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Rocío Maya Morones

13/08/2021

Capítulo 6. Intervención en crisis.

Fátima Laborde

Según la autora “La experiencia subjetiva en crisis es la respuesta psicológica a eventos


que se perciben peligrosos o amenazantes; es vivida como un estado doloroso y de
intenso sufrimiento, y puede ser real o imaginaria” (Rossi, 2010, capítulo 6).

La crisis puede definirse de manera general como un estado temporal de trastorno y


desorganización Fátima Laborde explica que es la incapacidad del sujeto para manejar
(emocional, conductual y cognitivamente), situaciones particulares y resolver problemas
como antes lo hacía.

Las crisis se pueden dividir en crisis del desarrollo como la adolescencia, el embarazo,
etcétera y crisis originadas por una situación traumática como los abusos, asaltos y
pérdidas etcétera. La atención a situaciones traumáticas va a depender del momento en
el que el sujeto llegue al tratamiento. Si acude al inicio del trauma la conducta del sujeto
tenderá a ser desestructurada y/o desorganizada, por lo que es muy importante la
evaluación mental del paciente si requiere contención para poder organizarse o si puede
contar su historia y hacer catarsis.

Dentro de la intervención se buscará tranquilizar al sujeto, explicando que es


normal la reacción y sus síntomas en este tipo de eventos traumáticos; el apoyo social
brindado al paciente por la familia, amigos o compañeros que hayan vivido la misma
situación es muy importante para su recuperación. El paciente deberá volver a su vida
cotidiana y la relación terapeuta-paciente se debe enfocar a la comprensión conjunta de la
problemática. Se parte del presente preguntando ¿Qué sucedió?, ¿Cómo te sientes?,
¿Qué piensas?, ¿qué puedes hacer? . El pasado indagando sobre los acontecimientos que
condujeron a esa crisis: quién, qué, dónde, cómo, cuándo. Y el futuro se enfocará sobre
evitar los riesgos para la persona.

En los eventos traumáticos es necesario hacer intervenciones más directivas que


faciliten la recuperación del paciente. Se trata de “acompañar” al paciente, y en segundo
lugar hay que analizar los obstáculos para la ejecución de un plan en particular. Es
importante que el sujeto tenga un encuadre inicial para que sepa la atención que recibirá,
el horario, y lo que implicará esta primera etapa de intervención lo que consiste en la
restitución del funcionamiento yoico.
Forma de intervención son las siguientes: Señalamiento: se identifica los patrones
comunes entre los patrones afectivos y conductuales. Catarsis: ocurre una liberación de
proposiciones emocionalmente cargadas para el paciente. Prueba auxiliar de realidad:
funciona como yo auxiliar, si el paciente así lo necesita. Aplicación de la represión: se
pretende ayudar a que el paciente haga una pausa antes de actuar en la cual se pueda
reconstruir. Sensibilización a las señales: se hace consciente al paciente de que cierta
conducta de su parte ocurre cuando hay cierta situación dinámica. Información: se enseña
al paciente qué puede hacer con algunos de sus síntomas específicos. Explicación: puede
usarse para incrementar la alianza terapéutica, haciendo sentir al paciente comprendido y
ayudándole a entender la situación. Apoyo: se aceptan los sentimientos expresados por el
paciente, con lo que se facilita a este soportar la ansiedad. Entrevista con familiares: se
puede usar de manera específica cuando resulte importante para la mejoría del paciente.
Cuando la familia pueda brindar al paciente cuidado y contención fuera del consultorio.
Fármacos: son importantes cuando el paciente no puede poner atención en las sesiones.

(Luisa, Rossi, 2010).

