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AB LA DOLCHOR DEL TEMPS NOVEL.

Guilhem de Peitieu

Nos encontramos ante una de las once composiciones conocidas de Guilhem de


Peitieu o Guillermo de Poitiers (1071-1127), considerado el pionero de la literatura
trovadoresca al menos por ser el más antiguo desde el punto de vista cronológico del
que se han conservado obras escritas. Tanto los testimonios de autores de la época
como su propia Vida provenzal coinciden en señalar el carácter belicoso, mujeriego,
escandaloso y rebelde de este poderoso noble francés (“bons cavalliers d’armas” y
“trichadors de dompnas”), que despliega sin embargo en esta cansó muchos de los
rasgos más característicos del canto cortés que a partir de él definirán toda la lírica
amorosa (del fin‘ amors) de los trovadores occitanos.

En lo que respecta a la estructura del poema hay que señalar que éste se compone de
cinco coblas (estrofas) de 6 versos con rima consonante y masculina (rims mascles).
El autor emplea tres rimas distintas distribuyéndolas a lo largo de la cansó de la
siguiente manera: Las dos primeras coblas tienen la misma estructura de rimas
(coblas doblas) y del mismo modo las tres restantes repiten un esquema idéntico
(coblas ternas). Cabe destacar la ausencia de una estrofa final más breve o tornada,
que será uno de los elementos formales característicos de la cansó trovadoresca. Por
otro lado, entre la segunda y la tercera cobla se produce una inversión en las rimas
(coblas retrógradas), quedando configurado así el esquema rítmico del poema:

AABCBC - AABCBC - BBCACA - BBCACA - BBCACA

Mediante este cambio de patrón entre las coblas II y III el objetivo del poeta fue quizá
el de conferir cierta complejidad compositiva al poema, evitando caer en una mera
sucesión de coblas unisonans, seguramente más comunes y menos difíciles desde un
punto de vista creativo. Aunque también es cierto que esta decisión responde además
a una intención temática por parte del trovador, que divide de esta forma el contenido
de la cansó en dos partes. En las dos primeras estrofas el autor se centra en una
descripción del marco ambiental (que analizaremos más tarde) así como su efecto
sobre los amantes y sus sentimientos de inseguridad, mientras que en las tres coblas
restantes pasa a describir la naturaleza de su amor en el pasado y sus confiadas
esperanzas para el futuro.

Junto a estas convenciones métricas y estructurales, desde el punto de vista temático


esta cansó representa de forma clara un ejemplo ciertamente paradigmático del canto
cortés, que hemos de situar dentro de un registro o tradición aristocratizante en el
marco más amplio de la lírica románica medieval.

El poema comienza como hemos mencionado anteriormente con el preceptivo


encuadre primaveral (temps novel) que constituye irremediablemente el ambiente
ideal, o más bien idealizado, en el que se ubica el amor cortés. El resurgir de la
exuberancia de la naturaleza tras el frío invernal (foillo li bosc) y el canto de los pájaros
(li aucel chanton) nos sitúan en un escenario conocido que se repetirá en toda la lírica
trovadoresca y cuyo origen se encuentra en el estrecho vínculo que el hombre del
Medievo mantiene con el entorno natural que le rodea.
Por otro lado, y en consonancia con otra de las características fundamentales del
canto cortés, esta cansó se halla impregnada también de una concepción de las
relaciones amorosas como un reflejo de los vínculos de fidelidad y vasallaje que
caracterizan a la sociedad feudal en la que fue producida. Son varias las referencias
léxicas y temáticas que encontramos en este sentido. La guerra, como imagen de la
discusión o el desencuentro amoroso, o el deseo del caballero de poner las “manos
bajo su manto” (mas mans soz son mantel) como símbolo de protección feudal pero
también con una evidente significación erótico-amorosa.

Se ajusta por lo tanto la composición a las reglas o leys d’amors que rigen el amor
cortés. Un enamorado dispuesto a servir como vasallo (om) a su dama, que
irremediablemente deberá ser casada y de alta alcurnia (domna). La relación amorosa
atravesará diversos niveles o grados, cuyo fin último no será otro que el contacto
carnal. En relación a esto, la segunda cobla nos presenta al amante como pregador,
es decir, como suplicante inseguro de la respuesta de la dama. Sin embargo, en la
cuarta cobla IV aparece ya como entendedor, pues ha recibido una prenda (son anel)
que le asegura en cierto modo su posición de enamorado oficial.

Aparecen además otros elementos típicos de la poesía trovadoresca, tales como el


uso en la cobla V de un senhal o seudónimo mediante el que el amante alude a la
amada sin mencionar su nombre públicamente, dado el carácter ilícito de su relación.
En este caso, Guilhem de Peitieu se refiere a su dama con el apelativo de mon Bon
Vezi (mi buen vecino).

En esta última cobla hace también referencia el poeta a las lógicas dificultades de una
relación amorosa de tales características. El “extraño latín” (d’straing lati) que separa
al amante de la amada bien puede referirse a los conocidos como lausengiers o
maledicentes, personajes también omnipresentes en la producción trovadoresca,
empeñados en obstaculizar la relación de los enamorados, normalmente revelando la
infidelidad de la dama a su torpe y celoso marido (gilós).

Como conclusión podemos decir que nos encontramos ante uno de los primeros
ejemplos de cansó trovadoresca provenzal. Sin embargo, a pesar de su carácter
inaugural de una nueva práctica literaria exhibe ya, como hemos visto, gran parte de
los elementos centrales y básicos que definirán este tipo de producción lírica medieval.

Fernando Ángel Sánchez Sánchez

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