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hn Keegan aa ba Pe AIST enn cine mes TARYTITAP A Cae TT hae Barrie Pitt presenta la historia ilustrada del siglo de la violencia que edita San Martin La cronologia del siglo XX es un catalogo de violencia como jamas hasta ahora conociera el mundo. Dos guerras a escala mundial han sefialado las cimas de la inevitable inclinacién del hombre hacia la violencia; pero el periodo no ocupado por esas guerras no ha sido me- nos violento: la humanidad no ha cesado de prepararse para la violen- cia, de ejecutar actos violentos 0 de ocuparse de sus consecuencias. Cuanto mas capaz se hace la raza humana de controlar el medio que la rodea, mas le empuja su ansia de autoafirmacién a poner en peligro ese medio con el uso de la violencia. El instinto de luchar y destruir parece ser tan basico en la naturaleza humana como el instinto de amar y crear. Para comprender mejor este siglo de violencia, San Martin-Ballantine inicia ahora la publicaci6n de una extensa coleccién, la Historia Ilus- trada del Siglo de la Violencia. En ella se integrara la historia ilustrada de la Segunda Guerra Mundial, que tan enorme éxito tiene, y que con- _tinuaré ofreciendo las series ya conocidas por sus lectores. Seguiran apareciendo los libros de Batallas, Campafia y Armas de la Segunda Guerra Mundial, y se ampliaran para incluir otras batallas, campafias y armas de todo el siglo de otros periodos y diferentes paises, desde Corea hasta Vietnam y desde la Espafia de 1936 hasta las luchas revo- lucionarias de América del Sur. Apareceran ademas series nuevas. Per- sonajes presentard biografias de Jos hombres: unos, de reconocida grandeza; otros, de infausto recuerdo, que arrastraron a la humanidad a la violencia o que emplearon la violencia para dirigir la lucha por la paz. Ya se han publicado las biografias de Patton, Skorzeny y Hitler. Pronto les seguiran las de Tito, Churchill, etc. Los libros iran, en todos los casos, profusamente ilustrados. El si- glo XX ha sido la era de la camara fotografica, gracias a la cual han podido desarrollarse nuevas técnicas de presentacién. Hemos demos- trado bien el dominio de dichas técnicas con la Historia. llustrada de la Segunda Guerra Mundial. Dondequiera que haya tenido lugar un hecho de violencia ha habido una cdémara pronta a registrarlo. El equipo de investigadores de la coleccién ha recorrido los archivos publicos y las colecciones particulares de todo el mundo en busca de las mejores fotografias, para que todos los libros vayan inmejorablemente ilustrados. Los textos se deben a las plumas de los escritores y comentaristas mas Gompetentes del mundo, cada uno experto en su campo. Todos son Goncisos y de facil lectura; textos e ilustraciones componen juntamente una nueva forma de presentar la informacién. Los libros ilustrados de San Martin son un nuevo tipo de libros para el lector moderno. Barbarroja: La invasion de Rusia en 1941 John Keegan: autor de Barbarroja BUNCE au ta I OY CUCU eel en Cat can MON nL uslce nar lolel ce EIR Cc tN roa SC CaP E CRE CUS eye ae DEC Mu ac ea Cee een Te COC UCL ME eee omic ey SI eine Came ace ce ey NEEM Ca sure John Keegan Barbarroja: invasion de Rusia 1941 Director Editorial: Barrie Pitt Editor: David Mason Director Artistico: Sarah Kingham. Editor Grafico: Robert Hunt. Dibujo: David Allen Cubierta: Denis Piper Dibujos Especiales: John Batchelor Investigacion Grafica: Benedict Shephard Cartografia: Richard Natkiel Las fotografias de este libro han sido especialmente seleccionadas de los siguientes archivos: De derecha a izquierda: paginas 2-7 Bundesarchiv: 8-9 Paul Popper Ltd; 10-11 Siddeutscher verlag, 44 Paul Popper Ltd / Sidd Verlag / Sddd Verlag / Pictorial Press; 15 Pictorial Press / Novosti / Novosti / Imperial War Museum; 16-17 1WM: 18 Paul Popper Lt 19 Sida Verlag / Pletonial Eress; 2) Fait, Popper Ltd / Sildd Verlag / Sdd Verlag; 21 Sida Verlag; 21 Suda Verlag; 22 Suda Verlag / Pictorial Press; 24.25 Novosti: 26-27 Sidd Verlag: 28-20 Paul Popper Ltd; 30 SUdd Verlag, 35 Ullstein, 36 Ulistein / Ullstein / Siidd Verlag; 36-37 Sidd Verlag / Ulistein; 39 Ullstein; 40-49 Sudd Verlag, 50-56 Ullstein, 58 Stdd Verlag / Ulistein; 59 Ullstein; 60-61 sin indicaclon, 62 Pictorial Press; 62-63 Sida Verlag / Sado Opera Mundi; 64 Sidd Verlag /’Assoclated Press, 66-67 Ullstein / IWM, 68-69 Ulistein; 70-71 no credit; ‘72-13 Suda Verlag; 14 Bundersarchiy, 76-85 Ulistein; 86 Bundersarchiv; 88.95 Uilstein; 96-97 Sidd Verlag; 98-99 Suda Verlag / Ulistein; 100-101 Siddd Verlag, 102-103 Ullstein 104 Novo sti; 105 Pictorial Press; {06-108 Sadd Verlag; 110-111 Pictorial Press; 112.114 Sudd Verlag; 114-115 Sado Opera Mundi / Sidd Veriay 116-117 Sudd Verlag: 118-119 US National Archives; 120-121 Ullstein- 122-124 IWM,; 125-127 Sidd Verlag; 12 Novosti; 129 Editorial Press / Novosti; 130 IWM; 131 Features Intemational; 132-139 Novosti; 140, 150-154 Sadd Verlag; 154-158 Novosti; 156-157 IWM; Sado Operaz Mundi Cublertas anterior y posterior: Search Fraduetor: Primera Es ja en Estados Unidos por Ballantine Copyright € 1970 John Keegan Copyright. © en Lengua Espanola LIBRERIA EDITORIAL SAN MARTIN Puerta del Sol. 6 a bs MADRID=14 Printed in Spain - Impreso en Espana Nor Aliamira-Rotopress. S. A. Cirretera Barcelona, Km. 11.200 - Madrid-22 : Dopdsito legal: M. 16.489/74 1S, BLN. 84-7140-079-0 Indice Introduecién El Ejército Rojo Tras los pasos de Napoleon La gran rotura Hitler y sus generales en desacuerdo La batalla en el Sur El sitio de Leningrado Derrota a las puertas de Mosc Choque le armas Introduccion por Bartie Pitt La historia considerara probablemente e122 de junio de 1941 como la fecha apo- calipti¢a del calendario militar. Ningun plan del aleance de la Operacion Barba- rroja se habia lanzado antes de enton- ces, porque nunca hasta aquel momento se habia dispuesto de técnicas de orga- nizacién, de transporte y de comunica- cién aplicables en tal escala. «Cuando se inicie la Operacion Barba- rroja —proclamé Hitler— el mundo con- tendra la respiracion.» Si no sucedi6 tal cosa es porque el mundo no esta muy interesado en los asuntos que se alejan demasiado de su Ambito personal y doméstico. Los pri- meros movimientos de Barbarroja se presentaron como el mayor espectaculo militar desde los acontecimientos de 1914, y la Europa occidental y los Esta- dos Unidos los contemplaron con el mis- mo desinterés casual con que el ganado mira el paso de un tren expreso. Incluso los que, por’su profesién, se dedicaban al andlisis de los grandes acontecimien- tos se mostraron mas interesados en calcular el grado de agotamiento a que © se veria abocado el poderfo aleman tras el inevitable colapso de la resistencia rusa, y mientras sus fuerzas acorazadas de choque profundizaban en territorio ruso, no parecfa gratuita la jactanciosa afirmacion de Hitler de que la conquista estarfa concluida antes de Navidad. «jNo tenemos més que dar una patada en la puerta principal —habia dicho a sus generales— y todo el podrido edifi- cio se derrumbar4!» Mientras el tiempo transcurria y las amenazadoras lineas se extendian cada vez mas hacia el Este, lo tinico que parecia exagerado de tal afir- macion era la valoracién del esfuerzo que costaba derribar la «puerta princi- pal». Por afiadidura, los observadores militares no tenfan en esta ocasion las dudas que siempre habian albergado ante tan rapidos avances. No se trataba, indiscutiblemente, de una serie de habi- les retiradas tacticas de los rusos para atraer al agresor a una trampa aun ma- yor, ya que gran parte de sus fuerzas ha- pian sido capturadas y aniquiladas. Los campos de prisioneros estaban a rebo- sar y, al paso arrasador de las columnas acorazadas, el suelo se empapaba de sangre rusa. A_los diecisiete dias la ‘embestida inicial se habian capturado 300.000 prisioneros, 2.500 carros de com- bate, 1.400 caniones y 250 aviones en el frente del Grupo de Byército Centro, y el servicio dé informacion indicaba correc- tamente que muchos otros centenares de aviones habian sido destruidos en el suelo. Asi, al contemplar como se detenfa en el Desna el Grupo de Ejéreito Centro, los paises occidentales sintieron de- rrumbarse sus pocas esperanzas, ya que no era descabellado creer que el poderio armado ruso habfa sido aplastado mien- tras los alemanes se dedicaban a opera- ciones de limpieza, a reforzar sus tropas, cansadas pero victoriosas, y a preparar- se para la ultima y facil etapa: Mose. No compartian del todo esta opinién las tropas alemanas, pero tampoco te- nfan que preocuparse mucho en su posi- cion. Desde luego, los rusos estaban re- forzando sus lineas, y habian demostra- do ser unos combatientes obstinados; no cabia duda de que la contienda seria larga, pero la victoria resultaria doble- mente satisfactoria por el esfuerzo que implicaria, y estaba casi a su alcance. Quince dias mas y se reanudaria el avance, con los hombres descansados, los polvorines abastecidos y los vehicu- los debidamente revisados después del castigo que habfan sufrido en las duras carreteras rusas, si es que se podian ca- lificar de tales. Pero el éxito trae tantos problemas como el fracaso, y como John Keegan. indica en su brillante andalisis del dilema con el que ahora se enfrentaba Hitler, para el Alto Mando el pulso no era tan firme. El propio Hitler habfa reconocido que la decision mas comprometida de la guerra serfa la de optar por dirigirse al Norte o al Sur una vez rota la Linea Sta- lin, Por consiguiente, y para su sorpresa, los hombres del Desna se vieron priva- dos de su mayor orgullo y proteccién, el Grupo Panzer de Gudarian, a quien, ante Ja indisimulada irritacién de sus je- fes, se le orden6 dirigirse al Sudoeste, volviendo hacia Kiev, mientras el I Gru- po Panzer se encaminaba hacia el Nor- te, Siguid, sin embargo, una vasta serie de movimientos envolventes, esta vez con mayor rendimiento todavia de pri- sioneros y de botin, y se afianz6 asi una victoria, que por el numero de bajas, constituy6 la mayor catastrofe de la his- toria rusa y, paralelamente, el mayor triunfo de las armas alemanas. Pero algo se habia perdido. Tiempo. Cualesquiera que fueran los demas mo- tivos de Hitler para atacar a Rusia en junio de 1941, uno predominaba: su creencia en la facilidad de la empresa que estaba acometiendo. «No tenemos més que dar una patada en la puerta —diria a Runstedt— y toda la podrida estructura se vendra abajo» ¢Qué pudo conducirle a valorar tan erroneamente a