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Barquisimeto

2021
INTRODUCCION AL METODO
TEOLOGICO
Unidad 1

¿Qué es la Teología?
1 Doble acepción de la palabra Teología.

“Teología” etimológicamente hablando quiere decir tratado, estudio, sobre


Dios. En un primer sentido es la * ciencia que tiene Dios de sí mismo y del
mundo creado y en segundo lugar * es el conocimiento que los creyentes,
tienen de Dios, procurando entender mejor lo que creen.

2
1.1 Teología en sentido subjetivo.
Dios se conoce a sí mismo.

En sentido subjetivo, la Teología es la ciencia que tiene Dios de sí mismo y


del mundo creado. Dios tiene como objeto propio de su ciencia a sí mismo;
se conoce intuitivamente y conoce a los demás objetos como
participaciones suyas, y este conocimiento lo comunica de una forma
gratuita a los hombres, de una manera perfecta en la visión beatífica de los
santos, de manera imperfecta, pero no por eso menos maravillosa, en la
revelación y en la fe.

1.2 Teología en sentido objetivo.


Teología, ciencia de la fe.

Por tanto, Dios se revela, y el hombre al abrirse a esa revelación, cree. Esto
es la fe. La teología supone la revelación y la fe.

“Los grandes doctores y teólogos medievales han indicado que la teología,


como ciencia de la fe, es una participación en el conocimiento que Dios
tiene de sí mismo. La teología, por tanto, no es solamente palabra sobre
Dios, sino ante todo acogida y búsqueda de una inteligencia más profunda
de esa palabra que Dios nos dirige, palabra que Dios pronuncia sobre sí
mismo, porque es un diálogo eterno de comunión, y admite al hombre
dentro de este diálogo.”1

1
Francisco, Lumen Fidei, n. 34 ; Cf. Buenaventura, Breviloquium, Prol.: Opera
Omnia, V, Quaracchi 1891, p. 201; In I Sent., proem., q. 1, resp.: Opera Omnia, I,
Quaracchi 1891, p. 7; Tomás de Aquino, S. Th. I, q. 1.
3
La Teología como ciencia es obra del creyente, que se sirve de su razón para
comprender mejor lo que ya posee por la fe. La Teología es la fe vivida por
un espíritu que piensa, y que ha sido científicamente elaborada por él.
Ciencia que se interroga sobre la razón de la fe2.

La Teología nace de la fe. “Al tratarse de una luz, la fe nos invita a


adentrarnos en ella, a explorar cada vez más los horizontes que ilumina,
para conocer mejor lo que amamos. De este deseo nace la teología
cristiana. Por tanto, la teología es imposible sin la fe y forma parte del
movimiento mismo de la fe, que busca la inteligencia más profunda de la
autorevelación de Dios, cuyo culmen es el misterio de Cristo. La primera
consecuencia de esto es que la teología no consiste sólo en un esfuerzo de
la razón por escrutar y conocer, como en las ciencias experimentales. Dios
no se puede reducir a un objeto. Él es Sujeto que se deja conocer y se
manifiesta en la relación de persona a persona. La fe recta orienta la razón a
abrirse a la luz que viene de Dios, para que, guiada por el amor a la verdad,
pueda conocer a Dios más profundamente.”3

2
Benedicto XVI Fe, razón, universidad. Ratisbona 12-09-2006
3
Francisco, Lumen Fidei, n. 36
4
“Hablar de Dios como sujeto es decir también que no se reduce a un objeto
—ni siquiera al objeto mental depurado que un teólogo puede concebir—.
Sujeto, Dios es una persona a la que se conoce y ama (porque se ha dado a
conocer y a amar), a la que se invoca y se encuentra en la oración. Cuando
Tomás asegura que la Teología es principalmente especulativa, quiere decir
que en primer lugar es contemplativa; las dos palabras son prácticamente
sinónimas en él. Por ello —no tardaremos en verlo presente en su vida—
búsqueda, estudio y reflexión sobre Dios pueden acompañarse de la
oración, encontrar en la oración el principio de su acabamiento. A los
cristianos orientales les gusta decir que la teología es doxología; Tomás
aportaría algunas precisiones, pero no rechazaría esta intención: la alegría
del Amigo contemplado culmina en el canto.” 4 La teología “ha de hacerse
de rodillas.”

“En la fe cristiana están intrínsecamente ligados el conocimiento y la vida;


la verdad y la existencia. La verdad ofrecida en la revelación de Dios
sobrepasa ciertamente las capacidades de conocimiento del hombre, pero
no se opone a la razón humana. Más bien la penetra, la eleva y reclama la
responsabilidad de cada uno (cf. 1 P 3, 15) … El servicio a la doctrina, que
implica la búsqueda creyente de la comprensión de la fe es decir, la
teología, constituye por lo tanto una exigencia a la cual la Iglesia no puede
renunciar.”5

1.3 Fuentes sobrenaturales de la teología.

Se ha afirmado que la teología surge del deseo y necesidad del creyente de


conocer en más profundidad y comprender lo que cree, que la teología está
dirigida a la inteligibilidad de la fe. Pero esto no es un empeño solo

4
Jean Pierre Torrel, Iniciación a Tomás de Aquino, su persona y su obra. 2002
5
Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Donum Veritatis, Sobre la
Vocación Eclesial del Teólogo. n. 1
5
humano. En sus fuentes la teología es también sobrenatural. Esto en tres
aspectos:

En su principio, la Teología es sobrenatural. En efecto, en el origen de todo


conocimiento teológico nos encontramos con un doble don de Dios: el don
de la Palabra de Dios y el don de la fe para adherirse a esa Palabra con
certeza absoluta. Toda Teología descansa en una doble iniciativa: iniciativa
de Dios que sale de su misterio para entrar en comunicación con el hombre
en un diálogo de amistad, e iniciativa de Dios que invita a creer en la
palabra escuchada, como dirigida personalmente a cada uno.

La Revelación.
Dios se manifiesta.

La revelación es a la vez manifestación y comunicación de Dios.6 Por medio


de la revelación, Dios se abre al hombre en una confidencia amorosa y lo
invita a un trato amistoso.

“Movido por un amor sin medida, Dios ha querido acercarse al hombre que
busca su propia identidad y caminar con él (cf. Lc 24, 15). Lo ha liberado de
las insidias del «padre de la mentira» (cf. Jn 8, 44) y lo ha introducido en su
intimidad para que encuentre allí, sobreabundantemente, su verdad plena y
su verdadera libertad. Este designio de amor concebido por el « Padre de la
luz » (St 1, 17; cf. 1 P 2, 9; 1 Jn 1, 5), realizado por el Hijo vencedor de la
muerte (cf. Jn 8, 36), se actualiza incesantemente por el Espíritu que
conduce « hacia la verdad plena » (Jn 16, 13).”7

El Catecismo de la Iglesia Católica expone en los siguientes términos el


acontecimiento de la Revelación divina, fuente de nuestro conocimiento de
Dios.
6
La verdad de la revelación es una verdad performativa. Cf. Benedicto XVI Spes
Salvi.
7
Congregación para la Doctrina de la fe. Instrucción Donum Veritatis n. 2
6
52 Dios, que "habita una luz inaccesible" (1 Tm 6,16) quiere
Éste numeral
muestra cómo comunicar su propia vida divina a los hombres libremente creados
Dios a través de
su Revelación se por él, para hacer de ellos, en su Hijo único, hijos adoptivos (cf. Ef
hace accesible al
hombre. 1,4–5). Al revelarse a sí mismo, Dios quiere hacer a los hombres
capaces de responderle, de conocerle y de amarle más allá de lo
que ellos serían capaces por sus propias fuerzas.

53 El designio divino de la revelación se realiza a la vez "mediante


acciones y palabras", íntimamente ligadas entre sí y que se
esclarecen mutuamente (DV 2). Este designio comporta una
"pedagogía divina" particular: Dios se comunica gradualmente al
hombre, lo prepara por etapas para acoger la Revelación
sobrenatural que hace de sí mismo y que culminará en la Persona
y la misión del Verbo encarnado, Jesucristo.

Dios ofrece un 68 Por amor, Dios se ha revelado y se ha entregado al hombre. De


sentido a la vida
del hombre, por este modo da una respuesta definitiva y sobreabundante a las
su revelación,
más allá de esta cuestiones que el hombre se plantea sobre el sentido y la finalidad
vida terrena.
de su vida.

69 Dios se ha revelado al hombre comunicándole gradualmente su


propio Misterio mediante obras y palabras.

7
“Señor, yo me adhiero a ti”

La fe.
El hombre cree: responde a la revelación divina.

Por medio de la fe el hombre responde a la llamada de Dios, se entrega a él


y se deja dirigir por su Palabra. Pero cuando Dios se revela al hombre lo
hace de una manera proporcionada a su condición. La fe realiza el
encuentro entre Dios revelador y el hombre.

Fijémonos pues, en la naturaleza de la fe y en algunas de sus características:

El Catecismo de la Iglesia Católica dedica varios números para definir y


describir la fe. Algunos de los más importantes:

142 Por su revelación, "Dios invisible habla a los hombres como


amigo, movido por su gran amor y mora con ellos para invitarlos a
8
la comunicación consigo y recibirlos en su compañía" (DV 2). La
respuesta adecuada a esta invitación es la fe.

143 Por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y


su voluntad a Dios. Con todo su ser, el hombre da su asentimiento
a Dios que revela (cf. DV 5). La Sagrada Escritura llama
"obediencia de la fe" a esta respuesta del hombre a Dios que
revela (cf. Rom 1,5; 16,26).b

155 En la fe, la inteligencia y la voluntad humanas cooperan con la


gracia divina: "Creer es un acto del entendimiento que asiente a la
verdad divina por imperio de la voluntad movida por Dios
mediante la gracia" (S. Tomás de A., s.th. 2–2, 2,9; cf. Cc. Vaticano
I: DS 3010).

176 La fe es una adhesión personal del hombre entero a Dios que


se revela. Comprende una adhesión de la inteligencia y de la
voluntad a la Revelación que Dios ha hecho de sí mismo mediante
sus obras y sus palabras.

177 "Creer" entraña, pues, una doble referencia: a la persona y a


la verdad; a la verdad por confianza en la persona que la
atestigua.

182 "Creemos todas aquellas cosas que se contienen en la palabra


de Dios escrita o transmitida y son propuestas por la Iglesia...para
ser creídas como divinamente reveladas" (Pablo VI, SPF 20).

166 La fe es un acto personal : la respuesta libre del hombre a la


iniciativa de Dios que se revela. Pero la fe no es un acto aislado.
Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo. Nadie se ha
dado la fe a sí mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo. El
creyente ha recibido la fe de otro, debe transmitirla a otro.
Nuestro amor a Jesús y a los hombres nos impulsa a hablar a otros
de nuestra fe. Cada creyente es como un eslabón en la gran
bcadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido por
9
la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los
otros.

