Está en la página 1de 8

1

ANTOLOGÍA DE POESÍA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX


1.  ANTONIO MACHADO. Era ardiente porque daba
   calores de rojo hogar,
1.1. Soledades. y era sol porque alumbraba
  y porque hacía llorar.
Yo voy soñando caminos  
de la tarde. ¡Las colinas Anoche cuando dormía
doradas, los verdes pinos, soñé, ¡bendita ilusión!,
las polvorientas encinas!... que era Dios lo que tenía
  dentro de mi corazón.
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero, 1.2. Campos de Castilla.
a lo largo del sendero...  
-La tarde cayendo está-. RETRATO
   
"En el corazón tenía Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
la espina de una pasión; y un huerto claro donde madura el limonero;
logré arrancármela un día: mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
ya no siento el corazón." mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
   
Y todo el campo un momento Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
se queda, mudo y sombrío, -ya conocéis mi torpe aliño indumentario-,
meditando. Suena el viento mas recibí la flecha que me asignó Cupido,
en los álamos del río. y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
   
La tarde más se oscurece; Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
y el camino que serpea pero mi verso brota de manantial sereno;
y débilmente blanquea, y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
se enturbia y desaparece. soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
   
Mi cantar vuelve a plañir: Adoro la hermosura, y en la moderna estética
"Aguda espina dorada, corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
quién te pudiera sentir mas no amo los afeites de la actual cosmética,
en el corazón clavada." ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
 
......................................... Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
Anoche cuando dormía A distinguir me paro las voces de los ecos,
soñé, ¡bendita ilusión!, y escucho solamente, entre las voces, una.
que una fontana fluía  
dentro de mi corazón. ¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
  mi verso, como deja el capitán su espada:
Di, ¿por qué acequia escondida, famosa por la mano viril que la blandiera,
agua, vienes hasta mí, no por el docto oficio del forjador preciada.
manantial de nuestra vida  
de donde nunca bebí? Converso con el hombre que siempre va conmigo
  -quien habla solo espera hablar a Dios un día-;
Anoche cuando dormía mi soliloquio es plática con este buen amigo
soñé, ¡bendita ilusión!, que me enseñó el secreto de la filantropía.
que una colmena tenía  
dentro de mi corazón; Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
  A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
y las doradas abejas el traje que me cubre y la mansión que habito,
iban fabricando en él, el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
con las amarguras viejas,  
blanca cera y dulce miel. Y cuando llegue el día del último vïaje,
  y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
Anoche cuando dormía me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
soñé, ¡bendita ilusión!, casi desnudo, como los hijos de la mar.
que un ardiente sol lucía  
dentro de mi corazón. 1906
2

A UN OLMO SECO Allá, en las tierras altas,


  por donde traza el Duero
Al olmo viejo, hendido por el rayo su curva de ballesta
y en su mitad podrido, en torno a Soria, entre plomizos cerros
con las lluvias de abril y el sol de mayo, y manchas de raídos encinares,
algunas hojas verdes le han salido. mi corazón está vagando, en sueños...
   
¡El olmo centenario en la colina ¿No ves, Leonor, los álamos del río
que lame el Duero! Un musgo amarillento con sus ramajes yertos?
le mancha la corteza blanquecina Mira el Moncayo azul y blanco; dame
al tronco carcomido y polvoriento. tu mano y paseemos.
 
No será, cual los álamos cantores Por estos campos de la tierra mía,
que guardan el camino y la ribera, bordados de olivares polvorientos,
habitado de pardos ruiseñores. voy caminando solo,
  triste, cansado, pensativo y viejo.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
 
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta; 
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta,
al borde de un camino; 
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas; 
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida. 
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

Soria, 1912.

