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JOHN SNOW

. Los continuos brotes de cólera asolaban además a la población londinense hasta que John Snow logró
encontrar la conexión entre esos dos hechos, aunque para ello tuvo que jugarse su prestigio como
eminente médico de la Inglaterra victoriana. Su gran éxito ayudó a derribar las teorías científicas de la
época sobre las infecciones y marcó el nacimiento de la epidemiología moderna.
Él mismo había padecido en su infancia esas
condiciones sanitarias tan precarias de las ciudades que
crecían rápidamente al ritmo de la Revolución
Industrial. Hijo de un obrero que trabajaba en una
carbonera, John Snow (15 marzo 1813 – 16 junio 1858)
nació en uno de los barrios más pobres de la ciudad de
York y fue el primero de nueve hermanos. De niño
destacó por sus habilidades matemáticas y en 1827, a
los 14 años, se convirtió en aprendiz de un cirujano y
boticario de Newcastle. Compaginó ese puesto con los
estudios en una escuela médica recién creada; y fue
entonces cuando tuvo su primer contacto con el Tras una década de aprendizaje y experiencia
cólera, durante la segunda pandemia de esa médica, en 1836 John Snow se trasladó a Londres
enfermedad, que llegó a Europa procedente de Asia. para estudiar medicina por fin en la universidad.
Snow comenzó a investigar esos brotes epidémicos, Al año siguiente comenzó a realizar prácticas en
colaborando con el cirujano Thomas M. Greenhow. el hospital de Westminster, donde destacó por su
sentido de la observación: durante sus guardias
nocturnas diseñó unos experimentos para estudiar
el origen de las enfermedades que tanto afectaban
a los estudiantes que realizaban autopsias en el
hospital. Así descubrió que la causa común era
una intoxicación con los vapores de arsénico que
se usaban para conservar cadáveres. Aquello
cambió la práctica de las disecciones anatómicas
y puso fin al uso de arsénico en la fabricación de
velas.

En 1844 pudo finalmente completar sus estudios, añadir el título de doctor a su nombre y abrir una
consulta en el hoy vibrante barrio londinense del Soho. El doctor Snow fue ganando prestigio
gracias a la aplicación de la experimentos científicos para demostrar la validez de sus innovaciones
médicas, especialmente en lo relacionado con la anestesia. Esta nueva técnica para evitar el dolor
en operaciones y partos era todavía muy insegura, debido a la falta de conocimiento preciso de las
propiedades de las sustancias usadas como anestésicos. Snow fue uno de los primeros en saber
calcular las dosis adecuadas de clofoformo y éter; además diseñó dispositivos y máscaras para
aplicarlos con seguridad a los pacientes y escribió una guía médica para su uso. Su prestigio era tal
que fue el elegido para administrar en persona cloroformo a la reina Victoria durante los partos de
su penúltimo hijo, Leopoldo, en 1853. Aquel acontecimiento contribuyó a la aceptación pública de
la anestesia.
Sin embargo, John Snow es hoy recordado por otro logro, con el que puso entonces en riesgo su
reputación como médico, cuando estaba en la cima de su carrera. Durante sus largos años de aprendiz y
estudiante, le habían inculcado la ”teoría de los miasmas” unos “malos aires” que causaban
enfermedades infecciosas como el cólera o la peste bubónica, según el consenso de los sabios de la
época. Pero a Snow había algo que no le encajaba. Pensó que si el cólera estuviera provocado por
emanaciones nocivas, los pacientes presentarían algún tipo de síntoma respiratorio, cosa que no
sucedía. Además, durante los brotes de 1849 realizó un estudio de los casos y descubrió que la
incidencia y la tasa de mortalidad eran muy superiores en el sur de Londres, donde las aguas del
Támesis estaban mucho más contaminadas que las que bebían los habitantes del resto de la capital
británica. En su artículo Sobre el modo de transmisión del cólera llegó a la conclusión de que la causa
era una “materia mórbida” invisible al ojo humano, que los pacientes ingerían y que les provocaba una
severa diarrea.

Sin poder recurrir a sus demostraciones


experimentales, la ocasión para actuar llegó en
1854 con una nueva y más grave epidemia de
cólera en el Reino Unido. John Snow se puso a
investigar minuciosamente cada caso, hablando
con los enfermos y sus familias, y los ubicó sobre
un mapa de Londres, en busca de una correlación
con los lugares de los que los pacientes habían
obtenido el agua para beber. Así logró identificar
una bomba de agua en la calle Broad como el
origen del brote en el barrio del Soho. Su mapa
del cólera bastó para convencer a las autoridades
locales de que había que clausurar esa fuente
pública, y el número de casos comenzó a bajar
drásticamente.
Por el éxito de esa prueba a gran escala, hoy John Snow es recordado como fundador de la
epidemiología moderna. Pero entonces no fue suficiente. A pesar de la evidencia, los expertos en salud
pública creían en la teoría miasmática y la bomba de agua volvió a ponerse en funcionamiento, tal y
como reclamaban los vecinos —una medida contra la que Snow luchó hasta que murió de un infarto en
1858, a los 45 años.

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