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A
Como construir autoridad para
una escuela inclusiva.
-Mara Brawer.
-Marina Lerner.
CÓMO
CONSTRUIMOS
AUTORIDAD
Cómo pensamos la autoridad
Nuestro punto de partida
Con color latinoamericano: los Estados nacionales y las políticas educativas
El conocimiento como “bien público” y la enseñanza como horizonte
Cómo pensamos la autoridad
Para intervenir activamente sobre la construcción de un fenómeno, primero necesitamos
saber cómo lo entendemos y hacia dónde se va a dirigir nuestra intervención. ¿Cómo
pensar, entonces, la autoridad?¿Qué actores y variables debemos tener en cuenta a la hora
de imaginar una autoridad pedagógica con consecuencias efectivas sobre la formación de
nuestros alumnos? ¿Por qué decimos que sin autoridad pedagógica, la inclusión escolar es
una entelequia? ¿Cuán fijas o cambiantes son esas variables a través del tiempo?.
Consideramos a la autoridad como un fenómeno que ocurre en el marco de una red de
vínculos sociales, que se sostiene sobre coordenadas históricas definidas y que
constituye un producto de orden simbólico. Todo fenómeno de autoridad implica en su
esencia un vínculo asimétrico: un sujeto reconoce a una persona o a una institución
que está investida de autoridad.
La autoridad es la “probabilidad de encontrar obediencia dentro de un grupo determinado
para mandatos específicos (o para toda clase de mandato). No es, por tanto, toda especie de
probabilidad de ejercer ‘poder’ o ‘influjo’ sobre otros hombres”. El sujeto que obedece a esa
autoridad, reconocida y legitimada, lo hace porque ese vinculo asimétrico representa para
él una garantía de amor o de cuidado o de afiliación social.
Entendemos entonces que la autoridad es el resultado de una configuración de vínculos,
y que esa configuración no es externa a la vida escolar, sino que forma parte del entramado
de relaciones que surgen en el ámbito de la propia institución. Es hacia ese entramado
adonde pretendemos que se dirija nuestra intervención.
Nuestro punto de partida
El joven reconoce la autoridad del docente y la legitima en la medida que este realiza un
acto que demuestra su sentido de la justicia frente a los hechos.
El proceso de construcción artesanal de la autoridad pedagógica que se da entre un docente
y los alumnos es imprescindible, pero no suficiente, para garantizar la legitimidad de la
autoridad pedagógica.
La legitimación institucional
La inclusión escolar esta estrechamente relacionada con la participación directa y real de los
actores de la comunidad educativa. Cuando nos sentimos parte de algo y nuestro hacer
colabora en un proceso de transformación, nos entusiasma la posibilidad de seguir haciendo
y nos empecinamos en cuidar lo que vamos logrando. Como adultos que integramos la
cultura institucional escolar, se hace imprescindible preguntarnos sobre cuales son los
espacios y las instancias que habilita la escuela para que podamos participar en los procesos
de transformación de esa cultura. Recordemos que al comienzo del capitulo decíamos que
las configuraciones institucionales juegan un rol fundamental en la construcción de la
subjetividad de los niños y los jóvenes.
LOS LÍMITES EN LA
ESCUELA
Aprender a diferenciar tiempos, espacios, tareas y objetivos
Por qué distinguir entre límite, sanción y expulsión
Entre la sanción como limite educativo y la expulsión
Coherencia del mensaje y creencia en la propuesta
Aprender a diferenciar tiempos ,
espacios, tareas y objetivos
• ¿Qué es un límite educativo?
Pero si el docente les indica con su presencia y con la tarea la diferencia entre un momento y
otro, ellos pueden inscribir poco a poco marcos de referencia y avanzar en su crecimiento.
Esto exige, entre otras cuestiones, hábitos que preparen a los alumnos a organizarse y ponerse
a trabajar en los procesos de aprendizaje. El límite educativo enmarca una escena que tiene
que ser diferente a la anterior, es decir que siempre debe poner en evidencia que hay un antes
y un después; de su estructura (marco de referencia) forman parte de las funciones de acotar e
incluir, que dan como efecto la diferencia.