su adversario, ya enton- ces la mayor potencia terrestre del mun- do, como bien sabia por los calculos que le habfa facilitado su servicio de infor- macion militar acerca del ntimero de soldados y la cantidad de armas de que disponia? En sus discursos y escritos siempre habia argtido, claro esta, la na- tural e inalterable inferioridad del esla- vo respecto del teuton, pero tales pensa- mientos iban dirigidos exclusivamente al consumo de la masa. Nunca hubiera permitido que nublaran su juicio en de- cisiones de tal importancia. ¢Influyeron acaso sus recuerdos de la actuacion del Ejército ruso en la Primera Guerra Mun- dial, perfodo en el que Hitler se habia formado y durante el cual las mayores. victorias alemanas se habian logrado en el frente oriental y la mayor de todas, casi olvidada en Occidente, habia oca- sionado la derrota rusa y la pérdida de sus provincias més ricas?Puede ser; sin embargo, aunque los generales zaristas habian demostrado sus escasas dotes para el mando y mas tarde se habia ge- neralizado la moral derrotista entre los ejércitos del Gobierno Provisional, los rusos consiguieron no pocos éxitos mili- tares, tanto en el ataque como en la de- fensa, donde tradicionalmente demos- traban hallarse més a sus anchhas. Por lo demas, Hitler conocfa la historia 10 bastante bien como para saber que Ru- sia se habia ganado el respeto de todos los pafses europeos oponentes, y era lo suficientemente realista como para aceptar que los puntos fuertes de la mi- licia rusa —«nimero," espacio, tierra arrasada, enero y febrero», a los que de- berian afadirse el valor y la capacidad de sacrificio de sus soldados— eran cua- lidades intrinsecas del pais y de sus ha- bitantes, fuera cual fuere el régimen po- \itico gobernante. A largo plazo, estos Caballeria Roja durante unas maniobras de invierno de 1937. puntos fuertes contarian sin remedio. Pero Hitler no tenia intencion de dejar que llegara ese largo plazo. Estaba con- vencido de que la guerra podrfa ser re- suelta a corto plazo, en parte por la rapi- dez y poder de penetracién con que sus fuerzas Panzer operarian, y en parte por las ventajas que daria a sus generales la ineptitud de los rusos para manejar sus formaciones. Crefa que, por mucho valor, que desplegase el soldado ruso, éste se- ria contrarrestado por los errores de jui- cio y los titubeos a que el mando se mostraba propenso, como habia demos- trado la reciente actuacién del Ejército Rojo en Finlandia, y que creia inevita- bles por su propia estructura. La ineptitud rusa era, por supuesto, legendaria. E] conde Von Sehlieffen, que habia redactado los planes alemanes de guerra antes de 1914, basaba sus célcu- los en la reputaci6n de ineficacia del Es- tado Mayor Central ruso, apoyandose en la cual habia planeado el lanzamien- to de un golpe decisivo contra los fran- ceses, suponiendo que los aliados rusos. quedarian sumidos en un mar de confu- siones con los preliminares de la movili- zacion. No era, sin embargo, con este confu- sionismo superado con el que Hitler contaba para dar curso a sus planes (aunque haberlo rechazado del todo hu- biera sido ciertamento prematuro), sino més bien con un compromiso fatal que, afectando al propio principio de mando, suponia introducido por los dirigentes bolcheviques y que Stalin, con la purga del Ejército de 1937-38, habia actualiza- do de manera particularmente destruc- tiva y espectacular. En esto Hitler estaba, sin duda, tras una buena pista. La pregunta «;Quién manda?» flota en silencio entre el go- bierno y el ejército de todos los estados, incluso entre los mas antiguos; en los de origen reciente, tiende a provocar dispu- tas, y cuando ese origen es revoluciona- 9 tio, la disputa se hace a veces violenta. Si tal cosa no sucedié en la Rusia So- yiética, estado revolucionario que s6lo se libré de perecer a manos de la contra- rrevolucion y la invasién extranjera de- bido a los esfuerzos del recién nacido Bjército Rojo en la guerra civil, fue por- que los dirigentes bolcheviques se preo- cuparon desde los primeros momentos de proveer a cada oficial (aunque «ofi- cial» no sea la palabra exacta, ya que habfa sido prohibida) de un comisario o delegado politico que supervisara sus actos. Es posible que‘un sistema dual de este tipo, en el que el comisario tenfa prefe- rencia sobre el soldado en Jas decisiones de tipo politico y que tedricamente era su igual a efectos militares, fuera nece- sario en los primeros tiempos. Para diri- gir al Bjército Rojo, que de unos pocos guardias de toda confianza habia pasa- do a convertirse en una fuerza armada de millones de hombres en un espacio de tiempo muy corto, los lideres bolche- viques se valieron en su mayor parte de los servicios de antiguos oficiales zaris- tas, dotados exactamente de los mismos conocimientos e instruccién que los mandos del Ejéreito Blanco con los que 10 estaban en guerra. Esta dependencia de los oficiales zaristas continuaria hasta bien avanzada la década de 1920-30 e in- cluso subsitio, aunque ya reducida a los grados superiores, cuando se incorporé alas nuevas academias un numero sufi- ciente de jévenes fieles al comunismo. Para entonces, muchos, ante el aparen- te beneplacito de los dirigentes, habian jurado su lealtad a la revolucién y al Es- tado comunista. Sobresalia especial- mente Tukhachevsky, antiguo oficial de guardias, que a los 25 afios habia osten- tado la jefatura de uno de los ejércitos bolcheviques durante la guerra civil. Cuando concluyé ésta y muchos ex- oficiales zaristas cuyos servicios no se reputaban adecuados o necesarios fue- ron licenciados, Tukhachevsky, el hom- bre que en 1920°hab{a dirigido el avance sobre Varsovia y un afio después habia sofocado la rebelién naval de Krons- tandt, estaba ya situado en el camino ascendente que le llevaria al mando del Bjército Rojo en la década siguiente. A pesar de la conversion evidentemen- te sincera de oficiales como él, y de la hostilidad que algunos de los mas orto- doxos comandantes rojos profesaban al sistema de comisariado, el Partido lo mantuvo en la década de 1920 y hasta principios de la siguiente. Pero aunque insistfa en su necesidad, hacia poco para escoger candidatos adecuados al servi- cio o para formar a los que desempefia- ban el cargo, con lo que el comisario qued6 como una especie de funcionario fervoroso pero oscuro, con quien los mas arrojados dirigentes rojos de la guerra civil demostraban tener poca paciencia. Por otra parte, bajo la inspiracién de ‘Tukhachevsky y de su circulo, la prepa- racién profesional del oficial soviético empezo a superar a la del comisario. La cooperacién secreta con el Ejército ale- mn, excelentemente acogida por los alemanes a causa de la intimidad que les proporcionaban les areas de entrena- miento rusas para experimentar mate- rial prohibido por el tratado de Versa- les, y que los rusos acogieron también con alegria por la oportunidad que les brindaba de conocer las nuevas técnicas militares, ayud6 a hacer del Ejército Rojo uno de los mas avanzados del mundo en los primeros afios de la déca- da de 1930. Empez6 por experimentar con el desembarco aéreo de grandes uni- dades, tanto en aviones como en para- caidas, y con el empleo de concentracio- Muchos millones de rusos conocieron el cautiverio aleman de 1914 a 1918. nes masivas de carros, estos wltimos de- satrollados en su mayor parte a partir de los famosos prototipos Christie ad- quiridos a su disefiador norteamericano en 1931. Esta profesionalizacién del Ejército Rojo recibio el aparente visto bueno del Partido en marzo de 1934, cuando se abolid por fin el principio del control dual y se declaré que las responsabilida- des del comisario se circunscribian en adelante a las de asesoramiento y edu- cacion ‘politicas. Al afio siguiente se reinstauré la titulacién formal de los grados (abolida durante la revolucién y reemplazada por eufemismo como el de sespecialistas de mando»), introducién- dose la nueva distincion de mariscal, a la que fueron ascendidos los cinco diri- gentes militares principales: Tukha- chevsky; Voroshilov, comisario de De- fensa, antiguo agitador politico y miem- bro del Primer Ejéreito de Caballeria, y luego colaborador cercano de Stalin; Yegorov, jefe del Estado Mayor salido de las filas del mismo Bjército de Caballe- ria); y Blucher, otro ex sargento zarista, héroe de la guerra civil, en otro tiempo consejero militar de Chiang-Kal-Shek y comandante del ejército semiauténomo de Siberia. Al profesionalismo cada vez més acu- sado del cuerpo de oficiales siguié una favorable disposicién a la creacién de un ejército regular, 0 para ser mas preci- sos, activo. Hasta entonces, la infanteria habia estado formada principalmente por las milicias ciudadanas, que opera- ban en zonas urbanas y cuyos miembros recibian instruccién solo periodicamen- te. Con el cambio operado, las divisio- nes de infanteria se transformaron en su mayor parte en formaciones activas en las que al recluta se le hacia cumplir su periodo de servicio sin interrupcién. Para compensar la consiguiente degra- dacién de las instalaciones de instruc- cion militar de los trabajadores, campe- MW EL EJERCITO ROJO EN 1937, ANTES DE LA PURGA Simarscaks: aed 15 comancantes se fret SEH Comandantes de Cuerpo & Berto SOO ORIO CCR IORI AA AY SO ITAA RIA TIT IIS EL EJERCITO ROJO DESPUES DE LA PURGA 2 ariscates * 1 2 comansames de Etre * f 28 cormuncantes de Cuerpe de treto peeesis FRESE BD soneraes de Onision Cala sinbolo representa 2 mands 0 2 dvisiones. sinos y eludadianos, se asignaron ele’ dos recursos a la Gsoaviakhim (Socie- dad para la Promocion de la Aviacion y a Defensa Quimica) v sus dirigentes, en uun decreto firmado por Stalin, recibie- ron la orden de no ahorrar esfuerzos para adiestrar a la gran masa de los ciu- dadanos soviéticos en materia de punte- ria, salto con paracafdas (realizado no desde aviones sino desde ameses col- igados de torres) y defensa civil Esta ampliacion numériea de los con- tingentes permanentes del Bjército Rojo. estaba en todo de acuerdo con las ideas, ‘ue Tukhachevsky y otros generales so- viticos habian mantenido desde el prineipio.Sin embargo, su efecto fue me- ‘os efieaz.en la prictica que en la teoria, ya que abrié las puertas del ejército a ‘aquellos j6venes campesinos amargados ‘que tan diffeiles de entrenar y esimilar hhabfan demosirado ser desde que co- ‘menzara la eolectivizacion de la agricul- tura en 1931, ‘Tan alarmados se mestra- ron algunos de los