.............................................................
3

2. JUAN RAMÓN JIMÉNEZ.


 
2.1.   Arias tristes. 2.3.   Diario de un poeta recién casado.
   
Entre el velo de la lluvia MAR
que pone gris el paisaje, 5 de febrero.
pasan las vacas, volviendo
de la dulzura del valle. Parece, mar, que luchas
  -¡oh desorden sin fin, hierro incesante!-
Las tristes esquilas suenan por encontrarte o por que yo te encuentre.
alejadas, y la tarde ¡Qué inmenso demostrarte,
va cayendo tristemente en tu desnudez sola
sin estrellas ni cantares. -sin compañera... o sin compañero
  según te diga el mar o la mar-, creando
La campiña se ha quedado el espectáculo completo
fría y sola con sus árboles; de nuestro mundo de hoy!
por las perdidas veredas Estás, como en un parto,
hoy no volverá ya nadie. dándote a luz -¡con qué fatiga!-
  a ti mismo, ¡mar único!,
Voy a cerrar mi ventana a ti mismo, a ti sólo y en tu misma
porque si pierdo en el valle y sola plenitud de plenitudes,
mi corazón, quizás quiera ...¡por encontrarte o por que yo te encuentre!
morirse con el paisaje.  
  ............................................................................
2.2.   Eternidades.  
  Cuando, dormida tú, me echo en tu alma,
Vino, primero, pura, y escucho con mi oído
vestida de inocencia; en tu pecho desnudo
y la amé como un niño. tu corazón tranquilo, me parece
  que, en su latir hondo, sorprendo
Luego se fue vistiendo el secreto del centro
de no sé qué ropajes; del mundo.
y la fui odiando, sin saberlo. Me parece
  que lejiones de ánjeles,
Llegó a ser una reina, en caballos celestes
fastuosa de tesoros... -como cuando, en la alta
¡Qué iracundia de yel y sin sentido! noche, escuchamos, sin aliento
  y el oído en la tierra,
...Mas se fue desnudando. trotes distantes que no llegan nunca-,
Y yo le sonreía. que lejiones de ánjeles
  vienen por ti, de lejos
Se quedó con la túnica -como los Reyes Magos
de su inocencia antigua. al nacimiento eterno
Creí de nuevo en ella. de nuestro amor-,
  vienen por ti, de lejos,
Y se quitó la túnica, a traerme, en tu ensueño,
y apareció desnuda toda... el secreto del centro
¡Oh pasión de mi vida, poesía del cielo.
desnuda, mía para siempre!
4

3. FEDERICO GARCÍA LORCA.


 
3.1.   Poema del cante jondo. Por el olivar venían,
  bronce y sueño, los gitanos.
LA GUITARRA Las cabezas levantadas
  y los ojos entornados.
Empieza el llanto  
de la guitarra. Cómo canta la zumaya,
Se rompen las copas ¡ay, cómo canta en el árbol!
de la madrugada. Por el cielo va la luna
Empieza el llanto con un niño de la mano.
de la guitarra.  
Es inútil Dentro de la fragua lloran
callarla. dando gritos, los gitanos.
Es imposible El aire la vela, vela.
callarla. El aire la está velando.
Llora monótona
como llora el agua, 3.3.   Poeta en Nueva York.
como llora el viento  
sobre la nevada. LA AURORA
Es imposible  
callarla. La aurora de Nueva York tiene
Llora por cosas cuatro columnas de cieno
lejanas. y un huracán de negras palomas
Arena del Sur caliente que chapotean las aguas podridas.
que pide camelias blancas.  
Llora flecha sin blanco, La aurora de Nueva York gime
la tarde sin mañana, por las inmensas escaleras
y el primer pájaro muerto buscando entre las aristas
sobre la rama. nardos de angustia dibujada.
¡Oh, guitarra!  
Corazón malherido La aurora llega y nadie la recibe en su boca
por cinco espadas. porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos
3.2.   Romancero gitano. taladran y devoran abandonados niños.
   
