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P A R A F R E N I Á S

DELIRIO CRONICO
DE IDEAS PO LIM O RFAS
OBRAS DEL MSSMO A U TO R

E squizofrenia , D emencia P recoz


(Premio Facultad de Ciencias Médicas, 1943)

D emencia , D iagnóstico D iferencial

Semiología y P sioo patologi a de los P rocesos de la


Esfera I ntelectual

Semiología Psiquiátrica
Prof. Dr. CARLOS R. PEREYRA
E* Profesor Regular Adjunto de la Facultad de Medicina
de Buenos Aires. Jefe del servicio de Psicopatologia
del Hospital Italiano.

PARAFRENIAS
DELIRIO CRONICO
DE IDEAS POLIMORFAS

e d it o r ia l
SAtfiflKO
Dedico este libro a Gonzalo Bosch,
maestro y amigo, con quien tengo el
indisoluble vínculo de la amistad más
sincera, nacida hace más de doce años y
cimentada a una altura de la vida, en
que la madurez no admite errores.
No a su personalidad científica y
espectable, de todos conocida, sino a los
generosos e íntimos matices de su hu­
mana cordialidad, fraternalmente, le
rindo este modesto homenaje. (1943).
PROLOGO A LA SEGUNDA EDICION

A pesar del tiempo transcurrido, 20 años, me siento obligado a.


recalcar las ideas .expuestas entonces con ánimo esclarecedor.
Es un hecho cierto que la psiquiatría ha realizado progresos
particularmente en la adquisición de nuevos y grandes recursos
terapéuticos, casi todos empíricos. Pero también lo es, que del
punto de vista de la clínica psiquiátrica propiamente dicha, las
divisiones, subdivisiones, agrupamientos por similitud y extensio­
nes de presuntas entidades nosográficas, verbigracia las esquizo­
frenias, no han contribuido en nada al mayor conocimiento del
enfermo mental en si.
Ello no debe sorprender si se tiene presente que contraria­
mente a lo que ocurre en clínica médica, no se dispone, singular­
mente para las enfermedades llamadas endógenas, de ninguno de
los medios que individualizan una entidad. Es decir, noción de
etiología, patogenia, anatomía patológica, especificidad de tera­
péutica, etc.
Lo más próximo a este ideal nosográfico se dá en psiquitría en
la parálisis general progresiva, en la que concurren un conoci­
miento de causa, la sífilis, una anatomía patológica definida y
una terapia eficiente. Sin embargo a nadie se le escapa que no hay
explicación patogénica desde que un mínimun de específicos llegan
a desarrollar dicho cuadro.
Cualquiera sea la dirección del psiquiatra en la investigación
del enfermo mental: fenomenològica, psicoanalítica, antropológi­
ca existencial, reflexológica, fisiológica, etc., no hay frente a éL
más que síntomas y un tipo sui generis de personalidad.
El enfoque de cada escuela, partiendo de premisas y supuestos
más o menos válidos tiende a especular de distintos modos sobre
la causalidad, el desarrollo, estimación entre lo fundamental y lo
10 CARLOS R. PEREYRA

accesorio como surge de la consideración del síntoma obligado y


facultativo de Birbaum.
Pero en todo caso lo positivo, es que se trabaja sobre una sola
realidad objetiva o subjetiva: el síntoma.
Históricamente se ven suceder las “ enfermedades” según la do­
minante teórica del momento: Teoría de Morel y Magnan de la
degeneración; Delirio de Magnan; Delirio de los degenerados here­
ditarios; Valoración de la estigmatología psico física según enfoques
ya perimidos en absoluto; Concepción evolutiva y sistematización
Kraepeliniana; Teoría constitucionalista psico física de Krechsmer;
Hipótesis freudiana, dinámica de los instintos que pone el acento
sobre el pan sexualismo o de Adler sobre el sentimiento de poder,
o de Young sobre el inconciente colectivo; extravertidos, intraver­
tidos; constituciones premorbosas psicosomáticas llevadas a la exa­
geración constitución perversa, epiléptica, etc.
A raíz de estas concepciones los enfermos se agrupan o dividen
teóricamente constituyendo presuntas entidades, la mayor parte de
las cuales no han resistido la acción demoledora del tiempo.
En favor de su mantenimiento no ha surgido un solo hallazgo
anatómico o etiológico indubitable. Todo lo que puede decirse es
que existen grupos o grandes síndromes de enfermedades mentales
caracterizados por el denominador común de signos básicos: edad,
vivencias primigénitas, características evolutivas y factores here­
ditarios que determinan un tipo genético, etc.
Con estos elementos se trata ante todo de individualizar al en­
ferm o; más que nunca nos hallamos frente a enfermos, y no a en­
fermedades.
Pero una vez captada la personalidad en sí, hay el derecho y
aún la obligación de hacer un diagnóstico de grupo por los des­
tacados caracteres que les identifica con otros enfermos conocidos.
Así, en base no a una teoría, sino a signos, es dable constituir,
aunque sea en forma provisoria, entidades nosológicas que nos
ayuden a comprender más y mejor el sujeto en estudio.
Pero este síndrome o agrupación, requiere que los síntomas que
los tipifican sean auténticos, infaltables en los individuos del mis­
mo grupo, originarios o sobresalientes, por ejemplo: la decadencia
intelectual de los dementes, la insuficiencia de los frenasténicos.
PARAFRENIAS 11

Por contrario imperio si lo que determina el grupo es una teoría


o aún peor un síntoma secundario o epifenoménico — caso de la
psicosis crónica alucinatoria de Gilbert Ballet, de que tratamos
más adelante— sólo conseguiremos “ bajo el rótulo de una enfer­
medad” lo más heterogéneo dentro de la psicopatología.
Sin duda, es lo que ocurre con las “ esquizofrenias” que abarcan
todas las edades, todos los delirios hasta los más lúcidos, las evo­
luciones más dispares y ni siquiera respetan los resultados de una
terapéutica efectiva, en los casos precozmente diagnosticados, fren­
te a la inoperancia de este mismo tratamiento en los enfermos que
se les adscribe por meras similitudes o apariencia de incompren­
sibilidad del delirio.
Se desdeña entre tanto los hechos esenciales: los datos de la
genética, la edad de comienzo, las vivencias originarias que inci­
den sobre el Y o, la existencia de signos exclusivos como la inter­
ceptación, los síntomas objetivos de carácter clínico, la abundante
semiología pato plástica que presta la edad: bizarrería, suficiencia,
rigidez, terquedad, oposición, negativismo o pasividad; el autismo,
la desconexión del mundo circundante, la burla insípida, etc.
Las parafrenias, como se verá en lo que sigue, han sido aisla­
das por mí con este criterio semiológico tratando siempre de captar
las esencias del acontecer psíquico. Su inclusión por mera seme­
janza con las esquizofrenias me obliga a un exhaustivo diagnósti­
co diferencial.
Actualizando, Kurt Kolle en la ñ5, edición de su Psiquiatría al
abordar el escabroso tema del “ círculo esquizofrénico” , elude él
problema conceptual y se limita a presentar enfermos. Un cata-
tónico joven y una mujer madura. #
Su descripción, ajustada a los hechos, pone énfasis en la abso­
luta indiferencia del primero, como si viviera en un mundo aparte
(autismo) y a la segunda como mujer lúcida, sintónica, comuni­
cativa que experimenta placer en exponer una fantasía delirante
en que se denuncian toda clase de vivencias: imaginativas,* pseudo-
alucinaciones, posesión demoníaca, persecutorias, etc. Dice tex­
tualmente el autor, páginas 187 y 188: “ Profundizemos ahora un
poco lo que nos ha contado la segunda enferma, la señora Kunze.
Esta paciente se siente por completo poseida por las cosas extra­
12 CARLOS R. PEREYRA

ordinarias de que nos ha hablado “ lo que llena el corazón reboza


por la boca” . Este adagio popular conviene a la señora Kunze.
Es decir, su corazón, su ánimo — o dicho científicamente, aunque
no con mayor propiedad— su afectividad participa intensamente
en su vivencia. De todo su ser, de la necesidad de contacto que re­
vela su comportamiento irradia una plenitud sentimental, una ca­
lurosa cordialidad que trata de comunicarse a los demás y exige
también participar del mundo. En efecto, el mundo la oprime;
tanto el próximo real, aprehensible, telúrico, como el remoto os­
curo, supraterreno, mágico. Aquel la ataca con sus persecusiones
mediante radio y aviones, este por medio de poderes espiritistas y
voces diabólicas. La enferma ve, oye y nota todo esto en persona.
Todo reboza conciencia de realidad. Lo que experimenta la enfer­
ma nos parece fantástico, es como un sueño; también nosotros lo
hemos vivido de una manera real, pero del cual sabemos asimismo
que es una realidad distinta de la conciencia vigil.
Quizá pase lo mismo en nuestra enferma. Es decir vive en dos
mundos distintos uno de otro. En su vida corriente conozco a la
señora Kunze desde hace años; es mujer burguesa, muy arreglada
y hacendosa que casi siempre se conduce bien en su circulo vital,
etc.” Y agrega más adelante: “ Si se quiere señalar con un nombre
particular estos esquizofrénicos que se han hecho crónicos, puede
llamárseles parafrenias.”
Aquí acotamos ¿qué de común tienen estos cuadros para deno­
minarlos de una misma manera? Algo vital separa a estos enfer­
mos y el autor lo advierte pero no lo valoriza. Uno vive en su
mundo y el otro cabalga en dos mundos, el real y el fantástico.
Uno es absolutamente indiferente y el otro tiene imperiosa necesi­
dad de comunicarse. El estudiante que se inquieta por conocer los
enfermos y las posibles enfermedades no puede sacar gran prove­
cho de esta caprichosa agrupación ya que su unidad no está ava­
lada por ningún conocimiento etiológíco, anatómico o fisiológico
del que ambos carecen, sólo el estudio de la personalidad y los
síntomas, es decir la semiología, tienen derecho a establecer la
homogeneidad o heterogeneidad del cuadro.
Los términos no se han hecho para confundir sino para diferen­
ciar.
PARAI'RENIAS 13

Por otro lado quien haya visto muchos esquizofrénicos, crónicos,


advertirá que están sumergidos en un autismo pobre o rico como
lo reconociera Minkowsky, desconectado de lo circundante, sucios,
abandonados, catatónicos, agitados o estuporosos o bien desempe­
ñándose en tareas serviles con automatismo y profunda indiferen­
cia. En una palabra destácanse en los períodos finales de su cro­
nicidad, lo que antes se dio en ellos como índice prevalente de su
afección, jamás cambian el carácter en el sentido de una extraver­
sión, necesidad de contacto con sus semejantes o humana expan-
sividad.
Unir lo que está fenomenològicamente dividido, merced a meras
similitudes o por concepciones hipotéticas, como por ejemplo, cons­
tituciones mixtas esquizotímica-ciclotímica, etc., es forzar la rea­
lidad misma creando un caos. A eso ha llegado la olla esquizofré­
nica que no tiene límites.
Comprendo que lo que traté y trato de separar aquí es lo más
próximo que se puede dar a la vera esquizofrenia, pero así y todo
espero conseguirlo valorando con escrúpulo los síntomas.
Creo prudente señalar que si estos enfermos, siempre los mis­
mos, .en la época de Kraepelín formaron una totalidad, luego di­
vidida con razón, le fué, con un criterio evolutivo teniendo en cuen­
ta su larga longevidad intelectual, la conservación de la persona­
lidad y pragmatismo.
Y o me atengo, lo repito, a otra metodología, pongo el acento en
lo que considero esencial, en los fenómenos primigénitos u origi­
narios y trato de separar lo incomprensible al decir de Jaspers entre
el proceso esquizofrénico y el desarrollo de la personalidad pre­
mórbida de los parafrénicos. *
Después de tantos años de experiencia y siguiendo los enfermos,
me ciño a esta razón, no por ser mía, sino por creer que es razón.

Agosto de 1965.
A D V E R T E N C I A

El grupo de enfermos de que se trata aquí, tiene, para nos­


otros, tal unidad formal que justifica plenamente su considera­
ción conjunta y también su clara diferenciación de los demás
delirios crónicos.
Nuestros elementos de juicio son esencialmente sintomáticos.
Advertimos cuantas críticas pueden ser hechas a todas las agru­
paciones que tienen por base impresiones necesariamente subje­
tivas. ¿Pero, no es, acaso, lo mismo que pueda decirse de casi
todas las entidades psiquiátricas?
Los grandes errores cometidos en el curso del tiempo, que han
dado tanta inestabilidad a los cuadros nosográficos, no le son
reprochables a los psiquiatras por valerse de tales medios, puesto
que no disponían ni disponen de otros más valederos. Lo censu­
rable ha sido, la magnificación de los síntomas, llevada a un
grado tal, que, a Veces, con uno solo de ellos se ha pretendido
uniformar casos rotundamente antagónicos. Un vivo ejemplo es
la alucinación. Nos parece tan arbitrario agrupar los delirios
por la sola participación de ese elemento común: psicosis aluci-
natoria crónica, como igualmente agrupar los que carecen de él:
paranoia.
Lo mismo puede decirse de la desmesurada extensión de* la
esquizofrenia, merced a ciertos síntomas prevalentes, o de la sis­
temática kraepeliniana, que exageraba el carácter evolutivo de las
afecciones, imponiéndolo sobre toda otra consideración.
Si nuestra precaria realidad de conocimientos, nos deja siem­
pre supeditados a la formación de unidades nosolÓgicas, validos
de la apreciación de los signos, evolución, semejanzas, contrastes,
constancia o inconstancia de agentes causales, etc., es decir,
fundamentalmente supeditados al empirismo, lo que, por lo me­
16 GARLOS R. PKREYRA

nos, debe exigirse, es que toda agrupación s.e halle justificada,


no por uno, dos o tres síntomas, sino por multitud de ellos.
Una rigurosa semiología, tendría, entonces, algo que hacer en
el progreso psiquiátrico; por lo menos, evitar que se entregue a
las investigaciones estadísticas, -genéticas, anatómicas y químicas,
un material tan multiforme y contradictorio, que sus conclusiones
carezcan de todo rigor científico.
En los enfermos de que nos ocupamos, hemos visto, equivo­
cadamente o no, una homogeneidad formal, que provisoriamente
autoriza su separación: la enfermedad se desarrolla en la edad
madura de la vida (30 a 50 a ñ os); evoluciona crónicamente, sin
remisiones; se caracteriza por un delirio frondoso, de mecanismo
imaginativo, con poliformismo de las ideas, con conservación del
sentido práctico, longevidad intelectual, inocuidad social muy
marcada, dicotomía de la personalidad, singularidades constantes
de las alucinaciones y de su relación con el delirio, pensamiento
de tipo primitivo o mágico, sin disgregación esquizofrénica; fo r­
maciones delirantes prevalentemente retrospectivas, por alucina­
ciones de la memoria; productividad exagerada y pseudo inco­
herencia, etc.
Ahora bien, el punto de partida de nuestras investigaciones
.han sido los enfermos, prescindiendo, al comienzo, de las distintas
clasificaciones. Pero los casos vistos así, uniformemente, en la
práctica diaria, han sido prolija y minuciosamente descriptos en
los más diversos cuadros nosográficos, sin que, por consiguiente,
en esta dispersión, se hicieran resaltar nunca, los caracteres esen­
ciales, que, a mi ver, les vinculan y justifican su unidad.
Mas, como los enfermos no son nuevos y no nos anima el pre­
suntuoso deseo de crear una enfermedad, nos hemos esforzado
por encuadrarlos dentro de las entidades ya descriptas. A nuestro
ver, la única que muy aproximadamente los comprende a todos,
es la parafrenia. No se nos escapa que la existencia de una
forma clínica llamada sistemática, se prestará siempre a con­
troversias y quizá exceda, en la intención de Kraepelin, del grupo
que deseamos describir. Tampoco ignoramos que el fundamento
de su agrupación aparece como bien distinto; aquél fue concep­
tual y evolutivo y éste es empírico y sintomático. Por esto sal­
PARAFRENIAS 17

vamos, que consideramos a nuestros enfermos .esencialmente como


delirantes crónicos de ideas polimorfas. Si la coincidencia no es
absoluta, nuestras preferencias se dirigen a nuestra propia
casuística.
No ba sido en modo alguno nuestro intento, entrar en pesadas
e improductivas discusiones nosográficas, sino, por el contrario,
tratar de ser constructivos en la medida que lo permitan nuestros
medios, por eso nos atenemos substaucialmente a la propia
experiencia.
En esto no hay inmodestia, más bien, confieso que eludo el
problema más dificultoso. Siempre me ha parecido, y siguiendo
los pasos de los iniciados en la psiquiatría, también lo he com­
probado, que la dificultad mayor no reside en comprender a los
enfermos, sino en encontrarles un marco adecuado a través de
tantas escuelas, tantas concepciones y tan distintos cuadros
nosográficos.
Sin embargo, el propósito ha sido siempre loable. Tal v.ez esta
misma excusa tenga que valerme. He querido aclarar y quién
sabe qué resulta. Pero todos, hasta los más modestos, estamos
implícitamente justificados por uno de los más grandes pensadores.
Decía Pascal: <4la sucesión de los hombres a través de las edades,
es como un solo hombre, siempre viviendo y siempre aprendiendo” .
LAS PARAFRENIAS - DISCUSION NOSOGRAFICA

A l encarar este tema, se imponen de hecho dos tareas distintas.


La primera está destinada a ubicar el cuadro de las para-
freñías, dentro de un marco nosográfico que permita su clara
comprensión, como asimismo, la identificación de los enfermos
de que se trata a través de las distintas clasificaciones y equiva­
lencias que se le han asignado. Es una tarea ingrata que implica
la revisión bibliográfica de todo cuanto se ha dicho sobre los
delirios crónicos.
También es para el caso lo menos importante: los enfermos
no han variado, los síntomas, tampoco. Los distintos ángulos de
observación, el empleo de un lenguaje impreciso, frecuentemente
metafórico, las agrupaciones por afinidades y semejanzas remo­
tas, que sólo, a veces, están en las premisas del investigador,
han ido formando grupos, grandes entidades y subgrupos, muchos
de los cuales no subsisten ya.
Es plausible el reconocimiento de lo que cae bajo la obser­
vación cotidiana, a través de las distintas concepciones dominan­
tes en el tiempo, pero desde un punto de vista histórico. Esto no
está primordialmente en nuestro propósito; por lo demás, ya se
verá, los resultados no pueden ser sino aproximativos. Todas las
equivalencias que se han hecho del grupo parafrénico con los
demás grupos nosográficos, estrictamente hablando, son in­
completas.
Como decíamos, los enfermos, sin embargo, no han variado,
sus síntomas han sido agudamente destacados, pero integrando
cuadros diversos, de tal modo, que los representantes de esta
presunta entidad nosográfica, cubren una buena parte de la pa­
tología mental. Resulta así, que extraer los parafrénicos de los
nutridos capítulos de la literatura psiquiátrica, explícitamente
considerados unas veces en su equivalencia, otras implícitamente,
CARLOS R. PEREYRA
20

por la manifiesta identidad clínica ele los casos, es una tarea que
a más de engorrosa es un tanto artificial.
Surge aquí el segundo punto, que es el objeto que particular­
mente me preocupa: Saber por la observación directa de los
enfermos, si de algún modo está justificado el cuadro parafrénico.
Si sus representantes constituyen un grupo homogéneo, del punto
de vista clínico, semiológico, y tal vez patogénico. Si .son, en una
palabra, una realidad clínica diferenciable de los delirios esqui­
zofrénicos, de los delirios sistematizados alucinatorios y de toda
otra entidad caracterizada por cronicidad y delirio. Comprobar
si su agrupación no es un capricho nosográfico, surgido de aglu­
tinaciones y desmembraciones de cuadros complejos, que tenían
por base un elemento común o una premisa muchas veces falsa.
Construcciones que nos dieron tantas entidades artificiales, fo r­
zadas y alejadas cada vez más y más, de la realidad clínica e
individual.
Desde ya anticipo, que después de haberme preocupado hon­
damente por este problema, y salvando algunas diferencias que
permanecerán siempre en la incógnita de la intencionalidad de
Kraepelin, be llegado a la personal convicción, de que la para-
■frenia constituye un grupo homogéneo, que por su comienzo, su
evolución, y sobre todo su armonía semiológica, tiene derecho
a una perfecta autonomía.
No se m.e escapa el carácter un tanto temerario de la afirma­
ción, Ella va, contra las más corrientes ideas acerca de la
extensión de la esquizofrenia; contra el argumento, aparentemente
incontrastable, de las comprobaciones hechas por W. Mayer, so­
bre los enfermos de Kraepelin, según la cual, después de largos
años de evolución, muchos de ellos terminaban como las esqui­
zofrenias. Contra algunos resultados presuntivamente obtenidos
por las investigaciones genéticas y, contra la hipótesis de una
definida constitución esquizoidea con componentes distímicos, en
estos enfermos, que darían por ello una mayor resistencia de la
personalidad, etc.
Como siempre, además, cuando falta un conocimiento anató­
mico y etiológico, no disponemos más que de síntomas. Apoyarse
en ellos para construir entidades, es sin duda dar por sentada
PARA1-REÑIAS 21

la fragilidad de la base y el carácter necesariamente provisorio


de toda agrupación. Ya lo ha señalado un distinguido psiquiatra
argentino, tal vez un tanto airadamente, al referirse a la desme­
surada extensión de ciertos cuadros nosográficos, que sólo habían
sido elaborados con síntomas, subjetivo y deleznable elemento
de juicio, Pero si nos ceñimos a la realidad de nuestra hora
científica y nos colocamos en la verdad de nuestras conquistas
psiquiátricas, habremos de acatar, modestamente, que para todas
las enfermedades endógenas sólo los síntomas constituyen la única
realidad; variable y subjetiva, pero más próxima, más accesible
a nuestros precarios medios de conocimiento, y nada se gana
entretanto, en resistirse presuntuosamente a la simplicidad se-
miológica, eñ nombre de un pseudo cientificismo, especulativo y
banal, que bajo directivas rígidas nos separa de la realidad
palpable.
Consecuente con este modo de pensar, no he partido de ninguna
premisa antepuesta a mis propósitos; no me he valido de ningún
método especial como no fuera el empírico, me be limitado con
paciencia y con rigor a observar semiológicamente, y tengo para
mí, que el conjunto de síntomas es, provisoriamente suficiente,
para determinar la unidad nosográfica del grupo parafrénico. De
acuerdo al plan expuesto debo, sumariamente, ocuparme de las
equivalencias que se le han reconocido al grupo parafrénico con
otros cuadros nosológicos, porque, naturalmente, si éstas resultaran
exactas, la parafrenia sería una simple sinonimia de las tantas
que abruman en psiquiatría. No creo que éste sea el caso.
* * *
a
En 1912, Kraepelin, bajo la denominación de parafrenia,
agrupa uii número de enfermos primitivamente comprendidos en
la demencia paranoide y esencialmente caracterizados por el co­
mienzo relativamente tardío de la enfermedad (tercero o cuarto
decenio de la vida), alcanzando a desarrollar un delirio frondoso
y crónico, habitualmente mal sistematizado y sin llegar a los pro­
fundos grados de embrutecimiento, propios de la demencia precoz.
De hecho, dentro de los delirios crónicos, quedaba estable­
cido un grupo intermedio, limitado, por un lado, por los delirios
22 CARLOS R. PEREYRA

incoherentes de la demencia precoz, por el otro, por la robusta


lógica de los delirios bien sistematizados: las paranoias reducidas
excesivamente y con exclusión de la psicosis con alucinaciones.
Entre tanto, en Francia, dominaban las ideas de Magnan. Los
delirios crónicos se subdividían por la hipotética base de un te­
rreno degenerativo o sano. El terreno degenerativo estaba carac­
terizado por la estigmatología física y psíquica. A esta última
correspondían una serie de síntomas tempranamente evidenciados
en la vida del sujeto y antes del estallido de la psicosis. Unas
veces se trataba de una manifiesta debilidad mental, otras, de
rarezas, extravagancias, impulsos, susceptibilidad, orgullo desme­
surado y de una manera general, muchos de los elementos que
en la terminología moderna, definen las características premor­
bosas de ciertas constituciones. Así se explica, que el delirio
sistematizado interpretativo se incluyera, posteriormente, en esta
categoría. Además, correspondían a ella, todos los delirios episó­
dicos polimorfos, algunos de los cuales, excepcionalmente, podrían
hacerse crónicos y otros ir a la demencia.
Por oposición, el delirio de Magnan, representaba la psicosis
instalada en la madurez de la existencia, sobre un sujeto sin
antecedentes degenerativos, tenido hasta el momento por normal,
cuyo desarrollo era esencialmente sistemático, pasando inexora-
blmente por cuatro períodos: l 9) de inquietud e interpretación;
2 9) de persecución y sistematización con alucinaciones; 39) de
grandeza; 49) de demencia.
Demás está decir que en los delirios d’ emblée de los degene­
rados, estaban implícitamente comprendidos los delirios verda­
deramente polimorfos y episódicos, curables; los delirios de la
demencia paranoide, formas que se admitían eventualmente evo­
lucionando hacia la demencia, y, también, algunos delirios siste­
matizados que, a pesar de su comienzo brusco, no diferían en
nada de la presunta entidad de Magnan, según lo habían de­
mostrado Arnaud, Seglás, Falret, etc.
Por otro lado, la entidad de Magnan era un esquema de rara
comprobación clínica. Además, la armoniosa teoría de la degene1'
ración tambaleaba. Contra este estado de cosas, que dividía o
PARAiFRENIAS 23

