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DESCENTRALIZACIÓN Y

ADMINISTRACIÓN ECONÓMICA
2020-21
En este tema estudiaremos primero la descentralización territorial, basada
en el reparto de poderes entre entes con esta base, y luego la «funcional»,
consistente en la creación de personalidades jurídicas separadas, más o
menos dependientes de una Administración matriz, y con fines específicos
(entes instrumentales, agencias, entes reguladores).

Se acepta hoy la descentralización (territorial) como experiencia positiva en


dos vertientes: política y de eficiencia.
Política: como una herramienta de redistribución del poder con fines
democratizadores y de recuperación de la confianza (aproximación de su
ejercicio a los ciudadanos, mejora del sistema de frenos y contrapesos).
Y en segundo lugar, como garantía de mejor gestión en los procesos de toma
de decisiones (mejor conocimiento de la realidad local, implicación directa en
los intereses de cada zona del territorio).

Desde un punto de vista político, la expresión máxima de la


descentralización sería el Federalismo, ejemplo de organización política en
la que los Estados federados ceden poderes a una instancia central,
reteniendo la mayor parte de las competencias ejecutivas y un bloque
considerable de las legislativas. Aunque existen federalismos de distinta
intensidad (desde los Estados Unidos hasta Argentina o Alemania), puede
decirse que en los modelos federales se tiende a reconocer mucho más
poder a los niveles territoriales que en los regionales o autonómicos.
En una perspectiva puramente administrativa, la descentralización perseguiría
un mejor reparto de competencias entre las distintas autoridades, sin
necesidad de atribuirles poderes legislativos, buscando una mayor eficacia y
racionalidad en los procesos de toma de decisiones.
Al margen de las reivindicaciones de corte nacionalista, se considera positivo
descentralizar porque evitaría una concentración extrema de poder en
instancias incapaces de resolverlo todo, lo que quedaría demostrado por las
correcciones que se han ensayado en el que se tenía como caso paradigmático
de centralismo (Francia).

Deben destacarse aquí también las implicaciones económicas de la


descentralización, pues un excesivo centralismo puede ser perjudicial para el
desarrollo, al situar demasiadas decisiones en lugares distantes de aquéllos
donde deben producir efectos.
Para evitarlo, se crean niveles políticos y administrativos inferiores al estatal
(central) con responsabilidades de gestión, contribuyendo así a la
identificación de los ciudadanos con sus instituciones de gobierno y a la
realización de políticas públicas (también económicas) específicamente
pensadas para cada realidad territorial, adaptadas a los problemas y
necesidades de cada comunidad.
MODELO ADMINISTRATIVO DESCENTRALIZADO
•A partir de la Constitución de 1978, España ha experimentado una
transformación radical, del centralismo a la descentralización.
•En apenas cinco años se crearon las comunidades autónomas, cada
una con sus poderes, y se reconoció la autonomía de los entes
locales.
•Y esto desde un punto de partida radicalmente opuesto, pues
nuestra tradición política y administrativa era el centralismo, con
muy pocas excepciones a lo largo de la historia.
•Pasamos de un modelo de inspiración francesa a otro más cercano
al propio de los Estados federales, en los que existen varios poderes
territoriales, tanto políticos como administrativos.
•Además de la Administración General del Estado, con sus órganos
centrales y periféricos, podemos señalar la Administración de las 17
Comunidades Autónomas, la de las dos ciudades con Estatuto de
Autonomía (Ceuta y Melilla) y las miles de Administraciones de los
Entes locales (alrededor de 8.000 Municipios, casi medio centenar de
Diputaciones Provinciales y una miríada de Entidades locales
menores).
Y esto tan sólo en el plano territorial, que no agota la realidad
administrativa, integrada también por instituciones como las
Universidades y otros Organismos públicos.
La existencia de múltiples Administraciones públicas introduce un
factor de complejidad en el sistema agravado por el hecho de que
muchas de ellas gozan del privilegio político de la autonomía,
consecuencia inmediata de la apuesta constitucional por un modelo
de Estado descentralizado y garantizador del protagonismo de las
autoridades locales y autonómicas en la adopción de la mayoría de
las decisiones (también las económicas) que afectan a los ciudadanos
en las distintas partes del territorio, apuesta reflejada en el arto 137
CE.
Este modelo también ha manifestado sus dificultades de
sostenibilidad en un contexto de crisis prolongado con bruscos
descensos de ingresos.
Por eso se ha planteado en algunos momentos la re-centralización
de un núcleo considerable de políticas económicas, comenzando
por la exigencia de estabilidad presupuestaria y de coordinación de
las intervenciones para lograr la vuelta al crecimiento y la creación
de empleo.
PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD
Descentralizar supone repartir el poder entre distintos niveles, con el fin democratizador de
aproximar la toma de decisiones a los ciudadanos.
De ahí que uno de los principios básicos de todo proceso descentralizador sea el de
SUBSIDIARIEDAD. De acuerdo con este principio, las competencias deberían ser ejercidas en el
nivel más próximo a los ciudadanos, siempre que tuviera capacidad para gestionarlas
eficientemente.
La subsidiariedad remite a un CRITERIO DE PROXIMIDAD (y por tanto de profundización
democrática), desde luego, pero también a un criterio de eficiencia.
•Eficiencia: la RELACIÓN ENTRE LOS RECURSOS UTILIZADOS en un proyecto y los logros
conseguidos con el mismo. Se entiende que la eficiencia se da cuando se utilizan MENOS
RECURSOS PARA LOGRAR UN MISMO OBJETIVO. O al contrario, cuando se logran más objetivos
con los mismos o menos recursos.
– Por ejemplo: se es eficiente cuando en 12 horas de trabajo se hacen 100 unidades de un determinado
producto. Ahora, se mejora la eficiencia si esas 100 unidades se hacen en sólo 10 horas. O se aumenta a
eficiencia si en 10 horas se hacen 120 unidades. Aquí vemos que se hace un uso eficiente de un recurso
(tiempo), y se logra un objetivo (hacer 100 o 120 productos)
•Eficacia, podemos definirla como el NIVEL DE CONSECUCIÓN DE METAS Y OBJETIVOS. La
eficacia hace referencia a nuestra CAPACIDAD para lograr lo que nos proponemos.
•Ejemplo: se es eficaz si nos hemos propuesto construir un edificio en un mes y lo logramos.
Fuimos eficaces, alcanzamos la meta.

