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Marie de Gournay
Marie de Gournay
LA OBRA DE
MARIE DE GOURNAY
J’ay pris plaisir à publier en plusieurs lieux l’esperance que j’ay de Marie de
Gournay le Jars, ma fille d’alliance, et certes aymée de moy beaucoup plus que
paternellement, et enveloppée en ma retraite et solitude, comme l’une des meilleures
parties de mon propre estre : je ne regarde plus qu’elle au monde. Si l’adolescence peult
donner presage, cette ame sera quelque jour capable des plus belles choses, et entre
aultres, de la perfection de cette très-saincte amitié [...] La sincerité et la solidité de ses
meurs y sont desjà bastantes ; [...] Le jugement qu’elle feit des premiers Essays, et
femme, et en ce siècle, et si jeune, et seule en son quartier ; et la vehemence fameuse
dont elle m’ayma et me desira longtemps sur la seule estime qu’elle en print de moy,
longtemps avant m’avoir veu, sont des accidents de très-digne consideration.
14
En Marie de Gournay. Fragments d’un discours féminin (Textes établis, présentés et commentés par
Élyane Dezon-Jones), Paris, Librairie José Corti, 1988, p. 139.
15
Paris, L’Angelier, 1594. Dicha obra presentará diversas reediciones, como se indica en el mismo título
de la importante y completa edición de Jean-Claude Arnould, anteriormente citada: “Le promenoir de
Monsieur de Montaigne. Texte de 1641, avec les variantes des éditions de 1594, 1595, 1598, 1599, 1607,
1623, 1626, 1627, 1634”. Debemos indicar que las revisiones y modificaciones de los textos serán
habituales en Marie de Gournay.
16
Ibid., p. 47.
17
Ibid., p. 1. El título completo era Discours des Champs faëz à l’honneur et exaltation de l’Amour et des
Dames. Taillemont era un humanista y poeta del círculo de Maurice Scève. Uno de los primeros en
estudiar a este autor es G.-A. Pérouse en Actes du Colloque sur l’Humanisme lyonnais au XVIe siècle,
Presses Universitaires de Grenoble, 1974, pp. 201-219, así como en su conocida obra Nouvelles françaises
du XVIe siècle, Genève, Droz, 1977, pp. 119-138. Cf. Anna Lia Franchetti, L’Ombre discourante de Marie
de Gournay, Paris, Honoré Champion, 2006, pp. 117-118.
De todos modos, el interés de dicha obra no estriba tanto, a nuestro parecer, en la
historia misma sino en las disquisiciones que la misma genera y en el discurso utilizado
por Marie de Gournay. En realidad no es la historia lo que convierte a una obra en una
obra de arte sino el discurso en que la misma se presenta. Es lo que parece pensar Marie
de Gournay quien relativiza la importancia de la originalidad de la obra y con estas
palabras ofrece una lección de teoría literaria:
Ny ne suis pas de ceux qui croyent, que celuy qui prend l’argument d’un conte quelque
part, ne puisse avoir autant de merite s’il le recite de bonne grace, que si l’argument
mesme estoit sien : au moins en un suiect qui tombe dans les communs accidens de la
vie, et que le premier Autheur peut avoir appris par les évenements de ses voisin, ou
conceu luy-mesme sans grande peine. Ce que ie ne dis nullement pour relever le merite
de mon ouvrage en cecy : mais seulement contre la simplesse de ceux qui presument
qu’un conte ne consiste principalement qu’au fil de ses accidens : et qu’il ne peut
appartenir ny faire honneur qu’à celuy qui l’auroit escrit le premier18.
Para Anna Lia Franchetti, la presencia, y sobre todo la consistencia del diálogo
narradora-interlocutor marcan ya un primer paso en la vía de la contestación del relato
lineal tradicional19. Por otra parte hay que decir que Marie de Gournay da muestras de
una gran cultura literaria y filosófica. Citas e intertextos atraviesan el discurso –
Aristóteles, Plutarco, Horacio, Catulo, Ovidio, Séneca o el mismo Montaigne; los
Salmos o la Eneida–, y proporcionan en ocasiones el apoyo intelectual al pensamiento
de la autora.