agrupaba con arbitrariedad a los enfermos, reaccionó Gilbert


Ballet.
En una clase magistral, taquigráficamente vertida por su jefe
de clínica Dr. Barbé, expone sus ideas publicadas en L’ encéphale
en noviembre de 1911. Entre el delirio de Magnan y la psicosis
degenerativa alucinatoría no ve diferencias sustanciales. El te­
rreno más o menos marcado, es siempre el mismo y se halla de­
terminado por la herencia. El polimorfismo es más aparente que
real, se trata siempre de las mismas ideas persecutorias y am­
biciosas, La evolución, variable en grado extremo, puesto que
unos iban a la demencia, otros curaban, y otros eran delirantes
■crónicos, sin debilitamiento ulterior, no eran para él razones
suficientes para diferenciarlos, basado, un poco tortuosamente,
en la noción, de que los episódicos son crónicos a su manera,
destinados a tener en el curso de su cronicidad múltiples accesos
y acalmias con algún residuo tras cada uno de ellos. Concluye
así, reaccionando contra la excesiva disociación de Magnan, por
formar un grupo todavía más heterogéneo: la psicosis alucinatoría
crónica.
Con el solo elemento común del fenómeno alucinatorio, y la
supuesta cronicidad quedan englobados todos los delirios con
alucinaciones desde las más robustas organizaciones sistemáticas,
hasta las incongruentes fantasías de casos indudablemente pertene­
ciente a la demencia precoz. Pero, desde luego, al separar por un
lado los casos de hebefrenia, y por el otro los delirios sistema­
tizados no alucinatorios, su presunta entidad, queda ocupando
nosográficamente un lugar intermedio, semejante al de la para-
f reñía, un año más tarde. De ahí surge la equivalencia admitida
por la mayor parte de los autores. *
Parafrenias y psicosis alucinatorias se hallan limitadas, por
un lado, por las paranoias, y, por el otro, por los delirios de la
demencia precoz. Pero las bases conceptuales que las han fo r­
mado son enteramente distintas, los enfermos que ellos abarcan
también.
En la psicosis alucinatoría, la unidad de grupo está dada por
la alucinación. En la parafrenia, ya lo veremos, la alucinación, con
ser frecuente, no le presta características al delirio; en algunas
24 CARLOS R. PEREYRA

formas clínicas, como la confabulatoria, incluso, no se com­


prueban alucinaciones. Los parafrénicos no incluyen ningún de­
lirio de la vieja demencia precoz porque precisamente, es un
desmembramiento desellas, por otro lado, su aproximación a los
delirios sistematizados es menor, malgrado la existencia de una
forma llamada sistemática. La parafrenia .es homogénea en cuanto
a la unidad de comienzo, la relativa integridad intelectual y las
características evolutivas. La psicosis alucinatoria crónica, por
el contrario, es un conglomerado que abarca los casos más dis­
pares, como no podría ser de otro modo, construyéndose, sobre
la base de un solo síntoma, la alucinación, a la que, por añadidura,
Gilbert Ballet, le concedió siempre una importancia generatriz,
cuando en la mayoría de los casos, está probado que es un epifenó­
meno, una contingencia o una vulgar consecuencia sobrevenida en
el curso de las más variadas afecciones mentales.
En verdad, no habría por qué insistir; meras coincidencias
nosográficas, más aparentes que reales, han establecido esta
equivalencia. La psicosis alucinatoria crónica ha perdido, por.
otro lado, su derecho a la vida. Fue una concepción del momento,
que justificó su existencia como una reacción contra la esquema-
tización artificiosa de la escuela degenerativa, pero no es un
cuadro nosográfico unitario, ni del punto de vista clínico, ni del.
punto de vista doctrinario. Así lo ha demostrado palmariamente
Charles Nodet. Clínicamente, las alucinaciones verdaderas, las
pseudoalucinaciones y las ilusiones son fenómenos muchas veces
de ’ d ifícil diferenciación. Su aparición en una psicosis, parece
ser un mero modo de expresión de esta psicosis, son habitual­
mente sus consecuencias, no sus causas, guardando diferencias es­
pecíficas, según la estructura del delirio, no se trata, pues, doc­
trinariamente, de la causa que unifica, sino del fenómeno variable
y contingencia!.
í(í jfc H*

La existencia de una forma clínica llamada confabulatoria,


en que las alucinaciones no existen, o son de difícil prueba, en
las que el mecanismo delirante está dado por ilusiones y aluci­
naciones de la memoria, falsos recuerdos o libre fantasía, ha per­
PARAFRENIAS 25

mitido establecer una homología, entre esta forma clínica y el


delirio imaginativo de Dupré y Logre. Tampoco nos parece
exacta esta equivalencia, malgrado sus puntos de contacto. -
El delirio imaginativo de Dupré, verdadera rareza clínica, es
ante todo un delirio bien sistematizado, integra con el delirio-
de reinvindicación y de interpretación el grupo de las paranoias..
El polimorfismo, ya lo veremos, es la nota más característica de
la parafrenia confabulatoria.
El delirio descripto por Dupré y Logre en L’ encéphale de 1911,
se desenvuelve constantemente en el sentido persecutorio y ambi­
cioso, sin ninguna construcción desglosada del conjunto, que de
algún modo, deje de servir a las ideas matrices de la enferma;
de tal. modo, sólo difiere de un interpretador en el hecho de que*
no deforma la realidad percibida, silogísticamente, sino que lo
inventa todo.
El autor .admite, sin embargo, que a veces necesariamente in­
terpreta. De todos modos la identidad con los delirios sistemati­
zados no alucinatorios es tal que él mismo reconoce que Gilbert
Ballet y Serieux y Capgrás lo han descripto antes entre los de­
lirios de interpretación como formas fabulatorias. Las dife­
rencias con un delirio sistematizado corriente, están dadas por
las características constitucionales de la paciente: mitómana bien
definida, por la anamnesis, desde su infancia. La mitomanía,
como tendencia irrefrenable a alterar la verdad, no es un ante­
cedente necesario en la parafrenia confabulatoria. En el delirio-
de Dupré y Logre se advierte, que consecuente con lá modalidad
constitucional, las expresiones delirantes son una mezcla abiga­
rrada de errores y mentiras. El parafrénico exhibe un error ima­
ginario ingenuo; es la primera víctima de su imaginación, no
quiere mentir. El polimorfismo puede ser aparente en el delirio*
imaginativo, es real en el parafrénico. El sistema acrecienta en.
el delirio de Dupré por adición o convergencia de nuevas ideas.
Se desarrolla en el parafrénico, por sistemas paralelos,, diver­
gentes y hasta contradictorios. El delirio se confunde con la vida
real y subordina la conducta de la enferma en todos los actos de
sti vida, en el delirio de Dupré. Se mantiene como una novela
fantásitca, que poco o nada interfiere en el pragmatismo cotidiano
26 CARLOS R. PEREYRA

del parafrénico, etc. Hay aún más diferencias que no permiten


confundir estas dos estructuras delirantes, por el sólo hecho, de
que en ambas, prevalezca el mecanismo imaginativo.
Otra analogía, que no está señalada en los textos, pero que
sin duda alguna conviene discriminar, por su frecuencia diag­
nóstica, es la que se hace entre los parafrénicos y los delirios poli­
morfos de los degenerados.
La mayor parte de los parafrénicos, largamente hospitaliza­
dos, que he tenido oportunidad de observar, llegaron a mí, con
el diagnóstico de delirio polimorfo de los degenerados here­
ditarios.
No voy a discutir aquí la ausencia de estigmas físicos y psíqui­
cos, ni mucho menos la cuestión degenerativa.
Trátase, sencillamente, de saber, si con esa denominación, equí­
voca o no, habían sido descriptos propiamente, los enfermos que
integran el grupo parafrénico.
Los delirios polimorfos de los degenerados, creación de Mag­
uan, por antítesis a su delirio crónico, eran delirios d’emblée, de
comienzo brusco, provistos desde .el primer instante de “ todas
sus piezas” , según lo comenta Targowla, con alucinaciones múl­
tiples, e ideas intrincadas: persecutorias, ambiciosas, místicas,
hipocondríacas, etc., simultáneas o contradictorias, todos los me­
canismos podrían determinarlas: interpretación, ilusión, aluci­
nación, intuición, etc. Su curación, tan brusca como su comienzo,
era la regla, Excepcionalmente, el delirio evolucionaba hacia la
demencia; sin duda se trataba en estos casos de manifestaciones
delirantes de la demencia precoz. También excepcionalmente, se
hacía crónico sin necesidad de un debilitamiento intelectual. Este
es el caso, poco común, que puede prestarse a confusión con los
parafrénicos. Sin embargo, los caracteres siempre difieren, el
mismo Magnan admitía, que un tal delirio crónico, adquiere ca­
racteres sistemáticos, pero permanece siempre igual a sí mismo,
acantonado, no se enriquece ni progresa. En verdad, los me-
jorés representantes de los delirios de los degenerados, son los
débiles mentales, por sus coloridas y polimorfas boufées y tam­
bién lo son en estos casos excepcionales de cronicidad, que res­
ponden a la componente paranoica. Entonces la sistematización
PARAFRENIAS 27

existe, cualquiera sea su comienzo, la cronicidad está garanti­


zada por la desconfianza y el orgullo. El sistema es fijo, y
.guarda la proporcional indigencia, que de antemano le - señala
el caudal intelectual.
Los parafrénicos no pueden superponerse a estos cuadros de
los delirios polimorfos de los degenerados. Su polimorfismo atañe
habilualmente a las ideas y son antes que nada y primitivamente,
crónicos. Su delirio enriquece constantemente. Su caudal inte­
lectual lo mismo es precario que elevado. Hay, malgrado la exis­
tencia frecuente de perturbaciones sensoriales, un predominio
.marcado del mecanismo imaginativo. Otras diferencias se harán
notar en el curso de la exposición.

Ahora bien, en realidad, la mayor parte de los parafrénicos,


se ven descriptos en el grupo de los delirios sistematizados aluci-
natorios, sea bajo el nombre de delirio sistematizado alucinatorio,
psicosis alucinatoria crónica, delirio sistematizado alucinatorio
progresivo, etc,
. Se plantea aquí una cuestión chocante: estos delirios parafré­
nicos, que alguna vez integraron el grupo de delirios incoherentes
y absurdos de la demencia precoz; los que por propia definición
de su autor, son siempre mal sistematizados; en los que por
predominio de las formas clínicas prevalece una fantasía desbor­
dada sobre todo otro mecanismo; que pueden ser, y son, confun­
didos en la práctica diaria con delirios polimorfos, cualquiera
sea su patogenia; con los que no se quiere admitir diferencia
alguna con las esquizofrenias; ¿pueden asimilarse a los delirios
típicamente sistematizados .esenciales de la escuela francesa?. . . ;
yo creo que no.
La existencia de una forma clínica llamada sistemática intro­
duce, sin duda alguna, todas las causas de error. Y veremos al
tratar de ella, que Krajepelin le reconocía tres períodos, de in­
quietud o rumiación mental, de persecución y alucinaciones y de
grandeza sin demencia. Naturalmente que la homología con el
Magnan, al que Falret le había negado el cuarto período, no puede
23 CARLOS R. PEREYRA

ser más exacta. Pero, ¿y las demás formas clínicas: expansiva*


confabulatoria, fantástica, qué concomitancia podrían tener con
cualquier delirio verdaderamente sistem atizado?... Aún la for­
ma sistemática, es dada por Kraepelin por mal sistematizada. Lo»
ejemplos que de todo tiempo ilustran esta forma clínica, se re­
fieren a delirios groseramente absurdos, sin posible verosimilitud,
en franco contraste con el delirio típico y originario de Laségue,
¿No se trata, pues, de una forma sistemática, así denominada, por
oposición y contraste a las demás formas clínicas, por su mayor
ordenación de las ideas, pero dentro siempre del absurdo y del
polim orfism o?. . . Naturalmente este es el punto que nunca po­
drá aclararse, porque estaría o no en la intencionalidad de ICrae-
pelin. Lo cierto es que, si la forma sistemática quiere decir delirio
sistematizado, la unidad de grupo en la concepción de Kraepelin
se rompe de inmediato, mas, si como por propia definición de
todo el grupo, es también un delirio mal sistematizado, la unidad
conceptual se recupera.
De cualquier modo, prescindiendo de las definiciones ante­
riores, y yendo a la búsqueda de los síntomas en los enfermos,
impónese el hecho de que hay un grupo de enfermos, homogéneo,
crónicos, delirantes esencialmente polimorfos, bien diferencia-
bles de los delirios alucinatorios sistematizados por un lado, y
de los delirios esquizofrénicos por ,el otro, y cuyos caracteres más
próximos han sido destacados en la literatura médica bajo el nom­
bre de parafrenia. Su característica esencial y definitiva es para
mí la de ser delirios primitivamente crónicos y de ideas polimor­
fas, en que las alucinaciones, existentes o no, no aparecen como
mecanismo del delirio.
Hay una tendencia moderna a aborrecer del polimorfismo, tal
vez por las vinculaciones del término con la doctrina de la dege­
neración; sin embargo, mientras se conserven las denominaciones
de sistema y sistemático, se halla implícitamente subsistente la de
asistematización y polimorfismo, por la misma razón d.e que la
derecha carece de sentido, si no existe la izquierda.
El polimorfismo puede entenderse por la simultaneidad y co­
existencia de factores acompañando al delirio; excitación, depre­
sión, confusión, etc. También, dentro del delirio, y esto es lo que
PAR Al-REÑIAS 29

nos interesa aquí, por la falta de ideas acordes, concurrentes, que


marchando en una misma dirección, acrecienten el delirio en el
sentido de su núcleo central, sin jamás contrariarle ni desviarle.
Es decir por oposición a lo que se denomina un delirio sistema­
tizado, es polim orfo un delirio, cuando al lado de un sistema
principal, desarrollan otros divergentes o paralelos cuya impor­
tancia puede reemplazar al anterior, cuyo contenido ideológico
puede ser incluso, contradictorio y cuya fuente de origen no
aparece clara y determinada como siendo constantemente la
misma.
A la verosimilitud y constancia de la temática sistematizada,
se opone, de entrada, el carácter absurdo y móvil de los temas
delirantes polimorfos. A la característica errónea, pero silogís­
tica y deductiva del razonamiento sistematizado, se opone la afir­
mación caprichosa, la improvisación o el discurso meramente des­
criptivo, n o .demostrativo. A la elaboración lenta, largamente me­
ditada de las ideas de un sistematizado se opone, en este polimor­
fism o, la improvisación fraguada en el curso de un diálogo y
surgida al instante como una ocurrencia o una inspiración, sin
perder por ello, la fuerza de convicción.
En tal sentido, entendemos, que todos los delirios parafrénicos,
los llamados sistemáticos menos y los fantásticos más, partici­
pan del carácter polimorfo de las ideas.
En psiquiatría, muchas veces los términos no designan las co­
sas. Gilbert Ballet decía, recordando que una ciencia se conoce
por su lenguaje, que pocas ciencias, como la psiquiatría, se halla­
ban más necesitadas de un lenguaje apropiado. Gran parte de los
delirios descriptos como formas sistematizadas, son polimorfos
en un sentido estricto, pues si la sistematización, no atañe a la
evolución, que ya nadie concibe con los períodos esquemática­
mente trazados por Magnan, debe referirse necesariamente a las
ideas,-y se ven casos en la literatura, cuya inserción sería larga,
francamente polimorfos. Pero, basta recordar, respecto de este
■confusionismo de términos, que Serieux y Capgras, dicen textual­
mente. refiriéndose a la psicosis descripta por Magnan: ‘ ‘Magnan
ha descripto dos grandes clases de psicosis sistematizadas” , “ Prb
mero los delirios sistematizados de los degenerados, caracteriza­
30 CARLOS R. PEREYRA

dos ya por delirios polimorfos de marcha irregular, etc., etc.” *


(página 238, colección Sergent). En el capítulo sobre degene­
ración, de A . Barbé, sub-capítulo de las manifestaciones deliran­
tes polimorfas, se describen distintas formas de delirios sistema­
tizados crónicos, etc.
Si la sistematización no puede conservarse en el sentido de la
sucesión cronológica de períodos perfectamente establecidos, debe
referirse, necesariamente, a la ordenación de las ideas y a la con*
servación del sistema lógico del desarrollo de las mismas, trátese
de alucinados o no, por su estructura.
Un delirio sistematizado crónico, se nos presenta, pues, con
características propias, por el carácter paranoico en que necesa­
riamente arraiga. Reúne los atributos de antiguos conocidos, de
tenacidad, exaltación de la personalidad, abuso de la lógica y
longevidad intelectual. Se caracteriza por el dominio imperante
de un tema, al que pueden aportarle elementos las alucinaciones,
es verosímil, coherente, engendrado .en el medio y circunstancias
reales. Las ideas, dotadas de una honda resonancia afectiva, su­
bordinan de un modo especial la conducta de quien lo padece,
favoreciendo reacciones agresivas, comprensibles y semejantes a
las normales, porque sus razones se mueven dentro del mundo
real y accesible.
Los delirios parafrénicos difieren sustancialmente de ellos. La
diferencia con la esquizofrenia, de intento reservadas para lo úl­
timo, por ser para muchos autores no ya una equivalencia, sino
una misma cosa; irán surgiendo en la delimitación de los casos..

-2jC Jjt ifi

Antes de referirme a mis propios ejemplos, me ba parecido


conveniente tomar de la abundantísima casuística, dos casos que
destaquen bien el contraste que quiero señalar, entre los delirios
sistematizados alucinatorios y la forma sistemática de la para-
frenia, por ser la única que puede ofrecer dificultades concep­
tuales,
Me han parecido ejemplares, un caso de delirio sistematizado
persecutorio cuya alienación fue precisamente certificada por
PARAFREN IA S 31

Laségue, el maestro que legara su nombre a la enfermedad y


referido por Ball, y otro tomando como prototipo de la parafrenia
sistemática por Bumke. Naturalmente sintetizo: El primer caso,
se trata de un obrero litógrafo de 44 años de edad de aspecto
vigoroso, que llevaba al momento de su descripción, quince años
de internación en Sainte Anne. Hallándose en el trabajo oye un
día acusaciones contra la conducta de su mujer. Sus alucinaciones
se repiten largo tiempo, el “ delirio permanece fijo e idéntico a
sí mismo” . La infidelidad de la mujer era “ el eje de su aberra­
ción mental” . Solamente después de siete años del comienzo de
su enfermedad, “ empieza a volverse más activo y a quejarse viva­
mente de sus perseguidores” . Los obreros del taller no contentos
con insultarle cometen toda clase de fechorías, le esconden los
útiles y le impiden trabajar. Cambia de taller pero en todas
partes advierte la misma hostilidad y las mismas miserias. Todos
los ruidos se transforman en voces humanas y todas esas voces
le insultan. . . Un día intenta matar a un familiar porque oyó'
que le injuriaba. . . Después de siete años “ se ha vuelto reti­
cente” . “ Es difícil arrancarle los datos que él daba otras veces,
con cierta exuberancia y con cierta animación. Se capta a fuerza
de preguntas, que insultan siempre a su mujer y a él se le acusa,
de malas costumbres. . . Se le hacen oír estas palabras por un
aparato: “ Cefalítico y Escústrico” (Neologismos habituales en
los delirantes crónicos” ).
“ Es modesto, no se atribuye cualidades extraordinarias, puedo
ganar cuando trabajo, dice, siete francos por día. Se atribuye
instrucción muy elemental, esa que puede tener un obrero. Dice
entre tanto que ha hecho inventos en litografía (lo que es per­
fectamente posible). Acusa a sus perseguidores de robarle su.
invento. En suma es un hombre enfermo después de quince
años y que no es ambicioso; puede ser que lo sea deslizándose por
la pendiente de sus invenciones. Pero en este momento no se des­
cubre traza alguna de megalomanía” .
O. Bumke, en su “ Tratado de las Enfermedades Mentales” , ex­
pone el caso siguiente como prototipo de la parafrenia sistemática
en su período puramente persecutorio. Por idénticas razones,
también abreviamos: “ En la fábrica Krupp de Essem existe una.
•32 CARLOS R. PEREYRA

.'Sección baje la dirección d.e personas que han tenido un estado


premonitorio, esto es que han vivido de antemano los aconteci-
.mientos futuros. Tales personas lanzan contra sus semejantes y
contra el paciente mismo, proyectiles atómicos disparados por
.aparatos e sp ecia les... Tale3 proyectiles atraviesan las paredes,
los vestidos y la piel sin dejar huellas, pero lesionan, en cambio,
.gravemente los órganos internos. Para poder manejarlos mejor
los empleados de la casa Krupp se han desprovisto de sangre y
aquí queda reducida la digestión, No es posible pensar en un casti­
g o , pues no se puede demostrar que los proyectiles sean dirigidos
por personas. Este procedimiento de Krupp, se encuentra apo­
yado por leyes físicas. La tierra para poder conservar su velo­
cidad de rotación, no debe verse cargada por una humanidad
.siempre creciente. Consiguientemente precisa que la población sea
reducida. . . En el tren no hay manera de ser molestado por
•ellos, pues cambia con rapidez la distancia. Krupp le ha quitado,
por medio de la dinamita, la pared inferior del estómago. Ex­
plica el recrudecimiento de sus molestias por la entrada en ac­
ción de una nueva remesa de máquinas Krupp. Por lo demás, se
.muestra tranquilo y externamente ordenado” .
Respecto a otro caso similar comenta Bumke: “ Produce una
impresión de corrección y se muestra desde luego tranquilo. To­
dos los datos referentes a los fenómenos e influencia que dice
experimentar son algo fantásticos, indeterminados y mal fijables.
La descripción de lo que le sucede no se acompaña de una gran
emoción y el paciente se encuentra más bien indiferente, incluso
ante sus alucinaciones. . , La actitud nada tiene de particular.
.El habla es superficial y algo monótona” .
Fácil es advertir sustanciales diferencias en ambas formas de
delirio, a través de estas exposiciones que, por lo demás, se confir­
man en la diaria observación de los enfermos asilados. El ele-
.mento común es la persecución, pero en tanto que en los últimos
ésta adquiere, de inmediato, un carácter irreal, fantástico, en el
primero los hechos se ciñen a circunstancias factibles dentro de
la vida ordinaria, los enemigos son identificados y localizados
dentro de su medio ambiente y corren el riesgo de sus naturales
xeacciones. Las alusiones, ilusorias o alucinatorias, reprueban,
PARAFRÜNIAS 33

acusan, o conminan dentro de posibilidades humanas, comprensi­


bles, y es concebible una actitud defensiva que se trueca en ata­
que, porque es posible formar un plan organizado, contra ac­
ciones humanas. Nada de eso ocurre en los casos parafrénicos
donde la persecución ejercida por agentes deletéreos, provienen
de fuentes inaccesibles o por lo menos distantes del mundo que
lo circunda. Se realiza en forma vaga, inconcreta, con multipli­
cidad de elementos, que si intelectualmente aparentan ser horri­
bles, suscitan, en cambio, menos inquietud verdadera y sorpren­
den al paciente por su carácter extraordinario. Los enfermos, aún
poniendo interés, hacen fríos relatos de las crueldades que expe­
rimentan, tal como observa Bumke, al referirse a las impresiones
objetivas. El delirio no permanece igual a sí mismo y en breves
etapas sucesivas, se enriquece con nuevos datos que parecen sur­
gir de un inagotable manantial imaginativo, más que alucinatorio,
difusos, mal, conexos, y cada vez más distantes de la acción de
daño y perjuicio contra la persona, no enriquecen una idea cen­
tral, robusta, de finalidad, causalidad y objeto, sino que forma
otras tantas ideas patológicas paralelas, que cuando menos, hacen
al delirio mal sistematizado, ilógico y absurdo.
Los conceptos abstractos, las ideas mágicas y cósmicas domi­
nan el cuadro y -el individuo, queda como eje central de estas
múltiples acciones, pero proyecta frecuentemente sus males sobre
los demás, sintiéndose acompañado de otras víctimas, a veces toda
una clase social, a la que implícitamente defiende defendiéndose,
no ya con la característica irritación del perseguido, sino con la
satisfacción propia del paladín de una causa grande, que excede
los mezquinos límites de los intereses individuales.
EXPOSICION Y FORMAS CLINICAS

PARAI*RENIÀ SISTEM ATIC A

Han sido descriptas cuatro formas clínicas de parafrenia.