De acuerdo con Francoise Davoine, importante psicoanalista Francesa que escribe


sobre la locura, dice que en el momento de crisis el paciente entra en una zona mortífera
y tiene que disociarse de ese momento traumático de esa crisis, que seguramente,
aunque parezca ir bien, de repente puede que vuelva a ella , el paciente no pueda decir ni
una palabra, se vomita, grita o llora y entonces iremos hacia los procesos primarios de
Freud, a menudo sin palabras a través de las imágenes sensoriales, el paciente en realidad
le habla a las cosas, al cielo, a las plantas, pero no al terapeuta, la intervención dependerá
del umbral del dolor del paciente, pues en el momento de la fractura o crisis el umbral del
dolor es absoluto, y el terapeuta tendrá a su vez, que preguntarse sobre sí mismo, pues
algo de lo que vivió el paciente a veces le tocará su propia historia. (Tomado de las clases
del Seminario Internacional: Clínica social y Psicoanálisis: Los efectos traumáticos de la
violencia social, 2021).

Considero que siempre hay que comprender que las cosas más importantes suceden en
los momentos críticos, en esos momentos en los que no se sabe qué hacer, el tiempo se
interrumpe ya no hay causalidad y muchas cosas que no tienen explicación toman sentido,
podría decir, que en la terapia en caso de trauma o de crisis descansará en la capacidad de
permeabilidad del terapeuta, de su porosidad de dejar pasar a través de sus sentidos
aquellas percepciones con las que el paciente irrumpe y rompe límites en la transferencia
con el terapeuta, aquello de lo reprimido que emergerá de la peor forma diría Freud.

Estamos viviendo en pandemia que es un momento histórico de una gran crisis


mundial, que ha trastocado la realidad, el tiempo y la distancia se desdibujan para tomar
otras formas, estamos viviendo duelos sin duelo, ya no hay una diferencia entre lo público
y lo privado, así las cosas este artículo nos hace pensar que cuando los simbolismos caen
estamos en el azar de la supervivencia.

Capítulo 14. El paciente deprimido.

Alma Millán

La época actual conforma el marco social de la locura del capitalismo, que confronta
con un goce desregulado, el capitalismo produce nada, ese resto improductivo-plus de
goce- que retorna sobre el sujeto en la figura del consumo. Muchos autores refieren que
estamos en la época del consumo donde el sujeto es a su vez consumido. La
Organización Mundial de la Salud trabaja arduamente en este tema y pide a los gobiernos
resuelvan y puntualicen sus esfuerzos para hacer planes de prevención, tratamiento y
rehabilitación contra “La depresión”. En México por decir “las estadísticas oficiales de la
Secretaría de Salud (SSA), refieren que de 12 a 20 de la población de 18 a 65 años, más de
10 millones de individuos, están deprimidos o sufrirán algún episodio de este tipo en
algún momento de su vida”. En México (2005).

Según el Manual el Diagnóstico Psicodinámico (2006), la depresión es común, los


trastornos depresivos mayores pueden comenzar a cualquier edad y principalmente en la
juventud, los síntomas se desarrollan en días o semanas. La melancolía viene del griego
y significa negro, que equivale a bilis. Y es uno de los trastornos psiquiátricos más
antiguos. Hipócrates 460 años a.C. , según su concepción la melancolía se debía a la bilis
negra. Galeno (130), estableció que la melancolía como una enfermedad crónica y
recurrente debida a la bilis negra, que se suponía que el exceso de esta se manifestaría en
el cuerpo de una manera negativa, causando enfermedades.

Freud en su artículo “Duelo y melancolía” (1915), establece la diferencia entre ambos


términos. La melancolía “se singulariza en lo anímico, por una desazón profundamente
dolida, una cancelación del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de
amar, la inhibición de toda productividad y una rebaja en el sentimiento de sí que se
exterioriza en autorreproches y auto denigraciones y se extrema hasta una delirante
expectativa de castigo”.

El duelo presenta los mismos rasgos que la melancolía, sólo sin la pérdida del juicio dela
realidad, porque la persona no sabe ni que perdió. En la melancolía sabe a quién perdió,
pero no lo que perdió de él, pierde también el respeto por sí mismo. Freud, S. (1915).
Duelo y melancolía, Obras Completas (1993, vol. XVI, p. 242). Para Freud “el duelo es por
regla general, la reacción frente a la pérdida de una persona amada o una abstracción que
haga sus veces, como la patria, la libertad, un ideal, etc.”. Freud. S. (1915). Op. Cit. p. 241.

