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Pensamiento constructivo e inteligencia emocional

El psicólogo cognitivo e investigador Seymour Epstein es el autor de un


libro llamado Contructive thinking: the key to emotional intelligence
(Pensamiento constructivo: la clave de la inteligencia emocional) en el que
habla de dos sistemas de pensamiento: la inteligencia racional (el CI) y la
inteligencia experiencial, que está relacionada con la experiencia de las
emociones y abarca tres tipos de inteligencia (emocional, social y
práctica).

El pensamiento constructivo es el pensamiento de la inteligencia


experiencial y en los estudios realizados por Epstein y sus colaboradores
han visto que está relacionado con el éxito en el trabajo, la salud física, el
ajuste emocional, el éxito en las relaciones personales y una mayor
satisfacción en la vida en general.

ÍNDICE:

Tus dos mentes

La inteligencia racional

La inteligencia experiencial

Ventajas de la mente experiencial

Pensamientos y emociones

1
Cómo es el pensamiento constructivo

Los buenos pensadores constructivos...

Cómo ser un buen pensador constructivo

¿Son constructivos tus pensamientos?

Pensamientos destructivos comunes

Respuestas mentales secundarias destructivas comunes

Comportamientos destructivos comunes

Cómo entrenar tu mente experiencial

Usar la mente racional para entrenar la mente experiencial

Influir la mente experiencial mediante la experiencia directa

¿Cómo puedes aprender de tu mente experiencial?

Aprende de tus propios sentimientos

Aprende de tu fantasía e imaginación

1. Tus dos mentes

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La inteligencia racional

Es la que todos conocemos desde hace tiempo y


a la que nos referimos cuando hablamos de
cociente intelectual o CI. Tradicionalmente, se ha
concedido más importancia a este tipo de
inteligencia. Sin embargo, se ha visto que un CI
alto no garantiza el éxito en la vida, las relaciones o
el trabajo. Para eso hacen falta otro tipo de
habilidades, que son precisamente las
relacionadas con la inteligencia experiencial.

No obstante, es verdad que un CI alto y una alta inteligencia experiencial


siempre pueden ayudar a lograr un mayor éxito que un CI bajo y una alta
inteligencia experiencial.

Funciona siguiendo reglas establecidas, es lenta, consciente, analítica, lógica.


Es la que utilizamos, por ejemplo, para hacer un cálculo matemático.

La inteligencia experiencial

Se basa en la experiencia vivida, es automática, preconsciente, rápida, fácil y


está relacionada con las emociones y la personalidad. Se basa en aquellos
pensamientos que aparecen en nuestra mente de manera automática ante
cualquier acontecimiento de nuestra vida, y en modos más generales de ver el
mundo, a nosotros mismos y a los demás, aprendidos en la infancia y a lo
largo de nuestras vidas y experiencias y que forman parte de nuestra forma de
ser. Por ejemplo: "Pienso que no se puede confiar en nadie" o "Pienso que en el
fondo todo el mundo es bueno".

La inteligencia experiencial funciona por asociaciones en vez de por lógica,


estableciendo relaciones entre acontecimientos que tienen una fuerte carga
emocional. Es decir, si un acontecimiento sigue a otro, significa que el primero
ha causado el segundo. Por ejemplo, cuando Javier tuvo un gran éxito en una
reunión de trabajo el día que se puso su camisa amarilla, después se ponía
siempre esa camisa cuando tenía una reunión importante. Por supuesto, su
mente racional le decía que eso era una tontería, mientras que su mente
experiencial le estaba diciendo lo contrario.

Por lo general, ambas mentes trabajan unidas, de modo que no nos damos
cuenta de su existencia, excepto en los momentos en los que existen
contradicciones entre ambas. Es decir, cuando la cabeza nos dice una cosa y el
corazón otra distinta.