La parafrenia sistemática de que venimos de hablar, definida
por Kraepelin como “ el desarrollo extraordinariamente lento e
insidioso de un delirio de persecución fatalmente progresivo, al
cual se agregan en última instancia ideas de grandeza sin destruc­
ción de la personalidad psíquica” . Para Bleuler su núcleo cen­
tral está constituido por el delirio de Magnan. Hemos dado nues­
tra opinión y no insistiremos sobre ello.
Esta forma afecta frecuentemente a los hombres y se desarro­
lla habitualmente entre los treinta y cuarenta años de la vida.
Su comienzo, a base de desconfianza e interpretaciones de auto-
rreferencia, provoca un retraimiento y cambio de carácter que
componen, en líneas generales, el período de inquietud de las
otras formas delirantes. Las diferencias son aparentes cuando se
forma el pseudo-sistema, que explica la persecución de que se
sienten objeto. Uno de nuestros enfermos, hombre joven, de treinta
años, y que inició su enfermedad aproximadamente un año atrás,
cree que debe atribuir sus males a la acción de los espiritistas de
todo el mundo y se queja de que una curandera, mediante fuer­
zas psíquicas, le ha levantado la tercer capa cerebral, filtro de
los malos pensamientos, y que, además, la gente sabía lo que
pensaba porque le habían sacado las capas superiores. Paralela­
mente, se desarrollan otras ideas, igualmente chocantes, y que no
concurren, precisamente, a cimentar un sistema determinado, sino
que forman otros tantos, de los cuales, como es lógico, alguno
prevalece en su importancia. A l cabo de un tiempo variable, según
los pacientes, se añaden ideas megalómanas a estos de pseudo-
sistematización. En nuestra opinión, con mucha mayor rapidez
CARLOS R. PEREYRA
36

que en la psicosis sistematizada progresiva, cuando ésta sufre


esa evolución, y no, como un testimonio ele decadencia mental,
sino como un epifenómeno, en cierto modo natural y acorde, con-
el carácter fantástico de todas las creencias sustentadas por el
individuo, que fuera de su delirio se llalla en pleno vigor mental.
El enfermo del ejemplo anterior sostiene ahora que lleva 2.800
años luchando en forma titánica contra los malos espíritus. En
existencias anteriores ha encarnado a Cristo, esto ocurrió en
Egipto, ha encontrado dispersos a los espíritus de San Martín,
Rivadavia, Sarmiento, etc,, reuniéndolos y haciendo con ello, un
gran bien a la patria.
Las alucinaciones más frecuentes son las del oído, pero abun­
dan también las alucinaciones psíquicas y cenestésicas. Nuestro
enfermo presenta todas esas formas. Pero la impresión dominante
en el período de estado, es que las ideas delirantes se nutren
más de una desbordada imaginación que de las mismas alucina­
ciones, contrariamente a lo que ocurre con los delirios bien siste­
matizados, Aunque algunos autores consideran poco frecuentes
los neologismos para estas formas, hemos podido comprobarlo
repetidamente.
En el caso antedicho el “ celar” es el pensamiento sin fin de la
“ mediumnidad” ' y el “ opal” es el gusto del cigarrillo, teniendo
esto que ver con el aire “ mentolado” de cada persona. La capa­
cidad de adaptación de estos enfermos es grande y por lo regular
se comprueba buena disposición y docilidad aún dentro de los
reclamos.
Esta es, hasta el momento, la conducta observada por el en­
fermo en cuestión: siempre correcto, afable, explícito, abundando
en buenas y sensatas razones cuando solicita el alta, .explicando
las necesidades de la casa, su responsabilidad como jefe del
hogar, la obligación de dar educación y ejemplo a su hijo, su
competencia para el trabajo; en el desarrollo de cuyas ideas,
nada se advierte de anormal, para que el contraste sea mayor con
el carácter absurdo de su delirio, defendido con seguridad y
aplomo.
Las ideas, que frecuentemente son de influencia, dañó o per­
juicio a su persona, no provocan 'en él una reacción afectiva con­
PARAF REÑIAS 37

secuente y son desarrolladas con cierta frialdad paradójica, aún


cuando con intención manifiesta de convencer a su interlocutor.
No como quien confía un hondo y sentido drama de su existencia,
sino, como si se expusiera una hipótesis, de la que él tiene sen­
sación, de que los otros no la van a aceptar sin discutirla; a la
que es necesario aportar la mayor suma de datos convincentes,
poniendo en ello inteligencia y no “ corazón” . Si se me permite,
el enfermo defiende su delirio como quien defiende una teoría
y sus afanes son dominantemente intelectuales. Por esta misma
razón, es explicable que a diferencia de los delirios sistematizados
y de la demencia precoz paranoide, exhiban una conducta dual,
que les permite actuar alternativamente en dos mundos, como
lo ba señalado H. Ey: el real y el de sus fantasías delirantes.
Son sociables, amables; generalmente, hacen amistades, de­
muestran competencia, disciplina y comprensión, y al mismo tiem­
po procurar! ganar prosélitos para sus teorías, que frecuentemente
son de un orden general y siempre desprovistos de toda verosi­
militud. A este respecto, es útil hacer resaltar que el delirante
sistmatizado “ vive” su delirio y lo defiende pasionalmente, bus­
cando adhesiones más lógicas a la utilidad de sus propósitos.
Toda su actividad parece hallarse canalizada “ razonablemente” en
el sentido de sus ideas, que forman el único mundo en que se
mueve. En cuanto al demente precoz paranoide con toda evidencia'
está absorto en su delirio y ha perdido, hasta el mínimo grado, su
calidad de ente social, refugiado en sus incomprensibles repre­
sentaciones. Sus contactos con el medio ambiente son esporádicos,
sus acciones están desprovistas de toda calidad gregaria, e impre­
sionan verdaderamente como propias de seres de otro mundo.
Tal vez el mejor testimonio de su modo de ser, lo constituye la
abundante producción escrita de los parafrénicos, comparativa­
mente juzgada con la de los delirantes sistematizados, Mientras
estos últimos se dirigen a las autoridades competentes: jueces, go­
bierno, director de establecimiento médico, etc., formulando re­
clamaciones más “ sensatas” , que al ser desoídas provocan las
reacciones consiguientes; en los primeros la producción no cesa,
a despecho de todas las contrariedades. La calidad de los inter­
locutores les preocupa menos y con frecuencia intentan .hacer
38 CARLOS R. PEREYRA

adeptos entre los mismos asilados, con expansividad, sin reservas.


Es poco frecuente en ellos la reticencia, que escondan, callen, o
aparenten rectificar, con el propósito plausible de servir mejor a
sus intereses. Por el contrario, la conducta de los parafrénicos es,
a este respecto, francamente ingenua, como tendremos oportuni­
dad de observarlo más adelante.
Uno de nuestros enfermos, cuya producción escrita es inagota­
ble y se acompaña siempre de dibujos ilustrativos, encabeza uno
de sus cuadernos, que en realidad, está dirigido a la ciencia, de
esta manera:
“ En esta forma se mata el instinto del hombre y lo hacen in­
defenso, es la obra de la escuela “ raunsolica” ; entre el Dr. X
y el Dr. Y me han llenado la mente, dejándome el filete suelto
entre las dos medias cañas del cerebro, hasta que éste se fue con­
sumiendo paulatinamente como si fuera una vela. Cuando mis
ojos veían una mujer, el simpátiteo de atracción con el interior
de mi mundo, éste chispeaba en forma de corto circuito dentro
del “ recinto mental” hasta su consumación total. Esto sucedió
después de haber lanzado el “ capullo” o “ fucil” mental por la
fosa nasal, como si fuera un globito de goma, erizado y roto,
acompañado de coágulos de sangre y cuando fui a ver al Dr. X X
por última vez” . En seguida formula su hipótesis y expresa:
“ como se realiza el aspecto de la mente “ cegada” , matan el sim­
pático de la mente inferior o sea el instinto de la persona y queda
indefenso, de este procedimiento nadie se puede dar cuenta, fue
descubierto por una casualidad que yo me haya dado cuenta,
esto no deja de ser interesante para la ciencia, el ejemplo lo tienen
en mi persona. En el consultorio del Dr. XG me puso primero las
columnas y después el fuego espiritual en la concavidad de la
mente y se vieron las ascuas que ardían en el recinto mental,
al retirarme cuando bajaba la escalera empezó a verse como si
fuera un humo que ponía a uno en tinieblas, un fuego de un
color de esmeralda queda incrustado en la cavidad después dé
un tiempo largo. Se ve de cuando en cuando que adentro del alma
se mueven varias ramas en cintilas, con las pintitas que caminan
como si la tuvieran corriendo como buscando de concentrarse a un
punto dado. Todo este movimiento se veía dentro y como la me-
PA RAÍ' REÑIAS 39

m on a empezó a flaquear, no sabía qué me pasaba, fui a estudiar


nuevamente el dibujo y lo que explica no lo alcanzaba a com­
prender por más que pensaba. Adentro ardía como una estufa,
como me había extraviado perdí parte del control y no podía
calcular y dejé de ir al dibujo a ver si todo esto pasaba, pero los
estornudos fuertes como estampidos me perseguían y me empezó
a salir mucha mucosidad que me llamó la atención de que podía
venir el malestar. Pero yo no me había dado cuenta que todo este
m al era promovido por el fuego espiritual, sino que me di cuenta
después que la mente hizo “ exprosión” por la “ frecha” espiritual
que abrió la matriz de la mente como una mujer parida, y como
esto no seguía bien decidí ver al Dr. ZZ” .
En el escrito se han suprimido las transposiciones silábicas,
el uso abusivo que el enfermo hace de la letra R .en reemplazó
de la L y ciertas faltas que hacen incomprensible su lenguaje,
para que se pueda entender el sentido de lo que quiere expresar.
El paciente no se siente solo en su desgracia, pues él es víctima
de dos profesionales que actúan así porque pertenecen a la logia
“ raunsonica” , destinada a producir la evolución de la humanidad
mediante los “ matrans vitales” y las víctimas son innumerables.
E l denuncia los hechos para hacer bien al mundo y en su al­
truismo patológico llega a decir: “ estoy dispuesto a sacrificar
mi vida para que se haga la autopsia y se averigüe que todo fue
intencional” .
En otros escritos explica el “ origen del mundo” , “ la constitu­
ción original del hombre” , “ la fisiología de la razón” , “ el dolor
de la parte sensata” , etc. Y últimamente ha persuadido a otro
alienado para que hiciera llegar a las autoridades de la casa
los planos de un invento suyo destinado a evitar la acción de
los torpedos sobre los barcos, dibujado con toda prolijidad.
La enfermedad evoluciona crónicamente hasta la muerte sin
que sea apreciable más que una ligera decadencia que trasunta
en el apagamiento de la actividad general y pérdida del vigor
imaginativo. La capacidad de adaptación a los medios nosoco­
miales, es grande y se comprueba, en la mayoría de los casos,
buena voluntad y eficiencia para el desempeño de tareas simples.
40 CARLOS R. PEREYRA

Caso N5 1. — B. B., brasileño, soltero, de 44 años de edad,


llegado al país en el año 1908; mecánico de profesión y radicado
desde hace muchos años ,en la ciudad de Rosario. Ingresó al
establecimiento por primera vez el 11 de noviembre de 1940 re­
mitido por la policía de dicha ciudad. Los antecedentes suminis­
trados por él mismo carecen de significación y no ha sido posi­
ble obtener otra fuente de información. La enfermedad que le
aqueja comenzó ostensiblemente hace 4 años. Al comienzo se re­
veló por sus carácterísticas persecutorias, identificando a dos
profesionales, autores materiales de los trastornos que experi­
mentaba, Su estado inicial, tenía características hipocondríacas y
estaba condicionado sin duda por perturbaciones cenestésicas; bien
pronto, sin embargo se agregan alucinaciones psíquicas, sensación
de robo e imposición de pensamiento y vacío en su cabeza. No
confiesa en momento alguno alucinaciones auditivas francas, y,
si existen, son difíciles de identificar. Como frecuentemente ocu­
rre en estos casos, el delirio se desarrolla con una base ricamente
imaginativa e intuitiva, las afirmaciones son hechas con convic­
ción y certidumbre y es inútil preguntar cómo lo sabe porque es
así, y lo ha comprobado con el espíritu. El carácter del daño
recibido es, desde el comienzo, absurdo, y poco tarda en en­
contrar compañeros de desgracia, puesto que es víctima de una
logia poderosa que ha dado el mismo trato a infinidad de
personas.

Esto lo lleva a sentirse paladín de una causa, ha descubierto


los métodos y las formas de actuar de estos criminales y los va
a señalar a la opinión pública para salvación de la humanidad.
Se torna francamente megalómano y no solamente explica lo
que a él le ocurre, sino que se extiende en consideraciones sobre
distintos tópicos, apartándose del tema prevalente de su delirio
hasta llegar a la invención de dispositivos, que van a terminar
de una vez con la guerra mundial.

Como se ve, el delirio ambicioso, sigue de cerca las ideas per­


secutorias y nada hay en el sujeto que marque una verdadera
decadencia de su psiquismo.
P A R A F R E Ñ IA S 41.

Fue dado de alta en el mismo estado, a pedido de la, familia,


el 16 de enero de 1941 y reingresó el 31 del mismo mes y año
traído por un hermano.

Su conducta y estado mental han sido poco más o menos el


mismo; Adaptado, tranquilo, amable, se desempeña con eficiencia
en tareas de limpieza de los pabellones. Aseado y cuidadoso de-
su persona se caracteriza por su trato uniforme y cordial con
cuantos le rodean, sufriendo solamente alternativas leves del
humor que trascienden en conversaciones con el médico y que se-
hallan en relación con el curso de sus ideas. Lúcido, bien orien­
tado auto y alopsíquicamente, percibe rápida y claramente y no
confiesa alteraciones senso perceptivas en el sentitdo de ilusiones
o alucinaciones. Su atención es sostenida en todo momento, y pa­
rece infatigable, cuando la aplica al desarrollo de los temas que
le interesan. El ritmo asociativo es habitualmente acelerado y por
momentos se vuelve incoherente, tratando de su delirio. Funda­
mentalmente sus fallas residen en el juicio; espontánea y natural­
mente exterioriza un frondoso delirio absurdo, ilógico y caracte­
rizado por su polimorfismo, Se mezclan en él las ideas persecu­
torias, megalómanas, reinvindicatorias, de daño, influencia, inven­
ción, etc. Su lenguaje se halla plagado de neologismos, ilustrando
con dibujos y extensos relatos sus pintorescas hipótesis.

Su memoria es buena de una manera general. Su afectividad


resulta paradojal, mostrándose un tanto indiferente frente a pro­
blemas que le atañen de manera directa, o bien extremadamente
sensible ante estímulos de poca significación. Su tendencia es
expansiva, comunicativa, y anda siempre en busca de interlocu­
tores, pero sin mostrar alegría, ni satisfacción. Sus relatos, aún.
exaltándose, parecen frías descripciones intelectuales, desprovis­
tas de la emoción propia de un contenido dramátitco: se le ha
dejado impotente, se le ha quitado la vida del instinto, se- le ha
inutilizado para siempre, sin embargo, inventa, puede rendir
grandes beneficios a la humanidad y no tiene, a pesar de su
prédica, ni tuvo, al parecer, reacciones peligrosas contra sus pre­
suntos torturadores. Se reproducen algunos de sus dibujos.
42 CARLOS R. PEREYRA

Caso N° 2. — I. A., actualmente de 50 años, ingresó a lo s ,42,


traído por la policía de la Capital Federal, casado, salvadoreño,
ingeniero de profesión. Antecedentes familiares: Padre sano, seis
hermanos sanos, una hermana alienada. Está separado de su es­
posa y tiene un hijo de 17 años.
Antecedentes personales: Niega alcohol y venéreas, ha sido
sano. Buena instrucción. Se recibió de ingeniero en 1925. Trabajó
5 años en Managua, tres años en Norteamérica, cultivando estu­
dios especiales sobre Oceanografía, geología y astronomía. Ha
viajado por España, Francia, Centro y Sudamérica. El boletín
policial que se remite a su ingreso expresa que se halla afectado

Fig, 1

Enfermo B. B. Historia clínica NC 1. — Dispositivos para evitar la acción


de los torpedos.

de un delirio persecutorio. Que desde hace 4 años tiene que vivir


en distintos países por la acción de sus enemigos. Hay falsas in­
terpretaciones y se comprueban alucinaciones gustativas (han
intentado envenenarlo en las comidas) y auditivas (hoy no hay
comunicaciones telefónicas).

i
PARAFREN I AS 43

Fig. 2

Enfermo B, B, Historia clínica N? 1, — Dispositivo que explica el mecanismo de su


invento contra los torpedos, '
CARLOS R, PERF.YRA
44

Fig. 3

Enfermo B. B. Historia clínica N« 1. - Explicación ‘'científica” de cómo actú


los miembros de la logia.
PARAFRENIAS 45

B. B. Historia clínica N? 1. — Procesos destructivos de su organismo


y ele su mente.
big. 5
Euíermo I. A. Historia clínica N^ 2.
46 GARLOS R. PBREYRA

A su ingreso, se deja constancia de su lucidez y docilidad y se


ratifica la existencia de un delirio persecutorio, en cuyo meca­
nismo ' entran alteraciones senso perceptivas múltiples, como, asi-
mismo, interpretaciones. Bien pronto s.e advierte, ahondando en sus.
ideas, un contenido megalómano: “ lo persiguen infinidad de per­
sonas y entre ellas, un americano rubio que lo viene persiguiendo
desde el Ecuador, para enterarse de los estudios que viene ha­
ciendo sobre los yacimientos petrolíferos” . Una información reco­
gida en el lugar donde se hospedaba, consigna que durante los
dos meses de permanencia en la casa, fue un hombre correcto,
entregado a la tarea de escribir y leer, no recibía visita y sólo lla­
mó la atención por haber afirmado en varias oportunidades, que
se había visto obligado a pedir amparo personal al presidente
de la República, por existir amenazas contra su vida.
Sucesivamente s.e consignan otros antecedentes de su conducta:
a veces se excita, trata al personal en forma despótica, rechaza la
comida, se niega a vestir las ropas que se le dan y amenaza con
eliminarse, trasuntando, en todas sus actitudes y expresiones, su
orgullo desmesurado y una marcada suficiencia.
Ya entonces, sus ideas parecen dispersas, incurre en digre­
siones en sus parlamentos y desarrolla otros temas al lado del
principal. Reconoce a una mujer que visita a un hermano en­
fermo como a su propia esposa, le atribuye al médico jefe de
servicio otra personalidad y lo identifica como a un perseguidor;
se dice casado con la hija del embajador ruso en París, señor
Potenkin, quien se encuentra en Buenos Aires, etc.
En general es tranquilo, accesible, la conversación con él es
fácil, nunca se muestra reticente, y el tono amenazante de su
discurso y las expresiones fulmíneas de sus numerosas cartas,
suena a puro verbalismo hueco y desprovisto de real intención.
Ya en agosto de 1940 se consigna que: “ produce una copiosa
correspondencia que dirige a la reina de Holanda, a la de Ingla­
terra, Madame Kollantay, embajadora de los Soviets, en Suecia
(él dice en la Argentina), princesa Sonia Potenkin( esposa suya),
princesa Sullivan, Miss Macia, etc.” y de la lectura se infiere: que
nos hallamos en Melbourne, ciudad que Stanley Baldwin, hizo
construir igual que Buenos Aires; en esta casa, Hospicio de las
PARAF REÑI A$ 47

Mercedes, hay una cantidad de individuos redivivos de las más


variadas épocas: Ciro, Cambises, Murat, papas, clérigos, perso­
nas que él conoció alrededor de 12 años en San Salvador y Esta­
dos Unidos, animales como culebras y murciélagos que han adop­
tado la forma humana, etc.

El se encuentra aquí comisionado por el consejo internacional


de mujeres para investigar numerosos hechos, en especial los des­
propósitos que hacen los médicos dementes (y que fueron ante­
riormente clérigos), a fin de procesarles en su oportunidad. Se
entremezclan ideas persecutorias y de grandeza, eróticas y de­
invención, etc. Reproducimos a continuación una de sus cartas:

“ Princesa Sonia Potenldn A,


“ Embajada de Rusia soviética.
“ Buenos Aires, Argentina.

“ Adorada mujer mía: Mi sorpresa ha sido ver a Octaviano


“ M ........................... una tvez más hoy este día, después de saber
“ que había sido ejecutado. Este me precipitó a la muerte y me
“ lo dijo mi cuñada en los momentos más graves, allá en setiem­
b r e de 1938. Otro muchacho me dijo “ hazlo por tu vida” de­
b i d o a las mismas circunstancias.

“ Mi mujer rusa: debes estar bien segura de que habiendo pro-


“ cedido con lentitud, el nombre de la unión soviética, el tuyo y
“ el mío han sido resentidos y lastimados. Los golpes asestados
“ a mi dignidad y mis costumbres por los traidores, sólo pueden
“ explicarse por el desconocimiento que tenga de mis circunstan-
“ cias, y jamás' delegaría a nadie elevarlos a tu conocimiento-
“ porque ocultarían la opresión que me oprime.

“ Después de presenciar todo lo espantoso de mi vida, puedes


“ tenerte por insensata y mezquina, al creer que todo lo puedo
“ traspasar y vencer. Te digo así por no haberte depositado-en mí
“ con franqueza en el Family Hotel de la Aveny de Kleber y en
“ Pellegrini 622, en el raes de setiembre de 1938. Para devolver
“ legalmente agresión con represalia, manda a ejecutar inmediata­
m e n te a Octaviano M. P., sin pedir más explicaciones que esta.
48 CARLOS R. PEREYRA

“ petición. Por la misma manda ejecutar a Gonzalo Bosch, a Car­


olos W ill Espina y a Baudilio Palmas. La ejecución de estos ban­
d id o s beduinos, sería un trabajo infeliz, que descuidarías a mis
“ hijos inocentes, si tú no haces valer tu poder de deidad, en
“ nombre de Rusia, del tuyo, de la mujer y del mío.

“ Aunque no hay necesidad presentaré a los que pudiesen re-


“ clamar los compromisos de los ejecutados como traidores míos
“ y comerciantes con mi nombre. Mis desgraciadas circunstancias lie-
“ gan hasta el caso que estos individuos me niegan la comida, sa­
b ie n d o que usaron de mi nombre traicionado para refugiarse.
“ Saliendo yo de aquí nada hay que impida la ejecución de los que
“ mancharon el honor sagrado de la mujer y ello me serviría para ver
“ la amplitud del problema exterior. Otra ejecución o muerte por in­
cin era ción como los cuatro anteriores con el mismo carácter pre­
m a tu ro es la de CHANDRA SAKAR, que bien conoces de la
“ India. Sólo te recuerdo el error en tu falta de franqueza y en la
“ poca atención que has prestado a mis niños. Tu marido Isaías.

“ S.......................... A ............................
“ Ingeniero Civil.
“ Embajada de Rusia,
“ Buenos Aires. Argentina,”

De los personajes que desfilan, unos son reales, otros imagi­


nados; estos últimos comprometen más sus afanes, como la propia
destinataria, que es objeto de casi una misiva diaria, y sin duda
alguna, pretexto para desarrollar su prosa deshilvanada y jac­
tanciosa, dispersa, sin otro objeto visible que el de desahogar tran­
sitorios rencores, algunos d.e los cuales parecen desarrollarse en
el curso del pensamiento, cambiando el tono de su producción.
En cierta oportunidad pidió la destitución del médico jefe del
Servicio en que se asiste, y poco después, refiriéndose al hecho
decía: “ olvidemos eso, ahora somos amigos” . La verdad es que
nunca había mediado circunstancia alguna que hiciera prever su
-actitud.
Todas sus imprecaciones y aún las diversas hipótesis que de­
fien d e, eon aparente convicción, impresionan como meros juegos
PARAFRENIAS 49

intelectuales, desprovistos de verdadera pasión. No acepta que se


le contradiga y pretende imponer sus ideas con aire suficiente
y protector. Aunque alucinado, no se ve entre las ideas deliran­
tes y sus alteraciones senso perceptivas, las estrechas conexiones
existentes en los delirios sistematizados alucinatorios. A l menos,
nunca invoca haberlo oído o visto para sostener sus caprichosas
creencias que se fundan esencialmente en su fantasía.
Ha compuesto “ las leyes de la nueva estructura social de los
habitantes terrestres” . Es autor de “ la teoría electromagnética del
sol frío” , y actualmente, elabora un diccionario etimológico que
denuncia sus ideas anticlericales y que lo califica de: “ documento
para imprimirse en las publicaciones del Congreso Nacional de
Mujeres” , Con él pretende demostrar que sobre la religión cató­
lica aparece construida la maffia.
La caprichosa descomposición de algunos vocablos, al par que
trasunta cierto superficial ingenio, evidencia sus tendencias y
sobre todo la verdadera fuente de sus concepciones:

Abad: — a-bad; bad: malo (en inglés), sacerdote católico des­


tinado a la maldad.

