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Seminario Nacional

Nuestra Señora de la Asunción


Etapa de la configuración

P. Alex Guantá

MF. III parte


9. La llamada a la conversión

año formativo 2024


0. Introducción.

A partir del tema anterior aprendimos que el pecado es


autoafirmación del hombre y el rechazo de Dios, y de su
voluntad.

Gn. 3,8-10 pone de relieve las consecuencias del deseo


de autoafirmación…

“Oyeron luego el ruido de los pasos de Dios que se


paseaba por el jardín a la hora de la brisa, y el hombre y
su mujer se ocultaron a la vista de Yahvé Dios por entre
los árboles del jardín. Yahvé Dios llamó al hombre y de
dijo: ‘¿Dónde estás?’ Este contesto: ‘Te he oído andar por
el jardín y he tenido y he tenido miedo, porque estoy
desnudo; por eso me he escondido.”
Tres elementos se desprenden de este texto:
Una conciencia - un temor - Una condición

LA CONCIENCIA de haberse equivocado. Hay quebrantado un mandado


pretendiendo ser “como dioses”

UN TEMOR: por primera vez experimentan que la presencia de Dios no


es alegría sino miedo. Dios creador se convierte en Juez “¿Haz comido
acaso del árbol del que te prohibí comer?”

UNA CONDICIÓN: Estamos desnudos = expresión de miseria.

Y como consecuencia se da un triple ruptura:


✓ Una ruptura total para con Dios (se esconde para no ser encontrado-
pero eso es imposible),
✓ Ruptura para con el prójimo (La mujer que me diste…)
✓ Y Ruptura para con la creación (con fatiga sacras de la tierra tu
alimento.
Ante la nueva condición humana provocada por la desobediencia,
Dios ofrece una esperanza de salvación:

Dirigiéndose a la serpiente dice:

“Por haber hecho esto, maldita seas entre todas las


bestias y entre todos los animales del campo. (…)
Enemistad pondré entre ti y la mujer, entre tu linaje y su
linaje, él te pisará la cabeza mientras acechas tu su
calcañar.”

¿Qué se necesita para alcanzar esta salvación?:


Reconocer el propio pecado, arrepentirse y volver a la casa
del padre. (Cf. Lc. 15,11-32)
A este proceso se le llama conversión.
1. La necesidad de la conversión.

El tema del pecado no tiene como finalidad promover la


condena de las personas u ofrecerles una visión apocalíptica
de la vida, sino más bien, el incentivar e invita al creyente
a la CONVERSIÓN = vida de santidad.

Pues, como ya se dijo: la TM es la ciencia que acoge e


interpreta la divina revelación y responde, a la vez a las
exigencias de la razón humana. (VS, 29) o ciencia que tiene
como objetivo explicar la grandeza de la vocación cristiana
(Cf. OT, 16)

Además, según Jn 3,17: “Dios no envió a su hijo al mundo


para condenar al mundo, sino para hacer que el mundo se
salve por Él.
En el contexto anterior:

La conversión, alude al arrepentimiento o cambio de mentalidad del hombre


que ha vivido alejado de Dios y sus mandatos y que decide revisar su vida para
regresar a la casa del Padre. (Cf. Lc. 15, 11-32)

Para ello hay que comprender tres cosas:

1. El ser humano se encuentra en un mundo que vive


bajo el signo de Adán y del pecado.

2. Su alejamiento del pecado será siempre lento y


fatigoso.

3. Y que este proceso, que pasa por el camino de la


virtud, debe llevarlo a la reproducción del modelo
humano revelado por Jesucristo.
1.1. La conversión en la SE.
a. EN EL ANTIGUO TESTAMENTO:

En el AT el concepto de conversión está expresado en dos


términos:

El verbo sûb = que significa volver al recto camino (cambio de


dirección)
Y la raíz nhm = que encierra la idea de arrepentimiento (caer en
la cuenta que…)

Teológicamente hablando, más que un simple cambio u opinión


ambos términos se refieren al hambre fundamental de Dios; al
deseo de volver a Él.

