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Quand vous serez bien vieille, au soir à la chandelle,

Assise auprès du feu, dévidant et filant,


Direz chantant mes vers, en vous émerveillant:
“Ronsard me célébrait du temps que j’étais belle”.

Lors vous n’aurez servante oyant telle nouvelle,


Déjà sous le labeur à demi sommeillant,
Qui au bruit de Ronsard ne s’aille réveillant,
Bénissant votre nom de louange immortelle.

Je serai sous la terre, et fantôme sans os


Par les ombres myrteux je prendrai mon repos;
Vous serez au foyer une vieille accroupie,

Regrettant mon amour et votre fier dédain.


Vivez, si m’en croyez, n’attendez à demain:
Cueillez dès aujourd’hui les roses de la vie.
(P. de Ronsard, Sonetos a Helena)

Cuando vieja ya seas, y a la luz de una vela


te sientes junto al fuego, con el hilo en la mano,
al entonar mis versos, con estupor de abuela,
dirás: cuando era bella, Ronsard me alabó en vano.

No vivirá ya entonces la criada en duermevela,


casi rendida al término del quehacer cotidiano,
que al oír ¡Ronsard! despierte, con voz que el sueño vela,
bendiciendo, al nombrarte, lo inmortal de lo humano.

Fantasma deshuesado, yo estaré bajo tierra,


y entre mirtos sombríos de mi paz gozaré;
tú, anciana, que los ojos junto al rescoldo cierra,

mi amor lamentarás y el desdén de mi fe.


No esperes a mañana: mi consejo no yerra.
¡Coge hoy las rosas vivas, aún con el agua al pie!
(Trad. Leopoldo Panero)

Cuando seas muy vieja, en la penumbra ociosa,


hilando y devanando junto al fuego sentada,
al cantar mis estrofas dirás maravillada:
“Ronsard me celebraba cuando era tan hermosa”.

No habrá sirviente entonces al escuchar tal cosa,


por el trabajo rudo ya medio adormilada,
que al rumor de mi nombre no despierte encantada,
bendiciendo tu nombre, de alabanza gloriosa.
Yo estaré bajo tierra y, espectro descarnado,
a la sombra del mirto dormiré sin cuidado.
Tú serás en tu hogar una anciana encogida,

llorando mi amor muerto y tu repulsa vana.


Créeme: Vive ahora. ¡No esperes a mañana!
¡Recoge cada día las rosas de la vida!
(Trad. F. Aguirre de Cárcer)

Cuando seas muy vieja, al claror de una vela


junto al fuego, de noche, devanando e hilando,
recitando mis versos, dirás, maravillando:
Ronsard me celebraba, cuando yo era muy bella.

Ante tal nueva, ni una habrá, de tus doncellas,


ya sobre sus labores a medias dormitando,
que al rumor de mi nombre no vaya desvelando,
con eterna alabanza bendiciendo tu estrella.

Yo estaré bajo tierra: fantasma nebuloso,


entre mirtos umbríos tomaré mi reposo:
Tú, en el hogar, serás una anciana encogida,

lamentando mi afecto y tu desdén, puritana.


Vive, créeme, ahora: no aguardes el mañana:
Recoge desde hoy mismo las rosas de la vida.
(Trad. Javier Lentini)

Cuando seas muy vieja, en la estancia sombría,


devanando e hilando, junto al fuego sentada,
musitarás mis versos; luego, maravillada,
dirás: “Cuando era hermosa, Ronsard me enaltecía”.

No habrá ya una criada haciéndote compañía,


que, exhausta del trabajo y medio adormilada,
al escuchar mi nombre, dé un respingo alterada
y glorifique el tuyo, de inmortal nombradía.

Yo estaré bajo tierra, fantasma deshuesado,


y a la sombra del mirto descansaré acostado;
tú serás a la lumbre una vieja encogida.

Mi amor y tu desdén ya serán pena vana.


Hazme, pues, caso y vive: no aguardes a mañana.
Desde hoy mismo recoge las rosas de la vida.
(Trad. Á. L. P. de P.)

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