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MUJER Y HUMANISMO EN FRANCIA.

LA OBRA DE
MARIE DE GOURNAY

Ángeles Sirvent Ramos


Catedrática de Filología Francesa
Universidad de Alicante

Marie de Gournay (Marie Le Jars de Gournay 1565-1645) es no sólo la “fille


d’alliance” de Montaigne, a quien debemos la edición póstuma de la obra completa de
los Ensayos, la heredera intelectual del pensamiento humanista de Montaigne, sino la
escritora autodidacta de una gran cantidad de textos que testimonian la solidez del
pensamiento y su preocupación por temas variados que interesaban a esa época en
ebullición que es el Renacimiento y su contribución a la transición hacia el mundo
moderno. Aun así, si en ocasiones se ha llegado a cuestionar incluso su contribución
positiva a la edición de los Ensayos, no será extraño verla reducida a la consideración
de “bas bleu” por una crítica evidentemente misógina.
La relación de Marie de Gournay con Montaigne se produce desde 1588, tras el
impacto que la lectura de los Ensayos provoca años antes en una joven de 18 años, por
otra parte autodidacta –aprenderá latín y algo de griego a pesar de la oposición
materna– pero gran lectora. Marie de Gournay conseguirá conocer personalmente a
Montaigne en París en la primavera de dicho año y éste pasará por su parte diversos
periodos en Gournay entre julio y noviembre1. Montaigne corresponderá a la devoción
apasionada que le testimoniará esta joven debutante en la escritura que será años
después la garante de la publicación de la totalidad de los Ensayos.
Montaigne escribirá de ella en el capítulo XVII del segundo libro de los
Ensayos:

J’ay pris plaisir à publier en plusieurs lieux l’esperance que j’ay de Marie de
Gournay le Jars, ma fille d’alliance, et certes aymée de moy beaucoup plus que
paternellement, et enveloppée en ma retraite et solitude, comme l’une des meilleures
parties de mon propre estre : je ne regarde plus qu’elle au monde. Si l’adolescence peult
donner presage, cette ame sera quelque jour capable des plus belles choses, et entre
aultres, de la perfection de cette très-saincte amitié [...] La sincerité et la solidité de ses
meurs y sont desjà bastantes ; [...] Le jugement qu’elle feit des premiers Essays, et
femme, et en ce siècle, et si jeune, et seule en son quartier ; et la vehemence fameuse
dont elle m’ayma et me desira longtemps sur la seule estime qu’elle en print de moy,
longtemps avant m’avoir veu, sont des accidents de très-digne consideration.

