose en el área uno detrás de otro. Algunas de las mujeres
llevaban bebés, mientras algunas otras sostenían las manos de los niños
pequeños. Los niños mayores miraban boquiabiertos hacia ella, con los
ojos brillantes de curiosidad.
Pensó de nuevo en la primera reunión con la manada.
Las mujeres habían estado allí, pero sin niños. Ahora que pensaba en
ello, rara vez había visto a los miembros más jóvenes de la manada. ¿Por
qué iba a hacerlo? Los niños son el futuro. Tenían que ser protegidos.
Esto era por lo que ella lucharía.
La vida con Trey tomó un nuevo significado. Y era algo glorioso. Ella
había protegido un aquelarre de perras intrigantes, haciendo siempre lo
que le dijeron. Pero no había habido ningún placer en ello. Aquí tendría
una familia real, al igual que lo había hecho en su infancia. Era algo
inconcebible. Los vampiros normalmente se unían a aquelarres y
vagaban por el mundo. Ellos no se establecían. Por una vez, le gustaría
echar raíces. Estaría en casa.
La idea que más le atraía.
251
Ella estaba encantada.
Una vez que todo el mundo estuvo en el interior y la puerta cerrada, el
macho se dirigió a ella de nuevo.

- Danos tu palabra. Jura que vas a ponernos antes de cualquier otra cosa.

Ella nunca tomaría un voto más importante.

- Lo juro.

Sus labios se separaron cuando todo el mundo se arrodilló e inclinó el


cuello hacia un lado. Los niños mayores imitaban las acciones de sus
mayores, mientras que los bebés lloraban en voz baja y se aferraban a
sus madres. Todas las cabezas se inclinaron, por lo que ella no podía ver
sus rostros. Preocupada, ella se acercó a sus mentes, encontrando que
todos ellos decidieron y aceptaron.
¿Aceptaron qué?

- A ti - Trey respondió con voz áspera. El macho nunca lloraba, pero ella
oyó la emoción en su voz. - Ellos te están admitiendo en la manada.

No podía ser tan fácil. De ninguna manera. Ella no había hecho nada
para merecerlo todavía.

- Salvaste la vida de uno de sus hijos - dijo Trey en su mente. - No hay


mayor regalo en la manada. Cuando protegiste a Ava, les mostraste
que valoras lo mismo. Al parecer, están dispuestos a confiar en tu
palabra.

Un niño «de no más de cinco o seis años» se movió de su posición y se


levantó.
Sadie sonrió cuando él frunció el ceño, sacudiendo la mano de su madre
cuando ella trató de hacer que se arrodillara. Él era una adorable cosa
pequeña, todavía gordito en su juventud, manteniendo la redondez de
sus mejillas, su cabello castaño veteado por el sol. Inclinó la cabeza a un
lado, mirando directamente a ella, apoyando la mejilla en su hombro.

- ¿De verdad bebes sangre? - Exclamó, como si no pudiera creer que


alguien quisiera hacer algo tan repugnante. Cuando ella no respondió de
inmediato, le preguntó: - ¿Qué pasa con volar? ¿Puedes hacer eso? He
oído que podrías volar si quisieras.

252
Su madre se alzó, tratando de callarlo.

- Oh, mamá - se quejó, retorciéndose de su prisión. - Dijiste que las


preguntas son importantes. - Su pobre madre parecía mortificada, con
los ojos como dardos hacia Sadie. - Es por eso que estamos aquí, ¿no? -
Él continuó, avergonzando como el infierno a la pobre mujer. - ¿Por qué
no puedo tener un turno? ¿Por qué siempre tienen que ser adultos? No
es justo.

Ella se alejó de Trey y desapareció, reapareciendo delante del joven. Su


madre se sobresaltó, dando un paso atrás. Murmullos rodearon a Sadie,
la manada se preguntaba si habían tomado la decisión equivocada. El
niño reaccionó de manera diferente, aparentemente satisfecho. Una
enorme sonrisa iluminó su rostro, sus ojos color chocolate estaban
emocionados.

- ¡Guau! - Exhaló. - Puedes volar. ¡Te moviste tan rápido que no te vi!

- Puedo hacer todo tipo de cosas.

- ¡Dime! - exclamó, corriendo hacia ella. - Esto es mejor que un cuento


antes de dormir.

