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Construcción del edificio psiquiátrico

I Paradigma de la alienación mental


Los paradigmas de la psiquiatría

Georges Lanteri-Laura, psiquiatra e historiador de la disciplina, propuso en 1998 utilizar la noción de “paradigma”
para realizar una lectura, un ordenamiento de la historia de la psiquiatría, desde sus orígenes hasta la actualidad.

Apela a la noción introducida por Tomas S. Kuhn en su obra La estructura de las revoluciones científicas. Allí este
último distinguía la “ciencia normal” (reconocida como fundamento de una práctica, aquella que nadie pone en
cuestión y permite resolver los problemas que surgen en su campo) de la “ciencia en crisis” asediada por problemas
que no puede resolver. Un paradigma implica para Kuhn
“que algunos ejemplos aceptados de la práctica científica real –ejemplos que incluyen,
al mismo tiempo, ley, teoría e instrumentación- proporcionan modelos de los que
surgen tradiciones particularmente coherentes de investigación científica” (Kuhn, 1962, 34)

El paradigma constituye entonces el conjunto del saber establecido que sostiene a la ciencia normal en su función,
opera como una referencia eficaz que permite resolver los problemas planteados en un campo científico dado. La
eficacia de ese paradigma se mantiene mientras no surjan problemas que lo pongan en crisis. El estado de crisis se
mantendrá hasta que surja un nuevo paradigma y el establecimiento de una nueva forma de ciencia normal.
Uso de esta noción por Lanteri-Laura:
Esta herramienta conceptual le permite escandir tres paradigmas en la historia de la psiquiatría:
1. El paradigma de la alienación mental que va desde 1793 (asunción de Pinel en Bicêtre) hasta la publicación del
texto “Acerca de la no existencia de la monomanía”, de Jean Pierre Falret en 1854, escrito polémico que jalona
la entrada en crisis de la “ciencia normal” de los alienistas.
2. El paradigma de las enfermedades mentales, que se extiende desde la publicación del texto “Las
enfermedades mentales y los asilos de alienados” de J.P. Falret en 1864 hasta el año 1926, en el que Eugen
Bleuler diserta sobre la esquizofrenia en el Congreso de Psiquiatría de Ginebra.
3. El paradigma de las grandes estructuras, se ve precedido por un período de crisis convulsionado por el
surgimiento de los desarrollos psicopatológicos de fines del siglo XIX y principios del XX, la aparición del
psicoanálisis, la introducción de la noción de estructura y la incorporación de la oposición neurosis-psicosis al
terreno de la psiquiatría. Este último paradigma culmina con la muerte en 1977 del psiquiatra francés Henri Ey,
quien acuñó el modelo órgano-dinámico, último esfuerzo por constituir un sistema que de su razón a la
psiquiatría como totalidad.

Para Lanteri-Laura, la sucesión de los paradigmas se produce en una especie de movimiento dialéctico donde se
arrastran “residuos” y “retornos” de uno al otro, y en el que los atolladeros, los impasses en torno al problema de
la causa -núcleo que se revela siempre vacío, escurridizo- relanzan una y otra vez la reflexión de los psiquiatras.
Privilegio acordado al fenómeno: diagnóstico por inventario, por acumulación de datos
observables

 Con el método nosológico, Philipe Pinel distingue un conjunto de grandes clases sintomáticas delimitadas a partir de la
OBSERVACIÓN y el ANÁLISIS SISTEMÁTICO de los FENÓMENOS PERCEPTIBLES de la enfermedad. En ella la anatomía
patológica sólo juega un rol secundario. Para Pinel el PROCESO MÓRBIDO permanece INACCESIBLE.
 La nosografía clasifica las enfermedades según grandes categorías al otorgar valor de síntoma a los aspectos más
sobresalientes (dramáticos, extraños, bastos) del comportamiento y la experiencia del loco. Este criterio organiza, más allá
del terreno de la locura, toda la nosología pineliana. Detengámonos un momento en ella:
CLASE GÉNERO ESPECIE
o Lesiones orgánicas
o Hemorragias Espasmódicas abolición Sonambulismo Manía
o Neurosis Cerebrales (afección comatosa) Hidrofobia Melancolía

o Fiebres Motrices Alienación mental Demencia


o Flegmasías Viscerales perturbación Hipocondría Idiotismo
de la función
(VESANÍAS)
La obra del Conde de Buffon (1707-1788), la Histoire Naturelle,
vasto compilado enciclopédico sobre las ciencias naturales,
sirve de modelo y de ideal a los trabajos de Philip Pinel