mandos superiores ante la perspectiva de que todo el ejerel- to adquirera el talante de las unldades de reclutamlento, que fueron atendidas ‘sus peticlones de revisiGn del programa, El mariscal Blucher, en Siberia, consi- iguld algunas concestones. Sin embargo, fracas6 el intento de extenderlas al res- to del pats, Bien pensado, ,eomo podta Stalin es- tar de ueverdo? Cualquler demostracion de debilidad en ese perfodo de su dicta dura habrfa terminado con é: tan vio= rates y tantos eran los enemigos que se habia ganado. Acababa de completar la parte principal de su gran purga del par- ido y una purga complementaria de la NEVD (poliefa seereta), De los tros grandes érganos de poder, éstos dos se hhallaban sin Inger a dudas en sus ma- nos; el tereero, el eféreito, todavia podia esbancarle si sus jefes asf Io querian. ¥ en su mayor parte no le debian nada Voroshilov, comisario de Defensa desde 1995, parecia leal, pero también era el menos profesional de los eines marisea- les y probablemente el que gozaba de ‘menos apoyo entre el cuerpo de oficiales, regulares. Los otros, que eran ademas os mandos superiores de! Bjército Rojo, ersonalmente no le debian nada. Ha- bfan comenzado su carrera antes de que 1 sublera al poder y su ascenso habia ependido mas de su propio esfuerzo 0 de la estima de sus compaiieros que de la intervencion del Partido o de la dis- tribucién de favores personales. No es, ues, de extranar que, exeitado por el ambiente creado por Ia purga del Partie do y cast convencido de la realidad de los peligros que é1 mismo habia fabrl- ado, 0 lal vex intoxieado por el placer de derramar sangre porque sf, decidiera no detenerse hasta le aniquilacién de todos sus enemigos, reales, potenciales © imaginarios. i Es posible también que dispusiera de pruebas mas clertas sobre una conspira- ‘clon contra su gobiemo personal, ya que corria el rumor de que la Gestapo habia hecho circular un informe amafiado en el que se daba a entender que Tukha- cehevsky intercambiaba informacion con el Rsiado Mayor Central aleman. Los ra ‘mores no fueron conformados; de todas ‘maneras, Tukhachevsky s¢ habia com- portado de forma poco inteligente du- ante les purges del Partido, en especial ‘en el curso de un viaje hecho a Francia “indulgeneia sin parangén para un ofi- ‘lal sovigtico—, y uno de los acusados ‘en uno de los espeetaeulares juicios del partido le habia aeusado de estar en contacto con Trotsky. Sea cual sea la verdad de todo esto, 0 de cualquier otro legato contra 1 u otro offeial, Tuicha- chevsky fue uno de los primeros que su- frieron arresto y muerte. Con otros siete generales, fue juzgado y fusilado el 116 12 de junio de 1937, ste breve y brutal episodio sirvié de norma y caraeterizé el holocausto que iba a seguir. En el otofio de 1938, como consseuencia de las ejecuciones suma- rias y de estudiados y espectaculares Julctos. el Eiéreito rojo habia perdido en- tre lacuarta parte yla mitad de sus man- dos superiores: tres de los cinco maris- ae ll Paracaidistas rusos —las unidades rusas de este tipo fueron unas de las primeras del mundo— entrenandose con el equipo. cales; trece de los quince jefes de ejérci- to; cincuenta y siete de los ochenta y cinco jefes de cuerpo de ejército; 110 de Jos 195 generales de divisién y 186 de los 406 generales de brigada. En los grados inferiores se estima que los golpes fue- ron atin mucho m4s duros, aunque en Jos de coronel a capitan parece que la ejecucion se sustituia a menudo por la pena de privacién de libertad, a diferen- cia de la norma adoptada para los altos mandos y los cargos politico-militares, en los que la muerte parectfa ser casi sen- tencia obligatoria: los once comisarios adjuntos de Defensa fueron fusilados, co- mo también setenta y cinco de los ochen- ta miembros del Soviet Militar, instaura- do en 1934, todos los comandantes de dis- trito militar y la mayor parte de los jefes de Administracion politica (comisarios superiores). Era dificil, sin embargo, detectar un método en la locura de Stalin. Con la purga se habia librado ciertamente del 16 ploque de oficiales ex-zaristas, pero por otra parte habia liquidado a muchos de los comandantes revolucionarios surgi- dos de la guerra civil, manteniendo, en cambio, en sus puestos a algunos de los més notables oficiales ex-zaristas. Sha- poshnikov, otrora educado en la Acade- mia Imperial del Estado Mayor y que habia caido en desgracia en 1931, fue de- signado sucesor de Yegorov, cuyos orf- genes campesinos eran irreprochables, como jefe del Estado Mayor en 1937, y tuvo la suerte de mantenerse en el pues- to hasta que su mala salud le impidié continuar afios mas tarde. Esto no quie- re decir, sin embargo, que los jefes mili- tares sufrieran més duramente que los politicos, ya que no fue menor el nume- ro de comisarios ejecutados; la mejor garantia de supervivencia parecia con- sistir en haber pertenecido durante la guerra civil al Primer Hjército de Caba- llerfa, fuerza anticosaca que habia dis- frutado del apoyo politico de Stalin y cuyos métodos de trabajo habian susci- tado la hostilidad de Tukhachevsky. Fue este grupo del Primer Ejercito de Caballeria el que en la segunda siega de la purga accedié al poder. Budenny, Ti- moshenko, Kulik y Zhukov. Disfrutaban de la proteccién de Stalin; le debian mu- cho antes y ahora se lo debian todo, in- cluso la vida. Si el trato fue bueno para élono, yaes mas dudoso. En Timoshen- ko tenia a un jefe capaz, aunque no ins- pirado; en Zhukov, a un general cuyo ta- lento se aproximaba al genio, pero de- masiado joven todavia para que pudiera desarrollarlo. En Budenny, a una figura muy aguerrida, aunque de ideas tacti- cas (estratégicas, desde luego, no po- seia) nunea muy profundas y por enton- ces completamente superadas. Kulik era un jefe de Aprovisionamien- to (cargo en que sucedié a Tukhachevs- ky) con ideas casi perversas sobre los problemas de equipamiento, puesto que lleg6 a retirar al ejército las armas auto- mticas ligeras baséndose en la afirma- cion de que eran inadecuadas para los soldados y deteniendo la produccién de armas anticarro y antiaéreas. Se equivo- c6 asimismo al interpretar el testimonio recogido por los observadores del Hjérci- to Rojo durante la Guerra Civil espafio- la (en la que gran parte del equipo ruso se puso a prueba por primera vez) sobre el uso del material blindado, decidien- do, en base a sus conclusiones, deshacer las grandes formaciones acorazadas que Tukhiachevsky habia estado preparando y redistribuir los carros entre la infante- ria en pequefias unidades. El efecto de tan malos cAlculos y, mas en general, de los desgraciados hechos en que tenian su rafz no se advirti6é fuera de Rusia has- ta 1940, cuando Stalin adopto la impru- dente medida de declarar la guerra a Finlandia. La génesis de esa vergonzosa derrota yace en el deseo de Stalin de aseguraise la transferencia o el arrendamiento del territorio finlandés situado en las cerca- nfas de sus bases navales balticas. La negativa de Finlandia determiné la rup- tura de relaciones diplomaticas y el 30 de noviembre de 1939 los rusos iniciaron un ataque masivo a través del istmo de Carelia, pasillo de tierra que une el Sur de Finlandia con la region de Leningra- do. Aunque lanzado con una considera- ble superioridad numérica, fue rechaza- do, como también lo fueron los iniciados en la larga frontera terrestre que separa- ba a los dos paises al Norte y al Sur del Circulo Artico. Hasta principios de fe- brero de 1940, previa una concentracion de casi un millén de hombres y de un prolongado bombardeo de las posicio- nes defensivas finlandesas en la Linea Mannerheim, el Ejército Rojo no pudo infiltrarse, forzando a los finlandeses a pedir la paz un mes después. La recupe- raciOn se debi a la jefatura y habilidad para el mando de Timoshenko, muy su- perior al primer comandante del frente finlandés, el mariscal Voroshilov, quien desde entonces volvio a tareas de natu- raleza politiea para las que estaba mejor dotado. El curso de la guerra finlandesa, en la que una naci6n de tres millones y medio de habitantes habia logrado contener y atin cerear durante todo un invierno al ejército de una nacion con una pobla- cion treinta veces superior, poniendo en ridiculo a sus jefes, hizo bien poco para 17 Arriba: EI T-35, uno de los ineficaces y monstruosos carros rusos de antes de la guerra. Izquierda: El BT-7, una de las primeras copias del prototipo norteamericano. Abajo: Un T-34, admirable carro de combate ruso. $88 Arriba izquierda: Tropas alpinas rusas de maniobras. Centro: Ametralladora ligera rusa de 7,62 mm con su dotacién. Abajo: Marineros de la Flota del Baltico aprendiendo el manejo de un caién. Arriba: Puesto de observacion de artilleria: los gemelos de cam- pana de «orejas de burro» eran un legado del’ejército zarista. 21 Arriba: Una patrulla alpina finlandesa avanza para tomar contacto con el enemigo. Aba- jo: Soldados finlandeses evacuan una posicién. realzar el prestigio militar soviético. De hecho, tan grande fue el entusiasmo sus- citado en Occidente por el desafio fin- landés que Inglaterra y Francia casi le- garon a intervenir a su lado. En caso de hacerlo, hubieran lamentado sin duda sus tiltimas consecuencias, pero el resul- tado inmediato habria contribuido a au- mentar ms atin el sentimiento de trus- tracién ruso. Mas, con el tiempo, las lecciones de la campafa finlandesa, aunque amargas para digerirlas de golpe, resultaron la mejor medicina que los rusos podfan ha- ber tomado. Los observadores extranje- ros —Hitler era el mas importante de ellos— dedujeron de la incompetente ac- juacién rusa que sus fallos— exacta- mente los mismos que habia exhibido contra un ejército aleman inferior en los comienzos de la Primera Guerra Mun- dial— eran incurables, y que en cual- quier campafia de mas larga duracioén los rusos sufririan el mismo destino de las derrotas de Tannenberg y de Mazu- ria veinticinco afos atras. Indolencia, ineptitud, falta de previsién, confusién: éstos eran los defectos, paliados solo por el valor del soldado raso, que cualquier enemigo de Rusia haria bien en tener en cuenta. Pero Rusia —y su ejército— habia aprendido a cambiar. Los meses que si- guieron al armisticio con Finlandia fue- ron de intenso esfuerzo en este sentido. Otra campafia, la de Zhukov contra los Japoneses en la frontera de Mongolia con Siberia, poco comentada en Occi- dente, habia demostrado en mayo de 1939, contrariamente a lo ocurrido en. Finlandia, lo