Profundicemos en estos elementos constitutivos de la fe que nos ha


presentado el Catecismo, siguiendo ahora el documento de la CTI sobre el
Sensum fidei que nos ofrece un breve análisis bíblico sobre la naturaleza de
fe, subrayando en primer lugar su dimensión de respuesta a la Palabra de
Dios y en segundo lugar su dimensión eclesial.8

a. La fe como respuesta a la Palabra de Dios. (nn. 8 – 10)

8
Comisión Teológica Internacional. El sentido de la fe en la vida de la
Iglesia. 2014 nn. 8 – 12)

10
“8. A través del Nuevo Testamento, la fe es la respuesta
fundamental y decisiva de los seres humanos al Evangelio. (…) La
comprensión de la fe en el Nuevo Testamento tiene sus raíces en el
Antiguo Testamento, y especialmente en la fe de Abraham, que fue
una absoluta confianza en las promesas de Dios (Gen 15,6; Rom
4,11.17). Esta fe es una respuesta libre a la proclamación de la
palabra de Dios, y como tal, es el don del Espíritu Santo para ser
recibida por aquellos que creen en la verdad (cf. 1 Cor 12,3). La
"obediencia de la fe" (Rom 1,5) resulta de la gracia de Dios que libera
a los seres humanos y los hace miembros de la Iglesia (Gal 5,1.13).

9 El anuncio del evangelio despierta la fe, ya que no es simple


transmisión de información religiosa, sino la proclamación de la
palabra de Dios y el "poder de Dios para salvación" para ser recibido
en toda la verdad (Rom 1,16-17; Mt 11,15 Lc 7,22). Es el evangelio de
la gracia de Dios (Hechos 20:24), la "revelación del misterio" de Dios
(Rom 16:25), y la "palabra de verdad" (Ef 1:13). El evangelio tiene un
contenido sustancial: la venida del Reino de Dios, la resurrección y
exaltación de Jesucristo crucificado, el misterio de la salvación y
glorificación de Dios en el Espíritu Santo. El Evangelio tiene un tema
fuerte, Jesús mismo, el Verbo de Dios, que envió a sus apóstoles y
sus discípulos, y toma la forma de un anuncio directo inspirado y
autorizado por palabra y obra. Recibir el evangelio requiere una
respuesta de toda la persona, "con todo tu corazón y con toda tu
alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas" (Marcos 12:30).
Esta es la respuesta de la fe, que es "la certeza de lo que se espera, la
convicción de lo que no se ve" (Hebreos 11.1).

10 "La" fe "es a la vez un acto de fe o de confianza ( fides qua ) y lo


que se cree o confesado ( fides quae ). Los dos van juntos
inseparablemente como el Fidei xxx está uniendo un mensaje que
tiene un contenido inteligible, y que la confesión no se puede reducir
a un homenaje de los labios, sino que debe venir del corazón. "El

11
Antiguo y el Nuevo Testamento muestra claramente que la forma y el
contenido de la fe van de la mano.

b. Las dimensión eclesial de fe. (11 - 12)


11 Las Escrituras muestran que la dimensión personal de la fe es
parte de la dimensión eclesial; encontramos tanto en el singular y el
plural de la primera persona: "Creemos" (Gálatas 2:16), y "yo creo"
(Gal 2,19-20). En sus cartas, Pablo reconoce la fe de los creyentes
como una realidad personal y eclesial. Enseña que todo aquel que
confiesa que "Jesús es el Señor" es inspirado por el Espíritu Santo (1
Cor 12,3). El Espíritu incorpora a cada creyente en el Cuerpo de Cristo
y le da un papel especial en la construcción de la iglesia (1 Cor 12,4-
27). En la carta a los Efesios, la confesión del único Dios está
conectada a la realidad de una vida de fe en la Iglesia: "Hay un solo
cuerpo y un solo Espíritu, así como hay tiene una esperanza de su
llamamiento que han recibido; un solo Señor, una sola fe, un solo
bautismo; un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por
todos y en todos "(Ef 4,4-6).

12 En sus dimensiones personales y eclesiales, la fe tiene los


siguientes aspectos clave:

i ) La fe requiere arrepentimiento. (Este primer aspecto aparece


tanto en) el mensaje de los profetas de Israel y de Juan el Bautista
(Marcos 1,4), como en la predicación del Evangelio (llevada a cabo)
por el mismo Jesús (Marcos 1:14 ss.) En la predicación de los
Apóstoles (2,38-42 Ac ;. 1 Tes 1,9 pies), el arrepentimiento significa
confesar sus pecados y comenzar una nueva vida, vivir en la
comunidad de la alianza de Dios (cf. Rm 12,1 ss.).
ii ) La fe se expresa en la oración y la adoración ( leitourgia ). La
oración puede tomar muchas formas - la petición, súplica, alabanza y
acción de gracias - y la confesión de la fe es una forma especial de
oración. La oración litúrgica, y preeminentemente la celebración de la

12
Eucaristía, tiene de esencial para la vida de la comunidad cristiana
primitiva (cf. Hechos 2:42). La oración tiene lugar tanto en público (1
Cor 14) y en privado (Mt 6,5). Para Jesús, la oración del Señor (6,9-13
Mt, Lc 11,1-4) expresa la esencia de la fe. Se trata de "un resumen de
todo el Evangelio. " Es significativo que el lenguaje que utiliza es el
"nosotros" y "nuestro".
iii ) La fe da el conocimiento. Aquellos que creen, son capaces de
reconocer la verdad de Dios (Fil 3,10 ss.). Tal conocimiento se basa en
una reflexión sobre la experiencia de Dios, basada en la revelación y
compartido en la comunidad de los creyentes. (Sal 111,10 cf. Pr 1,7,
9,10, 11,27 Mt, Lc 10,22).
iv ) La fe conduce a la confesión ( marturia ). Inspirado por el Espíritu
Santo, los creyentes saben en quien han depositado su confianza (cf.
2 Tim 1:12), y que son capaces de dar cuenta de la esperanza que hay
en ellos (cf. 1 P 3, 15), a través de la proclamación profética y
apostólica del Evangelio (cf. Rm 10,9 ss.). Lo hacen en su propio
nombre, pero lo hacen desde dentro de la comunión de los
creyentes.

v ) La fe implica confianza. Confía en Dios significa basar toda su vida


en la promesa de Dios. Hb 11, muchos creyentes del Antiguo
Testamento son nombrados como miembros de una gran procesión
que viaja a través del tiempo y el espacio a Dios en el cielo, dirigida
por Jesús ", el líder de nuestra fe, que los lleva a la perfección
"(Hebreos 12.2). Los cristianos son parte de la procesión, que
comparten la misma esperanza y la misma convicción (Hb 11,1), y ya
"en derredor nuestro tan grande nube de testigos" (Heb 12,1).
vi ) La fe implica responsabilidad, y sobre todo la caridad y el
servicio ( diakonía ). Discípulos "por sus frutos" (Mateo 07:20) serán
reconocidos. Los resultados corresponden principalmente a la fe,
porque la fe que viene por el oír la palabra de Dios exige la
obediencia a la voluntad de Dios. Justificando la fe (Gálatas 2:16) es
"la fe que actúa por la caridad" (Gal 5,6 cf. Stg 2,21-24). El amor por

13
el hermano o hermana es, de hecho, el criterio del amor de Dios (1 Jn
4:20).”

El espíritu Santo y la teología.


Pero, además, se ha de afirmar que en el quehacer teológico se ha de
distinguir también la presencia y acción del Espíritu Santo. Lo cual nos
permite afirmar que una tercera razón que nos permite distinguir una
impronta sobrenatural en la teología. Dice el Catecismo de la Iglesia
Católica:

158 "Para que la inteligencia de la Revelación sea más profunda,


el mismo Espíritu Santo perfecciona constantemente la fe por
medio de sus dones".

1.4 Otros caminos de acceso al conocimiento del misterio de Dios.

14
Tal como hemos afirmado, el primer sentido que tiene la palabra
“Teología”: Es el conocimiento que Dios tiene de sí mismo en su Verbo, en
quien lo conoce todo, y que comunica a los hombres por medio de la
revelación. El medio por el que Dios se vuelve accesible al conocimiento
humano es la revelación que nos da sobre sí mismo. El hombre se adhiere a
Dios y a la verdad que nos revela mediante la fe. Y al creer siente la
exigencia de comprender lo que cree, así nace la teología. El objetivo
central del presente curso es examinar la naturaleza de la teología y el
método que le es propio. No sin olvidar otros caminos de acceso al misterio
de Dios como lo son la teología natural, el conocimiento místico y
finalmente la visión beatífica.

En efecto, puede distinguirse cinco modos o medios de acceso por los que
el espíritu humano puede llegar a conocer a Dios:
15
 Primero, el que se obtiene por reflexión sobre el mundo creado, es la
Teología natural o Teodicea.
 Segundo, el que es fruto de la fe por la que el hombre acepta, acoge y
responde a la revelación.
 Tercero, la que procede de la profundización racional de la Palabra de
Dios a los hombres, es la Teología del homo viator o Teología
propiamente dicha.
 Cuarto, el conocimiento de Dios que él concede a algunos creyentes por
la vía mística. Es un modo muy especial de conocimiento.
 Y finalmente (quinto) el que se deriva de la visión misma de Dios, es la
Teología de la patria, o conocimiento de los elegidos, de los
bienaventurados. Es conocer a Dios tal cual es.

La Teología natural alcanza a Dios por medio de las obras de la creación y


por la luz natural de la razón. Por la Teología natural conocemos a Dios
como principio y fin del universo. La Teología propiamente dicha alcanza a
Dios por la palabra y el testimonio de Dios sobre sí mismo, y por la luz de la
razón iluminada por la fe. Por esta teología conocemos los misterios de su
vida íntima. Y procuramos comprenderlos y penetrar en ellos cada vez más.

“La Teología no se ocupa de Dios como la filosofía, que le alcanza


solamente en cuanto causa de los seres creados y habla por tanto de Él
según lo que refleja su ser en las criaturas. La teología se diferencia así de la
teodicea o teología natural, que es el conjunto de conocimientos que el
hombre puede llegar a tener de Dios sin ayuda de la Revelación
sobrenatural y se limita a estudiar la existencia, el ser y los atributos
divinos.” (Morales)

16
Otro medio a través del cual el hombre puede acceder al conocimiento del
misterio de Dios es la vía mística; camino que Dios concede a algunas almas
privilegiadas. La teología es una de las vías en la búsqueda del conocimiento
de Dios. Comparte esta búsqueda con la vía mística o contemplativa. La
teología recorre su camino hacia Dios, y hacia la comprensión del mundo
desde Dios, de modo racional y discursivo. En la vía mística se procede, en
cambio, de manera intuitiva y mediante la visión que proporciona una
cierta unión directa con Dios. Esta vía contemplativa no depende tanto
como la teológica del esfuerzo humano, sino que es fruto muy directo de la
gracia y el favor divinos. Estas dos vías de acceso a Dios no se deben oponer
ni separar de modo absoluto. Existe entre ambas una cierta relación, que en
ocasiones ha llegado a ser muy estrecha. (Morales p.26)

“La sabiduría mística o “el conocimiento de los santos” es un don del


Espíritu Santo que procede de la unión con Dios en el amor. El amor, de
hecho, crea una connaturalidad afectiva entre los seres humanos y Dios,
17
que permite a las personas espirituales conocer e incluso padecer cosas
divinas… este es un conocimiento no conceptual que se expresa a menudo
en la poesía. Conduce a la contemplación y a la unión personal con Dios en
paz y silencio.” (Comisión Teológica Internacional, La Teología hoy. n. 91)

Y finalmente, el modo más sublime de conocimiento de Dios es la visión


beatífica. Quienes han sido elegidos a la bienaventuranza eterna conocen a
Dios en su esencia y por la luz de la gloria. Ven el Misterio al descubierto, en
una visión cara a cara.9

Santo Tomás afirma: “Existe un triple conocimiento de las cosas divinas. En


el primero, el hombre, gracias a la luz natural de la razón, se eleva al
conocimiento de Dios por las criaturas; en el segundo, la verdad divina,
que desborda los límites de nuestra inteligencia, baja hasta nosotros por
medio de la revelación, no ya como una demostración que tengamos que
comprender, sino como una Palabra que hemos de creer; en el tercero, el
espíritu será elevado a ver perfectamente lo que Dios le reveló” (Suma
contra los gentiles, 1.4, c).

