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ORIENTACIÓN

1
Semana 24
Primer ciclo
2021
Objetivo de hoy:

Reconocer diversas emociones:


Pedir ayuda.
“La ballena Lola”
La ballena Lola era grande, muy grande, y solitaria, muy solitaria. Hacía
años que no quería saber nada de nadie, y cada vez se le notaba más
tristona. En cuanto alguno trataba de acercarse y animarla, Lola le daba
la espalda.
Muchos pensaban que era la ballena más desagradable del mundo y
dejaron de hacerle caso, a pesar de que la vieja Tortuga, una tortuga
marina de más de cien años, contaba que siempre fue una ballena buena
y bondadosa. Un día, Dido, un joven delfín, escuchó aquella historia, y
decidió seguir a Lola secretamente. La descubrió golpeándose la boca
contra las rocas,
arriesgándose frente a las grandes olas en la costa y comiendo arena en el fondo
del mar. Nadie lo sabía, pero Lola tenía un mal aliento terrible porque un pez
había quedado atrapado en su boca, y esto la avergonzaba tanto que no se
atrevía a hablar con nadie.
Cuando Dido se dio cuenta de aquello, le ofreció su ayuda, pero Lola no quería
apestarle con su mal aliento ni que nadie se enterara.
- No quiero que piensen que tengo mal aliento -decía Lola.
- ¿Por eso llevas apartada de todos tanto tiempo? -respondió Dido, sin poder
creerlo. - Pues ahora no piensan que tengas mal aliento; ahora piensan que eres
desagradable, aburrida y desagradecida, y que odias a todos. ¿Crees que es
mejor así?
Entonces Lola comprendió que su orgullo, su exagerada timidez, y el no dejarse
ayudar, le había creado un problema todavía mayor. Arrepentida, pidió ayuda a
Dido para deshacerse de los restos del pez, y volvió a hablar con todos. Pero tuvo
que hacer un gran esfuerzo para ser aceptada de nuevo por sus amigos, y decidió
que nunca más dejaría de pedir ayuda si de verdad la necesitaba, por muy mal
que estuviese.
Actividad:
Responder:
1. ¿Por qué crees que es tan importante pedir
ayuda?
2. ¿En qué ocasiones tú has pedido ayuda?
3. ¿Cómo te sientes al pedir ayuda y recibirla?
4. Piensa en alguna materia que te esté costando un
poquito entender en este último tiempo, ¿A quién
de tus compañeros le pedirías ayuda?
Socio Emocional
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Semana 24
Primer ciclo
2021
Objetivo de hoy:

Reconocer diversas emociones:


Pedir ayuda.
““El rescate””
El papá de Marisa era profesor de matemáticas. Cuando no estaba impartiendo
clases, se le podía ver leyendo libros de álgebra o escribiendo fórmulas en un
pizarrón. Una vez le dijo a su hija: “¿Sabías que casi cualquier problema en la vida
puede solucionarse con ayuda de las matemáticas?”. Ella no le creyó, pero unas
semanas después comprobó cuánta razón tenía su padre. Marisa vivía con su
familia en Tecpan de Galeana, en el estado de Guerrero, e iba a una escuela
llamada Emperador Cuauhtémoc. Una mañana, durante la clase de Ciencias
Naturales, su maestra les habló de las tortugas marinas. Dijo que estos grandes
animales llegaban a vivir un siglo y han habitado en la Tierra desde hace más de
150 millones de años. Lo triste era que, en la actualidad, muchas especies estaban
en peligro de extinción. “Aunque es ilegal, la gente las caza para comerse su carne
y consumir sus huevos”, explicó la maestra y agregó: “Pertenezco a una brigada
que protege a las tortugas. Nuestro trabajo es resguardar sus nidos y asegurarnos
de que las tortuguitas recién nacidas lleguen al mar sanas y salvas”. La profesora
invitó a sus alumnos a convertirse en voluntarios. Les dijo que, por desgracia, muy
poca gente estaba dispuesta a ayudar. “Hay demasiadas tortugas que proteger y
los voluntarios nunca son suficientes.
El año pasado sólo pudimos salvar a unas cuantas.” Todos en el salón aceptaron la
propuesta de su maestra y prometieron invitar a sus familiares y amigos a
participar en el próximo salvamento, el cual se realizaría dentro de dos meses.
Marisa regresó a su casa pensando en lo que les había contado la maestra. Quería
formar parte de la brigada, pero también deseaba que más gente ayudara. Sin
embargo, no sabía qué hacer para lograrlo. Invitó a sus papás, a sus primos y a su
mejor amiga. Pero la maestra les había dicho que era necesario salvar a miles de
tortugas. ¿Qué podía hacer para conseguir más voluntarios? Ella no conocía a
tantas personas. Cuando le planteó esta dificultad a su papá, él repitió lo que había
dicho semanas antes: “Casi cualquier problema en la vida puede solucionarse con
ayuda de las matemáticas”. Marisa torció la boca. ¿Qué tenían que ver las
matemáticas con las tortugas marinas? Él dijo que existía algo llamado progresión
geométrica. “¿Qué es eso?”, quiso saber su hija. Su padre se acomodó las gafas y,
con el tono que usaba en sus clases, dijo: “Es una sucesión en la que cada término
se obtiene multiplicando al anterior una cantidad fija, llamada razón”. Marisa no
entendió nada. Entonces su padre se lo explicó con más sencillez. “Es muy fácil.
Sólo tienes que ponerte de acuerdo con tus compañeros para que cada uno invite a
tres personas a participar.
Estas tres personas deberán invitar a otras tres y ellas a tres y así
sucesivamente. Si cada invitado se compromete a conseguir a tres
amigos o familiares, en dos meses serán muchísimos.” Marisa les
habló a su maestra y a sus compañeros de la progresión
geométrica y decidieron ponerla en práctica. Dos meses después la
playa de Carrizal estaba a reventar. Había señores, señoras, niños,
niñas y gente mayor. Todos dispuestos a ayudar a que las tortugas
bebé que en ese momento salían de sus huevos llegaran al mar. Al
verlos, Marisa pensó que, si bien los cálculos de su papá resultaron
correctos, lo más importante había sido la participación de las
personas.
Actividad:
Responder:
1. ¿Te gusta participar en tus clases?

2- ¿Te gusta participar en juegos con tus amigos o compañeros?

3.- ¿Qué enseñanza te deja la lectura?

4.- ¿Cómo invitarías a un amigo/a a participar de la actividad


para salvar tortugas?
Socio Emocional
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Semana 24
Primer ciclo
2021
Objetivo de hoy:

Reconocer diversas emociones:


Seguir Instrucciones.
El gatito desobediente
Había una vez un gatito al que no le gustaban nada las normas. Por eso nunca
escuchaba lo que le decía su mamá y siempre hacía lo que le daba la gana.
El gatito vivía con su mamá y sus hermanos en una casa a las afueras de la ciudad.
Allí tenía todo lo que necesitaba. Pero el gatito se aburría y, siempre que podía,
salía de la casa a ver qué encontraba.
Lo que más le gustaba al gatito era explorar el bosque. El gatito solía esperar a
que su mamá se quedara dormida y, sigilosamente, salía de la casa para irse.

Sus hermanos, que conocían sus escapadas, se lo advertían una y otra vez.

-Un día va a aparecer un animal grande y te va a comer.

-El día menos pensado caes en una trampa.


Pero al gatito no le daba miedo nada de eso y, cada noche, se escapaba
para volver al amanecer. Al gatito le encantaba ver los ojos brillantes de
los animales nocturnos. El gatito los conocía todos y sabía que animales
eran peligroso y cuáles no.