En la melancolía Freud observa que hay una voluntad de destruir toda alteridad, hay
una instancia donde el otro no existe. El paciente depresivo quiere morir. En la depresión
lo patognómico es que el objeto primario está ambivalentemente introyectado en el súper
yo. Esta introyección implica pasar un objeto del mundo externo al mundo interno. El
introyecto no es identificación sino que se queda atorado en la psique y que asume como
propio. “…En el pensamiento tradicional asumido por Abraham y por Klein se menciona
que la principal razón para la depresión o la incapacidad de sufrir un duelo e introyectar la
pérdida, se encuentra en la ambivalencia del objeto perdido”. En el caso del depresivo, el
sujeto en el fondo siente que con sus quejas está agrediendo al objeto que lo abandonó
pero como también está identificado con ese objeto siente que se está agrediendo a sí
mismo.” (Luisa, Rossi, 2010).

Klein descubre las dos posiciones de la psique, la esquizoparanoide y la depresiva, el


bebé experimenta la posición depresiva justo cuanto se da el destete ya que experimenta
la falta y eso le permite comenzar a integrar a eso objetos. En particular la internalización
de objetos que provocan sentimientos encontrados, crea un mundo interno por demás
problemático, dominado por diversas formas de sentimientos de culpa e intentos de
reparación.

De acuerdo a este Manual, la depresión se denomina de diversas formas: Depresión


anaclítica: la separación y la pérdida de objeto provoca miedo y aprhesión. Depresión
introyectiva y autocrítica: temor crónico a la crítica y a perder la aprobación.
Las causas principales se deben a abandonos reales, o cuando el niño tiene que ser
cuidador, y también a la admiración de las figuras paternas pero no a la aceptación de
aspectos que no les gustan y al temor de que esos aspectos también forman parte de
ellos.

Capítulo 15. El paciente obsesivo.

Ana Lorena Arnaíz

La autora describe por una parte los rasgos obsesivos de la personalidad que en un
grado extremo configuran la esencia del trastorno anancástico de la personalidad y que
son: Pensamientos palabras o ideas no deseadas que no se van de su mente, repetir las
mismas acciones, como tocar, lavar contar, etc., comprobar una y otra vez todo lo que
hace, preocupación acerca del desaseo, el descuido o la desorganización, tener que hacer
las cosas muy despacio para estar seguro de que las hace bien, encontrar difícil el tomar
decisiones. Retoma de acuerdo al cuestionario de obsesividad de Lyon que fue aplicado
a unos gemelos, que el 44% para rasgos y 47% para síntomas, muestran un origen
etiopatogénico, por lo que el trastorno obsesivo compulsivo se desarrolla sobre una
base de predisposición biológica, en la que interactúan factores ambientales y
psicodinámicos. Estos son considerados importantes por tres aspectos: 1) en la patoplasia
o forma de expresión del cuadro. 2) en las vicisitudes evolutivas y 3) en las dificultades
interpersonales, y gravead de las interferencias que los síntomas generan con los
procesos generales de adaptación.

Posición psicodinámica

Para Freud el psicoanálisis descubre la escisión del cuerpo y la mente, hay una escisión
de la conciencia y tienen que ver con la sexualidad donde muchas afecciones no son de
tipo orgánico, sino que tienen que ver con un trauma, y tenemos que ir al origen de él y la
cura comienza a través de la palabra, como un ensalmo como un consuelo, una cura por
medio de la palabra. El mecanismo que está de por medio es la represión que permite la
división del aparato psíquico en preconsciente, consciente e inconsciente y actúa como
mecanismo de defensa del yo. El yo está haciendo siempre el esfuerzo por estar
reprimiendo todas las imágenes y representaciones que se vienen, todo lo que no se
puede desalojar y especialmente lo sexual e incluso la violencia ya que tiene una
intensidad de afecto y hay una erotización: “Necesito que me perdonen, necesito que me
quieran, que me acaricien después de que me peguen.