RESUMEN:

9
Para profundizar en la vía mística del conocimiento de Dios, ver: Jacques Maritain,
Los grados del saber.
18
19
2 Teología en sentido estricto.

2.1 Teología como comprensión de la fe.


La Teología propiamente dicha es la ciencia de Dios, pero de Dios tal como
se nos ha dado conocer por la revelación, y en la medida en que esta
revelación puede introducirnos en un conocimiento más profundo de su
misterio íntimo. El punto de partida de la Teología es, por consiguiente, el
Dios en su libre testimonio sobre sí mismo.

Por otra parte, se puede decir también que la Teología es la ciencia del
objeto de fe, o sea la ciencia de lo que es revelado por Dios y creído por el
hombre; y en esto difiere por completo de las demás ciencias, pues
mientras que las ciencias naturales se apoyan en los datos de la experiencia,
la Teología se basa en los datos de la revelación que han sido acogidos por
la fe.
20
Si nos preguntásemos entonces, ¿en qué consiste la tarea del teólogo?
¿Cómo se hace teología? Habría que responder que el teólogo se esfuerza,
por medio de la reflexión, en llegar a una inteligencia más profunda de los
misterios que ya ha aceptado por su fe; pero lo que para un simple fiel es
objeto de asentimiento, para el teólogo se convierte en objeto de reflexión,
y lo que el simple fiel afirma como verdadero, el teólogo lo considera como
objeto de inteligibilidad.

En todo cristiano existe una reflexión inherente a la fe, una reflexión


espontánea nacida bajo la impresión de los acontecimientos o la presión del
ambiente; esta reflexión es una Teología elemental accesible a todos, en la
que la fe se esfuerza en comprender el por qué y el cómo de lo que cree. La
Teología científica es la prolongación de esa reflexión espontánea: se hace
reflexión consciente de sus principios, de su método, de su categoría de
ciencia, de sus conclusiones, e intenta penetrar en el objeto de la fe de una
manera metódica.

La Teología como ciencia es obra del creyente, que se sirve de su razón para
comprender mejor lo que ya posee por la fe. La Teología es la fe vivida por
un espíritu que piensa, y que ha sido científicamente elaborada por él. La
Teología es la fe “en estado de ciencia”; con San Anselmo podríamos
definirla como fides quaerens intellectum, lo que significa: la fe aplicada a
la inteligencia de su propio objeto; por ello la Teología demuestra fidelidad
a su misión cuando no solamente se pone a recoger los datos de la fe, sino
cuando procura comprenderlos y penetrar en ellos cada vez más. “Fides
quaerens intellectum: buscar la inteligencia es acto interior al creer.”
(Benedicto XVI Audiencia General 21 – 11 - 2012)

Acerca del conocimiento teológico propiamente dicho se expresaba así San


Anselmo de Cantorbery (1033-1109): “Señor, yo no pretendo penetrar en
tu profundidad, ¿cómo iba a comparar mi inteligencia con tu misterio?

21
Pero deseo comprender de algún modo esa verdad que creo y que mi
corazón ama. No busco comprender para creer, esto es, no busco
comprender de antemano, por la razón, lo que haya de creer después, sino
que creo primero, para esforzarme luego en comprender. Porque creo una
cosa: si no empiezo por creer, no comprenderé jamás” (Proslogion 1: PL
158,227).

En este sentido la fórmula de San Anselmo recoge el dinamismo de la


ciencia teológica: fides quaerens intellectum.

A partir de lo dicho nos hacemos el siguiente planteamiento: ¿En qué


consiste pues la tarea del teólogo? ¿Qué hace quien se dedica al estudio
de la teología? El trabajo del teólogo, ¿es obra pura de la razón? ¿es una

22
reflexión de tipo filosófico sobre una materia calificada como revelada que
la puede hacer incluso un no creyente? O por el contrario, ¿es necesaria la
fe para hacer teología; cómo interviene en ella? Siguiendo a San Anselmo
vemos claro como a la raíz de la comprensión del misterio de Dios está la fe.
La fe favorece, empuja, suscita la reflexión racional sobre Dios.

San Agustín, expresando esta mutua relación entre fe y razón hace ver
cómo además del impulso a la comprensión que nace de la fe, también esa
mayor comprensión alimenta la misma fe: "creo para comprender y
comprendo para creer mejor".(serm. 43,7,9) (Cf. Cat Igl Cat 158)

“La teología puede definirse como la ciencia en la que la razón del creyente,
guiada por la fe teologal, se esfuerza en comprender mejor los misterios
revelados en sí mismos y en sus consecuencias para la existencia humana.

La actividad teológica es «fides quaerens intellectum»: fe que busca


entender, impulsada no por una actitud de simple curiosidad, sino de amor
y veneración hacia el misterio. San Anselmo, que es el autor de esa
definición que expresa la esencia de la teología, observa que «el creyente
no debe discutir la fe, pero manteniéndola siempre firme, amándola y
viviendo conforme a ella, puede humildemente, y en la medida de lo
posible, buscar las razones por las que la fe es como es. Si consigue
entender, lo agradecerá a Dios, si no lo consigue, se someterá y la
venerará» [1].

La fe es siempre presupuesto absoluto de la teología –como se ha explicado


ya en el capítulo primero–, no sólo porque es su contenido, dado que la
teología se hace a partir de la fe, sino porque la buena teología se debe
hacer desde dentro de la fe, y es algo más que una simple reflexión racional
sobre los datos de la Revelación. Por eso afirma San Agustín: «intellige ut
credas, crede ut intelligas» (has de entender para creer y has de creer para
entender) [2]. Y otros autores posteriores, San Anselmo entre ellos, dicen:
«si no creéis no entenderéis».

23
La teología es entonces desarrollo de la dimensión intelectual del acto de
fe. La fe es algo muy sencillo, pero es también muy rica en aspectos. La fe se
profesa en el Credo, se celebra en la liturgia de los Sacramentos, se vive en
la existencia cristiana. Y se piensa en la teología. Por eso, ésta es fe
reflexiva, fe que piensa, comprende, pregunta y busca.” (Morales)

EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA SINTETIZA LA NATURALEZA DE LA


TEOLOGIA:

158 "La fe trata de comprender" (S. Anselmo, prosl. proem.): es


inherente a la fe que el creyente desee conocer mejor a aquel en
quien ha puesto su fe, y comprender mejor lo que le ha sido
revelado; un conocimiento más penetrante suscitará a su vez una
fe mayor, cada vez más encendida de amor. La gracia de la fe abre
"los ojos del corazón" (Ef 1,18) para una inteligencia viva de los
contenidos de la Revelación, es decir, del conjunto del designio de
Dios y de los misterios de la fe, de su conexión entre sí y con Cristo,
centro del Misterio revelado.

24
RESUMEN.

TEOLOGIA : INTELIGIBILIDAD DE LA FE
: FIDES QUAERENS INTELLECTUM
LA FE TRATA COMPRENDER. (S. Anselmo)
: CREO PRIMERO, PARA ESFORZARME LUEGO EN
COMPRENDER. (S. Anselmo)
: CREO PARA COMPRENDER Y COMPRENDO PARA
CREER MEJOR (S. Agustín)

25
2 Teología en sentido estricto.

2.1 Teología como comprensión de la fe.


La Teología propiamente dicha es la ciencia de Dios, pero de Dios tal como
se nos ha dado conocer por la revelación, y en la medida en que esta
revelación puede introducirnos en un conocimiento más profundo de su
misterio íntimo. El punto de partida de la Teología es, por consiguiente, el
Dios en su libre testimonio sobre sí mismo.

Por otra parte, se puede decir también que la Teología es la ciencia del
objeto de fe, o sea la ciencia de lo que es revelado por Dios y creído por el
hombre; y en esto difiere por completo de las demás ciencias, pues
mientras que las ciencias naturales se apoyan en los datos de la experiencia,
la Teología se basa en los datos de la revelación que han sido acogidos por
la fe.
26
Si nos preguntásemos entonces, ¿en qué consiste la tarea del teólogo?
¿Cómo se hace teología? Habría que responder que el teólogo se esfuerza,
por medio de la reflexión, en llegar a una inteligencia más profunda de los
misterios que ya ha aceptado por su fe; pero lo que para un simple fiel es
objeto de asentimiento, para el teólogo se convierte en objeto de reflexión,
y lo que el simple fiel afirma como verdadero, el teólogo lo considera como
objeto de inteligibilidad.

En todo cristiano existe una reflexión inherente a la fe, una reflexión


espontánea nacida bajo la impresión de los acontecimientos o la presión del
ambiente; esta reflexión es una Teología elemental accesible a todos, en la
que la fe se esfuerza en comprender el por qué y el cómo de lo que cree. La
Teología científica es la prolongación de esa reflexión espontánea: se hace
reflexión consciente de sus principios, de su método, de su categoría de
ciencia, de sus conclusiones, e intenta penetrar en el objeto de la fe de una
manera metódica.

La Teología como ciencia es obra del creyente, que se sirve de su razón para
comprender mejor lo que ya posee por la fe. La Teología es la fe vivida por
un espíritu que piensa, y que ha sido científicamente elaborada por él. La
Teología es la fe “en estado de ciencia”; con San Anselmo podríamos
definirla como fides quaerens intellectum, lo que significa: la fe aplicada a
la inteligencia de su propio objeto; por ello la Teología demuestra fidelidad
a su misión cuando no solamente se pone a recoger los datos de la fe, sino
cuando procura comprenderlos y penetrar en ellos cada vez más. “Fides
quaerens intellectum: buscar la inteligencia es acto interior al creer.”
(Benedicto XVI Audiencia General 21 – 11 - 2012)

Acerca del conocimiento teológico propiamente dicho se expresaba así San


Anselmo de Cantorbery (1033-1109): “Señor, yo no pretendo penetrar en
tu profundidad, ¿cómo iba a comparar mi inteligencia con tu misterio?