Hablamos de un espacio que se constituye enmarcado por la presencia adulta, de un límite que
establece un encuadre para potenciar la posibilidad de hacer una tarea o sostener un vinculo.
Por qué distinguir entre límite, sanción
y expulsión
Los términos límite, sanción y expulsión suelen ser empleados como si fueran sinónimos.
En primer lugar, para volver potente el acto educativo, es necesario que sigamos recortando
el sentido de la palabra “límite”, ya que este no es equivalente a una sanción, sino que es un
concepto mucho más amplio que, en realidad, la contiene. La sanción es la parte punitiva
del límite, es una acción que debería reparar el daño causado por quien transgredió; por eso
la transgresión debe contextualizarse y la sanción debe evaluarse teniendo en cuenta qué
provocó la transgresión.
Una vez cometida la transgresión, se debe evaluar que tipo de sanción se aplicará.
• Reflexión
La actitud discriminatoria entre los seres humanos suele ser una conducta frecuente; pero si
se da en el ámbito de una escuela, no podemos permitirnos el silencio pedagógico. Cuando
un alumno se dirige a un compañero maltratándolo, ya sea por su país de origen, su color de
piel, su religión, su opción sexual, su identidad de genero, algún rasgo de su físico, etcétera,
es importante que el docente intervenga en esta situación y la trabaje.
En nuestras escuelas es muy frecuente el fenómeno del acoso o bullying de uno o varios
alumnos hacia un compañero. El acoso consiste en conductas de maltrato que se prolongan
a lo largo del tiempo; la gravedad de estos casos se acrecienta cuando la respuesta que dan
los adultos de la escuela es el silencio, ya que este permite que esas conductas ocurran y se
sucedan una tras otra.
Entre la sanción como límite educativo
y la expulsión
Podemos tomar como ejemplo de la primera una sanción grave, como es el “pase definitivo
de un establecimiento a otro”. Aquí encontramos que la institución dice “basta”, pero no
deja al alumno fuera del sistema, sino que lo incluye en otra escuela.
Sin embargo, la experiencia nos muestra que eso es una falacia; no es la exclusión la que
favorece el aprendizaje ni disminuye la violencia, todo lo contrario: la genera. Otra de las
cuestiones que nos interesa remarcar es que la exclusión no se da solamente en el marco de
una expulsión escolar, es decir, un dejar fuera del sistema educativo, sino que también
puede ocurrir en una intervención docente dentro del aula.
LA PARTICIPACIÓN
¿Qué significa participar?
Participación, poder, comunidad
Aprender a escuchar: aprender a debatir
Dar la palabra no equivale a perder autoridad
Derechos, responsabilidades y legitimación en el acto de participar
La escuela: microespacio de la democracia
¿Qué significa participar?
Las condiciones formales o burocráticas de relación con la escuela no son suficientes para
que los estudiantes y los docentes tengan un sentimiento de pertenencia a su comunidad
educativa. Los seres humanos necesitamos algo más para desarrollar un sentimiento de
pertenencia.: queremos que de alguna manera alguien nos reconozca; que nos dediquen un
poco de atención; que la persona que es importante para nosotros nos tenga en cuenta. Se
trata de una necesidad que está relacionada con la propia idea de existencia, con la idea de
vida.
Participación, poder, comunidad
La participación esta entramada con el ejercicio del poder, y quien participa tiene la potestad
de ejercer una cuota del mismo. Por eso, cuando en una comunidad se amplia el conjunto de
los actores que participan en ella, se producen diversos cambios y muchas veces surgen recelos
que reflejan el miedo a la perdida de poder o de lugares.
Por eso es imprescindible comprender que la participación apunta a un ejercicio del poder de
los diferentes sectores de la comunidad educativa para la construcción de un “nosotros” dentro
de un espacio común que compartimos varias horas del día.