La histeria y la obsesión comparten el sistema de represión y separan la representación


del afecto, y el obsesivo va a cambiar una idea inconciliable a una idea conciliable. Por
ejemplo no puedo “mentar madres”, me pongo a rezar. Desecho algo que no puedo
aceptar y hago lo contrario. En la neurosis obsesiva hay un reproche, en ello subyace el
daño al yo. Para que se cumplan las psiconeurosis debe haber ocurrido dos cosas: una
acción de índole sexual y segundo esta debe haber ocurrido antes de la madurez sexual;
en la histeria la vivencia sexual es un “shock” y en la obsesiva es un ejercicio precoz. En la
histeria la experiencia es pasiva y en la obsesiva participa es decir ejecuta, en la histeria se
trata de una fantasía de seducción, en el Edipo la niña se ve seducida por el padre y el
niño se ve activo con la madre. El síntoma del obsesivo primero es el Reproche y luego es
la escrupulosidad. Las pulsiones oral, anal, fálica, genital, o etapas de desarrollo libidinal
pasan a su vez por diferentes formas de relación con algún objeto y depende de cómo se
vivan unas van a quedar superadas y otras fijadas, Freud menciona que el obsesivo se
quedó en la forma anal. Los obsesivos son ordenados, ahorradores, pertinaces,
escrupulosos con una predisposición a la ira y a la venganza. Hay una fijación erótica anal
se trata de sujetos a los que le llevó tiempo controlar esfínteres. Es anal porque de
alguna manera tienen que ver con el control, el niño no hace sus necesidades en tiempo
prolongado para generar excitación anal, retiene el excremento o también se puede
observar el carácter erótico al pegarle al niño en las nalgas.

Experiencia sexual real o fantaseada lo remite al asco y a la culpa y por su fijación anal
tiene interés por lo sucio: la uña, el pelo, aquí no hay formación reactiva, son ahorrativos
porque hay símil entre el placer de guardar y no dar. Ese erotismo anal queda inaplicable a
la vida sexual, queda como un rasgo aislado como un rasgo perverso, queda como un
rasgo homosexual. Se está activando una pulsión, te lleva a limpiar es una idea que
siempre aparece y te da por limpiar y limpiar, substituyes el sexo por limpiar. El síntoma es
el conflicto entre el yo y una pulsión que no ha podido ser reprimida y en todo momento
busca salir y el yo se angustia y en el obsesivo brota en forma de pensamiento. El obsesivo
siempre está sojuzgado por el “Súper Yo”, es la patología de la venganza. Este es el
síntoma que sirve para obtener placer, en el neurótico obsesivo las pulsiones siempre van
a estar en la recaída entre el “Pecado y expiación”. En el neurótico obsesivo sucede algo
muy particular que se llama desplazamiento, cambia siempre de idea y no acaba. El súper
yo terrible está en esta estructura. La infancia es el periodo donde se trazan las huellas:
tiranía, crueldad, golpes, lenguaje, anulamiento. Los golpes tienen que ver con ese goce
por el castigo.

Lo que el obsesivo no quiere saber es acerca de su deseo. Las obsesiones generan con
frecuencia conductas de evitación, pudiendo hablarse de fobias obsesivas. En las que el temor es
engendrado por un pensamiento o imagen que se presenta de manera repetitiva o involuntaria. La
ansiedad ocasionada por el pensamiento involuntario es a menudo comprensible por la naturaleza
de dicho pensamiento, tirarse de un precipicio, acuchillar a alguien, proferir blasfemias en medio
de una iglesia, son algunas de las fobias más frecuentes y parece justificado que el infortunado
tema el peligroso potencial de sus ideas. En cuanto a la evitación que es el segundo componente
de la fobia son posibles dos pautas generales: 1) la evitación física, como dejar de pasar por ciertos
lugares o de relacionarse con cierta persona. 2) la evitación mental, mediante estrategias de tipo
cognitivo o conductual.”

Bibliografía
Luisa, Rossi. (2010). Entrevista Historia clínica Patología Frecuente. En Sociedad de Psicoanálisis y
Psicoterapia, Entrevista Historia clínica Patología Frecuente (pág. 315). Ciudad de México:
ETM.

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