Trasladado al campo específico de las actuaciones descentralizadas: esto quiere decir


cabalmente que, si una competencia puede ser satisfactoriamente ejecutada en el nivel local,
no debe residenciarse por encima, en el nivel regional, y si las regiones están en mejores
condiciones de desarrollar determinadas políticas públicas, no debe ser el Estado el que tome la
iniciativa en las mismas. PERO AL REVÉS TAMBIÉN FUNCIONA, Y SI LOS ENTES INFERIORES NO
GESTIONAN ADECUADAMENTE SUS COMPETENCIAS, DEBERÍAN ELEVARSE.
El principio de subsidiariedad, por tanto, NO IMPLICA atribuir en todo caso
las competencias económicas a los niveles locales o regionales.
Cuando se trata de adoptar las principales POLÍTICAS ECONÓMICAS, por
ejemplo, LA TENDENCIA ES MÁS BIEN LA INVERSA, de manera que se está
produciendo una centralización en el nivel europeo de las principales
decisiones reguladoras.
Si los resultados de las políticas económicas SON MÁS EFICIENTES en el
nivel central, estatal o europeo, no deben residenciarse en los niveles
locales.
Subsidiariedad es proximidad porque el criterio básico es el de adopción de
las decisiones en los niveles inferiores.
Pero SUBSIDIARIEDAD también implica EFICIENCIA.
Si un problema no puede ser eficazmente resuelto por el municipio, por
trascender su espacio territorial o afectar a más personas que sus vecinos, o
por carecer manifiestamente de medios, entonces debe ser resuelto por una
instancia superior, de ámbito regional o estatal.
Hoy el principio de subsidiariedad está consagrado a nivel europeo, pero
también es un CRITERIO DE RACIONALIDAD EN LA ASIGNACIÓN DE
FUNCIONES, pues la mayor cercanía a los problemas permite, muchas veces,
dar respuestas más apropiadas a los mismos.
Europa ha desarrollado una idea que resume ambas tendencias
de la descentralización permitiendo valorar su grado de
consecución y eficacia en cada proceso o experiencia concreta:
las decisiones deberían tomarse en el nivel más próximo a los
ciudadanos.
•ART: 5.3 TFUE: En virtud del principio de subsidiariedad, en los
ámbitos que no sean de su competencia exclusiva, la Unión
intervendrá sólo en caso de que, y en la medida en que, los
objetivos de la acción pretendida NO PUEDAN SER
ALCANZADOS DE MANERA SUFICIENTE POR LOS ESTADOS
MIEMBROS, ni a nivel central ni a nivel regional y local, sino que
puedan alcanzarse mejor, debido a la dimensión o a los
efectos de la acción pretendida, a escala de la Unión.
•Las instituciones de la Unión aplicarán el principio de
subsidiariedad de conformidad con el Protocolo sobre la
aplicación de los principios de subsidiariedad y
proporcionalidad. Los Parlamentos nacionales velarán por el
respeto del principio de subsidiariedad con arreglo al
procedimiento establecido en el mencionado Protocolo.
AUTONOMÍA POLÍTICA Y UNIDAD ECONÓMICA

