Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Hablar en público es citado como uno de los miedos número uno de las
personas e incluso hasta las personas que no sienten miedo suelen hacerlo mal y
lograr charlas poco claras, donde el público se va poco conectado con las ideas de
su orador. Pero al final, todos tenemos que hacerlo alguna vez, ya sea en
entornos laborales, académicos o si tenemos la suerte o desgracia de dedicarnos
a hablar frente a otras personas.
Hay que ser confiados, enfrentar nuestros temores y ser valientes, pero siempre
hay que practicar, recordemos que la práctica hace al maestro. Podemos hacer
notas, sin embargo estas no se deben usar durante el discurso, solo deben ser
útiles para practicar. La memoria juega un papel muy importante en esto, pero
para tener todo en la memoria hay que seguir ciertos pasos: impresión, repetición
y asociación.
Es de vital importancia tener siempre alerta nuestros sentidos, ya que a través
de ellos obtendremos mucha información, hay que observar cuidadosamente todo
lo que sucede a nuestro alrededor, las impresiones visuales no se borran. Los
sentidos nos permitirán obtener impresiones propias de diversos temas. Después
de obtener impresiones, es importante repetir, ya que la repetición hace que algo
se grabe en nuestra memoria. Y finalmente, la asociación, manera a través de la
cual podemos recordar algo más fácilmente.
Un discurso debe tener una introducción breve y no empezar con un mal chiste.
Se puede atraer la atención de los oyentes de distintas maneras, por ejemplo:
despertando su curiosidad, con un relato interesante, atrayendo la atención con un
objeto, haciendo una pregunta, comenzando con una cita certera o mostrando
como el tema afecta los intereses del auditorio. Hay que mantener a la gente
interesada desde el principio, pero también hay que tener en cuenta que el final
del discurso debe ser algo que marque al oyente, lo que se dice al último tiene
mayor probabilidad de quedar en la memoria. Hay que planear cuidadosamente el
final.
El propósito de un discurso es impresionar y convencer, para lo cual es
importante que el orador hable con entusiasmo contagioso, para convencer a otros
primero hay que estar convencidos nosotros mismos. Hay que hacerle creer al
oyente que lo que escucha se parece mucho a lo que el ya cree, hay que crear
empatía. El uso de ejemplos es de gran utilidad, se pueden citar casos concretos o
usar comparaciones gráficas, recordemos que lo que entra a través de la vista es
más difícil de olvidar. Las historias que tratan de otras personas siempre atraen,
podemos hacer uso de este recurso para retener la atención del público.
Hay que ofrecer al oyente una razón para despertar su curiosidad pero sobre
todo usar un lenguaje correcto y comprensible, ya que la información difícil de
comprender mata la curiosidad.
El que alguien sepa hablar en público no quiere decir que sea alguien que sepa
leer un discurso, sino que es alguien que se ha preparado y sabe llegar al público
con sus palabras, sabe transmitir sus ideas para que el público pueda absorberlas
y además hace que los demás estén de acuerdo con él. El orador sabe influir en
las decisiones de otras personas, y para poder hacerlo bien, el orador tiene que
dominar muy bien el tema, saber muy bien de lo que está hablando, creer
firmemente en ello para poder transmitirlo con la fuerza necesaria al público.
Pero no todas las personas nacen con este don y aunque no es algo que se
logre de la noche a la mañana, creo que si es posible superar el pánico escénico y
convertirse en un buen orador, practicando mucho, preparándose adecuadamente
y con tiempo, asesorándose por expertos o siguiendo una metodología y técnicas
como la que se plantean en este libro. La preparación marca la diferencia.
Bibliografía