ROMANCE DE LA LUNA, LUNA Los primeros que salen comprenden con sus huesos
  que no habrá paraíso ni amores deshojados:
La luna vino a la fragua saben que van al cieno de números y leyes,
con su polisón de nardos. a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.
El niño la mira, mira.  
El niño la está mirando. La luz es sepultada por cadenas y ruidos
  en impúdico reto de ciencia sin raíces.
En el aire conmovido Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
mueve la luna sus brazos como recién salidas de un naufragio de sangre.
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño. 3.4.   Sonetos del amor oscuro.
   
-Huye luna, luna, luna. EL POETA PREGUNTA A SU AMOR POR LA CIUDAD
Si vinieran los gitanos, ENCANTADA DE CUENCA
harían con tu corazón  
collares y anillos blancos. ¿Te gustó la ciudad que gota a gota
  labró el agua en el centro de los pinos?
-Niño, déjame que baile. ¿Viste sueños y rostros y caminos
Cuando vengan los gitanos, y muros de dolor que el aire azota?
te encontrarán sobre el yunque  
con los ojillos cerrados. ¿Viste la grieta azul de luna rota
  que el Júcar moja de cristal y trinos?
-Huye luna, luna, luna, ¿Han besado tus dedos los espinos
que ya siento sus caballos. que coronan de amor piedra remota?
-Niño, déjame, no pises  
mi blancor almidonado. ¿Te acordaste de mí cuando subías
  al silencio que sufre la serpiente,
El jinete se acercaba prisionera de grillos y de umbrías?
tocando el tambor del llano.  
Dentro de la fragua el niño ¿No viste por el aire transparente
tiene los ojos cerrados. una dalia de penas y alegrías
que te mandó mi corazón caliente?
5

4. LUIS CERNUDA.
 
4.1.   Los placeres prohibidos. 4.2.   Donde habite el olvido.
   
SI EL HOMBRE PUDIERA DECIR Donde habite el olvido
  en los vastos jardines sin aurora
Si el hombre pudiera decir lo que ama, donde yo sólo sea
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo memoria de una piedra sepultada entre ortigas
como una nube en la luz; sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
si como muros que se derrumban,  
para saludar la verdad erguida en medio, Donde mi nombre deje
pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad al cuerpo que designa en brazos de los siglos
[de su amor, donde el deseo no exista.
la verdad de sí mismo,  
que no se llama gloria, fortuna o ambición, En esa gran región donde el amor ángel terrible
sino amor o deseo, se esconda como acero
yo sería aquel que imaginaba; en mi pecho su ala
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
proclama ante los hombres la verdad ignorada,  
la verdad de su amor verdadero. Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen
  [suya
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en sometiendo a otra vida su vida
[alguien sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;  
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina, Donde penas y dichas no sean más que nombres
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera. cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo.
Y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu  
como leños perdidos que el mar anega o levanta Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo
libremente, con la libertad del amor, disuelto en niebla ausencia
la única libertad que me exalta, ausencia leve como carne de niño.
la única libertad por que muero.  
  Allá allá lejos
Tú justificas mi existencia: donde habite el olvido.
si no te conozco, no he vivido;  
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido. 4.3.   Desolación de la quimera.
   
NO DECÍA PALABRAS PEREGRINO
   
No decía palabras, ¿Volver? Vuelva el que tenga,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante, tras largos años, tras un largo viaje,
porque ignoraba que el deseo es una pregunta cansancio del camino y la codicia
cuya respuesta no existe, de su tierra, su casa, sus amigos,
una hoja cuya rama no existe, del amor que al regreso fiel le espere.
un mundo cuyo cielo no existe.  
  Mas, ¿tú? ¿Volver? Regresar no piensas,
La angustia se abre paso entre los huesos, sino seguir libre adelante,
remonta por las venas disponible por siempre, mozo o viejo,
hasta abrirse en la piel, sin hijo que te busque, como a Ulises,
surtidores de sueño sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.  
Un roce al paso, Sigue, sigue adelante y no regreses,
una mirada fugaz entre las sombras, fiel hasta el fin del camino y tu vida,
bastan para que el cuerpo se abra en dos, no eches de menos un destino más fácil,
ávido de recibir en sí mismo tus pies sobre la tierra antes no hollada,
otro cuerpo que sueñe; tus ojos frente a lo antes nunca visto.
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne;
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.
Aunque sólo sea una esperanza,
porque el deseo es pregunta cuya respuesta nadie sabe.
6