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2. Ventajas de la mente experiencial
Suele ser adaptativa en la mayoría de las situaciones y nos permite tomar
decisiones con facilidad y rapidez, sin tener que pensar. Cuando decimos "tengo
un presentimiento o una corazonada" estamos usando este tipo de pensamiento
automático. Sin embargo, puede producir problemas a menudo, debido a que se
aplica fácilmente a situaciones en las que no tiene sentido utilizarlo. Por ejemplo,
si tu padre fue un hombre alto, delgado y serio, que te hizo la vida imposible
durante mucho tiempo, es posible que al ver a un hombre de similares
características lo consideres una mala persona de manera automática nada más
verlo. Tal vez no te des cuenta de lo que pasa y pienses que ese hombre te da
mala espina, o tal vez utilices luego tu mente racional y descubras lo que está
pasando realmente. Por supuesto, en otras ocasiones, esas corazonadas o
presentimientos son acertados. Cuando hablas con alguien que acabas de
conocer estás recibiendo mucha información (sus gestos, su postura, su mirada,
su tono de voz, sus palabras, etc). Sería imposible (y requeriría demasiado
tiempo) procesarla toda conscientemente, de modo que tu mente experiencial se
encarga de ese trabajo mientras que tu mente racional atiende sólo a sus
palabras y poco más. Con toda esa información puedes hacerte, en muchas
ocasiones, una idea acertada sobre ciertas características de esa persona. Tal
vez tu mente preconsciente haya visto en su mirada y en sus gestos lo mismo
que viste en otras personas que resultaron no ser dignas de confianza. Y es
posible que tu corazonada, que apenas sabes de dónde viene, te esté ayudando
a evitar un posible peligro. Piensa, por ejemplo, en lo que sientes cuando
alguien te mira fijamente sin motivo. Te pones en tensión y estás vigilante y
alerta a sus movimientos. Tu mente experiencial, cuya antigüedad se remonta a
muchos millones de años de evolución, te está diciendo que la mirada fija puede
significar una agresión inminente.

Pensamientos y emociones

Como hemos indicado, el pensamiento de la inteligencia experiencial (o


pensamiento constructivo) está relacionado con las emociones. Esto significa
que este pensamiento es el mediador entre los acontecimientos de nuestra vida
y lo que sentimos. La mayoría de la gente tiende a pensar que son los
acontecimientos los que provocan los sentimientos. "Me he enfadado porque ha
hecho algo muy feo", dicen. O bien: "Si le quiero tanto no puede ser mala
persona". Sin embargo, nuestras emociones no son algo incontrolable que
surjan como respuesta al medio sin que podamos evitarlo y sin que tengamos
nada que ver en su aparición. De hecho, nuestro pensamiento es la clave
fundamental a la hora de sentir una u otra cosa.

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3. ¿Cómo es el pensamiento constructivo?
Los principales componentes del pensamiento constructivo son el afrontamiento
emocional y el afrontamiento conductual. Las
personas que tienen niveles altos en estas dos
facetas suelen ser buenos pensadores
constructivos. Otras facetas no menos importantes,
pero en las que conviene tener un nivel bajo son: el
pensamiento categórico, pensamiento
supersticioso, pensamiento esotérico y optimismo
ingenuo.

Afrontamiento emocional. Se relaciona con la


capacidad para manejar adecuadamente los
sentimientos negativos. Los buenos afrontadores
emocionales tienen bajos niveles de estrés, no se
toman las cosas personalmente, no son demasiado
sensibles al rechazo y al fracaso y no se preocupan
por cosas que no pueden controlar.

Afrontamiento conductual. Se trata de un


pensamiento orientado a la acción. Las personas que son buenas en esto,
piensan en modos efectivos de solucionar los problemas y se ponen en marcha,
son optimistas, aceptan los retos y se arriesgan, ya que piensan que las cosas
saldrán bien.