que valia el Ejército Rojo. ‘Timoshenko, ascendido al mando de fac- to en lugar de Voroshilov, se mostré dis- puesto a conseguir quelo que un pequefio destacamento habia sido capaz de hacer en un conflicto local se convirtiera en practica operativa de todas las fuerzas ar- madas. Zhukov habfa vencido utilizando abundante material blindado. Timos- henko remoz6, pues, los cuerpos blinda- dos —formaciones de dos divisiones de earros y una motorizada— que Tukha- chevsky habia organizado antes de su caida. Demostré ademas que era posi- ble degradar a los comisarios, por sex gunda vez, a la categoria de consejeros politicos y afirmar la independencia del jefe militar en la toma de decisiones. Muchos de los oficiales encareelados o desterrados durante la gran purga mili- tar fueron reintegrados a sus puestos, y se dictaron y publicaron nuevas disposi- ciones sobre instruccién y sobre opera- ciones basadas en la experiencia finlan- desa, asf como informes sobre la direc- cién de las operaciones en Francia y Po- lonia por parte de los alemanes. No todo lo que estaba torcido podia enderezarse en el tiempo disponible, que demostraria ser demasiado corto. La purga habia asestado un golpe casi mortal a la confianza del cuerpo de ofi- ciales, de forma colectiva e individual, haciendo improbable que el oficial de cualidades medias o inferiores a la me- dia —por definicion, la mayorfa— se arriesgara a seguir una linea de accion independiente al entrar en contacto con el enemigo (la rigida adhesion a las 6r- denes demostraria ser uno de los princi- pales defectos rusos). La propaganda del Partido, por otra parte, a pesar de la humillacion de la guerra de Finlan-. dia, producia un desafortunado efecto inflacionista sobre la conflanza del sol- dado y sobre la moral ciudadana, al fi- jarse como meta la divulgacion de la in- vencibilidad del Ejército Rojo, articulo de fe tan importante como la confianza en la infabilidad del juicio del Politburo, Pero al comenzar el verano de 1941 se habia hecho mucho para restaurar el equilibrio del Ejército Rojo, y aunque todavia quedaba por hacer, lo crecido de los efectivos y la abundancia del ma- terial eran suficiente para dar que pen- sar a un atacante potencial. Aparte la Osoaviakhim y las reservas instruidas, éstas Ultimas resultado del sistema de reclutamiento total implan- tado a mediados de la década de 1930 el Hjército Rojo tenia en orden de 23, Actividad rusa cerea del rio Khalkhin-Gol. Arriba: La infanteria adopta posturas ca- racteristicas en una posicion defensiva. Izquierda: Los carros de combate rusos se preparan para avanzar. combate, en la primavera de 1941, entre 230_y 240 divisiones, en St mayor pi diSpuestas para su intervencién inme- diata y unas 170 dentro _del_ mare operaciones, oni cidental. La mayorfa eran de infanterf iza- da,_con unos 14.000-hambres_armados con Tis y dotados de escasas medios 0° transporte. Las de carros —en nume! Siperior a veintidds y que probablemen- te.se acercaba a sesenta— constaban de dos regimientos de carros de combate, un tercero de infanterfa transportada en cainiones, y otto de artillerfa, Tas divi siones_molorizadas, en las que la pro- porcién de carros e ii eria estaba in- vertida, sumaban por lo menos trece y probablemente mas. (Estos dos ultimos ipos_de division eran Tos equivalente exactos de las Panzer y Panzergrana- dier alemanas, como se Mamarian més tarde, aunque los rusos lograrfan man- tener el niimero de carros de sus regi- mientos acorazados en un nivel superior al de los alemanes). Mucho, si no la mayor parte del poder ofensivo y defensivo del Ejército Rojo quedo anulado, sin embargo, debido al extrafio plan de despliegue que Stalin impuso en las formaciones de campafia a principios del verano de 1941. Las fronteras rusas en aquel afo y estacion eran, por supuesto, diferentes de las que habria tenido que defender dos afios an- tes, ya que en casi’ todos los sectores se extendian bastante al Oeste de la linea de 1939. En el Norte, la anexion de los estados Balticos —Lituania, Letonia y Estonia— habian extendido los limites fronterizos hasta Prusia Oriental; en el centro, la particion de Polonia con Ale- mania les hab{a hecho avanzar casi has- ta Varsovia; y en el Sur, la anexion de la Besarabia rumana habfa llevado a las tropas rusas, a través del Dniester, has- ta Pruth. Aunque satisfactoria para Sta- lin, la anexion de todos estos territorios no facilité las tareas estratégicas a sus generales, ya que las nuevas fronteras significaban que las antiguas defensas fronterizas quedaban vacias e inutiliza- das decenas y atin centenares de kilé- metros detras de la zona militar de ope- raciones. Una frontera abierta, sin defensas fijas solidas ni grandes obstaculos naturales —anchos rios, lagos o cordilleras—, re- quiere una defensa en profundidad a cargo de fuerzas equipadas y entrena- das para una guerra movil. La posesién de grandes reservas, localizadas en cen- tros clave de la red de comunicaciones muy a retaguardia, es fundamental; sin tales fuerzas a su disposicion, el coman- dante de una frontera abierta vivira con la pesadilla de una incontenible pene- tracion enemiga. Con esta pesadilla condeno Stalin a vivir a sus comandantes durante toda la primera mitad de 1941, puesto que, en lugar de asignar a parte de sus fuerzas 25. El 1 de mayo de 1940. Las tropas rusas desfilan en la Plaza Roja. un papel de reserva estratégica, insistio en que todas estuvieran desplegadas en nucleos avanzados; en lugar de recono- cer que la linea de sus fronteras, con muchos entrantes y salientes, hacia poco rentable defender cada kilometro, insistié en que estuviera vigilada en su totalidad; y en lugar de admitir que ha- bia zonas menos necesitadas de una de- fensa enérgica que otras (por ejemplo, la que esta situada al Oeste de las impene- trables marismas del Pripet), extendid sus divisiones casi equidistantes unas de otras desde el Norte al Sur, entre el Baltico y el mar Negro. Habria que preguntarse, por tanto, qué motivos le indujeron a exponer su ejéreito al peligro de una manera tan clara. Seguin se ha dicho, constituian. «un compendio de complacencia, con- fianza y un cierto nerviosismo precavi- do»: complacencia alimentada por su propia propaganda sobre la invencibili- dad del Ejército Rojo, confianza en la posibilidad de evitar la guerra y un ner- viosismo precavido que se manifesto en. la decisién de adelantar fuertes contin- gentes de proteccion para que, detras de ellas, no pudieran ser detectadas las concentraciones preliminares de fuerzas procedentes de la Rusia central y orien- tal. A todas estas circunstancias podria- mos afiadir otra; el «espejismo». Stalin no queria la guerra, no presté ofdos a los avisos de su peligro, tanto de amigos ex- tranjeros como de otros que lo serfan después (Churchill entre ellos), despa- ché los alimentos y materias primas a Alemania en la fecha convenida y prohi- bio a sus comandantes toda prepara- cion militar, por vital que fuera para la seguridad de su propio sector del frente, en prevision de que fuera tomada o in- terpretada por Alemania como un acto de provocacién o agrasion. 27 TCS TS Ma Tres rutas llevan al corazon de Rusia. Una sigue el borde de la costa baltica hasta Leningrado. La segunda, que Na- poleén eligié en 1812, pasa por las anti- guas ciudades de Minsk y Smolensko (antes territorio polaco) y conduce a Moscu. La tercera, situada al Sur de las marismas del Pripet y al Norte de los CArpatos, es la carretera que va desde el Sur de Polonia hasta las tierras ne- gras de Ucrania. Dejando aparte el Pri- pet, area enorme y casi impenetrable de bosques y marismas que divide estraté- gicamente la region fronteriza rusa en dos mitades bien distintas, Norte y Sur, y los Carpatos, que con sus cumbres mi- rando al Oeste de la linea internacional 28 protegen més la frontera rumana y hin- gara que la rusa, no hay otros obstacu- los naturales que defiendan a Rusia de una invasion europea, pues, aunque las tres rutas tradicionales atraviesan gran- des rios, en los enormes espacios de la estepa es dificil de garantizar la integri- dad de una linea de defensa fluvial. Pero esto no quiere decir que Rusia sea un pats facil de invadir. Dos milita- | res geniales, Napoleén y el rey sueco Carlos XII, perdieron allf su reputacion y las penalidades del «Gran Hjército» durante su retirada de Mosctt en 1812 subsistieron largo tiempo en el recuerdo | de los europeos. El estado ruso es inefi- | az; sus habitantes, gentes atrasadas; su economia, subdesarrollada; las carre- teras, pocas y malas. Asi opinaba antes de la Revolucion, aunque no por eso de- jaba de pensarse que Rusia era un pais virtualmente inmune a los peligros de una invasion. Al menos asi lo veia Sc- hiieffen, autor de los planes alemanes de guerra para 1914. No dudaba de que sus soldados derrotarfan contundentemente a los rusos a pesar de la desigualdad en el namero, pero atribuia a los resultados la condicién de «victorias vulgares»: esto es, victorias en las que no se cerca ni se acorrala al enemigo, sino sélo se le obliga a abandonar el campo de batalla. Los alemanes no alcanzarfan un éxito definitivo en Rusia, arguia, debido a la Keitel, Brauchtisch, Hitler y Halder estu- dian pensativos un mapa de Rusia, 1941. gran magnitud de los ejércitos rusos, que hacia casi imposible rodearlos, y a la carencia en el terreno de obstaculos contra los que se les pudiera inmovili- zar; encontrarian por donde escabullir- se, arrastrando tras sf al invasor a los grandes espacios del interior, donde el clima, la politica de tierra arrasada y el cansancio de la persecucién terminarfan acabando con él. Por tan razonables motivos, Schlieffen desdefi6 una facil victoria en el Este, favoreciendo en cam- bio la campafa contra Francia, tactica- mente mas desafiante pero menos peli- grosa desde el punto de vista estratégi- co. Este fue su primer movimiento en una guerra de dos frentes. Hitler hered6 de Schlieffen todos los problemas que plantea la situacion de dos frentes. En principio, decidié tratar- la, como Bismark habia hecho, no en términos militares sino diplomaticos; firmé asi el acuerdo Molotov- Ribbentrop de 19 de agosto de 1939, pacto de no -.agresion ratificado poco después por el reparto entre ambas na- ciones del territorio polaco. Probable- mente Hitler no considero nunca este pacto como otra cosa que un recurso. Es dificil asegurar, por otra parte, que tu- viera razones doctrinarias