En virtud de esto, la conversión alude al cambio que nace de


la experiencia de culpa y pecado y de la decisión plena de
vivir en relación con Dios. Es un continuo volver al camino
correcto.
Si bien la conversión nace del reconocimiento de culpa, esta no es la
única vía. Esta puede proceder también de la experiencia de Dios.
A esto alude el pequeño credo de Israel de Dt. 26, 5-9

“Mi padre era un arameo errante, que bajó a Egipto y fue


a refugiarse allí, siendo pocos aún; pero en ese país se
hizo una nación grande y poderosa. Los egipcios nos
maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron dura
servidumbre. Llamamos pues a Yahvé, Dios de
nuestros padres, y Yahvé nos escuchó, vio nuestra
humillación, nuestros duros trabajos y nuestra opresión.
Yahvé nos sacó de Egipto con mano firme,
demostrando su poder con señales y milagros que
sembraron el terror. Y nos trajo aquí para darnos esta
tierra que mana leche y miel."
Para Israel, el recuerdo de su encuentro con Yahvé supuso
una verdadera experiencia de conversión: fue un salir de
Egipto para llegar a la tierra prometida. Implicó un profundo
cambio en la perspectiva de su propia existencia.

b. LA CONVERSIÓN EN EL NT

Para el NT convertirse es creer en Jesús (Cf. Mc. 1,15). Es


acoger y aceptar la presencia de Dios en la persona de Jesús
y vivir según su estilo.

Para los evangelios, la conversión es un regalo gratuito que


Dios hace de sí mismo en Cristo. Un don que se ofrece al
pecador.
Aceptar ese don (perdón) implica una orientación total de
la propia vida al fin último y sobrenatural del hombre:
Dios mismo.
c. El acceso a la fe no elimina la necesidad de la conversión permanente

Para Pablo la fe no elimina la necesidad de conversión porque aún


persiste la tensión entre la carne y el espíritu. En Rm. 7, 14-15 dirá:
"Sabemos, en efecto, que la ley es espiritual, mas yo soy de carne, vendido
al poder del pecado. Realmente, mi proceder no lo comprendo; pues no
hago lo que quiero, sino que hago lo que aborrezco.“

Según esto, la conversión exige un discernimiento continuo y


progresivo.

H. Nouwen, explicaba que el discernimiento no consiste en tomar


decisiones, sino en escuchar y responder a esa parte de nosotros
mismos donde nuestros deseos más profundos se alienan con el
deseo de Dios.
Esto implica: una vida de fe y escucha atenta al amor y a la
voluntad de Dios, para que podamos cumplir nuestro vocación
individual y la misión compartida.
Discernir, es una palabra latina que designa la acción de separar o apartar; es la
operación por la cual se distingue intelectualmente entre dos más realidades.
X.Ej. Entre el bien o el mal o la verdad y la mentira.

En la acción de discernir se descubren tres elementos:

 un acto intelectual: el H haciendo uso de su razón puede apreciar la cualidad o


valor de algo o alguien. Desde esta perspectiva, el discernimiento es un
ejercicio de la inteligencia que tiene como objetivo hacer una buena elección
(Cf. PP. Fco. Catequesis 31/Ag/2022)

 Una delimitación de objetos: se refiere a la elección o realidad interna o


externa que será objeto de evaluación.
 Mociones: se llama así al afectos o deseo que impulsa a tomar una decisión
 La consolación: Se llama así al resultado satisfactorio que se obtiene de la
elección.
 Consolación en acto: Se llama así a la alegría que se produce únicamente mientras
la acción elegida perdura. (No es auténtica)
 Consolación post acto: Se llama así a la alegría que se produce no solo después de
elección sino incluso después de que esta ha concluido.
Si la conversión implica discernimiento y el discernimiento exige una vida de fe, la fe
(según el Ap. S. Juan) es la decisión fundamental de optar por Jesús: la obra de Dios
–escribirá- consiste en el crean en quien Él ha envido. (Jn. 6,29)

d. LA CONVERSIÓN EN EL MAGISTERIO:

El CEC introduce el tema de la conversión al hablar del sacramento de


la reconciliación. (Cf. n, 1423)

Si bien el bautismo nos ha regenerado y nos ha hecho “santos e


inmaculados ante Dios” esta nueva condición NO suprimió la fragilidad
y la debilidad de la naturaleza humana, ni la inclinación al pecado
llamada concupiscencia.