27
Pero deseo comprender de algún modo esa verdad que creo y que mi
corazón ama. No busco comprender para creer, esto es, no busco
comprender de antemano, por la razón, lo que haya de creer después, sino
que creo primero, para esforzarme luego en comprender. Porque creo una
cosa: si no empiezo por creer, no comprenderé jamás” (Proslogion 1: PL
158,227).

En este sentido la fórmula de San Anselmo recoge el dinamismo de la


ciencia teológica: fides quaerens intellectum.

A partir de lo dicho nos hacemos el siguiente planteamiento: ¿En qué


consiste pues la tarea del teólogo? ¿Qué hace quien se dedica al estudio
de la teología? El trabajo del teólogo, ¿es obra pura de la razón? ¿es una

28
reflexión de tipo filosófico sobre una materia calificada como revelada que
la puede hacer incluso un no creyente? O por el contrario, ¿es necesaria la
fe para hacer teología; cómo interviene en ella? Siguiendo a San Anselmo
vemos claro como a la raíz de la comprensión del misterio de Dios está la fe.
La fe favorece, empuja, suscita la reflexión racional sobre Dios.

San Agustín, expresando esta mutua relación entre fe y razón hace ver
cómo además del impulso a la comprensión que nace de la fe, también esa
mayor comprensión alimenta la misma fe: "creo para comprender y
comprendo para creer mejor". (serm. 43,7,9) (Cf. Cat Igl Cat 158)

“La teología puede definirse como la ciencia en la que la razón del creyente,
guiada por la fe teologal, se esfuerza en comprender mejor los misterios
revelados en sí mismos y en sus consecuencias para la existencia humana.

La actividad teológica es «fides quaerens intellectum»: fe que busca


entender, impulsada no por una actitud de simple curiosidad, sino de amor
y veneración hacia el misterio. San Anselmo, que es el autor de esa
definición que expresa la esencia de la teología, observa que «el creyente
no debe discutir la fe, pero manteniéndola siempre firme, amándola y
viviendo conforme a ella, puede humildemente, y en la medida de lo
posible, buscar las razones por las que la fe es como es. Si consigue
entender, lo agradecerá a Dios, si no lo consigue, se someterá y la
venerará» [1].

La fe es siempre presupuesto absoluto de la teología –como se ha explicado


ya en el capítulo primero–, no sólo porque es su contenido, dado que la
teología se hace a partir de la fe, sino porque la buena teología se debe
hacer desde dentro de la fe, y es algo más que una simple reflexión racional
sobre los datos de la Revelación. Por eso afirma San Agustín: «intellige ut
credas, crede ut intelligas» (has de entender para creer y has de creer para
entender) [2]. Y otros autores posteriores, San Anselmo entre ellos, dicen:
«si no creéis no entenderéis».

29
La teología es entonces desarrollo de la dimensión intelectual del acto de
fe. La fe es algo muy sencillo, pero es también muy rica en aspectos. La fe se
profesa en el Credo, se celebra en la liturgia de los Sacramentos, se vive en
la existencia cristiana. Y se piensa en la teología. Por eso, ésta es fe
reflexiva, fe que piensa, comprende, pregunta y busca.” (Morales)

EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA SINTETIZA LA NATURALEZA DE LA


TEOLOGIA:

158 "La fe trata de comprender" (S. Anselmo, prosl. proem.): es


inherente a la fe que el creyente desee conocer mejor a aquel en
quien ha puesto su fe, y comprender mejor lo que le ha sido
revelado; un conocimiento más penetrante suscitará a su vez una
fe mayor, cada vez más encendida de amor. La gracia de la fe abre
"los ojos del corazón" (Ef 1,18) para una inteligencia viva de los
contenidos de la Revelación, es decir, del conjunto del designio de
Dios y de los misterios de la fe, de su conexión entre sí y con Cristo,
centro del Misterio revelado.

30
RESUMEN.

TEOLOGIA es INTELIGIBILIDAD DE LA FE
Fides quaerens intellectum
LA FE TRATA COMPRENDER. (S. Anselmo)
CREO PRIMERO, PARA ESFORZARME LUEGO EN
COMPRENDER. (S. Anselmo)
CREO PARA COMPRENDER Y COMPRENDO PARA CREER
MEJOR (S. Agustín)

2.2 Relaciones Fe – Teología.


Por su propia naturaleza la fe interpela la inteligencia, porque descubre al
hombre la verdad sobre su destino y el camino para alcanzarlo. Aunque la
verdad revelada supere nuestro modo de hablar y nuestros conceptos sean

31
imperfectos frente a su insondable grandeza (cf. Ef 3, 19), sin embargo
invita a nuestra razón — don de Dios otorgado para captar la verdad — a
entrar en su luz, capacitándola así para comprender en cierta medida lo que
ha creído.10

La fe suscita la teología, tanto en el plano de la adhesión de fe como en el


plano del objeto de fe. La fe no es todavía una visión de Dios: “Caminamos
en la fe y no en la visión” (2 Cor 5,7). Vivimos en una relación de palabra y
de audición, de testimonio y de fe. Creemos en el misterio por la Palabra,
sin verlo, y no tenemos acceso a Dios más que a través de unos signos:
signos de la carne de Cristo y signos de su palabra humana. La fe es una
primera posesión, imperfecta y oscura todavía, del objeto que aspira a
conocer. Tiende a la experiencia luminosa del Dios vivo cuyo testimonio
acoge, y aspira a contemplar al descubierto lo que sabe que constituye el
objeto de su felicidad. Por esta razón hay en el seno mismo de la fe un
apetito de visión, un deseo de conocer y de ver. La adhesión al mensaje y la
tendencia a la visión son dos aspectos esenciales del acto de fe, porque al
no ver, la fe busca comprender.

La Teología no es mejor que la fe, pero es un intento por responder a ese


deseo de visión que sólo se saciará en la otra vida. Por tanto, hay en la fe un
dinamismo de búsqueda del espíritu, y en la fe está siempre presente un
comienzo de búsqueda intelectual.

El mensaje de fe provoca, por lo tanto, el apetito del espíritu; no por una


simple curiosidad intelectual, sino porque la verdad que él revela se
presenta como el valor supremo para la vida humana, como lo que le da su
sentido último y hace que la vida valga la pena de ser vivida 11. Es porque la

10
C D F Instrucción Donum Veritatis n 6
11
En este sentido Benedicto XVI: “La fe cristiana ¿es también para nosotros ahora
una esperanza que transforma y sostiene nuestra vida? ¿Es para nosotros «
performativa », un mensaje que plasma de modo nuevo la vida misma, o es ya sólo
32
Palabra de Dios tiene una riqueza inagotable que estimula indefinidamente
al espíritu y al corazón.

En este sentido puede afirmarse que la teología no solo es exigencia de la


fe, sino también del amor:12
La teología, que obedece así al impulso de la verdad que tiende a
comunicarse, al mismo tiempo nace también del amor y de su dinamismo:
en el acto de fe, el hombre conoce la bondad de Dios y comienza a amarlo,
y el amor desea conocer siempre mejor a aquel que ama13.

La certeza de fe preside al trabajo teológico, asegurando su validez. En


efecto, por su fe el teólogo tiene como absolutamente ciertas unas
verdades que no podría conocer ni por su experiencia ni por su reflexión; en
razón de esta certeza, se dedica a comprender el sentido de la Palabra de
Dios, y no solamente las fórmulas y las proposiciones que enuncian el
misterio, sino el misterio mismo; así, cuando el teólogo afirma que hay en
Cristo dos naturalezas y una persona, tiene como absolutamente cierto que
estas palabras corresponden a la realidad, y por eso intenta comprender
esa realidad.

La fe ejerce su influencia en el curso del trabajo teológico: en razón del


dinamismo continuo de su luz. En efecto, la gracia de la fe identifica al
hombre con el mundo superior del Evangelio. Por medio de la fe, Dios
imprime en la inteligencia humana una inclinación hacia él, y atrae al
hombre para que conforme su conocimiento con el conocimiento mismo de
Dios. Por medio de la fe recibe estímulo y dirección la reflexión teológica;
por medio de ella, el teólogo intenta comprender y al mismo tiempo
procura conformar su reflexión con la verdad de Dios. Todo este trabajo se

« información » que, mientras tanto, hemos dejado arrinconada y nos parece


superada por informaciones más recientes? (Spes Salvi n. 10)
12
Donum Veritatis n. 7
13
Cf. San Buenaventura, Prooem. in I Sent., q. 2 ad 6
33
lleva a cabo a la luz de Dios que inclina y atrae por la fe, y bajo la dirección
del Magisterio de la Iglesia, intérprete autorizado de la Palabra revelada.

La razón humana, por su parte, se sirve de todas las leyes del razonamiento
y de la técnica humana, con todas las exigencias de la ciencia;
concretamente en materia de método, de sistematización y de unidad.

RESUMEN:
* LA FE BUSCA LA INTELIGENCIA. LA FE IMPULSA A LA RAZÓN HACIA
LA COMPRENSIÓN DEL MISTERIO.
* LA INTELIGENCIA TEOLÓGICA SE APOYA EN LA FE. LA FE ILUMINA
LA RAZÓN.

2.2 Relaciones Fe – Teología.


Por su propia naturaleza la fe interpela la inteligencia, porque descubre al
hombre la verdad sobre su destino y el camino para alcanzarlo. Aunque la
verdad revelada supere nuestro modo de hablar y nuestros conceptos sean
imperfectos frente a su insondable grandeza (cf. Ef 3, 19), sin embargo
invita a nuestra razón — don de Dios otorgado para captar la verdad — a
entrar en su luz, capacitándola así para comprender en cierta medida lo que
ha creído.14

La fe suscita la teología, tanto en el plano de la adhesión de fe como en el


plano del objeto de fe. La fe no es todavía una visión de Dios: “Caminamos
en la fe y no en la visión” (2 Cor 5,7). Vivimos en una relación de palabra y
de audición, de testimonio y de fe. Creemos en el misterio por la Palabra,
sin verlo, y no tenemos acceso a Dios más que a través de unos signos:
signos de la carne de Cristo y signos de su palabra humana. La fe es una
14
C D F Instrucción Donum Veritatis n 6
34
primera posesión, imperfecta y oscura todavía, del objeto que aspira a
conocer. Tiende a la experiencia luminosa del Dios vivo cuyo testimonio
acoge, y aspira a contemplar al descubierto lo que sabe que constituye el
objeto de su felicidad. Por esta razón hay en el seno mismo de la fe un
apetito de visión, un deseo de conocer y de ver. La adhesión al mensaje y la
tendencia a la visión son dos aspectos esenciales del acto de fe, porque al
no ver, la fe busca comprender.

La Teología no es mejor que la fe, pero es un intento por responder a ese


deseo de visión que sólo se saciará en la otra vida. Por tanto, hay en la fe un
dinamismo de búsqueda del espíritu, y en la fe está siempre presente un
comienzo de búsqueda intelectual.

