Está en la página 1de 2

Pontificia Universidad Javeriana

Facultad de Ciencias Jurídicas


Penal General II
Verónica Duque Hall

Reseña Sentencia 11: Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal, Sentencia
14547 del 2016, Número de Radicación 46604.

El caso analizado se centra en el homicidio de David Cabezas, un joven que fue detenido
injustificadamente la noche del 30 de julio de 2009 por dos agentes policiales en Cali, a pesar de
ser menor de edad e identificarse como tal. Los uniformados lo llevaron contra su voluntad a la
Estación de Policía El Diamante.

En esa estación se encontraba el intendente Landázuri, quien fue informado por los agentes de
que traían a un detenido. Landázuri dio la orden de encerrar al joven Cabezas en una celda,
quedando a cargo de su custodia el agente Tamayo. Tiempo después, Tamayo reportó que
Cabezas se había quitado la vida. No obstante, las investigaciones demostraron que en realidad
había sido agredido físicamente y asfixiado, presuntamente por el mismo Tamayo.

Debido a estos hechos, Landázuri y Tamayo fueron acusados por los delitos de homicidio
agravado y tortura. Se dictó prisión preventiva para Landázuri. Luego del suicidio de Tamayo, la
Fiscalía acusó únicamente a Landázuri como coautor del crimen de homicidio agravado.
Landázuri fue condenado en primera y segunda instancia bajo el argumento de que, al ser el
comandante a cargo, tenía el deber de evitar el deceso de Cabezas.

El núcleo del problema jurídico radicaba en dilucidar si Landázuri, por ostentar el rol de
comandante de guardia, incurrió en una conducta omisiva al no impedir la muerte de Cabezas,
teniendo la capacidad de hacerlo. En otras palabras, la corte debía determinar si Landázuri poseía
una obligación específica de garante sobre la vida de Cabezas que le permitiera atribuirle
responsabilidad por su deceso al no actuar, o si tal exigencia implicaría una responsabilidad
objetiva.

La omisión impropia se configura cuando un sujeto con posición de garante sobre un bien
jurídico no impide la materialización de un resultado lesivo que tenía el deber concreto de evitar
y la capacidad real de hacerlo. Equivale a cometer activamente el delito.

La posición de garante implica que una persona posee un deber jurídico específico de actuar para
proteger un bien jurídico determinado frente a riesgos concretos, deber que emana de relaciones
de protección o custodia reconocidas legalmente. No basta un deber general e indeterminado.

Si bien Landázuri tenía obligaciones generales de protección como comandante en la estación,


esto no necesariamente lo ubicaba en calidad de garante respecto a la vida e integridad de
Cabezas, ya que no tenía la custodia directa del joven ni conocía la situación de peligro
específico que enfrentaba, circunstancias que recaían sobre el agente Tamayo.
La corte argumentó que Landázuri desconocía el riesgo al que estaba expuesto Cabezas y no
podía prever razonablemente lo ocurrido dada la celeridad de los hechos y la distancia física
entre su puesto y la celda donde fue agredido. La obligación directa de proteger a Cabezas
correspondía a Tamayo. Atribuir responsabilidad a Landázuri por su cargo implicaría una
responsabilidad objetiva prohibida por ley, pues la posición de garante requiere un deber y
posibilidad real de acción.

En conclusión, el fallo absolutorio fue acertado, ya que si bien Landázuri tenía deberes generales
de protección, no ostentaba una posición de garante específica sobre Cabezas al desconocer la
situación de riesgo y no tener su custodia personal. Exigirle prevenir algo que ignoraba y no
podía controlar fehacientemente equivaldría a una inadmisible responsabilidad objetiva. La Corte
evaluó correctamente los requisitos de la omisión impropia al absolverlo.

También podría gustarte