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Prácticá I.

Comentário de texto desde


uná perspectivá semánticá
Lee con ojos semánticos el texto del escritor Óscar Esquivias subrayando los términos/ideas
relacionados con la teoría de la primera parte del cuatrimestre. Realiza un comentario
semántico en base a la teoría de los tres primeros temas. Aquí os dejo orientaciones a modo
de hilos temáticos de cada uno de ellos. Además de a los temas originales, puedes volver a
los cuestionarios reflexivos para recordar esos hilos. Extensión: UNA hoja.

TEMA I. Teorías del signo lingüístico. Significante y expresión: arbitrariedad del signo
lingüístico y aplicación de tríadas como la de Peirce en las variantes del castellano peninsular y
americano; fenómeno de semiosis en expresiones como “llevar en coche a una piruja”; humor
basado en la ambigüedad y la ironía…

Tema II. Significado y referente: signos con significado pero sin ámbito referencial en términos
de intensión/extensión; matices de colores que tiene en su origen una explicación primaria y
que cuestionan el determinismo cultural…

Tema III. La semántica y su relación con otras disciplinas. El cambio semántico: sustantivos
comunes que proceden de nombres propios relacionados con la literatura y que han sufrido un
cambio semántico extendiendo su significado a otros contextos más allá de su referencia
inicial; restricciones como en los tropos de Bréal; fenómenos de eufemismo…

"Piruja" en México tiene un significado muy preciso: nada


menos que "prostituta".

Hay ciertas palabras que perviven solo en determinadas


expresiones y parecen carecer totalmente de uso fuera de
ellas. Por ejemplo, es frecuente oír "bandera roja y
gualda", pero no conozco a nadie que, en la vida cotidiana,
utilice el término "gualdo" para referirse a algo amarillo
que no sea la franja central de la bandera española.

Algo parecido sucede cuando contamos un cuento a un


niño y decimos: "Érase una vez una bruja piruja…". Pero
¿qué significa "piruja"? ¿Y quién usa ese adjetivo
despegado de "bruja"?

En una pequeña encuesta doméstica he descubierto que nadie de mi entorno tiene una idea
precisa del término. Algunos piensan que una bruja piruja es simpática o traviesa, como si la
gracia de la rima pasara al personaje. Otros dicen que el adjetivo es simplemente un juego
verbal carente de significado, solo con valor fonético (algo, por otra parte, muy propio de la
literatura popular y muy del gusto de los niños, que son grandes inventores de palabras). El
resto de los encuestados (la mayoría), le dan un carácter muy negativo y piensan que
caracteriza a la bruja como vieja, fea, peligrosa, malvada o algo por el estilo. Pues nada de
esto. Si uno recurre al Diccionario de la Real Academia quizá se sorprenda al encontrarse con
que "piruja" se aplica a una 'mujer joven, libre y desenvuelta'. Por tanto, olvídense de esas
viejas corcovadas, astrosas, llenas de verrugas y malignas, y piensen mejor en la bella Veronica
Lake o en la simpática brujita que arrugaba la nariz y que interpretaron Elizabeth Montgomery
y Nicole Kidman (aunque no sé si su personaje, un ama de casa al fin y al cabo, les parecerá a
todos los lectores un modelo de libertad, pero eso es otra cuestión).

"Joven, libre y desenvuelta". Un momento. ¿Seguro que es así? ¿De verdad que una "bruja
piruja" está caracterizada solo con valores positivos? ¿No hay algo sospechoso en esto? El
propio diccionario académico nos da una pista cuando dice que "piruja" en México tiene un
significado muy preciso: nada menos que "prostituta". En El Salvador la palabra se usa para
designar a los que incumplen los deberes de su religión y en Centroamérica designó a los
liberales cuando estos eran la encarnación de lo demoniaco.

De estas acepciones americanas, las dos primeras se han incorporado al diccionario de la RAE,
la mexicana en 1992 y la salvadoreña en el último, el de 2014. Antes, entre 1914 y 1992, la
única definición que apareció, idéntica en todas las ediciones, era la de "mujer joven, libre y
desenvuelta", sin que nadie se preocupara, por lo visto, de revisarla y actualizarla (esto sucede
con otras definiciones: en 1737 la RAE incorporó «reloj de péndola» y lo describió como "reloj
de nueva invención que se hace con un peso suspendido de un hilo"; pues bien, un siglo
después, en el diccionario de 1837, se seguía considerando un aparato "de nueva invención").

Volviendo a las pirujas, la libertad y la desenvoltura que se les atribuyen nos parecen a
nosotros, lectores del siglo xxi, cualidades positivas. En 1914, aplicadas a una mujer, no lo eran
tanto. Esa definición deberíamos entenderla como un eufemismo de "casquivana", cuando no
"prostituta". Los ejemplos de uso más antiguos que he encontrado lo confirman. Así, unos
versos de Bretón de los Herreros publicados en 1829 describen el peligro de que un hombre
derroche sus ahorros en los burdeles y quiera llevar en coche "a una piruja". Y Juan Valera en
1895 hace que el personaje de don Paco, celoso a causa de la desenvoltura de Juanita la Larga
con los hombres, una Lolita castiza, la llame mentalmente "pirujilla".

"Piruja", en España, ha perdido todo valor indecoroso y ha quedado como un epíteto vacío y
sonoro, una especie de divertido cascabel infantil que acompaña a «bruja». Pero a mí me gusta
saber que tiempo atrás se refería a ese tipo de mujer libre y desenvuelta que tanto
incomodaba a los hombres.

ÓSCAR ESQUIVIAS. 15.09.2017 -

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