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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN


UNIVERSITARIA
UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELA
ESTUDIOS JURIDICOS SECCION 1-1 01 T

ANTROPOLOGIA JURIDICA

Profesor: Alumno:
Maryleen Guatamara Carlos Tovar C.I: V-17.074.521

Caracas, 8 de junio del 2023

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1- Origen de la propiedad desde el punto de vista antropológico
Se cree que el concepto de propiedad es muy antiguo, las sociedades
primitivas solían compartir ciertos derechos de propiedad, como el derecho a cazar o
pescar en un determinado lugar. Aunque existía cierta propiedad personal, como las
armas o los utensilios de cocina, parece ser que la propiedad real era común. La tierra
no empezó a considerarse como 'propiedad privada' de personas hasta después de la
Edad Media. Bajo el sistema feudal, la tierra podía ocuparse pero no se tenía la
propiedad. Esta ocupación implicaba muchas obligaciones. En el sentido moderno de
propiedad, tan sólo los monarcas y la Iglesia poseían la tierra.
El ascenso de la burguesía a finales de la época feudal fue afectando
paulatinamente a la importancia relativa de la propiedad real y personal.
Históricamente, la propiedad personal no tenía importancia en comparación con la
propiedad de la tierra. Por ello, casi no existía una regulación sobre la propiedad,
transmisión y herencia de las propiedades personales. La creciente clase media que
acumulaba riqueza podía transmitirla fácilmente mediante un testamento. Con la
Revolución industrial, el consiguiente abandono de la agricultura y la aparición de
acciones y bonos, la propiedad personal alcanzó la misma importancia que la
propiedad real. La tierra se convirtió en un bien que podía comprarse y venderse,
como cualquier otro bien.

2- La propiedad desde el punto de vista. Concepto, fundamentos y


característica.
La propiedad es un concepto central de derecho civil, en cuanto a
ordenamiento fundamental o nuclear de las personas, por más que su auxilio venga
ahora el derecho constitucional, para integrar la garantía de su efectividad, concepto
de propiedad que por demás se desarrolla primordialmente en las relaciones de las
personas con los bienes y en general, con el ejercicio de su actividad económica a la
que sirve de punto de referencia.
Por esto mismo y por ser un concepto central no se agota en este tipo de
referencia y hay que tomarle en cuenta también respecto de todo tipo de relaciones
patrimoniales, no solo las llamadas jurídico-reales, sino también en las personales o
de obligación, así como en las familiares y en las sucesorias. Lo que tiene pleno
sentido ya que como concepto, no solo ocupa un lugar eminente, junto con la
autonomía privada en el núcleo central de todo el sistema de derecho privado, sino
que como hemos anticipado, aparece, constantemente, irradiándose y proyectándose
sobre cualquier tipo de actividad económica siempre que con respeto a ella se lleve a
cabo una valoración jurídica. Si bien es cierto, por otra parte dada su dimensión e
importancia, el concepto de propiedad influye, como veremos tanto en el derecho

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privado como el derecho público, lo que constituye una expresión elocuente de la
unidad esencial del derecho.
Concepto:
Es el poder directo e inmediato sobre un objeto o bien, por la que se atribuye a
su titular la capacidad de disponer del mismo, sin más limitaciones que las que
imponga la ley. Es el derecho real que implica el ejercicio de las facultades jurídicas
más amplias que el ordenamiento jurídico concede sobre un bien.
El término propiedad proviene del vocablo latino "propietas", derivado, a su
vez de propierum, o sea "lo que pertenece a una persona o es propia de ella, locución
que viene de la raíz prope, que significa cerca con lo que quiera anotar cierta unidad o
adherencias no físicas sino moral de la cosa o de la persona".
FUNDAMENTOS Y CARACTERISTICAS
FUNDAMENTOS:
Según Rouseau, Kant, Fichte. La propiedad se fundamenta en el contrato
social, es decir, la convención de todos los hombres que se imponen el respeto a la
relación hombre-cosa.
Según Montesquieu, Mirabeau, Bentham. La propiedad tiene su fundamento
en la Ley, es decir, sólo la garantía del poder público puede justificar el derecho de
una sola persona sobre una cosa.
Acerca del fundamento del derecho de propiedad han existido (y existen)
diferentes teorías, siendo las principales las siguientes: la de la ocupación, la del
trabajo, la de la ley, y la de la personalidad.
Teoría de la Ocupación: es un modo de adquirir la propiedad de las cosas
que carecen de dueño, y consiste en su aprehensión material unida al ánimo de
adquirir el dominio es decir pasan a ser de otro por el solo hecho de ocuparla. Solo
pueden adquirirse por ocupación las cosas corporales, y se discute si dentro de estas
los bienes inmuebles pueden ser adquiridos por ocupación.
Teoría del Trabajo: afirma que el trabajo es la esencia de la propiedad; ergo
esta deriva del trabajo, como recompensa de este. El hombre transforma la naturaleza
aumentando su utilidad. Por ello, el producto de ese trabajo debe ser para quien lo ha
realizado. En cierta medida, podemos decir que esta teoría es complementada de la
anterior, pues para ella la ocupación no basta para explicar la propiedad aquella solo
confiere posesión que se transforme en propiedad mediante el trabajo.