En todos los Estados federales, regionales o descentralizados se observa una


tendencia hacia la concentración de las PRINCIPALES COMPETENCIAS ECONÓMICAS
EN LOS PODERES CENTRALES.
Por ejemplo: las Constituciones de los Estados Unidos de Norteamérica, Alemania,
Italia, Suiza o Austria, por mencionar tan sólo algunos modelos que nos son afines,
contemplan un reparto de atribuciones en materia económica claramente dirigido
a primar las competencias de coordinación en manos del centro respecto de las
facultades concretas de intervención de cada una de las autoridades regionales.
Ésta es la función que cumplen, por ejemplo, la commerce clause (cláusula de
comercio) de la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica, o el CONCEPTO
DE UNIDAD DE LA ECONOMÍA en Alemania.
Si nuestro Estado pretende seguir el modelo de los Estados descentralizados más
desarrollados, nuestra Constitución debería interpretarse también en este sentido,
como de hecho ha sucedido hasta ahora, aunque en los últimos años se ha abierto
un proceso de reforma de Estatutos tendente a incrementar las competencias
autonómicas sustancialmente, incluyendo las económicas.
Por otra parte, los procesos de integración económica y, muy señaladamente, la
integración económica europea (el surgimiento de la Unión) confirman la tendencia
a la concentración de las principales competencias sobre la Economía, pues la
creación de un único mercado implica necesariamente la renuncia a competencias
de soberanía (también económica) que se trasladan a la instancia central, para que
las ejerza a través de cualquiera de sus órganos (Consejo de Ministros, Comisión o
Banco Central Europeo).
EL REPARTO DE COMPETENCIAS ECONÓMICAS EN LA CONSTITUCIÓN
Autonomía política y unidad económica no son incompatibles; es más, son necesariamente
reconciliables, dependiendo desde luego del marco constitucional de cada Estado.
El español se encuentra en la Constitución de 1978 y en el denominado bloque de la
constitucionalidad (compuesto por las normas que concretan el reparto de competencias
entre el Estado y las Comunidades Autónomas), cuyo desarrollo parte necesariamente de los
arts. 148 y 149 CE, dedicados respectivamente a las competencias a disposición de las
Comunidades Autónomas y las competencias exclusivas del Estado.
El arto 148 CE enuncia las competencias que pueden asumir las Comunidades Autónomas,
algunas de las cuales tienen una trascendencia económica directa:
- ordenación del territorio
- urbanismo y vivienda (apartado 3)
- obras públicas de interés autonómico (apartado 4)
- ferrocarriles y transportes intracomunitarios (apartado 5)
- agricultura y ganadería, de acuerdo con la ordenación general de la economía
(apartado 7)
- ferias interiores (apartado 12)
- el fomento del desarrollo económico de la Comunidad Autónoma dentro de los
objetivos marcados por la política económica nacional (apartado 13)
- y promoción y ordenación del turismo en su ámbito territorial (apartado 17)
Esta lista de competencias no es cerrada, pues con el paso del tiempo todas las Comunidades
Autónomas han ido asumiendo otras materias como consecuencia de la reforma de sus
Estatutos, algunas no contempladas expresamente en el arto 148, como protección de los
consumidores, industria, cajas de ahorro, etc. Y en las últimas reformas estatutarias ha vuelto