5. BLAS DE OTERO.

5.1.   Ángel fieramente humano. 5.3.   Pido la paz y la palabra.


   
HOMBRE A LA INMENSA MAYORÍA
   
Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte, Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
al borde del abismo, estoy clamando aquel que amó, vivió, murió por dentro
a Dios. Y su silencio, retumbando, y un buen día bajó a la calle: entonces
ahoga mi voz en el vacío inerte. comprendió: y rompió todos su versos.
   
Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte Así es, así fue. Salió una noche
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo echando espuma por los ojos, ebrio
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando de amor, huyendo sin saber adónde:
solo. Arañando sombras para verte. a donde el aire no apestase a muerto.
   
Alzo la mano, y tú me la cercenas. Tiendas de paz, brizados pabellones,
Abro los ojos: me los sajas vivos. eran sus brazos, como llama al viento;
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas. olas de sangre contra el pecho, enormes
  olas de odio, ved, por todo el cuerpo.
Esto es ser hombre: horror a manos llenas.  
Ser -y no ser- eternos, fugitivos. ¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces
¡Ángel con grandes alas de cadenas! en vuelo horizontal cruzan el cielo;
  horribles peces de metal recorren
  las espaldas del mar, de puerto a puerto.
5.2.   Ancia.  
  Yo doy todos mis versos por un hombre
LÁSTIMA en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,
Cosa de grande maravilla y lástima mi última voluntad. Bilbao, a once
que sea aquí tanta flaqueza e
de abril, cincuenta y uno.
impureza del ánima que siendo
la mano de Dios de suyo tan blanda Blas de Otero
y suave, la sienta el alma aquí
tan grave y contraria. FIDELIDAD
San Juan de la Cruz.
 
  Creo en el hombre. He visto
Me haces daño, Señor. Quita tu mano espaldas astilladas a trallazos,
de encima. Déjame con mi vacío, almas cegadas avanzando a brincos
déjame. Para abismo, con el mío (españas a caballo
tengo bastante. Oh Dios, si eres humano, del dolor y del hambre). Y he creído.
   
compadécete ya, quita esa mano Creo en la paz. He visto
de encima. No me sirve. Me da frío altas estrellas, llameantes ámbitos
y miedo. Si eres Dios, yo soy tan mío amanecientes, incendiando ríos
como tú. Y a soberbio, yo te gano. hondos, caudal humano
  hacia otra luz: he visto y he creído.
Déjame. ¡Si pudiese yo matarte,  
como haces tú, como haces tú! Nos coges Creo en ti, patria. Digo
con las dos manos, nos ahogas. Matas lo que he visto: relámpagos
  de rabia, amor en frío, y un cuchillo
no se sabe por qué. Quiero cortarte chillando, haciéndose pedazos
las manos. Esas manos que son trojes de pan; aunque hoy hay sólo sombra, he visto
del hambre, y de los hombres que arrebatas. y he creído.
7

6. JAIME GIL DE BIEDMA.


 
6.1. Compañeros de viaje. 6.2. Poemas póstumos.

VALS DEL ANIVERSARIO. NO VOLVERÉ A SER JOVEN.