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Teoría de la Ley: de acuerdo con esta teoría, la propiedad es creación de la
ley. Sólo ella puede constituirla o fundamentarla, disponiendo la renuncia de todos y
otorgando un título de goce a uno sólo afirma que una vez constituida la sociedad y el
poder civil, éste decretó, en interés de todos, la capacidad de cada uno para lograr la
posesión exclusiva de los bienes y fijó las condiciones de esta apropiación,
comenzando a existir desde entonces el derecho de propiedad privada.
Teoría de la Personalidad: adquiere a esta para quien el hombre, por su
naturaleza, tiene en el instinto el derecho, la propiedad, la moralidad. Por ello el
hombre encuentra en si con los hechos de conciencia el querer el derecho, la
propiedad, el Estado y agrega mi voluntad en la propiedad es personal y la
personalidad y la persona es un ser individual de donde la propiedad se hace lo
privativo de esta voluntad. Toda vez que yo por medio de la propiedad doy una
esencia determinada a mi voluntad, importa que la propiedad tenga también ella una
determinación y que sea esta la más. En esto está la más fuerte razón de la necesidad
de la propiedad privada.
CARACTERISTICAS.
• La propiedad es un derecho real; La propiedad es lo primordial y
fundamental de los Derechos Reales, ya que los demás parten de ella. La propiedad es
un derecho autónomo; ya que es oponible (erga omnes) los demás están obligado a
respetar el dominio del propietario.
• La propiedad es un derecho autónomo; ya que es oponible (erga omnes)
los demás están obligado a respetar el dominio del propietario.
• El derecho de propiedad es perpetuo; la propiedad no se extingue, no tiene
limitación temporal, es un derecho perpetuo.
• Es un derecho exclusivo; La propiedad es exclusiva porque solo le concede
al propietario la facultad de usar, gozar y disponer un bien con exclusión de los
demás.
• Es un derecho inviolable; Lo garantiza la Constitución cuando dice que; el
derecho de propiedad es inviolable, el estado la garantiza, se ejerce en armonía del
bien común y dentro de los límites de la ley.
• Es un derecho elástico; La propiedad es pura y se encuentra al margen de
toda carga o gravamen, sin alterarse su unidad esencial. Es un derecho autónomo; No
depende de ningún otro derecho, es un derecho principal e independiente.
• Es un derecho autónomo; No depende de ningún otro derecho, es un
derecho principal e independiente.