A esta lucha continua contra el pecado con miras a la santidad y la vida


eterna a la cual Dios nos llama, llamamos CONVERSIÓN. (CEC, 1426, DS
1545, LG 40)
En la predicación de la Iglesia la llamada a la conversión tiene una doble vertiente.

En primer lugar se dirige a los que todavía no creen en Cristo


ni en su Evangelio. (CEC, 1427)

Para ellos el Bautismo es el lugar principal y fundamental de la


conversión. Por la fe y el bautismo, los regenerados renuncian al
mal y a sus obras, le son perdonados sus pecados y son
introducidos a la vida de nueva en Cristo.

Y, en un segundo momento, la llamada es para los ya


bautizados: (CEC, 1428)

Esta segunda conversión es una tarea ininterrumpida para toda la


Iglesia que “recibe en su seno a los pecadores” y que siendo
“santa” necesita también una purificación constante (Cf. LG, 8)
Esta segunda conversión es al mismo tiempo personal y comunitaria.

En cuanto personal, exige esfuerzo humano (Sal 50) y una


correspondencia a la gracia y el amor misericordioso de Dios (Cf.
1Jn 4,10)

En cuanto comunitaria implica una respuesta positiva al


imperativo divino ¡Arrepiéntete!
Dirigiéndose a la Iglesia de Éfeso dirá:
"Date cuenta, pues, de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a
tu conducta primera.“ (Ap, 2,5.16)

Para que la vocación humana alcance su realización, es


indispensable el papel de la sociedad.
La sociedad debe favorecer un respeto justo a la jerarquía de
los valores y subordinar las dimensiones materiales e
instintivas a las interiores y espirituales.
1.2. La experiencia de la conversión

La conversión es un proceso personal que debe buscar


una expresión social correspondiente. Es auténtica
cuando implica un compromiso con la justicia y la
defensa de la dignidad de todas personas y de toda la
persona.

A la luz de esta afirmación se dice que la experiencia


de conversión se manifiesta en cuatro etapas
concretas:

a. El proceso personal
b. La vida moral
c. La conversión al Pobre
d. La expresión social.
a. El proceso personal

En un continente “católico” como el nuestro el peligro es que el


Evangelio no asuma un rostro claro de comportamiento
concreto, y se dé por hecho que la conversión ya es una realidad.
Para evitarlo es fundamental comprender en sentido del término
conversión.

La palabra conversión se suele usar con tres significados distintos


pero relacionados.
➢ La conversión religiosa hace referencia al paso de una
persona con una fe distinta a la fe cristiana.
➢ La conversión moral que indica el paso de una vida de pecado
a una vida moralmente buena (paso del estado de pecado al
estado de la gracia)
➢ La conversión permanente que hace referencia al proceso
continuo de profundización en la fe y de una mayor coherencia
entre fe y vida. (Cf. GS, 43)
A partir de las tres realidades anteriores, la conversión dice relación a la Opción
fundamental, sea en el sentido de cambio (paso del pecado a la gracia) sea en el
sentido de la mayor consolidación y realización de la OF.

¿Qué es la OF?
Es la decisión de la persona sobre el sentido último y definitivo
de su vida. Es el punto de referencia básico y fundamental de las
decisiones particulares.

En sentido antropológico: es orientar y dirigir la vida a un fin


último.

En sentido cristiano: es la orientación radical hacia uno mismo,


hacia los demás y hacia Dios. Nos hiciste para ti Señor, y nuestro
corazón estará inquieta hasta que no descanse en ti. (S. Agustín)
Desde esta perspectiva, la conversión afecta la intimidad misma de la persona (nace de
los profundo de su ser) y la pasa a través de su comportamiento (decisiones concretas).

Así, la conversion es verdadera cuando se hace realidad en los gestos concretos


(Cf. Mt 7,21 No todo el que diga Señor, Señor…)

b. La vida moral

La vida moral, no puede ser algo yuxtapuesta a la vida de la


fe. Esta necesariamente debe encarnarse a esta.
En palabras de GS, 43 promover “el divorcio entre la fe y la
vida.

En este contexto, La conversión moral implica una apertura


cotidiana de Dios y una búsqueda continua de mayor fidelidad
en la construcción de su reinado sea a nivel persona como
social.
Esta conversión implica una mayor sensibilidad ética frente a las personas y
sus situaciones y un deseo profundo de superar lo deseable de lo posible.

