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Entre los años 1560 y 1570 fue fundada la Villa de Esquipulas por los españoles quienes comenzaron a
convivir con los Chortís, habitantes del lugar. El trabajo de los misioneros en estas tierras fue dando
poco a poco su fruto, luego de tantos esfuerzos fue creciendo la cristiandad, aumentaron los bautismos y
el amor a la nueva religión. Por esos años los habitantes del lugar decidieron mandar a esculpir una
imagen de Jesús Crucificado de quien tanto les habían hablado sus evangelizadores. En el año 1594 la
cosecha de algodón fue muy grande y lograron reunir una buena cantidad de dinero para poder lograr sus
deseos de tener una imagen de Jesús. Buscaron el apoyo necesario con las autoridades eclesiásticas y es
así como el Provisor del Obispado de Guatemala, Don Cristóbal de Morales hace un contrato con el
escultor de origen portugués Quirio Cataño, residente en la Ciudad de Santiago de Guatemala, antigua
capital del Reino de Guatemala, quien se compromete a efectuar el trabajo que le ofrecen.
A lo largo de la historia han existido diversas leyendas y teorías sobre el origen de la imagen
del Milagroso Señor de Esquipulas, dado que durante los primeros años no se conocía quién había
sido el autor de la misma, de hecho, el contrato realizado con Quirio Cataño quedó en el olvido, es
más fue extraviado, seguramente nadie dimensionaba la magnitud que con el correr de los años iba
a tener dicho documento que certificaba la autoría del milagroso crucifijo. Fue hasta el año 1685
durante los preparativos para la visita pastoral que realizaría por el oriente de Guatemala el Obispo Fray
Andrés de las Navas y Quevedo que accidentalmente fue encontrado, en muy mal estado, dicho
documento entre varios recibos colocados en un libro de bautismos en la Parroquia de San Francisco de
Asís, Quezaltepeque. El mismo Obispo mandará sacar una copia con la intención de resguardarla en los
archivos de Esquipulas para la posteridad dado que se dirigía precisamente para dicha población con la
intención de celebrar los oficios propios de la Semana Santa.1
El siguiente es el texto del contrato efectuado entre el Provisor y Vicario General del Obispado de
Guatemala y el escultor Quirio Cataño:
1
El texto de AUTO refiere en una de sus partes y haciendo referencia al hallazgo del Padre Correa dice lo siguiente: “….
Halló un Instrumento que parece fue Concierto de la hechura de el Santísimo Crucifijo que está en la Iglesia y Santuario de
dicho pueblo firmado por Quirio Cataño, oficial de escultor y Cristóbal de Morales, Provisor y Vicario General de este
Obispado, de fecha 29 de agosto de 1594 y con el transcurso del tiempo el dicho instrumento está maltratado y comido en
partes. Por tanto y para que en todo tiempo conste lo referido y haya razón individual en ello mandaba y mandó se saque al
pie de este auto y se escriba en el libro de Bautismos de esta parroquia, un tanto de el dicho Instrumento de Concierto de
forma y manera que haga fe”
1
En la Ciudad de Santiago de Guatemala, a los veintinueve días del mes de agosto del año
mil quinientos noventa y cuatro, Cristóbal de Morales, Provisor de este Obispado,
concertó con Quirio Cataño, oficial de escultor, que haga para el Pueblo de Esquipulas
un Crucifijo de vara y media, muy bien acabado y perfeccionado, que lo debe dar
acabado el día de San Francisco, primero que viene, y se han de dar por él cien tostones
de cuatro reales de plata cada uno; y para en cuenta de los dichos cien tostones confesó
haber recibido adelantados cincuenta tostones de los cuales recibió realmente y el se
obligó a cumplirlo, y para ello obligó su persona y bienes y lo firmó de su nombre y el
dicho Provisor. –Cristóbal de Morales - Quirio Cataño.2
La vida del pequeño pueblo de Esquipulas era sencilla y tranquila al igual que en los pueblos
vecinos, sin embargo, los pobladores de este lugar sentían una gran protección al tener con ellos, por fin,
la presencia divina que los cuidaba y asistía en sus necesidades. Y sucedió que un día, perdido en el
tiempo y la distancia, ocurrió el primer milagro de una serie incontable que sucederían y darían
renombre a Esquipulas y, en ella, a su hermoso Cristo Crucificado.
