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POEMAS DEL GRUPO DIÁSPORA(S)

ROLANDO SÁNCHEZ MEJÍAS


Arqueológica
Encontraron, al fondo de los túneles, ratas de metro y medio de largo. Las alumbraron
con linternas (los rusos dijeron epa, epa) y las ratas huyeron, bamboleantes y caóticas,
sus ojitos rojos heridos por la luz. Uno de los rusos pidió vodka y otro le dio vodka y
entonces dijeron algo acerca de la realidad.
Antropológica
la carne de cerdo
te hizo daño
y anuló
el compromiso
no sé si sabías que
los tsembaga de Nueva Guinea
en sus gestas
matan cerdos
y más cerdos
unas 15 000 libras
que luego distribuyen
ese día
los tsembaga
y los enemigos de los tsembaga
gimen bailan jadean
es decir ciclos
de paz y de guerra
sobre montañas de cerdos
te contaba eso
para que supieras
cuánta economía
subyace
en el amor

RICARDO ALBERTO PÉREZ


Sobre cerdos, chinos y catalanes
Unos chinos llevaron a Barcelona
un puñado de cerdos tatuados,
los catalanes no entendían los ideogramas
y miraron con malos ojos a los cerdos.
La feria del arte
puso en el lugar más seductor a los cerdos.
Los cerdos más chinos que cerdos,
más blancos que amarillos
se reconocieron en la membrana de la seducción
dedicándose a mirar con ironía
a los catalanes.
Los catalanes no comprendieron nada
y los cerdos
menos cerdos que ideogramas
regresaron a China,

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dejando pasmada, como en vilo, la expresión
de los catalanes.
Walter Benjamin
Una infancia en Berlín, unas llaves oxidadas,
un silbido de paro como alerta y premonición.
La lucidez, las herraduras de un caballo de tropa
integrándose al decorado del estudio,
la estridencia del grillo,
los volúmenes de Hegel,
la mano de Brecht, el desacuerdo de Brecht,
el cigarro de Brecht rodando junto a sus pies.
Los espejuelos, la redondez y el grosor
de los cristales, las fotos,
su vocación de enfadar
a la memoria romántica,
la alambrada, es decir otro cuento
de hadas, otro instante y la sombra
sombreada
y erecta
del kabuki.

PEDRO MARQUÉS DE ARMAS


(Mandragora)
En el borde interior de la frontera, que otros prefieren llamar callejón sin salida, B. se
mató.
Claro que todas las fronteras son mentales, y en el caso de B. mejor sería hablar de dos.
De modo que B. se mató entre el borde interior y la cresta de un pensamiento que ya no
se le desviaba.
Para catapultarse, tomó aquellas raicillas de un alcaloide que había clasificado, y,
echándose sobre el camastro de trozos fusiformes, al fin encontró la que buscaba: ésa de
una sola dirección en la que todos los números están borrados, y los blancos pedúnculos
mentales se desvanecen en una materia de sueño.
La nueva estirpe…
a J.Y
Ya viste los monos en la barcaza
así el delirium de percepción
animales brotan de las celdillas
del cerebro, en ininterrumpida población
y viste alguna roca peduncular
con la vara de cedro ruso que golpea
la puerta: mono, rata, lo mismo hombre
oscuros tejemanejes del anti-Dios.

CARLOS A. AGUILERA

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ROGELIO SAUNDERS
Sils Maria

La última vez que estuve en Sils Maria


había estos mismos tres (o cinco) escalones rotos.
He ahí toda la filosofía.
Sólo la música es distinta (para mal).
La locura es siempre esto de la página y