Esta conversión atraviesa varias dimensiones:

➢ La conversión a Dios: consiste en mantener siempre viva la


experiencia de ser amado y perdonado por Dios, y por tanto,
en continuo y profundo agradecimiento.
➢ La conversión a una historia en clave de Salvación:
capacidad de entender la historia personal y social desde la
perspectiva de Dios que implica reconocimiento de nuestro
pecado y su daño y disponerse al arrepentimiento.
➢ La conversión como búsqueda constante de la justicia:
que implica denuncia contra las estructuras, instituciones y
situaciones que impiden la vida digna para todos. (Mt, 5,10)
➢ La conversión a la solidaridad: que exige de todos una vida
austera y solidaria para con los demás. Preocupación por las
necesidades del otro.
En base a estas consideraciones, la conversión más que un hecho puntual, es un
estilo de vida, una actitud que va en búsqueda del bien a partir de una experiencia
de amor.

c. La conversión al Pobre.
En la conferencia de Puebla (1979) los Obispos afirmaban:
“Nos sentimos urgidos a cumplir por todos los medios el imperativo
original de Dios en nuestro continente: una audaz profesión
cristiana y una eficaz promoción de la dignidad humana.”

En América este imperativo se ha denominado Opción preferencial


por los Pobres. Esto implica:
➢ Reconocer que no siempre nos preocupamos por los pobres ni
somos solidarios con ellos. (DP, 1140)
➢ Reconocer que como cristianos no siempre hemos llevado una
vida austera. (DP, 1158)
➢ Reconocer que no hemos sabido descubrir en el rostro sufriente
el rostro del Señor ((Cf, Mt 25)
d. La expresión social

Cuando la conversión persona es auténtica, esta siempre


repercute en e conjunto social.

Cuando se habla de la expresión social de la conversión lo


que se evidencia es que las estructuras sociales depende en
gran medida del cambio de las personas.

En este sentido no habrá cabios estructurales sin un cambio


de mentalidad personal y colectiva que busque y respete la
dignidad humana y el bien común.
2. La conversión y la llamada a la Santidad.

Del arrepentimiento y deseo de corregirse, nace el deseo de


conversión.

La conversión, según se dijo, más que un simple cambio de vida,


es un proceso que pasa por varias etapas: La c. personal, la vida
moral, la c. al pobre y su expresión social.
Cuando este proceso ha dado inicio se dice que la persona ha
comprendido el significado de la vida cristiana e inicia su camino
de santidad. (Mt. 5, 48)

Esto es importante porque OT 16 había dicho: “Aplíquese un


cuidado especial en perfeccionar la teología moral, cuya
exposición …, explique la grandeza de la vocación de los
fieles en Cristo, y la obligación que tienen de producir frutos
… en la caridad.”
a. La Santidad según el Vaticano II

En la Const. Dog. Lumen Gentium el concilio afirmó que en virtud


de su autor la Iglesia es santa (LG, 39) y en virtud de sus
miembros, necesitada de una purificación constante. (LG, 8)

La llamada a la purificación/Santidad es una invitación dirigida a


toda la Iglesia: ““Todos en la Iglesia, pertenezcan a la
jerarquía o sean dirigidos por ella, son llamados a la
santidad, pues, como afirma el apóstol ‘Esta es la voluntad de
Dios, vuestra santificación’” (1Tes 4,3;Ef. 1,4; LG,39)

Según la afirmación anterior, la llamada a la santidad brota de un


imperativo divino pues la “voluntad de Dios es la santificación del
hombre” (Cf. 1Tes 4,3), sin embargo la santidad nace también
como un compromiso bautismal. Siendo así, la santidad es a la
vez un imperativo divino y un compromiso cristiano.
b. Jesús Maestro y modelo de Santidad

Según la SE, Jesús no solo es autor y consumador de la santidad


sino también su promotor. En su predicación enseña: “Sean
perfectos, como su padre celestial es perfecto.” (Mt. 5,48)

La Santidad a la que invita Jesús nace de la fuerza del espíritu


Santo y pasa por el amar a Dios con todo el corazón, con toda el
alma, con toda la mente y con todas la fuerzas y el amar al
prójimo como Cristo amó. (Mc. 12,30; Jn 13,34; 15,12)

¿Cuál es el origen sacramental de este imperativo? El


bautismo
Los seguidores de Cristo, por el bautismo han sido hechos hijos
de Dios y partícipes de la vina naturaleza, y por lo mismo,
santos. En este sentido están llamados a conservar y
perfeccionar en su vida, la santidad que recibieron. (LG, 40)
El CEC, 1213 enseña que el bautismo no solo es el fundamento de toda la vida
cristiana, la puerta a la vida en el espíritu y el acceso a los demás sacramentos.
Sino también, el sacramento que nos libera del pecado, nos hace hijos de Dios,
miembros de Cristo y su iglesia y nos hace partícipes de su misión.