para atacar a Rusia, pues en casi todo, exceptuando su antisemitismo, era hombre eminente- mente pragmatico. Sin embargo, su sen- tido comin le decfa que la amplitud del éxito conseguido, primero al derrotar al ejército polaco, y luego al aniquilar a los de Bélgica, Holanda, Francia e Inglate- rra, terminaria por alarmar a Rusia y le inducirfa a tomar medidas, encamina- das no tanto a apaciguar a Alemania reafirmando su politica de no-agresién, cuando a aumentar su preparaci6n mili- tar. Hoy sabemos que se equivocaba al razonar asi, ya que durante todo 1940 y hasta el 22 de junio de 1941 la politica de Stalin, aunque tuviera en cuenta 29 EI rostro de la no-agresién: Ribbentrop (izquierda), Stalin y Molotov. ciertas medidas defensivas, acataba en Imeas generales el pacto de no-agresion, al parecer con la mejor voluntad conci- liatoria. En algo, no obstante, acertaba el sentido pragmatico de Hitler: en ad- vertirle que Stalin estaba ganando tiem- po, y que, si le dejaba hacerlo, su poten- cia militar alcanzaria un nivel que, em- pleada en la defensa 0 en el ataque, ter- minaria por abrumar a Alemania m4s alla de sus fuerzas, si es que se rompfan las hostilidades. La enconada resistencia britanica acentuaba ademas el peligro de una in- version de las alianzas por parte de Ru- sia. Hitler estaba mas, molesto que per- plejo ante la persistente negativa de los britanicos a admitir la derrota, pues era obvio que Gran Bretafia no podia inter- venir en el continente. Pero su larga tra- dicién de supremacia maritima y su ha- bilidad en este terreno —utilizando a un tiempo su gran potencia naval y su pe- quefio ejército contra los flancos mariti- 30 mos de Buropa— constituian factores que no podia descartar, menos aun cuando uno de los principales objetivos de Gran Bretafia, en caso de aislamien- to, habia sido siempre, y era de suponer que todavia lo fuera, ganarse poderosos aliados terrestres. Rusia y Gran Breta- fia habfan hecho causa comun contra Alemania en la Primera Guerra Mun- dial, al igual que contra Napole6n. 4Cuanto tiempo podria Rusia resistir la tentacion de renovar estas alianzas? Si sucumbia a ella, Hitler se verfa enfrenta- do con la situacién no de un doble, sino de un triple frente, pues el apoyo ruso | a Gran Bretafia daria carta blanca al presidente norteamericano para realizar | su deseo de lievar.a los Estados Unidos ala guerra. Pero las cosas no tenian por qué se- guir necesariamente ese orden. «Si Ru- sia_desapare a esc —asilo ¢x- | plicé Hitler is cis 3. de julio de 1940—, Gran Bretafia perde- ra también el apoyo de los Estados Uni- dos, ya que el poder japonés en Oriente aumentara en gran numero. Decision: | debemos considerar la destruccién de Rusia como parte de esta lucha; cuanto fntes acabemos con ella, mejor». Con este razonamiento trato_de_justificar, quiza a si mismo, y sin duda a sus su- bordinados, su decisién de emprender el estudio de una blitzkrieg contra el Ejér- Cito Rojo. No permitié, por supuesto, que los preliminares de lo que todavia era una operacién contingente afectaran al cur- so normal de las relaciones entre las dos dictaduras, Estas relaciones estaban re- uladas por el pacto de agosto de 1939 y por algunos otros acuerdos firmados después, como el Ribbentrop-Molotov en Moseu en septiembre de ese mismo who. Basandose en dichos acuerdos, Stalin se anexiono los estados Balticos principios de 1940, y en junio la region fronteriza rumana de Besarabia. Si Stalin se hubiera detenido aqui, Hi- (ler no habria podido objetar nada. Pero Rusia se anexioné también parte de la Bucovina rumana, situada fuera de las esferas de influencia convenidas, y eso dio a Hitler una causa de alarma y moti- vos de protesta. Rumania, aliado poten- cjal suyo bajo la égida del fascista Anto- nescu, le suministraba su unico recurso natural: petréleo. Hitler estaba decidido f conservar este privilegio a cualquier precio, y los esfuerzos de su diplomacia durante el resto del afio estuvieron diri- widos a mejorar allf la posicién alemana A costa de Rusia. Se sobornd, pues, a Hungria ofreciéndola parte del territorio rumano, se apacigué a Rumania con el envio de tropas alemanas para proteger sus campos petrolfferos (y como garan- (1a contra una mayor anexion rusa), y se dio a entender a Rusia que estos movi- mientos estaban destinados a repeler cualquier intervencién britdnica en la vona. De todos modos, a Stalin no le fustaron nada tales iniciativas, como (ampoco la invasi6n italiana de Grecia a finales de octubre (que resultaria falli- la) y.@ mediados de noviembre envid a Molotov a Berlin para que se encarara con Hitler y le pidiera garantias concre- lis de buetia voluntad. Pero Molotov fracasé en su cometido; si hubiera sabi- do que Hitler preparaba una campana relémpago contra los Baleanes para la proxima primavera (la operacion Mari- ta), habria regresado atin mds preocupa- do de lo que estaba por la situacién en la zona. Y si hubiera sospechado el gra- do de planificacién a que se habia llega- do en la Operacion Barbarroja, nombre clave con que se conoefa la proyectada invasion de Rusia, es posible incluso que ni siquiera se habria atrevido a vol- ver, pues este plan arruinaba por com- pleto su trabajo como diplomatico. Es probable que Hitler expusiera primera vez su intencién de atacar Ru- sia_al general Halder, jefe del Alto Man- do_del Ejército (OKH), el 2 de julio de 1940 (el mismo dia en que difundio su orden para la operacion «Le6n Marino», la proyectada invasion de Gran Breta- fia). De hecho, nunca pensé muy en se- rio en atacar Inglaterra, tal vez porque dudaba de la habilidad de la Luftwatfe para vencer al Mando de Caza, 0 quiz& porque mentalmente ya se habia lanza- do contra la Union Soviética. De ahi que en adelante se concentrara en los planes de invasion de ésta. El escrito original de planificacion fue entregado al gene- ral Jodl, jefe de la seccién de operacio- nes de su estado mayor personal, el OKW (Alto Mando de la Wehrmacht), que seria ahorcado en Nuremberg, con- victo de «preparar y librar una guerra agresiva». Jodl, a su vez, se lo explic6é a sus subordinados, quienes apenas pu- dieron dar crédito a lo que ojan. Hitler encomendo también a Halder la prepa- racién de los planes, orden que el jefe del Alto Mando del Ejército delegé en el genefal Marcks. El proyecto que Marcks, presenté el 5 de agosto de 1940 esbozaba las directrices Generales a seguir por el plan definitivo de invasion. Macks partié de la hipétesis de que los rusos no atacarian a los alemanes, aunque seria conveniente que lo hicie- ran (Schlieffen hab{a hecho un juicio si- milar sobre los franceses antes de 1914, que demostraria ser erroneo més tarde), 31 y de que la Wehrmacht disfrutaria de una ligera superioridad en el numero de hombres, de una superioridad neta en el numero de unidades acorazadas, y de cierta superioridad en cuanto a la cali- dad del material. Habida cuenta de la necesidad de mantener guamiciones en los paises ocupados, Marcks caleul6 que Alemania podria emplear 110 divisiones de_infanteria, 24 panzer y 12 motoriza- das, contra las 96 de infanterfa (que los riormente de los de Hitler con resulta- dos dignos de mencidn). Se trataba, sin ] embargo, mas de un estudio que de una J orden de operaciones, y mientras se con- tinuaba trabajando sobre problemas aislados, el Alto Mando de la Wehrma-’ cht (OKW), estado mayor personal de Hitler para la formulacion de planes y. NSO {Kuznetsov/Voroshitov) ‘28infantry Divs. +3 Mechanised Corps AMO ee We a) 7 Divisions +3PZ.Divs. : (Hooppner) operaciones, inicié los preparativos EAST XVI ARMY practicos. La primera tarea era el trasla- PRUSSIA — (Buscho)__ do _de grandes contingentes del teatro Ra TEPER rusos llamaban de «fusileros»), las 23 cabs razadas del enemigo (los alemanes ignoraban el restablecimiento por Timoshenko de los cuerpos y divisiones mecanizados). Marcks proponia distribuir el grueso de las divisiones en dos grupos de ejército dentrales; uno operaria en el Sur y se di- deoperaciones occidental al otc en octubre de 1) aba at 2 ! 13th ARMY. a. rae aivinlones! Este SNe desplie- Cae Goa (Reserve) NES aon Le gue de todo un Grupo de Ejército, uno | rah es e Bialystok (Paviov) de los tres que én mayo habian sido lan- zados contra los aliados, se explicé a las partes interesadas (incluyendo desde | luego a los rusos), como un intento de 10th ARMY. 49 Infantry Divs. aur +2Mechanised Corps Warsaw) (X/ugo) rigirfa por el Este hacia Kiev, capital de Uerania, y el_otro, legaria, Hesde el Este de. ii lo la carretera lateral asa fee y Smolensko, y que Napoleon habia deci- dido tomar con su Gran Ejército en 1812. Habria dos operaciones seaunde- sas; la primera;tin avance sobre Lenin- grado llevadg @ cabo par ¢l mas septen- trional de los grupos de eijército centra- les; la segunda, un avance sobre Kiev con una ae combinada germano —ru- a_través de la ane- Sone Betas Serian, sin embargo, Tos grupos de ejército centrales los que aSumirian la parte sustancial de la ope- racion; una vez alcanzados sus rC iniciales —Mosea_y Kiev, respectiva- mente— avanzarian con rapidez y cgm- pletarian el corco de las tropas rusas a SU Oeste. Su Ultimo objetivo, el princi- pal en el plan de Marcks, seria rodear y destruir el Hjército Rojo entre los rios Dvina y Dnieper. Todo esto tendria que completarse en un periodo de nueve aj diecisiete semanas. El plan, aunque muy rectificado ma: tarde, establecia los principios fund: mentales de la estrategia alemana en la Operacion Barbarroja, en especial los del Ejército (pues, como veremos, los puntos de vista de éste difirieron poste- 32 _QKW concluy6 estos preliminares. Al Zacilltac alson hemnbres teem deeaetad Ro eA aN ama miento mas ampliay de Tas que podtan (Guderian) fe Brest Litovsk PF 4B. encontrarse en Occidente y asimismo de alejarles del peligro aéreo britanico. De | qe iso Gidea peiecemente Cie Ya, al menos en términos militares, la re- distribuci6n de fuerzas entre Francia y Polonia, pues —asi continuaba la expli- cacién— con tres Grupos de Ejército, la flor y nata de sus fuerzas terrestres, | asignados a Occidente, la posicién es- tratégica alemana estaba peligrosamen- | te desequilibrada. VARMY (Reichenau) PANZERGPE.1 (Koist) /)PRE-WAR RUSSO-POLISH * FRONTIER an 26th ARMY (Reserve) SLOVAKIA® Laon Tae cy Gro} ¢ \ Ras tathanmy & Coreen) ‘ (64 infantry Divs. #5 Mechanised Corps X Con el nombre clave de Aufbau Ost, el | HUNG, > ‘MOT. CORPS 52 Divisions mismo tiempo, su_seccién de operacio- of which nes preparé una apreciacion estratégica | ¥ een HUNGARY ma ‘ asl s lungarian del problema de la invasién, para pre- 2 aa RUMANIAN sentarsela a Hitler. Las conclusiones a 45 PZDivs MARMY que llegé diferian de las del OKH: en lu- gar de recomendar que el mayor esfuer- zo se hiciera a lo largo del eje Minsk - Smolensko, carretera que leva a Moscu, pensaba que las fuerzas invasoras de- bfan dividirse en tres grupos mas o me- nos iguales, que se dirigirian respectiva- ] mente contra Leningrado en el Norte, Kiev en el Sur y Mosct en el centro. Po- | dria pensarse en una simple diferencia técnica de tratamiento entre los dos es- tados mayores, si el OKW no hubiera propuesto ademas que los tres ejércitos | XUARMY XB ‘ODESSA Mi (Schobert) "Se re, DISTRICT (Tyulenev) 0 Miles . Kilometres Bucharest Ries COC ul ko Cut ona ane Sane MMC ei eee Cree nchis moe lah ‘Lake Ladoga Helsinki 5 a Leningrad ESTONI to Archangel Late’ e ‘ilometi ‘BALTIC: BLACK: SEA; SWEDEN 5 Tpke Ladoga Niles = Helsink’ foaae “Leningrad 9 Kinet ESTONIA” to Archangel Lax .