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más aún: de la lengua. (Langa. Longa.)
El «no veo» y, si entiende lo que quiero decir, el
«no respiro» y «no hablo».
En una palabra: el abandono.
Ya sé, ya sé. La reacción. O mejor aún: el reaccionar.
A la espalda, fuegos de artificio.
Carrozas destartaladas. Ruido blanco en las viejas
almenas. Orín de albayalde. La conquista
del escalón, por así decirlo. De la esquina del ojo.
Todo falso. «La última vez que estuve aquí».
Todo falso. Nunca estuve aquí. Ni allí. Ni en.
Las calzas del etíope mon prochain. El mucho beber
y la terrible rumba. Intoxicación con mariscos.
La prostituta, el pene cola de cerdo y luego la huida
con el salto sobre el arbusto incluido.
Qué nochecita.
La humedad, mucho peor. El resto, más
o menos como siempre. Son las noticias del día. Soy
usted lo sabe mejor que el suscrito, el espía
de mí mismo. Ahora lo que de verdad me interesa
es la cháchara de los enterradores. La nube
legañosa flotando junto con las hojas
en el patio vacío, el pozo vacío, el vetusto
palacete vacío, allá, no sé dónde. Todo lo oblicuo
por imposible. Lo no visto puesto al frente. Intacto
como no visto. Olvido de todo lo anterior. Ojo
recluido en el ojo. Cráneo cuenca cuenco bacinilla
donde bebe el cráneo, ineviterno. Jo jo. Quieto. Ya
le digo: hojas que se arrastran, hormigas nunca tan
simbólicas cuanto despojadas de todo símbolo, oh
hormigas. Aquí dormimos y, con sabiduría, defecamos.
Tanto más viejos e inusuales, los libros. Destartalados
manuales. Hurgo en ellos con trompa de oso hormiguero.
Palpo la pulpa, aquejado (o bendecido) de alopecia.
Bebo el agua. Ella me bebe. Germino en germen. El
sol-agua-de-aceite rebrilla en la grieta del pavimento.
Es la grieta, lo compruebo. Sólo
hay una. La canción del martillo continúa. Continúan
las nubes, el sudor bajando por las lisas paredes.
Y, sobre todo, continúan, ajenos al crotaloteo
de los visillos, los escalones (tres o cinco) como ya dije.
El punto final. E l g e s t o s i e m p r e s u s p e n d i d o. Sin
cálamo, sin puntualidad. La intención
plenamente incumplida. Abolida. Este golpe
tan parecido al ojo, sin mirada. Este
latido sordo lleno de sonido. In
separado contacto de la mano con la mano, mano
sin la mano en la mano del gitanillo que extiende la mano.
La carcajada que viene desde lo alto, donde sólo hay
este resonar de nube y nube, espacio y espacio.

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Escapar ya no es el máximo sueño. Ya no hay máximo
o ansioso poderío. Onda insalubre-telúrica llenando
la cabeza oh cabeza. Tú mismo, dijo el espejo
rallado-turbio, sotobarbo. Espejeo obleico oblicuo
del «Tú mismo». Sólo el espejo, su despedida de papel.
El frú frú de los cordones alejándose con saltos de Pulgarcito.
Sonaron las trompas anunciando la muerte de algún grande uomo
que a nadie importa. No sobre todo a mí, borroneando
detrás de la página de cera, que fais écran. Ya nada digo,
concentrado, como digo, en este curioso movimiento: el
más extraño. Me arrastra como una visión a la esquina del ojo
a la visión más allá de la esquina del ojo invisible a los ojos.
La evaporada verdad que ulula en toda verdad, resonando
como una gran carcajada. La carcajada del grande uomo
bailando dentro del catafalco que es casa de locos y
vetusta casona inundada. Ahora miro sin distancia las hojas.
Río porque lo que me interesa no es saber. Ni la mano
que reposa pesadamente sobre mi cabeza, otrora espesa oh.
Adiós. Aletean el ala del pájaro, la aleta del pez, los rayos
de crayola del sol. No hay fin sino este ¡ah! al fin del fin.
Adiós, dije la última vez, escalón
que sustrae al escalón. Desnivel
entre el párpado y el ojo. La corneja
se desternilló. El gran tapiz resonó, violento-dulce, en el aire del: «No».
Me espera el espejo —sonreí.
Adiós.

ISMAEL GONZÁLEZ CASTAÑER


Poética
Escribo poesía porque sé que después no haré más nada.
Mirando profundo en la zona que está
entre el Bien y el Mal,
uno sólo puede percatarse
de que el Hombre sigue
como ha dicho Earth, Wind and Fire/
Tierra, Viento y Fuego.
Lo que “sigue” es el Método de Amor Contemporáneo:
Preocupación obsesiva por el hecho / No dejar
que ese mismo hecho
te deprima -como ha querido Neil.
- Y recuerda que el amor es importante
cada vez -dijo Martisel

El trabajo de Funk

Mi trabajo se pierde
como el trabajo de Funk,
Christian Funk, de Hamburgo, Alemania.
Yo no quisiera, como no quiere ya un hombre
que se le caiga un vaso, o le digan Llorar /

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Llorar, porque ya ha muerto Tan’
nuestra amiga cordial
e ingenua, no obstante, no exenta
de nunas belleza.