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CONTENIDO Y EXTENSIVO DEL DERECHO DE PROPIEDAD.
La propiedad es el derecho de usar, gozar y disponer de una cosa de manera
exclusiva, con las restricciones y obligaciones establecidas por la Ley. La propiedad
es lo primordial y fundamental en los derechos reales, puesto que los demás parten de
ella.
Aunque la propiedad en Venezuela no es un derecho absoluto, puede decirse
que es un derecho perpetuo, pues no tiene limitaciones temporales y es inviolable
puesto que la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en el Art. 115
garantiza el derecho a propiedad, pues toda persona tiene derecho al uso y goce,
disfrute y disposición de sus bienes.
Las palabras “usar”, “gozar” y “disponer” se corresponden con las tres
facultades relativas a la propiedad en el Derecho Romano usus, fructus, abusus. Estos
elementos configuran la exclusividad de la propiedad, pues únicamente el propietario
tiene la facultad de usar, gozar y disponer de un bien con exclusión de los demás.
El derecho de uso, consagrado en el Código Civil, faculta al propietario para
emplear directamente la cosa con el propósito de satisfacer sus necesidades
personales. Mientras, el derecho al goce es la facultad de percibir los frutos y
productos generados por esa cosa y el disponer no es otra cosa que el derecho del
propietario a decidir el destino de su cosa. (Antela, 1999).
Las facultades del derecho de propiedad se dividen en facultades jurídicas
(libre disposición y exclusión) y materiales (de libre aprovechamiento). Estas
facultades, junto con la extensión del derecho, integran el contenido del derecho de
propiedad, aunque no su concepto.
La propiedad tiene un contenido positivo y otro negativo. En sentido positivo
permitirá obtener a su titular el aprovechamiento natural de los rendimientos que
corresponden a su naturaleza y, de igual modo, otorgará la facultad de realizar los
actos jurídicos de disposición del derecho. En sentido negativo, el propietario tiene el
derecho a excluir a los demás a fin de evitar que interfieran o impidan su uso, disfrute
y disposición del objeto de su derecho.
En consecuencia, para indagar el contenido del derecho de la propiedad hemos
de examinar las facultades que el mismo conlleva:
Facultad de libre disposición:
La facultad de libre disposición consiste en que el propietario puede disponer
de su derecho de propiedad en las condiciones que desee, puede transmitir su
propiedad, venderla, donarla, cederla, transformarla, gravarla siempre que respete los
límites establecidos por la ley. Es decir, permite a su titular modificar, reducir o

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extinguir el derecho de modo que puede presentar distintas manifestaciones y según
López (2006) ésta se desdobla en dos facultades:
1. Facultad de Enajenación, es decir traspasar la propiedad del bien a otra
persona, bien a título oneroso (venta, permuta o cualquier contraprestación), o por
título gratuito (herencia o donación).
2. Facultad de Gravamen, es la capacidad de imponer sobre las cosas o
bienes que tiene el propietario, derechos a favor de terceras personas, que limitan el
derecho de propiedad que tiene el dueño (usufructos, hipotecas).
La facultad de goce y disfrute, permite al propietario aprovechar, utilizar y
disfrutar las cosas, obtener su rentabilidad normal (percibir frutos y productos), así
como también consumirlas, si se tratase de un bien con tales características. Esta
facultad atribuye al propietario la posibilidad de obtener de la cosa la totalidad de sus
utilidades; y comporta la exclusividad en el disfrute y utilización de las cosas por el
propietario, el cual puede impedir a los demás el uso de las mismas. (López, 2006)
Estas facultades no son ilimitadas, sino que se encuentran sujetas a límites y
limitaciones.
En todo caso, no se trata de una facultad que sea exclusiva del derecho de
propiedad, por cuanto la tienen todos los derechos subjetivos que no tengan la
especial y anómala característica de ser indisponibles. Por otra parte, incluso se ha
cuestionado que constituya una facultad del derecho de propiedad, por cuanto no se
encuentra dentro del derecho de propiedad, sino que es el derecho subjetivo el que es
el objeto de la facultad de disposición. Ahora bien, se ha de tener en cuenta que la
facultad de disposición sólo será legítima cuando se ejercite dentro de los límites del
derecho sobre el que recae.
Facultad de exclusión.
Se encuadra dentro del contenido negativo del derecho de propiedad, implica
la posibilidad exclusiva y excluyente del goce sobre la cosa; por lo tanto, la de excluir
a los demás en el goce de la misma, y se manifiesta, sobre todo, a través de las
acciones protectoras del derecho de propiedad.
Las expresiones de esta facultad son, en primer lugar la de cerramiento de
fincas, pues el propietario tiene la facultad de cerrar o cercar las fincas, a través de los
medios que estime apropiados (paredes, zanjas, etc.), ahora bien, siempre respetando
las servidumbres constituidas sobre las mismas, si las hubiere; y en segundo lugar se
manifiesta en las facultades de deslinde y amojonamiento.

