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2024-Manual-El-arte-de-comunicar-myn387
2024-Manual-El-arte-de-comunicar-myn387
EL ARTE
DE COMUNICAR
Existe una inmensa laguna en el arte de la oratoria a nivel académico. Desde pequeños deberíamos
salir a hacer presentaciones en clase. Así habríamos practicado a lo largo de nuestra vida y no
conoceríamos el miedo escénico. Hemos ido recibiendo conocimientos (flechas), pero nadie nos
explicó cómo disparar para dar en el centro de nuestro interlocutor o audiencia.
Un abrazoso,
Efectos colaterales
El instrumento del orador es el propio orador. Si no estamos “afinados” sonamos mal. Te
inspiraremos para que afines el tuyo: autocompasión.
Alcanzarás el siguiente nivel, tu mejor versión: autoeficacia.
Poderoso efecto de cohesión entre los participantes: engagement.
Te ayudaremos a salir de tu zona de confort. Mejora notable en aspectos como la responsabilidad,
la autoconciencia, el análisis o aprender de los errores para mejorar: desempeño.
Dirigido a:
Personas de todos los sectores que deseen mejorar como oradores, tener el control de su
comunicación y pasar al siguiente nivel. No es necesario tener conocimientos previos.
A todos los asistentes se les enviará un completo manual de trabajo y apoyo que incluye las
herramientas necesarias para el buen aprovechamiento del curso y su posterior seguimiento.
PROGRAMA
TU IMAGEN PRESENCIAL
HONESTIDAD INFALIBLE
PROACTIVIDAD
SAL DE TU ZONA DE CONFORT
TRES CLAVES EN COMUNICACIÓN: RESPONSABILIDAD, CREE EN TI Y EN LO QUE DICES.
FASES DEL APRENDIZAJE
MATY TCHEY
Empecemos abordando la imagen y el mensaje con una frase con la que queda patente su
importancia:
“No existimos”
Somos lo que proyectamos. Tú eres tu mensaje. Voy a pedirte una reflexión acerca de lo evidente, ya
que no somos más que lo que la gente ve:
· Imagen
· Mensaje
Estamos en la era del conocimiento y la información. La velocidad es de vértigo. Las personas
públicas aparecen con regularidad en los medios de comunicación, de lo contrario, lo que hacen no
trasciende. No conocemos a la clase política o empresarial (por poner un ejemplo), sino por las
imágenes que nos llegan de ellas a través de dichos medios. Percibimos sólo lo que vemos y oímos
(imagen y mensaje). En tan solo siete segundos creemos que sabemos si nos gusta o no lo que
tenemos delante.
La importancia de la primera impresión es muestra de que en realidad no existimos; no somos más
que lo que la gente ve y escucha. Y es eso lo que todos valorarán de nosotros hasta que puedan
conocernos mejor. La imagen que irradiemos o el mensaje que transmitamos en ese primer contacto
con nuestro interlocutor/audiencia es nuestra tarjeta de presentación. Nos reforzará o
estigmatizará en función de lo que perciban en ese primer encuentro. Juntos podemos mejorarla. La
imagen lleva inherente la palabra hablada. Hablar bien, con claridad, confianza, credibilidad y
capacidad de persuasión son características que nos dotan de un halo que transmite una impresión
de seguridad infalible. Esto es útil cuando se trata de informar de forma objetiva, pero se magnifica
adquiriendo una dimensión especial cuando perseguimos impactar, enamorar con nuestro producto
o servicio o ir más allá y convertirles en “apóstoles” que hablen de lo que vendemos, con pasión. El
objetivo del orador es, en la mayoría de los casos, informar, convencer, persuadir, inspirar y mover a
la acción. ¿De qué sirve la palabra hablada si no se convierte en acción?
Tan importante será el fondo -el contenido del mensaje (el qué digo)-, como la forma - cómo las
lanzamos para dar en el blanco (estilo: el cómo lo digo)-. No olvides que una mala forma puede
arruinar un buen fondo y viceversa.
Una de las primeras cosas que tienes que aprender es que tu comunicación depende casi por
completo de ti. Toma el control de tu oratoria. Hablemos de esa primera impresión, de los juicios de
valor. ¿Cuántas veces hemos sacado conclusiones anticipadas? Extraemos juicios de valor bien
determinados de la persona que acaba de aparecer en nuestra vida en treinta segundos. Es el tiempo
que tardaremos en afirmar: “Es una antipática”. “Es un prepotente”. “¿Qué se habrá creído?”. “Es una
buena persona”...
Un fugaz escaneado de quien se nos ponga delante, nos parece suficiente para estar plenamente
convencidos de la fiabilidad de nuestros juicios de valor anticipados.
No podemos aventurarnos en hacer afirmaciones sin conocer la esencia de las personas con las que
nos relacionamos, pero lo hacemos. ¿Entiendes ahora por qué son tan importantes nuestra imagen y
nuestro mensaje? Son la contraportada de ese libro que hojeamos indecisos. No se debería juzgar un
libro por la portada, así como tampoco se debería extraer un juicio de valor prematuro de las
personas antes de “leerlas”. No obstante, es un hecho cierto que si lo que vemos o escuchamos no
nos resulta atractivo, no nos seduce o no nos “engancha” somos los primeros en obviarlo, por
excelente que sea el contenido. Así la cosas, nos vamos perdiendo las enriquecedoras aportaciones
de innumerables seres humanos interesantes que nos vamos encontrando en la vida, tan sólo
porque no nos gusta su imagen o su mensaje en los escasos treinta segundos del primer contacto.
Los demás también toman sus decisiones en función de lo que perciben de ti.
Debes grabarte esta frase de manera indeleble:
Atento a los 7 primeros pasos que des (uso del espacio), 7 primeras palabras que pronuncies
(exordio) y 7 primeros segundos de gestos que emitas (comunicación no verbal).
Todos tenemos interesantes cosas que aportar, retos alucinantes que conseguir, sueños que
materializar. No desperdiciemos cada oportunidad, acuerdo, negociación, operación o posible
amistad al ofrecer una “portada mediocre” como tarjeta de presentación. Pulamos lo mejor de
nosotros desde dentro para que ese tesoro que todos encerramos, irradie su luz y todos puedan
verlo. Haría falta más que toda una vida para conocernos en profundidad a nosotros mismos, pero sí
podemos hacer una cosa: mejorar cada día y seguir creciendo hasta el infinito. La imagen que
irradiemos y el mensaje que transmitamos en esos treinta primeros segundos de los que te hablaba
deben de ser de honestidad, credibilidad, impecabilidad... Seamos empresarios, médicos, panaderos,
abogados, cajeros, políticos, azafatas, recepcionistas, comerciales, operarios en la cadena de
montaje de una fábrica, banqueros, conductores de autobús, conferenciantes, empresarios o
formadores pero, ante todo, seamos buenas personas y reflejémoslo.
En mi experiencia ayudando a líderes del mundo a ser mejores oradores, he aprendido algo que
quiero compartir contigo antes de continuar. Alguno de ellos no tenía técnica, pero llegaba siempre.
Me di cuenta de la explicación: todos aquellos que llegaban sin haber estudiado oratoria profesional,
sin conocer las claves básicas, las estructuras de Aristóteles, ni técnicas vocales válidas, todos ellos
hablaban con el corazón. Es imposible no llegar cuando hablamos desde el corazón. Esa honestidad
bullía en su interior y siempre se proyectaba a través de la modulación de la voz, de los gestos, de la
mirada... El mensaje es creíble entonces, sin esfuerzo. Te invito a que reflexiones y no te conformes
con ser mejor orador. Trabaja duro para ser mejor persona y, en consecuencia, tu mensaje será
creíble. A fin de cuentas es lo que pretendemos cada vez que hablamos en público.
Hemos afirmado que todo lo que está sujeto a unas reglas es susceptible de ser aprendido. Por
muchas cremas que nos pongamos en la piel, si no comemos de manera saludable, padecemos estrés,
no hacemos deporte y llevamos una vida plagada de hábitos insanos, poco o ningún efecto
producirán. No te engañes, no existen las “cremas de resultados milagrosos”.
Te proponemos cuidar tu imagen y tu mensaje de dentro hacia fuera. Será gratificante, efectivo. Ser
congruente y coherente te hará tremendamente feliz.
Cuando la energía positiva de la honestidad bulle en nuestro interior, se escapa a borbotones y su
luz se proyecta a través de la mirada, de la sonrisa... La emanan nuestros gestos de entrega hacia los
demás. Por algo se dice que lo único que nos llevamos de este mundo es aquello que damos. Te
propongo sustituir esos “parches fabulosos” por alcanzar tus metas, por mejorar tus hábitos, por el
deseo vehemente de aprender y creer en ti mismo y en lo que dices. Las antiestéticas arrugas de tu
imagen y tu mensaje desaparecerán y, al tratarse de un tratamiento regenerador -de dentro hacia
afuera-, te sentirás mejor y lograrás lo que te propongas.
