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La valoración moral de un acto

Consignas:
Para leer, analizar y discutir:
"Tengo un alumno que vive en el seno de una familia violenta, donde es
agredido y ridiculizado permanentemente. Frente a los fracasos escolares, el
padre suele ponerse particularmente agresivo. En 2019 cuando se quedó de
grado, el niño casi termina en el hospital. En 2020 y lo que va de 2021, se
conectó a clases muy esporádicamente y su rendimiento también es muy pobre.
Hace 15 días vino su padre para preguntar por el desempeño de su hijo y decidí
mentirle para salvaguardar la integridad del niño", (Testimonio de una maestra
de 5to, grado)

*Analiza con tu grupo el caso propuesto con los aportes teóricos sobre el acto
moral, y luego responde: ¿qué elementos deberíamos considerar para evaluar
moralmente la acción de la maestra?
*Identifica fines y medios, motivos y consecuencias.
*Analiza si la decisión se toma con libertad o hay presiones y
condicionamientos.
*Estima el peso de dichos condicionamientos

Resolución:
Estructura del acto moral
La moral se da en un doble plano: el normativo (encontramos normas y
principios que tienden a regular la conducta humana) y el fáctico (conjunto de
actos humanos que se ajustan a ellos, cumpliendo así su exigencia de
realización).
Al hablar de acto moral, hablamos de un acto que se encuentra siempre
sujeto a la sanción de los demás; es decir, susceptible de aprobación o
condena, de acuerdo con normas comúnmente aceptadas. Sin embargo, no
todos los actos humanos pueden recibir semejante calificación; si se trata de un
acto cuya realización no pudo ser evitada o cuyas consecuencias no podían ser
previstas, no puede ser calificado desde el punto de vista moral.
Respecto de la estructura del acto propiamente moral, podemos estacar,
en primer lugar, el motivo del acto moral, es decir, aquello que impulsa a actuar
o a perseguir determinado fin. Un mismo acto puede realizarse por diferentes
motivos, y, a su vez, el mismo motivo puede impulsar a realizar actos distintos
con diferentes fines.
Si el sujeto reconoce el motivo de su acción, decimos que tiene un
carácter consciente. Pero no siempre muestra ese carácter. La persona que es
impulsada a actuar por fuertes pasiones, por impulsos incontenibles o por
rasgos negativos de su carácter, no es consciente de los motivos de su
conducta. Esta motivación inconsciente no permite calificar al acto estimulado
por ella como propiamente moral. Los motivos inconscientes de la conducta
humana deben ser tenidos en cuenta, pero no para determinar el carácter moral
de un acto, sino para comprender que justamente porque el acto obedece a
motivos inconscientes, irracionales, escapa de la esfera moral y no puede ser
objeto de aprobación o desaprobación. Por ende, el motivo NO basta para
atribuir al acto un significado moral, ya que el agente no siempre puede
reconocerlo claramente.
Otro aspecto fundamental del acto moral es la conciencia del fin que se
persigue. Toda acción humana exige cierta consciencia de un fin, o anticipación
ideal del resultado que se pretende alcanzar. En el acto moral no sólo se
anticipa idealmente, como fin, un resultado, sino que además está la decisión de
alcanzar efectivamente el resultado que dicho fin prefigura o anticipa. La
conciencia del fin y la decisión de alcanzarlo, dan al acto moral el carácter de
acto voluntario. Y, por eta voluntariedad, el acto moral se distingue radicalmente
de otros que se dan al margen de la conciencia, como lo son los actos
fisiológicos o los psíquicos automáticos, los cuales se producen en el individuo
sin su intervención o control. Dichos actos no responden a un fin trazado por la
conciencia ni a una decisión de realizarlos; y por ello, son inconscientes e
involuntarios y, consecuentemente, no son morales.
El acto moral implica la conciencia de un fin, así como la decisión de
realizarlo. Pero esta decisión presupone a su vez, la elección entre varios fines
posibles. La pluralidad de fines en el acto moral exige: - elección de un fin entre
otros, y – decisión de realizar el fin escogido.
El acto moral no se cumple sólo con la decisión tomada; es preciso llegar
al resultado efectivo. Si decido plasmar cierto fin y no doy los pasos necesarios
para ello, el fin no se cumple y, por lo tanto, el acto moral no se produce. El
paso siguiente, es la conciencia de los medios para realizar el fin escogido y el
empleo de ellos para alcanzar el resultado querido.
El empleo de los medios adecuados no puede entenderse en el sentido
de que todos los medios sean buenos para alcanzar un fin o que el fin justifique
los medios. Un fin elevado no justifica el uso de los medios más bajos
(calumnia, tortura, soborno, etc.). Pero, por otro lado, la relación entre fines y
medios no puede ser considerada abstractamente, al margen de la situación
concreta en que se da, pues de otro modo se caería en un moralismo abstracto.
Dijimos que el acto oral se consuma en el resultado; pero, como hecho
real, tiene que ser puesto en relación con la norma que aplica y que forma parte
del “código moral” de la comunidad correspondiente.
El acto moral supone un sujeto real dotado de conciencia moral. Dicha
conciencia es, por un lado, conciencia del fin que se persigue, de los medios
adecuados para realizarlo y del resultado posible, pero a la vez, decisión de
cumplir el fin escogido.
El acto moral se presenta asimismo con un aspecto subjetivo, apero, a la
vez, muestra un lado objetivo que trasciende a la conciencia. Por ello, la
naturaleza moral del acto no puede reducirse exclusivamente a su lado
subjetivo; tampoco su significado sólo puede encontrarse en los motivos que
impulsan a actuar. A veces, el centro de gravedad del acto moral se desplaza a
la intención con que se realiza o al fin que se persigue, con independencia de
los resultados obtenidos y de las consecuencias que nuestro acto tenga para los
demás. Esta concepción subjetivista o intencionalita del acto, se desentiende de
sus resultados y consecuencias. La experiencia histórica y la vida cotidiana
están llenas de resultados que fueron alcanzados con las mejores intenciones, y
con los medios más objetables. Las intenciones no pueden salvarse moralmente
en esos casos. El agente moral ha de responder no sólo de lo que proyecta sino
también de los medios empleados y de los resultados obtenidos. No todos los
medios son buenos moralmente para alcanzar un resultado.
Por otro lado, el acto moral tiene un carácter social, no es algo que
competa exclusivamente al agente, sino que afecta o tiene consecuencias para
otro.
En síntesis: el acto moral es una totalidad o unidad indisoluble de
diversos aspectos o elementos: motivo, fin, medios, resultados y consecuencias
objetivas. El acto moral no puede ser reducido a uno de sus elementos, sino que
está en todos ellos, en su unidad y relaciones mutuas. Los medios no pueden
ser considerados al margen de los fines, ni los resultados y las consecuencias
objetivas del acto moral como así tampoco pueden ser aislados de la intención.
Finalmente, el acto moral, como acto de un sujeto real que pertenece a
una comunidad humana, históricamente determinada, no puede ser calificado
sino en relación con el código moral que rige en ella. El acto moral se presenta
como una totalidad de elementos en unidad indisoluble.

Análisis del caso propuesto:


En relación al caso propuesto y considerando los aportes teóricos sobre
el acto moral, consideramos que son seis los elementos para evaluar
moralmente la acción de la maestra. En primer lugar, el motivo del acto moral,
es decir, aquello que impulsa a la docente a actuar o a perseguir determinado
fin. Un mismo acto puede realizarse por diferentes motivos, y, a su vez, el
mismo motivo puede impulsar a realizar actos distintos con diferentes fines. Otro
aspecto fundamental del acto moral es la conciencia del fin que se persigue.
Toda acción humana, en este caso la acción de la docente, exige cierta
consciencia de un fin, o anticipación ideal del resultado que se pretende
alcanzar. En el acto moral no sólo se anticipa idealmente, como fin, un
resultado, sino que además está la decisión de alcanzar efectivamente el
resultado que dicho fin prefigura o anticipa. La conciencia del fin y la decisión de
alcanzarlo, dan al acto moral el carácter de acto voluntario. El paso siguiente, es
la conciencia de los medios para realizar el fin escogido y el empleo de ellos
para alcanzar el resultado querido, pero la relación entre fines y medios no
puede ser considerada abstractamente, al margen de la situación concreta en
que se da, ya que de otro modo se caería en un moralismo abstracto. Por otra
parte, el acto moral se presenta asimismo con un aspecto subjetivo, pero, a la
vez, muestra un lado objetivo que trasciende a la conciencia. Por ello, la
naturaleza moral del acto no puede reducirse exclusivamente a su lado
subjetivo; tampoco su significado sólo puede encontrarse en los motivos que
impulsan a actuar. A veces, el centro de gravedad del acto moral se desplaza a
la intención con que se realiza o al fin que se persigue, con independencia de
los resultados obtenidos y de las consecuencias que nuestro acto tenga para los
demás. Por último, el acto moral tiene un carácter social, no es algo que
competa exclusivamente al agente, sino que afecta o tiene consecuencias para
otros.
Además, nos parece importante sumarles a estos elementos, los
presentados en clase: conscientemente (la docente actuó sabiendo diferenciar
si su accionar es bueno o malo), libremente (sabe que puede hacerlo) y con
uso de razón.
Con respecto al caso presentado, la docente tiene un fin que es
salvaguardar la integridad del niño. Los motivos que la impulsan son proteger al
estudiante ya que vive en el seno de una familia violenta y recibe agresiones
constantes ante fracasos escolares. El medio utilizado por la docente es la
mentira ya que al ser consultada por el desempeño del niño prefirió mentir para
evitar agresiones. Por último, la consecuencia fue evitar maltratos y
salvaguardar la integridad del niño.
La decisión que toma la docente fue realizada en plena libertad ya que los
elementos para poder evaluar moralmente su accionar se encuentran presentes.
Pero, consideramos que fue una decisión que tomó en una situación de presión
y condicionamientos, los cuales tuvieron un peso muy grande, ya que se trataba
de salvaguardar la integridad del niño y así poder evitar que sufra de agresiones
desmedidas.

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