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INTERVENCIÓN EN CRISIS

EN LAS CONDUCTAS
SUICIDAS

MTF JACQUELINE DE LA TORRE


MATERIA: INTERVENCIÓN EN
CRISIS PSICOSOCIALES
“Si supiera que esta fuera la última vez que te vea salir por la puerta, te daría un
abrazo, un beso y te llamaría de nuevo para darte más”. Gabriel García Márquez
 Aproximación conceptual
La conducta suicida es un fenómeno complejo, con implicaciones existenciales,
psicopatológicas, sociales e inclusos morales. Es difícil de definir y de delimitar.
Una primera aproximación a esta vivencia es la diferenciación entre acto suicida y
conducta suicida. La OMS (1969)1 introdujo el concepto de “acto suicida” como
“todo hecho por el que un individuo se causa a sí mismo una lesión, cualquiera
que sea el grado de intención letal y del conocimiento del verdadero móvil”.
aunque como veremos más adelante, no se produzca lesión física.
DURKHEIM (1897)2 :
“Se llama suicidio, toda muerte que resulta, mediata o inmediatamente, de un acto
positivo o negativo, realizado por la victima misma, sabiendo ella que debía producir
este resultado”.
SCHNEIDER (1954) afirma que si no hay voluntad de matarse no se debe hablar de
suicidio sino de pseudosuicidio (delirio de los esquizofrénicos).
ROJAS (1984)3 : “Se entiende por suicidio aquella conducta o conjunto de
conductas que, dirigidas por el propio sujeto, conducen a la muerte (“suicidio
consumado”) o a una situación de gravedad mortal (“suicidio frustrado “) bien de
forma activa o pasiva”.
Partiendo de un concepto amplio de la conducta suicida podemos afirmar que
“dentro de la conducta suicida no sólo hay que atender la consumación del suicidio,
sino también esa gran cantidad de matices autoagresivos, que sin llegar a producir la
muerte, muestran un enorme interés psicosociológico”
Así, pues, el comportamiento suicida es toda conducta humana impregnada de
fantasías, deseos e ideas de muerte, que pueden o no cristalizar en un acto
autodestructivo. Abarca un amplio espectro que va desde la simple fantasía suicida,
hasta la decisión firme de morir, el intento frustrado de muerte o el mismo suicidio
consumado. Podemos, pues, definir el suicidio “como la manifestación de no querer
vivir, que lleva consigo la disposición a la muerte” (Rojo Sierra)
El fenómeno suicida es “toda aquella conducta, generalmente consciente, que va
encaminada hacia la autodestrucción –por acción u omisión– del propio sujeto, aunque
sea difícil comprobar la intencionalidad e independientemente de que la persona sepa o
no el móvil de su conducta suicida”.
La OMS (2013) define el suicidio como “un acto con resultado letal, deliberadamente
iniciado y realizado por el sujeto, sabiendo o esperando su resultado letal y a través del
cual pretende obtener los cambios deseados” y el parasuicidio, como “un acto sin
resultado fatal mediante el cual, sin ayuda de otros, una persona se auto-lesiona o
ingiere sustancias con la finalidad de conseguir cambios a través de las consecuencias
actuales o esperadas sobre su estado físico”
 DIALÉCTICA SUICIDA