Así comenzó la historia de las famosas romerías3 o peregrinaciones a Esquipulas que han
quedado profundamente grabadas en la historia de Guatemala y América Latina, tanto sus cánticos y
alabados, como en novenas, altares, penitencias, conversiones, etc. Historias de grandes viajes pasando
por incontables peligros y vicisitudes, en medio de pobrezas y abandono, tristezas y desencantos, han
dado origen a la búsqueda de Dios, en la imagen de Cristo Crucificado, como fuente de paz y consuelo,
meta final de toda iniciativa humana que desea y anhela un encuentro significativo que deje huella en su
vida transformando su existencia y satisfaciendo sus ansias más preciadas. Esto lo encontramos
reflejado, por ejemplo, en aquella hermosa poesía hecha canción compuesta por el “Cantor del Paisaje”
don José Ernesto Monzón4 llamada “El Milagroso Señor de Esquipulas” que nos expresa así lo que
2 Muñoz, Miguel: Noticia Verdadera de la Imagen que se venera en la Basílica de Esquipulas. Esquipulas 1827. pag 6-7
3
Romería: viaje espiritual o peregrinación que se hacía hacia la Ciudad de Roma, al caminante se le llama “romero” porque
va a Roma. De ahí se trasladó su uso a todo lugar de peregrinación en cualquier lugar del mundo.
4
Compositor guatemalteco nacido en Todos Santos Cuchumatanes, Huehuetenango, el 31 de diciembre de 1917; contador,
cronista deportivo y compositor, su dedicación a la composición musical la ha desarrollado como un entretenimiento y ha
tenido una gran producción en la que ha cantado a la belleza, a la patria y muy especialmente a diferentes lugares, tanto
guatemaltecos como de tres países centroamericanos y mexicanos, por lo que se le ha llamado "El cantor del paisaje".
Muchas de sus canciones han sido grabadas en Estados Unidos, Centro América, México y Colombia. De sus obras
musicales podemos citar algunas que han sido grabadas por diferentes casas productoras de discos como: "El día de tu santo";
2
significa desde tiempos inmemoriales un viaje a Esquipulas: “he venido de tierras lejanas a adorar al
Señor de Esquipulas…. Toda mi alma te vengo a entregar, no te olvides mi patria y mis padres, no
abandones mis hijos Señor…. Toma en cuenta que traigo de lejos mis plegarias con todo fervor…
Milagroso Señor de Esquipulas por doquiera regad bendición”.
Poco a poco la pequeña Ermita que daba cobijo al Milagroso Crucifijo se fue haciendo cada vez
más insuficiente para poder recibir las peregrinaciones que llegaban a Esquipulas, especialmente en las
fiestas de enero. Fue así que se tomó la decisión de construir un templo más adecuado y digno que
pudiera servir adecuadamente para atender las necesidades espirituales de los devotos y romeristas.
La imagen del Santo Crucifijo fue traslada a su nuevo altar en la recién construida iglesia donde
estuvo recibiendo con los brazos abiertos a miles de peregrinos que seguían llegando buscando la
presencia y la bendición del Señor. El mismo Cronista Fuentes y Guzmán nos cuenta que “la frecuencia
de los romeros y copia de los dones a la veneración del Santo Cristo de Esquipulas es grande, porque
la muchedumbre de los milagros de esta santísima imagen fervoriza e inflama los corazones fieles de
las provincias más distantes7”.
En cuanto a los milagros, cada vez mayores, se afirma también que “es tradición constante que
en su Templo reciben vista los ciegos, hablan los mudos, movimiento los tullidos y salud todo género de
"Milagroso Señor de Esquipulas"; "La Sanjuanerita"; "La Tortillera Mixqueña"; "El Campesino"; "El Labrador"; "El
Chimalteco"; "Soy de Zacapa"; "Volcan de Pacaya"; "Livingston", etc., etc. Falleció el 24 de septiembre de 2003.
5
González de Flores, Aura Rosa: Restauración en Esquipulas, Instituto de Antropología e Historia, Guatemala 1998, pag 8
6
De Fuentes y Guzmán, Francisco: Recordación Florida. t. II. Biblioteca Goathemala de la Sociedad de Geografía e
Historia de Guatemala, 1932, pag 198
7
Id.
8
Juarros, op. Cit. Pag 431
3
enfermos. Tan grande multitud de prodigios, obrados en beneficio de los que devotos rinden reverentes
cultos a esta milagrosa Imagen, ha sido la causa del extraordinario concurso de gentes que vienen en
tropas a asistir a la fiesta principal de este Santuario, el día 15 de enero, que se asegura llegarán a cien
mil las personas que se juntarán dicho día en el Pueblo de Esquipulas, esta veneración se tiene en todo
el Reino9”.
Fue así que Fray Pedro Pardo de Figueroa comenzó con todo el ardor de su corazón la
construcción de lo que sería su obra cumbre: el Santuario del Santo Cristo de Esquipulas. Los trabajos
de construcción comenzaron luego de la aprobación de los planos respectivos10 que fueron presentados
por el Arquitecto Felipe Porres, hijo del insigne Diego de Porres que tan huella dejaron en la Ciudad
Colonial de Antigua Guatemala. La construcción debió haber empezado entre el año 1740 y 1741 y para
ello destinó el Obispo los bienes necesarios del Obispado y se hicieron colectas en todo el Reino de
Guatemala. El lugar escogido para la construcción del nuevo Santuario fue la planicie donde decían los
antepasados floreció un día el algodón que hizo posible con su venta la hechura del Milagroso Señor de
Esquipulas.
Se encontraba un día Fray Pedro Pardo de Figueroa en visita por Esquipulas supervisando los
trabajos de construcción del Santuario cuando le llegó una gran noticia: el 16 de diciembre de 1743 Su
Santidad el Papa Benedicto XIV ha elevado a la Diócesis de Santiago de Guatemala al rango de
Arquidiócesis y él ha sido nombrado como Primer Arzobispo de Santiago de Guatemala.
9
Id. Pag 432-433
10
En el año 1944 se bendijo en la Plaza de la Basílica un monumento que evoca la figura del Primer Arzobispo de Guatemala
y en un alto relieve se contempla el momento de la presentación de los diseños del nuevo Santuario a Fray Pedro Pardo de
Figueroa. Este monumento conmemoraba los 200 años de existencia del Arzobispado de Guatemala.
4
del nuevo Santuario. La vida pastoral del arzobispo se desarrolló con “acierto, discreción y vigilancia
hasta el día 2 de febrero de 1751 que murió en el pueblo de Esquipulas. Su cuerpo se depositó en la
Iglesia Parroquial, y concluido el magnífico templo del Santo Cristo, se trasladó a él y se sepultó al pie
del altar mayor11.” De hecho, el mismo Fray Pedro Pardo de Figueroa había pedido ser enterrado a los
pies de su amado “Cristo de Esquipulas” y así no separarse luego de su muerte de aquella bendita imagen
a la que en vida demostró tanto amor y veneración. Sus restos mortales fueron trasladados
solemnemente al nuevo Santuario el 18 de enero de 1759.