El mensaje de fe provoca, por lo tanto, el apetito del espíritu; no por una


simple curiosidad intelectual, sino porque la verdad que él revela se
presenta como el valor supremo para la vida humana, como lo que le da su
sentido último y hace que la vida valga la pena de ser vivida 15. Es porque la
Palabra de Dios tiene una riqueza inagotable que estimula indefinidamente
al espíritu y al corazón.

En este sentido puede afirmarse que la teología no solo es exigencia de la


fe, sino también del amor:16
La teología, que obedece así al impulso de la verdad que tiende a
comunicarse, al mismo tiempo nace también del amor y de su dinamismo:
en el acto de fe, el hombre conoce la bondad de Dios y comienza a amarlo,
y el amor desea conocer siempre mejor a aquel que ama17.
15
En este sentido Benedicto XVI: “La fe cristiana ¿es también para nosotros ahora
una esperanza que transforma y sostiene nuestra vida? ¿Es para nosotros «
performativa », un mensaje que plasma de modo nuevo la vida misma, o es ya sólo
« información » que, mientras tanto, hemos dejado arrinconada y nos parece
superada por informaciones más recientes? (Spes Salvi n. 10)
16
Donum Veritatis n. 7
17
Cf. San Buenaventura, Prooem. in I Sent., q. 2 ad 6
35
La certeza de fe preside al trabajo teológico, asegurando su validez. En
efecto, por su fe el teólogo tiene como absolutamente ciertas unas
verdades que no podría conocer ni por su experiencia ni por su reflexión; en
razón de esta certeza, se dedica a comprender el sentido de la Palabra de
Dios, y no solamente las fórmulas y las proposiciones que enuncian el
misterio, sino el misterio mismo; así, cuando el teólogo afirma que hay en
Cristo dos naturalezas y una persona, tiene como absolutamente cierto que
estas palabras corresponden a la realidad, y por eso intenta comprender
esa realidad.

La fe ejerce su influencia en el curso del trabajo teológico: en razón del


dinamismo continuo de su luz. En efecto, la gracia de la fe identifica al
hombre con el mundo superior del Evangelio. Por medio de la fe, Dios
imprime en la inteligencia humana una inclinación hacia él, y atrae al
hombre para que conforme su conocimiento con el conocimiento mismo de
Dios. Por medio de la fe recibe estímulo y dirección la reflexión teológica;
por medio de ella, el teólogo intenta comprender y al mismo tiempo
procura conformar su reflexión con la verdad de Dios. Todo este trabajo se
lleva a cabo a la luz de Dios que inclina y atrae por la fe, y bajo la dirección
del Magisterio de la Iglesia, intérprete autorizado de la Palabra revelada.

La razón humana, por su parte, se sirve de todas las leyes del razonamiento
y de la técnica humana, con todas las exigencias de la ciencia;
concretamente en materia de método, de sistematización y de unidad.

RESUMEN:
* LA FE BUSCA LA INTELIGENCIA. LA FE IMPULSA A LA RAZÓN HACIA
LA COMPRENSIÓN DEL MISTERIO.

36
* LA INTELIGENCIA TEOLÓGICA SE APOYA EN LA FE. LA FE ILUMINA
LA RAZÓN.

2 Teología en sentido estricto.

2.1 Teología como comprensión de la fe.


La Teología propiamente dicha es la ciencia de Dios, pero de Dios tal como
se nos ha dado conocer por la revelación, y en la medida en que esta
revelación puede introducirnos en un conocimiento más profundo de su
misterio íntimo. El punto de partida de la Teología es, por consiguiente, el
Dios en su libre testimonio sobre sí mismo.

Por otra parte, se puede decir también que la Teología es la ciencia del
objeto de fe, o sea la ciencia de lo que es revelado por Dios y creído por el
hombre; y en esto difiere por completo de las demás ciencias, pues
37
mientras que las ciencias naturales se apoyan en los datos de la experiencia,
la Teología se basa en los datos de la revelación que han sido acogidos por
la fe.

Si nos preguntásemos entonces, ¿en qué consiste la tarea del teólogo?


¿Cómo se hace teología? Habría que responder que el teólogo se esfuerza,
por medio de la reflexión, en llegar a una inteligencia más profunda de los
misterios que ya ha aceptado por su fe; pero lo que para un simple fiel es
objeto de asentimiento, para el teólogo se convierte en objeto de reflexión,
y lo que el simple fiel afirma como verdadero, el teólogo lo considera como
objeto de inteligibilidad.

En todo cristiano existe una reflexión inherente a la fe, una reflexión


espontánea nacida bajo la impresión de los acontecimientos o la presión del
ambiente; esta reflexión es una Teología elemental accesible a todos, en la
que la fe se esfuerza en comprender el por qué y el cómo de lo que cree. La
Teología científica es la prolongación de esa reflexión espontánea: se hace
reflexión consciente de sus principios, de su método, de su categoría de
ciencia, de sus conclusiones, e intenta penetrar en el objeto de la fe de una
manera metódica.

La Teología como ciencia es obra del creyente, que se sirve de su razón para
comprender mejor lo que ya posee por la fe. La Teología es la fe vivida por
un espíritu que piensa, y que ha sido científicamente elaborada por él. La
Teología es la fe “en estado de ciencia”; con San Anselmo podríamos
definirla como fides quaerens intellectum, lo que significa: la fe aplicada a
la inteligencia de su propio objeto; por ello la Teología demuestra fidelidad
a su misión cuando no solamente se pone a recoger los datos de la fe, sino
cuando procura comprenderlos y penetrar en ellos cada vez más. “Fides
quaerens intellectum: buscar la inteligencia es acto interior al creer.”
(Benedicto XVI Audiencia General 21 – 11 - 2012)

38
Acerca del conocimiento teológico propiamente dicho se expresaba así San
Anselmo de Cantorbery (1033-1109): “Señor, yo no pretendo penetrar en
tu profundidad, ¿cómo iba a comparar mi inteligencia con tu misterio?
Pero deseo comprender de algún modo esa verdad que creo y que mi
corazón ama. No busco comprender para creer, esto es, no busco
comprender de antemano, por la razón, lo que haya de creer después, sino
que creo primero, para esforzarme luego en comprender. Porque creo una
cosa: si no empiezo por creer, no comprenderé jamás” (Proslogion 1: PL
158,227).

En este sentido la fórmula de San Anselmo recoge el dinamismo de la


ciencia teológica: fides quaerens intellectum.

39
A partir de lo dicho nos hacemos el siguiente planteamiento: ¿En qué
consiste pues la tarea del teólogo? ¿Qué hace quien se dedica al estudio
de la teología? El trabajo del teólogo, ¿es obra pura de la razón? ¿es una
reflexión de tipo filosófico sobre una materia calificada como revelada que
la puede hacer incluso un no creyente? O por el contrario, ¿es necesaria la
fe para hacer teología; cómo interviene en ella? Siguiendo a San Anselmo
vemos claro como a la raíz de la comprensión del misterio de Dios está la fe.
La fe favorece, empuja, suscita la reflexión racional sobre Dios.

San Agustín, expresando esta mutua relación entre fe y razón hace ver
cómo además del impulso a la comprensión que nace de la fe, también esa
mayor comprensión alimenta la misma fe: "creo para comprender y
comprendo para creer mejor". (serm. 43,7,9) (Cf. Cat Igl Cat 158)

“La teología puede definirse como la ciencia en la que la razón del creyente,
guiada por la fe teologal, se esfuerza en comprender mejor los misterios
revelados en sí mismos y en sus consecuencias para la existencia humana.

La actividad teológica es «fides quaerens intellectum»: fe que busca


entender, impulsada no por una actitud de simple curiosidad, sino de amor
y veneración hacia el misterio. San Anselmo, que es el autor de esa
definición que expresa la esencia de la teología, observa que «el creyente
no debe discutir la fe, pero manteniéndola siempre firme, amándola y
viviendo conforme a ella, puede humildemente, y en la medida de lo
posible, buscar las razones por las que la fe es como es. Si consigue
entender, lo agradecerá a Dios, si no lo consigue, se someterá y la
venerará» [1].

La fe es siempre presupuesto absoluto de la teología –como se ha explicado


ya en el capítulo primero–, no sólo porque es su contenido, dado que la
teología se hace a partir de la fe, sino porque la buena teología se debe
hacer desde dentro de la fe, y es algo más que una simple reflexión racional
sobre los datos de la Revelación. Por eso afirma San Agustín: «intellige ut

40
credas, crede ut intelligas» (has de entender para creer y has de creer para
entender) [2]. Y otros autores posteriores, San Anselmo entre ellos, dicen:
«si no creéis no entenderéis».

La teología es entonces desarrollo de la dimensión intelectual del acto de


fe. La fe es algo muy sencillo, pero es también muy rica en aspectos. La fe se
profesa en el Credo, se celebra en la liturgia de los Sacramentos, se vive en
la existencia cristiana. Y se piensa en la teología. Por eso, ésta es fe
reflexiva, fe que piensa, comprende, pregunta y busca.” (Morales)

EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA SINTETIZA LA NATURALEZA DE LA


TEOLOGIA:

158 "La fe trata de comprender" (S. Anselmo, prosl. proem.): es


inherente a la fe que el creyente desee conocer mejor a aquel en
quien ha puesto su fe, y comprender mejor lo que le ha sido
revelado; un conocimiento más penetrante suscitará a su vez una
fe mayor, cada vez más encendida de amor. La gracia de la fe abre
"los ojos del corazón" (Ef 1,18) para una inteligencia viva de los
contenidos de la Revelación, es decir, del conjunto del designio de
Dios y de los misterios de la fe, de su conexión entre sí y con Cristo,
centro del Misterio revelado.

41
RESUMEN.

TEOLOGIA es INTELIGIBILIDAD DE LA FE
Fides quaerens intellectum
LA FE TRATA COMPRENDER. (S. Anselmo)
CREO PRIMERO, PARA ESFORZARME LUEGO EN
COMPRENDER. (S. Anselmo)
CREO PARA COMPRENDER Y COMPRENDO PARA CREER
MEJOR (S. Agustín)

2.2 Relaciones Fe – Teología.


Por su propia naturaleza la fe interpela la inteligencia, porque descubre al
hombre la verdad sobre su destino y el camino para alcanzarlo. Aunque la
verdad revelada supere nuestro modo de hablar y nuestros conceptos sean

42
imperfectos frente a su insondable grandeza (cf. Ef 3, 19), sin embargo
invita a nuestra razón — don de Dios otorgado para captar la verdad — a
entrar en su luz, capacitándola así para comprender en cierta medida lo que
ha creído.18

La fe suscita la teología, tanto en el plano de la adhesión de fe como en el


plano del objeto de fe. La fe no es todavía una visión de Dios: “Caminamos
en la fe y no en la visión” (2 Cor 5,7). Vivimos en una relación de palabra y
de audición, de testimonio y de fe. Creemos en el misterio por la Palabra,
sin verlo, y no tenemos acceso a Dios más que a través de unos signos:
signos de la carne de Cristo y signos de su palabra humana. La fe es una
primera posesión, imperfecta y oscura todavía, del objeto que aspira a
conocer. Tiende a la experiencia luminosa del Dios vivo cuyo testimonio
acoge, y aspira a contemplar al descubierto lo que sabe que constituye el
objeto de su felicidad. Por esta razón hay en el seno mismo de la fe un
apetito de visión, un deseo de conocer y de ver. La adhesión al mensaje y la
tendencia a la visión son dos aspectos esenciales del acto de fe, porque al
no ver, la fe busca comprender.

