En las S.E. la fe es la respuesta integral del hombre a Dios que se revela como salvador. Es acogida a toda palabra o mandato dado por el Señor; y así mismo sumisión a su mensaje salvífico. En el Antiguo Testamento se insiste en ser confianza, y el Nuevo Testamento la permanencia al mensaje divino. El vocabulario de la fe se funda en todo que es apoyo, seguridad y confianza hacia Dios. a) Antiguo Testamento: Creer es apoyarse en Dios. Yahvé, el Dios de la alianza, promete la salvación para el “pueblo de Israel” (primeros padres, Abraham, patriarcas, entre otros, y este último le responderá con la fe en dicha promesa. b) Nuevo Testamento: Con Jesús se da la fusión de la historia de salvación y del Verbo de Dios, por ello se condensara el concepto de fe: Exigencia primera de Jesús: En los sinópticos: Condición suficiente para la salvación En los Hechos: purificación de los corazones y acogida de la salvación Con Juan: proceso de todo hombre dirigido a la persona de Jesús Por su carácter interpersonal, se relaciona con la del Antiguo Testamento: Confianza y abandono en Dios, presente en la palabra y la acción de Jesús (sinópticos); obediencia que hace semejantes al crucificado-resucitado y que da el Espíritu de los hijos de Dios (Pablo); adhesión al testimonio del Padre y del Hijo (Juan). Pero, por encima del Antiguo Testamento, la fe es asentimiento a un mensaje En los sinópticos: anuncio del reino de Dios y proclamación del amor misericordioso del Padre Con Pablo y Hechos: evangelio de la muerte-resurrección de Jesús, señor y único salvador de todos los hombres Con Juan: la persona misma de Jesús, Verbo hecho carne, lleno de gracia y de verdad, en quien se contempla la gloria del Padre A pesar de ser un proceso humano, la fe encuentra su fuente en Dios, que se suscita por el poder salvífico; que en los sinópticos, procede de la acción en la palabra y actividad en Jesús; mientras que para Pablo y Hechos, procede de la acción escatológica de Dios que es la resurrección de Jesús y la predicación que la anuncia; y en Juan; la fe nace de la atracción del Padre, que invita y asocia a la vida de la Trinidad. 2. Trascendentalidad de la fe Al ser propia del hombre, encuentra en nosotros sus condiciones de aparición; si fuera propio de Dios, sería un proceso desconocido por el hombre, esto se puede llamar preámbulo de la fe. Dicho preámbulo de la fe (en un sentido radical): Es en el propio sujeto, en sus estructuras, y no solo en lo que se ofrece a su consideración como objeto, donde se perciben las condiciones de la aparición de la fe. El proceso de la fe es un ejercicio soberano en que el hombre hace suyo el pensamiento de Dios. Acoger su palabra, en la búsqueda de la verdad, es la oportunidad de acceder al registro divino de la verdad. a) La infinitud del espíritu o la apertura de Dios: Para darse dichos elementos preliminares se evidencia en el hombre un signo de la infinitud, por consiguiente se da la apertura a Dios. El hombre por su apertura a Dios hace presa en el infinito; toda preocupación radica en el interrogante del ser; por ello, la pregunta es lo más característico del hombre, y esto demuestra que conoce el ser por instinto (las preguntas atestiguan que el dato de nuestra experiencia recibe su ser de quien no lo recibe de ningún otro). El absoluto (fuente y cima del ser) se convierte en un deseo irresistible para el hombre; por ello, Dios que no se puede conocer sino por medio de analogías. b) La palabra, medio privilegiado de la revelación divina: El hombre encuentra en la palabra el medio más adecuado para expresar los secretos de Dios. Esto se evidencia en las cosas creadas, hablan de sí; y el espíritu al poner su atención en ello, puede elevarse a Dios desde lo creado; pero con la palabra, tiene el privilegio de existir sólo respecto a otra cosa distinta; no tiene consistencia propia más que para designar a aquel que se expresa en ello y aquello que éste significa (la analogía como el acercamiento más adecuado). “Las palabras proclaman las obras (de Dios) e iluminan el misterio que allí se contiene” Dei Verbum N° 2. c) Las disposiciones morales de confianza y de abandono: La fe, desde un orden moral, implica la aceptación de la condición de criatura; que supone confianza (incondicional en una sabiduría y un amor superior, es decir, entregarse a la verdad y bondad absoluta) y abandono (al poder creador). Al reconocer los límites humanos lleva a una superación de los mismos, lo cual conlleva, reconocer que no hay alienación en la obediencia a Dios quien no tiene límites. 