— Peipuss e yor BALTIC: ‘SEA USSIA Pripet_- UKR ASIN EL im x ML, \ Odessa % Nes ea BLACK? SEA: Helsinki STON Lake Ladoga ‘Leningrad a BALTIC = —=SEA 1A Pripet iv a ==iarghes™™ we Miles 0 Kilometres to Archangel voit ‘ea Lo, L Stalingrad é %, ‘& Ritter von Leeb, comandante del Grupo de Sere WU tr aCe Los cito Centro. EI Caballero Negro: Runsdtedt, coman- Cremer eicn ic crscuaeria La Waffen-SS camino de Grecia en abril de 1941, Biindados y artilletia alemanes en las montanas de Yugoslavia, 1941. «se esperaran» en lineas yuxtapuestas. Esta sugerencia, aunque contando con ciertos riesgos obvios, no permitiria ob- tener sino las victorias «vulgares» a que tan reacio se habia mostrado Schlieffen treinta anos antes. Mientras tanto, el Alto Mando del Ejéercito (OKH) hal pasado el otofio perfeccionando los planes elaborados por Marcks, que a fines de noviembre fueron sometidos a la légica rigurosa de un juego de guerra en gran escala, uno de los métodos mas apreciados por los alemanes para poner a punto sus pla- nes. Les resultados, recogidos Hal- der, jefe del OKH, en una conferencia pronunciada ante un auditorio en el que arecian recomendar combinacién de ambos planes, el una ¢ ginal del OKH y el mas reciente del QKW; es decir, un avance de tres grupos de ejército, no de dos, pero con primacia para el que se dirigia hacia Moscu. En su pasaje central, la conferencia decia asi: «Los més importantes centros de ar- mamento rusos estén en Ucrania, Mos- cu y’Leningrado. Toda el area de opera- ciones esta dividida en dos mitades, Norte y Sur, por las marismas del Pri- pet; en la mitad Sur, la red de carreteras es mala; en el Norte, los enlaces por ca- rretera y ferrocarril estén en mejores condiciones en la zona Varsovia - Mos- cu. Este sector Norte cuenta ademas con mayores contingentes de tropas so- viéticas, que aleanzan caracteristicas masivas en la linea de demarcaci6n so- viético - alemana (a lo largo de la Polo- nia ocupada). Fl Dnieper y el Dvina son Jas lineas mas orientales que los rusos deben defender, ya que si retroceden més alla dejan al descubierto sus regio- nes industriales. El ejército aleman debe evitar que se formen focos de resistencia al Oeste de estos rios, mediante la intro- ducci6n de ¢ufas blindadas. «Una fuerza de asalto particularmente poderosa debe atacar desde Varsovia en. direccién a Moscu. De los tres Grupos de Hjército propuestos, el septentrional 38 tendré como punto de enfoque Lenin-| grado y el meridional, Kiev; de este ulti- mo avanzaré un ejéreito desde Labun| otro desde Lvov y un tercero desde Ru- mania. E] objetivo de toda la operacion sera el Volga y la region de Arcangel: se emplearén 105 divisiones de infanteria 32 panzer y motorizadas, de las que se] destacaraén grandes contingentes (dos ejércitos) al iniciarse la segunda olea: da» Este informe sent6 las bases para que] los dos Altos Mandos, OKH_ y OKW pre-) pararan conjuntamente la directriz fina que presentaron a Hitler el 17 de diciem- bre de 1940, y que fue publicada al dfa) siguiente eh nieve copias, todas con el) maximo secreto. Pero dela noche a. manana Hitler enmendo, y no de mane: ra marginal, 19s objetos y objetivos pre parados por sus consejeros militares. Li division de fuerzas entre los tres Grupos} de Ejército quedo intacta, asi como sus cometidos iniciales. Sin_embargo, ta pronto como se destruyera a las fuerzas rusas que defendian la Rusia Blanca (0) Bielorrusia: regién del Este de Polonia y al Norte del Pripet) se destacariai fuertes elementos del Grupo de Ejército Centro para ayudar al Grupo Norte y asegurar la costa baltica y Leningrad, Hasta que no se llevara a buen fin esta) operacién no se avanzaria sobre Mosc (maniobra que el OKH habia considera: do siempre como decisiva). { in ; pe Tal_era la esencia de la Operacin) ; 5 a eae mew . M . i Barbarroig, nombre en clave con que ¢1 nee i d adelante Hitler decidio llamar oficial: ns ‘ mente su Directriz de Operaciones n.o ¥ i 2 ge as 21. Pero esto no era todo. Un ejército de montafia, operando desde Finlandia, in-j}- vadiria el Norte de Rusia, probablemen: te con la cooperacién del ejército finlan-| dés; el ejército rumano, que estaba yal de hecho bajo el control aleman, ayuda- ria con grandes contingentes a flan: Los servidores de una ametralladora MG- 34 cruzan el Drave y pisan suelo yugosla Vo, abril de 1941. Ce AX Cafiones autopropulsados _alemanes avanzan por los Balcanes. quear el avance hacia Kiev del Grupo de Ejército Sur. Como limite del avance se fijaba la linea Volga - Arcangel, mas alla de la cual «el tiltimo baluarte indus- trial que quede en pie sera destruido, si es preciso, por la Luftwaffe». A_continuacién_se_determinaba_ la composicion d tres Grupos de Ejér- cito. Kl «Norte» se compondria de los Dec act y Decimoctavo Ejércitos, con dieciocho divisiones de infanteria, y del_cuarto Panzergruppe, 0 Rjército Panzer, como se le llamaria mas tarde, que_contaba con tres divisiones panzer y otras tres motorizadas a las Grdenes del general Hoeppner. Mandaria el Gru- po el mariscal de campo Ritter von Leb. ain manny i GRIME ARM El grupo de Ejército Centro, a las or- denes del mariscal de campo von Bock, estaria formado por el Cuarto y Noyeno Ejércitos, con veinticuatro divisiones infanterfa. Su orden de combate se com- pletaria con el Segundo y Tercer Pan- zergruppe, a las Ordenes respectivas de Guderian, el gran teérico de la lucha de Entre los dos compar- El_grupo_de Biército Sur, mandado por el mariseal de campo von Runstedt el «Caballero Negro del Wjército ale- man, constarfa del Sexto, Undécimo y Rec imoséptimo_ejércitos, el_Tercer s jércitos rumanos_y el Pri eer cee EI_Undécimo y los dos ejércitos rumanos fueron separa- dos del nucleo principal, que se concen- traria al Este de Lublin y de Cracovig y se_alineo_ ‘0 del rio Pruth, en bie lejano Sur. Rundstedt tenfa bajo sus 6r- Sw. , dees treinta y una divisiones, de_las i que cinco eran panzer y tres motor) eS das. Su fuerza, por tanto, era la mas dé. Bil desde el punto de vista de las unida- des acorazadas. 41 Izquierda: Los alemanes se abren caminc en Grecia, 1941. Abajo: Adhesion instanta- nea en Salénica, 1941. ‘Las divisiones panzer tenfan menos carros de combate que en 1939, ya que las dotaciones divisionales de carros es- tablecidas al principio (cerca de 400) eran sin duda exageradas y muchas de las unidades (los PzKw II e incluso los PzKw J), endebles. Ia reduccién del nu- mero de carros y sus sustitucion por otros mas pesados (PzKw III y PzKw IV) se compensaba con un aumento de los efectivos de infanteria. La composi- cién de una divisién panzer qued6 esta- blecida en 1940 como sigue: un _regi- mi de carros de dos (a veces tres) reconocimiento sobre motocicletas. La I mbién motorizada, com- prendia dos regimientos de campafa, uno de cafiones medios y otro anticar El Cuartel General de la division con laba un batallon de reconocimiento en vehiculos dos y un reducido nu- mero de aviones de ob as di- visiones. motorizadas de infanteria te- nfan una organizacion similar, y si bien Je fusileros adicional; cumplfan a Mision de seguir a los panzer para au- xiliar a su infanteria en el ataque, o don- dequiera que se hiciera una operacién de limpieza de focos aislados de resis- tencia. La elevada dotacion de medios de transporte mecanizados es lo que hacia de estas formaciones algo muy distinto de las divisiones ordinarias de infante- ria, cuyo equipo apenas se diferenciaba del que la infanterfa del Kaiser habia utilizado en la guerra de 1914. Las bate- rias artilleras hipomoviles, los escalones de transporte en primera linea y los ba- tallones de marcha lenta no eran cierta- 43 Panzerkampfwgen Ill «Ausf F». Peso: 20,3 tons. Dotacién: 5 hombres. Armamento: un oanon principal KwK (1/42) de 5 cm, una ametralladora coaxial de 7,92mm y otra en ol casco, también de 7,92 mm. Carga de proyectiles: canon, 99; ametralladora, 2.600. Motor, Maybach HL120TRM de 300HP. Velocidad maxima: en carretera, 40 km/h; campo # través, 18 km/h. Longitud: 5,40m. Anchura: 2,90m. Altura: 2,45m. Panzerkampfwagen II «Ausf F» (Sd. Kfz. 121). Fabricado en 1940. Dotacion: 3 hombres, Peso: 9,5 tons. Armamento: un cafién KwK30 de 2 cm y una ametralladora coaxial MG3. de 7,92 mm. Carga do proyectiles: caién 180; ametralladora 2.550. Motor: Maybach) HL62TR de 140HP. Velocidad: en carretera, 50km/h; campo a través, 20km/h. Longitud: 4,85 m. Anchura: 2,40 m. Altura total: 2,15 m. La suspension de ballestas era similar, a la de los modelos A, B y C, pero se construyé un nuevo casco para este modelo, aumentando el espesor del blindaje, dora is tal: El visor del conductor esta a la derecha de Ia ilustracion, la ametralla Beas ‘a la izquierda y hay dos tubos ventiladores en la plancha frontal del casco. Lleva des mirillas para el cargador y artilloro en el mantelete de la torreta. Panzerkampfwagen IV «Ausf C». Peso: 20 tons. Dotacién: § hombres. Canon principal: un KwK (L/24) de 7,5 cm y una ametralladora coaxial de 7,82 mm. Carga de proyectiles: cafién 80; ametralladora 2.700. Motor: Maybach HL120TRM de 300HP. Velocidad maxi-. ma: en carretera, 40 km/h; campo a través, 20 km-h. Longitud: 5,85 m. Anchura: 2,85) m. Altura: 2,60 m. Este modelo no Ilevaba ametralladora en el casco, pero tenia una aspillera en el lado izquierdo de la coraza frontal. Destaca una unica escotilla a cada’ lado de la torreta; las escotillas