La Teología no es mejor que la fe, pero es un intento por responder a ese


deseo de visión que sólo se saciará en la otra vida. Por tanto, hay en la fe un
dinamismo de búsqueda del espíritu, y en la fe está siempre presente un
comienzo de búsqueda intelectual.

El mensaje de fe provoca, por lo tanto, el apetito del espíritu; no por una


simple curiosidad intelectual, sino porque la verdad que él revela se
presenta como el valor supremo para la vida humana, como lo que le da su
sentido último y hace que la vida valga la pena de ser vivida 19. Es porque la

18
C D F Instrucción Donum Veritatis n 6
19
En este sentido Benedicto XVI: “La fe cristiana ¿es también para nosotros ahora
una esperanza que transforma y sostiene nuestra vida? ¿Es para nosotros «
performativa », un mensaje que plasma de modo nuevo la vida misma, o es ya sólo
43
Palabra de Dios tiene una riqueza inagotable que estimula indefinidamente
al espíritu y al corazón.

En este sentido puede afirmarse que la teología no solo es exigencia de la


fe, sino también del amor:20
La teología, que obedece así al impulso de la verdad que tiende a
comunicarse, al mismo tiempo nace también del amor y de su dinamismo:
en el acto de fe, el hombre conoce la bondad de Dios y comienza a amarlo,
y el amor desea conocer siempre mejor a aquel que ama21.

La certeza de fe preside al trabajo teológico, asegurando su validez. En


efecto, por su fe el teólogo tiene como absolutamente ciertas unas
verdades que no podría conocer ni por su experiencia ni por su reflexión; en
razón de esta certeza, se dedica a comprender el sentido de la Palabra de
Dios, y no solamente las fórmulas y las proposiciones que enuncian el
misterio, sino el misterio mismo; así, cuando el teólogo afirma que hay en
Cristo dos naturalezas y una persona, tiene como absolutamente cierto que
estas palabras corresponden a la realidad, y por eso intenta comprender
esa realidad.

La fe ejerce su influencia en el curso del trabajo teológico: en razón del


dinamismo continuo de su luz. En efecto, la gracia de la fe identifica al
hombre con el mundo superior del Evangelio. Por medio de la fe, Dios
imprime en la inteligencia humana una inclinación hacia él, y atrae al
hombre para que conforme su conocimiento con el conocimiento mismo de
Dios. Por medio de la fe recibe estímulo y dirección la reflexión teológica;
por medio de ella, el teólogo intenta comprender y al mismo tiempo
procura conformar su reflexión con la verdad de Dios. Todo este trabajo se

« información » que, mientras tanto, hemos dejado arrinconada y nos parece


superada por informaciones más recientes? (Spes Salvi n. 10)
20
Donum Veritatis n. 7
21
Cf. San Buenaventura, Prooem. in I Sent., q. 2 ad 6
44
lleva a cabo a la luz de Dios que inclina y atrae por la fe, y bajo la dirección
del Magisterio de la Iglesia, intérprete autorizado de la Palabra revelada.

La razón humana, por su parte, se sirve de todas las leyes del razonamiento
y de la técnica humana, con todas las exigencias de la ciencia;
concretamente en materia de método, de sistematización y de unidad.

RESUMEN:
* LA FE BUSCA LA INTELIGENCIA. LA FE IMPULSA A LA RAZÓN HACIA
LA COMPRENSIÓN DEL MISTERIO.
* LA INTELIGENCIA TEOLÓGICA SE APOYA EN LA FE. LA FE ILUMINA
LA RAZÓN.

2.3 Revelación biblia y filosofía griega. (Razón y fe)

“La teología supone la unión de la razón y la fe, como hemos visto más
arriba. Ambas son necesarias para que haya actividad teológica. Razón y fe
actúan conjuntamente. … La teología, como fe pensada, es la aplicación de
la fe a los misterios cristianos con el fin de contemplarlos, comprender lo
más posible la doctrina que contienen, y exponerlos de manera ordenada.
La razón actúa guiada por la fe y como bañada en el elemento espiritual que
la fe proporciona. «Gracias a la asistencia del Espíritu Santo, la inteligencia
tanto de las realidades como de las palabras del depósito de la fe puede
crecer en la vida de la Iglesia» [6]. La teología ayuda precisamente a ese
crecimiento. Exige, por lo tanto, que la fe y la razón actúen al unísono, sin
que ninguna de ellas invada el campo legítimo de la otra, es decir, con
equilibrio y armonía recíprocos. Si la fe ahogase el ejercicio de la razón se
45
produciría lo que se llama fideísmo, que supone creer sin una base racional
o histórica suficiente. Si la razón usurpa el terreno de la fe, estamos en
presencia del racionalismo, que es una de las enfermedades serias que
pueden afectar a la teología.” (Morales)

“El buen trabajo teológico necesita de la filosofía como instrumento


intelectual. La filosofía ayuda al rigor de la teología, aunque nunca debe
invadirla en exceso, porque esto desfiguraría sus aspectos pastorales y
espirituales, y podría ignorar el misterio divino con una actitud racionalista.
Puede decirse que, junto con la Biblia, la filosofía proporciona a la teología
el lenguaje preciso que necesita para satisfacer las expectativas legítimas de
la razón humana. Así como las matemáticas son el lenguaje de la física, que
no puede prescindir de ellas, lo mismo es dado afirmar de la filosofía en su
relación con la teología.

Teólogos como Santo Tomás de Aquino y otros muchos se han ocupado en


todo momento de su trabajo intelectual de encontrar y usar una filosofía
adecuada como soporte de su obra teológica. … Debe decirse a pesar de
todo que las relaciones entre teología y filosofía no han sido del todo fáciles
a lo largo de la historia. … Son bastantes los momentos en los que han
predominado indebidamente la filosofía y la dialéctica, originando
tendencias y posturas racionalistas, y otros en los que la ausencia de
filosofía ha impedido hacer una teología con precisión y rigor.” (Morales)

No toda postura filosófica es adecuada como instrumento del quehacer


teológico. Para ello se requiere por lo menos los siguientes elementos:

“Hace falta en primer lugar una actitud filosófica que acepte la existencia de
la Verdad y la capacidad de la razón humana para conocerla y expresarla en
el lenguaje. Es decir, debe admitirse que los aspectos religiosos de la
existencia y las doctrinas de la fe (los misterios cristianos) son susceptibles
de verdadero conocimiento, y no son captados únicamente por el
sentimiento y las emociones.

46
Ha de ser además una filosofía realista, es decir, que afirme el mundo como
algo real, y no como producto mental de la razón. Una filosofía idealista,
que no considere el mundo de los hombres y de las cosas como
independientes de la mente humana no sería adecuada para el trabajo
teológico.

Debe afirmar también de modo preciso la relación que existe entre Dios y el
mundo. Sostendrá el origen de todas las cosas a partir de una acción libre
de Dios (Creación), así como la distinción absoluta entre el Creador y sus
criaturas. Concebirá finalmente al ser humano –hombre y mujer– como
unidad de lo espiritual y lo somático, es decir, como alma encarnada o
cuerpo animado.

Estos principios filosóficos son las bases elementales de una filosofía que
pueda entrar en relación fecunda con las creencias cristianas, y permita un
equilibrio entre la razón y la fe. La Encíclica Fides et Ratio (septiembre 1998)
invita a considerar la filosofía como una búsqueda de la Verdad, lo cual hace
posibles el entendimiento y la colaboración con la teología.” (José Morales)

La filosofía colaborando con la teología permite al espíritu humano poder


adentrarse en la profundización racional de la fe. Esto supone la
racionalidad del misterio revelado. La revelación, el misterio manifestado
en ella no es “irracional”. Es preciso penetrar en el “logos” que ella
contiene. Esto es tarea de la teología: profundizar en la inteligibilidad de la
fe.

“La tradición católica, desde el inicio, ha rechazado el llamado fideísmo, que


es la voluntad de creer contra la razón. Credo quia absurdum (creo porque
es absurdo) no es fórmula que interprete la fe católica. Dios, en efecto, no
es absurdo, sino que es misterio. El misterio, a su vez, no es irracional, sino
sobreabundancia de sentido, de significado, de verdad. Si, contemplando el
misterio, la razón ve oscuridad, no es porque en el misterio no haya luz,

47
sino más bien porque hay demasiada.” (Benedicto XVI Audiencia General
21/11/2012)

La filosofía griega ha servido como instrumento para el esfuerzo de


profundización de la fe, gracias al “logos” presente en la revelación. La
razón no puede cerrarse al misterio.

“Una tarea primordial de la fe cristiana es la teología, discurso


comprensible, lógico (rationale, racional-inteligible) de Dios. Aquí radica el
derecho inamovible de lo griego en lo cristiano. (Afirma J. Rátzinger) Estoy
plenamente convencido de que no fue pura casualidad el que el mensaje
cristiano, en su primera configuración, entrase en el mundo griego y que se
mezclase así con el problema de la comprensión, de la verdad.” 22

El Papa Benedicto invoca una “razón ampliada”, que no se limite al campo


de lo “experimental” y que entre en diálogo, también hoy, con la
revelación.

El modo de comprender la razón a partir de la modernidad, ha suscitado un


movimiento contrario al diálogo que se ha dado entre fe bíblica y
pensamiento griego y se ha planteado una deshelenización del
cristianismo, postura que es preciso corregir abogando a una “razón
ampliada” que permita un saludable diálogo entre razón y fe.

22
Ratzinger. Introducción al Cristianismo. Véase también: Benedicto XVI Discurso.
“Fe, razón y universidad. Recuerdos y reflexiones”. Encuentro con el mundo de la
cultura. Regensburg-Ratisbona 12.09.2006
48
3: El objeto de la Teología.

A la pregunta sobre cuál es el objeto de la Teología, o quién es el


sujeto que trata, responde la Teología tomista diciendo que es Dios
en cuanto Dios, Dios en su misma naturaleza; pero otros teólogos,
preocupados en construir una respuesta centrada en el movimiento
mismo de la revelación, contestan diciendo que el objeto de la
Teología es Cristo y la historia de la salvación. Por tanto, ¿cuál es el
objeto de la Teología? ¿Es Dios o Cristo? ¿Es Dios, o la economía de la
salvación?

Es evidente que el objeto material de la Teología es Dios, pero hay


que ver cuál es su objeto formal. El objeto formal de una ciencia es el
aspecto particular bajo el que considera su propio objeto material;
por ejemplo el hombre puede ser el objeto material de varias
ciencias: Filosofía, Sociología, Psicología, Antropología, etc., y cada
una de ellas lo verá bajo un aspecto diferente.

Teología y Misterio de Dios.