Cardenal: — Cardos; púas; espinas: Sacerdote viejo con ideas


espinosas o malas.

Hostia: — hostil; enemigo: disco de harina para hacer maleficios


los curas, anzuelo.

Misa: — to mise in glés): perder (el tiempo oyendo m isa );


engaño en la iglesia.

Mezquita: — quita cada mes la limosna: nombre antiguo de la


iglesia católica.

Monje: — Monk (in glés): Mono: sacerdote hecho de moño.

La misma arbitrariedad interviene en todo su desarrollo. Es


sociable, amable, bien dispuesto en general, busca adeptos pára
^50 CARLOS R. PEREYRA

sus hipótesis y conserva la corrección de trato y maneras, siendo


en todo momento accesible.
Su desmesurado orgullo pone a veces una nota altisonante b
despectiva en sus discursos, pero su inflamación es siempre verbal
tí inocua, siendo por lo general dócil, disciplinado y desprovisto
de peligro.
Como en el caso anterior la producción escrita es infatigable.
Las figuras 5, 6 y 7 reproducen sus alegatos, ampliamente ilus-
trádos.

Caso N9' 3 — J. V ., actualmente de 49 años, soltero, cocinero


de profesión, domiciliado en Río Gallegos; es internado por el
Ministerio de Marina, en una de cuyas dependencias, ¿n Santa
Cruz, desempeñaba su profesión.
Su cultura jes escasa. Los antecedentes personales y familiares
carecen de importancia.
Los datos recogidos del propio enfermo, bacen sospechar que
la enfermedad data de un tiempo atrás y su comienzo sé caracterizó
por un período de inquietud e hipocondría. Etapa de peligro para
sí y para los demás.
Creía estar envenenado y a cada momento temía que sus propios
compañeros se presentaran a ultimarlo. Pasaba las noches en vela.
Durante el día estaba deprimido y se exaltaba por cualquier
cosa.
El día de su ingreso, se comprueba que su estado de ánimo es
depresivo y se destaca el contraste con sus ideas delirantes, que
son megalómanas.
Sucesivamente se anota:
Adaptado, tranquilo, lúcido, bien orientado auto y alopsíquica-
ménte y muy accesible al interrogatorio; a pesar de su tonalidad,
depresiva entra fácilmente en materia. Presenta múltiples altera­
ciones senso perceptivas: audititvas, cenestésicas, quinestésicas, etc.,
sin embargo, las conversaciones que oye, a pesar de que son teni­
das por veraces, las refiere a un particular estado de ensueño.
Por ellas se entera de que se ejerce censura en su correspondencia,
todo el mundo lo. sabe. Se le originó un proceso en España por
PARAEREN IAS' 51

ideas políticas y las autoridades del país tienen sobre él derecho


de vida o muerte.
Todo esto ocurre porque se» lfe reconoce un valor excepcional,
pero en ningún caso explica en qué consiste. Su delirio es móvil,
inconsistente, alternando las ideas persecutorias con las megaló­
manas, místicas y políticas, sin que el tema haga cambiar el tono
monótono y regular de su expresión.
Su memoria se halla conservada y hay una auto-afectividad pre-
v alente.
No se registran cambios en su carácter ni en su conducta y casi
desde el comienzo ha trabajado eficientemente.
Transcurrido un tiempo se le interroga por encontrarle muy
adelgazado y se le recomienda un tratamiento tónico. Del interro­
gatorio surge, que gozando de una relativa libertad se alimenta
casi exclusivamente de leche, no por temor de ser envenenado, sino,
por ciertos principios higiénico-dietéticos que son verdaderamente
incomprensibles. Conserva sus alucinaciones, pero dice que no les
hace caso, aunque sean a veces molestas. Su repercusión afectiva
es escasa y ya no se las invoca para justificar el cúmulo de ideas
delirantes, lo que, por otro lado, parecería imposible dado su
extraordinaria riqueza imaginativa. Habla de la transmisión del
pensamiento que 1q siente de “ alma a alma” y a las ideas anteriores
añade un especial sentimiento de doble personalidad, que le per­
mite desempeñarse, con un frío automatismo diurno, mientras por
las noches es transportado a extrañas regiones, “ com o-si volara” .
El delirio se enriquece con datos retrospectivos, por evocación de­
formada de hechos de su vida, y a medida que su figura se
agranda ante sus propios ojos, las representáciories políticas pier­
den jerarquía en favor de lás ideas místicas y de sublimidad.
Fue calificado como delirio polim orfo a pesar de su sistema
persecutorio, por la rápida entrada en escena del delirio de am­
bición, sin decadencia mental, lo que sin duda pone un sello “ sui
géneris” a los delirios parafrénieós, ' ,
52 CARLOS K. PEREYRA

P A R AFRENTA EXPANSIVA

Bajo esta denominación ha descripto, Kraepelin, un delirio


de grandezas muy exuberante con ánimo levantado y fácilmente
irritable. La mayor parte de las veces las ideas ambiciosas tienen
un tinte erótico pudiendo combinarse también con ideas místicas
y persecutorias. La característica general del delirio se asemeja
a las ocurrencias delirantes de los maníacos, con los que, por
otra parle, se confunden, por las alternativas eufóricas e irritables
del carácter y su incansable actividad, señalándose la diferencia
por la evolución y la mayor fijeza de las ideas. La afección aqueja
con preferencia al sexo femenino entre las edades de treinta y
cincuenta años, es de marcha crónica, incurable y a pesar de que
el absurdo y la fantasía se acentúan con el curso del tiempo, no
se presenta una verdadera destrucción de la personalidad.
Las alucinaciones son más precoces que en las formas sistemá­
ticas y frecuentemente son visuales, tomando, a veces, el carácter
de las representaciones oníricas. En nuestra opinión, todas las di­
ferencias con la forma anterior, están dadas por el componente
expansivo, que imprime su sello, ya que las ideas están siempre
sustentadas por la fantasía y la imaginación,
A continuación .exponemos un caso, que, sobre la condición de
ajustarse ceñidamente a esta forma clínica, tiene la particulari­
dad poco frecuente de pertenecer al sexo masculino; lo hacemos
en forma abreviada:

Caso N9 4 — E. F., actualmente de 48 años de edad, español


católico, almacenero de profesión, soltero. Ingresó al estableci­
miento por primera vez a la .edad de 32 años y reingresó el 28 de
mayo de 1927, conducido por la policía de la capital federal.
El boletín anamnésico consigna la existencia de una prima in­
ternada en el Hospital Nacional de Alienadas y ningún antecedente
personal de valor.
Tiene una discreta cultura y hacía entonces 20 años que estaba
en el país, ocupándose como empleado en almacenes y tiendas. En
la. primer entrada se anota lo siguiente: “ desde hace un mes se le
PARAFREN I AS 53

nota excitado, no duerme, expresa ideas de grandeza de carácter


místico, va a redimir al mundo mediante la fe y la Biblia” . Luego
deprimido, con aspecto atontado y místico; parece tener alucina­
ciones auditivas e ideas místicas de carácter sistematizado. Hace
varios días que se niega a comer. Internado por un amigo” .
Segunda entrada: un año más tarde, internado por la policía;
obtenido del boletín de la sala de observación. Según él, sólo se
sabe que estuvo internado en Melchor. Romero y en el Hospicio de
las Mercedes y fue detenido por un agente de policía en Avenida
de Mayo y Perú, en momentos en que, sin preocuparse por lo que
sucedía a su alrededor, gritaba “ viva la patria” , diciéndose ge­
neral del Ejército y de las tropas. En la sala se deja constancia
de su megalomanía, incoherencia y cierto estado de obnubilación,
que pone en duda el diagnóstico de confusión mental o de demen­
cia precoz. Verosímilmente, ni una cosa ni la otra, dejando de
lado las múltiples contradicciones de este informe, lo único que
queda en pie es la existencia de una intensa actividad psico motriz,
con delirio megalómano, de apariencia oniroide, tal como ocurre
en algunos violentos accesos maníacos acompañados de delirio.
Posteriormente se observa en la S a l a : ..............................delirios
persecutorios y de grandeza, alucinaciones visuales, ha visto som­
bras movibles, y auditivas, oye voces d iv in a s ,......................... , etc.
Guando el enfermo es visto por nosotros lleva 10 años traba­
jando en la cocina con sigular eficiencia, adaptado, tranquilo, de
permanente buen humor; muy expansivo, locuaz, lúcido; percibe
con claridad el sentido de todas las preguntas y tiene cierta agudeza
en las respuestas, demostrando asimismo una discreta preparación
y cultura. Espontáneamente pone sobre la pista de un frondoso
delirio caracterizado por su polimorfismo, plagado de neologismos
y a base de aseveraciones de mecanismo imaginativo e intuitivo.
Suficiente, a veces mordaz, siempre amanerado en el hablar, usando
términos sonoros, los dice en tono enfático, en actitud enhiesta y
doctoral, sonríe entre burlón y protector. El habla con el sol, en­
tiende el lenguaje de los gatos y de los pajaritos. Es un gran filó ­
sofo, que conoce todos los misterios de la tierra y de la vida. Gusta
de usar diminutivos cariñosos para los animales y con una serie
de interminables neologismos relata las conversaciones entre ellos:
54 CARLOS R.FE.REYRA

Tú-tú, ahí-ahí, lo-lo, etc., que él nos dice que oye, pero que no
convence. La traducción de estas conversaciones es a veces impo-r
sible porque se torna incoherente.
No hay punto sohre el cual no delire: religión, política, filosofía;
teosofía, amor; todo lo sabe, todo lo explica de la manera más
absurda, expansivo y seguro, conservando los hábitos sociales, su
utilidad pragmática y su sentir inequívoco de lo conveniente o in­
conveniente. Sin duda alguna se reparte, medidamente, en el mundo
de lo real y de lo fantástico, a semejanza de los casos anteriores.
A nuestro pedido, escribe un tema al azar, que dice haber sido
materia de otras conversaciones. Lo hace en forma por demás ex­
tensa, con caracteres gruesos y trazos firmes, que denotan su com­
ponente expansivo, siempre presente. Lo reproducimos fragmen­
tariamente:

“ Habíamos quedado que el que suscribe hiciera una relación


“ sintética de lo hablado “ a priori” .
“ Refiriéndome me circunscribiré a exponer a grandes rasgos,
“ algo sobre el génesis o principio de la vida humana sobre la tie-
“ rra, en particular su origen.
“ Hace 25 años, más o menos había una preocupación por saber
“ de dónde procedía la humanidad, por saber de dónde era su
“ cuna, ubicarla.
“ Humanidad, quiere decir seres dotados de manos, así como
“ civilización quiere decir acción civil o humana. Civicultura,
“ mano de obra, he aquí sus dos significados. Ahora bien, entre
“ las diversas cosas que se decían o se escribían, la opinión más
“ favorable era que la humanidad procedía del Asia. Posiblemente
“ la magnitud territorial del Asia, absorvía las facultades de los
“ individuos en cuestión y nos dejaba ante su parecer sin otras
“ pruebas ni nada a que atreverse a atenernos. No recuerdo que
“ hayan aventurado otras opiniones en aquel tiempo que estaba
“ este tema de moda. Ni sé que haya alguno,acertado o adelantado
“ o consignado categóricamente” .
“ Sino lo hubieran hecho” ; este pequeño mensaje vertido ál
“ papel (pues oficial o verbalmente ya ha sido en muchas oca-
PARAFRENIAS 55

“ siones expuesto por el exponente), excepcionalmente revelaría


44 la incógnita.
“ La cuna del hombre está en la configuración del “ EO” (*)
44 en España que es la tierra de Adán y Eva por así decirlo. La
“ pre-historia estaría basada en la tradición, y cuando el hombre
“ pudo atestarlo sobre un pergamino, un papiro, y acondicionarlo
“ y asentarlo en un libro, ya la Humanidad había vivido mucho,
44 y no es extraño que se hallaran en un mundo desorientado con
44 respecto a la filogenia o filogénesis, a pesar de todo, mucho ha
“ llegado hasta mí por diversos conductos o manifestaciones. Ade-
“ más está la obra natural y la revelación.
“ Si partimos de la base de que el globo terráqueo está formado
44 más que por otras cosas, de minerales de donde emergen dos
44 grandes continentes, Europa y América, además de otros con-
44 tinentes aislados, separados o aislados como Oceanía o Austra-
44 lia, Japón y otros y demás diseminados geográficamente, en su
“ mayor capacidad cubiertos o recubiertos por la flora en donde
44 abunda la fauna y se desarrolla la vida general en este medio;
“ también aceptamos las otras tres cuartas partes cubiertas por
“ el mar en donde se desarrolla la vida de ,este segundo medio de
“ vivos; flora, fauna y ambiente.
“ Algo hay que decir de las conformaciones estructurales.
“ ¿Europa representa un hombre? ¿América una mujer. . .?
“ Australia afecta la cabeza de un náufrago que mira para el
“ norte. En las islas Canarias regístrase una cabeza ,un brazo, una
44 pierna y no sé qué otras formas. Paréceme trozos de un ser
“ humano descuartizado.
“ Si tomamos a España o mejor dicho a la península luso-
44 española, admiramos la cabeza visible del Universo en cuanto
44 a los dos continentes tienen de humano y lo humano mismo. Su
“ configuración es el plano de una cabeza humana que mira de
44 perfil al occidente. Expuesto esto, en el norte de España a la
“ altura del primer tercio aproximadamente, que va d e l, oeste al

(i) 4lE 0 ‘’ río de las provincias de Lugo y Oviedo en el monte Cadebo.


56 CARLOS R. PEREYRA

“ este, hallarán la antes dicha configuración de la Ría del EO.


“ Está limitada por el oriente de Galicia “ Lugo” y por el occi~
“ dente de Asturias “ Oviedo” en el litoral que ocupa el Cantábrico.
“ Es un lecho irregular, muy irregular, que afecta sin embargo
“ la forma humana en su doble aspecto que se nos muestra de
“ perfil. Su largueza debe oscilar entre los trece kilómetros o sea
“ la milésima parte del diámetro de la tierra (cálculo objetivo-
“ subjetivo) y su ancho, en la parte que afecta al vientre y que
“ es la más, será de tres kilómetros.
“ La parte que corresponde al cráneo, es una gran parte, está
“ abierta al sur que sería la parte posterior y lo demás que limita
“ dentro del cantilcalcáreo que forma el molde o lecho, será de
“ un kilómetro cuadrado o más. Luego se adentra algo como si
“ fuera a formar cuello. Después viene el tórax con la parte ab-
“ dominal doble. La parte del hombre ,es de arena de los trópicos
“ y la de la mujer, que habrá que suponer muy próxima al alum-
“ bramiento, permanente es de arena negruzca.
“ Desde la base del cráneo hasta la bifurcación comprendida
“ del cuerpo-torso-tronco, medirá acaso tres kilómetros y su altura
“ es otras tres, por lo cual esto resulta muy deforme.
“ Los otros diez kilómetros descienden por el sur y tendrán un
“ kilómetro de ancho hasta que se estrecha finalmente. No obs--
“ tante se advierte y admite en arqueología comparada, y obsér-
“ vanse además muchos detalles que por disposición acaso del.
“ Señor consérvanse como al principio.
“ Podría citarse a una ribera que forma las fosas nasales con
“ su correspondiente tabique, una bajada que corresponde a la.
“ boca, la parte que describe la barba con un farallón que afecta
“ algo así como un peón de ajedrez y que debe ser la muestra de
“ un diente. Todo esto dentro del cuadrado del cráneo.
“ En otra parte y en lugar conveniente hay una ribera que
“ afecta la boca humana con su cielo, su campana o como se llame
“ y dos grutas todo bien definido. Hecho de arena pulida, bien y
“ precisamente bien ubicadas, dos formaciones de piedras bien
“ ubicadas como si fueran l o s dientes llamados colmillos por sul
“ posición, pero truncos.
Fig. 6
Eufemio I. A. Historia clínica N*> 2.
ng. 7
Enfermo I. A. Historia clínica N1? 2.
PARAFREN IAS 57

“ En otra parte una ribera que converge adonde nace el pecho


“ de la mujer llamada Peñal'va que significa peña blanca y que
“ afecta en modo alguno dentro de la composición, las mama-
“ rias. Un pequeño piélago de farallones o de islotes reunidos que
“ afectan ombligos diversos conteniendo una mujer como domi-
“ nad.or del núcleo.
“ Describiendo luego una curva litoral que viene a rematar
“ una peña a la altura de las partes genitales, describiremos la
“ parte postrera ya es mar abierto. Esta o a esta última tiene una
“ caída bastante apreciable y para evitar este defecto en el ser
“ humano, el Supremo Hacedor ha creído conveniente dotarnos
“ de un pelvis embutido o replegado al remate del colon, esto es
“ en el interior de la cloaca.
“ Ahora bien, bajo las miradas cruzadas del divino sol, con la
“ luna también divina, que son nuestros señores padres celestiales
“ visibles, bajo su divina mirada digo, y la convergencia de la
“ configuración del EO en España de dentro del lecho del mar
“ como modelo y de su bordura de canto calcáreo, formaron
“ nuestros Señores, Divinos Padres, al primer hombre y a la mujer
“ primera. La primer pareja iniciadora de la vida y de la historia
“ humana sobre la tierra nuestro paraíso. He aquí esbozado el
“ hecho y el lecho del génesis humano. Para verlo los que están
“ aquí en la ciudad de Buenos Aires, adonde cedo esta crónica,
“ tienen que e m b a rca rse.,., etcétera” .

La prosa es afectada, jactanciosa, suficiente, como sus discur­


sos. El sentido de sus frases puede seguirse, aunque la coherencia
se va perdiendo a medida que se avanza y la meta, fatigosamente 4
alcanzada, no es la consecuencia de un enlace silogístico, sino una
simple afirmación más, caprichosa y hueca, como todo su sonoro
verbalismo.
Es notable la tendencia a referir las causas a las relaciones
superficiales y aparentes de los hechos, sin profundidad de jui­
cio, con la ligereza propia de los maníacos. Este enfermo se
hallaba clasificado como “ delirio polimorfo de los degenerados-
hereditarios” .
58 CARLOS EL. . PLR.EYRA

PARAFRKNIA CONFABULATO.RIA

Comprende un número más reducido de casos, que, en líneas


generales, poco difieren del polimorfismo delirante anotado para
las formas anteriores. Su frecuencia es verosímilmente igual
para ambos sexos, su desarrollo tiene lugar entre las mismas
edades de treinta y cincuenta años. Su particularidad reside en
la ausencia o falta de comprobación de alucinaciones, que, en
caso de existir, no aparecen nunca justificando las ideas deliran­
tes. Si bien la falta de vínculos estrechos entre las alucinaciones
y el delirio, que suele ser imaginativo, es un hecho probado en
todas las formas de parafrenia, aquí el fenómeno es más mar­
cado. Las falsas reminiscencias y deformaciones de los recuerdos,
constituyen la base más sólida del delirio. La evolución es subs­
tancialmente igual, a pesar de que se ha señalado una mayor
decadencia de la personalidad y una singular euforia que contrasta
con la persecución de que frecuentemente son objeto.
La escasez de casos estrictamente ceñidos a estas características,
como asimismo la sutileza de las diferenciaciones sintomáticas,
apenas justifican la constitución de una forma clínica diferente,
sobre todo, si se tiene en cuenta que pocas veces es posible conocer
con certidumbre, a través de sus absurdas manifestaciones, si el
enfermo piensa así porque inventa a capricho; lo siente sugerir o
deforma la realidad de un hecho percibido.
De todos modos, por creerlo aparentemente ajustado en sus
rasgos esenciales, pasamos a describir escuetamente, un caso que
figuró también clasificado como delirio polimorfo de los degene­
rados y posteriormente como síndrome mixto de persecuciones y
reinvindicaciones en un constitucional paranoico no alucinado.

Caso N9 5. — N. P. actualmente de 55 años, argentino, soltero,


agricultor, alfabeto. Ingresó al Hospicio a los 32 años de edad: los
antecedentes del comienzo de la enfermedad actual, destacan
síntomas de iniciación comunes a todos los casos. Cambio de ca.-
:rácter, depresión, desconfianza, aislamiento, alucinaciones (que
PARAFREN I AS 59

lu-ego no se vuelven a confirm ar), se le perjudica, se le hace daño


por medio de las ondas hertzianas, se citan ciertos quebrantos eco­
nómicos como factor determinante de este estado de cosas.
Las múltiples anotaciones de su historia clínica, consignan tem­
pranamente el aspecto ciclotímico de su temperamento y la natu-
razela polim orfa de su delirio, compuesto de ideas persecutorias,
políticas, científicas, megalómanas. Se le encuentra una expansi-
vidad morbosa, extraordinaria verbosidad y a veces incoherencia.
En ningún momento, a pesar del tiempo transcurrido, el sujeto
acusa o se comprueban alucinaciones como testimonio de su per­
secución.
El cree, y esta idea tiene tal valor y persistencia que domina
sobre las demás, que su situación es la de un secuestrado político.
No padece de ninguna enfermedad, sino que fue candidato a la
vicepresidencia de la República en la fórmula Alvear-P., sostenida
por un partido político, precisamente antagónico a ese en que él
militaba. Sus perseguidores no son identificados y la finalidad
que se proponen es tan vaga e imprecisa, que no puede decir
nunca por qué lo hacen ni en qué se benefician.
Este tema es el más persistente dentro de su frondoso delirio,
pero en los últimos tiempos, pocas veces lo exhibe con esponta­
neidad, habla de él, si se le pregunta; en cambio, todos los días
renueva su “ stock” de ideas científicas, particularmente médicas,
le gusta expresar sus ideas y busca público: “ el sarcoptes escabiei”
que provoca la sarna es una enfermedad de los egipcios y pro­
viene del alcoholismo (escabiar), y se descubrió en los antiguos
sarcófagos (semejanza superficial con los sarcoptes).
La “ irido ciclitis” es una inflamación a la vista que se origina
en los que andan en bicicleta contra el viento y con los ojos muy
abiertos. También tienen que ver con el arco iris.
Los vientos se engendran en los desiertos y en las grandes urbes
por el movimiento continuo de los animales y de las grandes má­
quinas, etc.
Tiene una infinidad de recetas y prescripciones médicas para
todas las enfermedades. Sabe mucho de mineralogía y además es
autor de varias teorías, entre otras la de “ la trasposición de los
60 CARLOS R. PEREYRA

seres” : cada hombre o mujer lleva dentro de sí, un animal viva


que le hace actuar sin que él se dé cuenta, y a las personas que él
conoce, les asigna una índole de animal que visiblemente se ajusta
a la condición del sujeto, por un parecido físico o psíquico, a veces
con marcada agudeza y espíritu critico. Todo esto le consta por
haberlo leído en el Testut, en el pequeño Larousse ilustrado, o en
imprecisas fuentes de información que se esfuerza por evocar.
Igualmente, describe episodios de su vida en flagrante contra­
dicción con los hechos y que resultan de una deformación de
acontecimientos vividos.
Tiene breves episodios de depresión, concentración e irrita­
bilidad en los que formula protestas o amenazas que jamás pasaron
a los hechos; pero habitualmente es expansivo, sociable, comuni­
cativo, sensible al dolor de los demás, bondadoso y protector. Es
infatigable para el trabajo y muy lúcido. A pesar de su cultura
escasa, capta el sentido sutitl de ciertas preguntas y contesta con
habilidad y agudeza contrastando con el desarrollo de sus temas
delirantes que son a veces francamente incoherentes. Como se ve,
las características importantes son las mismas de las formas prece­
dentes: delirio frondoso y polim orfo; posibilidad de alternar en
el mundo real y de sus fantasías; discreto nivel intelectual, que no
ha sufrido desmedro después de 23 años de internación; megalo­
manía precoz y sostenida; sentimiento de capacidad y suficiencia,
con sentido de utilidad para el mundo; teorizador y defensor de
clases o seres oprimidos.

