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CONTROL DE LAS GESTICULACIONES NERVIOSAS

 Postura de neutralidad

La postura de neutralidad es una posición que consiste en estar de pie, con la espalada recta,
equilibrando el peso en ambas caderas y con los brazos colgados. Una vez que se empieza a
hablar “brazos y manos cobran vida”. Ensayar esta postura y aprender a mantenerla ayuda a
gestionar nuestro cuerpo durante la exposición y elimina los tics nerviosos “como tocarse la nariz o
la cara, o moverse de un lado para otro”.

Misma postura si el discurso es en una silla: con la espalda bien recta, y los brazos apoyados en
una mesa. Las manos tienen que moverse, “porque eso nos va a ayudar a que expresar mejor lo
que estamos contando”, afirma García. Advierte que, si se nos ve todo el cuerpo, lo más correcto,
“la perfección, es no cruzar las piernas. Al igual que tampoco es aconsejable cruzar los brazos, ni
llevar nada en las manos, ni un boli, ni el mando de la presentación…. Lo mejor en oratoria es la
postura de neutralidad, con las manos vacías y abiertas”.

 Si sabes, haz rapport

La técnica del rapport consiste en observar muy bien a la persona con la que vas a interactuar y
acompasar sus movimientos. “Esto es algo que hacemos de forma natural cuando mantenemos
una conversación, si observas a la gente, por ejemplo, dos amigas tomándose un café,
inconscientemente tienen la misma postura. Es algo que sale de forma natural y que indica sintonía
con la otra persona”, explicó la coordinadora.

García aconseja esta fórmula solo “si se te da muy bien. Si estás en una reunión y ves que tu
interlocutor se echa hacia delante, hacia atrás, cruza las piernas…son gestos que pueden imitarse.
Pero si se rasca la oreja, no. De hecho se ve un gesto forzado, que puede quedar muy evidente y
causar rechazo” aseguró.

 Mantén la mirada

“Es algo que se nos olvida, pero hay que mirar al público o a tu interlocutor” afirma García.
Mantener la mirada en los interlocutores “ayudará a comunicar el mensaje. Si son varios, haz un
barrido, del centro a la izquierda, y del centro a la derecha, para mirar a todas las personas”.

 El uso de la voz

Hacer un discurso lineal no ayuda a transmitir el mensaje. “Hay que transmitir seguridad a través
de nuestra voz. Hay que trabajar muy bien la voz para enganchar y seducir al público, por ejemplo,
modulándola cuando digamos algo llamativo, etc”.  

 Adaptar el lenguaje

Adaptar nuestro discurso en función de la gente que nos está escuchando. “Por ejemplo, un
emprendedor que presente su proyecto, que es muy técnico, en un banco. Deberá adaptarlo de tal
modo que todos le entiendan y conozcan cómo funciona el modelo de negocio”, sin excesivos
tecnicismos ni entrar en demasiados entresijos, dijo la coordinadora. Es mejor ser claro y simple
que complejo y prolijo. Luego se pueden contestar a las preguntas y profundizar en explicaciones
sobre lo que los interlocutores les interese más.

 Utilizar el lenguaje no verbal


Cómo se va vestido también influye a la hora de trasmitir tu mensaje. “Es una forma de hacer
rapport. Por ejemplo, si vas a hacer una presentación a un sitio dónde sabes que todo el mundo va
con traje, sería aconsejable no ir en zapatillas. Al igual que si se va a un instituto, tampoco es
recomendable ir en traje, porque no te acerca a tu interlocutor”.

Estas técnicas se complementan también con las que ofrece la directora de la Escuela Europea de
Oratoria, Mónica Pérez de las Heras, en su blog que son:

 Trata de ser coherente en los tres tipos de lenguaje

Utilizamos tres tipos de lenguaje: verbal (mensaje), lenguaje para verbal (voz) y lenguaje no verbal
(cuerpo). Para que un orador sea creíble sus tres tipos de lenguaje deben ser coherentes, es decir,
los tres deben indicar lo mismo.

 Gestionar las emociones

Saber controlar sentimientos como el miedo, la tristeza, el enfado, la sorpresa, etc “para mostrarse
siempre sereno, tranquilo, equilibrado y no llegar nunca a la ira, perder los estribos, etc… hablando
en público”.