Cuando hablamos de participación, nos estamos refiriendo a un proceso activo y continuo de
propuestas de ideas, de debate, de consenso y de toma de decisiones. De ahí que participar
siempre implique una tarea desarrollada junto a otros, una experiencia colectiva, unos
objetivos en común, un consenso sobre las estrategias para alcanzar lo que nos proponemos y
unos acuerdos que enmarquen este hacer con los demás.
Aprender a escuchar: aprender a
debatir
Los alumnos deben formarse para poder transitar diferentes instancias de participación, y
los docentes debemos acompañarlos en el acceso a la formación necesaria para que puedan
ubicarse mejor en le debate de ideas.
De ahí que debamos promover la participación de los distintos actores y crear las
condiciones institucionales básicas para su despliegue, adoptando como horizonte las
siguientes premisas:
1) Estimular el pasaje de una cultura institucional pensada alrededor de una autoridad que
tiene el monopolio del saber y de la toma de decisiones hacia otra con apertura a la
participación de los diferentes actores.
2) El proyecto pedagógico de las escuelas debe concebir el ejercicio de la participación
como algo que se aprende en el vinculo con los otros, que requiere de un tiempo
equivalente al que necesita cualquier proceso de enseñanza-aprendizaje y que debe ser
contemplado como un contenido más de la enseñanza.
3) Si consideramos que el ejercicio de la participación se aprende sobre todo en acto (es
decir, participando), para que esto suceda, las escuelas deben “promover modos de
organización institucional que garanticen dinámicas de convocatoria y participación de
los alumnos/as en la experiencia escolar”.
4) Para que la palabra habilitada tenga validez y significado, debe ser escuchada; la
dimensión de la escuela es la que permite que la participación de convierta en un hecho
real. Y si queremos que esto suceda con las nuevas generaciones, es importante que los
adultos suspendamos momentáneamente nuestro saber y podamos escuchar que dicen los
niños y adolescentes. Esto no significa quitar o dar la razón, sino habilitar generosamente
el derecho que la nuevas generaciones tienen para elaborar un discurso sobre ellos y el
mundo. Ellos solo pueden ser escuchados si los adultos nos corremos de la posesión
monopólica de la palabra y la razón, y les habilitamos la expresión y la reflexión. Esto
conlleva un profundo cambio cultural, que muchas escuelas ya están haciendo; se trata de
un proceso de transformación que no es sencillo, pero que es posible concretar.
5) La palabra escuchada debe producir efecto en la trama institucional, porque la
participación real implica poder de transformación.
Dar la palabra no equivale a perder
autoridad
Porque la asimetría es lo que posibilita que los adultos, en su rol de docente, guíen a los
alumnos en la toma de la palabra y en la reflexión con sus pares sobre cuáles son los
intereses que definen a su escuela y como lograrlos. Los adultos de la escuela son los que
deben evaluar y definir si las decisiones a las que arriban los estudiantes son posibles en una
institución escolar, teniendo en cuenta las edades de los alumnos y la responsabilidad que
ellos tienen, como adultos, de que los procesos de enseñanza y aprendizaje se lleven a cabo.
• Reflexión
El hecho de que la palabra de los estudiantes sea escuchada y tenga efecto en la institución
puede dar como resultado trabajar los vínculos entre pares con los alumnos, y la posibilidad
de poder sentirse bien sin excluir a un compañero.
Derechos, responsabilidades y
legitimación en el acto de participar
Por eso la responsabilidad en una institución escolar tiene una dimensión individual y
colectiva. El acto de participar genera efectos en la vida cotidiana de las escuelas, pero la no
participación también; de ahí que podemos afirmar que ambas tienen una dimensión
política, ya que siempre hay una consecuencia en la vida escolar, a causa de qué y cómo
educa la escuela.
La escuela: microespacio de la
democracia
La escuela es el lugar privilegiado para la construcción de una ciudadanía responsable tanto
en términos individuales como colectivos. Y una ciudadanía democrática requiere, por parte
de quien la ejerce, el compromiso con la defensa de los derechos no solo individuales, sino
también colectivos.