a crecer el nivel competencial de las Autonomías, alcanzando también ámbitos de relevancia
económica.
Las competencias exclusivas del Estado se recogen en el arto 149 CE, que
concreta el principio de unidad del art. 2, también en el terreno de la
Economía, pues se atribuyen al Estado las principales decisiones:
- legislación mercantil (apartado 6)
- legislación laboral (apartado 7)
- régimen aduanero y arancelario, comercio exterior (apartado 10)
- sistema monetario, cambio y convertibilidad, divisas y bases de la
ordenación del crédito, banca y seguros (apartado 11)
- bases y coordinación de la planificación general de la actividad
económica (apartado 13)
- hacienda general y deuda del Estado (apartado 14)
- pesca marítima (apartado 19)
- ferrocarriles y transportes que transcurran por más de una
Comunidad Autónoma (apartado 21)
- legislación básica sobre protección del medio ambiente (apartado
23)
- obras públicas de interés general (apartado 24)
- y bases del régimen minero y energético (apartado 25)
Por otro lado, LAS COMPETENCIAS NO ASUMIDAS POR LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS
QUEDAN RESIDUALMENTE EN MANOS DEL ESTADO, que las ejercerá sólo en el territorio de
aquellas que no las hayan incluido en sus Estatutos, pues no todas las Comunidades han
alcanzado idéntico grado competencial, aunque la tendencia es la nivelación competencial
de la mayoría de las Comunidades (simetría, manteniéndose al tiempo elementos originales
de asimetría).
El TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, como supremo intérprete de la Constitución, ha subrayado
en varias sentencias LA IMPORTANCIA DE LA UNIDAD DEL ORDEN ECONÓMICO NACIONAL,
considerando que «... es un presupuesto necesario para que el reparto de competencias
entre el Estado y las distintas Comunidades Autónomas no conduzca a resultados
disfuncionales o desintegradores» (SSTC 29/86 y 64/90).
Por ello ha desarrollado una interpretación de la cláusula del art. 149.1.13 (“Bases y
coordinación de la planificación general de la actividad económica”) que permite al Estado
incidir a través de este título sobre las competencias de las Comunidades, RESERVÁNDOSE
ASÍ LA ORDENACIÓN GENERAL DE LA ECONOMÍA, es decir, la fijación de la política
económica común.
Esta incidencia puede proyectarse incluso sobre la planificación sectorial o de detalle,
siempre y cuando sea necesaria una acción unitaria para alcanzar los objetivos de la política
económica nacional, como advierte la STC 177/90: «Corresponde al Estado la ordenación de
la actuación económica en general, lo cual presupone la ordenación de la actuación
económica de todos los sectores y del propio Estado en relación con ellos, aunque esta
actuación del Estado no puede vaciar las competencias asumidas por las Comunidades
Autónomas en materia de planificación; ahora bien, la vigencia del principio constitucional
de unidad económica c. .. ), del que se deduce la exigencia de que el orden económico sea
uno en todo el Estado, obliga a entender que, cuando para conseguir los objetivos de la
política económica nacional SEA PRECISA UNA ACCIÓN UNITARIA EN EL CONJUNTO DEL
TERRITORIO ESTATAL, EN TAL CASO, EL ESTADO PUEDE REALIZAR UNA PLANIFICACIÓN DE
DETALLE».
ESTATUTOS DE AUTONOMÍA y POLÍTICA ECONÓMICA AUTONÓMICA

