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ÍNDICE

de
Átomos, números, cráneos y ratas.
Historia, ciencia y filosofía

Introducción: ¿de qué trata este libro?


Parte I
‡ La física atomista de Leucipo y Demócrito.
Parte II
‡ La distinción entre matemáticas y dialéctica en La República.
Parte III
‡ Conocimiento, física y ética en Epicuro.
Parte IV
‡ Las universidades medievales.
Parte V
‡ Spinoza y las ciencias de su tiempo.
Pane VI
‡ Átomos, puntos y mónadas: sobre el fundamento del sistema filosófico
de Leibniz.
Parte VII
‡ Los comienzos de la antropología física: desde Buffon y Blumenbach
hasta Paul Broca.
Parte VIII
‡ Los orígenes de la psicología experimental en el siglo XIX y principios
del siglo XX.
Alberto Relancio Menéndez

LOS ORÍGENES DE LA PSICOLOGÍA


EXPERIMENTAL EN EL SIGLO XIX
Y PRINCIPIOS DEL SIGLO XX

1. HERENCIA DE LA FILOSOFÍA

Dado que nuestro tema en este escrito está centrado en los


orígenes de la psicología experimental en la segunda mitad
del siglo XIX y principios del XX, no es nuestra intención re-
montarnos a los orígenes de las teorías psicológicas en el cur-
so de la tradición filosófica, y empezar con la tripartición del
alma en Platón. Ya hay muchas historias de la psicología que
dedican considerable cantidad de páginas al tema y a las que
el lector puede acudir. Nosotros sólo vamos aquí a hacer un
somero recordatorio de algunas ideas modernas, de Descar-
tes en adelante, que influyeron directamente en el plantea-
miento de la psicología experimental decimonónica.
Comenzando con la tradición racionalista en filosofía mo-
derna, habría que decir que Descartes va a ser uno de los
primeros en explicar la fisiología y psicología del sujeto hu-
mano a través del esquema del arco reflejo, lo que supone la
captación por parte del individuo de sensaciones que los ner-

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vios llevan hasta el cerebro, el cual reacciona ante los estí-


mulos y responde a estos, de nuevo a través de los nervios,
con movimientos de varios tipos. La mente aquí interviene a
través del control del fluido nervioso (los llamados espíritus
animales) desde la glándula pineal del cerebro, lugar donde
el alma se comunica con el cuerpo, según la concepción car-
tesiana. Como se ve, aquí ya interviene el dualismo alma–
cuerpo, que estará presente a lo largo de la historia de la psi-
cología posterior, ya sea para aceptarlo en alguna de sus
versiones –normalmente algún tipo de interaccionismo psi-
cofisiológico– o para rectificarlo en modelos que reduzcan
uno de los términos (el alma al cuerpo, o a la inversa) o los
fusionen (en algún tipo de monismo). También se plantea ya
en Descartes el problema del conocimiento innato frente al
conocimiento adquirido a través de la experiencia, siendo és-
te partidario de que algunas ideas muy importantes de nues-
tra conciencia están ya en el alma o la mente del sujeto cuan-
do nace (puestas ahí por Dios, cuya idea es, por lo demás,
asimismo, una idea innata).
Por su parte, Leibniz planteará en su metafísica panpsi-
quista su teoría de las «pequeñas percepciones», es decir,
que no sólo forma parte de nuestra conciencia aquello que
pensamos de forma consciente (como decía Descartes) sino
también contenidos que en el siglo XIX serían calificados de
inconscientes en varios sentidos. Esta idea presuponía que
había un umbral a partir del cual se podía hablar de per-
cepciones, y, por encima de las simples percepciones, actua-
ba la apercepción, que se centraba en ciertos contenidos
concretos de forma voluntaria. Dentro de su teoría –dejan-
do de lado el marco espiritualista– se le daba gran impor-
tancia a la memoria como base de la identidad del sujeto, o
al desarrollo del psiquismo tanto en la escala de los seres vi-
vos como en el despliegue de los procesos psíquicos de la
persona humana.

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Si seguimos la línea racionalista alemana Wolff-Kant habría


que señalar que para el primero la llamada psicología empíri-
ca no tenía una verdadera autonomía sino que dependía de la
psicología racional metafísica, que subsumía a la primera; se
habla en este contexto de facultades mentales intelectuales,
afectivas o impulsivas, algo que Kant en lo esencial manten-
drá. Mientras que para el propio Kant, a pesar de la rectifi-
caciones empiristas de su teoría por parte de Hume, y preci-
samente por su concepción de la ciencia positiva (el modelo
de la física newtoniana sobre todo), la psicología no puede
ser una ciencia: el yo fenoménico como tal no es matemati-
zable, mientras que el yo trascendental está más allá de los
fenómenos, y funciona como base epistemológica de la filo-
sofía kantiana. Así que lo más parecido a una psicología cien-
tífica es la historia natural de la mente llevada a cabo en su
Antropología en sentido pragmático.
Será Johann Friedrich Herbart quien se atreva, saltando
por encima de la barrera kantiana, a plantear una psicología
científica en La psicología como ciencia, fundada en la expe-
riencia, la metafísica y la matemática, de 1824. En el fondo no
era otra cosa que intentar aplicar a la mente humana los prin-
cipios de la mecánica en física: una mecánica de las represen-
taciones mentales empírico-metafísica. Según Herbart podría
así tenerse una ciencia empírica y matemática (pues creía que
se podrían llegar a cuantificar las ideas) pero no experimental.
Herbart también habló, dentro de la línea leibniziana, de um-
brales de conciencia, actos voluntarios de apercepción e inclu-
so de represión y conflicto entre ideas con un significado más
positivo (en el sentido de Comte) que su predecesor.
Cambiando de tradición, en la filosofía moderna se po-
drían señalar algunas ideas que se manejaban en la corrien-
te empirista. Saltándonos la más conocida filosofía psicolo-
gista de David Hume, vayamos a una concreción más
científico-psicológica de las ideas empiristas, la de David

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Hartley, un contemporáneo del anterior. En sus Observacio-


nes sobre el hombre, su marco corpóreo, sus obligaciones y
expectativas, obra de 1749, Hartley defiende un asociacio-
nismo psicofisiológico. Según él los objetos afectan a los ór-
ganos de los sentidos en forma de vibraciones que van hacia
el cerebro, donde se produce la sensación, y donde se trans-
forman en vibraciúnculas que provocan las ideas (que como
en Hume, son menos claras y vívidas que las sensaciones);
estas ideas se van asociando según leyes, de las que la más
importante es su asociación espacio–temporal. Por lo demás,
los impulsos nerviosos reaccionan ante las sensaciones con
movimientos musculares, esto es, actos corporales del sujeto.
En la llamada Escuela Escocesa, Thomas Reid, saltando
por encima del escepticismo sobre el mundo externo y demás
substancias metafísicas de Hume, vuelve a proponer la sana
filosofía del sentido común afirmando que la realidad del
mundo se conoce de forma directa y evidente, y que hay, sin
duda, percepciones objetivas. En sus obras psicológicas de
los años 1785 a 1788 habla de una unidad mental activa con
toda una serie de poderes y facultades (abstracción, concien-
cia, gusto, juicio, memoria, oído, olfato, reflexión –estas inte-
lectuales, y las que siguen activas– amistad, estima, hambre,
moralidad, etc.).
Esta línea escocesa de pensamiento, popularizada por su
sucesor Dugal Steward (en obras de los años 1827 y 1828; y
que tuvieron bastante influencia en la frenología), fue la ba-
se de la psicología oficial de las universidades estadouniden-
ses durante gran parte del siglo XIX. El tercer representante
de esta escuela, Thomas Brown, enlazó con el asociacionis-
mo inglés y propuso varias leyes. Las primarias eran: seme-
janza, contigüidad, contraste; y las secundarias: duración,
intensidad, frecuencia, recencia, singularidad, temperamen-
to, hábitos… Tuvo cierta influencia en las explicaciones del
aprendizaje en psicología experimental.

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El propio asociacionismo británico estaba representado a


principios y mediados del siglo XIX por James Mill y su hijo,
John Stuart Mill. El primero proponía en 1829 en su obra
Análisis de los fenómenos de la mente humana una explicación
de la mente puramente mecanicista, mientras que su hijo (en
obras de los años 1842 a 1864) había refinado el modelo ha-
cia lo que él llamaba una «química mental», cuya analogía re-
conocía que las asociaciones de la mente –para las que propo-
nía una serie de leyes– no sólo enlazaban de distintas formas
sus contenidos sino que eran capaces de crear nuevos produc-
tos mentales distintos a sus ingredientes compositivos. Stuart
Mill habla de que la psicología podría llegar a ser una ciencia
probabilística, en la medida en que se ocupara de sucesiones
de estados mentales en la conciencia. Mill fue un firme defen-
sor del ambientalismo frente a la postura innatista.
Y, por último, y dentro de esta corriente, y en ocasiones con-
siderado como el puente de enlace entre la filosofía de la época y
la nueva psicología experimental, habría que citar a Alexander
Bain. En obras como Mente y cuerpo, de 1873, defiende los mo-
vimientos espontáneos de la mente y una teoría motora de la
conciencia, basada en la fisiología –en un marco de paralelismo
psicofísico–. Además de proponer leyes de asociación para pen-
samientos, sentimientos y conductas, también es partidario de
una teoría del aprendizaje por ensayo y error, donde la repetición
de una conducta o su evitación dependería del placer o dolor
consiguiente que el sujeto sintiera en cada caso. Bain estaba ya
muy cerca de la psicología que se comenzó a hacer en su época.
Aunque en las páginas siguientes vamos a enlazar con los
inicios de la psicología experimental a partir de varios des-
arrollos científicos, no estaría demás advertir que la influen-
cia de la filosofía no se acaba aquí, sino que seguirá ejercien-
do de forma más o menos notoria su influjo en las corrientes
o escuelas psicológicas posteriores. Bastaría citar dos ejem-
plos de lo que estamos diciendo.

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El desarrollo de la escuela de la Gestalt en Alemania es deu-


dora de los planteamientos de la fenomenología, sobre todo a
partir de Franz Brentano y su psicología del acto, llevada al la-
boratorio por la escuela austríaca de psicología (Meinog, Von
Ehrenfelds), y que, a través de Carl Stumpf en Berlín, llegaría
a Köhler y Koffka (pues Stumpf dirigiría las tesis doctorales de
ambos), e indirectamente a Wertheimer, máximos represen-
tantes de la Escuela de la Gestalt creada en 1912 por este úl-
timo. Otro ejemplo evidente de la influencia de la filosofía en
el quehacer psicológico es el llamado periodo de la teoría en las
décadas de 1930 y 1940 en Estados Unidos. Sería el neoposi-
tivismo lógico asentado en este país por alemanes y austriacos
emigrados, como Rudolph Carnap, en connivencia con auto-
res americanos, lo que llevaría a que Clark Hull planteara una
unificación de la psicología en su maraña de corrientes exis-
tentes por entonces, y que basara esta pretendida unidad en
desarrollos teóricos, de tipo hipotético-deductivos, a imitación
de la física. El rigor, la matematización, las complejas cons-
trucciones teóricas, aplicadas a la psicología –al menos al neo-
conductismo vigente–, estuvieron enmarcadas en la corriente
filosófica neopositivista de la llamada ciencia unificada.

2. CONTRIBUCIONES CIENTÍFICAS NOVEDOSAS Y BÁSICAS

Señalamos a continuación de modo esquemático los tres


ámbitos científicos que están en la base del desarrollo de la
psicología experimental en el siglo XIX; sobre todo el prime-
ro de ellos –que luego ampliaremos con cierto detalle–, por
ser el modelo científico del que partió la psicología experi-
mental y en cuyos descubrimientos se apoyó.
A) El modelo de la fisiología: su concepción científica expe-
rimentalista será la base en que se fundamentó la primera psi-
cología experimental, y, sobre todo, la idea de laboratorio de

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aquella será exportada y adaptada a los primeros laborato-


rios psicológicos. Hasta el punto de que los problemas fisio-
lógicos entroncan con los psicológicos en un continuo difícil
de separar –sería el caso, por ejemplo, de los reflejos cere-
brales o de los reflejos incondicionados y condicionados de
Pavlov, un fisiólogo derivado hacia asuntos psicológicos–. El
modelo del arco reflejo funcionaría como esquema fisiológico
básico en psicología durante décadas, bien en versión cen-
tralista cerebral o periferialista conductual.
B) La aplicación de la matematización a los fenómenos
psicológicos: desde el modelo de la psicofísica –ecuaciones,
leyes– a los modelos estadísticos de la psicología diferencial
de Galton –medias, correlaciones, distribuciones de Gauss– y
de los test –primeros test mentales de Cattell, escalas de in-
teligencia relativa de Binet/Simon–, las mediciones y cuanti-
ficaciones matemáticas estarán cada vez más presentes en
muchos ámbitos psicológicos. Un caso particular relevante
será, desde luego, las mediciones de la inteligencia: desde la
teoría pionera de Spearman –factor g–, y la posterior de
Thurstone –multifactorial–, hasta nuestros días.
C) La influencia del evolucionismo biológico: las diferen-
cias de grado entre el ser humano y los animales, sobre todo
en el aprendizaje e inteligencia, dio lugar desde Darwin a es-
tudios de psicología comparada y al trabajo con animales en
laboratorio –cajas–truco, laberintos, caja de Skinner; experi-
mentos con gatos, ratas, palomas–. El modelo de estudios
biológicos con animales llevado a los humanos, hizo que la
biología funcionara también como modelo científico positivo
frente a las viejas teorías del alma o al mentalismo, y a que
la psicología dejara de definirse como ciencia de la concien-
cia en corrientes como el conductismo. Watson pretenderá ya
muy pronto convertir a la psicología en una ciencia natural,
definida por su capacidad de predicción y control de la con-
ducta de los organismos.

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3. AVANCES DE LA FISIOLOGÍA DEL XIX DE INTERÉS PARA LA PSICOLOGÍA

En 1833 Johannes Müller abría el primer laboratorio de fi-


siología experimental en Berlín y publicaba el primer tomo de
su Manual de fisiología. Con esto se inauguraba oficialmente
una disciplina científica que iba a tener una gran trascenden-
cia en los avances científicos del siglo XIX, y una gran influen-
cia en el nacimiento la psicología experimental.252
Los progresos en el conocimiento del sistema nervioso –en
la transmisión del impulso nervioso, en los tipos de nervios,
en las áreas cerebrales y sus funciones– y, en particular en la
fisiología sensorial –la visión, la captación auditiva, o las di-
versas modalidades de sensaciones del tacto–, fueron muy
notables en esa época, de ahí que la fisiología se convirtiera
por cuestiones de contenido y de método en el modelo de la
nueva psicología experimental, y los fundadores de ésta fue-
ran fisiólogos que provenían del campo de la medicina (W.
Wundt, W. James).
Una de las primeras aportaciones fue la del escocés Char-
les Bell (1811), ratificada poco tiempo después por el francés
F. Magendie (1822), que descubrieron la diferencia entre los
nervios motores y los nervios sensoriales en las raíces anterio-
res y posteriores de la médula espinal. Lo que convertía al sis-
tema nervioso en un circuito unidireccional con una vía de en-
trada hacia el cerebro y otra de salida desde el cerebro. En
algunos casos el cerebro no intervenía y todo se resolvía desde
la propia médula espinal, como trató de probar el escocés
Marshall Hall en 1832, al localizar los mecanismos de los mo-
vimientos reflejos o involuntarios; involuntariedad que, no
obstante, se siguió discutiendo durante mucho tiempo.

252
Para los avances de la fisiología del sistema nervioso y órganos de los
sentidos en su relación con la naciente psicología experimental, sigue siendo
importante Boring, E., Historia de la Psicología Experimental, Trillas,
Buenos Aires, 1980.

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Asimismo, fue muy importante la teoría de las energías es-


pecíficas de los nervios del propio Johannes Müller, según la
cual existirían cinco tipos de nervios distintos de acuerdo con
los distintos tipos de estímulos sensitivos. Es decir, los nervios
sensoriales transmitían energías específicas –visuales, auditi-
vas, olfativas– dado que, como era notorio, un mismo estímu-
lo producía sensaciones distintas según fuera aplicado a distin-
tos receptores sensoriales. El que un mismo estímulo
provocara distintas sensaciones dependiendo del órgano sen-
sorial involucrado podía también explicarse aduciendo que
eran las áreas del cerebro correspondientes las causantes de es-
to más que los tipos de nervios. Müller también propuso esta
última explicación –junto con la primera –pero no se atrevió a
ratificarla por miedo a parecer un frenólogo pseudocientífico.
Y es que por esa época la frenología ya estaba despresti-
giada a pesar del éxito que había tenido a principios de siglo
en Europa –y que seguiría teniendo en EE.UU. – durante los
años treinta y las décadas siguientes, aunque cada vez me-
nos en ambientes cultos. Lo que no quiere decir que estuvie-
ra probada científicamente su falsedad, cosa que se empezó
a hacer por los años en que Müller escribía su Manual. Pero
conviene recordar –antes de ponernos a criticarla– en qué
consistía básicamente aquella disciplina propuesta por un
médico alemán llamado Joseph Gall (1758-1828), expulsa-
do de la Universidad de Viena por entrar en franca compe-
tencia con la doctrina tradicional del alma.
Las ideas de Gall, y de su ayudante y gran propagador de
la doctrina frenológica Johann Gaspar Spurzheim, eran, en
primer lugar, que la mente estaba dividida en una serie de
facultades mentales (acabarían diciendo que 37), algunas
perceptivo-intelectuales –como color, peso, tamaño, sentido
del tiempo; así como capacidad de cálculo, lenguaje, imita-
ción, causalidad –y otras emocionales –como la destructivi-
dad, amatividad, deseo de vivir, amistad, glotonería, autoes-

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tima, benevolencia, espiritualidad, esperanza–. Esto no era


más que una herencia adaptada de los poderes y facultades
de que hablaba la escuela escocesa de filosofía de Thomas
Reid y –con una influencia directa en la propia frenología– de
su discípulo Dugal Steward, que tuvieran gran predicamen-
to en las universidades americanas durante el siglo XIX.
Una segunda idea era que estas facultades tenían locali-
zaciones precisas en áreas cerebrales, lo cual suponía un
trasvase de la teoría del alma a la teoría cerebral, algo muy
difícil de probar en su época. Pero esto no hubiera tenido
mayor relevancia práctica si no hubiera ido acompañado por
una tercera y estrambótica idea: la superficie del cráneo –sus
abultamientos o hundimientos, y, en general la fisonomía del
cráneo– reproducía fielmente las protuberancias y depresio-
nes del cerebro que estaba debajo, aseguraban los frenólo-
gos. Esta craneometría podía explicar así –a través de análi-
sis craneoscópicos– el carácter de una persona, y revelar sus
virtudes y vicios, dar cuenta de su personalidad; pudiendo
aprovechar el sujeto de esta forma sus puntos fuertes y co-
rregir los débiles. En EE.UU. se convirtieron en un verdade-
ro negocio los consultorios frenológicos y las tiendas especia-
lizadas en vender bustos frenológicos –con las áreas del
cráneo marcando las facultades– o libros de divulgación, pa-
ra revelar los secretos de la personalidad de cada cual (y es-
to hasta principios del siglo XX, e incluso, hoy en día, aún
pervive alguna sociedad frenológica renovada que se publi-
cita en Internet).
El fisiólogo francés Pierre Flourens sería uno de los que
comenzaría a tratar de forma experimental el problema de
las localizaciones cerebrales, rechazando, por supuesto, las
extravagancias de la ya considerada pseudociencia de la fre-
nología, pero haciendo una somera diferenciación funcional
del sistema nervioso central –hemisferios, médula oblonga-
da, cuerpos cuadrigéminos, cerebelo, médula espinal–, al ir

