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El Imperio Romano Se Debilito
El Imperio Romano Se Debilito
A la hora de hablar sobre cuándo fue la caída del imperio romano debemos entender que
podemos tratar el tema de dos formas:
Por una parte, hablando tan solo del año en el que Roma cayó.
Especificando las distintas fechas que tuvieron relevancia para la caída de un gran imperio.
En cuanto a la fecha de la caída de la ciudad de Roma debemos irnos hasta el 476, momento
el que los pueblos bárbaros entraron en la capital del imperio y depusieron al emperador
Rómulo Augusto de su trono, terminando con ello con el gobierno de los emperadores
romanos de occidente.
En cuanto a las fechas que enmarcamos en el proceso de la caída del Imperio Romano de
Occidente podemos irnos hasta 117, siendo el momento en el que el imperio logró su
máxima extensión, y, por lo tanto, fue desde este año que el imperio comenzó a decaer. Años
más tarde, en el 386 comenzaron las invasiones de los pueblos germánicos, siendo algunos
de los primeros los godos, y marcando las invasiones bárbaras como una de las
características de la caída del imperio romano.
Los visigodos fueron un pueblo germánico que tuvo una gran influencia en la Europa del siglo
V. En el año 376, solicitados por el Imperio Romano, llegaron a Hispania para protegerla de las
invasiones bárbaras que la amenazaban. Este pueblo procedente de Europa Central, se
estableció en el territorio de la península ibérica.
Los visigodos se convirtieron en una de las tribus más importantes que habitaba en Hispania.
Sin embargo, la historia de su llegada no fue pacífica ya que hubo un enfrentamiento con los
romanos y una larga disputa por el control del territorio. Finalmente, en el año 476, el Imperio
Romano Occidental colapsó y los visigodos se convirtieron en los amos del territorio.
Además de la confrontación con vándalos y alanos, los visigodos también tuvieron que
medirse con los suevos, otro conjunto germánico que se había establecido en el cuadrante
noroeste de la península ibérica. Los suevos, a pesar de haber erigido su propio reino en
Gallaecia, zona que hoy comprende la moderna Galicia y parte del norte de Portugal, fueron
eventualmente absorbidos por los visigodos. Este proceso alcanzó su clímax a finales del
siglo VI, cuando Leovigildo, rey visigodo, logró conquistar el reino suevo, incorporándolo
finalmente a los dominios visigodos.
Una vez establecido su dominio, los visigodos se enfrentaron al desafío de integrarse con las
poblaciones locales en la península Ibérica, habitada por diversas comunidades como los
suevos, cántabros, vascones y otros pueblos. A pesar de la dificultad, los visigodos
demostraron notable capacidad para adaptarse y fusionarse con estos grupos.
Los cántabros, ubicados en la región de Cantabria en la costa norte de España, fueron una de
las últimas tribus en ser conquistadas por los romanos debido a su feroz resistencia. Durante
la época visigoda, los cántabros estuvieron en cierta medida bajo el dominio visigodo,
manteniendo cierta autonomía debido a la difícil geografía montañosa de su territorio. Por
otro lado, los vascones ocupaban una región que abarca la actual Comunidad Foral de
Navarra y partes del País Vasco y de las provincias de Huesca, Zaragoza y La Rioja. A pesar de
haber sido incorporados al Imperio romano, conservaron gran parte de su identidad y
costumbres propias. Durante el periodo visigodo, los vascones también mantuvieron cierto
grado de autonomía y fueron un constante problema para los visigodos, a menudo
resistiéndose a su control.
Aunque los visigodos eran la fuerza dominante, no lograron integrar completamente estos
grupos diversos en su reino.
Primeras ciudades
En el año 507, la presión de los francos llevó a los visigodos a trasladarse en masa a Hispania,
marcando la fundación del Reino Visigodo de Toledo. El reinado de Leovigildo consolidó el
reino con la incorporación del reino suevo de Galicia y la franja norte cantábrica. El dominio
visigodo duró 196 años hasta la conquista musulmana en 711. Durante este tiempo,
enfrentaron amenazas merovingias por el noreste y bizantinas por la costa mediterránea. El
estado de guerra casi permanente limitó la fundación de nuevas ciudades, con pocas
excepciones, convirtiendo a los visigodos en los únicos fundadores de nuevas ciudades en
Europa occidental entre los siglos V y VIII.
Reccopolis
Esta historia muestra cómo Leovigildo buscó establecer su autoridad a través de la fundación
de Recópolis y cómo esta ciudad tuvo un impacto significativo en la región antes de ser
abandonada.
Actualmente Las
excavaciones de Reccopolis continúan, y el
yacimiento está incluido dentro del Parque Arqueológico
que se puede visitar y cuenta con museo y centro de
interpretación.
Victorium
En el año 581, Leovigildo fundó una nueva ciudad tras su victoria sobre los vascones, según lo
relatado por Juan de Biclaro en su Chronicon escrito alrededor de 589. En este texto se
menciona que Leovigildo ocupó parte de la Vasconia y estableció la ciudad que se llamaba
Victoriacum.
Juan de Biclaro, un sacerdote godo nacido en lo que hoy es Santarém (Portugal), menciona
esta fundación de la ciudad en su crónica. Sin embargo, surgen discrepancias entre los
investigadores respecto a la ubicación exacta de esta ciudad. Algunos sugieren que podría
ser la actual Vitoria, capital de Álava, debido a similitudes en el nombre. Otros la relacionan
con el yacimiento de Iruña-Veleia, situado a 10 kilómetros al oeste de Vitoria y de origen
romano.