3. La teologalidad o el origen divino de la fe La primera fuente de la fe, antes que el hombre mismo, es Dios (tradición judeo- cristiana). En el Antiguo Testamento, la fe procede de lo dicho por los profetas; quien hablaran de un corazón nuevo y espíritu nuevo, dados por Dios; y en el Nuevo Testamento, la fe proviene del poder divino de la salvación, que actúa en la palabra y acción de Jesús. En últimas, la fe es respuesta a una llamada interior y gratuita por parte de Dios. a) La iniciativa creadora y restructurante de Dios: Para no reducir la palabra de Dios (la revelación de Dios en medio de nosotros) por nuestro espíritu limitado, es necesario que Dios mismo sea el sujeto que revela su misterio, para “no tener una idea de Dios, sino la realidad de Dios”. Por esta razón, se considera la fe como iniciativa creadora y restructurante de Dios (fundamento primero y absoluto). b) El papel y el alcance de las razones de creer: Si el absoluto se revela, quedaría la reflexión sobre el alcance de las razones para creer o de los signos que acompañan a la revelación divina. Por una parte, los profetas confirmaban su misión por medio de signos; pero en los tiempos actuales, la razón exige razones para creer (San Agustín: No habría que creer si no hubiera razones para creer). Pero por todas las razones que se tengan, éstas no dejarían al hombre frente a Dios, lo cual logra la fe. Siendo así, se replantea el papel de la razones; éstas no afecta el nivel de credibilidad de la palabra divina, sino que, apoya el conocimiento humano sobre su obligación de creer y su decisión libre de creer. 4. La globalidad del acto de la fe: C.V.II la fe como un abandono de la persona a Dios. La fe pertenece ante todo al orden interpersonal de la alianza. a) La inteligencia, testigo del origen divino y la radicalidad de la fe: Las palabras y gestos de la revelación proceden del misterio de Dios, es por eso que no se tiene acceso a la alteridad sino por la inteligencia que me permite percibir al otro. Es Dios que se revela, hay un primer movimiento de nuestro ser espiritual. Luego la inteligencia del creyente atestigua el respeto que Dios tiene con los seres, ya que el mensaje no hace más que proponer la conciencia del Don que Dios hace de sí mismo y la que realidad suscita. b) El amor y la liberta: atractivo de la comunión con la vida divina: La atracción al bien propuesto por la revelación es la que promueve el comportamiento creyente. El bien último que se propone a mi existencia, no es por ser creatura, sino un conocimiento y un amor de Dios. La fe es libre, no por los medios que me llevan al fin sino por el fin último, porque acepto ser atraído, por encima de todo lo que puedo concebir o querer de mí mismo, por el bien del acceso a las relaciones de vida trinitaria. Por medio de la gracia. c) El comportamiento: La adhesión de corazón tiende a consumarse en un comportamiento de hijo de Dios, un compromiso, un acoger la palabra de Dios y que lleva a una vivencia que transforma. El pecado no implica la desaparición de la fe. La fe es el deseo de salvación, la reconciliación, y luego la unión plena y definitiva con Dios. d) Los gestos y ritos: la vida sacramental: La fe tiene que expresarse y celebrarse en unos gestos, en los que Dios sale a nuestro encuentro y a nuestra realidad El bautismo como el sacramento de la fe y el evangelio de Juan al manifestar que el pan de vida aparece como resumen y el test supremo de fe. 5. La unidad de la fe: se reconoce a Dios y su acción, esta unidad se da en un triple nivel. a. Acogida de la realidad de Dios y adhesión al mensaje revelado: Acoger la palabra de Dios sin desnaturalizarla, supone que la verdad divina, medio o apoyo de nuestro saber, queda incorporada al proceso de nuestra afirmación y que el espíritu del creyente es adaptado al misterio de Dios como a un objeto ya connatural. Ya no es un concepto lo que polariza el dinamismo humano, sino la realidad única e irremplazable de Dios. b. Homogeneidad del proceso y contenido de la fe: El objeto de la fe abarca el doble movimiento por el que Dios y el hombre se entregan uno al otro. Triple paso de acogida, de audición y de apropiación, que nos pone en presencia de un Dios trino que se entrega nuestro espíritu para asegurar nuestro propio don Nuestro proceso guarde fecundidad interna entre un Dios Padre, Hijo y Espíritu, de la encarnación del verbo en nuestra historia, de la comunión querida por Dios entre él y la humanidad c. Jesucristo, mediador y plenitud de la revelación: La fe encuentra su fundamento, su objeto y fin en Cristo, siendo este el único mediador de la revelación plena En Jesús se nos revela la totalidad del misterio, de la Trinidad, encarnación redentora y filiación adoptiva por el don del Espíritu Santo. Cristo promueve la fe como el fin que la fe busca