Cuidemos nuestra imagen y nuestro mensaje. A fin de cuentas es eso lo que somos de cara a la
galería y de ello dependerán, en gran medida, tanto nuestro éxito profesional como personal.
Se proactivo
Basta de dejarnos arrastrar por el entorno, por el clima o por las circunstancias. Basta de reaccionar
ante las cosas que nos ocurren. Basta de justificaciones. Empieza a practicar la proactividad. ¡Actúa!
Si amplías tu círculo de influencia, disminuirá tu círculo de preocupación. ¿Sabías que puedes
cambiar tu actitud en un segundo? A todos nos ocurren cosas en la vida que no nos gustan y que no
podemos cambiar, pero lo que sí tenemos es el control sobre nuestra actitud hacia esas cosas que no
nos gustan.
Quiero regalarte algo que me enseñó mi madre: “Lleva siempre un sol brillando sobre tu cabeza. Un
sol que te siga a todas partes. Y cuando más nublado esté alrededor... Que brille con mayor
intensidad”.
Lleva dentro tu propio clima. Tú tienes el control de tu actitud. Aprenderás, más adelante, cómo la
postura que adoptes será determinante para influir en ella.
Ensancha tu zona de confort
La sociedad en la que vivimos nos brinda innumerables oportunidades para hablar en público. ¿Las
aprovechamos para practicar?
Encuentro de una lógica aplastante la afirmación del profesor de natación de mi hija: “A nadar se
aprende nadando”. Nadie tiene la menor duda de lo absurdo que resultaría ver a un individuo que,
con el deseo de perfeccionar un estilo determinado de natación, invirtiese horas y horas en pintar
cuadros para conseguir su objetivo.
Estimado arquero de la palabra, a hablar también se aprende HABLANDO.
Dado que este curso empieza justo en el momento en que termina, a partir de entonces quisiera
lograr un compromiso: buscarás y provocarás esas maravillosas oportunidades para sacar tu caja de
herramientas completa y practicar. Porque intervenir en programas de radio o TV local, dar charlas
en asociaciones o en el colegio de tu hijo, hacer el brindis en la boda de tu amigo o formular una
pregunta en los congresos a los que asistas está a tu alcance. Míralo como oportunidades, fabulosos
talleres para mejorar como orador.
En igualdad de condiciones y con la misma formación académica, el que se expresa mejor aventaja a
los demás. Imaginemos a dos personas que aspiran al mismo puesto de trabajo. Ambos tienen
idénticos CV’s pero, sin duda, aquella que se comunica con eficacia, a pesar de tener los mismos
conocimientos y bagaje académico que la otra, producirá una mejor impresión y conseguirá el
empleo.
Si deseamos que nuestra presentación permanezca indeleble en la audiencia, que se convierta en
voluntad de acción para llevar a cabo una idea, informar con rigor, persuadir, contagiar, inspirar o
convencer deberemos ir más allá que utilizar lo tangible buscando la excelencia, tanto en lo que
respecta al fondo -contenido o estructura de nuestro mensaje-, como a la forma -modulación,
entonación, gestos, silencios controlados, uso del espacio, gestión del contacto visual...-. Pero, sobre
todo, haz posible que el mensaje fluya hacia sus corazones desde el tuyo, con honestidad.
Presenciaremos entonces la magia, la transformación, seremos testigos de un espectáculo único. El
auditorio, los asistentes a la reunión o nuestro interlocutor se convertirán en ostras abiertas que nos
muestran la perla que albergan en su interior. Por supuesto debemos desnudar nuestra alma
primero, para mostrarles la nuestra. Sólo resultando accesibles, humildes, próximos, sólo si nos
sienten cerca, si detectan seguridad, aplomo, sentido común y autoestima; sólo si creemos en
nuestro mensaje y en nosotros mismos conectaremos con nuestros interlocutores al hablar en
público. Sólo si sientes les harás sentir. Sólo si te emocionas, serás capaz de emocionarles.
La capacidad de expresar con claridad y entusiasmo las ideas nos conferirá una mayor credibilidad,
atractivo y poder. Sentirnos seguros aumentará nuestra autoestima y así, creyendo en nosotros
mismos y en lo que decimos, lograremos alcanzarles con nuestra palabra. Para ello vas a tener que
atreverte a salir de tu zona cómoda, de tu registro habitual y probar cosas nuevas con tu
comunicación. Si sigues haciendo lo mismo, es muy probable que sigas obteniendo los mismos
resultados.
Es inevitable tener que utilizar la palabra hablada para expresar nuestros sentimientos, para
obtener y ofrecer información, para pedir, para mostrar acuerdo, desacuerdo, afecto o rechazo.
Es un hecho innegable que es imposible no comunicarse; incluso cuando permanecemos en
silencio estamos transmitiendo algo. Percibimos la alegría, la preocupación, la ira, el rechazo o el
amor sin necesidad de palabras, pero qué hermoso y gratificante es poder traducir nuestros
sentimientos con la máxima fidelidad posible para que lleguen.
¿Cuántas veces hemos visto a alguien que se acerca a un mostrador para obtener información y se
marcha de allí frustrado? ¿Cuántas veces nos hemos quedado con las ganas de formular una
pregunta al conferenciante? Se acabó. Es pasado. Comprométete a que haya un antes y un
después a esta formación. La cuestión es que, ante esas situaciones, en nuestra mente está claro lo
que queremos, visualizamos la idea con nitidez, pero al no ser capaces de traducir nuestros
pensamientos, de estructurar correctamente nuestro mensaje o de atrevernos a articular esa
pregunta coherente que nos proporcionará la respuesta que buscamos, no alcanzamos el objetivo
porque no nos entienden...
El uso eficiente de la palabra hablada es tan necesario que deberíamos hacer el ejercicio de
exponer en público en las escuelas, desde bien temprana edad, como una asignatura más.
Deberíamos practicar el arte de la oratoria debatiendo en las universidades. Porque todo lo que
sabemos o sentimos, nuestros conocimientos y nuestras emociones carecen de valor si no
sabemos expresarlos.
Soy consciente de que da miedo atreverse a hacer cosas que jamás hemos hecho antes. Da vértigo,
pero alguien dijo una vez que es el único modo de obtener resultados diferentes. Lo más probable
es que cuando hacemos algo por primera vez, salga mal. Desde mi punto de vista cuando sale bien
no aprendemos nada. Míralo como una oportunidad para mejorar. En cuanto a atreverte a salir de
tu zona de confort, no temas. ¿Sabes lo que encontrarás fuera? Otra zona de confort. Estarás allí
un tiempo practicando hasta que te atrevas a volver a salir de ella y ¿sabes lo que habrá allí fuera?
Otra zona de confort, amigo. Y otra, y otra más hasta el infinito.
Nunca sabremos todo de algo. Mejor será que reúnas la valentía para salir de esa primera zona
cómoda y conocida. Un universo de oportunidades de crecimiento te espera. Y cuando ya tengas
tu caja de herramientas completa, hayas eliminado interferencias, incorporado técnicas válidas y
practicado lo suficiente tendrás que aprender a hablar con el corazón.
Tres claves en comunicación: la culpa siempre es del emisor
Nos atrevemos a afirmar que el responsable último, cuando se producen carencias comunicativas,
es el emisor. Rectificamos, a menudo, los conceptos erróneos y enquistados de empresarios,
abogados, formadores, conferenciantes o políticos profesionales, cada vez que les escuchamos
preguntar: “¿Me has entendido?”, dado que lo que deberían decir es: “¿Me he explicado bien?”. El ser
humano es un experto en eludir responsabilidades. Resulta inverosímil la habilidad que hemos
desarrollado para “lanzar balones fuera” en cuanto se nos presenta la más mínima ocasión. ¿Cuántos
levantamos la mano y decimos: “he sido yo”?
Empecemos asumiendo que, al igual que cuando un bailarín no rinde como se espera, “la culpa” -por
llamarla de algún modo-, es del coreógrafo. Cuando un futbolista no cumple las expectativas “la
culpa” es del entrenador. Cuando un trabajador sustrae algo de la empresa en que trabaja “la culpa”
es de quien cometió el error de contratarle. Asumir responsabilidades es afirmar con convicción: “Lo
siento, me he equivocado”. “No lo sé” o “Ha sido culpa mía”. Es la mejor manera de abrir nuestra
mente, de enriquecernos, de crecer por dentro y mejorar día a día.
¡Qué hermoso es darse cuenta de que nos queda mucho por aprender! Nuestras imperfecciones y
defectos nos engrandecen. Son la razón para seguir mejorando. Hemos escuchado: “Fíjate, después
de tantos años de convivencia me salió por ahí”. “Creía que éramos un matrimonio sólido, pero me
falló”. ¿Nos hemos preguntado si en realidad habíamos elegido a la persona idónea con la que
compartir nuestros proyectos de futuro? Pero nos cuesta tanto responsabilizarnos de lo que nos
sucede, que intentamos echarle la culpa a quien sea, con tal de no asumir el peso de las
consecuencias. Puedes seguir haciendo lo que consideres en tu vida privada, pero en el ámbito de la
oratoria, cada vez que el mensaje no “llegue” al auditorio tal y como pretendíamos, cada vez que lo
que digamos no haya sido sólo y todo lo que queríamos haber dicho, afirmamos que la culpa no es del
receptor por haber comprendido mal, por tergiversar o no haber interpretado con acierto nuestro
mensaje. Empecemos por asumir que: la culpa SIEMPRE es del emisor.