Tras la muerte de Montaigne en 1592, Marie de Gournay recibirá el encargo de


ocuparse de la continuación de la publicación de los Ensayos. La última edición de los
mismos en vida del autor, en tres volúmenes, databa ya de 1588 en la importante
1
Élyane Dézon-Jones, en Les écritures féminines, Paris, Magnard, 1983, p. 47, escribe al respecto : “Il
[Montaigne] séjourne à Gournay au moment où il fait imprimer sa deuxième édition des Essais et Marie
lui servit de secrétaire en l’aidant à corriger les épreuves. Il l’encouragea à écrire sa première oeuvre,
qu’elle intitula Le promenoir de Monsieur de Montaigne en 1589. Elle écrivit aussi à Juste Lipse, gran
admirateur de Montaigne, humaniste et professeur à Louvain, qui lui répond avec chaleur et admiration
(1590) “se peut-il que tant de pénétration et un si solide jugement, pour ne rien dire de tant d’esprit et de
savoir, se montrent dans un sexe si différent du nôtre” ”.
editorial Abel L’Angelier. En esta misma editorial aparecerá en 1595 la primera edición
póstuma de los Ensayos tras la paciente y rigurosa tarea de Marie de Gournay.
La edición que Marie de Gournay nos presenta se convierte así en la primera
edición de las obras completas del gran autor. En ella se precisa claramente que se trata
de una nueva edición aumentada un tercio más por el autor: “Les Essais de Michel
Seigneur de Montaigne. Edition nouvelle, trouvee après le deceds de l’Autheur, reveuë
& augmentée par luy d’un tiers plus qu’aux precedentes Impressions. A Paris, chez
Abel L’Angelier, 1595”.
En dicha edición Marie de Gournay presenta un amplio prólogo en el que
intentará rebatir los reproches que se habían hecho a los Ensayos de Montaigne, entre
otros, el haber hablado de sí mismo 2, se lamenta de no tener dicha obra mayores y
mejores lectores y la presenta como la suma de la reflexión, la “quintessence de la vraye
philosophie”: “Jamais les livres antiques pour grands qu’ils fussent, ne sçeurent espuiser
les sources de l’esprit: cestuy-cy luy seul semble avoir espuisé celles du jugement: il a
tout jugé qu’il ne reste plus que iuger apres” 3. Como expresará Giovanni Dotoli : “Le
savoir encyclopédique s’y fait savoir humaniste”4.
Dicho prólogo será por otra parte muy contestado por la crítica del momento por
el tono autosuficiente, en cuanto a su propia competencia, de algunas de las
afirmaciones de Mademoiselle de Gournay. De todos modos ésta decidirá reemplazar a
partir de la siguiente edición (1598) dicho prólogo por una simple nota, prólogo que no
volverá a los Ensayos de Montaigne5, como Philippe Desan nos indica6, hasta la edición
de 1617, y además con ciertas modificaciones.
Desde la primera edición póstuma en 1595 y hasta la fundamental edición de
1635, última y definitiva edición revisada por Marie de Gournay y de la que después
hablaremos, se suceden, como Desan nos recuerda, veinte diferentes ediciones 7 que
Gournay tuvo que vigilar con gran celo y durante las cuales tuvo que luchar –ya en
aquel momento- contra la política de editoriales y librerías que pretendían operaciones
comerciales, que en su opinión se alejaban de los criterios de su padre espiritual, sin
contar el sesgo de la censura genovesa o de impresores cercanos a medios protestantes 8.
En este duro pulso con los impresores que pretendían adaptar la edición a un público
que podía evolucionar en sus gustos frente a la pretensión de Marie de Gournay de
preservar la edición original ésta tuvo que ceder en aras a conseguir que el gran
pensador siguiera siendo reeditado. Aceptará así traducir al francés las numerosas citas
que Montaigne había indicado en latín o griego, traducciones que presenta, como en la
edición de 1625, al final de los tres libros, como una especie de apéndice, no queriendo
2
“La plus generalle censure qu’on face sur nostre –hago notar el posesivo de Marie de Gournay– Livre,
c’est que son Autheur s’y despeint. Que le vulgaire le blasme, d’avoir parlé de soy-mesme... ”.
Recordemos igualmente la célebre frase de Montaigne: “Je n’ai pas plus fait mon livre que mon livre m’a
fait” (Essais, III, 18). En G. Dotoli, “Montaigne et les libertins via Mlle de Gournay”, en M. Tetel (dir),
Montaigne et Marie de Gournay. Actes du colloque international de Duke (31 mars-1 er avril 1995), Paris,
Honoré Champion, coll. “Études montaignistes”, 2000, pp. 121 y 140.
3
En Dotoli, ibid., p.120.
4
Ibid., p. 121.
5
De todos modos Marie de Gournay insertará dicho prólogo, aunque con ligeras modificaciones, no en la
segunda edición del Proumenoir, como indica Philippe Desan (“Marie de Gournay et le travail editorial
des Essais entre 1595 et 1635: idéologie et stratégies”, en ibid., p. 86), sino en la tercera, sin contar una
edición “pirata” de 1598 de un tal Maurice Malicieu, en Chambery, violando el privilegio de edición
concedido a Marie de Gournay en 1594, como queda claramente establecido en la introducción a la
magnífica edición de Le Promenoir de Monsieur de Montaigne realizada por Jean-Claude Arnould, Paris,
Honoré Champion éditeur, 1996, pp. 22-23.
6
Ibid., pp. 86 y 88.
7
Ibid., p. 79.
8
Cf. Desan, ibid., pp. 84-85.
que su nombre figure en la cabecera de tal edición. Hay que reconocer que la traducción
de las citas fue un trabajo encomiable y facilitó al público la lectura de la obra de
Montaigne.
Sufriendo de la pérdida progresiva de autonomía respecto de los impresores,
Marie de Gournay, como indica Philippe Desan, buscará mecenas que puedan hacer
posible una edición definitiva y fiel de los Ensayos de Montaigne. La ayuda de
Toussainct du Bray y Pierre Rocolet para la primera tirada y de Jean Camusat para la
segunda, así como la inestimable ayuda del cardenal Richelieu, hacen posible la famosa
edición de 1635, amplia edición en la que incluye de nuevo el amplio prólogo, junto a
una epístola dedicada al cardenal Richelieu, un retrato del autor con la célebre balanza y
la divisa “Que say-je”, la advertencia “l’auteur au lecteur”, un texto sobre la vida del
autor “extrait de ses propres Escrits”, un índice de capítulos, el texto del privilegio
concedido por el rey así como un índice de nombres propios y de las principales
materias que se contienen en los Ensayos. Debemos indicar igualmente que la
traducción de las citas latinas aparecerá al final de cada capítulo9.
Marie de Gournay aprovecha esta última edición, apadrinada por personas
ilustres, para defender a Montaigne –pensemos que la “fille d’alliance” tiene ya setenta
años, lo que es doblemente inaudito, por su longevidad y por el hecho de ser mujer– de
las críticas que sus adversarios habían vertido los últimos años. Defendiendo su
competencia y su conocimiento de Montaigne y de su obra, escribirá: “J’ose dire que la
cognoissance toute particulière, que j’ay de cet Ouvrage, merite que la mesme posterité
s’oblige de mes soins, et s’y fie”10.
Con esta frase Marie de Gournay parece contestar a las dudas que surgirán en el
siglo XIX respecto a si el texto que Marie de Gournay dio ya en 1595 como fiel a los
escritos dejados por Montaigne era tal.
No sabemos a ciencia cierta qué manuscritos y anotaciones cotejó Marie de
Gournay para establecer lo que ella consideró el texto fiel al pensamiento y voluntad de
Montaigne. El hallazgo del famoso manuscrito de Bordeaux 11, en el que no se
encontraba precisamente su apología hizo dudar sobre si Marie de Gournay tuvo acceso
a dicho texto, con lo que se cuestionó la pertinencia de la edición considerada definitiva
durante casi dos siglos. Dado que Montaigne había preparado siempre el terreno para
que Marie de Gournay fuera su heredera intelectual, no parece probable que ésta no
tuviera a su disposición la totalidad de los borradores y escritos que iban a suponer la
adición a los volúmenes anteriores y a la composición de un tercer-cuarto libro 12.
Autores nada reputados de frívolos como Brunetière y más recientemente Antoine
Compagnon, en los albores de los dos últimos siglos, entre muchos otros, han criticado
la ligereza y falta de rigor filológico de muchos críticos al aceptar demasiado
rápidamente dicha nueva versión. Brunetière, comparando ambas ediciones se posiciona
a favor de la edición de 1595 y de Mlle de Gournay “le plus scrupuleux, le plus fidèle,
le plus consciencieux des éditeurs”13.
9
Cf. Desan, ibid., pp. 98, y 101-102.
10
En ibid., p. 102.
11
Cf. Edición municipal llevada a cabo principalmente por Fortunat Strowski en 1906.
12
En cuanto a esta controversia remito a los estudios de Michel Simonin, Antoine Compagnon y Philippe
Desan en Marcel Tetel (dir), Montaigne et Marie de Gournay, op. cit., pp. 7-103, así como a Jean-Claude
Arnould (dir), Marie de Gournay et l’édition de 1595 des Essais de Montaigne : Actes du Colloque
organisé par la SIAM (Société internationale des amis de Montaigne), les 9 et 10 juin 1995, en Sorbonne,
Paris, Honoré Champion, 2000.
13
Ferdinand Brunetière, “Publications récentes sur Montaigne”, Revue des deux mondes, 1er septembre
1906, incluido bajo el título “Une Nouvelle Édition de Montaigne” en Études critiques sur l’histoire de la
littérature française, 8e série, Paris, Hachette, 1907, p. 3. Recogido por Antoine Compagnon, “Les
repentirs de F. Strowski”, en M. Tetel (dir), ibid., pp. 54 y 75.
En la línea de la pintura del “yo” Marie de Gournay escribirá la Vie de la
damoiselle de Gournay (1616), por la que conocemos su autodidactismo incluso en el
aprendizaje del latín. En dicho texto anunciará incluso: “Le reste de la Vie et des
Moeurs de la Damoiselle de Gournay se pourra voir dans un poème qu’elle espère de
faire imprimer, et lequel, bien qu’il soit écrit par elle-même ne laissera pas d’être
croyable, car elle a toujours fait insigne et particulière profesión de vérité” 14. Dicho
poema, una especie de retrato de su personalidad en versos alejandrinos publicado en
1626, llevará el título Peincture de moeurs. A ellos hay que añadir su Apologie pour
celle qui escrit, en la que narraba su vida desde su nacimiento hasta 1595 y que
aparecerá publicada por primera vez en l’Ombre en 1626, que completará con la
Seconde partie de l’Apologie pour celle qui escrit.