PARAFRENIA FANTASTICA

Esta forma es incluida por algunos autores en un grupo aparte


por considerarla un proceso dementizante, en oposición a la for­
mas anteriores, que no entrañan una verdadera destrucción de la
personalidad.
Comprende, en realidad, la clásica descripción de demencia pa-
ranoide de Kraepelin, separada por éste de la demencia precoz
por detalles concernientes a la evolución del delirio y particular­
mente por “ no terminar en un estado de debilidad completa de
PARAI'REÑIAS 61

la personalidad” , sin que pretendiera establecer un límite preciso


entre ambas formas por ofrecer numerosos puntos de contacto.
Kraepelin, encuentra en estos enfermos: “ embotamiento afec­
tivo, profunda indiferencia por los acontecimientos normales de
la existencia y de su propio porvenir” . Habitualmente logorréicos
y ligeramente excitados, inician las conversaciones con cierta co­
rrección, para caer, poco a poco, en una exaltación manifiesta, en
]a que brotan sus despropósitos de manera incontenible.
La fijeza del delirio, a pesar del curso de los años, y su mayor
repercusión sobre la conducta establece una diferencia con la de­
mencia precoz, a lo que hay que añadir, que, no obstante la pre­
caria sociabilidad, el grado de aislamiento de estos enfermos es
siempre inferior al de los dementes precoces, constituyendo, sí,
una transición entre las formas anteriores y la demencia precoz
misma.
La edad de comienzo, 30 a 50 años, la ausencia constante de
síntomas catatónicos y corporales y la falta de trastornos esquizo­
frénicos del curso del pensamiento, justifican más su separación
provisoria. Las alucinaciones son aquí muy frecuentes y múltiples,
predominando las auditivas y cenestésicas.
La evolución hacia la demencia se supone constante y se alcan­
zaría en plazo relativamente breve, de 5 a 10 años. En todo caso,
es necesario convenir en que tal demencia es “ sui-géneris” , afecta
más al vigor de las ideas delirantes que a las aptitudes generales
del sujeto. Como testimonio de esta posibilidad resumimos una
historia clínica de un enfermo actualmente de 69 años de edad,
cuya afección empezó verosímilmente hace 19 años y se halla
Tecluido desde el 5 de diciembre de 1935. Su diagnóstico de in­
greso fue delirio polim orfo en un senil; diagnóstico diferencial
arduo, pero que las mismas anotaciones acerca de su lucidez, como
así también la persistencia del delirio, a pesar del tiempo trans­
currido, se encargan de desvirtuar.

Caso Nfl 6. — C. F., español, soltero, jubilado de la Unión Tele­


fónica, remitido por la policía de la capital federal, procesado
p or lesiones. A su ingreso se comprueba que es lúcido. El boletín
62 CARLOS R. PRREYRA

policial de la sala de observaciones establece que: “ padece de un


delirio de persecución sistematizado, rico en ideas a base de alu­
cinaciones. Dice que el clero junto con un esperitista de Avella­
neda y un hermano propio lo persiguen desde hace años y que
intentan asesinarlo echándole veneno en las comidas, los vecinos
también lo molestan y lo insultan. Exterioriza alucinaciones audi­
tivas, verbales y gustativas” .
En el Hospicio s,e observa: tranquilo y muy lúcido, explica su
detención por asunto de mujeres, 61 no les llevaba el apunte y se
han puesto en su contra.
Se quiere casar con María Chau, está embarazada de 4 meses*
la lleva en la parte de adelante del cuerpo, él no la puede ver pero
otra persona sí, “ es una apariencia, cuestión de pensamiento que
yo' tengo con ella” . Se señala el lado izquierdo y dice: “ ¿no ve
Ud. cómo está jorobando ella. . . Está en continuo trato sexual
con ella y después trasmite a todas las mujeres porque va por nú­
mero, ella es el número 1.
Poco tiempo después, se consigna: “ enfermo locuaz, prolijo en
su discurso, que pronuncia en forma afable, con fisonomía son­
riente. Expresa un franco delirio polimorfo, contradictorio, mó­
vil, tiene ideas megalómanas, místicas, persecutorias, celosas.,, eró­
ticas, de metenpsícosis y reencarnación. Se entremezclan entre ellas
y con detalles de la vida diaria, quejas contra la policía y acusa-
si ones de malos tratos* Hay - prevalencia sexual, el gobierno del
mundo está a su cargo y él le tiene, en medio de sus genitales, en­
gendra la vida y dirige los actos sexuales de las otras personas,
las hace gozar, sostiene la Luna, el Sol y las estrellas, “ el clero
y las, partes lunares” . Lo persiguen, lo han querido envenenar en
Villa Devoto, el clero quiere ultimarlo por que está de más con
la prédica que él hace. María Chau, embarazada, hace ejercicio
con otros, pero a él no le importa. Es eterno, cambia los cuerpos
en cada vida, en otras encarnaciones ha vivido en Sicilia, en Fran­
cia y otros países. En España fue Felipe II. Sus amigos le tienen
celos y envidia. Con diversas partes de su cuerpo sostiene el mundo
sideral” .
’ A l cabo de seis años su conducta es la misma. Movido por su
delirio da órdenes imperativas y marcha con paso arrogante. Su
FARAFRENIAS 6S

papel más frecuente es el de almirante de todas las escuadras de


mar, y lo lleva con tanta propiedad que no se aviene a trabajar en
menesteres impropios de su jerarquía. Su fácil excitación hace
difícil someterle a pruebas testimoniales, pero se halla bien orien­
tado, tiene aptitud para las cuentas elementales, y aunque el
delirio ha perdido vigor explicativo, conserva cierta vivacidad ima­
ginativa, elementos todos que lo separan de un deficitario global,
y común.
La última anotación a su respecto dice: irritable, extraordina­
riamente megalómano y absurdo; pide a gritos la libertad, de lo
contrario dejará sin luz ni agua al hemisferio. ¿Lo pretenden tomar
para la farra?, pregunta. “ Es dueño de los Dardanelos, Gibraltar
y Singapur” , “ Es emperador de China y de Japón” . Ha fecundado
todas las mujeres del mundo: blancas, mulatas y negras. “ Es Cristo
crucificado y anticatólico, porque lo maltrataron” .
Se encoleriza y amenaza, llegando después al llanto. Precisa la
fecha en que entró y no puede sacar la cuenta del tiempo que lleva
aquí. Pretende tener 42 años. Después se rectifica y obligado a
pensar consigue ser exacto en los datos. Poderosamente imagina­
tivo, combina las circustancias más dispares y no procura demos­
trar nada, afirmándolo todo. Megalómano, erótico, perseguido y
místico, es imposible saber si actualmente tiene alucinaciones.
Es evidente que a pesar de su irritabilidad y a diferencia de los.
dementes precoces, estos enfermos también, se empeñan en per­
suadir a sus interlocutores de sus atrabiliarias ideas.
ANALISIS SEMIOLOGICOS DEL PERIODO
DE ESTADO

Todos estos cuadros clínicos tienen en realidad una sintomato-


logía común.
Las diferencias de cada forma no justifican una separación del
grupo. A veces, la misma forma clínica, es de difícil diferencia­
ción, “ Son demasiado sutiles” ha dicho a este respecto un distin­
guido psiquiatra francés. Pero ello debe servir para considerarlas,
aún más estrechamente agrupadas y no, para creerlas artificiosas
construcciones, indignas de ser tenidas en cuenta. La realidad clí­
nica responde por ellas.
La fantasía, eje del delirio en todos los casos, dominando de dis­
tinto modo el psiquismo de los enfermos, nos da ejemplos extremos:
los que lindan, por un lado, con los delirios sistemáticos, y por el
otro, con los delirios esquizofrénicos, pero, sin confundirse con
ellos.
Insensiblemente, como en todos los hechos del mundo bioló­
gico, vamos transitando a través de la parafrenia, de la lógica
sistemática, al anárquico desorden esquizofrénico.
El análisis de los síntomas, empero, probará la existencia de
diferencias constantes, y también las ventajas prácticas que deri­
van del realismo empírico, frente a las agrupaciones meramente
conceptuales, construidas sobre la hiperbólica valorización de un
principio o de un síntoma.
La esquizofrenia, edificada sobre una base constitucional y dos
o tres síntomas hechos universales, ha concluido por englobarlo
todo. El sentido crítico y la experiencia diaria se resisten tenaz­
mente a aceptarlo. Me consideraré satisfecho si contribuyo a libe­
rar de su yugo a la parafrenia, o cuando menos, a la máyor parte
de enfermos que ella comprende, devolviéndoles su real auto­
nomía.
PERTURBACIONES DE LA PERSONALIDAD

Sabido es cuán diferentes son los criterios con que se encara


la personalidad. Escapa también a todo intento de definición y
cuanto más puede hacerse, es describirla.
Para algunos autores como IC. Schneider, comprende sólo “ el
conjunto de sus sentimientos y valoraciones, de sus tendencias y
voliciones” (pág. 19, Las personalidades psicopáticas). Se ex­
cluye la inteligencia, y lo comprendido se confunde, en cierto
modo, con el concepto amplio de constitución.
Nosotros la consideramos aquí, en el sentido extenso y corriente
de la acepción, como el conjunto de elementos psíquicos y físicos,
que distinguen a un ser de los demás, en su aspecto externo; y en
su aspecto interno, como la conciencia que el mismo sujeto tiene
de sí mismo y ante los demás en el pasado y en el presente. Es
decir, como una unidad móvil y múltiple, que es una apretada
síntesis de todos los momentos de conciencia, asegurada y garan­
tizada por la integridad de la memoria.
La personalidad es un todo, cuya transformaciones o varia­
ciones una vez definidas, se hallan inexorablemente ligadas a
hondas perturbaciones psíquicas.
A esta categoría de hechos pertenecen los trastornos sobreve­
nidos en el curso de la vida y se excluyen todas las personalidades
psicopáticas, que implican un apartamiento de la norma, una
desarmonía estructural, siempre igual a sí misma: los inestables,
los impulsivos, los anestésicos, los fanáticos, etc.
En lo casos que nos interesan, la personalidad cambia verda­
deramente, sea en el sentido de la pérdida de la personalidad
(dem encia), despersonalización (Cotard, demencia precoz), trans­
formación, desdoblamiento, etc.
Casi todos estos procesos, en algún momento, por lo menos,
son conscientes y dolorosamente percibidos por el individuo, que
acusa con extrañeza y perplejidad el cambio y se queja de él. El
trastorno afecta, como dice Kraepelin, a la conciencia del YO.
68 CARLOS R. PER.EYRA

Un arteriosclerótico en su comienzo, y aún algo avanzado, ad­


vierte la decadencia de energías, la pérdida de memoria, la fatiga,
etc. El esquizofrénico en la etapa neurótica, así llamada por
homología, y en tanto tiene conciencia de que sufre una enfer­
medad, explica, entre ansioso y desconcertado, ese cambio sobre­
venido en él, física y psíquicamente, que lo lleva rápidamente al
sentimiento de una amenaza al Y o, a que se ha referido Mauz.
Otro tanto ocurre con el melancólico, que sufre hasta por el
hecho de que ya no puede sufrir como antes, como si una insensi­
bilidad total lo desconectara más y más de las cosas de la vida.
Igualmente, son dolorosas las sensaciones de desdoblamiento de
la perspnalidad de los psiquiasténicos, de pérdida de la unidad,
como si el ser actuante fuera un autómata penosamente fiscalizado
por el YO interior.
En los parafrénicos, por el contrario, y en general en todos los
delirios paranoides, el cambio sobrevenido és grato al individuo,
se complace y se solaza en la nueva situación, que es, por otro
lado, definitiva y compensatoria de todas sus inquietudes.
Apoyado en su megalomanía y en el fácil expediente de su
exuberante imaginación, crea a placer el personaje que vi've a su
manera. No con plenitud y con participación de todas las horas de
su vida, sino a medias, en algunos casos .en el ejemplo número 3,
dentro de un horario.
El cambio- sobrevenido, con ser definitivo, no impide, la mayor
parte de las veces, su correcta adaptación a la realidad; pasa así
con su personalidad, como con su novela delirante.
La apariencia externa, generalmente poco trasunta. Contraria­
mente a los cambios sobrevenidos en otros procesos la nueva per­
sonalidad no ha sofocado totalmente a la anterior, que sigue ase­
gurando el pragmatismo del individuo.
En las formas fantásticas la adaptación al nuevo personaje es
más absorvente, aproximándose a los delirios paranoides de la
demencia precoz.
En los delirios bien sistematizados, la personalidad no ha hecho
más que acentuar los caracteres constitucionales paranoicos, siendo
en definitiva una exageración y no un cambio.
TRASTORNOS DE LA CONCIENCIA

Considerando la conciencia como una actividad y una totalidad


a la que no puede ser extraño ningún fenómeno psíquico, toda
perturbación mental, entraña, de hecho, una perturbación de con­
ciencia. Pero en la práctica psiquiátrica es de utilidad la distinción
entre ciertas categorías de trastornos que permiten hablar de in­
mediato de enfermos lúcidos y no lúcidos.
Los elementos que permiten hacer apreciación del. estado de
conciencia de un enfermo son: la claridad de percepción de los
estímulos; la orientación auto y alopsíquica; la conservación de
estos estímulos y la mayor o menor adecuación de las respuestas.
Naturalmente que estos son elementos de juicio indirectos, por­
que la conciencia es una actividad eminentemente subjetiva. Por
consiguiente, su significación no es absoluta, pero, de un modo,
general, cuando la conciencia se halla afectada en su aptitud de
conocer, el conjunto de estos síntomas permiten hacer su apre­
ciación.
La .elevación del umbral de excitación, caracteriza a los con­
fusos. Los estímulos llegan mal, no llegan, o- es preciso aumen-,
tarlos. Otro tanto pasa con los debilitamientos demenciales. Las
representaciones y las vivencias afectivas tienen más fácil acceso
a la conciencia de los oníricos, que los datos recogidos por el sen­
sorio, cuya fidelidad se altera. En los estados crepusculares, epi­
lépticos, histéricos, el foco de las representaciones nítidas, se con­
densa y estrecha, perdiéndose las conexiones normales con los^estí-
mulos adyacentes. Un solo objetivo, de gran contenido afectivo, lo
monopoliza todo, etc.
Todos estos estados, ya impliquen una perturbación parcial o
global de la conciencia, afectan en particular al conocimiento ex­
terno e interno. Los enfermos que lo padecen exhiben, pbr lo ge­
neral, una conducta que permite la apreciación del trastorno y
considerarles, circunstancialmente, como no lúcidos.
Los parafrénicos, como la mayor parte de los delirantes cró­
nicos, son antes que nada lúcidos: Perciben con claridad los .estí-
70 CARLOS R. PEREYRA

mulos en los momentos de prueba, los fijan y los retienen, adecúan


sus respuestas a los mismos y se orientan perfectamente respecto
de sí mismos en tiempo y en lugar.
Esta lucidez contrasta violentamente con lo absurdo de las ideas
que sustentan, por oposición a la paíanoia, donde la lucidez armo­
niza con el conjunto del cuadro.
Ocasionalmente, el parafrénico, por condensación y concentra­
ción de sus representaciones, cae en estado de arrobamiento, como
acontece frecuentemente con los místicos, entregados por entero a
una fantasía de hondo contenido emocional.
Estas experiencias son frecuentemente nocturnas. Se dan más
en las formas fantásticas y de ordinario se aprecian por su produc­
tividad delirante.
De ella surgen nuevas ideas, revelaciones, inventos, descubri­
mientos, que se apresuran a participar directamente o- por escrito,
poseídos por el dinamismo incoercible de un inspirado. En realidad
se trata de brotes productivos que también existen en los demás
delirios crónicos, pero que aquí se caracterizan por su frecuencia
y también porque en ellos se engendran ideas divergentes, para­
lelas o antagónicas, al núcleo central de su delirio.
La lucidez ordinaria del parafrénico es un claro elemento de
distinción con la esquizofrenia, aún refiriéndola a las formas más
despejadas de la demencia precoz paranoide.
En estos pacientes, los signos que permiten la apreciación de la
lucidez, no se hallan nunca completos, como hemos dicho en
nuestro libro sobre esquizofrenia, página 70: “ el sujeto percibe,
atiende, conoce y reconoce, sabe bien quién es, dónde está, en qué
tiempo y por qué causa, está loco o lo tienen por tal; y en con­
traste con esto observa una conducta caprichosa y absurda, despro­
vista del sentido y la adecuación que debiera admitirse, dada la
relativa integridad elemental de los datos de conciencia. Aquí,
cómo antes en la ausencia de carácter y de voluntad, e l desorden,
lo justifica una falta de dirección. El sujeto es consciente de todo,
pero a esta conciencia le falta la ordenación de los fenómenos
psíquicos, propendiendo a un fin. Son las vivencias volitivas de
lo consciente, que, débiles, inseguras o ausentes, determinan un
caos de conducta, por insuficiencia prospectiva de la conciencia” .
TRASTORNOS DE LA ATENCION

Exceptuando algunos casos de parafrenia fantástica, cuya proxi­


midad con la esquizofrenia, en algunos matices, es grande, la ma­
yor parte de los parafrénicos conservan indemne su actividad
pragmática. El sentido de lo útil y conveniente; el gusto y el
deseo de proporcionarse 'ventajas y comodidades naturales.
El sentido ético y su espíritu gregario, no sufren merma, se
aplica a tareas diversas con responsabilidad y aún mismo dentro
del delirio, sus ideas se orientan francamente hacia una suerte de
especulaciones de carácter social. Si bien arrancan, frecuente­
mente, de .primitivas y dolorosas experiencias personales, el pro­
blema individual, el núcleo egoísta de su aberración mental, queda
pronto excedido y abrumado por su nueva posición.
La curiosidad y el interés es acicateado en el sentido de sus
presuntas investigaciones, pero, en realidad, en ningún momento
ha decaído esta disposición afectiva de su interés para las cosas
generales.
El complejo proceso de la atención, aunque es el primer paso
hacia el conocimiento distinto, y por consiguiente se vincula estre­
chamente a lo intelectual, es antes que nada función de la afec­
tividad. En su forma pasiva, de hecho, porque la conciencia deli­
mita en su campo, las representaciones y las sensopercepciones
según un régimen natural de preferencias. En el sentido de aten­
ción voluntaria también, porque tras la demanda penosa y esfor­
zada que a ¡veces exige la dirección activa, hállase el objetivo grato
•al espíritu.
En toda caso, el parafrénico es siempre un curioso, por oposi­
ción al esquizofrénico, que se destaca por su falta de interés
general.
Toulouse y Mignard han estudiado las oscilaciones de la aten­
ción en la demencia precoz, vinculándolas a un trastorno primitivo
■de la autoconducción. Masselon, consideraba la falla de la aten-
72 CARLOS R. PEREYRA

ción como el fenómeno capital de la demencia precoz. Baruk y


Morel, advierten en los esquizofrénicos, como fenómeno básico, la
incapacidad de síntesis y de concentración psíquica. Bleuler, con­
sidera que el déficit de la atención voluntaría es sólo una secuela
de esta falta de interés. Para nosotros, es la expresión parcial de
un defecto general de carácter volitivo.
Cualquiera sea el valor concedido en la patogenia del proceso,
es lo cierto que la irregularidad y la deficiencia de la atención en
la esquizofrenia, es la regla, y que esta irregularidad y esta insu­
ficiencia, se hallan acordes con la extravagancia de la conducta,
el desinterés y de un modo general la desconección de lo real y el
apragmatismo.
Ninguno de estos fenómenos se comprueba en los parafrénicos,
que divagan en su mundo de fantasías, pero sin comprometer su
conducta, ceñida a las necesidades circundantes. Su curiosidad es
siempre viva, y puede ser aplicada con provecho al conocimiento
claro y distinto de los objetos reales.
Espontáneamente se advierte en la conducta su capacidad aten-
tiva: leen los diarios, fijan todos los acontecimientos importantes,
se desempeñan en su oficio, o aprenden otro nuevo en los talleres
del establecimiento; se hallan siempre orientados como un sujeto
normal. Guando entran a un nuevo ambiente, se dirigen activa­
mente hacia todos los estímulos, captan y pueden decir con cla­
ridad, todo lo que les rodea.
La atención voluntaria es sostenida, no puede comprobarse
una fatiga patológica, su rendimiento es excelente, lo mismo que
deduzca de la proposición de temas en el curso del interrogatorio,
que de las distintas pruebas testimoniales. Las derivaciones de un
objetivo preestablecido, que sirve de estímulo, sólo corren por
cuenta de su actividad delirante. Las relaciones se establecen con
facilidad, pues se hallan vehiculizadas por la imaginación; pero,
en esto no difieren de cualquier delirante sistematizado, que igual­
mente vincula o desvía todo hacia el núcleo prevalente. Todos los
caminos llevan a Roma.
Naturalmente que las oscilaciones del humor, la irritabilidad,
la depresión o la exaltación episódica, no los coloca siempre en
las mismas condiciones de accesibilidad y en algunos casos, se dan
PARAFREN 1AS 73-

con cierta frecuencia. En la forma fantástica, particularmente, el


tono es irritado, la exaltación y la inflamación delirante es fácil.
Proclaman su grandeza a gritos y con altanería. Entonces, siguen
el curso de sus propias ideas con prescindencia del interlocutor,
vertiginosa e incoherentemente. No atienden sugestión alguna, pero
sus posibilidades son mucho mayores que las que deja suponer
ese momento. No se trata de una insuficiencia básica, sino de una
perturbación afectiva.
TRASTORNOS DE LA PERCEPCION