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Vistas las facultades del derecho de propiedad, se ha de examinar hasta dónde
se extienden las mismas, pues las facultades, junto con su extensión, constituyen el
contenido del derecho.
Si el objeto del derecho de propiedad es una cosa mueble, no existirá
problema para determinar hasta donde alcanza el poder de su propietario, por cuanto
se extenderá sobre la cosa entera.
Facultad de libre aprovechamiento.
Implica el poder de utilizar la cosa (obtener sus utilidades) de manera directa
(por sí mismo) o de manera indirecta (a través de otro) mediante la concesión a un
tercero de todo o parte de esta facultad, a través de la constitución sobre la misma de
los derechos personales (arrendamiento, comodato, etc.).
A su vez, esta facultad de libre aprovechamiento se descompone en otras. Así
la de usar, utilizar la cosa misma (ius utendi) y la de disfrutar y percibir los frutos de
la misma (ius fruendi), atribuir al propietario los frutos, desglosados en tres clases, los
naturales, los industriales y los civiles.
La facultad de libre aprovechamiento se define como aquella que da derecho a
gozar de la cosa, lo que conlleva, el atribuir al propietario el uso de la misma, con las
correspondientes utilidades.

3- Defensa de la propiedad en sociedades occidentales y tradicionales


En Venezuela, se han realizado significativos avances legales en relación a la
defensa de las propiedades en sociedades occidentales y tradicionales (soberanía
tradicional en pueblos indígenas) con el reconocimiento de los derechos indígenas en
los últimos veintiún años.
Los avances legislativos fueron posibles gracias a la conjunción de varios
elementos entre los que contamos la existencia de un marco legal internacional
bastante desarrollado, las luchas indígenas desde hacía más de 40 años y un clima
político favorable que nos lleva a decir que a pesar de las dificultades, en 1999 había
una cierta voluntad política que contribuyó al reconocimiento de los derechos
indígenas en la Constitución Nacional.
Una vez reconocidos los derechos indígenas sobre su hábitat y tierras en
1999, el primer paso para su ejercicio efectivo fue la promulgación de la “Ley de
Demarcación y Garantía de los Hábitats y Tierras de los Pueblos y Comunidades
Indígenas” la cual fue aprobada en diciembre de 2000. Dicha ley tiene como finalidad
orientar los procesos referidos al reconocimiento de los hábitats ocupados de manera
ancestral y tradicional por los pueblos y comunidades indígenas.

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La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999), la cual en
su Capítulo VIII, De los Derechos de los Pueblos Indígenas, Artículo 119, establece:
El Estado reconocerá la existencia de los pueblos y comunidades indígenas,
su organización social, política y económica, sus culturas, usos y costumbres, idiomas
y religiones, así como su hábitat y derechos originarios sobre las tierras que ancestral
y tradicionalmente ocupan y que son necesarias para desarrollar y garantizar sus
formas de vida. Corresponderá al Ejecutivo Nacional, con la participación de los
pueblos indígenas, demarcar y garantizar el derecho a la propiedad colectiva de sus
tierras, las cuales serán inalienables, imprescriptibles, inembargables e intransferibles
de acuerdo con lo establecido en esta Constitución y la ley.
Visto de esta forma, el artículo antes mencionado en su formulación destaca
una serie de aspectos necesarios para la comprensión y análisis de la temática objeto
de análisis, entre ellas el referido a la demarcación y garantía de hábitat indígena y el
derecho a la propiedad colectiva de las tierras. Por esto, la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela (1999), en su Artículo 120, señala "el
aprovechamiento de los recursos naturales en los hábitat indígenas por parte del
Estado se hará sin lesionar la integridad cultural, social y economía de los mismos".
Así, la demarcación del hábitat indígena como proceso de ocupación del
espacio forma parte del sistema de tenencia de la tierra por estas comunidades y de la
autoridad y jurisdicción de estos grupos étnicos, los cuales podrían reclamar derechos
de soberanía y extraterritorialidad sobre el territorio ocupado, y a su vez refiere el
poder del Estado en reconocer ese derecho en forma total, parcial o condicional.
Por ello, la Ley de Demarcación y Garantía del Hábitat y Tierra de los
Pueblos Indígenas (2001), en sus Disposiciones Fundamentales, Capítulo I, Artículo
2 al hacer referencia al hábitat indígena, señala que éste es:
La totalidad del espacio ocupado y utilizado por los pueblos y comunidades
indígenas, en el cual se desarrolla su vida física, cultural, espiritual, social, económica
y política, que comprende las áreas de cultivo, caza, pesca fluvial y marítima,
recolección, pastoreo, asentamiento, caminos tradicionales, caños y vías fluviales,
lugares sagrados e históricos y otros necesarios para garantizar y desarrollar sus
formas específicas de vida.
De esta manera, el artículo precedente hace referencia al derecho originario de
las comunidades indígenas sobre el espacio ocupado el cual le permite el desarrollo
de sus formas de vida, así como el derecho al uso, goce y disfrute de las tierras en
concordancia con la dinámica del ordenamiento jurídico venezolano. De igual forma,
el acceso a la tierra por las comunidades indígenas ha de realizarse en consideración a
que estas les pertenecen originariamente y no a título derivativo, lo cual permite
inferir que el Estado no le va a adjudicar a estas comunidades las tierras que