Pensamiento categórico. Los pensadores categóricos tienen un


pensamiento dicotómico, en términos de blanco o negro, son intolerantes, sólo
admiten su punto de vista y piensan que opiniones diferentes a las suyas son
errores. Clasifican a la gente como buena o mala, perdedores o ganadores,
amigos o enemigos.

Pensamiento supersticioso. No está


relacionado con las supersticiones tradicionales,
sino con las personales. Por ejemplo, creer que si
te sucede algo bueno, después te pasará algo malo
para compensar, o creer que si hablas de algo que
quieres hacer se "gafará". Estas personas se
centran más en defenderse de lo malo que pueda
pasarles que en conseguir ser felices y disfrutar de
la vida. Si esperan de antemano que algo salga
mal, no se arriesgan a sufrir una desilusión. Son
pesimistas y tienden a deprimirse con facilidad.

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Pensamiento esotérico. Está relacionado con las supersticiones
tradicionales (romper un espejo, pasar bajo una escalera) y los fenómenos
paranormales e inusuales. Por ejemplo, creer en amuletos de la suerte, control
mental, fantasmas, percepción

Extrasensorial. Si el grado de pensamiento


esotérico no es demasiado alto puede indicar una
apertura a nuevas ideas y un pensamiento
flexible. Sin embargo, si es demasiado alto, indica
una dificultad a la hora de usar su capacidad de
crítica.

Optimismo ingenuo. Ser optimista está bien,


pero los optimistas ingenuos van mucho más allá
y son optimistas sin fundamento. Piensan que si
pasa algo bueno, siempre sucederán cosas
buenas. Aunque suelen caer bien a los demás y
son buenos políticos, tienen una visión simplista
de la realidad, son ingenuos, tienden a evitar las
realidades desagradables y no toman las debidas
precauciones.

4. Los buenos pensadores constructivos...

Son personas que se aceptan a sí mismas y a los demás. Piensan que su vida
tiene un propósito y un sentido. Son optimistas, pero de un modo realista. No
hacen generalizaciones de sus experiencias, tanto positivas como negativas. Es
decir, no piensan que por haber suspendido el examen de conducir van a
suspender siempre, o que si han ganado una partida de cartas van a tener

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siempre suerte en el juego. Se enfrentan a la incertidumbre y a las
complejidades de la vida diaria, en vez de recurrir a las supersticiones y a otras
formas de pensamiento mágico para explicar o controlar su ambiente. Manejan
las emociones negativas con un mínimo de estrés y se ponen en marcha para
resolver los problemas de la vida diaria de un modo efectivo, en vez de estar
lamentándose sin hacer nada. Están orientados a la solución de problemas, en
vez de dedicarse a juzgarse a sí mismos y a los demás. Son pensadores
flexibles que saben adaptar su comportamiento a las distintas situaciones de la
vida y ven tanto el lado bueno como el malo de las cosas. El buen pensador
constructivo "acepta lo que no puede cambiarse, cambia lo que puede
cambiarse y conoce la diferencia entre ambas cosas"

Los malos pensadores constructivos, en cambio, les dan vueltas


continuamente a los acontecimientos negativos, se centran más en el lado
negativo de las cosas, piensan de modo categórico (blanco o negro), se
preocupan excesivamente y, en general, piensan de modos que aumentan su
infelicidad y malestar sin que ese pensamiento les lleve a algo bueno o a
solucionar el problema.

5. Cómo ser un buen pensador constructivo


1. Identifica tus pensamientos automáticos. El primer paso para poder
cambiarlos es llegar a ser consciente de esos pensamientos automáticos
preconscientes. Para ello puedes guiarte por tus emociones, de modo que cada
vez que estás en una situación en la que te sientes mal, presta especial atención
a lo siguiente:

Lo que te dices a ti mismo. Cuanto más intensa sea la emoción más


evidentes (y fáciles de detectar) serán los pensamientos automáticos.

Las imágenes mentales. Si te imaginas, por ejemplo, en una situación


humillante, es muy probable que sientas vergüenza.

