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ARGUEDAS
Todas las sangres es la quinta novela del escritor peruano José María Arguedas publicada en
1964. Es la novela más larga de dicho autor, y la más ambiciosa, siendo un intento de retratar el
conjunto de la vida peruana, por medio de la representación de escenarios geográficos y sociales
de todo el país, aunque el foco se sitúa en la sierra. El título alude a la variedad racial, regional y
cultural de la nación peruana. La novela se desenvuelve entre dos ideas fundamentales: el
peligro de la penetración imperialista en el país por intermedio de las grandes transnacionales y
el problema de la modernización del mundo indígena.
Contenido
1. Argumento
2. Personajes
2.1 Principales
2.2 Secundarios
3. Resumen
5. Análisis
7. Crítica
8. Mensaje
1. Argumento
La novela se inicia con el suicidio de don Andrés Aragón de Peralta, jefe de la familia
más poderosa de la villa de San Pedro de Lahuaymarca, en la sierra del Perú.
Su muerte anuncia el fin del sistema feudal que hasta entonces ha predominado en la
región. Don Andrés deja dos hijos: don Fermín y don Bruno, enemigos y rivales,
quienes en vida del padre se habían ya repartido sus inmensas propiedades.
2. Personajes
2.1 Principales
La novela se inicia con la aparición de don Andrés Aragón de Peralta, jefe de la familia
más poderosa de la villa de San Pedro de Lahuaymarca, en la sierra del Perú.
Don Andrés, ya viejo, se sube al campanario de la iglesia del pueblo y desde allí
maldice a sus dos hijos, don Fermín y don Bruno, a quienes acusa de apropiarse de sus
tierras; asimismo, anuncia su suicidio, dejando en herencia a los indios todos los bienes
que aun conservaba. En efecto, se retira a su casa e ingiere veneno.
Los dos hermanos, don Fermín y don Bruno, viven en perpetua discordia. Don Bruno es
dueño de la hacienda «La Providencia» donde viven varios centenares de indios como
colonos o siervos. Don Bruno es un católico tradicional y fanático, que se opone a que
el progreso llegue a sus tierras pues cree que eso corromperá inevitablemente a sus
indios, al inoculárseles el llamado veneno del lucro. Un rasgo característico de don
Bruno es su ardor sexual desenfrenado que lo lleva a poseer y violar a muchas mujeres,
de toda raza, edad y condición social. Por su parte, don Fermín es el propietario de la
mina Apark’ora, que trata de explotarla prescindiendo de la voracidad de las empresas
transnacionales. Don Fermín representa al capitalismo nacional y desea que el progreso
y la modernidad lleguen a la región, oponiéndose así a su hermano. Pero para explorar
la mina necesita como trabajadores a los indios de Bruno, quien acepta entregárselos, a
condición de que lo deje vivir en paz en sus tierras. Es entonces cuando entra en escena
Rendón Willka, un «ex indio», es decir un nativo transculturado, que ha vivido varios
años en Lima y que ha perdido parte de su herencia cultural, pero que ha conservado sus
valores tradicionales más valiosos. Rendón Willka es contratado como capataz de la
mina, pero tiene ya el soterrado propósito de encabezar la lucha por la liberación de sus
hermanos de raza y cultura.
Don Fermín empieza a explorar la mina Apark’ora en busca de la veta principal, para lo
cual empieza a usar la mano de obra de unos 500 indios enviados por don Bruno.
El sistema de trabajo que impone es el de la mita, es decir por turnos, pero los indios no
reciben jornal y solo se les da alimentos. Estos indios laboran como lampeadores y
cargadores, mientras que otros obreros especializados trabajan como jornaleros.
Para continuar su proyecto don Fermín calcula que necesitará más suelos con agua, por
lo que enfoca su interés en las tierras de su hermano y en las de los vecinos de San
Pedro. Empieza por comprar tierras de algunos de estos vecinos.
Entretanto don Bruno sufre una transformación milagrosa, tras asesinar a una de sus
amantes, de nombre Felisa. Abandona la vida lujuriosa, uniéndose definitivamente a
una mestiza, Vicenta, de quien espera un hijo. Redimido por el amor, Bruno visita a los
Volviendo a la mina, al fin se encuentra la veta del metal argentífero y don Fermín viaja
a Lima para tratar de formar una sociedad con capitales peruanos, ya que se había
quedado descapitalizado. Sin embargo, la Whistert-Bozart tiene mucho poder e
influencias y logra finalmente que don Fermín le venda la mina, tras una reunión que se
realiza en un edificio capitalino. Don Fermín terminar por ceder pues no puede competir
con la gigantesca transnacional. La empresa le reconoce un porcentaje de las acciones
de la mina y le cancela los gastos iniciales de la exploración. Don Fermín decide
invertir este dinero en la industria pesquera, adquiriendo fábricas de harina y conservas
de pescado en Supe, de la que se encargará administrar su cuñado, mientras que él
vuelve a San Pedro, dispuesto a ampliar y modernizar su hacienda «La Esperanza».