Cristian Funk, de hamburgo, produce mensualmente


entre 25-30 esculturas labradas en el más puro
y transparente hielo. Claro que sus obras se derriten...
pero como son expuestas en cabarets y en ocasiones
nocturnas por pocas horas, lo único que se pierde
es el trabajo de Funk.
- Exacto -dijo Ofeliam-; el dulce trabajo
de la juventud.

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GENERACIÓN CERO (POESÍA CUBANA ÚLTIMA)

JOSÉ RAMÓN SÁNCHEZ (Guantánamo, 1972)

De El derrumbe
Todos tenemos un alto coeficiente de idiotismo.
Singar es nuestra medicina.
Que se decrete la clonación de mujeres
y hombres para el gusto de todos.
Que haya superpoblación de mujeres hermosas.
Un hartazgo increíble.
Que la gente egoísta se muera al instante.
Que se unan las razas y se pueda vivir como los animales.
Los egoístas tienen arrebatado el mundo.
Secuestrada la vida.
Muéranse egoístas infames.
Codiciosos enfermos de mierda.
Que quieren seguir modelándolo todo
a su imagen y a su semejanza.
[…]
La poesía es un falso consuelo.
La poesía es una cruz sin redención.
La poesía no es posible
si no estamos dispuestos
a que nos maten por ella.
Hay que ser rebelde
contra muchas cosas:
incluso contra nosotros mismos.
No seas complaciente.
[…]
No lo olvides: echa dinero en tu bolsa.
¿No sería mejor entonces
cambiar ese nombre enfadoso:
El derrumbe?
¿De qué escombros me habla?
La memoria no es ruina únicamente.
Aunque usted elabora el pasado
la memoria no es ruina únicamente.
¿Además ese lobo de penumbra
no era un lujo de palabras exquisitas
un lujo soberano del espíritu
un símbolo magnífico de permanencia?

LARRY J. GONZÁLEZ (Los Palos, 1976)

Los estómagos de las carpas bermejas

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Desde que te narré cómo se levantaron las paredes del balcón por aquel albañil que solo
venía a sellar un salidero en la azotea.
Ahora el apartamento se filtra por las nervaduras del papel de techo y el fino que no
caló sobre el resano trasluce una mancha gigantesca de humedad.
La mancha unida a las anomalías de las paredes simula un pez. Repleto el estómago del
pez de otros peces más pequeños atrapados a mordiscos.
En tanto más llueve más se esparce el estómago del pez y empieza a segregar una bilis
rancia que los pescadores cetrinos apenas olemos.

MR. GLANDE

Pago una porquería al albañil. Según cada miembro de La Fraternidad es una cifra
irrisoria y me puedo dar con un canto en el pecho.
El albañil tira cemento sobre bloques de 15 cm. Muy difícil para el albañil salpicar sin
huecos a los lados. Lo vi salpicarmalamente. No pudo dar resano y luego fino en esas
dos paredes exteriores. Grabo los tres pasos del cemento:
el albañil salpica
el albañil resana
el albañil da fino.
Ahora el albañil emerge por el hueco del frente (donde irá la reja y sus grotescos puntos
de soldadura), espera salpicar en torno al hueco, medio cuerpo afuera, con mejor
resultado que en las dos paredes laterales del rectángulo. Asegura resano mediocre y
fino mediocre.
El cemento percute en la pared. Y sobre el zinc (techo que adorna el portal de las
vecinas) empiezan a crecer gibas de cemento.
—Son las podas de cemento sobre el zinc.

Las veces que voy a orinar mido la cantidad exorbitante de cemento que se filtra desde
la sala hasta el baño.
Mr. Glande ya alcanza el tono púrpura.
Mr. Glande arrastra ese sino frente a la mínima situación adversa.