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Alberto Relancio Menéndez

comprobando mediante ablaciones en animales los efectos


funcionales de las mismas. Aunque recalcaba la unidad del
sistema nervioso y sus interconexiones –Lashley en los años
veinte del siglo XX con su ley de equipotencialidad haría al-
go parecido–, Flourens tuvo que reconocer cierta especializa-
ción de las zonas cerebrales, si bien relacionadas con funcio-
nes mucho más sencillas y menos abstractas que las de los
frenólogos.
Pero el péndulo se fue hacia el otro lado cuando en 1861
el médico y antropólogo Paul Broca descubrió la afasia mo-
tora del lenguaje en una localización precisa del lóbulo fron-
tal izquierdo, lo que impedía que el paciente pudiera produ-
cir lenguaje hablado (aunque lo entendiera). La afasia
sensorial, que impedía a los pacientes entender el lenguaje
hablado (aunque ellos pudieran hablar), fue descubierta po-
co después por Carl Wernicke, en 1874, en el lóbulo tempo-
ral izquierdo. En esta fecha los alemanes Gustav T. Fritsch y
Eduard Hitzig ya habían descubierto las áreas corticales es-
pecializadas en el movimiento, estimulando eléctricamente el
cerebro de un perro; esto fue en 1870. Poco tiempo después
se localizaron las correspondientes áreas sensoriales en la
corteza cerebral –áreas de la visión, auditivas y de sensibili-
dad cutánea– por el escocés Sir David Ferrier.
Esto ha sido una constante en el estudio del cerebro des-
de entonces: áreas muy específicas del cerebro con funciones
concretas frente a áreas de asociación o neutras, sin aparen-
tes funciones propias o capaces de adoptar funciones de otras
áreas si se producen daños en éstas.
Por lo que respecta al impulso nervioso, que es la base de
los experimentos citados, ya se sabía desde alrededor de
1850 que éste tenía una naturaleza electroquímica, debido
a las experiencias de uno de los más insignes representantes
de la Escuela antivitalista de Berlín, Emile DuBois-Rey-
mond. Esta escuela estaba comandada por el famoso físico

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Alberto Relancio Menéndez

y fisiólogo Hermann von Helmholtz, que ya en 1850 había


tirado abajo uno de los mitos de las ciencias de la vida: que
el impulso nervioso es instantáneo, o de velocidad infinita.
Helmholtz pudo medir en ranas la velocidad de transmisión
de este impulso –de unos 26 metros por segundo para ner-
vios motores de este animal–, y más tarde en humanos –en-
tre 50 y 100 metros por segundo dependiendo de la distan-
cia y el tipo de nervio–. No sólo nuestras reacciones sensibles
o motoras tenían una velocidad medible (más bien modesta)
sino que también nuestro pensamiento, considerado desde
antiguo inasible y de transmisión virtualmente instantánea,
estaba sujeto a limitaciones físicas.
Helmholtz también hizo grandes avances en la fisiología
de los sentidos, empezando por reconocer la diferencia entre
sensación y percepción. La primera sería un proceso fisioló-
gico –la experiencia de una impresión sensorial–, la segunda
un proceso psicológico –que conllevaría una interpretación
por parte del sujeto de la experiencia sensorial y que acarre-
aría algún tipo de juicio, normalmente inconsciente–, lo que
es la base de su teoría de la inferencia inconsciente. Él pen-
saba que la percepción llevaba implícita una construcción
por parte del sujeto, era un proceso activo a diferencia de la
sensación, y tenía mucho que ver con el aprendizaje, pues las
reglas para interpretar los estímulos sensoriales son objeto de
aprendizaje y se pueden adaptar a diferentes entornos.
Helmholz propuso, por otro lado, una teoría de la visión
del color en su Óptica fisiológica (1856-1866), en la línea de
la propuesta unas décadas antes por Thomas Young, que se
basaba en tres tipo de receptores para los colores básicos –ro-
jo, verde y azul/violeta–. En lo básico ha sido corroborado al
localizarse tres tipos de conos que detectan diferentes longi-
tudes de ondas diversas, a partir de la cual nuestro ojo pue-
de crear todo el espectro de colores perceptible por los hu-
manos. También explicó en su Teoría de la sensación del

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Alberto Relancio Menéndez

tono (1863) el funcionamiento del oído con una teoría que,


en sus líneas maestras, sigue estando vigente –vibraciones es-
pecíficas de receptores del oído interno a diferentes frecuen-
cias sónicas–.
Sobre los sentidos del olfato y el gusto se avanzó menos
en el siglo XIX, pero sobre el tacto las contribuciones de Ernst
Weber (1795-1878) fueron fundamentales, y, como veremos,
fueron básicos sus estudios y experimentos de fisiología sen-
sorial para el establecimiento de la Psicofísica por parte de
Fechner.
Weber fue capaz de distinguir en el tradicional sentido del
tacto tres tipos de sensaciones distintas: presión, localización
táctil y temperatura. Estas tres sensaciones táctiles, localizadas
en las terminaciones nerviosas de la piel, las distinguía, a su
vez, del llamado sentido muscular, que nos informaba en ca-
da momento de la posición de los músculos. Weber hizo mu-
chas experiencias para comprobar la sensibilidad en distintos
lugares de la piel, para lo que utilizaba un compás en el que
iba variando la separación entre una punta y otra –luego se
llamaría el «compás de Weber» –y constatando si el sujeto per-
cibía dos sensaciones por separada o una única sensación de
pinchazo. Esto evidenciaba zonas de alta sensibilidad –como
la boca o las yemas de los dedos– frente a otras de sensibilidad
mucho más baja –como la espalda–.
Un último punto en este pequeño recorrido por la fisiolo-
gía del siglo XIX en su relación con la psicología experimen-
tal posterior, y que tendrá relevancia en ésta, fue lo que en-
tonces se llamó la cronometría mental. Esto no es otra cosa
que la medición de los tiempos de reacción –lo que vulgar-
mente se llaman «reflejos», y que pueden tardar desde alre-
dedor de una décima de segundo a varias décimas de segun-
do– ante determinados estímulos presentados a la persona.
Una vez que Helmholz ya había medido la velocidad del im-
pulso nervioso, el holandés Cornelius Donders fue un poco

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Alberto Relancio Menéndez

más allá midiendo –de forma indirecta– la velocidad de los


procesos mentales a partir de las reacciones motoras ante ti-
pos de estímulos más o menos complicados. Había procesos
de reacción simple– «cuando vea una luz, apriete el pulsa-
dor»–, de elección simple –«cuando aparezca la luz verde, no
la roja, apriete el pulsador»– de elección múltiple –«cuando
aparezca la luz verde, pulse la tecla de la izquierda, y cuan-
do aparezca la luz roja, pulse la tecla de la derecha»–, y así
con todas las variantes que se quisiese.
La idea fundamental era que cuanto más compleja fuera
la tarea más tiempo se tardaría en responder a ella, o dicho
en términos mentales: se suponía que la mente se ocupaba
de las tareas de forma secuencial y aditiva, primero haría
una cosa y luego otra; para la primera tardaría un tiempo X,
para la segunda un tiempo 2X, y así sucesivamente. Se tra-
taba de un método sustractivo: a la tarea mental compleja se
le iban restando las tareas simples añadidas hasta el tiempo
básico, o hasta el tiempo de la tarea parcial que se quería
medir. Los tiempos de reacción medían las decisiones de la
mente ante las tareas requeridas, dando por supuesto una
cierta forma de funcionamiento interno de la mente (por
ejemplo, la estructura conceptual de una persona, o de va-
rias comparadas entre sí, cuando se le ofrecen varias pala-
bras para elegir o relacionar, y los tiempos que tarda en ca-
da caso en su elección).

Antes de pasar a explicar someramente la psicofísica de


Fechner, convendría aclarar una cuestión terminológica so-
bre el modelo de funcionamiento del sistema nervioso que
los psicólogos tendrán de referencia a la hora de explicar el
funcionamiento mental o conductual de las personas. Me
refiero al llamado modelo del Arco Reflejo, terminología que

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Alberto Relancio Menéndez

hoy en día tan solo se utiliza, salvo excepciones, para los re-
flejos que se mueven al nivel de la médula espinal, y que,
por tanto son reacciones automáticas o inconscientes (como
la que se produce cuando el médico da con su martillo, o
con lo que sea, en nuestra rótula, y la pierna se estira). Sin
embargo, nos encontraremos en la literatura sobre fisiolo-
gía o psicología de este periodo que se habla de reflejos ce-
rebrales, o, en general de un arco reflejo, que supone una
vía de entrada desde el sistema nervioso periférico al siste-
ma nervioso central –un pinchazo en el muslo que estimu-
la un receptor nervioso y que se transmite por la médula
espinal hacia el cerebro– y una vía de salida desde la zo-
na correspondiente del cerebro hasta un músculo (o una
glándula de nuestro cuerpo), y que produce una cierta ac-
ción –desde la percepción por parte de nuestro cerebro del
dolor producto del pinchazo hasta la reacción motora del
músculo, ordenada por aquel, apartándose del objeto que
nos ha pinchado–.
Este sería el arco nervioso que se recorre, y que hace que
se hable de psicólogos periferialistas –los que dan más im-
portancia a los estímulos que llegan a nuestro cuerpo, o a las
respuestas motoras, esto es, a la conducta visible del orga-
nismo; es decir, al Sistema Nervioso Periférico– y de otros
psicólogos que serán considerados más centralistas –si les
importa más qué ocurre en el Sistema Nervioso Central, so-
bre todo en el cerebro, después de que suceda alguna forma
de estimulación, o antes de que el sujeto responda de cierta
manera–. Un caso claro de periferialistas serían los conduc-
tistas o, antes de estos, William James; mientras que serían
más centralistas, figuras como Wundt o la moderna psicolo-
gía cognitiva.

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4. LA PSICOFÍSICA DE FECHNER COMO ANTESALA DE LA PSICOLOGÍA


EXPERIMENTAL

Gustav T. Fechner supuso el paso previo a la constitución


de la psicología experimental, pues creó una nueva discipli-
na llamada Psicofísica que permitía relacionar de forma
cuantitativa los estímulos físicos que afectan a la persona con
las sensaciones mentales que ésta percibe. Veamos cómo lle-
gó Fechner a las ideas expuestas en su obra Elementos de Psi-
cofísica de 1860.
Un pequeño apunte sobre su contexto biográfico-intelec-
tual nos lleva a constatar cómo éste se movió en una tensión
muy fuerte entre su formación científica –en principio ligada
a la nueva fisiología mecanicista– y, más tarde, a su forma-
ción como físico, por un lado, y a sus ideas religiosas de ju-
ventud, luego derivadas hacia la filosofía idealista y la nue-
va filosofía de la Naturaleza alemana –la llamada
Naturphilosophie–, por otro. Después de una grave crisis es-
piritual, que acabó derivando en una grave enfermedad,
Fechner intentó a toda costa integrar el mundo de la ciencia
con sus ideas místico-románticas sobre el alma del mundo,
los espíritus y el más allá. De tal manera que se trataba de
unir el mundo material y el mundo espiritual, y, así (inspi-
rándose en Spinoza) Fechner creía que se podía unir el mun-
do de los cuerpos y el mundo de las almas en una especie de
correlación psicofísica que daba cuenta de estos dos planos
como dos caras de una misma realidad. De ahí nació su idea
de una Psicofísica.
Desde el punto de vista técnico –esto es, físico, fisiológico
y psicológico– Fechner se apoyó en los cruciales trabajos del
fisiólogo alemán Ernst Weber que ya había hecho experien-
cias con la medición de sensaciones táctiles y visuales, y la
percepción de las mismas por parte de los sujetos. Weber
había concluido que la discriminación entre dos estímulos
no dependía de las magnitudes absolutas sino relativas de

430
Alberto Relancio Menéndez

los mismos. Esto es, la diferencia mínima perceptible para un


peso de partida de 100 g es un incremento de 50 g; pero si el
peso de partida es de 200 g, el incremento mínimo que hay
que hacer para que el sujeto lo perciba es de 100 g, no de 50,
pero la relación entre pesos es la misma. Esto es: K=ΔE/E, es
decir, que K= 50/100 y K=100/200 = 0,5, luego K=0,5.
Como se ve, Weber hablaba de diferencias mínimas per-
ceptibles, que Fechner va a generalizar como umbrales dife-
renciales entre las sensaciones percibidas por un sujeto. Un
umbral diferencial no es más que el límite donde el individuo
nota que la sensación ha cambiado (ha disminuido o se ha
incrementado), y un umbral absoluto sería el límite a partir
del cual se empieza a notar una sensación (el peso mínimo
que uno siente, la intensidad mínima de luz que uno ve) o
cuando se deja de percibir la sensación (un ultrasonido de un
silbato de perro que una persona ya no percibe). Y la cons-
tante de Weber para cada una de las sensaciones es, como
decíamos, la relación entre el incremento de un estímulo res-
pecto al estímulo de partida, que, si se expresa en forma de
porcentajes que hay que añadir a ese estímulo base, sería,
para distintos tipos de estímulos, el siguiente:

Brillantez visual 2%
Presión sobre la piel 14%
Olor 25%
Sabor de la sal 20%
Altura de tono 10%

Esto quiere decir que, por ejemplo, para que un indivi-


duo perciba un cambio en su sensación en el caso del brillo
de una luz dada hay que aumentar su brillo en un 2% –y esa
sería la constante de Weber–. A pesar de que éste ensayó con
varios tipos de sensaciones nunca se atrevió a dar una fór-
mula general del proceso, que será lo que hizo Fechner.

431
Alberto Relancio Menéndez

Fechner en sus Elementos de Psicofísica253 refinó mucho los


cálculos de Weber y acabó deduciendo una fórmula S = K x Log
E, donde S es la magnitud de la sensación, E la intensidad del
estímulo presentado, y K la constante asociada a cada tipo de es-
tímulo utilizado, es decir, la constante de Weber. El logaritmo
pretende representar que para lograr un aumento en progresión
aritmética de las sensaciones es necesario un aumento en pro-
gresión geométrica de los estímulos. Por ejemplo, si sometemos
a una persona a tres tonos auditivos de diferente intensidad -10,
20 y 30 decibelios–, entonces la fórmula nos daría lo siguiente:

1. S = 0,003 x log 10 = 0,003 x 1 = 0,003


2. S = 0,003 x log 20 = 0,003 x 1,3 = 0,0039
3. S = 0,003 x log 30 = 0,003 x 1,47 = 0,0044

Esto quiere decir que al duplicar o triplicar el estímulo el


incremento de la sensación va creciendo mucho más lenta-
mente que el estímulo físico aplicado.
Sin embargo, estos valores no son válidos con magnitu-
des de estímulos muy grandes o muy pequeños. Y tampoco
contemplan adecuadamente variables que dependen de la
idiosincrasia de la persona, o de sus estados de ánimo o
motivacionales. La Psicofísica, y con ella la ley de Weber–
Fechner, como se la llamó luego, tuvo un nuevo auge a fi-
nales de los años cincuenta del siglo XX, sobre todo de la
mano de un autor, Stanley S. Stevens, que reformuló las le-
yes de la misma; y unas décadas después en la llamada te-
oría de detección de señales que introduce factores motiva-
cionales en los sujetos experimentales.

253
Páginas escogidas de este libro en castellano en Fechner, G. Th.:
«Concepto y métodos de la Psicofísica», en Gondra, J. M., La Psicología
moderna. Textos básicos para su géneris y desarrollo histórico, Desclée
de Brower, Bilbao, 1990, pp. 20-28.

432
Alberto Relancio Menéndez

Stevens proponía una nueva ecuación S = C x Rk donde


k es un índice de la sensibilidad de los sentidos, directamen-
te proporcional a la sensibilidad del sujeto, y en relación con
la magnitud de los estímulos (para el caso de K < 1 se cum-
ple la ley de Weber-Fechner). Esta es la Ley de Stevens.254
No obstante, hay que reconocer que Fechner también de-
jó en herencia los métodos básicos para medir los umbrales
sensoriales, que ya tenían en cuenta las diferencias entre su-
jetos y del mismo sujeto a lo largo del tiempo. De esta ma-
nera, los métodos de medición dan promedios estadísticos
después de decenas, cientos y, a veces, miles de mediciones
experimentales. Uno de ellos era el Método de Límites, don-
de se presentaban dos estímulos, uno fijo y otro variable, y se
iban variando las diferencias de forma sistemática; otro el de
Casos Correctos e Incorrectos, donde se presentan al indivi-
duo dos estímulos, uno constante y otro variable, y se le pe-
día que respondiera «sí» o «no», según detectara o no la di-
ferencia; y, por último, el Método del Error Medio.
Fechner definió la Psicofísica como la «teoría exacta de las re-
laciones funcionales o de dependencia entre el cuerpo y el alma
o, más en general, entre los mundos corpóreo y espiritual, físico
y psíquico».255 Si bien la Psicofísica legó un programa de inves-
tigación en psicología experimental, el propio Fechner fue ajeno
al mismo y lo veía como una rama de la física que le proporcio-
naba una solución a sus problemas personales. El intento de
trasladar a la psicología los métodos de medida de la física rom-
pió ciertas barreras, aunque el propio autor lo veía en el contex-
to de la unión del cuerpo y el alma. Lo cierto es que abrió el
campo de los inasibles problemas psicológicos a la medición ma-
temática y allanó el terreno de la cientificidad de la Psicología.
254
El ejemplo propuesto y las referencias a Stevens pueden encon-
trarse en Gonzalo de la Casa: Introducción a la Psicología. Una perspec-
tiva histórica, Algaida, Sevilla, 1995, p.45ss.
255
Gondra, J. M., op.cit., 1990, p. 20.

433
Alberto Relancio Menéndez

El trabajo de Fechner tuvo una influencia decisiva en Wil-


helm Wundt a la hora de construir una nueva ciencia psico-
lógica autónoma, y sus métodos y contenidos psicofísicos se
incorporaron a los nuevos laboratorios psicológicos de las si-
guientes décadas (y algunas de sus ideas también tuvieron
influencia en Freud y sus pretensiones de tener una base
científica para el Psicoanálisis, al menos en los primeros
tiempos).

5. EL ORIGEN OFICIAL DE LA PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL:


WILHELM WUNDT Y EL PRIMER LABORATORIO DE 1879

No cabe duda de que si hay algo que define en las pri-


meras décadas a la psicología experimental ha sido el des-
arrollo de los laboratorios para experimentos psicológicos a
imitación de los laboratorios fisiológicos, con un instrumen-
tal en parte heredado de estos y en parte adaptado o creado
para las nuevas necesidades. Los primeros laboratorios se
crearon en Alemania, siendo el primero de ellos el de Leipzig
en la segunda mitad de los años 70 del siglo XIX. Su propul-
sor fue el que ha sido considerado en las historias de psicolo-
gía como el padre de la psicología científica: Wilhelm Wund.
A continuación fueron los Estados Unidos los que empezaron
a crear laboratorios en sus universidades.
Sin embargo, Wundt no sólo está considerado el padre de
la psicología experimental por la creación de su laboratorio
en 1879 en Leipzig sino también por otras razones, que es-
quematizamos debajo:
-Publicó su Principios de Psicología Fisiológica en 1874
en dos tomos (5 ediciones en vida), libro fundacional de
la disciplina.
-Fundó el primer laboratorio de Psicología experimental
en 1879 en Leipzig.

434
Alberto Relancio Menéndez

-Fundó la revista Philosophische Sudien para publicar


los trabajos del laboratorio.
-Entre 1875 y 1919 dirigió 186 tesis y 24.000 estudian-
tes pasaron por sus aulas.