Afiliado al grupo de los Ideólogos, Pinel considera que un genuina labor científica entraña el agrupamiento y la
clasificación de los fenómenos -materiales brutos de la percepción- en función de sus semejanzas y diferencias,
constituyendo así clases, géneros y especies. Mediante este empeño sistemático intenta evitar que la
subjetividad se infiltre en la descripción de los hechos estudiados, orientado por el aforismo de Condillac, “la
ciencia es una lengua bien hecha”.
El género Alienación mental: las especies y su presentación pura o combinada
Pinel es partidario de un materialismo psico-fisiológico. Así, considera a la alienación mental como un trastorno de
las funciones intelectuales, es decir, de las funciones superiores del sistema nervioso. El cerebro es considerado en
ese momento el asiento del espíritu, por consiguiente, se trata para él de una clase de neurosis cerebral. Abarca
cuatro especies, simples variedades de una enfermedad única.
• Manía: en ella el DELIRIO ES GENERAL (concierne a todos los objetos). Están lesionadas varias funciones del
entendimiento (percepción, memoria, juicio, afectividad, imaginación) y se acompaña de una VIVA EXCITACIÓN
• Melancolía: en esta especie el DELIRIO ES LIMITADO a un objeto o a una serie particular de objetos. Las facultades
mentales permanecen intactas fuera de este “NÚCLEO” delirante y el COMPORTAMIENTO PERMANECE
COHERENTE Y COMPRENSIBLE si se tiene en cuenta las ideas delirantes. El estado afectivo del delirio puede ser de
naturaleza triste o alegre.
• Demencia: ABOLICIÓN DEL JUICIO, Incoherencia en la manifestación de las facultades mentales, evidenciada en el
desorden y movilidad de los contenidos. Se trata de una existencia “automática” ( el demente actúa. pero sin
poder reflexionar sobre su conducta).
• Idiotismo: OBLITERACIÓN de las facultades intelectuales y afectivas. SUPRESIÓN más o menos completa de la
actividad mental.
 Estas categorías pueden “complicarse”: pueden agregarse accesos maníacos en la demencia, el idiotismo o la
melancolía; la manía terminar en idiotismo, etc., dando lugar así a las FORMAS PURAS Y COMBINADAS.
Las causas de la locura

Las causas NO SON ESPECÍFICAS para los distintos tipos de locura. Pinel tiende a atribuir la FORMA DEL ACCESO a la
“constitución” del individuo, es decir, al tipo físico: color de cabello o de los ojos, conformación física, sexo.

hombres robustos, de cabellos negros predispuestos a los accesos de excitación


las mujeres, en particular las rubias más inclinadas a la melancolía
De este modo, la alienación aparece como un tipo de reacción del organismo a diversas causas:

 Físicas: directas (un golpe violento en la cabeza, la conformación defectuosa del cráneo), simpáticas (por una conexión
interna entre los órganos, la afección de un órgano puede repercutir sobre el cerebro de manera secundaria).
 Hereditarias
 MORALES:
- Las pasiones vivas y fuertemente contrariadas o prolongadas (alegría tristeza, temor, cólera)
- Los excesos de todo tipo, las irregularidades de las costumbres y del modo de vida (pasiones artificiales del mundo
moderno: orgullo, ambición, gusto por el lujo), la educación “viciosa”, ya sea por la permisividad o la dureza excesivas.
Tratamiento de la alienación mental: una posición ética