PABLO DE CUBA (Santiago de Cuba, 1980)

Mme. de Asbaje
[Sueño de monja produce monstruos]

De don Luis son las viudas, de Mallarmé las putas


deja que las niñas el trompo bailen –
Siempre tú, malandro –
Mas queda sola, expuesta a sus iguales queda sola –
O cuestión de rimas –
Por bellacas, dijo Superiora reclamando le un espacio –
—Madre, es el náufrago venido entre sus líneas
de sus erguidos torreones he dado fe –
Castaños sus vellos asoman entre risas:
—Den me esa flora para educar la en lo que el Verso –
Entre los huecos más propicios se acumulan voces:
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—Piramidal, funesta, miedosa de gacela –
—¡Callen! ¡Callen!, para luego es virgo –
—Amore, ¿de qué forma? –
Hasta penetrar garganta, hasta elevar le el tono –
Entre leonas queda: con indicante dedo –
—Una ciudad sin alma, sin brujas
érase negra por el demonio sacudida –

En süave aparición mostró se en cueros:


—No soy digna de que entres en mi casa
pero una palabra tuya bastaría
Mallarmé malandro.

A lume spento
[Napoleón entre los altos]

Más que Pound más que Lezama más que un negro


Napoleón siempre estuvo entre los altos –
A saber, lo mismo en el barrio San Trovasso
que con estrella en la frente o corona de espinas
siempre se rodeó de altos –
Ay, cariño, daría lo que Darío
por una princesa treceañera aquí en mis piernas
sea escalera Dogana o esquina Trocadero
en mis piernas por amor de su nombre –
Vi al Mesías suspenderse bajo la noche de Eneas
Como Napoleón entre los altos
bajo la noche del mundo lo vi elevar se –
Más que Pound más que Lezama
tan grande como la de un negro entre los arios –
Oh halo de nardo entre las hembras –
¿Tendría que cambiar me de bando?
¿Escribir un final feliz?
¿Acaso alzar la estola que cubre sus gemidos
para que en Sorge grazne el ganso? –
Donde San Vio se cruza con Il Canale grande nunca estuve
al menos en cuerpo presente nunca estuve –
Tampoco en París con aguacero, a pesar del testo –
«On, on, on», cruzan los gansos para llamar Salud –
¿Debería pasar me al otro lado
donde Letra es más que Cuerpo
donde Ella gobierna como única presencia? –

«On, on, on», siempre entre los altos –

Más que Pound más que Lezama más que un negro.

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JAMILA MEDINA RÍOS (Holguín, 1981)

Entre el bocabajo: del peine caliente y la pinza de cejas


entre depilación/ postizos y la jauría tar-ta-mu-da de la silicona
me aparto/ de la boca el anzuelo See Red Caperucita
y llamo a mis manicures para proyectar
el vaciamiento gozoso/ de la tierra
que agarra este cayerío por el moño.
Puestas de acuerdo/ queremos
deshacernos de los centros
de los perros calientes de los blanquérrimos bulbos apretados de los pubs. Vamos a
inaugurar nuestros b(ill)ares. (2013: 64)

Desde 1963
con la medalla del anticonceptivo
desde 1971 cuando firmé con las 343 guarras
para sacar a la calle (con sus gafas de lujo)
mi abortico doméstico
yo me siento liberada
yo me siento ciudadana yo me paro de noche en las guaguas vacías
para darle el asiento al conductor. (54)

Matanzas Bay
Como una jaula de pájaros sin pájaros, dos días antes del cumpleaños. Mochila otra vez
a las Matanzas. Medias caladas contra el viento norte y una pareja inseparable de jirafas,
ador-mecida en el fondo. Paseo Martí. De blanco y negro como una vieja foto. Pañuelo
de cuadros enrollado, avalancha. Viendo pasar a izquierda y a derecha una dresina.
Filmándola. Bajando a gatas a buscar el paliacate. Hasta los rieles. Escritos en la mano
los asuntos (una bandada de golondrinas ligeras) para llenar el día de un celofán de
cháchara. Y el pico del pelícano de las conversaciones graves cayendo a carenar cuando
se fue la última. ¿Volverás, volveré? ¿Volveremos a ser Matanzas Bay?

Guagua hasta el extremo desierto de la costa. Sobrepasar la termoeléctrica, el punto de


control, una caseta de teléfonos volcada. Sonrisa cloqueando por el gris asfalto. Y a un
lado y otro: piñas de pino, barrio de cercas de madera. Y a la derecha: atajos hasta el
mar (y sobre el mar). Cavada en roca la piscina AL FIN. Entreabrir de los dedos: ramo,
esclusa, llamarada amarilla en el vacío. Flaaaaash. Cámara lenta: mi mano, el frío,
tu zoom sobre las flores, tu paciencia china para pintar pequeñas alegrías en el aire.
Morderme la lengua para no decir: Llevaré esto rayado en la retina; ¿no ves que somos
lo que ves? El mar rodeando el ramo. ¿Querrá casarse el mar? ¿Con quién, de quién, a
quién?