   
Nada hay tan dulce como una habitación Que la vida iba en serio
para dos, cuando ya no nos queremos demasiado, uno lo empieza a comprender más tarde
fuera de la ciudad, en un hotel tranquilo, -como todos los jóvenes, yo vine
y parejas dudosas y algún niño con ganglios, a llevarme la vida por delante.
   
si no es esta ligera sensación Dejar huella quería
de irrealidad. Algo como el verano y marcharme entre aplausos
en casa de mis padres, hace tiempo, -envejecer, morir, eran tan sólo
como viajes en tren por la noche. Te llamo las dimensiones del teatro.
   
para decir que no te digo nada Pero ha pasado el tiempo
que tú ya no conozcas, o si acaso y la verdad desagradable asoma:
para besarte vagamente envejecer, morir,
los mismos labios. es el único argumento de la obra.
 
Has dejado el balcón.
Ha oscurecido el cuarto
mientras que nos miramos tiernamente, incómodos
de no sentir el peso de tres años.
 
Todo es igual, parece
que no fue ayer. Y este sabor nostálgico,
que los silencios ponen en la boca,
posiblemente induce a equivocarnos
 
en nuestros sentimientos. Pero no
sin alguna reserva, porque por debajo
algo tira más fuerte y es (para decirlo
quizá de un modo menos inexacto)
difícil recordar que nos queremos,
si no es con cierta imprecisión, y el sábado,
que es hoy, queda tan cerca
de ayer a última hora y de pasado
 
mañana
por la mañana...
8

7. LUIS GARCÍA MONTERO.


 
7.1.   Habitaciones separadas. PRIMER DÍA DE VACACIONES.
   
LAS RAZONES DEL VIAJERO. Nadaba yo en el mar y era muy tarde,
  justo en ese momento
Esta solo. Para seguir camino en que las luces flotan como brasas
se muestra despegado de las cosas. de una hoguera rendida
No lleva provisiones. y en el agua se queman las preguntas,
  los silencios extraños.
Cuando pasan los días  
y al final de la tarde piensa en lo sucedido, Había decidido nadar hasta la boya
tan sólo le conmueve roja, la que se esconde como el sol
ese acierto imprevisto al otro lado de las barcas.
del que pudo vivir la propia vida  
en el seguro azar de su conciencia, Muy lejos de la orilla,
así, naturalmente, sin deudas ni banderas. solitario y perdido en el crepúsculo,
  me adentraba en el mar
Una vez dijo amor. sintiendo la inquietud que me conmueve
Se poblaron sus labios de ceniza. al adentrarme en un poema
  o en una noche larga de amor desconocido.
Dijo también mañana  
con los ojos negados al presente Y de pronto la vi sobre las aguas.
y sólo tuvo sombras que apretar en la mano, Una mujer mayor,
fantasmas como saldo, de cansada belleza
un camino de nubes. y el pelo blanco recogido,
  se me acercó nadando
Soledad, libertad, con brazadas serenas.
dos palabras que suelen apoyarse Parecía venir del horizonte.
en los hombros heridos del viajero.  
  Al cruzarse conmigo,
De todo se hace cargo, de nada se convence. se detuvo un momento y me miró a los ojos:
Sus huellas tienen hoy la quemadura no he venido a buscarte,
de los sueños vacíos. no eres tú todavía.
   
No quiere renunciar. Para seguir camino Me despertó el tumulto del mercado
acepta que la vida se refugie y el ruido de una moto
en una habitación que no es la suya. que cruzaba la calle con desesperación.
La luz se queda siempre detrás de una ventana. Era media mañana,
Al otro lado de la puerta el cielo estaba limpio y parecía
suele escuchar los pasos de la noche. una bandera viva
  en el mástil de agosto.
Sabe que le resulta necesario Bajé a desayunar a la terraza
aprender a vivir en otra edad, del paseo marítimo
en otro amor, y contemplé el bullicio de la gente,
en otro tiempo. el mar como una balsa,
  los cuerpos bajo el sol.
Tiempo de habitaciones separadas. En el periódico
el nombre del ahogado no era el mío.

También podría gustarte