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Pensamiento matemático

Instrucción: Registra cuantos huevos tiene tu gallina hoy


Pensamiento matemático
Instrucción: Pega la lana a las 3 ovejitas de la canción
Pensamiento matemático
aprendizaje esperado: Resuelve problemas de conteo y con acciones sobre las colecciones.
Instrucción: Colorea los 5 cerditos y dibuja 10 manchas en cada cerdito
Pensamiento matemático
Aprendizaje esperado: Dice los números del uno al diez. Los dice en sus intentos por contar colecciones.
Instrucción: Dibuja los gusanitos que recolecto tu pollito, al finalizar colorea el pollito.
Artes
Instrucción: Rasga el papel el pequeños trozos y pégalos sobre tu pollito. Después dile a tu maestra
cuantos gusanitos tiene este pollito.
Artes
Instrucción: Rasga el papel el pequeños trozos y pégalos sobre tu pollito. Después dile a tu maestra
cuantos gusanitos tiene este pollito.
Artes
Instrucción: Rasga el papel el pequeños trozos y pégalos sobre tu pollito. Después dile a tu maestra
cuantos gusanitos tiene este pollito.
Artes
Instrucción: Rasga el papel el pequeños trozos y pégalos sobre tu pollito. Después dile a tu maestra
cuantos gusanitos tiene este pollito.
Pensamiento matemático
Aprendizaje esperado: Resuelve problemas a través del conteo y con acciones sobre las colecciones
Instrucción: Cuenta las manchas de la vaca, después colorear el dibujo..

Pensamiento matemático
Aprendizaje esperado: Resuelve problemas a través del conteo y con acciones sobre las colecciones
Instrucción: Cuenta las manchas de la vaca, después colorear el dibujo..
Cuenta la leyenda de Juan Chávez fue uno de los más famosos bandidos que ha tenido el Estado de Aguascalientes,
que en contraposición a “Chucho el Roto” que robaba para los pobres, Juan Chávez robaba para los ricos, los
conservadores de la región que estaban contra los liberales. Así comenzó a convertirse en ratero Juan Chávez.
Los liberales le temían por desalmado. Sin ver ni pelo ni color los despojaba de sus pertenencias y con el pretexto de
que “era para la causa” de los conservadores, comenzó a amasar una fortuna, la que no repartía con sus secuaces,
sino que la iba acumulando.
Sus “achichincles” le ayudaban a extorsionar a sus victimas; reunían los valores y los entregaban al jefe, quien sin
que se supiera cómo, ni donde, los escondía. Juan Chávez y sus ayudantes se volvieron una amenaza, no sólo para la
capital, sino para todo el Estado; si alguien decía en broma “Ahí viene Juan Chávez”, la gente corría como ratones a
esconderse hasta debajo de la cama. Cuantas veces dice una de las fábulas que estando en una reunión, las mujeres
hasta se tragaban las alhajas cuando se decía que iba a entrar “esta amenaza”. Pero así, también había en
Aguascalientes hombres “bragados”, que pistola en mano, seguían a Juan Chávez y su palomilla para tratar de
matarlos.
Pero éstos, ni tardados ni perezosos, se metían a los túneles donde se hacían “ojos de hormiga”. Dice la historia que a
Aguascalientes se le llama “La Ciudad Hueca”, porque hace muchos años, nuestros indígenas hicieron un enorme
túnel con muchas ramificaciones, se sabe que el templo de San Diego hasta el templo de San Marcos, tocando otros
lados; los túneles iban a dar a otras iglesias, como la de Guadalupe, el Encino, la Purísima y otras, para defenderse de
los Apaches y Comanches que venían del norte del país a robarse a sus mujeres. Ahí las escondían y por diferentes
lados salían a contraatacar a sus enemigos. Es por eso, que muchas casas en la capital del Estado, se hundían y nadie
sabia el motivo, pero… ahora se los estamos contando.
Pues bien, como hemos dicho, en ese túnel se escondía Juan Chávez y sus ayudantes. Cuando pasaba el peligro,
salían por otro lado burlando así a sus perseguidores que no conocían los secretos subterráneos. Así robaba Juan
Chávez. Por la noche se desaparecía de sus compañeros, y nadie sabia el lugar en donde escondía el tesoro el “capo”,
audaz, inteligente y socarrón bandido.

La única que sabia del escondite en el Cerro de los Gallos, era su mujer, doña Petra Ávila.
Cuentan que en una ocasión, un conocido de Juan Chávez lo fue siguiendo sin que se diera cuenta. Era un hombre
“muy de a caballo”, que se llamaba Liborio Estevanés y sabia que este “amigo de lo ajeno” había logrado reunir una
gran fortuna que tenia enterrada y solo él sabia el sitio de su escondite. Desde lejos lo fue siguiendo y una vez que se
había adentrado al corazón del cerro, le dijo a su yegua “La Concha”, “Ora si Conchita, no haga ruido que vamos a
robar a este bandido. Ladrón que roba a Ladrón…” Juan Chávez, sintió temblar la tierra; como descuidado volteó de
reojo y sin bajarse de su caballo “El Garante”, comenzó a seguir a Liborio. Fue una emocionante carrera, a sus
cabalgaduras nomás les volaban los crines y así “jadeantes”, hombres y caballos llegaron hasta la plaza de armas.
“La Concha”, reventó y Liborio se sacó tal paliza, que por mucho tiempo dejo de caminar… Y el tesoro escondido en
el Cerro de los Gallos se siguió acumulando por otro tiempo.