El espíritu de Montaigne se manifiesta en la primera obra que publica, y en


realidad su única obra de ficción: Le proumenoir de Monsieur de Montaigne par sa fille
d’alliance (1594)15, un título y un patronazgo quizá estratégico para su entrada en la
literatura. En dicha obra identificamos el relato en prosa, con el mismo título, cuya
versión comenta Mlle de Gournay a Montaigne a lo largo de su primer encuentro en
1588. En el “Epistre sur le Proumenoir de Monsieur de Montaigne. A luy-mesme” de
esta obra, Marie de Gournay escribe : “Mon Père, j’ose nommer l’Histoire suivante,
vostre “Proumenoir”, parce qu’en nous proumenans n’agueres ensemble je la vous
contay : sur le propos des tragiques accidens de l’Amour recitez par Plutarque”16.
Dicho texto, que Montaigne le anima a escribir, estaba a priori inspirado en los
Estranges accidents advenus pour l’amour de Plutarco. La deuda sin embargo más
directa la constituye, como bien dice Jean-Claude Arnould, los Discours des Champs
faëz, de Claude de Taillemont, publicado en Lyon en 1553 y que Marie de Gournay
reconoce sólo a medias a través de su aparentemente fingido “…je rapporte à peu près
l’argument de ce Conte, d’un Livre dont le nom m’est eschappé de la memoire”17.
La historia es bastante paralela y se centra igualmente en la inconstancia del
amor : Alinda –Laurine en Taillemont–, princesa persa, debe abandonar familia y país
para casarse por razón de estado con un príncipe extranjero. Durante un alto del viaje
surgirá el amor entre ésta y Leontin, el hijo de la persona que los aloja. Huirán juntos
pero un naufragio les hace recabar en un país extranjero en donde son recogidos por
Othalcus y su hermana Ortalde –Sador y Driasse en Taillemont-. Othalcus, enamorado
de Alinda sin ser correspondido, favorece los amores de su hermana por Leontin quien
se enamorará finalmente de ella provocando la tragedia. Alinda decidirá buscar la
muerte y Leontin, consciente de lo que su inconstancia había generado se da la muerte
sobre el cuerpo de Alinda.

14
En Marie de Gournay. Fragments d’un discours féminin (Textes établis, présentés et commentés par
Élyane Dezon-Jones), Paris, Librairie José Corti, 1988, p. 139.
15
Paris, L’Angelier, 1594. Dicha obra presentará diversas reediciones, como se indica en el mismo título
de la importante y completa edición de Jean-Claude Arnould, anteriormente citada: “Le promenoir de
Monsieur de Montaigne. Texte de 1641, avec les variantes des éditions de 1594, 1595, 1598, 1599, 1607,
1623, 1626, 1627, 1634”. Debemos indicar que las revisiones y modificaciones de los textos serán
habituales en Marie de Gournay.
16
Ibid., p. 47.
17
Ibid., p. 1. El título completo era Discours des Champs faëz à l’honneur et exaltation de l’Amour et des
Dames. Taillemont era un humanista y poeta del círculo de Maurice Scève. Uno de los primeros en
estudiar a este autor es G.-A. Pérouse en Actes du Colloque sur l’Humanisme lyonnais au XVIe siècle,
Presses Universitaires de Grenoble, 1974, pp. 201-219, así como en su conocida obra Nouvelles françaises
du XVIe siècle, Genève, Droz, 1977, pp. 119-138. Cf. Anna Lia Franchetti, L’Ombre discourante de Marie
de Gournay, Paris, Honoré Champion, 2006, pp. 117-118.
De todos modos, el interés de dicha obra no estriba tanto, a nuestro parecer, en la
historia misma sino en las disquisiciones que la misma genera y en el discurso utilizado
por Marie de Gournay. En realidad no es la historia lo que convierte a una obra en una
obra de arte sino el discurso en que la misma se presenta. Es lo que parece pensar Marie
de Gournay quien relativiza la importancia de la originalidad de la obra y con estas
palabras ofrece una lección de teoría literaria:

Ny ne suis pas de ceux qui croyent, que celuy qui prend l’argument d’un conte quelque
part, ne puisse avoir autant de merite s’il le recite de bonne grace, que si l’argument
mesme estoit sien : au moins en un suiect qui tombe dans les communs accidens de la
vie, et que le premier Autheur peut avoir appris par les évenements de ses voisin, ou
conceu luy-mesme sans grande peine. Ce que ie ne dis nullement pour relever le merite
de mon ouvrage en cecy : mais seulement contre la simplesse de ceux qui presument
qu’un conte ne consiste principalement qu’au fil de ses accidens : et qu’il ne peut
appartenir ny faire honneur qu’à celuy qui l’auroit escrit le premier18.

