Aumento de corrupción en Argentina, sobre todo en la función pública. Se habla de corrupción cuando esta persona (dentro de la función pública) hace un mal uso intencionado de la confianza depositada en ella por la población, es decir utiliza su poder para un beneficio propio en lugar de servir. Se establece una diferencia entre el robo y la corrupción, no están debajo de una misma “crisis moral”. Cuando alguien roba se apodera de lo ajeno de forma ilegal, se dice qué no importa el fin qué le de (se va de viaje o le da a los pobres) desde el punto de vista jurídico se condena el acto “esa persona robo”, qué los jueces o la justicia perdone por el destino es otro poblema. Pero dura lex sed lex, la ley es dura pero es la ley, cuando alguien comete el crimen debe ser juzgada por ese acto. En el caso de la corrupción sucede lo contrario, la persona ya posee los bienes ajenos, es decir qué al contrario del robo no se condena el acto sino el destino, por ejemplo la malversación de fondos, es un delito cuando ya no se lo utiliza con una finalidad pública sino privada. Política y Corrupción - Moral - Se habla de combatir la corrupción desde dos perspectivas: Política o Moral. Moral: Los seres humanos son naturalmente inmorales, por lo qué para cualquier abuso de poder, había qué amenazarlos para qué no lo hicieran. La autoridad se basa en la intimidación y chantaje para moralizar a los individuos. Teniendo en cuenta esto el robo y corrupción entran dentro de la misma categoría y reciben el mismo tratamiento. Ahora bien quién controla y castiga a estos “guardianes de la moral”, pues se dice qué la solución más simple es qué todos los bienes e individuos pertenecen a un tirano, no hay depósito de confianza o dinero, sino es este el quien la delega a sus individuos, se dice qué el problema de los tiranos es mantenerse en el poder. Se plantea también la perspectiva aristocrática “gobierno se qué gobierna a sí mismo”, es decir qué si se podía controlar y gobernarse a sí mismo podía hacerlo con el resto sin abusar de su poder. Pero a lo largo del tiempo se creó una connotación negativa de este término. Se habla de la diferencia entre el tirano y los aristócratas, claramente uno piensa qué el último es mejor, pero el problema radica cuando algunos se dan cuenta de qué, como puede ser qué unos pocos están capacitados para dirigirse fuera del ámbito inmoral y el resto no. A diferencia del tirano qué es una teoría más igualitaria puesto qué no es qué sea mejor, simplemente había sido más fuerte en un momento determinado. Política: Acá el problema ya no es como delegar el poder y qué nadie abuse de él, sino cómo hacer para no delegar dicho poder a nadie. Ya no se trata de si los hombres son potencialmente corruptos o no, solo una cosa es segura y es qué los gobernantes o los del poder público, son los únicos qué pueden corromperse. Porque a diferencia del ladrón, el corrupto ya posee del poder y dinero. Desde esta perspectiva el mejor gobierno es la democracia, en este caso no se trata de otorgar el poder a los honestos, sino evitar otorgar el poder a alguien. De manera tal qué los delegados abusan menos del poder porque tendrán menos poder del cual abusar. Salvo honrosas excepciones, los intendentes y hasta los concejales, pueden decidir sin rendirles cuentas a nadie qué licitaciones van a otorgarse, qué se va hacer con los impuestos locales, cuál será el destino de esa comuna y de sus habitantes. Todo en una negociación directa y secreta con los capitales que decidan instalarse en el perímetro de una localidad. Crisis Moral: Se engloba dos fenómenos diferentes y hasta opuestos, por un lado los delitos cometidos por gente sumergida en la miseria, excluida del mercado laboral, y por otro lado los negocios realizados por los socios y cómplices de ese capitalismo, generalmente a salvo de crisis económicas. pasar por alto la dimensión política de un problema, se obstaculiza la respuesta democrática. Esto se debe a que, al no poder resolver los problemas de manera efectiva, las personas tienden a depositar su confianza en líderes que prometen soluciones rápidas y eficientes, ya sea a través de un enfoque autoritario ("mano dura") o mediante la aparente "honestidad". Además, se menciona que la corrupción tiende a aumentar cuando las organizaciones democráticas y populares, así como las luchas que se llevaron a cabo a lo largo del siglo pasado, han disminuido su influencia y capacidad de acción. La democratización real de la sociedad, en línea con las ideas de pensadores como Spinoza y Maquiavelo, no es una tarea fácil en la actualidad, La única opción ética disponible es comprometerse con la búsqueda de la democratización. Aquí, se distingue entre lo ético y lo moral, indicando que la democracia no se limita a ser un orden establecido o una forma de gobierno particular, sino que se trata de una práctica constante e ilimitada que lucha contra los privilegios instituidos en cualquier estructura institucional. Es esencialmente una lucha por la igualdad.