MIEDO A MORIR MIEDO A VIVIR

SUICIDIO
UN PRIMER MODELO DE
INTERVENCIÓN (AFVA)
 ACOGER:
a) Facilitar la expresión del problema: Durante la crisis el sujeto, generalmente,
expone con claridad su problema. No obstante, en ocasiones la persona en crisis
puede sentirse bloqueada y con gran dificultad para poner palabras a lo que le está
pasando. Por esto, debemos respetar su ritmo de exposición, y debemos evitar las
preguntas marginales o accesorias e intentar que concretice el motivo de su
angustia.
b) Huir de los estereotipos: “esto pasará pronto”, “al parecer no sufrió”, etc.
Cuando el dolor está a flor de piel estas palabras suenan a huecas y sin sentido, y
en ocasiones se pueden vivir como un ataque.
c) Favorecer una transferencia positiva: Es imprescindible posibilitar un clima de
confianza que de seguridad al consultante y posibilite la búsqueda de una buena
salida de la crisis.
d) Primacía del contacto físico sobre la palabra: Ante el llanto desgarrador de la
madre que ha enterrado a su hijo, fallecido en un atentado terrorista, o los gritos
de reproche del marido cuando le comunican la muerte de su mujer en un
accidente aéreo, solamente podemos dar un abrazo o un fuerte apretón de manos
como transmitiendo nuestra solidaridad y nuestro dolor compartido. Aquí sobran
las palabras, las explicaciones o el buscar culpables ante tanta tragedia. Estar ahí,
con la persona que sufre, es la única manera que tenemos para mitigar su dolor.
e) Primacía del aquí y del ahora: Nuestra preocupación se debe centrar en las
necesidades tanto físicas como psíquicas de ese instante: ofrecer una tila o
un café, buscar un analgésico para el dolor de cabeza o posibilitar la
exteriorización de los sentimientos más negativos: rabia, culpa, etc.
Sería un error intentar “psicologizar” esa situación buscando una explicación del
sufrimiento o analizando el tipo de vinculación entre los familiares o su resolución
del Edipo, por ejemplo. El sufrimiento está ahí y el ayudador está para contenerlo
y en todo caso intentar canalizarlo, para que las consecuencias sean las mínimas.
f) La importancia de la contención: Entendida como un medio para evitar la
descompensación del sujeto o la caída al vacío; y esto se consigue con una actitud
cálida, comprensiva y firme que provoque seguridad en el cliente. Pero además,
esa actitud contenedora no debe provocar la toma de decisiones aceleradas, que lo
único que refleja es la inseguridad del ayudador.
g) La crisis del ayudador: El ayudador debe ser un humano vulnerable y
perfectible, pero con gran convicción, fe y amor por la vida, esperanza y buenas
cualidades de auto regulación.
h) El encuadre no tiene límites temporales ni espaciales: Nuestra ayuda en las
situaciones de crisis no tiene ningún condicionamiento temporal (puede durar
minutos, horas o días) y además se puede realizar en el hospital, en su domicilio o
en cualquier otro lugar.
i) La comunicación verbal debe ser breve: Nuestras intervenciones serán cortas y
concisas con mensajes claros. Y en algunos casos habrá que consignarlo en un
papel (dirección del hospital, el número de urgencias, etc.) para evitar olvidos o
confusión en la víctima.
 FOCALIZAR EL PROBLEMA:
a) Clarificación y confrontación: Coderch (1987) señala que la confrontación y la
clarificación son las herramientas terapéuticas de elección en la intervención en
crisis y rara vez deben ser utilizadas las interpretaciones y nunca las
interpretaciones transferenciales. Ambas intervenciones se sitúan al nivel
consciente o pre-consciente.
b) Delimitación del problema: (García-Campayo et al., 2006): ¿cuál es el
problema? ¿cuándo ocurre? ¿dónde ocurre? ¿quién esta involucrado? Habría que
analizar la cadena causal del problema si lo hubiera; es decir, intentar identificar
cual es el problema inicial. No sirve generalizaciones, como por ejemplo “me
siento mal con mi familia”.
c) Fragmentación del problema: Los problemas complejos se debe formular de
forma sencilla, si el usuario no es capaz de hacerlo habrá que preguntarle por lo
que más le angustia en el momento actual.
VALORAR LA GRAVEDAD
En la intervención en crisis, la exploración clínica debe ser breve, inmediata y
centrada en las posibilidades y limitaciones del consultante para superar la
situación crítica.
El terapeuta deberá evaluar:
 El riesgo real de realizar el suicidio.
 Su comportamiento en situaciones anteriores parecidas.
 Sus recursos personales psicológicos y su situación grupal: estructura familiar y
social. También sus limitaciones: sus deficiencias personales psicológicas
(rasgos de personalidad, patología psiquiátrica, etc.).
 La posibilidad de un tratamiento psicoterapéutico o/y farmacológico, y también
si procede un internamiento psiquiátrico.

ACTUAR
a) Recursos personales, familiares y comunitarios: El terapeuta, teniendo en
cuentas las posibilidades y límites del consultante y las características de la
crisis, indicará las acciones más adecuadas.
b) Derivación al especialista o internamiento psiquiátrico: en algunos casos la
acción de ayuda finalizará con la intervención en crisis, pero generalmente será
preciso iniciar un tratamiento psicoterapéutico convencional o farmacológico y en
ocasiones más graves no se puede descartar un ingreso hospitalario
c) Seguimiento: Es pertinente el establecimiento de algunas entrevistas de seguimiento para
valorar la situación emocional del consultante
MITOS Y REALIDADES SOBRE EL SUICIDIO

1. Todo el que se suicida es un enfermo mental. Hechos: los enfermos mentales se suicidan con mayor
frecuencia que la población en general, pero no necesariamente hay que padecer un trastorno mental
para hacerlo.
2. El suicidio se hereda. Hechos: no está demostrado que el suicidio se herede, aunque se puedan
encontrar varios miembros de una misma familia que hayan terminado sus vidas por suicidio. Puede
intervenir el aprendizaje vicario.
3. El suicidio no puede ser prevenido pues ocurre por impulsos. Hechos: toda persona antes de cometer un
suicidio evidencia una serie de síntomas que han sido definidos como síndrome presuicidal, consistente
en la constricción de los sentimientos y el intelecto, inhibición de la agresividad, la cual ya no es dirigida
hacia otras personas y reservándola para sí mismo.
4. Al hablar sobre el suicidio con una persona que está en riesgo se le puede incitar a que lo realice.
Hechos: está demostrado que hablar sobre el suicidio con una persona en tal riesgo, en vez de incitar,
provocar o introducir en él esa idea, reduce el peligro de cometerlo y puede ser la única posibilidad que
se le ofrezca para el análisis de sus propósitos autodestructivos.
5. Una persona que se va a suicidar no emite señales de lo que va a hacer. Hechos: muchos suicidas
expresan con palabras, amenazas, gestos o cambios de conducta lo que va a ocurrir.

6. El suicida desea morir. Hechos: el suicida está ambivalente, es decir desea morir si su vida continúa
de la misma manera y desea vivir si se produjeran pequeños cambios en ella. Si se diagnostica
oportunamente esta ambivalencia se puede inclinar la balanza hacia la opción de la vida.

7. El que intenta el suicidio es un cobarde o un valiente. Hechos: los que intentan el suicidio no son
cobardes sino personas que sufren. Si se reta a un suicida no se matará hechos: retar al suicida es
un acto irresponsable pues se está frente a una persona vulnerable, en situación de crisis cuyos
mecanismos de adaptación han fracasado, predominando precisamente los deseos de
autodestrucción. Los medios de comunicación no pueden contribuir a la prevención del suicidio
criterio científico.

8. Los medios de comunicación pueden convertirse en un valioso aliado en la prevención del suicidio
si enfocan correctamente la noticia sobre el tema.

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