Y fomentarla sobre todo en los alumnos, con el fin de que ellos mismo puedan participar en
la solución de sus problemas y de que ellos mismos de conviertan, también, en difusores de
las prácticas y valores democráticos aprendidos en la escuela.
INSTANCIAS Y
ÓRGANOS ESCOLARES
DE PARTICIPACIÓN
La participación escolar y las políticas de Estado
Instancias de participación
Órganos escolares de participación
La participación escolar: una red de redes
La participación escolar y las políticas
de Estado
Las vías de participación que ofrece la escuela para que los integrantes de la comunidad
educativa sean actores de las actividades, las decisiones y la resolución de los conflictos
que emergen en su ámbito pueden ser múltiples.
La Ley de Educación Nacional 26026 (2006) contempla –entre otros aspectos vinculados al
tema- la obligación de promover la participación democrática de docentes, familias y
estudiantes en las instituciones educativas de todos los niveles.
Instancias de participación
A modo de ejemplo desarrollamos la Asamblea de aula, una de las modalidades de
instancias de participación más frecuentes, entre muchas otras.
Asamblea de aula
Es una instancia de participación, previamente pautada, en la que se convoca a todos los
alumnos de un curso para trabajar de manera grupal sobre un tema que afecta directamente
a ese curso. Es un espacio abierto que resulta idóneo para conversar situaciones del grupo,
pero que no es aconsejable para que se planteen en él cuestiones particulares de un miembro
de la comunidad, ya que conlleva un alto grado de exposición ante el conjunto.
Además también participan uno o más docentes, quienes tienen la responsabilidad de
coordinar la dinámica grupal y el funcionamiento de la reunión.
La propuesta para convocar una Asamblea de aula la puede hacer un docente, un
profesional del equipo de orientación escolar e incluso los alumnos, pero quien autoriza su
celebración y hace el llamado formal a la misma es la conducción de la escuela.
El hecho de que previamente se definan fecha, hora y tema a tratar genera una expectativa
respecto de lo que va a pasar en la Asamblea, y permite que antes de que esta se celebre los
alumnos puedan pensar en qué opinan sobre el tema del que van a conversar.
Órganos escolares de participación
• Consejo de Aula
El Consejo de aula es un OEP colegiado que tiene como función exponer y someter a
análisis algún tema especifico que atañe a un curso en particular. Es un órgano consultivo,
no vinculante, que analiza situaciones grupales referidas a un curso y que orienta a la
conducción sobre acciones a implementar para mejorar la convivencia en le aula y
favorecer los proceso de enseñanza y aprendizaje. La potestad para convocar un Consejo de
aula corresponde a la conducción de la escuela.
• Consejo escolar de convivencia
• Centro de estudiante
• La Cooperadora
La participación escolar: una red de redes
ACUERDOS ESCOLARES
DE CONVIVENCIA Y
SANCIONES
¿Qué es un acuerdo escolar?
Los AEC en los niveles inicial y primario
Los AEC en la escuela secundaria
Ley, transgresiones, autoridad y futuro
Epilogo
¿Qué es un acuerdo escolar de
convivencia?
Es la legalidad que enmarca y regula de manera democrática los vínculos que se generan en
el ámbito de una escuela. Estos acuerdos deben ser el resultado del debate y el consenso
entre quienes integran la comunidad educativa. Los procedimientos de construcción
colectiva dan la posibilidad de que le producto final de los mismo pueda ser legitimado por
los diferentes actores de la escuela, ya que la propia experiencia de la participación permite
transitar por un proceso de subjetivación que exige cierto grado de compromiso con los
demás.
La Ley de Convivencia Escolar establece los siguientes principios orientadores en los que
debe estar inspirado todo AEC:
El respeto irrestricto a la dignidad e intimidad de las personas.
El reconocimiento de los valores, creencias e identidades culturales de todos.