Don Bruno, que retorna a San Pedro, encuentra destruida la iglesia, por lo que siente
honda pena. También llega don Fermín, trayendo todo lo necesario para modernizar su
hacienda «La Esperanza» y promete que el pueblo volvería a renacer con su ayuda. Se
anuncia también la llegada del hacendado Cisneros, quien quiere vengarse de don
Bruno, para lo cual se entrevista con el subprefecto. Este se ofrece para matar a don
Bruno a cambio de dinero, pero su plan se desbarata.
Don Bruno se culpa de todas esas desgracias por haber contribuido con la explotación
minera, y decide purificar el mundo acabando con los responsables.
Encomienda a su hijo y a su mujer Vicenta a Demetrio Rendón Willka, coge sus armas
y se dirige a la hacienda de don Lucas, gamonal cruel y abusivo que no pagaba a sus
trabajadores y que tenía a sus indios famélicos y harapientos. Don Bruno mata a don
Lucas, ante el regocijo de los indios; luego se dirige a la hacienda «La Esperanza» de su
hermano don Fermín, a quien acusa de ser responsable de todas las desgracias del
pueblo y le apunta con su revólver. Al verse amenazado, don Fermín corre pero cae
herido en las piernas. Al ver lo que ha hecho, don Bruno se derrumba y llora, pidiendo
Capítulo I.- Se inicia con la presencia del viejo don Andrés de Aragón y
Peralta, quien anuncia su suicidio desde la torre de la Iglesia del pueblo de San
Pedro de Lahuaymarca. Califica de ladrones a sus hijos, don Fermín y don
Bruno, por apoderarse de sus tierras. Regresa a su casa y cumple su amenaza: se
envenena y muere. Don Fermín y don Bruno se odian mutuamente; el primero
tiene una mina llamada Aparcora, y el segundo es dueño de la hacienda «La
Providencia», que hace trabajar a indios siervos.
En adelante los colonos indios trabajarían para ellos mismos, sin patrones, lo
que significaba ya una revolución. El gobierno envía entonces a los guardias
civiles a sofocar la revuelta. Vicenta y su hijo se esconden en la comunidad de
Lahuaymarca. Mientras que Demetrio se queda alentando a los indios a resistir.
Los guardias irrumpen e inician una despiadada cacería. Demetrio es fusilado
junto con otros indios. Pero este episodio luctuoso solo es el inicio del camino
de la liberación.
5. Análisis
El proyecto de Willka tiene, sin embargo, algunos componentes más ideales que reales
y una limitación tal vez insubsanable: es un proyecto cerradamente campesino-serrano
que desconfía y hasta rechaza la participación del proletariado y pone en cuestión el
servicio de los partidos políticos. Es un proyecto más cultural que social (aunque ponga
de relieve la importancia de la organización colectivista bajo el modelo de la comunidad
indígena) y más ético que político.
En 1965 el Instituto de Estudios Peruanos organizó una serie de mesas redondas para
discutir la relación entre literatura y sociología. La segunda de esas mesas, realizada el
día 23 de junio, se dedicó a la discusión de la novela Todas las sangres, con la
participación del mismo Arguedas. Este evento fue sumamente importante ya que
significó la incorporación de la narrativa de Arguedas a la discusión de la literatura de
su tiempo.
… casi demostrado por dos sabios sociólogos y un economista, […], que mi libro Todas
las sangres es negativo para el país, no tengo nada que hacer ya en este mundo. Mis
fuerzas han declinado creo que irremediablemente.
7. Crítica
Según Vargas Llosa, las críticas que se hicieron a la obra durante la mesa redonda el 23
de junio de 1965 serían válidas viéndolas desde un punto de vista sociológico.
Obviamente, otro sería el análisis viendo a la novela como ficción literaria. En este
aspecto, la obra también sería fallida, al carecer de un poder de persuasión interno, pues
a decir del mismo Vargas Llosa, la descripción que hace de la sociedad peruana resulta
profundamente falsa e inconvincente, no por apartarse de la verdad objetiva, sino por
8. Mensaje