Para Anna Lia Franchetti, la presencia, y sobre todo la consistencia del diálogo
narradora-interlocutor marcan ya un primer paso en la vía de la contestación del relato
lineal tradicional19. Por otra parte hay que decir que Marie de Gournay da muestras de
una gran cultura literaria y filosófica. Citas e intertextos atraviesan el discurso –
Aristóteles, Plutarco, Horacio, Catulo, Ovidio, Séneca o el mismo Montaigne; los
Salmos o la Eneida–, y proporcionan en ocasiones el apoyo intelectual al pensamiento
de la autora.
Las disquisiciones son abundantes y conforman el “roman discourant”, tal como
Marie de Gournay definía su propio texto. Aunque la intención didáctica es clara:
“advertir les dames de se tenir en garde” de la inconstancia masculina que
desencadenará la tragedia, el alcance de la reflexión es mucho mayor y atiende no sólo a
la casuística amorosa sino incluso al deber de estado. Existirá igualmente una amplia e
interesante digresión feminista y un alegato a favor de la libertad intelectual de las
mujeres, insertado hacia el final del relato, que será eliminado o al menos reducido en la
mayor parte de las versiones al objeto de no romper la unidad estructural del relato de
ficción.
Debemos decir no obstante que dicha obra posee en realidad una composición
más compleja. Junto al “Proumenoir”, texto central al que acabamos de referirnos, en
dicha obra se recogen otros textos, en géneros además diferentes. El texto del
“Proumenoir” está precedido de una invocación del impresor al lector así como de un
texto dirigido al mismo Michel, Seigneur de Montaigne, y seguido de una versión del
segundo libro de la Eneida, de un “Bouquet poetique ou meslanges” –conjunto de
poemas principalmente en honor a diversos miembros de la familia de Montaigne– y del
extracto del privilegio concedido por el rey para la impresión y venta del libro.
Recordemos que en la tercera edición, de 1599, se incluirá el amplio prólogo escrito por
Marie de Gournay para la primera edición de la obra completa de los Ensayos y que hizo
desaparecer posteriormente.

Marie de Gournay poseerá un espíritu independiente y emprendedor. Viajará a


los Países Bajos y a Bélgica y establecerá contactos, respectivamente, con la erudita y
humanista holandesa Anna-Maria Schurman y con el prestigioso erudito humanista Juste
Lipse, con los que mantendrá una relación epistolar. Lipse le escribirá en estos términos:
18
L’Ombre de la Damoiselle de Gournay, Paris, J. Libet, 1626, pp. 657-658. En Franchetti, ibid., p. 120.
19
Ibid., p. 165. Franchetti se atreve incluso a hacer figurar esta obra como preludio de la historia de las
antinovelas, inaugurada precisamente en Francia en 1626 con –como se sabe– Le Berger extravagant de
Charles Sorel.
Quelle qualification dois-je vous donner, Mademoiselle, dit-il, lorsque vous
m’écrivez de la sorte ? J’ai peine à en croire ce que je lis de votre main. Se peut-il que
tant de pénétration et un si solide jugement pour ne rien dire de tant d’esprit et de savoir,
se montrent dans un sexe différent du nôtre et se rencontrent dans le siècle où nous
vivons ? Vous m’avez causé, Mademoiselle, une surprise mêlée d’embarras, et je ne puis
dire si je me suis senti plus disposé à féliciter mon siècle ou à plaindre le sexe auquel
j’appartiens20.