Aprendamos a expresarnos con la precisión de un arquero, para dar en el centro del objetivo con
cada flecha de nuestro mensaje. Y si errásemos el tiro, no pasa nada: nos servirá para aprender de
nuestros errores y mejorar.
Tenemos claro que el buen orador no nace, sino que se hace y a hablar se aprende hablando, como a
nadar se aprende nadando. Confía en el proceso y ensayemos juntos. Apliquemos todos y cada uno
de los conocimientos a medida que los vayamos adquiriendo. Cuando se abra el telón del Grandioso
Circo de la Palabra Hablada, en ese gran escenario que es la vida estaremos listos. Sorprendámonos
de nuestra evolución, de nuestros progresos y, entonces, cuando estemos preparados (nunca lo
estaremos lo suficiente), salgamos a escena. Disfrutemos de nuestras relaciones interpersonales, de
nuestra comunicación con la familia, con los amigos, en el trabajo, de nuestro día D a la hora H que,
para quien se inicie como conferenciante, puede tratarse de su debut en su primer congreso, en una
charla para una asociación de vecinos.
Puede tratarse del reto de dirigir unas palabras a los asistentes a la boda de su sobrino, un brindis en
una cena de empresa, una presentación ante 50 miembros de tu equipo, una conferencia para 3.000
personas o formular una pregunta al ponente de un congreso.
Cada escenario es un reto único y trascendental para todos y cada uno de los arqueros en los que
vamos a convertirnos. Lo interesante será avanzar, enriquecernos, crecer, adquirir las técnicas para
“soltarnos”, para “adquirir tablas”, para disfrutar comunicando. Juntos veremos como el esfuerzo
vale la pena.
Es un placer inmenso e indecible sentir la libertad de hablar ante un público numeroso, en una
reunión de negocios o, simplemente, tomando un café con unos amigos. Queremos que también en
estas situaciones disfrutes conectando, que te recrees en la mirada del ser humano -ventana del
alma-, en mirar y ser mirado, el regalo más hermoso que podamos hacer y recibir.
Queremos que goces comunicándote mediante la palabra hablada, vehículo ideal e intangible para
transmitir nuestras ideas y sentimientos. Que el mensaje salga directo desde tu corazón al corazón
de tus interlocutores. Sólo así les tocarás, les removerás por dentro, harás posible que lo que les
digas permanezca indeleble, informarás, convencerás o persuadirás, moviéndoles a la acción. No
olvides jamás que las técnicas de comunicación verbal y no verbal se pueden aprender, desarrollar y
poner en práctica con eficacia por todo aquel que lo desee. Cualquier persona que se lo proponga y
practique puede hablar en público conectando SIEMPRE.
Te daremos poder para que te conviertas en un arquero de la palabra impecable, profesional,
apasionado y honesto. Habrá un antes y un después a este curso. Ya no habrá nada que lleves a cabo
de forma inconsciente en tu comunicación a partir de ahora. Sufrirás la fase 3 hasta que pases a la
fase 4: competencia inconsciente, igual que cuando aprendiste a conducir.
Incompetencia inconsciente
No sabemos que no sabemos. Estamos satisfechos sumidos en la ignorancia absoluta.
Incompetencia consciente
Te encuentras en esta fase. Estás haciendo este curso porque has detectado lo que deseas
aprender y tu hambre de conocimientos, tu curiosidad, te empujan a seguir creciendo desde
dentro, en una espiral ascendente e infinita.
Competencia consciente
Es el estadio del malabarista al que van lanzándole más y más bolas. Tiene que conseguir
mantenerlas en el aire sin que ninguna se estrelle contra el suelo. Es el estadio en el que os
encontraréis cuando el curso finalice, es decir, justo cuando empieza de verdad. Sabemos que
sabemos. ¡¡¡Seremos auto-conscientes todo el tiempo!!! Va a ser duro analizar a otros oradores y
analizarnos constantemente, poner en práctica TODAS las habilidades y técnicas tanto de forma
como de fondo del mensaje al tiempo que percibimos aciertos y errores, aprendiendo de estos
últimos. ¿La clave? La autoconciencia. Sólo si te das cuenta de lo que dices y de cómo lo dices
podrás mejorar. Recuerda, si sigues comunicando igual, seguirás obteniendo los mismos resultados
de antes. Si quieres algo distinto, comunica de manera diferente. Si no eres consciente de lo que
haces ni de cómo lo haces no te será posible incorporar técnicas válidas hasta que, con la práctica,
pasen a formar parte de tu ADN.
Competencia inconsciente
Ya no sabemos que sabemos. Llegará cuando personalicemos los conocimientos adquiridos,
hayamos creado un banco de gestos acorde con nuestra personalidad, tengamos un léxico
enriquecido, seamos dueños de nuestros silencios controlados, modulemos la voz y los gestos, a
discreción, para enfatizar lo afirmado, personalicemos el mensaje, adaptemos la forma al fondo,
utilicemos el espacio con estrategia mientras hablamos...
En la fase cuatro todo fluye, nada resulta forzado. Somos lo mejor que nosotros mismos podemos
ser. Damos lo mejor que somos capaces de dar. Nuestras manos vuelan con autonomía y sentimos
que lo hemos conseguido: somos oradores profesionales libres que se invierten con pasión,
concentrándose únicamente en su interlocutor/audiencia, en ser ellos mismos y en transmitir su
mensaje dando lo máximo. Hasta alcanzar el grado de competencia inconsciente, tendremos que
ensayar, reflexionar, modificar, pulir y aprender técnicas, aprovechando cualquier ocasión que nos
brinde ese Grandioso Circo de la Palabra Hablada que es la vida cotidiana siendo auto-conscientes
todo el tiempo.Al principio perderás esa falsa naturalidad que es espontaneidad. Confía en el
proceso. Cuando la recuperes será una naturalidad cierta y con técnica. Esas presentaciones
saldrán sólo como tú quieras que salgan. Tendrás el control.
Cree en ti y en lo que dices
Si tú no crees en ti y en lo que dices, nadie lo hará. Además, debes saber de lo que hablas.
Y si fuese un tema nuevo para ti, prepáralo a conciencia.
No leas ni memorices
Leer es soporífero, con el agravante de que tu voz no sonará tan fresca como cuando evites leer al
pronunciar tu presentación.
En ocasiones, veo soportes (PowerPoint, Prezi...) que son literatura. Eso es material susceptible de
enviar a tus oyentes en pdf por email. Te invito a que conviertas tu soporte en algo visual y
atractivo. Sustituye texto por imágenes a pantalla completa (en ocasiones, sacrificando tu logo si es
necesario), con tal de crear ventanas mágicas que te sirvan de apoyo o refuercen las ideas que
estás transmitiendo. El objetivo no es llegar sólo a los auditivos, sino también a los visuales y los
kinestésicos.
Un buen PowerPoint no debe servir para nada sin ti. Es decir, si alguien fuese pasando las
diapositivas y tu audiencia entendiese la presentación, sería un mal PowerPoint. Llevar un soporte
mágico y atractivo, hará más amena tu presentación y, además, te evitará leer.
En lugar de invertir ese precioso tiempo en que tus ojos recorren la pantalla, sobre el texto,
dedícalo a establecer contacto visual con aquellos que te escuchan.
Te recomendamos leer solo en tres circunstancias:
-Citas.
-Cifras.
-Discursos pactados.
En el resto de ocasiones te invito a convertirte en un contador de historias que sabe de lo que
habla, que lo ha preparado bien hasta interiorizar el contenido de su presentación, que se apoya en
un soporte que le ayuda a llegar más y mejor a los participantes.
En cuanto a memorizar, lo vamos a dejar para los actores profesionales. Compras siete entradas
para el espectáculo y en las siete funciones dicen lo mismo y, lo que es más complejo todavía, lo
pronuncian con la misma pasión de la primera vez. El resto de los mortales corremos un riesgo
innecesario a quedarnos en blanco. Si memorizamos y olvidamos una simple palabra, es muy
posible que perdamos el hilo conductor de nuestro discurso. No te la juegues. No memorices ni un
simple brindis.
Desde Arqueros de la Palabra te invitaremos a interiorizar tus presentaciones hasta que formen
parte de ti. El objetivo es que sepas de lo que hablas, lo prepares bien, tengas claro tu propio
objetivo, hayas elegido qué estructura darle a tu mensaje y, entonces, te dediques a ser y estar con
quienes te escuchan. Relegarte a un segundo plano como la correa de transmisión en la que te
habrás convertido. ¿Tu misión? Transmitir lo que encierras y llegar a ellos. Si se trata de una
presentación que tienes que repetir varias veces, cada una de ellas la contarás con palabras
nuevas, las que necesites en ese preciso instante y que te permitan adaptarte a tu audiencia.