gemelas aparecieron a partir del modelo F. El cafién de 7,5 cm estaba montado en un mantelete interior. Vista posterior: Lleva cinco generadores de humo que se accionaban desde la torreta. Vista superior: Vista lateral: Véase la escotilla de escape en el lateral del casco. El vehiculo estaba encin ee sane pec tlae de iaceese| del conductor y ae ios radiotelegrafistas estan provisto de una de las primeras cupulas de mando con cinco mirillas y una caja de ntal, y las escotillas del motor, en la parte posterior. almacenamiento en la parte posterior de la torreta. El tipo de traccién por rueda denta- ol bsérvese la antena en Ia parte posterior derecha. da y rodillo tensor se emplearon también en los modelos E y G. mente las formaciones que permitirian a los alemanes ganar las batallas de en- volvimiento. Como los acontecimientos de 1940 en Francia habian demostrado, era la velocidad de las avanzadillas blin- dadas lo que contaba en la nueva gue- rra, 0 mejor, en el estilo aleman de hacer Ja guerra. Mientras la infanteria pudiera garantizar una marcha de treinta o cua- renta kilémetros diarios, los panzer po- drian arriesgarse a levarle una ventaja de 100 kilémetros. Después no tenfan que esperar mas de dos o tres dias para que aquélla se pusiera a su altura. La concentracion de los vastos contin- gentes de divisiones de infanteria y me- canizadas que iban a emplearse en la mera estaba ya en su lugar dio a conocer la directriz Barb segunda llegarfa a mediados de marzo, la tercera a mediados de abril y la cuar- ta a finales de este mismo mes. En la tl- tima etapa no seria ya posible ocultar la extension del despliegue. Sin embargo, antes de poderse completar la concen- tracion, los acontecimientos de los Bal- canes interrumpieron el desarrollo de los planes hitlerianos para el teatro de operaciones oriental. A dltimos de mar- zo, un grupo de patriotas y oficiales anti-nazis del ejército yugoslavo, dirigi- dos por el general Merkovich, derrocé la Regencia del principe Pablo, un entu- siasta pro-nazi, y renuncio a la firma del Pacto Tripartito que vinculaba a su pais con Alemania, Italia y Japon. Hitler, que empezaba a sentir cierta impacien- cia despreciativa por el escaso éxito de los italianos en su guerra privada con Grecia, decidié que hab{a Megado la hora de intervenir directa y decisiva- mente en los Balcanes. Las tropas desti- nadas a la Operaci6n Barbarroja fueron reagrupadas y realineadas, y el 6 de abril se dicto una nueva orden con la que iniciaba la campafia de los Balca- nes. Su duracion fue breve: los yugoslavos 48 capitularon el 17 de abril; los ejércitos griegos que luchaban en el frente albano’ lo hicieron el 20, el gobierno griego acep- | t6 la derrota cuatro dias mas tarde, y esa misma fecha la fuerza expediciona- ria briténica que Churchill habia envia- do en socorro de los griegos, al interve- | nir los alemanes, empez6 su retirada por | Creta. La isla cayo ademas en manos de los alemanes como resultado de una bri: ante pero costosa operacion aerotrans- portada el 26 de mayo. La campafia de los Balcanes no supu- so simplemente el paso de nuevos terri- | torios a poder de los alemanes aunque este aspecto no debe ser desdenado dado el significado estratégico de la zona capturada. Tal y como resultarfan las cosas, lo decisivo fue el retraso que sufrié la Operacion Barbarroja. Planea-_ da en principio para el 15 de mayo, no | pudo iniciarse hasta mediados de junio: mundo reconocerian mas tarde, quizé decidieron la diferencia entre el éxito y el fracaso del ejército aleman en Rusia. Cinco semanas son un gran bocado que cinco semanas que, como Hitler y el K #) quita al verano ruso. Pero Hitler, aunque irritado por el re- (paso que la campafia balcanica impuso {i sus planes (al principio, «la perfidia» Yigoslava le produjo un tremendo ata- (ue de ira), no se sintié amilanado en su flecision de lMevarlos adelante. Si en principio habfa decidido lanzar la opera- (i0n por razones practicas, ésta cons' {a ahora una obsesion para él. El hom- bre en clave, apodo de un emperador ileman que en el siglo XI organizo una Oruzada contra los paganos eslavos, re- yola el papel historico que Hitler se ha- ww ignado. Y estaba decidido a cum- plirlo despiadada y opresivamente. Asi lo revelé a sus comandantes de los servi- (los armados en el discurso que les diri- lo en marzo: La guerra contra Rusia no seré una jverra caballeresca: estan en juego \deologias y diferencias raciales, y por \anto sera conducida con una dureza sin jtecedentes, implacable e inflexible. To- (los los oficiales tendran que librarse de \Weologias anticuadas. Ya sé que mu- whos de ustedes, generales, no pueden. Paracaidistas alemanes asaltan una posi- cién britanica en Creta, mayo de 1941. comprender la necesidad de utilizar ta- les medios para hacer la guerra, pero. insisto en que se cumplan todas mis or- denes sin discutirlas. Los comisarios sustentan ideologias totalmente opues- tas al nacionalsocialismo; por consi- guiente, deben ser liquidados. Los sol- dados alemanes culpables de quebran- tar las leyes internacionales... seran ex- eusados. Rusia no tomé parte en la Con- vencion de La Haya y por tanto no tiene ningun derecho». Para gran parte del ejército alemén, estas ideas eran intolerables, pero nadie se atravié a protestar abiertamente y, como después se comprobarta, la mayo- ria acaté las 6rdenes de Hitler sin discu- siOn. Para los oficiales de la SS, que ha- bria de administrar y explotar el territo- rio ruso capturado, el discurso de Hitler no hacia mas que aclarar la politica que habian decidido implantar desde hacia ya tiempo. Rusia tendria en sus manos una muerte lenta. 49 La corta noche veraniega del 21 al 22 de junio de 1941 transeurrié tranquilamen- te a todo lo largo de la frontera rusa con Europa occidental. El expreso Berlin- Mosct la atraveso en el horario previsto. Los puestos aduaneros permanecieron abiertos. A las 03,30 se inicié un intenso fuego de barrera. Las endebles defensas rusas de vanguardia desaparecieron tras una cortina de humo. La infanteria y los ca- rros de combate alemanes iniciaron el ataque masivo. Una comandancia rusa transmitié a su mando el siguiente men- saje: «Nos disparan. ,Qué hacemos?» La respuesta fue la siguiente: «Debe estar usted loco. ¢Quiere explicarme por qué no transmite en clave?» Sin embargo, contrariamente a la 50 creencia general, los rusos no fueron to mados del todo por sorpresa; 0 para ser) més precisos, no lo fueron los altos man- dos. Timoshenko, probablemente con I aprobacién de Stalin, despach6 una alerta a los estados mayores de los dis: tritos militares, advirtiéndoles de la pro=) babilidad de un ataque aleman al ama- necer del dia siguiente y ordendndoles defender sus unidades. 4 El aviso lleg6 demasiado tarde para) que pudieran tomarse medidas efectivas) contra la embestida alemana. De hecho, la mayoria de las formaciones rusas des/ plegadas en posiciones avanzadas no re- cibieron aviso del asalto y fueron sor) prendidas en sus posiciones; pero esto era algo que tenia que ccurrir. Las de fensas fronterizas, ocupadas por el Ejér+ tito Rojo sdlo desde 1939 (y en el sector Bur, en las antiguas provincias ruma- nas, desde julio de 1940), no estaban or- yanizadas en potencia ni en profundi- (ad, y potencia y profundidad —mas lina gran reserva mévil para el contraa- \aque— son esenciales para defenderse (le un ataque blindado. La linea Stalin, ortificada de forma impresionante en ilgunos tramos, quedaba defnasiado \lejada de la frontera posterior a 1939 para recibir ayuda, y el despliegue del [ijéreito Rojo, ordenado por Stalin, era jdemas casi en su totalidad lineal. Mas ‘in: dondequiera que las unidades se gscalonaban en profundidad, el alto tnando ruso, en los primeros dias de la invasion, las enviaba de inmediato a po- iiciones avanzadas para hacer frente a Un batallén de reconocimiento del Pan- zergrupe 2 desfila ante Guderian, julio de 1942. la infiltracion enemiga. Decisiones de este tipo eran aprovechadas con ventaja por los alemanes. La estrategia alemana en el frente central, a lo largo de la carretera Minsk - Smolensko que va hasta Moscu, era simple. Primero se rodearia al ejército ruso que defendia la zona, cortando su lfnea de retirada hacia el Este en los rios Dvina y Dnieper, y alli se le asestaria golpe tras golpe y se le acosaria hasta acabar con él. Después, el Grupo de Ejér- cito Centro se aduefaria del «puente de tierra» situado entre las cabeceras del Dvina y el Dnieper (que desembocan, respectivamente, en el Baltico y el Ne- gro) y lo cruzaria en su camino hacia Moscu. La primera fase del ataque se cerr6 con un éxito casi enervante. El contin- gente de la Luftwaffe que apoyaba las operaciones, la Luftflotte 2 (flota aérea) destruy6 gran namero de aviones de la Fuerza Aérea Roja en el suelo y cuando hallé oposicién en el cielo, se aduehié de él con facilidad, infligiendo a los sovieti- cos grandes pérdidas. Los rusos, que acababan de poner en servicio la nueva generacién de cazas modernos, no eran enemigo para unos aviones y pilotos de Ja calidad y experiencia de la Luftwaffe. En tierra, la infanteria, siempre valiente, carecia de las armas adecuadas para re- sistir la penetracién de las poderosas co- lumnmas panzer; sus fusiles anticarro no podian atravesar el blindaje de un PzKw II, y menos el de un PzKw IV, y su cafién anticarro de 47 mm —arma ex- celente que los alemanes adoptarian més tarde con entusiasmo— no se habia distribuido todavia en cantidades sufi- cientes. Por ello, aunque las divisiones del Grupo de Ejército Centro tuvieron que iniciar sus operaciones con el asalto de varios rios —el Niemen en el Norte, el Bug en el sector Sur—, no hallaron di- ficultades en abrirse paso hasta la orilla opuesta y en poner pronto pie en tierra. Arriba: Cruce de un rio al asalto. Izquier- da: Una columna de PzKw IV. Brest - Litovsk, fortaleza fronteriza en la que los alemanes habfan dictado la paz alos bolcheviques veintitrés afos antes, resistié durante casi una semana; pero aunque dominaba un importante eruce del Bug, no detuvo el avance, ya que los alemanes recurrieron a la estratagema de dejar una division simulando el cruce (como habian hecho en Maubeuge, ca- mino del Marne, en 1914) mientras esta- blecfan otras cabezas de puente més al Sur. Su penetracién era doblemente peli- rosa para las fuerzas rusas que se les enfrentaban —el Tercero, Cuarto, Déci- mo y Decimotercer ejércitos—, pues la