Wundt publicará la obra fundacional de la nueva psicolo-


gía, los Principios de Psicología Fisiológica en 1873-1874, en
dos volúmenes, la cual definió los dominios de la nueva disci-
plina científica y que se reeditó cinco veces durante la vida de
Wundt. Wundt era consciente de que estaba proponiendo un
novedoso campo científico, si bien tomando el método de la fi-
siología (de ahí el adjetivo fisiológica, que más tarde sustitui-
ría por experimental), por eso en el Prefacio de esta obra ex-
plica que se trata de «trazar los límites de un nuevo dominio o
disciplina científica»256. Wundt que trabajaba como filósofo
oficialmente (pasarían años antes de que existiera en Alemania
el oficio de psicólogo) trataba de no caer ni en el reduccionis-
mo fisiológico –el de las ciencias naturales– ni en la línea de las
psicologías filosóficas –como las de Brentano o Dilthey– rein-
terpretando la psicofísica de Fechner, los avances en
neurofisiología y los referentes a estudios sensoriales desde
una perspectiva específicamente psicológica (él mismo había
publicado ya dos obras previas sobre estos temas en 1862
y 1863). Enseguida veremos qué entendía éste por psicología.
No hay duda de que su formación como fisiólogo y su ex-
periencia en trabajos de laboratorio –fue ayudante de Helm-
holz– le llevó a fundar su propio laboratorio en 1879 (que re-
almente ya venía funcionando desde 1875), y fue en ese año
cuando se presentó la primera tesis doctoral de psicología ex-
perimental realizada en él. En 1883 fue reconocido por la uni-
versidad y llamado Instituto de Psicología Experimental.
256
Ver el Prefacio en Wundt, W.: «Principios de Psicología Fisiológica»,
en Gondra, J. M., La Psicología moderna. Textos básicos para su géneris y
desarrollo histórico, Desclée de Brower, Bilbao, 1990, pp. 63-66.

435
Alberto Relancio Menéndez

Su labor institucional a favor de la Psicología también


abarcó la fundación de la revista Philosophische Sudien que
se publicó entre 1883 y 1902, en la cual se daban a conocer
los experimentos realizados en su laboratorio, y que fue, sin
duda, una de las primeras revistas de Psicología.
Y no hay que olvidar que Wundt fue responsable, en ma-
yor medida que ningún otro, de la formación de la primera
generación de psicólogos, no sólo alemanes sino de muchos
otros países, empezando por los Estados Unidos. Los miles
de estudiantes que pasaron por las aulas y dependencias del
laboratorio de Leipzig, y las decenas de tesis que él dirigió,
así lo atestiguan.

La concepción de la psicología de Wundt, debido a sus di-


versas influencias y a su tradición alemana, es doble: por un
lado se va perfilando una psicología individual que se ocupa
del mundo subjetivo de las experiencias inmediatas de la
conciencia, y, por otro, de una psicología social que estudia
las construcciones de la conciencia y la voluntad colectiva de
los pueblos. En esquema:

436
Alberto Relancio Menéndez

A) Psicología Individual: estudio universal de la concien-


cia y sus procesos básicos –sensaciones, sentimientos y
voliciones elementales–.
Una ciencia natural con método experimental.
B) Psicología de los Pueblos: estudio de la mente colectiva
o espíritu del pueblo –productos culturales de los procesos
superiores: lenguaje, mitos y costumbres populares–.
Una ciencia social con método observacional.

Como se ve en el esquema, Wundt cree que no son sus-


ceptibles de tratar experimentalmente los procesos psicológi-
cos superiores de los individuos –al menos en los inicios de la
Psicología– que sólo indirectamente se verán reflejados en
una psicología social que estudia los grandes productos cul-
turales de cada pueblo –de hecho su psicología de los pueblos
es una antropología cultural con tintes psicologistas–. El mé-
todo experimental se pierde en su psicología de los pueblos
sin que, a la par, su psicología individual sea mera fisiología;
abrir un campo entre las Ciencias de la Naturaleza y las
Ciencias del Espíritu, en la tradición del idealismo alemán,
fue un objetivo de Wundt.
Ciertamente, Wundt fue capaz de dar carta de naturaleza
a la psicología como ciencia, si bien su psicología de los pue-
blos, que elaboró en los veinte últimos años de su vida, tuvo
cierto interés para los antropólogos apenas lo tuvo para los psi-
cólogos (desarrollándose más la psicología social en la tradi-
ción anglosajona). Y su teoría psicológica –su psicología indivi-
dual– no tuvo seguidores como tal, si bien fue el punto de
partida para muchos psicólogos y el sparring de referencia pa-
ra la nueva psicología americana y alemana de su época.
Su psicología se ocupaba de la mente humana adulta –de-
jando de lado la psicología animal y la infantil, que consideró
como auxiliares pero no desarrolló–, se ocupaba de la concien-
cia normal y en sentido universal –no consideró la psicología

437
Alberto Relancio Menéndez

patológica, que estaba en manos de la tradición francesa y


también del psicoanálisis en sus diversas variantes; mientras
que la psicología diferencial se traspasó de Inglaterra a
EE.UU. –, se ocupó de los contenidos de la conciencia pero
sólo de los procesos básicos –enseguida los laboratorios ale-
manes saltarían a los procesos psicológicos superiores; y los
americanos se rebelarían contra los contenidos en favor de
las funciones psicológicas, si bien más contra el estructuralis-
mo de Titchener, discípulo de Wundt, que contra la verdade-
ra teoría de éste–, y, por último, Wundt fue un asociacionista
que se basaba en la experiencia de los sujetos mediante el
método de introspección; este último punto merece un co-
mentario aparte.
Desde la nueva escuela psicológica alemana de la Gestalt,
que luego veremos, se criticó a Wundt el que basara su teo-
ría psicológica en elementos básicos –cualidades sensoriales
simples con sus características correspondientes, por ejem-
plo– que el sujeto luego ensamblaba por asociación mental.
Por el contrario, la Psicología de la Gestalt hablaría de tota-
lidades sensoriales o totalidades dentro del aprendizaje, que
el sujeto captaría holísticamente. Y los americanos le dieron
muchas vueltas durante la primera década del siglo XX a la
idea de conciencia, y decidieron, siguiendo la línea funciona-
lista, prescindir de ella por ser poco científica como objeto de
estudio, y sustituirla por la de conducta de los organismos,
creándose así el conductismo.
De cualquier forma, los historiadores de la psicología des-
de los años setenta del pasado siglo, de tendencia cognitivis-
ta sobre todo, han reivindicado la figura un tanto caricaturi-
zada de Wundt, que fue machacada y tergiversada por los
psicólogos americanos. Se ha rescatado su teoría voluntaris-
ta basada en una conceptualización de las emociones tridi-
mensional, que, como otras partes de sus ideas, es más fun-
cionalista que estructuralista; así como su idea de atención

438
Alberto Relancio Menéndez

voluntaria –el foco de la conciencia y la apercepción integra-


dora de la experiencia consciente– junto con su propuesta de
ciertas leyes psicológicas. Su teoría psicológica fue una gran
construcción jerárquica que iba integrando en sucesivos pel-
daños los hechos psicológicos pero huyendo del mecanicismo
y el asociacionismo en sentido británico –que es el que here-
dará su supuesto alter ego Edward Titchener en su magiste-
rio estadounidense–. Incluso se ha revalorizado su psicolin-
güística inserta en su antropología psicológica cultural.
El método de introspección de Wundt tan criticado por
anticientífico suponía una serie de condiciones experimenta-
les básicas como era la medición objetiva de cada proceso
por aparatos creados o adaptados para el caso –los laborato-
rios se llenaron así de multitud de aparatos de medición psi-
cológica o de observación–, experiencias que se repetían mul-
titud de veces antes de darlas por válidas, así como sujetos
entrenados para ser observadores o sujetos experimentales,
que luego emitían informes-tipo sencillos y fiables (normal-
mente sobre procesos elementales como el reconocimiento de
un color, de un número, detección de un sabor amargo o de
una sensación de dolor…). Deficiencias experimentales ha-
bía muchas… pero eran los comienzos.
Y con este método se investigaron en Leipzig durante dé-
cadas procesos psicológicos como los esquematizados debajo:

•Un tercio de los trabajos del laboratorio de Leipzig


versó sobre sensación y percepción: psicofísica de la
luz, visión de colores, visión periférica, efecto Purkinje,
ilusiones ópticas, etc.

•También se utilizaron bastante los tiempos de reacción,


es decir, la llamada cronometría mental; aunque luego
se fue abandonando.

439
Alberto Relancio Menéndez

•El tema de la atención, de la focalización consciente


(amplitud de impresiones simples, etc.) fue objeto de
variadas experiencias. Empezando por la primera tesis
doctoral dirigida por Wundt en 1879-1880, la de Max
Friedrich, titulada «Tiempos de Apercepción para Estí-
mulos Visuales Simples y Complejos».

•Se trabajó bastante el tema de los sentimientos –sobre


la teoría tridimensional de Wundt: placer-displacer/ex-
citación-depresión/tensión-relajación–.

•Y también las asociaciones de ideas en diversos contextos


(por ejemplo, la asociación de palabras medidas por tiem-
pos de reacción, que Kraepelin ensayó con psicóticos).

6. EL SEGUNDO ORIGEN DE LA PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL:


LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA.

La educación superior en Estados Unidos a finales del si-


glo XIX era muy limitada y no tenía instituciones relevantes
en muchos campos, por lo que muchos estudiantes se iban a
hacer el doctorado a Europa. Se calcula que en 1888 la mi-
tad de los doctorandos hacían su tesis fuera del país. Y eso
sucedía con gran parte de los incipientes psicólogos america-
nos, muchos de los cuales pasaron por el laboratorio de
Wundt u otros laboratorios alemanes.
En estos años se estaba llevando a cabo el proceso de mo-
dernización de las universidades americanas a un buen rit-
mo y se habían tomado como modelo las universidades ale-
manas que, desde la reforma de Wilhelm Humboldt a
principios del siglo XIX, eran las más prestigiosas. Esto fue la
causa de que en el campo de la psicología experimental se
crearan laboratorios con gran rapidez, a imitación de los

440
Alberto Relancio Menéndez

centros alemanes. En 1875, el fundador de la psicología en


EE. UU., el también eminente filósofo William James, ya te-
nía un laboratorio en Harvard (de ahí la discusión con
Wundt sobre la primacía en este asunto), pero era más bien
para enseñar y dar prácticas, y no fue muy activo porque a
James no le gustaba mucho el trabajo de laboratorio, lo que
hizo que acabara por delegar en un alemán, discípulo de
Wundt, llamado Hugo Münsterberg, que se hizo cargo del la-
boratorio a partir de 1892. James, de familia rica, había he-
cho su tour europeo de formación en su juventud, visitando
varios laboratorios alemanes, entre ellos el de Wundt.
El otro gran padre de la psicología en aquel país, Stanley
Hall, después de su especialización en Alemania consiguió la
cátedra en la universidad John Hopkins y montó un labora-
torio experimental por donde pasaron los grandes psicólogos
de la siguiente generación –como Cattell y Dewey–. En resu-
midas cuentas, en 1895 había en EE.UU. alrededor de
treinta laboratorios, y en 1900 cuarenta y dos. Enseguida los
psicólogos americanos y sus laboratorios fueron los más nu-
merosos del mundo, seguidos por los alemanes, y, con un
desarrollo mucho más lento los ingleses y franceses.
En paralelo con el trabajo práctico se fueron publicando
los primeros manuales de la disciplina en los Estados Unidos.
Dewey publicó en 1887 el primer texto de la nueva psicolo-
gía, Psicología, seguido por el de Ladd (1887) y el de Bald-
win (1889), aunque sin duda el más influyente y famoso fue
el de William James, sus Principios de Psicología, de 1890.
En resumen, los psicólogos formados muchas veces en
Alemania, o por profesores formados allí, volvían a América
y transmutaban su saber para adaptarse a una sociedad di-
námica y competitiva, pragmática e individualista. Y lo que
se formaba en este cóctel era una base de tradición experi-
mentalista a la alemana –basada en la tradición fisiológica
alemana, como luego ocurriría con la tradición fisiológica

441
Alberto Relancio Menéndez

rusa– junto con una tradición anglosajona darwinista, de es-


tudios de psicología animal, y de desarrollo de la psicología
diferencial que Galton había comenzado en Inglaterra. Un
resultado prototípico de esta difícil mezcla fueron los prime-
ros test mentales de James McKeen Cattell (1890), que lue-
go veremos.

6.1. LOS PIONEROS AMERICANOS: WILLIAM JAMES Y STANLEY HALL.

Stanley Hall fue el verdadero líder institucional de la psi-


cología americana, cuyo líder intelectual indiscutible fue Wi-
lliam James. Hall fundó varias revistas de psicología, entre
ellas el American Journal of Psychology en 1887 y, sobre to-
do, fue el fundador de la American Psychological
Association en 1892, que se convertiría en la asociación
de psicólogos más importante a nivel mundial desde los
años treinta del siglo pasado. Hall había estudiado con
Wundt en 1879-1880, creando al volver a los EE.UU. el
primer laboratorio experimental de psicología de su país,
en 1883, y conseguiría ser rector de la Universidad de
Clark, a la que tuvo el gusto de invitar en 1909 a Sigmund
Freud, en la que sería su única visita a Norteamérica.
Las conferencias que Freud y Jung dieron tuvieron gran
éxito y supuso un primer desembarco del Psicoanálisis en
América, si bien el público al que más interesó el mensaje de
la nueva escuela fue a los médicos, mucho más que a los psi-
cólogos, que si bien se sintieron interesados siempre mantu-
vieron fuera de sus instituciones y disciplinas académicas las
ideas psicoanalíticas.
Stanley Hall también impulsó la psicología aplicada a
través de la psicología educativa, fundando diversas asocia-
ciones y revistas, además de contribuir con sus propios y pio-
neros trabajos en este campo. Su discípulo James M. Cattell,

442
Alberto Relancio Menéndez

que fue el primer ayudante de Wundt en Leipzig, introdujo


por primera vez los test mentales en 1890 –siguiendo la es-
tela de Galton– para evaluar a los estudiantes universitarios,
si bien resultaron ser un fracaso en sus nulas correlaciones
con el éxito escolar. Podría recordarse en este contexto que el
campo de la psicología educativa fue de los primeros en con-
vertirse en psicología práctica, pues Lightmer Witmer –que
también estudió con Wundt– abriría la primera clínica psico-
lógica del mundo en la universidad de Pensilvania en 1896,
una especie de gabinete psicopedagógico.

Por lo que respecta a William James, habría que decir en


primera instancia que fue el verdadero impulsor de la prime-
ra psicología americana, además de ser el primero psicólogo
oficial desde 1875, llegando a tener una múltiple y larga in-
fluencia. De familia rica y padre dado al esoterismo, James
pasó su juventud viviendo en diversos países de Europa antes
de dejar aparcada una carrera de artista y dedicarse a la fi-
siología. En él confluyen muchas influencias de diversa índo-
le, algunas contradictorias entre sí, pero que él, persona prag-
mática, relativista y abierta, enemigo del sistematismo y las
ideas uniformes y fijas, aunaba de la mejor manera posible.
James podía abogar por un empirismo radical y, a la vez, abrir
el campo de la experimentación para que en él entraran ex-
periencias espiritistas sobre el más allá, experiencias alteradas
de conciencia a través de la hipnosis, los sueños, el incons-
ciente, la telepatía, o las experiencias religiosas de conversión
y místicas, que él mismo estudiaría. Podía al mismo tiempo
(estamos en 1893) presidir la Sociedad Norteamericana de
Psicología y la Sociedad Británica de Investigación Psíquica
(nombre elegante de los espiritistas), algo que se repetiría en
el futuro y que le acarrearía críticas por parte de los psicólo-
gos, que en estos primeros tiempos estaban intentando des-
marcarse de los psíquicos y de los psicólogos paranormales.

443
Alberto Relancio Menéndez

Muchas veces esto le llevó a intentar positivizar (en senti-


do de Comte) estas experiencias extraordinarias en cursos se-
rios de psicopatología en Harvard –próximos a las investiga-
ciones de Janet o Freud– o a escribir un clásico de la
Psicología de la Religión como es Las Variedades de la Expe-
riencia Religiosa (1902), donde se estudiaban las emociones
o las reconversiones psicológicas –conscientes o no– de los in-
dividuos creyentes; creencias que por lo demás se podían
justificar desde un punto de vista pragmático. Pues James
fue uno de los fundadores del Pragmatismo, corriente filosó-
fica americana de nuevo cuño con influencias empiristas,
evolucionistas y kantianas, cuya definición de verdad impli-
caba que aquello que para un individuo es bueno para su vi-
da, y en la práctica le es útil, es verdadero (como podría ser
creer en Dios o en otro tipo de seres).
De hecho, James, después de dedicarse durante alrededor
de dos décadas a la psicología, y publicar sus clásicos Princi-
pios de Psicología (1890),257 se centró en estudios filosóficos
en los últimos años de su vida.

William James definía la Psicología como «la ciencia de la


vida mental, tanto en sus fenómenos como en sus condicio-
nes» o también aseverando que era la «descripción y explica-
ción de los estados de conciencia en cuanto tales». Pero más
allá de estas abstracciones James fue el primero en EE.UU.
que habló de la psicología como una ciencia, aunque más co-
mo una ciencia proyectada que como una ciencia constituida.
Si bien es cierto que abogó por el estudio del sistema nervio-
so como base de los estudios psicológicos, a la par que de con-
ductas biológicamente adaptativas, en un intento por darle
una base científica a la nueva psicología. Esto le llevó, claro

257
James, W., Principios de Psicología, F.C.E., México, 1989.

444
Alberto Relancio Menéndez

está, a criticar la idea de conciencia tradicional, como algo


sustancial y fijo, y a hablar más de «corriente de pensamien-
to», de cambios psicológicos continuos de nuestras sensacio-
nes, sentimientos, recuerdos o pensamientos individuales. La
mente era algo activo, selectivo y que prestaba atención a
unas cosas frente a otras y seleccionaba continuamente.
Su teoría del Self influiría en las subsiguientes concepcio-
nes de psicología social desarrolladas en Norteamérica (como
las de George Herbert Mead). En ella distinguía en el Yo
Empírico tres estratos: el Self Material –el cuerpo, la familia,
la ropa, la casa, mis propiedades–, el Self Social –la imagen
que presentamos a los demás y su reconocimiento en los
amigos, los hijos, los colegas, la persona amada– y el Self Es-
piritual –la idea que tenemos de nuestras propias facultades
intelectuales y de la voluntad; si pensamos que somos inteli-
gentes o que nos comportarnos bien con los demás–.
Aparte de prolijos análisis sobre los estímulos, las sensa-
ciones, la atención, la abstracción, las asociaciones de ideas
(fundamentalmente por contigüidad), el razonamiento em-
pírico o abstracto, tuvo más repercusión su trabajo sobre la
vía eferente del sistema nervioso: las conductas motoras.
«Toda conciencia es motora» dice James aceptando el mode-
lo del Arco Reflejo base de toda la fisiología y psicología de
esta época: a toda vía sensorial de entrada de un estímulo
que lo lleva a ser percibido por el cerebro sigue una vía mo-
tora (hacia músculos o vísceras) de salida, normalmente ex-
presada en una forma de conducta del organismo.
Estos movimientos del sistema nervioso periférico eran
para él o bien innatos –instintos y emociones– o bien apren-
didos –hábitos (automáticos) y actos voluntarios–. Una deri-
vación chocante de sus ideas fue su teoría motora de la emo-
ción. Según ésta, y siguiendo al pie de la letra el esquema del
Arco Reflejo, un estado mental no puede producir otro esta-
do mental –una percepción no puede producir una emoción,

445
Alberto Relancio Menéndez

sino que tiene que producir una actividad motora–. Ejemplo:


si vemos una cucaracha lo que hacemos es saltar, chillar, co-
rrer, y estas conductas provocan, a su vez, el miedo o el asco
que sentimos. La emoción es producida como consecuencia
de la actividad motora-conductual, no directamente por la
percepción del insecto.
Esta teoría fue muy criticada en su tiempo (y no sólo en
su época) porque iba demasiado en contra del sentido co-
mún y parecía demasiado artificiosa. No obstante, hoy en
día ha recibido cierto apoyo en la medida en que se ha cons-
tatado la gran influencia de los estados corporales en los es-
tados emocionales del sujeto, sobre todo desde la óptica de
los transtornos psicosomáticos.
Como antes apuntábamos, James se dedicó los últimos
años de su vida a dar conferencias y escribir libros sobre su
particular filosofía pragmática (pues la corriente pragmatis-
ta tuvo sus propias escisiones, la más conocida la de Charles
Sanders Peirce, seguramente el único filósofo americano con
mayúscula, equiparable a las grandes figuras europeas). Pe-
ro su obra en psicología –en particular sus Principios de Psi-
cología– perduró durante mucho tiempo e influyó de formas
diversas en distintas corrientes, y sigue sirviendo de inspira-
ción a las nuevas corrientes de psicólogos actuales; quizá su
libro sea uno de los pocos casos de una obra de psicología del
siglo XIX que se sigue consultando en el siglo XXI.

