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2. El Romancero viejo.
En el siglo XV se cultivan los mismos géneros literarios que en los siglos anteriores, con
algunas novedades, ya que desaparecen los cantares de gesta y los poemas del mester de
clerecía; en su lugar surge el Romancero viejo, que revitaliza el género épico y lo enriquece
con nuevos temas. Las más importantes manifestaciones literarias están vinculadas a los
ambientes cortesanos: al amparo de la corte se desarrolla la lírica culta y se despierta el
interés por las canciones populares (villancicos), reaparece con fuerza la actividad teatral, se
fomenta el cultivo de la prosa histórica y didáctica, y se van consolidando las nuevas
tendencias culturales procedentes de Italia.
El Romancero viejo
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- Líricos y novelescos. Se centran en la expresión de un sentimiento, generalmente
amoroso, o se inspiran en episodios legendarios de personajes como el rey Arturo y
sus caballeros.
- Otros romances. Recogen, por ejemplo, asuntos bíblicos o de la Antigüedad
grecolatina.
● La estructura métrica de los romances prueba también su estrecha relación con los
cantares de gesta. Estos, en su última etapa, tendían al verso de 16 sílabas, dividido en dos
hemistiquios de 8. Cada hemistiquios se recitaba como verso independiente, de tal manera
que los impares pasaron a ser versos sueltos y los pares, versos asonantados. El romance
es una composición formada por una serie indefinida de versos octosílabos que riman
en asonante los pares y los impares quedan sueltos.
- Libertad temporal. Destacan, entre otros, los siguientes usos verbales: el imperfecto
de subjuntivo con valor de pretérito perfecto simple (Allí respondiera el moro, / bien
oréis lo que dirá). El empleo del condicional en lugar del futuro y el imperfecto de
indicativo en lugar del presente. Es el llamado imperfecto desrealizador, con el que se
logra una atmósfera de imprecisión temporal, altamente poética (¿Qué castillos son
aquellos? / Altos son y relucían).
Durante los siglos XV y XVI surge en las Cortes de reyes y nobles la moda de la poesía
cancioneril se trata de colecciones reunidas bajo la protección de monarcas y aristócratas en
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las que se recogen imitaciones de poesía tradicional y composiciones cultas. Los textos
resultantes tienen grandes dificultades en el contenido por la sutileza y la complicación de los
conceptos expresados. También son difíciles en la forma: además de la complicación métrica,
alardes de virtuosismo, como hacer que todos los versos de una estrofa empiecen por la
misma letra, o que formen acrósticos, o que todas las estrofas tengan el mismo número de
sílabas. Surge así una poesía cortesana, cuya máxima virtud reside en la sutileza del análisis
sentimental y en la dificultad de sus formas.
● Amor cortés
En estas obras el tema más frecuente es el llamado amor cortés. La ideología del amor por lo
general coincide con la del ideal desarrollado en la poesía provenzal de los siglos XI y XII. El
léxico expresa metafóricamente el sometimiento del caballero a la dama: servicio, servir,
servidumbre, cárcel, cautivo. También se relaciona con la guerra: la dama como fortaleza; la
herida causada por la dama; las armas alegóricas del amor… Se desarrolla en un complejo
código de conducta: el enamorado había de servir a la dama y estar dotado de ciertas
cualidades sociales que definen al amante ideal (servicial, constante, mesurado, secreto y,
sobre todo, adepto a la poesía y a la música). La dama, a ojos del galán, se concibe como
fuente de toda virtud, llegando a ser un ejemplo de perfección física y moral.
En muchos casos, se percibe una corriente de erotismo, que puede incluso llegar a ser
obscena. Con eufemismos elegantes se alude a las relaciones sexuales; palabras como morir,
muerte, paraíso, servir, dolor, vencer, merecer, galardón, pena… Adquieren valores
relacionados con el sexo.
Para el desarrollo del amor cortés se sirven de los siguientes recursos: la hipérbole, la
alegoría, la antítesis, la metáfora, la imagen religiosa y los recursos de repetición
(derivación, anáforas, paralelismo…).
El modelo más directo de las composiciones cancioneriles será Francesco Petrarca, poeta
italiano del siglo XIV. Su idea del amor como algo inevitable y su concepción del cancionero
individual como una especie de autobiografía amorosa influyen decisivamente en la poesía a
partir del siglo XV.
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En las formas castellanas deben considerarse sus canciones y sus decires. La canción es
una composición de arte menor de forma fija: una cabeza de cuatro o más versos,
una o varias mudanzas que tienen rimas diferentes y la vuelta con las rimas iniciales
de la cabeza. El decir es de índole doctrinal, panegírico, narrativo o satírico
(considerablemente más amplio, cuyo objetivo era la lectura o la recitación). El decir
consta de un número indeterminado de estrofas que respetan el esquema de la
primera. Las más características son las coplas octosilábicas que concluyen con una
finida de entre dos y cuatro versos.
Canciones
II
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Non sé qué diga ventura,
que m'así quiso apartar
de vos, gentil criatura,
a la cual yo he d'amar.
III
● Juan de Mena fue secretario del rey Juan II y vivió dedicado a la escritura. Son
características de su poesía la artificiosidad y el estilo latinizante. De sus creaciones
sobresale el Laberinto de Fortuna. Se trata de un conjunto de modelos de conducta para
alcanzar la auténtica virtud y para rehuir de los pecados. Nos coloca Mena guiado por la
Providencia frente a dos grupos contrapuestos: vemos en uno de ellos a la Fortuna, los
grandes nobles, la guerra civil, el pecado, la magia, y otros elementos dignos de crítica y
rechazo; el otro, en cambio, nos presenta la Providencia divina, al propio Álvaro de Luna,
la Reconquista, la fama, la poesía de Mena y a Juan II. El poema se levanta en honor al
rey, y con el único propósito de ofrecerle consejos para su actuación política. Se trata de
una doctrina para el buen regimiento del reino, que, a la larga, era un halago a don Álvaro
de Luna.
Canciones
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con tan discreto mirar,
hirieron y no dejaron
en mí nada por matar.
II
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aquel en quien caben virtud e reinado;
a él, la rodilla fincada por suelo.
II
Es la prudençia çiençia que mata
los torpes deseos de la voluntad,
sabia en lo bueno, sabida en maldat,
mas siempre las vías mejores acata;
destroça los viçios, el mal desbarata,
a los que la quieren ella se combida;
da buenos fines, seyendo infinida,
e para el ingenio más neto que plata.
III
IV
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non nos fatigues con vezes alternas,
alegres agora e agora enojosas.
Esparsa
Canción
8
no tener vida conmigo.
Decir
Es una actividad
sin parescer las prisiones,
un robo de libertad,
un forzar de voluntad
donde no valen razones.
una sospecha celosa
causada por el querer,
una rabia desseosa
que no sabe qu'es la cosa
que dessea tanto ver.
Es un modo de lccura
con las mudangas que haze:
una vez pone tristura,
otra vez catrsa holgur4
como lo quiere y le plaze;
un deseo que al ausente
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trabajE pena y fatiga;
un recelo quc al presente
haze calla¡ lo que siente,
temiendo pena que diga.
Fin
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