Aunque había unos ojos nocturnos que no conseguía reconocer. Los veía
siempre en el mismo sitio, pero pasaban tan rápido que nunca conseguía
averiguar qué animal era. A veces veía a muchos, otras veces pocos. Pero
lo que más extrañaba al gatito es que nunca tenían la misma forma.

-¡Oh, qué ojos más interesantes! -pensaba el gatito cada vez que los veía-.
¿Qué animal será el que tiene unos ojos tan tremendos? ¡Y qué rápido se
mueven!

Un día, nada más salir de casa, el gatito vio a lo lejos que un par de ojos
de esos que tanto le intrigaban. Se acercaban rápidamente, pero el gatito
estaba tan atento a ellos que no se movió.
En ese momento, el gatito notó como alguien le cogía por el lomo y se lo llevaba en
volandas.

-¿Qué ha pasado? -preguntó el gatito-.¿Qué animal era ese? Casi lo descubro. ¿Por qué
me has cogido, mamá?

-¡Eso era un coche! -gritó la mamá del gatito-. Y casi te aplasta.

El gatito se quedó mudo. ¿Cómo no se había dado cuenta? Él, que era capaz de
esconderse y huir de cualquier depredador, había estado a punto de ser atropellado
por una máquina.

-Lo siento, mamá -dijo finalmente el gatito.

-Eres un desobediente -dijo su mamá-. Y un imprudente. Menos mal que no me había


dormido aún. Creo que debemos tener una charla, jovencito.

Esa noche el gatito y su mamá se la pasaron hablando sobre los peligros que hay fuera
y sobre la importancia de ser prudente. La mamá le contó al gatito todo lo que sabía
sobre los peligros de la carretera y del bosque.
-No pensé que fuera tan peligroso estar ahí fuera -dijo el gatito.

-Explorar y aprender por tu cuenta está bien, hijo -dijo su mamá-, pero debes escuchar
y aprender de tus mayores.

-Gracias mamá. Prometo escucharte y preguntar todo lo que no sepa -dijo el gatito.

Esa noche el gatito tuvo la suerte de que su mamá andaba cerca, pero no siempre va a
haber alguien que nos pueda sacar de un apuro. El gatito aprendió la lección y ahora
presta más atención a lo que le dice su mamá, por si acaso ella no está cerca la próxima
vez que corra peligro.
Actividad:
Responder:

1.- ¿Que enseñanza nos deja el cuento?

2.- ¿Por qué crees que el gatito no escuchaba a su mamá?

3.- ¿Crees que es importante ser obediente con tus


padres?
Socio Emocional
4
Semana 24
Primer ciclo
2021
Objetivo de hoy:

Reconocer diversas emociones:


Disculparse.
El profesor que no quería
a sus alumnos
Había una vez un ladrón malvado que, huyendo de la policía, llegó a un pequeño
pueblo llamado Sodavlamaruc, donde escondió lo robado y se hizo pasar por el
nuevo maestro y comenzó a dar clases con el nombre de Don Pepo.
Como era un tipo malvado, gritaba muchísimo y siempre estaba de mal humor.
Castigaba a los niños constantemente y se notaba que no los quería ni un poquito.
Al terminar las clases, sus alumnos salían siempre corriendo. Hasta que un día
Pablito, uno de los más pequeños, en lugar de salir se le quedó mirando en
silencio. Entonces acercó una silla y se puso en pie sobre ella. El maestro se
acercó para gritarle pero, en cuanto lo tuvo a tiro, Pablito saltó a su cuello y le dio
un gran abrazo. Luego le dio un beso y huyó corriendo, sin que al malvado le diera
tiempo a recuperarse de la sorpresa.
A partir de aquel día, Pablito aprovechaba cualquier despiste para darle
un abrazo por sorpresa y salir corriendo antes de que le pudiera pillar. Al
principio el malvado maestro se molestaba mucho, pero luego empezó a
parecerle gracioso. Y un día que pudo atraparlo, le preguntó por qué lo
hacía:
- Creo que usted es tan malo porque nunca le han querido. Y yo voy a
quererle para que se cure, aunque no le guste.
El maestro hizo como que se enfadaba, pero en el fondo le gustaba que el
niño le quisiera tanto. Cada vez se dejaba abrazar más fácilmente y se le
notaba menos gruñón. Hasta que un día, al ver que uno de los niños
llevaba varios días muy triste y desanimado, decidió alegrarle el día
dándole él mismo un fuerte abrazo.
En ese momento todos en la escuela comenzaron a aplaudir y a gritar
- ¡Don Pepo se ha hecho bueno! ¡Ya quiere a los niños!
Y todos le abrazaban y lo celebraban. Don Pepo estaba tan
sorprendido como contento.
- ¿Le gustaría quedarse con nosotros y darnos clase siempre?
Don Pepo respondió que sí, aunque sabía que cuando lo
encontraran tendría que volver a huir. Pero entonces aparecieron
varios policías, y junto a ellos Pablito llevando las cosas robadas de
Don Pepo.
- No se asuste, Don Pepo. Ya sabemos que se arrepiente de lo que
hizo y que va a devolver todo esto. Puede quedarse aquí dando
clase, porque, ahora que ya quiere a los niños, sabemos que está
curado.
Don Pepo no podía creérselo. Todos en el pueblo sabían desde el
principio que era un ladrón y habían estado intentado ayudarle a
hacerse bueno. Así que decidió quedarse allí a vivir, para ayudar a
otros a darle la vuelta a sus vidas malvadas, como habían hecho
con la suya. Y así, dándole la vuelta, entendió por fin el rarísimo
nombre de aquel pueblo tan especial, y pensó que estaba muy
bien puesto.
Actividad:
Responder:
1.- ¿Por qué el profesor no quería a sus alumnos?

2.- ¿Por qué los alumnos querían al profesor?

3.- ¿Crees que es importante disculparte si haces algo mal?


Socio Emocional
5
Semana 24
Primer ciclo
2021
Objetivo de hoy:

Reconocer diversas emociones:


