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de Edipo
Sigmund Freud (1924)
Complejo de Edipo: fenómeno central del período
sexual de la primera infancia
Que luego cae sepultado, o sea sucumbe a la
represión y es seguido así por el período de latencia.
Motivos: más allá de situaciones particulares, la
falta de satisfacción esperada determinará que los
pequeños enamorados se extrañen de su inclinación
sin esperanzas.
Además, el complejo de Edipo tiene que caer
porque ha llegado el tiempo de su disolución así
como caen los dientes de leche que serán
reemplazados por los definitivos.
En fase fálica sólo los genitales masculinos
han tomado su papel rector ya que los
femeninos siguen sin ser descubiertos.
Frente al interés y manipulación sobre los
genitales sobrevendrá la amenaza que le será
arrebatada esa parte del cuerpo y de su práctica
sobre el mismo. (amenaza de castración)…esta
amenaza cobra actualidad cuando el niño
descubre por fin la ausencia de pene en los
genitales femeninos.
La vida sexual del niño no se agota en la
masturbación; también se la puede pesquisar en la
actitud edípica hacia sus progenitores: la
masturbación es sólo la descarga genital de la
excitación sexual perteneciente al complejo.
El complejo de Edipo ofrecía al niño dos
posibilidades de satisfacción, una activa y una
pasiva. Pudo situarse de manera masculina en el
lugar del padre y mantener comercio con la madre,
a raíz de lo cual el padre es sentido como
obstáculo; o bien sustituir a la madre y hacerse
amar por el padre.
La intelección de que la mujer es castrada puso
fin a ambas posibilidades de satisfacción ya
que ambas conllevan la pérdida del pene. Una,
la masculina, en calidad de castigo, y la otra, la
femenina, como premisa.
Así estalla el conflicto entre el interés
narcisista en esta parte del cuerpo y la
investidura libidinosa de los objetos parentales.
Conflicto en el que triunfa el primero de esos
poderes y el yo del niño termina extrañándose (
represión) del complejo de Edipo
Las investiduras de objeto son así resignadas y
sustituidas por identificación.
La autoridad parental es introyectada en el yo
formando el núcleo del superyó que perpetúa la
prohibición del incesto.
Las aspiraciones libidinosas son en parte
desexualizadas y sublimadas, y en parte son
inhibidas en su meta y mudadas en mociones
tiernas.
Con ese proceso se inicia el período de latencia,
que viene a interrumpir el desarrollo sexual del
niño.
En la niña, el clítoris se comporta como un pene y al
compararse con un varón también puede creer que ya le
crecerá o bien que ya tuvo algo semejante pero lo
perdió por castración. Sucumbe a la envidia del pene.
La niña acepta la castración como hecho consumado,
mientras que el varón tiene miedo a la posibilidad de su
consumación.
La niña se desliza del deseo de pene al deseo de hijo
El complejo de Edipo es abandonado luego porque este
deseo nunca se cumple.
Ambos deseos, el de poseer un pene y el de recibir un
hijo, permanecen en lo inconsciente y contribuirán a
preparar al ser femenino para su posterior papel sexual.