Normalmente ella no tocaba a los hijos de otras personas a menos que se


le diera permiso. Tal cosa se considera de mala educación. Pero como el
muchacho se acercaba a ella como una locomotora de vapor, no tenía
otra opción. No podía dejarlo caer. Eso probablemente marcara más a la
manada que el hecho de que ella lo sostenga.
Capturándolo a mitad de camino, ella lo levantó. Todo el mundo a su
alrededor estaba ansioso. Su preocupación la consumía, robándole el
aliento. Tenía que darles un respiro, permitiéndoles sentirse cómodos en
su presencia. Trey le dirigió una mirada de desaprobación cuando ella se
dio la vuelta y lo enfrentó. A él no le gustaba que hiciera las cosas de
forma inesperada.

Bárbaro.

- Estoy segura de que tienes un montón de preguntas - Ella se agachó


sentándose a los pies de Trey. Se enfrentó a la manada, pero habló con el
chico, hablando lo suficientemente alto para que todos oyeran. - Voy a
hacer mi mejor esfuerzo para responder a ellas.

253
- Soy Arkin - le dijo con orgullo. - Mamá me dio el nombre de mi abuelo.

- Soy Sadie - murmuró. Ella no le dijo que sus padres tomaron el nombre
del hebreo, o que significaba princesa. - Encantado de conocerte, Arkin.

- Entonces, ¿cómo vuelas?

¿Cómo podía contestar eso? ¿Los asustaría a todos?


Ella había prometido para ser honesta, pero podría realmente compartir
todos sus secretos?

El aquelarre ya te ha rechazado. No puedes hundirte más profundo.

Trey arrodilló a su espalda, apoyando su mano en su hombro. Ella sintió


una corriente eléctrica por su espina dorsal. Su toque exorcizaba sus
demonios, obligando a sus temores a retirarse. Había tomado esta
decisión. Esto es lo que quería. Con el fin de ser parte de la manada, no
sólo tenía que ganarse su confianza, tenía que darles la suya también.
Ella miró a los hombres y mujeres en frente de ella.
Ellos estaban escuchando, esperando por la respuesta tan ansioso como
un niño.

- No vuelo. En realidad no. Se llama desaparición progresiva.

- ¿Cómo haces eso?

Instalándose, ella respondió a su pregunta. Había elegido una buena.

- Bien, verás - dijo ella, mirando a Arkin. - Comienza con un poco de


magia.

Frunció el ceño y apretó los labios.

- La magia es para cobardes.

Ella se llevó la mano a Trey, apoyando los dedos en él. Ella sintió su
conexión, cada vez más fuerte a cada minuto.

- ¿Por qué dices eso?

- Porque es mayormente falso - dijo rápidamente, con aire aburrido


ahora. - Lo he visto en la televisión.
254
Sus ojos se posaron en un rasguño en su pierna. Estaba casi curada, pero
no del todo.

- Es falso, ¿eh? - Ella miró hacia arriba, la satisfacción de las miradas de


la manada.

No confiaban en ella, pero querían. Recordó lo que su padre había usado


para decir cuando era una adolescente y se quejaba por tener que
estudiar tanto, diciendo que Roma no se construyó en un día. Le gustaba
citar al emperador romano Adriano.

Ladrillo a ladrillo, mis ciudadanos, él decía, ladrillo a ladrillo.

Este era el comienzo, el primer bloque en su fundación.


Liberando la cintura del niño, ella pidió a su magia, mirando a sus
rodillas. La energía zumbó a través de ella, calentando su sangre,
calentándola desde el interior. Trey sabía lo que estaba haciendo, y le dio
un pequeño apretón en el hombro. Tenía la intensión de empezar las
cosas con el pie derecho. No había mejor manera que revelar su don para
la curación.
El simple toque y la herida desapareció.
El niño estaba asombrado. La manada, aturdida.
Se volvió hacia Trey, dándole una sonrisa. Él bajó la cabeza, rozando sus
labios sobre los suyos.
Ladrillo a ladrillo, se convertiría en la mujer que ellos necesitaban.
Esto era sólo el comienzo.

255
Epílogo
¡Qué dilema!

Aldon Frost estudió la chimenea, mirando las llamas rojas tenues que
bailaban y balanceaban. No le gustaba lamentarse. No era su estilo.
Normalmente él no tenía por qué. Las personas inteligentes lo evitaban.
Ellos ciertamente nunca joderían con él.
No si querían mantener sus cabezas pegadas a sus hombros.

Sadie Dumus, cómo has provocado una brecha en las cosas.

