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Robo – Corrupción

¿Qué pasa cuando alguien roba? Se apodera de lo ajeno. En el caso de la corrupció n sucede exactamente lo
Hay algo que no tiene e intenta obtener de manera contrario. El funcionario, por ejemplo, ya dispone de los
ilegal. No importa qué destino le dé luego a ese botín. bienes ajenos. Pú blicos, en este caso. ¿Có mo los obtuvo?
Puede ser que se tome unas vacaciones en las Bahamas Como dijimos, le fueron depositados por la població n. Es
o lo reparta entre los pobres. Pero desde el punto de cierto, en la mayor parte de los casos este depó sito no
vista jurídico se condena simplemente el acto: esa es voluntario, ni mucho menos: los ciudadanos se
persona robó , no hay vueltas. Que los jueces sean vieron obligados a depositarlos y confiar en él. Porque
clementes con la persona que utilizó el botín para si se trata de un funcionario, esto quiere decir que se
ayudar a los pobres o alimentar a sus hijos es otro valió e alguna norma legal para apoderarse de esos
problema. Incluso, en un fallo ejemplar, un juez bienes. Tomemos el caso má s comú n: los impuestos. A
sobreseyó no hace mucho a un joven seropositivo que diferencia del ladró n, ya no se condena al funcionario
sacó de varios cajeros automá ticos má s dinero del que por haberle quitado el dinero a los demá s. Al contrario,
disponía en la cuenta para comprar medicamentos: no se condenaría a los otros si se negaran a dá rselo. A la
puede condenarse a una persona cuando su propia vida inversa de lo que sucede con el robo, el acto de
está en peligro. Pero, en principio, dura lex sed lex, corrupció n radica en el destino que el funcionario le da
como decían los romanos, la ley es dura pero es la ley: al botín, es decir, en la malversació n de fondos: es un
cuando una persona roba es juzgada por ese acto. delito cuando ya no se lo utiliza con una finalidad
pú blica sino privada.

Moral – Política
Históricamente existieron dos maneras de combatir la corrupción. La primera fue moral, la segunda política.

Para la primera perspectiva, los funcionarios, como El gobierno de la gente que se gobernada a sí misma
cualquier otro individuo, eran seres naturalmente fue llamado “aristocracia”: el poder de los virtuosos. Un
inmorales. Había que controlarlos para que no abusaran “aristó crata” era alguien que podía “autogobernarse” y,
de su poder, había que amenazarlos con algú n castigo lo de este modo estaba en condiciones de gobernar a los
suficientemente horrible como para disuadirlos de no demá s sin abusar de su poder. Así pues, cuando un
cometer aquel delito. En este aspecto, la corrupció n y los candidato se promueve hoy como una persona
delitos como el robo entran dentro de la misma “honesta”, no hace sino pedirle a los electores que
categoría de “inmoralidad natural del ser humano” y voten a un “aristó crata”, que confíen en una persona
reciben, en consecuencia, el mismo tratamiento. La una “noble” o “virtuosa”.
autoridad se vale de la intimidació n y el chantaje para Así las cosas, puede llegar a pensarse que la
“moralizar” a los sú bditos. El primer problema que solució n aristocrá tica es mejor que la despó tica; y no
presenta esta posició n consiste en saber quién cabe la menor duda de que es preferible ser gobernado
controlaría y castigaría a los guardianes de la moral, ya por gente de bien, honesta, que se preocupa por el
que estos dispondrían de todo el poder para disuadir y bienestar general y no abusa de su poder, y no por un
castigar a los sú bditos, para intimidarlos y chantajearlos, tirano sanguinario que só lo cuida sus propios intereses
y má s posibilidades, por consiguiente, para utilizar ese y se vale de la intimidació n y del chantaje. Y, sin
poder en provecho propio, dado que nadie los embargo, el problema de la aristocracia siempre fue el
controlaría a su vez ni podría castigarlos. La solució n es siguiente: có mo explicar que algunos individuos fuesen
simple: se recurre a un poderoso tirano, poseedor de mejores que los otros; ¿có mo es posible que só lo unas
todos los bienes y de todas las personas, que al fin de pocas personas estén exceptuadas de la supuesta
cuentas delega en sus sú bditos las diversas funciones inmoralidad natural de los humanos? Al menos, el
sociales. Y como él es el poseedor de todo, tiene el poder de la tiranía partía, curiosamente, de una
mayor interés de que aquellos ejecuten sus tareas a la concepció n má s igualitaria de la naturaleza humana: el
perfecció n porque, en ú ltima instancia se trata de su déspota no era mejor que sus sú bditos, simplemente
beneficio personal. había sido má s fuerte en un momento determinado y
Pero dentro de esta misma perspectiva moral, había acaparado el poder suficiente como para
otros plantean que los gobernantes deberían ser gente imponer al resto su punto de vista.
honesta de por sí, gente que lograra controlarse a sí
misma, digamos, sin necesidad de un déspota que los
amenace.
Entonces aparece otro punto de vista a la hora de pensar una solució n al problema de la corrupció n: la
política. Desde una perspectiva política el problema de la corrupció n ya no pasa por determinar cuá les
será n los mejores candidatos a la hora de cederles nuestro poder (por medio del voto) o nuestro dinero
(por medio de los impuestos). Por el contrario, para este punto de vista, la corrupció n apareje justamente
porque delegamos nuestro poder, nuestro dinero o nuestra confianza en otros. Es decir que la corrupció n
aparece como problema cuando los ciudadanos depositamos en manos de otros nuestro poder, dinero o
confianza sin reservarnos ninguna posibilidad de controlar el tipo de uso que se hace de aquello que hemos
cedido. Dicho de otro modo, lo que la perspectiva política señ ala es que, para evitar la corrupció n, habría
que evitar la ciega delegació n del poder en manos de otros sin que estos otros puedan ser controlados en el
uso que hacen de ese poder.

SCAVINO, DARDO (1999), La era de la desolación: ética y moral en la Argentina de fin de siglo, Buenos Aires,
Manantial, pp.24-27.

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