La Teología estudia a Dios en el misterio de su vida íntima y de su


designio de salvación. Toda la Teología para Santo Tomás se reduce al
doble misterio de la Trinidad y de la Encarnación, es decir, al misterio
de Dios en su vida íntima, y al misterio de la economía de los medios
que nos conducen a él. En términos más personalistas podemos decir
que la Teología trata de Dios mismo, y también de Cristo, como signo
eficaz de la salvación. Por eso todos los tratados de Teología hablan
49
de Dios: del Dios uno y trino, del Dios que crea y que justifica, del
Dios hecho hombre y siervo doliente, del Dios fuente de toda gracia y
de toda virtud, del Dios que santifica por medio de la Iglesia y de los
sacramentos, del Dios que hace bienaventurados a los que le aman y
le sirven.

La Teología no habla más que del Dios vivo y personal que ha creado
al mundo, que ha librado a su pueblo de la esclavitud de Egipto y ha
establecido con Él la alianza, que amó a los hombres hasta el punto
de entregar por ellos a su Hijo, y al que la Iglesia en los Salmos no
deja de invocar como el Dios de la salvación (23, 37, 87); o en las
oraciones de la misa como el Dios que es y será para siempre. El Dios
del que habla la Teología no es un concepto abstracto ni un Dios
mudo, sino el Dios vivo cuya palabra y cuyos gestos llenan los dos
Testamentos.

La ciencia teológica estudia el ser de Dios, en la medida en que puede


alcanzarlo. No olvida nunca que Dios es un profundo misterio, que no
es un objeto del que se pueda dar información como de otros
objetos, puesto que no existe del modo que existen las cosas o los
hombres en el mundo. La Sagrada Escritura se refiere a Él como el
Dios escondido [16], que habita una luz inaccesible [17]. Somos seres
finitos que no pueden abarcar ni comprender al Ser infinito.

«No podemos –dice Santo Tomás de Aquino– saber de Dios qué cosa
es. No obstante, para saber lo que en la doctrina teológica se afirma
de Dios, empleamos sus obras, bien sean de naturaleza o de gracia»
[18]. Que la teología es ciencia de Dios significa principalmente que
todo se trata en ella desde el punto de vista divino [19] y que «la
afirmación cristiana no parte del hombre, ni siquiera del mundo, para

50
hablar de Dios como Demiurgo o Axioma eterno, sino que parte de
Dios, del Dios vivo absolutamente trascendente y libre» [20].

«La teología –dice Juan Pablo II– se concentra temáticamente en el


misterio de Dios Uno y Trino» [21]. El edificio teológico puede
construirse de diversos modos, pero siempre tiene en cuenta, para
estructurarse adecuadamente, que Dios ha desvelado aspectos de su
vida íntima intratrinitaria que son la base de la teología y que Él es
además la causa libre de toda realidad espiritual y visible. Es también
el fin de esa realidad, que debe volver a Él de algún modo. La teología
considera, por tanto, a Dios como misterio y Origen Creador del
hombre y de las cosas, como Redentor a través de Jesucristo y la
Iglesia, como santificador en el Espíritu Santo, y finalmente como
consumador del universo en el más allá escatológico.

Es decir, reflexiona sobre Dios en cuanto deidad, y trata de Él como el


Dios vivo de la revelación, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, el Dios
Trino que se revela en la historia de la salvación. «A Dios nadie le ha
visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha
comunicado» [22]. La teología depende por entero de la Revelación.
(Morales p.36-37)

Teología e historia de la Salvación.

Precisando el tema hay que afirmar que “El objeto de la teología es la


Verdad, el Dios vivo y su designio de salvación revelado en
Jesucristo”.23

23
C D F Donum Veritatis n 8
51
Si la teología sigue fiel al movimiento de la revelación y procura
alcanzar a Dios allí donde Dios se manifiesta, o sea en la historia de la
salvación que culmina en Jesucristo, no puede haber divorcio entre
Teología y Economía de la Salvación. Una Teología atenta a la historia
de la salvación no se opone a una Teología centrada en Dios; y al
revés, una Teología del Dios vivo no puede elaborarse
independientemente de la historia de la salvación. La Teología
reconoce que Dios es trascendente a la historia de la salvación, y que
la vida Trinitaria se basta a sí misma; pero reconoce al mismo tiempo
que no sabemos nada de esa vida íntima de Dios si no es a través de
la economía de la salvación.

En conclusión, no hay división alguna entre la Teología y la Historia de


la Salvación. La Teología es reflexión sobre Dios que se ha
manifestado en Jesucristo, y su objeto es el Dios conocido por la
Historia de la Salvación.

La Teología y el mundo creado.

La Teología trata también de las criaturas, del hombre, pero las


considera en su relación con Dios. Si la Teología se inclina sobre el
hombre es para revelarle que su misterio está en Dios.

Pero la teología puede y debe ocuparse además de cualquier realidad


terrenal, siempre que lo haga a) para explicar su sentido último a la
luz del Evangelio; y b) para determinar su repercusión espiritual y
moral en el hombre.

a) La teología sabe bien que las realidades terrenas tienen


importancia en la economía divina de la salvación, porque
52
representan fines intermedios legítimos en el camino vocacional del
ser humano. Por eso los teólogos pueden estudiar el significado que,
desde un punto de vista cristiano, se encierra en aspectos de la
actividad humana tales como las comunidades naturales, las
relaciones entre los pueblos, el uso de la naturaleza, la educación de
la persona, el trabajo, la ciencia y la técnica, la economía y el
desarrollo, el arte, el deporte, el gobierno de las naciones, el orden
internacional, la bioética, etc.

La consideración de estas realidades no sólo no supone olvido de


Dios sino una visión del mundo en la que Dios y la realización de su
Reino son el dato y la intención primarios. Es precisamente la
teología la única que puede hablar con autoridad, y sin
reduccionismos interesados y egoístas, de las verdades públicas del
Reino de Dios, como son la paz, la justicia, la verdad, la compasión y
la concordia, para ayudar a la Iglesia a determinar y enseñar el recto
modo de entender, vivir y difundir esos valores.

«Bajo la luz de Cristo –leemos en la Constitución Gaudium et Spes– el


Concilio se dirige a todos para esclarecer el misterio del hombre y
cooperar en el hallazgo de soluciones que respondan a los principales
problemas de nuestra época» [23].

b) La teología sigue siendo teocéntrica cuando se ocupa de modo


especial del ser humano, ante todo porque «la antropología es de
modo indisociable teología y cristología, dado que el modelo
auténtico de hombre vivo es Cristo prefigurado en Adán» [24]. Juan
Pablo II ha recogido y desarrollado estos motivos en la Encíclica
Redemptor Hominis (4.3.1979), principalmente cuando habla de que

53
«Cristo se ha unido a todo hombre» (n. 13) y explica por qué «todos
los caminos de la Iglesia conducen al hombre» (n. 14).

La actividad teológica ha de reflexionar sobre la posibilidad misma de


la fe para la criatura humana y su vocación y destino eternos.
Considera y descubre asimismo lo específico de la persona, que no es
una simple cosa u objeto.

Estudia los aspectos intersubjetivos del ser humano que le son


necesarios para constituirse y vivir como tal, y trata de su condición
histórica como ser en el mundo. Sobre todo presenta al hombre
como un ser religioso y moral, que tiene su centro en Dios y necesita
elegir con frecuencia entre el bien y el mal para lograr su fin. Todo
converge en la obra de la gracia, que permite a la persona usar bien
su libertad, elegir a Dios en Jesucristo y alcanzar la santidad y la vida
eterna.

Puede decirse en suma que existe una profunda conexión entre el


objeto de la teología y la misión de la Iglesia, y es tarea de los
teólogos proporcionar los fundamentos de esa unión y de su ejercicio
en campos concretos de la realidad humana. (Morales 37-38)

RESUMEN:
OBJETO DE LA TEOLOGIA:

DIOS VIVO Y PERSONAL

QUE SE REVELA EN LA HISTORIA DE LA SALVACION.

CUYO MISTERIO ILUMINA LA REALIDAD CREADA-

54
4: La Teología: ciencia y sabiduría

4.1. Planteamiento del problema.


Al comienzo de su Suma Teológica, Santo Tomás se planteaba la
siguiente pregunta: “La doctrina sagrada, ¿es una ciencia?”. Si es una
ciencia, ¿lo es por la misma razón que lo son las demás ciencias
humanas que conocemos, o bien lo es en un sentido distinto a ellas?

Hoy nadie pone en duda que la Teología sea una ciencia, porque
cuenta con su propio objeto, su método, su unidad y su
sistematización, pero en la Edad Media la respuesta no era tan
evidente. Duns Scoto, teólogo irlandés, opinaba que para que el
concepto de ciencia pudiera ser aplicado a la Teología, tenía que
sufrir tal mutación que casi nada quedaría de su significado primitivo,
y otros veían en la Teología una especie de término medio entre la
ciencia y la fe.

El problema de identificar a la Teología como ciencia durante la Edad


Media, tuvo su origen en la definición aristotélica de ciencia. En
efecto, en la mentalidad de Aristóteles ciencia es un conocimiento
cierto y siempre válido que resulta de una deducción lógica. Es
conocimiento cierto porque procede de experiencias primarias
reales; y tiene un carácter deductivo porque es capaz de relacionar
sus conclusiones con principios universalmente aceptados como
válidos.

Inmediatamente salta a la vista que semejante concepción de la


ciencia no puede aplicarse a la Teología, porque no procede de

55
experiencias reales, ya que los misterios cristianos no son objeto de
experiencia o de evidencia, sino de testimonio y de fe.

En la Edad Media se creía que un conocimiento apoyado en el


testimonio de un informante (por ejemplo el histórico) no verificaba
la noción que se tenía de la ciencia, ya que un testimonio así no es
capaz de engendrar certeza, sino solamente el valor de una opinión.
A partir de esa creencia surgía un dilema: o bien la Teología entraba
en la noción aristotélica de ciencia con relación a la evidencia
necesaria de sus primeros principios, y en ese caso no necesitaría de
la fe; o renunciaba a la noción aristotélica de la ciencia, y entonces
simplemente sería un acto de fe.

Este planteamiento que priva a la teología de su carácter “científico”


se ha afirmado en la concepción positivista actual: Para el
planteamiento positivista moderno el concepto de ciencia, de saber cierto
está frecuentemente unido al método experimental por lo que la teología
no podría recibir el calificativo de ciencia.

A cerca de esta concepción moderna de ciencia y del lugar de la teología Y.