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tradicionalmente han ocupado sino que se les debe reconocer su propiedad en virtud a
su propia cultura, es decir, enmarcada en la propiedad colectiva o propiedad comunal.
En la perspectiva que aquí se adopta, la propiedad en el contexto de la
dinámica jurídica venezolana está sometida a las contribuciones, restricciones y
obligaciones que establece la ley con fines de utilidad pública o de interés general.
En tal sentido, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en la
Parte II, Tierras, Artículo 14, establece "deberá reconocerse a los pueblos interesados
el derecho a la propiedad y de posesión sobre las tierras que tradicionalmente han
ocupado".
En otras palabras, el derecho a la propiedad se fundamenta en un principio
social y de calidad de vida con el propósito de lograr un sistema justo de propiedad y
que la tierra constituya para el hombre que la trabaja estabilidad económica, bienestar
social y garantía de su libertad y dignidad.
En efecto, los aspectos antes mencionados permiten abordar la definición de
la propiedad colectiva, que según Cabanellas (2000), se refiere a "la que carece de
título individual y permite el aprovechamiento por todos. Por lo general se orienta
hacia el estatismo en su explotación, administración y distribución.
En esta perspectiva, al vincular la propiedad colectiva de las tierras en el
contexto de las comunidades indígenas no puede obviarse que los pueblos indígenas
reclaman derechos reivindicativos, cuyo reconocimiento jurídico no debe entrar en
contradicción en los principios de universalidad de los derechos humanos ni con el
orden jurídico y moral establecido por el Constituyente. Entre estos derechos
primigenios destacan: el derecho a la tierra y al territorio, la identidad de la cultura, la
protección del ambiente, la censura sobre las disposiciones que afectan y que
incluyen el reconocimiento de costumbres jurídicas o derecho indígena.
En la misma dirección de lo anterior, estos derechos encuentran su correlato
legal en términos del reconocimiento constitucional de la inalienabilidad e
indivisibilidad de las propiedades y su carácter comunitario e imprescriptible, así
como la existencia de hábitat colectivos y la presencia de una diversidad étnica,
cultural y social que obliga al Estado a adoptar toda su estructura de servicio público
y jurídico a la realidad indígena actual.
En virtud de estos señalamientos las comunidades indígenas en el derecho a
la propiedad colectiva de las tierras dentro del ordenamiento jurídico venezolano ha
de considerarse en el reconocimiento a la multietnicidad y pluriculturalidad,
establecido en el preámbulo constitucional y concretarse en la necesidad de estos
colectivos de contar con derechos reivindicativos establecidos en las normas
legislativas y jurisprudenciales existentes en el país.

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Sin embargo, al aproximarse a la realidad en cuanto al derecho a la propiedad
colectiva de las tierras en las comunidades indígenas venezolanas, se pudiera decir
que en la contextualización jurídica de dicho derecho por parte de los órganos
jurisdiccionales no se está considerando la idiosincrasia del colectivo indígena, la
forma de resolver sus conflictos, su pluriculturalidad étnica, diversidad lingüística,
normas morales y de convivencia, lo que pudiera traer como consecuencia que las
comunidades indígenas no se sientan identificadas con las normas legales que
intentan regirles, ya que éstas poseen sus órganos administradores encargados de
regular sus actuaciones, establecer sanciones, la reintegración de los trasgresores, así
como con sus procedimientos para el uso, goce y usufructo de la tierra de acuerdo a
sus experiencias culturales y sociológicas particulares.

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