6.2. TITCHENER Y EL ORIGEN DEL FUNCIONALISMO AMERICANO

Edward B. Titchener hizo el doctorado con Wundt y en


1892 se fue a Estados Unidos, donde dirigió el laboratorio de
la universidad de Cornell, en Nueva York. Aunque inglés
marcado por el asociacionismo británico fue el representan-
te oficial de Wundt en Norteamérica con su sistema estruc-

446
Alberto Relancio Menéndez

turalista, defensor a ultranza de la psicología experimental «a


la alemana». Para él la psicología se ocupaba de las estructu-
ras mentales o contenidos de la conciencia: sensaciones, imá-
genes y afecciones, y sus asociaciones en estructuras comple-
jas. Ideas como las de la apercepción de Wundt o la de tomar
la voluntad como modelo del funcionamiento del sistema psi-
cológico habían desaparecido de la teoría de Titchener, y, por
supuesto, todo lo que tenía que ver con la psicología de los
pueblos.
Hay que decir en su favor que frente a las veleidades te-
óricas de la psicología americana y, sobre todo, las aplica-
ciones prácticas de las mismas, Titchener representó la so-
briedad y la disciplina metódica en la investigación
psicológica experimental. Su libro Psicología experimental
(1901-1905) fue manual de los laboratorios americanos du-
rante tres décadas.
En 1896 John Dewey, publicó el artículo «El concepto de
arco reflejo en Psicología»258 como una crítica al atomismo
psicológico y su artificial disociación entre sensaciones y mo-
vimientos, que según él se estaba produciendo en la psicolo-
gía experimental en Estados Unidos. Titchener respondió en
su «Postulados de una psicología estructuralista»259 en 1898,
y la polémica se extendió a partir de ese momento, dando lu-
gar, y también denominación, a las dos primeras corrientes
(más que escuelas) de la psicología americana: estructuralis-
mo versus funcionalismo. Por otro lado, unos años después
de esta polémica Dewey se dedicaría a temas de educación,
ética y política, y fue uno de los iniciadores de la psicología
social.

258
Dewey, John: «The reflex arc concept in psychology»,
Psychological Review, 3, 1896, 357-370. Versión española en Gondra, J.
M., op. cit., 1990, pp. 197-207.
259
En Gondra, J. M., op. cit., 1990, pp. 209-219.

447
Alberto Relancio Menéndez

La nueva corriente funcionalista se asoció, sobre todo, con


la Escuela de Chicago fundada por el propio Dewey –junto con
psicólogos como James R. Angel o George Herbert Mead– aun-
que hubo otros focos (como la Escuela de la Universidad de
Columbia, con psicólogos como James McKeen Cattell,
Edward L. Thorndike, Robert S. Woodworth), y se podría
caracterizar por una serie de rasgos;260

1. La psicología debe ocuparse no de los contenidos sino de los


procesos mentales –los actos de sentir, percibir, querer, pen-
sar–, de cómo funciona la conciencia.
2. Las funciones mentales son adaptativas al medio, y, por tanto,
deben ser útiles para sobrevivir, ser prácticas.
3. Utilización de un Modelo evolucionista darwiniano (pero sin
una base fisiológica): se deben realizar observaciones natura-
les, tener en cuenta las variaciones individuales.
4. Más que la mente –o el sistema nervioso– interesa la acción, las
reacciones motoras, las conductas que realizan los individuos.
5. Pluralismo metodológico: prefirieron métodos objetivos como
los test mentales, laberintos o cajas-problema en psicología
animal, sin desdeñar la introspección u otros.
6.Psicología Aplicada: consideraban muy importante la aplicación
de los conocimientos psicológicos a la escuela, la clínica, la in-
dustria, el ejército, los juicios o la publicidad.
7. Psicología Comparada: promovieron la psicología animal para
aplicarla a la conducta humana –experimentos de aprendiza-
je animal de Thorndike, laboratorio de Angell de psicología
animal en Chicago (recuérdese que Watson, el fundador del
conductismo, hizo su tesis con Angell, heredó el laboratorio y
fue un experto en psicología comparada) –.

260
Tomados de Gondra, José María: Historia de la Psicología, 1997,
vol. II, pp. 21-22.

448
Alberto Relancio Menéndez

Como se puede apreciar por los puntos anteriores, pron-


to la psicología americana derivaría hacia posiciones más ob-
jetivistas, criticando los métodos de introspección y de estu-
dio de la conciencia típicos del estructuralismo de Titchener
y psicólogos afines. Esto llevaría no mucho después a que, a
través de la psicología animal heredada de la tradición in-
glesa, y a su extrapolación a los humanos respaldada por el
evolucionismo darwiniano, se llegara a crear la escuela con-
ductista de la mano de John Broadus Watson, un especialis-
ta en conducta animal tanto en el laboratorio como en con-
diciones naturales.
Pero antes de llegar a la escuela conductista americana, y
su creación a principios de la segunda década del siglo XX, nos
detendremos en la otra derivación hacia la que llevan los prin-
cipios funcionalistas descritos, y que encaja muy bien con la
mentalidad americana de la época: la aplicación práctica de la
psicología. Aunque no es verdad que fueran los americanos los
únicos preocupados por llevar a la práctica los conocimientos
adquiridos por la nueva psicología –pues también existieron
importantes contribuciones por parte de los alemanes y fran-
ceses –sí fue característico de ellos el inicio y desarrollo de una
de las técnicas que más futuro tendrían en la psicología del fu-
turo: los test de inteligencia (y sus derivaciones en test de per-
sonalidad, emocionales, psicopatológicos, etc.).

7. ORIGEN Y VICISITUDES DE LOS PRIMEROS TEST DE INTELIGENCIA

Los test mentales fueron introducidos en los Estados Uni-


dos de América por James McKeen Cattell en 1890, siguien-
do la estela del inglés Sir Francis Galton (Cattell fue el pri-
mero que utilizó la expresión «mental test» en un artículo
sobre medición de la inteligencia en 1890). Galton, que era
primo de Darwin, hizo importantes trabajos sobre la herencia

449
Alberto Relancio Menéndez

de la inteligencia (por ejemplo, su famoso libro Hereditary


Genius) y fue un firme defensor de la eugenesia, que esta-
bleció como ciencia que promovía la mejora de la raza hu-
mana controlando la reproducción. Pero Galton, además de
ser el precursor de la estadística aplicada a las diferencias
psicológicas individuales (de la psicología diferencial y de la
psicometría), fue el inventor de los test mentales, y eso es lo
que ahora nos interesa.
No obstante, hay que tener en cuenta que estos primeros
test mentales de Galton eran más bien pruebas antropomé-
tricas combinadas con mediciones sensoriales y reacciones
motoras. Se suponía que éstas darían una medida, indirecta,
de la inteligencia de los sujetos, sin recurrir a juicios o razo-
namientos, algo mucho más difícil de controlar y medir. Es-
tas pruebas estandarizadas, y de aplicación sencilla, eran por
ejemplo, las siguientes:

Pruebas Sensoriales:
* Agudeza Visual –distancia máxima para leer un texto–.
* Tonos más altos audibles (silbato de Galton).
* Discriminación de Pesos –ordenar series de cajas con pesos–.
* Discriminación táctil –series de cables de distinto grosor–.
* Percepción de longitudes –barra con un dispositivo móvil–.

Pruebas Motoras:
* Tiempos de Reacción a estímulos visuales y auditivos.
* Rapidez de golpes de puño –velocidad del movimiento–.
* Fuerza muscular –apretando un dinamómetro–.

Galton abrió en 1884 en la Exposición Mundial de la Sa-


lud de Londres un laboratorio antropométrico. Por unos pe-
niques los visitantes pasaban por los aparatos y hacían las
pruebas; luego se les daba una tarjeta con los resultados –pe-
so, estatura, tamaño de la cabeza, visión del color, rapidez de

450
Alberto Relancio Menéndez

reacción a estímulos, fuerza muscular–. Obtuvo más de


9000 registros. Luego hacía un tratamiento estadístico de
los datos, pues fue el primero que aplicó la ley de Gauss a
la distribución de la inteligencia y, asimismo, fue el inven-
tor de la correlación estadística y del método para calcu-
larla. Con él la Estadística entraba con firmeza en la nue-
va psicología, si bien Galton la usó, en ocasiones, para
medir asuntos pintorescos como el aburrimiento de un au-
ditorio por el número de bostezos o la distribución geográ-
fica de la belleza femenina.261
Como decíamos, fue Cattell quien –después de ser el
primer ayudante de laboratorio de Wund en Leipzig, el pri-
mer norteamericano en hacer una tesis doctoral con el
maestro alemán en 1885 y en tener la primera cátedra de
psicología experimental en EE. UU. en 1888– dejó de lado
las enseñanzas alemanas y, después de pasar una tempora-
da con Galton en 1886, se convenció que su destino era la
aplicación práctica de la psicología. Lo cual no era óbice
para que Cattell tuviera una buena fama como psicólogo
experimental, sobre todo por sus trabajos de los primeros
años de su carrera.
En los años 90 Cattell puso a prueba sus test262 con los
alumnos de la Universidad de Columbia, con algunas voces
críticas sobre la relación entre las pruebas y la inteligencia. Los
datos empíricos y su tratamiento estadístico fueron un fraca-
so: los test no tenían ninguna correlación con el rendimiento
académico y tampoco había correlaciones entre los propios
test. El tipo de pruebas que utilizaba fueron similares a las de
Galton, con algunas innovaciones. Por ejemplo:

261
Puede consultarse el libro Galton, Francis: Herencia y Eugenesia,
Alianza, Madrid, 1988.
262
Cattell, J. M.: «Tests y medidas mentales» (1890), en Gondra, J.
M., op. cit., 1990, pp. 173-180.

451
Alberto Relancio Menéndez

* Fuerza muscular de brazos y manos


* Velocidad de movimientos
* Umbrales sensoriales
* Tiempos de reacción a estímulos auditivos y visuales
* Memoria de letras y selección de estas en matrices.
* Percepción del espacio y el tiempo.

Fue un primer revés para el que sería uno de los cabeci-


llas del movimiento funcionalista americano, lo que provocó
que los test quedaran durante unos años en suspenso. Y lo
más curioso de todo fue que el relanzamiento de los test ven-
dría de Europa, de un psicólogo francés llamado Alfred Bi-
net, que utilizaba escalas para medir la inteligencia de los ni-
ños subnormales.
Binet es un caso anómalo en la tradición francesa, por sus
investigaciones psicológicas experimentales. Toda la psicolo-
gía en Francia estaba en manos de médicos, de psiquiatras,
desde que Philippe Pinel renovara la psiquiatría en este país
a principios del siglo XIX. Digamos que más que psicología lo
que existía era psicopatología. Solo con Théodule Ribot en
los años 70 se da a conocer en Francia la tradición inglesa
(Spencer, Mill) y la alemana (Fechner, Wundt). Ribot era fir-
me partidario de la psicología experimental pero él nunca re-
alizó ningún experimento aunque sí creó la Sociedad de Psi-
cología Fisiológica en 1885 y el primer laboratorio de
psicología experimental en 1889, que fue dirigido por Binet
entre 1894 y 1912. Por lo demás, se considera que Ribot fue
el iniciador de la psicología clínica francesa, lo que equivale
a decir que fue el primero en traspasar los asuntos de la psi-
copatología psiquiátrica al campo de la clínica psicológica,
en la cual realizó varios estudios sobre enfermedades menta-
les y se dedicó, sobre todo, a la psicología de las emociones.
Por su parte, Binet, después de trabajar en el marco de
la tradición psiquiátrica francesa –fue discípulo de Charcot

452
Alberto Relancio Menéndez

en la llamada Escuela de París, que curiosamente fue derro-


tada por los psicologistas de la Escuela de Nancy en la con-
troversia sobre la hipnosis –fundaría la primera revista de
psicología experimental francesa, L’Année Psychologique en
1895, y realizaría muchos estudios sobre atención, memoria
e inteligencia en niños (incluidas sus propias hijas; estudios
que son un precedente claro de los estudios de Jean Piaget en
las décadas de 1920 y 1930 del siglo XX263), llegando a crear
el Laboratorio de Pedagogía Experimental en1905.
Fue uno de los fundadores de la psicología aplicada, por
sus trabajos sobre grafología, veracidad del testimonio legal,
psicología de los jugadores de ajedrez (o estudios sobre feti-
chismo elogiados por Freud), y otros, pero es conocido, por
encima de todo, por sus escalas o test de medición de la fal-
ta de inteligencia en niños, realizadas con su colaborar el mé-
dico Théodore Simon.
La Escala Métrica de la Inteligencia propuesta por prime-
ra vez en 1905 estaba pensada para niños subnormales que
deberían ir a escuelas especiales propuestas por el Ministerio
de Instrucción Pública francés. Por eso en la primera versión
de la Escala sólo tres pruebas eran para niños normales y el
resto para clasificar a los subnormales en idiotas, imbéciles y
morones. La Escala se revisó y perfeccionó dos veces más en
vida de Binet, en 1908 y 1911 (año de su muerte), introdu-
ciendo más pruebas (incluyendo algunas más para niños nor-
males), dividiéndolas cronológicamente por grupos de edad,
extendiendo estos grupos de edad desde los 3 hasta los 15 años
(e incluso abarcando a adultos), poniendo el mismo número
de pruebas por cada grupo, etc. La Escala tuvo mucho éxito
en Europa salvo en Francia (por la oposición de los médicos)

263
Véase el artículo de Binet «La Percepción de longitudes y núme-
ros en el niño» (1990), en Gondra, J. M., op. cit., 1990, pp. 159-171.

453
Alberto Relancio Menéndez

y un psicólogo alemán, William L. Stern, propuso dividir la


edad mental por la edad cronológica para tener una estima-
ción más exacta. Aunque el que popularizó el llamado «co-
ciente intelectual» fue el americano Lewis M. Terman en 1916
al multiplicar por 100, para evitar decimales, el cociente pro-
puesto por Stern, convirtiendo el CI en una magnitud absolu-
ta de medición de la inteligencia.
Esto iba en contra de la idea de Binet que nunca creyó que
la inteligencia se pudiera medir, y, menos con un índice nu-
mérico, pues para él en ella influían factores complejos (aun-
que él sí llegó a distinguir cuatro funciones básicas, pero cua-
litativas de ésta: la compresión de situaciones complejas, la
invención de datos que unifican o sintetizan la experiencia, el
pensamiento propositivo orientado hacia metas y la autocríti-
ca de los errores). Para Binet la inteligencia era una medida
relativa de unos niños frente a otros, que permitía hacer gru-
pos de edades con capacidades similares a la hora de educar-
los.264 Veamos, a modo de ejemplo, algunas de las tareas pe-
didas a los niños en las pruebas de Binet y Simon:

264
Curiosamente, por esas mismas fechas, o, para ser más exactos,
en 1904, un estudiante inglés de W. Wundt que acababa de terminar su
tesis con él en Leipzig, llamado Charles Spearman, estaba poniendo las
bases de los desarrollos estadísticos que confluirían en el denominado
análisis factorial, que él inventaría. A pesar de trabajar con Wunt criticó
la introspección y abogó por una psicología objetiva que estuviera basa-
da en la medida rigurosa de los test de inteligencia. Revisando los test de
inteligencia de Galton y Cattell, Spearman creía que se podía aislar un
Factor G, o factor de inteligencia general, que intervenía en cualquier
prueba, y un Factor e que era propio y específico de la prueba concreta;
según él las pruebas de Binet eran buenas para medir el Factor General
de inteligencia correlacionando todas las pruebas propuestas. Además de
refinar sus cálculos matemáticos durante años, llegó a proponer una teo-
ría de la inteligencia en 1923 en su Naturaleza de la inteligencia y Los
principios de la cognición, donde trataba de explicar el funcionamiento

454
Alberto Relancio Menéndez

De 3 a 6 años: repetir frases o cifras cortas, enumerar ob-


jetos de cuadros u objetos conocidos, comparar dos pesos,
comparar longitudes de rectas, ejecutar órdenes sencillas,
definir objetos…
De 7 a 10 años: copiar frases o figuras geométricas, decir
lo que falta en dibujos, contar y nombrar monedas, recordar
hechos leídos, escribir pequeños dictados, ordenar pesos, de-
cir días de la semana, construir frases con palabras dadas,
comprensión de problemas de la vida diaria y decir qué se
debe hacer…
De 9 a 13 años: criticar frases absurdas, definir concep-
tos abstractos, memorizar siete cifras, hacer rimas, interpre-
tar cuadros, completar figuras geométricas, diferenciar con-
ceptos parecidos…

Volviendo a los Estados Unidos de América, y a cómo lle-


garon allí las escalas de medición de la inteligencia de Binet,
tendríamos que enfocar nuestra atención sobre un personaje
peculiar llamado Goddard. Henry Goddard, discípulo de
Stanley Hall, conoció en Bruselas en 1908 la escala de Binet,
la tradujo y probó en su laboratorio de investigación de la
debilidad mental de New Jersey. Encantado con los resulta-
dos, distribuyó en las escuelas los test y consiguió que la cla-
se médica lo recomendara como el mejor instrumento diag-
nóstico sobre la subnormalidad. Goddard, por lo demás, fue

de la mente y cómo ésta generaba nuevos contenidos mentales a través


de una serie de leyes. Spearman sería un adelantado de la psicometría
que tomó carta de naturaleza en los años veinte, y fue la base de las teo-
rías multifactorialistas de los psicólogos americanos, para los que supuso
su punto de partida y su objetivo crítico, y del que tuvieron que admitir
más ideas de las que en principio hubieran deseado aceptar. Véase el artí-
culo «La inteligencia general» (1904), en Gondra, J. M., op. cit., 1990,
pp. 273-299.

455
Alberto Relancio Menéndez

un eugenésico radical que propiciaba la reclusión o esterili-


zación de los retrasados, y enfermos mentales. Su libro euge-
nista La Familia Kallikak, un estudio sobre la herencia de la
debilidad mental, de 1912, fue un verdadero best-seller.
Goddard también llega a realizar pruebas con los test de in-
teligencia a inmigrantes de la Isla de Ellis en Nueva York en
1913, dando sus resultados un porcentaje altísimo de defi-
cientes mentales para los judíos, húngaros, italianos o rusos,
independientemente de que estos conocieran o no el inglés o
la cultura norteamericana.
No obstante, como antes apuntábamos, la reforma de la
escala de Binet más importante la realizó Lewis Terman, en
1916, haciendo homogéneas las pruebas, introduciendo algu-
nas nuevas, cambiando el orden y estandarizándolas. El, de-
nominado así por su lugar de origen, Stanford-Binet Test co-
rrelacionaba al 90% con el rendimiento escolar (entre 5 y 16
años) y fue el test de referencia en los test posteriores de inte-
ligencia. Sin embargo, el éxito público de los test vino de la
mano de Robert Yerkes, psicólogo comparado y estudioso de
los antropoides, que desde 1916 hizo campaña en las grandes
empresas y entre los miembros del Gobierno de su país ven-
diéndoles las excelencias de los nuevos test de inteligencia.
Así fue como se llegaron a utilizar en masa los test en la se-
lección de los soldados de la I Guerra Mundial desde 1917.
Goddard, Terman, Yerkes y otros elaboraron –basándose en el
Stanford-Binet– pruebas para adultos colectivas: el test Alfa y
el test Beta (este último, para analfabetos o desconocedores del
inglés). Fueron pasados a cerca de dos millones de soldados.
Fue el mayor éxito de promoción de la Psicología hasta ese
momento, que llevó a que, al acabar la Guerra, se pusiera en
marcha el Test Nacional de Inteligencia aplicado a 4 millones
de niños. Sin embargo, la otra cara de este éxito público fue
que el análisis de resultados de los test del ejército, publicado
en 1921, diera unos resultados bastante desalentadores: según

456
Alberto Relancio Menéndez

estos datos la edad mental de los soldados era de 13 años y ca-


si la mitad de reclutas resultaban ser débiles mentales. Esto
generó una tremenda polémica y otra vez los test volvían a es-
tar en el candelero por su dudosa utilidad.