Del punto de vista cuantitativo, la percepción de los parafréni­


cos es en general buena, como lo es su atención, y no ofrece en
momento alguno las dificultades de apreciación que se dan en los
esquizofrénicos.
Cualitativamente los trastornos son múltiples, particularmente
en el sentido ilusorio y pseudo alucinatorio, con mucha menos
probabilidad en el sentido de las alucinaciones verdaderas.
La forma clínica confabulatoria, se considera sin alucinaciones.
E l hecho, aunque aparente, no puede ser probado. Las vincula­
ciones de los trastornos senso perceptivos con las ideas delirantes
de los parafrénicos, son tan laxas, que, aún en los casos en que
espontáneamente las confiesan, no se les ve invocarlas, como la
fuente real de sus conocimientos.
En la forma confabulatoria, por lo demás muy semejante a las
restantes, todo puede reducirse al hecho de que no las confiesan,
porque no son indispensables al desarrollo de sus ideas. El en­
fermo N. P., cuya historia clínica sirve de ejemplo, ha sido sor­
prendido por mí en una actitud francamente alucinatoria, sin
poder obtener luego una explicación valedera, mas, es presumible,
que, por lo menos, esos enriquecimientos repentinos y general'
mente nocturnos de ideas, respondan parcialmente, a una actividad
oniroide, en que las pseudo percepciones juegan su papel.
Sin prejuzgar sobre la patogenia psicológica, mecanicista o dua­
lista de las alucinaciones, ni tampoco si es posible hacer una di­
visión neta entre las llamadas pseudo alucinaciones y las aluci­
naciones verdaderas, los trastornos senso perceptivos de los para­
frénicos, se nos presentan de una manera particular y empírica­
mente apreciable, como características del grupo.
Simplificando un poco el engorroso y debatido tema de las alu­
cinaciones, nos permitiremos decir, que los que consideran, con
la definición de Ball, que la alucinación es una percepción sin
76 CARLOS R. PEREYRA

objeto, sin presuponer en el sujeto ningún factor de creencia,


previa, inclínanse sin duda, a la aceptación lisa y llana de un fenó­
meno autónomo e independiente, que impone su realidad y obliga
posteriormente a su interpretación psíquica. Aquí los hechos ten­
drían un carácter prevalentemente neurològico.
Los que por el contrario, aceptan la alucinación como la pro­
yección de un estado subjetivo, no hacen más que valorizar el fac­
tor de “ convicción íntima” que incluía Esquirol en su definición,,
y que da entonces al fenómeno, un carácter eminentemente psico­
lógico. La alucinación no aparece aquí como fenómeno primitivo
sino secundario, psicológicamente hablando. No engrendra el de­
lirio sino que se desprende de él, es una expresión más y un modo
de captar una realidad pre-existente en la conciencia. Sin duda
alguna, este es el caso más frecuente entre los delirantes.
Sin embargo, no puede negarse la existencia de ambas formas de
producción del fenómeno alucinatorio. La alucinosis, con la acep­
ción adquirida por esta expresión, después de Dupré y Gelma, en
qu.e la alucinación existe, en ausencia de toda interpretación, pro­
baría el hecho de la pureza del fenómeno.
Tales casos tienden a explicarse por la existencia de lesiones
circunscriptas de carácter irritativo y focal. Las pruebas en tal
sentido no abundan. Por el contrario, entre los afectados de alucñ
nosis, he podido comprobar con singular constancia una debilidad
congènita o adquirida (alcohólica) o una indiferencia patológica,
que explicaría psicológicamente, la falta de necesidad explicativa
del fenómeno morboso, sin prejuzgar sobre su origen.
Las alucinaciones en los parafrénicos, preséntanse siempre co­
mo una consecuencia del curso previo de sus ideas. Tienen el ca­
rácter de imágenes vivas con obnubilación y pérdida del juicio
crítico de realidad, pero referidas con convicción a circunstancias
externas al Yo, Predominan, en realidad, las alucinaciones psíquicas
de Baillarger y los fenómenos pseudoalucinatorios, que, de un
modo general, favorecen los delirios de influencia, como lo ba se­
ñalado Seglás.
Las alucinaciones auditivas, carecen de la claridad y precisión
que le atribuyen los delirantes bien sistematizados; por eso, no las
invocan en sus intentos persuasivos; tampoco pretenden, como és-
PARAFREN IAS 77

tos, en ningún momento, que lo percibido por .ellos, pueda ser


también percibido por los demás; no tienen, asimismo', la persis­
tencia y la constancia que en los paranoicos, los que oyen o sien­
ten en cualquier momento, a su pesar, y fuera de todo estado de
ánimo especial.
Por el contrario, se producen por brotes, favorecidos por un
clima interior de exaltación imaginativo, semejante, en todo, a
ciertos arrebatos paroxísticos de los místicos y de los histéricos,
que en estado de arrobamiento y éxtasis, ven u oyen aquello que
está en la intimidad de su deseo o su temor, merced a un estrecha­
miento de la conciencia.
Uno dé nuestros enfermos, interrogado al respecto, dice clara­
mente que para comunicarse con el “ padre sol, naturalmente antes
se^ eleva y se sublima” .
Otro, se somete a la prueba de percibir los mandatos de los
espíritus y luego se excusa porque “ no está en el ambiente propi­
cio para invocarlos” .
En todos los casos la perturbación sensorial, vagorosa e impre­
cisa, llega a ellos después de un esfuerzo, de un estado tensional
previo, sólo comparable a la unción mística, que suprime todá
crítica y libera la imaginación.
El pensamiento por imágenes, el pensamiento primitivo, adquie­
re toda su fuerza de convicción y particular plasticidad, e impone
realidades absurdas, en forma de sensaciones, ideas, reminiscen­
cias, imágenes, que no tienen jamás la corporeidad objetiva, que
a sus perturbaciones les conceden los sistematizados.
El carácter incierto de sus experiencias, no se presta sin embar­
go a confusión con los esquizofrénicos. Nunca se presentan la§
alucinaciones extracampinas, descriptas por Bleuler. A ninguno
de estos pacientes se le ocurrirá decir que oyó una voz que pro­
venía del intestino, o que cada vez que alguien se mueve le canta
el corazón, etc.
Estos delirantes polimorfos hablan poco o no hablan de sus alu­
cinaciones y en todo caso, son tomadas por ellos como medios de
revelación de lo divino o extaterreno, como expresión inequívoca
de su privilegio o como una inspiración que alguien, eminentemen­
te superior, sugiere a su espíritu. Este es el caso; cualquiera sea
73 GARLOS R. PEREYRA

la puerta de entrada, existe siempre la impresión subjetiva de que


son realidades espiritualmente captadas. Aún los perseguidos, que
sienten molestias de todo género, se ocupan más de narrar el pro­
cedimiento misterioso que siguen sus enemigos, que de las miserias
mismas que les hacen sufrir.
En la forma sistemática, se atribuye una prevalencia de aluci­
naciones verbales auditivas. En realidad es difícil comprobarlas
nítidamente como tales.
^ Si se refieren a voces, al profundizar se advierte que se confun­
den con pensamientos, que bien pueden ser psíquicas, o que pro­
ceden d.e fuentes lejanas, inaccesibles y con singularidades tales,
que no pueden confundirse nunca con las voces normales.
Por el- contrario, las Otras fuentes imprecisas : cenestésicas, qui-
nestésicas, de la sensibilidad general, abundan siempre, no pu­
diéndose decir jamás, si son ilusorias o alucinatorias. Su falta de
realismo, en oposición a otros alucinados, pruébase en el hecho de
la poca tendencia a la referencia espontánea, la ausencia de reac­
tividad agresiva y aún mismo la relativa indiferencia, con que se
relatan las más espeluznantes escenas.
Verosímilmente, las ilusiones, la experiencia de los sueños, cier­
tos estados oniroides, provocados por la exaltación imaginativa y
estrechamiento de la conciencia, contribuyen a nutrir sus con­
vicciones, sin que el enfermo distinga ni tenga interés en el modo
dé captación sensorial, sino en las mil formas en que los hechos
se le revelan al espíritu.
Uno de nuestros pacientes, cada mañana trae novedades. Pre­
tènde que por las noches ha estado con las personas que le rodean
y que juntos han participado de múltiples empresas, volando de
uno a otro continente, luchando contra los moros, yendo a la
escuela juntos de niño, etc. No repara en ninguno de sus despro­
pósitos, que se refieren a hechos cronológicamente imposibles,
imbrincados, fuera de toda ligazón jerárquica, pero vividos y co­
loreados como son las escenas de los sueños.
Resumiendo, las alucinaciones en los parafrénicos, juegan un
papel más secundario que en los demás delirios alucinatorios. No
son jamás una fuente de evidencia sino uno de los tantos modos
de captar una realidad ideal qué existe ya, en la intuición y la
PARAFRENIAS 79 *

imaginación libre. Lo percibido es siempre existente en su con­


ciencia. Nunca es claro, concreto, objetivo, con visos dé realidad
sensorial, sino* vago, impreciso, como una revelación espiritual,
por eso no reaccionan contra los compañeros, no subordinan espe­
cíficamente la conducta, ni son invocadas como modo exclusivo*
de su conocimiento.
PERTURBACIONES DE LA MEMORIA

Merced a esa dicotomía singular de la personalidad de los pa­


rafrénicos, que les permite disponer de la sensatez y el pragma­
tismo corriente y alternar, asimismo, en un mundo de fantasías y
extravagancias, las funciones psíquicas, como la memoria, ofrecen
aspectos variables.
Su lucidez, su natural curiosidad, y la conservación de los inte­
reses generales, les permiten fijar, conservar, evocar e identificar
con fidelidad todos los acontecimientos que no caigan bajo el lente
deformante de su fantasía.
Estos sujetos pueden decir con precisión en qué fecha ingresa­
ron, en qué día se encuentran, género de vida que llevaban fuera
del establecimiento, acontecimientos cruciales de su existencia;
evocan con fidelidad la época escolar, mantienen firmes sus co­
nocimientos y responden de un modo general a todas las pruebas
testimoniales que acreditan una buena fijación, conservación e
identificación de los recuerdos,
Sin embargo, la experiencia vital así acumulada y conservada,
pierde todo valor de convicción y se altera repentinamente ante
una revelación súbita, una creencia, una inspiración, un sueño,
en súma, ante otra “ realidad” impuesta por su modo mágico de
pensar.
Todos los acontecimientos presentes o pasados que caen bajo, el
radio de una idea delirante son deformados. Los recuerdos más
fielmente conservados se alteran y adquieren matices sugestivos,
de utilidad al delirio. En ausencia de todo hecho se fraguan acon­
tecimientos y es imposible saber si un simple sueño-, con valor de
revelación, sustituye de un golpe, la realidad del pasado. •
Se inventa así, como uno de nuestros pacientes, una escena vi­
vida de un rapto infantil, cometido por gitanos en una noche tor­
mentosa, cuyo “ recuerdo” acredita en forma indiscutible que el
era de gran alcurnia. El paciente no persiste sólo en esto, lo que
82 CARLOS R. PE.REYRA

podía confundirse con un sistema bien organizado de filiación


natural, sino, que del mismo modo sostiene que esa es una de sus
vidas, que ha tenido varias, ha encarnado a Ramón Franco, al
conde X , Marañón, Ramón y Cajal, etc. La incredulidad del inter­
locutor, que da por supuesta, le irrita, se vuelve procaz e insultan­
te, sin perder jamás la lucidez, le molestan todas las preguntas que
se refieren a datos elementales por su “ estúpida simplicidad” .
Las ilusiones y las alucinaciones de la memoria, son de extra­
ordinaria frecuencia; enriquecen el delirio y le dan el carácter
prevalente de delirio retrospectivo, basado en hechos y acontci-
míenlos remotos.
La enormidad de las afirmaciones permiten suponer que lo que
predomina son las alucinaciones de la memoria sobre las ilusiones,
pues, los acontecimientos referidos al pasado, son tan fantásticos
que no necesitan, ni se concibe, un esquema real sobre el cual se
pudieran levantar. Cuando un hombre afirma que ha muerto y ha
resucitado varias veces, que esto ocurrió en las regiones del Sud,
y que ha sido por motivos religiosos y que ha asistido a una ba­
talla campal entre sus partidarios y enemigos, que ha visto surgir
los monstruos del mar que acabaron con los contendientes, etc., se
comprende que no puede haber deformado1 nada, sino que lo ha
inventado todo.
Todo alucinado bien sistematizado, siempre interpreta y nece­
sariamente, especula con hechos reales y verosímiles. La pasión
deforma el recuerdo con más facilidad que el presente, pero in­
curre, en todo caso, en ilusiones de la memoria, excepcionalmente
en verdaderas alucinaciones, porque el falso recuerdo se horda
sobre un hecho verosímil.
En los esquizofrénicos es aceptada en general una buena memo­
ria, hecho que no discutimos, pero que se ha exagerado por con­
traste con las apariencias generales del individuo, pues de quien
nada se espera, todo sorprende. El exterior de aspecto imhecílico
o demencial de los dementes precoces, la incapacidad general de
adaptación y las extravagancias de la conducta, inclinan a conce­
derle tan escasas posibilidades que un simple recuerdo aislado y
fragmentario, pero fielmente registrado, en la época de sus mayo-
PARAFREN 1AS 83

res torpezas, nos llevan a admitir una capacidad mnémica, que


dábamos por ausente.
Er. realidad, la conservación de los recuerdos es lo único indem­
ne, como lo prueba en los buenos momentos, la evocación fiel de
todo el material adquirido, hasta la eclosión de la enfermedad.
Desde que ella se inicia todos los estímulos son ir regularmente f i ­
jados, de acuerdo a la variación de la atención y del afecto; la
evocación es tortuosa, aún disponiendo de un interés momentáneo,
pues carece del auxilio del pensamiento lógico, y se realiza en for­
ma puramente mecánica, Durante las remisiones, lo acontecido en
la enfermedad es reproducido como un sueño y sólo aquí o allá,
destaca fielmente una de sus vivencias, como puede ocurrir en
cualquier estado post-onírico y siempre que se le ayude a reno­
varle, muy próximo al episodio.
Las formas paranoides, sin duda las de más integridad del gru­
po esquizofrénico, lo más que puede decirse, es que están muy
próximas a las formas fantásticas de los parafrénicos, pero siem­
pre bien distantes de las restantes formas clínicas.
La memoria lógica, aunque sólo sea un extremo de una misma
cosa, y reconociendo que el otro extremo es la memoria mecánica,
provee al engrama de todos los elementos accesorios y asesores de
la reflexión, favoreciendo su afloramiento. La conservación del
pragmatismo de los parafrénicos, les permite valerse de este auxi­
lio, pues el pensamiento lógico sólo es desplazado, en el delirio,
por el pensamiento mágico.
El esquizofrénico, falto siempre de ideas directrices, exhuma
sus recuerdos aislados y fragmentarios, sin poder contar jamás con
la contribución de ideas afines. De toda una época sólo se nos dan
momentos, nunca una síntesis.
PERTURBACION DE LA ASOCIACION DE LAS IDEAS
Y DEL CURSO DEL PENSAMIENTO

Los parafrénicos, en la exposición libre de sus temas delirantes,


son, frecuentemente, incoherentes. He aquí una diferencia funda­
mental con cualquier delirio alucinatorio sistematizado. La inco­
herencia va decreciendo desde los fantásticos hasta los mal llama­
dos sistemáticos, pero existe en algún momento, cuando se les deja
seguir ininterrumpidamente sus parlamentos flúidos y entusiastas.
Esta incoherencia, no afecta la correlación asociativa de las
ideas; por el contrario, los términos se suscitan respetando las
leyes fundamentales y con frecuencia, como en los maníacos, pre-
valentemente por asonancia, semejanzas superficiales o ligeras
apariencias conceptuales. La incoherencia no está en la construc­
ción de cada frase, que suele ser correcta, sino en la dificultad
de captar las ideas básicas, el pensamiento fundamental que las
organiza.
Ello puede establecer un parecido con la esquizofrenia, pero
no una identidad. En la esquizofrenia la idea directriz falta, la
disgregación es cierta, las representaciones se suscitan con abso­
luta arbitrariedad, sin más que un nexo contingencia!, dado unas
veces simplemente por contigüidad, contrariamente a lo que sos­
tiene Bleuler, pero caí-ente siempre de finalidad y prospección.
Si interrumpimos a un esquizofrénico y pedimos una aclaración
del contenido de su discurso, las explicaciones, siempre que quiera
darlas, serán más engorrosas todavía que su libre exposición. No
podemos nunca comprenderlos.
En el parafrénico, en cambio, las cosas ocurren de otro modo.
Siempre dispuesto a aclarar, puesto que quiere convencer, explica,
incidiendo sobre cada uno de los puntos, y lo que parecía incom­
prensible se capta. Es absurdo, por lo general, pero no carece ja­
más de una idea central. Hay un pensamiento, una profunda con­
vicción de algo y un desarrollo adecuado a un fin. La extraordina-
86 CARLOS R. PE.REYRA

ria extravagancia de la idea y la precipitación del discurso, con


aporte de experiencias y conocimientos que son eminentemente
personales, hacen, de primer momento, incompresible el relato. De­
teniéndose en él puede saberse que es lo que piensa, por que pien­
sa así y comprobar asimismo la constancia del mecanismo' imagi­
nativo que engendra sus ideas, La incoherencia es más verbal que
del pensamiento. El delirante sistematizado es lógico y verosímil,
siempre fácilmente comprensible, el parafrénico absurdo, y el de­
mente precoz verdaderamente incoherente.

Las cosas ocurren como en el impresionismo artístico o literario,


que no cuida de la realidad común a todos, sino de la impresión
subjetiva,

Naturalmente que la obra será tanto más accesible cuanto más


conozcamos al autor. No es posible para desentrañar su contenido,
aplicar principios lógicos. Lo más que podrá decirnos es: yo lo
veo y yo lo siento así. Este: yo lo veo y yo lo siento así, no falta
jamás en los parafrénicos. No puede comprobarse nunca, como sen­
timiento e idea constante, .en la esquizofrenia.

Los, parafrénicos, por lo demás, fuera del tema delirante, dis­


curren normalmente. Nada en ellos llama la atención y fuera de los
neologismos, de que trataremos a propósito del lenguaje, no se
encuentran las múltiples perturbaciones que aquejan al curso del
pensamiento esquizofrénico: interceptaciones, perseveración, este­
reotipias, disgregación, rigidez, verbigeración, etc.

El ritmo asociativo es vivo y tiende, por lo general, a la ace­


leración; el vínculo es fácil, porque no tiene los tropiezos selecti­
vos del lenguaje lógico, sigue los cauces rápidos de la imaginación.
Las expresiones brotan con riqueza y las conexiones ligeras y abun­
dantes, se asemejan mucho a los parlamentos maníacos. En los ex­
pansivos y los confabulatorios, se aprecian con frecuencia fuga de
ideas y múltiples digresiones asociativas, que le hacen perder en­
vergadura al tema central.

El pensamiento es móvil y fluido, opuesto a la rigidez de los


esquizofrénicos.
PARAFRBNIAS 37

La tenacidad esquizofrénica de algunas ideas, es la prueba de


la indigencia representativa y asociativa: después que algo se ha
visto como principio o fin, se aferran a ello, por que es la única
luz en las tinieblas. El parafrénico cambia y se mueve constan­
temente, porque su exuberante imaginación le permite iluminar
iodos los rincones y penetrar en todos los misterios.
PERTURBACIONES DEL JUICIO. — IDEAS DELIRANTES

Los trastornos del juicio- constituyen la nota más destacada del


cuadro parafrénico, puesto que se trata de delirantes y de los más
ilógicos. Dentro del delirio, las relaciones entre las cosas y las
afirmaciones de estas relaciones, escapan a toda posibilidad de
crítica. Los principios causales y las secuelas lógicas, incorpora­
das al conocimiento y afianzadas por la experiencia, pierden en
absoluto su invulnerabilidad y son sustituidas por sorprendentes
improvisaciones. La mente se habitúa a resolver imaginando, sin
ninguna sujeción a la realidad y a la experiencia. Todo hecho que
se preste a especulación por su carácter abstracto o por su falta
de objetividad, cae inexorablemente bajo este tipo de reflexiones.
Es un modo de pensar, primitivo y mágico, que se denota en la
fácil y rápida interpretación de todo hecho desconocido. Para un
parafrénico, expansivo o confabalutorio, no hay ninguna pregunta
desconcertante. Todo lo más, se toman un poco de tiempo para
fraguar la respuesta. Con ser sus delirios, de los más frondosos
y exuberantes, su actitud delirante en potencia, es siempre mayor
que la expresada. Cualquier idea sostenida hoy en controversia,
queda fijada luego definitivamente y es objeto de una inagotable
especulación teórica. Por eso, día a día, el delirio crece; las nue­
vas ideas, surgidas eventualmente, no tienen porque servir a las
anteriores. Se desarollan con autonomía y no enriquecen a upa
temática central, lo que les da un franco carácter polimorfo.
La naturaleza de las ideas delirantes, han sido largamente ex­
puestas, al comentar las historias clínicas y no parece oportuna
insistir aquí. Nos bastará recordar que la megalomanía siempre es
precoz, acompaña o sigue de inmediato a las ideas persecutorias.
Que cuando, excepcionalmente, esta grandeza aún no se ha mani­
festado y el sujeto es sólo un perseguido, ya, la multiplicidad de
ideas, los medios y la forma en que la persecución se ejerce, es
de entrada absurda, inverosímil, respondiendo, no a una deducción.
90 CARLOS R. PEREYRA

de acontecimientos y circunstancias reales, sino a una intuición,


una revelación, un sueño o un capricho imaginario.
Esto es, precisamente, lo que desde el primer momento permite
prever su cronicidad, t .
Un paranoico exige, siempre, un período de espera. Su inter­
pretación delirante puede ser abortiva, la calidad pasional de la
deformación, aunque excepcio-nalmente, puede ceder. A. veces las
razones que invoca son tan serias, que deben ser investigadas. En
los parafrénicos por el contrario, la conservación de la lucidez y
los absurdos que s.e afirman serenamente, obligan de inmediato
a, un pronóstico pesimista.
Todas las aberraciones mentales pueden estar permitidas, sin
ensombrecer el porvenir de un enfermo que está obnubilado, exci­
tado, deprimido, o es víctima de un estado pasional. Las ideas pa­
san entonces a un segundo plano, son un epifenómeno, brotan de
la condición subyacente, y por su carácter episódico, agudo o
■subagudo, marca el rumbo de las cosas. Pero semejantes absurdos
en una mente, por lo demás apta para los restantes desempeños de
la vida, indican la solidez del terreno en que se arraigan, y la na­
turaleza definitiva del compromiso mental.
El razonamiento y la capacidad judicativa ejercida sobre obje­
tos indiferentes, se mantiene largamente indemne, a semejanza en
-ésto, con todos los delirios sistematizados. En la forma clínica lla­
mada fantástica, el delirio es más absorvente, la dicotomía de la
personalidad menos marcada y las posibilidades prgmáticas de
los sujetos, hállanse enmascaradas por la frecuente exaltación e
irritabilidad. Innegablemente esta forma clínica sirve de tránsito
■hacia los delirios paranoides de la demencia precoz.
PERTURBACIONES DE LA IMAGINACION

El predominio imaginativo, es el eje de todos los trastornos men­


tales de la parafrenia. Las alucinaciones son un mero producto de
la psicosis, no subordinan ni condicionan nada.
La fantasía, en el sentido más corriente de la expresión, gobier­
na el pensamiento parafrénico.
El carácter imaginativo del delirio, no supone identidad con los
desarrollos que ingerían en la constitución mitomaníaca de Dupré,
En .esta última, prevalece el falseamiento voluntario de los hechos,
para servir una necesidad imperiosa de consideración o admira­
ción del medio que le circunda.
Lo imaginado, tiene, entonces, por natural tendencia y misión
específica, sustituir o alterar la realidad, incómoda o demasiado
pobre. Por el contrario, la prevalencia imaginativa de los para­
frénicos, estriba en un modo natural y primitivo de pensar, que
prolonga en la existencia la ingenua fantasía de los niños. No hay
en ellos especulación, sino creencia espontánea en sus propias con­
cepciones. Si el mitómano puede acabar por creer en sus patrañas,
es después de haber mentido consciente y deliberadamente. La
credulidad acompaña de buena fe y desde el primer momento a
las fantasías del parafrénico, que antes del estallido de la enfer­
medad era sólo un ingenuo respetuoso de su medio.
La actividad imaginativa, consiste ante todo, en el pensar con
imágenes. Pero este pensar con imágines, está sujeto a circunstan­
cias psíquicas tan variables, que su resultado puede ser lo más de­
leznable, simple y primitivo del pensamiento humano y también
lo más elevado y jerárquico de sus expresiones. Para precisar cómo
actúan en los parafrénicos y en general, en los alienados, la. pre­
ponderancia imaginativa, es necesario repasar estos conceptos.
Es clásico distinguir dos formas de imaginación, una reproduc­
tora y otra creadora o constructiva. A la imaginación reproductora
s,e le asignan funciones de memoria, memoria de imágenes, si se
92 CARLOS R. PEREYRA

limita a reproducir imágenes de percepciones anteriormente habi­


das. Sin embargo, la memoria en tanto es fiel, difiere siempre de
la imaginación.
Un individuo en actitud mental de evocar un objeto, reproduce
su imagen, cuidando los detalles del objeto, el momento en que le
conoció, las circunstancias de tiempo y ambiente que le rodeaban,
etc.
Su actitud es realista, tiende a la fidelidad de la reproducción,
revive el objeto y lo localiza en su marco exacto. En realidad, lo
que se representa es todo un momento de conciencia.
La misma imagen, surgida en la conciencia de este individuo,
puesto a imaginar, es libre, ha perdido sus conexiones de tiempo
y lugar, se desvincula de sus lazos reales, porque la actitud mental
del sujeto que la evoca, es enteramente distinta; no le interesa ya
su realidad, ni siquiera a veces su fidelidad aproximativa, es sólo
una figura que ha surgido y puede asociarse con otra y otras
distintas, si persiste en divagar.
La imagen es la misma en cuanto a reproducción de objeto per­
cibido, lo que difiere es la actividad: concreta, concisa, realista y
con una finalidad cierta, en .el acto de recordar; vaga, laxa, des­
preocupada de la realidad en el acto de reproducir imaginando.
En la teoría de Platón, sobre trascendencia de las ideas, un
objeto .era bien conocido en tanto la idea se ajustaba estrictamente
a él; así, la memoria, cumple bien su función, en tanto representa
el objeto con la mayor fidelidad posible. La imaginación, cuando
reproduce, no tiene ese mismo propósito.
El objeto puede ser incluso poco fiel, a favor de la plasticidad
de las imágenes, siempre menos vivas que las percepciones, y de
la intencionalidad del acto imaginativo. De abí que la realidad
pueda ser alterada, y lo es generalmente, de modo tal, que en el
acto de la simple representación imaginativa ya se modifica, ya se
cambia la realidad y en cierto modo, se crea algo nuevo y distinto.
En verdad, no caben diferenciaciones netas entre la imaginación
reproductora y la imaginación creadora. Los procesos de tránsito
llevan insensiblemente, de una a otra.
No obstante, dentro del proceso imaginativo la actitud mental,
la actitud psíquica, tiene también sus diferencias; ello es lo que
PARAFREN I AS 93