A pesar de las especulaciones, no se han encontrado restos visigodos en Álava que puedan
vincularse con la ciudad de Victoriacum, lo que mantiene el debate en términos
etimológicos. Es interesante notar que siglos después, cuando Sancho VI de Navarra fundó la
ciudad de Vitoria en 1181 en el lugar anteriormente conocido como Gasteiz, se refirió a ella
como "Nueva Vitoria" en el fuero de población otorgado. Aunque esta denominación no
parece relacionarse directamente con la Victoriacum de Leovigildo, plantea preguntas sobre
posibles conexiones históricas.
Ologite
En el año 621, tras la muerte del rey visigodo Sisebuto en Toledo y el breve reinado de su hijo
Recaredo II, que falleció en abril del mismo año, su tío el general Suintila ascendió al trono.
Suintila derrotó a los vascones que representaban una amenaza para la región de
Tarraconense y tomó numerosos prisioneros y rehenes entre ellos. Utilizó a estos cautivos
como mano de obra para fundar y construir una nueva ciudad, según lo narrado por Isidoro de
Sevilla en su Historia de regibus gothorum. Esta ciudad fue llamada Oligicus u Ologite, que
corresponde al actual Olite en Navarra, ubicado al sur de Pamplona, a unos 42 kilómetros. El
propósito de esta ciudad era establecer una línea fortificada junto a Vitoria para hacer frente
a los vascones.
A pesar de la afirmación de Isidoro que perduró durante muchos siglos, las excavaciones
arqueológicas en Olite revelaron restos de murallas romanas y numerosos hallazgos
epigráficos que indican que la ciudad tiene una antigüedad mucho mayor de lo que se
pensaba inicialmente.
Según el Kitab al-Rawd al-Mitar (El libro del jardín fragante), un diccionario geográfico de Al-
Ándalus escrito entre los siglos XIII y XV, la ciudad musulmana de Baiyara se menciona como
fundada por Recaredo, hijo de Leovigildo, rey de los godos. Se describe que la ciudad estaba
ubicada cerca de Porcuna, a unas diez millas de distancia, con un puerto sobre el Río Grande
protegido por un muro de albañilería. También se menciona una gran calzada que pasaba por
la puerta de la ciudad. Aunque no hay evidencias arqueológicas que confirmen la
localización exacta de esta ciudad, se ha asociado comúnmente con la actual villa
cordobesa de Montoro, que era la antigua Epora romana. Una teoría sugiere que el castillo de
Montoro fue construido utilizando las ruinas de Baiyara como cantera, y que el nombre
"Montoro" derivaría de "Mon(te Go)thorum", es decir, el Monte de los Godos.
-En el Parque de la Florida, de Vitoria, podemos admirar las estatuas de Ataulfo, Teudio,
Sigerico y Liuva I. Situadas alrededor del quiosco de la música donde algunas tardes
estivales se celebran conciertos bailables para todos los públicos. Estas esculturas llegaron
De entre todas estas esculturas destaca por su belleza la de Ataulfo en la que se le puede
apreciar portando un escudo con cara de mujer, ella representa a Galla Placidia. Porque
gracias a Galla Placidia se unió la monarquía española al Imperio Romano ya que ella era
emperatriz, hija del emperador de Occidente Teodosio y hermana de Honorio…, etc, etc.
Conclusión
A pesar de su eventual caída a manos de los musulmanes en el siglo VIII, el
legado de los visigodos perdura en la península ibérica y más allá. Desde su
influencia en la formación de las leyes y la cultura hasta su impacto en la
arquitectura y el lenguaje, los visigodos han dejado una huella indeleble en la
historia europea. Al mismo tiempo, su historia ofrece un fascinante estudio de
una cultura en constante cambio y adaptación, destacando la dinámica y la
complejidad de la Europa medieval.
Reyes visigodos
Flavio Alarico I fue un caudillo militar visigodo de la tribu de los tervingios. Es
considerado el primer rey histórico de los visigodos, hijo del caudillo visigodo
Rocestes y hermano de Afario, forma parte de la llamada dinastía baltinga.
2. La originalidad de los nombres propios de los reyes de esa época, que han
caído en desuso en la actualidad, destaca la singularidad y evolución de la
nomenclatura real a lo largo de la historia.
Pero nos centraremos en los Reyes Visigodos que marcaron durante más de
300 años los días de Hispania, previos a la invasión musulmana. Sus esculturas
actualmente las podemos admirar en:
-El Palacio Real, de Madrid, donde situamos, sobre su cornisa orientada hacia
los jardines de Sabatini, a los reyes: Teodorico, Eurico, Leovilgido, Recaredo,
Luiva, Witerico, Recesvinto y Wamba.
-En la Plaza de Oriente, de Madrid, situados a ambos lados del paseo en dos
filas las esculturas de Ataúlfo, Eurico, Leovigildo, Suintila, Wamba y Pelayo.
-En el Museo del Ejército, de Madrid, podemos situar entre sus esculturas a dos
reyes godos y a dos asturianos, o leoneses.
El fin del reino visigodo significó el comienzo de una nueva era en la península
ibérica, con la consolidación del poder musulmán y la pérdida de influencia de
los visigodos. La conquista de ciudades como Toledo marcó el colapso
definitivo del reino visigodo y el establecimiento de la presencia musulmana
en la región.
La batalla tuvo lugar posiblemente en julio, en el río Guadalete o el río Barbate. Las crónicas
cristianas sitúan la batalla en los "promontorios transductinos", cerca de Algeciras, lo que
respalda la ruta seguida por Rodrigo desde Écija hacia el mar, evitando Sevilla.