Han pasado ciento veinte años y aun no se ha encontrado el escondite en donde el más famoso ladrón de
Aguascalientes guardó el producto de lo que les extrajo a los liberales, a políticos y hasta conservadores de la región,
en su afán de ser el hombre mas rico del Estado convirtiéndose en el más poderoso del cementerio.
En el estado de Aguascalientes se encuentra el Cerro del Muerto, el nombre de este lugar hace alusión a una leyenda que
cuenta la historia de un sacerdote que un día desapareció misteriosamente y aquí te la contamos. Se dice que en este
cerro, hace mucho tiempo se reunieron tribus como los Chichimecas, Chalcas y Nahuatlatas, cada tribu tenía un
sacerdote, siendo estos exageradamente altos, fornidos y de apariencia imponente. Las tribus llegaron a este lugar con la
intención de ponerse de acuerdo para establecerse en el sitio, luego de que deliberaron sobre lo que se tenía que hacer, el
sacerdote Chichimeca, se metió a bañar en el charco de agua caliente de 'La Cantera', después de sumergirse, este
desapareció.
Los Chichimecas esperaron pacientemente a que el sacerdote apareciera en alguno de los otros charcos que había, pero
su espera fue en vano, pasaron días y no apareció. La tribu se reunió para reflexionar sobre lo que había pasado y por un
momento pensaron que los Chalcas los habían traicionado, pero descartaron esa idea pues para ellos era imposible
porque hicieron un pacto y su honor estaba en juego. Después de meses, los Chichimecas no tenían duda de que los
Chalcas lo habían matado y enojados, fueron a enfrentarse contra sus enemigos. Los Chalcas no sabían de lo que se
trataba, pues la tribu Chichimeca, llegó sin decir una sola palabra y lanzando flechas. Los atacados pidieron apoyo a los
Nahuatlatas, quienes estaban viendo la pelea, pero estos se negaron a dar su ayuda.
Después de esto los Chalcas repelieron el ataque y cuando estaban en medio de la batalla, todos quedaron sorprendidos
al ver que venía el sacerdote perdido, pero una flecha ya iba en camino y atravesó el corazón del sacerdote de los
Chichimecas, quien gritaba que se detuvieran que él solo había ido a hacer más charcos de agua termal, pero no lo
escucharon. Tratando de huir, el sacerdote fue regando su sangre en el camino, por lo que, cuenta la leyenda aún se
puede ver en la tierra roja del monte. El hombre cayó muerto y junto con su cuerpo sepultó a todo el pueblo Chichimeca
que iba de tras de él. Con los cadáveres se formó el Cerro del Muerto y dicen que el pueblo sepultado con el cuerpo del
sacerdote gigante, está en esa loma y que por un túnel misterioso se puede llegar a socavones ramificados.
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo existieron un par de niños que se conocieron desde su nacimiento, la niña se
llamaba Xóchitl y el niño Huitzilin.
Ambos compartieron infancia, crecieron juntos y al final su amistad se convirtió en un dulce y tierno amor juvenil.
Tanto era su cariño que un día decidieron subir a lo alto de una colina en donde el sol deslumbraba con particular
fuerza, pues se sabía que allí moraba el Dios del sol.
Hicieron todo ese largo camino sólo para pedirle a Tonatiuh que les diera su bendición y cuidado para poder seguir
amándose. El Dios del sol al verlos tan enamorados, bendijo su amor y aprobó su unión.
Desafortunadamente la tragedia llegó a ellos de forma inesperada cuando Huitzilin fue llamado a participar en una
batalla para defender a su pueblo, y fue así como se separaron para que él marchara a la guerra.
Después de algún tiempo, Xóchitl se enteró que su amado había fallecido en el campo de batalla. Su dolor fue tan
grande que rogó con todas sus fuerzas a Tonatiuh que le permitiera unirse a él en la eternidad. Este, al verla tan afligida,
decidió convertirla en una hermosa flor, así que lanzó un rayo dorado sobre ella, y en efecto, creció de la tierra un bello
y tierno botón, sin embargo, este permaneció cerrado durante mucho tiempo.
Un buen día un colibrí atraído por el aroma inconfundible de esta flor llegó hasta ella y se posó sobre sus hojas.
Inmediatamente, la flor se abrió y mostró su hermoso color amarillo, radiante como el sol mismo, era la flor de
cempasuchil, la flor de veinte pétalos, que había reconocido a su amado Huitzilin, el cual había tomado forma de colibrí
para poder visitarla.

Así, la leyenda dice que mientras exista la flor de cempasúchil y haya colibríes en los campos, el amor de Huitzilin y
Xóchitl perdurará por siempre.

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