frontera se adentraba en el Oeste en ese punto, formando el saliente de Bialys- tok, en cuya cara opuesta estaban las posiciones alemanas de Prusia Oriental; ando desde all{ se produjo una infll- (racién: similar a la de Brest - Litovsk, { lodas las fuerzas rusas que operaban en | \a zona se vieron bajo la amenaza de un | envolvimiento. La contabilizacién de los resultados de los dos primeros dias de la contienda inclin6é a Von Bock a creer que, para es- capar_al inminente envolvimiento, Tas fropas rusas, quizds siguiendo drdenes del Alto Mando, estaban_abandonando sus posiciones y hufan hacia el Este con Ja intencién de restablecer sus defensas en_la_ linea habia pulsado una cuerda sensible de la masa de po- blacion rusa, tan apegada tradicional- mente a su patria. Los soldados se ren- dian cuando no tenfan otro remedio, a veces en gran numero, pero los informes alemanes sobre la campaiia, tanto ofi- ciales como personales, ponen mas bien de relieve su tozuda negativa a deponer las armas a menos que estuvieran com- pletamente rodeados y sin munici6n. No era, sin embargo, el estado de la moral rusa lo que més interesaba a los alemanes en aquellos momentos. Des- lumbrados por la magnitud material de Ja victoria en el frente central, traron de estimar sus resultados y de programar el futuro. Por lo demés, los aconteci- mientos no sdlo habfan seguido un cur- so favorable en el frente del Grupo de Bjército Centro; los otros dos Grupos habian ganado también mucho terreno e infligido serias derrotas al enemigo. El Grupo de Hiército Norte, el mas dé- bil de los tres, con Solo veinte divisiones de infanteria y el Panzergruppe 4, a las 6rdenes de Hoeppner, tenia asignado como objetivo Leningrado, ademas de asegurar la costa del golfo de Finlandia y —lo que era mas importante— des- truir las fuerzas rusas que encontrara en su avance. Su penetraci defen- sas fronterizas fue rapida y expédita, ya que la Gnica oposicién al _ataque del Fangerarlippe 4 fue Ia que protagenus, $122 de julio, une SVEin oe ee fue defendia un frente de sesenta y cin- co_kilometros. Avanzando en tres co- jumnas —el Decimoctavo Ejército por la costa, el Panzargruppe 4 por el Centro y el Decimosexto Bjército por la dere- cha, flaqueando las divisiones mas sep- tentrionales del Grupo de Ejército Cen- tro, se adentré a gran velocidad en Li- 67 tuania y el 30 de junio habia conseguido establecer cabezas de puente en el Dvi- na, cuyo curso —segun se pensaba— se- guia la linea Stalin. A marchas forzadas, el Panzergruppe, después de uno o dos giros en falso, lleg6 el 4 de julio a Os- trov, al Este de la frontera que separaba a Rusia de Letonia antes de 1939. Diez dias_més tarde, después de rebasar a cuantas concentraciones rusas hall6 en su camino, su LI Cuerpo del Panzer- gruppe 4 alcanz6 la linea del Luga, el ul- timo obstaculo fluvial importante antes de Leningrado, a solo cien kilometros de la ciudad. El Grupo de Ejército Sur, a las orde- nes del més ortodoxo pero quizas tam- bién el de personalidad mas acusada de todos los mandos del Ostheer, el maris- cal de campo Gerd von Runstedt, habia desbordado imperiosamente las defen- sas fronterizas rusas de su sector, al Sur del Pripet. El Grupo era en realidad un conglomerado de fuerzas, pues disponia: en el Norte de su frente, de una masse de manoeuvre de infanteria alemana y un Panzergruppe, el n.° 1; en el Sur, de una fuerza agregada de divisiones ruma- mas y un cuerpo de ejército hungaro, ambos muy mal equipados con las ar- mas proporcionadas por Francia duran- te los afios de la Pequefia Entente. Las divisiones satélite debian penetrar por el Este de los Capatos y después mar- char paralelamente a los ejércitos ale- manes que avanzaban por la estepa de Ucrania; su objetivo era Kiev, capital de la provincia y uno de los mas importan- tes centros industriales de Rusia. A la penetracion inicial en el sector asignado a este Grupo de Ejército siguié a principios de julio uno de los pocos contraataques montados a gran eseala por la Stavka durante las primeras se- manas del desastre. E] Quinto Ejército ruso, refugiado en las marismas del P: pet, y el Sexto, operando desde la in- Arriba: Detras de una valla de la frontera, una unidad de motociclistas espera la or- den de avance. Abajo: Los infantes ale- manes observan su objetivo. 69 Un pelotén de asalto se desplaza por de- tras de la barrera de fuego. mensa estepa, se atuvieron a la ortodo- xia tactica y lanzaron diversos ataques concéntricos contra la opresora van- guardia alemana, constituida por el Panzergruppe 1, en su avance sobre Kiev. Sin embargo, las inexpertas for- maciones rusas demostraron ser incapa- ces de desconcertar a los avezados ale- manes, que con gran rapidez formaron. flaneos defensivos y reunieron después la potencia necesaria para rechazarles. El esfuerzo ruso salv6 a dos de sus ejér- citos —el Dudécimo y Vigésimosexto— del cerco, pero no consiguié su objetivo. Apenas puso freno, por el contrario, al avance del Grupo de Ejército, cuyos panzer, desconectados del grueso de las fuerzas y de nuevo en cabeza de la carre- ra, habian Megado a q kilémetro: de Kiev el 11 de julio. Los resultados de los combates fueron espectaculares en todos los frentes. Un mes después del comienzo de la inva- sién los Grupos de Ejéreito Norte y Sur habian legado a la distancia de un dia de marcha de sus objetivos principales; por su parte, el Grupo de Hjército Cen- tro no habia capturado gran numero de prisioneros e infligido al enemigo pérdi- das de un valor nunca conocido antes. en un confi armado. Se habian esta- blecido igualmente nuevas marcas de velocidad en el avance: las avanzadill del Grupo de Ejército Centro estaban el 15 de julio a casi ochocientos kilometras del lugar de donde habian partido el 22 de junio. A la vista de estos resultados, como éra de suponer, el OKH y el OKNW con Hitler a la cabeza, creyeron que «la batalla de Rusia» habia sido tan favora- ble como breve (sélo habia durado cuatro semanas) y que todo lo que quedaba por hacer era evitar la huida de algunas de las maltrechas unidades del Ejército Rojo. Sin embargo, al decidir como ha- bria de llevarse a cabo esta tarea, y al asignar otras a las victoriosas formacio- nes del Ostheer, sus comandantes reve- Jarian una serie de profundas desave- niencias. Wa La confianza que Hitler tenia en sus do- tes militares se hab{a desarrollado poco a poco. Aunque habia demostrado estar en lo cierto, frente a la opinion de sus generales, al juzgar que la invasion ale- mana del Rhin en 1936 y de Austria en 1938 no encontraria oposicién, y aunque acert6 él de nuevo, y no ellos, al pronos- ticar el curso y la duracién de la blita- krieg contra Polonia en 1939, atin des- confiaba de su tacto en las grandes cuestiones estratégicas y permiti6, por tanto, al OKH que durante los largos meses del invierno de 1939-40 hiciera toda clase de conjeturas sobre la inva- sion. Las reservas del Alto Mando al res- pecto no afectaban unicamente a la na- turaleza o al calendario del ataque, sino 2 itler y sus genertil Tea también a su propia necesidad o inelij so, como en el caso de von Leeb, a 8| moralidad. Brauchitsch, comandante @ jefe, y Halder, jefe de Estado Mayor (di OKH), trataron de persuadir a Hitler, una sino varias veces, de que la invasid de una potencia mas fuerte como F: cia por otra més débil como Alema estaba destinada al desastre. Aun d pués de que el Fiihrer desechara per toria y despreciativamente estos tel res, acudieron a todos los medios pi retrasar el comienzo de la operaci proponiendo sin 4nimo diversos plant y saliendo al paso de propuestas prometedoras (incluso de Hitler) con jeciones técnicas. ‘Tras la gran victoria alemana en Ocg ilente, Hitler se consideré a si mismo, y $n esto le siguieron por el momento sus \enerales, como un gran estratega. Des- ile luego, hubiera sido impropio que jjulenes estaban dispuestos a aceptarle Jos bastones de mariscal de campo iloce les ofrecid y doce concedio) reac- jlonaran de otra manera. Pero en lo mas jvofundo de su pensamiento, el esta- jwento militar profesional dudaba del \alento de Hitler en el nivel conocido jomo operativ, aquel en que se toman \us grandes decisiones estratégicas de- iflando los esfuerzos del enemigo para \pedirlas; en suma, en el nivel estraté- ico més dificil. La habilidad operativ, jostenfa, s6lo se adquiria tras muchos \iflos de formacion y experiencia, tanto en la paz como en la guerra, ya que su ejercicio requeria conocer a fondo el tra- bajo de todas las formaciones subordi- nadas de un ejército. Esto le faltaba a Hitler, o al menos asi se pensaba. De aqui las reservas mentales de sus man- dos acerea de la profundidad de su jui- cio militar, reservas que aumentaron al advertirse la evidente vacilacion de su tacto durante el curso de las operaci: nes en Occidente. La prueba mas feha- ciente fue, por supuesto, su decisién de detener las formaciones de fuerzas aco- tazadas cerca del perimetro de Dunker- que el 26 de mayo de 1940, en un mo- mento en el que, como ahora sabemos, Ja destruccién de la Fuerza Expedicio- naria Britanica estaba al alcance de la Wehrmacht. Hitler siguié en esto el con- sejo de Runstedt, quien poseia una de Jas mas respetadas —y ortodoxas— mentes del ejército aleman. Pero su de- cisién no fue olvidada por el nucleo principal del estamento militar, que opt6 por adjudicarle una deslumbrante vision estratégica, pero por negarle tam- bién capacidad para la direccion cotidia- na de las fuerzas en el campo de batalla. Evidentemente, hubiera sido sorpren- dente que mantuviera otro punto de vis- ta: no sélo era poco deseable que un jefe de Estado intentara dirigir por control remoto operaciones militares en gran escala (aunque Hitler lo haria durante meses, € incluso aiios, al final de la gue- rra), sino que ademés era contrario a los intereses de casta del Generalitat ale- man el admitirlo; en la eventualidad de que sus miembros tuvieran que abdicar sus poderes y responsabilidades como comandantes en el campo de batalla en alguien que ante un mapa pudiese cali- rar mejor la moral de sus tropas, caleu- lar la fuerza y debilidad del enemigo, presentir el temple de la lucha y aprove- char las oportunidades decisivas, su pa- pel profesional estaria condenado a ex- tinguirse, augurandoseles un triste por- venir de recaderos de la voluntad del co- mandante supremo. : La brevisima duracion de las campa- 73

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