lleva a considerar, en un aparte, la imaginación creadora y distin­


guir dentro de ella, la imaginación espontánea y la imaginación
reflexiva.
La imaginación crea, en cuanto modifica, altera y cambia la
realidad de lo conocido, estableciendo nuevos vínculos, nuevas re­
laciones, descubriendo analogías antes no percibidas e iniciando
caminos jamás recorridos. Para tales empresas, la imaginación no
sólo elabora imágenes, sino también ideas, o dicho de otro modo,
trabaja con imágenes, no en el sentido estrecho, sino en el sentido
extenso de la expresión.
Pero en este apartarse de lo habitual, de lo empírico y de lo
conocido, el que imagina lo hace de muy distinto modo. Se evoca
el pasado o se anticipa el porvenir en imágenes cambiantes, móvi­
les o combinadas; irreales, que el sujeto sabe que lo son, pero cuyo
curso deja seguir, impelido por el afecto, engendradas en sus de­
seos, en sus temores o en oscuras predilecciones, sin verdadero
gobierno y sin sujeción a ninguna idea directriz. Esto es la fantasía.
Por el contrario, lo imaginativo, tiene un objetivo y una finali­
dad. Ha surgido la imagen de una relación nueva, no descubierta,
ni conocida antes de su experiencia; el juicio y la razón la desta­
can, y gobiernan, desde entonces, todas sus operaciones, tendientes
a concretar en un hecho real, este hecho imaginado.
0 bien, trazado un objetivo claro y preciso por la razón, la
imaginación se somete a él, desde el primer instante, avanza sobre
lo desconocido y capta una hipótesis. En cualquier caso esa imagi­
nación, es reflexiva, es la imaginación creadora por excelencia.
El progreso humano se halla totalmente subordinado a este mq-
do de pensar y a su vez, este modo de pensar, es sólo el privilegio
de algunos. Para las grandes adquisiciones, únicamente de los
hombres talentosos.
Llegado a este punto, cabe preguntarse, cuál, de estas formas
tan distintas de imaginar, interesa a la semiología psiquiátrica y
en particular, para los enfermos que nos ocupan,
Sin duda alguna, la más corriente, la más vulgar, la menos je­
rárquica de entre ellas: la simple fantasía, el invento pueril o la
novela inverosímil, la que desconecta de la realidad, sin provecho
94 CARLOS R. PEREYRA

para sí ni-para los demás; la que no abre jamás un rumbo nuevo y


se pierde en divagaciones estériles»
Aceptado que lo que nos interesa de la imaginación, es esta
forma banal y corriente, sin tener en cuenta ya si reproduce o crea,
es fácil advertir, pues el término entonces no se presta a equívocos,
cual es el papel frecuentemente perturbador y falseador de la rea­
lidad, que la imaginación juega en la patología mental.
La imaginación, como la memoria, tiene sus tipos prevalentes:
visuales, auditivos, motores. Estos últimos tienen gran representa­
ción entre los enfermos mentales, pues las imágenes surgen y en­
granan flùidamente a favor de la oratoria, los ademanes y los
gestos. Tal acontece con los ricos discursos de los maníacos y
algunas improvisaciones delirantes de los parafrénicos, que brotan
en el instante de la exposición o se fraguan en la controversia»
Esta actividad imaginativa, necesaria a las apetencias afectivas,
se halla en un equilibrio cierto con el juicio y la razón que mode­
ran sus excesos.
Basta considerar al hombre a través de su evolución ontogénica
o juzgarle en su madurez histórica, para apreciar este manifiesto
equilibrio, esta pugna constante, .entre la actividad imaginaria y
la actividad racional. En cada caso la una crece a expensas de la
otra, como las formas de la atención. Cuando el desarrollo judicativo
es aún incompleto y la capacidad razonante es insuficiente, la
imaginación es exuberante y domina en las operaciones psíquicas.
El niño pasa, hasta su madurez intelectual, por una serie de
etapas, que han sido homologadas, con razón, a la paulatina madu­
ración de los pueblos.
A medida que la actividad racional se desarrolla, en un ajuste
adaptativo a la realidad circundante, aquella fantasía va perdien­
do su señorío. Si alcanzado este equilibrio, una circunstancia even­
tual, merma el juicio, aunque la imaginación no se acreciente real­
mente, prevalece.
La patología mental, con sus múltiples casos ejemplares, ratifica
el equilibrio constante entre ambas actividades.
No es necesario insistir, en la poderosa imaginación infantil,
que impelida por los deseos y los temores, sustituye a la realidad
con las más caprichosas fantasías y desposee hasta la realidad
MRAFR enias

misma, presente y perceptiva, de sus reales atributos para jugar


con imágenes antojadizas.
Es harto- conocida la predilección de los niños por los juguetes
imperfectos y simples, pero, que, por eso mismo, son más malea­
bles, más dúctiles y se adaptan mejor a todos los cambios que su
imaginación quiera darles.
Los mitos, las leyendas, los cultos, las creencias populares, ja­
lonan la penosa marcha de los pueblos hacia las adquisiciones
estables del conocimiento.
Este es un testimonio, aunque algunas veces magnífico, de este
pensar fantástico, dictado, como dice Stransky por “ la lógica dé­
los sentimientos” .
La incultura sirve, asimismo, de claro ejemplo en nuetros días.
La falta de conocimientos reales acrecienta las posibilidades de
la fantasía y favorece el desarrollo de supersticiones, que adquie­
ren, ocasionalmente, un carácter patológico: delirio de influencias,,
mal de ojo, daño, etc.
Eventualmente, en el hombre normal y culto toda vez que su
razón sea insuficiente para resolver los problemas que se le plan­
tean, se ve surgir con imperio este modo arcaico de pensar. El
sujeto más centrado, de hondo sentido pragmático, que anda con
paso firme en el mundo conocido de la vida cotidiana, se entrega,
a los ceremoniales más absurdos cuando se enfrenta con el azar;
lo mismo en la mesa de juego, que en el peligro.
, El no conocer, es, en todos los casos, la causa, mas como la
realidad sólo se entrega a la razón, toda vez que la razón se
enturbia o en circunstancias vitales se haga inválida, surgirá de su
vida latente como “ maestra de errores” , la imaginación.
Bleuler ha destacado bien los caracteres del pensamiento que*
llama autístico y que sigue el sendero que le marcan los instintos-
y los sentimientos, en un total apartamiento de la lógica y de la
realidad.
Sus atributos son los de la simple fantasía, y el autor juzga que
las causas radican: en el desconocimiento de las cosas; en la ne­
cesidad imperiosa de apartarse de una realidad insoportable; en
la simultaneidad y coexistencia de representaciones contradicto­
rias, como en la confusión; y en los debilitamientos de las leyes,

y
96 CARLOS R. PEREYRA

asociativas establecidas por la experiencia, que permiten nuevos


vínculos casuales y antojadizos, como en el sueño y la esquizo­
frenia.
De todos modos, la actividad razonante es el freno de esta acti­
vidad imaginativa. El que voluntariamente se entrega a imaginar,
sin un objetivo ideal, sabe que suprime de un golpe la realidad y
la crítica, para tejer esperanzas, ambiciones y temores. Este des­
equilibrio es involuntario en la patología mental. La incapacidad
de conocer, unas veces,y el predominio de los afectos, otras, de­
vuelven a la fantasía su viejo señorío.
Las parafrenias constituyen, a mi ver, los delirios crónicos, en
que, de manera persistente y clara, aparece el mecanismo imagi­
nativo determinando las ideas originariamente, a pesar de las alu­
cinaciones. Las formas, clínicas, confabulatoria y fantástica, desig­
nan claramente esta particularidad, pero de ella participan también
la forma expansiva y aún la sistemática.
En estos delirios, al lado de un sistema básico, que generalmen­
te, es persecutorio e inverosímil, desarrollan otros sistemas, que
pueden ser convergentes, divergentes o simplemente paralelos, ema­
nados del inagotable venero de su imaginación.
El delirante, distinto de la mayor parte de los perseguidos, por
la escasa o nula repercusión afectiva, que sobre él tienen la cruel­
dad de los perseguidores, manda generalmente a un segundo plano
el tema original, y colocado' en su nuevo pedestal ambicioso, se
comporta como un restaurador social. Predica nuevos sistemas de
vida; inventa aparatos complicados para acabar con ciertas mal­
dades sectarias o poner fin a las guerras; descubre el origen de las
cosas inaccesibles; explica la íntima naturaleza de las enferme­
dades; crea nuevos idiomas; interpreta el lenguaje de los animales,
etc. Esta nueva posición de investigador, de paladín o de profeta,
frecuentemente con visos altruistas, es placentera para él.
Desarrolla sus teorías en innumerables escritos y diseños y está
dispuesto a hablar de ellas cuantas veces se lo pidan. Admite la
controversia y durante la discusión se le ocurren nuevos argumen­
tos que serán motivo de otros tantos desarrollos.
Las múltiples direcciones de su pensamiento extraviado, le dan
al delirio un carácter polimorfo malgrado sú asimilación frecuente
1 PAR AFRF,NIAS 97

al delirio sistematizado alucinatorio, Nuevas ideas lo enriquecen


á diario, o se crean otros pequeños sistemas desconectados entre
sí, descubriendo siempre: por inspiración, por revelación o mer­
ced a un privilegio que ellos tienen de penetrar en la verdad de
las cosas, por el espíritu.
Toda vez que se le pregunta a un parafrénico, cómo tiene cono-,
cimiento de tanto como enseña, se le ve invocar fuentes remotas,
viejas lecturas, libros que ya no se conocen o bien alegar que lo;
descubrieron pensando, meditando sobre ello; o de golpe, como
en una inspiración. ,
Aunque algunos de estos pacientes se hallen alucinados, jamás,
la perturbación sensoperceptiva es invocada como origen de sus
conocimientos, sirve lo más, de argumento que ratifica su modo
de pensar. La imaginación es, en realidad, el pivot de la parafren
nía, como la, pasión lo es en la paranoia.
En la forma clínica fantástica, muy cerca de los delirios esqui­
zofrénicos, por la mayor incoherencia verbal, la fantasía culmina
en el menosprecio de toda relación lógica. Las cosas son afirmadas,
de manera rotunda e inflamada. Los discursos, deshilvanados e
inconexos, surgen como anatemas. Tanto la enormidad como el
tono de lo afirmado, impiden toda discusión.
En los esquizofrénicos delirantes, dejando de lado otras dife­
rencias, entre las que destaca la falta absoluta de interés de con­
vencer al interlocutor de sus ideas, el pensamiento se. desarrollé
también por otros cauces que los señalados por la lógica y el ra­
ciocinio.
Y a hemos visto que Bleuler atribuye este pensar autístico a un¡
repliegue temperamental y a la eventual rotura de los lazos asociá:
tivos sedimentados por la experiencia.
En nuestra opinión, el autismo esquizofrénico, no es una dis-¡
posición causal, sino una consecuencia inexorable de su incapa-4
cidad de contacto con .el mundo circundante, surgida en el curso
de su enfermedad.
En cuanto a los lazos asociativos no aparecen siempre totalmente;
destruidos, demostrando su inconstancia, que no puede ser la causa­
do este extravagante desorden de las ideas. .....
CARLOS R. PEREYRA
98

Nos ha parecido siempre que la interceptación era el fenómeno


básico, que al romper la continuidad de todo acto psíquico, impreg­
na de zozobra al paciente, dándole la sensación oscura de pérdida
del dominio sobre sí.
El ente voluntario que actúa y decide, deja de ser, y flota desde
entonces en un mundo incierto y azaroso, donde todo es contingen-
eial. El,pensar ya no puede cursar por las vías de la razón y de
la lógica. Los principios causales y las determinaciones finalistas
ée esfuman. No son los lazos asociativos los destruidos, sino que
todo el pensamiento se disloca, falto de ideas directrices. Las ideas
surgen entonces sin ley y sin gobierno, en relación accidental. Un
objeto que se halla circunstancialmente por delante se vincula a la
idea que en ese momento le embarga, que puede ser por ejemplo:
un interrogante sobre el origen del mundo; y se afirma desde en­
tonces, una relación absurda.
pECáTT— - •*— * *• ' • JBSOCft-" “ ' --d T*. .£ « v - • £ : ~ ~ — ;"

Como dice Gruhle, las ideas delirantes son súbitas, primitivas.


Se dan en realidad como ya fraguadas, sin que podamos asistir a
su elaboración.
Y o me permitiría afirmar, precisamente, que no tienen más nexo
que la coexistencia y la contigüidad. Como si a las imágenes y re­
presentaciones que se suceden en un momento de ensueño, las
quisiéramos vincular sostenidamente por relaciones causales y por
medio de la lógica, cuando son simples figuras simultáneas o su­
cesivas. Así se explica que un esquizofrénico diga convencido, que
lo quieren matar, porque el médico levantó el brazo izquierdo o
que alguien de su familia está en peligro porque un vecino estor­
nudó tres veces.
De todos modos, y esto es lo que interesa aquí, la imaginación,
en su forma más primitiva y reñida con la lógica, participa tam­
bién del pensamiento esquizofrénico.
Pero las diferencias entre ambos procesos son sustanciales y se
aprecian bien en las producciones escritas. Las ideas absurdas de
los parafrénicos, son generalmente comprensibles, como lo son los
cuentos maravillosos de la infancia. Aunque extravagantes, tienen
un argumento, una continuidad y un desarrollo. Los escritos, como
PARAFREN IAS 99

los dibujos de los esquizofrénicos, no tienen tales caracteres. Son


producciones de la fantasía, pero inconexas, fragmentos sin con­
tinuidad, recortados de distintos momentos de conciencia y capri­
chosamente unidos. Su comprensión no puede ser directa, sino a
través de una interpretación simbólica, expuesta siempre a errores.
INTELIGENCIA Y LENGUAJE.

El caudal intelectual de los parafrénicos es muy variable. Exis­


ten entre ellos personas indudablemente inteligentes y otras que
limitan con la debilidad mental, o cuando menos, son marcadamen­
te incultas. No es que puedan confundirse ambos conceptos, sino,
simplemente, que cuando la incultura es muy grande, en la ma­
durez de la vida y en un medio civilizado, es un índice innegable
de falta de curiosidad e inquietud espiritual. La inteligencia des­
pierta toda clase de afinidades por el conocimiento.
Ya hemos visto, al considerar las formas clínicas, que para al­
gunas se admite un desmoronamiento más o menos rápido del cau­
dal intelectual.
Una demencia verdadera, íntimamente vinculada a la enfermedad
y no considerada una contingencia de la edad o de una intercurren­
cía, nunca hemos podido comprobarla, ni aun para la forma fan­
tástica.
Durante el período de estado, el carácter absurdo de las ideas,
las relaciones superficiales y hasta pueriles que les sirven, a veces,
para sentar sus premisas, harían suponer, a una investigación li­
gera, que se trata de débiles mentales.
En realidad, lo único que puede admitirse es que la capacidad
judicativa y razonante falla; en sustitución se organiza un modo
de pensar a base de una actividad imaginativa. Pero el pensar ima­
ginativo no es más que un modo de pensar; natural, en ciertas
etapas de la vida, natural en ciertos temperamentos, en ciertas
orientaciones profesionales y aún, en determinados momentos de
la vida de los sujetos más lógicos. De ninguna manera, un signo
de indigencia mental.
A nadie se le ocurriría decir que un mitómano o un histérico,
es, por ese sólo hecho, un retardado. Sus aptitudes para la vida
son escasas. Su tendencia a alterarlo todo en beneficio de un mun­
do de ficción, acarrea, a la larga, la desmonetización de sus valo-
; PARAFRJ&NIAS 101

res en el mundo de la realidad. Pero los distintos elementos que


integran a la inteligencia en sí, desde la simple observación a la
agudeza de ciertos juicios, pueden ser, incluso, brillantes.
Y a hemos visto, en el capítulo que antecede, que el niño, que
tiene en potencia todas las posibilidades intelectuales, antes de la
adquisición de los conocimientos estables, construye por necesidad
o por tendencia, según el modo imaginario. Algunos tipos psicoló­
gicos, por razones temperamentales y afectivas, independientemen­
te de su caudal intelectual, prolongan este modo de ser prelógico y
fantástico.
’ L, Levy Bruhl, en su estudio sobre “ La mentalidad primitiva” ,
se esfuerza porque no sea confundido, por torpeza, lo que convie­
ne a otra estructura, en el pensamiento primitivo (pág, 4 3 5 ): “ esta
aparente apatía y torpeza intelectual han sido señaladas a menudo
en las sociedades más bajas y particularmente entre ciertas tribus de
la América del Sud. Conduce fácilmente a soluciones inexactas
sobre la mentalidad primitiva en general.: Si queremos evitar este
error es precisó no buscar en estas sociedades, ya sean inferiores
ó de un grado más elevado una “ necesidad de causalidad” del mis­
mo tipo que la nuestra. Como se infiere de los hechos y de las
instituciones analizadas en la presente obra, ellos tienen la suya,
que le es propia y que escapa fácilmente a los observadores de­
masiado apresurados o prevenidos. Esta mentalidad, esencialmen­
te mística y prelógica, va hacia otros objetos y por otros caminos
que nuestros espíritus. Basta ver la importancia que han tomado á
sus ojos la adivinación y la magia. Para seguirla en sus pasos,
para desprender de aquí los principios, es necesario, por así de­
cirlo, violentar nuestros hábitos mentales y plegarnos a los suyos” .
Este modo de pensar primitivo, sin embargo, no es otra estruc­
tura, como pretende el autor, sino, una etapa en la evolución del
pensamieno humano. En potencia, existe siempre, el pensar imagi­
nativo, dispuesto a substituir al razonamiento bajo influencias emo­
cionales, azarosas, y toda vez que el conocimiento sea oscuro e
inválido para el individuo.
A este respecto, se recuerda en el prólogo de la misma
(pág. 12) que dice el historiador Raymond Lenoir: “ las dos
faciones del espíritu se dan al mismo tiempo en todas las
102 CARLOS R. PEREYRA

y se reparten el dominio del pensamiento, en proporción desigual,


según el momento de la historia” y Ch. Blondel: “ la mentalidad
que llamamos primitiva, aunque sólo lo sea relativamente, no se
opone tanto como parece a nuestro pensamiento lógico o positivo:
encierra los elementos permanentes y esenciales, aun aquellos que
parecen desconocer el conocimiento exclusivamente nocional
Las muchedumbres, más fácilmente que los individuos, bajo
el influjo de influencias colectivas, actúan, eventualmente, de
acuerdo a un pensamiento arcaico y primitivo, que es inherente al
fondo mental de todo individuo.
Repetimos que el no conocer, es, en todos los casos, la causa
fundamental. Trátese de ignorancia, de temor, de pasión que ofus­
ca o de azar, siempre tiene oportunidad de evidenciarse el pensa­
miento mágico. Los parafrénicos han caído en este estado perma­
nente que anula el juicio en lo tocante a sus especulaciones, pero
que lo respeta como a las demás aptitudes intelectuales, para las
distintas exigencias de la vida.
Las diferentes pruebas testimoniales, acreditan bien el discreto
desarrollo intelectual y también su longevidad. Pero, además, el
mismo delirio frondoso y rico, es otro testimonio de esta capaci­
dad intelectual, a condición de que no lo midamos bajo las exi­
gencias lógicas.
Por oposición, cuando un débil mental delira, se excita, o de
algún modo, acrecienta su natural imaginativo indigente; el cua­
dro que ofrece es bien típico: los desbordes de su fantasía apenas
tienen vuelo. Ceñidos a la realidad estrecha y magra de su chata
existencia, aprovechan la ruptura de sus inhibiciones para identi­
ficarse con los héroes preferidos; los astros de la radio, el cine, el
teatro, sentirse millonarios o muy inteligentes.
Precisamente todo aquello que hubieran querido ser, sin perder
jamás de vista los objetivos claros y concretos de la vida ordinaria,
porque su imaginación, aun exaltada, no da para más.
No vamos a insistir aquí sobre las múltiples particularidades del
lenguaje parafrénico, porque en muchas partes de este trabajo se
ha destacado lo más importante: la incoherencia de los parlamen­
tos espontáneos, los caracteres de los escritos, la abundancia de
neologismos, etc. Debemos, sin embargo,' hacer notar, que esta li-
PARAFRENIAS 103

gera incoherencia, unida al carácter, habitualmente descomunal,


de las ideas y la riqueza de neo-términos, ha contribuido mucho
a su confusión con la esquizofrenia, por superficiales semejanzas,
facilitando la generalización de .este último concepto.
Hemos hecho resaltar las diferencias flagrantes que, no obstan­
te su apariencia, existían entre ellas, pero nos parece conveniente,,
por su importancia, remarcar las que concierne a los neologismos.
En los parafrénicos el vocablo nuevo, tiene un sentido de utili­
dad sintética para el que lo dice, o es una forma de concretar un
pensamiento abstracto de difícil definición.
Después de mucho cavilar sobre un tema delirante se ha llegado
a. la expresión que resume todos los discursos y le ahorra tiempo,
del mismo modo que se maneja, con carácter definitivo, un resul­
tado matemático, para proseguir en las operaciones, sin necesidad
■de repetir a cada instante, tediosamente, su desarrollo. En tales
casos, el vocablo entra en su conversación natural y frecuentemen­
te, y siempre con el mismo sentido.
Algunas veces el neologismo resulta de una clara conjunción de
dos términos conocidos; la síntesis es entonces bien aparente: “ cri-
mosaurios,! por criminales monstruosos. Su origen está claro en la
raíz de la expresión criminal y en la terminación, saurio, conocida
y común designación de ciertos reptiles, pero vinculada en el caso
a los gigantescos de que habla la paleontología; “ civicultura” ,
mano de obra de la civilización, etc. Aunque se trate de fusión de
términos, la síntesis se hace ordinariamente atendiendo al concepto,
y sin que las palabras pierdan, entonces, su simbolismo originar id.
En la esquizofrenia no hay ningún respeto conceptual, las com­
binaciones más caprichosas pueden realizarse en el momento: la
visión de un vaso sobre la mesa, casi simultánea con la de un árbol
en el patio, le permiten decir a un esquizofrénico, con todo desen­
fa d o: “ el vabosque” . Además, el cambio de sentido de las palabras
comunes, la extensión del simbolismo puro a ¡valor de cosas con­
cretas, o- la arbitraria deformación gramatical del término, hacen
verdaderamente imposible penetrar en la intención de sus dis­
cursos.
1Q4 CARLOS R. PKREYRA

De un modo general, el neologismo de los parafrénicos es más


fijo, más persistente, representa algo útil para su conocimiento,
tiene un sentido siempre el mismo y están dispuesos a darnos, con.
la mayor claridad posible, una explicación de él. El neologismo
del parafrénico es el producto de una fantasía que se sigue; en el
esquizofrénico, más frecuentemente, es la expresión arbitraria, a
vces improvisada, de una fantasía fragmentaria y sin continuidad.
TRASTORNOS DE LA AFECTIVIDAD