Covencimiento.
La tortuga y el ave
Érase una vez una tortuga que vivía muy cerca de donde un águila tenía
su nido. Cada mañana observaba a la reina de las aves y se moría de
envidia al verla volar.
– ¡Qué suerte tiene el águila! Mientras yo me desplazo por tierra y tardo
horas en llegar a cualquier lugar, ella puede ir de un sitio a otro en
cuestión de segundos ¡Cuánto me gustaría tener sus magníficas alas!
El águila, desde arriba, se daba cuenta de que una tortuga siempre la
seguía con la mirada, así que un día se posó a su lado.
– ¡Hola, amiga tortuga! Todos los días te quedas pasmada contemplando
lo que hago ¿Puedes explicarme a qué se debe tanto interés?
– Perdona, espero no haberte parecido indiscreta… Es tan sólo que me
encanta verte volar ¡Ay, ojalá yo fuera como tú!
El águila la miró con dulzura e intentó animarla.
– Bueno, es cierto que yo puedo volar, pero tú tienes otras ventajas; ese caparazón, por
ejemplo, te protege de los enemigos mientras que yo voy a cuerpo descubierto.
La tortuga respondió con poco convencimiento.
– Si tú lo dices… Verás, no es que me queje de mi caparazón pero no se puede
comparar con volar ¡Tiene que ser alucinante contemplar el paisaje desde el cielo, subir
hasta las nubes, sentir el aire fresco en la cara y escuchar de cerca el sonido del viento
justo antes de las tormentas!
La tortuga tenía los ojos cerrados mientras imaginaba todos esos placeres, pero de
repente los abrió y en su cara se dibujó una enorme sonrisa ¡Ya sabía cómo cumplir su
gran sueño!
– Escucha, amiga águila ¡se me ocurre una idea!  ¿Qué te parece si me enseñas a volar?
El águila no daba crédito a lo que estaba escuchando.
– ¿Estás de broma?
– ¡Claro que no! ¡Estoy hablando completamente en serio! Eres el ave más respetada
del cielo y no hay vuelo más estiloso y elegante que el tuyo ¡Sin duda eres la profesora
perfecta para mí!
El águila no hacía más que negar con la cabeza mientras escuchaba los desvaríos de la
tortuga ¡Pensaba que estaba completamente loca!
– A ver, amiga, déjate de tonterías…  ¿Cómo voy a enseñarte a
volar? ¡Tú nunca podrás conseguirlo! ¿Acaso no lo entiendes?… ¡La
naturaleza no te ha regalado dos alas y tienes que aceptarlo!
La testaruda tortuga se puso tan triste que de sus ojos redondos
como lentejitas brotaron unas lágrimas que daban fe de que su
sufrimiento era verdadero.
Con la voz rota de pena continuó suplicando al águila que la
ayudara.
– ¡Por favor, hazlo por mí! No quiero dejar este mundo sin haberlo
intentado. No tengo alas pero estoy segura de que al menos podré
planear como un avión de papel ¡Por favor, por favor!
El águila ya no podía hacer nada más por convencerla. Sabía que la
tortuga era una insensata pero se lo pedía con tantas ganas que al
final, cedió.
– ¡Está bien, no insistas más que me vas a desquiciar! Te ayudaré a
subir pero tú serás la única responsable de lo que te pase ¿Te
queda claro?
– – ¡Muy claro! ¡Gracias, gracias, amiga mía!
El águila abrió sus grandes y potentes garras y la enganchó por el caparazón. Nada más  remontar el vuelo, la tortuga se
volvió loca de felicidad.
– ¡Sube!… ¡Sube más que esto es muy divertido!
El águila ascendió  más alto, muy por encima de las copas de los árboles y dejando tras de sí los picos de las montañas.
¡La tortuga estaba disfrutando como nunca! Cuando se vio lo suficientemente arriba, le gritó:
– ¡Ya puedes soltarme!  ¡Quiero planear surcando la brisa!
El águila no quiso saber nada pero obedeció.
– ¡Allá tú! ¡Que la suerte te acompañe!
Abrió las garras y, como era de esperar, la tortuga cayó imparable a toda velocidad contra el suelo ¡El tortazo fue
mayúsculo!
– ¡Ay, qué dolor! ¡Ay, qué dolor! No puedo ni moverme…
El águila bajó en picado y comprobó el estado lamentable en que su amiga había quedado. El caparazón estaba lleno de
grietas, tenía las cuatro patitas rotas y su cara ya no era verde, sino morada. Había sobrevivido de milagro pero tardaría
meses en recuperarse de las heridas.
El águila la incorporó y se puso muy seria con ella.
– ¡Traté de avisarte del peligro y no me hiciste caso, así que aquí tienes el resultado de tu estúpida idea!
La tortuga, muy dolorida, admitió su error.
– ¡Ay, ay, tienes razón, amiga mía!  Me dejé llevar por la absurda ilusión de que las tortugas también podíamos volar y me
equivoqué. Lamento no haberte escuchado.
Así fue cómo la tortuga comprendió que era tortuga y no ave, y que como todos los seres vivos, tenía sus propias
limitaciones. Al menos el porrazo le sirvió de escarmiento y, a partir de ese día, aprendió a escuchar los buenos consejos
de sus amigos cada vez que se le pasaba por la cabeza cometer alguna nueva locura.
Actividad:
Responder:
1.- ¿Por qué la tortuga quería tanto volar?

2.- ¿Cómo convenció la tortuga al ave?

3.- Si tu quisieras aprender a volar, ¿cómo convencerías al ave


para que te enseñara?
Buenfinde
semana…

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