TEMA PRINCIPAL Todas las sangres es la quinta novela del escritor peruano José María Arguedas publicada en 1964. La novela se desenvuelve entre dos ideas fundamentales: el peligro de la penetración imperialista en el país por intermedio de las grandes transnacionales y el problema de la modernización del mundo indígena. JOSÉ MARÍA ARGUEDAS Su verdadero nombre José María Arguedas Altamirano nació en Andahuaylas-Apurimac el 18 de Enero de 1911 y fallece en 2 de Diciembre de 1969. Fue un escritor, poeta, traductor, profesor, antropólogo y etnólogo peruano. Fue autor de novelas y untos que lo llevaron a ser considerado como uno de los grandes representantes de la literatura en el Perú. La cuestión fundamental que se plantea en sus obras es la de un país dividido en dos culturas (la andina de origen quechua y la occidental, traída por los españoles). TODAS LAS SANGRES La novela se inicia con la aparición de don Andrés Aragón de Peralta, jefe de la familia más poderosa de la villa de San Pedro de Lahuaymarca, en la sierra del Perú. Don Andrés, ya viejo, se sube al campanario de la iglesia del pueblo y desde allí maldice a sus dos hijos, don Fermín y don Bruno, a quienes acusa de apropiarse de sus tierras; asimismo, anuncia su suicidio, dejando en herencia a los indios todos los bienes que aun conservaba. En efecto, se retira a su casa e ingiere veneno. Los dos hermanos, don Fermín y don Bruno, viven en perpetua discordia. Don Bruno es dueño de la hacienda «La Providencia» donde viven varios centenares de indios como colonos o siervos. Don Bruno es un católico tradicional y fanático, que se opone a que el progreso llegue a sus tierras pues cree que eso corromperá inevitablemente a sus indios, al inoculárseles el llamado veneno del lucro. Un rasgo característico de don Bruno es su ardor sexual desenfrenado que lo lleva a poseer y violar a muchas mujeres, de toda raza, edad y condición social. Por su parte, don Fermín es el propietario de la mina Aparcora, que trata de explotarla prescindiendo de la voracidad de las empresas transnacionales. TODAS LAS SANGRES Don Fermín empieza a explorar la mina Aparcora en busca de la veta principal, para lo cual empieza a usar la mano de obra de unos 500 indios enviados por don Bruno. El sistema de trabajo que impone es el de la mita, es decir por turnos, pero los indios no reciben jornal y solo se les da alimentos. Estos indios laboran como lampeadores y cargadores, mientras que otros obreros especializados trabajan como jornaleros. Para continuar su proyecto don Fermín calcula que necesitará más suelos con agua, por lo que enfoca su interés en las tierras de su hermano y en las de los vecinos de San Pedro. Empieza por comprar tierras de algunos de estos vecinos. Pero el consorcio internacional Wisther-Bozart, que ha puesto sus miras en la mina, infiltra en ella al ingeniero Cabrejos para que boicotee las labores y haga fracasar la exploración; de esa manera don Fermín se vería obligado a vender la mina al consorcio. Cabrejos logra la ayuda del mestizo Gregorio, quien planea una estrategia. Se sirve de las creencias indígenas sobre una serpiente gigantesca, el Amaru o espíritu de la montaña, que supuestamente vive los socavones de la mina. Gregorio da aullidos desde el interior, simulando al Amaru, a fin de asustar a los indios, algunos de los cuales efectivamente se espantan, pero de pronto ocurre una explosión dentro de la mina y Gregorio muere despedazado. Rendón Willka tiene la certeza de que el causante de esa muerte es el ingeniero Cabrejos. TODAS LAS SANGRES
Entretanto don Bruno sufre una transformación milagrosa, tras asesinar a
una de sus amantes, de nombre Felisa. Abandona la vida lujuriosa, uniéndose definitivamente a una mestiza, Vicenta, de quien espera un hijo. Redimido por el amor, Bruno visita a los comuneros de Paraybamba, a quienes ayuda a elegir a su alcalde y regidores, así como les ofrece semilla para la siembra. De pronto se asoma en la plaza del pueblo don Adalberto Cisneros, un hacendado cruel y abusivo que había arrebatado sus tierras a los indios. El nuevo alcalde de Paraybamba humilla públicamente a Cisneros, a quien hace azotar y pasear desnudo por las calles. Don Bruno se despide de Paraybamba aclamado por los indios, pero el incidente con Cisneros origina después que el alcalde y los regidores sean arrestados, y que el mismo don Bruno sea denunciado por Cisneros. Ambos se encuentran en la capital de la provincia, ante las autoridades, pero don Bruno se defiende bien y Cisneros se marcha jurando vengarse. Volviendo a la mina, al fin se encuentra la veta del metal argentífero y don Fermín viaja a Lima para tratar de formar una sociedad con capitales peruanos, ya que se había quedado descapitalizado. Sin embargo, la Whistert-Bozart tiene mucho poder e influencias y logra finalmente que don Fermín le venda la mina, tras una reunión que se realiza en un edificio capitalino. Don Fermín terminar por ceder pues no puede competir con la gigantesca transnacional. TODAS LAS SANGRES Fue tan total la entrega de Rendón Willka que terminó con la muerte; es la inmolación de un héroe. Ante un pelotón de soldados, Rendón Willka elige valientemente su final: "Si quieres, si te provoca, dame la muertecita, la pequeña muerte, capitán". Y sacudido por las balas, cae de cara sobre el empedrado, vomitando sangre por la boca y por las orejas. Exactamente igual que en un atardecer de noviembre de 1969, en un sitio menos problemático y más tranquilo, el aula de la Universidad, cuando ya había salido el último alumno: Arguedas dio cumplimiento a una idea que desde joven le perseguía, su propia muerte, y con un revólver de pequeño calibre se levantó la tapa de los sesos. Con eso terminaba Arguedas de encarnar la figura del personaje que eligió para esta novela, la de Rendón Willka, que, como indio, tuvo una dolorosa y lenta agonía. Tal tónica es característica de muchas de sus novelas; todas ellas denotan un presagio de dolor y de amargura, refiriéndose a los sufrimientos del indígena comunero. EL MENSAJE DE LA OBRA Es la denuncia de la opresión sobre los indios, en este caso ejercida por Don Fermín y Don Bruno, hijos del viejo Don Andrés, que ha levantado el pueblo indio y le quiere, y que se suicida ante la avaricia de sus descendientes. Don Fermín y Don Bruno se rigen por la explotación y el empobrecimiento. A raíz de esto surgen rebeliones y cabecillas tales como Rendón Willka, que luchan por los derechos de los suyos. Gráficamente se describe la situación: "La tierra del siervo es de la hacienda, por tanto el siervo es de la hacienda, vida y muerte. En tiempos del rey español, la tierra era del rey español y también la vida, al menos en los escritos. Desde la república, cada hacendado era un rey español." Estos señores estaban apoyados incluso por la figura del "Zar", que en cualquier momento enviaba un destacamento de soldados para sofocar los disturbios, anulando todos los derechos de los indios.