8. PSICOLOGÍA ALEMANA DESPUÉS DE WUNDT

A finales del siglo XIX se habían desarrollado otros labo-


ratorios de psicología experimental además del de Leipzig de
Wundt, con importantes trabajos teóricos y prácticos. El se-
gundo más importante seguramente fue el de Georg E. Mü-
ller en Gotinga establecido desde 1881, donde se realizaron
investigaciones psicofísicas, trabajos sobre la memoria y so-
bre aprendizaje verbal, que supusieron notables avances. Pe-
ro más interés tiene para nosotros ahora el laboratorio de
Hermann Ebbinghaus en Berlín, en la medida en que fue
más allá de los presupuestos de la psicología de Wundt, y que
ahora veremos someramente. También existieron laborato-
rios en Friburgo (1888), Munich (1889), Breslau (1894) y
Wurzburgo (1896), este último dirigido por Oskar Külpe, que
también traspasó las barreras de la psicología individual de
Wundt, como enseguida comentaremos.

8.1. EBBINGHAUS Y LA INVESTIGACIÓN EXPERIMENTAL SOBRE


LA MEMORIA

Hermann Ebbinghaus tuvo el mérito de llevar a cabo un


trabajo de psicología experimental sobre la memoria que au-
naba el rigor experimental y la objetividad en un tema difí-
cil de abordar con los instrumentos del momento, y que pa-
recía fuera del alcance del ámbito wundtiano. Sería, así, el
primer trabajo experimental sobre este tema, y se puede

457
Alberto Relancio Menéndez

encontrar reseñado en casi todo libro de introducción a la


psicología hasta nuestros días.
La investigación experimental fue realizada por Ebbing-
haus en los años 1879-1880 y 1883-1884. Su estudio sobre
la memoria y el olvido se basó en el aprendizaje por parte del
sujeto (que fue él mismo) de series de listas de sílabas sin
sentido, en concreto de 2.300 sílabas de tres letras. Se tenía
en cuenta el número de sílabas de las listas y el número de
repeticiones que el sujeto experimental tenía que realizar pa-
ra aprenderlas en su totalidad (o bien el tiempo que emple-
aba en hacerlo)265. Los resultados que obtuvo son, en forma
esquemática, los siguientes:

A) Las listas más largas exigen más esfuerzos en proporción.


Si vamos aumentando el número de sílabas de la lista
más repeticiones tenemos que hacer para aprendérnosla.
[Tabla 1]266
B) Cuantas más repeticiones previas hemos realizado nos
costará menos tiempo memorizar la lista al cabo de 24
horas. [Tabla 2]
C) Relación entre el olvido del material retenido –con listas
de 13 sílabas– y el tiempo transcurrido desde el aprendiza-
je inicial (medido entre 20 minutos a un mes): se produce
un olvido rápido al principio, se va estabilizando el olvido y
se pasa a un olvido lentamente creciente –en los primeros 20
minutos se olvida el 42%, en las primeras 9 horas el 44%, y
luego se va incrementando el olvido mucho más lentamen-
te–. Es la famosa Curva del Olvido. [Tabla 3 y Tabla 4]
265
Ebbinghaus, H.: «Estudio experimental de la memoria» (1885),
en Gondra, J. M., op. cit., 1990, pp. 135-158.
266
Las tablas están tomadas de la Historia de la Psicología de José
María Gondra, vol. I, pp. 176-177. Mientras que la Curva del Olvido se
ha tomado de http://studentlanka.com/2010/05/29/forgetting-curve-
and-how-to-increase-your-memory/.

458
Alberto Relancio Menéndez

D) Espaciar las repeticiones (se midió entre uno y seis días)


de las listas de sílabas –de 12, 24 y 36 sílabas– resulta
más eficaz que aprender más en menos tiempo (más re-
peticiones en un solo día, por ejemplo), a la hora de rea-
prendernos la lista que estamos memorizando (sobre to-
do en el caso de las listas más largas).
E) Comprobó que las asociaciones de sílabas en las listas no
sólo se hacían con las sílabas contigüas (se aprendían por
pares sin estaban juntas) sino con las alejadas (si por ejem-
plo, tenían alguna semejanza fonética), aunque menos.

Ebbinghaus se utilizó a sí mismo, como decíamos, como


sujeto experimental, controlando al máximo las variables de
su vida diaria. Sus experimentos fueron un éxito para todos:
procesos mentales complejos medidos de forma objetiva y sin
introspección.267

Tabla 1: más repticiones cuantas mas sílabas

267
Un éxito para todos aquellos que estaban en consonancia con la
tendencia de la psicología experimental. Porque Dilthey –como otros filó-
sofos– desde su psicología comprensiva, basada en las vivencias (estructu-
ras significativas entendidas como experiencias subjetivas) criticó los expe-
rimentos de Ebbinghaus y, en general, la psicología experimental como una
pseudociencia natural, atomizadora y causal, en la que se perdía la capa-
cidad compresiva de las ciencias del espíritu.

459
Alberto Relancio Menéndez

Tabla 2: a más repticiones previas menos tiempo


al cabo de 24 horas

Tabla 3: relación entre tiempo transcurrido y olvido

Curva de olvido

460
Alberto Relancio Menéndez

8.2. ESCUELA DE WURZBURGO: KÜLPE Y EL PENSAMIENTO SIN IMÁGENES

Como más arriba adelantábamos, Oskar Külpe fundó un


laboratorio de psicología en la universidad de Wurzburgo,
por el que pasaron algunos alumnos que se harían famosos
(por ejemplo, Max Wertheimer hizo su tesis con Külpe allí).
En 1900 Külpe inició allí unos experimentos sobre el pensa-
miento abstracto para demostrar que era irreductible a imá-
genes y sensaciones. Para calibrar lo que esto significaba na-
da mejor que la síntesis de José Mª Gondra sobre el asunto:

Desafiando la prohibición de investigar en el laboratorio los pro-


cesos superiores del pensamiento, Külpe llegó a unas considera-
ciones muy diferentes a las de Wundt. Mientras que éste afirmó
que era un proceso compuesto, formado por representaciones
globales y sentimientos de actividad muy generales e indiferen-
ciados, Külpe dijo que se trataba de una experiencia simple,
muchas veces sin correlatos conscientes, y cuya dirección escapa-
ba a las tendencias asociativas. Con ello cuestionó uno de los dog-
mas de la época, a saber, que las imágenes eran esenciales para
el pensamiento, y provocó una controversia en la que intervinie-
ron casi todos los laboratorios psicológicos.268

Como dice Gondra, lo que se encontró en los experimen-


tos de Wuzburgo eran experiencias simples, no reductibles a
asociaciones y muchas veces inconscientes. Los primeros ex-
perimentos sobre la abstracción en situaciones problemáticas
denotaban experiencias no sensoriales, un verdadero pensa-
miento sin imágenes. Las tareas que se proponían a los suje-
tos experimentales eran muy complejas y desconocidas para
ellos de antemano, se les hacían múltiples preguntas, se les
pedía que hicieran juicios o que asociaran elementos impre-
vistos. Luego, al finalizar el experimento, tenían que realizar

268
Gondra, José Mª, Historia de la Psicología, vol. I, p. 182.

461
Alberto Relancio Menéndez

largos informes pautados, por etapas, bajo la dirección del


experimentador, de lo que se les había ocurrido o pasado por
la cabeza antes, durante y después de la prueba, contando
sus experiencias más nimias. Los resultados no tenían nada
que ver con asociar elementos simples, ni con imágenes re-
conocibles, y dependía de la voluntad y otros procesos. Es
muy difícil resumir los distintos experimentos que se realiza-
ron, por lo que nos contentaremos con listar la temática de
algunos de ellos, y hacer algunos comentarios breves:

A) Asociaciones libres sobre palabras-estímulo. Las asociaciones


parecían ser de forma cualitativa y daban lugar a disposiciones de
la conciencia peculiares.
B) Juicios sobre tareas: comparar pesos o círculos, imaginar
figuras, hacer sumas… Muchos de los juicios parecían auto-
máticos y sin correlato consciente; a veces había dudas, sor-
presas, búsquedas, pero en procesos mentales sin imágenes.
C) Asociaciones forzadas: relaciones entre conceptos no
triviales, que demostró que era más importante la fase de
aceptación de la tarea y sus instrucciones, además de la moti-
vación, que la ejecución automática y casi anticipativa de las
respuestas.
D) Tendencias determinantes: –disposiciones motivacionales
inconscientes– que se producían en cualquier tarea que se
propusiera más allá de procesos conscientes reconocidos por el
sujeto: las actitudes y la motivación eran lo más importante.
También se señalaban procesos tipo «ya lo tengo» o «ahora
me doy cuenta» como actos de conciencia súbitos a la hora de
resolver algo.
E) Carl Bühler estudió el pensamiento puro, su vivencia
elemental, en experimentos donde los sujetos relataban su
conciencia de reglas o de relaciones, o actos de significar.

462
Alberto Relancio Menéndez

En Alemania las controversias sobre los experimentos an-


teriores, por parte de Wundt y de otros, fueron muy sonadas,
y abrió un gran debate en particular sobre la introspección y
el asociacionismo. Pero aquí no podemos entrar en ellas.

9. LA INFLUENCIA DE PAVLOV EN LA PSICOLOGÍA AMERICANA

En esta necesaria simplificación que estamos haciendo


en el tándem entre psicología alemana, por un lado, y psi-
cología estadounidense, por otro, tenemos que introducir,
aunque no nos vayamos a centrar en ella, la concepción de
los procesos psicológicos que desarrolló el fisiólogo ruso Ivan
Pavlov. Éste forma parte de la escuela rusa de fisiología, cu-
yos representantes se formaron durante más o menos tiem-
po en Alemania, y cuya primera figura de interés fue Ivan
M. Sechenov.
Como expuso en su interesante libro de 1863, Reflejos Ce-
rebrales,269 Sechenov pensaba que todos los procesos mentales
eran movimientos reflejos, incluidos el pensamiento, las emo-
ciones o la voluntad y los deseos. Esto quiere decir que eran
automáticos y que siempre respondían a estímulos: en el caso
de la médula espinal de una forma directa, y en el caso del ce-
rebro de forma indirecta, mediada o retardada temporalmen-
te. En cualquier caso los procesos libres en el ser humano no
tenían sentido, eran simples elaboraciones cerebrales que inhi-
bían los mecanismos motores o los transformaban potencián-
dolos de alguna forma, como el caso del pensamiento, enten-
dido como lenguaje interiorizado que el córtex inhibía en su
fase motora (teoría precursora de la de Watson).

269
Merece la pena leer la obra de Sechenov, I. M.: Los Reflejos
Cerebrales, Fontanella, Barcelona, 1978.

463
Alberto Relancio Menéndez

Su discípulo Vladimir Mijailovich Bechterev, se formó en


Alemania y en Francia, y junto a la creación de una refle-
xología humana que pretendía dar cuenta de las correla-
ciones del organismo en sus acciones desde el punto de vis-
ta biológico, psicológico y social, desarrolló una brillante
carrera de psiquiatra y de estudios de psicología fisiológica,
muchos de ellos orientados a la psicopatología. Prueba de
ello fue su descubrimiento del condicionamiento motor, una
variante de los reflejos condicionados pavlovianos, pero
donde, de forma peculiar, se asociaba un estímulo como
una luz o un sonido a estímulos aversivos como una des-
carga eléctrica en la pata de un animal o de un humano;
esto le permitió, en un claro avance de lo que sería la tera-
pia de conducta americana, tratar casos de alcoholismo a
través de asociaciones entre la bebida y ciertos estímulos
aversivos asociados a ésta. La carrera de Bechterev fue pa-
ralela a la de Pavlov, con el que mantuvo algunas contro-
versias públicas, dentro del marco de sus reflexologías, y
sus obras fueron conocidas (junto con las de su maestro Se-
chenov) en Estados Unidos antes que las de Pavlov, aunque
enseguida la obra de este último se impondría como base
del primer conductismo.
De formación médico-fisiológica, dentro de los cánones
del más estricto experimentalismo metódico de laboratorio,
Ivan Pavlov llegó a la psicología de casualidad, sin abando-
nar nunca su rasero fisiológico. El científico que recibiría
un premio Nobel de Medicina en 1904 por sus estudios ex-
perimentales sobre las glándulas digestivas en perros, des-
cubrió los llamados reflejos condicionados gracias a sus es-
tudiantes de doctorado, que a partir de 1897 fueron
conscientes de estas curiosas reacciones de los perros ante
ciertos estímulos que, asociados con otros, provocaban res-
puestas que por sí mismos jamás producirían. Después de
varios años de estudios sobre estos nuevos reflejos con sus

464
Alberto Relancio Menéndez

estudiantes, Pavlov presentó por primera vez sus descubri-


mientos en un congreso de Medicina en Madrid en 1903,
utilizando también por vez primera la terminología de «re-
flejos condicionados».
Según Pavlov la capacidad de adaptarse al medio de los
organismos se basaba, en un principio, en los reflejos inna-
tos, que podían ser simples o complejos –pautas complejas de
reacciones frente a estímulos o situaciones–, estos últimos
identificados con los instintos animales. Pero estos reflejos o
instintos –sexuales, alimenticios, defensivos– no eran sufi-
cientes ante la adaptación a situaciones cambiantes del en-
torno, para lo que el organismo necesitaba un aprendizaje
reflejo (es decir, la creación de reflejos condicionados) defini-
do como «relación nerviosa temporal entre los innumerables
agentes del medio que rodea al animal –agentes detectados
por los receptores del animal– y determinadas actividades
del organismo»,270 en palabras del propio Pavlov.
Pavlov trabajó sobre todo con el reflejo salivar ante la co-
mida, porque era más fácil de medir la cantidad de saliva se-
gregada ante estímulos condicionados como luces, sonidos,
descargas eléctricas, o lo que fuera. En este contexto, se in-
vestigaron asuntos como los siguientes: la sucesión temporal
entre los estímulos y el número de repeticiones –para con-
vertir un estímulo neutro en condicionado–, el condiciona-
miento de segundo orden –estímulos condicionados a otros
estímulos ya condicionados–, la extinción del aprendizaje ad-
quirido y la recuperación espontánea que se producía, la ge-
neralización a otros estímulos similares y la discriminación
ante estímulos muy similares –respondiendo a un tipo de es-
tímulo y no a otro muy semejante–, diversos tipos de inhibi-
ciones ante el estímulo, etc.

270
Citado por Gondra, J. Mª., en op. cit., 1997, vol. I, p. 307.

465
Alberto Relancio Menéndez

Las ideas de Pavlov presuponían que la actividad men-


tal podía siempre reducirse a la fisiología del sistema ner-
vioso, y además de forma determinista, basándose en que
éste actuaba como un sistema energético dinámico con dos
fuerzas contrapuestas: una de excitación y otra de inhibi-
ción –ambas fuerzas activas tendían siempre al equili-brio
nervioso del organismo. Por eso Pavlov trató de inter-
pretar los hechos psicológicos en términos de actividad
nerviosa superior en el córtex cerebral, encargado de reci-
bir los estímulos y analizarlos, y provocar conexiones tem-
porales entre estos y las respuestas motoras, producidas por
los centros subcorticales cerebrales.271 Ello llevó a nuestro
autor a proponer una serie de leyes de la actividad nervio-
sa en las que no vamos a entrar.
Aunque lo que hemos expuesto fue utilizado como una de
las bases del conductismo americano y sus teorías del apren-
dizaje, desde que Yerkes introdujera su obra en Estados Uni-
dos,272 y luego Watson la utilizara desde 1916 como base de
su conductismo, las teorías de Pavlov fueron más allá y se ex-
tendieron a otros campos, como la psicopatología experi-
mental y la teoría de la personalidad.

271
En la sección «Videos en Internet» referenciamos un precioso docu-
mental original ruso (mudo con textos en inglés) titulado Conditioned
Reflexes and Behavior, de 32,5 minutos de duración, donde se explica la
teoría pavloviana con sus famosos perros, con niños, y en animales amaes-
trados y salvajes. El libro más sistemático de Pavlov, Los Reflejos
Condicionados, se tradujo en español en 1929, pero hay una edición
reciente (ver bibliografía), y se puede consultar íntegro en Internet en inglés
(ver la sección «Artículos en Internet»).
272
Yerkes, R. M & Morgulis, Sergius, «The Method of Pawlow in
Animal Psychology», The Psychological Bulletin, 6, 1909, pp. 257-273.

466
Alberto Relancio Menéndez

Pavlov trabajó en los distintos tipos de neurosis experimen-


tales y sus causas, propuso diferentes tipos de sistemas nervio-
sos humanos en una tipología muy cercana a los tempera-
mentos hipocráticos, y avanzó un estudio experimental de la
personalidad, la cual resultaba bastante esquemática pero que
tuvo seguidores en la Unión Soviética (e influyó en parte en el
psicólogo Hans Jürgen Eysenck, de origen alemán pero afin-
cado en Inglaterra). Estudió también otros asuntos como la
histeria, la psicastenia, los sueños y la hipnosis, dentro de su
psicopatología, aunque tuvo algo más de influencia su trata-
miento del lenguaje como «segundo sistema de señales».
En la U.R.S.S. fue apoyado por Lenin y se le dejó trabajar
sin trabas hasta su muerte en 1936, aunque nunca fue un fi-
siólogo-psicólogo marxista en ningún sentido. Luego de un ol-
vido durante años, en 1950 fue recuperada su figura y puesta
como modelo de científico (dado su prestigio internacional y el
de la escuela que había creado) en fisiología, medicina y psi-
cología. En Estados Unidos se tradujeron en los años veinte
sus obras al inglés y se realzó su fama, invitándole a los con-
gresos internacionales de Psicología celebrados en aquel país.
Su teoría fue discutida y superada en muchos aspectos, pero
siempre se la tenía en cuenta en las propuestas de las teorías
del aprendizaje de los neoconductistas de los años treinta y
cuarenta. El propio Pavlov se sintió cercano al conductismo
americano, y halagado por su reconocimiento, pero se distan-
ció de él en un artículo de 1932,273 porque su reduccionismo
fisiológico no podía aceptar muchos de los desarrollos que los
nuevos conductistas estaban llevando a cabo.