Su relación con intelectuales y escritores del momento fue amplia: Ménage,


Maynard, Racan, Desportes, Francisco de Sales, Marolles, Mathurin Régnier, Sorel,
Honoré d’Urfé, Garnier, Du Perron, Guez de Balzac, Brantôme, Naudé, Théophile de
Viau, La Mothe le Vayer, Saint-Évremond, Grotius. Interesada por la alquimia, como
tantos renacentistas, deberá soportar por parte de algunos contemporáneos que no podrán
asumir su personalidad e independencia, ser acusada incluso de brujería.
Como buena humanista Marie de Gournay intervino en todas las cuestiones que
preocupaban a su época, lo cual le granjeó por otra parte las críticas de muchos
contemporáneos, como las de Bayle quien le reprocha haber intervenido en violentas
polémicas, incluso políticas, escribiendo en la entrada “Gournai” de su Dictionnaire :
“une personne de son sexe doit éviter soigneusement cette sorte de querelles” 21. Charles
Sorel, por el contrario, recomienda en su Bibliothèque françoise la lectura de Marie de
Gournay: “Ils connoistront combien cette illustre fille avoit l’esprit ferme et genereux, et
comment elle jugeoit sainement des choses”. Igualmente, en su obra De la connoissance
des bons livres escribe : “Au-dessus de son sçavoir, je voudrois mettre encore sa
générosité, sa bonté et ses autres vertus qui n’avoient point leurs pareilles”22.
Sus “ensayos” fueron abundantes y versaron sobre temas bien diversos. Mostrará
una gran preocupación y concederá crucial importancia a la educación y a la cultura.
Muchos de estos ensayos se referirán particularmente a la educación de los gobernantes
que deberán regir un país. En 1600 presenta así a Enrique IV y María de Médicis un
tratado de pedagogía que llevará el título: De l’éducation des enfants de France, tema
que retomará en 1608 con La bienvenue à Monseigneur le Duc d’Anjou23. Como el
humanista Budé, al que Marie de Gournay había leído, piensa que el príncipe debe ser un
filósofo, y podría detectar así a los malos consejeros24.
En este marco es lógico que la educación de las mujeres, la necesidad de
instrucción, como veremos posteriormente, sea una de sus preocupaciones como
feminista “avant la lettre”, pero también sencillamente como humanista. Cuando escribe
Égalité des Hommes et des Femmes, enviará y dedicará dicho texto a la reina en ese
momento, Ana de Austria, a la que, entre otras ideas, escribe : “Vu la grandeur unique qui
vous est acquise par naissance et par mariage, vous servirez de miroir au sexe, et de sujet
20
Traducción francesa de Justi Lipsii Epistolarum centuria secunda (Lugduni Batavorum, 1590), en Mario
Schiff, La fille d’alliance de Montaigne. Marie de Gournay, Genève, Slatkine Reprints, 1978 (Paris,
Honoré Champion, 1910), p. 9.
21
En ibid., pp. 24-25.
22
En ibid., pp. 45-46. Mario Schiff ha puesto en evidencia las burlas y el desdén que tuvo que soportar en
muchas ocasiones Marie de Gournay por luchar por su dignidad como mujer y como escritora. “S’exposer
au ridicule, lui tenir tête et même conquérir l’estime de ses adversaires, c’est ce qu’a su faire
Mademoiselle de Gournay –sentenciará Schiff– et certes cela n’était pas facile” (p. 48).
23
Remitimos a este respecto a De l’Education de Messeigneurs les Enfans de France, Advis sur le Traicté
de la Naissance des Enfans de France, Naissance des Enfans de France, en Marie de Gournay, Oeuvres
Complètes (2 vol.) (Jean-Claude Arnould dir.), Paris, Honoré Champion éditeur, 2002, pp. 575-638 e
Institution du Prince, pp. 818-889. En este último texto aconseja meditar sobre las tres condiciones
recomendadas por Plutarco al hombre que quiera alcanzar la perfección: “la nature, l’enseignement et
l’exercitation”.
24
Cf. Marie-Claire Thomine, “Les traités sur l’éducation du prince”, ibid., p. 107.
d’émulation aux hommes, en l’étendue de l’Univers, si vous daignez vous élever au point
de mérite et de perfection que je vous propose par le secours de ces grands Livres”25.
Marie de Gournay se centrará igualmente en temas políticos, sobre los que tomará
valientemente partido, como se observa en la denuncia que realiza del asesinato de Henri
IV: Exclamation sur le Parricide deplorable de l’année mil six cens dix 26. Hay que decir
que Marie de Gournay estará próxima a la corte principalmente desde 1614 y al entorno
de Margarita de Valois. Enrique IV le había manifestado su protección aunque
lamentablemente morirá poco después. Tendrá una buena relación con el cardenal
Richelieu, quien le concederá una pensión real, como ayuda para la publicación de sus
obras, así como con Charles de Gonzague, Jean d’Espagnet, el ministro Jeannin o la
duquesa d’Enghien.
La reflexión sobre la religión ocupará igualmente buena parte de sus ensayos. Ya
en el prólogo más extenso a los Ensayos de Montaigne, Marie de Gournay había
mostrado sus convicciones a la vez que defendía las ideas de Montaigne. Se ocupa
también de teología, lo que no pudo llegar a apreciar el mismo Montaigne quien en su
Libro I, capítulo LVI: “Des Prières”, de los Ensayos, había escrito: “Les femmes ne sont
guieres propres à traiter les matières de la Theologie”.
Marie de Gournay apoyará la causa de los jesuitas tras el asesinato de Enrique IV,
del que se hacía responsables a los jesuitas, como se observa incluso en el título de un
pequeño texto: Adieu de l’âme du roy de France et de Navarre Henri le Grand à la reine
avec la défense des pères jésuites. Alabará la caridad y abnegación de los padres jesuitas,
admirará a San Francisco de Sales, con quien mantendrá incluso correspondencia. Ello no
será obstáculo para que denuncie el relajamiento moral de la Iglesia. Se mostrará
defensora de una moral que debe ponerse en práctica. En Advis à quelques gens d’église,
Marie de Gournay recuerda los deberes de la Iglesia, la humildad y continencia frente a
una sensualidad, vanidad y corrupción demasiado manifiestas. Propondrá volver a la
verdadera significación de la confesión: el arrepentimiento y no la posibilidad o excusa
para volver a pecar.
Propugnará al mismo tiempo la laicidad de la instrucción, desde unas posiciones
que, como expresa Dotoli, anuncian en ocasiones a Rousseau27.
Aunque se manifestará claramente católica y contraria a los protestantes también