 Consigue que tu público “vuele” contigo

Evita lo que denomina comúnmente como “muerte por PowerPoint”. Para ello emplea “buenos
inicios y finales” que llamen la atención del público, contando una anécdota o una historia.  

 Prepara bien la presentación

Independientemente de la herramienta que utilices para hacer la presentación, debes tener en


cuenta que ésta no es para ti, que es para el público y debe ser visual.

MALAS POSTURAS AL HABLAR ANTE UN PÚBLICO

1. Adoptar una postura tímida o desanimada


La primera impresión que provocas la determina tu postura. ¿Se nota que sabes de lo que
vas a hablar? Tu lenguaje corporal lo refleja. La seguridad de tu postura está en tu torso,
pero no creas que elevar los hombros lo resuelve.
2. No tener una estructura
Todo mensaje sin estructura se derrumba. Hablar por hablar lo hace cualquiera, pero
atrapar a la audiencia desde el momento en que abres la boca lo logras al nunca olvidar
que toda historia tiene una introducción, desarrollo y conclusión o cierre, este último es el
más importante de tu mensaje.
3. Perder el contacto visual
El contacto visual es tan importante en la comunicación no verbal que, cuando hablas en
público, si lo omites, dirás sin palabras “estoy nervioso” y además la audiencia dejará de
ponerte atención, pues sentirán que no les estás hablando a ellos.

4. Abusar del uso de ademanes o carecer de ellos


Tu expresión corporal es energía. Si hablas con poca energía el público te responde de la
misma manera, en cambio sí exageras tu energía la audiencia podría rechazarte por
percibir que no eres auténtico. Los ademanes son los adjetivos de tus palabras, por ello,
deben de ser dosificados, pero jamás brillar por su ausencia.

5. Hablar con un volumen bajo


Tres de cada cuatro oradores hablan con un volumen bajo. Esto genera un impacto pobre.
No se trata de gritar sino de proyectar seguridad con tu voz. Existen dos momentos
cruciales para hablar con un volumen más alto: el inicio y el cierre.

6. Descuidar la entonación
Éste es uno de los errores más desastrosos. Cada vez que doy una capacitación,
empodero a mis clientes a atreverse a hablar con emociones, no sólo con la lógica. No
debes confundir la entonación con el volumen, son dos cosas totalmente diferentes. La
entonación es la emoción específica que transmites al decir algo, por ejemplo, imagina que
saludas con un “buenos días” con una emoción distinta cada vez: alegre, enojado, serio,
inseguro, sorprendido, temeroso. ¿Verdad que no es igual en cada ocasión? Ese es el
poder de la entonación. Conecta de manera emocional.

7. Hablar con un ritmo inadecuado


El ritmo es la velocidad al hablar. Hay gente que habla muy rápido, y otra que habla muy
lento. ¿Cuál es mejor? Ninguna. Lo ideal es aprender a hablar en distintas velocidades
según te convenga para lograr el objetivo de tu mensaje. Cuando desees despertar a la
acción di una frase más rápido, en cambio, cuando quieras relajar a la audiencia o
despertar su curiosidad habla más lento.

8. Proyectar que desconoces el tema


En materia de imagen importa lo que el público perciba, no lo que tú sepas. Cuando
divagas o dudas parecerá que no sabes o no estás seguro de lo que hablas.  En este error
caen muchos. Se confían en que como tienen un título profesional y el tema del que van a
hablar lo conocen, la audiencia se emocionará de su sapiencia y se pondrá de pie. Puedes
dominar un tema, pero lo que cuenta es la “conexión” que logres con tus ideas y
emociones. Los nervios al hablar en público han destrozado al más fuerte de carácter.

10. Reflejar poco liderazgo y seguridad


¿Cómo se refleja el liderazgo y la seguridad al hablar en público? Cuando has corregido
todos los puntos anteriores tu sensación de control te brinda seguridad. No podrás evitar
los nervios por arte de magia.

https://youtu.be/tf6_ngG0pKk

https://youtu.be/TX-rEq8rWUQ

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