Sería aconsejable la participación de las Autonomías a la hora de elaborar sus directrices. Y es


perfectamente legítima la existencia de peculiaridades de régimen jurídico en las distintas
Comunidades Autónomas:
«Si el Estado que configura nuestra Constitución posee una estructura interna plural o
compuesta desde el punto de vista de su organización territorial, el presupuesto de
un único orden económico y de un mercado nacional no excluye la existencia de la
diversidad jurídica que resulta del ejercicio por los órganos autonómicos de
competencias normativas sobre un sector económico, cuando éstas han sido asumidas en el
Estatuto de una Comunidad Autónoma» (STC 225/93).

También son admisibles los objetivos económicos específicos de las Comunidades Autónomas,
que pueden ser contemplados por sus propios Estatutos de Autonomía.
La fijación de la política económica común, sin embargo, ES COMPETENCIA EXCLUSIVA DEL
ESTADO, que puede incidir en las competencias de las Comunidades Autónomas para
desarrollar esta política, como reconoce la STC 118/96, que resuelve el recurso de
inconstitucionalidad frente a la Ley 16/87, de ordenación de los transportes terrestres,
aceptando los objetivos de sus arts. 3 y 4, dos artículos que se refieren al principio de unidad de
mercado.
EL PRINCIPIO DE UNIDAD DE MERCADO Y SU REALIZACIÓN EFECTIVA
Según RIVERO, un Estado = un mercado: reconoceremos que la formación de un mercado
nacional es inseparable del proceso de consolidación de una autoridad política con facultades
decisorias sobre todo el territorio.
La Constitución de 1978 no enuncia el principio de unidad de mercado como tal, lo que ha
llevado a algún autor a afirmar que estamos ante un principio constitucional indeterminado.
Sí puede, no obstante, derivarse este principio de varios artículos (2, 128, 131, 138, 139, 149.1.1,
149.1.13) que aceptan implícitamente la existencia de un orden económico nacional.
El más claro tal vez sea el art. 139.2:
«Ninguna autoridad podrá adoptar medidas que directa o indirectamente
obstaculicen la libertad de circulación y establecimiento de las personas y la libre
circulación de bienes en todo el territorio español»;
En otros preceptos también encontramos el mandato de respetar un común denominador
económico, por ejemplo en el art. 138.2:
«Las diferencias entre los Estatutos de las distintas Comunidades Autónomas NO
PODRÁN IMPLICAR, EN NINGÚN CASO, PRIVILEGIOS ECONÓMICOS O SOCIALES».
La STC 64/90 nos dice que la unidad de mercado «descansa sobre dos supuestos irreductibles,
LA LIBRE CIRCULACIÓN DE BIENES Y PERSONAS que ninguna autoridad podrá obstaculizar directa
o indirectamente y la igualdad de las condiciones básicas de ejercicio de la actividad económica».
Estas condiciones no deberían ser alteradas por ninguna autoridad, ni central, ni local o
autonómica, so pena de inconstitucionalidad y por tanto de nulidad del acto o de la disposición
que vulnere la unidad de mercado.
La prohibición de privilegios económicos, así como de medidas perturbadoras de la libre
circulación de personas, bienes y capitales, repercute sobre las medidas económicas
adoptadas por las Comunidades Autónomas.

Así, por ejemplo, una Sentencia del TSJ del País Vasco anuló los incentivos fiscales de la
Diputación de Guipúzcoa para las grandes inversiones, señalando que los Territorios
Históricos deben respetar «la libertad de circulación y establecimiento de personas y la
libre circulación de capitales y servicios en todo el territorio español, sin que se produzcan
efectos discriminatorios, ni menoscabo de posibilidades de competencia empresarial ni
distorsión en la asignación de recursos».

Se trataba de una medida incluida en la Disposición Adicional décima de los


Presupuestos de Guipúzcoa (norma reglamentaria) que concedía créditos fiscales a las
empresas que realizaran inversiones de más de 2.500 millones de pesetas. En opinión del
TSJ del País Vasco la medida era desproporcionada:

«No guarda proporción con el objeto legítimo que a través de ella pudiera perseguirse, por su
carácter no generalizable y restrictivo, por el grado de disponibilidad del beneficio por parte de
la Administración y aun por la magnitud del incentivo, que se sitúa muy por encima de los
previstos de los mismos tributos en la normativa del territorio común». Las ayudas regionales,
no lo olvidemos, están sujetas a demás a importantes restricciones desde el Derecho de la
Unión Europea, que defiende también a su modo del principio de unidad del mercado
europeo”.
El Tribunal Constitucional ha establecido algunos requisitos para que una medida autonómica
(o estatal) se considere compatible con el principio de unidad de mercado:
1. La finalidad de la medida debe ser legítima
2. La medida debe ser proporcionada y congruente con el objetivo perseguido
3. No debe dirigirse intencionadamente a perturbar la libre circulación
4. No puede suponer una ruptura de las reglas económicas básicas y
uniformes en todo el territorio del Estado
Para corregir esta tendencia, el Consejo de Ministros del 5 de julio de 2013 aprobó la
tramitación de urgencia del Proyecto de Ley de Garantía de la Unidad del Mercado.
Ley 20/2013, de 9 de diciembre. RCL 2013\1773: GARANTÍA DE LA UNIDAD DE MERCADO.
Garantía de la unidad de mercado:establece los principios y normas básicas para garantizar
la unidad de mercado, fundamentada en la libre circulación y establecimiento de los
operadores económicos, en la libre circulación de bienes y servicios por todo el territorio
español. Crea un Consejo para la Unidad de Mercado como órgano de cooperación
administrativa para el seguimiento de la aplicación de esta Ley.
• Orden núm. ECC/250/2014, de 20 de febrero: CONSEJO PARA LA UNIDAD DE
MERCADO. Designa la Secretaría del Consejo para la Unidad de Mercado así como la
ventanilla para la tramitación de los mecanismos de protección de los operadores
económicos previstos en la Ley 20/2013, de 9-12-2013 (RCL 2013\1773), de garantía de la
unidad de mercado.
Objeto de la Ley (art. 1):
- garantizar la integridad del orden económico
- facilitar el aprovechamiento de ECONOMÍAS DE ESCALA
- facilitar el libre acceso, ejercicio y la expansión de las actividades económicas en
todo el territorio nacional garantizando su adecuada supervisión