mostrará su acercamiento a los libertinos eruditos. En este sentido hay que aludir a su
amistad con Théophile de Viau y La Mothe le Vayer, en opinión de Dotoli “l’intellectuel
qui relie mieux le fil rouge de la libre-pensée allant de l’humanisme, à la Renaissance, au
libertinisme du XVIIe s., à la religion naturelle du XVIIIe” 28. A él le legará su biblioteca,
incluyendo la parte que había heredado de Montaigne, quien a su vez la había heredado
de La Boétie. “Ainsi se créait au-delà du temps propre à chacune de ces vies, une école
de pensée, humaniste”29.
Marie de Gournay tomará igualmente parte y de forma activa en las polémicas
literarias de la época. Sus reflexiones obre la literatura, el lenguaje literario o la rima se
recogen fundamentalmente en sus ensayos: Traité sur la poésie30, Sur la Version des
25
Égalité des hommes et des femmes. À la reine, en Marie de Gournay. Fragments d’un discours féminin,
op. cit., p. 112.
26
Oeuvres Complètes, op. cit., pp. 639-652. Escribirá igualmente Adieu de l’ame du Roy y Priere pour
l’Ame du Roy, pp. 653-685.
27
Op. cit., p. 129.
28
Ibid., p. 133. Es interesante el estudio sobre la relación de Marie de Gournay con los libertinos insertada
por Dotoli en su estudio “Montaigne et les libertins via Mlle de Gournay” ya citado, pincipalmente las pp.
127-139, así como el realizado por Michèle Fogel, Marie de Gournay femme savante, Paris, Fayard, 2004,
pp. 259-283.
29
“Marie de Gournay. Y a-t-il une existente après Montaigne ? ”, www.griflionnes.com , p. 2.
30
Oeuvres complètes, op. cit., pp. 237-252.
Poètes antiques, ou des Métaphores31, Des Rymes32, Deffence de la Poesie et du langage
des Poetes. Premier Traicté, Second Traicté y Troisiesme Traicté33.
Defensora de la Pléiade y de Ronsard y su poética, Marie de Gournay se opondrá
a la escuela purista de Malherbe. Abogará por el derecho a no abandonar el viejo
vocabulario. La reducción que se proponía, y que terminará imponiéndose, le parecía un
empobrecimiento innecesario. Insistirá en la importancia de las metáforas y defendió la
rima para el oído frente a los que exigían al mismo tiempo la rima para la vista. Como
decía Élyane Dézon-Jones, Marie de Gournay fue la primera mujer en ocuparse
seriamente de la reflexión e investigación en literatura y teoría literaria 34, e incluso yo
añadiría de la teoría de la traducción.
Marie de Gournay conocía bien el ámbito de la traducción, habiendo realizado
traducciones de Tácito, Salustio, Ovidio, Cicerón y sobre todo de la Eneida y quizá sean
sus traducciones el ámbito menos cuestionado de su amplia producción. A través de la
traducción, como indica Valery Worth-Stylianou, Marie de Gournay parece haber
encontrado un terreno en el que podía conciliar su erudición, su amor por los Ensayos y
por el estilo poético del siglo XVI y la necesidad de distinguirse de muchos de sus
contemporáneos35.
Aunque es prácticamente imposible separar sus reflexiones literarias de las
lingüísticas pues gran parte de las primeras se refieren al lenguaje literario, como se
observa en su Deffence de la poesie et du langage des poetes, publicado en 1619 y 1641 y
que obtuvo un gran éxito, hay que poner de relieve la contribución de Marie de Gournay
a la reflexión lingüística, interviniendo activamente en las polémicas lingüísticas en un
momento en que la lengua estaba en proceso de normalización. Partidaria del “vieux
françois”36 luchó por mantener determinados términos que se pretendían suprimir,
considerados como vulgares, por preservar las hablas populares, por mantener metáforas
del lenguaje poético, así como los diminutivos: Des diminutifs François37. Se la criticó
por obstaculizar la modernización de la lengua pero podemos afirmar por el contrario que
consiguió “salvar” determinados términos.
No se ha estudiado suficientemente su papel capital en la historia de la lengua
francesa. Habrá que esperar a 1909, con la monumental Histoire de la langue française,
de Ferdinant Brunot, para encontrar, como expresa Anna Lia Franchetti, el primer
testimonio –y casi el último– de una seria apreciación de la obra lingüística de Marie de
Gournay. : “Il est certain –escribió Brunot en su tomo tres– que Marie de Gournay
observe qu’elle est informée, et qu’elle ne manque ni de clairvoyance, ni de raison” y
también: “seul adversaire qui ait discuté en détail les prescriptions et les arrêts de
Malherbe”38.
Una buena aproximación a la aportación de Marie de Gournay en los tratados
lingúísticos, incluyendo los de la lengua literaria es la realizada hace escasos años por
Marie-Claire Thomine39. Dicha autora considera como eje central de los tratados
lingüístico-literarios de Marie de Gournay el rechazo a la servidumbre del lenguaje, a
constricciones demasiado estrictas, incluso en el lenguaje de los poetas, abogando por el
31
Ibid., pp. 930-961.
32
Ibid., pp. 1004-1010.
33
Ibid., pp. 1083-1216.
34
Les écritures féminines, op. cit., p. 48.
35
Sobre las traducciones de Marie de Gournay, incluidas las de las citas de los Ensayos, así como sobre su
reflexión teórica en torno a la traducción, remito a Valerie Worth-Stylianou, “Marie de Gournay
traductrice”, en la edición crítica de las Oeuvres Complètes de Gournay, op. cit., pp. 56-79.
36
Ver su estudio Du langage François, ibid., pp. 694-701.
37
Ibid., pp. 1014-1039.
38
En Franchetti, op. cit., p. 71.
39
“Les traités linguistiques”, Oeuvres Complètes, op. cit., pp. 44-55.
contrario por la libertad ce expresión, como su padre espiritual, Montaigne, había puesto
también de manifiesto. Hay que decir por un lado que Marie de Gournay ya dio pruebas
de su perspicacia lingüística al aludir al estilo de Montaigne en el amplio prólogo de la
edición de 1595 de los Ensayos y que por otra parte, como expresa Giovanni Dotoli: “sur
le plan de la bataille pour la langue française, on trouve Mlle de Gournay exactement sur
la même ligne que Théophile de Viau et La Mothe Le Vayer”40.
Marie de Gournay se centrará igualmente sobre los cortesanos a los que criticará
su ignorancia y el peligro por ello de su influencia, sobre la maledicencia, sobre la
temeridad, sobre las falsas devociones, sobre si la venganza es lícita, etc.

