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Síntesis del Prólogo de la Regla de san Benito

Materia: Vida Monástica y Pastoral


Nov. Marvin Josué Murcia López

…la doctrina espiritual de san Benito


es siempre actual y eficaz
para los que hemos aceptado su Regla
como norma para regresar a Dios
por el camino de la obediencia y de la cruz,
que Cristo mismo fue el primero en recorrer.

Dom Gabriel Ma Brasó


1912 - 1978

Escucha
El Prólogo de la Regla de san Benito (RB) inicia sin vacilaciones con una invitación
concreta y elemental, una disposición fundamental para toda la vida benedictina: Escucha.
Toda la vida del monje consistirá en aprender a escuchar, en hacer vida el mandamiento
que desde el principio había sido dado al pueblo elegido: Shemá, Israel (cfr. Dt, 6).
Y ¿qué es los que se nos invita a escuchar? Las enseñanzas de la RB basadas en el
Evangelio y la atención cosas importantes de la vida. Por eso la RB desarrolla sus enseñanzas
desde la sencillez de la vida concreta, nos desde elucubraciones teológicas difíciles de
comprender.
Sin embargo, esta escucha debe de hacerse con el oído del corazón. Esta actitud hace
referencia a la profundidad en que se desarrolla esta escucha. No siempre se acostumbra a
escuchar con el corazón, tanto por los ruidos que impiden que el oído del corazón se aguce
como por la tendencia a una oída superficial que no llega a la interiorización de lo
escuchado. La interiorización a la que nos invita san Benito en su Regla es para alcanzar una
vida consciente y vivir una espiritualidad basada en el equilibrio en todas las cosas.
De esa manera, es posible situarse en la realidad, estar conscientes de lo que somos
y de lo que hacemos. Eso permite que el monje aprenda a escuchar lo que Dios quiere en
una situación determinada, tanto para su persona como para la comunidad en la que vive.

Exhortación de un padre amoroso


La RB es portadora de la invitación viene de alguien que nos ama y que quiere que
alcancemos la vida verdadera. Por ello, está abierta para quien sea, para quien quiera seguir
a Cristo el verdadero rey (cfr. Prólogo, 3). Lo fundamental es estar dispuestos a emprender
el gran retorno a Dios por el camino de la obediencia (Colombás, 1979).
De esa manera, san Benito nos hace una llamada a lo trascendente, reconociendo
que más allá de la realidad terrenal en que nos encontramos, estamos en camino hacia la
Presencia plena y eterna de Dios.
La vida en el monasterio, el gran retorno a Dios, consiste precisamente en hacer de
la búsqueda de Dios la urgencia primera y perenne de nuestra existencia. Es una manera de
dar una respuesta al Dios que nos amó primero (cfr. 1 Juan, 4, 19).
San Benito reconoce que muchas veces andamos por la vida como dormidos o
inconscientes, y no atendemos a la urgencia de la invitación del Señor. Por eso nos invita a
levantarnos ya del sueño para salir de la modorra espiritual. Nos recuerda que la Escritura
nos espabila para despertar y avivar en nosotros el deseo de servir al Señor. Y para
indicarnos que es una urgencia permanente que ya no debemos posponer más, utiliza la
exhortación del salmo 94, el invitatorio por excelencia: “Si oyen hoy su voz, no endurezcan
sus corazones”. Sin embargo, muchas veces seguimos posponiendo nuestra respuesta y
pareciera que le decimos al Señor “¿Hoy, Dios mío? ¡Lo que me pides que abandones es tan
interesante! ¿y si lo dejamos para mañana?” (Delatte, 2007, p. 37). Y así vamos
retrasándonos y dejando que los vicios sigan enraizándose en nuestra vida: “Y nuestra mala
costumbre se afianza, pues todo acto deja en nosotros su huella, y día a día vamos
perdiendo fuerzas. ¿No será más difícil mañana la conversión?” (Ibid.). Por eso es necesario
que la escucha sea hoy, para comenzar inmediatamente a recorrer el camino de la
conversión a Dios, porque nadie dispone de un mañana seguro.

