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EL DILEMA DE PROTEGER

1. Introducción

A medida que la humanidad ha avanzado, se ha vuelto más pequeña, más


cercana. La visión de aldea global ha venido a mostrar que todo lo que ocurra en
ella, afecta al resto de sus habitantes. Hace más de setenta años, posterior a la
segunda guerra mundial, la Organización de las Naciones Unidas adoptó la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, la cual se constituyó en una
guía que “sirve de plan de acción global para la libertad y la igualdad protegiendo
los derechos de todas las personas en todos los lugares”. Las naciones acordaron
las libertades y derechos que necesitan protección universal para que todas las
personas vivan su vida en “libertad, igualdad y dignidad” (Amnistía Internacional,
2023). Ahora bien, en teoría los gobernantes de cada nación deben velar porque
se cumplan esos derechos, deben trabajar por el bienestar de sus habitantes.
Pero ¿y si esto no ocurre, sino todo lo contrario? ¿Acaso el resto de la aldea
global debe intervenir? ¿Qué nos enseña la historia de la Posguerra Fría?

2. Desarrollo del Contenido Argumental

Aristizabal y Barragán (2013), realizan un análisis de intervenciones que tuvieron


el adjetivo de “humanitarias”; teniendo estas como base que, cuando hay violación
de los derechos humanos, una nación pierde su soberanía y, por tanto, el resto de
la comunidad internacional puede intervenir militarmente. Concretamente se
encuentra el caso de Kosovo, en 1999; cuando se intensificaron los conflictos
políticos - nacionalistas, la reacción fue de protestas, lo que condujo al gobierno
de Belgrado a reprimir brutalmente y tuvo como consecuencia violaciones de los
derechos humanos, además del éxodo masivo de los habitantes. Ante esto, la
OTAN decidió intervenir, sin la venia del Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas.

Esta visión denominada “humanitarismo”, plantean los autores anteriormente


mencionados, tenía como principios fundamentales la humanidad, imparcialidad,
neutralidad e independencia. En otras palabras, principios muy nobles, acciones
que propiciaran un “espacio humanitario”. Sin embargo, en la práctica surgieron
dilemas éticos que cuestionaron profundamente la intervención, puesto que, en
vez de mejorar el conflicto, este se agravó. Surgieron preguntas, dilemas tales
como: ¿Quiénes deciden se debe hacer una intervención? ¿Acaso los Estados
poderosos, los ilustrados? ¿Por qué solo se han realizado intervenciones
humanitarias en lugares de valor geopolítico o donde hay recursos, como en el
caso de las minas de Kosovo? ¿En verdad se protegían los derechos humanos en
dichas intervenciones?

Ante el fracaso del humanitarismo, la Comisión Internacional sobre Intervención y


Soberanía de los Estados (ICISS) en la década del 2000, introdujo un concepto
trascendental para las naciones: la responsabilidad de proteger. Según la RAE
(2023) la acepción “responsabilidad”, implica una “obligación moral”; esto debido a
que se ve una necesidad objetiva y, por ende, hay una voluntad para trabajar en
ello, basado en los principios éticos que rigen a la persona. Pero al mismo tiempo
existe un reconocimiento de que se asumen las consecuencias de un hecho. Por
otro lado, la RAE define proteger como resguardar de un peligro; también implica
“amparar, favorecer, defender a alguien o algo”. Entonces, la responsabilidad de
proteger posee implicaciones morales y éticas, inherentes a la condición de ser
humano, ese instinto básico de proteger y ayudar al que está en peligro, además
del deber que dicta la ética universal.