Las disquisiciones son abundantes y conforman el “roman discourant”, tal como
Marie de Gournay definía su propio texto. Aunque la intención didáctica es clara:
“advertir les dames de se tenir en garde” de la inconstancia masculina que
desencadenará la tragedia, el alcance de la reflexión es mucho mayor y atiende no sólo a
la casuística amorosa sino incluso al deber de estado. Existirá igualmente una amplia e
interesante digresión feminista y un alegato a favor de la libertad intelectual de las
mujeres, insertado hacia el final del relato, que será eliminado o al menos reducido en la
mayor parte de las versiones al objeto de no romper la unidad estructural del relato de
ficción.
Debemos decir no obstante que dicha obra posee en realidad una composición
más compleja. Junto al “Proumenoir”, texto central al que acabamos de referirnos, en
dicha obra se recogen otros textos, en géneros además diferentes. El texto del
“Proumenoir” está precedido de una invocación del impresor al lector así como de un
texto dirigido al mismo Michel, Seigneur de Montaigne, y seguido de una versión del
segundo libro de la Eneida, de un “Bouquet poetique ou meslanges” –conjunto de
poemas principalmente en honor a diversos miembros de la familia de Montaigne– y del
extracto del privilegio concedido por el rey para la impresión y venta del libro.
Recordemos que en la tercera edición, de 1599, se incluirá el amplio prólogo escrito por
Marie de Gournay para la primera edición de la obra completa de los Ensayos y que hizo
desaparecer posteriormente.
40
Op. cit., p. 29.
41
Cf. Le Grief des dames, en Élyane Dezon-Jones (ed), Marie de Gournay, Fragments d’un discours
féminin, op. cit., p. 129.
42
Cf. Égalité des hommes et des femmes, en ibid., p. 113.
43
Gisèle Mathieu-Castellani nos ofrece un interesante estudio de L’Égalité des hommes et des femmes a
partir de las modalidades del discurso del final de la edad media y época renacentista en “La quenouille ou
la lyre: Marie de Gournay et la cause des femmes”. En Tetel (dir), op. cit., principalmente pp. 195-197 y
208-213.
44
Recordemos que Christine de Pizan osó intervenir en el Debate contra las posiciones de Jean de Meung
en Le roman de la Rose, el primer debate intelectual y literario y en el fondo humanista “avant la lettre”.
Christine de Pizan animará a las mujeres a valerse por si mismas, a instruirse e incluso a aprender
nociones de derecho práctico para gestionar sus propios bienes y saber hacer valer sus derechos.
Remitimos a este respecto a sus obras Chemin de longue estude (1402) y Livre des Trois Vertus (1405).
des exempla à titre d’arguments [...] L’Égalité est donc dans le droit fil de la tradition
rhétorique et de l’argumentation humaniste”45.
Hay que dejar patente que el proyecto de Marie de Gournay pretende simplemente
situar al hombre y la mujer en plano de igualdad. De la misma forma que critica “cette
orgueilleuse préférence que les hommes s’attribuent” 46, a quienes “d’une seule parole
défont la moitié du Monde”47, huirá por su parte de caer en el extremo contrario que
resultaría igualmente injusto: “Quant à moi qui fuis toutes extrémités, je me contente de
les égaler aux hommes”48.
Marie de Gournay reivindica no estar abocada a la “quenouille”. Hilar y tejer eran
las labores femeninas por excelencia, del interior del hogar, por lo tanto de la reclusión,
que garantizaba por otro lado la virtud femenina. Lejos está pues de ser aceptada la
participación en oficios y funciones públicas. Mlle de Gournay se rebela ante la
condición femenina, ante el destino prefigurado a la mujer y se maravilla de que esta falta
de instrucción no haya tenido en la mujer incluso peores consecuencias: “Si donc les
Dames arrivent moins souvent que les hommes aux degrés d’excellence, c’est merveille
que ce défaut de bonne éducation, et même l’affluence de la mauvaise expresse et
professoire ne fasse pis, et qu’elle ne les garde d’y pouvoir arriver du tout”49.