Cómo lo que te dices y lo que imaginas está influyendo en tus sentimientos


y emociones.

Cuando las emociones no son muy intensas resulta un poco más complicado
detectar los pensamientos automáticos. En estos casos prueba a decirte
diferentes cosas hasta que encuentres alguna frase que intensifique esos
sentimientos. Con la práctica te irá resultando cada vez más fácil.

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2. Identifica tus procesos mentales secundarios.
Son otros pensamientos automáticos que siguen y
son consecuencia de los primeros. Por ejemplo,
alguien critica tu trabajo y tú lo interpretas como un
ataque, de modo que tu pensamiento automático es
"me ha insultado". Después aparecen otros
pensamientos (procesos secundarios), como "me las
va a pagar" o "bueno, tal vez no ha sido un insulto" o
bien "tendré que mejorar para que no vuelva a pasar
esto" o "es mejor no hacerle caso".

3. Identifica tus respuestas conductuales. Los pensamientos automáticos


pueden llevarte a actuar de un modo otro. En el ejemplo anterior, tu
comportamiento dependerá de lo que has pensado. Por ejemplo, puedes atacar
verbalmente a quien te criticó; ponerte a trabajar más duro, no hacer nada en
absoluto, etc.

4. Identifica tus "zonas sensibles". Se trata de aquellas cosas que te sacan de


quicio y ante las cuales reaccionas con más intensidad que la mayoría de las
personas. Son un indicio de que tu pensamiento constructivo es muy malo es
esos casos y necesitas mejorarlo. Por ejemplo, puedes ser especialmente
sensible al rechazo, al fracaso, a lo que otros piensen de ti, etc.

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6. ¿Son constructivos tus pensamientos?
Una vez que conoces tus pensamientos automáticos tienes que evaluar hasta
qué punto son constructivos o destructivos. Para ello puede ayudarte la siguiente
lista, donde aparecen las principales formas de pensamiento no adaptativo:

1. Pensamientos destructivos
comunes

Sobreestimar el significado
(exageración): significa exagerar la
importancia de los acontecimientos (hacer
una montaña de un grano de arena).
Pregúntate si lo que sucede (o las
consecuencias que crees que tendrá) son
tan graves como supones.

Generalización excesiva: suponer


que lo que sucede en una o varias
situaciones va a suceder en todas o casi
todas las situaciones. Pregúntate: "Si he
visto tres perros blancos, ¿significa eso
que todos los perros son blancos?".

Pensamiento categórico: pensamiento polarizado de todo o nada, blanco o


negro, bueno o malo, olvidando lo que hay en medio. Ejemplo: o saco un
sobresaliente o soy un fracaso.

Etiquetado: aplicar etiquetas a la gente o a los acontecimientos y luego


actuar como si la etiqueta describiera a toda la persona o acontecimiento de
modo exacto. Si aplicas a una persona o cosa la etiqueta de aburrido, tenderás a
pensar que siempre es así sin tener en cuenta información contradictoria (tal vez
esa persona tiene facetas divertidas que desconoces).

Interpretar los retos como amenazas: Si sientes miedo o ansiedad tal vez
estás viendo la situación como una amenaza. Prueba a verla como un reto que
quieres superar.

Personalización: tomarse las cosas como algo personal; suponer, sin


justificación, que eres el centro de atención de otras personas. Por ejemplo,
pensar: "si ha salido de la habitación es porque no le interesa lo que estoy
diciendo" mientras hablas con un grupo de personas o das una conferencia; en
vez de pensar que ha podido salir por cualquier otro motivo que nada tiene que
ver contigo.

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La tiranía del "debería": cuando te sientes mal porque las cosas no son
como piensas que deberían ser. Puedes aceptar la realidad tal y como es,
cambiando lo que puedes cambiar y aceptar lo que no puedes cambiar, o bien,
puedes martirizarte y deprimirte porque las cosas no son como tú querrías que
fuesen.