En este mismo orden de ideas, Šimonović (2023) menciona que la responsabilidad


de proteger se basa en tres pilares, a saber, “la responsabilidad de cada Estado
de proteger a sus poblaciones (primer pilar); la responsabilidad de la comunidad
internacional de ayudar a los Estados a proteger a sus poblaciones (segundo
pilar); y la responsabilidad de la comunidad internacional de proteger a las
poblaciones de un Estado cuando es evidente que este no logra hacerlo (tercer
pilar).” Esto deja claro que la primera responsabilidad de protección de sus
ciudadanos corresponde a cada nación, pero también que la comunidad
internacional puede ayudar en ello. Un ejemplo pueden ser las misiones de Acnur
para ayudar a los refugiados y desplazados. Pero si el Estado no cumple con la
protección de sus ciudadanos, la comunidad internacional tiene la responsabilidad,
es decir, el deber moral de protegerlos, contemplando incluso el uso de la
intervención armada cuando hay genocidio, limpieza étnica y atrocidades en
masa.

Según Robledo (2020), la protección tiene tres aristas: prevención, reacción y


reconstrucción. Se supone que la primera es donde se deben concentrar los
esfuerzos, de manera que se pueda evitar la segunda. Lamentablemente, aún
existe ambigüedad con la responsabilidad de reaccionar, pues se confunde con la
otrora intervención humanitaria y se supone que sólo debe implementarse si ya se
han agotado todas las vías de prevención. Con respecto a la última arista, la de
reconstruir, no sólo se trata de tener dinero, porque implica comenzar desde la
nada, con personas con profundas heridas emocionales, que perdieron la
confianza y con dilemas morales inefables.

La responsabilidad de proteger fue aplicada en Liba, en 2011. Pero aún hoy, doce
años después incluso se habla de la destrucción de la nación, hoy envuelta en un
espiral de violencia. De modo que dicha acción internacional, según Aristizabal y
Barragán (2013) “quedará probablemente en la historia como un caso en el que
algunas potencias occidentales abusaron de algunos principios para cumplir con
objetivos no acordados previamente, por ejemplo, la caída de Gadafi”, es decir, un
fracaso del concepto de la responsabilidad de proteger.

3. Conclusión y Posición Propia

Hoy el mundo presenta desafíos bajo este dilema de proteger: Siria, Venezuela,
Cuba, Nicaragua son vecinos de la aldea donde hay presos políticos, torturas,
represión violenta, millones de desplazados, por sólo mencionar algunas
violaciones de los derechos humanos… Y mientras, la comunidad internacional
sigue debatiendo qué hacer ante ello, sobre todo porque esas naciones se
encuentran amparadas por Rusia y China… en un nuevo ajedrez político parecido
a la Guerra Fría. Para finalizar, ya no se habla de derecho a intervenir, sino de la
responsabilidad de proteger; obviamente las palabras tienen otras implicaciones,
pero es necesario ver si sólo es un eufemismo y aún se encuentra solapado el
intervencionismo con fines netamente geopolíticos, en la lucha por el poder
político y económico.

4. Bibliografía

Aristizabal Guerra, Lorena y Barragán Moreno, Daniela. (2013). Del humanitarismo


a la responsabilidad de proteger. Revista de Estudiantes de Ciencia Política, 2,
Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, Universidad de Antioquia, (pp. 29-41).

Real Academia Española (2023).

Robledo, Patricia (2020). La Responsabilidad de Proteger: el caso de Siria.


Universidad Pontificia. Madrid.
https://repositorio.comillas.edu/xmlui/bitstream/handle/11531/38473/TFG-
SIMONNEAU%20ROBLEDO%2C%20PATRICIA.pdf?sequence=1#:~:text=La
%20responsabilidad%20de%20proteger%20es%20una%20obligaci%C3%B3n
%20primaria%20del%20Estado,y%20cr%C3%ADmenes%20contra%20la
%20humanidad.

Šimonović, Ivan (2023). La responsabilidad de proteger. Organización de las


Naciones Unidas. https://www.un.org/es/chronicle/article/la-responsabilidad-de-
proteger#:~:text=La%20responsabilidad%20de%20proteger%20se,la
%20responsabilidad%20de%20la%20comunidad Consulta: 02-05-2023.

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