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GNOSEOLOGÍA UNLP – CURSO 2020

UNIDAD 2- SEMANA 3

Prof. titular: Evelyn Vargas


JTP: Federico López

Temas de este módulo:

1. Las críticas al fundacionalismo y al coherentismo: las objeciones pragmatistas al


fundacionalismo clásico

1.1. No tenemos ningún poder de pensar sin signos.


1.2. No tenemos ninguna concepción de lo absolutamente incognoscible.

2. Investigación y semiótica en el pragmatismo maduro de Peirce

En este documento vamos a continuar examinando las críticas de Peirce a la


epistemología moderna y sus consecuencias en su pragmatismo maduro. Las referencias
completas de los textos de este módulo se hallan en el apéndice.

1.1. “No tenemos ningún poder de pensar sin signos”:

En su artículo “Algunas consecuencias de cuatro incapacidades,” Peirce sistematiza su


crítica a la epistemología moderna a partir de una comparación entre la lógica escolástica
y lo que él llama el “espíritu del cartesianismo.”

Las dificultades que Peirce encuentra en la epistemología moderna resultan de atribuir a


los agentes epistémicos capacidades cognitivas especiales mediante las cuales buscaban
explicar ciertos conocimientos. Así, por ejemplo, los filósofos modernos postularon una
capacidad especial, la introspección, cuyo objeto es nuestra vida mental. Pero no
necesitamos una capacidad semejante, puesto que atribuir nuestros estados mentales
privados a un yo es simplemente una hipótesis para explicar la discrepancia entre nuestras
creencias y la realidad extramental. Los filósofos modernos han sostenido también que
somos capaces de adquirir conocimientos intuitivamente, es decir, que tendríamos un
acceso directo a los objetos, y una cognición semejante, que carece de pasos intermedios,
sería una facultad infalible. Sin embargo, nuestras cogniciones no son infalibles, y
nuestras cogniciones previas son el punto de partida de nuestro conocimiento presente
siguiendo los pasos de la inferencia válida. El pensar las premisas es seguido en nuestra
mente por el pensamiento en el que concebimos la conclusión. Se puede decir que la
conclusión interpreta las premisas. El proceso por el cual un pensamiento-signo es
interpretado en otro pensamiento se denomina semiósis. Siempre que pensamos, sostiene
Peirce, tenemos presente ante la conciencia una representación que sirve como signo del
pensamiento que lo sucede.
Aunque la teoría de los signos tiene una larga historia, la concepción de Peirce es
innovadora tanto en su alcance como en su complejidad, y si bien evoluciona a lo largo
de su vida intelectual, la estructura básica de la relación sígnica no se modifica. Su
afirmación básica es que la representación o significación consiste de tres partes
interrelacionadas: el signo propiamente dicho, el objeto que representa, y el interpretante
por el cual el signo es puesto en relación con el objeto. El humo que veo a la distancia,
por ejemplo, es un signo de un incendio en el vecindario, que es el objeto o lo que es
significado por el signo, y mi comprensión del humo como significando el incendio es el
interpretante. Mi pensamiento interpretante es a su vez un signo que será interpretado en
otro signo (por ejemplo, pienso que debo llamar a los bomberos). Para Peirce un signo
significa su objeto solo siendo interpretable. La relación diádica entre un signo y su
referente no es capaz de respaldar una explicación completa de la representación; no hay
relación directa entre signo y objeto, sino que la semiósis es una relación triádica
irreductible cuyos elementos son el signo, el objeto y el interpretante.

Signo:
HUMO

Interpretante:
Objeto:
“Hay un incendio en las
INCENDIO
sierras”
Consideremos la proposición representada por estos signos linguísticos: ‘este gato es
negro.’ Se afirma un predicado (‘negro’) de un objeto, el gato que la palabra representa.
Afirmo que un cierto concepto se aplica a otro conectando cierta cualidad (la negritud)
con el objeto, de modo que el sujeto ‘gato’ y el predicado ‘negro’ se refieren al mismo
objeto (el felino en cuestión). Pero la cualidad no se limita a esta aplicación particular,
sino que es una abstracción. Los signos involucran generalidad; se refieren al objeto, y
también implican algo acerca de ese objeto. El predicado ‘negro’ representa al gato con
respecto a la negritud. El signo significa su objeto solo en virtud de alguna de sus
características, y determina un interpretante al centrar nuestra comprensión en ciertas
características de la relación de significación.

1.2. No tenemos ninguna concepción de lo absolutamente incognoscible.

De acuerdo con lo sostenido en la incapacidad previa toda cognición está determinada


por una cognición previa, es decir, el pensamiento adquiere su referente -su significado-
en el pensamiento subsecuente. El significado es virtual, pues precisa del interpretante, y
supone algún grado de conceptualización. Pero si toda cognición, en tanto representa
algo, es general en cuanto a su contenido, afirmar lo absolutamente incognoscible carece
de sentido, sería un signo sin significado, lo cual es un absurdo. Dicho de otro modo, todo
lo real es cognoscible en algún grado. De allí se siguen importantes consecuencias:
puesto que lo real no es alguna inasible cosa-en-sí, las nociones de realidad y verdad
deben revisarse. Si todo lo real es cognoscible en algún grado, no hay brecha entre cómo
son las cosas y el modo en que las concebimos. Además, debemos entender la verdad a
partir de nuestras prácticas ligadas a buscar la verdad. El fin de la investigación es la
verdad, es decir, la proposición verdadera es aquella que, si se investiga diligentemente,
no sería rebatida por la experiencia o el razonamiento, y la creencia verdadera será aquella
fijada permanentemente. Lo real es entonces el objeto de aquella opinión final. Puede
haber creencias muy duraderas, pero que no resistirían la investigación; las creencias
verdaderas, en cambio, son aquellas que se mantienen no obstinadamente sino a pesar de
la investigación sustantiva. Son creencias de las que podemos depender y respaldarlas
como base para la acción. La importancia de lo verdadero radica en la conexión práctica
entre duda y creencia, y el proceso por el cual la investigación nos lleva de una a la otra.
Una creencia verdadera será aquella que “le hace frente” a la investigación.
Otra consecuencia fundamental para Peirce de esta “incapacidad” hace referencia a una
polémica medieval en la que toma partido por los realistas: los universales son reales.
Entiende por nominalismo la posición que afirma que solo los individuos son reales,
abriendo una brecha entre lo individual y lo general. Si, como vimos, toda cognición es
general, lo individual en cuanto tal sería absolutamente incognoscible, y
consecuentemente, una irreal cosa-en-sí. Queda claro entonces finalmente que para Peirce
el “espíritu del cartesianismo” representa la amenaza del nominalismo.-

A continuación nos ocuparemos de la evolución del pensamiento peirceano, y en


particular, de la formulación de la llamada “máxima pragmática” y de las consecuencias
de sus nuevas concepciones semióticas para la teoría de la investigación.

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