Por su curiosa dicotomía, los parafrénicos ofrecen aspectos bien


distintos en su afectividad, según se mire en relación con el delirio
o con lo que el delirio ha respetado de su personalidad.
En el primer caso, todos los autores han reparado en la falta
de armonía entre el contenido de las ideas persecutorias y su re­
sonancia afectiva. Si el síntoma, ahonda la diferencia con cualquier
delirio bien sistematizado, que es antes que nada pasional, sirve
por otro lado, para aproximarle a los esquizofrénicos.
A esta altura del desarrollo de mis opiniones, me parecería abu­
sivo recalcar las muchas diferencias que veo entre ambos. Sinté­
ticamente, rae limitaré a decir que quien tiene la oportunidad de
ver enfermos con frecuencia, no puede jamás confundir la indife­
rencia y la frialdad esquizofrénica, con el .estado afectivo de los
parafrénicos.
Bien visto, la extraordinaria índoles de los horrores que relata
un parafrénico no podría jamás tener una repercusión adecuada.
¿Qué clase de consonancia afectiva o humana puede encontrarse^
para la idea de un individuo que sostiene que todas las noches
ge le mata y todas las mañanas resucita? ¿ 0 para el que pretende
que lleva ya mil años de vida, sufriendo persecuciones y torturas;
indescriptibles? Cada una de estas afirmaciones lleva implícita la
noción de potencia, y, a pesar de todo, de verdadera invulnerabili-
dad. En su fuero íntimo, es siempre un megalómano el que habla,
y esto lleva ya un lenitivo y una compensación. Si no fuera así, si
todo lo sentido tuviera la consonancia lógica de un sistematizado,
el desgaste pasional y el dolor pronto le agotarían.
Por el contrario, lo más frecuente es verlos expansivos, teoriza-
dores incansables, sin siquiera perder el apetito. El contraste de
la idea persecutoria y el carácter de tranquilo narrador que adopta
el parafrénico, es lo que conduce a hablar de pérdida de los afec­
tos; pero, debe advertirse que ño es la persecución y la miseria...lo-
106 CARLOS R. PEREYRA

que embarga su ánimo, sino su condición de predestinado, de ilu­


minado y de reformador. Esto es lo que prevalece y pone su inne­
gable tinte eufórico, soberbio o apacible. No es apatía, ni indife­
rencia paradójica, como en el esquizofrénico, es el correlato de la
íntima suficiencia y capacidad personal.
Fuera del delirio, y en realidad corroborando lo anteriormente
dicho, la reactividad emocional es natural. Los estímulos penosos
o alegres, tienen su condigna respuesta. No se observa la paradoja
esquizofrénica, en quienes las cosas ocurren como si hubiera un total
desplazamiento de los valores y los excitantes de su afecto fueran
permanentemente otros que los normales.
Ya hemos dicho lo bastante acerca de la conducta, la conserva­
ción del sentido práctico y la sociabilidad para incurrir en repe­
ticiones. Esta conducta nó puede ser sino el trasunto de una vida
afectiva, rica en sentimientos, incluso aquellos más delicados de
índole gregaria.
Con placer evoco aquí, que en mis años de practicante, los com­
pañeros de internado, apodaban a N. P., uno de los enfermos que
he descripto: “ la madre” apodo, que con legítimos títulos de tierna
solidaridad se había ganado este sufrido y generoso enfermo.
Naturalmente, que los momentos críticos y los brotes de este
delirio comprometen episódicamente su afectividad. Algunos de
ellos tienen marcadas oscilaciones ciclotímicas, predominando los
aspectos eufóricos. Otros, como los expansivos, se hallan persisten­
temente ufanos de sí mismos, y en los fantásticos, la irritabilidad
y la soberbia es la nota más saliente de su modo habitual.
La reacción afectiva de estos enfermos frente al investigador,
comparativamente con los sistematizados y los esquizofrénicos pa-
ianoides, se pone en evidencia con lo que he designado “ la orden
intempestiva” : A l interrumpir el relato de cualquiera de estos en­
fermos en el punto en que se considere culminante, se observa: en
el sistematizado, un resentimiento lógico; en el parafrénico un
manifiesto deseo de proseguir por “ ser muy interesante” ; en el
esquizofrénico la más profunda indiferencia.
Además, el sistematizado confía con reservas, el parafrénico re­
lata con fruición y el esquizofrénico afirma sin interés.
TRASTORNOS DE LA VOLUNTAD

Exceptuando algunos de los parafrénicos fantásticos, los que,


como hemos dicho, se hallan más monopolizados que los otros por
su delirio, la mayor parte de los parafrénicos constituyen el grupo
de los enfermos más útiles y dispuestos para el desempeño de toda
clase de tareas.
Poco habría que decir, más que referirse a este hecho, sino fuera
necesario acentuar el contraste con la abulia primitiva y crónica de
los esquizofrénicos.
En líneas generales, no puede darse nada más antagónico. He­
mos sostenido, en otra oportunidad, que la insuficiencia volitiva es el
signo más persistente y más característico de la esquizofrenia, pre­
sente en todas sus formas clínicas en todos los períodos de la en­
fermedad, con una constancia que supera a cualquiera de los sínto­
mas que se han dado por básicos: disgregación, ambivalencia o
autísmo.
Aún no aceptando esta prevalencia sintomática que emerge, a
mi ver, de una primitiva ruptura de la continuidad del acto psí­
quico, por la interceptación, nadie puede negar que en el período
de estado de la enfermedad, los desórdenes volitivos son constantes.
Lo mismo se trate de la incapacidad de dirigirse a un fin pre­
establecido, con continuidad en la acción y armonía ejecutoría;
que de la imposibilidad dé ejercer la inhibición sobre las tenden­
cias e impulsos surgidos exabrupto, el enfermo esquizofrénico mar­
cha siempre a la deriva, sin disponer libremente de propias de­
cisiones.
En el orden externo su conducta es, por eso, siempre imprevi­
sible, todo- lo insólito puede tener lugar, hasta la cordura momen­
tánea, alternando con los despropósitos y los actos más ridículos;
el hermetismo autístico interrumpido por la participación ruidosa
y bullanguera de una crisis de alegría insulsa.
En el orden interno o subjetivo, desde el primer momento, el
esquizofrénico se queja de la falta de plenitud de la acción y de
108 CARLOS R. PEREYRA

la incapacidad de anticipación de fines y propósitos. Sus mismos


discursos se disgregan porque carecen de finalidad y dirección. En
todo caso, el YO, flota azarosamente a merced de los acontecimien­
tos y se halla dominado por una íntima sensación de privación de
libertad, que sólo la integridad voluntaria puede asegurar.
La insuficiencia volitiva esquizofrénica trasunta en múltiples sín­
tomas: renunciamiento a la lucha en la vida ordinaria por inca­
pacidad de auto-conducción (autismo).
Ambivalencia y ambitendencia, posibilidades antagónicas, que
surgen por insuficiencia selectiva, impotencia en la decisión, falta
de claridad de los objetivos.
Apragmatismo grosero e inadaptabilidad, por incapacidad total
de ceñir la conducta a los convencionalismos sociales.
Fugas, impulsividad y agresiones, actos explosivos, incoercibles,,
por ausencia de inhibición.
Obediencia pasiva, sugestibilidad cerea, automatismo o por el
contrario negativismo, resistencia y oposición segmentaria. Fenó­
menos catatónicos igualmente significativos de la ausencia de pro­
pias voliciones.
Pérdida de la iniciativa, o falta de dirección y coordinación en
las esporádicas decisiones.
Automatismo de todo género: estereotipias, tics, manierismos,,
etc.
Inercia total, estupor, rigidez, gatismo, etc.
Ni uno sólo de estos síntomas, pueden comprobarse en los pa­
rafrénicos. Luchadores “ intelectuales” , e incansables en la prédica
de sus ideas, son al mismo tiempo “ sensatos” habitantes de este
mundo, llenando plenamente la infinidad de exigencias que deman­
da la adaptación.
Aún más, sus ideas, tal vez por su naturaleza íntima, personal y
abstracta, tal vez por la conservación de la actitud inhibitoria, no-
provocan de ordinario actos contra terceros; siendo, en definitiva*
los más pacíficos, los más laboriosos e innocuos de los alienados
lúcidos.
Englobar estos enfermos en la universalidad de la esquizofrenia*
sin más razón que parecidos y semejanzas insubstanciales, es caer,
con agravantes, en el viejo confusionismo de la demencia precoz-
EVOLUCION Y TRATAMIENTO

La anamnesia, bastante imprecisa en el medio nosocomial, sólo


permite establecer los comienzos ostensibles y groseros, que gene­
ralmente determinan ya la internación del enfermo. Buen número
de ellos, aparentemente se habían iniciado por cuadros espectacu­
lares de carácter agudo, subconfusional y oniroide, acompañados
de excitación y franca incoherencia.
Como frecuentemente se registraba en el mismo acceso los abu­
sos alcohólicos, en todos los casos de esta naturaleza ha habido
propensión a calificarlos como episodios alcohólicos subagúdos,
diagnóstico que naturalmente no podía sostenerse en el tiempo.
Otras veces la ’ausencia del alcohol hacía pensar en la clásica bouf-
fée de los degenerados hereditarios. Este diagnóstico' ya lo hemos
discutido en la parte nosográfica y no creemos necesario volver
sobre él.
Con toda probabilidad, el episodio de naturaleza aguda no se­
ñala el comienzo real de la afección, sino la culminación de un
período de maduración del pensamiento, que por lo demás, no
parece tan largo como en los paranoicos que desembocan en de­
lirios alucínatorios sistematizados.
En los otros enfermos, la mayoría, tal vez, la .enfermedad data­
ba de unos años atrás, sin haber provocado incompatibilidades
sociales. En algunos se da como muy reciente, a veces días, sin
que pueda precisarse hasta qué punto es cierto que ese fué el rao-'
mentó real del comienzo.
Una parte de ellos, tal vez la mayor, eran ya de entrada mega­
lómanos, los demás lo han sido inmediatamente, pero, en tanto
no son más que perseguidos, el absurdo y la multiplicidad de ideas
es muy característica.
Casi la mitad de los enfermos han contraído matrimonio. Signi­
ficativo testimonio de sus posibilidades sociales antes del estallido
de la enfermedad. No creo que ni el uno por cien, de los verda­
deros esquizofrénicos sean casados.
110 GARLOS R. FE.REYRA

La .enormidad de la ideas, arraigando en la lucidez, permiten,


al primer choque, formular el peor pronóstico.
Desarrolla, desde entonces, como un delirio crónico de ideas
polimorfas, sin ninguna posibilidad de remisión, sin acalmia,
sin ocultamientos ni reticencias y sin disimulación. Progresando
y enriqueciéndose siempre, con exaltaciones fugaces y episódicas,
más frecuentes en las formas fantásticas.
Yo hemos dicho que la decadencia intelectual, en el sentido
estricto y dependiente de la afección, no nos ha sido dado com­
probarla. La vejez, naturalmente, atempera, como en todos, el
vigor de las ideas.
Algunos autores, como Ruiz Maya, aluden a una intercurrencia
desencadenante de la afección. Nunca he podido comprobar la
existencia real de una enfermedad clínicamente diagnosticable
y que se pudiera vincular al desarrollo' delirante.
La ausencia de lesiones anatómicas y la falta de conocimiento
etiológico, permiten sospechar que es un desarrollo tardío de una
predisposición constitucional, a mi juicio imaginativo-paranoica.
Ello' priva de recursos terapéuticos eficientes.
La laborterapia es el único medio a nuestro alcance. Muchos
de estos pacientes dada su verdadera inocuidad social, pueden
ser dados de alta sin temor.
No he tenido hasta la fecha que arrepentirme de proceder así
en gran número de casos. Naturalmente se tropieza con la incom­
prensión de los parientes o de las autoridades.
La laborterapia, ya que la mayor parte de ellos son laboriosos
y/productivos, debiera ser objeto de una consideración especial
y y de una remuneración decente. Se vería entonces cómo estos en­
fermos, son capaces de subvenir ampliamente a sus necesidades
y aún más a las de la propia familia.
CONSIDERACIONES Y CONCLUSIONES

A lo largo de esta exposición hemos señalado algunos de los


caracteres propios de este grupo de enfermos, destacando cuando
se daba la oportunidad, las diferencias más notables con los cua­
dros que precisamente podían asemejarse más a ellos. Así, al
considerar la parafrenia sistemática, nos hemos visto obligados a
especificar sus diferencias con los delirios sistematizados aluci-
natorios y al encarar la forma fantástica, ha sido preciso desta­
car los elementos que la separan de los delirios de la demencia
precez.
Pero aún a riesgo de repetir conceptos vertidos o insinuados,
parece útil tener una visión panorámica, sindromática de todos
los caracteres comunes en las distintas formas clínicas, que salvo
insubstanciales diferencias de forma y apariencia, componen en
conjunto' un cuadro homogéneo con verdadera identidad y con
todo derecho a constituir una entidad nosológica en psiquiatría,
al menos, mientras el conocimiento etiológico, patogénico y anató­
mico, no puedan ser nuestros guías.
Desde nuestro punto de vista, todas las parafrenias se nos im­
ponen como Delirios crónicos de ideas polimorfas, alúcinatorias
o no, de desarrollo habitual entre los 30 y 50 años de la vida,
y evolucionando hasta el fin, sin más decadencia mental que la,
fisiológica.
Las diferencias que separan a este delirio crónico de los dos
grandes grupos con los cuales limita y se aproxima por sus fo r­
mas clínicas extremas, es decir, las diferencias con los delirios
sistematizados, alucinatorios o no y con los delirios esquizofré­
nicos, surgen de la valoración de los propios síntomas parafré­
nicos. A medida que los enumeramos, destacaremos estos con­
trastes:
1°) El polimorfismo de estos delirios está caracterizado por:
la multiplicidad y absurdo de las ideas persecutorias y la irrup-
112 CARLOS R. PEREYRA

c.ión precoz de ideas megalómanas, que unas veces inician el


cuadro, otras acompañan las ideas persecutorias o le suceden de
inmediato.
A diferencia de los delirios sistematizados de larga evolución
y ambición tardía, como los delirios de Falret y Magnan, la
megalomanía de estos enfermos no señala ninguna decadencia
mental; es, más bien, una expresión complementaria y lógica
de un delirio persecutorio que ya de comienzo era inverosímil,
absurdo, fuera de la realidad circundante, cuyo contenido se afir­
ma y no se explica.
2 9) Se diferencia del polimorfismo de la bouffée en su ca­
rácter primitivamente crónico y progresivo, no episódico y de los
•delirios excepcionalmente prolongados de los débiles que no sis­
tematizan por falta de caudal intelectual, porque éstos quedan
acantonados, fijos, y, además, porque los parafrénicos poseen
más alto nivel, denotado, no sólo en sus posibilidades adquisi­
tivas, sino también en el delirio mismo: frondoso, altamente ima­
ginativo, con aptitudes de abstracción y con uso habitual de cono­
cimientos, incompatible con la mentalidad de un débil.
39) El delirio es llevado por el enfermo como una hipótesis
de la que se quiere persuadir a los demás. No es vivido con la
intensidad del verdaderamente sistematizado. Su repercusión
afectiva es escasa, a pesar de los horrores de los relatos, y de
consiguiente, su conducta, se subordina menos al contenido de­
lirante.
En la parafrenia, las cosas ocurren de tal modo, que el sujeto
se nos presenta como portador de un delirio que generalmente
no incomoda su convivencia con los demás, al menos durante el
período de estado; lo defiende con convencimiento intelectual
y sin calor afectivo, más bien diríamos que lo relata, y las cruel­
dades de que son víctimas, le dejan a él, casi tan frío, como a su
interlocutor. ■
Es una especie de novela que tiene una neta separación de la
realidad circundante; a diferencia de los sistematizados, que
sacan todo su material de la vida real y sus relaciones. Los¡ para­
frénicos inventan, crean, fabulan, abstraen, teorizan y especulan,
acabando por imaginar un mundo irreal y fantástico en el cual se
PARAFRENIAS 113

desenvuelven sus ideas patológicas, con escasa ingerencia de los


hechos cotidianos. Los personajes que los persiguen, son “ papas” ,
“ reyes” , “ presidentes” , “ individuos influyentes” , “ espiritistas” ,
“ sectarios indestructibles” , todos, fuera del alcance de su vindicta,
que, por otro lado, no parece dotada de suficiente energía. Las más
caprichosas instituciones se forman para ampararlos o destruirlos,
cuando no .escapan francamente del tiempo y del lugar, haciendo el
delirio esencialmente retrospectivo o bien localizando la acción
fuera del país o de la tierra.
4■’) La peligrosisad de estos enfermos es cierta en la inicia­
ción del delirio. Alcanzando el período de estado su inocuidad
es habitual, su grado de adaptación considerable. Tal vez la
explicación está dada tanto por el carácter fantástico o por lo
menos inaccesible de la fuente de sus males, como por la satisfac­
ción compensatoria de su grandeza, que les hace canalizar su acti­
vidad, en el sentido de iluminar al mundo con sus teorías.
5fl) Como resultado de estas ideas peregrinas, al margen de
toda posibilidad humana de reacción, asistimos al paradójico
espectáculo que nos brindan estos iluminados, que a pesar de
sus extravíos permanecen lúcidos: hay una verdadera dicotomía de
su existencia, que les permite vivir en dos mundos, en el de su fan­
tasía y en el real, como bien lo ha observado H. Ey.
Generalmente afables, atentos, correctos, cuidadosos de los de­
talles de su persona y de los distintos aspectos de la vida d.e.
relación, hacen simpatías, amistades y hasta adeptos. Trabajan
y tienen un desempeño útil, sin carecer de propia iniciativa, como
acontece con la labor automática de los dementes precoces.
En esta singular dicotomía reside una fundamental diferencia
con los otros delirios crónicos, a poco que se repare, se cae
en ello: el delirio de un sistematizado se confunde con la vida
real y en definitiva el delirante se mueve en este solo mundo. En
la demencia paranoide, absorve totalmente al paciente y le desco­
necta en absoluto de la relación con sus semejantes, vive exclusi­
vamente en un mundo extraño como un personaje extraterreno.
Con ios parafrénicos y sistematizados podemos entendernos fuera
de su delirio, con los dementes precoces nunca.
6 P) En tanto que los delirantes sistematizados, cualesquiera
1X 4 CARLOS R. PEREYRA

sea su mecanismo desarrollan sus errores en plano judicativot


razonando con exceso, pero mal, los parafrénicos lo hacen en un
plano imaginativo y los dementes precoces se nos presentan fuera
de todo plano concebible.
; 79) La fuente del delirio: la imaginación, quita reciedumbre
lógica y aparenta puerilidad de las ideas, sobre todo en contraste
con los sistematizados, haciendo creer en un debilitamiento inte­
lectual que no existe, pues si se hace abstracción del delirio se
comprueba una persistente conservación de aptitudes y longe­
vidad intelectual.
89) Hemos destacado en la exposición de los casos, la falta
de relaciones estrechas entre las alucinaciones, abundantes en
los parafrénicos, y sus ideas delirantes. El sujeto oye, ve o siente,
pero en ningún caso se vale de estas expresiones para explicar
el conocimiento que tiene de las cosas, sino que lo hace, general­
mente, en forma intuitiva o imaginativa, impresionando muchas
veces como si fraguara las respuestas en el momento. Nada de
ésto ocurre en el delirio sistematizado alucinatoriot “ él lo sabe
porque lo ha visto” , “ se lo han dicho” o “ lo siente” , etc. En el
demente precoz, no hay intento de explicación alguna y la fuente
real de sus creencias es inexcrutable,
99) El parafrénico es prolijo, minucioso y describe con abun­
dancia de detalles, pero no demuestra como ,el sistematizado, que
sé mueve en plano lógico.
Él parafrénico tiene frente a su delirio una conducta ingenua,
hemos dicho. Ella consiste, en que se afana en convencernos,
aportando la mayor 'suma de datos, un poco sabedor de que sus
“ teorías” o “ descubrimientos” , salen de lo común y son algo
difíciles de entender. No se desaniman, pues, frente a la incom­
prensión del primer momento e insisten con nuevo aporte de in­
formaciones, como un teorizador; es generalmente espontáneo,
está siempre dispuesto a hablar de ello y excepcionalmente cae
en reticencias; el sistematizado no incurre en esta ingenuidad,
cómo qué nos cuenta el drama de su vida y no una brillante hipó­
tesis. Busca demostrar y convencer, si no lo consigue duda de su
interlocutor, no concibe que sus razones no sean vistas con la cla­
ridad con que a él se le imponen, y, por consiguiente, cree que hay
PARAFREN IAS 115

mala fe o mala ¡voluntad. Adaptándose a estos supuestos, cambia


de actitud, frecuentemente calla, esconde o niega su delirio para
mejor servir sus intereses. El demente precoz paranoide no tiene
en ningún caso interés en que se le crea, hace sus afirmaciones
y nada más.
1(F) Es importante a este respecto comprobar la distinta con­
ducta reaccional frente a una actitud estímulo que puede lla­
marse la orden intempestiva: interesándonos en el relato de los
enfermos les dejamos llegar hasta el punto culminante en que
suponemos que están poniendo su máximo interés, e invocando
una causa cualquiera les interrumpimos bruscamente pidiéndoles
que se retiren: el delirante sistematizado cobra una actitud airada,
de indingnación concebible y próxima a la normal ;el parafrénico
insiste en contarnos “ porque lo que viene es muy interesante” ; el
demente precoz se marcha sin reclamación de ninguna especie,
denotando el profundo desprecio de nuestras opiniones.
I I 9) El lenguaje de los parafrénicos se sigue en su sentido y
no tiene los caracteres de profunda disgregación que afecta a los
dementes precoces. No se comprueban tampoco interceptaciones.
Algunos parlamentos, indescifrables por el uso de neo-términos, son
explicados luego en su significado, pudiéndose penetrar en su in­
tención. Puede decirse que sus expresiones, por las mismas ideas
que manejan carecen de la claridad propia de los sistematizados
sin llegar jamás a la incoherencia de los dementes precoces.
12-) La edad, del comienzo entre los 30 y 50 años establece
una diferencia fundamental con el delirio esquizofrénico. Vero­
símilmente hay derecho a dudar de toda demencia precoz cuya
iniciación se pretenda después de los 30 años.
Por nuestra parte hemos insistido lo bastante sobre el tema
y ello nos exime de aportar aquí otras razones.
139) Sin entrar en detalles, porque han sido bien establecidos
por los autores, debe añadirse la ausencia de manifestaciones
físicas morbosas en el cuadro parafrénico que frecuentemente
acompañan a la demencia precoz, a pesar de su falta de fijeza:
trastornos de la sensibilidad cutánea, alteraciones reflejas tendi­
nosas, rigidez pupilar absoluta, midriasis, reflejo paradojal de
116 CARLOS R. I’ EREYRA

Filtz, dermografismo, edemas, cianosis, trastornos secretorios,


eosonifilia, etc.
14°) Las distintas formas clínicas de la parafrenia constitu­
yen un insensible tránsito de los delirios bien sistematizados a las
formaciones delirantes de la esquizofrenia. Observándose cómo
en los primeros, siempre se pretende demostrar, en la mayor parte
de las parafrenias simplemente se narra y se describe en tanto
que en las formas fantásticas y en la esquizofrenia se limitan
a afirmar.
Tampoco se comprueban en la parafrenia signos catatónicos,
estereotipia motoras, impulsos, ni en general trastornos conativos
motrices.
Resumiendo nuestras opiniones, vemos en la parafrenia, un
grupo extraordinariamente homogéneo dentro de la patología
mental, a condición de que se considere el polimorfismo crónico
y primitivo de las ideas como carácter fundamental de la enfer­
medad, sin excluir la llamada forma sistemática.
Si la intención de Kraepelin no hubiera sido tal, como en sen­
tido afirmativo lo induce a creer el origen de su concepción y
los enfermos que le sirvieron de base, justo es reconocer que el
grupo hubiera carecido de homogeneidad, tanto por la índole del
delirio como por las características individuales y sus posibilida­
des de reacción dentro del medio ambiente.
De todos modos, se nos impone la existencia cierta, buscando
en los enfermos, y no en los libros, de una enfermedad perfecta­
mente delimitada en su sintomatología y bien diferenciada de los
delirios verdaderamente sisternatibados, por un lado, y de los
delirios crónicos de la demencia precoz por el otro, con escasas
concomitancias en algunas formas clínicas, como acontece con
todos los cuadros psiquiátricos.
La separación conceptual de estas formas delirantes reduce la
consideración de los delirios crónicos desde el comienzo a tres
grandes grupos: delirios sistematizados, delirios polimorfos y
delirios en la demencia precoz. La alucinación, no altera el
concepto.
Las causas. de la enfermedad siguen siendo desconocidas, aun
cuando se. sospeche una constitución previa,; que, en nuestra opi­
PARAFRENIAS 117

nión. participa de ios atributos imaginativos y paranoicos, lo que


compondría, en definitiva, una constitución mixta. Otro tanto
puede decirse del conocimiento sobre la herencia, necesariamente
impreciso, como lo ha sido la delimitación de la parafrenia, a
pesar de que las investigaciones genealógicas de Wilmans, fueran
útiles para su separación de la esquizofrenia.
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(Monografía psiquiátrica 1957) ;


Márquez Carlos. — Aporte al estudio de la parafrenia.

\
!

INDICE

FÁo,
Prólogo a Ja segunda edición ............................................................. 9
Advertencia ............................................................................................. 15
Las parafreñías. Discusión nosográíiea ............................................... 19
Exposición y formas clínicas:
Parafrenia sistemática ..................................................... 35
Parafrenia confabulatoria ............................................................. 58
Parafrenia fantástica....................................................................... 60
Análisis semiológicos del período de estado...................................... 65
Perturbaciones de la personalidad ....................................................... 67
Trastornos de la conciencia ................................................................. 69
Trastornos de la atención ................................................... ........... .. 71
Trastornos de la percepción ....................................,. . . . ................... 75
Perturbaciones de la m em oria................................................................... 81
Perturbaciones de la asociación de las ideas y del curso del
pensamiento ..................................................................... 85
Perturbaciones del juicio. Ideasdelirantes .......................................... 89
Perturbaciones de la imaginación ............... 91
Inteligencia y lenguaje ............................................................. 100
Trastornos de la afectividad ........................................... 105
Trastornos de la voluntad ............................................................ 107
Evolución y tratamiento .................................................. 109
Consideraciones y conclusiones ....................................... 111
Bibliografía .............................................................................................. 121
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Valentín Gómez 2715
Buenos Aires

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