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realmente y lo que verdaderamente anhelaba: la dicha impulsada por la

gratitud.

El escudo: el perfeccionismo
Una de las partes favoritas de mi blog es mi serie Inspiration Interviews
(Entrevistas inspiradoras). Es especial para mí porque sólo entrevisto a
personas que considero que son realmente inspiradoras: que se
comprometen en el mundo de un modo que me inspira a ser más creativa y
un poco más valiente en mi trabajo. Siempre había hecho el mismo bloque
de preguntas, pero después de iniciar mi investigación sobre la genuinidad,
empecé a preguntarles también por la vulnerabilidad y el perfeccionismo.
Como persona que se está recuperando del perfeccionismo y que aspira al
«suficientismo», siempre reviso la lista para leer primero las respuestas a
estas preguntas: ¿Te obsesiona el perfeccionismo? Sí es así, ¿cuáles son tus
estrategias para controlarlo?
Hago esta pregunta porque en todos los datos que he recopilado nunca he
oído decir a una persona que atribuyera su dicha, éxito o genuinidad a ser
perfecta, sino que siempre he escuchado a lo largo de todos estos años este
claro mensaje: «Las cosas más valiosas e importantes de mi vida me han
sucedido cuando he tenido el valor suficiente para sentirme vulnerable,
imperfecta y sentir compasión por mí». El perfeccionismo no es el camino
que nos conduce a nuestros dones y a nuestro propósito; es el desvío
accidentado.
Voy a compartir algunas de mis respuestas favoritas de estas entrevistas,
pero primero daré la definición de perfeccionismo que acuñé a partir de mis
datos. Esto es lo que aprendí:
El perfeccionismo, al igual que la vulnerabilidad, ha acumulado mucha
mitología. Creo que será útil empezar por ver qué no es el perfeccionismo:
• Perfeccionismo no es lo mismo que esforzarse por conseguir la
excelencia. El perfeccionismo no se basa en el logro saludable ni en el
crecimiento personal. El perfeccionismo es un acto defensivo. Es la
creencia de que si hacemos las cosas perfectamente y tenemos un
aspecto perfecto, podremos mitigar o evitar el sufrimiento de la culpa,
las críticas y la vergüenza. El perfeccionismo es un escudo de veinte
toneladas que vamos arrastrando, pensando que nos protege cuando en
realidad evita que nos vean.
• Perfeccionismo no es crecimiento personal. El perfeccionismo es, en su
esencia, un intento de conseguir aprobación. La mayoría de los
perfeccionistas han sido educados recibiendo halagos por sus logros y
rendimiento (notas, modales, cumplimiento de las reglas, complacer a
los demás, aspecto, deportes). En algún momento adoptaron este
peligroso y debilitador sistema de creencias: «Yo soy lo que consigo y
lo bien que lo consigo. Complace. Realiza. Perfecciona». Esforzarse
saludablemente es concentrarse en uno mismo: ¿Cómo puedo mejorar?
El perfeccionismo se centra en: ¿Qué pensarán los demás? El
perfeccionismo es un timo.
• El perfeccionismo no es la clave del éxito. De hecho, las
investigaciones muestran que el perfeccionismo dificulta todo logro. El
perfeccionismo está correlacionado con la depresión, la ansiedad, la
adicción y la parálisis en la vida o las oportunidades perdidas. El miedo
al fracaso, a cometer errores, a no cumplir con las expectativas de las
personas y a ser criticados nos mantiene fuera del ruedo donde se
desarrollan la competición y la lucha saludables.
• Por último, el perfeccionismo no es una forma de evitar la vergüenza. El
perfeccionismo es una forma de vergüenza. Cuando luchamos contra él,
estamos luchando contra la vergüenza.
Tras utilizar los datos para abrirme camino a través de los mitos, desarrollé
la siguiente definición de perfeccionismo:

• El perfeccionismo es un sistema de creencias autodestructivo y adictivo


que fomenta este pensamiento primario: Si parezco perfecto y lo hago
todo perfecto, puedo evitar o minimizar los sentimientos dolorosos de
vergüenza, crítica y culpa.
• El perfeccionismo es autodestructivo, simplemente porque la perfección
no existe. Es una meta inalcanzable. El perfeccionismo se basa más en
la percepción que en la motivación interna, y no hay modo de controlar
la percepción por más tiempo y energía que invirtamos.
• El perfeccionismo es adictivo, porque cuando invariablemente nos
sentimos avergonzados, criticados y culpables, lo más normal es que
pensemos que no somos suficientemente perfectos. En lugar de
cuestionarnos la lógica defectuosa del perfeccionismo, nos enfrascamos
todavía más en nuestro afán de parecer perfectos y hacerlo todo
perfecto.
• El perfeccionismo nos predispone a sentir vergüenza, a las críticas y a la
culpa, lo que a su vez conduce a más vergüenza y sentido de culpa: «Es
culpa mía. Me siento así porque no soy suficiente».

Atreverse a arriesgarse: valorar la belleza de


las fisuras
De igual modo que nuestras experiencias de temer la dicha se pueden situar
en un continuo, he descubierto que la mayoría de nosotros nos encontramos
en un continuo de perfeccionismo. Es decir, cuando hemos de esconder
nuestros defectos, controlar la percepción y desear ganar a otras personas,
todos andamos algo apurados. Para algunas personas, puede que el

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