Él pateó su culo más de una vez, pero ella volvía, determinada como
siempre. Había encontrado bastante divertido su persecución a veces.
Ella realmente creía que no era consciente de ella. Una pena, ya que un
verdadero miembro de Los Caídos la habría matado. A pesar de su
astucia no era inteligente. Probablemente incluso nunca se enfrentó a un
miembro de Los Caídos en su vida. La tonta vampiro no tenía idea con lo
que estaba tratando.
El fuego brotó en algunas astillas de madera. El sonido igualó su humor
amargado.
Tamborileando con los dedos sobre el borde de su silla, contempló su
próximo movimiento.
A pesar de que quería a la vampiro que podía localizar objetos mediante
el tacto, no tenía que tenerla. Hasta el momento, se las arregló para
obtener una gran cantidad de información sobre el paradero del céfiro.
El perro humano ignorante que tenía la creación mística logró mantener
un perfil bajo, pero dejó un rastro de papel. Después de que Aldon fuera
capaz de encontrar su nombre era tan fácil como llamar por teléfono y
pedir unos pocos favores. Thomas Brisbane estaba apretando la soga.
Pronto se estrangularía a sí mismo.
La irritación era una pérdida de tiempo, pero dejó que fluya la sensación
a través de él.

Estúpido mortal.

A sus hermanos no les gustaría si Aldon no lograra obtener la reliquia.


Como los auto-proclamados cazadores de Los Caídos, querían la cosa
corrompida borrada de la existencia. Seguramente podrían usarlo para
su beneficio, pero su familia nunca permitiría eso. Ellos operaban bajo
256
un estricto código de ética. Es cierto que a veces utilizan la magia negra
para llevar a cabo sus tareas, pero sólo cuando era absolutamente
necesario. De lo contrario, podrían sucumbir a la seducción del lado
oscuro. Además, si no usaban sus dones a menudo no podían mezclarse,
espiando a aquellos que eligieron uno por uno.
Engañando a todos a su alrededor.
Al igual que había engañado a Sadie Dumus.
Sus dedos se detuvieron y sus pensamientos giraron en otra dirección.
Así que ahora la hembra estaba reclamada. Acoplada a un hombre lobo.
Bien. No sería una distracción.
La líder de su viejo aquelarre era una perra total, pero él podía manejar a
Geneva. La arrogante hembra era muy parecida a Sadie, pensando que
era más inteligente de lo que realmente era. ¿Quería tomar el control de
Nueva York? Buena suerte con eso. Cuando Sadie se enterara, barrería el
piso con el culo de la mujer. A menudo se preguntaba si el exceso de
confianza era un rasgo femenino, pero eso no era justo. No todas las
mujeres fueron creadas iguales. Especialmente ante sus ojos.

Olivia.

Su nombre le sentaba perfectamente.


Real. Hermoso.

Siempre fuera de su alcance.

Sabía que no debería ir con ella, pero en un instante había salido de su


escondite para reaparecer en el pequeño restaurante donde trabajaba
sirviendo mesas. Como de costumbre, tomó una mesa en la parte de
atrás, para que pudiera verla sin que se note. Para estar completamente
seguro, se puso un velo de invisibilidad a su alrededor para que nadie lo
viera. Los mortales se sentirían atraídos por él, pero a su vez estarían
aterrorizados. Era mejor dejarlos pensar que estaban a salvo dentro de la
pequeña burbuja de seguridad que se habían creado en torno a sí
mismos.
Un destello rubio llamó su atención. Allí estaba ella, viniendo de la parte
de atrás.
Todos sus problemas se evaporaron.
No la había visto en semanas.
Aspiró profundamente, queriendo atrapar su aroma en sus pulmones.
Tuvo que separar los demás aromas « cerveza barata, comida grasienta y
rancio sudor» hasta que encontró lo que estaba buscando. Sus hombros
se relajaron, cerró los ojos y su mente se inundó de felicidad. La hembra
257
olía a lirio de los valles. Le encantaba eso de ella. Infiernos, él amaba aún
más que eso si estaba siendo honesto consigo mismo. Y pensar que ella
una vez había sido una dispuesta esclava de vampiro, permitiéndoles
darse un festín con su sangre y su cuerpo.
Una lástima.
Él extrajo otro aliento, tomándolo, dejando que el aroma impregnara sus
sentidos.
La primera vez que la había visto «descansando sobre redondeados
cojines colocados en el suelo con un collar de oro brillando en su
garganta» había aceptado su primera derrota. Rizos rubios caían sobre
sus hombros, sus penetrantes ojos morados como violetas recién
florecidas. Vestida de blanco, parecía un ángel que había estado
atrapado en una cueva de depravación.
La había deseado como el infierno en llamas.
En la mayoría de los casos él habría solicitado sus servicios, y reclamado
su deuda. Mientras que él no utilizaba esclavos a menudo, había estado
tentado una o dos veces. Él los necesitaba para saciar sus necesidades de
vez en cuando. ¿Quién mejor para dárselo que una hembra humana que
sólo quería intercambiar un poco de sangre de vampiro para permanecer
joven para siempre? Como bono adicional su implicación y participación
engañaba a Los Caídos haciéndoles creer que era como ellos. Los Caídos
tenían que creer que él era igual que ellos. Retorcidos y sádicos, capaces
de manipular a los seres humanos para hacer lo que ellos quisieran.

Así que él se había acercado a Conrad Masterson y le preguntó acerca de


la chica sentada a sus pies.
Para su consternación, su amo se negó a compartir, declarando que la
criatura angelical que le pertenecía a él estaba fuera de los límites. Eso
no tenía ningún sentido. Los Caídos no se preocupaban por los mortales.
Eran juguetes, meros juguetes utilizados en sus tiempos libres. Conrad
había ordenado al ángel «Olivia» que recogiera sus cosas y regresara a
sus aposentos. Aldon no tuvo más remedio que verla levantarse y
marcharse, su trasero curvilíneo burlándose de él mientras salía de la
habitación.
El recuerdo quemaba en su cabeza.
No podía olvidarla, aunque lo intentara.

Con el tiempo, su imagen se había convertido en una obsesión. No podía


acostarse con otras mujeres sin ver su rostro. Incluso cuando bebía él la
imaginaba, permitiéndose preguntarse como sería. La suavidad de sus
rizos rubios acariciando su rostro, su suave piel de seda, mientras rogaba

258
por su picadura. Ella se rompería en mil pedazos cuando él hundiera sus
colmillos en su carne, gritando mientras se acercaba.
La verdad era que había encontrado algo que quería, pero que no podía
tener.
Eso encendió un fuego que lo quemaba por dentro.
Entonces regresó a Aurora Palace «una exclusiva mansión a las afueras
de Georgia, donde los miembros de Los Caídos habitaban» decidido a
cambiar la mente de Conrad. No conocía al macho muy bien, pero todos
los vampiros de magia negra eran más o menos iguales. Todo tenía un
precio. Una vez que se enterara de lo que Conrad quería, Aldon podría
llevar a la mujer a su cama, beber hasta que estuviera satisfecho y
terminar con esto.

Él no estaba preparado para descubrir que Conrad había sido asesinado.


Con su amo desaparecido, Olivia estaba libre. Le había tomado un par de
semanas para encontrarla aquí, en este lugar. Su partida tenía poco
sentido. La mayoría se habría quedado, agradecidos de ser tratados
como una mascota mimada, contentos de ser una pertenencia y no una
persona. Pero no ella. Había un halo de misterio que rodeaba a esta
mujer que lo desconcertaba. Ella sólo empacó y se fue, jurando nunca
hablar de su vida anterior.
Era un acuerdo sellado también, firmado con magia negra. Si alguna vez
revelaba lo que sabía al resto de los mortales, la maldición colocada
sobre ella la mataría en un instante. Era libre para hablar de ello con
otros esclavos «u otros vampiros para el caso» pero nunca a los que no
sabían nada sobre el mundo sobrenatural.

¿Dónde estaba?

Perdido en sus pensamientos, su olor se había apartado de él.


Aspiró, en busca de ella, queriendo sentir su presencia a su alrededor.
Un día le preguntaría por qué lo había dejado. Tal vez cuando la hubiera
entendido perdería el interés. A través de los años muchas mujeres
intentaron atraparlo pero él nunca se había quedado. Se aburría de ellas
con facilidad y las dejaba de lado. Era lo que los humanos llamaban un
mujeriego, cambiando de una pareja a otra.
Allí. Sus labios se curvaron en una sonrisa. Allí está ella.
Otro aroma se mezclaba con su sangre, ardiendo en su nariz. Frunció el
ceño, tratando de bloquearla. Quería sentir solamente el aroma puro de
Olivia, su esencia cristalina. Si odiaba una cosa acerca de su trabajo «ya
que no le parecía que ella trabajara en absoluto» era el lugar que había
elegido para ganarse la vida.
259
En el restaurante atendía a los demás como lo hacía cuando era una
esclava, limpiando mesas y haciendo precisamente lo que se le decía.
Dejó de respirar y abrió los ojos.

Ese olor. No puede ser.

Algo estaba mal, muy mal.