Pensamiento negativo: interpretar los


acontecimientos prestando atención sólo al lado
negativo. Recuerda que siempre puedes encontrar
algo positivo; búscalo.

Optimismo ingenuo: pensamiento positivo


exagerado y no realista que implica pensar que todo
saldrá bien siempre y que nada malo puede pasarte
hagas lo que hagas.

Suponer la validez de los sentimientos:


significa suponer que si tienes un sentimiento fuerte
sobre algo, debe de ser cierto. Por ejemplo, "si le
amo tanto tiene que ser una buena persona". Pero
recuerda que los sentimientos no reflejan la realidad,
sino la interpretación que hacemos de ella, la cual
puede ser correcta o incorrecta.

Suponer intencionalidad: significa suponer que


cuando la gente hace algo que hiere tus sentimientos, tenían la intención de
producir ese efecto. Por ejemplo, "si estoy tan enfadado es que has hecho algo
muy feo". Puede ser que ya estuvieses enfadado y que, por eso, interpretes una
broma inocente como un insulto.

El chivo expiatorio: buscar algo o alguien a quien culpar por tu malestar o


tus problemas.

Conclusiones precipitadas: significa hacer juicios precipitados basándote


en evidencias insuficientes. Cuanto más exaltado estés, más probabilidad tienes
de hacer esto, dejando de lado tu mente racional. Si no tienes suficientes datos
para considerar algo como cierto, considéralo sólo una hipótesis.

Reglas de interpretación inadecuadas. Significa interpretar los


acontecimientos usando reglas demasiado rígidas. Por ejemplo, para una
persona muy sensible al rechazo, una crítica será siempre un ataque y nunca
una evaluación constructiva.

Hipótesis inverificables: se trata de creencias que no pueden demostrarse.


Con dichas hipótesis puedes hacer dos cosas: descartarlas como inútiles o
mantenerlas si te hacen sentir bien (como las creencias religiosas). Por ejemplo,

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suponer que nadie te va a querer nunca es una hipótesis in verificable que te
hace sentir mal, por lo que es mejor

6. ¿Son constructivos tus pensamientos?


2. Respuestas mentales secundarias destructivas comunes

Normalmente, tus pensamientos destructivos serán seguidos por otros


pensamientos que se derivan de los primeros. Por ejemplo, alguien te hace una
crítica, la interpretas como un ataque y eso te lleva a pensar que deberías
vengarte. Entre los más comunes se encuentran los quince pensamientos
destructivos anteriores más las siguientes respuestas:

Pensamiento no realista. Se trata de un


pensamiento inexacto. Suele darse
cuando somos muy sensibles a un
determinado tema y no se hace una
evaluación objetiva de la realidad. Sin
embargo, no todo pensamiento no realista
es inadecuado. A veces es mejor darle a
una persona el beneficio de la duda y ser
optimista.

Negación: negarte a aceptar como cierto


aquello que no quieres creer. Por
ejemplo, negar la existencia de una
enfermedad grave.

Autodenigración: pensar que eres un fracasado, estúpido, sin valor,


inadecuado, etc. Este pensamiento generalmente implica generalización
excesiva, pensamiento categórico e hipótesis inverificables.

3. Comportamientos destructivos comunes.

Tras los pensamientos destructivos y las


respuestas mentales secundarias, puede
producirse una acción. En el ejemplo anterior, tras
considerar la crítica un ataque y decidir vengarte,
podrías atacar verbalmente a esa persona.

Ataque. Significa intentar herir a alguien física o


psicológicamente. A veces es un modo de
protegerte, pero la mayoría de las veces es mejor
ser asertivo y hacer valer tus derechos o exponer
tus puntos de vista sin atacar.

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Expresiones emocionales descontroladas: expresar libremente tus
emociones sin tener en cuenta las consecuencias. Los buenos pensadores
constructivos muestran un mayor control sobre sus emociones, sin dejarse llevar
por ellas ni reprimirlas.