ECONOMÍA DE ESCALA: en microeconomía, se entiende por economía de escala las ventajas en


términos de costos que una empresa obtiene gracias a la expansión. Existen factores que hacen
que el coste medio de un producto por unidad caiga a medida que la escala de la producción
aumenta:
Las fuentes habituales de economías de escala son el inventario (compra a gran escala de materiales a
través de contratos a largo plazo), de gestión (aumentando la especialización de los gestores),
financiera (obteniendo costes de interés menores en la financiación de los bancos), marketing y
tecnológicas (beneficiándose de los rendimientos de escala en la función de producción).
Cada uno de estos factores reduce el coste medio a largo plazo de la producción.

La unidad de mercado se fundamenta (art. 1.2):


- en la libre circulación y establecimiento de los operadores económicos
- en la libre circulación de bienes y servicios por todo el territorio español
Ninguna autoridad podrá obstaculizarla directa o indirectamente, y en la
igualdad de las condiciones básicas de ejercicio de la actividad
económica.
Principios de garantía de la libertad de establecimiento y la libertad de circulación
- Art. 3: Principio de no discriminación:
Todos los operadores económicos tendrán los mismos derechos en todo el
territorio nacional
- Art. 4: Principio de cooperación y confianza mutua:
• Las autoridades competentes, en sus relaciones, actuarán de acuerdo con el
principio de confianza mutua
» Respetando el ejercicio legítimo por otras autoridades de sus competencias,
» Reconociendo sus actuaciones
» Ponderando en el ejercicio de competencias propias la totalidad de intereses
públicos implicados
» Respeto a la libre circulación y establecimiento de los operadores económicos
» Respeto y a la libre circulación de bienes y servicios por todo el territorio nacional.
• - Art. 5: Principio de necesidad y proporcionalidad de las actuaciones de las
autoridades competentes
1. Las autoridades competentes que en el ejercicio de sus respectivas competencias
establezcan límites al acceso a una actividad económica o su ejercicio de
conformidad con lo previsto en el artículo 17 de esta Ley o exijan el cumplimiento de
requisitos para el desarrollo de una actividad, motivarán su necesidad en la
salvaguarda de alguna razón imperiosa de interés general de entre las comprendidas en el
artículo 3.11 de la Ley 17/2009, de 23 de noviembre, sobre el libre acceso a las actividades de
servicios y su ejercicio. (cualquier límite o requisito establecido deberá ser
proporcionado).
- Art. 6: Principio de eficacia de las actuaciones de las autoridades competentes en
todo el territorio nacional:
– Los actos, disposiciones y medios de intervención de las autoridades competentes
relacionados con el libre acceso y ejercicio de la actividad económica tendrán eficacia en
todo el territorio nacional, de acuerdo con lo establecido en el Capítulo V de esta Ley.
- Art. 7: Principio de simplificación de cargas:
- La intervención de las distintas autoridades competentes garantizará que no genera:
- un exceso de regulación o duplicidades
- y que la concurrencia de varias autoridades en un procedimiento no implica
mayores cargas administrativas para el operador que las que se generarían con la
intervención de una única autoridad
- Art. 8: Artículo 8. Principio de transparencia:
– Todas las autoridades competentes actuarán con transparencia para:
» la correcta aplicación de esta Ley
» y la detección temprana de obstáculos a la unidad de mercado
– Asimismo, cada autoridad competente se asegurará de que las disposiciones y actos
recogidos en el artículo 9.2 de esta Ley son fácilmente accesibles, y cumplen lo dispuesto
en la Ley 19/2013, de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno.

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