Preso del pánico, la buscó, con los ojos salvajes, mientras se lanzaba por
la habitación. Su glorioso pelo rizado había desaparecido, estaba
bastante corto en realidad. Y estaba malditamente delgada. Tan frágil
que podría romperla si la follaba duro. Había círculos oscuros bajo sus
ojos, su figura apenas lo suficientemente fuerte como para soportar la
bandeja que llevaba. Incluso en su estado actual ella sonreía a la familia
sentada a la mesa, colocando cuidadosamente sus comidas ante cada
uno de ellos.
Él tomó otra respiración, mirando directamente hacia ella. Allí estaba,
claro como el día.

No, maldita sea. No.

Él sabía lo que significaba ese olor, aun cuando trataba de decirse a sí


mismo que no podía ser. Lo había encontrado en numerosas ocasiones
en los diversos mortales a su alrededor. No había otro olor como ese,
casi como un ácido cítrico. Cuanto más fuerte es el olor, peor es la
condición.

Se está muriendo.

Todo dentro de él se rebeló, gritando que nunca sucedería.


Dejó caer su disfraz, haciendo algo que nunca hizo, actuando por
instinto.
Todo para él era cuidadosamente planeado. Con el fin de seguir con vida
y un paso por delante de sus enemigos, era una precaución necesaria.
Sus hermanos lo matarían cuando se enteraran de que bajó la guardia,
preguntándose en qué demonios estaba pensando. Les diría la verdad.
Nunca lo había visto venir. Nunca pudo habérselo imaginado.
Tenía que haber una razón por la que no podía dejar de pensar en ella, o
sentirse atraído de una manera que nunca se disiparía.
Tenía que ser la única para él.
Él nunca la tocó. Si lo hubiera hecho, lo sabría a ciencia cierta.

Eso se termina ahora.


260
- Livie - el dueño gritó, dando a Aldon una mirada extraña. Su mente era
fácil de leer. Ella se preguntaba de dónde había venido, pensando que no
había manera de que se hubiera perdido a alguien como él. - Tienes una
mesa.

- ¿Está listo? - Él oyó a Olivia preguntar a la gente en su mesa. - Vuelvo


en un momento. Disfrute de su cena.

Él apretó sus dientes, manteniendo sus colmillos para evitar que caigan.
Cómo odiaba que ella esperara por los demás.
Después de haberla detectado, él había deseado que ella encontrara otra
línea de trabajo. Se abstuvo de darle la idea, se estaba controlando para
no aplicar la idea en su mente, intentando entenderla sin invadir su
mente y depositar sus propios pensamientos. Ese era el peligro con los
mortales. Si no tenías cuidado, podrías cambiar quienes eran, influyendo
en sus decisiones.
Cuando Olivia viniera a él, quería que fuera real. No alguien que había
creado.
Ella se acercó, tirando de una almohadilla del delantal en la cintura.
Mientras recuperaba la pluma levantó su cabeza. Sus iris morados ya no
eran tan brillantes, su piel tenía un enfermizo tono amarillo. Los
mortales no podían notarlo, pero él no era un mortal. La última vez que
la había visto ella había sido la imagen de la salud. Vibrante y juvenil, la
sangre de vampiro en su sistema hacía mucho más lento el proceso de
envejecimiento.
Pero no más.
La última sangre que había tomado obviamente ya la había procesado su
cuerpo, regresando a un estado completamente mortal. Ella envejecía
ahora, su cuerpo era susceptible a la enfermedad y la dolencia. Supuso
que estaba en sus veintitantos años, pero desde que ella había bebido de
vampiros podía ser mucho mayor.
Cuando sus ojos se encontraron su polla se endureció a pesar de los
cambios en su cuerpo y la cara.

Una vez que ella bebiera de mí se sanaría. Nunca se vería así otra vez.

Al principio ella luchó por mantener la mirada en él, sus adorables cejas
pinceladas haciendo surcos. Luego sus ojos se abrieron y el olor de su
miedo golpeó en su nariz. Se detuvo un par de metros de distancia, con
el terror grabado en su rostro y sus manos temblando visiblemente.
Su reacción no tenía sentido alguno.
261
Ella sabía de su especie. Había vivido con ellos por Dios sabe cuánto
tiempo.
¿Por qué habría de tener miedo? ¿Que era lo que tanto la asustaba?

- Ven aquí, Luvena14 - instruyó en voz baja, mirándola a los ojos.