Debemos aludir igualmente a las reflexiones que Mme de Gournay realizó en


cuanto a la consideración sobre el sexo femenino, sobre la situación de las mujeres, esa
mitad de la humanidad a la que se le han negado tradicionalmente tantos derechos. Marie
de Gournay no soportará ni entenderá la misoginia que, incluso en ese siglo humanista,
seguía persiguiendo a la mujer, escribiendo, ya cercana a los sesenta años, dos de sus
estudios al respecto: Égalité des hommes et des femmes (1622) y Le grief des dames
(1626), por los que sufrirá en sus propias carnes las burlas de muchos contemporáneos.
Marie de Gournay se lamentará de la injusta manera en que de forma ordinaria se ha
tratado al género femenino41 y reprochará a sus contemporáneos asumir y repetir
opiniones comunes y preconcebidas sin molestarse en analizar si existe algún fundamento
para ello42.
Incluso la crítica posterior ha querido minimizar la importancia de tales opúsculos
aludiendo a que la galería de ejemplos que proporciona por ejemplo la Égalité encubriría
una carencia de argumentos de los que adolecería dicha obra. Es cierto que frente al
menosprecio que se tiene a la mujer, Marie de Gournay recuerda el ejemplo de tantas
mujeres, en la Historia como en las Escrituras, que se han distinguido por sus hechos o
por su capacidad de pensamiento, pero es necesario leer su discurso según la tradición
retórica de su época. La sucesión de ejemplos que en ocasión se le ha criticado frente a
una argumentación más profunda hay que situarla, como el recurso a las autoridades, en
una de las formas, como dice Mathieu-Castellani, de “administración de la prueba” y
como bien muestra dicha autora, presente tanto en los textos femeninos como masculinos
de la época43. Recordemos sin ir más lejos el clásico estudio De claris mulieribus de
Bocaccio. Éste es un topos, además, que encontramos ya igualmente en Christine de
Pizan quien en su muy importante y precursora Cité des dames (1405) aludía a los
talentos de las mujeres del pasado 44. En realidad, como Mathieu-Castellani indica “Le
rôle des figures exemplaires est double: attester l’érudition et le savoir de celle qui les
cite, montrer qu’on connaît les usages de la bonne littérature humaniste, en fournissant

40
Op. cit., p. 29.
41
Cf. Le Grief des dames, en Élyane Dezon-Jones (ed), Marie de Gournay, Fragments d’un discours
féminin, op. cit., p. 129.
42
Cf. Égalité des hommes et des femmes, en ibid., p. 113.
43
Gisèle Mathieu-Castellani nos ofrece un interesante estudio de L’Égalité des hommes et des femmes a
partir de las modalidades del discurso del final de la edad media y época renacentista en “La quenouille ou
la lyre: Marie de Gournay et la cause des femmes”. En Tetel (dir), op. cit., principalmente pp. 195-197 y
208-213.
44
Recordemos que Christine de Pizan osó intervenir en el Debate contra las posiciones de Jean de Meung
en Le roman de la Rose, el primer debate intelectual y literario y en el fondo humanista “avant la lettre”.
Christine de Pizan animará a las mujeres a valerse por si mismas, a instruirse e incluso a aprender
nociones de derecho práctico para gestionar sus propios bienes y saber hacer valer sus derechos.
Remitimos a este respecto a sus obras Chemin de longue estude (1402) y Livre des Trois Vertus (1405).
des exempla à titre d’arguments [...] L’Égalité est donc dans le droit fil de la tradition
rhétorique et de l’argumentation humaniste”45.
Hay que dejar patente que el proyecto de Marie de Gournay pretende simplemente
situar al hombre y la mujer en plano de igualdad. De la misma forma que critica “cette
orgueilleuse préférence que les hommes s’attribuent” 46, a quienes “d’une seule parole
défont la moitié du Monde”47, huirá por su parte de caer en el extremo contrario que
resultaría igualmente injusto: “Quant à moi qui fuis toutes extrémités, je me contente de
les égaler aux hommes”48.
Marie de Gournay reivindica no estar abocada a la “quenouille”. Hilar y tejer eran
las labores femeninas por excelencia, del interior del hogar, por lo tanto de la reclusión,
que garantizaba por otro lado la virtud femenina. Lejos está pues de ser aceptada la
participación en oficios y funciones públicas. Mlle de Gournay se rebela ante la
condición femenina, ante el destino prefigurado a la mujer y se maravilla de que esta falta
de instrucción no haya tenido en la mujer incluso peores consecuencias: “Si donc les
Dames arrivent moins souvent que les hommes aux degrés d’excellence, c’est merveille
que ce défaut de bonne éducation, et même l’affluence de la mauvaise expresse et
professoire ne fasse pis, et qu’elle ne les garde d’y pouvoir arriver du tout”49.
Existirá así, como bien dice Marie de Gournay, menores diferencias entre
hombres y mujeres que entre las mujeres mismas de diferente instrucción o incluso
procedencia. La única diferencia es la de su sexo, y a los únicos fines de la propagación
de la especie. Incluso, con buena dosis de humor, expresará: “il n’est rien plus semblable
au chat sur une fenêtre, que la chatte”50.
Marie de Gournay reivindicará así para las mujeres el derecho a recibir una
formación y a que no se cuestione su pensamiento y su capacidad por el simple hecho de
ser mujer. Incluso reivindicará algo que todavía en nuestro siglo XXI queda por resolver:
la abolición de la ley sálica51. En las primeras líneas de Le grief des dames, Marie de
Gournay escribirá:

Bienheureux es-tu Lecteur, si tu n’es point de ce sexe qu’on interdit de tous les
biens, le privant de la liberté [: ou qu’on interdit encore à peu près de toutes les vertus,]
lui soustrayant les Charges, les Offices et fonctions publiques : en un mot, lui retranchant
le pouvoir, en la modération duquel la plupart des vertus se forment ; afin de lui continuer
pour seule félicité, pour vertus souveraines et seules : l’ignorance, la servitude et la
faculté de faire le sot si ce jeu lui plaît. Bienheureux derechef, qui peux [sic] être sage
sans crime : ta qualité d’homme te concédant, autant qu’on les défend aux femmes, toute
action de haut dessein, tout jugement sublime, et toute parole de spéculation exquise 52.