273
Pavlov, I., «Respuesta de un fisiólogo a los psicólogos», 1932, en
Fisiología y Psicología, pp. 149-188.

467
Alberto Relancio Menéndez

10. WATSON Y EL ORIGEN DEL CONDUCTISMO

10.1. EL CONEXIONISMO DE EDWARD L. THORNDIKE Y LA TEORÍA


DEL APRENDIZAJE

Dentro de la escuela funcionalista de la universidad de


Columbia (que tenía como su figura más representativa a Ja-
mes McKeen Cattell, del que ya hemos hablado en relación a
los test mentales, pero también a egregios personajes como
Robert Woodworth, autor de una psicología dinámica, o a
Franz Boas, el antropólogo alemán afincado en tierras ame-
ricanas) vamos a detenernos brevemente en un autor que
tendría una gran influencia en la psicología estadounidense
posterior y, en particular, en Watson: Edward L. Thorndike.
Thorndike fue un científico muy apegado a los datos y a la
experimentación metódica, al que se debe la primera teoría ex-
perimental del aprendizaje en su trabajo con animales de labo-
ratorio, que fue, asimismo, el primero trabajo verdaderamente
científico en psicología animal. Además estuvo interesado en la
promoción de los test de inteligencia y en la estadística, y reali-
zó un largo trabajo durante muchos años en el campo de la psi-
cología educativa, entre otras cosas. Ya en 1896-1897 comenzó
a estudiar la conducta de pollos metidos en laberintos, intentan-
do elaborar un catálogo de hábitos e instintos de los mismos, pe-
ro sería en sus trabajos de tesis doctoral del curso siguiente cuan-
do realizaría sus célebres experimentos con gatos en sus puzzle
boxes o cajas problema, que se publicarían en 1898 con el títu-
lo «Inteligencia animal, un estudio experimental de los procesos
asociativos en los animales», que reeditaría en 1911 –con otros
trabajos de psicología animal– en su Inteligencia animal.
Hay que advertir que el asociacionismo de Thorndike se
refiere a la conexión entre los estímulos y respuestas dadas por
los animales, es decir, a un conexionismo (tal y como se llamó
a su teoría) objetivo conductual, lo que lo acercó mucho al
conductismo posterior, aunque nuestro autor no quiso nunca

468
Alberto Relancio Menéndez

renunciar, de alguna forma, a la idea de conciencia o a los pro-


cesos mentales. Los trece gatos de sus experimentos eran en-
cerradas en cajas que él mismo construía con diversos meca-
nismos, más o menos complicados, para ser abiertas, y
Thorndike medía el número de errores y el tiempo transcurri-
do hasta que los gatos lograban salir de las cajas, llegando a la
conclusión de que no había una comprensión inteligente de la
situación problemática sino más bien un proceso de ensayo y
error, que hacía que los gatos fueran rectificando las respues-
tas incorrectas y fortaleciendo las correctas, hasta conseguir un
aprendizaje satisfactorio para salir de la caja.274
Thorndike definió varias leyes del aprendizaje, la más co-
nocida y discutida fue la Ley del Efecto, que afirmaba que se
repetirán respuestas en el futuro que en el pasado han sido sa-
tisfactorias para el animal, mientras que las conexiones ner-
viosas insatisfactorias se debilitarán; la satisfacción era defini-
da de forma objetiva respecto a la situación y con un trasfondo
de conexiones neuronales. Su Ley del Ejercicio decía que la
práctica fortalecía las conexiones y el desuso las debilitaba, en
términos de más o menos respuestas dadas frente a una situa-
ción concreta. Y, por último, su Ley de Presteza, hablaba de
predisposición y facilidad de las neuronas para la acción, para
dar una respuesta ante una situación, lo que encubría de al-
guna manera factores motivacionales en el sujeto, al igual que
la Ley del Efecto introducía la idea de recompensas en el
aprendizaje. Él mismo tuvo que corregir sus leyes posterior-
mente, sobre todo al trabajar con humanos. Así, por ejemplo,
se dio cuenta de que los castigos no eran útiles para el apren-
dizaje y que el ejercicio sin refuerzos no era eficaz (como se
puede apreciar, es difícil no ver aquí ideas que luego desarro-
llará Skinner en formato conductista radical).
274
Lo básico sobre los experimentos e ideas del autor en este con-
texto se puede leer en Thorndike, E.: «Inteligencia animal» (1898), en
Gondra, J. M., op. cit., 1990, pp. 222-239.

469
Alberto Relancio Menéndez

10.2. WATSON Y LA TRADICIÓN DE LA PSICOLOGÍA COMPARADA

En otra universidad imbuida de funcionalismo, la de Chi-


cago, fue donde se formó John Broadus Watson, y de esta co-
rriente psicológica heredaría ideas como la de la adaptación
al ambiente de los organismos (aunque quedándose más con
las respuestas motoras, conductuales, que con los estímulos
sensoriales) y su énfasis en la psicología práctica, que lleva-
ba a poder predecir y controlar la conducta de los sujetos.
Fueran estos sujetos animales o humanos, pues Watson se
sentía heredero de la tradición anglonorteamericana de psi-
cología animal, que partía de Darwin y se continuaba, fun-
damentalmente, en la figura de Lloyd Morgan, y que tenía al
propio Thorndike como precedente ilustre.
Convendría recordar que los primeros laboratorios forma-
les de estudio de psicología animal fueron los de Harvard
(1902) y los de Chicago (1904) –este último acabaría siendo
dirigido por el propio Watson–, pero ya antes se habían reali-
zado estudios con animales, como los que realizó el ya co-
mentado Thorndike o los que llevó a cabo Williard S. Small
en la universidad de Clark con ratas blancas en laberintos
(era la primera vez que se utilizaban los famosos laberintos),
y que dio lugar a su artículo «Los procesos mentales de la ra-
ta» (1900). La interpretación que dio Small en su artículo fue
demasiado antropomórfica y mentalista vista desde la pers-
pectiva de Watson, que ya en 1904 pretendía deshacerse del
concepto de conciencia. Él mismo, bajo la dirección del psi-
cólogo Angell y el fisiólogo Donaldson, había publicado el año
anterior su tesis doctoral titulada «Educación de la rata blan-
ca: un estudio experimental del desarrollo psíquico de la rata
blanca, correlacionado con el crecimiento de su sistema ner-
vioso», donde se basaba en experimentos con las ratas en ca-
jas–problema, laberintos y otros artilugios, viendo la evolu-
ción de su aprendizaje y comparándolo con el desarrollo de su
sistema nervioso (en disecciones a tal efecto).

470
Alberto Relancio Menéndez

Sus años en el laboratorio de Chicago iniciaron una bri-


llante carrera de psicólogo comparado, en la que trabajó con
ratas, monos y pájaros de distintas especies, siendo sus tra-
bajos con ratas en laberintos los más originales –particular-
mente los que ponían el aprendizaje en función de la adqui-
sición de hábitos motores unidos por las sensaciones
cinestésicas del animal–. Pero Watson también trabajó con
dos clases de golondrinas marinas en su hábitat natural, con-
cretamente en una isla de las Dry Tortugas a unos cien kiló-
metros de Florida; pretendía estudiar sus conductas innatas
y aprendidas, y, de hecho, hizo muchas observaciones sobre
sus conductas de alimentación, apareamiento, construccio-
nes del nido, incubación y cuidado de las crías, y, en parti-
cular, sobre su capacidad de orientación (además de fijarse
en fenómenos como el de la impronta). Estas investigaciones
etológicas –realizadas en 1907 y, de nuevo, en 1913– lo con-
vierten en un pionero en este campo, aunque luego abando-
nara estos estudios.

10.3. WATSON Y EL MANIFIESTO CONDUCTISTA

La primera década del siglo XX fue en Estados Unidos la


del acoso y derribo del concepto de conciencia (además de la
idea de alma). Watson, que ya tenía su cátedra de psicología
experimental en la universidad Johns Hopkins, vio como en
torno a 1911 el ambiente ya estaba maduro para prescindir
de la introspección, el mentalismo y la idea de conciencia, y
enfocar la ciencia de la psicología –como ya varios libros es-
taban haciendo en esos momentos– desde la idea de conduc-
ta en el marco de una ciencia natural.
En febrero de 1913 –después de convencerse de que el
pensamiento podía explicarse en términos conductistas como
habla subvocal– Watson presentó su Manifiesto Conductista

471
Alberto Relancio Menéndez

en tres conferencias en la universidad de Columbia. En ellas


abogaba por la cientificidad de la psicología, criticando a la
psicología de la conciencia tanto en su versión estructuralis-
ta tipo Titchener como en su versión funcionalista, y pro-
pugnando una psicología práctica que, en verdad, pudiera
predecir y controlar la conducta de los seres humanos, pu-
diendo así ser aplicada a múltiples campos sociales –educa-
tivos, médicos, jurídicos, de negocios–. Unos extractos del
propio Watson serán lo suficientemente elocuentes sobre lo
que acabamos de decir:

La Psicología, tal y como la ve un conductista, es una rama expe-


rimental puramente objetiva de la ciencia natural. Su meta teórica
es la predicción y el control de la conducta. La introspección no
constituye una parte esencial de sus métodos, ni el valor científico
de sus datos depende de cuán fácilmente sean interpretables estos
en términos de conciencia. El conductista, en sus esfuerzos por
lograr un esquema unitario de la respuesta animal, no reconoce
línea divisoria alguna entre el ser humano y el animal.
[...] Creo que podemos escribir una Psicología... no haciendo uso
en ninguna ocasión de términos como los de conciencia, estados
mentales, mente, contenido, verificable por introspección, imagine-
ría, etc. [...] Podemos hacerlo recurriendo a términos como estí-
mulo y respuesta, formación e integración de hábitos y otros simi-
lares... cualquier organismo, tanto animal como humano, se
adapta al medio gracias a su dotación hereditaria y a sus hábitos...
dada la respuesta pueden predecirse los estímulos, y dados los estí-
mulos, es posible predecir la respuesta... controlar la conducta.275

275
El artículo completo es el siguiente, Watson, J. B.: «La Psicología
tal como la ve un conductista» (1913), en Gondra, J. M., op. cit., 1990,
pp. 399-414.

472
Alberto Relancio Menéndez

Como se puede apreciar, se trata de estudiar las conductas


observables y experimentables, para analizarlas, predecirlas y
controlarlas, en un contexto evolucionista en donde los estudios
con animales son perfectamente extrapolables a la conducta de
los seres humanos. Esto llevaría, según Watson, a una verdade-
ra psicología científica y, a la vez, a una psicología práctica y útil
en los asuntos individuales y sociales humanos.

10.4. EL PEQUEÑO ALBERT Y EL FIN DE LA CARRERA ACADÉMICA


DE WATSON

Entre 1916 y 1920 Watson desarrolló una serie de trabajos


que serán la culminación y el fin de su carrera como psicólogo
universitario. Ya en 1913 había hecho un acercamiento a Freud,
pero fue en varios artículos de 1916 donde reivindicaba en el
campo de las emociones la teoría freudiana, o, más bien, parte de
ella, después de una depuración terminológica y conceptual.276

276
En su artículo de 1916 «Behavior and the concept of Mental
Disease», Watson decía lo siguiente: «I have been for some years an earnest
student of Freud (and other psychoanalysts), but the further I go into their
terminology the more sure I am that there is a simpler and a more common-
sense way (and at the same time a more scientific way) of describing the
essential factors in their theory. I am convinced of the truth of Freud’s work,
but as I teach the Freudian movement to my classes I drop out the crude vita-
listic and psychological terminology, and stick to what I believe to be the bio-
logical factors involved in his theories (Freud himself admits the possibility of
this). The central truth that I think Freud has given us is that youthful, out-
grown, and partially discarded habit and instinctive systems of reaction can
and possibly always do influence the functioning of our adult systems of reac-
tions, and influence to a certain extent even the possibility of our forming the
new habit systems which we must reasonably be expected to form». Las cur-
sivas son de Watson (para el articulo completo ver la sección «Artículos en
Internet»).

473
Alberto Relancio Menéndez

Su acercamiento a los psiquiatras americanos le llevó a


ocuparse del campo emocional y a que propusiera una te-
oría basada en tres emociones básicas –el miedo, la cólera
y el amor– mientras que el resto serían condicionadas; esto
fue aplicada al desarrollo de los niños en trabajos de esa
época y, en particular, a los experimentos de condiciona-
miento emocional del pequeño bebé Albert. No hay que ol-
vidar que es a partir de 1916 cuando Watson toma como
base de su conductismo la teoría de Pavlov de los reflejos
condicionados, como es notorio en su libro más importan-
te publicado por aquel entonces, la Psicología desde el pun-
to de vista de un conductista, de 1919, donde se habla de
reacciones emocionales, instintos, hábitos corpóreos y hábi-
tos de pensamiento.
El experimento con el bebé Albert fue el primero de con-
dicionamiento emocional en niños y se realizó entre di-
ciembre de 1919 y enero de 1920. Al bebé se le hicieron
pruebas preliminares para saber ante qué estímulos de-
mostraba miedo, comprobando que sólo lo hacía ante rui-
dos fuertes. La idea era provocar, a través de condiciona-
miento, que Albert tuviera (aprendiera el) miedo a las
ratas, y, luego, por generalización, a otros animales y obje-
tos peludos; más adelante se trataría de ver la duración del
miedo y, si este era persistente, ensayar varios métodos pa-
ra eliminarlo.
En siete sesiones experimentales se consiguió provocar el
miedo a las ratas haciendo que cada vez que el niño fuera a
tocar la rata, o la empezara a tocar, detrás de él se hiciera so-
nar un ruido intenso de una barra de hierro golpeada con un
martillo. Esto hizo que ante la sola presencia de la rata (y sin
que hubiera ningún ruido) el niño se asustara y comenzara a
llorar, cuando al principio no mostraba miedo ni se asustaba
ante ella. Un mes después se logró que el niño reaccionara a
otros animales y objetos de la misma manera que ante la

474
Alberto Relancio Menéndez

rata: se asustaba y lloraba al ver a un conejo, a un perro, ob-


jetos con pelo, e incluso a Watson con una máscara de San-
ta Claus. El miedo parece que se perdió a estos objetos des-
pués de un tiempo, pero no así a la rata (aunque se había
atenuado), pero no hubo tiempo para descondicionarlo por-
que Watson se vio envuelto en un incidente que acabaría con
su carrera académica.
Las relaciones entre Watson y su mujer se habían distan-
ciado durante varios años hasta el punto de que ésta en 1919
comenzó a salir con otro hombre, y, a su vez, Watson se ena-
moró de su principal colaboradora de trabajo, Rosalie Ray-
ner. Pero dado que no se habían divorciado, cuando esto se
supo en la universidad se forzó la dimisión de Watson que
abandonó la institución, divorciándose de su mujer y casán-
dose, acto seguido, con Rosalie, con la que acababa de pu-
blicar un artículo sobre el experimento del pequeño Albert.277
La carrera universitaria de Watson se cerró aquí y desde
1921 comenzó a trabajar en una agencia de publicidad, la
Walter J. Thomson, donde llegó a ocupar importantes car-
gos, sin por ello dejar de dedicarse a dar conferencias, char-
las en radio y a publicar artículos y libros sobre temas de psi-
cología hasta 1936. En este periodo su conductismo se
radicalizó, olvidándose de los instintos y cargando al am-
biente y a la educación todo lo que el organismo llevaba a
cabo, como una máquina movida por reflejos condiciona-
dos. Sus polémicas y exageradas manifestaciones de esta
época –por ejemplo sobre la educación de los niños, y la uto-
pía social conductista– llevaron a que muchos psicólogos re-
accionaran en contra de sus ideas.

277
Watson, J. & Rayner, R., «Condicioned Emotional Reactions»,
Journal of Experimental Psychology, pp. 1-14. Ver la sección «Artículos
en Internet».

475
Alberto Relancio Menéndez

Respecto al pobre Albert, parece que debió seguir tenien-


do miedo a las ratas de por vida, más por mala suerte que
por métodos efectivos para quitárselo, pues el propio Watson
supervisó un caso similar de miedo a ratas, conejos, ranas, y
otros animales, de un niño llamado Peter, de tres años, que
llevó a cabo una amiga de Rosalie, Mary C. Jones, en 1923.
Estos miedos que el niño había adquirido en su primera in-
fancia fueron remitiendo poco a poco, gracias a lo que se
puede considerar uno de los primeros casos experimentales
documentados de lo que llegaría a ser la terapia de conduc-
ta, con métodos de desensibilización sistemática desarrolla-
dos en los años cincuenta.
En los años veinte, y dentro de una gran heterogenei-
dad, hubo varios psicólogos conductistas que siguieron la
estela de Watson –pero los principios del primer Watson, no
los de su segunda época–, como, por ejemplo, Karl Lashley,
que desarrolló un conductismo neurofisiológico, y que, en
un principio, como colaborador de Watson, estuvo más cer-
ca de sus ideas, de las que se fue alejando cada vez más,
criticando muchos supuestos conductistas. Otros psicólogos
en esta línea fueron Albert Paul Weiss, que intentó un con-
ductismo biosocial, que aunaba un reduccionismo fisiológi-
co de las conductas, con la influencia de la sociedad y la
cultura en el organismo humano; y Walter Samuel Hunter,
que propuso una Antroponomía conductista tomando como
modelo la psicología animal, pero que resultó poco original.
Hubo otros como Dashiell o Kantor, que también propaga-
ron concepciones conductistas, además, claro está, de los
reformadores de las bases conductistas, es decir, del movi-
miento llamado neoconductista, que cristalizaría en los
años treinta.

476
Alberto Relancio Menéndez

11. ORIGEN Y DESARROLLO DE LA PSICOLOGÍA DE LA GESTALT

Mientras en Estados Unidos se ponía en marcha el conduc-


tismo, y un año antes de que Watson hiciera público su Mani-
fiesto, se presentaba en Alemania una nueva escuela de psicolo-
gía llamada Gestaltpsichologie o Psicología de la Forma. Lo de
su novedad era relativo pues antes de la llamada Escuela Ges-
taltista de Berlín ya hacía veinte años que los principios de la
Gestalt se habían puesto en marcha promovidos por la escuela
de la Psicología del Acto de Franz Brentano.278 Era esta una psi-
cología filosófica trasvasada a los laboratorios psicológicos, y con
la voluntad de oponerse a la psicología alemana de Wundt y sus
discípulos, basada, según Brentano y sus seguidores, en el aná-
lisis de la experiencia en elementos inertes conseguidos median-
te introspección y luego ensamblados mediante asociaciones, a
lo que ellos oponían una experiencia viva y cercana al sentido
común, captada mediante métodos fenomenológicos.

11.1. WERTHEIMER Y EL FENÓMENO PHI

Al igual que pasaba en Norteamérica con la crisis de la


psicología que llevó al conductismo, en los países de habla
alemana europeos se desató a principio del siglo XX otra cri-
sis que tenía dos componentes imbricados: la cuestión insti-
tucional y la cuestión teórica. La primera remitía a la estra-
tegia de Wundt de que los psicólogos debían ocupar –como
hizo él mismo– las cátedras de filosofía, de gran prestigio
académico y social, y no reivindicar cátedras propias de psi-
cología, pues esta ciencia estaba en sus comienzos y no esta-
ba aún consolidada. Pero este asunto, visto desde los filóso-
fos, cada vez más se tomó como una invasión de los nuevos

278
Brentano, F.: «La Psicología desde el punto de vista empírico»
(1874), en Gondra, J. M., op. cit., 1990, pp. 67-85.

477
Alberto Relancio Menéndez

psicólogos experimentales en las cátedras de filosofía, y por


eso llegó a estallar un revuelta en 1913, después de años de
tensiones, en que 107 filósofos, comandados por Edmund
Husserl y Paul Natorp, pedían en un documento a los minis-
terios de educación y universidades alemanas que crearan cá-
tedras específicas para los psicólogos, y que estos dejaran de
ocupar las de filosofía. La vertiente teórica conllevaba que la
nueva psicología experimental pretendía hacer las veces de
una disciplina base de la filosofía en la medida en que pre-
tendía explicar los fundamentos del conocimiento humano, es
decir, ser una epistemología basada en el método experimen-
tal, que explicara experiencias humanas como la percepción,
el aprendizaje, los sentimientos o la voluntad. Pero esto, a jui-
cio de los filósofos, no sólo no se había conseguido sino que sus
experimentos de laboratorio habían simplificado, deformado
y llevado a un reduccionismo inaceptable las experiencias re-
ales tales como las vive el ser humano, en sus procesos de co-
nocimiento y de relación con su mundo entorno.
Por eso Max Wertheimer pretendía construir no sólo una
psicología de la Gestalt sino una teoría epistemológica gene-
ral, válida para otras ciencias, que se basara en la idea de to-
talidades reales (Gestalten) y sus relaciones internas, es de-
cir, una especie de estructuralismo de la experiencia humana
en su funcionamiento real, que no fuera un reduccionismo
abstracto e irreal de laboratorio, basado en la introspección
y el asociacionismo. Pero esta teoría general tenía que partir
del campo de la psicología, y en particular de los tan discu-
tidos y mal explicados fenómenos perceptivos, que era don-
de se podía pisar terreno firme y tener datos científicamente
relevantes. Y eso fue lo que Wertheimer llevó adelante con sus
experimentos sobre el fenómeno phi o movimiento aparente,
y sus estudios sobre los números en culturas primitivas, que
se publicaron en sendos artículos de 1912, fecha fundacional
de la Psicología de la Gestalt de la Escuela de Berlín.

