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El sepultamiento del Complejo de Edipo

El complejo de Edipo corresponde al fenómeno central del período sexual de la primera


infancia, luego sucumbe a la represión y le sigue el período de latencia.
Esto da desilusiones dolorosas en donde:
➔ La niñita quiere considerarse la amada predilecta del padre, y de manera forzosa
tendrá que recibir una reprimenda por parte de él.
➔ El varoncito considera a la madre como su propiedad, ella le quita amor y
cuidados para entregárselos o compartirlos con un recién nacido.

El complejo de Edipo es vivenciado de manera individual por la mayoría de los


humanos, un fenómeno que es determinado por la herencia, dispuesto por ella, que
tiene que desvanecerse de acuerdo con el programa cuando se inicia la fase evolutiva
siguiente, predeterminada.

Complejo de Edipo en el varoncito

Cuando el varoncito, ha volcado su interés a los genitales,


lo deja traslucir por su vasta ocupación manual en ellos
(debe hacer la experiencia, que los adultos no están de
acuerdo).
Luego, sobreviene la amenaza de que se le arrebatará
esta tan parte tan estimada por él, la mayoría de las
veces, la amenaza de castración proviene de mujeres, que
buscan reforzar su autoridad invocando al padre o al
doctor, quienes consumarán el castigo.
Al varoncito no se lo amenaza con la castración por jugar con la mano en el pene, sino
por mojar todas las noches su cama y no habituarse a la limpieza, sus cuidadores se
comportan como si este último fuese consecuencia y prueba de que el niño se ocupa de
su pene con demasiado ardor (probablemente aciertan en ello).

El psicoanálisis atribuye valor a dos clases de experiencia de que ningún niño está
exento y por las que debería estar preparado para la pérdida de partes importantes de
su cuerpo:
➔ El retiro del pecho materno, primero temporario y luego definitivo.
➔ La separación del contenido de los intestinos, diariamente exigido.

La observación que quiebra la incredulidad del niño es la de los genitales femeninos, en


su momento, el varoncito (orgulloso de su posesión del pene) llega a ver la región genital
de una niñita, con ello, se ha vuelto representable la pérdida del propio pene, y la
amenaza de castración obtiene su efecto.

La masturbación es solo la descarga genital de la excitación sexual perteneciente al


complejo de Edipo, el que ofrece al niño dos posibilidades de satisfacción, una activa y
una pasiva (como mantener el comercio amoroso con el padre o madre, en donde uno
de los dos queda sobrando).

Las investiduras de objeto son resignadas y sustituidas por identificación, la autoridad


de los progenitores, introyectada en el yo, forma el núcleo del superyó, toma prestada ka
severidad del padre, y perpetúa la prohibición del incesto, y así asegura al yo contra el
retorno de la investidura libidinosa de objeto.

Freud, S., (1924). El sepultamiento del complejo de Edipo, en Obras Completas. El yo y el ello
(Vol XIX, pp. 181-187). Amorrortou Editores.
Las aspiraciones libidinosas pertenecientes al complejo de Edipo son desexualizadas y
sublimadas, son inhibidas en su meta y mudadas en mociones tiernas. Este proceso
salvó a los genitales, alejó de ellos el peligro de la pérdida, y los canceló su función.
Con esto, se inicia el período de latencia, que interrumpe el desarrollo sexual del niño.

Sin embargo, este proceso es más que una represión, cuando se consuma idealmente a
una destrucción y cancelación del complejo, si el yo no ha logrado mucho más que una
represión del complejo, este subsistirá inconsciente en el ello, y más tarde exterioriza su
efecto patógeno.

Complejo de Edipo en la niñita

Al sexo femenino, ¿puede atribuírsele también una organización fálica y un complejo de


castración?
Sí, aunque suceden de distinta manera, el clítoris de la niñita se comporta al comienzo
en un todo como un pene, pero ella, por la comparación con un compañerito de juegos,
percibe que es “demasiado corto”, y siente este hecho como un prejuicio y una razón de
inferioridad. Se consuela en que después cuando crezca, ella tendrá un apéndice tan
grande como el de un muchacho (se bifurca el complejo de masculinidad).

La niñita no comprende su falta actual como un carácter sexual, sino que lo explica
mediante el supuesto de que una vez poseyó un miembro igualmente grande, y después
lo perdió por castración.
La niñita acepta la castración como un
hecho consumado, mientras que el
varoncito tiene miedo a la posibilidad
de su consumación.

El complejo de Edipo en la niñita, es


raro que vaya más allá de la sustitución
de la madre y de la actitud femenina
hacia el padre; su complejo de Edipo
culmina con el deseo, alimentado por
mucho tiempo, en recibir como regalo
un hijo del padre (parirle un hijo).
Este complejo se abandona poco a poco porque este deseo no se cumple nunca.

Los deseos de poseer un pene y recibir un hijo, permanecen en lo inconsciente, donde


se conservan con fuerte investidura y contribuyen a preparar al ser femenino para su
posterior papel sexual.

Freud, S., (1924). El sepultamiento del complejo de Edipo, en Obras Completas. El yo y el ello
(Vol XIX, pp. 181-187). Amorrortou Editores.

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