“el mismo día 4 se sacó la imagen de su trono, la lavó y limpió del polvo el Ilustrísimo y
Reverendísimo Fray Joseph de Montezuma Obispo de Chiapas, desclavándolo de la cruz, la que
igualmente se limpió, y puso con la mayor pureza, lo mismo con la corona, y demás alhajas, que
tiene la imagen, y concluido todo se volvió a poner en la Cruz, y colocar en andas, donde estuvo
hasta el día 6 festividad de los Santos Reyes: cuando se hacían estas diligencias, estaba la iglesia
llena de gente, con un fervor, y devoción inexplicable, como se comprendía de los sollozos, y
lágrimas de toda la concurrencia: la Sra. Presidenta Doña Francisca Sancho, era la depositaria
de todas la alhajas, para que no padeciesen extravío, tomando a su cargo con otras Señoras
limpiarlas como lo hicieron con especialísimo gusto y ternura.13”
11
Juarros y Montúfar, Domingo: “Compendio de la Historia de la Ciudad de Guatemala”. Guatemala 1999, pag. 234.
12
Según parece la falta de provisiones necesarias se debe a que no se encontraron “reliquias de santos o mártires” para
consagrar dicho lugar, siguiendo las normas litúrgicas de dedicación de Lugares Sagrados y Altares.
13
Crónica de la Bendición del nuevo Santuario de Esquipulas escrita por el presidente de la Real Audiencia de Guatemala don
Alonso de Arcos y Moreno, enero 1759.
5
Imagen sesenta sacerdotes seculares revestidos de hermosos ornamentos, todo ello acompañado de
himnos, cánticos, incienso y la presencia de las máximas autoridades del Reino de Guatemala, entre las
que destaca el Presidente de la Real Audiencia Mariscal de Campo Don Alonso de Arcos y Moreno, con
los Señores Oidores don Juan Antonio Velarde, don Juan González Bustillo, el Fiscal don Felipe de la
Romana y el Alguacil mayor don José Barroeta y junto a ellos una multitud de aproximadamente catorce
mil personas, muchos de ellos peregrinos y romeristas llegados de todos los confines del Reino de
Guatemala.
En el trayecto se había elaborado artísticamente cuatro altares magníficos para los descansos de la
procesión. Los altares corrieron por cuenta de los Padres Eduardo Velasco, Cura de Jocotán, el segundo
José Acosta, Cura de Tejutla, el tercero por Carlos de Villagrán, Cura de Jutiapa y el cuarto y último por
Jacinto Lobato, Cura de Santa Catarina Mita. Cuenta el presidente de la Real Audiencia que “todos los
altares formaron, un conjunto tan prodigioso, que parece que el arte se excedió, y la aplicación de los
devotísimos Curas se inflamó, y llenó de su amor la Divina providencia para los gastos y prolijo
trabajo”.
Los días 15, 16 y 17 de enero fueron concedidos como “días de Jubileo para el Santuario” por lo
cual los padres Montúfar y Vallejo se ofrecieron a seguir con las predicaciones por la mañana y por la
tarde con total admiración de los concurrentes. Las festividades concluyeron con el solemne traslado de
los restos mortales de Fray Pedro Pardo de Figueroa a su morada terrenal definitiva a los pies del
Santo Cristo de Esquipulas el día 18 de enero.
Diversas crónicas de la época comentan dos milagros adicionales obrados por el Señor de
Esquipulas. Uno de ellos es que, a pesar de la muchedumbre reunida para las fiestas, que sobrepasaba
las catorce mil personas, no hubo problema ni con el hospedaje ni la comida para la multitud que estuvo
por más de una semana en Esquipulas. También se hace referencia al clima paradisíaco que se
experimentó esos días, aún sabiendo de las condiciones climáticas propias de esas fechas en Esquipulas.
14
Id.
6
Si a lo anterior se juntan los beneficios espirituales experimentados en las celebraciones
litúrgicas, las indulgencias concedidas, los privilegios para los sacerdotes confesores de absolver todo
tipo de pecado y las bondades del párroco Juan Antonio Gallardo y del Alcalde Mayor Rafael de
Benavides parecía, en expresión del presidente de la Real Audiencia: “que estábamos viviendo
prácticamente en un cielo abreviado”.