En lo que atañe a la terapéutica, Pinel refleja una vez más su filiación al movimiento de los Ideólogos: se trata de
una estrategia filantrópica y social (reforma de las costumbres, en pos de una sociedad sana y ordenada, lejos de la
decadencia del antiguo régimen o del tumulto revolucionario)
• El tratamiento físico se basaba en la concepción de la enfermedad como una reacción del organismo. Adhería al
método expectante de Hipócrates: el médico debía abstenerse al máximo de toda acción que pudiese perturbar
el ciclo natural de la enfermedad. Las intervenciones medicamentosas (con purgantes, sangrías, diuréticos, baños
fríos o tibios) eran limitadas y muy regladas, debían ser “sobrias” y actuar en el sentido de la naturaleza.
• El tratamiento moral , por el contrario, tenía un lugar central en el abordaje del alienista. Según el autor, con
ayuda de la educación curativa, se le podía devolver la razón a un espíritu descarrilado. Partía de la premisa de
que el espíritu humano es maleable y perfectible. Dado que los contenidos dependen para Pinel de las
percepciones y de las sensaciones, si se modificaban estos, por intermedio de las pasiones y de la afectividad, se
logrará cambiar el estado mental del enfermo.
Se trata entonces de aislar al enfermo de sus condiciones de vida, y someterlo a una disciplina severa y paternal.
Mediante la demostración simultánea de una gran solicitud y de una gran firmeza, el alienado se someterá
paulatinamente a la tutela médica y a la ley colectiva de la institución. El personal debía ganarse la confianza y el
respeto del alienado. No se debía emplear jamás la violencia ni métodos degradantes (represión) pero sí las
“demostraciones de fuerza” (autoridad) en el que el aislamiento se perfilaba así como una reeducación modelo
regida por el alienista-filántropo-educador.
La alienación mental entra en crisis

Durante la primera mitad del siglo XIX, la ciencia de los alienistas se erige como ciencia normal en torno al problema de la locura.
Debe mencionarse una posición compartida por Pinel y su discípulo principal, Esquirol: la concepción dualista de los trastornos
mentales, que opone ciertas presentaciones de la locura secundarias a una lesión orgánica cuyo asiento puede ser identificado, a
las de la locura, en su forma pura, exenta de base lesional y consistente en una modificación funcional desconocida del cerebro.
La curabilidad de la manía, la melancolía es prueba y consecuencia de esta posición.
Sin embargo, vemos aparecer una clase de trastornos concomitantes, que complican la locura y que, estos sí, pueden tener una
causa lesional (parálisis general, epilepsia, lesiones orgánicas del cerebro). Ellos serán el motor, el pivote de las transformaciones
que la clínica psiquiátrica experimentará a mediados del siglo XIX.

En 1822, la tesis doctoral de un joven alienista, Antoine-Laurent Bayle, repudiada unánimemente por sus contemporáneos,
proponía que la parálisis general, síndrome parético conocido en la época, que imponía un pronóstico fatal a corto plazo, no era
una simple concomitancia, complicación frecuente de la demencia. A partir de seis observaciones, atribuye a una meningitis
crónica (aracnoiditis crónica que él distingue de la aracnoiditis aguda -o frenesí-) el desencadenamiento de una alienación
mental acompañada de trastornos motores que evoluciona en tres fases:
-delirio monomaníaco con un estado de exaltación más o menos considerable;
-delirio maníaco general con agitación, logorrea y, en ocasiones, furor;
-demencia con incoherencia y amnesia
El descubrimiento de Bayle: la primera entidad clínico-evolutiva

Bayle introduce una teoría monista de la parálisis general, dado que considera simultáneas a las lesiones
intelectuales y motrices y dependientes de un mismo proceso mórbido (etiología: causas morales), y también en el
plano anátomo-patológico (patogenia).

El problema de la causa de la locura como dínamo de la crisis: Bayle hace su descubrimiento al ponerse a investigar
las causas íntimas (el sustrato anátomo-patológico) de las especies de la locura delimitadas por Pinel y Esquirol.
Estos han esclarecido las causas que preparan y desencadenan la locura, pero no sus sustrato inmediato, sus causas
próximas.

¿Qué tienen de novedad radical las ideas de Bayle?


Lo que Bayle describe por primera vez en la historia de la psiquiatría es una entidad mórbida que se presenta como
un proceso secuencial que despliega en el tiempo varios cuadros clínicos sucesivos diferenciados de otros cuadros
clínicos semejantes por pequeños signos, y que asocian signos psíquicos y físicos simultáneos que reposan sobre
una base anátomo-patológica unívoca. En este proceso diacrónico las entidades de la nosología de Pinel y Esquirol
(manía, monomanía, demencia) constituyen sub-elementos, síndromes, y el diagnóstico se hace, no sobre cuadros
globales, sino sobre signos que se les agregan (naturaleza de las ideas delirantes, acompañamiento afectivo,
trastornos motores discretos y, sobre todo, sobre el conjunto del ciclo clínico-evolutivo que se vuelve cada vez más
característico a medida que se acerca a su término.

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