Autocastigo. Cuando te castigas a ti mismo por considerarte una persona


inadecuada o estúpida.

Dependencia. Buscar la ayuda y el consejo de otros en exceso o en situaciones


en las que deberías apañártelas por ti mismo.

Expresión emocional excesivamente


controlada: control emocional excesivo
que interfiere con tu espontaneidad e
impide relaciones satisfactorias y que lleva
a la evitación de los problemas más que a
su solución.

Independencia excesiva. Insistir en hacer


las cosas por ti mismo cuando sería mejor
hacerla con ayuda de otros. Ten en cuenta
que a las personas que te quieren les gusta
saber que cuentas con ellas y poder
ayudarte de vez en cuando.

Retirada. A veces está bien abandonar la


lucha si no está dando ningún fruto, pero
retirarse y no hacer nada puede
perjudicarte en casos en los que podrías
solucionar el problema si te implicaras y
tomaras parte activa.

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7. Cómo entrenar tu mente experiencial
Para modificar tus pensamientos
automáticos inadecuados y convertirte en
un buen pensador constructivo, puedes
hacer lo siguiente:

1. Usar tu mente racional para entrenar


tu mente experiencial.

Al final del día, revisa cuáles han sido las


experiencias que te han hecho sentir mal.
Anota qué has sentido, cuáles han sido
tus pensamientos automáticos y hasta
qué punto han sido constructivos (usa una escala del 1 al 7), tus procesos
secundarios y tus comportamientos antes esos acontecimientos. Anota luego
cuáles serían los pensamientos y comportamientos más constructivos. Cuando
hayas hecho esto muchas veces, el proceso acabará siendo automático.

2. Influir la mente experiencial mediante la experiencia directa.

Cuando hayas trabajado en tus pensamientos automáticos y sepas cómo


influyen en ti y cómo volverlos más constructivos, tal y como explicamos en el
punto 1, hazlo también en la práctica. Por ejemplo, es posible que tu
pensamiento automático te empuje a evitar determinadas situaciones. Si piensas
“no seré capaz de hacerlo” y nunca lo intentas, no tendrás la experiencia que te
demuestre que sí puedes hacerlo.

8. ¿Cómo puedes aprender de tu mente


experiencial?
A) Aprende de tus propios sentimientos (emociones, “vibraciones” o
corazonadas y estados de ánimo).

Cuando habla de aprender de los sentimientos, Epstein se refiere


concretamente a las emociones (miedo, rabia, tristeza, alegría, etc), que suelen
ser intensas y fáciles de identificar; las “vibraciones” (vaga sensación de
inquietud, malestar, agitación, que no tienes del todo claro), y estados de ánimo
(emociones que se prolongan durante cierto tiempo). Los dos últimos son más
difíciles de identificar, de modo que es fácil atribuirlos a causas incorrectas. “Si
no entiendes tus vibraciones y tus estados de ánimo, ellos te controlarán”.

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Las emociones ya has aprendido a manejarlas en el apartado anterior; ahora
puedes empezar a aprender de tus estados de ánimo y vibraciones:

Aprende de tus “vibraciones"

Supongamos que estás a punto de empezar un nuevo negocio, pero tienes


cierta sensación de incomodidad que te echa para atrás. Si analizas de dónde
procede esa sensación y a qué se debe, obtendrás una información valiosa. Por
ejemplo, puedes descubrir que uno de tus socios, que además es un buen a
migo, no es la persona idónea para ese trabajo porque no tiene los
conocimientos apropiados. En este caso, tendrás que buscar alguna solución
para este problema. O, por el contrario, puedes descubrir que tienes miedo de
no hacerlo bien, en cuyo caso tendrás que hacer frente a ese pensamiento
transformándolo en otro más constructivo y seguir adelante.

Para aprender de tus vibraciones a través de la imaginación, sigue estos tres


pasos:

Imagina la situación mientras atiendes a las vibraciones que aparecen.