Vamos a entrenarnos para convertirnos en contadores de historias profesionales pero, sobre todo,
en mejores personas.
OBJETIVO:
Desenterrar tus habilidades ocultas, tu potencial comunicativo para utilizar la palabra hablada con
eficacia.
Ten en cuenta el tiempo que vas a utilizar.
Ten claro cuál es tu objetivo.
Cree en ti y en lo que dices.
Sabes de lo que hablas.
Lo has preparado bien.
Informa (razón y objetividad).
Convence (sé creíble).
Persuade (roza sus corazones con tus palabras).
Argumenta con la estructura LOGOS (razón).
Sé un contador de historias con la estructura ETHOS.
Emociona con la estructura PATHOS.
CAMBIO
Que pase algo. Nos encantan los cambios en las historias. La evolución, la transformación. El
storytelling te ayudará a conseguirlo.
IDENTIFICACIÓN
Que quienes te escuchan puedan ponerse en tu lugar.
VULNERABILIDAD
Es infalible para que conectes. Comparte algo malo que te ocurrió, un “defecto” tuyo o debilidad, el
ridículo que hiciste aquella vez, el miedo que tuviste cuando...
EXPERIENCIA
No cuentes historias inventadas sino hechos reales que has vivido.
EUDAIMONIA
Una forma de experimentar la felicidad –según Aristóteles- ya no basada en el placer (hedonismo),
sino en el desarrollo personal o para alcanzar un bien mayor. Comparte tu contribución a algo que
te trasciende. Además, les inspirarás mediante el ejemplo para que puedan modelarte (liderazgo
transformacional).
ESPECIFICO
No hables de generalidades, sino de algo concreto.
CORAZÓN
Siente dentro la experiencia que vas a compartir con ellos y, mientras les hables, ten la certeza de
que les va a servir lo que les cuentas.
El instrumento del orador: tu gallina
¿Qué es el Punto X?
Acción, todos, aquí y ahora.
Cuando termine de hablar el orador, todos los miembros de su audiencia harán lo que haya dicho en
ese momento, dentro de la sala.
Un ejemplo de punto X sencillo sería un brindis. Cuando tú dices: “Levantad vuestras copas”, todos
lo hacen en ese preciso instante. Atención con que la orden la secunden todos los presentes. Que no
se te escape ninguno. Busca puntos X que provoquen esa acción conjunta. No les digas, por poner un
ejemplo: “Que levanten la mano aquellos que habéis estado alguna vez en Malta”, porque no todos
habrán estado y, por tanto, no todos realizarán la acción. No des órdenes confusas: “Y ahora os voy a
pedir que os pongáis en pie y que cambiéis vuestro reloj de muñeca aquellos que hayáis estado de
acuerdo en mi afirmación, aunque no la hayáis puesto en práctica todavía y aquellos que no, que no
estéis de acuerdo –quiero decir-, levantad vuestro móvil para empezar a comunicaros mejor con
vuestros equipos...”. Que la orden sea sencilla, clara y concisa. No olvides cerrar el punto X cuando
ya esté ejecutado. Por ejemplo, si tu orden fue: “Cerrad los ojos un momento. Imaginad...”. Cuando
consideres, deberás decir: “Ya podéis abrirlos”. De lo contrario, algunos guiñarán, otros abrirán y,
confusos, otros mirarán alrededor para ver qué están haciendo los demás.
Funciones de la mirada:
Es nuestro embudo para captar la retroalimentación (feedback) de la audiencia/interlocutor
durante nuestra exposición. El GPS que nos indica si vamos bien o tenemos que modificar algo.
Mirada puente. Es la única ventana, la grieta que nos permite colarnos en el paraíso de sus
almas. La mirada puente podrá ser, en función del objetivo que desees conseguir:
Esponja (amable).
Lanzadera (agresiva).
Mirada muro de hormigón. Quien no te mira no te escucha. ¡Cuánto que aprender de los
camareros!
1.Pisada consciente:
Consiste en apoyar primero el talón, luego la parte externa de la planta del pie, cuando el peso
esté en el centro de la planta, trazar una línea imaginaria, en diagonal, al transferir el peso de
nuestro cuerpo hacia el dedo gordo. Esto será lo último que se despegue del suelo al cambiar de
paso. Sentir que, durante este recorrido, nuestros pies tienen una especie de velcro virtual que se
despega poco a poco. Versus, apoyo a la vez la planta del pie plana cada vez que transfiero mi
peso. Sustituye la transferencia de peso a pie plano por la pisada consciente. Marcará la
diferencia en cómo te desplazas.
2. Dirección:
Como indicaba en la explicación de la pisada consciente, la última parte de nuestros pies en tener
contacto con el suelo son los dedos pulgares. Cuando lo despegues, no apuntes con la rodilla que
se eleva hacia el techo, en su lugar, imprímele dirección hacia delante.
3. Impulso:
Al contrario de lo que solemos pensar, el que inicia el movimiento no es el que se levanta del
suelo para avanzar, sino el de base que queda detrás. Ese pie de soporte deberá impulsarnos
hacia delante con la finalidad de cambiar de peso. Ser consciente de que mantengamos esa rodilla
estirada será de gran ayuda para imprimir dirección a nuestros pasos.
Amplitud del espacio
Doy por hecho que, en tu uso del espacio, que cada paso que des lo harás con la pisada
consciente así como imprimiendo dirección a tu movimiento. Ahora tenemos que prestar atención
a la coherencia de la extensión del espacio que ocupemos durante nuestra presentación (ha de ser
concordante con el fondo del mensaje) y evitar los fallos más comunes:
Que no haya concordancia, coherencia o congruencia del espacio con el fondo del mensaje
Como te he adelantado antes, personalmente prefiero coger una silla y sentarme para impactar
mientras cuento algo íntimo, un fracaso personal, una historia de superación, un miedo, un
Storytelling (al menos la fase del pasado de una estructura Ethos). En cambio, cuando pretendo
que quienes me escuchan conviertan mis palabras en acción, pisaré más baldosas mientras les
hablo y utilizaré con estrategia los hemisferios derecho e izquierdo del escenario para compartir
emociones o apelar a la razón (datos, estadísticas, gráficos...), respectivamente.
No te olvides de acompasar tu voz (velocidad y volumen), tus gestos (guarda los gestos
grandilocuentes para motivar o mover a la acción) y la gestión del contacto visual (mucho más
profunda y lenta para impactar con algo íntimo que para motivar).
Fallos comunes
Toma tierra. Arraigar tus pies en el suelo cada vez que sientas que has entrado en un uso del
espacio aleatorio, sin estrategia, cuando te veas deambulando sin sentido de aquí para allá en
el distractor “baile de san Vito” con movimientos convulsivos que les distraerán en lugar de
atraer su atención.
Brújula. Sentir que la punta de tus pies apuntan en la dirección que has decidido tomar, te
salvará del temido “crusaíto” y evitará que perciban tu inseguridad.
Avanza o quédate en el sitio cuando hagas una afirmación contundente. Retroceder mientras
lo haces restará credibilidad.
Rompe urnas de cristal inexistentes. Entrar en el circuito del “tigre enjaulado” mientras les
hablas sólo conduce a hacer un surco en el suelo. Haz añicos las barreras imaginarias. ¡Usa el
espacio!
Postura
AAA TRIPLE A
Una manera concreta y eficaz de colocar tus hombros, cambiar tu aspecto y también tu actitud.
Nuestra postura corporal puede cambiar nuestro estado de ánimo. Se llama Embodied cognition
(pensamiento corporal).
A principios del siglo XX surgió la teoría de interconexión entre mente y cuerpo (George Lakoff,
profesor de la Universidad de Berkeley).
Esta postura AAA está inspirada y extraída del “frame” de una modalidad de baile por parejas:
West Coast Swing. Llévala puesta siempre, ya que determinará tu actitud vital mejorando tu
estado psicológico.
Mi agradecimiento a una magnífica bailarina All Star, Sara Mouchon, mi gran maestra de WCS,
por inspirarme siempre y por aportarme infinidad de detalles impensables para que yo pudiera
aplicarlos a la postura y al uso del espacio en el ámbito de la oratoria profesional. Y a Ramón
Martínez, presidente de West Connection, por ser el precursor de esta adictiva modalidad de
baile en España, por su infinita paciencia y su enorme capacidad para gestar colectivos y porque
fue la persona que me inició en esta modalidad de baile por pareja adictivo en 2014.
A: Arriba.
A: Atrás.
A: Abajo.
Cada vez que percibas, a lo largo del día, que tus hombros caen hacia delante y tu esternón se
hunde, deberás esforzarte, conscientemente al principio, en aplicar tu Triple A. Llegará un
momento en que se haya convertido en hábito.
Cuando modificas tu postura, tu cerebro empieza a percibir que te sientes bien y tu actitud
seguirá, inexorablemente, a esa percepción del cerebro transformándose.