El Gran Teatro de la Moral
- Privilegios del Cargo o Rol - Se menciona que cuando alguien abusa de las prerrogativas o privilegios de su cargo, se considera inmoral o deshonesto porque no actúa de acuerdo con el papel o función que le corresponde desempeñar. Esto no se aplica solo a funciones estatales, sino también a roles familiares o sociales. Se destaca que cada rol social tiene deberes y comportamientos asociados, y se mencionan ejemplos como el deber de un padre hacia su hijo, el deber de un maestro hacia sus estudiantes, o el comportamiento esperado de un policía, un médico o un recolector de residuos. Se sugiere que existe un código implícito de comportamiento para cada actividad y que actuar de manera adecuada a ese rol se considera obrar bien desde un punto de vista moral. Además, se menciona cómo el lenguaje también está relacionado con los roles sociales. Se ejemplifica que no cualquiera puede pronunciar ciertas frases, como el juramento matrimonial o declarar la guerra, ya que se requiere que la persona represente el papel adecuado en el momento y la situación correctos. Se mencionan ejemplos como un juez o sacerdote pronunciando el juramento matrimonial en una ceremonia o un rey o presidente declarando la guerra. También se destaca que en situaciones cotidianas, como en el trabajo o en la escuela, solo ciertas personas con autoridad pueden dar órdenes que sean reconocidas y seguidas.
La relación entre la responsabilidad moral individual y los roles o funciones sociales. Se
plantea que la responsabilidad moral recae en cada individuo, en su capacidad de actuar correctamente de acuerdo con el papel o función que le corresponde desempeñar. Sin embargo, se distingue que los roles y funciones no son individuales, sino sociales, incluso si solo una persona los desempeña, como en el caso de un rey o el presidente de un Estado. La diversidad de roles y funciones en una sociedad está determinada por las instituciones propias de esa comunidad, su organización familiar, social, económica y estatal. Se menciona que la cantidad y calidad de los roles y tareas necesarios para el funcionamiento de la sociedad son tan importantes como las piezas de una obra teatral que se representan. Si algunos de esos roles desaparecieran, la sociedad se transformaría y dejaría de ser la misma. Se destaca que cuando un individuo nace, ya encuentra una distribución de roles establecida, por lo que solo puede cumplir o no correctamente la parte que le corresponde. La moral se ocupa de juzgar si una persona cumple con su responsabilidad en ese rol específico, sin cuestionar la pertinencia o justicia de los roles en sí. La moral se dirige al individuo y le dice que cumpla con la función asignada correctamente, ya que los demás le han confiado esa responsabilidad. La responsabilidad implica responder a las expectativas de los demás. Se ejemplifica que incluso en roles aparentemente privados o familiares, como la paternidad, la comunidad confía a los padres la tarea de cuidar y educar adecuadamente a sus hijos, llegando incluso a intervenir si no cumplen con lo esperado. Se menciona una obra teatral llamada "El gran teatro del mundo" de Calderón de la Barca, donde se plantea un consuelo moral en el cual aquellos que desempeñaron bien su papel, sin importar su posición social, podrían cenar junto a Dios al final de la obra. Esto implica ofrecer igualdad ante la ley a cambio de la desigualdad social y política existente. Se hace referencia a la Ley de Dios o la moral instituida como un punto de referencia para los actores, quienes cuentan con la libertad de respetarla o transgredirla. Sin embargo, el pobre cuestiona el papel que le ha sido asignado y reclama una igualdad real, argumentando que los humanos son naturalmente iguales. La ley o la moral establece que todos deben cumplir con su rol, aunque los roles en sí no sean iguales. La ley se dirige a cada individuo como sujeto, tanto en términos de estar sujeto al rol asignado por la división social como de estar sujeto a su propia identidad y conciencia. Se menciona que los individuos a veces imaginan que realizan actividades solo en beneficio propio o respondiendo a sus intereses personales, sin darse cuenta de que están desempeñando un papel que la sociedad necesita para funcionar y que sus tareas tienen un sentido social. Se ejemplifica con el caso de una mujer que desempeña el papel de madre-ama-de-casa, quien se identifica con ese rol asignado por la sociedad pero a la vez piensa que sus tareas son parte de su vida privada y responden a intereses individuales o familiares.
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