478
Alberto Relancio Menéndez

En su poco conocido artículo «El pensamiento de los


pueblos primitivos: números y formaciones numéricas»,279
argumentaba que el pensamiento primitivo no era, como el
civilizado, tan abstracto, sino que para estos pueblos los nú-
meros estaban vinculados a las distintas formas especiales de
los objetos, percibidas globalmente. Sobre su otro artículo, su
famoso trabajo «Estudio experimental sobre la visión del
movimiento»280 diremos algo a continuación.
El tema de la sensación y la percepción era uno de los te-
mas básicos de la psicología, e incluso de la propia fisiología, y
había habido muchas controversias para explicar cómo fun-
cionaba nuestro sistema sensorial y nuestra capacidad de per-
cibir. El asociacionismo de Wundt ya había sido criticado des-
de distintos frentes –por ejemplo, el pensamiento sin imágenes
de Wurburgo, como hemos visto– y fenómenos como las ilu-
siones ópticas que se fueron planteando a lo largo del siglo XIX,
eran difíciles de explicar. En particular las ilusiones de movi-
miento aparente suscitaron todo tipo de teorías explicativas –
desde sensaciones cinestésicas, construcciones mentales o ca-
pacidades sensoriales especiales– y ponían en jaque a la
psicología de la percepción. Por eso, Wertheimer usó como pie-
dra de toque de su teoría gestáltica el llamado fenómeno phi,
donde se produce un fenómeno de movimiento aparente sin
desplazamiento real de los objetos, iluminando diferentes estí-
mulos próximos de forma secuencial a una velocidad adecua-
da –con un intervalo de unos 150 milisegundos entre las rayas
luminosas–, percibiendo así una trayectoria (una totalidad o
Gestalt) de movimiento aparente de una luz.
279
Wertheimer, M.: «El pensamiento de los pueblos primitivos:
números y formaciones numéricas» (1912), en Gondra, J. M., op. cit.,
1990, pp. 371-398.
280
Wertheimer, M.: «Experimentelle Studien über das Sehen von
Bewegung», en Zeitschrift für Psychologie. Band 61, 1912, S. 161–265.
[Versión inglesa en T. Shipley (Hrsg.): Classics in Psychology.
Philosophical Library, New York 1961].
479
Alberto Relancio Menéndez

11.2. LA INFLUENCIA DE CARL STUMPF Y FRANZ BRENTANO

Hubo varias escuelas de psicología de habla alemana a fi-


nales del siglo XIX y principios del siglo XX que no comulga-
ban con la nueva psicología experimental llevada adelante
por Wundt y otros psicólogos, entre ellas la de Dilthey y su
psicología comprensiva y también la de Franz Brentano y su
psicología del acto. Esta última tiene especial relevancia por-
que fue, probablemente, la única que partiendo de una psi-
cología filosófica tuvo un verdadero trasvase hacia la psico-
logía experimental, si bien con otro concepto distinto de
experiencia y experimento.
Un discípulo de Brentano, Carl Stumpf fue el que trató de
experimentar y conseguir datos fiables en psicología cuando
estaba al frente del Instituto Psicológico de Berlín, por don-
de pasó como alumno Max Wertheimer, y donde realizaron
sus tesis doctorales, bajo la dirección de Stumpf, tanto Wolf-
gang Köhler como Kurt Koffka, es decir, los tres psicólogos
más importantes de lo que llegaría a ser la Escuela de Berlín
de la Psicología de la Gestalt. La primera de estas tesis fue
sobre el sentido del oído y la de Koffka sobre el sentido del
ritmo, en la que se demostraba la existencia de formas acús-
ticas similares a las formas visuales. Las dos tesis se presen-
taron en 1909 y, al año siguiente en Frankfurt, Wertheimer
utilizaba a ambos psicólogos como sujetos experimentales en
sus observaciones sobre el fenómeno phi, que en un marco
fenomenológico derivado de la psicología del acto, daría lu-
gar a una nueva escuela en Psicología.
Aunque es cierta la novedad del enfoque y sus principios
estructurales, no sería justo no traer a colación que ya desde
1890, y bajo el influjo del físico y filósofo Ernst Mach y su li-
bro Análisis de las sensaciones (1886), Christian von Ehren-
felds había ya hablado por primera vez de cualidades ges-
tálticas en un contexto perceptivo. Este era discípulo de
Brentano e hizo su tesis con Meinong, el líder de la escuela de

480
Alberto Relancio Menéndez

Psicología del Acto austriaca. Ya en un artículo de Ehrenfelds


se decía que estas cualidades no eran un simple suma de sen-
saciones sino que eran suprasumativas (es decir, que el todo
era más que la suma de sus partes) y que no eran ni simples
sensaciones ni juicios, sino una creación mental dependiente
de la experiencia del sujeto y de la organización de las pro-
pias sensaciones físicamente. Meinong pensaba que había
ciertos procesos mentales internos que las producían y esto
fue llevado al laboratorio por Vittorio Benussi, que realizó ex-
perimentos muy similares a los de la Escuela de Berlín, pero
con explicaciones distintas, de ahí que Koffka criticara sus in-
terpretaciones.

11.3. EL DESARROLLO DE LA PSICOLOGÍA DE LA GESTALT


EN LA DÉCADA DE 1920

Durante la I Guerra Mundial tanto Wertheimer como


Koffka estuvieron colaborando con el ejército en la detección
de señales acústicas, mientras Köhler quedaba atrapado por
la guerra en Tenerife donde, por recomendación de Stumpf,
había ido a realizar investigaciones con primates en el Cen-
tro de Antropoides de la Academia Prusiana de Ciencias del
Puerto de la Cruz.
Centrándonos en los fructíferos años de Köhler en Teneri-
fe (1914-1920), cuyos detalles ya hemos expuesto en otro lu-
gar,281 éste realizó dos tipos de experimentos: las experiencias
sobre percepción con pollos y gallinas, y aquellos sobre reso-
lución de problemas e inteligencia con chimpancés. Los pri-
meros se centraban en fenómenos de aprendizaje basados en
281
Véase Relancio, Alberto, «La inteligencia de los simios y el Puerto
de la Cruz», en El descubrimiento científico de las Islas Canarias, edición
de Oliver Frade, J. M. y Relancio, A., Fundación Canaria Orotava de
Historia de la Ciencia, pp. 283-291.

481
Alberto Relancio Menéndez

las Getalten perceptivas, es decir, en las relaciones constantes


entre diferentes estímulos que mantenían, por ejemplo, su re-
lación «ser más oscuro que», independientemente de si los es-
tímulos concretos cambiaban. Esto tiraba abajo la explicación
asociacionista en el ámbito perceptivo. Algo parecido hizo Köh-
ler con su explicación de la resolución de problemas por parte
de los chimpancés aludiendo a reestructuraciones del campo
perceptivo del animal, que captando la situación como una to-
talidad, resolvía de forma súbita el problema de alcanzar un
plátano apilando cajas desperdigadas por la jaula o enchufan-
do cañas sueltas desperdigadas a su alrededor para crear una
herramienta útil que le permitiera alcanzar la comida.282
Los experimentos de resolución de problemas con chimpancés
eran una alternativa a la propuesta de Thorndike de aprendizaje
por ensayo y error, que no consideraba a sus gatos como inteli-
gentes. Köhler concluyó que los chimpancés sí lo eran, y que era
una inteligencia como la de los humanos pero menos desarrolla-
da al carecer de lenguaje y de una memoria de largo alcance tem-
poral. Pero su teoría del insight o «comprensión súbita» del pro-
blema, que permitía luego solucionarlo de forma fluida y directa,
desafiaría durante mucho tiempo a los conductistas y neocon-
ductistas, con sus hábitos y aprendizajes por condicionamiento.
Los trabajos de Tenerife permitieron a Köhler dirigir el Insti-
tuto de Psicología de Berlín desde 1922, el centro más importan-
te en Alemania en ese momento en este ámbito, donde se llevaron
a cabo multitud de desarrollos experimentales en Psicología de la
Gestalt por parte de varios colaboradores. Se podrían citar traba-
jos sobre pensamiento productivo (el propio Wertheimer), des-
arrollo infantil, memoria y voluntad (Lewin), movimiento indu-
cido (Duncker), razonamiento en animales y humanos (Maier), la
Gestalt en el arte y el cine (Rudolf Arnheim).

282
Köhler, W.: Experimentos sobre la inteligencia de los chimpancés,
(trad. de Juan Carlos Gómez), Debate, Madrid, 1989.

482
Alberto Relancio Menéndez

Max Wertheimer, que entonces estaba en el Instituto, había


ya fundado el órgano de expresión de la Escuela, la revista
Psychologische Forschung, en 1921, y sistematizado las conoci-
dísimas leyes de la percepción (proximidad, semejanza, cierre,
pregnancia, etc.) en dos artículos titulados «Untersuchungen
zur Lehre von der Gestalt», I y II, en su revista, en los años 1922
y 1923.Wertheimer también se ocupó en esa época de realizar
estudios sobre el pensamiento productivo, es decir, el pensa-
miento creativo que no es una mera reproducción de otros pre-
vios. Para ello decidió centrarse en la forma en que se resolvían
demostraciones geométricas o problemas aritméticos, y en cómo
se llegaba a descubrir una ley como la de la inercia en Galileo o
a elaborar la teoría de la relatividad de Einstein. Y llegó a con-
clusiones que afirmaban que el pensamiento productivo siempre
tenía una dirección y propósito claro, nunca era al azar, y que
involucraba operaciones gestálticas como la comprensión de los
requisitos estructurales del problema o la transformación de su
estructura en otra más perfecta, además de otras características.
Un colaborador, Karl Duncker, llevó estas ideas de Wertheimer
al laboratorio experimental y su trabajo sobre resolución de pro-
blemas fue de lo poco que se llevó a cabo en esta época sobre el
tema, siendo un claro precedente de la psicología cognitiva.
Kurt Koffka, por su parte, aparte de realizar un libro sobre
psicología evolutiva (1921) escribió el primer artículo de pre-
sentación de la Escuela de la Gestalt para los estadounidenses,
«Perception. An introduction to the Gestalt-theorie»,283 en 1922.
Koffka estuvo como profesor visitante en el curso 1924-1925 en
EE.UU. y se marchó de forma definitiva a ese país, como pro-
fesor de una universidad de mujeres en Winsconsin, en
1927.Entretanto se había hecho la traducción al inglés del céle-
bre libro de Köhler The Mentality of Apes (1924–1925).284
283
Koffka, Kurt: «Perception: An introduction to the Gestalt-theorie»,
Psychological Bulletin, 19, 1922, pp. 531-585 (ver «Artículos en Internet»).
284
La edición inglesa de 1976 se puede todavía encontrar en libre-
rías como Amazon.
483
Alberto Relancio Menéndez

11.4. EL OCASO DE LA TEORÍA DE LA GELTALT EN EE.UU.

Como hemos visto, Kurt Koffka se había trasladado a los


Estados Unidos ya en 1927, pues su posición universitaria en
Alemania era bastante marginal, y fue dentro de la Escuela de
la Gestalt quien más hizo por divulgar sus ideas entre los psi-
cólogos americanos, y tuvo cierta influencia en algunos (como
es el caso de Tolman). Quizá su mejor libro, de los varios que
escribió sobre la psicología gestáltica sean sus Principios de
Psicología de la Forma de 1935.285 Pero también en su país de
acogida estaba en una universidad marginal, y su influencia
fue limitada, además de que murió muy pronto, en 1940.
La suerte de Wertheimer en Alemania fue peor, pues
cuando los nazis llegaron al poder en 1933, y, dado que éste
era judío, fue perseguido y expulsado de su cátedra, viéndo-
se obligado a emigrar a Estados Unidos, donde dio clase en
la Nueva Escuela de Investigación Social de Nueva York, que
había sido montada por los miembros de la llamada Escue-
la de Frankfurt, pensadores marxistas con los que este man-
tenía buenas relaciones, y que, como tantos alemanes en es-
ta época, tuvieron que emigrar de su país. Wertheimer no
llegó a publicar ningún libro en vida –aunque sí varios artí-
culos importantes como hemos ido viendo– y murió en 1943.
Köhler, que no era judío, sí protestó contra la expulsión de
profesores judíos e, indirectamente, acabaron forzando su di-
misión en 1934, viéndose forzado a emigrar al año siguiente.
Siguiendo los pasos de sus colegas, acabó en una pequeña uni-
versidad de Pensilvania, donde tuvo una larga trayectoria aca-
démica hasta los años sesenta. Su influencia fue más bien mo-
desta entre los psicólogos americanos a pesar de escribir varios
libros y ser nombrado en 1959 presidente de la Asociación
Americana de Psicólogos. Durante esos años los neoconductis-
mos eran la voz cantante en el país americano.
285 Koffka, K.: Principios de Psicología de la Forma, Paidós, Buenos
Aires, 1973 (2ª ed.).

484
Alberto Relancio Menéndez

12. PANORAMA ANTES DE LA II GUERRA MUNDIAL

En líneas generales, se podría afirmar que la psicología


durante los años veinte y treinta se fue convirtiendo cada
vez más y más en un ciencia americana, hegemonía que
ya no volvería a perder. La gran corriente gestaltista ale-
mana chocó con la llegada de los nazis al poder y se vio
truncada y maltrecha debido a la forzosa emigración, y la
Escuela de hecho se disgregó como tal. Aunque nuestra
exposición ha venido trazando dos líneas de desarrollo,
una ligada al conductismo en América, y otra, ligada a la
Gestalt, en Europa, las cosas fueron mucho más comple-
jas, y la percepción que se tenía desde dentro de la situa-
ción de la psicología en las décadas de los años veinte y
treinta era que existía una maraña de corrientes psicológi-
cas de difícil unificación. Un texto de 1935 de uno de los
futuros líderes de la psicología americana, Clark Hull, es
muy elocuente:

Una de las cosas más sorprendentes del presente estado de la


teoría del aprendizaje, y de la teoría psicológica en general, es
el amplio desacuerdo entre los psicólogos individuales. Quizás
la manifestación singular más impactante de la extensión de
este desacuerdo está contenida en Psicologías de 1925 y
Psicologías de 1930 [se refiere a dos libros editados por
Murchison en esas fechas]. En esas obras encontramos defen-
diéndose ellas mismas seriamente contra un mundo de enemi-
gos, una psicología hórmica, una psicología del acto, una psi-
cología funcional, una psicología estructural, una psicología
de la Gestalt, una psicología reflexológica, una psicología con-
ductista, una psicología respondiente, una psicología dinámi-
ca, una psicología factorial, una psicología psicoanalítica, y

485
Alberto Relancio Menéndez

una psicología del materialismo dialéctico –al menos una


docena.286

Y Hull se refiere en el texto a escuelas y tendencias de la


psicología teórica, sin entrar en la llamada psicología aplica-
da –como la psicología educativa, de la industria, jurídica, de
la publicidad, clínica–, que por entonces ya tenía sus propias
asociaciones profesionales independientes287 y que entraría
en conflicto con los psicólogos teóricos e investigadores den-
tro de la Asociación de Psicólogos Americana, reclamando sus
propios derechos. Aunque será después de la guerra cuando
haya un boom de la psicología aplicada, sobre todo, a través
de la expansión tremenda de la psicología clínica, hasta en-
tonces mantenida a raya por los psiquiatras.

286
Hull, C., «The Conflicting Psychologies of Learning. A way
out», Psychological Review, 42, 1935, 491-516. La diversidad de
escuelas y enfoques en psicología, como dice Hull en el artículo, mina-
ba la credibilidad y la cientificidad de la disciplina, y por eso este pro-
pone una salida, que será su particular neoconductismo basado en una
compleja teoría hipotético-deductiva que triunfará en EE. UU. en los
años cuarenta. Además de corrientes o escuelas psicológicas que hemos
citado más arriba Hull cita también teorías concretas como la de
MacDougall –su psicología hórmica–, la psicología dinámica del fun-
cionalista Woodworth, la escuela factorialista de medición de la inteli-
gencia basada en Spearman pero desarrollada en EE.UU. por Louis L.
Thurstone y otros, o la psicología rusa encarnada en personajes como
Konstantin N. Kornilov o Lev S. Vigotsky. Y eso que Hull no cita psicó-
logos de campos más específicos como la teoría evolutiva del desarro-
llo de la inteligencia de Piaget (aún no divulgada en EE.UU.), la psi-
cología social, o las variantes del psicoanálisis, la reflexología o el propio
conductismo.
287
En 1927 ya se había creado la Sociedad Internacional de
Psicología Aplicada y en 1937 la Sociedad Americana de Psicología
Aplicada.

486
Alberto Relancio Menéndez

Si bien es cierto que en Estados Unidos el conductismo


acabó por ser la corriente dominante, en los años veinte ya
hemos visto que había muchos grupos de conductistas con
sus propios teorías –conductismo relacional de Harvard, con-
ductismo biosocial, conductismo fisiológico, conductismo so-
cial (Mead), conductismo ecléctico, o incluso un conductis-
mo filosófico (Bawden)–, además del conductismo radical de
la segunda época de Watson. Y este estado de cosas acabó
por dar lugar a las denominadas teorías neoconductistas des-
arrolladas desde los años treinta, cuyos máximos represen-
tantes fueron Edward C. Tolman, Clark L. Hull y Burrhus F.
Skinner, que aunque tenían en común su focalización en la
teoría del aprendizaje, su objetivismo conductual o su énfa-
sis en el papel del organismo, cada una entendía a su mane-
ra de qué tipo de conductas se trataba, que papel desempe-
ñaba la teoría en su concepción de la disciplina, cómo era
considero el organismo, y otras tantas divergencias, más allá
de entender que la psicología era una ciencia natural ocupa-
da en predecir y controlar conductas animales y humanas.
En el caso de Europa ya hemos visto que en los años vein-
te la Escuela de la Gestalt tiene su auge y su asentamiento
institucional, aunque existían otros laboratorios en Alemania,
y desde luego fuera de ella, que seguían haciendo psicología
siguiendo otras orientaciones menos novedosas. Sin embargo,
lo que va a provocar una revolución en psicología en estas pri-
meras décadas de siglo es el nacimiento y desarrollo del psi-
coanálisis de Sigmund Freud –y de sus primeros disidentes,
como fueron Adler y Jung–. Ciertamente el psicoanálisis nun-
ca llegó a entrar en los ámbitos académicos de la psicología
experimental, y su influjo se movió principalmente a través de
los médicos. Pero Freud tuvo la capacidad de crear toda una
red institucional a lo largo de Europa y fuera de ella, multi-
plicando las sociedades psicoanalíticas y llevando a cabo sus
propios congresos (la Sociedad Psicoanalítica Internacional

487
Alberto Relancio Menéndez

organizó quince congresos desde 1908 hasta 1938). En Es-


tados Unidos, después de la visita de Freud de 1909, se creó
un Sociedad Psicoanalítica Americana en 1911, y en los años
veinte su influencia fue subiendo, amplificándose en la déca-
da siguiente debido al exilio de muchos psicoanalistas ale-
manes y de otras nacionalidades debido al surgimiento del
nacionalsocialismo y, luego, a la guerra.
A pesar de no entrar por los cauces universitarios, no
hay que desdeñar las influencias que tuvo el psicoanálisis
en los psicólogos experimentales (como hemos visto en el
caso de Watson), sobre todo, en el campo de las emociones,
motivaciones, sexualidad, y, en general, en la teoría de la
personalidad. No obstante, la distancia con la psicología
experimental fue notoria, como se puede ver en paladines
de esta tradición como la famosa Historia de la Psicología
Experimental de Edwin G. Boring, discípulo de Titchener,
que en su edición de 1929 ni siquiera trata el psicoanálisis,
algo que rectifica en su segunda edición de 1950, donde di-
ce lo siguiente: «Lo que el psicoanálisis haya hecho por la
psicología experimental, cuando esto se convierta en histo-
ria, es otro asunto. Podemos decir, sin que con esto dejemos
de apreciar su contribución, que ha sido precientífico. Le
han faltado experimentos y no ha desarrollado una técnica
de control288». Un historiador actual de la psicología, Tho-
mas Leahey, afirma en una de las últimas ediciones de su
Historia de la Psicología que «Freud no pretendió construir
una psicología experimental del inconsciente y tampoco
acogió con agrado los intentos de verificar experimental-
mente sus ideas».289

288
Boring. E. G., Historia de la Psicología Experimental, Trillas,
1980. p. 734.
289
Leahey, T., Historia de la Psicología, 2004, 6ªed., p. 247.