El respeto y la aceptación de las diferencias, el rechazo a toda forma de discriminación,
hostigamiento, violencia y exclusión en la interacciones entre los integrantes de la
comunidad educativa, incluidas las que se produzcan mediante entornos virtuales y
otras tecnologías de la información y comunicación.
El derecho a participar de diferentes ámbitos y asuntos de la vida de las instituciones
educativas.
La resolución no violenta de conflictos, la utilización del dialogo como metodología
para la identificación y resolución de los problemas de convivencia.
El respeto por las normas y la sanción de sus transgresiones como parte de la enseñanza
socializadora de las instituciones educativas.
La contextualización de las transgresiones en las circunstancias en que acontecen, según
las perspectivas de los actores, los antecedentes previos y otros factores que inciden en
las mismas, manteniendo la igualdad ante la ley.
El derecho del estudiante a ser escuchado y a formular su descargo ante situaciones de
transgresión a las normas establecidas.
La valoración primordial del sentido formativo de la eventuales sanciones o llamados de
atención.
El reconocimiento y reparación del daño u ofensa a personas o bienes de las
instituciones educativas o miembros de la comunidad educativa por parte de la persona
o grupos responsables de esos hechos.
Entre la ley y la regla
Para aclarar las divergencias que a veces surgen en torno a qué es obligatorio y qué no,
resulta útil considerar las reflexiones de Philippe Meirieu. Este pedagogo francés marca una
clara diferencia entre lay y regla, y piensa a aquella como lo que no se discute y se cumple,
precisamente porque es ley; en cambio, la regla es lo que se puede consensuar. Es ley que
“esta prohibido robar”, y es regla que “no se puede usar gorra con la visera hacia adelante
en la escuela”. Así, todo AEC contiene, al mismo tiempo, ley y regla.
La AEC en los niveles inicial y
primario
Para que la AEC adquiera carácter referencial, el resultado de estos diálogos y consensos
entre ambas instituciones debe quedar plasmado en un documento escrito. Una vez
encaminado este proceso entre las familias y la escuela, las maestras iniciaran con sus
alumnos un proceso gradual para trabajar con ellos la manera en que todos deben vincularse
con el resto de sus compañeros, teniendo en cuenta el consenso logrado entre escuela y
familias, y la edad de los niños en cuestión.
Los alumnos de los últimos grados del nivel primario –por tener mas edad que los niños de
los grados inferiores- están en condiciones de comenzar a participar directamente en la
elaboración de las normas que rigen la convivencia escolar.
Una vez definido el AEC, las maestras trabajan con el conjunto de alumnos esas reglas
consensuadas por los adultos y que, a partir de entonces, deben ser sostenidas por la escuela
y las familias.
Epilogo
Tras un recorrido de exposición, desarrollo y análisis de los aspectos mas sobresalientes de la
convivencia escolar (incluidos diversos ejemplos de situaciones concretas), llegamos al final de
este libro mencionando nuevamente un concepto con el que comenzamos nuestra reflexión en
las primeras paginas: la autoridad. Como explicamos en varios capítulos, los adultos que
integramos la comunidad educativa somos los responsables de diseñar estrategias para poder
crear una autoridad legitimada, la única que hoy en día nos puede ayudar a prevenir y a abordar
las situaciones conflictivas derivadas de la convivencia escolar. Una autoridad que tenga como
primer objetivo la enseñanza; una autoridad que estimule a los más chicos para que
descubran los beneficios de aprender los límites y respetar las reglas; una autoridad que
ante coyunturas de violencia logre eludir el esquema tradicional victima-victimario y
ponga el foco en el contexto en le que ocurren las interacciones; una autoridad que fomente
la participación de todos los sectores de la comunidad educativa para que la vida en la
escuela genera ciudadanos más responsables, solidarios y con una formación de calidad.
Ya lo hemos dicho en muchas ocasiones a lo largo de estas paginas: la tarea no es fácil. Para
lograrla, además de necesitar la colaboración y participación de la comunidad educativa y del
conjunto de la sociedad, es imprescindible que existan decisiones y apoyo político institucional
brindado por el estado.