Existen innumerables estudios que demuestran empíricamente, que la postura determina nuestra
actitud. En 2009 se llevó a cabo una intervención, publicada en el European Journal of Social
Psychology, en la que se dividió a un grupo en dos. A la mitad se les dijo que se mantuviesen
erguidos con el pecho hacia fuera (postura de poder) y a la otra mitad que se inclinasen mirando
sus rodillas (postura colapsada). Se les pidió que hicieran una lista de rasgos propios (positivos o
negativos) que creían que podrían tener influencia en ellos mismos como profesionales en el
futuro. Se demostró que los individuos se evaluaban de acuerdo a la postura en la que se
encontraban. ¿No es fascinante?
Hago un inciso que me sale del alma: mi agradecimiento a Marisa Salanova, catedrática en
psicología y directora de mi Master en Psicología Positiva MAPPA (primera edición), por haberme
enseñado a darle fundamento empírico a mi trabajo, por haberme brindado la oportunidad de
etiquetar diversos constructos abstractos de difícil definición -que constituyen los pilares de esta
formación-, y por despertar mi amor por el método científico.
Asimismo, lo explica la psicóloga Amy Cuddy, autora de “El poder de la presencia” (Urano):
“Adoptar posturas expansivas cambia lo que ocurre en el sistema endocrino y en el cerebro sin
que nos demos cuenta”. El resultado será que empezarás a actuar como un optimista-positivo-
realista (en palabras del indeleble psicólogo, el Profesor Bernabé Tierno: mi mentor), sin darte
cuenta. Para interiorizarlo será necesario que apliques, conscientemente, tu AAA al menos 5
veces al día al menos durante 28 días. Lograrás que, inconscientemente, forme parte de tu ADN.
De ti depende convertirla en un hábito saludable. Te sentirás seguro y con mayor autoconfianza
de manera instantánea.
Hablando de pie
Es posible estar aquí, allí, en cualquier parte simultáneamente, reflejando una imagen de excelente
buena disposición. Al principio puedes sentirte un tanto artificial cuando pruebes por primera vez
esta postura, pero la casuística, a través de los cursos impartidos, nos ha demostrado que la imagen
que proyectamos es impecable desde la primera vez que se practica. Observa a los presentadores
de TV, a los actores, a los oradores profesionales. Es un hecho cierto que, al igual que los
participantes en estos cursos decidís empezar a crear bancos de gestos con las manos que sean
acordes con vuestra personalidad (lo veremos cuando trabajemos los gestos), personalizarlas o
desechar las que os damos en los ejercicios de no verbal, el STBY suele ser “adoptado” de
inmediato como propio. Parece como si lo llevásemos “de serie”, que hubiera formado parte de
nosotros desde siempre. Practícalo y ya no lo soltarás. Esta postura la componen tres gestos:
Rodillas desbloqueadas, sin que descienda el nivel de la cabeza. Brazos semi-flexionados a la altura
de la cintura (ángulo 120º). Mentón ligeramente inclinado. Transmitirás cercanía y accesibilidad.
Con una postura STBY de pie a 90º tenderás a frotar las manos, toquetear el anillo o subir a una
angulación de 45º. Allí los gestos distraerán en lugar de enfatizar. Regresa siempre a tus 120º tras
emitir gestos para enfatizar lo que afirmes. Será tu cuartel general, tu campo base. Tu caja de
gestos siempre a 120º.
Hablando sentados
En el STBY de mesa, pondremos atención en no apoyar los codos sobre ella; sería condenarnos al
inmovilismo y las manos (demasiado altas) nublarían el mensaje, distrayendo al oyente, en lugar de
reforzarlo.
El secreto radica en apoyar los antebrazos –el punto equidistante entre la muñeca y el codo-, en el
borde de la mesa.
Cuando hables de pie ¿Tu secreto? La caja de gestos siempre a 120º, a la altura de la cintura.
Conseguirás enfatizar lo que afirmes en lugar de distraer a tus interlocutores del mensaje. Llegarás
mejor.
GESTOS
Cinética: más del 80% de la información la transmitimos a través de los gestos. Que no nublen tu
mensaje.
Son elementos poderosos para:
Enfatizar lo afirmado.
Atraer la atención del que escucha.
En caso de que el gesto y la palabra se contradigan SIEMPRE nos quedamos con el gesto: sólo las
palabras pueden mentir.
Tus brazos nacen en la espalda (escápulas) y en el pecho (esternón), no en los hombros. Si emites
tus gestos tomando consciencia de esto, lo notarán. Tu comunicación no verbal será amplia y
armónica.
El aire es un cuerpo en el que debemos apoyarnos, como hacen los bailarines. Aunque no lo
veamos, está ahí. Úsalo, acarícialo, siéntelo, empújalo con tus manos y tus brazos cada vez que
gesticules.
Respira cada gesto. Serán más sólidos que si surgen de la nada.
MANO VACÍA
Es importante que los elementos en tu mano sirvan como batuta, no como muleta de la que luego
dependerás. Decide con libertad si vas a utilizar algo en tu mano para reforzar lo que afirmas y
desarrolla la capacidad de dejarlo a discreción para volver a tener las manos sin lastre.
Yo (implicación). Señalando con la punta de los dedos tu pecho.
La verdad. Abriendo las manos mostrando las palmas.
Enfatizar cerrando puños. Golpeando levemente el aire.
Separación. Palmas hacia el frente.
Enfatizar abriendo manos. Golpear el aire con el canto de la mano.
Tajante. Dibujando una V invertida.
Podrás y deberás modificar la presentación si percibes, del feedback de quienes te escuchan, que
es necesario hacerlo para seguir llegando. Adaptarte a ellos será la única manera de acertar. En
cambio, debes tener muy claro y previsto cómo empieza tu presentación (exordio) y cómo
termina (peroración). Recuerda que de ello dependerá gran parte de tu éxito.
Estructura del discurso
Según Aristóteles en su libro La Retórica, la estructura Logos atiende a la razón. Se trata de un
formato idóneo para aplicar en reuniones cotidianas, presentaciones de informes anuales o venta
de productos o servicios ante un reducido grupo de clientes por su sencillez. El esquema de este
tipo de estructura viene dada por una línea invisible de puntos, como en aquellas caligrafías que
utilizábamos para adiestrar la mano en la escritura, sólo tendrás que seguirla para obtener esta
estructura sustentada por los pilares de la lógica sobre un hormigón armado de evidencias
sólidas. El punto X en Logos (hacer que conviertan tus palabras en acción) será siempre explícito.
Tú dirás y todos harán, aquí y ahora. Y al final de la presentación habrá conclusión.
Ten en cuenta que en algunas escuelas de negocios se vinculan los objetivos del discurso a las
estructuras de Aristóteles de este modo:
En cambio, en Arqueros de la palabra lo entendemos así:
Adáptate a quienes te escuchan
Nunca la palabra antes que el pensamiento. Modera la velocidad.
Que lo que digas sea:
CREÍBLE (cree en ti y en lo que dices).
VÁLIDO (que les sirva).
FIABLE (enmarca tus opiniones en hechos incuestionables). Es la forma infalible de evitar
controversias.
Muestra claridad y convicción, lo que afirmas no es una opinión gratuita sino un hecho cierto.
Sobre todo, habla desde tu corazón al corazón de la audiencia.
Utiliza palabras que ellos puedan comprender.
Adapta tu estilo a su personalidad para asegurarte llegar a ellos.
Comprueba, en todo momento, el impacto que están provocando tus palabras. Modifica cada
vez que sea necesario.
¿Cuál es el mensaje?
¿Lo que preparaste?
¿Lo que dijiste?
¿Lo que llegó?
Para que la respuesta a estas tres cuestiones sea la misma, hay que seguir unas pautas y
revisarnos constantemente mientras hablamos. Se acabó salir a hablar sin tener bien claro –al
menos-, cómo vamos a empezar y cómo terminaremos (empezar y terminar bien –exordio y
peroración-, supondrá el 50% del éxito de nuestra presentación). Se acabó concluir y desconocer
cuánto tiempo ha durado nuestra intervención. No más incertidumbre a cerca de si hemos dicho
todo lo que queríamos decir o lamentarnos porque no nos prestaban la debida atención (ya que,
como sabes, esto depende del orador). En esto sí tienes el control. Adáptate siempre a tu
audiencia.
Antes de la presentación:
Conoce a tu audiencia. Sería incomprensible que no adaptases el mensaje que vas a entregar a los
destinatarios del mismo. Haz de tu discurso un “traje a medida”. A fin de cuentas hablas para
ellos, no para ti.
Versatilidad y ductilidad. Ponerte en su lugar cuando preparas el contenido de tu exposición,
escuchar los ensayos a través de los oídos de tu audiencia son factores clave que te harán
“llegar”. Somos egocéntricos por naturaleza, así que ten muy en cuenta que lo que digas tiene que
ser importante para quien te escucha. Si sienten que “no va con ellos” o que no les sirve, por
interesante que sea el contenido, no te prestarán atención.