Conchas prehistóricas, esqueletos de estrellas horadados en piedra. Miraditas, amagos,


suspirar. Dienteperro punzante y las pieles juntadas sin importar llovizna, sol, espuma
reseca de la melancolía. Precioso… Gemidos. Preciosa daga… Zorro de rieles. Zorra de
vía. Vaivén convulso de la dresina atrás y alante… hasta perderse en un recodo. Hasta

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hacernos creer que-sí-que-no que-sí-que-sí que-no vendrá que-no se irá. Con este frío ni
muertos en el agua. Apretujarse. Labios, lenguas, (em)be(le)sos. Humedecerse, remojar
las puntas de las yemas, salivar, tragar en seco, negarse-darse, me(re)cer. Balanceos,
seseos… embestida.

Después la bruma. Las golondrinas idas/ flor de sangre en el pecho del pelícano. Matar
el hambre (es un decir). Regresar con sed. Volver a nado a ras del agua como sea. Uno
mirando al frente y otro mirando atrás. Una de dos. Manos tomadas pero la rosa apenas.
¿Vendrá el deseo que marca (lomo abrasado de res) en medio de la noche (estómago
girando: retorcido en el disco del teléfono)? ¿Caeremos irremediablemente atropellados
en mendicante balbuceo? ¿Podrá la lu(cide)z en madrugada volver de la vorágine de
algas?

Hay días en que el corazón logra calmarse y no pensar constantemente; días en que es
mejor (como engañados) sortear la boca-de-lobo de las minas de lágrimas. Repaso y
recorto negativos: Matanzas Bay, el mar besaba el ramo, el sol tu pelo y yo colmada
(como encinta) de una seguridad inapelable: un nosotros, un siempre (sin The End).
Pájaros, cola de zorros, jirafas… amancebados, muertos de miedo pero salvos: arca,
diluvio, milagro. Boda invisible bajo el cielo fue aunque no dije. La esclusa era el anillo
y la estela amarilla mi dedo (mi garra de paloma) entrando al agua. Yo te tenía y el mar
quería también su jaula.

LEGNA RODRÍGUEZ IGLESIAS (Camagüey, 1984)


Tregua fecunda
Sobre el ataúd de mi grandfather
hay flores nacionales
ese hombre luchó en una guerra
hace más de sesenta años
una guerra por la libertad
liberarse de lo que lo ata
es la lucha común.
Sabía leer y escribir
con cierta facilidad
pero no mejor que yo
fue una lástima
que quien practica la autopsia
le dejara el marcapasos
en el fondo de su pecho
ahora bajo las flores
hay un marcapasos vigilándome
¿Qué esperaba mi grandfather de mí?
¿Qué sembrara una flor nacional
en el fondo de mi corazón mangrino?
Que en paz descanses, grandfather
ya escribí cosas, grandfather
y esa es la mejor revolución
que haré.

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Olvido, recordatorio
No he vuelto a saber de la Palma Real
ni del Escudo de la Palma Real.

Ya no oigo hablar del tocororo


un ave que se extinguió
o se extinguirá
más tarde o más temprano
como nosotros.

Nadie dice nada de la Mariposa


el cuento chino de las mujeres
que se ponían aquella flor en la oreja
para transportar mensajes
de mambí a mambí.

Tal vez cayó tierra en mis oídos


de tanto dar guataca
y azadón.
La tierra es un lugar lleno de tierra.

Nadie canta el Himno ya.


El Himno de Bayamo, si mal no recuerdo.
Nadie ha izado la Bandera.

Oye,
tú que dices que tu patria no es tan linda,
dame un poco de agua
que estoy llorando.

De Chicle (ahora es cuando)


Ustedes cierran la verja
cuando nosotros llegamos inesperadamente
porque ustedes creen que no existe
aquello que nosotros creemos que sí existe.
ustedes matan los cachorros
que nosotros parimos por la boca
porque ustedes creen que no pueden ser
aquellos que nosotros creemos que sí pueden ser
aunque no pueda ser. ustedes queman los libros
que nosotros leemos
sin parar
porque ustedes creen que una cosa
sustituye la otra.
ustedes se van quedando
boquiabiertos mientras nosotros comenzamos
a masticar el chicle.

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