488
Alberto Relancio Menéndez

Sobre este último punto, se suele citar una carta de Freud


a Rosenzweig (del 28 de febrero de 1934) donde el primero
afirma:

He examinado con interés sus estudios experimentales dirigidos a


la verificación de proposiciones psicoanalíticas. No pienso que
tengan mucho valor tales confirmaciones porque la abundancia
de observaciones fiables sobre las que esas proposiciones se apo-
yan las hace independientes de la verificación experimental.290

No obstante, en los años cuarenta, se continuaron por


parte del grupo de Hull los experimentos sobre conceptos
psicoanalíticos, en un intento por traducir los contenidos de
la teoría freudiana a conceptos de la psicología experimental,
pero los resultados fueron infructuosos. Por otra parte, con-
viene recordar que antes de la II Guerra Mundial la única
psicoterapia que existía era la derivada del Psicoanálisis,
aunque entendida más desde un enfoque médico que clíni-
co-psicológico.

13. PANORAMA DESPUÉS DE LA II GUERRA MUNDIAL

En un esbozo telegráfico, en un periodo que ya se nos sa-


le totalmente de nuestro prefijado marco temporal, sólo
apuntar algunas ideas. En principio, recordar que después
de varias décadas de hegemonía del conductismo, cuyo últi-
mo gran representante fue Skinner, esta corriente entra en
crisis, y va pasando a un segundo plano. Una serie de des-
arrollos científico-tecnológicos de los años cuarenta y cin-
cuenta –la cibernética de Wiener, la Teoría de la Información

290
Citado por Leahey, T., ibídem, p. 246.

489
Alberto Relancio Menéndez

de Shannon, las analogías entre sistema nervioso y circuitos


eléctricos de McCulloch, la obra de Shannon y Newell y los des-
arrollos en lenguajes de programación e inteligencia artificial,
etc. – llevaron a que entre 1956 y 1960 se fuera creando una
nueva corriente psicológica denominada «Psicología cognitiva».
La nueva psicología se fue consolidando en los años se-
senta y acabó siendo el enfoque predominante en los años
setenta, basándose en la analogía entre los nuevos compu-
tadores y los nuevos conocimientos sobre el sistema nervio-
so, el llamado procesamiento de información humana. Se
volvía de nuevo a estudiar los procesos cognitivos, y a utili-
zar la base de la fisiología humana, y se proponían modelos
para dar cuenta de la percepción, la atención, la memoria,
los sistemas conceptuales del pensamiento o la resolución de
problemas. Con esto empezaba una nueva época en la psi-
cología después del reduccionismo conductista que había
dejado entre paréntesis los procesos psicológicos internos del
sujeto y su base fisiológica.
Estos modelos cognitivos se revisarían en los años ochen-
ta, pues resultaban demasiado simplificados y rígidos, y se
irían integrando en la década de la mente de los años no-
venta en el paradigma de las Ciencias Cognitivas, cuya base
ha sido la revolución en los sistemas tecnológicos para obte-
ner representaciones e imágenes del cerebro y su funciona-
miento. Esto ha sido una revolución que apoyada en los nue-
vos conocimientos de nuestro sistema nervioso ha permitido
avances sustanciales en asuntos hasta entonces inasibles co-
mo el estudio experimental de las emociones humanas, en un
contexto evolucionista catapultado por los estudios paleonto-
lógicos, etológicos y genéticos de nuestro pasado ancestral (y
que ha provocado un intenso revival del debate sobre la evo-
lución humana).
Pero lo que ha cambiado la imagen de la psicología para
el conjunto de la población no ha sido el desarrollo teórico y

490
Alberto Relancio Menéndez

experimental, sino la explosión de la psicología aplicada, co-


mandada por la psicología clínica. La Segunda Guerra Mun-
dial consiguió que en EE.UU., centro ya de la psicología
mundial, miles de psicólogos clínicos fueran reclamados para
atender en hospitales y diversos tipos de centros psiquiátrico–
psicológicos a los estimados 44.000 casos de enfermos men-
tales arrojados por la guerra a las orillas de una sociedad que
no sabía cómo tratarlos e integrarlos de nuevo en su seno. Pa-
ralelamente, comenzaron a surgir nuevos tipos de psicotera-
pias que ya no estaban enmarcadas en el Psicoanálisis (aun-
que hubieran recibido su influencia), y que incluso eran un
desafío a la, para muchos, absurda dicotomía entre la teoría
freudiana y el conductismo. De ahí que se habló de la deno-
minada tercera vía que, en parte, se aglutinó en la Psicología
Humanista, institucionalizada en los años sesenta –pero ya
practicada después de la Guerra e incluso antes, por ejemplo,
en la psicoterapia centrada en el cliente de Carl R. Rogers o
en la terapia racional-emotiva de Albert Ellis– y cuya cabeza
visible sería Abraham Maslow.
Maslow y sus colegas abogaban por una psicología cen-
trada en los seres humanos (no en estudios sobre ratas u
otros animales extrapolados a los humanos), personalizada,
que defendiera la dignidad humana y potenciara la creativi-
dad, el crecimiento espiritual, y estuviera basada en las mo-
tivaciones humanas, que no eran algo mecánico, puesto que
existía una libertad de elección real. Había que fomentar la
creatividad y la autorrealización como un proceso personal
del ser humano. Maslow se basaba en la teoría de la perso-
nalidad de la Gestalt (Goldstein) y en algunos neofreudianos
alejados del determinismo de la teoría psicoanalítica. Su te-
oría dinámica y holista de la persona, basada en su famosa
jerarquía de las necesidades (fisiológicas, de seguridad, de
pertenencia y amor, de estima y de autorrealización, o plena
realización de los talentos y capacidades personales) hizo

491
Alberto Relancio Menéndez

época. En los años sesenta confluyó con el movimiento hip-


pie, la apertura hacia la religiosidad oriental, hacia los esta-
dos alterados de conciencia, y demás asuntos que llevaron a
la psicología transpersonal. Como es lógico todo este huma-
nismo y personalización fue una corriente novedosa en la
psicología pero que estaba muy lejos de la experimentación,
las teorías basadas en hechos científicos y el mundo acadé-
mico, el cual dejó fuera al movimiento humanista y a mu-
chas de las psicoterapias que rayaban con la mística, la filo-
sofía oriental o la pseudociencia disparatada (un ejemplo
podrían ser las basadas en las ideas de Wilhelm Reich y su
energía orgónica).
La proliferación en las siguientes décadas de las psicotera-
pias llevó a contabilizar más de doscientos cuarenta tipos dife-
rentes de las mismas, si bien a finales del siglo pasado la ten-
dencia predominante era ya la cognitivo-conductual, –una
mezcla de las terapias de conducta neoconductistas con enfo-
ques cognitivos–, dejando relegados a los enfoques psicoanalí-
ticos (los freudianos ortodoxos y los múltiples neofreudianos)
a menos de un 20% ya desde los años setenta, si bien hoy en
día los psicoterapeutas son casi todos eclécticos. Lo que sí es
un hecho es que la psicología académica universitaria es mi-
noritaria en las últimas décadas y que los psicólogos aplicados,
en concreto los psicoterapeutas, han venido reclamando –y
poco a poco han ido consiguiendo– un nuevo perfil profesional,
independiente incluso de los propios psicólogos de carrera.
Desde 1969 ya existen escuelas profesionales de psicología en
EE. UU. al margen de las universidades, y, a finales de los
ochenta los psicólogos universitarios e investigadores abando-
naron la APA, la American Psychological Association –cuyo po-
der de organización y decisión estaba ya en manos de los psi-
cólogos aplicados– y crearon su propia organización, la APS (la
Sociedad Americana de Psicología). En Europa, –y en particu-
lar en España– el desarrollo ha sido similar, pero con muchos

492
Alberto Relancio Menéndez

matices según los distintos países; pues, por ejemplo, en


nuestro país el afianzamiento institucional de la psicología
académica ha sido muy reciente y, sin embargo, el acelera-
miento de la psicología aplicada ha sido tremendo.
Lo que se podría preguntar es si estos psicólogos aplica-
dos (psicoterapeutas, pero también psicólogos educativos en
los centros de enseñanza, o de selección de personal en la in-
dustria, etc.), tiene detrás unas consistentes teorías sobre los
seres humanos o pruebas experimentales que validen sus
prácticas clínicas, educativas, industriales o de cualquier otra
rama práctica. Pero sobre este divorcio entre los psicólogos
teóricos y experimentadores, y los psicólogos aplicados pro-
fesionales, no podemos entrar aquí.
Lo que sí parece claro es que el mercado psicológico, ya
muy expansivo y exitoso en las últimas décadas, se ha po-
tenciado aún más en los últimos quinces años con los miles
de libros y videos de autoayuda, que ya no sólo se ocupan de
nuestros problemas psicológicos, sino que, en el contexto de
la corriente de la psicología positiva lanzada desde 1995, nos
dicen cómo debemos vivir y qué tenemos que hacer si que-
remos ser felices. Y es así como, por avatares de esta historia
que hemos ido contando, nos encontramos con que hoy en
día el concepto de felicidad, y su realización práctica en
nuestras vidas, está en manos de esas personas llamadas psi-
cólogos. Habría que preguntarse, de forma parecida al Pla-
tón del Protágoras, si es verdad que la felicidad puede ense-
ñarse, y si es cierto que es algo exclusivamente psicológico.

493
Alberto Relancio Menéndez

BIBLIOGRAFÍA

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495
Alberto Relancio Menéndez

GONZALO DE LA CASA, L.: Introducción a la Psicología.


Una perspectiva histórica, Algaida editores, Sevilla, 1995.
HEIDBREDER, E.: Psicologías del siglo XX, Paidós, Buenos
Aires, 1979.
HULL, C.: Principios de conducta, Debate, Madrid, 1986.
JAMES, W.: Principios de Psicología, F.C.E., México, 1989.
KOFFKA, K.: Principios de Psicología de la Forma, Paidós,
Buenos Aires, 1973.
KÖHLER, W.: Psicología de la Configuración, Morata,
Barcelona, 1967.
―.: Experimentos sobre la inteligencia de los chimpancés,
Debate, Madrid, 1989.
LEAHEY, T.D.: Historia de la Psicología, Pearson/Prentice
Hall, Madrid, 20096.
MOYA SANTOYO, J.: Historia de la Psicología. Esquemas
básicos, PS, Madrid, 1996.
O’NEILL, W. M.: Los orígenes de la Psicología moderna,
Monte Ávila, Caracas, 1975.
PAVLOV, I.: Fisiología y Psicología, Alianza, Madrid, 1982.
―.: Los Reflejos condicionados, Morata, Barcelona, 1997
(2ªed.).
SECHENOV, I.M.: Los Reflejos cerebrales, Fontanella,
Barcelona, 1978.
SANTAMARÍA, C.: Historia de la Psicología. El nacimiento
de una ciencia, Ariel, Barcelona, 2008.
SKINNER, B. F.: La conducta de los organismos, Fontanella,
Barcelona.
TORTOSA, F. y CIVERA, C.: Historia de la Psicología,
McGrawHill, Madrid, 2006.
WATSON, J. B.: El Conductismo, Paidós, Buenos Aires, 1955.
WERTHEIMER, M.: El pensamiento productivo, Paidós,
Barcelona, 1991.

496
Alberto Relancio Menéndez

DVDS:

SÁNCHEZ BALMASEDA, P. et alii: Reflejos condicionados:


el legado de Pavlov, (realizadora Raquel Viejo Montesinos),
UNED, Madrid, 2008.
GONDRA REZOLA, J. Mª.: J. B. Watson: los fundamentos del
conductismo, (realizadora Raquel Viejo Montesinos),
UNED, Madrid, 2006.
―.: Guillermo Wundt. Padre de la psicología científica,
(realizador Pedro Valle Torralbo), UNED, Madrid, 2008.

VIDEOS EN INTERNET

Max Planck Institut for the History of Science:


<http://vlp.mpiwg-berlin.mpg.de/library/data/lit39550>.
Bajo el título genérico Psychologists 1929-1933 incluye
congresos y reuniones científicas de psicólogos en
EE.UU. entre 1929 y 1933, además de imágenes del X
Congreso Internacional de Psicología de 1932 en
Copenhague. Duración: 20,17 minutos.
British Medical Association; Wellcome Trust 2008:
<https://catalogue.wellcome.ac.uk/record=b1667632
~S3>. Documental original ruso (mudo con textos en
inglés) titulado Conditioned Reflexes and Behavior, pro-
ducido por L.N. Voskresenki and y D.S. Fursikov, de 32,5
minutos de duración, sobre Pavlov y los reflejos condi-
cionados en los animales y el ser humano.
Max Planck Institut for the History of Science:
<http://vlp.mpiwg-berlin.mpg.de/library/data/lit39582>.
Cuatro videos de Kurt Lewin, entre ellos el titulado The Child
and the Field Forces, de 11,11 minutos de duración.

497
Alberto Relancio Menéndez

The B.F. Skinner Foundation:


<http://www.bfskinner.org/BFSkinner/Videos.html>.
Se presentan cuatro videos del trabajo de Skinner. Uno
de ellos es de una paloma que, a imitación del Sultán de
Köhler, acaba picoteando una banana después de acercar
una caja a picotazos. Otro es sobre el entrenamiento de
palomas en la II Guerra Mundial para tirar misiles a bar-
cos enemigos.
FernUniversität in Hagen-Institut für Psychologie:
<http://psychologie.fernuni-
hagen.de/lernportal/Verzeichnisse/ Video.html#Affen>.
Videos de W. Köhler con sonido original, de Kurt Lewin,
de Freud, y otros.
YouTube: Thorndike-puzzle box
(duración 2,22 min). Dramatización sobre los experi-
mentos de Thorndike con gatos en cajas problema, en:
<http://www.youtube.com/watch?v=BDujDOLre-8>.
YouTube: John Watson-Pequeño Albert
(subtitulado al español). Duración: 4,06 min. En:
<http://www.youtube.com/watch?v=yvYfq7uEaKw&f
eature=related>.
YouTube: John Watson-Little Albert
(subtitulado al portugués y con sonido original).
Duración: 2,36 min. En:
<http://www.youtube.com/watch?v=Xt0ucxOrPQE&f
eature=related>.

498
Alberto Relancio Menéndez

ARTÍCULOS EN INTERNET
– Selección de documentos pertenecientes a Classics in the
History of Psychology , An internet resource developed
by Christopher D. Green , York University, Toronto,
Ontario.
Binet, Alfred (1905): «New Methods for the Diagnosis of the
Intellectual Level of Subnormals», First published in
L’Année Psychologique, 12, 191-244.
En <http://psychclassics.yorku.ca/Binet/binet1.htm>.
Cattell, J. McK. (1890): «Mental Tests and Measurements».
First published in Mind, 15, 373-381. En <http://psy-
chclassics.yorku.ca/Cattell/mental.htm>.
Dewey, John (1896): «The Reflex Arc Concept in Psychology».
First published in Psychological Review, 3, 357-370.
En: http://psychclassics.yorku.ca/Dewey/reflex.htm>.
Ebbinghaus, Hermann (1885): «Memory: A Contribution to
Experimental Psychology». [Translated by Henry A. Ruger
& Clara E. Bussenius (1913)]. Originally published in New
York by Teachers College, Columbia University.
<http://psychclassics.yorku.ca/Ebbinghaus/index.htm>.
Fechner, Gustav Theodor (1860/1912): «Elements of
Psychophysics», Sections VII and XVI [Translated by
Herbert Sidney Langfeld (1912)].
En <http://psychclassics.yorku.ca/Fechner/>.
Hall, G. Stanley (1885): «The New Psychology». First published
in Andover Review, 3, 120-135, 239-248.
<http://psychclassics.yorku.ca/Hall/newpsych.htm>.
James, William (1904): «Does ‘Consciousness’ Exist?».
First published in Journal of Philosophy, Psychology, and
Scientific Methods, 1, 477-491.
<http://psychclassics.yorku.ca/James/consciousness.htm>.
James, William (1890): «The Principles of Psychology»
(volume 1 &volume 2).
<http://psychclassics.yorku.ca/James/Principles/index.htm>

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Alberto Relancio Menéndez

Koffka, Kurt (1922): «Perception: An introduction to the


Gestalt-theorie».First published in Psychological
Bulletin, 19, 531-585.
<http://psychclassics.yorku.ca/Koffka/Perception/per-
ception.htm>.
Pavlov, Ivan P. (1927): Conditioned Reflexes: an Investigation
of the Physiological Activity of the Cerebral Cortex,
[Translated by G. V. Anrep (1927)].
<http://psychclassics.yorku.ca/Pavlov/>.
Spearman, C. (1904): «General Intelligence. Objectively
Determined and Measured».First published in American
Journal of Psychology 15, 201-293.
<http://psychclassics.yorku.ca/Spearman/>.
Terman, Lewis M. (1916): «The Uses of Intelligence Tests».
First published in The measurement of intelligence (chapter
1). Boston: Houghton Mifflin.
<http://psychclassics.yorku.ca/Terman/terman1.htm>.
Thorndike, Edward L.(1911): Animal Intelligence.
<http://psychclassics.yorku.ca/Thorndike/Animal/>.
Thurstone, L. L. (1934): «The Vectors of Mind». Address of
the president before the American Psychological
Association, Chicago meeting, September, 1933. First
published in Psychological Review, 41, 1-32.
<http://psychclassics.yorku.ca/Thurstone/>.
Titchener, E. B. (1895): «Simple Reactions». First published
in Mind, 4, 74-81
<http://psychclassics.yorku.ca/Titchener/reactions.htm>.
Titchener, E. B. (1898): «The Postulates of a Structural
Psychology». First published in Philosophical Review, 7,
449-465.
<http://psychclassics.yorku.ca/Titchener/structural-
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Watson, John B. (1913): «Psychology as the Behaviorist


Views it». First published in Psychological Review, 20,
158-177.
<http://psychclassics.yorku.ca/Watson/views.htm>.
Watson, John B. (1916): «Behavior and the Concept of Mental
Disease». First published in Journal of Philosophy,
Psychology, and Scientific Methods, 13, 589-597.
<http://psychclassics.yorku.ca/Watson/mental.htm>.
Watson, John B. & Rayner, Rosalie (1920): «Conditioned
Emotional Reactions». First published in Journal of
Experimental Psychology, 3(1), 1-14.
<http://psychclassics.yorku.ca/Watson/emotion.htm>.
Wertheimer, Max (1923): «Laws of Organization in Perceptual
Forms». First published as Untersuchungen zur Lehre von
der Gestalt II, in Psycologische Forschung, 4, 301-350.
[Translation published in Ellis, W. (1938). A source book of
Gestalt psychology (pp. 71-88). London: Routledge &
Kegan Paul.].
<http://psychclassics.yorku.ca/Wertheimer/Forms/form
s.htm>.
Wundt, Wilhelm Max (1897): Outlines of Psychology
[Translated by Charles Hubbard Judd (1897) ].
<http://psychclassics.yorku.ca/Wundt/Outlines/>.
Wundt, Wilhelm (1902): Principles of Physiological
Psychology [Translated by Edward Bradford Titchener
(1904).]
<http://psychclassics.yorku.ca/Wundt/Physio/>
Yerkes, Robert M. & Morgulis, Sergius (1909): «The Method
of Pawlow in Animal Psychology», Harvard University.
First published in The Psychological Bulletin, 6, 257-273.
<http://psychclassics.yorku.ca/Yerkes/pavlov.htm>.

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