TRIANGULAR
Prepara, prepara y cuando ya no puedas más: ¡¡Prepara!! Sólo así podrás estar con ellos y
cuestionarte a ti y a tu mensaje durante la presentación gracias al feedback que te brindan a
través del embudo de tu mirada. Ese feedback te dirá si vas bien o tienes que cambiar de táctica
para llegar a ellos.
Confección del discurso/presentación
ESTRUCTURA DE LA PRESENTACIÓN:
Exordio: Impacta. Llama su atención. JAMÓN 5 J’s.
Desarrollo: ¿Cómo te sientes? ¿Qué pretendes? ¿Lo estás consiguiendo?
Conclusión: que se vayan a sus casas saboreando el mensaje y puedan convertirlo en acción.
De lo contrario, la palabra no sirve para nada.
Peroración: lo que quiero que no olviden jamás. Puedes resumir todo en dos palabras, en una
sola frase, una cita, un sonido, un gesto, sacar un objeto inesperado o, si decides cerrar con
un exordio circular, puedes conectar con el principio, con un personaje, un nombre o el
momento en el tiempo con el que iniciaste tu discurso para volver a atraer poderosamente su
atención y cerrar con una peroración JAMÓN 5 J’s impactante.
PROCESO EN 7 PUNTOS:
1.Tiempo disponible.
2.Decidir los puntos, clave y verificables, que contiene.
3.Ponderarlos: extensión.
4.Escribe el diagrama de flujo (todo tu discurso).
5.Guión (ideas clave).
6.Mapa mental.
7. Práctica.
Te recomendamos, por su efectividad probada, grabarte, visionario y realizar las modificaciones
que consideres antes del gran día.
No eres superior ni inferior a nadie.
A hablar se aprende hablando.
No existimos. Somos lo que la gente ve: imagen y mensaje.
Se honesto, creíble, educado, profesional y, sobre todo, MEJOR PERSONA.
Trabaja duro para convertirte en un arquero de la palabra, en un contador de historias
honesto, impecable, profesional y apasionado.
Hablar no es sinónimo de comunicar y mucho menos de conectar.
Se proactivo. No reacciones ante lo que te pase: actúa.
Tu audiencia no tiene la culpa de que tengas un mal día. Lleva un sol sobre tu cabeza. Cuanto
más nublado esté, que brille con mayor intensidad.
Cuida a tu gallina. Este es el pilar fundamental de este curso.
Tu no verbal y, sobre todo, tu postura determinan tu actitud.
Ensaya, modifica, revisa, trabaja por y para tu audiencia y aprovecha cualquier ocasión que te
brinde el Grandioso Circo de la Palabra Hablada.
Acepta con alegría la evaluación y el análisis propio y ajeno. Es un valioso regalo que nos ayuda
a aprender de los errores y mejorar.
Autoconciencia y autocrítica constante.
El auditorio no es una masa amorfa, sino personas únicas que tienen mucho que aportar.
Seguro que entre ellos hay alguien que sabe más que tú de lo que hablas.
Se producía miedo escénico porque nos sentíamos juzgados. Ahora nos encanta esa
sensación. Nos ayuda a entregarnos, implicarnos y mejorar.
Un grado lógico de nerviosismo estimula y nos predispone a dar lo mejor de nosotros mismos.
Si somos piedras, nuestro interlocutor/audiencia también lo serán. Siente para hacer sentir.
No creemos en fórmulas mágicas que hablan de melones y personas que nos deben algo o
están desnudos ante nosotros. Todo lo contrario, somos nosotros los que estamos dando sin
descansar. No olvides que lo único que nos llevaremos de este mundo será aquello que
demos. Aunque en ocasiones nos encontremos frente a tigres, leones y osos.
La culpa SIEMPRE es del emisor. Asume TODA la responsabilidad de tu comunicación. Es la
única fórmula para seguir aprendiendo.
Usa el sentido del humor. Aprende a reírte de ti mismo. Además de su indiscutible eficacia
como conector, te hará más humano.
Somos maravillosamente imperfectos, por eso no dejamos de crecer.
No restes importancia a lo que haces por haberlo asumido con naturalidad. Tienes mucho que
aportar.
Para poder dar hay que tener: quiérete y ama a tu audiencia / interlocutor. Ensaya, ensaya y
cuando estés agotado: ensaya.
No hables de tu boca a su oído sino de tu corazón a los suyos: llega.
Has aprendido a recrearte en la belleza de los silencios controlados.
Las estructuras nos enseñan que menos es más. Sintetiza.
Reconocernos imperfectos y accesibles es el verdadero reto para seguir creciendo,
evolucionando, mejorando, aprendiendo... No tenemos ningún interés en parecer honestos,
pulcros, creíbles, educados, amables o profesionales, sino que todo esto bulle en nuestro
interior y se proyecta. Somos buenas personas y nos limitamos a reflejarlo.
Crea ya tu espiral interior ascendente e infinita. Te llevará a la excelencia en tu comunicación. Si
es una presentación que ya tienes muy manida, dale tres vueltas a este esquema. Si se trata de un
discurso nuevo, dale al menos cinco vueltas. Ensaya hasta que fluya como si se tratase de una
charla improvisada. Notarán la diferencia.
Someter el contenido al método científico
A los científicos sociales nos suele gustar hacer experimentos. Había podido comprobar la
efectividad del contenido de esta formación, durante décadas, en escuelas de negocio, empresas y
universidades, pero no lo había medido nunca antes.
El contenido técnico era producto de una coctelera en la que había ido introduciendo constructos
procedentes de diferentes disciplinas a través de los años, como la inteligencia emocional, el
pilates, la psicología positiva, la danza, las enseñanzas de Aristóteles, inteligencia corporal, tiro con
arco japonés (Kyudo), programación neurolingüística y, desde hacía cuatro años, un estilo de baile
había influido también en la postura: el west coast swing.
Al finalizar mi Master en psicología positiva aplicada, decidí que mi TFM giraría en torno a dos
objetivos:
1. MEDIR
Constatar con una base científica que, al margen de mejorar la comunicación, el contenido del
curso lleva a los participantes al siguiente nivel en tres aspectos:
a. Autoeficacia, entendida como el conjunto de creencias en las competencias para desarrollar
una acción futura de manera eficaz (Bandura, 1977).
b. Engagement o cuando el trabajo se convierte en pasión: compromiso, implicación, vigor,
dedicación y absorción (Salanova, Schaufeli, 2009).
c. Desempeño (conjunto de conductas de los trabajadores en el cumplimiento de sus funciones
(Meng, Berger, 2012).
2. ETIQUETAR
Indagar en los constructos que utilizamos en las formaciones para etiquetarlos
con su equivalente en psicología positiva.
La piedra angular que posibilita al alumno el aprendizaje y desarrollo de la técnica y sobre la que
descansa el método es una amalgama compuesta por diversas entidades de difícil definición. Por
citar algunos ejemplos: la autoestima (“Cree en ti y en lo que dices o nadie lo hará”); ayudar a los
participantes a ganar autoestima, a sentirse fuertes por dentro y a cuidarse ha sido y es el
combustible de su evolución hacia la excelencia en su oratoria (“Cuida a tu gallina”). La escucha a
nivel dos (yendo más allá de la escucha activa) y a nivel tres o escucha genuína (observando sin
analizar ni juzgar la comunicación no verbal del interlocutor); la humildad (“Ser valle y no
montaña”), no tomarse las cosas como algo personal (ego y ser), dar lo máximo (indistintamente
tanto si se trata de 10 sobre 10, de 6 sobre 10 como de 3 sobre 10), la importancia de la imagen
(valorar a las personas por lo que encierran y no por su aspecto), ser agente de cambio (la culpa
siempre es del emisor), el autoconcepto (feedback recibido tras las presentaciones), las creencias
colectivas de eficacia (Óscar al mejor discurso), los logros en el desempeño y experiencias de éxito
(elevar la dificultad de la tarea combinando inputs de forma y fondo), el aprendizaje vicario (tú
puedes obtener los mismos resultados que los más votados), la persuasión social (cree en ti como
ya creo yo), entre otros.
A través de los años un método vivo, cuyo contenido fue el marco teórico de este “experimento”,
Arqueros de la Palabra: El Arte de Comunicar, se ha ido diseñando a sí mismo y enriqueciendo al
beber de distintas fuentes hasta convertirse en un universo de metáforas que, cinceladas por la
práctica, la experiencia y el resultado en la evolución de los participantes de cada curso carecían,
hasta ahora, de etiqueta científica. Es este mi segundo objetivo: llamar a las cosas por su nombre.
Para ello, elegí a una empresa humanista, Vygon España. Dividimos a los trabajadores en dos
grupos (grupo experimental –que haría el curso-, y waiting list –grupo de control-. Se pasaron
evaluaciones antes (T1), al finalizar (T2), a los tres meses (T3) y al año (T4).
Un estudio controlado de una Intervención Basada en Comunicación Positiva (IBCP) en VYGON,
una empresa saludable y positiva de filosofía humanista en la que formé al personal, no sólo para
mejorar su comunicación, la auto-eficacia, el compromiso y el desempeño sino también el retorno
de inversión (ROI).