Existirá así, como bien dice Marie de Gournay, menores diferencias entre
hombres y mujeres que entre las mujeres mismas de diferente instrucción o incluso
procedencia. La única diferencia es la de su sexo, y a los únicos fines de la propagación
de la especie. Incluso, con buena dosis de humor, expresará: “il n’est rien plus semblable
au chat sur une fenêtre, que la chatte”50.
Marie de Gournay reivindicará así para las mujeres el derecho a recibir una
formación y a que no se cuestione su pensamiento y su capacidad por el simple hecho de
ser mujer. Incluso reivindicará algo que todavía en nuestro siglo XXI queda por resolver:
la abolición de la ley sálica51. En las primeras líneas de Le grief des dames, Marie de
Gournay escribirá:
Bienheureux es-tu Lecteur, si tu n’es point de ce sexe qu’on interdit de tous les
biens, le privant de la liberté [: ou qu’on interdit encore à peu près de toutes les vertus,]
lui soustrayant les Charges, les Offices et fonctions publiques : en un mot, lui retranchant
le pouvoir, en la modération duquel la plupart des vertus se forment ; afin de lui continuer
pour seule félicité, pour vertus souveraines et seules : l’ignorance, la servitude et la
faculté de faire le sot si ce jeu lui plaît. Bienheureux derechef, qui peux [sic] être sage
sans crime : ta qualité d’homme te concédant, autant qu’on les défend aux femmes, toute
action de haut dessein, tout jugement sublime, et toute parole de spéculation exquise 52.
45
Op. cit., p. 212.
46
Égalité..., op. cit., p. 113.
47
Ibid., p. 114.
48
Ibid., p. 113. Más o menos contemporáneas, Marie de Romieu había escrito un Bref discours sur
l’excellence des femmes y Nicole Estienne su Apologie ou défense pour les femmes contra la misoginia
reinante. Debemos recordar igualmente en este contexto a apologistas del sexo femenino, aun desde
diferentes ópticas, como Rabelais, Erasmo, Corneille Agrippa y el gran humanista Juan Luis Vives. Años
después Poullain de la Barre nos dará el profundo y estructurado texto de De l’Égalité des deux sexes
(1673) De l’Éducation des dames pour la conduite de l’esprit dans les sciences et dans les moeurs (1674) y
De l’excellence des hommes contre l’égalité de sexes (1675), que es una prueba mediante el absurdo.
49
Égalité…, op. cit., p. 117.
50
Ibid., p. 121.
51
Cf. Égalité…, ibid., pp. 120-121.
52
Ibid., p. 129.
Grief des dames sentimos las de la mujer-autora, las de Marie Le Jars de Gournay, como
mujer sujeto de la historia y de la escritura; quejas sobre los que “parfois sous des robes
serieuses, on en a connu qui méprisaient absolument les Oeuvres des femmes, sans se
daigner amuser à les lire, pour savoir de quelle étoffe elles sont” 53, quejas contra los que
piensan que de una cabeza de mujer poco juicio pueda extraerse, contra todo aquel que no
viéndose capaz de rebatirla pretende no entrar en el debate bajo el pretexto de no
importunar a una persona de ese sexo, apareciendo no sólo cortés sino victorioso ante el
posible auditorio54, quejas contra aquellos autores que han recibido, sin ningún
merecimiento, salvo el que podría dar “la barba”, la reputación de excelentes autores 55.