La orden rompió su trance. Recorrió el comedor, mirando para ver si


alguien se había dado cuenta de su reacción. Lo sabía porque estaba
preocupado por ella. Si daba un paso en falso, iba a morir de inmediato.
Los médicos pensarían que había sufrido un ataque al corazón o un
derrame cerebral. Pero sería la maldición del juramento que había
aceptado lo que la enviaría a su muerte. Se dio cuenta de su alivio
cuando descubrió que nadie había prestado atención a su desliz.
Levantando los hombros, se acercó a la mesa y le preguntó:

- ¿Qué puedo conseguirte?

Santa Madre de Dios.

Ella nunca había hablado con él directamente. Ahora él deseó que lo


hubiera hecho.
El sonido acarició sus terminaciones nerviosas, su polla ya dura se
sacudió en sus pantalones. Su rechazo «pretendiendo que no lo
recordaba» lo inquietó de una manera que no le gustaba. Probablemente
debería broncear ese delicioso pequeño culo para que no lo hiciera de
nuevo.

Tócala ahora. Asegúrate.

- Te di una orden - dijo con voz áspera, retorciéndose los dedos. - Ven
aquí.

Ella había abandonado el Palacio, pero sabía que no debía desobedecer.


No era una petición enorme. Si no hacía lo que él decía, llamaría la
atención sobre sí misma. Él esperó, su sangre corriendo más rápido a
través de sus venas, sus encías quemaban con el esfuerzo por mantener
sus colmillos retraídos. Como si le doliera, ella obedeció, acercándose a
la mesa. Su temor aumentó y pudo oír el latido frenético de su corazón.

Como un pájaro que bate sus alas contra los barrotes de una jaula.
Estaba aterrorizada.
14 Luvena: palabra del latín que significa Joven
262
En el instante en que ella estuvo a su alcance, su mano salió disparada.
Encerró su pequeña muñeca con sus dedos, conteniendo un gemido
cuando su piel la tocó por primera vez. Como magia, una explosión
incandescente de fuego ardiente corrió a través de él, envolviendo su
brazo, viajando a su pecho. Rápido como llegó la sensación desapareció.
Ya estaba hecho.
Él la había encontrado y la marcó, reclamándola incluso si ella no lo
sabía todavía.
Su mirada se aventuró desde la muñeca que sostenía hasta su cara. Ella
había sentido lo mismo, pero estaba seguro de que no entendía su
significado. Aún no. El color había desaparecido de su rostro, sus pupilas
estaban completamente dilatadas. Un estremecimiento disparó a través
de ella y su piel estaba fría. Necesitaba alejarla de este lugar, y cuanto
antes mejor.
Antes de que él pudiera desaparecer ella tiró de su brazo lejos.

- T..tienes que m..marcharte - ella tartamudeó, el horror y repugnancia


eran evidente en su tono.

- No voy a ninguna parte.

No sin ti.

Buscó en las mentes del lugar. No podía hacer una escena. Si quería
podía usar la magia negra, creando una ilusión. Afortunadamente eso no
sería necesario. Había más de un camino a la piel de un gato.
Olivia necesitaba salir del establecimiento sin causar un alboroto. Siguió
vías mentales hasta que encontró a la persona que tenía que influir.
Su jefe. El cocinero.
En un segundo estaba hecho.
Colocar un pensamiento en la cabeza del hombre fue tan fácil como
levantar a un recién nacido.

- ¡Livie! - El mortal gritó desde la cocina. - ¡Te necesito!

Su terror regresó, la incertidumbre emanaba de ella.

- Ahora voy - dijo ella en respuesta, pero no se movió.

Hembra hermosa e inteligente.

263
- Ve. Haz lo que te ordenan, luego vuelve a mí.

Después de esta noche, nunca trabajaría otra vez. La transición debía ser
suave. Tenía que dejar que todo el mundo alrededor pensara que era un
cliente habitual que venía a buscar comida. Nadie sospecharía nada. Él
esperaría a estar a solas con ella y desaparecerían de allí. La gente haría
preguntas, pero como nadie sabría a ciencia cierta lo que ocurrió, Olivia
estaría a salvo.
Con una última mirada, aún petrificada por el miedo comenzó a alejarse.
Él la vio marcharse, recostándose en la silla. Una vez que él la llevara de
este miserable lugar, estaría bajo su mando. No podía esperar para
descubrir su cuerpo, explorando cada suave curva.
No más ilusiones. Esta noche tendría la realidad. Finalmente él la vería
en sus rodillas.
Esperando instrucciones a sus pies.

Santa mierda. ¿Por qué está él aquí?

