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Es posible que los clientes sean el recurso más importante con el que puede
contar una empresa. Como bien se sabe, los esfuerzos de todos los integrantes
de la organización deben orientarse hacia la satisfacción y el cumplimiento de
las expectativas de los clientes; de ser así, estos la favorecerán con su compra
constante. En la cultura organizacional, el valor del cliente debe tener un
significado muy alto. Todos en la empresa deben estar conscientes de la
importancia de dejar satisfecho a un cliente y de tratarlo con calidad. Siempre se
necesitan clientes y se requiere hacer todo lo indispensable para que ellos
también necesiten de la empresa, de tal manera que se forme una relación
permanente de interés mutuo. Las empresas deben estar seguras de que sus
empleados encargados de atender clientes cuentan con el entrenamiento
apropiado; pero, sobre todo, que tengan una cultura de calidad hacia el servicio.
Una organización de calidad debe lograr que cada individuo que la conforma
pueda identificar de manera clara quien es su cliente interno inmediato y como
se estructura la cadena de valor hasta el cliente externo, a fin de entender
también con claridad como su trabajo agrega valor. El valor se puede conceptuar
de diversos modos, pero siempre desde la perspectiva de lo que espera y
necesita el cliente externo. El valor es forzosamente una combinación de
aspectos tangibles e intangibles. Por un lado, algunos clientes tienen la
capacidad y el conocimiento para cuantificar el valor aportado por el producto
desde el punto de vista técnico o económico.
Tanto los beneficios como los sacrificios son intangibles en este caso y, por
supuesto, varían de un consumidor a otro en función de la forma como se
perciben.
Porter asegura que solo existen tres estrategias genéricas que se pueden seguir
independientemente del tipo de industria: