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Resumen 3 Casos Clinicos Freud
Resumen 3 Casos Clinicos Freud
DORA)
CUADRO CLÍNICO:
PRIMER SUEÑO:
SEGUNDO SUEÑO:
“Voy paseando por una ciudad desconocida y veo calles y plazas totalmente nuevas
para mí. Entro luego en una casa en la resido, voy a mi cuarto y encuentro una carta de mi
madre. Me dice que habiendo yo abandonado el hogar familiar sin su consentimiento no había
ella querido escribirme antes para comunicarme que mi padre estaba enfermo. Ahora ha
muerto, y si quieres puedes venir. Voy a la estación y pregunto una cien veces “¿Dónde está la
estación? Me contestan siempre lo mismo: “cinco minutos”. Veo entonces ante mí un bosque
muy espeso. Penetro en él y encuentro a un hombre al que dirijo de nuevo la misma pregunta.
Me dice: “todavía dos horas y media”. Se ofrece a acompañarme. Rehúso y continuó andando
sola. Veo ante mí la estación, pero no consigo llegar a ella y experimento aquella angustia que
siempre sufre en estos sueños que nos sentimos como paralizados. Luego me encuentro ya en
mi casa. En el intervalo debo haber viajado en tren, pero no tengo la menor idea de ello. Entro
en la portería y pregunto cuál es nuestro piso. La criada me abre la puerta y me contesta: su
madre y los demás están en el cementerio. En una plaza veo un monumento”.
Según Freud las imágenes de nuevos paisajes desconocidos se deben a la
estimulación de las fotografías de un álbum que le habían obsequiado a Dora para navidad. El
mismo día del sueño Dora lo saca para mostrárselo a unos parientes, ella lo guardaba en una
caja con otras fotografías y le pregunta a su madre: “¿Dónde está la caja?” Y en el sueño Dora
pregunta “¿Dónde está la estación?”
Con respecto a la carta, Freud le hace notar a Dora la relación con su nota de suicidio. En
ambas notas, ella abandonaba a sus padres, ocasionando una pena grande en su padre y
quedando vengada del mismo.
Por otra parte, tras la 1° situación del sueño se oculta la fantasía de desfloración. Dora
recuerda que, en la escena del lago, ella quiere regresar rodeando el lago y le pregunta a un
hombre cuanto tardaría en llegar a lo que respondió “Dos horas y media” como en el sueño. El
bosque del sueño era idéntico al de las orillas del lago.
Luego Dora recuerda otro fragmento del sueño “Voy tranquilamente a mi cuarto y me
pongo a leer un libro muy voluminoso que encuentro encima de mi escritorio”. Esto demuestra
que al estar sola en su casa ella puede ver cualquier tipo de libro, incluso lo de anatomía
humana.
Caso
Dora, 18 años. El círculo familiar comprendía a sus padres y un hermano un año y
medio mayor que ella, en el cual había visto durante su infancia el modelo conforme al cual
debiera forjar su personalidad; la persona dominante era el padre. Dora estaba apegada a él
con una particular ternura. Esta ternura se había acrecentado por las numerosas y graves
enfermedades que el padre padeció desde que ella cumplió 6 años. Freud no conoció a la
madre, sin embargo, de acuerdo a las comunicaciones de Dora y su padre, se formó una idea
de que era una mujer de escasa cultura y poco inteligente. Esta concentró todos sus intereses
en la economía doméstica, y así ofrecía el cuadro de la “psicosis del ama de casa”. La relación
entre madre e hija era desde hacía años muy inamistosa. Dora sentía una fuerte simpatía por
su familia paterna, y desde que había enfermado, veía su modelo y el ejemplo de su destino en
su tía (hermana del padre). Tanto sus dotes intelectuales prematuramente desarrollados, como
su disposición a la enfermedad, demostraban que predominaba en ella la herencia de la rama
paterna.
Síntomas:
Dora ya presentaba desde los 8 años síntomas neuróticos, al llegar a los doce años
comenzó a padecer frecuentes jaquecas y ataques de tos nerviosa, síntomas que al principio
aparecían siempre unidos, separándose luego para seguir un distinto desarrollo. La jaqueca fue
haciéndose cada vez menos frecuente hasta desaparecer por completo al cumplir la sujeto
dieciséis años. En cambio, los ataques de tos nerviosa, siguieron atormentándola. Cuando
entra a análisis con Freud (18 años) presentaba esa tos nuevamente. El signo capital de su
enfermedad consistíaen una constante depresión de ánimo y una alteración del carácter. Se
veía que no estaba satisfecha de sí misma ni de los suyos. Enfrentaba hostilmente a su padre y
no se entendía con su madre. Buscaba evitar el trato social.
El Sr. K estaba de viaje durante una parte del año y cada vez que regresaba hallaba
doliente a su mujer: era la presencia del marido lo que hacía enfermar a la mujer para
sustraerse de unos deberes conyugales. Para ese entonces, Dora había presentado gran
cantidad de ataque de tos con afonía. Le pregunté la duración de los ataques y dijo de 3 a 6
semanas. Las ausencias del Sr. K eran también entre 3 y 6 semanas. Por tanto, con sus
enfermedades ella demostraba su amor por K, así como la mujer de este le demostraba su
aversión.
Como las acusaciones contra el padre se repetían con monotonía, y al hacerlas ella
tosía continuamente, tuve que pensar que ese síntoma podía tener un significado referido al
padre; según una regla que yo había podido corroborar, un síntoma corresponde a la
figuración de una fantasía sexual.
Cuando insistió otra vez en que la Sra. K sólo amaba al papá porque era “un hombre
de recursos”, noté que detrás de esa frase se ocultaba su contraria: que el padre era “un
hombre sin recursos, impotente”. Dora sabía que había más de una fuente de satisfacción
sexual (la succión del miembro viril, sexo oral), por lo que con su tos respondía al estímulo
de un cosquilleo en la garganta y así se representaba una situación de satisfacción
sexual. Un hecho proporcionaba en ella la pre condición somática para la creación autónoma
de una fantasía que coincide con el obrar de los perversos: en su infancia había sido una
chupeteadora.
Matrimonio K:
La familia de Dora había entramado una íntima amistad con un matrimonio, que eran
los K. La Sra. K lo cuido al padre de Dora durante su enfermedad, y el Sr. K siempre se había
mostrado muy amable con Dora.
Escenas traumáticas:
Dora le conto a sus padres que el Sr. K, durante una caminata en el lago, había osado
a hacerle una propuesta amorosa, hecho que el Sr. K negó diciendo que la muchacha solo
mostraba interés por asuntos sexuales por haber leído el libro “Fisiología del amor”, imaginando
la escena. El padre de Dora le creyó al Sr. K.
Dora le comunicó a Freud una vivencia anterior con el Sr. K mucho más apropiada
para producir el efecto de un trauma sexual. Dora tenía 14 años, se encontraba sola con el
Sr. K en su negocio; éste estrechó de pronto a la muchacha contra sí y le estampó un beso.
Dora sintió un violento asco, rechazándolo y corriendo hacia la calle. No obstante el trato con el
Sr. K prosiguió, y ninguno de los dos aludió nunca a esa escena, en la cual la conducta de Dora
ya es totalmente histérica (Freud: “Yo llamaría histérica a toda persona, sea capaz o no de
producir síntomas somáticos, en quien una ocasión de excitación sexual provoca sentimientos
de displacer”). En Dora se produjo un desplazamiento de la sensación. En lugar de una
sensación genital le sobreviene el asco, que corresponde al síntoma de represión de la zona
erógena de los labios. Esta escena había dejado tras sí otra secuela; Dora decía que seguía
sintiendo la presión de aquel abrazo sobre la parte superior de su cuerpo, opino que durante el
apasionado abrazo, ella no sintió el beso sobre sus labios, sino que sintió la presión del
miembro erecto contra su vientre. Esta percepción fue reprimida, y sustituida por la inocente
sensación de la presión en el tórax. Otro desplazamiento del sector inferior al sector superior
del cuerpo. Es singular ver surgir en este caso, de un solo suceso, tres síntomas: la
repugnancia, la sensación de presión en el busto y la resistencia a acercarse a
individuos abstraídos en un diálogo amoroso.
PRIMER SUEÑO:
Interpretaciones:
Cuando llegaron al lago el papá de Dora expresa su temor a un incendio (por las
condiciones de la casa y la fuerte tormenta). Su papá había tenido una discusión con su madre
porque esta se empeña en dejar cerrado con llave el comedor por las noches (la alcoba de su
hermano no tiene otra salida) y su papá dice que por la noche puede suceder algo que lo
obligue a uno a salir.
Dora tuvo el sueño cuatro veces durante su estadía en el lago (después de la escena
con K, al quinto día partió). Al volver del lago con K se echa una siesta en su habitación y al
despertar por sentirse observada lo ve al señor K a los pies del sofá donde ella dormía (como
su padre la despierta en el sueño junto a su cama), cuando le pregunta a K por qué hace eso él
le responde “porque es mi habitación y puedo”, por lo que ella por temor le pide a la señora K la
llave de la habitación para cerrarla mientras duerme y luego desaparece e inmediatamente dice
que fue obra del señor K (tema de cerrar o no la habitación surge por esto).
Respecto del cofrecito que su madre quiere poner a salvo en el sueño, su madre era
aficionada por las joyas y una vez quería unos pendientes en forma de gotas pero a su padre
no le gustaban y le compro en su lugar una pulsera que esta rechazó. Freud interpreta que
Dora estaba dispuesta a darle al padre lo que su madre le negaba, también Dora decía que su
cofrecito (al igual que su bolsillo, aludía a los genitales femeninos) corría peligro porque el
señor K estaba detrás de ella y si algo le sucedía sería la culpa de su padre.
K le había regalado un cofrecito a Dora y ella tenía miedo de caer en la tentación de
retribuírselo (deseo reprimido), de manera que se refugia en el amor infantil por su padre a
manera de protección.
Dora afirmaba sentir olor a humo cada vez que despertaba del sueño, esto tenía que
ver con que su padre y el señor K, al igual que Freud, eran grandes fumadores.
Freud relaciona el mito de “si jugarás con fuego, por la noche mojarás la cama” con la
enuresis de Dora y su hermano cuando eran niños. Los síntomas histéricos en los niños no
aparecen mientras se masturban, sino como consecuencia cuando dejan de hacerlo.
SEGUNDO SUEÑO:
Interpretaciones:
Este es, según Freud, el sueño de la curación. Ya que en él Dora se abre a otros
amores. Según Freud las imágenes de nuevos paisajes desconocidos, se deben a la
estimulación de las fotografías de un álbum que le habían obsequiado a Dora para navidad. El
mismo día del sueño Dora lo saca para mostrárselo a unos parientes, ella lo guardaba en una
caja con otras fotografías y le pregunta a su madre: “¿Dónde está la caja?” Y en el sueño Dora
pregunta “¿Dónde está la estación?”
Con respecto a la carta, Freud le hace notar a Dora la relación con su nota de
suicidio. En ambas notas, ella abandonaba a sus padres, ocasionando una pena grande en su
padre y quedando vengada del mismo.
Por otra parte, tras la 1° situación del sueño se oculta la fantasía de desfloración.
Dora recuerda que en la escena del lago, ella quiere regresar rodeando el lago y le pregunta a
un hombre cuanto tardaría en llegar a lo que respondió “Dos horas y media” como en el sueño.
El bosque del sueño era idéntico al de las orillas del lago.
Luego Dora recuerda otro fragmento del sueño “Voy tranquilamente a mi cuarto y me
pongo a leer un libro muy voluminoso que encuentro encima de mi escritorio”. Esto demuestra
que al estar sola en su casa ella puede ver cualquier tipo de libro, incluso lo de anatomía
humana.
Dora sufre una supuesta apendicitis cuando enferma luego de la muerte de su tia, que
deja como secuela dificultades para caminar (arrastre el pie derecho). Freud plantea que la
neurosis se apropió de la enfermedad para usarla como una de sus manifestaciones, Dora tuvo
una enfermedad por la lectura de un artículo de embarazo.
Por lo tanto, la apendicitis nueves meses después fue la fantasía de un parto.
Freud descubre que el motivo por el cual Dora sintió asco fue por verse tratada de
mismo modo en que el señor K trato a una institutriz con la que había tenido una aventura y
había despedido. Sintió ser tratada como si fuera del servicio. Este hecho es interesante
porque la propia Dora, debido a la transferencia, se venga en Freud del señor K, abandonando
el tratamiento. Freud realiza una contratransferencia y la identifica con una vieja institutriz
odiada por él y se venga dejándola ir sin haber terminado el tratamiento.
Más adelante Freud postula que Dora sentía una inclinación por el mismo sexo, de
manera que era la señora K, a quien quería.
Ella y la señora K estaban muy unidas hasta que su padre ocupo su lugar. Cuando
Dora habla de la señora K habla de “su cuerpo deliciosamente blanco” parece más una
enamorada que una rival vencida. Quien realmente había traicionado a Dora era la señora
K.
Historial Clínico:
Joven que padece de representaciones obsesivas desde su infancia, pero con más
intensidad desde hace 4 años. Contenido principal de su padecer son unos temores de
que les suceda algo a dos personas a quienes ama mucho: su padre y una dama a quien
admira. Además de sentir impulsos obsesivos y producir prohibiciones.
Su vida sexual ha sido en general pobre, el onanismo desempeño sólo un ínfimo papel
a los 16 años. Afirma que su potencia es normal. EL primer coito fue a los 26 años.
Sexualidad infantil:
Dice que su vida sexual comenzó muy temprano. A los 5 años, cuando la señorita
Peter, una gobernanta joven y bella yacía sobre el sofá, este le pidió permiso para deslizarse
bajo su falta. Ella le permitió siempre y cuando no le dijera a nadie. Le tocó los genitales y el
vientre. Desde entonces quedó en él una curiosidad ardiente por ver el cuerpo femenino. A los
6 años, había otra señorita en su casa, también joven y bella, que tenía abscesos en las nalgas
y al anochecer solía estrujárselos. El acechaba ese momento para saciar su curiosidad.
Ya a los 6 años padecía erecciones y una vez acudió a su madre para quejarse. Tuvo
durante algún tiempo la idea enfermiza de que los padres sabrían sus pensamientos.
Había personas por quienes sentía un urgente deseo de verlas desnudas. Pero a
raíz de ese desear tenía un sentimiento ominoso, como si por fuerza habría de suceder
algo si yo lo pensaba, y debía hacer toda clase de cosas para impedirlo.
Lo que nuestro paciente pinta de su 6 año no es sólo el comienzo de la
enfermedad, sino ya la enfermedad misma. Vemos al niño bajo el placer de ver, cuyo
resultado es el deseo, que aflora siempre de nuevo y con mayor intensidad cada vez, de ver
desnudas a personas del sexo femenino que le gustan.
Junto al deseo obsesivo, un temor obsesivo se anuda estrechamente a aquel: toda vez
que piensa algo así, es forzado a temer que suceda algo terrible. El temor obsesivo rezaba “Si
yo tengo el deseo de ver desnuda a una mujer, mi padre tiene que morir”. El efecto penoso
cobra la coloración de lo ominoso, su supersticiosa, y ya origina impulsos a hacer algo para
extrañarse de la desgracia. Vale decir:
Ante una Pulsión erótica una sublevación contra ella
Ante un deseo todavía no obsesivo un temor ya obsesivo que lo
contraría
Ante un efecto penoso un esfuerzo hacia acciones
de defensa
Neurosis
“quiero empezar hoy con la vivencia. Ocurrió durante las maniobras militares. Durante
el alto tomé asiento junto a un oficial checo, quien contó haber leído sobre un castigo terrorífico
aplicado en Oriente: el condenado es atado y sobre su trasero es puesto un tarro dado vuelta,
en este luego hacen entrar ratas que penetraban el ano. En el momento me sacudió la
representación de que eso sucede con una persona que me es cara (la dama que el admira)”.
Cuando el capitán habló de aquel cruel castigo y le afloraron aquellas ideas consiguió
no obstante defenderse de las dos con sus fórmulas habituales: un pero acompañado por un
movimiento de aventar algo con la mano, y el dicho “¡que se te ocurre!”. Al mismo tiempo
emergió en él otra idea; que el castigo recae también sobre su padre. Como su padre ha
fallecido hace muchos años, este temor obsesivo es muchísimo más disparatado que el
primero.
Al atardecer del día siguiente, el mismo capitán le alcanzó un paquete llegado con el
correo y le dijo “El teniente primero A pagó el rembolso por ti. Debes devolvérselo a él”. Pero en
ese mismo momento se le plasmó la sanción: no devolver el dinero, de lo contrario sucedería la
fantasía de las ratas con su padre y amada. Y según un tipo que le era consabido, en lucha
contra esta sanción se elevó enseguida un mandamiento a modo de juramento: “Tú debes
devolver al teniente primero A las 3.80 coronas”.
Por fin se topó con el teniente A, pero este rechazó el dinero observándole que no
había pagado nada por él, sino que fue el teniente B. Quedó entonces muy afectado, y se
inventó este raro expediente: iría a la estafeta postal con los dos señores A y B; allí A le daría a
la señorita de la estafeta las 3.80 coronas, la señorita las daría a B, y él, de acuerdo con su
juramento, devolvería a A las 3.80 coronas.
Entonces llegó a la estación ferroviaria y se propuso visitar a A. Nuestro paciente tiene
el hábito de dejarse empujar por sucesos casuales como si fueran juicios de Dios. Por eso dijo
Si, cuando un changador le pregunto en la estación ferroviaria si se iba en el tren de las 10.
Así, se alejó de P donde estaba A. Resolvió seguir viaje hasta Viena, buscar allí a su amigo,
contarle el caso y, según su decisión, viajar de vuelta a P con el tren nocturno. El amigo lo
tranquilizó y a la mañana siguiente lo acompaño al correo para devolver las 3.80 coronas…a la
dirección de la estafeta postal.
Si el llamado a la reflexión del amigo no envió la pequeña suma al teniente primero A,
ni al B, sino directamente a la estafeta postal, era fuerza que supiera ya antes de partir de viaje,
que no era otra que la empleada del correo la que pagó el reembolso. Y nuestro paciente no
podía menos que saber que era un error. A pesar de ello, se hizo un juramento basado en ese
error.
El ocasionamiento de la enfermedad:
En la histeria es regla que las ocasiones recientes de la enfermedad sucumban a la
amnesia igual que las vivencias infantiles. En la neurosis obsesiva sucede de otro modo. Es
posible que las premisas infantiles de la neurosis sucumban a una amnesia; en cambio,
las ocasiones recientes de la enfermedad se encuentran conservadas en la memoria. En
lugar de olvidar al trauma le ha sustraído la investidura de afecto, de suerte que en la
conciencia queda como secuela un contenido de representación indiferente considerado
inesencial.
El neurótico obsesivo tiene noticia de sus traumas como que no tiene noticia de
ellos. En efecto tiene noticia de ellos en la medida en que no los ha olvidado, pero no
tiene noticia de ellos puesto que no discierne su significado.
Enfermos obsesivos que padecen de autorreproches y han anudado sus afectos a
ocacionamientos falsos, no es raro que hagan al médico la comunicación correcta sin
vislumbrar que sus reproches están simplemente divorciados de esta última.
Antes de conocer a la madre, su padre había hecho la corte a una muchacha pobre y
linda. He ahí la prehistoria. Tras la muerte del padre, uno de los primos había expresado su
buena disposición para entregarle una de sus hijas cuando é terminara sus estudios. Este plan
le encendió el conflicto: si debía permanecer fiel a su amada pobre o seguir las huellas
del padre y tomar por esposa a la rica y distinguida muchacha que le habían destinado.
Lo solucionó enfermando, mejor dicho, enfermando se sustrajo de la tarea de
solucionarlo en la realidad objetiva. El refugio en la enfermedad le fue facilitado por la
identificación con el padre.
El complejo paterno:
El padre de nuestro paciente fue un hombre de excelentes dotes. Lo singularizaban un
cordial humor y bondadosa indulgencia hacia los demás. El hijo no exageraba al declarar que
se habían tratado como mejores amigos, salvo en un único punto (Era fuerza que se debiera a
ese solo punto que el pensamiento de la muerte del padre ocupara al pequeño con intensidad
abusiva): el padre había entrado en una neta oposición con el erotismo del hijo tempranamente
despertado. Varios años después de la muerte del padre, se le impuso al hijo, cuando por
primera vez experimentó la sensación de placer de un coito “¡Pero es grandioso! A cambio de
ello uno podría matar a su padre”.
Primer enigma:
Porque los dos dichos del capitán checo (el cuento sobre las ratas y su reclamación
de devolver el dinero a A) le provocaron tanta emoción y reacciones patológicas tan
violentas.
-Nuestro paciente se encontraba dentro de una identificación inconciente con su padre.
Una vez el padre había perdido en el juego de naipes una suma de dinero al cual un camarada
le prestó. Después lo buscó a este camarada para devolverle el dinero, pero nunca lo encontró.
Las palabras del capital “Tienes que devolver las 3.80 coronas al teniente A” le sonaron como
una alusión a la deuda impaga al padre.
- El castigo de las ratas despabiló sobre todo al erotismo anal, que en su infancia
había desempeñado considerable papel y se había mantenido durante años por un estímulo
constante debido a los gusanos que padeció (lombrices intestinales). Así, las ratas llegaron al
significado de dinero, nexo señalado al ocurrírsele al paciente para ratas (Ratten), cuotas
(Raten). Todas sus representaciones fueron asentadas a través de este puente de
palabras cuotas-ratas, en lo obsesivo y arrojadas a lo Icc.
La rata era consabida además como portadora de infecciones; y en otro sentido,
portador de la infección sifilítica era el pene mismo. EL pene del niño pequeño, que puede ser
descrito sin más como un gusano y en el cuento del capitán las ratas cavaban en el ano como
una su infancia lo hacían los grandes gusanos. Así, el significado de pene de las ratas
descansaba a su vez en el erotismo anal.
En muchas configuraciones de sus delirios obsesivos, las ratas significaban
también hijos. La dama a quien admiró durante años, con la cual no podía casarse,
estaba condenada a no tener hijos a consecuencia de una operación ginecológica, y aún era
esto para él, que amaba a los niños, la principal razón de sus vacilaciones.
Cuando el capitán le alcanza el paquete y le reclama devolver las 3.80 coronas a
A, él ya sabe que el jefe cruel se equivoca y que su deuda es sólo con la señorita encargada de
la estafeta postal. Pero desde el complejo paterno, revuelto entretanto, y desde el recuerdo
de aquella escena infantil, se le plasma la respuesta: “sí, devolveré el dinero a A si mi padre
y mi amada tienen hijos” o “Tan cierto como que mi padre y la dama pueden tener hijos,
devolveré el dinero a él”. Vale decir, una afirmación solemne anudada a una condición
incumplible.
Ahora bien, la blasfemia de él contra las dos personas que le eran más caras,
padre y amada, esto pedía un castigo, y la punición consistió en imponerse un juramento
imposible de cumplir “Ahora tienes que devolver realmente el dinero a A”. De este
proceso llega a su conciencia sólo una noticia borrosa, pero la sublevación contra el
mandamiento del capitán y el vuelco hacia lo contrario están por cierto subrogados en
su conciencia (primero no devolver el dinero, de lo contrario aquello sucede… y luego la
mudanza en la orden juramentada contraria como castigo por la sublevación).
Cuando vaciló tanto tiempo sobre si viajaría a Viena o permanecería para cumplir el
juramento, lo que en verdad hacía era figurar en una unidad los dos conflictos que desde
siempre lo habían movido: si debía obedecer al padre o si debía permanecer fiel a la amada.
En primer lugar,
el caballo que se desploma y muere, y que puede morderlo, es un símbolo del padre.
El caballo tiene un gran “hace-pipí” como el padre y tiene “algo negro” en la boca que puede
parecer un bigote. Juanito desea la muerte de su padre para poder estar más tiempo a solas
con su madre. Al mismo tiempo, tales deseos le producen sentimientos de culpa y vergüenza
que se resuelven en la angustia hacia los caballos. Juanito expresa este tipo de fantasías
edípicas recurriendo a la curiosa historia de las jirafas:
“En la noche había en la habitación una jirafa grande y una jirafa arrugada, y la grande
ha gritado porque yo le he quitado la arrugada. Luego dejó de gritar, y entonces yo me he
sentado encima de la jirafa arrugada".
La gran jirafa soy yo (analiza el padre) o, más bien, el pene grande (el cuello largo); la
jirafa arrugada, mi mujer o, más bien, su miembro; he ahí, por tanto, el resultado del
esclarecimiento.
Sigue el padre: El todo es la reproducción de una escena que en los últimos días se
desarrolla casi todas las mañanas. Juanito siempre acude temprano a nosotros, y mi esposa no
puede dejar de tomarlo por algunos minutos consigo en el lecho. Sobre eso yo siempre
empiezo a ponerla en guardia, que es mejor que no lo tome consigo ("La grande ha gritado
porque yo le he quitado la arrugada"), y ella replica esto y aquello, irritada tal vez: que eso es
un absurdo, que unos minutos no pueden tener importancia, etc. Entonces Juanito permanece
un ratito junto a ella. ("Entonces la jirafa grande dejó de gritar, y luego yo me senté encima de
la jirafa arrugada".)
La solución de esta escena conyugal trasportada a la vida de las jirafas es, pues: él
sintió en la noche añoranza de la mamá, añoranza de sus caricias, de su miembro, y por eso
vino al dormitorio. El todo es la continuación del miedo al caballo. No debe extrañarnos la
ambivalencia de los sentimientos de niño: ama a su padre y al mismo tiempo desearía verlo
muerto. Pero “de tales pares de opuestos se compone la vida de sentimientos de todos los
hombres”.
En segundo lugar,
En cuarto lugar, Juanito acostumbra a preguntarse sobre los mecanismos biológicos asociados
al nacimiento de los niños. Sabe que no es la cigüeña quien ha traído a su hermana sino que
ha salido de la barriga de su madre igual que salen los excrementos. Esto también puede
asociarse al caballo que defeca en la calle. Así, la amenazante llegada de más niños que
pueden apartarlo de su madre se transforma en fobia hacia los caballos que llevan una carga
muy pesada.
A partir de que los padres le explican a Juanito cómo vienen exactamente los niños al mundo,
lo cual redunda en un alivio notable de su fobia. El proceso se completa gracias a dos fantasías
de Juanito. En la primera se ve a sí mismo como el “papi” casado con la “mami” y, en lugar de
eliminar al padre, lo relega al papel de “abuelo”.
Todo termina bien. El pequeño Edipo ha hallado una solución más feliz que la prescrita por el
destino. En lugar de eliminar a su padre, le concede la misma dicha que ansía para sí; lo
designa abuelo, y también a él lo casa con su propia madre. La segunda fantasía repara el
miedo a la castración. Un instalador llega a la casa y le cambia su trasero y su “hace-pipí” por
otros más grandes.
Interpretación de Freud
El historial está armado con los registros del padre, quien realiza las intervenciones a
través de cartas que le envía a Freud.
La fobia comienza antes de que cumpla los 5 años de edad
Denomina con las palabras:
1. Hace pipi: es el falo, le interesa el falo de todos, hombres, animales, etc. Tiene un
narcisismo por el pene. Placer de ver. Premisa universal del falo “todos tienen”
2. Lums: heces, excremento
Acontecimiento importante: nacimiento de la hermanita Hanna. Teorías sexuales
infantiles. Hay una actualización del complejo de Edipo a través de los celos, se enlaza con la
teoría sobre el origen de los niños. Los hijos son paridos por el ano.
angustia.
La angustia en vez de desviarse al cuerpo se dirige a un objeto (fóbico). Juanito
presenta una zoofobia histérica infantil. Histeria de angustia. Se angustia frente a un
determinado objeto.
Fobia: al caballo (teme que lo muerda). El Caballo tiene algo negro en la boca, similar al bigote
del padre.
¿Por qué el caballo es la pregunta que más le interesa a Freud?