Congar afirma “La noción aristotélico –tomista de ciencia es evidentemente
accesible a los espíritus modernos. Éstos, sin embargo, practican una idea
bastante diferente e ciencia. Una “ciencia” es para ellos una disciplina
caracterizada por una aproximación a la verdad, por unos recursos un
método, finalmente un poder sobre lo real, todo ello ligado a una gestión
cuya exactitud s dirigida y verificada por el espíritu mediante la
experimentación (ésta, tan cifrada, tan matematizada como sea posible). Es
científico lo que es rigurosamente verificable, Respecto a las disciplinas
filosóficas o religiosas, que se aplican a conocer, más allá de los
fenómenos, la realidad misma oculta, y cuyos resultados no tienen el
carácter de una evidencia irrecusable, se habría de hablar, más bien,
simplemente de “saber”.” (Y Congar, Fe y Teología, p. 181)
56
4.2. La Teología es la ciencia.
Hay otra postura más favorable que aplica a la teología la noción de
ciencia. Según esta postura se designa con el término de ciencia a
toda disciplina que goza de un objeto y de un método propios y que
conduce a una síntesis comunicable; además, el objeto estudiado por
ella puede ser de orden experimental, histórico o especulativo.
Dentro de esta perspectiva, la Teología sí realiza, evidentemente, la
noción de ciencia, ya que tiene su objeto, su método, su unidad y su
sistematización propia.

En la demostración científica moderna, la experiencia y la razón son


inseparables; pero hoy las ciencias se llamarán experimentales o
racionales según domine en ellas el recurso a la experiencia o la parte
que aporta la razón. De allí que existan las ciencias positivas, en
donde predominan los hechos y las experiencias, y las ciencias
racionales, en las que predomina la razón.

A la luz del pensamiento humano, ¿a qué tipo de ciencia pertenece la


Teología? En este punto los teólogos no coinciden. Unos, fieles a la
noción aristotélica, hacen de ella una ciencia netamente
especulativa; otros en cambio, observando que la Teología se
caracteriza ante todo por ser la ciencia del Dato Revelado, y viendo
además cómo exige la actuación de una investigación de tipo
positivo, proponen considerarla como una ciencia
“fundamentalmente positiva”, pero de una forma positiva muy
especial: como una ciencia que reconoce el puesto de la deducción
teológica, pero que intenta realizar una investigación intelectual por
métodos distintos de los de la mera demostración aristotélica.

57
En la perspectiva de la ciencia moderna, parece legítimo clasificar a la
Teología entre las ciencias de tipo positivo, ya que como se ha dicho,
es la ciencia del Dato Revelado que se apoya en él y se refiere a él
continuamente; pero esta clasificación sería a condición de que no se
considerara la función propiamente reflexiva de la Teología como una
función de segunda importancia, porque en ese caso quedaría
disminuida la inteligencia de la fe dentro de esta ciencia.

Es preciso pues, tener presente la doble función de la teología. La


función positiva y la especulativa:

Palabra de Dios es la que exige ser intellecta, es decir,


conocida y comprendida cada vez mejor. En esta inteligencia
de la fe la teología procede con su propio método (fides
quaerens intellectum). Los dos momentos principales de su
actuación son el momento positivo del auditus fidei (toma de
conciencia de la fe de la Iglesia a través de su desarrollo
histórico a partir del tema bíblico) y el momento reflexivo del
intellectus fidei en sus niveles explicativo, especulativo y
actualizante. (M. Semeraro, Método Teológico en Diccionario
de Teología)

Volvamos al planteamiento de Santo Tomás: “¿Es que la Sacra


doctrina… verifica, al menos en alguna de sus formas, la cualidad de
ciencia? Responde: Sí. En efecto, hay ciencia cuando conocemos una
realidad dentro de otra que es nuestra razón: la ciencia es
conocimiento in principio rei, y por tanto conocimiento explicativo
que hace saber por qué y cómo una proposición es verdadera.” Dios
tiene un perfecto conocimiento de las cosas porque las ve en sus
causas encadenadas, y finalmente en su único principio, que es él

58
mismo. Las ve así intuitivamente, de una única mirada y en un único
instante. En nosotros, la religación causal no es solamente
conocimiento in principiis, sino proceso demostrativo y discursivo, ex
principiis: emplea un razonamiento. Tratándose de la Sacra doctrina,
este esquema epistemológico es aplicable así: 1. La enseñanza
cristiana cobra razón de ciencia cuando se esfuerza en construir
racionalmente lo revelado de tal manera que determinadas verdades
se presentan religadas a otra como a sus raíces reales. Y por tanto en
una situación de consecuencia por referencia a un principio: que las
verdades-conclusiones y las verdades –principios sean, una y otras
reveladas (por ejemplo en san Pablo 1 Cor 15, 12-18) o que las
verdades –conclusiones sean adquiridas, más allá de lo revelado
formal, por una elaboración de su “virtual”. En el segundo caso
estamos ante conclusiones teológicas propiamente dichas.

2. Normalmente, una ciencia tiene la evidencia de sus principios, cuya


luz comunica a las conclusiones. La teología tiene por principios los
enunciados de fe… El teólogo posee los principios de su ciencia
dentro de la humildad y la fuerza de la fe, que trasplanta a él el
principio mismo del conocimiento divino. La evidencia de esos
principios es decir, la visión directa de los misterios, existe en Dios y
en los bienaventurados… Sin la fe no habrá en absoluto teología … la
fe comporta una exigencia sobrenatural en el centro mismo de su
cualidad de ciencia.” (Congar, Fe y Teología, p. 179 -181)

Apoyados así por la fe en la solidez absoluta del conocimiento de


Dios, pero también en la razón humana y sus adquisiciones ciertas, el
teólogo tiene esta audacia: intentar ordenar e interpretar los datos
múltiples de la creencia católica de modo que se vean sus
encadenamientos o sus enraizamientos tales como Dios los ha
59
dispuesto, y, por tanto, como aparecen en la ciencia que él mismo
tiene de ellos. Encontrar de nuevo la arquitectura de la obra e Dios.

4.3. La Teología como sabiduría.

La Teología es el conocimiento de todas las realidades, divinas y


humanas, por la primera de todas las causas, por la causa de las
causas: por Dios mismo, que es principio del orden universal.

La Teología procede de Dios y de su auto manifestación al hombre.


Como ciencia, se esfuerza por penetrar en el plan divino y por
reconstruirlo a partir de los elementos que nos comunica la
revelación. La Teología, como el profeta, intenta ver y apreciar todas
las cosas según la óptica divina, a la luz con que las ve el mismo Dios.
Procura descubrir la inteligibilidad de cada criatura, tal como existe
en Dios en su designio creador y salvador; esto es, no solamente en
su estructura ontológica, sino también en su realidad existencial
concreta y en su destino salvífico. En el seno del mundo, quiere ser la
Teología el intérprete de Dios a partir de la revelación; en la historia
de los hombres, se dedica a percibir la acción de Dios; en los
designios de los tiempos, se esfuerza en discernir las llamadas de
Dios.

Al intentar penetrar de este modo la Teología en el sentido de los


seres y de los acontecimientos, según la visión misma de Dios,
merece el nombre de sabiduría, y como tal puede desempeñar un
papel de unificación y de síntesis incluso ante la ciencia humana. La
Teología recapitulará en Cristo todas las realidades del universo, las

60
eternas y temporales, las espirituales y carnales, porque Cristo es el
alfa y la omega, el fin de la historia humana, el punto en el que los
anhelos de la historia y de la civilización convergen, el centro del
género humano, el gozo de todos los corazones y la plenitud de todos
sus deseos.

“La sabiduría se esfuerza en proporcionar una visión unificadora de


toda la realidad. Es, en efecto, un conocimiento según las causas más
altas, más universales y más aclaradoras (Santo Tomas de Aquino).
Para los padres de la Iglesia, el sabio era aquel que juzgaba todas las
cosas a la luz de Dios y d las realidades eternas, que son la norma
para las cosas de la tierra. (id) por lo tanto la sabiduría tiene también
una dimensión moral y espiritual” (Comisión Teológica Internacional.
La Teología hoy. n. 90)

“La fe permite un saber auténtico sobre Dios que involucra toda la


persona humana: es un «saber», esto es, un conocer que da sabor a
la vida, un gusto nuevo de existir, un modo alegre de estar en el
mundo. La fe se expresa en el don de sí por los demás, en la
fraternidad que hace solidarios, capaces de amar, venciendo la
soledad que entristece. Este conocimiento de Dios a través de la fe
no es por ello sólo intelectual, sino vital. Es el conocimiento de Dios-
Amor, gracias a su mismo amor. El amor de Dios además hace ver,
abre los ojos, permite conocer toda la realidad, más allá de las
estrechas perspectivas del individualismo y del subjetivismo que
desorientan las conciencias. El conocimiento de Dios es por ello
experiencia de fe e implica, al mismo tiempo, un camino intelectual y
moral: alcanzados en lo profundo por la presencia del Espíritu de
Jesús en nosotros, superamos los horizontes de nuestros egoísmos y

61
nos abrimos a los verdaderos valores de la existencia.” (Benedicto XVI
Audiencia General 21 – 11 – 2012)

La teología cristiana es sabiduría, es decir, está por encima de la


información y también del simple conocimiento. Su mirada a la
realidad es más penetrante y profunda que la mirada filosófica o
científica, que consideran las cosas sólo por lo que son en sus
apariencias externas.

La teología es conocimiento de todas las realidades divinas y


humanas a través de la Causa primera, que es Dios mismo, principio
del orden universal. Ve las cosas de modo pleno y «sub specie
aeternitatis». Se esfuerza por penetrar respetuosamente el plan
divino de las cosas y procura descubrir el sentido hondo de cada
criatura, tal como existe en Dios y su designio creador y salvador,
esto es, no solamente en su estructura de fondo, sino también en sus
aspectos concretos y en su destino salvífico. Quiere ser en el mundo
como el intérprete de Dios a partir de la revelación.

Al penetrar en el sentido de los seres y de los acontecimientos según


la visión de Dios, la teología se hace acreedora al nombre de
sabiduría y puede desempeñar respecto a las ciencias humanas un
papel de unificación y de síntesis, sin que ejerza por ello ninguna
clase de tutela sobre ellas. Nos dice que no basta detenerse en el
conocimiento superficial de las cosas creadas y se ofrece como alma
de un proyecto cuyo eje sea el conocimiento de Dios como origen,
centro y fin del mundo y de la vida humana.

Los Padres de la Iglesia consideraban la teología como sabiduría.


Cuando la teología se convierte, siglos más tarde, en ciencia, por la
actividad de escolásticos como Tomás de Aquino, Buenaventura, etc.
62
(siglo XIII) no deja, sin embargo, de ser comprendida y cultivada
también como sabiduría. La teología como ciencia no sustituye o
reemplaza a la teología como sabiduría, sino que ésta queda
integrada en aquella, y la teología se concibe y desarrolla como una
ciencia sapiencial. (Morales 40)

RESUMEN:

LA TEOLOGIA ES CIENCIA POSITIVA EN CUANTO SE APOYA EN EL DATO


REVELADO. PERO CIENCIA EN SENTIDO ESPECIAL EN CUANTO CONCEDE
GRAN IMPORTANCIA A LA REFLEXION RACIONAL SOBRE LA FE.

LA TEOLOGIA ES SABIDURIA EN CUANTO QUE INTENTA PENETRAR EN EL


SENTIDO DE LOS SERES Y DE LOS ACONTECIMIENTOS, SEGÚN LA VISIÓN
MISMA DE DIOS.

63

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