Apoyándose en Sócrates, Platón, Plutarco, Séneca o incluso San Basilio y San
Jerónimo contra los que propugnan una diferencia universal y esencial entre los méritos y
facultades de ambos sexos, de Gournay termina el Grief des dames con estas palabras: “il
n’appartient qu’aux plus malhabiles de vivre contents de leur suffisance, regardant celle
d’autrui par dessus l’épaule, et que l’ignorance est mère de la présomption”56.
Al reivindicar el derecho a la escritura y a su dignidad como escritora, Marie de
Gournay osa querer usurpar el ámbito de la intelectualidad y por lo tanto el ámbito
masculino. Naturaleza frente a cultura, pasividad frente a actividad son esas dicotomías
que han pervivido a lo largo de los tiempos y que siglos más tarde denuncia Hélène
Cixous en su importante relectura de la historia de la civilización que ofrece en “Sorties”
de La jeune née57, obra básica de la teoría feminista de los años setenta. Será igualmente
por haber querido usurpar el espacio masculino por lo que -al menos aparentemente-
serán llevadas a la guillotina Manon Roland y Olympe de Gouges, dos autoras a las que
podríamos considerar igualmente grandes humanistas, aun del siglo XVIII, y esta última
no sólo una gran defensora del abolicionismo sino la autora por otra parte de la muy
significativa Déclaration des droits de la femme et de la citoyenne58.
Marie de Gournay poseyó una gran fuerza de carácter y era, sin falsa modestia,
muy consciente de su valía, lo que muchos contemporáneos no pudieron soportar. Aun
con todo Marie de Gournay gozará del reconocimiento de intelectuales y humanistas de
la época de la talla de Juste Lipse o del propio Montaigne, quien era a este respecto un
buen maestro y hubiera sido un buen aliado, como atestigua este fragmento del quinto
capítulo del tercer libro de los Ensayos: “Les femmes n’ont pas tort du tout quand elles
refusent les reigles de vie qui sont introduites au monde, d’autant que ce sont les hommes
qui les ont faictes sans elles”.
Marie de Gournay será la primera autora que conozcamos que pueda en vida ver
recogidas lo que podríamos denominar sus obras completas. En 1626 reúne y publica sus
propios ensayos bajo el título L’Ombre de la Damoiselle de Gournay, y en 1635, su
última obra: Les Advis, ou les Presens de la Demoiselle de Gournay, que es básicamente
una reedición de recopilaciones anteriores a las que incorpora algunos nuevos ensayos.
En 1641 ¡y a los 80 años! propondrá la última edición de sus Advis.
Aun no siendo conocida por un público general Marie de Gournay ocupa un lugar
central en el ámbito intelectual del Renacimiento y primeros años del siglo XVII.
53
Le Grief…, ibid., p. 131.
54
Cf. ibid., 130.
55
Cf. ibid., 132.
56
Ibid., p. 133.
57
Cf. Hélène Cixous – Catherine Clément, La jeune née, Paris, UGE, 1975. Cixous realizará también una
reinterpretación desde una mirada femenina de la historia de la civilización, a través de figuras tales como:
Medusa, Medea, Ariadna, Dido, Clitemnestra, las amazonas, Pentesilea, Elena de Troya o Cleopatra.
58
En cuanto a la importante aportación de estas autoras remito a Ángeles Sirvent Ramos, “La crítica social
y política de Olympe de Gouges y Manon Roland”, en Àngels Santa - Cristina Solé (eds), Texto y
Sociedad en las Letras francesas y francófonas, Publicaciones de la Universidad de Lleida, 2009, pp. 189-
201.
Diremos como conclusión que su gran labor en la edición de los Ensayos de Montaigne
eclipsó su amplia obra personal, sus interesantes reflexiones en torno a los múltiples
temas que suscitaron el interés de la época: morales, políticos, religiosos, lingüísticos y
literarios, y en los que mostró su gran formación y su independencia de criterio, en
definitiva, su talante de intelectual humanista.
(Texto destinado a la publicación: Aullón de Haro (ed.), Teoría del Humanismo, vol. VI,
Madrid, Verbum, 2010, pp. 137-155)