Consciente de su capacidad, Marie de Gournay osará tomar la palabra y gozará y


sufrirá al mismo tiempo las consecuencias de su posición de escritora. Tras las quejas del

45
Op. cit., p. 212.
46
Égalité..., op. cit., p. 113.
47
Ibid., p. 114.
48
Ibid., p. 113. Más o menos contemporáneas, Marie de Romieu había escrito un Bref discours sur
l’excellence des femmes y Nicole Estienne su Apologie ou défense pour les femmes contra la misoginia
reinante. Debemos recordar igualmente en este contexto a apologistas del sexo femenino, aun desde
diferentes ópticas, como Rabelais, Erasmo, Corneille Agrippa y el gran humanista Juan Luis Vives. Años
después Poullain de la Barre nos dará el profundo y estructurado texto de De l’Égalité des deux sexes
(1673) De l’Éducation des dames pour la conduite de l’esprit dans les sciences et dans les moeurs (1674) y
De l’excellence des hommes contre l’égalité de sexes (1675), que es una prueba mediante el absurdo.
49
Égalité…, op. cit., p. 117.
50
Ibid., p. 121.
51
Cf. Égalité…, ibid., pp. 120-121.
52
Ibid., p. 129.
Grief des dames sentimos las de la mujer-autora, las de Marie Le Jars de Gournay, como
mujer sujeto de la historia y de la escritura; quejas sobre los que “parfois sous des robes
serieuses, on en a connu qui méprisaient absolument les Oeuvres des femmes, sans se
daigner amuser à les lire, pour savoir de quelle étoffe elles sont” 53, quejas contra los que
piensan que de una cabeza de mujer poco juicio pueda extraerse, contra todo aquel que no
viéndose capaz de rebatirla pretende no entrar en el debate bajo el pretexto de no
importunar a una persona de ese sexo, apareciendo no sólo cortés sino victorioso ante el
posible auditorio54, quejas contra aquellos autores que han recibido, sin ningún
merecimiento, salvo el que podría dar “la barba”, la reputación de excelentes autores 55.
Apoyándose en Sócrates, Platón, Plutarco, Séneca o incluso San Basilio y San
Jerónimo contra los que propugnan una diferencia universal y esencial entre los méritos y
facultades de ambos sexos, de Gournay termina el Grief des dames con estas palabras: “il
n’appartient qu’aux plus malhabiles de vivre contents de leur suffisance, regardant celle
d’autrui par dessus l’épaule, et que l’ignorance est mère de la présomption”56.
Al reivindicar el derecho a la escritura y a su dignidad como escritora, Marie de
Gournay osa querer usurpar el ámbito de la intelectualidad y por lo tanto el ámbito
masculino. Naturaleza frente a cultura, pasividad frente a actividad son esas dicotomías
que han pervivido a lo largo de los tiempos y que siglos más tarde denuncia Hélène
Cixous en su importante relectura de la historia de la civilización que ofrece en “Sorties”
de La jeune née57, obra básica de la teoría feminista de los años setenta. Será igualmente
por haber querido usurpar el espacio masculino por lo que -al menos aparentemente-
serán llevadas a la guillotina Manon Roland y Olympe de Gouges, dos autoras a las que
podríamos considerar igualmente grandes humanistas, aun del siglo XVIII, y esta última
no sólo una gran defensora del abolicionismo sino la autora por otra parte de la muy
significativa Déclaration des droits de la femme et de la citoyenne58.
Marie de Gournay poseyó una gran fuerza de carácter y era, sin falsa modestia,
muy consciente de su valía, lo que muchos contemporáneos no pudieron soportar. Aun
con todo Marie de Gournay gozará del reconocimiento de intelectuales y humanistas de
la época de la talla de Juste Lipse o del propio Montaigne, quien era a este respecto un
buen maestro y hubiera sido un buen aliado, como atestigua este fragmento del quinto
capítulo del tercer libro de los Ensayos: “Les femmes n’ont pas tort du tout quand elles
refusent les reigles de vie qui sont introduites au monde, d’autant que ce sont les hommes
qui les ont faictes sans elles”.
Marie de Gournay será la primera autora que conozcamos que pueda en vida ver
recogidas lo que podríamos denominar sus obras completas. En 1626 reúne y publica sus
propios ensayos bajo el título L’Ombre de la Damoiselle de Gournay, y en 1635, su
última obra: Les Advis, ou les Presens de la Demoiselle de Gournay, que es básicamente
una reedición de recopilaciones anteriores a las que incorpora algunos nuevos ensayos.
En 1641 ¡y a los 80 años! propondrá la última edición de sus Advis.
Aun no siendo conocida por un público general Marie de Gournay ocupa un lugar
central en el ámbito intelectual del Renacimiento y primeros años del siglo XVII.
53
Le Grief…, ibid., p. 131.
54
Cf. ibid., 130.
55
Cf. ibid., 132.
56
Ibid., p. 133.
57
Cf. Hélène Cixous – Catherine Clément, La jeune née, Paris, UGE, 1975. Cixous realizará también una
reinterpretación desde una mirada femenina de la historia de la civilización, a través de figuras tales como:
Medusa, Medea, Ariadna, Dido, Clitemnestra, las amazonas, Pentesilea, Elena de Troya o Cleopatra.
58
En cuanto a la importante aportación de estas autoras remito a Ángeles Sirvent Ramos, “La crítica social
y política de Olympe de Gouges y Manon Roland”, en Àngels Santa - Cristina Solé (eds), Texto y
Sociedad en las Letras francesas y francófonas, Publicaciones de la Universidad de Lleida, 2009, pp. 189-
201.
Diremos como conclusión que su gran labor en la edición de los Ensayos de Montaigne
eclipsó su amplia obra personal, sus interesantes reflexiones en torno a los múltiples
temas que suscitaron el interés de la época: morales, políticos, religiosos, lingüísticos y
literarios, y en los que mostró su gran formación y su independencia de criterio, en
definitiva, su talante de intelectual humanista.

(Texto destinado a la publicación: Aullón de Haro (ed.), Teoría del Humanismo, vol. VI,
Madrid, Verbum, 2010, pp. 137-155)

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