Quería que su corazón dejara de golpear. Si alguien se diera cuenta de


cómo ella se estremeció, harían preguntas. No podía correr ese riesgo. El
cáncer podría estar tomando su vida, pero aún le quedaba un poco de
tiempo. No quería que su corazón dejara de latir en un instante porque
no podía guardar un secreto.
Al entrar en la cocina, preguntó en voz baja:

- ¿Qué necesitas?

Harry «el dueño y cocinero» la miró a los ojos. Parecía casi aturdido.

- Necesitas dejar de trabajar y volver a casa.

- ¿Qué? - Ella era la única camarera en la sala. No había manera de que


pudiera salir.

- Necesitas terminar tu turno - repitió como si estuviera en trance. - Vete


a casa.

Entonces ella lo supo. Su sangre se le heló, el terror volvió con todas sus
fuerzas.
El vampiro era el responsable. Él estaba dentro de la cabeza de Harry.
¿Pero por qué? ¿Por qué iba a aparecer aquí? Sólo la había visto una vez
y había sido hace meses.
264
¿Los Caídos venían a por mí? ¿Me obligarán a volver?

Ella prefería morir de inmediato a tener que volver a ese infierno. Las
cosas que ellos hicieron a hombres y mujeres, la enfermaban. La única
razón por la que había accedido a quedarse allí con Conrad se debía a un
acuerdo que habían alcanzado. Ella no era como el resto, que se dejaba
utilizar como receptáculo de lujuria. Las cosas que había visto le
provocaban náuseas. Se estremeció al recordar algunos de los actos,
odiando recordar que se había sentado allí mientras miraba.
El sexo, la sangre, la tortura.
Consideró preguntar a Harry quien la reemplazaría, pero se lo pensó
mejor. Bajo una compulsión no tendría una respuesta. Tan pronto como
se fuera, no recordaría que habló con ella. Desde luego, se preguntaría
por qué la envió a casa, pero con el tiempo, su mente produciría una
razón que tuviera algún tipo de sentido para él. Las mentes humanas,
extrañamente, podían recuperarse después de haber sido manipuladas.

Su mirada recorrió la puerta de atrás. Podía huir, pero no creía que


pudiera lograrlo. El vampiro podría rastrear su olor. Si la deseaba tanto
como para venir hasta aquí «por razones que no estaba segura de querer
saber» no iba a dejar que se escabullera de sus manos con facilidad. La
extraña sensación que había experimentado cuando él agarró su muñeca
le hizo pensar que las cosas no eran como parecían.
Sintió una migraña acercándose, probablemente el tumor en su cabeza
estaba a punto de estallar.
¿No sería el momento más apropiado?
Derrotada, se desató el delantal y salió de la cocina.
El rubio vampiro la había querido la noche en que apareció en el Palacio.
Había visto el destello de lujuria en sus ojos, notó con disgusto que sus
iris azules claros comenzaron a cambiar en los centros, llegando a ser de
color rojo. Para su mortificación había sentido que algo se movía dentro
de ella. Por primera vez en años, su cuerpo reaccionaba a un hombre.
A un vampiro.
Sus pechos se habían estremecido, sus pezones se endurecieron. Un
chorro de humedad recubría sus bragas y su clítoris había empezado a
palpitar. No podía apartar los ojos de él. No estaba vestido como los
demás, su ropa era fina y elegante, sin una pizca de cuero a la vista. Su
largo abrigo abrazaba a la perfección sus anchos hombros y su espeso
cabello rubio caía sobre sus hombros.

¡Para!
265
No importaba si ella se sentía atraída por el hombre o no. No había
suficiente gratificación sexual en el mundo para ser lo que él esperaría.
No le gustaba el dolor. Los otros esclavos lo habían aceptado pero la idea
de estar atada a objetos y azotada con látigos la aterrorizaba. Tampoco
quería ser compartida, entregada a cualquier persona para un polvo
rápido. Por lo menos había estado a salvo de eso. Ella nunca había
tomado parte en las malditas orgías o fue obligada a soportar la
vergüenza de ser follada por extraños.

Conrad. Pensaba en él con cariño, incluso ahora. ¿Por qué tuviste que
morir?