Un camino espiritual hacia la Paz


Al emprender el camino de la espiritualidad benedictina, emprendemos también un
modo de estar en el mundo, que consiste en la apertura a Dios y a los demás. De esa manera
la invitación de Dios se va concretizando en nuestras vidas para que podamos obrar según
su voluntad.
Es muy importante reconocer que la vida espiritual nunca debe desatender las dos
dimensiones de la caridad cristiana: el amor a Dios y el amor a los hermanos. Por ello, san
Benito, volviendo a uno de los salmos, nos invita a apartarnos del mal, a guardar nuestros
labios de la falsedad; y en positivo, a obrar el bien, buscar la paz y seguirla (cfr. Sal. 33, 14-
15). Es de esa manera como concretizamos el mensaje del Evangelio. No podemos
quedarnos en un espiritualismo vacío. Es por eso que la espiritualidad benedictina está
orientada la búsqueda de Dios y a obrar en bien de los hermanos, lo cual está sintetizado
en el lema benedictino por excelencia: PAZ. Por lo tanto, los monjes están llamados a ser
portadores de paz, a ser pacificadores pacíficos, portadores también de un mensaje de no-
violencia (Buezo, s.f.). Es necesario recordar esto porque muchas veces se busca la paz o la
armonía en una comunidad o en un pueblo, por medio de la violencia para imponer una
supuesta justicia, que no es más que una dominación hegemónica y una sumisión por temor
a la opresión y el castigo.
El mensaje de paz de la espiritualidad benedictina contiene y propone también las
virtudes de la justicia, la honestidad y compasión como características del morar con Dios.
San Benito no propone una santidad basada en el cumplimiento de prácticas
ascéticas inhumanas, porque la salvación no viene por los méritos propios sino más bien
por la misericordia y la gracia de Dios que exige una respuesta, una vida en santidad, sin
conformismos espiritualistas, “se necesitan obras, hay que caminar sin parar, hay que
correr” (Delatte, p.43).
Sin embargo, es necesario recordar que las buenas obras que realizamos son para
glorificar al Señor no para glorificarnos o autocanonizarnos. La gracia de Dios viene en
nuestra ayuda para llevar a término toda buena obra que hallamos encomendado en
oración al Señor.

Presencia de Dios
Otro elemento constitutivo que nos enseña san Benito en el Prólogo y en toda la RB,
es la consciencia de Presencia de Dios, por que “Dios es como el aire que respiramos” (s.f).
Por ello, lo que sencilla y laboriosamente debemos aprender es a estar conscientes de la
Presencia siempre presente de Dios.
Esta consciencia de la Presencia de Dios también debe llevarnos a reflexionar sobre
la brevedad de nuestra vida en este mundo. San Benito considera que el tiempo que vivimos
en este mundo, sea corto o relativamente prolongado, es un tiempo de tregua, un tiempo
que avanza y pasa sobre nosotros. Por eso también debemos aprender a darnos cuenta de
la fugacidad de nuestros días y de la importancia de enmendarnos de nuestra vida pasada,
de nuestra desobediencia para ser constantes en nuestra conversión a Dios.
En este mundo hay muchas cosas que pueden embotar nuestros sentidos, y
podríamos llegar a conformarnos con ellas… Por eso, debemos pedir al Señor el don de la
clarividencia para reconocer que es el mismo Dios da quien el verdadero sentido a la
existencia, no las cosas pasajeras de este mundo.
Y ante las situaciones difíciles, ante nuestras faltas y pecados, no debemos
quedarnos estancados, porque Dios siempre está cerca de los pecadores y no quiere la
muerte del pecador, sino que se convierta y viva (cfr. Ez.33,11).

Escuela del Servicio Divino


Finalmente, san Benito define el sentido lo que quiere que el monasterio sea: una
escuela del servicio divino (RB, Prólogo, 45). En ella aprenderemos durante nuestra
existencia la disciplina para hacer realidad una vida espiritual vivida en comunidad. Por ello,
Dom Delatte (2007), siguiendo lo que san Benito pide, define la vida monástica como “la
escuela del servicio divino, la escuela donde se aprende a servir al Señor, donde uno se
ejercita sin cesar en un noviciado que durará toda la vida” (p. 53).
Comprender el Prólogo…
La importancia del Prólogo de la RB es fundamental para la comprensión de toda la
espiritualidad benedictina. Por ello, como hemos afirmado durante las clases, podemos
decir que comprender el Prólogo, es comprender toda la Regla, debido a que en el Prólogo
están las bases de toda la doctrina espiritual que san Benito desarrollará en los 73 capítulos
de la RB.
Precisamente en el Prólogo están contenidas las enseñanzas permanentes que han
permitido que la RB siga trascendiendo las épocas y las culturas, y siga siendo posible poder
vivirla en nuestros días.
Personalmente, podría resumir el mensaje del Prólogo de la siguiente manera:

Es una invitación a la escucha de la voz de Dios para ser obedientes a sus


mandamientos y estar al servicio de los hermanos; para enmendarnos de nuestra vida
pasada y aprovechar cada momento de nuestra existencia para volver a Dios,
aprendiendo a ser conscientes de su Presencia y así alcanzar la Paz en nuestro corazón y
construirla en la convivencia con los demás.

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