El caballo es un sustituto del padre. El síntoma fóbico es la inscripción de la representación.
Efectos de la distribución de la represión en Juanito, ahí es donde radica el origen de la
fobia.
Fobia: retorno de lo reprimido, una representación por otra. Lo que causo la represión:
la amenaza de castración en Juanito cumple su efecto a posteriori; las mujeres no tienen hace
pipi, primero dice que le va a crecer (desmiente), luego le despierta la amenaza de castración.
Freud descubre con el caso Juanito que “la amenaza de castración es retroactiva” es la
castración del otro. Cuando se dirigía a él la desmiente. Luego cobra eficacia.
Aparece una interpretación edípica. Reacción de Juanito, no cree lo que dice esa
interpretación. Tiene una mejoría inicial pero no se resuelve nada.
Luego el temor de Juanito se extiende, empieza a temer a los carros cargados y que el caballo
se caerá. El yo se impone limitaciones, no puede salir a la calle tiene inhibiciones, medida
protectora de cuidado.
Juanito tiene hacia su padre mociones tiernas y hostiles (ambivalencia amor/odio). “la
fobia soluciona el conflicto entre esas mociones”.
La moción hostil es la que queda reprimida. Se sustituye al padre por el caballo. La
fobia no es el síntoma, sino la angustia frente al caballo.
El motor de la represión es la angustia, frente a la castración. Juanito debe resignar la
angustia frente al padre. El caballo que lo muerde es la angustia frente a una amenaza vivida
como real. La angustia crea la represión. Juanito reprime la figura del padre y en su lugar
aparece el caballo que lo muerde.
Padre: no cumple la función de castrador.
Luego con la intervención de Freud que realiza la función de padre a través del padre
de Juanito. Este puede tramitar la fobia.
En el caso Juanito Freud encontró que el objeto fóbico sustituye al objeto original y que
el caballo temido representaba al padre amado a la vez que odiado. El temor del castigo por
castración resultante del odio, se transforma en angustia fóbica de ser mordido por un caballo.
⮚ Interpretación de Lacan:
Fobia (singular): porque hay una posición tomada, histeria, N.O, fobia.
Fobias (plural): como síntoma que podría aparecer en la histeria, N. O, fobia.
● En el seminario 16, dice que la fobia es una placa giratoria, la fobia es una formación
sintomática transitoria, que puede virar hacia la neurosis obsesiva o hacia la histeria.
1. Cuando Juanito se toca el hace pipi, la madre lo amenaza, le dice que va a llamar al
médico para que se lo corte. No le da importancia a las amenazas. Esto es antes del
desencadenamiento de la fobia. Luego cobra una eficacia retroactiva la amenaza de
castración.
2. El nacimiento de la hermana
3. El papel de onanismo en el surgimiento de la fobia
⮚ Lacan desestima las tres hipótesis y expresa que el elemento decisivo para Juanito:
es cuando se confronta con la emergencia del goce peniano (Juanito experimenta las
primeras erecciones). Ese goce le es ajeno y la madre lo ha rechazado.
1. Primer tiempo: Juanito advierte que la madre desea algo, se produce una simbolización
ausencia -presencia de la madre. Esto lo conmueve a Juanito en la identificación fálica.
Objeto de deseo fálico para la madre. Ya no es todo falo para su madre ¿Qué desea este
otro?
Es el paraíso perdido.
2. Segundo tiempo: se introduce al padre como agente de la privación (operación).
Privación es una operación real, se adjudica una falta en lo real. La privación recae sobre la
madre. El padre que priva rivaliza con el niño.
Lacan dice que Juanito no le teme al padre privador. No hay un interdictor entre la madre y
el niño identificado al falo.
El padre de Juanito no realiza la operación de privación
3. Tercer tiempo: Dador
Si paso por el segundo tiempo, la identificación viril con el padre cobra importancia El padre
que asume la operación de la castración simbólica, porque realiza la transmisión de la falta
agente de la castración.
Juanito le dice que se va a quedar con su madre y que el padre se case con su madre (con
la abuela) y van a tener hijos.
Lacan dice que es dudosa la elección sexual de Juanito. El niño queda en el linaje de la
madre.