Treinta empleados participaron en un estudio de investigación que constó de dos sesiones de
ocho horas: teoría y práctica. Otros quince empleados formaron el grupo de control en formato
lista de espera. El análisis de los datos indicaron un incremento notable en los niveles existentes
de las variables mencionadas.
Hace algunos años, la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) me ofreció la
oportunidad de dirigir y presentar su programa de televisión La Televisión Educativa, un directo
de una hora diaria en prime time.
Yo era joven e inexperta. Ni que decir tiene que lo pasé fatal debido al miedo escénico y la
carencia de habilidades de oratoria. En esos cuatro años, empecé a diseñar un método para
ayudar a las personas. No sólo para enseñarles oratoria profesional, sino para evitar que pasasen
las mismas dificultades por las que yo tuve que pasar. Una potente creencia tiró de mi interior:
podía enseñar a las personas de dentro a fuera. Focalizando mis talentos y fortalezas en servir a
otras personas me llevaría a una vida significativa (Brown S. L., Nesse R. M., Vinokur A. D., Smith
D. M., 2003). Es bien sabido que el compromiso con otras personas incrementa los niveles de
felicidad de todos: “Es mejor dar que recibir”. Ya decía en la introducción que nos pasamos la vida
académica consiguiendo millones de flechas (conocimiento), pero nunca se nos enseñó cómo
dispararlas con acierto para dar en el centro de la diana de nuestra audiencia. Deberíamos
aprender a hablar en público desde que somos pequeños. Esta creencia me llevó a crear mi
propia empresa: “Arqueros de la palabra”.
Tras varios años enseñando este método a líderes del mundo en sus empresas: Grupo Siro, Asics,
Caixabank, Nestlé, Mercadona, en colegios profesionales, cámaras de comercio o escuelas de
negocios como IESE Business School o EDEM, era evidente que por mucho que las empresas
traten de dar lo máximo, sus esfuerzos no lograrán los resultados esperados a menos que
incluyan a su personal en su desarrollo interno.
Es obvio que las personas son la esencia de cualquier institución u organismo. Asimismo, por
mucho que los empleados quieran producir más, su nivel de eficacia y eficiencia aumenta sólo si
se cuidan.
Citando a Los siete hábitos de las personas altamente efectivas:“Mantener el equilibrio P/PC, el
equilibrio entre los huevos de oro (producción) y la salud y el bienestar de la gallina (capacidad de
producción) es, a menudo, complejo pero es la esencia de la efectividad”. Stephen R. Covey,
1989.
Los años pasaron y pulí el método de Arqueros de la palabra añadiendo los que consideré
ingredientes esenciales: retroalimentación, resiliencia, inspiración, optimismo, proactividad,
autoestima, auto-consciencia, auto-imagen, escucha, grabar las presentaciones, convertir las
palabras en acción y honestidad yendo más allá que con las herramientas: postura, modulación de
la voz, contacto visual, proxémica, comunicación no verbal, silencios controlados o las tres
estructuras de Aristóteles: Logos, Ethos y Pathos.
Curso a curso me di cuenta que los efectos que producía la formación eran cualitativos y
cuantitativos, por lo que podían medirse con rigor. El método se había convertido en un
aprendizaje experiencial que afectaba a diversas áreas de la vida de los participantes. Miles de
testimonios así lo acreditan pero jamás se había probado científicamente hasta mi TFM.
Impacto en la autoeficacia
Es necesario un método para mejorar la autoeficacia (Bandura, 1977, 1978, 1981, 1991).
Autoeficacia no es autoestima pero se pueden establecer relaciones entre ambos (Martínez y
Salanova, 2006). A menudo se nos pide darlo todo por la empresa y, con ello, solemos olvidarnos
de nosotros mismos cuando nos sumergimos en la vorágine del día a día en el trabajo. Si la
formación que recibimos va dirigida únicamente a nuestro rol como oradores, probablemente
olvidaremos el contenido (Jason Stanley, The New York Times, May 6th 2012). Por esa razón
también actuamos sobre el individuo. He visto en estos años a muchos de mis clientes sufrir un
punto de inflexión. De repente recobran el conocimiento en una ambulancia tras un ataque de
ansiedad. Algunos no vivieron para contarlo. Mientras, el mundo sigue girando.
Hay una importante y positiva correlación entre la importancia de la autoestima y la capacidad de
producción (Judge, Locke, and Durham, 1997). Una firme creencia me arrastró a pensar que sólo
cuando nos queremos y nos cuidamos todos y cada uno de nuestros días somos capaces de
producir más y mejor (Brockner, 1985). Lejos de tratarse de egoísmo (Friedman, Harvard Business
Review, September 18, 2008). Trabajar la autoestima no sólo nos hace sentir más fuertes (Cuidar
a la gallina / Autocompasión. Javier García Campayo. Taller de Compasión) sino que,
especialmente, en esos otros días en los que no nos sentimos bien, en los que estamos espesos o
nuestro máximo es 3 sobre 10, solemos fustigarnos. Es un error no comprender que esa es una
versión deslucida de nosotros mismos que necesita mucho más amor (Cuidar a la gallina pocha /
Bondad amorosa. Javier García Campayo. Taller de Compasión). Aprender a amarnos y cuidarnos
más aún en estos momentos bajos en los que emerge nuestra peor versión es una de las claves
en la autoeficacia en el presente estudio.
Será decisivo dirigir la formación al ser humano y no sólo al rol que desempeña en la empresa.
Con el agravante de que, como efecto colateral, creer en ellos mismos impulsará la calidad de sus
presentaciones y, por tanto, del desempeño y el retorno en la inversión. Por esta razón la primera
parte de la formación va dirigida al “ser” y no al “orador” y su contenido actuará como una
palanca que les pueda ayudar a mejorar y a mantener la inercia y evitar regresiones al estilo de
comunicación anterior a la IBCP (Intervención basada en una comunicación positiva).
Por otro lado, si los contenidos que recibimos van dirigidos a nuestro ser, no sólo como oradores
sino como seres humanos y puede ser aplicado no sólo en nuestra vida profesional sino en la
personal, será mucho más sencillo recordarlos y practicarlos a diario. Es muy importante
considerar el desarrollo profesional y personal de manera holística (DeCenzo & Silhanek, 2002, p.
149). Si los inputs recibidos durante una clase no nos llegan sólo por el canal auditivo, sino
también por el visual, el kinestésico y se nos pide, además, ponerlos en práctica el conocimiento
se graba en nosotros de manera indeleble en lugar de ser percibido como mera teoría (Throop &
Castellucci, 2009).
Es la razón por la que el método se basa en el alto impacto. Simplificar lo complejo, en ocasiones,
puede reflejar una impresión poco rigurosa. No obstante, si el objetivo se alcanza (llegar con el
mensaje y que los participantes conviertan mis palabras en acción) valdrá la pena pagar el precio.
La otra parte de la formación, dirigida al participante en su rol de orador, está compuesta por los
inputs de forma y fondo en comunicación positiva. Les proporcionará una caja de herramientas
completa y adquirirán la técnica necesaria para tener más autoestima y autoeficacia (Stajkovic &
Luthans, 1979).
Si no nos sentimos capaces de comunicar con eficacia, si el mensaje no llega a quienes nos
dirigimos, no será efectivo. Asumir toda la responsabilidad será clave (“La culpa siempre es del
emisor” es una de las frases que más impacto provocan en esta formación).
Ser agente de cambio, hacer que las cosas sucedan por las propias acciones. La responsabilidad
total y absoluta en su comunicación les aporta una sensación de ejercer el control, como dice
Bandura en Selfefficacy: The exercise of control. Muchos líderes han aprendido practicando una
y otra vez en base a el método ensayo prueba error. Muchos de ellos no conocían técnicas de
oratoria profesional. Ni siquiera tenían un objetivo definido antes de empezar a hablar, no
conocían las estructuras básicas, gestionaban mal el tiempo en sus presentaciones o ni siquiera se
atrevían a plantarle cara al miedo escénico con unos elementos de forma (modulación de la voz,
postura, silencios controlados, comunicación no verbal, etc.), que ni siquiera controlaban. De
repente, se encuentran con que todos los elementos están en juego en cada presentación y
tienen que manejar los inputs de forma y fondo, simultáneamente, sin perder el hilo conductor de
su discurso.
La persona modifica sus creencias de eficacia en función del grado de dificultad de la tarea, de la
cantidad de esfuerzo realizado, etc. Una tarea fácil no contribuye a elevar la autoeficacia. La
comunicación positiva y las habilidades para hablar en público, con la dificultad que conlleva, son
la segunda clave para impactar positivamente en la autoeficacia de los participantes.
Los avances, la superación de la dificultad de las prácticas y el éxito repetido aumentaría las
autoevaluaciones positivas al igual que los fracasos repetidos las disminuyen.
Una de las primeras frases de esta formación es: “Cree en ti y en lo que dices o nadie lo hará”.