Desde esta perspectiva se dice que los efectos del Bautismo


(CEC nn, 1262, 1274, 1279) son:

 El Bautismo perdona el pecado original (regenera),


perdona todos los pecados personales y la penas debidas
por ella,
 Hace participar de la vida divina mediante la gracia
santificantes y del sacerdocio de Cristo,
 Otorga la virtudes teologales y los dones del Espíritu Santo
 Y, el bautizado queda marcado con un sello indeleble
(carácter) que le constituye en propiedad de cristo.
Aunque el bautismo produce varios efectos en el bautizado, el CEC especifica
también que en el bautizado permanecen ciertas consecuencias del temporales
del pecado, entre ellas la debilidad y la inclinación al pecado o concupiscencia.
(n, 1264)

A pesar de los tropiezos y caídas, todos los fieles, de


cualquier condición o estado de vida, están llamados a
la plenitud de la vida cristiana y a la perfección en
la caridad.

Para alcanzar la perfección los fieles deberán:


 Esforzarse en seguir las huellas de Cristo y
conformarse a su imagen,
 Obedecer la voluntad del Padre,
 Y entregarse al servicio del prójimo para procurar un
nivel de vida más humano.
c. La santidad en los diversos estados (LG, 41)

La constitución subraya en que en la Iglesia no hay más que


una sola santidad y que esta puede cultivarse en cualquier
clase de vida y profesión.

Literalmente el texto escribe: “Cada uno según sus propios


dones y las gracias recibidas, debe caminar sin vacilación
por el camino de la fe, que excita la esperanza y obra por la
caridad.

A los bispos: que cumplan su deber ministerial con santidad


y entusiasmo, con humildad y fortaleza, e inciten con su
ejemplo a la Iglesia a una santidad cada día mayor.
A los sacerdotes: Se destaquen por su amor a Dios y al prójimo, abunden en
toda clase de bienes espirituales, den a todos un testimonio de vivo de Dios,
y ofrezcan oraciones y sacrificios por su pueblo y todo el pueblo de Dios.

A los diáconos: deben conservarse inmunes de todo vicio,


agradar a Dios y ser ejemplo de todo lo bueno ante los
hombres. (1Tm 3,8-10)
A los Esposos y padres cristianos: los invita a ayudarse
mutuamente con un amor fiel, a mantenerse en la gracia
durante toda la vida y a educar a sus hijos en la doctrina
cristiana y en la virtudes evangélicas.

A los que optan por la viudez o el celibato: a ser ejemplo


de consagración a Dios por amor a la Iglesia.
Y a los trabajadores: encontrar en las ocupaciones humanas
su propia perfección y el medio para contribuir con sus
conciudadanos un nivel de vida humano.
3. Los medios para alcanzar la santidad.

LG, 11 afirmó que “todos los fieles, de cualquier condición o


estado, fortalecidos por tantos y tan poderosos medios, son
llamados por Dios, cada uno por su camino, a la perfección
de la santidad con la que el mismo Padre es perfecto.” (LG,
11)

Esta invitación, como ya sabemos no es solo producto de la


reflexión humana, sino sobre todo, deseo imperante de Dios:
“Ustedes pues sean perfectos como su Padre es perfecto” Mt.
5,48; Lv. 11,44)

Como imperativo, la santidad no es opción sino una


“obligación” que nace del ser discípulo/cristiano.
Para que el imperativo pueda cumplirse y alcanzarse, la Iglesia pone a nuestra
disposición los medios necesarios.

Estos son:

1. El discernimiento

2. Las virtudes

2.1. Virtudes humanas

2.2. Virtudes teologales

3. Los dones y frutos del Espíritu Santo

4. Los mandamientos de la Ley de Dios

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