La suya había sido una unión poco probable pero había funcionado.
Ahora ella se quedó para afrontar el futuro sin él.
Tal vez el vampiro rubio sólo quería llevarla a la cama. Eso no sería tan
malo. Una noche, y ella podría fingir que era una chica normal. Surgía
una brizna de esperanza. Si él le permitiera beber, tendría más tiempo.
Dependiendo de su edad, el cáncer podría entrar en remisión o
retroceder del todo. Conrad no había sido lo suficientemente mayor
como para detenerlo y revertir su enfermedad, pero tal vez este vampiro
podría.
Ella regresó al comedor y la voluntad de hierro que había tratado de
crear se derrumbó a su alrededor. Él todavía estaba allí, estudiándola
con esos ojos azules que lo ven todo. No se limitó a mirar, su mirada casi
parecía devorarla. Se sentía como un ciervo encandilado por los faros de
un coche, incapaz de alejarse mientras caminaba hacia él. No había
suficiente distancia entre ellos, sin tiempo para considerar lo que estaba
haciendo.

- ¿Estás lista? - Le preguntó, levantándose de su silla.

Así que él había hecho lo que sospechaba, manipulado la mente de Harry


para enviarla a casa.

- ¿Lista para qué? - Ella susurró, esperando que no fuera cruel. Muchos
de los vampiros que había visto disfrutaban atormentando a sus esclavos
dándose un festín con su dolor. - ¿Que quieres de mí?

Algo crujía en el aire, envolviendo sus cuerpos. Su mirada se precipitó


por el pequeño espacio. ¿Si lo hubieran visto? Todo el mundo continuó

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con lo que estaba haciendo con normalidad, como si ella y el vampiro no
estuvieran allí.

Magia.

Querido Dios, ayúdame.

Él era mucho mayor que Conrad. Sólo el más antiguo de los vampiros
podía lanzar hechizos.

- Shh, Luvena - murmuró, llegando y colocando sus manos en su cintura.


Él la atrajo hacia su cuerpo, de pie era tan alto que tenía que estirar su
cuello para ver su rostro. - Cierra tus ojos.

Ella hizo lo que le dijo, cerrándolos con fuerza.


El aire crepitaba, quemando su piel. Entonces sintió como si el suelo
desapareciera y su cuerpo cayera en la nada. El vacío se arremolinaba a
su alrededor, el mundo desvaneciéndose en el aire. Pero no estaba sola,
atrapada en sus brazos.
Todo volvió con una sacudida.
Ella abrió los ojos, encontrando su equilibrio fuera de balance.
Ya no estaban en la cafetería. La había llevado a otro lugar.
Un fuego rugía a pocos metros de distancia, los muebles eran caros y
antiguos.
Ella comenzaba a liberarse de su abrazo cuando él la levantó del suelo,
con los pies los pies colgando a centímetros del suelo. Sus labios se
encontraron con los suyos, el tacto no fue doloroso sino tierno. Ella se
tensó, esperando que se convirtiera en violento. Los vampiros amaban
engañar. Era como un juego para ellos. En el instante en que ella se
relajara, la golpearía. Pero también sabía que no debía luchar. Eso es lo
que los vampiros amaban, destruir cosas y verlas caer en pedazos.
Para su sorpresa él se apartó, sus ojos azules llenos de asombro.
Ella no lo entendía. Nada tenía sentido. Él no estaba actuando como
cualquier vampiro que haya conocido nunca. ¿Sería un acto? Una
manera de ganar su confianza para poder darle la vuelta y romperla.
Parecía tan sincero. No podía ser todo una actuación.

- Bienvenida a casa, Olivia.

¿Bienvenida a casa? Ella jadeó, pensando que él había perdido la


cabeza. ¿Qué significa eso?

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Él bajó la cabeza y la besó de nuevo, acercándola a él. Su cuerpo traidor
respondió, calentándola desde el interior. Ella trató de controlarse,
diciéndose a sí misma que no era seguro ceder. Entonces su lengua se
deslizó de sus labios, buceando en su boca. Ella levantó las manos y se
aferró a sus hombros, sosteniéndose con fuerza.
Hacía años que no se sentía de esta manera.
Arrastrada en una vorágine de deseo y necesidad.
Estúpida como era, se entregó, encontrando los suaves golpes de su
lengua. Él gimió, empujando sus caderas contra ella, su gruesa erección
dura y larga contra su vientre. Ella nunca había hecho el amor con un
vampiro, pero tenía la sensación de que eso estaba a punto de cambiar.
Justo cuando pensaba que iba a morir «cuando su cuerpo comenzaba a
desintegrarse y dejaba de funcionar» recordó por qué quería
desesperadamente seguir viviendo.
Entregarse a un vampiro, un inmortal.
Algo que ella había jurado que nunca haría.

Maldita sea el infierno.

Se retorció contra él, queriendo aliviar el dolor entre sus piernas.


Acababa de meterse en un montón de problemas.

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