Determina si tus vibraciones están relacionadas con experiencias pasadas y


cómo se relacionan, recordando acontecimientos pasados que producen
vibraciones similares a la que estás sintiendo.

Evalúa la validez de tus vibraciones y decide si deberías hacerles caso,


ignorarlas o buscar un compromiso entre ambas mentes.

Aprende de tus estados de ánimo: focalización

“Mientras que las emociones indican cómo interpretas automáticamente


acontecimientos específicos, tus estado de ánimo, indican cómo interpretas
automáticamente tu vida en general”.

La focalización consiste en convertirse en un observador pasivo de los propios


sentimientos, dejando que los pensamientos surjan espontáneamente. Siéntate
en un lugar tranquilo, relájate y céntrate en el sentimiento cuyo origen quieres
descubrir (por ejemplo, depresión). Pueden aparecer todo tipo de pensamientos
que no tienen nada que ver, hasta que llega un momento en que surge alguno
que guarde relación con ese sentimiento del que partías (por ejemplo, que lo
intensifique). De este modo tendrás una idea de su origen. Por ejemplo, puede
que al centrarte en ese sentimiento de tristeza, surja un pensamiento como
“estoy destrozando mi vida por no hacer tal o cual cosa” que intensifique tu
malestar.

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B) Aprende de tu fantasía e imaginación

Puedes influir tu mente experiencial y mejorar tu pensamiento constructivo no


sólo a través de al experiencia, sino también mediante la imaginación. Aquí
tienes dos modos de hacer esto:

Ensaya en la imaginación nuevas formas de comportarte.

Para hacer esto, recrea en tu imaginación la situación que te molesta y lo que


sientes cuando actúas de un modo determinado. Por ejemplo, tu jefe te da más
trabajo del que deberías hacer. ¿Cómo te sientes? ¿Qué haces? ¿Cuáles son
las consecuencias más probables de tu conducta? Después ensaya modos
alternativos de comportarte, presta atención a lo que sientes y a las
consecuencias a corto y largo plazo de ese comportamiento. Por último, ensaya
la manera en que deseas comportarte, primero en imaginación y luego en la
realidad.

Usa la fantasía para alcanzar


niveles más profundos de la mente
experiencial.

Algunos problemas pueden tener su


origen en experiencias pasadas a las
que no podemos acceder fácilmente.
Cuando tengas algún sentimiento
negativo que no puedes explicar, relájate
y deja que aparezca en tu mente
cualquier escena. Es aconsejable
hacerlo con ayuda de un profesional,
como en el siguiente ejemplo: Beatriz
llevaba varios meses sintiéndose irritable
y deprimida. Al hacer este ejercicio se ve
a sí misma corriendo asustada por un
monte mientras alguien la persigue. Su
terapeuta le pregunta: “¿Por qué te
persigue?” “No lo sé”, responde, “creo
que quiere matarme”. “Piensa en algún
modo de resolver ese problema”, le dice
el terapeuta. Se da cuenta de que la
persona que la persigue no lleva ningún arma y decide detenerse y plantarle
cara. “¿Por qué me persigues?” le pregunta. “Cumplo órdenes de alguien”,
responde el perseguidor. “Llévame hasta esa persona”, dice Beatriz, y ambos se
ponen encamino...

Es decir, es como un sueño consciente en el que tomas parte activa y utilizas


el lenguaje metafórico de tu mente experiencial para solucionar un problema y

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sentirte mejor. No importa que Beatriz nunca supiera exactamente qué
significado tenía su perseguidor; basta saber que reflejaba un problema que ella
logró solucionar. El uso continuado de la fantasía de esta manera, la ayudó a
sentirse mejor y a encauzar su vida del modo apropiado dejándose llevar por la
sabiduría de su mente experiencial, quien en todo momento supo cuál era el
problema de Beatriz, así como su solución, aunque su mente racional no pudiera
(o no se atreviera) a explicarlo.

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