Hablamos en realidad de Autoeficacia (Bandura, 1997, p.3). Para los participantes, sus creencias
sobre sus propias competencias para algo específico (tener éxito al hablar en público) les otorga
una expectativa futura de éxito en base a la percepción de competencia en el momento presente.
Esto influye en la manera en que preparan sus discursos. Por tanto, no hay que confundir
Autoeficacia con Autoestima/Autoconcepto (Martinez y Salanova, 2006). Mientras que la
Autoestima es un juicio sobre la propia valía personal (que reforzamos mediante la fábula de la
gallina de los huevos de oro).
Potenciamos el Autoconcepto a través del feedback recibido por los participantes tras todas y
cada una de sus presentaciones.
Es importante tener en cuenta que el grupo no termina estando compuesto por individuos
aislados, sino un equipo, una gran piña que genera una creencia compartida hablamos, por tanto de
Creencias colectivas de eficacia (Bandura).
Necesitaremos instrumentos de medida específicos para un campo concreto: hablar en público, en
este caso (Bandura, 1997. Salanova et al., 2002). Las fuentes que incrementan los niveles de
autoeficacia según Bandura (2001) son:
Logros en el desempeño y experiencias de éxito
La dificultad que tienen las presentaciones prácticas (combinar simultáneamente inputs de forma y
fondo) eleva los niveles de autoeficacia porque no es una tarea fácil. Los participantes llegan a la
conclusión de que con más esfuerzo obtienen mejores resultados a cada vuelta de discurso.
Información vicaria
Tras cada ronda de presentaciones se hace una votación en la que cada alumno entrega su “’Oscar”
al mejor discurso.
Utilizamos este modelo de conducta ya que los demás creen que poseen las mismas capacidades
para obtener los mismos resultados que los más votados. Este modelado de la conducta incide
determinantemente en la mejora de los participantes hacia la excelencia.
Persuasión social
Una frase alentadora que utilizo es “Si creyeses en ti mismo la mitad de lo que ya creo yo...”.
Cuando el “modelo” te dice que tú puedes (persuasión verbal), dadas su credibilidad y su grado de
conocimiento sobre oratoria profesional (expertise adquirida durante décadas y perfil de clientes
en su haber), es inevitable que los participantes movilicen esfuerzos y los recursos adquiridos. Este
poder del experto ejercerá una gran influencia.
Estados emocionales positivos
Provocar Flow (los participantes suelen afirmar: “Me han parecido tres horas y llevamos 6 en
clase”), (Csikszentmihalyi, 1990), en un marco de alto nivel de equilibrio y reto (Llorens, Salanova y
Rodriguez, 2013).
Impacto en el engagement
Es sencillo comprender la necesidad de mejorar el engagement entre los trabajadores y hacerles
sentir comprometidos (Susana Llorens, Wilmar Schaufeli, Arnold Bakker, Marisa Salanova, 2007).
Nos pasamos más tiempo en el trabajo que en casa. Deberíamos poner todo de nuestra parte para
ser felices trabajando. Será decisivo mejorar las habilidades en comunicación para crear y
desarrollar mejores entornos que nos hagan sentir más comprometidos (Mary Welch, 2011).
El engagement en el trabajo es “un estado positivo, relacionado con el trabajo, que se caracteriza
por vigor, dedicación y absorción” (Salanova, Schaufeli, Llorens, Peiró, y Grau, 2000; Schaufeli,
Salanova, González- Romá, y Bakker , 2002, p . 74). Por poner un ejemplo, utilizar la estrategia de
Storytelling no sólo mejora el engagement de los empleados sino que añade valor a la
responsabilidad social corporativa (CSR) en el sentido de pertenencia. Además, es mucho más
efectivo que transmitir un mensaje sin cuidar la estructura del mismo (Robert Gill, 2015). Llevarles
más allá en su nivel de proactividad (“Sol brillante sobre sus cabezas”), así como convertir en hábito
la resiliencia les podría ayudar a desarrollar una visión optimista realista que les haría más fuertes
y es haría sentir más entusiasmados en su entorno laboral. Su nivel de engagement se
incrementaría debido a la sensación más allá del flow en el que se sumergen, casi sin darse cuenta,
en su implicación, dedicación, ilusión y esfuerzo consciente por preparar presentaciones más
visuales y atractivas para desplegar ante sus clientes y equipos. La atención focalizada en el alto
desafío de la tarea de unir y dominar forma y fondo del mensaje como un todo indisoluble, así como
la iniciativa de poder personalizar el soporte y adaptarlo a su estilo personal, les irá llevando a una
pérdida de auto-conciencia que posibilitará, con el tiempo y la práctica, la recuperación de la
naturalidad en sus presentaciones pero, a diferencia de su estilo antes de recibir la formación,
ahora con técnica eficaz. El grupo contagia sus emociones positivas y su energía de modo que cada
individuo las percibe como propias, dejándose influir. Este contagio emocional (Hatfield, Cacioppo,
y Rapson , 1994, p.5) desencadenará un clima de cohesión y alegría que, junto al modelado
conductual - entendido como la influencia que ejercen los oradores más votados con los “Óscars”-,
haría posible que se incrementase el nivel de las presentaciones del grupo. Además, al sentirse en
poder de una caja de herramientas completa y ser conocedores de las estructuras y los objetivos, el
orador ve considerablente reducido su nivel de estrés ya que siente que no deja las cosas al azar,
sino que dependen de él (agente de cambio /”La culpa siempre es del emisor”) y tiene la certeza de
estar en control de su discurso.
Como efecto colateral, cabe destacar el aumento de complicidad y compañerismo en las
presentaciones a las que se enfrentarán en la vida real, cuando –a pesar de los meses transcurridos
desde la formación-, sigan recibiendo y dado feedback utilizando terminología concreta del curso.
Por ejemplo: “Cuida esa gallina...”, “No has hecho jamón pan jamón”, “STBY alto”, “Quita ese muro
de hormigón”, “Le faltaba el exordio a ese Ethos”, "A ese Logos le faltaba la peroración jamón
después del punto X, etc...
Impacto en el desempeño
La autoeficacia se relaciona positivamente con el desempeño en el trabajo (Salanova, Lorente
y Martinez, 2012). La creencia de eficacia predice futuros estados positivos (engagement) que
a su vez predice el desempeño, lo cual refuerza las creencias de eficacia. Es una espiral positiva
que se retroalimenta. Esta relación positiva entre el engagement y el desempeño también se
encontró en muestras de estudiantes universitarios: los estudiantes más engaged en sus
estudios eran también los que más exámenes pasaron durante el siguiente semestre y tenían
el mejor promedio de calificaciones en el futuro (Salanova, Schaufeli, Martínez y Bresó, 2010).
Además, parece que el éxito en el pasado aumenta las creencias de eficacia, que a su vez
incrementa el engagement y el éxito futuro.
Además, la mayoría de los líderes ya son conscientes de la importancia de las personas a las
que dirigen y de la diversidad de sus perfiles y cualidades. Indistintamente del perfil del
manager, una comunicación positiva y cercana, desde la honestidad, fomentar la creatividad,
la motivación de sus equipos, contagiar en positivo, dar ejemplo o inspirar son constructos que
se asentarían sobre su comunicación. Los resultados dependerán de la calidad de la misma.
La proactividad juega, asimismo, un importante papel en esta variable. Ser capaces de entender y
gestionar la propia actitud y desarrollar la capacidad de motivar a quienes les rodean, se
transmite mediante la comunicación. Por tanto, mejorar las presentaciones y los discursos, para
llegar más y mejor, ampliaría su autoconciencia y les estimularía para que alcancen pensamientos
y acciones positivas (Fredrickson, 2004).
Romper con lo establecido y desarrollar las habilidades para conseguir estos nuevos retos les
empoderaría con una mayor autoestima, como efecto colateral. El desarrollo de las técnicas de
comunicación eficaz desde la honestidad (hablar desde el corazón), una escucha genuina, la
capacidad de conmover y emocionar a través de una estructura Pathos o aceptar que de nada
sirven las palabras si quienes nos escuchan no las convierten en acción (mediante el Punto X),
serán algunas de las herramientas específicas que configuran las bases de este apartado del
programa y que fomentarían una comunicación humanista.
Resultados
A nivel global no hay diferencias significativas en las puntuaciones de los participantes
pertenecientes al grupo Experimental o Lista de Espera. Tanto al comparar a los grupos
internamente entre sí en los distintos tiempos (T1 y T2) como al comparar grupo experimental y
control en los distintos tiempos. No obstante, al realizar análisis más pormenorizados y observar
con mayor detalle, variable por variable, podemos ver que existen diferencias (aunque no llegan al
nivel convencional de significación) con respecto a los niveles de las variables antes y después de la
intervención en la línea de los objetivos propuestos, aunque éstas no son atribuibles a la
intervención. En los gráficos a continuación se observa con más claridad.
Ahora depende de ti conseguir el tuyo. Pero claro, ya se lo dijo el Gran Maestro Yoda a Luke...
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